26 Manuel Lázaro Pulido PDF
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DOI: https://doi.org/10.17398/2340-4256.13.459
RESUMEN
En el presente estudio pretendemos señalar la novedad que Alfonso de Castro
introduce en su pensamiento sobre la ley humana a partir de su lectura de la tradición
franciscana, especialmente de Duns Escoto. El contexto es el del descubrimiento del
Nuevo Mundo americano y de la instauración de un Mundo Nuevo de la Modernidad.
Para ello insiste en la libertad fundamental del ser humano reflejo e imagen de Dios, en
su entendimiento pero sobre todo en su voluntad, como elemento propio en la pro-
mulgación de las leyes de los hombres.
Palabras clave: Ley humana, Alfonso de Castro, Escotismo, Voluntarismo.
ABSTRACT
The scope of the present paper is to point out the novelty that Alfonso de Castro
introduces in his thinking about human law from his reading of the Franciscan tradition,
especially of Duns Scotus. The context is that of the discovery of the New (American)
World and the establishment of a New World of Modernity. For this he insists on the
fundamental freedom of the human being, reflection and image of God, in his
understanding but above all in his will, as an element in the promulgation of the laws of
men.
Keywords: Human law, Alphonse of Castro, Scoticism, Voluntarism.
2 Manuel Rivero, “Doctrina y práctica política en la monarquía hispana: las instrucciones dadas
a los virreyes y gobernadores de Italia en los siglos XVI y XVII”, Investigaciones históricas: Época
moderna y contemporánea 9 (1989): 197.
3 “Respondeo dicendum quod lex quaedam regula est et mensura actuum, secundum quam indu-
citur aliquis ad agendum, vel ab agendo retrahitur, dicitur enim lex a ligando, quia obligat ad agendum.”.
Tomás de Aquino, Summa Theologica Iª-IIae, q. 90 a. 1 resp, en Opera Omnia VII, ed. Leonina (Roma:
Romae Typographia Polyglotta, 1882), 149.
4 Cf. Cirilo Flórez, Maximiliano Hernández, Roberto Albares (coords.), La primera Escuela de
Salamanca (1406-1516) (Salamanca: Universidad de Salamanca, 2012); Luis Enrique Rodríguez-San
Pedro, La Universidad de Salamanca en el primer Renacimiento 1380-1516 (Salamanca: Centro de
Estudios Salmantinos, 2013).
5 Frank Lestringant, “Renaissance ou XVIe siècle ? Une modernité étranglée”, Revue d'histoire
littéraire de la France 102 (2002): 760. Cf. André Chastel, La crise de la Renaissance, 1520-1600 (Ge-
nève: Skira, 1968); Carlo Ossola, Autunno del Rinascimento. “Idea del Tempio” dell’arte nell’ultimo
Cinquecento (Florence, Olschki, 1971).
6 En este sentido se expresa Juan Goti Ordeñana de una forma quizás un tanto extemporánea en
la expresión- pero que sirve para sustentar lo que venimos diciendo, cuando afirma sobre un personaje
paradigmático de esta época, como Francisco de Vitoria, que ha “laicizado lo ultrateocrático y moderni-
zado lo ultraarcaico del Medievo y de los comienzos de la Era moderna”. Juan Goti, Del tratado de
Tordesillas a la doctrina de los derechos fundamentales en Francisco de Vitoria (Valladolid:
Universidad de Valladolid, 1999), 226.
7 Cf. Simona Langella, La ciencia teológica de Francisco de Vitoria y la Summa Theologiae de
santo Tomás de Aquino en el siglo XVI a la luz de textos inéditos, traducción de Juan Montero Aparicio
(Salamanca: San Esteban, Biblioteca de Teólogos Españoles, 2013). Juan Belda, La escuela de Sala-
manca y la renovación de la teología en el siglo XVI (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2000).
como seres humanos más allá de cualquier consideración accidental? ¿Cuál era
el elemento común humano? ¿En qué había que incidir? ¿Desde dónde posi-
bilitar el tránsito a la trascendencia? ¿Cómo vertebrar la cohesión y doctrina de
la Iglesia de una manera más firme y segura en estos nuevos tiempos? Y, por
último, ¿cómo mantener todavía la unidad y concordia del Imperio?”8.
¿Qué medida tomar ante esta situación? ¿Qué ley es la que es necesario
aplicar? ¿De qué modo la ley de los acontecimientos accidentales ha de
relacionarse con la ley de la concordia? Los teólogos juristas saben de las
8 José Luis Fuertes, El discurso de los saberes en la Europa del Renacimiento y del Barroco
(Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2012), 100.
9 Cf. los trabajos recogidos en María Lupi y Claudio Rolle, eds., El orbe católico (Santiago: Ril
Editores, 2017).
10 Melquiades Andrés, La teología española en el siglo XVI, vol. 1 (Madrid: BAC, 1976), 315.
11 Señalamos los trabajos de Luciano Pereña: Luciano Pereña, La Escuela de Salamanca: reto
y esperanza de América (Salamanca: Universidad Pontificia de Salamanca, 1990). Id., La idea de
justicia en la conquista de América (Madrid: Mapfre, 1991); Id., La Escuela de Salamanca: conciencia
crítica de América en el centenario de la reconciliación Salamanca (Salamanca: Universidad Pontificia
de Salamanca 1992); Derechos y deberes entre indios y españoles en el nuevo mundo según Francisco
de Vitoria =: The rights and obligations of indians and spaniards in the new world according to
Francisco de Vitoria. (Salamanca: Universidad Pontificia de Salamanca, 1992).
12 Las distintas tradiciones historiográficas se ponen de acuerdo en que Vitoria destaca como
figura pionera a la hora de pensar la relación pacífica de los distintos estados soberanos. Teófilo
Urdanoz, “Síntesis teológico-jurídica de la doctrina de Vitoria”, en Francisco de Vitoria, Relectio de
Indis (Madrid: CSIC, 1967), CIX. Cf. Ramón Hernández, Francisco de Vitoria. Vida y pensamiento
intemacionalista (Madrid: BAC, 1995).
13 Vidal Abril, “Bartolomé de las Casas y la escuela de Salamanca en la historia de los derechos
humanos (planteamiento y prospección)”, Studium 38 (1998): 377-378.
14 Sobre su figura y obra cf. Manuel Lázaro, “La transmisión del pensamiento de Alfonso de
Castro”, Helmantica 63 (2012): 375-397.
15 Cf. Alejandro Recio, “El franciscano Alonso de Castro, predicador y maestro de predicado-
res”, Verdad y Vida 6 (1958): 385-424.
16 Cf. Amado González, “Vida y bibliografía de Fr. Alfonso de Castro”, Liceo Franciscano 12
(1958): 22.
17 Constantino Gutiérrez, Españoles en Trento (Valladolid: CSIC - Instituto “Jerónimo Zurita”,
1951), 977. Cf. Manuel de Castro, “Alfonso de Castro, O.F.M. (1495-1558), consejero de Carlos V y
Felipe II”, Salmanicensis 6 (1958): 301-312. Sobre la presencia de los franciscanos en el concilio
tridentino cf. 83. Buenaventura Oromí, “Los franciscanos españoles en el Concilio de Trento”, Verdad
y Vida 3 (1945): 122-130.
18 Castro, “Alfonso de Castro, O.F.M. (1495-1558)”, 312-320.
19 Alfonso de Castro, Adversus omnes hereses, lib. XIII (París: J. Badio, J. Roigny, 1534).
20 Alfonso de Castro, De iusta haereticorum punitione, libri tres (Salamanca: Ioannis de Giunta,
1547).
ley humana. Este pensamiento lo realiza en los dos capítulos primeros de la obra
De potestate legis poenalis (1550)21.
Alfonso de Castro define la ley humana como la “voluntad recta, de aquel
que dirige a un pueblo en su nombre, promulgada de palabra o por escrito, con
intención de obligar a los súbditos a obedecerla” 22 . Marcelino Rodríguez
Molinero, estudioso del pensamiento jurídico de Alfonso de Castro, señala que
esta definición de la ley humana no se refiere “al concepto general de ley previo
a las determinaciones de dey divina, natural y divino-positiva”23. Efectivamente,
Alfonso de Castro centra su atención en la ley humana, como punto de partida
de la reflexión sobre la ley. El maestro franciscano no se cuestiona el funda-
mento conceptual anterior a la ley referida a la ley divina, natural y divino-
positiva. Se parte de la ley que regula los actos humanos en cuanto sociales, por
eso se requiere un criterio de justicia, atributo esencial para la existencia de ley
según Alfonso de Castro. La necesidad de partir de la ley humana no es original,
pero es esencial en él. El maestro franciscano no está negando que las leyes
humanas se subordinan jerárquicamente a la ley natural, sino que se deriven por
consecuencia natural de ellas, de forma conclusiva. Alfonso de Castro pone así
un límite a la ley natural que delimita como detentadora de los primeros princi-
pios sin extenderlo a las consecuencias. Y el punto fundamental reside en la
naturaleza del principio que rige la ley humana: la voluntad. Este es el punto
esencial de diferenciación con respecto a la ley tradicional de naturaleza tomista.
Es una elección que nace de la propia tradición franciscana y que creemos hace
de maestro franciscano un autor que responde mejor a la universalidad antropo-
lógica del proyecto del siglo XVI que se manifiesta en la accidentalidad: en las
diversas formas de manifestar la humanidad y sus formas culturales (América),
socio-políticas y religiosas (la Europa de la Reforma).
Efectivamente, Tomás de Aquino definía la ley humana como una
prescripción de la razón, en orden al bien común social, promulgada por aquel
que tiene el cuidado de la comunidad24. La ley, como hemos señalado, es un cri-
terio de demarcación, una medida, que pertenece a la razón. La razón humana
descubre las disposiciones particulares de la ley natural como se obtienen las
28 Gilles Emery y Matthew Levering, Aristotle in Aquinas's Theology (Oxford: Oxford Universi-
ty Press, 2015).
29 Philippe-Marie Pasquet, Le principe de la diffusion du bien dans la Théologie de saint Thomas
et chez quelques thomistes modernes (Bononiae: Pontificia Studiorum Universitas a S. Thoma Aquinate
in Urbe, 1992).
30 Eudaldo Forment, “Bien personal y bien común”, Espíritu 53 (2004): 307-320.
35 Cf. Javier Andonegui, “Teología como ciencia práctica en Escoto: acerca de la posición me-
diadora escotista en la problemática filosofía-teología del s. XIII”, Antonianum 59 (1984): 403-481;
Daniele Crivelli, “La teologia come scienza pratica nel prologo dell’‘Ordinatio’ di Duns Scoto”, en Via
Scoti: Methodologia ad mentem Joannis Duns Scoti. Atti del Congresso Scotistico Internazionale Roma
9-11 marzo 1993, ed. por Leonardo Sileo, Vol. 2, 611-632 (Roma: Edizioni Antonianum, 1995); Luigi
Iammarrone, “La teologia come scienza pratica secondo B. G. Duns Scoto. Premesse dottrinali e
implicazioni esistenziali”, Miscellanea francescana 93 (1993): 454-523.
36 Vicente Llamas, In via scoti. La sediciosa alquimia del ser (Murcia: Editorial Espigas, 2018),
203.
37 Bernardino de Armellada, “‘Sed hoc non capio’: Lo que Duns Escoto no entendía en Tomás
de Aquino: La contingencia sincrónica, libertad en Dios y en el hombre”, Collectanea Franciscana 78
(2008): 575-605.
38 Manuel Lázaro, “La libertad radical de la volición en Juan Duns Escoto”, Scintilla. Revista
de filosofía e mística medieval 5/2 (2008): 31.
39 Cf. Robert P. Prentice, “The Contingent Element Governing the Natural Law on the Last Se-
ven Precepts of the Decalogue According to Duns Scotus”, Antonianum 42 (1967): 259-292. Un estudio
sobre las diferentes concepciones del Decálogo en Tomás de Aquino y Juan Duns Escoto en Patrick
Lee, “The Natural Law and the Decalogue in St. Thomas Aquinas and Blessed John Duns Scotus” (PhD
diss., Marquette University, 1980).
40 Ciro Tammaro, “Qualche considerazione sulla dicotomia Diritto naturale – Diritto positivo
nel Francescanesimo medievale: Giovanni de la Rochelle, s. Bonaventura da Bagnoregio, Guglielmo
Melitone da Mediavilla e Giovanni Duns Scoto a confronto”, Vita Minorum 75 (2004): 717-737.
41 Al respecto Antonie Vos, “The Scotian Notion of Natural Law”, Vivarium 38 (2000): 197-
221.
42 Cf. Dominique Foyer, “Connaissance de Dieu et source de la moralité: Fondements théolo-
giques de la loi morale selon Jean Duns Scot”, Mélanges de science religieuse 64 (2007): 5-23; A-
lessandro Ghisalberti, “Riflessi della concezione della teologia nell’etica di Duns Scoto”, en Etica e
persona: Duns Scoto e suggestioni nel moderno, ed. por Silvestro Casamenti, 207-226 (Bologna: Edi-
zioni Francescane Bologna, 1994).
Ante la encrucijada de las posiciones que subyacen las escuelas que se han
ido forjando a la hora de considerar la ley y que se hacen presentes en Alfonso
de Castro, el teólogo zamorano no olvida que en el pensamiento de Escoto la
razón no dirige (imperat), sino que juzga y propone lo que se ha de hacer, es la
voluntad divina la que da carácter de obligación y ley a los preceptos del orden
moral. Duns Escoto afirma así en sus consecuencias –como hemos visto– que el
“imperium es actus voluntatis” y si la ley para que sea tal tiene que dirigir et
“imperat” en buena lógica no puede apoyarse en la razón, sino en la voluntad47.
No se niega el entendimiento sino que la disposición última sea una conse-
cuencia nacida de la necesidad. En razón última la libertad radical del sujeto (del
hombre) hecho a imagen y semejanza de Dios omnipotente es la que justifica
dicha teorización. La ley es ley en cuanto el legislador divino ejerce su voluntad
de constituirla formalmente como ley, pero no en cuanto iluminación de la
naturaleza común, por cuanto sigue siendo propositiva. La omnipotencia divina,
libre, en su naturaleza completa y perfecta ilumina una naturaleza contingente,
haciendo de la ley natural una presentación que se apoya en el legislador, pero
no en la naturaleza contingente48. Esto asegura la libertad humana, haciendo del
defecto de la contingencia (donde se puede presentar el mal) ocasión de libertad
en el hombre49. Y proyecta en la comunidad humana la posibilidad legislativa
real en cuanto dirección de la acción. Aquí se separa decididamente Alfonso de
Castro de una mirada clásica de la ley, como Escoto en su momento, mostrando
la modernidad de su propuesta, en el sentido en que la ley que es propositiva de
la acción nace de una conciencia temporal e histórica, y aunque la barrera de la
ley natural tiene fuertes ecos clásicos, sin embargo como estatuto prepolítico y
configurador de lo jurídico, no aparece configurando la sociedad. Esta no se
construye como reflejo de la racionalidad de la norma apoyada en la ley divina,
sino que la sociedad se configura en torno a la ley positiva nacida de la voluntad
del legislador que recae en los propios miembros de la sociedad, siendo así que
la ley natural cumple una función “pedagógica”50.
Alfonso de Castro presenta una respuesta al problema que suscita el siglo
XVI alimentando el presente y proyectando el futuro desde una lectura de la
tradición. Como anota Simona Langella en la introducción al De Legibus,
Vitoria “subraya, oponiéndose a la opinión común de los filósofos «modernos»,
cómo la ley es un mandato que pertenece inmediate ad rationem. En efecto, la
ley está determinada por la misma razón y no por la voluntad, porque está
ordenada a un fin; pero ordenar es propio y exclusivo del ser inteligente; por
tanto, es un acto del entendimiento”51. Alfonso de Castro, sin embargo, apunta
a elementos que afectan la visión metafísica de la naturaleza de las escuelas
escotista y tomista. Se presenta como pensador que equilibra la posición
48 Sobre la ley natural en el teólogo franciscano cf. Manuel Lázaro, “La ley natural en Alfonso
de Castro, OFM”, en Right and Nature in the First and Second Scholasticism, ed. por Roberto H. Pich
y Alfredo S. Culleton, 285-299 (Turnhout: Brepols, 2014).
49 Cf. Manuel Lázaro, “Posiciones antropológico-jurídicas en el Tratado De potestate legis poe-
nalis de Alfonso de Castro”, en Razón práctica y derecho. Cuestiones filosófico-jurídicas en el Siglo
de Oro español, ed. por Juan Cruz, 137-150 (Pamplona: Eunsa, 2011).
50 Sobre este carácter democrático cf. 39. J. Aníbal Arias, “Las doctrinas democráticas en Fr.
Alfonso de Castro”, Liceo Franciscano 12 (1958): 307-350.
51 Simona Langella, “Estudio introductorio”, en Francisco de Vitoria, De legibus, estudio intr.
Simona Langella, trans. y not. José Barrientos y Simona Langella, trad. al español Pablo García, trad.
al italiano Simona Langella (Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2010), 35
“Las leyes promulgadas por los príncipes o por los magistrados de una
república, en tanto tienen valor en cuanto se conciben como expresión de la
voluntad del pueblo”55.
52 Cf. M. Castro, “Alfonso de Castro, OFM [obs] (1495-1558), consejero de Carlos V y Felipe
II”, Salmanticensis 5 (1958), 281-322; A. GONZÁLEZ, “Vida y bibliografía de Fray Alfonso de Castro”,
Liceo Franciscano 12 (1958), 9-106 (la parte biográfica en 9-36).
53 “Qui ita sentiunt, hac sola ratione ostendunt, se minorem facere Legis potestatem, quam Judi-
cis, cum saepe Judex, illis etiam fatentibus, sine ullo legis subsidio, sed solo suo mandato, subditos suos
possit obligatos ad poenam reddere”.Alfonso de Castro, De potestate I c.1, ed. L. Sánchez, 13.
54 Marcelino Rodríguez, Alfonso de Castro y su doctrina penal, cit., p. 64.
55 Ibid., 35.
hombre, que toma las decisiones desde la facultad volitiva ante la presentación
de la opción racional (presupuesto pedagógico-orientador de la ley natural)
constituye su fundamento antropológico esencial.
El voluntarismo escotista leído desde la posición ecléctica de franciscano
discípulo de Vitoria, Alfonso de Castro, pretende salvar, así, los excesos del
individualismo por parte del principio activo –el príncipe o legislador– y del
principio pasivo –el pueblo– y, por lo tanto, se huye de posiciones atomistas que
derivan en un contractualismo o utilitarismo con capacidad de dinamitar la
justicia de la ley, y, en ello, el mismo concepto de ley.
CONCLUSIÓN
Alfonso de Castro responde así a una naturaleza de la ley que huye del
personalismo ontológico y del esencialismo del bien común, al presuponer el
bien común de la naturaleza humana que se manifiesta. Liberado del naturalismo
de la hermenéutica aristotélica y apoyado en la expresión de la voluntad humana,
verdadero y auténtico receptáculo de libertad humana, fundamenta un criterio
de humanidad y ciudadanía que no cae en el solipsismo de la voluntad que tanto
mal le ha causado. La opción por la voluntad responde mejor a las realidades
existenciales y humanas plurales que se están viviendo en su tiempo, funda-
mentando así la catolicidad como la expresión de la libertad del hombre de
acoger el mensaje divino y explicando una reacción (la pena) en base a los
criterios contextuales en la convivencia civil, en la ley humana de una sociedad
que en tiempo imperial quiere expresarse como proyecto universal, pero que ya
sabe que solo podrá serlo como expresión de la voluntad. De esta forma, si el
proyecto político fracasa, no tiene porque caer el proyecto religioso, pues la ley
humana no se une en necesidad consecuencial con la ley natural (y divina) en la
que se fundamenta. Por desgracia esta fundamentación que anticipaba la demo-
cracia y aseguraba la universalidad del mensaje cristiano-católico en la di-
versidad de las voluntades fundantes de la comunidad sociopolítica no fue
seguida por los teólogos juristas. La otra opción terminó comprometiendo –en
el fracaso de las consecuencias (las formas de sociedad y las leyes humanas
particulares– la propia esencialidad de su fundamento último, reduciéndose a
mero naturalismo primero y a puro positivismo después y desgajando la vo-
luntad de su fundamento, quedando el sujeto desprovisto como un individuo
solipsista y atómico. Desgarrando tradición y modernidad.
BIBLIOGRAFÍA