Pensando Las Emociones - Marta Giménez-Dasí PDF
Pensando Las Emociones - Marta Giménez-Dasí PDF
Pensando Las Emociones - Marta Giménez-Dasí PDF
2
A François, por tantas bellas emociones.
MARTA G. D.
3
Contenido
Introducción
El marco teórico
Pensando las emociones desde los 2 años
La filosofía para niños: una intervención profunda
Filosofía para niños, emociones y competencia social
Pensando las emociones: instrucciones de uso
Algunas propuestas previas de actividades transversales
1. Tomar conciencia de las emociones: una actividad cotidiana
2. Narraciones sobre emociones
3. Me gusta y no me gusta
4. Las metáforas emocionales: trabajando las emociones a través del lenguaje
4
1. La mariposa herida: separando «sentirse bien» y «sentirse mal»
2. La muñeca: trabajando la tristeza
3. El amor de mamá: trabajando el enfado
4. La mariquita gigante: trabajando el miedo
5. El partido de fútbol: trabajando el orgullo
6. ¿Dónde estás?: trabajando las emociones reales y fingidas
7. El Señor Susto: trabajando la empatía
8. Nicolás y la pandilla de los mayores: trabajando la competencia social
9. Termina el colegio: trabajando la amistad
4. Pensando las emociones con 5 años: los primeros intercambios filosóficos
Introducción
1. La mariposa herida: trabajando la alegría
2. La muñeca: trabajando la tristeza
3. El amor de mamá: trabajando el enfado
4. La mariquita gigante: trabajando el miedo
5. El ratón: trabajando la envidia
6. La mariquita gigante: trabajando las emociones mixtas
7. El Señor Susto: trabajando la empatía
8. Nicolás y la pandilla de los mayores: trabajando la competencia social
9. Termina el colegio: trabajando la amistad
Anexo I. Los cuentos de Ana
La mariposa herida
La muñeca
El amor de mamá
La mariquita gigante
El partido de fútbol
El ratón
¿Dónde estás?
El Señor Susto
Nicolás y la pandilla de los mayores
Termina el colegio
Referencias bibliográficas
Créditos
5
1
Introducción
6
habilidades o competencias durante la infancia, la idea de diseñar este programa surgió
al constatar que existe un cierto vacío. Por una parte, la mayoría de los programas que se
han publicado en nuestro país o en el extranjero se dirigen a niños mayores que ya se
5
encuentran en los ciclos de Primaria o Secundaria . Por otra, el método de trabajo que
emplean la mayor parte de los programas encuentra dos limitaciones, a nuestros ojos,
graves: en primer lugar, los beneficios no parecen ser duraderos a lo largo del tiempo
(aunque en muchas ocasiones ni siquiera existen medidas a largo plazo), y en segundo
lugar, lo que los niños aprenden en el aula no lo pueden aplicar luego a otros contextos,
es decir, no hay generalización o transferencia de los logros alcanzados a los contextos
reales de los niños en los que se hacen amigos, se enfadan, se pelean y se reconcilian
6
juntos . Aunque estos programas no son ineficaces, estos serios inconvenientes ponen en
tela de juicio su utilidad y hacen necesario abordar la cuestión desde otro punto de vista.
El marco teórico
El programa que presentamos tiene como objetivo fomentar desde los 2 años el
conocimiento y la regulación emocional para trabajar más adelante la empatía y la
competencia social. Para alcanzar este objetivo, se introducen las bases de dichos
conocimientos a través del juego en 2 y 3 años y a través del diálogo entre iguales en 4 y
5 años. Este programa de intervención responde, por una parte, a la necesidad de
fomentar las habilidades emocionales y afectivas que consideramos tan importantes en
las primeras etapas de la vida y, por otra, a la ausencia de instrucción formal en estos
ámbitos en cualquier etapa del desarrollo. A nuestros ojos, las necesidades emocionales
y afectivas tempranas son la base del desarrollo posterior, y mediante una instrucción
sistemática y explícita se pueden alcanzar algunos logros fundamentales.
La forma de llevar a cabo la intervención con los niños de mayor edad se basa en la
7
filosofía para niños (FpN) . Esta manera de trabajar, en la que profundizaremos más
adelante, entiende el diálogo entre iguales como una forma eficaz de construir
conocimiento. Mediante el diálogo se movilizan recursos cognitivos y lingüísticos que
dan toda la riqueza al intercambio, pero también se fomentan habilidades como la
consideración del punto de vista ajeno y el pensamiento crítico. La idea de emplear este
método dentro del aula responde a lo que pensamos que son algunos de los mecanismos
8
de construcción de conocimiento más relevantes: la redescripción representacional , los
9
cambios de formato entre lo explícito y lo implícito y la apropiación individual de los
10
elementos culturales que rigen nuestro mundo .
Desde nuestro punto de vista, la adquisición de conocimiento se puede entender como
un sistema compuesto por distintos niveles jerárquicos de aprendizaje que progresan
desde niveles implícitos de conocimiento hasta niveles explícitos. Al contrario de lo que
7
mantendrían posiciones asociacionistas tradicionales, estos modelos asumen que el paso
del conocimiento implícito al explícito implica cierta reorganización de las
representaciones previas. Esta reorganización que se produce al explicitar el
conocimiento consiste en conectar una representación con otras representaciones previas,
dotándola así de un nuevo significado. Este tipo de redescripciones de representaciones
en otros formatos, en términos de Karmiloff-Smith, no dependen exclusivamente de los
instrumentos cognitivos internos que posea el sujeto, sino que se llevan a cabo a través
de la mediación de sistemas culturales. En este sentido, el conocimiento seguiría un
doble camino de redescripción representacional: por una parte, se explicita el
conocimiento implícito y, por otra, se interiorizan las representaciones culturales
11
convirtiéndose en representaciones internas . A través de los diálogos que los niños
mantienen en filosofía para niños (FpN) se va interiorizando un conocimiento cultural
especialmente significativo, puesto que parte de su propia experiencia y punto de vista y
se reformula al dialogar con otros niños. El diálogo a través del lenguaje, la escucha y el
intercambio de puntos de vista es la herramienta cultural que media en esa redescripción
e interiorización, favoreciendo la explicitación del conocimiento, es decir, su conexión
con otras representaciones y su reorganización.
La psicología del desarrollo ha puesto de manifiesto la íntima relación que existe
entre las formas narrativas y conversaciones y la comprensión mentalista y emocional en
12
los niños . Una cuestión que distingue a las familias es la manera y la frecuencia con la
que hablan de los estados emocionales, sus causas, sus consecuencias y su regulación.
Las diferencias en cuanto a la frecuencia se reflejan muy pronto en el vocabulario de los
niños. Así, cuando se cuentan las palabras que emplea un niño durante una hora, se
detectan grandes diferencias en la utilización de términos emocionales. Mientras que
13
algunos niños no utilizan ninguno, otros pueden llegar a emplear hasta más de 25 .
Estas diferencias, que ya se encuentran en niños de 2 años, se aprecian también en el
lenguaje de las madres. La utilización de términos emocionales por parte de los niños y
su participación en conversaciones con adultos que tratan sobre emociones constituyen
buenos índices sobre la comprensión emocional que más tarde desarrollarán. En este
sentido, diversos trabajos han hallado que los niños que emplean más términos
emocionales y que más participan en conversaciones sobre emociones son también los
que mejor comprenden y regulan las emociones cuando se toman medidas unos meses e
14
incluso varios años más tarde .
Dentro del marco de la conversación, uno de los elementos clave que incide en la
15
comprensión emocional de los niños es la explicación . Los análisis más detallados
muestran que es precisamente la explicación del estado emocional (su causa, su
consecuencia, su regulación, etc.) lo que favorece una mejor comprensión por parte del
16
niño . Además, las conversaciones constituyen el marco en el cual se adquieren los
formatos narrativos que sirven para analizar, estructurar y comunicar los acontecimientos
8
17
de la vida cotidiana . Los niños adquieren estos formatos entre los 2 y los 5 años.
Adquirir un formato o estilo narrativo coherente depende en gran medida del estilo
conversacional de los padres. Un estilo narrativo alto en elaboración se caracteriza por
integrar descripciones detalladas sobre los acontecimientos pasados, utilizar adjetivos,
situar la acción en el tiempo y el espacio, subrayar la importancia y el interés del
acontecimiento y sus componentes emocionales, plantear interrogantes y realizar
esfuerzos para mantener una conversación. Algunos estudios han analizado el tipo de
discurso que los padres mantienen con sus hijos y han determinado que la utilización de
un estilo muy elaborado por parte de los padres favorece en los hijos la utilización de
18
este mismo estilo narrativo . A partir de la utilización de estos estilos, los niños podrán
entender, organizar, comunicar y regular sus experiencias emocionales con mayor
facilidad.
Partiendo de este marco teórico en el que se unen los elementos del discurso y las
formas narrativas, las explicaciones sobre los estados emocionales y la comprensión
emocional en los niños, hemos elaborado este programa de intervención que incorpora
como herramienta fundamental la reflexión a través del diálogo. La forma de trabajo que
se propone para los niños más pequeños se centra en explicitar y hacer visibles las
emociones a través del juego y la representación. Durante estos dos años será el adulto
quien vaya ampliando el marco lingüístico de los niños. Para estas edades se pretende el
desarrollo de aspectos básicos de la comprensión emocional temprana y la introducción
de una serie de prerrequisitos necesarios para, más adelante, trabajar las emociones
desde la FpN. Estos elementos son, por ejemplo, la escucha activa, el respeto de turnos,
el manejo de cierto lenguaje sobre emociones, etc. Las razones que justifican la
incorporación de la reflexión y el diálogo en este programa como herramienta básica de
adquisición de conocimiento son dos: por una parte, como explicaremos más adelante, a
través de la FpN se ponen en práctica todos los elementos conversacionales que
acabamos de mencionar (es decir, estilos conversacionales altamente elaborados en los
que las explicaciones ocupan un importante lugar). Por otra, la FpN supera las
limitaciones de los métodos que intentan transmitir técnicas o enseñar conductas a través
del modelado o el role playing. Dado que los diálogos que los niños mantienen parten de
sus propias preocupaciones e intereses, el conocimiento que se genera tiene un alto nivel
de significatividad y es, por tanto, más fácil de transferir a otros contextos.
Este programa pretende que los niños de Educación Infantil inicien un proceso que
les ayude a conocer mejor las emociones, a ser más empáticos y a mantener mejores
relaciones con los demás desde los 2 años. Como es obvio, la forma de trabajar estos
contenidos a lo largo de los cursos de Educación Infantil no puede ser la misma y, por
9
eso, el programa se presenta estructurado por edades o cursos escolares.
Para cada una de las edades hemos intentado adaptar la complejidad de los contenidos
y la forma de acercarlos al niño. Ambos programas se conciben como una serie de
propuestas estructuradas y secuenciadas de acuerdo con las edades y competencias de los
niños, pero abiertas al criterio del profesor. Será éste quien decida o seleccione,
atendiendo a las características del grupo, las actividades a desarrollar, las propuestas a
reforzar e incluso la conveniencia, en su caso, de adelantar actividades
metodológicamente más complejas y viceversa. Para los niños más pequeños las
actividades se presentan en forma de juegos, mientras que para los mayores se enfatiza el
uso del diálogo y la reflexión. De forma general, a lo largo de los cuatro años que abarca
este programa se pretende que los niños vayan adquiriendo unas habilidades de reflexión
que les ayuden a plantearse problemas relacionados con el mundo social y emocional.
Además, se espera que aprendan a reflexionar sobre ellos y a encontrar posibles
soluciones a través del diálogo, la escucha y el intercambio de puntos de vista con los
demás. En definitiva, lo que perseguimos es que desde muy temprano los niños se
acostumbren a la existencia de las emociones y las relaciones sociales, se den cuenta de
su incidencia en el bienestar personal, reflexionen sobre ellas y aprendan a tratarlas de
forma natural a través del diálogo con los demás.
Para lograr este objetivo, hemos estructurado de forma similar, por una parte, el
programa de los niños de 2 y 3 años y, por otra, el programa de los niños de 4 y 5 años.
Para las dos primeras edades, el objetivo principal es que los niños vayan tomando
conciencia de la existencia de las emociones básicas, aprendan a identificarlas a través
del gesto, a expresarlas de forma adecuada y a entender que suelen estar causadas por las
situaciones que vivimos. De forma muy básica, se intentará también que los niños
empiecen a tratar de controlar sus reacciones emocionales o, al menos, que empiecen a
tomar conciencia de que es necesario aprender a regular los estados emocionales para
mantener interacciones sociales positivas. Como decíamos antes, todos estos objetivos se
plantean en forma de actividades lúdicas que se plantean a lo largo del libro y que se
desarrollan con el material complementario que acompaña a la obra. En el desarrollo de
los programas de estas dos edades el profesor tiene un papel primordial, ya que será él
quien guíe cada actividad y quien proporcione las claves que pueden mejorar el
conocimiento de los niños. Así pues, para estas edades tan tempranas, como no puede ser
de otra manera, el programa es muy directivo.
El planteamiento que hacemos para los niños de 4 y 5 años es muy diferente. Aunque
los contenidos pueden ser en algunos casos similares, la complejidad de las actividades
que se proponen para estas edades es mucho mayor, pero, sobre todo, el objetivo
principal es que los niños reflexionen, se hagan preguntas e intenten resolverlas
dialogando con sus compañeros. Para estas edades, la reflexión, el diálogo y la escucha
son los instrumentos más relevantes a través de los cuales pretendemos la mejora del
conocimiento emocional, de la empatía y de la competencia social. Para llevar a cabo el
10
programa con los niños de 4 y 5 años se combina el uso de la FpN con otras actividades
más concretas. Esta combinación pretende que el programa pueda llegar al mayor
número posible de niños de estas edades (los que tienen buenas habilidades lingüísticas y
pueden aprender a través del diálogo y los que aprenden mejor a través de actividades
más concretas). Como veremos a continuación, el trabajo en Educación Infantil a través
del diálogo es costoso en un principio. Los niños son aún pequeños y, sobre todo, no
están acostumbrados a realizar esfuerzos encaminados a la reflexión y la solución de
problemas. Además, no suelen buscar respuestas a sus preguntas a través de la reflexión
conjunta, en grupo. Este tipo de reflexión necesita de la escucha activa y de la
comprensión de otros puntos de vista. Las incipientes habilidades sociocognitivas
convierten esta práctica dialógica en un verdadero esfuerzo cognitivo para niños tan
pequeños. No obstante, el profesor que pone en práctica esta forma de trabajo encuentra
a menudo resultados sorprendentes porque los niños superan con creces sus expectativas
en cuanto a su capacidad para reflexionar, justificar puntos de vista, expresar
19
pensamientos complejos y entrar en un verdadero diálogo con sus compañeros . Al
contrario que para los niños más pequeños, en el programa para niños de 4 y 5 años
quienes dirigen la reflexión son los niños, y el profesor es un mero moderador del
diálogo, un guía que observa y cuida que el pensamiento de los niños avance por los
derroteros adecuados.
Dos elementos constituyen los ejes del programa: por una parte, lo que denominamos
componentes del conocimiento emocional y, por otra, las llamadas emociones básicas.
Los componentes del conocimiento emocional son algunos aspectos básicos sobre las
emociones que los niños van adquiriendo poco a poco. Por ejemplo, identificar cuándo
alguien está triste, saber expresar adecuadamente el enfado, entender que las situaciones
que vivimos son la causa de las emociones que sentimos o saber nombrar las emociones
mediante una etiqueta lingüística son algunos de los componentes emocionales más
sencillos. Como decíamos, estos componentes se van aprendiendo con el tiempo y
algunos estudios muestran que existe una pauta evolutiva típica que la mayor parte de los
20
niños siguen : a partir de los 2 años los niños comienzan a identificar algunas
emociones (básicamente la alegría y la tristeza) y van adquiriendo otros componentes
más complejos, como la causalidad o las etiquetas verbales, unos meses más tarde. El
segundo eje de este programa son las llamadas «emociones básicas». Si queremos que
los niños pequeños mejoren su conocimiento emocional, debemos comenzar por trabajar
las emociones básicas. Éstas son las emociones que ya Darwin identificó como
21
innatas , es decir, estados emocionales que los bebés son capaces de producir y, desde
muy pronto, también reconocer en los demás. Existen diferentes clasificaciones sobre lo
22
que se consideran emociones básicas , pero para simplificar nosotros nos referiremos
siempre a la alegría, la tristeza, el enfado y el miedo. Estas emociones son universales y
se expresan y reconocen desde muy temprano en el desarrollo.
11
El conocimiento emocional con niños pequeños debe partir de los componentes más
sencillos referidos a las emociones más sencillas, es decir, las básicas. Así pues, es
fundamental que los niños empiecen manejando las claves que permiten identificar y
expresar la alegría, la tristeza, el enfado y el miedo. En un nivel un poco más complejo,
también es importante que entiendan cuáles son las situaciones que provocan dichas
emociones y, aún más, que empiecen a regular sus estados emocionales. Esta
combinación de emociones básicas y componentes es la que ha guiado la construcción
de los programas para los niños de 2 y 3 años. Los resultados que algunos trabajos han
mostrado sobre la pauta evolutiva de adquisición de este conocimiento nos han inducido
a diseñar el programa de los niños de 2 y 3 años por componentes (y no por emociones).
Así, para estas primeras edades nos parece más adecuado que los niños organicen el
conocimiento por componentes. De esta manera adquirirán las habilidades básicas que
les permitirán empezar a manejarse en el mundo emocional y social. Al contrario, para
los niños de 4 y 5 años el programa se organiza por emociones básicas y se va trabajando
cada una de ellas de forma consecutiva. Esta decisión responde a dos cuestiones: en
primer lugar, al hecho de que los niños de 4 y 5 años suelen manejar perfectamente
(aunque de forma implícita) los componentes básicos. En segundo lugar, a nuestro deseo
de que los niños de estas edades hagan explícito, mediante el diálogo, gran parte del
conocimiento implícito que ya poseen y que a los 5 años puedan profundizar en las
sutilezas y complejidades que caracterizan a las emociones. Como es lógico,
componentes y emociones básicas van ligados a lo largo de todo el programa, pero esta
estructuración nos ha parecido la más clara y útil para los niños.
12
De esta forma, se crea entre los niños lo que Lipman denomina una «comunidad de
investigación» en la que todos los participantes se involucran para reflexionar y dialogar
juntos. Para que la comunidad obtenga sus frutos es necesario que sus miembros se
impliquen en un diálogo veraz y estén dispuestos a escuchar y a modificar su
pensamiento u opinión al considerar los argumentos esgrimidos por otros. Obviamente,
estas condiciones no se crean ni se consiguen en poco tiempo. Es necesario instaurar un
clima apropiado y contar con un profesor motivado que guíe adecuadamente las sesiones
de reflexión.
Como decíamos, el programa planteado por Lipman aborda cuestiones filosóficas que
incitan a la reflexión por parte de los niños. A través de las historias que leen, los niños
descubren cómo razonan los personajes y cómo aplican sus razonamientos de forma
eficaz en la vida cotidiana. A través de la discusión que conduce el profesor se pretende
que los niños internalicen los procesos de reflexión e indagación para lograr generar un
pensamiento crítico y creativo. A la vez, se pretende que los niños aprendan a valorar sus
opiniones y las de los demás, así como la importancia que pueden tener sus
contribuciones. Por ejemplo, en una de sus historias se plantea la duda cartesiana y su
famosa conclusión «pienso, luego existo» y el profesor dispone de una serie de
cuestiones para guiar la discusión. El objetivo es que los niños empiecen a reflexionar
sobre la veracidad de la existencia propia, de los objetos y de las demás personas y que
se cuestionen acerca de las pruebas que confirman dicha existencia, al igual que hizo
Descartes.
Dado que los objetivos que esta metodología plantea son mucho más profundos y
complejos que la mera transmisión de técnicas o habilidades, se trata de un método que
requiere tiempo y esfuerzo por parte de los niños y del profesor. Idealmente este tipo de
programa, que pretende una formación global de la persona, debe durar todos los años de
la escolarización, pero intervenciones más cortas también han resultado eficaces en lo
referido a habilidades académicas, como desarrollo del pensamiento crítico y analítico,
24
lenguaje, lectura y escritura, etc. . Así pues, este método resulta muy adecuado para
nuestro propósito, pero la inmensa mayoría de las intervenciones que se han llevado a
cabo se han centrado en el ámbito cognitivo, y prácticamente no existen programas que
trabajen las habilidades afectivas, emocionales o sociales.
El trabajo de Marie-France Daniel constituye, sin embargo, una excepción. Esta
autora ha elaborado un programa dirigido a la prevención de la violencia para niños a
partir de 5 años utilizando la FpN. Su programa consta de una serie de cuentos
filosóficos (Los cuentos de Audrey-Anne) en los que se presentan cuestiones
relacionadas con las emociones, la privacidad del cuerpo, las relaciones sociales y la
violencia sobre las que los niños deben reflexionar y discutir. Los cuentos de Audrey-
Anne y la guía pedagógica que sirve para llevar a cabo el programa han sido dos
25
instrumentos esenciales para diseñar Los cuentos de Ana y Pensando las emociones .
13
Filosofía para niños, emociones y competencia social
El programa para los niños de 2 y 3 años tiene como objetivo principal proporcionar
cierto conocimiento básico para que los niños empiecen a manejarse en el mundo
emocional. A través de sencillas actividades planteadas en forma de juegos, los niños
14
aprenderán a reconocer las expresiones faciales asociadas a las cuatro emociones
básicas, a expresarlas de forma adecuada, a pensar acerca de las situaciones que causan
diferentes emociones y, de forma muy sencilla, a intentar controlarlas. A través de todo
este conocimiento se pretende que los niños vayan tomando conciencia de la existencia
de las emociones, de su repercusión en el bienestar individual, de su influencia en las
relaciones con los demás y de la posibilidad de hablar sobre ellas.
Para trabajar estos objetivos con niños de 2 y 3 años, el programa se articula a través
de tres ejes fundamentales: las marionetas, los juegos y los cuentos.
— Las marionetas.
Para plantear las actividades con niños tan pequeños nos ha parecido conveniente
utilizar marionetas como hilo conductor del programa. En estas edades los tiempos
de atención y permanencia en las tareas son aún breves, y resulta fundamental
motivar a los niños y captarles para aquello que les proponemos. En este sentido, las
marionetas suponen un material altamente motivador. Por lo general, las actividades
y juegos propuestos a través de muñecos suelen resultar más atractivos y ayudan a
los niños a involucrarse más en la acción propuesta. Las marionetas serán tres: un
niño (Daniel), una niña (Ana) y un perro (Bigotes). Los tres conducirán a los niños a
través de juegos e historias en el conocimiento y manejo de las emociones básicas.
Estos personajes tendrán continuidad en los programas para niños de 4 y 5 años,
puesto que serán los protagonistas de los cuentos.
— Las actividades.
Como ya hemos mencionado, el juego constituye el canal idóneo para el
aprendizaje en estas edades. Los juegos que se proponen son principalmente activos
y manipulativos, por lo que cuentan en general con un material concreto que elicita
el trabajo con las emociones. Para realizar las actividades con los niños de 2 y 3 años
se propone un listado con los posibles materiales a elaborar recogido en el anexo IV.
También se proporciona material complementario con diversos materiales gráficos
que el profesor puede utilizar. A través de las actividades que se proponen se
trabajan los cuatro componentes que ya hemos mencionado. Para trabajar la
identificación de emociones el profesor puede realizar actividades como el juego de
las caras, los lotos de emociones, la caja de emociones o los dados de emociones.
Para trabajar la expresión de emociones se puede realizar el juego «Como si...»,
trabajar a través de la música y del dibujo. Para trabajar la causalidad de las
emociones se proponen actividades como las islas de las emociones o el juego
«Cuéntame cuándo estás...». Por último, para trabajar las estrategias de regulación y
afrontamiento el profesor puede introducir el Señor No, el reloj para compartir o el
baúl del miedo.
— Los cuentos.
En el programa para niños de 2 y 3 años los cuentos se plantean con una doble
15
finalidad: por un lado, se proponen como una actividad transversal que se puede
trabajar tanto desde la escuela como desde casa. Por otro, se proponen como una
actividad de cierre y conclusión que se desarrollará en principio sólo con los niños de
3 años.
Los cuentos como actividad transversal se han pensado como un vehículo para
reforzar los distintos componentes de la comprensión emocional que se trabajan a lo
largo de las sesiones del programa. De este modo, hemos recopilado un repertorio
amplio de cuentos comercializados sobre emociones para trabajarlos en el aula en
distintos momentos o bien para facilitarlos a las familias (véase p. 40, el epígrafe
«Narraciones sobre emociones», para una explicación más detallada).
Los cuentos como actividad de cierre se han pensado para repasar los contenidos
y para introducir a los niños en una nueva forma de trabajar las emociones, más
reflexiva y más basada en el lenguaje y el diálogo que en el juego. Estos cuentos se
proponen sólo para los niños de 3 años y son una adaptación de Los cuentos de Ana
empleados en los programas para niños de 4 y 5 años. Estos cuentos se encuentran
recogidos en el anexo I (p. 127). A través de ellos se pretende que los niños
comiencen a pensar sobre las emociones, realizando preguntas sencillas sobre ellas,
hablando sobre los estados emocionales de los personajes y buscando conjuntamente
estrategias adecuadas para afrontarlos. De este modo, los cuentos sobre emociones
suponen un cierre para el programa de 3 años y un puente metodológico hacia los
programas de 4 y 5 años.
16
Para trabajar estos objetivos se han traducido o escrito once cuentos filosóficos y se
han diseñado o adaptado numerosas actividades relacionadas con la reflexión, la toma de
conciencia y el aprendizaje de estrategias adaptativas. Cada cuento se centra en una
emoción o competencia concreta y dispone de un conjunto de actividades relacionadas.
La forma de trabajo en el aula se basa en la propuesta por la FpN y seguirá siempre un
esquema similar. El profesor comenzará con la lectura del cuento. A continuación se
propondrá a los niños que enuncien los aspectos del cuento que más les han llamado la
atención y sobre los que quieren debatir. Por último, se llevará a cabo un diálogo
filosófico y se realizarán las actividades que el profesor considere oportunas. Es
importante que antes de comenzar las sesiones el profesor cuente a los niños que a partir
de ese momento dedicarán un tiempo a la semana a la FpN. El profesor explicará a los
niños qué es la filosofía, para qué sirve y cuál es el objetivo de realizarla con ellos. En
general, los niños suelen estar orgullosos de participar en sesiones de filosofía, pero,
sobre todo, es importante que confieran sentido a la propia actividad entendiendo
previamente qué es y para qué sirve. Igualmente, desde un punto de vista práctico, es
conveniente utilizar algún elemento que marque el inicio y el final de cada sesión. Esta
marca externa (que puede ser un sonido musical breve al comienzo y al final de la sesión
o algún ritual como encender una vela que se apaga al finalizar la sesión) ayuda a los
niños a establecer los límites temporales y a diferenciar la FpN de otras actividades.
Veamos cada una de las fases con detalle.
17
niño y pone su nombre al lado para que cada contribución quede identificada.
También así el niño reconoce su participación en el proceso.
La formulación de preguntas o cuestiones relacionadas con el cuento implica una
participación activa por parte del niño. Es necesario que inicie un proceso de
reflexión, que comprenda el cuento y el contexto en el que se desarrolla la acción.
Además, se le hace responsable y se convierte en el protagonista de la escena puesto
que es él y no el adulto quien decide los temas de discusión. El que la toma de
decisiones acerca de los temas a debatir sea realizada por los niños contribuye a
desarrollar debates interesantes para ellos, fruto de sus inquietudes y motivaciones.
Para la mayoría de los niños formular preguntas no es nada fácil. Se trata de un
procedimiento que van adquiriendo poco a poco. Los niños de 5 años ya son capaces
de formular preguntas de forma filosófica, pero necesitan el apoyo y la guía del
profesor para llegar a hacerlo. En las primeras sesiones, los profesores invitan a los
niños a mencionar los aspectos que más les han gustado del cuento o lo que más les
ha llamado la atención. Así, los niños no empiezan formulando preguntas sino
haciendo comentarios sobre el cuento. Una vez que los niños aprenden a pensar
sobre el cuento y a hacer comentarios, el profesor les invita a iniciar sus frases de
forma interrogativa con un «por qué» o un «qué». De manera progresiva, el profesor
puede ir introduciendo fórmulas más complejas (por ejemplo, «qué significa»).
27
Siguiendo a Daniel (2003) , podemos decir que una pregunta de un niño tiene
sentido filosófico cuando se refiere al «por qué» más que al «cómo», indaga sobre
conceptos (por ejemplo, «¿qué es...?», «¿qué significa...?» o «¿qué quiere decir...?»),
está relacionada con las causas, las consecuencias o las relaciones lógicas entre
conceptos o ideas (por ejemplo, «¿de dónde viene...?», «¿qué pasa si...?»), cuestiona
ideas o razonamientos que se dan por supuestos («¿es verdad que...?» o «¿por qué
pensamos que...?») o busca explicaciones ante las afirmaciones de los demás («¿por
qué dices eso?»).
La duración del debate a que puede dar lugar cada pregunta y el número de
preguntas que se pueden debatir son muy variables. En general, se recomienda
empezar con sesiones cortas, de unos 30 minutos, en las que probablemente se
debatirán pocas preguntas (los niños no suelen formular muchas preguntas en las
primeras sesiones). El profesor decidirá por qué pregunta comenzar y cuándo será
oportuno pasar a la siguiente. En las primeras sesiones conviene que se traten todas
las preguntas que se hayan formulado para que aumente la motivación de los niños
que han participado y se estimule la reflexión. Si en alguna sesión no diera tiempo a
contestar a todas las preguntas, el profesor anotará las que falten y utilizará algún
momento libre para finalizar la ronda. Normalmente, las preguntas que los niños
formulan en las primeras sesiones son anecdóticas y, por tanto, se contestan en muy
poco tiempo (por ejemplo, «¿de qué color era el vestido de la protagonista?»). A
pesar de la poca relevancia filosófica que tienen dichas preguntas, es necesario que
todos los niños vean que sus aportaciones son consideradas por el resto de la clase.
De esta forma, nos aseguraremos la participación de los niños en las sesiones
18
siguientes. Una vez que los niños vayan cogiendo ritmo, las sesiones pueden
alargarse hasta 45 o 50 minutos. El profesor verá que en una sesión se puede tanto
discutir todas las preguntas formuladas por los niños como abordar sólo una en
mayor profundidad. Con el tiempo, el profesor encontrará la mejor fórmula para
debatir (número de cuestiones y profundidad para cada una) en función de la
capacidad de los niños.
19
enriquecimiento de perspectiva, puede plantear a los niños cuestiones como «ahora
que has oído otro punto de vista, ¿podrías cambiar o mejorar el tuyo? ¿Cómo?».
Antes de finalizar una sesión es muy importante que el profesor cierre con una
conclusión. Esta conclusión sirve para que los niños recuerden de forma clara las
ideas principales que se han discutido y el resultado al que se ha llegado (si es que se
ha alcanzado alguno). En algunas ocasiones, en las sesiones de FpN se debaten
muchas cosas o se exponen muchos puntos de vista. Es posible que los niños se
queden con la sensación de que se ha hablado de muchas cosas, pero no sepan
realmente dónde se ha llegado. Para evitar esta sensación de confusión, es necesario
que el profesor resuma en dos o tres frases el contenido de cada sesión. Por ejemplo,
al realizar una conclusión, se puede empezar recordando el tema principal («hoy
hemos empezado hablando sobre...»), los argumentos más importantes («y hemos
dicho que...») y la conclusión («al final, a todos o casi todos nos ha parecido que... o
estábamos de acuerdo en que...»). Si no se hubiera alcanzado consenso, el profesor
debe también recordarlo porque es una buena forma de tomar conciencia de la
existencia de otros puntos de vista y de la complejidad del cambio conceptual
(«sobre este tema no nos hemos puesto de acuerdo. Algunos niños piensan que... y
otros niños piensan que...»). Igualmente, si los niños no pueden responder a
determinadas preguntas porque no disponen del conocimiento necesario, el profesor
lo incluirá en la conclusión («a la pregunta de X no hemos podido contestar porque
no sabemos por qué... o qué pasa si...»). La explicitación sobre la ausencia de
conocimiento favorece en los niños la reflexión y la búsqueda de información en
otras fuentes (por ejemplo, preguntando en casa). De esta forma se puede fomentar
que los niños inicien diálogos y reflexiones con sus padres y que transfieran el
conocimiento elaborado en clase al ámbito familiar. Por último, el profesor debe
tener siempre presente que el diálogo debe desarrollarse en un contexto cooperativo
(y no competitivo), de respeto y enriquecimiento mutuo. De forma complementaria a
los guiones de discusión se proponen alrededor de diez actividades para cada
emoción, idea o competencia. El profesor puede adaptar, modificar y escoger qué
actividades realizar con sus alumnos en función de sus capacidades, intereses,
disponibilidad, etc., aunque sería recomendable realizar al menos la mitad de las
actividades y, sobre todo, la que implica trabajar en casa con las familias. En algunas
ocasiones las propuestas que realizamos son bastante complejas y somos plenamente
conscientes de ello. En este sentido, la adaptación o la elección de actividades y
diálogos que realice el profesor en función del grupo es fundamental para que el
programa funcione. A pesar de la dificultad que puede entrañar la reflexión sobre
temas como la envidia o la capacidad para fingir emociones, no hemos querido
renunciar a su propuesta. Serán los propios niños quienes marquen los límites de su
capacidad de reflexión.
Cada niño irá elaborando su material del programa a medida que lo vaya
realizando (dibujos, actividades realizadas en casa, etc.). Al final podrá conservar un
cuaderno donde se puede recoger todo lo trabajado durante el curso. Cada profesor
20
podrá crear y adaptar la forma de organizar y recopilar el trabajo de los niños como
mejor le parezca.
Para las emociones básicas y complejas y para algunos de los bloques posteriores
se ha intentado seguir una estructura similar que suele ir de lo más sencillo o
concreto a lo más complejo o abstracto. Para los niños de 4 años, se empieza
identificando las emociones mediante situaciones concretas o cercanas al niño para
luego poderlas identificar en otros y en uno mismo mediante gestos o sensaciones
internas. A continuación se pide a los niños que intenten representar la emoción o la
idea que se trabaja mediante el dibujo. Para los niños de 5 años el programa se centra
más en cuestiones relacionadas con estrategias de afrontamiento y de ayuda a los
demás. Para terminar, se propone siempre una actividad para que los niños la
realicen en casa con la ayuda de sus padres. Este final es especialmente importante,
pero más adelante volveremos sobre ello. Así pues, la estructura de las actividades
suele respetar un esquema que tiene como objetivo:
21
padres pueden de alguna manera contribuir al desarrollo del programa con sus
intervenciones.
Para terminar, y muy en consonancia con esto último, queremos señalar que cualquier
programa de promoción del conocimiento emocional y las destrezas sociales, como el
que aquí se plantea, se verá limitado en la medida en que no se logre implicar a todos los
agentes comprometidos en el proceso de socialización de los niños. La implicación de
los diferentes agentes, en especial las familias, resulta un elemento fundamental para
alcanzar beneficios reales. El objetivo último será lograr una reflexión profunda, una
toma de conciencia y una adquisición de habilidades sociales y emocionales aunando los
esfuerzos de los niños, las escuelas y las familias.
Dado que, en general, las sociedades occidentales son especialmente reacias a hablar
sobre las emociones, la empatía o la competencia social, somos conscientes del largo
trabajo que padres y educadores tenemos por delante. Sabemos que nuestro objetivo no
será fácil de alcanzar. Serán necesarias varias generaciones de niños que dialoguen y
reflexionen sobre emociones, empatía y competencia social para lograr un cambio social.
A pesar de la dificultad que esta tarea entraña, estamos convencidas de la repercusión
que este cambio puede tener. Un cambio que se reflejará de forma individual en el grado
de felicidad de cada niño y que, sin duda, contribuirá a la construcción de una sociedad
más sana y más feliz.
MARTA GIMÉNEZ-DASÍ
Universidad de Valencia
1 Este programa se ha elaborado gracias a la ayuda concedida por el Ministerio de Ciencia e Innovación al
proyecto titulado Pensando las emociones: un programa de intervención para Educación Infantil (PSI2008-
02174) dirigido por Marta Giménez-Dasí. Agradecemos a nuestras colegas Laura Quintanilla y Lina Arias la
atenta lectura del programa y las sugerencias realizadas para su mejora. Agradecemos también a las escuelas
infantiles Alaria, Arcadia y El Lirón (Madrid) la confianza que siempre han depositado en este proyecto y la
oportunidad que nos han dado para acercarnos a los niños y a sus familias.
Esta introducción está parcialmente basada en Giménez-Dasí, M. y Daniel, M. F. (2012). Réfléchir sur les
émotions à partir des contes pour les 4-8 ans. Bruselas: De Boeck.
2 A lo largo de toda la obra se emplearán los términos «niño» y «profesor» en su acepción neutra y que, por tanto,
incluye a las niñas y las profesoras.
3 El lector interesado puede consultar Denham, S. A., Zoller, D. y Couchoud, E. A. (1994). Socialization of
preschoolers’ emotion understanding. Developmental Psychology, 30(6), 928-937; y Dunn, J. (2004). Children’s
friendships. The beginnings of intimacy. Oxford: Blackwell Publishing.
4 Denham, S. A., Mason, T., Caverly, S., Schmidt, M., Hackney, R., Caswell, C. y DeMulder, E. (2001).
Preschoolers at play: Co-socialisers of emotional and social competence. International Journal of Behavioral
Development, 25(4), 290-301.
5 Cabe destacar algunas excepciones en nuestro país como López Cassà, E. (coord.) (2003). Educación
emocional. Programa para 3-6 años. Barcelona: Praxis; Monjas Casares, I. (1993). Programa de enseñanza de
habilidades de interacción social (PEHIS) para niños y niñas en edad escolar. Valladolid: Trilce, o Ribes, R.,
22
Bisquerra, R., Agulló, M. J., Filella, G. y Soldevila, A. (2005). Una propuesta de currículum emocional en
educación infantil. Cultura y Educación, 17(1), 5-17.
6 Véanse, por ejemplo, Denham, S. A. y Almeida, M. C. (1987). Children’s social problem-solving skills,
behavioral adjustment, and interventions: A meta-analysis evaluating theory and practice. Journal of Applied
Developmental Psychology, 8, 391-409; Durlak, J. A., Weissberg, R. P., Dymnicki, A. B., Taylor, R. D. y
Schellinger, K. B. (2011). The impact of enhancing students’ social and emotional learning: A meta-analysis of
school-based universal interventions. Child Development, 82(1), 405-432.
7 En los siguientes apartados se explican brevemente los objetivos y el procedimiento de esta forma de trabajo en
el aula. Igualmente, se ofrecen diferentes referencias bibliográficas para el lector interesado en el tema.
8 Véase Karmiloff-Smith, A. (1992-1994). Beyond modularity. Cambridge, Mass.: MIT Press (trad. cast. Más
allá de la modularidad. Madrid: Alianza Editorial).
10 Véase Vygotski, L. (1978). Mind in Society: The development of higher psychological processes. En M. Cole,
V. John-Steiner, S. Scribner y E. Souberman (comp.). Cambridge, Mass.: Harvard University Press.
11 Véase Pozo, J. (2003). Ibídem.
12 De Rosnay, M. y Hughes, C. (2006). Conversation and theory of mind. Do children talk their way to socio-
cognitive understanding? British Journal of Developmental Psychology, 24, 7-37; Meins, E. y Fernyhough, C.
(1999). Linguistic acquisitional style and mentalising development: The role of maternal mind-mindedness.
Cognitive Development, 14, 363-380; Pons, F., Doudin, P. A., Harris, P. y De Rosnay, M. (2006). Helping
children to improve their emotion comprehension. En F. Pons, D. Hancock, L. Lafortune y P. A. Doudin (eds.),
Emotions in learning. Aalborg: Aalborg University Press; Racine, T., Carpendale, J. y Turnbull, W. (2007).
Parent-child talk and children’s understanding of beliefs and emotions. Cognition and Emotion, 21(3), 480-494;
Raikes, A. y Thompson, R. (2008). Conversation about emotion in high-risk dyads. Attachment & Human
Development, 10(4), 359-377; Symons, D. K. y Clark, S. E. (2000). A longitudinal study of mother-child
relationships and theory of mind in the preschool period. Social Development, 9, 3-23; Nelson, K. (2007). Young
minds in social worlds. Cambridge, Mass.: Harvard University Press.
13 Véase Dunn, J., Brown, J. y Beardsall, L. (1991). Family talk about feeling states and children’s later
understanding of others’ emotions. Developmental Psychology, 27, 448-455.
16 Véase Brown, J. R. y Dunn, J. (1996). Continuities in emotion understanding from three to six years. Child
Development, 67, 789-802; Denham, S. A., Zoller, D. y Couchoud, E. A. (1994). Socialization of preschooler’s
emotion understanding. Developmental Psychology, 30, 928-936; Garner, P. W., Jones, D. C., Gaddy, G. y
Rennie, K. M. (1997). Low-income mothers’ conversations about emotions and their children’s emotional
competence. Social Development, 6, 37-52.
18 Véase Reese, E. y Fivush, R. (1993). Parental styles of talking about the past. Developmental Psychology, 29,
596-606; Reese, E., Haden, C. A. y Fivush, R. (1993). Mother-child conversations about the past: Relationships of
style and memory over time. Cognitive Development, 8, 403-430, ambos citados en Harris, P. L. (2005). Ibídem.
19 La película documental Ce n’est qu’un début (en español, Sólo es el principio) dirigida por Pierre Barougier y
Jean-Pierre Pozzi es un magnífico ejemplo del alcance que el diálogo y la reflexión pueden tener en niños de 4 y 5
años.
20 Véanse, por ejemplo, Pons, F., Harris, P. L. y De Rosnay, M. (2004). Emotion comprehension between 3 and
23
11 years: Developmental periods and hieratical organizations. European Journal of Developmental Psychology,
1(2), 127-152; Widen, S. C. y Russell, J. A. (2008). Young children’s understanding of other’s emotions. En M.
Lewis, J. M. Haviland-Jones y L. F. Barrett (eds.), Handbook of emotions. Nueva York: Guilford Press; Widen, S.
C. y Russell, J. A. (2010). Differentiation in preschooler’s categories for emotion. Emotion, 10(5), 651-661.
21 Véase Darwin, C. (1872-1984). The expression of the emotions in man and animals. Londres: J. Murray (trad.
cast. La expresion de las emociones en los animales y en el hombre. Madrid: Alianza Editorial).
22 Véase, por ejemplo, Izard, C. (2009). Emotion theory and research: Highlights, unanswered questions, and
emerging issues. Annual Review of Psychology, 60, 1-25.
23 El lector interesado puede consultar Lipman, M., Sharp, A. M. y Oscanyan, F. S. (1980). Philosophy in the
Classroom. Philadelphia: Temple University Press (trad. cast. La filosofía en el aula. Madrid: Ediciones de la
Torre, 1992).
24 El lector interesado puede consultar, por ejemplo, García-Moriyón, F., Rebollo, I. y Colom, R. (2005).
Evaluating Philosophy for Children: A meta-analysis. Thinking, 17(4), 14-22.
25 Los cuentos de Ana han sido traducidos del original Les contes d’Audrey-Anne, escritos por Marie-France
Daniel y editados previamente en Giménez-Dasí, M. y Daniel, M. F. (2012). Réfléchir sur les émotions à partir
des contes pour les 4-8 ans. Bruselas: De Boeck. Igualmente, los programas para niños de 4 y 5 años han sido
adaptados del material original Réfléchir sur les émotions à partir des contes pour les 4-8 ans.
26 Estas dos emociones se escogieron entre un gran abanico de las denominadas «emociones complejas» por la
especial relevancia que tienen en estos años para los niños: el orgullo porque contribuye a la formación de la
autoestima, y la envidia, porque aparece en la mayor parte de los conflictos entre niños, aunque ellos todavía no
puedan identificarla ni etiquetarla.
27 Véase Daniel, M. F. (2009). Dialoguer sur le corps et la violence. Un pas vers la prévention. Quebec: Michel
Cornac.
24
Algunas propuestas previas de actividades transversales
Antes de empezar a trabajar con las actividades propias de cada programa, queremos
proponer la preparación de algunas actividades transversales que se pueden realizar de
forma permanente a lo largo de todo el curso. Estas actividades no están ligadas a ningún
cuento ni a ninguna propuesta, sino que constituyen un marco aparte en el que trabajar
cuestiones relacionadas con las emociones. La permanencia a lo largo de todo el curso
de los materiales ligados a estas actividades en el aula y su utilización habitual pueden
ayudar a construir un entorno «emocional», es decir, un entorno en el que las emociones
de las personas que lo habitan son importantes, se habla de ellas y se tienen en cuenta en
su vida cotidiana.
Antes de comenzar el programa como tal, sería conveniente preparar una actividad
que será permanente, es decir, una actividad que estará presente a lo largo de toda la
intervención y que los niños podrán realizar todos los días, incluso en varios momentos
del día. El objetivo de esta actividad es que los niños tengan que reflexionar y hacer
explícito su estado emocional básico. La realización cotidiana y en varios momentos del
día de esta actividad permitirá a los niños dotar a las emociones de un plano explícito,
consciente y reflexivo que no suelen tener. Mediante esta explicitación de los estados
emocionales propios se favorecerá una toma de conciencia que ayudará a llevar a cabo
todo el programa. También a través de esta actividad los niños empezarán a tomar
conciencia de que las emociones son muy variables, están directamente relacionadas con
los acontecimientos y se puede pasar por diferentes estados afectivos en un período
relativamente corto de tiempo.
Este «mural de las emociones» o «termómetro emocional» consiste en un panel
donde los niños pueden indicar mediante pequeñas expresiones faciales dibujadas o
fotografiadas cómo se sienten ese día o en ese momento.
— El profesor elabora un panel que puede tener dos formatos diferentes en función de la
edad de los niños. Para los niños pequeños, puede ser una cartulina con cuatro
cuadrículas donde se representen caras con las cuatro emociones básicas. De este
modo, los niños colocarán su foto sobre la cara que mejor represente su estado de
ánimo ese día o en ese momento (véase imagen).
25
Un ejemplo de mural de las emociones.
— Para los niños mayores el profesor puede diseñar un mural que tenga, por un lado,
una entrada para cada niño y, por otro, una entrada que señale diferentes momentos
del día. Cada niño contará con dos o tres dibujos o fotografías de su cara que, a modo
de pegatinas, imanes o velcro, puedan pegarse en el mural. Cada una de las caras
representará uno de los estados emocionales básicos. Se puede comenzar con los dos
más sencillos de identificar (alegría y tristeza) y ampliarlo a lo largo del curso (enfado
y miedo).
— En las primeras semanas de curso, el profesor explicará la actividad a los niños, su
utilidad y la forma de realizarla. Si lo desea, el profesor puede también realizar la
actividad con los niños (al menos al principio). De esta forma, enseñaría a los niños
cómo hacerla y podría explicar las causas de sus emociones básicas tomando como
referencia acontecimientos presenciados o vividos por los propios niños. La
participación del profesor podría constituir un gran beneficio puesto que los niños
irían aprendiendo a observar sus estados emocionales, a determinar sus causas, a
constatar su variabilidad y a señalarlos en el mural con la ayuda de un modelo adulto.
— El profesor puede preparar los materiales en clase con ayuda de los niños para que se
26
sientan más involucrados en la tarea. Por ejemplo, si se usan dibujos de caras, cada
niño puede dibujar y recortar lo que utilizará como su cara «contenta» y su cara
«triste» en el mural. En un principio, el profesor y los niños pueden determinar los
momentos del día en los que utilizarán el mural. Por ejemplo, pueden acordar que
todos los niños pensarán cómo se han sentido e irán a indicarlo al mural al llegar a
clase por la mañana y en algún momento por la tarde. De manera informal y sin que
constituya un turno de palabra obligado para todos los niños, el profesor puede pedir
cada día a algunos que expliquen por qué sitúan su cara alegre o triste, es decir, que
verbalicen la causa del estado emocional que han sentido. El profesor puede también
(al principio y luego de vez en cuando) verbalizar la causa de su propio estado
emocional para que los niños aprendan a hacerlo. Una vez que los niños estén
familiarizados con la tarea, el procedimiento puede hacerse todo lo flexible que el
profesor considere oportuno. Por ejemplo, se puede aumentar y fijar el número de
momentos al día en que los niños utilizan el mural para que lo hagan todos a la vez. O
se puede dejar plena libertad a los niños para que utilicen el mural siempre que lo
deseen y puedan siempre constatar su estado emocional. También el profesor puede
aprovechar cualquier momento en el que se utiliza el mural para preguntar a algún
niño por las razones de su estado emocional. En este sentido, sería muy conveniente
que el profesor estuviera atento a los cambios hacia emociones negativas para poder
explorar las causas con el niño (bien delante del resto del grupo, bien de forma
individual, según lo requiera cada situación concreta). Con el tiempo, el mural puede
convertirse también en un instrumento útil para que los niños no sólo expongan sino
que regulen sus propias emociones. Cuando los niños reflexionen sobre cómo se
sienten y sean hábiles identificando las causas, podrían iniciar ellos solos un proceso
de regulación moderando o modificando los estados emocionales que sean negativos,
exagerados, inadecuados, etc. Siempre que el profesor lo considere oportuno, el mural
puede ofrecer la base para iniciar un diálogo filosófico con los niños de 4 y 5 años.
En las aulas de Educación Infantil los cuentos son una herramienta constante. Dentro
del programa, algunas de las sesiones de cierre o conclusión para los niños de 3 años y
todas las que introducen contenidos nuevos para los niños de 4 y 5 años se abordan a
través de cuentos. Sin embargo, los cuentos se pueden emplear de forma constante,
incorporándose con facilidad en las rutinas y momentos del aula. La utilización de
narraciones que enfaticen los estados emocionales de los personajes, sus estrategias de
regulación o su expresión, ayudarán a reforzar el trabajo que se realiza a través del
programa. Para ello se pueden encontrar todo tipo de cuentos disponibles en el mercado
que abordan aspectos del desarrollo emocional, ya sea la identificación de emociones, su
27
atribución causal, las estrategias de afrontamiento o la misma expresión de las
emociones. Para estos momentos menos planificados, sugerimos una serie de referencias
que el profesor puede utilizar:
3. Me gusta y no me gusta
Esta actividad pretende ayudar a los niños a tomar conciencia de la causalidad de sus
emociones, identificando y explicitando aquello que les hace sentir bien y aquello que no
les hace sentir bien en sus actividades cotidianas. La idea de esta actividad es
28
incorporarla en momentos variados a lo largo de la semana a través de las diferentes
rutinas, contextualizando en cada momento.
Otra actividad que puede ser permanente a lo largo de todo el curso y el profesor
puede utilizar siempre que lo considere oportuno son lo que hemos denominado las
«metáforas emocionales». Estas metáforas tienen que ver con frases hechas o
expresiones cotidianas que aluden a estados emocionales (a veces son propiamente
metáforas y otras son comparaciones, pero se trabajarán de forma conjunta). El objetivo
es ir detectando a lo largo del curso las expresiones que solemos emplear para describir
emociones o estados emocionales y reflexionar acerca de su significado, su utilización,
etc. Por una parte, los niños irán adquiriendo conocimiento sobre ciertas características o
propiedades de las emociones que se reflejan en las expresiones y, además, tendrán
oportunidad de realizar algunas reflexiones metalingüísticas. Esta actividad es quizá más
adecuada para niños de 4 y 5 años.
29
su significado y quizás crear metáforas ellos mismos. Algunas expresiones que ligan
emociones y colores pueden ser:
• «Estoy negro» o «me tienes negro» (cuando queremos expresar enfado o hartura).
• «Ponerse como la pared» (blanco o pálido de miedo).
• «Ponerse como un tomate» (de vergüenza o a veces de ira).
• «Ponerse verde» (de envidia).
• «Partirse de risa».
• «Hincharse de orgullo».
• «Desinflarse» (por un disgusto o una frustración).
• «Explotar» o «estallar» (de ira).
• «Cargar las pilas» (llenarse de energía positiva, de alegría).
• «Romper a llorar».
• «Ponerse como un flan» (temblar de miedo o de nervios).
30
PARTE PRIMERA
31
Pensando las emociones de 2 a 3 años
32
1. Pensando las emociones con 2 años: las bases del
conocimiento emocional
Introducción
33
trabajar a través de la representación de una historia cotidiana (anexo III). A
continuación irán proponiendo los juegos. Para cada contenido se plantean diversas
actividades, y será el profesor quien decida cuáles son más adecuados en función del
grupo. Es importante tener en cuenta las siguientes orientaciones a la hora de trabajar el
programa con las marionetas en el aula:
— El lenguaje que deben manejar las marionetas con los niños debe ser sencillo, breve
y adecuado a las edades. Los mensajes no deben ser excesivamente largos ni
complejos, ni tampoco los tiempos de duración de los cuentos o representaciones.
— Es muy importante utilizar el tono de voz en la expresión de los muñecos. Por
ejemplo, se puede hablar más bajo para captar la atención en determinados momentos
o modular el tono, exagerándolo, en función de la narración.
— Es necesario que las marionetas varíen en la presentación de las actividades (solas o
acompañadas por los otros personajes).
— Es conveniente utilizar diferentes materiales gráficos atractivos para los niños. En el
material complementario que acompaña el programa el profesor podrá encontrar la
mayor parte del que es necesario para trabajar con los niños de 2 años.
La temporalización total del programa dependerá del tiempo con el que cada aula
cuente para aplicarlo. En principio, la duración mínima deseable para producir ciertos
efectos duraderos en los niños es de seis meses, pero será el profesor quien decida el
tiempo que puede dedicarle. Las propuestas que se presentan son siempre flexibles, de
forma que el profesor determinará el tiempo para cada actividad y los contenidos que
necesita profundizar en función de las características de los niños. De manera
34
orientativa, la temporalización aproximada a lo largo de los seis meses que duraría el
programa sería la siguiente:
TABLA 1.1
Propuesta de contenidos a trabajar en función del número de sesiones
Cada una de las casillas sombreadas de la tabla indica una sesión semanal de una duración aproximada de 30
minutos.
35
difíciles de diferenciar). Progresivamente los niños van siendo capaces de identificar
otras emociones básicas, como el miedo, o de ir diferenciando el enfado de la tristeza.
Por tanto, considerando las pautas típicas del desarrollo infantil nos situamos en el
momento ideal para trabajar y potenciar la identificación de las cuatro emociones
básicas.
A lo largo del siguiente bloque se proponen una serie de actividades en forma de
juegos dirigidos a trabajar la identificación de cada una de las emociones básicas. Las
cuatro emociones se trabajarán individualmente. De este modo, la estructura o
planificación de este bloque se desarrolla como sigue: primero se trabajará la
identificación de la alegría a través de las distintas actividades que se proponen
(marionetas, juego de las caras, dado de emociones, etc.). A continuación se trabajará la
identificación de la tristeza a través de los distintos juegos ya mencionados. En tercer
lugar se realizarán las actividades para identificar el enfado y, finalmente, las dedicadas a
la identificación del miedo. El orden que se propone para trabajar cada emoción
corresponde a la pauta evolutiva típica, es decir, al orden en el que los niños de forma
espontánea van aprendiendo a identificar las emociones básicas. Para trabajar la
identificación de cada emoción se recomienda dedicar al menos dos sesiones. Por
ejemplo, para identificar la alegría se puede comenzar con una sesión que introduzca la
emoción a través de la historia cotidiana representada por las marionetas, se realice la
actividad «jugando con las caras» dedicada a la alegría y se termine con la actividad
«Buscando emociones», dedicada a la alegría. En una segunda sesión, también dedicada
a la identificación de la alegría, se realizarían las actividades «El dado de las emociones»
y «La caja sorpresa», dedicadas a la alegría. El mismo esquema se puede seguir para el
resto de emociones básicas. Así, en total, dedicaremos al menos ocho sesiones a este
bloque.
36
— En la primera sesión el profesor presentará a las marionetas: Ana, Daniel y su perro
Bigotes y explicará a los niños que con ellos van a hablar sobre cómo se sienten.
Además, contará que las marionetas conocen muchos juegos divertidos que les van a
explicar.
— Las marionetas preguntan a cada niño cómo se siente. Después de contestar, cada
niño registra su estado emocional en el mural de las emociones (véase la propuesta
inicial «Tomar conciencia de las emociones: una actividad cotidiana», p. 37).
— A continuación las marionetas cuentan y representan una breve y sencilla historia
relacionada con la emoción que se trabaje ese día (véase las historias que se proponen
en el anexo III, p. 133, para introducir las emociones básicas). Finalmente, introducen
las actividades que se vayan a desarrollar en la sesión y entregan los materiales
necesarios.
— Siempre que den comienzo las sesiones, las marionetas recuerdan las reglas para
realizar las actividades. Estas normas básicas de escucha y turno de palabra serán
fundamentales a lo largo de todo el programa. Para los niños de 2 años podrían
plantearse como sigue:
37
Ejemplo de material gráfico que se puede emplear en esta actividad.
— Para identificar la alegría, el profesor presenta dos láminas sencillas con la cara de un
niño y una niña, ambos contentos. Si lo considera oportuno, puede presentar dos
láminas que varíen en el grado de expresión emocional (por ejemplo, una cara
contenta y una cara muy contenta, riendo a carcajadas, etc.). Las imágenes pueden
corresponder a las caras de las marionetas. El profesor introduce las imágenes
diciendo, por ejemplo:
• Ana tiene una sonrisa dibujada, sus cejas están levantadas, sus ojos están bien
abiertos y está sonriendo. Está contenta.
• Daniel tiene una gran sonrisa en los labios. Está muy contento.
Después de mirar cada lámina, el profesor propone a los niños identificar en distintos
38
soportes (otras fotos, láminas o dibujos que encuentre en libros o revistas) aquellas caras
que estén contentas.
Para ello puede utilizar caras muy sencillas que representen las dos emociones
básicas más fáciles de reconocer por los niños: alegría y tristeza. El profesor enseña a
cada niño las imágenes y les pide que señalen o nombren la cara que está contenta.
Otra posibilidad es trabajar la identificación del grado de expresión emocional
utilizando sólo las dos láminas que se acaban de explicar. En este caso, el profesor
muestra las láminas a cada niño y les pide que señalen la cara contenta o la cara muy
contenta.
— Para identificar la tristeza, el profesor presenta dos láminas sencillas con la cara de
un niño y una niña, ambos tristes. Si lo considera oportuno, puede presentar dos
láminas que varíen en el grado de expresión emocional (por ejemplo, una cara triste y
una cara muy triste, llorando, etc.). Las imágenes pueden corresponder a las caras de
las marionetas. El profesor introduce las imágenes diciendo, por ejemplo:
• Ana tiene los labios hacia abajo y los ojos también, como apagados.
• Daniel también tiene esa expresión, y además, fijaos, tiene unas lágrimas. Daniel
está llorando.
Después de mirar cada lámina, el profesor propone a los niños identificar en distintos
soportes (otras fotos, láminas o dibujos que encuentre en libros o revistas) aquellas caras
que estén tristes.
Para ello puede utilizar caras muy sencillas que representen las dos emociones
básicas que los niños ya conocen: alegría y tristeza. El profesor enseña a los niños las
imágenes y les pide que señalen o nombren la cara que está triste.
A la vez puede trabajar también la identificación del grado de expresión emocional
pidiendo a los niños que señalen la cara triste o muy triste.
— Para identificar el enfado, el profesor presenta dos láminas sencillas con la cara de un
niño y una niña, ambos enfadados. Si lo considera oportuno, puede presentar dos
láminas que varíen en el grado de expresión emocional (por ejemplo, una cara
enfadada y una cara muy enfadada, furiosa, etc.). Las imágenes pueden corresponder
a las caras de las marionetas. El profesor introduce las imágenes diciendo, por
ejemplo:
39
• ¿Cómo están? ¿Cómo creéis que se sienten?
• Ana tiene el ceño fruncido, las cejas y la frente arrugadas y su boca está cerrada y
apretada. Ana está enfadada.
• Daniel también tiene esa expresión y además su cara está roja, parece enfurecido.
Daniel está muy enfadado, está furioso.
Después de mirar cada lámina, el profesor propone a los niños identificar en distintos
soportes (otras fotos, láminas o dibujos que encuentre en libros o revistas) aquellas caras
que estén enfadadas.
Para ello puede utilizar caras muy sencillas que representen dos emociones básicas
1
que los niños ya conocen: alegría y enfado o tristeza y enfado . El profesor enseña a
cada niño las imágenes y les pide que señalen o nombren la cara que está enfadada.
A la vez puede trabajar también la identificación del grado de expresión emocional
pidiendo a los niños que señalen la cara enfadada o muy enfadada.
— Por último, para identificar el miedo, el profesor presenta dos láminas sencillas con
la cara de un niño y una niña, ambos asustados. Si lo considera oportuno, puede
presentar dos láminas que varíen en el grado de expresión emocional (por ejemplo,
una cara asustada y una cara muy asustada, aterrorizada, etc.). Las imágenes pueden
corresponder a las caras de las marionetas. El profesor introduce las imágenes
diciendo, por ejemplo:
• Ana tiene los ojos muy abiertos, las cejas y la frente arrugadas y su boca está
abierta. Está asustada.
• Daniel también tiene esa expresión y además está como paralizado. Parece que
estos niños se han dado un buen susto. Daniel está muy asustado, tiene mucho
miedo.
Después de mirar cada lámina, el profesor propone a los niños identificar en distintos
soportes (otras fotos, láminas o dibujos que encuentre en libros o revistas) aquellas caras
que estén asustadas.
Para ello puede utilizar caras muy sencillas que representen dos emociones básicas
2
que los niños ya conocen: alegría y miedo, tristeza y miedo o enfado y miedo . El
40
profesor enseña a cada niño las imágenes y les pide que señalen o nombren la cara que
está asustada.
A la vez puede trabajar también la identificación del grado de expresión emocional
pidiendo a los niños que señalen la cara asustada o muy asustada.
— En esta actividad es muy importante que el adulto verbalice, señale y explicite los
rasgos diferenciales de la expresión emocional que se esté trabajando.
— Para terminar la actividad, el profesor puede proponer a los niños que pongan la cara
de la emoción que se está trabajando y que jueguen a expresarla en sus distintos
grados. Esta actividad se puede realizar delante de un espejo para que los niños
observen sus propios gestos y los de sus compañeros.
Una vez que los niños ya han trabajado los rasgos faciales que diferencian cada
emoción básica, se pueden proponer distintas actividades para que practiquen la
identificación. El objetivo es que los niños adquieran las etiquetas verbales para cada
emoción y que las asocien correctamente con la expresión facial correspondiente.
— El profesor distribuye bien por las mesas del aula, bien por el suelo, láminas y lotos
de dos imágenes que representen la emoción que se trabaja y otra de contraste (véase
el material complementario que se propone).
41
Ejemplos de imágenes y lotos para trabajar la identificación de las emociones básicas.
— El profesor pide a los niños que busquen una de las expresio- nes emocionales y
cojan la lámina correspondiente. También puede inventar una retahíla sencilla para
dar la instrucción, por ejemplo:
42
Buscando emociones. Un ejemplo de cómo plantear la actividad.
43
Ejemplo de dado que se puede construir para esta actividad.
El dado que se construya debe recoger en un principio dos emociones básicas. Para
los niños de 2 años se propone realizar al menos tres sesiones utilizando el dado: la
primera para trabajar conjuntamente la alegría y la tristeza; la segunda, para identificar el
enfado, y la tercera, para identificar el miedo. Así, las actividades se podrían desarrollar
del siguiente modo:
— El profesor organiza en el aula una zona para realizar esta actividad en grupo y
plantea unas sencillas reglas para realizarla:
• Antes de empezar se decide el orden que los niños deben seguir para lanzar el
dado.
• El primer niño lanza el dado y debe etiquetar de forma lingüística o representar la
emoción que aparece. El profesor puede ofrecer ayudas o modelar la emoción a
los niños, especialmente al principio.
• Todos los niños deben jugar al menos una vez.
44
El dado de las emociones. Un ejemplo sobre cómo realizar la actividad.
45
combinaciones en función del progreso de los niños y de los contrastes que le parezca
más relevante reforzar. Se puede dedicar una sesión al contraste más sencillo y otra a
los contrastes más complejos. De esta forma, el profesor puede graduar la
complejidad de la actividad.
— Para realizar la actividad es necesario construir una caja que en uno de sus lados
lleve adheridas dos imágenes. Cada imagen expresa una emoción diferente. Las
imágenes se pueden adherir con velcro para poder cambiarlas. Una de las caras estará
tapada con una banda de papel que recubre la caja y se puede deslizar. De esta forma,
la banda de papel siempre oculta una de las dos imágenes. El profesor cambiará las
imágenes según la emoción que se trabaje en cada sesión.
— El profesor muestra la caja con las dos caras y mueve la tira de papel de un lado al
otro mientras dice una retahíla como, por ejemplo:
46
Un ejemplo de caja sorpresa.
— Los niños deben adivinar la emoción que quede descubierta por la tira de papel
nombrándola o representándola. El profesor puede cambiar las imágenes y repetir la
actividad tantas veces como lo desee.
— El profesor pide a los padres que busquen emociones con sus hijos. Esta actividad
47
será similar a la realizada en clase (véase la actividad 1.3, «Buscando emociones»)
pero utilizando otros estímulos visuales. A través de la utilización de otros materiales
y de la búsqueda e identificación de emociones en otros lugares, se pretende que el
niño generalice la capacidad de identificar expresiones faciales en distintos rostros.
Para realizar la actividad los padres pueden utilizar cualquier material gráfico que
tengan en casa (revistas con fotografías, periódicos, cuentos con imágenes,
fotografías reales, etc.). Los padres irán pidiendo a los niños que busquen e
identifiquen expresiones emocionales. Por ejemplo, pueden buscar sólo caras
contentas o sólo caras enfadadas, o bien se pueden identificar todas las expresiones
que vayan apareciendo en el material que se utilice. Es importante que el adulto dirija
la actividad y centre al niño en aquellas imágenes en las que pueda encontrar
expresiones emocionales claras.
— Otra posibilidad es que los padres utilicen los lotos en casa con sus hijos (véase
actividad 1.3, «Buscando emociones»). El profesor prestará por turnos el material
utilizado en clase y pedirá a los padres que lo utilicen en casa con sus hijos durante un
tiempo (por ejemplo, un fin de semana). Como se trata de una actividad de cierre para
trabajar en casa, los lotos deben contener imágenes con las cuatro emociones básicas.
48
actividad del día, que tendrá relación con el estado emocional expresado por las
marionetas ese día. Por ejemplo, si se trabaja la alegría, las marionetas dirán a los niños
que están contentos, recordarán cómo es la cara de contento y propondrán la actividad
«haciendo como si...» referida a la alegría. A continuación las marionetas pueden
proponer la actividad «Dibujando las emociones» referida a la alegría y, para terminar,
las actividades relacionadas con los sonidos y la música centrados en la alegría.
— El profesor pide a los niños que sentados en círculo jueguen a poner caras que
expresen la emoción que se trabaja ese día. El profesor podrá expresar él la emoción
que corresponda o bien se pueden aprovechar las láminas graduadas ya utilizadas
para pedir a los niños que expresen la emoción que aparece representada. Las
expresiones faciales podrán acompañarse de expresión corporal (gestos, posturas,
etc., acordes con cada emoción). Así, para cada emoción se propondrá lo siguiente:
• Alegría: poner caras primero contentos, luego muy contentos, luego riéndonos,
luego tirándonos por el suelo de la risa.
• Tristeza: poner caras primero tristes, luego muy tristes, luego haciendo un
puchero, luego llorando desconsolados.
• Enfado: poner caras primero enfadados, luego muy enfadados, luego furiosos,
luego gritando o gruñendo del enfado.
• Miedo: poner caras primero asustados, luego muy asustados, luego muertos de
miedo.
— Si en el aula hubiera un espejo, sería adecuado jugar delante de él para que los niños
vean sus expresiones y las de los demás.
— El profesor puede continuar la actividad de manera más individual. Para ello pide un
voluntario que comience el juego. A este niño se le dirá al oído una emoción, la que
el adulto decida en función de la sesión. El niño deberá representar la emoción sólo
mediante gestos, pero sin palabras. Los compañeros deberán adivinar la emoción.
Para este juego podrán participar distintos niños.
49
alegría o con la tristeza (o con ambas), según el profesor lo considere oportuno.
• Para el miedo, se puede contrastar con la alegría o con otras emociones ya
trabajadas.
— Otra posibilidad es que el profesor incorpore el dado de las emociones como material
de apoyo para decidir la emoción. En este caso, la actividad se desarrollará mostrando
al niño que representa la emoción el dado donde se recogen caras con las emociones a
trabajar. El niño lanza el dado y representa con la cara y el cuerpo, sin palabras, la
emoción que corresponda. Las emociones que se recojan en los dados variarán según
la emoción que se trabaje en cada sesión.
• Para la alegría se dibuja un gran círculo con los ojos muy abiertos. Las cejas
levantadas, arqueadas hacia arriba, y una boca con una amplia sonrisa; se pueden
dibujar también las mejillas redondeadas.
• Para la tristeza se dibujan dentro de un gran círculo los ojos abiertos, pero más
pequeños, las cejas arqueadas hacia abajo, la boca curvada hacia abajo; se pueden
añadir unas lágrimas en los ojos.
• Para el enfado se dibujan dentro de un círculo los ojos abiertos con las cejas
arrugadas, frunciendo el ceño, la boca cerrada y también arrugada, apretando los
labios.
• Para el miedo se dibujan los ojos muy abiertos, con las cejas arqueadas y muy
levantadas, la boca también muy abierta, incluso temblorosa.
50
2.3. LOS SONIDOS DE LAS EMOCIONES
— El profesor propone a los niños que escuchen en el aula sonidos que representan y
expresan cada emoción. Se pueden encontrar juegos de discriminación auditiva en el
mercado o el profesor puede elaborar una grabación con distintas personas, niños y
adultos, expresando la emoción correspondiente de distintas formas.
Al igual que cada emoción tiene uno o distintos sonidos que la caracterizan, también
tiene melodías que la expresan. El objetivo de esta actividad es que los niños empiecen a
identificar algunas claves musicales básicas que provocan estados emocionales.
51
• Piotr Illich Chaikovski (1840-1893). Marcha eslava en Si bemol menor, Opus 31.
Composición orquestal también conocida como «Marcha serbo-rusa».
• Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). Marcha Turca. Tercer movimiento,
allegretto, de la sonata para piano número 11 en La mayor, KV331. Las bodas de
Fígaro. Ópera en cuatro actos. Sinfonía número 41 en Do mayor, K 551, Júpiter.
• Gabriel Fauré (1845-1924). In Paradisum. Séptimo movimiento del Requiem,
Opus 48.
Para cerrar el trabajo desarrollado sobre la expresión de las emociones básicas que se
ha realizado en clase, se pueden plantear algunas actividades para que los niños las
lleven a cabo. El objetivo principal es que los padres y los hijos traten las cuestiones
emocionales en otro contexto para ir favoreciendo la generalización por parte de los
niños.
— El profesor pide a los padres que realicen con sus hijos la actividad 1 (véase
«Haciendo como si...»). El objetivo es trasladar la actividad al ámbito familiar. Para
ello se propone a las familias que jueguen con sus hijos a poner distintas caras: cara
de alegría, de enfado, de tristeza o de miedo. Los padres deben participar activamente
con sus hijos poniendo caras y representando las emociones con gestos faciales y/o
corporales, pero sin palabras. La elección de las caras se puede realizar de manera
aleatoria por parte del adulto o bien utilizando un soporte visual, como láminas o
imágenes que representen emociones. Esta actividad puede realizarse en cualquier
momento del día, aprovechando los ratos de aseo en el baño frente al espejo o bien
52
los momentos en que estén ambos progenitores, e incluso hermanos mayores —si los
hubiera—, para hacer el juego más participativo y dinámico.
La causalidad de las emociones se entiende como la capacidad para atribuir una causa
concreta a nuestras emociones y a las de los demás. Supone comprender que las
emociones se suelen generar a raíz de situaciones concretas, como consecuencia de éstas.
Entender que un niño está triste porque le han quitado su camión, que una niña está
contenta porque se está comiendo un helado que le gusta o que un niño tiene miedo
porque hay una tormenta supone ser capaz de atribuir causalidad a las emociones.
Esta capacidad está aún incipiente en los niños de 2 años, siendo muy dispares las
competencias de cada uno en este sentido. Por lo general, las escasas investigaciones en
edades tan tempranas sugieren que en algún momento entre los 2 y los 3 años los niños
comienzan a atribuir causalidad a alguna emoción en historias sencillas o situaciones
4
concretas , aunque esta competencia sea siempre menor que su capacidad para
identificar emociones. Estamos, pues, en un momento del desarrollo en el que algunos
niños van adquiriendo esta comprensión, mientras que para otros resulta aún lejana. Por
ello, desde el programa se propone dar los primeros pasos para acercar a los niños a la
causalidad de las emociones, fomentando, mediante el juego y la dramatización, su
comprensión de las cuatro emociones básicas.
Junto con la causalidad de las emociones se trabajarán unas sencillas estrategias de
afrontamiento y regulación. Estas estrategias suponen un conjunto básico de
herramientas para ayudar a los niños a manejar aquellas emociones que no les hacen
sentir bien. Los niños de 2 años se encuentran en un momento complejo evolutivamente:
por una parte, con la escolarización han aumentado significativamente sus contextos de
interacción. Por otra, su desarrollo de las competencias lingüísticas está dando los
primeros pasos, y existen numerosas diferencias individuales. Por último, los tiempos de
atención y espera no pueden ser prolongados, y los niños tienden a una satisfacción
inmediata de sus deseos. En este contexto, los conflictos entre iguales resultan muy
frecuentes y los niños utilizan, en general, estrategias inadecuadas para afrontar
emociones negativas como el enfado o la tristeza. Por ello, resulta fundamental en el
trabajo con niños de estas edades incorporar progresivamente ciertas estrategias sencillas
que les ayuden a manejar más adecuadamente sus emociones en la interacción con los
iguales.
A continuación se proponen una serie de actividades para trabajar conjuntamente la
causalidad y las estrategias de afrontamiento en las emociones que nos hacen sentir mal,
como la tristeza, el enfado y el miedo (para la alegría no se proponen estrategias de
53
afrontamiento, ya que es una emoción positiva).
Las sesiones darán comienzo siempre con las marionetas, tal y como se hizo en los
componentes anteriores. Éstas aparecerán en la asamblea, saludarán, dirán cómo se
sienten ese día y preguntarán a los niños cómo se sienten ellos recogiéndolo en el mural
de las emociones (véase la actividad propuesta en la p. 37). A continuación representarán
brevemente una historia relacionada con la emoción que se trabaje ese día (véase anexo
III, p. 133) y, finalmente, propondrán el juego o actividad del día, que tendrá relación
con los estados emocionales que las marionetas hayan expresado.
— El profesor dispone en una zona del aula una montaña de cojines, almohadones,
mantas y elementos suaves y blandos que llamará «la isla de los mimos». En la isla de
los mimos sólo suceden cosas agradables, que nos gustan y nos hacen sentir bien.
Para ello, el profesor esconderá dentro de la isla materiales agradables o que puedan
generar una situación de alegría o bienestar. Entre los materiales que puede esconder
se sugieren:
— El profesor invita a los niños a sumergirse en la isla de los mimos, descubriendo sus
tesoros y jugando y disfrutando con ellos.
— Es importante que el profesor tenga un papel directivo y mediador en este juego,
especialmente al principio, utilizando los «tesoros» para hacer sentir bien a los niños
y animándoles también a utilizarlos adecuadamente con los demás o consigo mismos.
54
— El profesor acompaña los juegos con verbalizaciones en las que relacione de forma
causal la emoción de alegría y bienestar con el objeto o situación que la genera.
— El profesor dispone varias cajas de cartón grandes o cajones de madera, que llamará
«la isla de los disgustos». En la isla de los disgustos sólo suceden cosas que hacen
sentir mal a los muñecos. En este caso, las situaciones que generen tristeza o malestar
no serán vivenciadas directamente por los niños, sino que consistirán en
dramatizaciones dirigidas por el profesor.
— En la isla, el profesor esconde distintos muñecos, así como materiales o juguetes que
puedan generar alguna situación de malestar a los muñecos. Entre ellos se sugieren:
— El profesor comienza el juego mostrando la isla de los disgustos. Finge que un bebé
o uno de los muñecos llora y pregunta a los niños cómo se siente el bebé. A partir de
esta situación irá preguntando a los niños por qué llora tanto el bebé, qué le puede
pasar. Dejará tiempo para que los niños den respuestas. Si no hay respuesta o éstas se
repiten continuamente, irá sacando los materiales que hayan podido provocar ese
malestar, representándolo con los niños. Es fundamental que el profesor explique la
causa del malestar del muñeco a partir de los materiales (por ejemplo, el muñeco llora
porque se ha pinchado con la jeringuilla).
— Se repetirá la misma situación con otros muñecos que estén en la isla, preguntando a
los niños sobre qué les hace sentir tan mal.
55
que identifiquen cómo se siente el muñeco y por qué se siente de esa manera.
A continuación se describen las sesiones para cada una de las emociones. Es
importante recordar que esta actividad se desarrolla conjuntamente con las estrategias de
afrontamiento que se detallarán más adelante. De este modo, cuando se trabaje la
tristeza, se propondrá la actividad «Cuéntame cuándo estás... triste» y a continuación la
actividad «¿Qué hago con la tristeza?». Igualmente, cuando se trabajen el enfado y el
miedo, se repetirá este esquema (por ejemplo, para el enfado se realizará la actividad
«Cuéntame cuándo estás... enfadado» y posteriormente la actividad «¿Qué hago con el
enfado?»). Para la alegría se propondrá solamente la actividad «Cuéntame cuándo
estás... contento».
La temporalización de las sesiones conjuntas de causalidad y estrategias de
afrontamiento será abierta y flexible, atendiendo al criterio del profesor y las
características y necesidades del grupo. En principio, se propone desarrollar al menos
dos sesiones conjuntas para cada emoción, de manera que se representen tres situaciones
en una sesión y sobre ellas se trabaje la causalidad y las estrategias de afrontamiento.
Posteriormente, en una segunda sesión, se representarán otras tres situaciones y se
trabajarán sobre ellas la causalidad y las estrategias de afrontamiento.
CUÉNTAME ...
CUÁNDO ESTÁS CONTENTO
— El profesor «llama» a las marionetas para realizar esta actividad. Cada una de las
marionetas podrá representar al menos una situación que le genere alegría. Entre las
situaciones que pueden representar las marionetas se proponen las siguientes:
56
marioneta y qué le ha hecho sentir así. Se deja un tiempo para las respuestas de los
niños. Si no las hubiera o fueran muy repetidas, el profesor podrá dar pistas a los
niños a través de preguntas o claves que les ayuden a descubrir la relación entre el
hecho y la emoción o entre el deseo y la emoción.
— Una vez han identificado la causa de la emoción, les propondrá a modo de juego
poner la cara que esta situación genera (en este caso alegría).
— El profesor «llama» a las marionetas para realizar esta actividad. Cada una de las
marionetas podrá representar al menos una situación que le genere tristeza. Entre las
situaciones que pueden representar las marionetas se proponen las siguientes:
• Daniel cuenta a los niños que no le gusta nada ir al colegio y que cuando su mamá
le dice en casa que se van al colegio él dice «no, no, mami, no quiero ir, no
quiero ir», y llora y llora. ¿Cómo se siente Daniel?
• Ana y Bigotes están jugando a los coches en el garaje y lo están pasando muy
bien. Se acerca Daniel y les pregunta si puede jugar también y los dos le dicen:
«No, no, tú no puedes jugar con nosotros». Daniel comienza a llorar. ¿Cómo se
siente Daniel?
• Una niña ha tirado del brazo de la muñeca de Ana y la ha roto. La muñeca tiene el
brazo roto. ¿Cómo se siente Ana?
• La mamá de Ana se ha ido hoy de viaje en tren y va a pasar unos días fuera. Hoy
no ha podido llevarla al colegio. Ana llora y hace muchos pucheros antes de ir al
colegio. ¿Cómo se siente Ana?
• Daniel está jugando a botar la pelota. Se lo está pasando muy bien. De repente,
Ana se acerca, le empuja y le quita la pelota. Daniel llora. ¿Cómo se siente?
• Ana tiene un avión de juguete que es su favorito, siempre está jugando con él en el
parque haciendo que vuela por el tobogán y los columpios. Un día se le olvida en
el parque, y cuando vuelve a buscarlo con su mamá, el avión ya no está, lo ha
perdido. ¿Cómo se siente Ana?
• Bigotes ha comido mucho hoy. Se encuentra mal, le duele mucho la tripa. Se ha
puesto muy malito y está tumbado en su cama, no quiere jugar. ¿Cómo se siente
Bigotes?
57
— Tras cada representación, el profesor pregunta a los niños cómo se siente la
marioneta y qué le ha hecho sentir así. Se deja un tiempo para las respuestas de los
niños. Si no las hubiera o fueran muy repetidas, el profesor podrá dar pistas a los
niños a través de preguntas o claves que les ayuden a descubrir la relación entre el
hecho y la emoción o entre el deseo y la emoción.
— Una vez han identificado la causa de la emoción, les propondrá a modo de juego
poner la cara que esta situación genera (en este caso tristeza).
— A continuación se propone la actividad «¿Qué hago con la tristeza?» para trabajar las
estrategias de regulación (véase p. 73).
— El profesor «llama» a las marionetas para realizar la actividad. Cada una de las
marionetas podrá representar al menos una situación que le genere enfado. Entre las
situaciones que pueden representar las marionetas se proponen las siguientes:
• Ana y Daniel tienen hoy para comer verdura y a ninguno de los dos les gusta nada
la verdura. Ellos dicen que no la van a comer, su mamá insiste en que la comerán
y ellos en que no. Los dos se cruzan de brazos, cierran fuerte la boca y fruncen el
ceño. ¿Cómo se sienten?
• A Ana le encanta repartir en el comedor del colegio los baberos y quería que hoy
le tocara ser camarera. Pero hoy le tocaba a otro niño. Ella ha insistido en ser
camarera y al final su profesora la ha regañado. Ana está sentada en un rincón
con los brazos cruzados y las cejas arrugadas. ¿Cómo se siente Ana cuando la
regañan?
• Daniel está haciendo una torre y un castillo con los cubos y de repente se acerca
un amigo y tira la torre. Daniel se molesta mucho, le da mucha rabia y empuja al
niño que ha tirado su torre. ¿Cómo se siente Daniel cuando le rompen algo?
• Ana está jugando con su muñeca y se acerca otra niña y se la quiere quitar. Ana
protesta y no la suelta, la otra niña tira y tira y al final la muñeca se rompe.
¿Cómo se siente Ana?
• Daniel está muy entretenido haciendo un dibujo. Esta pintándolo con mucho
cuidado y coloreándolo muy bien. De repente llega Bigotes, que quiere jugar con
él, y empieza a molestarle. Daniel le dice que le deje tranquilo, que está
dibujando, pero Bigotes insiste e insiste cogiéndole del brazo. Al final Daniel
58
explota y grita fuerte a Bigotes: «Déjame ya, Bigotes, que estoy dibujando. ¡Has
conseguido que se me estropee el dibujo!». ¿Cómo se siente Daniel cuando lo
molestan?
— Una vez han identificado la causa de la emoción, les propondrá a modo de juego
poner la cara que esta situación genera (en este caso enfado).
— A continuación se propone la actividad «¿Qué hago con el enfado?» para trabajar las
estrategias de regulación (véase más adelante).
— El profesor «llama» a las marionetas para realizar la actividad. Cada una de las
marionetas podrá representar al menos una situación que le genere miedo. Entre las
situaciones que pueden representar las marionetas se proponen las siguientes:
• A Daniel no le gustan nada las arañas y cuando se fue por la noche a dormir se
encontró una en su habitación. Daniel salió corriendo a contárselo a su mamá.
¿Cómo se sentía?
• A veces llueve mucho, mucho, la lluvia golpea las ventanas, hay rayos y truenos
que suenan muy fuerte, como si la casa fuera a caerse. A Ana no le gusta nada la
tormenta. ¿Cómo se siente?
• Ayer por la tarde Ana, Bigotes y Daniel jugaban en el parque tranquilamente. De
repente comenzaron a sonar sirenas muy fuerte, hacían mucho ruido y llegaron
camiones de bomberos corriendo hacia el parque, muy deprisa y haciendo mucho
ruido. Había un incendio en una casa. Los tres amigos se sobresaltaron mucho y
dejaron de jugar. Miraban la casa en llamas y los coches de bomberos y sus
sirenas. ¿Cómo se sienten?
• Bigotes está dormido profundamente y sueña que está en un parque. De repente
aparece un monstruo feo, muy grande, que gruñe muy fuerte: «¡Argrr!». Bigotes
da un brinco y sale corriendo muy deprisa diciendo «¡ay, ay, ay, qué monstruo
59
más feo, no me comas!». ¿Cómo se siente?
• Ana y Daniel están viendo los dibujos en la televisión. Los personajes están en un
castillo muy grande y viejo, está oscuro y no se ve bien y de repente aparece un
fantasma con una sábana blanca diciendo «uuuh, uuuh». Los dos niños dan un
grito y un salto y corren a contárselo a mamá y papá. ¿Cómo se sienten?
— Una vez han identificado la causa de la emoción, les propondrá a modo de juego
poner la cara que esta situación genera (en este caso miedo).
— A continuación se propone la actividad «¿Qué hago con el miedo?» para trabajar las
estrategias de regulación (véase p. 80).
Esta actividad pretende dotar a los niños de estrategias sencillas para afrontar aquellas
emociones que no les hacen sentir bien, como son la tristeza, el enfado y el miedo. El
objetivo es que los niños sean capaces de ir regulando progresivamente estas emociones
negativas que generan malestar o conflicto y adquiriendo herramientas para manejarlas
adecuadamente. Obviamente, en el caso de las emociones que nos hacen sentir bien,
como la alegría, no se propondrán estrategias de afrontamiento o regulación porque no
resulta necesario.
Para los niños de 2 años, las estrategias que se proponen a lo largo de las sesiones son
fundamentalmente conductuales y comunicativo-conductuales. Las estrategias
conductuales se centran en las conductas de consuelo y ayuda, tratando de desarrollar en
los niños conductas progresivamente más empáticas. Por su parte, las estrategias
comunicativo-conductuales pretenden introducir, con la mediación del adulto y un objeto
real, el uso del lenguaje y la comunicación para afrontar y regular emociones negativas.
En esta actividad, al igual que en la anterior, el papel del profesor es fundamental
para incorporar y trabajar las estrategias de afrontamiento. El profesor deberá actuar
como guía y mediador, tanto para descubrir las estrategias más adecuadas como para
ponerlas en práctica. De este modo, en las sesiones donde se introduzcan dichas
60
estrategias conducirá a los niños a su descubrimiento, en la medida de lo posible,
mediante preguntas y claves sencillas. Una vez se hayan introducido y trabajado, el
profesor deberá ayudar a los niños a ir generalizando dichas estrategias de regulación.
Así, aprovechará los momentos del aula en que se generen emociones negativas en los
niños para recordarles las estrategias trabajadas y guiarles en su aplicación. La idea es
que el profesor vaya disminuyendo progresivamente su mediación en estas situaciones y
sean los niños quienes apliquen de manera cada vez más espontánea estas estrategias.
A continuación se describen las sesiones para cada una de las emociones. Es
importante recordar que esta actividad se realiza conjuntamente con la actividad
«Cuéntame cuándo estás...» para cada emoción básica negativa, tal y como se planteó
anteriormente.
• ¿Qué le ha hecho estar triste? ¿Podemos hacer algo para ayudar al muñeco a
sentirse mejor?
• ¿Cómo podemos cambiar lo que le hace estar triste?
61
• ¿Podemos mejorar o arreglar lo que le hace estar triste?
• ¿Podemos consolar o ayudar al muñeco de alguna manera? ¿Cómo? ¿Qué le
puede consolar o hacer sentir mejor?
– Si un niño está triste porque han roto su muñeco, ¿qué podemos hacer para
que se sienta mejor? Ayudarle a arreglarlo.
– Si un niño está triste porque ha perdido su juguete, ¿qué podemos hacer para
que se sienta mejor? Darle otro juguete, ayudarle a buscarlo.
– Si un niño está triste porque está enfermo o se hizo daño, ¿qué podemos
hacer para que se sienta mejor? Darle un beso, un abrazo, curarle la herida,
ponerle una tirita o un termómetro.
– Si un niño está triste porque se separa de sus padres (se van de viaje, él se
queda en el colegio), ¿qué podemos hacer para que se sienta mejor?
Consolarle con un beso, un abrazo, hacer algún juego que le guste, darle
algo que le guste y le haga sentir bien (un juguete, unas pinturas, etc.).
62
manipulable para afrontar situaciones que no les gustan. En estas edades
tempranas el lenguaje es aún incipiente, pero los conflictos, por objetos
principalmente, son muy frecuentes en la interacción entre iguales. Ante estas
situaciones de conflicto, los niños no suelen contar con estrategias de
afrontamiento, y si las manejan, suelen ser inadecuadas (por ejemplo la agresión).
Por ello puede resultar muy adecuado enseñar a los niños a manejar alguna
técnica que les dote de recursos para afrontar y regular este tipo de situaciones,
progresivamente con mayor autonomía. Entre las estrategias que se proponen
para manejar la tristeza se encuentra:
63
pequeño para cada niño. Estas claves permanecerán en un sitio visible y
accesible para que los niños puedan manejarlas cuando las necesiten.
Es importante que el profesor ayude a los niños a generalizar el manejo
de esta estrategia a través de las distintas situaciones del día a día. Para ello
deberá aprovechar aquellas situaciones que generen tristeza o malestar en
los niños y recordar que el Señor No les podrá ayudar a regular y afrontar
esa emoción.
• «Mirad, han venido a jugar con nosotros nuestros amigos Ana, Daniel y Bigotes.
Vamos a saludarles».
64
A continuación hablan las marionetas, en este caso Daniel:
• «Hola. He oído que a veces os ponéis tristes, ¿verdad? Parece que hay cosas que
no os gustan y no os hacen sentir bien, ¿es cierto? A mí también hay cosas que
me hacen sentir triste; mirad lo que me pasó el otro día (las marionetas
representan una de las situaciones. En este caso, Daniel está jugando con una
pelota, se lo está pasando muy bien. De repente Ana se acerca, le empuja y le
quita la pelota. Daniel hace un puchero).
Interviene el profesor:
• «Así es, Daniel está triste porque le han quitado su pelota. ¿Qué podemos hacer
para ayudar a Daniel y conseguir que no esté triste?».
65
que identifiquen cómo se siente el muñeco y qué le ha hecho sentirse así. Una vez
hayan identificado la causa de la emoción, el profesor preguntará cómo se puede
ayudar a la marioneta a afrontar y regular ese enfado y así sentirse mejor. Se dejará
un tiempo para las respuestas de los niños. Si no hubiera respuesta o éstas fueran muy
repetidas, el profesor ayudará a los niños a descubrir alguna estrategia eficaz para
afrontar el enfado.
— Es importante que el profesor actúe como guía y mediador en la búsqueda y
aplicación de estrategias, ayudándoles mediante preguntas a descubrir y proponer
actuaciones. Por lo general, las preguntas deberán ayudar a los niños a centrarse en la
causa del enfado y especialmente en la respuesta que dan en esas circunstancias.
Entre las preguntas que pueden servir de guión o pistas para el profesor, se proponen
las siguientes:
• ¿Qué le ha hecho estar enfadado? ¿Podemos hacer algo para ayudar al muñeco a
sentirse mejor?
• ¿Cómo podemos cambiar lo que le hace estar enfadado?
• Alguien ha hecho enfadar al muñeco; ¿qué puede hacer cuando le hacen algo
molesto?
• ¿Podemos ayudar al muñeco para que se calme y esté menos enfadado?
• ¿Cómo? ¿Qué le puede hacer sentir mejor?
66
– La tortuga. La técnica de la tortuga normalmente se maneja con niños
mayores, por lo que se debe adaptar ajustándose a las características
evolutivas de los niños del programa. Nuestra propuesta consiste en
simplificar esta estrategia de autocontrol a través de un cuento más breve y
haciendo hincapié en la técnica de autocontrol a través de la relajación.
Para ello presentaremos una nueva marioneta (una tortuga) que aparecerá
tras representar una situación que ponga furioso al personaje. El profesor la
presentará como una nueva amiga que les enseñará a los niños un truco para
controlar su enfado. La tortuga les contará brevemente su historia (véase el
anexo II, p. 131) y enseñará a los niños su truco para vencer el enfado.
Una vez la tortuga nos ha contado su historia, el profesor animará a los
niños a practicar su truco todos juntos frente al espejo. Así, les pedirá que
imiten a la tortuga y hagan como si se metieran en su caparazón. Para ello
deberán apretar fuerte la barbilla contra el pecho, pegar los brazos a lo largo
del cuerpo y apretar fuerte puños, brazos y barbilla mientras dicen: «uno,
dos y tres... yo me calmaré». La distensión posterior a este sencillo ejercicio
provoca una relajación inmediata y da a los niños unos segundos para
calmarse y controlar progresivamente su enfado o rabia.
A partir de ese día, cuando se den situaciones en las que algún niño se
sienta muy enfadado, contrariado o furioso, el profesor le puede recordar el
secreto de la tortuga y animarle a que lo ponga en práctica para controlar su
enfado. En edades tan tempranas, la puesta en práctica de esta técnica de
manera autónoma es complicada, por lo que la mediación del adulto
resultará siempre necesaria. Asimismo, la presencia de la marioneta de la
tortuga dentro del aula puede ayudar a los niños a recordar y aplicar esta
técnica cuando sea necesario.
67
Una vez más, mediante la dramatización y el juego se trabajarán algunas estrategias
sencillas para afrontar el miedo. El miedo es una de las emociones que acompañan a los
niños desde edades muy tempranas, y tiene un marcado carácter de supervivencia ante
situaciones de riesgo. Los niños habitualmente sienten miedo ante situaciones nuevas o
desconcertantes, ante la oscuridad o personajes de ficción. El miedo es una emoción que
nos pone en alerta y que nos empuja a hacer algo para sentirnos más seguros, aunque, en
ocasiones, esta respuesta es desproporcionada y resulta adecuado enseñar a los niños a
afrontarlo. Las estrategias que se pueden manejar con niños de estas edades serán
fundamentalmente conductuales, como se detallará más adelante.
Recordemos que esta actividad se desarrollará a continuación de la actividad
«Cuéntame cuándo tienes... miedo», aprovechando las situaciones que se vayan
representando.
• ¿Qué le ha hecho tener miedo? ¿Podemos hacer algo para ayudar al muñeco a
sentirse mejor?
• ¿Qué puede hacer el muñeco para que se le pase el miedo?
• ¿Puede controlar o parar lo que le da miedo? ¿Cómo?
• ¿Podemos ayudar al muñeco de alguna manera? ¿Cómo? ¿Qué le puede hacer
sentir mejor?
— La actividad se puede terminar, como en las otras emociones, animando a los niños a
poner en práctica la estrategia mencionada; y, como consecuencia de ello, se
cambiará la expresión a la marioneta. De este modo, se retirará la boca temblorosa y
se pondrá una boca con una amplia sonrisa.
— El profesor representa a través de las tres marionetas situaciones variadas que
68
generen miedo y que permitan poner en marcha las distintas estrategias de
afrontamiento. Así, cada marioneta contará a los niños al menos una situación que les
haga estar asustados para que le ayuden a resolverla.
— Entre las estrategias que podrían manejar los niños, bien porque las propongan de
manera espontánea, bien porque les guiemos en su descubrimiento, se recogen las
siguientes:
• Pedir ayuda, buscar un adulto. Una de las estrategias más sencillas y directas
consiste en animar a los niños a hacer algo para volver a sentirse seguros. La idea
a transmitir a los niños es que cuando se sientan asustados o un suceso les
produzca miedo deben hacer algo para sentirse más seguros de nuevo. Esto puede
implicar buscar a un adulto, a su madre, a su padre o a su hermano para contar
qué les da miedo o sencillamente pedirles ayuda.
• El baúl del miedo. El baúl del miedo supone una estrategia conductual de
afrontamiento ante emociones que nos hacen sentir mal como es el miedo. Para
los niños en edades tan tempranas, el manejo de estrategias cognitivas, como
pensar en otra cosa o racionalizar la situación, así como de estrategias
comunicativas, como explicar y contar qué produce miedo, puede resultar
complejo. Por tanto, resulta más sencillo tratar de aportarles una estrategia
directa, e incluso divertida, que puedan aplicar de manera inmediata y real y que
les ayude a controlar progresivamente ese miedo. Esta misma estrategia se
propone en los programas para niños de 3 y 4 años.
El profesor puede partir de alguna de las situaciones representadas en la
actividad «Cuéntame cuándo tienes... miedo». Tras la representación, y
después de trabajar la causalidad del miedo, el profesor preguntará a los
niños qué pueden hacer las marionetas para sentirse mejor y no tener miedo.
Esperará las respuestas de los niños y aprovechará para contarles un secreto
que les ayudará cuando sientan miedo: el baúl del miedo. El profesor
explicará a los niños que se trata de un baúl mágico donde se pueden
guardar todas las cosas que no nos gustan y nos asustan para que no nos
molesten más. A continuación propondrá a los niños elaborar conjuntamente
un baúl o cajón que decorarán entre todos, para tenerlo en el aula y poder
utilizarlo cuando algo les asuste.
En ocasiones, las situaciones que provocan miedo en los niños no son
tangibles o no se refieren a un objeto real que podamos guardar en el baúl.
En estos casos, se propondrá a los niños realizar un dibujo que represente de
forma sencilla aquello que les da miedo o buscar una imagen que represente
lo que les asusta.
69
Un ejemplo de baúl del miedo.
Identificar las situaciones que provocan las emociones y manejar estrategias para
regular y afrontar las emociones resulta difícil para los niños de estas edades. Por eso
resulta fundamental que los padres en casa trabajen también estos contenidos.
— El profesor pide a los padres que aprovechen algunas actividades cotidianas con los
70
niños para ayudarles a verbalizar e identificar aquello que les provoca emociones
positivas o negativas. La actividad consiste en preguntar a los niños qué aspectos les
gustan y qué aspectos no les gustan cuando realizan una actividad concreta (ir al
parque, jugar con muñecos, pintar, bañarse, comer, etc.). Los padres propondrán la
actividad justo antes de realizar la acción sobre la que se va a hablar. Así, se sentarán
unos minutos con su hijo para verbalizar aquello que le gusta hacer en esa situación
(aquello que le hace sentir bien, que le produce alegría) y aquello que no le gusta en
esa situación concreta (aquello que le hace sentir mal, bien porque le pone triste, bien
porque le hace enfadar). Es muy importante que los padres verbalicen estas
emociones una vez los niños han dado alguna respuesta. Por ejemplo, supongamos
que se realiza la actividad antes de bajar al parque. Antes de salir, los padres se
sentarán un momento con su hijo y le propondrán la actividad pensando en qué le
gusta hacer en el parque y qué no le gusta hacer. Primero animarán al niño a pensar
sobre qué le gusta hacer en el parque (correr, subir al tobogán, jugar con los cubos,
montar en triciclo, etc.). Si fuera necesario, le darán pistas o le harán preguntas para
dirigir adecuadamente sus respuestas. Si el niño tiene poco lenguaje oral, los padres
pondrán palabras a lo que habitualmente le gusta y no le gusta. No es necesario que el
niño responda muchas cosas, con una o dos respuestas es suficiente. Ante sus
respuestas, los padres verbalizarán: «Entonces, correr por el parque te gusta mucho,
eso te pone muy contento, te hace sentirte contento», o bien: «Entonces te gustan los
columpios, montarse es divertido y te hace sentir bien». A continuación se realizará lo
mismo con aquello que no le gusta (que le quiten los cubos, caerse, que no le dejen
montar en el columpio, que un niño le moleste, etc.). A través de estas
verbalizaciones, los niños irán tomando conciencia de las situaciones que también en
el ámbito familiar generan los estados emocionales.
— Otra de las actividades que se puede proponer a las familias es construir un
«cuaderno de las emociones». Esta actividad requiere un grado mayor de implicación
por parte de los padres. El profesor propone a los padres que utilicen un cuaderno que
pueden llevarse a casa y volver a traer al colegio. El principal objetivo de este
cuaderno es que los padres hablen con los niños sobre las emociones, les pongan
nombre y les ayuden a identificar lo que les hace sentir bien o mal. El cuaderno
constará de cuatro partes que se corresponderán con cada una de las cuatro emociones
básicas trabajadas (alegría, enfado, tristeza y miedo) y que se irán incorporando
progresivamente. Cada apartado estará marcado al comienzo con una o varias
imágenes que representen la emoción para que las familias la vayan nombrando e
identificando con los niños. Para cada emoción, las familias, a través del diálogo con
los niños, pueden recoger aquello que les hace sentir contentos, tristes, enfadados o
asustados en casa. Padres e hijos pueden hacer propuestas y reflejarlas con un dibujo,
fotografía o por escrito. Los padres pueden también preguntar a los niños qué pueden
hacer si se sienten tristes, enfadados o asustados en casa. Las respuestas del niño se
71
reflejarán en el cuaderno con ayuda de los padres, bien con una imagen, bien por
escrito. Cuando la familia haya trabajado unos días la emoción que corresponde, el
cuaderno volverá al aula para que en alguna asamblea el profesor lo comente con los
demás niños.
— Otra posibilidad es que el profesor proponga a los padres que fabriquen en casa un
baúl del miedo donde los niños puedan esconder aquello que les asusta como un
primer paso para controlar esta emoción. El profesor hará esta propuesta una vez que
la haya trabajado en clase. Así, los niños podrán participar mejor en su construcción y
dar alguna idea a los padres sobre qué objetos se pueden guardar, cuándo se pueden
guardar, etc.
1 La distinción entre enfado y tristeza es, en general, compleja para los niños pequeños. En función de las
características del grupo y de su avance en el programa, el profesor decidirá si presenta la actividad de forma más
sencilla (comparando alegría y enfado) o de forma más compleja (comparando enfado y tristeza).
2 Al igual que en el caso anterior, la decisión sobre la presentación de contrastes más sencillos o más complejos
dependerá del profesor y del progreso de los niños.
3 Al igual que en la actividad anterior, el profesor puede decidir proponer contrastes de emociones más complejos
si lo considera oportuno. En esta descripción se proponen los contrastes más sencillos.
4 El lector interesado puede consultar las siguientes referencias: Denham (2008), Bretherton y Beeghly (1982) y
Widen y Russel (2010).
72
2. Pensando las emociones con 3 años: los inicios de la
reflexión emocional
Introducción
Los niños de 3 años aprenden mediante el juego y la experimentación con los objetos,
aunque sus acciones y exploración comienzan a ser más elaboradas y complejas. En esta
edad el pleno acceso al lenguaje, la función simbólica y los inicios de un pensamiento
preoperacional suponen un gran salto cuantitativo y cualitativo en el desarrollo. La
capacidad de comunicación verbal, así como el progresivo manejo del lenguaje como
instrumento para regular el entorno, dotan a los niños de una nueva herramienta en su
desarrollo. Paralelamente, sus contextos de juego e interacción han aumentado con la
escolarización, y cuentan con distintos contextos donde desplegar sus habilidades de
interacción y comunicación, sus destrezas para resolver conflictos y sus competencias
para hacer nuevos amigos. En este sentido, sus competencias en cuanto a la comprensión
emocional han ido igualmente aumentando, y ya son capaces de identificar, etiquetar y
atribuir cierta causalidad a sus emociones y las de los demás. Estas nuevas capacidades
en su desarrollo emocional, unidas a sus competencias comunicativas, abrirán nuevas
perspectivas en cuanto a la regulación y afrontamiento de emociones. Nos situamos, por
tanto, en un momento «dulce» para trabajar con los niños los componentes básicos de la
comprensión emocional en las cuatro emociones básicas.
La estructura del programa para los niños de 3 años se mantiene prácticamente igual
que la del programa para 2 años, pero los contenidos que se proponen son más
complejos. Se trabajarán los cuatro componentes de la comprensión emocional en las
cuatro emociones básicas, comenzando por los componentes más sencillos, como
identificación y expresión de cada una de las emociones, para abordar a continuación la
causalidad y regulación de nuevo de las cuatro emociones básicas. Sin embargo, el
programa de 3 años cuenta con una importante novedad: se incorpora un nuevo bloque
de contenidos que se trabajará al final. Con este nuevo bloque se pretende, por un lado,
realizar un trabajo a modo de cierre que revise todos los componentes trabajados con
cada emoción y, por otro, ir introduciendo los prerrequisitos de una metodología más
reflexiva (FpN). Este bloque se estructura a través de una serie de cuentos, que
constituyen los primeros pasos para trabajar de forma más reflexiva y se plantean como
un puente metodológico hacia el programa posterior para niños de 4 años. De forma
complementaria se proponen unas actividades introductorias hacia elementos más
73
complejos que se trabajarán extensamente más adelante: la empatía y la competencia
social.
Al igual que en el programa para niños de 2 años, las marionetas serán el hilo
conductor. Los tres personajes irán adentrándose con los niños en distintas actividades y
propuestas para comprender y manejar progresivamente las emociones.
Con carácter general, se propone una temporalización de entre seis y siete meses para
garantizar una intervención sistemática que produzca efecto en el desarrollo de los niños.
De manera orientativa se propone el cronograma de la tabla 2.1 para la temporalización
del programa. Por su parte, el profesor del aula podrá adecuar los tiempos a las
necesidades y características de cada grupo.
TABLA 2.1
Propuesta de contenidos a trabajar en función del número de sesiones
Para comenzar el programa con los niños de 3 años se proponen actividades para
repasar o reforzar la identificación de las cuatro emociones básicas. Como ya hemos
mencionado, la identificación de las emociones básicas se entiende como la capacidad de
los niños para reconocer las emociones, en sí mismos y en los demás, así como para
ponerles nombre. Esta competencia se considera uno de los primeros pasos de la
comprensión emocional infantil y se configura como una capacidad de base para la
adecuada interacción social. Ser capaces de identificar las emociones básicas en uno
74
mismo y en los demás posibilita intercambios sociales más adecuados y exitosos,
haciendo a los niños más competentes social y emocionalmente.
El programa que proponemos para los niños de 3 años tiene, como ya sabemos, la
misma estructura que el programa para niños de 2 años. Los contenidos se trabajan de
una forma más compleja, se intenta fomentar la reflexión —aunque sea muy básica— y
se introducen contenidos relacionados con la empatía y las competencias sociales. Dado
que los componentes básicos de las cuatro emociones básicas ya se han trabajado, el
profesor adaptará el ritmo y la duración de las actividades propuestas en función del
nivel previo del grupo. Así, si el grupo ya domina la identificación y expresión de las
emociones básicas, el profesor puede trabajar más a través de cuentos fomentando en los
niños el inicio de la reflexión.
Para los niños de 3 años se propone trabajar la identificación de emociones
combinándolas a lo largo de varias sesiones. La idea es que se realicen al menos tres
sesiones en las que se revisen y trabajen conjuntamente las emociones básicas (sin
necesidad de realizar sesiones para identificar cada una de las emociones, como se hizo
en el programa para niños de 2 años). La temporalización de dichas actividades es
abierta y flexible, de manera que el profesor podrá aumentar o reducir el número de
sesiones según lo considere.
Las sesiones siempre darán comienzo con las marionetas, tal y como se hacía en el
programa para niños de 2 años. Éstas aparecerán en la asamblea, saludarán, dirán cómo
se sienten ese día y preguntarán a los niños cómo se sienten ellos para que lo recojan en
el mural de las emociones (véase p. 37). A continuación propondrán el juego o actividad
del día, que tendrá relación con los estados emocionales expresados por las marionetas.
Después se presentan las actividades para trabajar la identificación de emociones.
— El profesor introduce las marionetas en la sesión. Las marionetas saludan a los niños
75
y expresan dos estados emocionales básicos diferentes (por ejemplo, alegría y
tristeza). Es importante que las marionetas expliquen siempre la causa de su estado
emocional.
— A continuación el profesor muestra a los niños las láminas que representen esas
mismas emociones de forma graduada. Se muestran primero dos láminas que
representen la alegría (una contenta y otra muy contenta) y a continuación otras dos
láminas que representen la tristeza (una triste y otra muy triste). El profesor explica la
expresión facial de cada emoción haciendo hincapié en los rasgos diferenciales. Por
ejemplo:
• «Mirad esta cara y su gesto. ¿Cómo está, cómo creéis que se siente?».
– Contento: «Tiene una sonrisa dibujada, sus labios están hacia arriba
formando una sonrisa, sus ojos abiertos y las cejas curvadas: está contento».
– Triste: «Tiene los labios hacia abajo, sus ojos están un poco cerrados y las
cejas hacia abajo, parece que tiene una lágrima o que va a llorar: está triste».
• «Mirad estas caras y su gesto. ¿Cómo está, cómo creéis que se siente?».
– Enfado: «Tiene los labios cerrados y apretados, sus cejas están arrugadas y el
ceño está fruncido: está enfadado».
– Miedo: «Tiene la boca abierta y los ojos muy abiertos también. Sus cejas
están curvadas y levantadas: está asustado».
76
para que los niños vean sus propias expresiones y las de sus compañeros.
— El profesor organiza en el aula una zona para realizar este juego en grupo. Los niños
van lanzando el dado cuando les corresponda según los turnos y adivinan la emoción
que indique el dado.
— En la primera sesión el profesor presentará el dado con caras que representen dos
emociones básicas graduadas (por ejemplo, contento y triste). Es importante que los
soportes sean variados, de manera que se incorporen fotografías, dibujos o láminas
77
con rostros de hombres, mujeres, niños, bebés, animales, etc., representando estas
emociones. Para ello se pueden utilizar dos o varios dados en la misma sesión. La
sesión seguirá la dinámica y normas que se proponían para los niños de 2 años:
78
Ejemplos de diferentes lotos que se pueden utilizar para la identificación de emociones básicas.
— El profesor organiza el aula para trabajar con los niños en pequeños grupos o de
forma individual. Cada loto debe recoger expresiones emocionales distintas, que
ilustren las cuatro emociones básicas, diversificando lo más posible tanto los
personajes que representan las emociones como los soportes (fotos, dibujos, etc.;
véase el material complementario propuesto).
— El profesor va diciendo etiquetas lingüísticas correspondientes a expresiones
emocionales y los niños deben identificarlas en el loto (tablero), bien señalándolas,
bien marcándolas con una pegatina. Una vez que los niños han completado un loto,
individual o grupalmente, el profesor podrá intercambiar las tablillas para que todos
los niños jueguen con los distintos lotos.
— Se pueden realizar dos sesiones graduadas de juego con los lotos. En la primera
sesión se pueden presentar lotos que contengan cuatro imágenes, y en la segunda,
lotos de seis imágenes. El profesor puede plantear esta actividad como un cierre a
través de la cual repasar la identificación de todas las emociones básicas graduadas.
79
— En el caso de la alegría, cuando estén identificando una cara alegre en cualquiera de
las actividades anteriores, el profesor puede preguntar:
Si no hay respuesta, el profesor proporciona pistas o ayudas para que los niños
vayan siendo capaces de interpretar cada emoción. Por ejemplo:
• Esta cara contenta nos dice que este niño se siente bien, está contento, quiere
jugar, le gusta lo que está haciendo, etc.
— En el caso de tristeza, cuando los niños estén identificando una cara triste en
cualquiera de las actividades anteriores, el profesor puede preguntar:
Si no hay respuesta, el profesor proporciona pistas o ayudas a los niños para que
vayan siendo capaces de interpretar cada emoción. Por ejemplo:
• Esta cara triste nos dice que este niño no está bien, que este niño necesita ayuda, o
le duele algo, o necesita un abrazo, o necesita un amigo para jugar, etc.
— En el caso del enfado, cuando los niños estén identificando una cara enfadada en
cualquiera de las actividades anteriores, el profesor puede preguntar:
Si no hay respuesta, el profesor proporciona pistas o ayudas a los niños para que
vayan siendo capaces de interpretar cada emoción. Por ejemplo:
• Esta cara enfadada nos dice que este niño no está bien, que a este niño no le gusta
lo que ha pasado, que está molesto, le han hecho algo que no le gusta, etc.
— En el caso del miedo, cuando los niños estén identificando una cara asustada en
cualquiera de las actividades anteriores, el profesor puede preguntar:
Si no hay respuesta, el profesor proporciona pistas o ayudas a los niños para que
vayan siendo capaces de interpretar cada emoción. Por ejemplo:
• Esta cara asustada nos dice que este niño no está bien, que este niño tiene miedo,
que hay algo que le asusta, seguramente necesita a sus papás, etc.
80
— En la explicación de cada una de las emociones el profesor puede ir introduciendo, si
lo considera adecuado, algunos elementos causales. De esta forma, irá acostumbrando
a los niños a la búsqueda de un acontecimiento que provoca la emoción. El profesor
puede inventar situaciones sencillas o utilizar las que se proponen en el anexo III (p.
133).
— El profesor pedirá a los padres que busquen emociones con sus hijos. Esta actividad
será similar a la propuesta en el programa para niños de 2 años (véase la actividad
1.3, «Buscando emociones», p. 53), pero utilizando otros estímulos visuales. A través
de la utilización de otros materiales y de la búsqueda e identificación de emociones
en otros lugares, se pretende que el niño generalice la capacidad de identificar
expresiones faciales en distintos rostros. Para realizar la actividad los padres pueden
utilizar cualquier material gráfico que tengan en casa (revistas con fotografías,
periódicos, cuentos con imágenes, fotografías reales, etc.). Los padres irán pidiendo a
los niños que busquen e identifiquen expresiones emocionales. Por ejemplo, pueden
buscar sólo caras contentas o sólo caras enfadadas, o bien se pueden identificar todas
las expresiones que vayan apareciendo en el material que se utilice.
— Otra posibilidad es que los padres utilicen los lotos en casa con sus hijos (véase
actividad 1.3, «Los lotos de emociones», p. 93). El profesor prestará por turnos el
material utilizado en clase y pedirá a los padres que lo usen en casa con sus hijos
durante un tiempo (por ejemplo un fin de semana). Como es una actividad de cierre
para trabajar en casa, los lotos deben contener imágenes con las cuatro emociones
básicas.
Una vez que los niños son capaces de identificar las expresiones emocionales básicas,
es importante detenerse en la capacidad para expresarlas adecuadamente. La expresión y
81
la representación de emociones suponen un paso importante en el desarrollo
socioemocional de los niños. Se entiende como la capacidad para manifestar sus estados
emocionales a través de distintas vías (mediante la expresión facial básicamente, pero
también a través de gestos, de forma gráfica o incluso musicalmente). La capacidad para
expresar y representar emociones se supone implícita en los niños y normalmente
aparece de manera espontánea en su desarrollo. Sin embargo, en ocasiones podemos
encontrar niños más inhibidos y tímidos o bien más expansivos y «explosivos» en su
expresión emocional que encuentran, en ambos casos, dificultades para expresar sus
emociones de forma apropiada en distintas situaciones.
Los niños de 3 años son capaces en su mayoría de representar algunas de las
emociones básicas a través de gestos o expresiones faciales. No obstante, no suelen
poder representarlas todas o, al menos, no de manera generalizada y bien diferenciada.
Por otra parte, sus progresos en grafomotricidad hacen posible trabajar la expresión
emocional en otros soportes, como por ejemplo el dibujo. Así, las actividades para
trabajar la expresión emocional se centrarán en reforzar la expresión adecuada de
emociones, contextualizándolas en situaciones concretas, y se ampliarán las
posibilidades de expresión trabajando también la representación gráfica.
Para desarrollar el componente de expresión de emociones se seguirá una estructura
similar a la propuesta para la identificación. Se desarrollarán unas sesiones para la
expresión de la alegría y la tristeza, otras sesiones para la expresión del enfado y del
miedo y, por último, se trabajará la representación de cada una de las emociones en
soporte gráfico.
Al igual que en el apartado anterior, las sesiones siempre darán comienzo con las
marionetas. Éstas aparecerán en la asamblea, saludarán, dirán cómo se sienten ese día y
preguntarán a los niños cómo se sienten ellos para recogerlo en el mural de las
emociones (véase p. 37). A continuación propondrán la actividad del día, que tendrá
relación con los estados emocionales expresados por las marionetas.
82
— Esta actividad se puede secuenciar en dos sesiones. En cada sesión se pueden trabajar
dos de las emociones básicas. Por ejemplo, para trabajar la alegría y la tristeza se
pueden intercalar situaciones que generen alegría con situaciones que generen
tristeza. Algunas de las situaciones que se pueden proponer para la alegría y la
tristeza serían:
— En una segunda sesión se puede trabajar la expresión del enfado y el miedo a través
de las siguientes situaciones:
83
continuo con una gran cara dibujada, sencilla y esquemática (un circulo grande con
dos ojos y las cejas hacia arriba, una nariz y gran boca sonriendo). Los niños lo
completarán coloreando o mediante pegatinas en la sonrisa y las cejas. Luego, el
mural o los dibujos individuales pueden decorar una parte de la clase. Es importante
que el profesor verbalice y recuerde a los niños los rasgos diferenciales de la emoción
de alegría.
— Para dibujar la tristeza. Si se realiza una representación individual, el profesor de
nuevo expondrá un ejemplo recordando los rasgos diferenciales de la tristeza (boca y
cejas hacia abajo, lágrimas, etc.). A continuación cada niño pintará una cara triste,
bien dibujándola él mismo si es capaz, bien rellenando una cara que le entregue el
profesor. Se podrá realizar también un mural grande conjuntamente donde los niños
completen o coloreen la boca, los ojos y las cejas. El mural o los dibujos individuales
pueden decorar algún rincón de la clase.
— Para dibujar el enfado. Si se realiza una representación individual, el profesor
expondrá un ejemplo recordando los rasgos diferenciales del enfado (ceño fruncido,
cejas arrugadas o hacia abajo, boca cerrada y apretada, piel enrojecida, etc.). A
continuación cada niño pintará una cara enfadada, bien dibujándola él mismo si es
capaz, bien rellenando una cara que le entregue el profesor. Se podrá realizar también
un mural grande conjuntamente donde los niños completen la cara coloreando, con
gometes, plastilina, etc., los rasgos principales del enfado. El mural o los dibujos
individuales pueden decorar algún rincón de la clase.
— Para dibujar el miedo. Si se realiza una representación individual, el profesor
mostrará un ejemplo recordando los rasgos diferenciales del miedo (ojos muy
abiertos, cejas arqueadas hacia arriba, boca abierta o temblorosa). A continuación
cada niño pintará una cara asustada, bien dibujándola él mismo si es capaz, bien
rellenando una cara que le entregue el profesor. Se podrá realizar también un mural
grande conjuntamente donde los niños completen con pinturas, plastilina u otro
material los rasgos diferenciales del miedo. El mural o los dibujos individuales
pueden decorar algún rincón de la clase.
— El profesor puede proponer a los padres que realicen una fotografía de su hijo
expresando alguna de las emociones básicas. Esa foto la llevarán al aula, donde el
profesor irá elaborando con los niños un mural para cada emoción. Las fotos se
84
pueden clasificar en dos grandes categorías (emociones positivas y negativas) o en
cuatro si el profesor lo considera oportuno. Con las fotografías clasificadas se puede
realizar un mural para decorar la pared o un libro que los niños puedan mirar en clase.
85
causalidad y, a continuación, se propondrá la actividad «¿Qué hago con la alegría?
Empezar a pensar en los demás».
Esta actividad pretende ayudar a los niños a descubrir las situaciones que les hacen
sentir bien o mal, asociándolas a cada una de las cuatro emociones básicas. Su objetivo,
por tanto, es lograr que los niños sean capaces de atribuir causalidad a las cuatro
emociones básicas a través de la dramatización y el diálogo. Para ello, las marionetas
introducirán una emoción asociada a una situación y posteriormente el profesor abrirá un
diálogo con los niños en el que les invitará a reflexionar sobre las causas de las
emociones.
En esta actividad es muy importante el papel del adulto. Cuando se pida a los niños
que cuenten cuándo sienten una emoción concreta, el adulto en las primeras sesiones
deberá ir dando pistas, mediante claves o preguntas, para dirigir las respuestas de los
niños y ayudar a identificar aquello que les hace sentir una emoción. Es muy importante
que este papel directivo y mediador del adulto se vaya modificando a lo largo de las
sesiones, de manera que progresivamente vaya disminuyendo para aumentar el
protagonismo y la espontaneidad de los niños. Mediante este trabajo de escucha activa,
durante el cual se respetarán los turnos de palabra de cada niño y se les ayudará a
reflexionar sobre sus emociones y aquello que las genera, se busca ir introduciendo los
elementos básicos de la FpN. Esta forma de trabajo se utilizará en los programas para los
niños de 4 y 5 años.
A continuación se describen las sesiones para cada una de las emociones. Es
importante recordar que esta actividad se desarrolla conjuntamente con las estrategias de
afrontamiento que se detallarán más adelante. De este modo, cuando se trabaje la alegría,
se propondrá primero esta actividad y a continuación la actividad «¿Qué hago con la
alegría? Empezando a pensar en los demás». Se seguirá el mismo procedimiento para el
resto de emociones.
La temporalización de las sesiones conjuntas de causalidad y estrategias de
afrontamiento será, al igual que en los demás componentes, abierta y flexible atendiendo
al criterio del profesor. En principio, se propone realizar al menos dos sesiones conjuntas
para cada emoción tal y como se detalla a continuación.
86
— El profesor introduce la actividad con las marionetas. Éstas representarán una
situación que genere alegría en uno de los personajes. En principio con una situación
podría ser suficiente, pero será el profesor quien decida si serán necesarias más
representaciones. Tras la representación, el profesor pregunta a los niños cómo se
siente el personaje y qué le ha hecho sentirse contento. Si no hubiera respuesta,
animará a los niños a pensar sobre qué ha hecho al personaje estar contento,
guiándoles mediante pistas y preguntas. Algunas de las situaciones que se pueden
representar son:
• La madre de Ana dice que hoy se irán de excursión con Bigotes al campo. Ana y
Bigotes dicen «¡bien, nos vamos de excursión!». ¿Cómo se sienten Ana y
Bigotes? ¿Por qué?
• Daniel y Ana están en el parque. Están jugando con la pelota y riéndose; es muy
divertido. ¿Cómo se siente Daniel? ¿Por qué?
• Ana está con Bigotes y le hace cosquillas. Bigotes ríe sin parar. ¿Cómo se siente
Bigotes? ¿Por qué?
• Es domingo y Daniel tiene de postre tarta de chocolate. A Daniel le encanta la
tarta de chocolate. ¿Cómo se siente Daniel? ¿Por qué?
— Tras la representación con las marionetas, el profesor abre un diálogo con los niños
durante el cual les pregunta qué les hace estar contentos. Esta actividad puede resultar
al principio un poco difícil (tenderán a repetir lo que otros compañeros digan o lo que
les ha pasado a las marionetas). Para poder realizarla, resulta fundamental el papel de
guía y mediador del profesor. En las primeras sesiones, el profesor deberá guiar las
respuestas de los niños, ayudándoles a pensar o recordar aquello que les hace sentir
bien, aquello que les gusta o les divierte y que, por tanto, les hace sentir contentos.
Para ello podrá ir planteando preguntas sencillas para descubrir qué les produce
alegría. Entre las preguntas que pueden servir de guión para el profesor, se proponen
las siguientes.
• Ahora vamos a pensar en qué os hace a vosotros estar contentos. ¿Quién puede
decirme qué le pone contento?
• Vamos a pensar en algo que nos guste, en algo que nos haga reír, en algo que nos
haga sentir bien, ¿qué se os ocurre?
87
• En verano, ¿os gusta bañaros en la piscina? ¿Es divertido jugar con el agua?
Entonces ir a la piscina ¿os hace estar contentos?
Mediante ejemplos concretos se puede ir guiando a los niños para que piensen qué les
gusta y les hace sentir bien, conduciendo así una sencilla reflexión sobre las relaciones
entre deseos y emociones y sobre la causalidad de la alegría.
La tristeza es una emoción que no hace sentir bien a los niños. En estas edades, la
tristeza y el enfado son emociones negativas que los niños vivencian de manera muy
similar, de modo que les resulta difícil diferenciarlas. A lo largo de los distintos
componentes que configuran el programa para niños de 2 y de 3 años, estas emociones
se han trabajado siempre por separado para ayudarles a ir diferenciándolas
progresivamente. En este caso, el objetivo es que los niños tomen conciencia de las
situaciones que generan tristeza. Para trabajar la causalidad de la tristeza se seguirán los
mismos pasos que con la causalidad de la alegría: primero una breve representación de
situaciones con las marionetas y a continuación un diálogo con los niños.
• A Ana se le ha pinchado la pelota; está rota, y ya no puede jugar con sus amigos.
¿Cómo se siente Ana? ¿Por qué?
• Daniel se ha caído mientras corría por el parque. Se ha hecho daño en la rodilla y
llora. ¿Cómo se siente Daniel? ¿Por qué?
• La madre de Daniel se marcha de viaje en tren y han ido a despedirla. ¿Cómo se
siente Daniel? ¿Por qué?
• Ana y Daniel juegan con la pelota. Bigotes quiere jugar con ellos, pero no le
dejan. ¿Cómo se siente Bigotes? ¿Por qué?
— Tras la representación con las marionetas, el profesor abre un diálogo con los niños
durante el cual les pregunta qué les hace estar tristes. Esta actividad puede resultar al
principio un poco difícil (tenderán a repetir lo que otros compañeros digan o lo que
les ha pasado a las marionetas). Para realizarla resulta fundamental el papel de guía y
88
mediador del profesor. En las primeras sesiones, el profesor deberá guiar las
respuestas de los niños, ayudándoles a pensar o recordar aquello que no les hace
sentir bien, aquello que les pone tristes o les hace llorar. Para ello podrá ir planteando
preguntas sencillas para descubrir qué les produce tristeza. Entre las preguntas que
pueden servir de guión para el profesor se proponen las siguientes.
• Ahora vamos a pensar en qué os hace a vosotros estar tristes. ¿Quién puede
decirme qué le pone triste?
• Vamos a pensar:
– En algo que no nos guste: por ejemplo, algo que no nos guste comer o algo a
lo que no nos guste jugar.
– En algo que nos haga llorar: ¿qué nos puede hacer llorar? ¿Lloramos cuando
nos duele algo? ¿Lloramos cuando nos quitan algo?
– En algo que no nos haga sentir bien: por ejemplo, ¿perder algo nos hace
sentir bien o mal? ¿Nos pone tristes o contentos? Cuando se nos rompe algo,
¿nos sentimos bien o mal, nos ponemos tristes o contentos?
• Pensad en vuestro juguete favorito, el que más os gusta y con el que más jugáis.
• Ahora imaginad que ese juguete ya no está, se ha perdido y no lo encontráis en
ninguna parte. No está en casa, no está en el colegio ni en el parque, vuestro
juguete se ha perdido y ya no podéis jugar más con él. ¿Cómo os sentís si ya no
tenéis ese juguete que tanto os gusta?
• ¿Entonces no os sentís bien, estáis tristes o contentos?
De este modo se puede ir guiando a los niños para que piensen en qué no les gusta y
les hace sentir tristes, conduciendo así una sencilla reflexión sobre la causalidad de la
tristeza.
— Una vez los niños han identificado las situaciones que causan tristeza, se propondrá
trabajar las estrategias de afrontamiento recogidas en la actividad «Qué hago con mi
tristeza» que se explica más adelante.
89
CUÉNTAME CUÁNDO ESTÁS... ENFADADO
El enfado es una emoción muy frecuente en los niños de estas edades que surge
especialmente en situaciones de interacción y conflicto por objetos. Ayudar a los niños a
identificar esta emoción, así como sus causas, les permitirá ir controlando mejor estos
sentimientos negativos. Para trabajar la causalidad del enfado se seguirá la misma
dinámica que con las anteriores emociones.
— El profesor introduce la actividad con las marionetas. Éstas representan una situación
que genere enfado en uno de los personajes. El profesor decidirá si serán necesarias
una o varias representaciones. Tras la representación, el profesor pregunta a los niños
cómo se siente el personaje y qué le ha hecho estar enfadado. Si no hubiera respuesta,
animará a los niños a pensar qué ha hecho al personaje enfadarse, guiándoles
mediante pistas y preguntas. Algunas de las situaciones que se pueden representar
son:
• Daniel está jugando con los cubos. Está haciendo un bonito castillo. De repente
Ana se acerca y se lo tira todo. ¿Cómo se siente Daniel? ¿Por qué?
• Ana tiene unas pinturas con unos colores preciosos. Está coloreando un dibujo de
un globo. Bigotes está pintando también a su lado y le quita sus pinturas. Ana le
dice: «Dámelas, Bigotes, son mías», y Bigotes dice: «No y no, ahora son mías».
Ana grita: «Bigotes, ¡son mías, son mías; devuélvemelas!». Ana le da un
manotazo para que se las devuelva. ¿Cómo se siente Ana? ¿Por qué?
• Daniel y Ana están en el patio del colegio. Daniel está montando en un triciclo y
Ana se acerca para quitárselo. Le empuja diciéndole: «Quiero el triciclo,
dámelo». Daniel protesta y protesta agarrándose al manillar: «No, no, lo tengo
yo, no quiero bajar, no quiero». ¿Cómo se siente Daniel? ¿Por qué?
• Ana y Bigotes han estado jugando dentro de casa con cubos de agua. Han
desordenado mucho la habitación y está todo mojado. Cuando llega su mamá, les
regaña mucho y tienen que limpiar y recoger todo. ¿Cómo se sienten cuando les
regañan? ¿Cómo está la mamá?
— Tras la representación con las marionetas, el profesor abre un diálogo con los niños
durante el cual les pregunta qué les hace estar enfadados. Como ya han trabajado de
esta manera en sesiones anteriores, es previsible que los niños sean capaces de dar
respuestas más propias y espontáneas, sin necesitar la mediación o guía del adulto. Si
no fuera así, el profesor, tal y como hizo para la causalidad de la alegría o la tristeza,
guiará y mediará en las respuestas de los niños a través de pistas o preguntas que les
hagan reflexionar sobre qué les hace estar enfadados. Entre las preguntas que pueden
servir de guión para el profesor se proponen las siguientes.
90
El profesor comienza diciendo:
• Ahora vamos a pensar qué os hace estar enfadados. ¿Quién puede decirme qué le
hace enfadar?
• Vamos a pensar:
– En algo que no nos guste: por ejemplo, algo que no nos guste comer o algo a
lo que no nos guste jugar.
– En algo que no nos haga sentir bien, que nos moleste: por ejemplo, cuando
un amigo nos molesta, ¿nos hace sentir bien o mal? Cuando papá o mamá
nos regañan, ¿nos sentimos bien o mal, nos enfadamos o estamos
contentos?, etc.
— Una vez que los niños han identificado qué les hace enfadar, se propondrán las
estrategias de afrontamiento recogidas en la actividad «Qué hago con el enfado» que
se explica más adelante.
El miedo es una emoción que genera malestar e inseguridad en los niños. En estas
edades los miedos suelen referirse a situaciones nuevas o extrañas, así como a objetos o
personajes desconcertantes para ellos. Ayudarles a identificar el origen de aquello que
les asusta supondrá un paso importante para poner en marcha estrategias que les ayuden
a controlar y regular esta emoción. Para trabajar la causalidad del miedo se seguirá la
misma dinámica que con las anteriores emociones.
— El profesor introduce la actividad con las marionetas. Éstas representan una situación
que genere miedo en uno de los personajes. El profesor decidirá si serán necesarias
una o varias representaciones. Tras la representación, el profesor pregunta a los niños
cómo se siente el personaje y qué le ha hecho estar asustado. Si no hubiera respuesta,
animará a los niños a pensar qué ha hecho al personaje sentir miedo, guiándoles
mediante pistas y preguntas. Algunas de las situaciones que se pueden representar
son:
91
siente Ana y qué le hace estar así?
• Daniel está dormido y sueña que está en un castillo. Es un castillo grande y está
oscuro. De repente aparece un fantasma; «uuuh», le dice. Daniel da un respingo y
sale corriendo rápidamente. ¿Cómo se siente Daniel y qué le hace sentirse así?
• Bigotes está jugando con los niños en el parque. Se lo están pasando genial con
los globos de agua. De repente suena una sirena muy fuerte. Son los bomberos:
hay fuego en un edificio. Todos los niños dejan de jugar, la sirena no deja de
sonar y Bigotes mira con los ojos muy abiertos al edificio y al coche de
bomberos. ¿Cómo se siente Bigotes y qué le hace sentirse así?
— Tras la representación con las marionetas, el profesor abre un diálogo con los niños
les pregunta qué les hace estar asustados. Como ya han trabajado de esta manera en
sesiones anteriores, es previsible que los niños ya sean capaces de dar respuestas más
propias y espontáneas, sin necesitar la mediación del adulto. Si no fuera así, el
profesor, tal y como hizo para la causalidad de las primeras emociones, guiará y
mediará en las respuestas de los niños a través de preguntas que les hagan reflexionar
sobre qué les hace sentir miedo. Entre las preguntas que pueden servir de guión para
el profesor, se proponen las siguientes.
• Ahora vamos a pensar qué os hace a vosotros estar asustados. ¿Quién puede
decirme qué le hace sentir miedo?
• Vamos a pensar:
– En algo que no nos guste, que nos haga sentir mal y nos asuste: por ejemplo,
algo que nos haga sentir inseguros o algo que sea raro, feo o ruidoso y que
no nos guste.
– En algo que no nos haga sentir bien, que nos haga estar intranquilos, por
ejemplo algún ruido fuerte, algo nuevo desconocido, que no sepamos qué es
y que no nos guste.
— Una vez los niños han identificado qué les produce miedo, se propone trabajar las
estrategias de afrontamiento recogidas en la actividad «¿Qué hago con mis miedos?»
que se explica más adelante.
92
Esta actividad pretende dotar a los niños de estrategias sencillas para afrontar aquellas
emociones que no les hacen sentir bien, como son la tristeza, el enfado y el miedo. Su
objetivo es que los niños sean capaces de ir regulando progresivamente las emociones
negativas adquiriendo herramientas para manejarlas adecuadamente. En el caso de las
emociones que nos hacen sentir bien, como la alegría, no se propondrán estrategias de
afrontamiento, sino estrategias para hacer sentir bien también a los demás, introduciendo
de este modo aspectos relacionados con la empatía.
Como ya se ha mencionado, los niños de 3 años van siendo capaces de atribuir
causalidad a sus emociones y a las de los demás. De este modo, pueden ir identificando
qué les hace sentir bien y qué les hace sentir mal a ellos y a los demás niños. Esta
comprensión permite abordar las estrategias de afrontamiento y regulación de emociones
de manera más consolidada. Además, la progresiva competencia tanto en las habilidades
de comunicación y lenguaje como en el desarrollo de capacidades relacionadas con la
empatía posibilita ir incorporando el lenguaje como un elemento más activo para
afrontar o regular las emociones. Las estrategias que se proponen a lo largo de las
sesiones son sencillas estrategias conductuales, comunicativo-conductuales, así como
estrategias de relajación y autocontrol.
En esta actividad, al igual que en la anterior, el papel del profesor es fundamental a la
hora de ir incorporando o descubriendo las estrategias de afrontamiento. Así, en las
primeras sesiones, el profesor será un mediador que guiará a los niños en el
descubrimiento de posibles estrategias para manejar y regular aquellas emociones que
les hacen sentir mal. De este modo, planteará preguntas, pistas o claves que dirijan a los
niños hacia posibles herramientas para manejar sus emociones. Sería deseable que este
papel del profesor vaya progresivamente desapareciendo para que sean los niños quienes
generen estrategias de afrontamiento adecuadas y las pongan en práctica en las
situaciones cotidianas, sin la mediación del adulto.
Para ello es conveniente que lo trabajado en estas sesiones se generalice a otros
momentos del aula. En este sentido, cuando se produzcan situaciones en el aula que
generen emociones negativas, el profesor deberá ayudar a los niños a recordar qué se
puede hacer cuando uno se siente triste, enfadado o asustado. De este modo los niños
podrán ir aplicando en sus contextos cotidianos las estrategias de afrontamiento
trabajadas y afianzar así su utilización.
Esta actividad pretende empezar a trabajar aspectos relacionados con la empatía. Para
ello se irá introduciendo a los niños en las relaciones entre deseos y emociones,
ayudándoles a trasladar dicha relación a una estrategia de acción que tenga como
resultado una emoción positiva en los demás.
93
— El profesor retoma las situaciones que los niños hayan verbalizado en la actividad
anterior, tratando de seleccionar aquellas que se puedan llevar a la práctica en el aula.
Tras recordar alguna situación, pregunta a los niños qué podrían hacer si quisieran
hacer sentir bien al personaje de la historia. Si los niños no dieran respuestas o no
propusieran una solución eficaz, el profesor ayudará a descubrir alguna estrategia
adecuada. Así, el profesor les guiará a partir de aquello que hace sentir contento a
otro niño para transformar esa relación entre deseo y emoción en una estrategia para
hacer sentir bien a los demás. Por ejemplo, imaginemos que un niño de la clase
hubiera dicho «estoy contento cuando juego con los coches». El profesor retomará
esta situación e invitará a otro niño a darle un coche para que pueda jugar. Esta acción
provocará bienestar en el primer niño.
— El papel del profesor será fundamental porque deberá explicitar la relación entre
deseos y emociones, verbalizando en cada situación la explicación. Por ejemplo, para
la situación anterior podría explicar: «como a Juan le gustan mucho los coches, si le
damos uno para que juegue seguramente se sentirá contento, porque jugar con coches
le pone muy contento». El objetivo es resaltar la relación entre deseo y emoción para
que los niños constaten que sus acciones sobre los demás pueden tener efecto en
dicha relación.
— La actividad se repetirá con aquellas situaciones que puedan llevarse a cabo en el
aula, tratando de que participe el mayor número posible de niños. Si no hubieran
verbalizado suficientes situaciones, el profesor podrá guiarles para imaginar más
situaciones que generen alegría y que, a ser posible, puedan llevarse a cabo en el aula
de manera simulada.
— El profesor representa con las marionetas algunas de las situaciones que los niños
mencionaron en la actividad anterior. Tras la representación, pide a los niños que
identifiquen cómo se siente el muñeco y qué le ha hecho sentirse así. A continuación
94
abre un diálogo con ellos para buscar estrategias que ayuden al muñeco a sentirse
mejor. El objetivo es que sean los niños quienes descubran y propongan estrategias y,
en su caso, las pongan a prueba de forma simulada con los muñecos. Sería interesante
representar a través de las tres marionetas situaciones variadas que generen tristeza y
que permitan poner en marcha distintas estrategias de afrontamiento. Así, cada
marioneta contará a los niños al menos una situación.
— Entre las estrategias que podrían manejar los niños, bien porque las propongan de
manera espontánea, bien porque el profesor les guíe en su descubrimiento, se recogen
las siguientes:
– Si un niño está triste porque han roto su muñeco, ¿qué podemos hacer para
que se sienta mejor?
– Si un niño está triste porque ha perdido su juguete, ¿qué podemos hacer para
que se sienta mejor?
– Si un niño está triste porque está enfermo o se hizo daño, ¿qué podemos
hacer para que se sienta mejor?
– Si un niño está triste porque se separa de sus padres (se van de viaje, él se
queda en el cole), ¿qué podemos hacer para que se sienta mejor?
– El Señor No.
Mediante esta estrategia los niños pueden ir regulando y manejando a
través del lenguaje las situaciones que no les hacen sentir bien. Esta
estrategia se introdujo en el programa para niños de 2 años. Por ello, para
los niños de 3 años se puede trabajar como continuación de lo hecho
previamente, o bien introducirlo como una novedad (véase p. 75 para una
95
explicación detallada).
Si la estrategia ya ha sido trabajada previamente, se puede dar un paso
más en el manejo de esta herramienta y convertirla en una estrategia más
comunicativa. El desarrollo del lenguaje presenta multitud de diferencias
individuales en edades tempranas, aunque la mayoría de los niños de 3 años
ya han dado sus primeros pasos en estas competencias. Por lo general, ya
son capaces al menos de realizar frases sencillas de tres elementos, expresan
enunciados interrogativos, cuentan con un vocabulario progresivamente más
amplio y se van iniciando en las funciones comunicativas básicas de
compartir información y regular el entorno. En este contexto, el Señor No
podrá manejarse no sólo como una estrategia conductual que les ayude a
controlar situaciones que les hacen sentir mal a través de un referente real
sino también como una estrategia comunicativa en la que el niño verbalice
frases como «no me gusta», «no hagas eso, no me gusta», «déjame, eso no
me gusta». Para los niños de 3 años, éste será el objetivo final de esta
estrategia: utilizar cada vez más el lenguaje en la regulación de emociones
negativas aunque sigan apoyándose en un referente real.
• ¿Qué le ha hecho estar triste? ¿Podemos hacer algo para ayudar al muñeco a
sentirse mejor?
• ¿Cómo podemos cambiar lo que le hace estar triste?
• ¿Podemos mejorar o arreglar lo que le hace estar triste?
• ¿Podemos consolar o ayudar al muñeco de alguna manera? ¿Cómo?
96
profesor hacia el descubrimiento de recursos y herramientas sencillos para regular el
enfado de manera adecuada y sentirse mejor. El enfado es una emoción que provoca
malestar a los niños. A los 3 años, los primeros juegos e interacciones más estructuradas
dan pie a desencuentros en las relaciones con los iguales que generan emociones
negativas como el enfado. Los niños regulan este enfado, en general, de manera poco
adecuada, por lo que resulta importante la adquisición de estrategias más adaptativas de
regulación. Las estrategias que se propone trabajar serán de relajación, autocontrol y
comunicativo-conductuales, como se detalla más adelante. Esta actividad se realizará
después de la actividad «Cuéntame cuándo estás... enfadado», aprovechando las
situaciones que los niños hayan mencionado. Para trabajar la causalidad del enfado y sus
estrategias de afrontamiento se propone realizar al menos dos sesiones, pero será el
profesor quien decida en función de las características y necesidades del grupo.
97
mismos en las situaciones que les hacen sentir furiosos, realizando no sólo
la técnica de relajación y autocontrol del caparazón sino aplicando también
estrategias comunicativas tras el enfado inicial. Para ello, la marioneta de la
tortuga estará siempre en un lugar visible y accesible a los niños. El profesor
animará a los niños a utilizarla recordándoles el truco de la pequeña tortuga
y moldeándoles para que, tras el control inicial del enfado, utilicen el
lenguaje para expresar su estado emocional. El papel mediador del profesor
deberá ir progresivamente desapareciendo para que sean los niños quienes
realicen un uso espontáneo de esta técnica.
Si esta técnica no se hubiera empleado previamente, se introducirá el
material de manera similar a como se hizo en el programa para niños de 2
años.
– Aprieta fuerte (respira, aprieta las manos, hablemos). Ésta es una técnica de
autoinstrucción en la que los niños recuerdan a través de una canción o
retahíla los tres pasos clave para controlar el enfado. Se puede cantar a
modo de juego para ir introduciéndola con la mediación del adulto en los
momentos en que se produzca enfado. Los tres pasos son:
1. Respirar y relajarse. Se animará a los niños a respirar profundamente
varias veces para ayudarles a relajarse y disminuir su tono físico y
emocional.
2. Apretar fuerte las manos para descargar las emociones negativas. Se
les animará a apretar las manos fuerte con una doble intención: por un lado,
descargar emocionalmente el enfado o la rabia mediante una acción física y,
por otro, no utilizar la agresión como forma de afrontar conflictos.
3. Hablar para arreglar la situación. Una vez el niño está más tranquilo,
se le anima a solucionar el conflicto mediante el lenguaje, hablando con el
compañero.
El profesor puede acompañar la canción o retahíla con la representación
de los pasos, tanto en los momentos en que aprenden la técnica como
cuando la deben aplicar. Su puesta en marcha necesitará la mediación del
adulto en los primeros momentos. La retahíla puede ser, por ejemplo:
98
incorporar estas estrategias tras alguna de las representaciones de las marionetas,
introduciendo primero los referentes reales y animando a su posterior manejo en
las situaciones reales.
99
poner en práctica distintas estrategias de afrontamiento. Así, cada marioneta contará a
los niños al menos una situación.
— Entre las estrategias que podrían manejar los niños, bien porque las propongan de
manera espontánea, bien porque les guiemos en su descubrimiento, se recogen las
siguientes:
• Estrategias conductuales
– Pedir ayuda. El miedo es una emoción que genera inseguridad en los niños.
Una de las estrategias más eficaces consiste en animar a los niños a actuar
para volver a sentirse seguros. En este sentido, la seguridad de los niños de
estas edades proviene del adulto (o en algunos casos de hermanos mayores)
y, por tanto, es esta figura la que los niños deben aprender a buscar.
Además, es importante que empiecen a verbalizar de forma adecuada la
causa del miedo y que expresen el tipo de ayuda que necesitan.
– El Comemiedos. Esta estrategia está inspirada en el libro El Comemiedos5.
Esta historia cuenta cómo los niños pueden afrontar algunos miedos con
mayor seguridad con la ayuda de un muñeco. Para llevarla a cabo en el aula
el profesor puede leer el cuento a los niños y elaborar para cada uno un
muñeco que «se coma todos los miedos y los haga desaparecer». Este
personaje puede acompañar a los niños en aquellas situaciones que les
generen miedo y darles así mayor seguridad y confianza.
– El baúl del miedo. Esta sencilla técnica se introdujo en el programa de 2 años
y puede retomarse igualmente para los niños de 3 años (véase la p. 82 para
una descripción detallada).
Identificar las causas de las emociones, así como manejar estrategias para afrontarlas
y regularlas, son elementos clave en la interacción social y el desarrollo emocional de los
niños. Para terminar el trabajo sobre estos componentes se proponen algunas actividades
que los niños pueden realizar en casa con sus padres. Como ya hemos mencionado, el
objetivo de estas actividades es que padres e hijos empiecen a crear el hábito de
conversar sobre cuestiones emocionales.
— El profesor puede proponer a los padres que utilicen en casa cualquiera de las
técnicas que se han trabajado en clase. Los padres podrán escoger la que mejor se
adapte a sus necesidades en función de las características del niño. Así, por ejemplo,
pueden utilizar la técnica de la tortuga si el niño tiene muchas rabietas, construir un
Señor No como apoyo para poder empezar a verbalizar las situaciones que generan
100
emociones negativas o utilizar un baúl del miedo o un Comemiedos si los niños son
muy inseguros. A través del uso de estas mismas estrategias en casa los niños
aprenderán a generalizar, es decir, a utilizar las estrategias en distintos contextos.
— Otra posibilidad es que el profesor proponga a los padres que construyan con sus
hijos un cuaderno de las emociones. Esta propuesta ya se presentó en el programa
para niños de 2 años, pero puede volver a plantearse en esta edad. El objetivo es que
los padres traten con sus hijos cuestiones relacionadas con la identificación, expresión
y regulación emocional, considerando los estados emocionales que aparecen en casa.
Los padres aprovecharán las situaciones o momentos cotidianos que generen distintas
emociones en el niño para identificarlas y pensar en su causa. En el caso de las
emociones negativas, los padres pueden preguntar a los niños qué pueden hacer para
sentirse mejor, y en el caso de la alegría, pueden preguntar qué podrían hacer para
que los demás también se sintieran alegres. Las respuestas de los niños se recogerán
en el cuaderno, mediante fotografías, dibujos sencillos o bien por escrito. Si el
profesor lo considera oportuno, el cuaderno puede volver al aula en algunas ocasiones
para compartir su contenido con los niños de la clase.
En este último bloque de actividades sobre las emociones básicas se propone trabajar
a través de cuentos. Para ello se contará a los niños una historia breve que tenga relación
con cada una de las emociones. Estas actividades tienen un doble objetivo. Por una parte,
pretenden revisar lo que los niños han trabajado en las sesiones anteriores. A través del
relato los niños identificarán estados emocionales, atribuirán causalidad y pensarán
estrategias de regulación. Por otra parte, a través de estas actividades —que se realizarán
hacia el final del curso— se persigue ir introduciendo a los niños en una metodología de
trabajo algo más reflexiva. En todas las actividades previas se han manejado
principalmente el juego, la simulación, la representación, la experimentación y la
vivencia de la emoción. Para los niños de 2 y 3 años estas formas de trabajo son las más
adecuadas a sus capacidades. Sin embargo, a partir de los 4 años la forma de trabajo de
este programa cambia de forma sustancial. Como explicamos en la introducción, con los
niños mayores se busca una mayor participación por su parte y, sobre todo, que
empiecen a cuestionarse y reflexionar por sí mismos sobre las emociones y las
competencias sociales. Así pues, este último bloque de actividades pretende introducir
una metodología algo más reflexiva para que los niños hablen, pregunten, escuchen y
reflexionen sobre las emociones. Esta pequeña introducción irá sentando las bases para
que los niños de 4 y 5 años puedan beneficiarse del uso de la FpN.
101
4.1. EMPEZANDO A REFLEXIONAR SOBRE LA ALEGRÍA
— El profesor introduce la sesión con las marionetas. Como es habitual, las marionetas
saludan a los niños, preguntan cómo se sienten y registran las emociones en el mural.
A continuación las marionetas anunciarán a los niños que les han traído un cuento
para pensar.
— El profesor irá relatando el cuento, realizando pausas en los momentos clave de la
historia para preguntar a los niños cómo se sienten los personajes, por qué y qué
podrían hacer para que se sintieran contentos. Para ello, se propone el siguiente
guión, que recoge algunas de las preguntas que el profesor puede ir planteando a los
niños a lo largo del cuento:
— Para terminar la sesión, el profesor preguntará a los niños si alguien quiere hacer
alguna pregunta sobre el cuento. Si los niños formulan preguntas, el profesor las
escribirá en la pizarra y abrirá un diálogo con los niños para ir respondiendo cada una
de ellas. Previsiblemente, si los niños formulan preguntas, éstas serán muy sencillas y
harán alusión a detalles de la historia que serán fáciles de responder. Si no hubiera
ninguna pregunta, el profesor puede formular una relacionada con las emociones de
los personajes y animar a los niños a contestarla entre todos.
— El profesor introduce la sesión con las marionetas. Como es habitual, las marionetas
102
saludan a los niños, preguntan cómo se sienten y registran las emociones en el mural.
A continuación las marionetas anunciarán a los niños que les han traído un cuento
para pensar.
— El profesor va relatando el cuento, realizando pausas en los momentos clave de la
historia para preguntar a los niños cómo se sienten los personajes, por qué y qué
podrían hacer para dejar de estar tristes. Para ello se propone el siguiente guión, que
recoge algunas de las preguntas que el profesor puede ir planteando a los niños a lo
largo del cuento:
• ¿Cómo se sienten Ana y Daniel cuando van al parque a jugar? ¿Creéis que les
gusta o no les gusta?
• ¿Cómo se siente Ana?
• ¿Por qué está llorando Ana? ¿Qué le ha hecho sentirse así?
• ¿Qué puede hacer Daniel para que Ana no esté tan triste?
El profesor espera las respuestas de los niños y les anima a recordar las estrategias
trabajadas en este sentido. Si no surgen respuestas, se pueden dirigir mediante las
siguientes preguntas:
— Para terminar la sesión, el profesor pregunta a los niños si alguien quiere hacer
alguna pregunta sobre el cuento. Si los niños formulan preguntas, el profesor las
escribirá en la pizarra y abrirá un diálogo con ellos para ir dándoles respuesta.
Previsiblemente, si los niños formulan preguntas, éstas serán muy sencillas y harán
alusión a detalles de la historia que serán fáciles de responder. Si no hubiera ninguna
pregunta, el profesor puede formular una relacionada con las emociones de los
personajes y animar a los niños a contestarla entre todos.
— El profesor introduce la sesión con las marionetas. Como es habitual, las marionetas
103
saludan a los niños, preguntan cómo se sienten y registran las emociones en el mural.
A continuación las marionetas anunciarán a los niños que les han traído un cuento
para pensar.
— El profesor va relatando el cuento, realizando pausas en los momentos clave de la
historia para preguntar a los niños cómo se sienten los personajes, por qué y qué
podrían hacer para dejar de sentir enfado. Para ello se propone el siguiente guión, que
recoge algunas de las preguntas que el profesor puede ir planteando a los niños a lo
largo del cuento:
Para las dos últimas preguntas el profesor espera las respuestas de los niños y les
anima a recordar las estrategias trabajadas al respecto. Si no surgen respuestas, se puede
recordar alguna (relajarse, utilizar la tortuga, etc.).
— Para terminar la sesión, el profesor preguntará a los niños si alguien quiere hacer
alguna pregunta sobre el cuento. Si los niños formulan preguntas, el profesor las
escribirá en la pizarra y abrirá un diálogo con los niños para ir respondiendo cada una
de ellas. Previsiblemente, si los niños formulan preguntas, éstas serán muy sencillas y
harán alusión a detalles de la historia que serán fáciles de responder. Si no hubiera
ninguna pregunta, el profesor puede formular una relacionada con las emociones de
los personajes y animar a los niños a contestarla entre todos.
Para empezar a pensar y preguntar sobre el miedo se trabajará en base al cuento Los
sueños de Daniel (véase el anexo I, p. 129).
— El profesor introduce la sesión con las marionetas. Como es habitual, las marionetas
saludan a los niños, preguntan cómo se sienten y registran las emociones en el mural.
A continuación las marionetas anunciarán a los niños que les han traído un cuento
para pensar.
— El profesor va relatando el cuento, realizando pausas en los momentos clave de la
historia para preguntar a los niños cómo se siente el personaje, por qué y qué podría
hacer para dejar de sentir miedo. Para ello se propone el siguiente guión, que recoge
104
algunas de las preguntas que el profesor puede ir planteando a los niños a lo largo del
cuento:
El profesor espera las respuestas de los niños y les anima a recordar las estrategias
trabajadas al respecto. Si no surgen respuestas, se pueden dirigir un poco recordando
alguna (buscar a un adulto, guardar la mariquita en el baúl del miedo, utilizar el muñeco
Comemiedos, etc.).
— Para terminar la sesión, el profesor pregunta a los niños si alguien quiere hacer
alguna pregunta sobre el cuento. Si los niños formulan preguntas, el profesor las
escribirá en la pizarra y abrirá un diálogo con los niños para ir respondiendo cada una
de ellas. Previsiblemente, si los niños formulan preguntas, éstas serán muy sencillas y
harán alusión a detalles de la historia que serán fáciles de responder. Si no hubiera
ninguna pregunta, el profesor puede formular una relacionada con las emociones de
los personajes y animar a los niños a contestarla entre todos.
La empatía supone la capacidad para comprender lo que otro piensa y siente. Así,
implica la capacidad cognitiva de adoptar el punto de vista de otro, pero también la
capacidad emocional de identificarse y sentir con él. Para que una persona sea empática
necesita entender sentimientos y pensamientos, compartirlos y sentirlos con el otro. Esta
capacidad es un elemento clave para la adecuada interacción social. Los niños de 3 años
ya pueden mostrar conductas de ayuda, pero su capacidad para entender a los demás es
muy limitada porque están, sobre todo, centrados en su propio punto de vista. La empatía
se trabajará en profundidad más adelante, cuando las capacidades cognitivas de los niños
permitan la descentración.
El objetivo con los niños de 3 años es simplemente realizar alguna actividad que vaya
ayudando a la consideración de otras perspectivas, desde un punto de vista tanto
cognitivo como afectivo. Dado que se trata de dos actividades muy básicas y que la
empatía se trabajará más adelante, el profesor decidirá si es conveniente realizarlas.
105
5.1. Y TÚ ¿QUÉ VES? ADOPTANDO OTRA PERSPECTIVA
— El profesor representa con las marionetas situaciones sencillas. Los niños deben
identificar la emoción del personaje ante la situación planteada. Entre las situaciones,
se pueden proponer:
106
• A Ana le da mucho miedo ir al parque porque se puede caer de los columpios.
Hoy han venido Daniel y Bigotes para ir al parque los tres juntos. ¿Cómo se
siente Ana?
• Daniel odia comer tarta de chocolate, no le gusta nada. Hoy hay tarta de chocolate
de postre. ¿Cómo se siente Daniel?
• Bigotes tiene miedo a las hormigas, se asusta mucho siempre que ve una. Mientras
jugaba por la tarde, ha visto una larga fila de hormigas en el parque. ¿Cómo se
siente Bigotes?
• A Ana le encantan los leones que rugen muy fuerte. Esta tarde va a ir al zoo con
sus padres y va a poder ver leones. ¿Cómo se siente Ana?
— Si las respuestas no fueran correctas, el profesor podrá guiar a los niños mediante
preguntas sencillas y recordarles la relación entre deseos y emociones. En este
sentido, es importante que el profesor explicite verbalmente la relación entre los
deseos o gustos del personaje en cada situación y las emociones que siente. Esta
explicación facilitará que los niños abandonen su propio punto de vista y adopten la
emoción del personaje.
La competencia social hace referencia a una serie de habilidades que permiten al niño
relacionarse con los demás de una manera adecuada y satisfactoria. Ser capaz de hacer
amigos, introducirse en nuevos grupos, resolver conflictos o dar muestras de cortesía son
habilidades que facilitan el éxito en las relaciones interpersonales. Los niños más
competentes son también niños más aceptados e integrados socialmente y muestran, por
tanto, un desarrollo más adecuado y equilibrado. Como ya hemos mencionado, a partir
de los 3 años los niños amplían sus contextos de interacción y con la escolarización
inician nuevas relaciones más allá de su núcleo familiar. De este modo, comienzan a
establecer vínculos con otros niños y adultos y a poner en juego sus habilidades para
entablar y mantener relaciones, resolver conflictos y, en definitiva, manejarse de forma
más o menos adaptativa en el entorno social.
La competencia social se trabajará en profundidad en el programa para niños de 4 y 5
años. Dado que los niños de 3 años están realmente iniciándose en las habilidades
sociales, las actividades que se proponen a continuación constituyen una pequeña
introducción. El objetivo es ir sensibilizando a los niños sobre las conductas que pueden
realizar para ser socialmente competentes, pero ambas actividades se vuelven a proponer
de forma más compleja en el programa para niños de 4 años. Para esta edad se sugiere
trabajar el aspecto más conductual. No obstante, el profesor decidirá si es conveniente
plantear estas actividades o si prefiere trabajarlas el curso que viene.
107
6.1. ¿PUEDO JUGAR? INTRODUCIÉNDOSE EN UN GRUPO
Introducirse en un grupo nuevo supone una serie de habilidades en los niños que no
siempre están presentes o que no han practicado lo suficiente. Esta actividad pretende,
mediante la simulación y dramatización con marionetas, practicar con los niños
habilidades de comunicación e interacción, tales como hablar, preguntar, ofrecer o
compartir, que les ayudarán a incorporarse a nuevos grupos.
— El profesor representa con las marionetas situaciones en las que alguno de los
personajes desea incorporarse a un grupo nuevo para jugar o participar en alguna
actividad. Tras la representación, pregunta a los niños qué puede hacer el protagonista
para introducirse en el grupo. Entre las situaciones que se pueden representar se
proponen:
• En el patio hay un grupo de niños jugando con la pelota. Daniel tiene muchas
ganas de jugar con ellos, pero no sabe qué hacer para entrar en su juego. ¿Qué
puede hacer Daniel para jugar con los niños a la pelota?
• Hay unas niñas sentadas en la colchoneta jugando con las muñecas, a las que
peinan y dan de comer. Ana también tiene una muñeca, con un cepillo y unos
lazos muy bonitos. Le gustaría jugar con las otras niñas con su muñeca. ¿Qué
puede hacer?
• En clase hay un grupo que está haciendo castillos y torres con los cubos. A Ana le
encantan las construcciones. ¿Qué puede hacer para jugar con ellos?
— El profesor pone en marcha de manera simulada con las marionetas las propuestas de
los niños y comprueba si tienen éxito o si, por el contrario, no funcionan.
— Cuando las respuestas de los niños se repitan mucho o no resulten muy acertadas, el
profesor podrá guiarles en el descubrimiento de estrategias adecuadas para
introducirse en un grupo, como pueden ser:
Hacer amigos supone uno de los retos y los objetivos más importantes en la
interacción con iguales en edades tempranas. Para facilitar esta tarea social tan relevante
108
se propone la siguiente actividad, cuyo objetivo es practicar ciertas estrategias mediante
la dramatización con marionetas. La dinámica es muy similar a la realizada en la
actividad anterior.
— El profesor representa distintas situaciones en las que uno de los personajes quiera
hacerse amigo de otro. Entre las situaciones que se pueden representar se proponen:
• Es el primer día de colegio de Ana. Está en el patio viendo a una niña jugar con
los cubos. A ella también le gustan los cubos. ¿Qué puede hacer para jugar con
ella?
• Daniel ha ido a un parque nuevo. No conoce a ningún niño y todos juegan en los
toboganes. Daniel ve a un niño que corre y juega en los toboganes. Le encantaría
jugar con él. ¿Qué puede hacer?
6 Todos los relatos que se proponen para trabajar con niños de 3 años son una adaptación de Los cuentos de Ana
que se utilizarán en el programa para niños de 4 y 5 años. Los cuentos de Ana son una traducción del original Les
contes d’Audrey-Anne, publicados por Giménez-Dasí, M. y Daniel, M. F. (2012). Réfléchir sur les émotions à
partir des contes pour les 4-8 ans. Bruselas: De Boeck.
109
Anexo I. Cuentos para trabajar las emociones básicas
adaptados de Los cuentos de Ana
Las mariposas
Ana y Daniel se van hoy de excursión con los compañeros de la escuela. Van a pasar
el día juntos en el campo y van a buscar mariposas. Los dos niños preparan sus mochilas
con mucha ilusión y salen rápido de casa. Salen corriendo y riendo juntos, están
deseando llegar al colegio para salir de excursión con sus amigos.
Cuando llegan al colegio, hay un gran autobús que les llevará al campo y sus
compañeros ya están montados. Ana y Daniel se suben y se despiden de su mamá. Ana y
Daniel siempre se ponen un poco tristes al despedirse de mamá, les da pena separarse de
ella.
Rápidamente ven a Bigotes montado en el autobús y se sientan los tres juntos. Van
cantando canciones todo el camino hasta llegar al campo. Los niños están muy contentos
y emocionados.
Cuando llegan al campo, ven un montón de mariposas. Daniel se acerca despacito a
una de ellas. Es muy bonita, grande y de color naranja. Daniel saluda a la mariposa y le
pregunta su nombre, pero la mariposa no contesta y sale volando. Es tan bonita la
mariposa... Daniel sonríe y le dice adiós.
Ana encuentra otra mariposa, es pequeña y de color amarillo. Ana la mira
atentamente y despacito y muy bajito para no asustarla le dice: «hola, mariposa bonita,
¿quieres ser mi amiga? Yo también soy pequeña como tú». La mariposa no contesta y
sale volando.
La muñeca
Todos los sábados Daniel va a buscar a Ana a casa para ir a jugar juntos al parque.
Salen juntos y juegan en los columpios, se tiran por el tobogán y montan en los triciclos
por el parque. Siempre lo pasan muy bien cuando están juntos en el parque.
Cuando Ana abre la puerta a Daniel, la niña está cabizbaja, mirando al suelo, con los
labios hacia abajo y la cara muy triste. Daniel se queda sorprendido y se fija bien en la
cara de Ana. Ella no suele estar así cuando van juntos a jugar. Ve que unas lágrimas
grandes salen de sus ojos. Ana está llorando, está muy triste.
110
«Hoy no quiero ir al parque, estoy muy triste, Daniel», dice Ana.
«¿Qué te ha pasado, Ana, por qué lloras así, qué te ha puesto tan triste?»
«Hoy ha venido una amiga a casa para jugar. Quería jugar con mi muñeca Lala, pero
yo no se la dejo nunca a nadie. Ella ha empezado a tirar de la muñeca, tan tan fuerte, que
le ha arrancado un brazo y el pelo. Mira, ha roto mi muñeca. Ya no es la misma y ya no
puedo jugar con ella», llora Ana.
Daniel no sabe qué decir o qué hacer para que Ana no esté tan triste.
Ana le pregunta: «¿Por qué los niños son tan malos?», y Daniel le contesta: «Yo no
soy malo, soy tu amigo».
El trabajo de mamá
La mamá de Ana trabaja muchas horas en casa y suele estar mucho rato delante del
ordenador escribiendo cosas. A Ana le gusta mucho mirar a su mamá. Le encanta ver
cómo trabaja, la quiere tanto…
Pero también le gusta mucho jugar con su mamá. Es muy divertida y juega con ella a
las muñecas, le canta canciones y le ayuda a hacer bonitos dibujos.
Esta tarde Ana quiere jugar, de modo que se acerca a su mamá despacito y le tira
suave de la camisa: «Mami, mami, ¿me haces caso?». Su mamá responde: «Ahora no,
Ana», sin dejar de escribir. «Estoy muy ocupada.»
Ana insiste: «Mami, quiero jugar, vamos a hacer algo juntas».
«Ana, déjame, tengo trabajo, vete a jugar con Bigotes», responde muy seria su mamá.
«Pero mami», dice Ana, «quiero jugar contigo, por fa, sólo un ratito, un ratito», repite
Ana.
«¡Ya está bien, Ana!», le grita su mamá, «¡tengo mucho trabajo y ahora no puedo
estar contigo! No molestes y déjame trabajar», le grita empujándola fuera de la
habitación.
111
sonríe. Parece muy buena. Y le pregunta: «Niño, ¿quieres jugar conmigo?».
Daniel no está seguro. Sabe que debe ir al colegio y no debe jugar con extraños, pero
la mariquita parece simpática con esa gran sonrisa.
Después de pensarlo unos instantes, le dice: «Lo siento, mariquita, no puedo jugar
con extraños. Tengo prisa, debo irme al colegio».
Entonces la mariquita deja de sonreír y comienza a gruñir fuerte: «Grrrr, grrrr».
Daniel empieza a caminar deprisa y más deprisa. Mira hacia atrás y ve que la
mariquita vuela hacia él. Está muy asustado y corre deprisa, deprisa, mientras grita
«¡mami, mami, ayúdame!».
De pronto se despierta sobresaltado. Está sudando.
Su mamá aparece corriendo. Ha sido todo un sueño. Una pesadilla.
112
Anexo II. Estrategias de afrontamiento emocional
Érase una vez una familia formada por el Señor «No me gusta», la Señora «A mí
tampoco» y el niño «No». Esta familia solía pasar mucho tiempo en su casa porque no
les gustaba hacer nada.
Si un vecino les visitaba y les invitaba a una fiesta, el padre siempre decía: «No,
gracias, no me gustan las fiestas». Y la madre añadía: «No, gracias, a mí tampoco me
gustan».
Y así con casi todo... «No, gracias, no me gusta el fútbol», «no, gracias, no me gusta
ir al parque», «no, gracias, no me gustan los juguetes».
Hugo, un niño que vivía junto a la familia No, los observaba mucho. Le gustaba
comprobar que nunca querían hacer nada y no podía entender que no les gustara el
parque o ir a una fiesta con amigos. El niño pasó muchos días pensando y pensando qué
podría gustarle a esta familia.
Un día Hugo se armó de valor y llamó a la puerta de la familia No para proponerles
un plan que no podrían resistir. Abrió la puerta el niño No y rápidamente Hugo le dio un
empujón. El niño No protestó y le dijo: «Oye, no me gusta que me empujes». Entonces
Hugo aprovechó y le dijo: «Vaya, perdona, entonces seguro que te gusta que te dé un
abrazo», y rápidamente lo abrazó. El niño No se quedó desconcertado.
Hugo continuó: «Mira, tengo un coche», y le dio un golpecito con el coche en la
cabeza. El niño No le dijo de nuevo: «Oye, no me des con el coche, no me gusta que me
peguen». Hugo rápidamente le dijo: «Entonces, jugaremos con el coche», y comenzó a
rodarlo, a pitar, a rodarlo muy rápido y frenarlo, a subirlo por las rampas. El niño No se
quedó maravillado con el juego. Hugo lo miró atentamente y le dijo: «Jugar es muy
divertido, ¿quieres jugar conmigo?».
El niño No dudó y dudó un buen rato, pero no podía resistirse a esos coches tan
bonitos. Se sentó al lado de Hugo y comenzó a jugar con él a los coches. Entonces Hugo
le dijo: «Sabía que no habías jugado nunca, sólo tenías que probarlo para comprobar que
te gustaría».
Desde entonces Hugo y el niño No salían juntos a jugar y este último ya sólo decía
«no, gracias, no me gusta» cuando algo realmente le molestaba.
113
La pequeña tortuga
Érase una vez una pequeña tortuga que tenía 2 añitos y había empezado a ir a la
escuela. A la tortuguita no le gustaba la escuela porque tenía que estar sentada, escuchar
a la profesora y a los niños y compartir sus juguetes. Ella quería correr y saltar y coger
todos los juguetes que le gustaban.
Todos los días Tortuguita se enfadaba por alguna cosa y se ponía muy muy furiosa.
Una vez porque un niño cogía un juguete suyo, otro día porque la profesora le regañaba,
otro día porque no quería comerse la fruta... y así todos los días. Tortuguita siempre se
enfadaba y se ponía muy furiosa: se ponía roja roja y gruñía a los niños, de modo que
casi siempre terminaba castigada. Por eso casi nadie quería jugar con ella.
Pero Tortuguita quería cambiar y disfrutar del colegio como los otros niños. Un día,
cuando iba hacia el colegio, se encontró con una tortuga muy mayor y sabia. La tortuga
le preguntó: «¿Qué te pasa, Tortuguita, por qué vas tan pensativa?».
Tortuguita le respondió: «Cuando me enfado, me pongo muy, muy furiosa, y a veces
rompo alguna cosa o pego a los niños. ¿Qué puedo hacer para no enfadarme tanto?».
La tortuga sabia le respondió: «El secreto lo llevas contigo. Es tu caparazón». Y le
enseñó a esconderse unos segundos en su caparazón para pensar y calmarse cuando
estuviera muy enfadada.
Tortuguita se fue al colegio muy contenta, deseando probar su nuevo truco secreto.
Así, cuando un niño le quitó un juguete, antes de gritarle y darle un manotazo, se
escondió en su caparazón unos segundos. Cuando estaba más tranquila, salió y le pidió
ayuda a la profesora. Así Tortuguita ya no se enfadaba tanto ni se ponía tan, tan furiosa y
empezó a jugar y disfrutar con los otros niños.
114
Anexo III. Historias cotidianas para trabajar las
emociones básicas
La alegría
A Daniel y Ana les han regalado un juego de construcciones y cubos que les
encantan. Les gusta mucho hacer torres, trenes y castillos con los cubos. ¿Cómo se
sentirán?
A Bigotes le encantan los helados y Ana le ha comprado uno muy grande de
chocolate. ¿Cómo se siente Bigotes?
Ana y Bigotes han ido juntos al parque de atracciones. Había colchonetas y camas
elásticas. Han estado saltando y jugando todo el rato. ¿Cómo se sienten?
La tristeza
Daniel está jugando con la pelota y «paf», de repente se pincha y ya no puede jugar
más con ella. Se ha roto. ¿Cómo se siente?
Ana estaba haciendo un dibujo muy bonito cuando se acercó un niño de la clase y lo
pintó por encima con otra pintura. Su dibujo se ha estropeado y Ana comienza a llorar.
¿Cómo se siente?
Un día en el médico la enfermera pinchó a Daniel en el brazo para ponerle una
vacuna. A Daniel el pinchazo no le gustó porque le hacía daño y comenzó a llorar.
¿Cómo se siente Daniel?
El enfado
A Ana le encanta repartir los baberos en la comida y quería que hoy le tocara ser
camarera. Pero hoy le tocaba a otro niño. ¿Cómo se siente?
Ana está jugando a los médicos y Daniel se acerca para jugar con ella. Se lo pide por
favor, pero Ana no quiere. A Daniel le gusta mucho jugar a los médicos con la bata y el
termómetro e insiste e insiste hasta que al final se pelean. ¿Cómo se sienten?
Daniel está haciendo una torre y un castillo con los cubos y de repente se acerca un
amigo y se la tira. Daniel se pone rojo y le entran muchas ganas de gritar. ¿Cómo se
115
siente?
Ana está jugando con su muñeca cuando se acerca otra niña que se la quiere quitar.
Ana protesta y no la suelta, pero la otra niña tira y tira y al final la muñeca se rompe.
¿Cómo se siente Ana?
El miedo
A Daniel no le gustan nada las arañas y cuando se fue por la noche a dormir se
encontró una en su habitación. Daniel salió corriendo a contárselo a su mamá. ¿Cómo se
sentía?
A veces llueve mucho, mucho, la lluvia golpea las ventanas, hay rayos y truenos que
suenan muy fuerte, como si la casa fuera a caerse. A Ana no le gusta nada la tormenta.
¿Cómo se siente?
Bigotes está dormido profundamente y sueña que está en un parque. De repente
aparece un monstruo feo, muy grande, que gruñe muy fuerte: «¡Arggg!». Bigotes pega
un brinco y sale corriendo muy deprisa, muy deprisa, diciendo: «¡Ay, ay, ay, qué
monstruo más feo, no me comas!».
Ana y Daniel están viendo dibujos en la televisión. Los personajes están en un castillo
muy grande y viejo; está oscuro y no se ve bien, y de repente aparece un fantasma
diciendo «¡uuuh, uuuh!». Los dos niños dan un grito y un salto y corren a contárselo a
mamá y papá.
116
Anexo IV. Materiales
— Tres marionetas: niña, niño y perro. De forma opcional se puede utilizar también una
tortuga, si se emplea esta técnica.
— Doce láminas grandes, individuales, donde para cada marioneta se representen las
cuatro emociones básicas.
— Lotos de cuatro imágenes:
Panel de dos columnas con tantas filas como alumnos del aula (normalmente veinte
niños).
117
• Veinte caras contentas.
• Veinte caras tristes.
• Veinte caras enfadadas.
• Veinte caras asustadas.
• Cuatro cajetines para guardar las caras.
118
PARTE SEGUNDA
119
Pensando las emociones de 4 a 5 años
120
3. Pensando las emociones con 4 años: los inicios del
diálogo entre iguales
Introducción
Hacia los 4 años los niños comienzan de forma genuina una de las tareas más
importantes de la vida: hacer amigos. Aunque existen diferencias individuales y no todos
los niños siguen la misma pauta, algunos comienzan en esta edad a dar un sentido
especial a las relaciones con otros niños. En muchos casos aparece por primera vez «el
mejor amigo». Este amigo puede variar a lo largo del tiempo, pero se convierte en
alguien especial con quien se mantiene una relación particular. Este tipo de relación
marca el inicio de la intimidad entre iguales, una novedad que a partir de este momento
los niños irán descubriendo en sus relaciones con los demás. Los niños que comienzan
amistades especiales en esta edad pueden mantenerlas durante largos períodos de tiempo,
es decir, conservan uno o dos mejores amigos durante uno o varios años.
En general, los niños siguen ciertos criterios para escoger a sus amigos. A veces se
trata simplemente de una cuestión espacial o temporal (el niño que se sienta al lado o con
el que coincide en el autobús se convierte en amigo), pero a lo largo del curso los adultos
pueden observar que los niños se hacen amigos de aquellos con los que disfrutan
compartiendo actividades. En este sentido, el juego de ficción tiene un importante papel
aglutinador de la amistad. A los 4 años los niños pasan gran parte de su tiempo
realizando juego de ficción. Cuando los niños comparten escenarios ficticios y disfrutan
del intercambio y la dinámica del juego, se crea el contexto ideal para que aparezca la
intimidad y se generen esas relaciones especiales que pueden tener continuidad.
Por otra parte, a los 4 años los niños empiezan a poder considerar el punto de vista
ajeno y a entender las necesidades de los demás. Este importantísimo hito cognitivo tiene
una gran repercusión en las relaciones con otros niños porque facilita la reciprocidad y la
armonía en los intercambios. No es extraño, pues, que los niños con mayores habilidades
mentalistas sean también los más aceptados socialmente.
El inicio de la importancia de la amistad que surge en esta edad presenta también un
riesgo: los niños con pocas habilidades socioemocionales pueden empezar a sufrir cierto
rechazo. El rechazo y el aislamiento social pueden convertirse con la edad en un grave
problema. La ausencia de indicaciones claras sobre cómo ser social y emocionalmente
competente a lo largo de la infancia complica la situación y hace que la prevención
resulte especialmente relevante.
121
El objetivo principal del programa en esta edad es que los niños comiencen a dar un
sentido propio al conocimiento emocional básico que ya tienen. Los cuentos que se
presentan en el anexo I, p. 255, serán a partir de ahora el hilo conductor del programa y a
través de su lectura se irán presentando diferentes temas para estimular el pensamiento
infantil. A través de los diálogos y la reflexión con los iguales se pretende que empiecen
a hacerse preguntas sobre qué son las emociones, para qué sirven, qué significado tienen,
cómo se deben expresar, etc. El conocimiento que se pretende fomentar en esta edad está
todavía centrado en uno mismo, aunque se favorece también la consideración de los
demás. Existen dos razones para ello. La primera es que a los 4 años todavía muchos
niños tienen dificultades para descentrarse. La segunda y más importante es que el inicio
de la práctica dialógica no puede hacerse sin tomarse uno mismo como referencia básica.
Así pues, para empezar a reflexionar sobre, por ejemplo, qué es la tristeza y dialogar con
otros niños sobre ella, es necesario que el niño tome su propia experiencia como
referencia básica. En este sentido, este programa repasa los contenidos del programa
anterior modificando dos cuestiones. Por una parte, ya no se trabaja por componentes
sino por emociones. Este cambio pretende que los niños profundicen en los matices y
complejidades que caracterizan las emociones básicas. Por otra parte, se fomenta el
trabajo dialógico y la reflexión sobre contenidos básicos ya aprendidos en el programa
anterior. Así pues, no se trata tanto de identificar una emoción como de reflexionar y
preguntarse por ella. A partir de este momento el profesor debe perder mucho
protagonismo para cedérselo a los niños. Ellos serán los verdaderos autores de su propio
conocimiento emocional y social.
A modo de orientación, se propone el siguiente cronograma:
TABLA 3.1
Propuesta de contenidos a trabajar en función del número de sesiones
122
1. La mariposa herida: separando «sentirse bien» y «sentirse mal»
Una primera cuestión interesante sobre la que reflexionar con los niños tiene que ver
con la expresión «estar bien». Esta primera distinción ya se introdujo con los niños de 2
y 3 años, pero de una manera muy diferente. Como ya sabemos, los contenidos del
programa son similares en muchas ocasiones y lo que varía es la forma de trabajarlos. En
general, a través de esta distinción se manifiesta que nuestro estado de ánimo general es
positivo cuando alguien nos pregunta «¿cómo estás?», y por eso nos vamos a detener en
primer lugar en la reflexión sobre lo que significa estar bien y estar mal. Se trata de una
primera distinción básica que permitirá después profundizar en otras emociones tanto
positivas como negativas. A continuación propondremos alguna actividad
complementaria para reflexionar sobre la alegría. En general, consideramos que al pensar
en «sentirse bien» los niños se referirán principalmente a la alegría. En este sentido, sería
conveniente que las reflexiones que se verbalicen, las situaciones que se identifiquen y
las expresiones que se manifiesten cuando se dialogue sobre qué es «sentirse bien» se
refieran a la alegría. Para que el contenido no resulte redundante para los niños, sólo
proponemos dos actividades adicionales sobre la alegría (una a través del dibujo y otra
para realizar en casa). Aun así, si el profesor lo considera necesario, puede adaptar el
esquema de trabajo que se utiliza para las otras tres emociones básicas y aplicarlo
también a la alegría.
123
Antes de proponer las actividades, es necesario realizar una aclaración sobre el cuento
«La mariposa herida». Este cuento pretende introducir una primera reflexión sobre los
estados emocionales básicos y en particular sobre la alegría, pero en él aparecen varias
emociones. Por una parte, los niños se sienten bien y están contentos de ir a cazar
mariposas, pero también se preocupan y se entristecen cuando se dan cuenta de que la
mariposa tiene un ala rota. Al igual que en las situaciones reales, las emociones cambian
con mucha facilidad y a veces se entremezclan de forma confusa. La idea de la
ambivalencia emocional se trabajará de forma específica en el curso siguiente (véase el
cuento «La mariquita gigante»), pero se trata de un elemento constante que aparecerá en
algunas historias. Así pues, el profesor puede ir introduciendo esta idea desde el inicio si
lo considera oportuno u obviarla hasta que la trabaje de forma más sistemática a los 5
años.
Para comenzar las actividades sobre cómo nos sentimos, se proponen una serie de
cuestiones relacionadas con la diferencia básica entre estar bien y estar mal. El objetivo
es empezar con un guión de discusión que permita introducir el tema relacionándolo con
el cuento para luego reflexionar sobre otras cuestiones más abstractas. En este guión de
discusión se plantean las primeras preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «La mariposa herida» (p. 255), el profesor inicia una
comunidad de investigación sobre qué significa estar bien y qué significa estar mal.
Las preguntas que aparecen a continuación son una mera indicación. En realidad, son
los propios niños quienes decidirán qué cuestiones del cuento debatir, pero si no
aportan ninguna sugerencia el profesor puede utilizar esta guía. Estas preguntas se
pueden adaptar y modificar en función de los intereses del grupo, las circunstancias
específicas, etc.
• ¿Por qué Daniel piensa que la mariposa se siente bien, se siente a gusto? ¿Qué
signos exteriores le han podido dar esa impresión?
• ¿Qué signos exteriores te pueden hacer pensar que un compañero está bien o se
encuentra mal en clase?
• ¿Cómo puedes saber si un perro se encuentra bien o mal?
• ¿Cómo sabes si tú te encuentras bien o mal?
• ¿Qué significa «estar a gusto» o «estar bien»? ¿Qué significa «encontrarse mal» o
«estar mal»?
• ¿Qué hacemos cuando nos sentimos bien?
• ¿Qué hacemos cuando nos sentimos mal?
• ¿Qué es más agradable, estar bien o estar mal? ¿Por qué?
124
• ¿Crees que tus amigos sienten lo mismo que tú en las mismas situaciones? ¿Por
qué?
• ¿Puede ser que un niño esté siempre bien, en todas partes?
• ¿Puede ser que un niño esté siempre mal, en todas partes?
• ¿Qué se puede hacer para que los niños estén bien?
Una vez que los niños han reflexionado sobre lo que significa estar bien y estar mal,
el objetivo es que aprendan a identificar cuándo los otros y ellos mismos se sienten bien
o mal. Como se menciona en la introducción, se trata de una distinción básica y muy
general que engloba diferentes emociones. De momento, el objetivo es ser capaz de
realizar esta gran distinción para más adelante profundizar en las distintas emociones. A
través de esta actividad, y tomando como base el cuento, los niños identificarán si los
personajes se sienten bien o mal e irán tomando conciencia de las situaciones internas y
externas que provocan uno u otro estado. Gracias a los matices que vayan surgiendo, se
puede empezar a nombrar todo el conjunto de emociones que se engloban bajo el «estar
bien» y todo el conjunto de emociones que se engloban bajo el «estar mal». De esta
forma, los niños empezarán a manejar todo un grupo de términos lingüísticos
relacionados con las emociones.
125
los niños utilicen sólo la comunicación no verbal. Al eliminar el lenguaje oral, deberá
realizarse un esfuerzo para dar a entender el estado que se quiere representar sólo
mediante gestos, posturas, etc.
— El profesor utiliza una cámara fotográfica en clase. A lo largo del día irá
fotografiando las expresiones faciales de los niños en diferentes situaciones positivas
o negativas. También puede pedir a cada uno de los niños que ponga una cara que
refleje un estado positivo y una cara que refleje un estado negativo. Antes de iniciar
la sesión de fotos, el profesor puede recordar a los niños la variedad de emociones
positivas y negativas que han ido viendo. De esta forma, los niños podrán ir variando
sus expresiones. Una vez que las fotografías estén reveladas, se puede construir un
mural en el que se expongan por un lado las expresiones de emociones positivas y,
126
por otro, las expresiones de emociones negativas.
Un ejemplo de rincón de FpN y del mural realizado con las fotografías de los niños.
— Otra posibilidad es que los niños traigan las fotografías de casa y a partir de ese
material se elabore un mural en clase. En caso de que la actividad se realice así, los
padres deberán buscar fotografías de sus hijos en las que muestren diferentes
expresiones y recordar con ellos la situación que provocó el estado emocional.
Una vez que los niños han trabajado la distinción fundamental entre sentirse bien y
mal, el profesor puede proponer algunas actividades sencillas para trabajar de forma un
poco más específica la alegría. Esta emoción, al igual que el resto de las emociones
básicas, se volverá a trabajar el curso siguiente aunque desde un punto de vista más
complejo. No obstante, a partir de nuestra propuesta, el profesor puede decidir qué
actividad realizar y qué nivel de complejidad plantear.
Como ya explicamos en los programas para niños de 2 y 3 años, una manera
interesante de expresar las emociones es a través del dibujo. Se trata de una forma
127
concreta y visual de expresar un estado anímico que ayudará a los niños a conceptualizar
y caracterizar mejor esta emoción. A los 4 años los niños ya podrán hacer cada uno un
dibujo propio que represente una idea o una situación concreta. El objetivo de esta
actividad es que los niños representen de forma gráfica la alegría para que plasmen la
visión que tienen de ella. Esta actividad requiere que los niños hagan el esfuerzo de
«poner cara» o «dar forma» a su visión de la alegría.
— El profesor pide a los niños que hagan un dibujo de la alegría (o de algo alegre si «la
alegría» resulta un concepto demasiado ambiguo o complejo para los niños). El
profesor puede pedir a cada niño que le explique su dibujo y anotar la situación en el
propio dibujo. También puede realizar un turno de palabra para que cada niño
explique su dibujo al resto de la clase y colgarlos después en algún rincón de la clase.
Para finalizar estas actividades, se propone a los niños que realicen una tarea con sus
padres y la anoten en su cuaderno. El objetivo es que los niños conversen con sus padres
acerca de la distinción entre sentirse bien y sentirse mal o sobre las actividades que se
realizan en casa y producen alegría.
128
podría considerarse una mezcla de enfado y tristeza que poco a poco irá definiéndose de
forma más clara. Durante los años de Educación Infantil, los niños muestran tristeza en
numerosas ocasiones.
A continuación proponemos una serie de actividades que pueden ayudar a los niños a
reflexionar y definir la tristeza, identificarla y expresarla de forma adecuada.
Para comenzar las actividades sobre la tristeza, se proponen una serie de cuestiones
para que los niños inicien una reflexión conjunta. El objetivo es empezar con un guión
de discusión que permita introducir el tema relacionándolo con el cuento, para luego
pensar sobre otras cuestiones más abstractas. En este guión de discusión se plantean las
primeras preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «La muñeca» (p. 256), el profesor inicia una comunidad de
investigación sobre la tristeza. Las preguntas que aparecen a continuación son una
mera indicación. En realidad, son los propios niños quienes decidirán qué cuestiones
del cuento debatir, pero si no aportan ninguna sugerencia, el profesor puede utilizar
esta guía. No obstante, estas preguntas se pueden adaptar y modificar en función de
los intereses del grupo, las circunstancias específicas, etc.
Uno de los principales objetivos al trabajar las emociones simples es que los niños
aprendan a identificarlas. Esto implica reconocer qué emociones se suelen sentir en
diferentes situaciones y qué elementos de esas situaciones provocan una u otra emoción.
Con esta actividad se persigue que los niños aprendan a identificar la tristeza que puede
129
darse en diferentes situaciones pero descentrándose y adoptando el punto de vista de otro
personaje. A través de las situaciones que se presentan, los niños pueden observar que la
tristeza puede ligarse tanto a situaciones concretas (ocurre algo que provoca tristeza)
como a cuestiones más internas (por ejemplo, cuando un deseo no se cumple). Además,
a través de los matices que puedan aparecer en las situaciones, se pueden trabajar
diferentes etiquetas lingüísticas que ayuden a identificar mejor los diversos elementos
que acompañan la tristeza (por ejemplo, la pena, la soledad, la decepción, etc.).
— El profesor propone a los niños las siguientes situaciones y les pide que identifiquen
las emociones de los personajes:
— Después de reconocer las emociones, el profesor puede proponer a los niños que
identifiquen las reacciones físicas que acompañan a cada una de ellas.
130
sshhh; pluf, rrrr, bum, ñac, plash.
— A continuación, el profesor pide a varios niños, de forma individual, que pongan
caras y hagan gestos de dolor, soledad, pena, preocupación y tristeza. El resto de la
clase tiene que adivinar de qué emoción se trata.
Una manera interesante de expresar las emociones es a través del dibujo. Se trata de
una forma concreta y visual de expresar un estado anímico que ayudará a los niños a
conceptualizar y caracterizar mejor esta emoción. El objetivo de esta actividad es que los
niños representen de forma gráfica la tristeza para que plasmen la visión que tienen de
ella. Esta actividad requiere que los niños hagan el esfuerzo de «poner cara» o «dar
forma» a su visión de la tristeza. La actividad puede plantearse de dos maneras:
— El profesor pide a los niños que hagan un dibujo de la tristeza (o de algo triste si «la
tristeza» resulta un concepto demasiado ambiguo o complejo para los niños) y luego
lo expliquen a sus compañeros.
— El profesor pide a los niños que hagan un dibujo de la tristeza (o de algo triste si «la
tristeza» resulta un concepto demasiado ambiguo o complejo para los niños) y luego
lo expliquen a sus compañeros. Posteriormente el profesor pide a los niños que
conviertan su dibujo en un dibujo alegre y expliquen cómo lo han hecho. Por
ejemplo, se puede proponer un formato similar al «cómic» con tres escenas: en la
primera escena se presenta la situación triste, en la segunda se hace algo para dejar de
estar triste y en la tercera se presenta el final feliz. Esta segunda fase de la actividad
1
podría empezar a introducir las estrategias que se pueden utilizar ante la tristeza .
Para finalizar las actividades sobre la tristeza, se propone a los niños que realicen una
tarea con sus padres y la anoten en su cuaderno. El objetivo es que los niños conversen
con sus padres acerca de la tristeza y las estrategias que suelen emplearse en casa para
afrontarla.
— El profesor pide a los niños que en casa, con la ayuda de sus padres, identifiquen y
anoten situaciones que han causado tristeza a alguno de los miembros de la familia.
El objetivo es que padres e hijos hablen de las situaciones y de las emociones vividas
y que ambos intenten explicar por qué dicha situación provocó tristeza. Padres e hijos
pueden introducir todos los matices que consideren interesantes (grados de tristeza,
estrategias de afrontamiento, etc.). El profesor puede utilizar el material elaborado en
casa para introducir algún diálogo complementario en clase.
131
3. El amor de mamá: trabajando el enfado
A través de este cuento se presenta otra de las emociones básicas: el enfado. Sentimos
enfado cuando algo o alguien nos impide conseguir lo que queremos. Así pues, para
entender las causas del enfado es muy importante reconocer el obstáculo que impide que
se alcancen las metas. El enfado es una emoción que aparece desde el nacimiento y se
expresa de forma muy significativa. Los bebés lloran de una forma especial cuando se
enfadan o se frustran y también lo manifiestan con expresiones faciales muy
características. Desde muy pronto los niños son capaces de reconocer y anticipar el
enfado en los otros. A partir del año, los niños pequeños empiezan a probar los límites
del enfado en el adulto y desafían abiertamente las normas impuestas. Como vimos en
los programas para niños más pequeños, también desde muy pronto muchos de ellos se
dejan arrastrar por el enfado y tienen reacciones exageradas que denominamos
«rabietas». A estas edades los niños todavía no disponen de las estrategias de control ni
de la madurez suficiente como para poder afrontar la frustración que sienten cuando no
consiguen lo que pretenden. Durante toda la etapa de Educación Infantil los adultos
intentan ayudar a los niños a controlar el enfado y relativizar las situaciones negativas.
La comprensión y el manejo adecuado de esta emoción pueden ser muy útiles para todos
los niños y, sobre todo, para aquellos que tienen especiales dificultades en el control
emocional.
Las actividades que proponemos tienen como objetivo que los niños reflexionen
sobre el enfado, lo definan, que aprendan a identificarlo y empiecen a reflexionar sobre
cómo controlarlo cuando sea necesario.
A continuación se proponen una serie de cuestiones sobre las que los niños pueden
debatir. La finalidad, como siempre que se inicia el trabajo sobre una nueva emoción, es
introducir el tema mediante un guión de discusión que permita relacionarlo con el
cuento. Más adelante, y en función de cómo se desarrolle el debate, se pueden introducir
otras cuestiones más abstractas. En este guión de discusión se plantean las primeras
preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «El amor de mamá» (p. 257), el profesor inicia una
comunidad de investigación sobre el enfado. Las preguntas que aparecen a
continuación son una mera indicación. Como ya sabemos, son los propios niños
quienes deberían decidir qué cuestiones del cuento debatir. No obstante, si los niños
no aportan ninguna sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía adaptando y
modificando las preguntas según lo considere oportuno.
132
• ¿Por qué se ha enfadado la mamá de Ana?
• ¿Tenía motivos para enfadarse?
• ¿Tu mamá o tu papá a veces se enfadan contigo? ¿Por qué?
• ¿Tienen razón en enfadarse?
• ¿Tu hermano a veces se enfada contigo? ¿Por qué?
• ¿Tu profesora a veces se enfada contigo? ¿Por qué?
• ¿Tiene razones para enfadarse?
• ¿Cómo se siente Ana cuando su mamá se enfada con ella?
• ¿Cómo nos sentimos cuando alguien se enfada con nosotros?
• ¿A veces te enfadas con alguien? ¿Por qué razones te sueles enfadar?
• ¿Qué hacemos cuando nos enfadamos?
• ¿Notas algo dentro del cuerpo cuando te enfadas?
• ¿A veces te enfadas contigo? ¿Por qué?
• ¿Crees que es bueno enfadarse?
Para que los niños puedan llegar a controlar el enfado, es necesario que identifiquen
las situaciones que lo provocan. El enfado puede ser más o menos intenso y se puede
aprovechar esta ocasión para que los niños vayan tomando conciencia de los diferentes
grados de enfado que pueden experimentar. Como en otras emociones, partiremos de las
situaciones que identifiquen los propios niños para que el trabajo sea más significativo.
— El profesor inicia un turno de palabra y pide a los niños que identifiquen situaciones
que les causan enfado. Una vez que el profesor anota las diferentes situaciones, puede
pedir a los niños que intenten determinar qué situaciones causan mucho enfado y qué
situaciones causan poco enfado en los niños. El profesor irá anotando la clasificación
en una tabla en la pizarra asegurándose de que los niños coinciden en la clasificación
que se va proponiendo. Si no hubiera consenso en la clasificación, sería necesario que
los niños explicitaran y justificasen su desacuerdo. Una vez que la clasificación esté
terminada, el profesor puede preguntar a los niños qué tipo de enfado es más fácil de
manejar y por qué. Como ya sabemos, lo más importante es que los niños expliciten
su punto de vista y puedan enriquecerlo a partir de las aportaciones de sus
compañeros.
— Otra posibilidad es que los niños realicen esta actividad en casa con sus padres. El
profesor pedirá que piensen junto con sus padres en dos situaciones reales que
133
provocaron enfado en el niño pero en grados diferentes. Los padres anotarán una
situación en la que el niño sintió mucho enfado y otra que le causó poco enfado y se
resolvió fácilmente. Con estas aportaciones, el profesor puede realizar la clasificación
con la colaboración de todos los niños de la clase y preguntar después sobre el posible
control de los enfados.
Como complemento a la actividad que se acaba de llevar a cabo, con ésta se pretende
que los niños aprendan a reconocer y expresar el enfado de forma adecuada. Al igual que
en las emociones anteriores, se trabajará sin el lenguaje oral. De esta manera los niños
practicarán otro tipo de comunicación esencial para entender cómo se sienten los demás
y tendrán que reflexionar sobre las formas más comunes de expresar el enfado mediante
gestos.
Al igual que con las otras emociones, pediremos a los niños que plasmen de una
forma concreta y gráfica su visión del enfado. A través de esta forma de expresión, los
134
niños podrán conceptualizar y caracterizar mejor esta emoción. Esta actividad requiere
que los niños hagan el esfuerzo de «poner cara» o «dar forma» a su visión del enfado.
— El profesor pide a los niños que dibujen a una persona enfadada y luego expliquen la
situación a sus compañeros (¿quién es?, ¿por qué está enfadada?). Posteriormente, el
profesor pide a los niños que «quiten el enfado» al personaje que han representado en
el dibujo y expliquen qué ha hecho para dejar de estar enfadado. Por ejemplo, se
puede proponer un formato similar al «cómic» con tres escenas: en la primera escena
se presenta al personaje enfadado, en la segunda se hace algo para que deje de estar
enfadado y en la tercera se presenta al personaje contento. Esta forma de presentar la
actividad constituirá una introducción a las estrategias que se pueden utilizar ante el
2
enfado .
Para terminar con el enfado, se propone a los niños que realicen una tarea con sus
padres y la anoten en su cuaderno. El objetivo es que los niños conversen con sus padres
acerca de las situaciones que suelen provocar enfado en casa (tanto en los adultos como
en los niños) y las estrategias que se suelen emplear para afrontarlas. La verbalización de
las causas del enfado en los adultos puede contribuir a una mayor comprensión por parte
del niño de la importancia de las reglas que imponen los adultos y la necesidad de
seguirlas.
135
claramente qué cosas les producen esta emoción. El miedo es una emoción que
acompaña a los niños durante mucho tiempo aunque las características de personalidad
pueden modelar su intensidad y frecuencia de aparición. Existen ciertos elementos que
suelen provocar miedo en casi todos los niños, como la oscuridad, los ruidos fuertes o
ciertos personajes de ficción. Así pues, dado que la mayoría de los niños sienten miedo
con frecuencia y que en algunas ocasiones los miedos infantiles cobran una importancia
desproporcionada, es importante trabajar con los niños esta emoción. Aprender a
identificarlo, expresarlo y afrontarlo puede ayudar a muchos niños a aumentar la
confianza en sí mismos y ser más felices.
Las actividades que proponemos a continuación tienen como objetivo que los niños
reflexionen sobre el miedo y que aprendan a definirlo. Además, puede ser especialmente
útil que cada niño sea capaz de identificar las cosas que le producen miedo y empezar a
reflexionar sobre algunas estrategias sencillas que le permitan afrontarlo de manera
eficaz.
— Tras la lectura del cuento «La mariquita gigante» (p. 257), el profesor inicia una
comunidad de investigación sobre el miedo. Las preguntas que aparecen a
continuación son una mera indicación. Como ya sabemos, son los propios niños
quienes deberían decidir qué cuestiones del cuento debatir. No obstante, si los niños
no aportan ninguna sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía adaptando y
modificando las preguntas según lo considere oportuno.
136
• ¿Hay cosas de las que hay que tener miedo, por ejemplo, un precipicio? Si no
tuviéramos miedo, ¿qué pasaría?
• ¿Hay cosas que antes te daban miedo pero ya no? ¿Cuáles?
• ¿Qué ha pasado para que algunos de tus miedos hayan desaparecido? Explícalo.
Como se mencionó en la introducción, para que los niños puedan manejar el miedo es
necesario que identifiquen de forma clara las situaciones y los estímulos que se lo
provocan. Así, en este ejercicio no se presentan situaciones ajenas a los niños para que
identifiquen la emoción, sino que se pedirá a los propios niños que vayan mencionando
las cosas que les producen miedo. A través de este ejercicio, los niños irán tomando
conciencia de sus miedos y podrán incluso darse cuenta de que el miedo puede provenir
de situaciones externas o de reflexiones internas.
— El profesor inicia un turno para cada niño en el que pregunta qué cosas le provocan
miedo. Según los niños vayan mencionando situaciones, el profesor irá apuntándolas
en la pizarra. Cuando termine el turno y todos los niños hayan mencionado al menos
una situación, el profesor puede explicar a los niños la diferencia entre el miedo que
es provocado por un acontecimiento externo y el que viene suscitado por una
reflexión interna. Con la ayuda de los niños, el profesor puede elaborar una tabla en la
que queden clasificadas las situaciones en función de dicha distinción.
Cosas que nos dan miedo Las que vienen de fuera Las que vienen de mi cabeza
137
4.3. EL MIEDO SIN HABLAR
Al igual que con las emociones básicas anteriores, es conveniente trabajar con los
niños la expresión y el reconocimiento del miedo. Como complemento a la actividad
anterior, el objetivo ahora es que los niños aprendan a expresar y a reconocer de forma
adecuada el miedo y algunos de sus matices. Como se ha venido haciendo con las
emociones anteriores, se propone que los niños se expresen sólo mediante gestos y
entonaciones. De esta forma, se toma conciencia de la importancia de la comunicación
no verbal y se practica su uso adecuado. Se puede comenzar la actividad con el miedo y
ampliarla después a otras emociones diferentes.
— El profesor escoge varios niños y los organiza por parejas. A continuación les explica
que uno de ellos debe intentar dar miedo o asustar al otro sin hablar. Si los niños no
saben cómo actuar, el profesor puede sugerir diferentes formas (por ejemplo, dar un
susto, hacer de fantasma o de monstruo, «convertirse» en un animal que ataca, etc.).
El profesor explica al otro niño que debe hacer como si tuviera miedo y reaccionar en
consonancia. El resto de la clase aplaudirá si considera que el niño transmite
adecuadamente la sensación de miedo. Si no lo logra, los niños irán añadiendo los
gestos, actitudes y acciones que debe hacer para que parezca que tiene miedo de
verdad.
Al igual que con las otras emociones básicas, una manera interesante de expresarlas
es a través del dibujo. A través del dibujo los niños pueden conceptualizar y caracterizar
mejor el miedo y las situaciones que lo provocan. Así, el objetivo de esta actividad es
que los niños representen de forma gráfica el miedo y alguna situación que lo provoca.
— El profesor pide a los niños que dibujen el miedo (o una situación que lo provoca si
«el miedo» resulta demasiado abstracto). Los niños explican después sus dibujos a la
clase y cuentan qué situación han representado.
Una de las expresiones artísticas más adecuadas para provocar miedo es la música. El
objetivo de esta actividad es que los niños tomen conciencia de los diferentes elementos
que pueden provocar emociones. Aprovechando este recurso, se puede analizar qué
sentidos están implicados en las emociones y cuáles tienen un mayor impacto en cada
caso.
138
desasosiego. En un principio, puede pedir a los niños que escuchen la música con los
ojos cerrados. Después de la audición les pedirá que etiqueten la emoción que han
sentido al escuchar la música. A continuación, se intentará analizar con los niños qué
elementos de las melodías causan miedo y se pondrá de manifiesto cómo a través del
oído también se pueden sentir emociones.
— Se puede además aprovechar la actividad para trabajar otras emociones. Una vez que
se hayan escuchado las melodías asociadas al miedo, el profesor puede proponer otras
que causen tristeza y alegría. Igualmente se preguntará a los niños qué han sentido y
se indagarán los aspectos de las melodías que causan las emociones. El objetivo final
será explicitar cómo diferentes melodías pueden provocar distintas emociones.
Algunas de las propuestas musicales que se hicieron en el programa para niños de 2
años se pueden retomar (véase en parte anterior).
— Otra posibilidad es trabajar en clase el cuento «Pedro y el lobo». Las melodías que
Sergei Prokofiev compuso para cada uno de los personajes del cuento ofrecen claves
musicales suficientemente claras como para que los niños puedan intentar determinar
qué elementos musicales provocan una u otra emoción. Además, las diferentes
melodías del cuento reflejan muy bien diversas emociones como el miedo, la alegría,
el enfado y la tristeza.
139
Para finalizar las actividades sobre el miedo, se propone a los niños que realicen una
tarea con sus padres y la anoten en su cuaderno. El objetivo es que los niños conversen
con sus padres acerca de diferentes cuestiones relacionadas con el miedo. Tal y como se
han elaborado las actividades sobre esta emoción, el profesor puede escoger entre las
diferentes tareas que a continuación se presentan para que los niños la realicen en casa.
140
de responsabilidad personal implicado en él suele ser mayor.
Las actividades que se han diseñado y se proponen a continuación tienen como
finalidad que los niños comprendan qué es el orgullo, puedan identificar el tipo de
situaciones en las que aparece y entiendan las consecuencias que tiene para la valoración
de sí mismos. Por otra parte, esta emoción puede ser relevante en el contexto de las
interacciones cotidianas de los niños. A través del orgullo se puede trabajar la empatía y
se pueden promover relaciones de igualdad cuando el orgullo deviene en modestia.
— Tras la lectura del cuento «El partido de fútbol» (p. 258), el profesor inicia una
comunidad de investigación sobre el orgullo. Las preguntas que aparecen a
continuación son una mera indicación. Como ya sabemos, son los propios niños
quienes deberían decidir qué cuestiones del cuento debatir. No obstante, si los niños
no aportan ninguna sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía adaptando y
modificando las preguntas según lo considere oportuno.
141
¿se habría sentido igual de orgullosa?
• Si un niño consigue dar el salto más grande que nunca ha dado pero no hay nadie
a su lado para felicitarle, ¿podrá estar orgulloso o sentirse orgulloso de lo que ha
hecho? Explica tu respuesta.
• A un niño no se le da muy bien dibujar, pero esta vez ha estado trabajando en su
dibujo con mucho cuidado, ha elegido los colores más bonitos que tenía y le ha
costado mucho tiempo y esfuerzo; no obstante, los demás piensan que el dibujo
es normal. ¿Sentirá también orgullo? ¿Por qué?
• Un niño ha ayudado a un amigo que se ha caído y se ha hecho daño en la mano.
Le ha acompañado hasta la enfermería para que le curen la herida. ¿Se sentirá
orgulloso? ¿Por qué?
• Un niño va de camino al colegio. En el trayecto se encuentra a un niño más
pequeño que llora porque ha perdido los lápices de colores. El niño saca su
estuche y le da sus lápices de colores al niño pequeño. ¿Se sentirá orgulloso?
¿Por qué?
Para que los niños puedan entender qué es el orgullo, se puede comenzar
identificando las situaciones que lo provocan. De esta manera, los niños parten de
hechos concretos ligados a su propia experiencia que les pueden ayudar a comprender
mejor la emoción que van a trabajar.
— El profesor inicia un turno de palabra y pide a los niños que recuerden una situación
en la que hicieron algo bien, fueron felicitados y se sintieron orgullosos. El profesor
puede comenzar poniendo él mismo un ejemplo de alguna situación que haya
ocurrido en la clase para que resulte más fácil. Si los niños no supieran poner
ejemplos, el profesor puede ayudarles recordando algunas situaciones. Se puede
trabajar poniendo en común los siguientes aspectos:
Al igual que con las emociones básicas anteriores, es conveniente trabajar con los
niños la expresión y el reconocimiento del orgullo. Ahora bien, dado que se trata de una
emoción compleja, es más difícil encontrar una expresión facial inequívoca y clara que
indique orgullo. Los gestos de orgullo pueden ser medios más claros y eficaces de
comunicar esta emoción. El objetivo a trabajar ahora es triple: por una parte, que los
142
niños aprendan a expresar y reconocer el orgullo; por otra, que tomen conciencia de los
gestos que se pueden emplear para expresarlo, y, por último, que se den cuenta de la
dificultad de la expresión facial. Se puede comenzar la actividad con el orgullo y
contrastar después con las emociones básicas que sí tienen una expresión facial clara.
— El profesor pide primero a los niños que pongan cara de orgullo delante de un espejo.
Ante la dificultad que encontrarán, se les puede plantear la pregunta de otra forma: si
no se puede poner cara de orgullo, ¿qué hacemos cuando estamos contentos por algo
que hemos hecho bien? ¿Qué hacemos cuando, por ejemplo, ganamos una carrera? O
¿qué hace un futbolista cuando mete un gol? Y también, ¿cómo podemos indicar a
otra persona sin hablar que ha hecho algo bien? Mediante estas preguntas, e
introduciendo situaciones concretas, el profesor intentará que los niños terminen por
realizar algunos gestos que significan orgullo o reconocimiento (como por ejemplo, el
signo OK, levantar uno o dos pulgares hacia arriba, levantar un puño cerrado,
levantar los brazos o realizar el signo de victoria [V] con los dedos índice y medio).
— Otra posibilidad es que el profesor pida a los niños que adopten una postura
orgullosa. Ésta podría describirse como de pie, con el cuello y el mentón bien
levantados, los ojos muy abiertos y dispuestos a afrontar cualquier problema, el pecho
henchido y los pies firmes y bien plantados en el suelo.
Una vez más, para que los niños plasmen de forma concreta sus emociones y las
situaciones que las provocan, podemos recurrir al dibujo. El objetivo de esta actividad
es, pues, que los niños concreten y expresen mediante el dibujo una situación en la que
sintieron orgullo o intenten dibujar una cara que plasme esa emoción.
— El profesor pedirá a los niños que dibujen el orgullo, una cara de orgullo o una
situación en la que se sintieron orgullosos. Si el profesor lo considera oportuno, puede
pedir a los niños que expliquen sus dibujos al resto de la clase.
Para las emociones complejas, que implican relaciones sofisticadas con los demás,
puede ser útil que los niños intenten construir una definición entre todos. Aunque es un
trabajo complejo que implica una gran capacidad cognitiva, se puede intentar construir
una definición sencilla y adaptada. Así, a partir de la reflexión ligada al cuento y de las
experiencias personales de los niños, se trata de dar una definición clara y simple de lo
que es el orgullo, en qué situaciones aparece y qué consecuencias tiene. Se trataría de
esclarecer, a través de la puesta en común, el esquema causal del orgullo y el papel
143
fundamental que desempeña el reconocimiento social en su aparición.
— El profesor puede partir de las situaciones que los niños han relatado y del propio
cuento y, por ejemplo, hacer un listado de ellas, sacar sus rasgos comunes y llegar a
una definición. Se trata de una actividad que guiará el profesor pero con la
participación de los niños, que serán quienes, al final, obtendrán la definición.
— Si en la definición que los niños construyan no aparece de forma espontánea, el
profesor debe incidir en el hecho de que el reconocimiento de los demás y la
contribución a la cooperación son dos elementos clave en la aparición del orgullo.
Hasta ahora las actividades se han centrado en definir e identificar el orgullo. Una vez
que los niños hayan alcanzado este objetivo, se puede pasar a un segundo estadio más
complejo en el que se van a intentar matizar y distinguir otras manifestaciones que
aparecen ligadas al orgullo.
Como ya se ha mencionado, sentirse orgulloso y gozar del reconocimiento social
repercuten en la autoestima de las personas. Uno se sabe competente cuando el resto le
felicita al haber hecho algo bien. Felicitar y animar a los niños pequeños cuando realizan
algo bien es la mejor manera de contribuir a una sana autoestima. No obstante, el exceso
de autoestima puede traducirse en arrogancia y despertar en los demás sentimientos
negativos que dificulten una socialización adecuada. Al contrario, cuando se dan
respuestas en las que se quita importancia a lo conseguido, se facilita integrarse en un
grupo y ser aceptado. Éstas serían respuestas modestas. La modestia constituye una
habilidad social porque al despreciar los méritos propios la persona ya no constituye una
amenaza para la autoestima de los demás ni provoca envidia. Así, se trata de una
estrategia que evita el rechazo y, por tanto, facilita la aceptación.
La actividad que se propone tiene como objetivo que los niños realicen una pequeña
reflexión sobre estas dos manifestaciones y las consecuencias que tienen cuando
interactúan con los demás.
— El profesor cuenta a los niños una historia que trata sobre el orgullo, la modestia y la
arrogancia y organiza después una discusión. La historia dice así:
Una vez que haya leído la historia, el profesor formula las siguientes preguntas a
144
los niños:
• ¿Te parece que es una buena respuesta para hacerse amigos? ¿Por qué?
• Si Juan dijera «Ya, siempre gano todas las carreras porque soy el mejor», ¿crees
que también tendría amigos? ¿Por qué?
Con las respuestas que vayan dando los niños, el profesor irá aclarando las dos
manifestaciones y haciendo hincapié en las ventajas e inconvenientes de cada una a la
hora de hacer amigos.
Juan siempre lleva ropa fea y un poco vieja. Hoy, sin embargo, lleva una
X
camiseta nueva y no para de decir lo guapo que está
145
(a) En esta situación Juan se siente orgulloso de su hermano pequeño. Es una
introducción a la siguiente actividad en la que se verá este tipo de orgullo.
(b) En esta situación podría considerarse que Juan se siente orgulloso (de alguna
forma, ha tenido éxito al relacionarse con los demás si se ha convertido en el niño más
querido de la clase), que siente alegría (si simplemente está contento por el resultado
pero no se atribuye el éxito) o que siente ambas cosas a la vez.
Cuando una persona que apreciamos hace algo bien nos sentimos orgullosos de ella.
En este caso, el orgullo que se siente es una manera de compartir el estado de felicidad o
alegría de otro. En esta actividad se pretende que los niños expliciten situaciones en las
que se han sentido orgullosos de alguien (o se han alegrado con o por alguien). El
objetivo final es que tomen conciencia de cuándo y por qué ocurre, de que es positivo
para uno mismo (produce placer, alegría o bienestar aunque no se refiera a uno mismo y
uno no sea el protagonista) y de que también ayuda a los demás a formarse una visión
positiva.
— El profesor propone a los niños que recuerden situaciones en las que se han alegrado
porque otra persona ha hecho algo bien. Puede empezar él mismo poniendo un
ejemplo real de la clase y animar a que los niños piensen en otras situaciones. Se
puede trabajar para aclarar las siguientes cuestiones:
Cómo
Situación Qué siento Qué efecto tiene en el otro
felicito
¿Quién hace algo ¿Me siento bien o Gestos y Si yo me alegro, ¿ayuda mi alegría a que el otro se
bien? mal? frases sienta bien?
— Este contenido también se puede trabajar mediante un guión de discusión a partir del
cuento en el que se ponga de relieve cómo los padres y amigos de Ana se sienten
orgullosos de ella, pero cómo también ella siente pena por el portero. El profesor
puede plantear las siguientes preguntas:
• En el cuento, los padres y los amigos de Ana están contentos por su éxito y
orgullosos de ella. ¿Se puede estar orgulloso del éxito de otra persona? Explica tu
respuesta.
• ¿Crees que Juan, el portero, estaba orgulloso de Ana? ¿Y los jugadores del equipo
de Juan? ¿Por qué?
• ¿Crees que Ana estaba triste cuando vio llorar a Juan? ¿Por qué?
146
• ¿Podemos estar a la vez tristes y orgullosos? ¿Y enfadados y orgullosos? ¿Y
tristes y contentos? Explica tu respuesta.
— El profesor pide al niño y a sus padres que busquen y peguen en el cuaderno del niño
dos fotografías. Una fotografía será de una situación en la que el niño sintió orgullo
(por ejemplo, una entrega de medallas, una obra de teatro en la que se ha participado,
etc.). La otra será una fotografía de un acontecimiento en el que otro (u otros)
miembro de la familia sintió orgullo. El objetivo es que los padres y el niño busquen
juntos la situación, la recuerden y hablen sobre qué siente el niño cuando él mismo
tiene éxito y qué siente cuando se alegra por el éxito de otros.
Las expresiones emocionales tienen una función en el comportamiento social: son los
indicadores de nuestros estados emocionales. A través de ellas sabemos cómo se sienten
los demás en las diferentes situaciones que compartimos. Sin embargo, en ocasiones
producimos señales falsas para que los demás las interpreten como si fueran verdaderas.
Esta discordancia entre la expresión y lo que verdaderamente sentimos funciona, en
algunas ocasiones, para promover actitudes o comportamientos, y en otras, para
mantener con los demás un tono de cordialidad. Es decir, a veces expresamos emociones
que no sentimos pero que son necesarias para mantener vivas las relaciones personales.
Algunas veces detectamos que las señales son falsas, pero las tomamos como verdaderas
para mantener cierta armonía social. Por ejemplo, cuando alguien nos hace algún
cumplido, pero sabemos que no es sincero, podemos aceptarlo para mantener la
cordialidad de la relación interpersonal.
La distinción entre las emociones reales y las fingidas lleva implícita la comprensión
de sutiles cuestiones sociales, y trabajarlo con los niños puede ser complejo. Por otra
parte, a esta distinción subyace la diferenciación más general entre la apariencia y la
realidad de las cosas. Esta distinción general entre la apariencia y la realidad, entre lo
que las cosas parecen y lo que realmente son, es fundamental para construir después todo
un sistema de conocimiento que guía nuestro comportamiento y nuestra interpretación de
147
las relaciones sociales. Así pues, a través de esta distinción se sientan las bases de un
complejo dominio de conocimiento denominado «teoría de la mente». Por último, las
actividades que proponemos y el objetivo mismo de esta distinción favorecerán que los
niños se descentren, es decir, que puedan adoptar un punto de vista distinto del propio y
que puedan empezar a considerar otras posibles interpretaciones de un mismo hecho.
Esta capacidad incide directamente en la empatía y las habilidades sociales.
A continuación se proponen una serie de cuestiones sobre las que los niños pueden
debatir. La finalidad, como siempre que se inicia el trabajo sobre un nuevo aspecto, es
introducir el tema mediante un guión de discusión que permita relacionarlo con el
cuento. Más adelante, y en función de cómo se desarrolle el debate, se pueden introducir
otras cuestiones más abstractas. En este guión de discusión se plantean las primeras
preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «¿Dónde estás?» (p. 260), el profesor inicia una comunidad
de investigación sobre la diferencia entre las emociones reales y las emociones que
podemos fingir. Las preguntas que aparecen a continuación son una mera indicación.
Como ya sabemos, son los propios niños quienes deberían decidir qué cuestiones del
cuento debatir. No obstante, si los niños no aportan ninguna sugerencia, el profesor
puede utilizar esta guía adaptando y modificando las preguntas según lo considere
oportuno.
148
¿Cuándo, para qué? Explica la situación.
• ¿Alguna vez has puesto cara de tristeza cuando estabas contento? ¿Para qué lo
hiciste? Explica la situación.
Para que los niños puedan reflexionar acerca de las diferencias que existen entre las
emociones reales y fingidas, los contextos en las que aparecen, etc., es necesario que
antes entiendan bien a qué nos referimos con emociones reales y fingidas. Esta actividad
tiene como fin que los niños identifiquen alguna situación real en la que han fingido
alguna emoción. A partir de este trabajo más concreto que facilitará la comprensión, se
pueden realizar las siguientes actividades. El profesor puede plantear la actividad de
varias maneras.
— Una posibilidad es que el profesor pida a los niños que piensen en una situación en la
que han fingido una emoción. Para los niños puede resultar más sencillo realizar esta
actividad en casa con sus padres. Así, podrían pensar en una situación conocida por
los padres y el niño y apuntarla en el cuaderno. El profesor recogerá las situaciones y
realizará una puesta en común en clase destacando cuál es la emoción real y cuál la
fingida y la razón por la cual se finge.
— Otra forma de acercar a los niños a la diferencia entre emociones reales y fingidas es
a partir de cuentos infantiles conocidos. El profesor puede seleccionar algunas
escenas y contarlas a los niños para que identifiquen la emoción real, la emoción
fingida y la razón por la que se finge.
— Una tercera posibilidad es utilizar alguna escena real que haya ocurrido en la clase.
Si el profesor recuerda alguna situación vivida en clase en la que alguno de los niños
o el propio profesor fingió una emoción, podría utilizarla para distinguir cuál es la
emoción real, cuál la fingida y cuándo y por qué se finge una emoción.
Cuando las emociones se fingen, suele ser con algún propósito. En unas ocasiones,
como veremos a continuación, se finge para conseguir un beneficio. En otras, como
explicaremos en la siguiente actividad, se finge para no herir los sentimientos de otra
persona o seguir una norma de comportamiento social. El objetivo de esta actividad y la
siguiente es que los niños reflexionen sobre las consecuencias que tiene expresar una
emoción distinta de la que realmente se siente. Veamos, en primer lugar, las
consecuencias cuando el beneficio es para uno mismo.
— El profesor cuenta a los niños algunas de las siguientes situaciones y les pide que
149
respondan a las cuestiones que se plantean a continuación.
Rosa y su hermana mayor están en el parque. Rosa quiere que su hermana mayor
le haga caso todo el tiempo y no la deja jugar con sus amigas. Rosa se sienta en un
banco y hace que está llorando. Su hermana se acerca y se pone a jugar con ella.
• ¿Rosa está triste de verdad o quiere que su hermana le preste atención?
• ¿Por qué hace Rosa esto?
Mónica es una niña mayor. Está muy entretenida con su consola y no quiere dejar
de jugar, pero es hora de irse a dormir. Cuando sus padres le dicen que se vaya a la
cama, Mónica pone cara de susto y se agarra a su madre diciendo: «No puedo ir a la
cama porque hay un monstro que me da mucho miedo».
• ¿De verdad crees que Mónica siente miedo o está contenta jugando?
• ¿Por qué Mónica dice que tiene miedo?
— El profesor presenta a los niños algunas de las siguientes situaciones y les pide que
respondan a las cuestiones que se plantean a continuación.
150
En el día de su cumpleaños, Tomás recibe todos los años de sus tías un jersey.
Siente que es un poco aburrido saber qué te van a regalar todos los años. Cuando abre
el regalo, Tomás sonríe y dice a sus tías: «¡Oh, qué bonito! ¡Es el regalo más bonito
que me han hecho!».
Carmen está viendo la televisión. Le gusta mucho ver los dibujos en la televisión
pero odia el telediario. Sabe que su madre quiere ver las noticias. Carmen bosteza
aburrida y dice: «Pon las noticias, mamá, porque estos dibujos son aburridos».
Normalmente la madre de David hace la cena. Hoy su padre prepara con mucha
ilusión la cena pero ¡los espaguetis se le han quemado! David tiene mucha hambre
pero se toca la tripa, hace como si le doliera y le dice a su padre: «Tienen muy buena
pinta, qué pena que me duela la tripa y no tenga mucha hambre».
Una vez que se han analizado las situaciones y las razones por las que se pueden
fingir emociones, sería interesante que los niños se plantearan la conveniencia o no de
fingir emociones en ciertas situaciones. El objetivo es que los niños puedan reflexionar
acerca de la moralidad de este tipo de engaños. El profesor puede plantear la actividad de
varias maneras.
— El profesor pide a los niños que expliquen si creen que es mejor ser sincero o fingir.
El profesor animará el debate poniendo ejemplos que puedan matizar o contradecir
los argumentos de los niños para enriquecer la discusión. Las situaciones de las
actividades anteriores pueden servir como contraejemplos.
— El profesor ayuda a la mitad de los niños de la clase a que inventen un breve cuento
en el que fingir una emoción puede ser mejor que expresar lo que verdaderamente se
siente. También ayuda a la otra mitad a que cuenten un caso en el que es mejor no
fingir lo que uno siente. Para ambas historias se comparan las consecuencias para uno
151
mismo y para los otros y se intenta sacar una conclusión general.
Situación Emoción real Emoción fingida Consecuencia para uno Consecuencia para el otro
— El profesor presenta a los niños las historias que aparecen a continuación. Puede
acompañarlas de dibujos o añadir otras que conozca y le parezcan interesantes.
Las situaciones que nos provocan enfado a los españoles no son las mismas que
les provocan enfado a los niños hindúes. Imagínate que tu padre está leyendo el
periódico y tomándose un café. Tú le quieres enseñar tu cuaderno del colegio. Sin
querer, tu padre vuelca su taza de café encima de tu cuaderno y se estropea. ¿Cómo te
sentirías? ¿Te enfadarías? ¿Culparías a tu padre de tener que volver a hacer el
cuaderno? Bien, pues un niño hindú no se enfadaría, pensaría que había sido
inoportuno mostrar en ese momento los deberes a su padre.
Imagínate esta historia. Hoy has llevado al colegio unas gafas nuevas porque las
necesitas para ver mejor la pizarra. ¿Qué pasaría si los niños de tu clase cogieran tus
gafas y se las pusieran? ¿Cómo te sentirías? En algunos sitios de África, los niños
cogen las cosas de los demás y éstos no se enfadan porque se las cojan y las utilicen.
No se enfadan porque piensan que las cosas no pertenecen a nadie y que todo el
mundo puede cogerlas y utilizarlas.
Imagina que tienes un hermano pequeño que es un bebé. Tú estás jugando a hacer
152
dibujos en la arena con un palo. De repente viene tu hermano pequeño, que todavía
no sabe hablar, y coge el palo con el que estás jugando. ¿Qué sentirías? ¿Te
enfadarías? ¿Se lo dejarías a tu hermano? ¿Qué crees que diría tu mamá? Bien, pues
los niños mayas en México no se enfadarán porque el hermano pequeño coja las
cosas del hermano mayor. Entre los mayas, es una costumbre dejar que el pequeño
tenga todo lo que quiera hasta que se haga un poco más mayor.
Para terminar con las emociones reales y fingidas, se propone a los niños que realicen
una tarea con sus padres y la anoten en su cuaderno. El objetivo es que los niños
conversen con sus padres acerca de las emociones fingidas, si hay situaciones en las que
se puede o se debe fingir una emoción, las consecuencias que puede tener, etc.
A través de este cuento se va a trabajar uno de los elementos más importantes para
lograr establecer buenas relaciones con los demás. Se trata de la empatía, una capacidad
que permite comprender lo que otro siente y piensa pero sintiendo con él. Mediante la
empatía, una persona se identifica con otra y establece un tipo de relación en la que al
intercambio comunicativo se añade un enlace emocional especial. Para la empatía se
requieren dos capacidades, una más cognitiva y otra más afectiva. Por una parte, es
necesario adoptar el punto de vista del otro, pero además hay que sentir como el otro.
Cuando una persona empatiza con otra se produce cierta complicidad, se siente de forma
especial que se está «en lo mismo». Aunque la mayor parte de las personas reconocen
este sentimiento cuando lo experimentan, en general no se suele expresar con palabras.
La empatía es el motor de las conductas altruistas y de ayuda a los demás porque la
identificación que se produce con el otro cuando se entiende y se comparte un estado
afectivo es lo que incita a ayudar o a compartir. Cuando la empatía fomenta las
conductas de ayuda a los demás, también se fomenta la responsabilidad. Se aprende que
las acciones que realizamos tienen efectos en los otros y, por tanto, que a través de
nuestras acciones somos responsables de los demás.
153
Las actividades que se proponen a continuación tienen como objetivo que los niños
empiecen a tomar conciencia de la importancia de escuchar, considerar a los demás y
aprender de ellos. Por otra parte, se pretende que aprendan a adoptar otros puntos de
vista cognitivos y afectivos entendiendo la relevancia de esta capacidad a la hora de
relacionarse con los demás.
A continuación se proponen una serie de cuestiones sobre las que los niños pueden
debatir. El objetivo es introducir el tema mediante un guión de discusión que permita
relacionarlo con el cuento. Más adelante, y en función de cómo se desarrolle el debate,
se pueden introducir otras cuestiones más abstractas. En este guión de discusión se
plantean las primeras preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «El Señor Susto» (p. 261), el profesor inicia una
comunidad de investigación sobre la importancia de considerar los pensamientos y las
emociones de los demás. Las preguntas que aparecen a continuación son una mera
indicación. Como ya sabemos, son los propios niños quienes deberían decidir qué
cuestiones del cuento debatir. No obstante, si los niños no aportan ninguna
sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía adaptando y modificando las
preguntas según lo considere oportuno.
• ¿Crees que a Bigotes le gustaba que Nicolás lo acariciara fuerte y rápido? ¿Por
qué?
• ¿Por qué al principio a Bigotes le gustaba que lo acariciaran pero no al final?
• ¿Puede el mismo gesto ser dulce y violento? (por ejemplo, acariciar a un perro).
Explica tu respuesta.
• ¿Cuál es la diferencia entre acariciar suavemente y acariciar con fuerza para el
perro y para el que acaricia?
• ¿Puede que un niño disfrute de acariciar fuerte a un perro? Explica tu respuesta.
• ¿Puede que un niño disfrute de hacer daño a otro niño? Explica tu respuesta.
• ¿Qué tienen de parecido Bigotes y Nicolás en esta historia? ¿Les ha pasado algo
parecido?
• ¿Crees que Nicolás y Bigotes han sentido lo mismo?
• ¿Crees que el Señor Susto y Nicolás han hecho algo parecido?
• ¿Podemos hacer cosas a los demás que a nosotros no nos gustaría que nos
hicieran? ¿Por qué?
• ¿Podemos disfrutar haciendo cosas a los demás que a nosotros no nos gustaría que
nos hicieran? ¿Por qué?
154
7.2. APRENDER A ESCUCHAR
Una de las bases de la empatía es la escucha. Para poder adoptar el punto de vista de
otra persona y sentir con ella es necesario escuchar antes lo que piensa y siente. Además,
aprender a escuchar ayuda a disminuir el egocentrismo, es decir, a abandonar la propia
perspectiva y abrirse a la experiencia de los demás. Las personas que no saben escuchar
suelen estar muy centradas en sí mismas y les cuesta entender a los otros. Aprender a
escuchar es una capacidad muy necesaria previa a la empatía que es necesario fomentar
en los niños. Aunque a través de la FpN y las comunidades de investigación que se
llevan a cabo en este programa los niños practican la escucha y el turno de palabra,
nunca viene mal practicar estas habilidades con otro tipo de actividades. No obstante, si
el profesor considera que los niños de su grupo ya las han adquirido de forma
satisfactoria, puede optar por no realizar esta actividad.
• Escuchar música de diferentes tipos durante unos minutos (clásica, con gestos,
rock).
• Salir al jardín y escuchar sonidos para ver de dónde provienen.
• Proponer una actividad en la que se pregunta algo a los niños y todos deben
responder y escuchar a los demás. El profesor puede hacer a cada niño dos
preguntas sencillas y fáciles de responder para que todos los demás escuchen,
como por ejemplo:
— El profesor organiza a los niños por parejas y les propone que jueguen a
entrevistarse. Hacer entrevistas es una buena manera de entender y respetar los turnos
de palabra. Los niños pueden construir un pequeño guión de tres preguntas con ayuda
155
del profesor y luego hacerse entrevistas unos a otros intercambiando los papeles.
Mientras uno entrevista, el resto de la clase escucha lo que dice el entrevistado. Las
preguntas podrían ser:
Para que los niños aprendan a ser empáticos tienen que darse cuenta de lo importante
que es considerar las opiniones, sentimientos y necesidades de los demás. Los niños que
son empáticos lo hacen sin tener conciencia de ello. El objetivo de esta actividad es que
a través de varias situaciones los niños expongan su punto de vista y expliciten la
importancia y las repercusiones que tiene para las relaciones sociales considerar a los
demás.
— El profesor pide a los niños que cuenten lo que harían en las siguientes situaciones.
Cada punto de vista debe justificarse para suscitar intercambio entre los niños.
Gracias al punto de vista de otros niños, cada uno puede tomar conciencia de la
importancia de considerar a los demás y realizar conductas de ayuda.
Las situaciones expuestos en la actividad anterior son bastante sencillas para nuestro
156
objetivo puesto que no planteaban ningún conflicto para el niño. Así, para cualquier niño
resulta relativamente sencillo ayudar a otro cuando esta ayuda no implica renuncia o no
tiene coste alguno. No obstante, en esta actividad las situaciones se vuelven algo más
complejas y se pide a los niños que reflexionen sobre lo que harían cuando esa ayuda
tiene alguna repercusión para ellos. Esta actividad se volverá a plantear en el programa
para niños de 5 años. En función de las necesidades de los niños y de su progreso, el
profesor puede decidir realizarla el año siguiente o abordarla en ambos cursos.
¿Qué ¿Por
Situación
harías? qué?
157
realizarlas en ambos cursos, pero el profesor decidirá en función de las características del
grupo, su progreso, etc.
— El profesor planteará a los niños las dos situaciones siguientes de forma que parezcan
situaciones reales. Es decir, no se cuenta la historia con otros personajes sino que el
profesor, en colaboración con otro adulto, la escenifica planteando a los niños unas
sencillas preguntas. Es importante que después de cada escenificación se pregunte a
los niños qué ha pasado (por ejemplo, por qué el profesor ha dicho que había
Lacasitos si había lápices en el bote o por qué ha buscado la pelota en el escondite
original si no estaba ahí) y que entre todos se verbalice la relación que existe entre las
conductas que uno realiza (buscar la pelota) o las creencias que uno tiene (creer que
hay Lacasitos) y el conocimiento previo de la situación.
Los Lacasitos
• «Si ahora enseñamos el bote cerrado a X (otro profesor), ¿qué va a decir que hay
dentro? Y en realidad, ¿qué hay?».
La pelota
Un profesor de otra clase muestra a los niños una pelota nueva. Les dice que está
muy contento con su pelota pero que se tiene que ir, y la guarda en una caja para
158
luego poder jugar todos un partido de fútbol. Cuando el profesor se marcha, el
profesor habitual de la clase dice a los niños que le van a gastar una broma y cambia
de sitio la pelota escondiéndola en otro lugar. A continuación pregunta a los niños:
• «Hola, vengo a por mi pelota, ¿os acordáis de que la había dejado aquí?».
El profesor abre la caja, ve que no está y pregunta a los niños qué ha pasado. Los
niños contarán lo que ha sucedido y para terminar el profesor explicará que ha
buscado en la caja porque, como él no había visto que la habían cambiado de sitio, no
podía saber que estaba en otro lugar. Acepta la broma y se ríe haciendo partícipes a
los niños.
La otra cara de la empatía tiene que ver con la capacidad para entender y sentir las
emociones de los demás. Al igual que en la actividad anterior, el objetivo es que los
niños comprendan las emociones de los demás y puedan empezar a sentir de alguna
forma empatía a través de situaciones cortas y sencillas. Por otra parte, los niños tendrán
que identificar la emoción del personaje de la situación e ir tomando conciencia de que
los demás pueden sentir de forma distinta de la suya. En el programa para los niños de 5
años se propone la misma actividad, pero las situaciones son más complejas.
A través del juego los niños pueden practicar la adopción de otros puntos de vista y
las conductas altruistas y cooperativas al ayudar a conseguir un objetivo. El objetivo de
esta actividad es que a través de este sencillo y conocido juego los niños de la clase
159
adopten una perspectiva ajena e intenten de forma colaborativa ayudar a otro niño.
Para finalizar las actividades relacionadas con la empatía, se propone una sencilla
actividad que los niños pueden realizar con sus padres. El objetivo es que los niños
reflexionen con sus padres sobre algunas situaciones empáticas que han podido ocurrir
en su entorno más cercano.
— El profesor pide a los niños que con sus padres recuerden un cuento en el que un
personaje siente empatía por otro y le ayuda de alguna forma. A continuación se les
pide que recuerden una situación real vivida por algún miembro de la familia (el niño
si es posible) en la que se sintió empatía y se ofreció algún tipo de ayuda. Una forma
sencilla y significativa para los niños de realizar esta actividad es pensando en algún
animal o mascota al que el niño ha podido ayudar. Los padres y los niños pueden
anotar, comparar y reflexionar sobre la situación ficticia y la situación real.
La competencia social o las habilidades sociales son las estrategias y los recursos que
se ponen en práctica para relacionarse de forma adecuada con los demás. Tanto para los
niños como para los adultos, el éxito social, es decir, el ser aceptado y valorado por los
demás, es una cuestión fundamental que incide en la autoestima y en el bienestar
psicológico. Los niños que son competentes socialmente tienen muchas más
posibilidades de hacer amigos, sentirse aceptados y enriquecerse con todo lo que aportan
las relaciones con otros niños. Desde incluso los 3 años se observan niños que tienen
dificultades a la hora de establecer relaciones con los demás. Estos niños suelen arrastrar
durante años algunos déficit que complican mucho su socialización y que pueden tener
graves repercusiones psicológicas. Así, es importante que desde los inicios de la
escolarización los niños reflexionen y aprendan algunas estrategias que les permitan
establecer buenas relaciones con los demás, integrarse en grupos de iguales y resolver
conflictos cuando aparezcan.
160
Las actividades que se han diseñado abarcan dos ámbitos algo diferentes. En primer
lugar, se plantean una serie de actividades que pretenden fomentar ciertas habilidades
que los niños pueden emplear de forma habitual para relacionarse con los demás. En
segundo lugar, se proponen otras actividades para reflexionar y practicar habilidades
sociales que pueden ser útiles cuando aparecen conflictos. En ambos casos, se trata de
habilidades y conocimientos fundamentales que merece la pena incorporar al repertorio
tanto de los niños competentes como de los que tienen más dificultades para relacionarse
con los demás.
A continuación se proponen una serie de cuestiones sobre las que los niños pueden
debatir. El objetivo es que reflexionen sobre cómo comportarse y salir de una situación
social complicada. En función de cómo se desarrolle el debate, se pueden introducir
otras cuestiones más abstractas ligadas a la competencia social. En este guión de
discusión se plantean algunas preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «Nicolás y la pandilla de los mayores», el profesor inicia
una comunidad de investigación sobre cómo nos sentimos y qué podemos hacer ante
un conflicto social o una agresión. Las preguntas que aparecen a continuación son
sólo una indicación. Como ya sabemos, son los propios niños quienes deberían
decidir qué cuestiones del cuento debatir. No obstante, si los niños no aportan
ninguna sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía adaptando y modificando las
preguntas según lo considere oportuno.
• ¿Crees que Nicolás tiene motivos para asustarse cuando oye reír a los niños
mayores? Explica tu respuesta.
• ¿Cómo crees que se siente Nicolás cuando los mayores le dicen «Nicolás, el
bebé»?
• ¿Qué habrías hecho si hubieras sido Nicolás?
• ¿Crees que Nicolás es el único niño del que otros se ríen o eso pasa a menudo?
• ¿Por qué los mayores se ríen de Nicolás?
• ¿Qué podría hacer Nicolás para salir de esa situación? Encuentra distintas maneras
de resolverlo.
• ¿Crees que decir a los niños mayores que son malos ha contribuido a que dejen de
burlarse de Nicolás? ¿Por qué?
• ¿Crees que decir a los demás cómo nos sentimos puede ser eficaz? ¿Por qué?
• ¿Qué podemos hacer para que los demás nos respeten?
161
Para que los niños puedan relacionarse adecuadamente con los demás de forma
cotidiana es necesario que sepan cómo acercarse a los otros. El primer contacto con los
otros y la forma de acercarse a ellos determinan la aceptación o el rechazo que éstos
pueden experimentar. El objetivo de esta actividad es que los niños reflexionen y
practiquen formas adecuadas de iniciar interacciones con otros niños. Para ello se
proponen tres situaciones diferentes que van aumentando en complejidad y en las que se
pueden practicar estas habilidades. En un principio se plantean interacciones entre dos
niños, y en segundo lugar, habilidades para introducirse en un grupo. Dado que las dos
situaciones se propusieron en el programa para niños de 3 años, el profesor puede
plantear a los niños ambas situaciones o escoger la que crea más conveniente en función
de su grupo de alumnos. Si considera que los niños ya han adquirido esta habilidad,
puede obviar la actividad o proponerla con otros contenidos adaptados a las necesidades
de sus alumnos.
— El profesor presenta a los niños esta situación e inicia un debate sobre cuál sería la
mejor forma para Marco de jugar con Pablo. El profesor va apuntando en la pizarra
las estrategias que los niños mencionan y entre todos justifican cuáles serían las más
eficaces. El profesor puede proponer algunas «malas» estrategias y preguntar a los
niños si serían eficaces. Se puede completar la actividad pidiendo a dos niños de la
clase que representen a los dos niños: un niño hace de «Marco» y otro niño hace de
«Pablo» poniendo en práctica las estrategias anteriormente discutidas. El profesor
debe guiar la interacción entre los dos niños de forma que se vayan practicando las
habilidades pertinentes.
¿Qué puede hacer Marco para jugar con Pablo? ¿Funciona? ¿Se puede mejorar?
Introducirse en un grupo
«Valeria está en el recreo y ve a varios niños de su clase jugando al escondite. A ella
le apetece mucho jugar al escondite con los niños de su clase pero no sabe muy bien qué
decir ni a quién preguntar. ¿Podrías ayudar a Valeria?»
— El profesor presenta a los niños esta situación e inicia un debate sobre las maneras en
que Valeria podría jugar con sus compañeros. El profesor puede ir anotando en una
162
tabla similar a la anterior las estrategias y proponer algunas poco eficaces para
comentarlas con los niños. Las preguntas que aparecen a continuación pueden ayudar
a guiar la discusión. La actividad puede completarse con un juego de rol en el que se
escenifiquen la situación y las estrategias.
PRACTICAR LA CORTESÍA
La cortesía es una habilidad básica que facilita mucho el contacto con los demás.
Aunque es fundamental para iniciar una interacción con desconocidos, también es muy
importante cuando nos relacionamos con las personas de nuestro entorno. Los padres
suelen insistir mucho en las normas de cortesía, y la mayor parte de los niños las tienen
bien integradas. El objetivo de esta actividad es que los niños practiquen entre
compañeros y de una forma lúdica estas normas.
— El profesor organiza a los niños por parejas y les pide que representen una situación
en la que dos desconocidos tienen que interactuar. Los niños tienen que interactuar
utilizando las normas básicas de cortesía (saludo, petición educada, despedida). El
profesor modela, refuerza y hace repetir las situaciones para que los niños aprendan a
interactuar de forma educada con personas que no conocen. Se pueden utilizar las
siguientes situaciones:
Pedir ayuda de forma adecuada y ofrecerla cuando alguien la solicita son habilidades
que también facilitan la interacción con los demás. Esta actividad tiene como objetivo
que los niños puedan identificar situaciones en las que se les solicita ayuda, entender la
importancia de saber pedirla y también ser capaces de ofrecerla cuando otros la solicitan.
— Para realizar la actividad el profesor inventará una serie de situaciones en las que
necesitará ayuda y la solicitará a los niños. A la vez, organizará una serie de
actividades cortas y sencillas en las que unos niños deben pedir ayuda a otros. Las
163
situaciones en las que el profesor pide ayuda a los niños podrían ser:
• Ordenar la clase.
• Regar las plantas.
• Atender a los pequeños en el comedor.
— Para que los niños se pidan ayuda entre sí, el profesor puede organizar las siguientes
actividades:
• Realizar dibujos por parejas de forma que los niños menos hábiles pidan ayuda a
los más hábiles.
• Realizar algunos ejercicios sencillos de gimnasia por parejas de manera que unos
niños tengan que ayudar a otros.
— Para finalizar la actividad se puede proponer una pequeña discusión sobre las
situaciones en las que los niños piden y ofrecen ayuda:
164
trabaje:
— El profesor puede después llevar a cabo una discusión sobre las siguientes
cuestiones:
• Después de haber reflexionado sobre todas estas escenas, ¿crees que los niños que
pegan, quitan los juguetes o molestan a los demás podrían hacer las cosas de otra
manera?
• ¿Cómo van a reaccionar los demás si les pegan o les molestan?
• ¿Crees que el niño que pega, molesta o quita un juguete consigue lo que quiere?
¿Crees que estará contento?
• Si crees que se pueden hacer las cosas de otra manera, intenta explicar a un
compañero que pega o molesta cómo podría hacerlo.
• ¿Crees que hay formas de controlarse? ¿Cuáles?
• Si estás triste, ¿puedes controlar tus lágrimas? ¿Cómo lo haces?
• Si estás nervioso, ¿puedes controlarte? ¿Cómo lo haces?
El objetivo de esta actividad es que los niños analicen ciertas situaciones conflictivas
y entiendan por qué representan un problema. No obstante, si al realizar la actividad
165
anterior ya se han debatido estas cuestiones, no es necesario volver a realizarla.
— Retomando las situaciones de la actividad anterior, el profesor pide a los niños que
identifiquen si se trata de situaciones problemáticas. El profesor preguntaría a los
niños:
— Para completar la actividad, el profesor puede proponer a los niños que busquen o
piensen en un cuento donde aparece un problema. El profesor puede repartir libros de
cuentos conocidos para los niños en la clase y pedirles que por grupos identifiquen el
problema. Cada grupo explicará después al resto de la clase el conflicto que aparece
en su cuento. El profesor matizará o corregirá la explicación cuando sea necesario.
Esta actividad se puede realizar también en casa con los padres. En este caso, se
pedirá a los padres que con sus hijos busquen y anoten el problema identificado en el
cuento junto con todas las soluciones posibles que se les ocurran.
PENSANDO SOLUCIONES
Una vez que los niños han reflexionado sobre las situaciones anteriores, se propone
un debate para que les busquen soluciones. El objetivo es que los niños propongan
estrategias para que el niño agredido pueda salir de la situación lo mejor posible.
— El profesor pregunta a los niños qué puede hacer el niño agredido para escapar de la
situación y que le afecte lo menos posible. Se podría debatir sobre las siguientes
estrategias:
• Ignorar al agresor: marcharse, hacer otra cosa, buscar a otro niño para jugar.
• Agredir al agresor: pegarle, insultarle, etc.
• Defender los propios derechos: decirle al agresor que no debe comportarse así.
• Acudir a una figura de autoridad para que medie en el conflicto.
PERDONA, ME HE EQUIVOCADO
166
forma natural a su repertorio conductual y lo integren como una manera más de
relacionarse.
— El profesor plantea a los niños diferentes historias cortas o situaciones en las que un
niño se equivoca, hace daño a otro o actúa de forma agresiva y pide perdón. Se puede
trabajar mediante juego de rol modelado por el profesor. También puede comenzar el
propio profesor pidiendo perdón a algún niño para servir de modelo y que luego sean
los niños los que, trabajando por parejas, practiquen de forma adecuada cómo pedir
perdón. Para realizar esta actividad se pueden retomar las situaciones que se han
utilizado en actividades anteriores o las recogidas en Los cuentos de Ana.
En esta ocasión las actividades para realizar en casa junto con los padres se han ido
proponiendo a lo largo del trabajo del profesor en la clase. Los niños pueden trabajar con
sus padres una de las actividades ya propuestas.
167
en función de cómo se desarrolle el debate, se pueden introducir otras cuestiones más
abstractas. En este guión de discusión se plantean las primeras preguntas sobre las cuales
los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «Termina el colegio» (p. 263), el profesor inicia una
comunidad de investigación sobre la amistad. Las preguntas que aparecen a
continuación son una mera indicación. Como ya sabemos, son los propios niños
quienes deberían decidir qué cuestiones del cuento debatir. No obstante, si los niños
no aportan ninguna sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía adaptando y
modificando las preguntas según lo considere oportuno.
Una vez que los niños hayan reflexionado sobre algunas cuestiones relacionadas con
la amistad, se pretende que se centren en sus propios amigos y vayan tomando
conciencia de quiénes son, por qué lo son y qué actividades les gusta realizar con ellos.
A través de esta actividad se busca una reflexión más concreta acerca de las afinidades
que cada uno tiene con sus amigos.
— El profesor pide a los niños que se dibujen a sí mismos realizando alguna actividad
con un amigo. Si los niños se dibujan con amigos de la clase, el profesor podría
organizar la actividad de forma que todos los niños sean escogidos como amigos y
dibujados por otros. Cada niño puede explicar después al resto de la clase quién es su
amigo, por qué son amigos y qué actividad están realizando. El profesor puede
también anotar las actividades y las características que los niños van mencionando
para luego elaborar un mural.
168
reciprocidad. En general, en las relaciones de amistad se construye una relación
recíproca cuando se percibe un equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe. Aunque
hay excepciones y personas muy generosas, lo normal es que las amistades poco
recíprocas terminen rompiéndose. El objetivo de esta actividad es que los niños
comprendan la importancia de este rasgo y la naturalidad con la que suele aparecer
cuando nos relacionamos con amigos.
Aunque los amigos se apoyan y se ayudan, también son las personas con las que más
conflictos se pueden tener, puesto que se trata de relaciones cercanas y con las que se
tiene mucho contacto. Una forma de enseñar a los niños a mantener las relaciones de
amistad es transmitiéndoles la idea de que los conflictos se pueden vivir con cierta
naturalidad pensando que se trata de situaciones que nos ayudan a mejorar, sobre todo si
disponemos de los recursos apropiados para resolverlos de forma positiva.
— El profesor pregunta a los niños cómo se sentirían y qué podrían hacer en las
siguientes situaciones y anota las respuestas. El profesor intentará poner de
manifiesto que se trata de situaciones cotidianas y normales y que lo importante es
poder resolverlas adecuadamente.
169
9.5. EL LIBRO DE LOS AMIGOS
Para terminar, con esta actividad se propone a los niños que realicen con sus padres
un libro de los amigos. El objetivo es que los niños conversen con sus padres acerca de
la amistad, de quiénes son sus amigos, de por qué son amigos y de qué cosas les gusta
compartir.
— El profesor pide al niño que con sus padres construya un libro similar al que han
realizado en clase. La diferencia es que en este libro aparecerán los amigos reales del
niño que pueden pertenecer al colegio o a otros ámbitos. El niño recopila y selecciona
con la ayuda de sus padres fotos de sus amigos. Después las pega en el cuaderno y
anota al lado de cada una la cualidad que más le gusta de cada amigo, lo que más le
divierte hacer con él, desde cuándo son amigos, etc.
1 Trabajar las estrategias de afrontamiento y regulación de la tristeza desde una metodología reflexiva y basada
en el diálogo resulta todavía complejo para la mayoría de niños de 4 años. Por eso, estas cuestiones se plantean en
el programa para niños de 5 años. No obstante, si el profesor lo considera adecuado a las características del grupo,
puede incorporar las propuestas del programa para niños de 5 años (véase la p. 202 «Si la tristeza te ataca») o bien
adecuar las propuestas del programa para niños de 3 años (véase la p. 110 «¿Qué hago con la tristeza?»), haciendo
especial hincapié en estrategias cognitivas o comunicativas.
2 Para trabajar las estrategias de regulación del enfado con niños de 4 años una metodología reflexiva y basada en
170
el diálogo puede resultar compleja. Será el profesor quien determine, de acuerdo con las características del grupo,
si abordará estas estrategias desde la FpN en el programa para 5 años (véase la p. 207 «Si el enfado te ataca») o
bien a través de una metodología y actividades más concretas, como las propuestas que se desarrollan en el
programa para niños de 3 años (véase la p. 113 «¿Qué hago con el enfado?»), haciendo especial hincapié en los
aspectos comunicativos y cognitivos.
171
4. Pensando las emociones con 5 años: los primeros
intercambios filosóficos
Introducción
172
demás.
Por último, el enfoque que se plantea incide en la reflexión autónoma (sin adultos) y
entre iguales por parte de los niños. Al igual que en el programa para niños de 4 años, el
objetivo es que los niños aprendan a pensar por sí mismos y a preguntarse el porqué de
las cosas bajo la guía de un adulto que conduce pero no responde. El diálogo entre
iguales, sin la intervención del profesor, logrará con el tiempo que los niños tomen
conciencia de cómo la consideración de otros puntos de vista ayuda a obtener respuestas
más complejas, más ricas y más acertadas. Esperemos que así sea más fácil que, en algún
momento de su vida, los niños vean cómo a través de los otros se van formando a sí
mismos.
A modo de orientación se propone el siguiente cronograma:
TABLA 4.1
Propuesta de contenidos a trabajar en función del número de sesiones
Este cuento, que ya utilizamos en el curso anterior para establecer la diferencia entre
emociones positivas y negativas, lo vamos a emplear ahora para trabajar la alegría. El
objetivo es que los niños reflexionen sobre la principal emoción positiva que ellos y los
adultos sienten. En concreto se intentará que los niños logren identificar la emoción en sí
173
mismos y en los demás, tengan claras sus causas y consecuencias y se den cuenta de que
un mismo gesto puede corresponder a diversos estados emocionales. Si los niños ya han
realizado el programa en los cursos anteriores, es posible que algunas de estas
actividades ya hayan sido trabajadas. El profesor decidirá adaptarlas o reagruparlas, de
forma que los niños sólo recuerden lo que ya han trabajado. Desde la FpN se asume que
los diálogos y el conocimiento que los niños generan a través del intercambio deben ser
diferentes (y, por tanto, beneficiosos) en cada momento del desarrollo, pero el profesor
decidirá la manera más adecuada de adaptar los contenidos.
Como ya aclaramos en el curso anterior, en el cuento «La mariposa herida» aparecen
varias emociones. Por una parte, los niños se sienten bien y están contentos de ir a cazar
mariposas, pero también se preocupan y se entristecen cuando se dan cuenta de que la
mariposa tiene un ala rota. Al igual que en las situaciones reales, las emociones cambian
con mucha facilidad y a veces se entremezclan de forma confusa. La idea de la
variabilidad emocional se trabajará de forma específica más adelante (véase el capítulo
sobre las emociones mixtas), pero se trata de un elemento constante que aparecerá a lo
largo de todas las historias. Así pues, el profesor puede ir introduciendo esta idea si lo
considera oportuno u obviarla hasta que la trabaje de forma más sistemática.
Para comenzar las actividades sobre la alegría, se proponen una serie de cuestiones
que el profesor puede utilizar para guiar el debate. Algunas de estas cuestiones permiten
introducir el tema relacionándolo con el cuento, para luego abordar otras cuestiones más
abstractas. En este guión de discusión se plantean las primeras preguntas sobre las cuales
los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «La mariposa herida» (p. 255), el profesor inicia una
comunidad de investigación sobre qué es la alegría. Las preguntas que aparecen a
continuación son una mera indicación. Como ya sabemos, son los propios niños
quienes deben decidir qué cuestiones del cuento debatir, pero si no aportan ninguna
sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía. No obstante, estas preguntas se
pueden adaptar y modificar en función de los intereses del grupo, las circunstancias
específicas, etc.
174
• ¿Puede ser que un niño esté siempre alegre, en todas partes?
• ¿Qué se puede hacer para que los niños estén alegres?
• ¿Qué se puede hacer para que los mayores estén alegres?
• ¿Es lo mismo estar contento que estar alegre?
La alegría supone una satisfacción. Es un estado de placer provocado por una razón
precisa. Los estados emocionales positivos, el buen humor, el buen estado de ánimo y la
alegría son fundamentales para llevar una vida satisfactoria y sentirse bien consigo
mismos y con el entorno. El objetivo de esta actividad es que los niños identifiquen las
situaciones que provocan un estado anímico positivo. Aunque la alegría es el estado
positivo más habitual al que solemos referirnos, a través de esta actividad los niños
pueden darse cuenta de la existencia de otros estados emocionales positivos y de su
relación con la alegría.
A través de esta sencilla actividad se pretende que los niños realicen actividades que
produzcan alegría, buen humor y les hagan reír. El objetivo es que los niños se den
cuenta de que los estados emocionales se pueden provocar si se llevan a cabo las
acciones adecuadas.
El profesor pregunta a los niños qué podrían hacer en la clase para ponerse contentos
y pasarlo muy bien durante un rato. A partir de las ideas de los niños se organizan una
serie de actividades cortas que provoquen emociones positivas (por ejemplo, disfrazarse,
bailar, contar chistes, etc.). La actividad termina con una conclusión del profesor en la
que pregunta a los niños si se han sentido bien y pone de manifiesto cómo haciendo
175
cosas divertidas se puede provocar la alegría.
— El profesor pide a los niños que piensen en todo lo que pueden hacer para causar
alegría en los demás. El profesor puede establecer diferentes categorías de personas o
seres vivos para que los niños puedan darse cuenta de cómo sus acciones varían en
función de con quién interactúan. Así, por ejemplo, el profesor puede distinguir entre
acciones dirigidas a compañeros de clase, profesores, padres, hermanos u otros
familiares, mascotas, otros animales o plantas, etc.
— El profesor guiará el diálogo para que los niños comprendan que sus acciones tienen
importantes consecuencias en los demás y que su forma de actuar debe adaptarse a la
persona o ser vivo con el que interactúen.
— Para cada dibujo el profesor pregunta a los niños: «¿Cómo se siente esta persona?».
Los niños tienen que identificar dichas manifestaciones y asociar etiquetas
emocionales. Si los niños no consiguen hacerlo de forma espontánea, el profesor
176
preguntará qué otros estados emocionales pueden representar las caras dibujadas.
Como último recurso, si los niños no mencionan otros estados, el profesor pondrá de
manifiesto que un mismo signo puede corresponder a varios estados emocionales (por
ejemplo, se puede llorar de alegría, de tristeza o de rabia; se puede reír de alegría o
por nerviosismo; se puede estar rojo por vergüenza o por enfado; el corazón puede
latir fuerte por miedo o por nervios; se puede gritar por enfado o por alegría).
Para finalizar las actividades sobre las emociones positivas, se propone a los niños
que realicen una tarea con sus padres y la anoten en su cuaderno. El objetivo es que los
niños conversen con sus padres acerca de las actividades que se realizan en casa y
producen un estado emocional positivo.
— El profesor pedirá a los niños que en el cuaderno anoten, con la ayuda de sus padres,
las actividades que se realizan en casa y que provocan en el niño y en la familia
estados positivos y placenteros. Cualquier actividad que se realice con placer podría
ser válida (por ejemplo, cocinar una buena comida, recibir amigos en casa, ver juntos
una película, ir de excursión al campo, etc.). Si el profesor lo considera oportuno,
puede realizar posteriormente una puesta en común en la clase. De esta forma, todos
los niños podrán aprender las actividades que provocan emociones positivas en
distintas familias.
— Otra posibilidad es que los niños realicen en casa parte de la actividad 1.4 «Así
ponemos alegres a los demás» y piensen con sus padres en las acciones que alguna
vez han realizado en casa para causar alegría en algún miembro de la familia. El
profesor puede utilizar este material para iniciar la actividad en clase y para que los
niños conozcan las diferentes formas de actuar que pueden darse en diferentes
entornos familiares.
La tristeza es una emoción básica que aparece a menudo en la vida de los niños
pequeños. A los 5 años los niños ya no manifiestan tanto la tristeza a través del llanto,
pero todavía hay niños que lloran a menudo porque se sienten tristes. Las situaciones
sociales son, precisamente, las que más a menudo provocan tristeza y llanto en los niños
de 5 años. Así, es importante que los niños reflexionen sobre las causas de la tristeza y
puedan emplear determinadas estrategias que les ayuden a regular esta emoción. Por otra
parte, también es necesario que los niños se den cuenta de que sus propias acciones
pueden provocar tristeza en los demás y de que pueden ayudar a otros cuando están
177
tristes.
A continuación proponemos una serie de actividades que pueden ayudar a los niños a
reflexionar y definir la tristeza, identificarla y expresarla de forma adecuada y afrontarla
mediante estrategias eficaces.
Para comenzar las actividades sobre la tristeza, se proponen una serie de cuestiones
relacionadas con ella para que los niños inicien una reflexión conjunta. El objetivo es
empezar con un guión de discusión que permita introducir el tema relacionándolo con el
cuento, para luego abordar otras cuestiones más abstractas. En este guión de discusión se
plantean las primeras preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «La muñeca» (p. 256), el profesor inicia una comunidad de
investigación sobre la tristeza. Las preguntas que aparecen a continuación son una
mera indicación. En realidad, son los propios niños quienes deberían decidir qué
cuestiones del cuento debatir, pero si no aportan ninguna sugerencia, el profesor
puede utilizar esta guía. No obstante, estas preguntas se pueden adaptar y modificar
en función de los intereses del grupo, las circunstancias específicas, etc.
Una de las cuestiones más importantes que podemos abordar con los niños son las
estrategias de afrontamiento ante las emociones que nos hacen sentir mal. Con esta
actividad se pretende que los niños reflexionen sobre cómo pueden afrontar la tristeza y
cuáles son las mejores estrategias para paliarla. Idealmente, este tipo de actividad debería
tener cierta continuidad a lo largo del programa, es decir, el profesor podría aprovechar
cualquier ocasión que se dé de forma natural entre los niños para retomar las cuestiones
178
que a continuación se proponen. Cualquier aplicación de los contenidos del programa en
diferentes situaciones ayuda a los niños a generalizar, en este caso a darse cuenta de que
las estrategias que han aprendido se pueden utilizar en muy diversas ocasiones.
• ¿Quién recuerda una situación en la que estuvo triste? Varios niños pueden
contestar a la pregunta y a partir de sus respuestas se intenta generalizar con las
siguientes preguntas.
• ¿Hiciste algo para dejar de estar triste? ¿Qué hiciste?
• ¿Funcionó bien?
— El profesor puede hacer una ronda para que varios niños puedan responder a las tres
preguntas. A medida que los niños contestan, se van apuntando las diferentes
estrategias en una tabla como la siguiente para luego trabajar sobre ellas:
— Una vez que se han anotado las estrategias y su eficacia, el profesor propone a los
niños ordenarlas entre todos de mayor a menor eficacia. Con las estrategias
ordenadas, se puede confeccionar un mural que quedará expuesto en algún lugar de la
clase y al que se podrá recurrir cada vez que algún niño esté triste.
— El profesor preguntará cada cierto tiempo a los niños (por ejemplo, una vez cada dos
semanas) si han vivido alguna situación triste. Si los niños cuentan alguna
experiencia, el profesor preguntará qué estrategia se utilizó y si fue eficaz. Según la
valoración que haga el niño, se le reforzará si aplicó la estrategia adecuada o se le
orientará (y en general a toda la clase) para que pueda afrontar mejor la próxima
ocasión en la que sienta tristeza. Si ningún niño cuenta ninguna situación triste, el
profesor puede inventar una y contarla él mismo. Si el profesor lo considera oportuno,
en esta actividad se puede emplear el juego de rol para escenificar las situaciones y
las estrategias.
Una vez que los niños han reflexionado sobre las estrategias que pueden utilizar para
enfrentarse a la tristeza, es importante que las utilicen también para ayudar a los demás.
Ayudar a los otros cuando están tristes es un buen ejercicio de empatía y de habilidades
sociales y una manera muy gratificante para el niño de practicar sus estrategias. El
objetivo de esta actividad es conseguir que entre todos los niños de la clase un personaje
179
pase de un estado negativo a uno positivo, contribuyendo cada uno en un aspecto
diferente. A continuación se explican varias posibilidades para plantear la actividad:
— El profesor puede aportar a la clase algún material roto o viejo. Por ejemplo, puede
traer uno o varios muñecos de trapo rotos a los que les faltan los ojos, la boca, un
brazo, el pelo, la ropa, etc., y están tristes. El profesor propone a los niños rehacer el
muñeco entre todos para que deje de estar triste. Para ello es necesario traer las
diferentes partes que forman el muñeco y organizar a los niños para poder arreglarlo
entre todos. Para que los niños finalicen la actividad con una imagen positiva, sería
importante que el muñeco arreglado sonriera.
— El profesor puede organizar un juego de rol en el que uno de los niños de la clase
está triste porque está muy enfermo y se encuentra mal, no puede ir al colegio, no
puede jugar con sus amigos y está todo el día solo. El profesor organiza la actividad
para conseguir entre todos que el niño enfermo se sienta mejor. Así por ejemplo, dos
niños pueden hacer como si le prepararan un zumo de naranja y su comida preferida,
otros pueden ponerle el termómetro, otro darle una medicina, ponerle una tirita, darle
un beso, contarle un cuento, hacer un juego, traerle un libro, ponerle música, etc.
— Otra posibilidad sería enseñar dibujos o fotografías de animales o personajes con
expresiones de tristeza, dolor, enfermedad, etc. El profesor preguntaría a los niños
qué podrían hacer para transformar la situación y convertirla en una positiva de
alegría, bienestar, felicidad, etc.
Cuando los niños no siguen las normas dictadas por los adultos, pueden recibir
castigos o regañinas que les hacen sentirse tristes. El objetivo de esta actividad es
plantear a los niños una serie de cuestiones en las que se relaciona la desobediencia con
el sentimiento de tristeza para que tomen conciencia de la relación directa que existe
entre ambos.
• ¿Crees que Ana ha sido mala con Clara al no prestarle su muñeca? ¿Por qué?
• ¿Crees que Clara ha sido mala con Ana al tirar del pelo de su muñeca? ¿Por qué?
• ¿Son las dos niñas igual de buenas/malas? ¿Por qué?
• ¿Cómo sabes cuándo un niño es malo?
• ¿Cómo sabes cuándo un adulto es malo?
• ¿Cómo sabes cuándo un animal es malo?
• ¿Cómo siente un niño cuando es malo con otro niño? ¿Por qué?
180
• ¿Cómo siente un niño cuando se porta mal con un adulto? ¿Por qué?
• ¿Qué pasa cuando un niño se porta mal con un adulto?
• ¿Puede un papá o una mamá regañar y no ser malo?
• ¿Una persona puede ser buena y mala a la vez?
• ¿Una persona puede estar triste y enfadada a la vez?
• ¿Una persona puede querernos y ser mala a la vez?
• ¿Hay alguna diferencia entre una persona mala y un gesto malo?
Para terminar con las actividades relacionadas con la tristeza que se realizarán en
clase, se propone un ejercicio que pretende recapitular y confrontar las dos emociones
que ya se han trabajado (la alegría y otras emociones positivas frente a la tristeza y otras
emociones negativas). Así pues, el objetivo de esta actividad es poner de manifiesto el
contraste que existe entre las dos emociones utilizando diversos recursos sencillos que
provoquen ambos estados en los niños.
— El profesor explica a los niños que van a hacer primero cosas para ponerse tristes y
luego otras para ponerse contentos. Así, explica que van a sentir la diferencia que hay
entre triste y contento y van a ver con qué cosas podemos sentir una y otra emoción.
A continuación se proponen una serie de recursos que el profesor puede utilizar para
la actividad, aunque se pueden emplear muchos otros. Por ejemplo, el profesor puede
empezar explicando a los niños que cuando recibimos una mala noticia solemos
ponernos tristes y, a continuación, inventar una mala noticia para contársela a los
niños.
Para finalizar las actividades sobre la tristeza, se propone a los niños que realicen una
tarea con sus padres y la anoten en su cuaderno. El objetivo es que los niños conversen
con sus padres acerca de la tristeza y las estrategias que suelen emplearse en casa para
afrontarla.
181
— El profesor pide a los niños que en casa, con la ayuda de sus padres, inventen un
cuento corto en el que el protagonista se sienta muy triste. Después deberán idear una
solución que permita al personaje cambiar su emoción. Idealmente, se intentará que la
solución no consista simplemente en modificar la situación inicial que provoca la
tristeza, sino que el personaje busque recursos personales o interpersonales (por
ejemplo pida ayuda a otras personas) para afrontarla de forma adecuada. De forma
complementaria pueden proponer otras estrategias menos eficaces y ordenarlas de
mayor a menor eficacia. También pueden imaginar alguna situación real y contrastar
las estrategias que el niño y los padres suelen utilizar.
Como ya vimos en el programa del curso pasado, el enfado es una emoción básica
que puede tener importantes repercusiones en las relaciones de los niños con los adultos.
Aunque a los 5 años los niños suelen controlar sus rabietas y ya se regulan de otra
manera, es importante que aprendan estrategias eficaces que les puedan seguir ayudando.
Durante toda la etapa de Educación Infantil e incluso la Primaria, los adultos intentan
ayudar a los niños a controlar el enfado y relativizar las situaciones negativas. La
comprensión y el manejo adecuado de esta emoción pueden ser muy útiles para todos los
niños y, en especial, para aquellos que tienen especiales dificultades en el control
emocional.
Las actividades que proponemos tienen como objetivo que los niños reflexionen
sobre el enfado y aprendan a identificarlo y a controlarlo cuando sea necesario. Además,
se ha diseñado alguna actividad con el fin de que los niños reflexionen acerca de las
normas que imponen los adultos, su sensación de justicia y las consecuencias
emocionales que tiene la desobediencia.
A continuación se proponen una serie de cuestiones sobre las que los niños pueden
debatir. La finalidad, como siempre que se inicia el trabajo sobre una nueva emoción, es
introducir el tema mediante un guión de discusión que permita relacionarlo con el
cuento. Más adelante, y en función de cómo se desarrolle el debate, se pueden introducir
otras cuestiones más abstractas. En este guión de discusión se plantean las primeras
preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «El amor de mamá», el profesor inicia una comunidad de
investigación sobre el enfado. Las preguntas que aparecen a continuación son una
mera indicación. Como ya sabemos, son los propios niños quienes deberían decidir
182
qué cuestiones del cuento debatir. No obstante, si los niños no aportan ninguna
sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía adaptando y modificando las
preguntas según lo considere oportuno.
— El profesor inicia un turno de palabra para que los niños identifiquen rápidamente
algunas situaciones que provocan enfado (esta actividad aparece en el programa de 4
años y se puede retomar si el profesor dispone de la información). De todas las
situaciones, escoge las que provocan mayor enfado en los niños e inicia una
comunidad de investigación planteando las siguientes preguntas:
• Cuando estamos muy enfadados, ¿qué hacemos para que el enfado se pase?
• ¿Funciona bien?
— El profesor recogerá las estrategias que los niños mencionen y las ordenará de mayor
a menor eficacia. Dada la importancia que tiene el control de la cólera en estas
183
edades, el profesor puede ofrecer una serie de pautas o ayudas que intentará poner en
práctica cuando en la clase ocurra una situación apropiada de forma natural. A
continuación aparecen algunas ideas que se pueden emplear como estrategias de
control del enfado:
— Además, al igual que con la tristeza, el profesor y los niños pueden elaborar un mural
que expondrán en clase sobre cómo afrontar el enfado. Mediante dibujos, pueden
representar las pautas expuestas por el profesor para controlar el enfado junto con
otras estrategias mencionadas por los niños.
— Al igual que con la tristeza, el profesor preguntará cada cierto tiempo a los niños (por
ejemplo, una vez cada dos semanas) si se han enfadado. Si los niños cuentan alguna
experiencia, el profesor preguntará qué estrategia se utilizó y si fue eficaz. Según la
valoración que haga el niño, se le reforzará si aplicó la estrategia adecuada o se le
orientará (y en general a toda la clase) para que pueda afrontar mejor la próxima
ocasión en la que sienta enfadado. Si ningún niño cuenta ningún enfado, el profesor
puede inventar uno y exponerlo él mismo. Si el profesor lo considera oportuno, en
esta actividad se puede emplear el juego de rol para escenificar las situaciones y las
estrategias.
Una vez que los niños han reflexionado sobre las estrategias que pueden utilizar para
enfrentarse al enfado, es importante que las utilicen también para ayudar a los demás.
Ayudar a los otros cuando están enfadados es un buen ejercicio de empatía y de
habilidades sociales y una manera muy gratificante para el niño de practicar sus
184
estrategias. El objetivo de esta actividad es ayudar a los niños a reflexionar sobre algunas
estrategias de autorregulación emocional que pueden utilizar dando trucos a los demás
para superar el enfado.
— El profesor pregunta a los niños qué se puede hacer si un compañero está enfadado y
queremos que se ponga contento. Entre todos pueden anotar las estrategias que vayan
mencionando para a continuación ponerlas en práctica. Si los niños no consiguen
ofrecer ninguna estrategia, el profesor puede proponer las siguientes:
• Ayudar al niño a que piense en otra cosa (por ejemplo, le enseñamos un juguete, le
contamos una historia, etc.).
• Provocar la risa mediante diversas acciones, como contar un chiste que le haga
reír, jugar a perseguirse o hacerse cosquillas.
— El profesor organiza a los niños para que realicen un juego de rol corto en el que se
combinen el enfado y el humor. Por tríos o parejas, y con ayuda del profesor, unos
niños fingen estar enfadados y regañan a otro niño. El niño regañado debe conseguir
que el otro deje de estar enfadado y termine riéndose. Cuando el niño enfadado se ríe,
toda la clase puede aplaudir.
En muchas ocasiones los niños se enfadan si las reglas que imponen los adultos no les
permiten conseguir sus objetivos o si consideran que las situaciones no son justas. Con la
siguiente actividad se pretende que los niños reflexionen acerca de la justicia o injusticia
de algunas situaciones, que piensen qué reacciones emocionales les provocan y que
imaginen cómo las podrían modificar para percibirlas como justas y sentirse bien.
— El profesor plantea a los niños las siguientes situaciones y les pregunta si les parecen
justas o injustas y qué reacción emocional les provocarían. En el caso de que las
consideren injustas, se les pide que las modifiquen para que sean justas y así
provoquen una reacción emocional positiva:
• Es el día de tu cumpleaños y pides un trozo de tarta más grande que el del resto de
los niños.
• Quieres comerte un caramelo pero mamá no te deja porque es la hora de cenar.
• Luis siempre gana a las canicas. Siempre respeta todas las reglas del juego.
• A un compañero de clase le cuesta correr y, por eso, el profesor le deja iniciar la
carrera antes que el resto de los niños. Este niño gana la carrera.
• Eres bueno con tus amigos del colegio pero a ellos les gusta fastidiarte y burlarse
de ti.
185
3.5. ME PREGUNTO...
Una de las formas más eficaces para ayudar a una persona cuando está enfadada, para
resolver conflictos interpersonales o incluso para saber qué repercusiones tienen las
conductas y los gestos en los demás es preguntar. A través de preguntas sencillas se
consigue que la persona explicite su estado anímico y, muchas veces, tome conciencia de
que las reacciones emocionales pueden ser exageradas y la situación se puede arreglar de
otra forma. Cuando se verbalizan estados anímicos negativos, se suele ayudar a
relativizarlos y resolverlos.
Por otra parte, en ocasiones no sabemos qué emociones provocan en los demás las
conductas o los gestos que realizamos. Cuando una persona se pregunta cómo se siente
otra, por qué ha hecho algo o si está molesta, es importante poder preguntar. Igualmente,
los niños y los adultos se formulan preguntas relacionadas con sus propias emociones
que necesitan de los otros para poder ser contestadas. El objetivo concreto de esta
actividad es enseñar a los niños a formular preguntas adecuadas cuando quieren obtener
información sobre cómo se sienten ellos mismos o los demás. Además, es importante
que los niños consideren la comunicación verbal la principal forma de resolver y aclarar
conflictos, aunque sea de forma adaptada a su edad. El objetivo profundo es enseñar a
los niños a hablar y preguntar acerca de las emociones propias y ajenas y contribuir, en
la medida de lo posible, a romper el tabú social que a menudo impide hablar con
naturalidad de las emociones.
— El profesor presenta a los niños las siguientes situaciones y les pide que reflexionen
sobre qué podrían hacer si quisieran obtener este tipo de información. Se trata de que
los niños aprendan a preguntar de forma adecuada y a la persona adecuada cuando
quieren saber ciertas cosas relacionadas con las emociones y los conflictos
interpersonales.
— Otra posibilidad es plantear situaciones reales que hayan ocurrido en clase e intentar
que los niños resuelvan las dudas que tengan sobre las conductas de los demás.
186
3.6. TRABAJANDO EL ENFADO EN CASA
Para terminar con el enfado, se propone a los niños que realicen una tarea con sus
padres y la anoten en su cuaderno. El objetivo es que los niños conversen con sus padres
acerca de las situaciones que suelen provocar enfado en casa (tanto en los adultos como
en los niños) y las estrategias que se suelen emplear para afrontarlas. La verbalización de
las causas del enfado en los adultos puede contribuir a una mayor comprensión del niño
sobre la importancia de las reglas que éstos imponen y la necesidad de seguirlas.
— Los padres pueden recordar con los niños situaciones en las que éstos han sentido
enfado en casa y dialogar sobre las estrategias que utilizan para controlarlo. De forma
complementaria, y puesto que los niños observan a menudo el enfado de sus padres,
se puede realizar la misma actividad centrada en los adultos. Así, los padres pueden
recordar y hablar con sus hijos sobre las situaciones que les hacen enfadar y las
estrategias que emplean para superar el enfado. Los padres pueden utilizar la
actividad para que los niños tomen conciencia de cómo sus acciones pueden tener
consecuencias emocionales negativas para sus padres.
Como ya sabemos, el miedo es otra de las emociones básicas o simples. Esta emoción
acompaña a los niños durante mucho tiempo aunque las características de personalidad
pueden modelar su intensidad y frecuencia de aparición. A los 5 años habrá niños aún
bastante miedosos y otros mucho más seguros de sí mismos. No obstante, todavía
quedan elementos que suelen provocar miedo en casi todos los niños de esta edad, como
la oscuridad o ciertos personajes de ficción. Así pues, dado que la mayoría de los niños
sienten miedo con frecuencia y que en algunas ocasiones los miedos infantiles cobran
una importancia desproporcionada, es importante trabajar esta emoción. Aprender a
identificarlo, expresarlo y afrontarlo puede ayudar a muchos niños a aumentar la
confianza en sí mismos y ser más felices.
Las actividades que proponemos a continuación tienen como objetivo que los niños
reflexionen sobre el miedo y las estrategias que pueden utilizar para afrontarlo de forma
eficaz. Puede ser especialmente útil que cada niño sea capaz de identificar las cosas que
le producen miedo y pueda determinar la estrategia más útil para él.
187
trabajo sobre una nueva emoción, es empezar con un guión de discusión que permita
introducir el tema relacionándolo con el cuento. Más adelante, y en función de cómo se
desarrolle el debate, se pueden introducir otras cuestiones más abstractas. En este guión
de discusión se plantean las primeras preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «La mariquita gigante» (p. 257), el profesor inicia una
comunidad de investigación sobre el miedo. Las preguntas que aparecen a
continuación son una mera indicación. Como ya sabemos, son los propios niños
quienes deberían decidir qué cuestiones del cuento debatir. No obstante, si los niños
no aportan ninguna sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía adaptando y
modificando las preguntas según lo considere oportuno.
Una manera de empezar a trabajar el miedo en esta edad es dar cierta confianza a los
niños y hacerles ver que a medida que crecen van sintiendo menos miedo ante los
fenómenos de la vida cotidiana. El objetivo de esta actividad es, pues, que los niños
vayan confiando en su capacidad para racionalizar y controlar el miedo.
188
las estrategias que los niños hayan utilizado.
Como para cada emoción básica, en esta edad es importante trabajar algunas
estrategias. Al igual que con la tristeza y el enfado, con esta actividad se pretende que los
niños reflexionen sobre cómo pueden afrontar el miedo y cuáles son las mejores
estrategias para paliarlo o eliminarlo. Idealmente, este tipo de actividad debería tener
cierta continuidad a lo largo del programa, es decir, el profesor podría aprovechar
cualquier ocasión que se dé de forma natural entre los niños para retomar las cuestiones
que a continuación se proponen. Cualquier aplicación de los contenidos del programa en
diferentes situaciones ayuda a los niños a generalizar, en este caso a darse cuenta de que
las estrategias que han aprendido se pueden utilizar en muy diversas ocasiones.
• Recuerda alguna cosa que te dé miedo. ¿Qué haces cuando tienes miedo?
• ¿Sirve lo que haces para dejar de tener miedo?
A partir de las aportaciones de los niños, se puede intentar clasificar las estrategias de
mayor a menor eficacia y elegir, entre todos, la mejor. El profesor puede elaborar una
pequeña lista que puede quedar expuesta en la clase.
— El profesor preguntará cada cierto tiempo a los niños (por ejemplo una vez cada dos
semanas) si han sentido miedo en alguna ocasión. Si los niños cuentan alguna
experiencia, el profesor preguntará qué estrategia se utilizó y si fue eficaz. Según la
valoración que haga el niño, se le reforzará si aplicó la estrategia adecuada o se le
orientará (y en general a toda la clase) para que pueda afrontar mejor el miedo la
próxima vez que aparezca. Si ningún niño cuenta ninguna situación, el profesor puede
inventar una y contarla él mismo. Si el profesor lo considera oportuno, en esta
actividad se puede emplear el juego de rol para escenificar las situaciones y las
estrategias.
Una vez que los niños han reflexionado sobre las estrategias que pueden emplear para
afrontar el miedo, puede resultar interesante reflexionar sobre cómo influye el
pensamiento en las emociones que sentimos. El componente cognitivo es esencial en las
emociones. Aunque las emociones muchas veces tienen una causa externa (ocurre algo
que nos hace sentir una emoción), los pensamientos modelan los sentimientos de manera
189
determinante. El objetivo de esta actividad es que los niños experimenten, mediante una
tarea sencilla, la influencia de lo que pensamos en cómo nos sentimos. Para realizar esta
tarea es necesario que los niños estén tranquilos y escuchen al profesor con atención.
— El profesor pide a los niños que se tumben en las colchonetas, cierren los ojos y
escuchen bien lo que les va a contar. El profesor explica que va a contar dos historias
y pide a los niños que vayan imaginando lo que van escuchando. La primera historia
da un poco de miedo, pero la segunda no. La primera historia dice así:
«Andrea es una niña de 5 años, como tú. Hoy ha ido al cole y después ha
jugado mucho en el parque. Cuando llega la hora de irse a dormir, está muy
cansada. Su papá le cuenta un cuento y su mamá viene a darle un beso de buenas
noches. Después, los dos se van y dejan a Andrea en la cama con su muñeca Lila.
Cuando Andrea está a punto de dormirse, de repente oye un ruido. Abre los ojos
y le parece ver en su cuarto una sombra que se mueve. Andrea piensa que un
monstruo verde y peludo ha entrado en su cuarto. Tiene miedo y llama asustada a
su mamá y su papá. “¡Mamá, papá, hay un monstruo en mi cuarto!”».
«Andrea es una niña de 5 años, como tú. Hoy ha ido al cole y después ha
jugado mucho en el parque. Cuando llega la hora de irse a dormir, está muy
cansada. Su papá le cuenta un cuento y su mamá viene a darle un beso de buenas
noches. Después, los dos se van y dejan a Andrea en la cama con su muñeca Lila.
Cuando Andrea está a punto de dormirse, de repente oye un ruido. Abre los ojos
y le parece ver en su cuarto una sombra que se mueve. Andrea piensa un
momento en lo que está pasando. Estira las orejas para oír bien y piensa: “ah, es
el ruido de la lavadora”. Después abre bien los ojos y vuelve a mirar la sombra,
pero ya no la encuentra. Mira bien la pared y piensa: “pero si no hay ninguna
sombra, ¡son mis muñecos!”. Andrea vuelve a cerrar los ojos y en un segundo se
queda dormida».
Una vez que haya finalizado la lectura, el profesor puede formular las siguientes
preguntas a los niños:
Con las respuestas de los niños, y basándose en la historia que acaba de leer, el
profesor irá poniendo de manifiesto cómo la interpretación de los hechos influye en
las emociones. Para terminar la actividad, el profesor vinculará esta conclusión con la
190
experiencia cotidiana de los niños y les explicará cómo pueden aplicarla.
Uno de los componentes más importantes de las emociones son las reacciones físicas.
A través de ellas se puede reconocer una emoción o un estado anímico. Aunque para
algunas emociones las reacciones físicas no son tan fáciles de percibir (por ejemplo, los
estados positivos), en el caso del miedo los signos físicos pueden ser muy evidentes. A
través de esta actividad se persigue que los niños tomen conciencia de los signos físicos
que acompañan algunas emociones y aprendan a identificarlos y reconocerlos.
• Cuando tienes mucho miedo, ¿sientes algo por dentro? ¿Qué sientes? ¿Qué notas?
• Cuando tienes miedo, ¿puedes oír tu corazón? Explica tu respuesta.
• En otras situaciones, ¿puedes oír tu corazón? Explica tu respuesta.
• Cuando tienes miedo, ¿cómo respiras?
• ¿Respiras igual en otras situaciones? ¿Cuáles?
Para finalizar las actividades sobre el miedo, se propone a los niños que realicen una
tarea con sus padres y la anoten en su cuaderno. El objetivo es que los niños conversen
con sus padres acerca de las posibles estrategias de control que podrían utilizar para
superar algunos miedos.
— El profesor pide a los niños que en casa con sus padres piensen en las cosas que les
provocan miedo y reflexionen sobre el tipo de estrategia que podrían utilizar para
superarlo. Si los padres lo desean, pueden hablar con sus hijos sobre algunas cosas
que les provocaban miedo y hacer explícita alguna estrategia que les ha ayudado a
superarlo. Igualmente, pueden verbalizar alguna situación que les sigue provocando
cierto miedo y la estrategia que intentan utilizar. Idealmente, se debe hablar con los
niños de miedos relativamente sencillos y fáciles de racionalizar (por ejemplo, miedo
ante algún animal, miedo a las alturas, etc.) para que el niño entienda que es bastante
simple controlarlos. También se puede hablar con los niños de otras cuestiones más
metafísicas (por ejemplo el miedo a la muerte), pero es necesario que el adulto sirva
de ejemplo y asuma siempre una posición que ofrezca seguridad y tranquilidad al
niño.
191
5. El ratón: trabajando la envidia
— Tras la lectura del cuento «El ratón», se inicia una comunidad de investigación. El
guión de discusión que se ofrece a continuación es sólo una herramienta que puede
192
ayudar a sugerir preguntas cuando no surjan de forma espontánea.
• ¿Por qué crees que todos los niños quieren tocar o ver el ratoncito de Julia?
• ¿Por qué crees que Julia no quiere enseñar el ratoncito a Javier y otros niños pero
sí a Ana? Encuentra al menos dos razones.
• ¿Por qué Julia no presta el ratoncito a los otros niños? ¿Cuáles son las
consecuencias?
• ¿Por qué crees que María cambia de opinión de repente y dice que el ratoncito de
Julia no es tan bonito? ¿Es una buena estrategia? ¿Qué sentimiento crees que
tiene? ¿Cree que el ratón es bonito o no?
• Si prestamos un juguete a otro niño, ¿nos quedamos sin el juguete para siempre?
• ¿Por qué algunos niños siempre quieren lo que otros tienen?
• ¿Qué crees que se siente cuando quieres lo que tiene otro: alegría, tristeza, enfado,
frustración, envidia? Pon ejemplos para ilustrar tu respuesta.
• ¿Por qué Javier se pone a llorar?
• ¿Cómo crees que se siente Javier? ¿Por qué?
• ¿Quién ha encontrado el ratoncito?
• ¿Por qué no lo tiene Javier?
• ¿Por qué Javier medio sonríe cuando el ratoncito se escapa de las manos de Julia?
¿Qué siente Javier para sonreír? ¿Tiene una buena razón para estar contento?
• ¿Está bien que Javier sonría cuando el ratoncito se escapa de las manos de Julia?
• ¿Se te ocurre alguna solución para los niños que siempre quieren lo que tienen los
demás?
Para que los niños puedan comprender y reflexionar sobre la envidia, es conveniente
que conozcan las situaciones que la provocan. Dada la dificultad que tienen los niños
para identificar de forma explícita la envidia, esta vez se utilizarán el cuento y las
emociones de los personajes para que los niños aprendan a reconocerla.
• Qué es más agradable para ti, ¿sentir las emociones de Ana o las de Javier y
193
María? ¿Por qué?
• ¿Qué consecuencias tiene la actitud de Ana para ella? ¿Y para sus amigos?
• ¿Qué consecuencias tiene la actitud de Javier y María para ellos? ¿Y para sus
amigos?
Puesto que la envidia es un sentimiento complejo, los niños pueden necesitar más
situaciones sobre las que reflexionar para identificarla correctamente. Esta actividad,
pues, puede plantearse de forma complementaria a la anterior o bien de forma
alternativa. Mientras que en la primera se trabaja recurriendo al cuento, en esta segunda
se presentan situaciones que pueden resultar más cotidianas y cercanas a la experiencia
del niño. El profesor decidirá, en función del tiempo y de las características del grupo, si
plantea ambas actividades, sólo la anterior o únicamente ésta.
— El profesor presenta a los niños la siguiente situación y les pide que expliquen qué
harían: «Imagina que es tu cumpleaños y te han hecho un bonito regalo. Tu mejor
amigo desea también tenerlo desde hace tiempo. ¿Se lo prestarías?». El profesor pide
a los niños que expliquen las consecuencias que tendría la elección que realizan para
ellos y para su amigo.
Un cachorro
Un juego de construcciones
Un libro de cuentos
194
Una zapatillas con luces que se encienden
al andar
Al igual que con el resto de emociones, los niños intentarán expresar y reconocer la
envidia sin palabras, sólo mediante gestos y expresiones faciales. En este caso los niños
se darán cuenta de que es muy difícil expresar la envidia. Así, será una actividad corta y
simple pero permitirá a los niños adquirir un conocimiento fundamental: algunas
emociones no se pueden identificar mediante una expresión facial y no se pueden
expresar mediante gestos.
— El profesor pide a cada niño que ponga «cara de envidia» o haga algún gesto de
envidia delante de un espejo. El resto de los compañeros deben decir si reconocen o
no la expresión de envidia. Para hacer más evidente el contraste se puede pedir a los
niños que pongan cara de enfado, tristeza, alegría, etc. El profesor concluirá que hay
emociones «sin cara» y que, por tanto, no se pueden reconocer tan fácilmente como
otras. Se puede aprovechar para repasar otras expresiones emocionales ya trabajadas.
Esta actividad pretende que los niños profundicen un poco más sobre cómo y cuándo
aparece la envidia, qué sentimientos provoca y la posible «justicia o injusticia» de la
situación. El objetivo es que los niños vayan tomando conciencia de que la posesión de
ciertos objetos o características no debe relacionarse con la valía personal o afectar a
ésta.
— El profesor retoma la situación del cuento para introducir la actividad. Recuerda que
en el cuento los niños envidian a Julia porque tiene en sus manos un ratoncito.
Algunos niños, como Ana, están contentos por ella, pero otros, como Javier, creen
que es injusto. El profesor pregunta a los niños cómo se sentirían en las situaciones
que aparecen a continuación (si los niños comprenden lo que significa «justo» e
«injusto», el profesor puede también indagar si los niños consideran justo o injusto no
tener lo que tiene otro).
Si tú no lo ¿Por qué
Julia tiene... tienes, ¿cómo te te sientes
sientes? así?
Un ratoncito
195
patio del colegio
Un gusanito
La varicela
• ¿Tenemos envidia de todo lo que los otros tienen y nosotros no? ¿Por qué?
• ¿Hay cosas que los otros tienen y que nosotros no queremos? Pon algún ejemplo.
• ¿Cómo podemos estar seguros, antes de envidiar a un compañero, de que lo que
tiene nos pondrá contentos o no nos causará problemas?
• ¿Se puede no tener envidia de los demás y estar contento con lo que uno tiene?
Explica tu idea.
• Si a veces tus amigos tienen cosas que tú no tienes y, otras veces, tú tienes cosas
que tus amigos no tienen, ¿es justo o injusto? ¿Por qué?
Para las emociones complejas, que implican relaciones sofisticadas con los demás,
puede ser útil para los niños intentar elaborar una definición entre todos. Aunque es un
trabajo complejo que implica una gran capacidad cognitiva, se puede intentar elaborar
una definición sencilla y adaptada. Así, a partir de la reflexión ligada al cuento y de otras
experiencias de los niños, se trata de dar una definición clara y simple de lo que es la
envidia, en qué situaciones aparece y qué consecuencias tiene. Se trataría de esclarecer, a
través de la puesta en común, el esquema causal de la envidia y los elementos que
facilitan su aparición.
— El profesor puede partir del propio cuento y de otras situaciones trabajadas en clase y
hacer un listado de las situaciones de envidia, sacar sus rasgos comunes y llegar a una
definición. Se trata de una actividad que guiará el profesor pero con la participación
de los niños, que serán quienes, al final, obtendrán la definición.
Una vez que los niños hayan elaborado una definición de la envidia, pueden empezar
196
a reflexionar sobre las estrategias que se pueden utilizar para paliarla o reconvertirla en
una emoción que, al menos, no provoque sentimientos negativos. Para plantearla, el
profesor puede partir del cuento.
— El profesor retoma el cuento y recuerda a los niños que Javier quiere ver el ratoncito
de Julia pero ella no se lo presta. En un momento de la historia, Javier se pone a
llorar. El profesor pregunta a los niños cómo creen que se siente Javier y por qué se
siente así. A continuación aparecen algunas etiquetas que el profesor puede utilizar, si
lo considera necesario, y pueden ayudar a caracterizar a Javier:
• Envidia.
• Celos.
• Tristeza.
• Enfado.
• Impotencia.
• Frustración.
• Se siente traicionado por su amiga.
— Una vez que los niños hayan descrito cómo se siente Javier, el profesor formula las
siguientes preguntas:
En algunas situaciones nos gustaría tener lo que otras personas poseen. A veces se
trata de bienes materiales y otras de cualidades personales. No obstante, cuando la
persona posee lo que deseamos, también podemos sentir lo que en el lenguaje común se
suele denominar una «sana envidia». Este sentimiento no tiene los rasgos negativos de la
verdadera envidia (frustración, baja autoestima, conciencia de falta), sino que se suele
sentir alegría ante el bien ajeno. En definitiva, aunque se trate de bienes o cualidades que
la persona también desearía, sin embargo, se alegra de que otro pueda disfrutarlos.
Mediante este sentimiento de «sana envidia» se ponen en práctica habilidades empáticas
que permiten adoptar el punto de vista ajeno y sentir de forma conjunta. La actividad que
se propone a continuación tiene como objetivo que los niños comparen situaciones de
envidia y de envidia sana. De esta forma pueden ir tomando conciencia de cómo la
envidia se puede convertir en empatía. Una posibilidad es plantear esta actividad para
197
que los niños la realicen junto con sus padres. Sería quizá más sencilla para los niños y
podrían aprovecharla mejor.
— El profesor pide a los niños que con sus padres piensen en una situación en la que
sintieron alegría por otra persona (a ser posible otro niño o su hermano, si tiene) y
otra en la que sintieron envidia con todos sus componentes (otro posee un bien que
ellos desean y no tienen, se entristecen, consideran que la situación es injusta porque
deberían tenerlo ellos y se alegran si el otro lo pierde). Si los niños y los padres no
consiguen recordar una situación real, pueden inventar una ficticia. Ante ambas
situaciones, y con la ayuda de los padres, habría que establecer:
Cómo se sintió Por qué Por qué no sintió envidia Cómo se sintió Por qué Por qué sintió envidia
Comparación y estrategias
Qué situación le gustó más Qué podría hacer la próxima vez para transformar la envidia en empatía
— El profesor da a cada niño una de las consignas siguientes. Para responder, el niño
puede pedir ayuda a sus padres, al profesor o a sus amigos. Después, el profesor
organizará un turno de palabra para que cada niño explique a la clase su cualidad o
rasgo positivo. El profesor escribe el rasgo de cada niño en una cartulina junto a la
fotografía o el nombre de éste. Estas cartulinas quedarán expuestas en la pared de la
clase.
198
• Nombra una situación en la que fuiste valiente.
• Describe lo que más te gusta de ti.
• Describe lo que tu mamá o tu papá prefieren de ti.
• Explica en qué te diferencias de los otros niños.
• Recuerda alguna situación en la que tuviste éxito.
• Nombra las cualidades que te caracterizan.
• Nombra las actividades en las que eres hábil.
• Nombra las cosas nuevas que eres capaz de aprender.
• Nombra una ocasión en la que tomaste la iniciativa.
• Nombra una ocasión en la que no te rendiste.
• Describe cosas que hayas inventado (juegos, canciones, historias, etcétera).
• Describe una ocasión en la que ayudaste a un amigo.
• Explica cómo arreglaste una pelea con un amigo.
• Nombra una ocasión en la que pudiste cooperar con tus compañeros.
• Nombra una situación en la que defendiste a un amigo.
• Nombra las emociones positivas que llevas dentro.
• Describe una situación en la que te pusiste triste o contento por un amigo.
Como actividad final, y para resumir o recapitular los distintos aspectos trabajados
sobre la envidia, se propone una actividad dividida en dos partes. En la primera parte, se
trata de volver a pensar cómo se reconoce la envidia. En la segunda, se pide a los niños
que retomen las estrategias o las formas de convertir la envidia en un sentimiento menos
negativo. El objetivo con esta actividad doble es que los niños terminen con una visión
global de la envidia que incluya el reconocimiento y las estrategias para manejarla.
199
— Una vez que se han identificado estos rasgos, el profesor inventará con los niños una
escena corta en la que, por ejemplo, un niño quiere algo que tiene otro y, al no
conseguirlo, se enfada, llora, etc. Esta pequeña historia la pueden escenificar en clase
algunos niños con la ayuda de marionetas.
— El profesor planteará a los niños la siguiente cuestión: una vez que hemos
identificado que queremos algo que no tenemos y nos sentimos mal, ¿qué podemos
hacer? El profesor reflexiona con los niños sobre las siguientes cuestiones:
— Una vez que el profesor ha explicado algunas estrategias sencillas y los niños las han
debatido, se puede continuar inventando el cuento de la actividad anterior. Para
finalizarlo, el profesor y los niños harán que el protagonista de la historia ponga en
práctica las dos estrategias descritas. Para terminar, los niños pueden escenificar el
cuento con las marionetas.
En esta ocasión las actividades para realizar en casa junto con los padres se han ido
proponiendo a lo largo del trabajo del profesor en la clase. Los niños pueden trabajar con
sus padres una o dos de las actividades ya propuestas.
200
En algunas ocasiones podemos tener la impresión de sentir varias emociones a la vez.
Esto ocurre cuando una situación genera sentimientos contradictorios. Aunque no se
sabe muy bien si dos emociones contrarias pueden sentirse a la vez o se suceden en el
tiempo, lo cierto es que hay situaciones que producen emociones mixtas o ambivalencia.
Ante ellas es necesario reflexionar y tomar conciencia de qué se siente, por qué se siente
y con qué intensidad se siente cada emoción. Como se acaba de señalar, no se sabe bien
si en las situaciones que provocan ambivalencia se sienten emociones contrarias de
forma simultánea o sucesiva. También es posible que siempre haya una emoción
prevalente o dominante sobre la otra o que conforme una va aumentando de intensidad,
la otra vaya disminuyendo.
Los estudios que se han realizado con niños indican que, con la edad, aprenden a
comprender la ambivalencia emocional y que un factor importante en esa comprensión
es la participación en conversaciones con adultos sobre las emociones. Tomar conciencia
de la ambivalencia emocional podría ayudar a valorar las situaciones que la producen y
pensar en alguna estrategia que ayude a afrontarla. Por ejemplo, la diferenciación de
emociones mixtas podría ser una buena estrategia para ayudar a los niños a prevenir el
abuso o el maltrato. Los niños que sienten amor por una persona podrían tener
dificultades para rechazar de ella algunos comportamientos que pueden causarles miedo,
tristeza o enfado, como ciertos maltratos verbales, violencia física o abuso sexual.
Entender que una persona puede causar emociones opuestas por diferentes acciones
puede ser una buena estrategia para empezar a hablar sobre ello y así buscar protección.
A continuación se proponen una serie de cuestiones sobre las que los niños pueden
debatir. El objetivo es favorecer en los niños una reflexión conjunta sobre la posibilidad
de sentir emociones opuestas al mismo tiempo. En principio, las preguntas están
relacionadas con el cuento, pero la reflexión conjunta puede dar lugar a plantear otras
cuestiones más abstractas.
— El profesor, tras recordar y volver a leer el cuento «La mariquita gigante» (p. 257),
inicia una comunidad de investigación sobre la posibilidad de sentir a la vez
emociones contrarias ante una situación. Las preguntas que aparecen a continuación
son una mera indicación. En realidad, son los propios niños quienes deberían decidir
qué cuestiones del cuento debatir, pero si no aportan ninguna sugerencia, el profesor
puede utilizar esta guía. No obstante, estas preguntas se pueden adaptar y modificar
en función de los intereses del grupo, las circunstancias específicas, etc.
201
• ¿Qué habrías hecho si fueras Nicolás?
• ¿Crees que Nicolás ha hecho bien? ¿Por qué?
• De las emociones que conoces, ¿cuál es la más agradable? ¿Por qué?
• ¿Se puede vivir a la vez una emoción agradable y una desagradable? ¿Por qué?
• ¿Conoces emociones que son a la vez agradables y desagradables? Explica cuáles.
• El miedo ¿es una emoción agradable o desagradable?
• Nombra situaciones en las que el miedo es una emoción agradable (por ejemplo,
en el cine) y otras en las que es una emoción desagradable (por ejemplo, miedo a
que papá y mamá nos castiguen).
• ¿Se puede estar a la vez triste y contento? ¿Por qué?
• ¿Se puede querer a alguien y a la vez rechazar lo que hace?
Uno de los principales objetivos al trabajar las emociones mixtas es que los niños
aprendan a identificarlas. Esto implica reconocer que se puede sentir dos emociones
opuestas al mismo tiempo, es decir, que una misma situación puede producir
sentimientos contradictorios. Para aprender a identificar las emociones mixtas es
necesario que los niños tomen conciencia de las emociones que puede causar una
situación, así como las razones de cada emoción.
— El profesor plantea a los niños las siguientes situaciones y pregunta acerca de las
emociones que sienten los personajes. Hay dos niveles de dificultad en las situaciones
que se pueden trabajar con los niños. En un caso, como ocurre en las dos primeras
situaciones que se presentan a continuación, aparece la ambivalencia de forma
explícita y se pide a los niños una explicación; en otro, del que la tercera y la cuarta
historias son un ejemplo, los niños deben decidir si es posible sentir emociones
mixtas. Si el profesor lo considera oportuno o necesario, puede modificar o adaptar
las situaciones.
Tristán ha recibido de regalo por su cumpleaños una bicicleta. Después de dar una
vuelta con ella, tiene un accidente y se cae. Ahora se siente enfadado y contento a la
vez. ¿Podrías explicar por qué?
Noa está de vacaciones en la playa y ha conocido a muchos amigos nuevos con los
que se divierte mucho. Al final de las vacaciones tiene que volver a su casa, donde le
espera su perro Pepo, al que adora, pero debe despedirse de sus amigos. Noa se siente
triste y contenta a la vez. ¿Podrías explicar por qué?
A Luis le encanta jugar con sus amigos a los fantasmas. Es un juego muy divertido
aunque también le da miedo. Todos se disfrazan de fantasma y se esconden para darse
202
sustos. Luis está esperando a sus amigos para jugar a los fantasmas. ¿Cómo crees que
se siente Luis? ¿Puede estar contento y tener miedo de los sustos a la vez?
Andrea ha perdido a su gato Frank hace varios días. Está triste y preocupada por
él. Hoy la vecina lo ha encontrado y lo ha traído a casa. Frank está lleno de arañazos
y tiene una herida en la oreja. ¿Cómo crees que se siente Andrea? ¿Se siente
contenta? ¿Cuánto de contenta? ¿También se puede sentir triste? ¿Cuánto de triste?
Una vez que los niños hayan analizado algunas situaciones que pueden provocar
ambivalencia, podrían pensar en alguna vivida por ellos mismos. De esta forma pueden
trabajar de forma más concreta y entender mejor los matices de este tipo de situaciones.
Dado que se trata de situaciones algo complejas, una buena forma de realizarla podría ser
con la ayuda de los padres.
— El profesor pide a los niños que en casa, y con la ayuda de sus padres, recuerden y
dibujen alguna situación en la que han sentido dos emociones a la vez. En el dibujo se
debe explicar lo sucedido, las emociones que se han sentido y por qué, así como la
resolución de la situación. El profesor puede hacer una puesta en común con los
dibujos y las explicaciones de los niños para analizar qué situaciones pueden
provocar varias emociones.
Los niños experimentan a menudo situaciones en las que sienten miedo y placer a la
vez. Al igual que le ocurre a Nicolás en el cuento, la mayor parte de las personas pueden
experimentar cierto placer al sentir miedo. Esta mezcla de emociones provoca que en
muchas ocasiones no se evite una situación que causa miedo: más bien al contrario;
pueden ser situaciones que se busquen activamente. A través de varios ejemplos se
203
pretende que los niños reflexionen sobre la mezcla de miedo y placer, de excitación o
alegría que provocan algunas situaciones. Dado que son situaciones cercanas a los niños,
podrían facilitar una comprensión más general de las emociones mixtas.
— El profesor narra a los niños un cuento en el que aparecen situaciones que provocan
miedo y placer. Después de cada situación, el profesor pregunta a los niños si
reaccionarían igual que el personaje explicando por qué.
3
A Crocolobo le gusta tener miedo
¿A vosotros os gustan los sitios misteriosos donde no se ve muy bien, hay cosas
raras y telarañas? ¿Por qué? ¿Y os da miedo? ¿Por qué? ¿Y os gusta tener algo de
miedo? ¿Por qué?
Otra cosa que le gusta a Crocolobo es mirar las sombras cuando está en la cama
con la luz apagada. Siempre ve unas sombras que se acercan y parecen monstruos...
¡que son papá y mamá y vienen a contarle un cuento y decirle buenas noches!
— Para finalizar la actividad el profesor puede pedir a los niños que piensen en alguna
situación que hayan vivido y les haya provocado miedo y placer a la vez. Los niños
pueden dibujar la situación, explicar por qué les da miedo y por qué les gusta a la vez.
Otra posibilidad es realizar esta actividad en casa con la ayuda de los padres y realizar
después una puesta en común.
Otra manera concreta y sencilla para los niños de trabajar las emociones mixtas puede
204
ser a través del mural de las emociones que se utiliza de forma cotidiana en la clase
(véanse las propuestas iniciales en la p. 37). A partir del trabajo con el mural que está en
la clase, y en el que los niños seleccionan la expresión facial que se corresponde con la
emoción que sienten en diversos momentos del día, se puede animar a reflexionar si es
posible sentir dos emociones opuestas a la vez eligiendo, por tanto, dos dibujos de
expresión emocional diferente para la misma situación. El objetivo es que los niños
reflexionen a partir de las expresiones emocionales que utilizan en el mural.
— El profesor puede organizar a los niños por equipos y pedir que cada uno piense en
una situación que provoque dos emociones a la vez. Puede ser una situación real,
ocurrida en el colegio, o uno de los ejemplos que se han trabajado a lo largo de las
actividades. El profesor ayudará a los niños a pensar y estructurar las situaciones si lo
necesitan. Después cada equipo contará al resto de la clase la situación que han
pensado, las emociones que se sienten y las razones por las que experimentan dichas
emociones.
Una cuestión interesante relacionada con las emociones mixtas tiene que ver con la
intensidad. Como se mencionó en la introducción, se pueden sentir emociones contrarias
pero con intensidades diferentes. Así, una puede predominar sobre otra o pueden ir
variando de intensidad conforme se desarrollando la situación. El objetivo de esta
actividad es que los niños aprendan a medir de forma sencilla la intensidad de dos
emociones cuando aparecen a la vez. En función de las características del grupo se puede
hacer más compleja la forma de medida.
205
los niños para valorar la intensidad emocional (por ejemplo, se pueden recordar las
vacaciones de Navidad y evaluar las emociones que se han experimentado y su
intensidad a lo largo de los días).
Muchas veces interactuar con extraños produce emociones mixtas. Por una parte se
puede sentir interés o atracción y, por otra, cierto reparo o miedo. El objetivo de esta
actividad es que los niños tengan la oportunidad de explorar estos sentimientos y
analizar lo que sienten en este tipo de situaciones. El profesor puede modificar o adaptar
las situaciones en función del contexto, las características del grupo, etc.
— El profesor plantea a los niños dos situaciones y formula las preguntas que aparecen
a continuación.
Imagina que estás columpiándote solo en el parque. Viene una señora mayor que
parece simpática y te propone empujarte para que te columpies más alto. Sería más
divertido, pero no conoces a la señora. ¿Aceptarías? ¿Por qué?
Imagina que estás en la tienda comprando leche para tu mamá. Un señor te dice
que eres muy bueno al ayudar así a tu mamá y te propone acompañarte a casa. Como
la leche pesa mucho, te gustaría aceptar, pero dudas porque no conoces al señor.
¿Irías con él? ¿Por qué?
Una de las principales aplicaciones del trabajo con las emociones mixtas tiene que ver
con la prevención del abuso. Para los niños pequeños resulta muy difícil admitir que un
ser querido o admirado pueda hacerles daño. Dado que los niños pequeños no
comprenden la naturaleza de los abusos ni que se trata de conductas reprobables, en
muchas ocasiones no las pueden verbalizar ni buscan ayuda. Al contrario, lo que suelen
tener claro los niños que se encuentran en esta situación es que se sienten mal. También
puede haber otras situaciones en las que los niños pueden sentirse inquietos, temerosos o
inseguros sin tener conciencia del motivo. El objetivo de esta actividad es proporcionar a
los niños un contexto en el que reflexionar acerca de estas cuestiones y verbalizarlas.
— El profesor inicia con los niños una comunidad de investigación planteando las
siguientes cuestiones. Como es habitual, las preguntas que aparecen a continuación
son una mera guía que se puede modificar en función de los intereses de los niños.
206
• ¿Podemos tener miedo de una persona a la que queremos? Explica por qué.
• ¿Podemos tener sentimientos negativos sin razón aparente hacia una persona que
parece buena?
• ¿Has tenido alguna vez la sensación de que lo que te dice un amigo no es verdad?
Explica tu respuesta.
• ¿Debes confiar más en lo que te dice un desconocido o en lo que sientes por
dentro? ¿Por qué?
• ¿Debes fiarte más de lo que te dicen tus padres o de lo que sientes por dentro?
¿Por qué?
Para terminar el trabajo con las emociones mixtas se propone que los niños realicen
una actividad en casa con sus padres. Como en otras ocasiones, el objetivo es que los
padres conversen con sus hijos acerca de las emociones mixtas y la ambivalencia, que
puedan explicarles en qué consisten y dialogar sobre cómo se manejan en casa.
— Como se explicó en la actividad 6.3 («Dibujando las emociones mixtas»), los padres
pueden recordar con el niño una situación ambivalente o que provocó dos emociones
contrarias a la vez. Los padres y el niño pueden dibujar la situación y anotarla
explicando las emociones sentidas, sus causas y cómo se resolvió.
— Otro aspecto que se puede trabajar con los padres es la propuesta de la actividad 6.4
(«Me gusta tener miedo»). En esta actividad, el profesor pedirá a los padres y al niño
que piensen en alguna situación que haya provocado en los niños miedo y placer a la
vez. Los niños y los padres pueden dibujar la situación en el cuaderno y explicar por
qué les da miedo y les gusta a la vez.
La empatía, como ya vimos en los programas anteriores, es uno de los elementos más
importantes para lograr establecer buenas relaciones con los demás. A través de esta
capacidad se puede comprender lo que otro siente y piensa pero sintiendo con él.
Mediante la empatía una persona se identifica con otra y establece un tipo de relación en
la que al intercambio comunicativo se añade un enlace emocional especial. Como ya
vimos en el programa del curso pasado, para que se dé empatía se requieren dos
capacidades, una más cognitiva y otra más afectiva. Por una parte, es necesario adoptar
el punto de vista del otro, pero además hay que sentir como él. Cuando una persona
empatiza con otra, se produce cierta complicidad, se siente de forma especial que se está
«en lo mismo». Aunque la mayor parte de las personas reconocen este sentimiento
207
cuando lo experimentan, en general no se suele expresar con palabras. La empatía es el
motor de las conductas altruistas y de ayuda a los demás porque la identificación que se
produce con el otro cuando se entiende y se comparte un estado afectivo es lo que incita
a ayudar o a compartir. Cuando la empatía fomenta las conductas de ayuda a los demás,
también se fomenta la responsabilidad. Se aprende que las acciones que realizamos
tienen efectos en los otros y, por tanto, que a través de nuestras acciones somos
responsables de los demás.
Las actividades que se proponen a continuación tienen como objetivo que los niños
reflexionen sobre la importancia de escuchar, considerar y aprender de los demás. Por
otra parte, se pretende que aprendan a adoptar otros puntos de vista cognitivos y
afectivos entendiendo la relevancia de esta capacidad a la hora de relacionarse con los
demás.
A continuación se proponen una serie de cuestiones sobre las que los niños pueden
debatir. El objetivo es introducir el tema mediante un guión de discusión que permita
relacionarlo con el cuento. Más adelante, y en función de cómo se desarrolle el debate,
se pueden introducir otras cuestiones más abstractas. En este guión de discusión se
plantean algunas preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «El Señor Susto», el profesor inicia una comunidad de
investigación sobre la importancia de considerar los pensamientos y las emociones de
los demás. Las preguntas que aparecen a continuación son una mera indicación.
Como ya sabemos, son los propios niños quienes deberían decidir qué cuestiones del
cuento debatir. No obstante, si los niños no aportan ninguna sugerencia, el profesor
puede utilizar esta guía adaptando y modificando las preguntas según lo considere
oportuno.
208
Como ya vimos en el programa para 4 años, una de las bases de la empatía es la
escucha. Para poder adoptar el punto de vista de otra persona y sentir con ella es
necesario escuchar antes lo que piensa y siente. Aprender a escuchar es una capacidad
previa a la empatía que es necesario fomentar en los niños. Aunque a través de la FpN y
las comunidades de investigación que se llevan a cabo en este programa los niños
practican de forma cotidiana la escucha y el turno de palabra, nunca viene mal poner a
prueba estas habilidades con otro tipo de actividades. La actividad que se propone a
continuación tiene el mismo objetivo que la propuesta en el programa para 4 años, pero
se plantea de una forma más compleja. No obstante, si el profesor considera que los
niños de su grupo ya han adquirido estas habilidades de forma satisfactoria, puede optar
por no realizarla.
— Para realizar esta actividad se propone a los niños que vean dos escenas de una o dos
películas. Los propios niños pueden escoger la película que quieren ver y el profesor
elegirá las escenas que mejor se adapten al objetivo de la actividad.
• El profesor pondrá la primera escena a los niños de forma que escuchen los
diálogos pero no vean la imagen. El profesor preguntará después a los niños qué
emoción aparece y qué gestos creen que podrían hacer los personajes.
• A continuación los niños asisten a la segunda escena, pero esta vez ven la imagen
sin escuchar el sonido. Igualmente, el profesor preguntará después a los niños
qué están diciendo los personajes y qué emociones están expresando.
Al final de la actividad los niños ven ambas escenas con la imagen y los diálogos. El
objetivo de la actividad no es tanto que los niños predigan correctamente las emociones
sino fomentar el sentido de la observación, la atención y la escucha ante una situación
adoptando el punto de vista de los personajes.
Como vimos en las actividades del programa para los niños de 4 años, para cualquier
niño resulta relativamente sencillo ayudar a otro cuando esta ayuda no implica renuncia
o no tiene coste alguno. No obstante, para los niños de 5 años se vuelve a plantear la
versión más compleja de esta actividad porque, seguramente, a esta edad los niños
podrán reflexionar de forma más compleja, dialogar mejor y sacarle más partido. El
objetivo es que los niños reflexionen sobre lo que harían cuando la ayuda a ellos demás
tiene alguna repercusión para ellos.
— El profesor plantea una serie de situaciones en las que ayudar al otro implica un
dilema. La pregunta que plantea es: «¿Qué harías en esta situación?». El profesor
debe promover entre los niños la justificación de cada respuesta para que haya
209
intercambio entre ellos y toma de conciencia a través del diálogo.
¿Qué ¿Por
Situación
harías? qué?
— El profesor planteará a los niños las dos situaciones siguientes de forma que parezcan
situaciones reales. Es decir, no se cuenta la historia con otros personajes sino que el
profesor, en colaboración con otro adulto, escenifica la historia planteando a los niños
unas sencillas preguntas. Es importante que después de cada escenificación se
pregunte a los niños qué ha pasado (por ejemplo, por qué el profesor ha dicho que
había Lacasitos si había lápices en el bote o por qué ha buscado la pelota en el
escondite original si no estaba ahí) y que entre todos se verbalice la relación que
210
existe entre las conductas que uno realiza (buscar la pelota) o las creencias que uno
tiene (creer que hay Lacasitos) y el conocimiento previo de la situación.
Los Lacasitos
• «Si ahora enseñamos el bote cerrado a X (otro profesor), ¿qué va a decir que hay
dentro? Y en realidad, ¿qué hay?».
La pelota
Un profesor de otra clase muestra a los niños una pelota nueva. Les dice que está
muy contento con su pelota pero que se tiene que ir, y la guarda en una caja para
luego poder jugar todos un partido de fútbol. Cuando el profesor se marcha, el
profesor habitual de la clase dice a los niños que le van a gastar una broma y cambia
de sitio la pelota escondiéndola en otro lugar. A continuación pregunta a los niños:
• «Hola, vengo a por mi pelota, ¿os acordáis de que la había dejado aquí?».
211
El profesor abre la caja, ve que no está y pregunta a los niños qué ha pasado. Los
niños contarán lo que ha sucedido y para terminar el profesor explicará que ha
buscado en la caja porque, como él no había visto que la habían cambiado de sitio, no
podía saber que estaba en otro lugar. Acepta la broma y se ríe haciendo partícipes a
los niños.
La otra cara de la empatía tiene que ver con la capacidad de entender y sentir las
emociones de los demás. Al igual que en la actividad anterior, el objetivo es que los
niños comprendan las emociones de los demás y puedan empezar a sentir de alguna
forma empatía a través de situaciones cortas y sencillas. Por otra parte, los niños tendrán
que identificar la emoción del personaje de la situación e ir tomando conciencia de que
los demás pueden sentir de forma distinta de la suya.
— Javier es un niño muy inquieto y muchas veces pega a los demás. Algunos niños de
la clase ya no quieren jugar con él. ¿Cómo crees que se sentirá?
— Candela es una niña que tiene problemas para oír. Lleva un aparato en la oreja que le
ayuda a escuchar, pero muchas veces no puede jugar con los otros niños porque no
oye bien. ¿Cómo crees que se sentirá?
— Antón es un niño que tiene muchos juguetes en su casa. A menudo lleva algunos al
colegio pero nunca los presta a los demás niños. ¿Cómo crees que se siente?
— Alba es una niña muy tímida. A menudo sabe las respuestas en clase, pero nunca se
atreve a decirlas. También le cuesta hablar con otras niñas y muchas veces juega sola.
¿Cómo crees que se siente?
7.6. ME FÍO DE TI
— El profesor distribuye a los niños por parejas y diseña un recorrido por la clase o el
colegio en el que haya escalones, esquinas, etc. En cada pareja uno de los niños se
tapará los ojos y hará como si fuera ciego; el otro niño lo guiará a lo largo de un
recorrido previamente determinado sin que se haga daño, avisándole de los escalones,
las paredes, etc. El profesor puede llevar un silbato en la boca y soplar cuando el niño
212
no consiga guiar bien al otro. De esta forma, el niño guía recibe cierto feedback que
le permite saber si se está acomodando correctamente a las necesidades del otro. En
definitiva, el niño que hace de ciego se pone a disposición del otro y necesita confiar
en él, mientras que el guía debe adoptar el punto de vista del niño ciego y ayudarle
entendiendo sus necesidades.
• ¿Qué te ha contado?
• ¿Cuál es el secreto?
• ¿Sobre quién es el secreto?
213
7.8. TRABAJANDO LA EMPATÍA EN CASA
Para finalizar las actividades relacionadas con la empatía, se propone una sencilla
actividad que los niños pueden realizar con sus padres. El objetivo es que reflexionen
con sus padres sobre algunas situaciones empáticas y sobre la relevancia de adoptar esta
actitud ante los demás.
— El profesor pide a los niños que con sus padres recuerden una situación en la que han
sido empáticos con otra persona y ofrecieron ayuda. Para esta situación se puede
pensar en qué tipo de ayuda se ofreció, cómo se sintió el niño al brindarla y cómo se
sintió la persona que la recibió. A continuación los padres explicarán alguna situación
en la que ellos fueron empáticos y ofrecieron ayuda a otra persona. Igualmente, para
esta situación reflexionarán sobre el tipo de ayuda que se ofreció, cómo se sintieron al
brindarla y cómo se sintió la persona que la recibió. Los padres y los niños pueden
anotar y comparar ambas situaciones y reflexionar sobre la importancia de ser
empático.
214
8.1. REFLEXIONANDO SOBRE LA COMPETENCIA SOCIAL
A continuación se proponen una serie de cuestiones sobre las que los niños pueden
debatir. El objetivo es que reflexionen sobre cómo comportarse y salir airosos de una
situación social complicada. En función de cómo se desarrolle el debate, se pueden
introducir otras cuestiones más abstractas ligadas a la competencia social. En este guión
de discusión se plantean algunas preguntas sobre las cuales los niños pueden debatir.
— Tras la lectura del cuento «Nicolás y la pandilla de los mayores» (p. 262), el profesor
inicia una comunidad de investigación sobre cómo nos sentimos y qué podemos hacer
ante un conflicto social o una agresión. Las preguntas que aparecen a continuación
son sólo una indicación. Como ya sabemos, son los propios niños quienes deberían
decidir qué cuestiones del cuento debatir. No obstante, si los niños no aportan
ninguna sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía adaptando y modificando las
preguntas según lo considere oportuno.
215
Acercarse a otro niño
«Marco está en el colegio. Es nuevo y no conoce a nadie. Es la hora del recreo y ve a
Pablo, otro niño de su clase, jugando muy entretenido con unos coches. A Marco le
apetece mucho ir a jugar con Pablo pero no sabe muy bien qué decirle. ¿Podrías ayudar a
Marco?»
— El profesor presenta a los niños esta situación e inicia un debate sobre cuál sería la
mejor forma para Marco de jugar con Pablo. El profesor va apuntando en la pizarra
las estrategias que los niños mencionan y entre todos justifican cuáles serían las más
eficaces. El profesor puede proponer algunas «malas» estrategias y preguntar a los
niños si serían eficaces. Se puede completar la actividad pidiendo a dos niños de la
clase que representen a los dos niños: un niño hace de «Marco» y otro niño hace de
«Pablo» poniendo en práctica las estrategias anteriormente discutidas. El profesor
debe guiar la interacción entre los dos niños de forma que se vayan practicando las
habilidades pertinentes.
¿Qué puede hacer Marco para jugar con Pablo? ¿Funciona? ¿Se puede mejorar?
Introducirse en un grupo
«Valeria está en el recreo y ve a varios niños de su clase jugando al escondite. A ella
le apetece mucho jugar al escondite con los niños de su clase pero no sabe muy bien qué
decir ni a quién preguntar. ¿Podrías ayudar a Valeria?»
— El profesor presenta a los niños esta situación e inicia un debate sobre las maneras en
que Valeria podría jugar con sus compañeros. El profesor puede ir anotando en una
tabla similar a la anterior las estrategias y proponer algunas poco eficaces para
comentarlas con los niños. Las preguntas que aparecen a continuación pueden ayudar
a guiar la discusión. La actividad puede completarse con un juego de rol en el que se
escenifiquen la situación y las estrategias.
216
primos a hacer aviones de papel. Se lo pasó muy bien y le pareció muy divertido. Ahora
está en clase y es el rato de juego libre. Sus compañeros están jugando a varias cosas. A
Raquel le gustaría proponer a sus compañeros que hicieran aviones de papel para
lanzarlos luego en el jardín pero no sabe cómo decírselo. ¿Podrías ayudar a Raquel?».
— Al igual que en el caso anterior, a partir de la breve historia, los niños pueden debatir
sobre las maneras en que Raquel podría proponer la actividad que le gustaría hacer
con sus compañeros. El profesor puede ir anotando las estrategias y proponer algunas
poco eficaces. Para finalizar, el profesor puede organizar a los niños para que cada
uno por turno pueda proponer una actividad corta al resto de la clase cuando haya
juego libre (por ejemplo, cantar una canción, hacer un juego corto, etc.). Lo relevante
no es tanto la actividad en sí como que el niño tenga que realizar una propuesta
delante de toda la clase.
— El profesor inicia un diálogo acerca de las normas que utilizan a la hora de debatir en
clase y su relevancia y eficacia para comunicarse. El profesor pregunta a los niños
qué cosas son importantes para poder hablar con los demás, qué normas siguen ellos
en la clase para que las discusiones sean provechosas y podamos comunicarnos y si
estas mismas normas las utilizan en otro tipo de conversaciones. Para realizar esta
actividad se puede seguir el siguiente guión de discusión:
217
• ¿Crees que se podrían utilizar otras reglas para poder comunicarse bien con los
demás? ¿Cuáles serían?
GESTOS E INTENCIONES
Las interacciones que establecemos con los demás suelen ser complejas porque
muchos aspectos son implícitos y es necesario interpretar. Las intenciones guían la
forma de actuar y los gestos describen sentimientos y actitudes sin palabras. Aprender a
reconocer e interpretar ambos elementos en situaciones sencillas puede ser muy útil para
que los niños se relacionen de forma armónica con los demás. El objetivo de esta
actividad es que los niños comparen un mismo gesto en dos situaciones diferentes e
interpreten las intenciones que subyacen a cada uno. Por otra parte, se plantean
situaciones que pueden interpretarse como conflictivas para ir introduciendo el bloque de
actividades que aparecen a continuación.
— El profesor propone a los niños comparar los gestos que aparecen a continuación
descritos de dos en dos. El profesor puede realizar él mismo los gestos para facilitar
la tarea a los niños, preguntar si se trata de gestos malos o bondadosos y pedir una
explicación de sus respuestas:
• Romper despacio una hoja de papel para separarla en dos pedazos – romper una
hoja de papel con rabia.
• Mirar con ojos tiernos a nuestro mejor amigo – mirar de forma indiferente a un
niño de la clase.
• Decir a alguien a quien apreciamos que le queremos – decir a alguien que no nos
gusta que le queremos.
— El profesor propone a los niños que, en parejas, experimenten las situaciones que
aparecen a continuación. Si el profesor estimara que los niños de la clase no pueden
representar ellos mismos las situaciones porque son demasiado complejas y agresivas,
puede ilustrarlas mediante dibujos y proponer que las resuelvan de forma hipotética.
218
Otra posibilidad podría ser pedir a niños de cursos más avanzados que representen las
situaciones delante de los pequeños. En último caso, si el profesor considera la
actividad poco apropiada para los niños de su grupo, no debe realizarla.
• Dos niños de la clase deben presentarse diciendo cómo se llaman, cuántos años
tienen, etc. El primero dice su nombre y el otro empieza a reírse sin dejarle
terminar su presentación.
• Un niño juega en un rincón de la clase con un bloque de construcciones. Otro niño
salta a su alrededor cantando «¡eres un bebé, eres un bebé!».
• Dos niños hacen un dibujo en clase. De pronto, uno de ellos mira el dibujo del
otro y empieza a reírse.
• Un niño habla con otro. El que debería escuchar se tapa las orejas para no oír lo
que el otro le dice.
PENSANDO SOLUCIONES
Una vez que los niños han experimentado (o escuchado o visto) las situaciones
anteriores, se propone un debate para que les busquen soluciones. El objetivo es que los
niños propongan estrategias para que la víctima pueda salir de la situación agresiva lo
mejor posible.
— El profesor pregunta a los niños qué puede hacer la víctima para escapar de la
situación y que le afecte lo menos posible. Se podría debatir sobre las siguientes
estrategias:
— El profesor pregunta a los niños si les parece que el miedo es una reacción justificada
ante estas situaciones y qué soluciones se pueden buscar para eliminar o reducir el
miedo. El profesor puede adaptar las situaciones según crea conveniente para los
niños de su clase.
219
Situaciones ¿Tengo miedo? ¿Qué puedo hacer?
En esta ocasión la actividad para realizar en casa junto con los padres se ha propuesto
a lo largo del trabajo del profesor en la clase. Los niños pueden trabajar con sus padres
una de las actividades ya propuestas.
220
Al igual que en el curso pasado, la amistad es el último tema que se trabaja en el
programa. Como ya vimos, se trata de un aspecto que empieza a ser importante en la
vida de los niños pequeños y cuya relevancia irá aumentando con el tiempo. Durante
toda la escolarización, y sobre todo durante la adolescencia, tener amigos y sentirse
aceptado por los demás es esencial. Entre los años de la escuela primaria y la
adolescencia, la influencia de los padres va poco a poco disminuyendo, y la de los
amigos, aumentando. La amistad se convierte así en un elemento que contribuye de
forma fundamental a la formación de la autoestima y al bienestar psicológico durante
toda la vida.
Las actividades que a continuación se proponen tienen como objetivo que los niños
reflexionen acerca de la amistad, aprendan cómo son estas relaciones y cómo generarlas.
En suma, el objetivo final es dotar al niño de recursos apropiados que le ayuden a iniciar
y mantener buenas relaciones de amistad.
— Tras la lectura del cuento «Termina el colegio», el profesor inicia una comunidad de
investigación sobre la amistad. Las preguntas que aparecen a continuación son una
mera indicación. Como ya sabemos, son los propios niños quienes deberían decidir
qué cuestiones del cuento debatir. No obstante, si los niños no aportan ninguna
sugerencia, el profesor puede utilizar esta guía adaptando y modificando las
preguntas según lo considere oportuno.
221
• ¿Cuál de los siguientes niños sería más feliz, uno que no presta nada a sus amigos
o uno que regala todo a sus amigos? ¿Por qué?
• ¿Cuál de estas acciones prefieres: dar, prestar o compartir?
Una vez que los niños han reflexionado sobre quiénes son sus amigos, qué
actividades realizan juntos y por qué son amigos, se va a intentar promover una reflexión
algo más compleja sobre los criterios generales de la amistad. El objetivo de esta
actividad es que los niños piensen si personas o seres diferentes pueden ser amigos y
hasta qué punto compartir ciertas semejanzas es importante para poder desarrollar una
amistad.
Un bebé y un perro
Un pez y un gato
Un perro y un gato
— Para completar la actividad y trabajar la noción de amistad con los niños de otra
forma, se puede también organizar una comunidad de investigación con el siguiente
guión:
• ¿Es posible ser amigo de alguien que nos hace llorar a veces? ¿Por qué?
• Si te peleas a menudo con un amigo, ¿sigue siendo tu amigo? Explícalo.
• Si nunca has visto a una persona, ¿puede ser tu amiga? ¿Por qué?
222
• ¿Un adulto puede ser amigo de un niño? Explícalo.
• ¿Cómo son los amigos?
• ¿Qué prefieres: tener un solo amigo o tener muchos? ¿Por qué?
• ¿Cómo crees que se siente un niño que no tiene ningún amigo?
Dentro de la reciprocidad existen diferentes conductas que pueden ser más o menos
adecuadas en función del contexto en el que se den. Regalar, prestar y compartir (en el
sentido de utilizar o disfrutar juntos de un objeto o situación) son tres formas de actuar
propias de la amistad y que implican reciprocidad, pero es importante distinguir sus
matices y adecuarlas a cada situación. Con esta actividad se pretende que los niños
reflexionen acerca de los matices que implican estas conductas y aprendan a realizarlas
de manera adecuada en función de la situación en la que se encuentren.
— El profesor pregunta a los niños cuál de las tres acciones es más adecuada en las
siguientes situaciones y les pide que justifiquen su respuesta resaltando los contextos
en los que se da cada acción y las consecuencias de cada una.
Un pantalón
Mis orejas
Un vaso de leche
Una idea
Un juguete
Un beso
Un trozo de tarta
Tu gato
Tus padres
223
Esta misma actividad ya se planteó en el programa para niños de 4 años. El profesor
puede volver a proponerla o modificar las situaciones tomando otras más significativas
para su grupo de alumnos. Como ya vimos, los amigos son las personas con las que más
conflictos pueden surgir puesto que se trata de relaciones con las que se tiene mucho
contacto. Una forma de enseñar a los niños a mantener las relaciones de amistad es
transmitiéndoles la idea de que los conflictos se pueden vivir con cierta naturalidad
pensando que se trata de situaciones que nos ayudan a mejorar y, sobre todo,
disponiendo de los recursos para resolverlos de forma positiva.
— El profesor pregunta a los niños cómo se sentirían y qué podrían hacer en las
siguientes situaciones y anota sus respuestas. Intentará poner de manifiesto que se
trata de situaciones cotidianas y normales y que lo importante es poder resolverlas
adecuadamente.
— El profesor propondrá a los niños construir entre todos un libro en el que aparezcan
algunas cualidades o características que suelen tener los amigos. Puede tratarse de
cuestiones concretas y graciosas (por ejemplo, los amigos siempre nos dicen que
estamos guapos aunque vayamos despeinados), más abstractas y serias (por ejemplo,
los amigos nos ayudan cuando tenemos problemas) o una mezcla de ambas. Para
realizarlo se escribirán en las hojas los rasgos que entre todos se decidan y se
ilustrarán con dibujos. Una posibilidad es que cada niño elabore un libro haciendo él
mismo los dibujos o intercambiándolos con otros compañeros. De esta forma, cada
niño podrá guardar su ejemplar. Otra posibilidad es confeccionar un libro para toda la
clase de forma que cada grupo de niños haga uno de los dibujos. El profesor decidirá
la manera más adecuada de realizar la actividad en su clase.
224
9.6. TRABAJANDO LA AMISTAD EN CASA
Para terminar, con esta actividad se propone a los niños que realicen con sus padres
un libro de los amigos. En esta ocasión se puede retomar el libro de los amigos que los
niños realizaron el curso pasado e incluir nuevas páginas. El objetivo es que los niños
conversen con sus padres acerca de la amistad, de quiénes son sus amigos, de por qué lo
son y de qué cosas les gusta compartir con ellos.
— Para este curso el profesor pedirá a los padres que completen el libro del curso
pasado incluyendo en él a algunos de los amigos de los padres. En este caso, de la
misma manera que en el curso anterior, los padres recopilarán y seleccionarán
fotografías de algunos de sus amigos (idealmente, amigos de los padres que el niño
conozca). Después las pegarán en el cuaderno junto con las del niño y anotarán las
mismas cuestiones al lado de cada foto. El objetivo es que los padres, al realizar la
actividad sobre sus propios amigos junto con el niño, dialoguen acerca de qué es un
amigo, qué cosas se comparten con él, etc. El objetivo último es que los padres
expliciten con sus hijos qué es un amigo, por qué es importante tener amigos, etc.
3 Estas tres historias sobre Crocolobo están tomadas del cuento infantil Crocoloup aime avoir peur, escrito por
Ophélie Texier y publicado en Actes Sud Junior en 2007.
225
Anexo I. Los cuentos de Ana
La mariposa herida
Daniel y Ana forman parte de una excursión organizada por el colegio. Van a cazar
mariposas... ¡Pero no para atraparlas! ¡Tampoco para matarlas! Sólo para poder
observarlas de cerca.
Una pequeña mariposa de color amarillo claro viene y se posa en una flor al lado del
cazamariposas de Daniel.
La mariposa parece estar a gusto apoyada en la flor. La flor es amarilla oscura, casi
amarilla anaranjada.
Daniel quiere hacerse amigo de la pequeña mariposa. Muy bajito le dice:
—¡Hola! ¿Cómo te llamas? ¿Cuántos años tienes? Eres tan pequeña...
La pequeña mariposa tiene miedo de que la cacen. Se va volando. Pero vuelve. Daniel
intenta otra vez acercarse:
—Yo me llamo Daniel. Soy pequeño, igual que tú.
La mariposa no contesta. Pero sus antenas se mueven rápidamente. Daniel se
pregunta: «¿Las mariposas hablan moviendo las antenas?». Entonces las alas de la
mariposa empiezan a moverse también. Su ritmo es más lento y más regular que el de las
antenas. Parecen pequeños abanicos hechos de puntillas. Ana y Daniel miran cómo se
mueven. Se ríen. Están contentos.
De repente sus ojos se ven atraídos por un detalle: las dos alas de la mariposa no son
iguales. Una de ellas está rasgada. A Ana le inquieta esta diferencia:
—Pequeña mariposa, ¿te duele el ala? ¿Cómo la has rasgado? ¿Ha sido sin querer o
ha venido otra mariposa y te ha hecho daño aposta?
La pequeña mariposa no responde.
Ana continúa:
—Dime, ¿en el país de las mariposas hay unas más fuertes que hacen daño a las
pequeñas?
La pequeña mariposa mueve las alas. Ana está preocupada:
—¿Te has defendido? ¿Qué has hecho para protegerte, pequeña mariposa?
La muñeca
226
Hoy es sábado. Daniel llama a la puerta de la casa de Ana. Viene a buscarla para ir a
jugar fuera.
Normalmente, Ana se alegra de ver a Daniel. Cuando están juntos, los dos niños se
inventan juegos, por ejemplo correr sin tocar las líneas del suelo con los pies o también
saltar dentro de un aro con los dos pies, o con uno, el izquierdo o el derecho.
Pero hoy Ana no tiene ganas de ir a jugar con Daniel. Le abre la puerta. Tiene la
cabeza inclinada y la cara tapada por el pelo. Está llorando. Está triste. Unas lágrimas
gordas y redondas corren por sus mejillas.
—Ana, ¿qué te pasa? —pregunta Daniel extrañado.
Enseñándole la muñeca que tenía escondida detrás de la espalda, Ana explica:
—Mi amiga Clara ha venido antes a jugar a mi cuarto. Le ha tirado del pelo a mi
muñeca sólo porque no he querido prestarle mi comba. Ha tirado tan fuerte que el pelo
de mi muñeca se ha quedado en sus manos. Yo he llorado al ver a mi muñeca sin pelo.
La miro y no la reconozco. ¡Ya no es la misma!
Las gordas lágrimas de Ana caen sobre la cara de la muñeca sin pelo.
—Mira —dice Ana—, parece que ella también está llorando.
Daniel alza los hombros:
—Pero bueno, las muñecas no lloran. Las muñecas no son personas de verdad.
—La mía es como una persona de verdad —protesta Ana—. Yo le hablo y tiene un
nombre. Se llama Luisa.
Ana continúa:
—Daniel, ¿por qué los niños son tan malos?
—¡Pero yo soy un niño y no soy malo! —responde Daniel.
Ana se suena. Y añade:
—Tienes razón, tú no eres malo. Tenía que haber preguntado: ¿por qué algunos niños
son malos?
El amor de mamá
Ana está con su mamá en el estudio donde trabaja. Lleva mucho tiempo mirando
cómo trabaja. ¡La quiere tanto!
—Mamá... —empieza bajito tirando del lazo de su camisa.
—...
Su mamá no contesta. Parece preocupada. Ana vuelve a tirar de su camisa.
—Mamá...
—Déjame tranquila —responde la mamá con un tono arisco—. ¿No ves que estoy
haciendo algo difícil?
Ana no se deja desanimar:
—Mamita, por fa, escúchame... Tengo... tengo una pregunta muy importante que
227
hacerte... mamá, ¿me quieres?
A la mamá se le cae su herramienta al suelo. Sin mirar a Ana, le responde con un tono
cortante como el acero:
—¿A eso le llamas una pregunta importante? ¡Es una pregunta estúpida! ¡Estoy
ocupada haciendo cosas serias! No tengo tiempo para ti, Ana. Vete a jugar a otro sitio.
Ana retiene las lágrimas. Coge todas sus fuerzas y continúa:
—Mamá, no es justo. Ya no te ocupas de mí... parece que... parece que quieres más a
Nicolás que a mí.
En ese momento la mamá se gira hacia Ana:
—Más tarde, Ana. Te he dicho que salgas. ¡Sal!
La mamá coge a Ana por un brazo y la empuja bruscamente fuera del estudio.
La mariquita gigante
Nicolás, el hermano de Ana, tiene a menudo pesadillas. Cuando le pasa, tiene miedo
y su corazón late tan rápido que se despierta sobresaltado, empapado en sudor... no le
gusta nada. Entonces se pregunta: «¿Cómo puede mi cabeza hacer creer a mi cuerpo que
el sueño es de verdad?».
Una noche, justo cuando Nicolás empieza soñar, su sueño se transforma en pesadilla:
es pronto por la mañana y el aire está cargado de humedad. Nicolás está solo. Camina
hacia su colegio. Una mariquita gigante llega por detrás y le sorprende de forma brusca.
Se posa en uno de sus hombros pero pesa mucho. ¡Bum! Nicolás empieza a sudar y a
respirar muy fuerte. Su corazón late muy rápido.
La mariquita es gigantesca. ¡Es más grande que sus amigos del colegio! Parece un
monstruo rojo y negro.
Nicolás ve volar al monstruo a su alrededor. La mariquita le dice con una voz muy
muy muy dulce:
—Buenos días, simpático niñito. ¿Vienes a jugar conmigo? Estoy sola. ¡Me aburro!
Nicolás no sabe qué decir. Tiene miedo pero, a la vez, se siente atraído por la dulce
voz y la amabilidad de la mariquita. Nicolás se siente incómodo, sin saber por qué. Se
dice a sí mismo: «No debería sentirme incómodo. La mariquita parece tan buena... y
además, quiere ser mi amiga...».
A pesar de todo, Nicolás encuentra una excusa para huir:
—No puedo jugar con usted. Mi mamá no quiere que hable con las mariquitas
gigantes. Y además voy a llegar tarde al colegio. Debo irme.
Al oír estas palabras, la mariquita empieza a gruñir:
—¡Grrrr! ¡Grrrr!
A la vez, hace como si se lanzara sobre Nicolás.
Entonces Nicolás, asustado, empieza a correr. Primero a pasos pequeños, después a
228
pasos grandes. Corre. Corre. Corre. No deja de correr aunque está sin aliento. Nicolás
corre todo lo deprisa que puede para salvarse del monstruo rojo y negro pero... ¡no
avanza! Se queda fijo en el mismo sitio. Nicolás oye cómo su corazón late muy fuerte.
Está sudando. Se despierta de un salto.
—¡Mamá... mamá... sálvame! —grita Nicolás llorando.
El partido de fútbol
El ratón
Hoy Ana ha llegado al colegio un poco más tarde que de costumbre. Cuando llega al
patio, ve que todos los niños forman un círculo alrededor de Julia. Julia tiene algo
escondido entre las manos.
—Enséñanoslo, queremos tocarlo —dicen todos.
Julia niega con la cabeza y quiere que la dejen tranquila. Ana siente mucha
curiosidad. Se acerca a Julia y le pregunta qué tiene escondido en las manos. Javier se
229
acerca también y dice:
—Julia tiene un ratoncito que hemos encontrado en el patio.
—¿Puedo cogerlo? —pregunta Ana.
Julia dice «no». Pero abre un poco las manos y Ana ve las orejas, los ojos y el hocico
del ratón. De repente, María grita:
—¡Ahora me toca a mí! ¡Quiero coger al ratón!
Pero Javier dice:
—¡Yo estaba antes!
Julia mira a los niños y les dice:
—No voy a dejar el ratoncito a nadie. Es mío y nadie lo va a tocar.
Javier se pone llorar y le dice a Julia:
—Pero me habías prometido que me lo dejarías un poco.
De repente, María comenta:
—¡Bah! Pues este ratón tampoco es tan bonito. Mi primo tiene un hámster mucho
más grande y más suave y me deja jugar con él siempre que quiero.
Los niños estaban tan ensimismados con el ratón que no vieron llegar al profesor.
—¿Qué pasa aquí? ¿Por qué lloras, Javier? —pregunta el profesor.
Entonces Javier explica:
—Hemos encontrado un ratoncito en el patio del colegio pero Julia no me deja
cogerlo.
Julia dice:
—Es que yo lo he cogido antes.
Al decir esto, el ratón da un salto y se escapa corriendo por el patio. Todos los niños
se quedan mirando al ratón. Julia se pone triste y llora al ver que su ratón se escapa.
Javier se queda mirando al ratón y sonríe.
¿Dónde estás?
Mientras Ana y Nicolás están jugando al dominó en el salón de casa, Ana mira por la
ventana los grandes nubarrones en el cielo.
—No podemos salir esta tarde, Nicolás, va a llover y ¡mucho! —dice Ana.
—Bueno, pues jugaremos aquí —contesta Nicolás.
En ese momento suena el teléfono. Ana contesta:
—¿Sí? Ah, ¡hola!... ¿el cuaderno que te dejaste?... sí, lo tengo... vale, vale, ahora
mismo te lo bajo.
Ana cuelga el teléfono y dice:
—Nicolás, tengo que bajar a casa de la prima Natalia un momento; necesita el
cuaderno que se dejó ayer para el colegio. Vengo en un segundo y seguimos la partida
¿vale?
230
Ana baja corriendo por las escaleras dos pisos y llama a la puerta. Su prima Natalia
abre:
—Hola, Ana, muchas gracias por bajarme el cuaderno. Es que lo necesito para
mañana en el colegio.
—De nada. Me voy, que estoy jugando con Nicolás al dominó. Adiós.
Ana sube corriendo las escaleras y de dos saltos llega a la puerta de su casa y la abre.
—Nico, ya he llegado, ¿seguimos jugando?
Nicolás no responde...
—¿Nicolás? ¡Nicolás! ¿Dónde estás?
Nicolás no responde: está escondido y se tapa la boca para que no se oiga su risita.
—¡¡NICOLÁS!! —grita Ana más fuerte.
El corazón le late más fuerte que nunca. Lo busca por la habitación, en el baño, en la
cocina... da vueltas por toda la casa. De pronto descubre que por detrás del sofá asoma la
cabecita de Nicolás. Sonríe aliviada. Lo ha visto, pero ahora, gimiendo, Ana se tapa la
cara con las manos y con un lloriqueo algo exagerado.
—¡Oh! Nicolás... ¿por qué te has ido y me has abandonado? ¿Es que ya no quieres
jugar conmigo? ¡Te dije que volvía enseguida y ahora te has ido! ¡Nicolás, vuelve, buah!
Detrás del sofá, Nicolás deja de reír, se pone serio y sale corriendo a abrazar a Ana,
que al momento se descubre la cara y suelta una carcajada.
—Te he visto... ¡qué granuja!
Ana y Nicolás se abrazan y se ríen juntos a carcajadas.
El Señor Susto
De forma excepcional, hoy no hay colegio. Como los padres de Ana y Nicolás
trabajan, el Señor Susto se va a ocupar de ellos.
El Señor Susto no tiene hijos, pero le encanta cuidar a los niños del barrio. Al
contrario de lo que pudiera parecer por su nombre, es muy bueno y muy gracioso.
Siempre lleva unas gafas de plástico minúsculas para ver mejor a los niños y un aparato
en la oreja para oírles mejor.
Hoy propone a los niños llevarles en coche a un parque cercano muy grande que tiene
un lago.
—¿Os gustaría ir a jugar al parque del lago? —les pregunta.
—¡Sí! ¿Vendrá tu perro Bigotes con nosotros? —pregunta Nicolás.
—Vale, pero con la condición de que le dejéis descansar de vez en cuando. Los
animales tienen derechos, ¿sabéis? —responde el Señor Susto.
Los cuatro se van en el coche gris metalizado. El Señor Susto está sentado delante
con Ana. Nicolás va detrás con Bigotes.
—Tened paciencia, niños. Estamos a menos de un kilómetro. Mirad allí, se puede ver
231
el lago a lo lejos.
El coche llega hasta el final de la carretera. El Señor Susto para el motor y deja bajar
a los niños. También les da la merienda.
Mientras Nicolás come una manzana, acaricia a Bigotes muy despacito. El perro se
deja acariciar. Le gusta. Después Nicolás empieza a acariciarle cada vez más fuerte.
Cada vez más rápido. Al final, termina tirándole de las orejas. Nicolás se ríe. Pero a
Bigotes no le gusta. Se levanta y se va. Debe decirse por dentro: «¿Qué clase de caricias
me haces, Nicolás? ¿Tienes derecho a hacerme daño aunque sea para divertirte?».
El Señor Susto propone a los niños jugar al escondite. Nicolás es el primero en buscar
a los demás. Después le toca a Ana y, al final, le toca al Señor Susto.
En el momento en el que el Señor Susto descubre a Nicolás, le coge en brazos y
aprieta muy fuerte. Nicolás quiere bajarse, pero el Señor Susto le retiene. Se ríe. Nicolás
se siente mal. Su corazón late muy fuerte y se pregunta: «¿A qué clase de juego estamos
jugando?».
Dentro de su cabeza Nicolás grita: «¡Señor Susto, no me gusta esto! ¡No tienes
derecho! ¡No tiene derecho a hacerme esto aunque sea para divertirse!».
En ese momento llega Bigotes con una pelota azul y roja en la boca. Quiere jugar con
Nicolás.
¡El día de colegio acaba de terminar! ¡Yupi! Nicolás camina tranquilamente hacia su
casa. Está solo.
Mientras camina por la acera, se divierte dando patadas a las piedras con el pie. Una
de ellas empieza a rodar y se va muy muy muy lejos...
—¡Ah, no! —grita Nicolás con un tono algo desesperado mientras mira la piedra
rodar.
La piedra rueda hasta la esquina de la calle, ahí donde están parados una niña y dos
niños. Son los mayores de tercero. Nicolás les conoce porque los ve a menudo. La niña
es alta y delgada. Los niños no son muy grandes pero son mucho más fuertes que él.
Siempre van los tres juntos. Son una pandilla. Miran a Nicolás y se ríen. Se ríen mucho.
Se ríen burlándose de él.
Nicolás se para. Se siente mal, como siempre que ve que alguien se ríe de él. Le
gustaría cambiar de acera, pero su mamá siempre le dice que no puede cruzar la calle
solo. Se retuerce las manos. «¿Qué voy a hacer?», se pregunta asustado.
Nicolás no sabe muy bien qué hacer. Todas sus ideas han desaparecido. El miedo ha
vaciado su cabeza. Y su corazón late tan fuerte que es lo único que oye. Sus piernas se
hunden en la acera. Ya no puede avanzar ni retroceder.
La niña y los dos niños avanzan hacia Nicolás. Avanzan... avanzan... Finalmente, se
232
ponen delante de él, cara a cara. Le rodean cantando:
—¡Nicolás, el bebé!
De repente, uno de los niños, al que le faltan los dos dientes de delante, le pregunta:
—Nicolás, ¿por qué tu mamá te ha puesto un nombre tan estúpido?
Nicolás se arma de valor y consigue responder valientemente:
—No es un nombre estúpido, es el nombre que me ha puesto mi mamá.
La pandilla de los tres mayores se muere de risa:
—¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja!
Y siguen cantando:
—¡Nicolás, el bebé!
Nicolás tiene lágrimas en los ojos y la garganta le quema como si tuviera fuego.
Tiene la garganta tan apretada que ya no puede hablar. Le gustaría decirles que su
nombre no es estúpido y que él no está gordo como un elefante, pero no puede hablar.
Después Nicolás piensa en los ratoncitos. A su gato Jonás le encanta divertirse con
los ratoncitos grises. Los coge con su pata, los atrapa y luego los deja marchar. Y otra
vez los atrapa y los deja marchar... así hasta que al final el ratoncito muere. A veces,
cuando Nicolás ve a Jonás jugando a ese juego, lo coge en brazos y le regaña. Los
ratoncitos entonces aprovechan para escaparse. «Me gustaría tanto que un gigante
viniera a salvarme», piensa Nicolás.
Al final, consigue decir llorando:
—¡Sois malos!
Al oír sus palabras, la pandilla de los mayores deja de reírse. Se miran sorprendidos y
dicen:
—¡Estás loco! No somos malos, estamos jugando. ¿Cómo puede ser malo un juego?
Termina el colegio
El colegio acaba de cerrar para las vacaciones. Los niños han crecido mucho y hacen
proyectos para el verano. Daniel quiere ir a cazar mariposas con su papá. Javier va a ir a
un campamento. Ana todavía no sabe nadar muy bien pero quiere aprender a bucear.
Nicolás no tiene un plan preciso para el verano. De momento está en la cocina. Bebe un
vaso de leche hablando con su mamá. Ana está sentada en el salón al lado de su nueva
amiga Silvia.
Silvia acaba de llegar al barrio donde viven Ana y Nicolás. Es distinta de las otras
niñas. Silvia y Ana están viendo una película. Ana tiene su oso azul y rosa en los brazos.
Lo acuna dulcemente porque tiene la tripa descosida y no quiere hacerle daño. En la
película, en el momento en que la bruja mala va a quemar a los niños, Ana y Silvia
tienen miedo. Se abrazan muy fuerte una contra otra. Ana siente entonces un olor
desagradable que le llega a la nariz. Se aleja un poco y le dice a su amiga:
233
—Silvia, tu jersey huele mal. ¿Por qué lo llevas puesto?
Silvia mira su jersey y se encoge de hombros. No responde.
Pero Ana quiere entender. Vuelve a hacer su pregunta:
—Silvia, tu jersey huele mal. Además, está roto. ¿Por qué no te has puesto otro?
Silvia le contesta:
—Mi jersey no huele mal. De todas formas, es el único que tengo.
Ana piensa un momento y se pregunta: «¿A lo mejor Silvia es pobre?».
Ana no sabe muy bien qué significa «ser pobre» pero ya ha oído las palabras en la
televisión.
Entonces se le ocurre una idea. Coge a Silvia de la mano y la lleva a su cuarto. Abre
su armario y escoge un bonito vestido de verano, blanco con dibujos de mariposas
verdes, rojas y azules.
—Toma, Silvia, te lo doy. Es demasiado pequeño para mí.
Silvia abre mucho los ojos. Le hace tan feliz la idea de recibir un regalo tan bonito.
Estira el brazo para tocar las mariposas del vestido... En ese momento la madre de Ana
entra en el cuarto y dice sorprendida:
—Ana, ¿qué dices? Este vestido no te está pequeño. Vuelve a poner el vestido en el
armario y ofrécele a Silvia un vaso de leche.
Ana mira a su mamá y a Silvia, que todavía tiene el brazo extendido hacia el bonito
vestido. Ana mira por la ventana. Ve una pequeña mariposa amarilla con un ala
desgarrada. De lejos oye un perro ladrar. Ana piensa en todas las aventuras que ha tenido
durante el año. Entonces se gira hacia su mamá y le susurra al oído:
... cada niño puede inventar el final que quiera para la historia.
234
Referencias bibliográficas
Bretherton, I., Fritz, J., Zahn-Waxler, C. y Ridgeway, D. (1986). Learning to talk about
emotions: A functionalist perspective. Child Development, 57, 529-548.
Brown, J. y Dunn, J. (1996). Continuities in emotion understanding from 3 to 6 years.
Child Development, 67, 789-802.
Buckley, M., Storino, M. y Saarni, C. (2003). Promoting emocional competente in
children and adolescents: implications for school psychologist. School Psychology
Quarterly, 18(2), 177-191.
Bullock, M. y Russel, J. A. (1985). Continuities in emotion understanding from 3 to 6
years. Child Development, 67, 789-802.
Cassidy, J., Parke, R., Butlovsky, L. y Braungart, J. (1992). Family-peer connections: the
roles of emotional expressiveness within family and children’s understanding of
emotions. Child Development, 63, 603-618.
Cutting, A. y Dunn, J. (1999). Theory of mind, emotion understanding, language and
family background: individual differences and interrelations. Child Development, 70,
853-865.
Daniel, M. F. (2002). Les contes d’Audrey-Anne. Quebec: Le Loup de Gouttière.
Daniel, M. F. (2003; reedición 2006, 2009). Dialoguer sur le corps et la violence: un pas
vers la prévention. Quebec: Le Loup de Gouttière/Michel Cornac.
Daniel, M. F. (2005). Pour l’apprentissage d’une pensée critique au primaire. Sainte-
Foy: Presses de l’Université du Québec.
Daniel, M. F. (2007). L’apprentissage du philosopher et le processus développemental
d’une pensée critique dialogique. En M. Tozzi (dir.), Apprendre à philosopher par la
discussion. Pourquoi? Comment? (pp. 123-137). Bruselas: De Boeck.
Daniel, M. F., Auriac, E., Garnier, C., Quesnel, M. y Schleifer, M. (2006). A study of
children’s representations of four basic emotions. En F. Pons, M. F. Daniel, L.
Lafortune, P. A. Doudin y O. Albanese (eds.), Toward emotional competencies.
Aalborg, Dinamarca: Aalborg University Press.
Daniel, M. F. y Delsol, A. (2005). Learning to dialogue in Kindergarten. A case study.
Analytic Teaching, 25(3), 23-52.
Daniel, M. F., Lafortune, L., Pallascio, R., Splitter, L., Slade, C. y De la Garza, T.
(2005). Modeling the development process of dialogical critical thinking in pupils
aged 10 to 12 years. Communication Education, 54(4), 334-354.
Daniel, M. F., Pettier, J. C. y Auriac, E. (2011). The incidence of philosophy on the
discursive and language competencies of pupils aged four years. Creative Education,
2(3), 296-304.
235
Darwin, C. (1872-1984). The expression of the emotions in man and animals. Londres: J.
Murray (trad. cast. La expresión de las emociones en los animales y en el hombre.
Madrid: Alianza Editorial).
Denham, S. A. (1986). Social cognition, pro-social behaviour, and emotion in
preschoolers: Contextual validation. Child Development, 57, 194-201.
Denham, S. A. (1998). Emotional development in young children. Nueva York: Guilford
Press.
Dehman, S. A. y Almeida, M. C. (1987). Children’s social problem-solving skills,
behavioral adjustment, and interventions: A meta-analysis evaluating theory and
practice. Journal of Applied Developmental Psychology, 8, 391-409.
Denham, S. A. y Burton, R. (1996). A social-emocional intervention for at risk 4-year
olds. Journal of School Psychology, 34, 225-245.
Denham, S. A. y Burton, R. (2003). Social and emotional prevention and intervention
programming for preschoolers. Nueva York: Kluwer Academic/Plenum Press.
Denham, S. A., Mason, T., Caverly, S., Schmidt, M., Hackney, R., Caswell, C. y
DeMulder, E. (2001). Preschoolers at play: Co-socialisers of emotional and social
competence. International Journal of Behavioral Development, 25(4), 290-301.
Denham, S. A., McKinley, M., Conchoud, E. A. y Holt, R. (1990). Emotional and
behavioral predictors of preschool peer ratings. Child Development, 61, 1145- 1152.
Denham, S. A., Zoller, D. y Couchoud, E. A. (1994). Socialization of preschoolers’
emotion understanding. Developmental Psychology, 30(6), 928-937.
Dienes, Z. y Perner, J. (2002). A theory of the implicit nature of implicit learning. En R.
M. French y A. Cleeremans (eds.), Implicit learning and consciousness. Hove: The
Psychology Press.
Domitrovich, C. E., Cortes, R. y Greenberg, M. T. (2002). PATHS: promoting social and
emocional competente in young children. Paper presented on the Society for
prevention research, Seattle, WA.
Dunn, J. (2004). Children’s friendships: the beginning of intimacy. Oxford: Blackwell
Publishing.
Dunn, J., Bretherton, I. y Munn, P. (1987). Conversations about feeling states between
mothers and their young children. Developmental Psychology, 23, 132-139.
Dunn, J. y Brown, J. (1994). Affect expression in the family, children´s understanding of
emotions and their interactions with others. Merrill-Palmer Quarterly, 40, 120-137.
Dunn, J., Brown, J. y Beardsall, L. (1991). Family talk about feeling states and
children’s later understanding of others’ emotions. Developmental Psychology, 27,
448-455.
Dunn, J. y Herrera, C. (1997). Conflict resolution with friends, siblings and mothers: a
developmental perspective. Agressive Behaviour, 23, 343-357.
Durlak, J. A., Weissberg, R. P., Dymnicki, A. B., Taylor, R. D. y Schellinger, K. B.
(2011). The impact of enhancing students’ social and emotional learning: A meta-
analysis of school-based universal interventions. Child Development, 82(1), 405-432.
DuPaul, G. J. y Eckert, T. L. (1994). The effects of social skills curricula: Now you see
236
them, now you don’t. School Psychology Quarterly, 9, 113-132.
Edwards, R., Manstead, A. y MacDonald, C. (1984). The relationship between children’s
sociometric status and their ability to recognize facial expressions of emotions.
European Journal of Social Psychology, 14, 235-238.
Epstein, M. H., Harniss, M. K., Pearson, N. y Ryser, G. (1999). The behavioural and
emotional rating scale: Test-retest and inter-rater reliability. Journal of Child and
Familiy Studies, 8, 319-327.
Epstein, M. H. y Sharma, J. (1998). Behavioral and emotional rating scale: A strength-
based approach to assessment. Austin, TX: PRO-ED.
García-Moriyón, F., Colom, R., Lora, S., Rivas, M. y Traver, V. (2000). Valoración de
«Filosofía para Niños»: un programa de enseñar a pensar. Psicothema, 12(2), 567-
571.
García-Moriyón, F., Rebollo, I. y Colom, R. (2005). Evaluating Philosophy for Children:
A meta-analysis. Thinking, 17(4), 14-22.
Garner, P. W., Jones, D. C., Gaddy, G. y Rennie, K. M. (1997). Low-income mothers’
conversations about emotions and their children’s emotional competence. Social
Development, 6, 37-52.
Garner, P. W., Jones, D. C. y Miner, J. L. (1994). Social competence among low-income
preschoolers: emotion socialization practices and social cognitive correlates. Child
Development, 9, 29-48.
Giménez-Dasí, M. (2012). Réflechir sur les émotions: Un outil pour la vie. Diotime.
Revue Internationale de Didactique de la Philosophie, 54, 34-45.
Giménez-Dasí, M. y Daniel, M. F. (2012). Réfléchir sur les émotions à partir des contes
d’Audrey-Anne+ pour les 4-8 ans. Bruselas: De Boeck.
Giménez-Dasí, M. y Quintanilla, L. (2011). Réfléchir sur les émotions: Premiers
résultats de recherche. 11èmes Rencontres sur les Nouvelles Pratiques
Philosophiques, UNESCO. París (Francia), 16-18 noviembre.
Giménez-Dasí, M. y Quintanilla, L. (2009). Competencia social, competencia
emocional: una propuesta para intervenir en educación infantil. Infancia y
Aprendizaje, 32(3), 359-373.
Giménez-Dasí, M., Quintanilla, L., Arias, L. y Daniel, M. F. (2009). Thinking emotions:
A proposal for early childhood education. Critical & Creative Thinking, 17(2), 127-
151.
Gresham, F. M. y Elliott, S. N. (1990). Social Skills Rating System manual. Circle Pines,
MN: American Guidance Services.
Greenberg, M., Kusche, C., Cook, E. y Quanma, J. (1995). Promoting emotional
competence in school-aged children: The effects of the PATHS curriculum.
Development and Psychopathology, 7, 117-136.
Harris, P. L. (1989-1992). Children and emotion. The development of psychological
understanding. Oxford: Blackwell (trad cast. Los niños y las emociones. Madrid:
Alianza Editorial).
Harris, P. L. (1994). The child’s understanding of emotion: Developmental changes and
237
the family environment. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 35, 3-28.
Harris, P. L. (2005). Understanding emotion. En M. Lewis y J. Haviland-Jones (eds.),
Handbook of emotions (2.a ed., pp. 281-292). Nueva York: Guildford Press.
Harris, P. L., De Rosnay, M. y Pons, F. (2005). Language and children’s understanding
of mental states. Current Directions in Psychological Sciences, 3, 69-73.
Hartup, W. M. (1992). Peer relations in early and middle childhood. En V. B. V. Hasselt
y M. Hersen (eds.), Handbook of social development (pp. 257-281). Nueva York:
Plenum Press.
Howes, C. (1988). Relations between child care and schooling. Developmental
Psychology, 24, 53-57.
Hubbard, J. A. y Coie, J. D. (1994). Emotional correlates of social competence in
children´s peer relations. Merrill-Palmer Quarterly, 40, 1-20.
Hughes, C. y Dunn, J. (1997). Pretend you didn’t know: Young children talk about
mental states in the context of pretend play. Cognitive Development, 12, 477-499.
Hughes, C., Dunn, J. y White, A. (1998). Trick or treat? Uneven understanding of mind
and emotion and executive dysfuncion in «hard-to-manage» preschoolers. Journal of
Child Psychology and Psychiatry, 39, 981-994.
Izard, C. (2001). The emotions course: helping children understand and manage their
feelings. Teachers manual. Newark, DE: Delaware University.
Izard, C. (2009). Emotion theory and research: Highlights, unanswered questions, and
emerging issues. Annual Review of Psychology, 60, 1-25.
Izard, C., King, K., Trentacosta, C., Morgan, J. y Laurenceau, J. P. (2008). Accelerating
the development of emotion competence in Head-Star children: effects on adaptative
and maladaptative behaviour. Development and Psychopathology, 20, 369-397.
Kam, C. M., Greenberg. M. T. y Kusché, C. A. (2004). Sustained effects of the PATHS
curriculum on the social and psychological adjustment of children in special
education. Journal of Emotional and Behavioural Disorders, 12(2), 66-78.
Karmiloff-Smith, A. (1992/1994). Beyond modularity. Cambridge, Mass.: MIT Press
(trad. cast. Más allá de la modularidad. Madrid: Alianza Editorial).
Kusche, C. A. y Greenberg, M. T. (1994). The PATHS curriculum. Seattle:
Developmental research and programs.
Lipman, M., Sharp, A. M. y Oscanyan, F. S. (1980-1992). Philosophy in the classroom.
Filadelfia: Temple University Press (trad. cast. La Filosofía en el aula. Madrid:
Ediciones de la Torre).
López Cassá, E. (2007). Educación Emocional: programa para 3-6 años. Barcelona:
Praxis.
Lozano Martínez, J. y Alcaraz García, S. (2009). Aprende con Zapo: propuestas
didácticas para el aprendizaje de habilidades sociales y emocionales. Barcelona:
Wolters Kluwer.
Manstead, A. (1994). Children’s understanding of emotion. En J. Russel, J. M.
Fernández-Dols, A. Mantead y J. Wellemkamp (eds.), Everyday concepcions of
emotions (pp. 315-331). Dordrecht: Kluwer.
238
McDowell, D., O’Neill, R. y Parke, R. (2000). Display rule application in a
disappointing situation and children’s emotional reactivity: relations with social
competences. Merrill-Palmer Quarterly, 46, 306-324.
McMahon, S. D., Washburn, J., Félix, E. D., Yakin, J. y Childrey, G. (2000). Violence
prevention: program effects on urban preschool and kindergarden children. Applied
and Preventive Psychology, 9, 271-281.
Meins, E. y Fernyhough, C. (1999). Linguistic acquisitional style and mentalising
development: The role of maternal mind-mindedness. Cognitive Development, 14,
363-380.
Monjas Casares, M. I. (1992). PEHIS: programa de enseñanza de habilidades de
interacción social. Madrid: CEPE.
Mostow, A. J., Izard, C. E., Fine, S. E. y Trentacosta, C. J. (2002). Modeling the
emotional, cognitive and behavioural predictors of peer acceptance. Child
Development, 73, 1775-1787.
Nelson, K. (2007). Young minds in social worlds. Cambridge, Mass.: Harvard University
Press.
Palardy, J. M. (1992). Behavior modification works, but... Journal of Instructional
Psychology, 19, 127-131.
Palou Vicens, S. (2004). Sentir y crecer: programa de actividades para desarrollo
emocional en casa. Barcelona: Editorial Graó.
Parker, J. G. y Gottman, J. M. (1989). Social and emotional development in a relational
context: Friendships interactions from early childhood to adolescence. En T. J. Bernd
y G. W. Ladd (eds.), Peer relationships in child development (pp. 95-131). Nueva
York: John Wiley.
Pons, F., Doudin, P. A., Harris, P. y De Rosnay, M. (2006). Helping children to improve
their emotion comprehension. En F. Pons, D. Hancock, L. Lafortune y P. A. Doudin
(eds.), Emotions in learning. Aalborg: Aalborg University Press.
Pons, F. y Harris, P. L. (2000). Test of Emotion Comprehension TEC. Oxford: Oxford
University.
Pons, F., Harris, P. L. y Doudin, P. A. (2002). Teaching emotion understanding.
European Journal of Developmental Psychology of Education, 17(3), 293-304.
Pons, F., Harris, P. L. y De Rosnay, M. (2004). Emotion comprehension between 3 and
11 years: developmental periods and hieratical organizations. European Journal of
Developmental Psychology, 1(2), 127-152.
Powell, D. y Dunlap, G. (2009). Evidence-Based Social-Emotional Curricula and
Intervention Packages for Children 0-5 Years and Their Families (Roadmap to
Effective Intervention Practices). Tampa, Florida: University of South Florida.
Pozo, J. (2003). Adquisición de conocimiento. Madrid: Morata.
Racine, T., Carpendale, J. y Turnbull, W. (2007). Parent-child talk and children’s
understanding of beliefs and emotions. Cognition and Emotion, 21(3), 480-494.
Raikes, A. y Thompson, R. (2008). Conversation about emotion in high-risk dyads.
Attachment & Human Development, 10(4), 359-377.
239
Reese, E. y Fivush, R. (1993). Parental styles of talking about the past. Developmental
Psychology, 29, 596-606.
Reese, E., Haden, C. A. y Fivush, R. (1993). Mother-child conversations about the past:
Relationships of style and memory over time. Cognitive Development, 8, 403-430.
Repacholi, B. M. (1998). Infants’ use of attentional cues to identify the referent of
another person’s emotional expression. Developmental Psychology, 34, 1017-1025.
Repacholi, B. M. y Gopnik, A. (1997). Early reasoning about desires: Evidence from 14-
and 18-month-olds. Developmental Psychology, 33, 12-21.
De Rosnay, M. y Hughes, C. (2006). Conversation and theory of mind. Do children talk
their way to socio-cognitive understanding? British Journal of Developmental
Psychology, 24, 7-37.
Saarni, C., Mumme, D. y Campos, J. (1998). Emocional development: Action,
comunication and understanding. En N. Eisenberg (ed.), Handbook of child
psychology, Vol. 3: Social, emotional and personality development (pp. 237-309).
Nueva York: Wiley.
Schleifer, M., Daniel, M. F., Peyronnet, E. y Lecomte, S. (2003). The impact of
philosophical discussions on moral autonomy, judgment, empathy and the recognition
of emotion in five year olds. Thinking, 16(4), 4-12.
Serna, L., Nielsen, M. y Forness, S. (2007). Social skills in pictures, stories, and songs.
A multisensory program for preschool and early elementary students. Champaign, IL:
Research Press.
Serna, L., Nielsen, E., Lambros, K. y Forness, S. (2000). Primary prevention with
children at risk for emotional or behavioral disorders: Data on a universal
intervention for Head Start classrooms. Behavior Disorders, 26(1), 70-84.
Symons, D. K. y Clark, S. E. (2000). A longitudinal study of mother–child relationships
and theory of mind in the preschool period. Social Development, 9, 3-23.
Shure, M. (2000). I can problem solve. An interpersonal cognitive problem-solving
program (preschool). Champaign, IL: Research Press.
Shure, M. B. y Spivack G. (1979). Interpersonal cognitive problem solving and primary
prevention: Programming for preschool and kindergarten children. Journal of
Clinical Child Psychology, 2, 89-94.
Sorce, J. F., Emde, R. N., Campos, J. y Klinnert, M. D. (1985). Maternal emotional
signaling: its effects on the visual cliff behavior of 1-year-olds. Developmental
Psychology, 21(1), 195-200.
Thompson, R. A. (1987). Empathy and emotional understanding: The early development
of empathy. En N. Eisenberg y J. Strayer (eds.), Empathy and its development. Nueva
York: Cambridge University Press.
Trentacosta, C. J. y Fine, S. E. (2010). Emotion knowledge, social competence, and
behavior problems in childhood and adolescence: A meta-analytic review. Social
Development, 19(1), 1-29.
Trilce, R., Bisquerra, R., Agulló, M. J., Filella, G. y Soldevila, A. (2005). Una propuesta
de currículum emocional en educación infantil. Cultura y Educación, 17(1), 5-17.
240
Urbain, E. S. y Kendall, P. C. (1980). Review of social-cognitive problem-solving
interventions with children. Psychological Bulletin, 88, 109-143.
Vygotski, L. (1932-2001). Pensamiento y Lenguaje. Obras escogidas, vol. II. Madrid:
Antonio Machado.
Vygotski, L. (1978). Mind in Society: The development of higher psychological
processes. M. Cole, V. John-Steiner, S. Scribner y E. Souberman (comp.).
Cambridge, Mass.: Harvard University Press.
Walden, T. A. y Field, T. M. (1990). Preschool children social competence and
productions and discrimination of affective expressions. British Journal of
Developmental Psychology, 8, 65-76.
Webster-Stratton, C., Reid, J. M. y Hammond, M. (2001). Preventing conduct problems,
promoting social competence: a parent and teacher training partnership on Head Star.
Journal of Clinical Child Psychology, 30, 238-302.
Webster-Stratton, C., Reid, J. M. y Stoolmiller, M. (2008). Preventing conduct problems
and improving school readiness: Evaluation of the Incredible Years teacher and child
training programs in high-risk schools. Journal of Child Psychology and Psychiatry,
49(5), 471-488.
Wellman, H. M., Harris, P. L., Banerjee, M. y Sinclair, A. (1995). Early understanding
of emotion: Evidence from natural language. Cognition and Emotion, 9, 117-149.
Wellman, H. M., Phillips, A. T. y Rodríguez, T. (2000). Young children’s understanding
of perception, desire, and emotion. Child Development, 71, 895-912.
Wellman, H. M. y Wooley, J. D. (1990). From simple desires to ordinary beliefs: The
early development of everyday psychology. Cognition, 35, 245-275.
Widen, S. C. y Russell, J. A. (2008). Young children’s understanding of other’s
emotions. En M. Lewis, J. M. Haviland-Jones y L. F. Barrett (eds.), Handbook of
emotions. Nueva York: Guilford Press.
Widen, S. C. y Russell, J. A. (2010). Differentiation in preschooler’s categories for
emotion. Emotion, 10(5), 651-661.
Wingspan, L. L. C. (1999). Al’s pals: Kids making healthy choices. Richmond, VA:
Author.
Zahn-Waxler, C., Radke-Yarrow, M., Wagner, E. y Chapman, M. (1992). Development
of concern for others. Developmental Psychology, 28, 126-136.
241
Director: Francisco Xavier Méndez
Catedrático de Tratamiento Psicológico Infantil de la Universidad de Murcia
Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro electrónico, su transmisión, su descarga, su
descompilación, su tratamiento informático, su almacenamiento o introducción en cualquier sistema de repositorio
y recuperación, en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, conocido o por inventar,
sin el permiso expreso escrito de los titulares del Copyright.
Conversión a formato digital: REGA
www.edicionespiramide.es
242
Índice
Introducción 6
El marco teórico 7
Pensando las emociones desde los 2 años 9
La filosofía para niños: una intervención profunda 12
Filosofía para niños, emociones y competencia social 14
Pensando las emociones: instrucciones de uso 14
Algunas propuestas previas de actividades transversales 25
1. Tomar conciencia de las emociones: una actividad cotidiana 25
2. Narraciones sobre emociones 27
3. Me gusta y no me gusta 28
4. Las metáforas emocionales: trabajando las emociones a través del lenguaje 29
PARTE PRIMERA: Pensando las emociones de 2 a 3 años 32
1. Pensando las emociones con 2 años: las bases del conocimiento emocional 33
Introducción 33
1. Hoy me siento...: identificando las emociones básicas 35
2. Así estoy cuando me siento...: expresando las emociones básicas 48
3. ¿Cómo y cuándo sentir? Causalidad y regulación de las emociones
53
básicas
2. Pensando las emociones con 3 años: los inicios de la reflexión emocional 73
Introducción 73
1. Hoy me siento...: identificando las emociones básicas 74
2. Así estoy cuando me siento...: expresando las emociones básicas 81
3. ¿Cómo y cuándo sentir? Causalidad y regulación de las emociones
85
básicas
4. Las emociones a través de los cuentos: los inicios de la reflexión
101
emocional
5. Comprendiendo a los otros: los inicios de la empatía 105
6. Haciendo amigos: los inicios de la competencia social 107
Anexo I. Cuentos para trabajar las emociones básicas adaptados de Los cuentos
110
de Ana
Las mariposas 110
La muñeca 110
El trabajo de mamá 111
243
Los sueños de Daniel 111
Anexo II. Estrategias de afrontamiento emocional 113
La historia del Señor No 113
La pequeña tortuga 114
Anexo III. Historias cotidianas para trabajar las emociones básicas 115
La alegría 115
La tristeza 115
El enfado 115
El miedo 116
Anexo IV. Materiales 117
PARTE SEGUNDA: Pensando las emociones de 4 a 5 años 120
3. Pensando las emociones con 4 años: los inicios del diálogo entre iguales 121
Introducción 121
1. La mariposa herida: separando «sentirse bien» y «sentirse mal» 123
2. La muñeca: trabajando la tristeza 128
3. El amor de mamá: trabajando el enfado 132
4. La mariquita gigante: trabajando el miedo 135
5. El partido de fútbol: trabajando el orgullo 140
6. ¿Dónde estás?: trabajando las emociones reales y fingidas 147
7. El Señor Susto: trabajando la empatía 153
8. Nicolás y la pandilla de los mayores: trabajando la competencia social 160
9. Termina el colegio: trabajando la amistad 167
4. Pensando las emociones con 5 años: los primeros intercambios filosóficos 172
Introducción 172
1. La mariposa herida: trabajando la alegría 173
2. La muñeca: trabajando la tristeza 177
3. El amor de mamá: trabajando el enfado 182
4. La mariquita gigante: trabajando el miedo 187
5. El ratón: trabajando la envidia 192
6. La mariquita gigante: trabajando las emociones mixtas 200
7. El Señor Susto: trabajando la empatía 207
8. Nicolás y la pandilla de los mayores: trabajando la competencia social 214
9. Termina el colegio: trabajando la amistad 220
Anexo I. Los cuentos de Ana 226
La mariposa herida 226
244
La muñeca 226
El amor de mamá 227
La mariquita gigante 228
El partido de fútbol 229
El ratón 229
¿Dónde estás? 230
El Señor Susto 231
Nicolás y la pandilla de los mayores 232
Termina el colegio 233
Referencias bibliográficas 235
Créditos 242
245