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La Lucha Sin Final Del Aborto

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La lucha sin final del aborto

El código penal especifica que el aborto en el Perú solo es


legal para salvaguardar la vida de la madre.
El aborto, aceptado o no, existe. La lucha por su legalización ha tenido diversos matices
en el 2018. Como siempre, en los países donde su legalidad es parcial o nula, se ha
discutido si es viable permitir que esta práctica, que consiste en la interrupción voluntaria
del embarazo, sea ejecutada en cualquier circunstancia que se presente.
Los gobiernos debaten en largas sesiones. Diversas posturas se defienden, desde las
más progresistas hasta las más conservadoras. Sin embargo, el aborto se da, se propaga
y persiste en lo clandestino, oculto bajo métodos cuestionables y estigmas sociales que
dejan a las mujeres vejadas, reducidas, y dañadas por una sociedad que las segrega.

Un mundo verde

El planeta está lleno de diferencias. Las calidad de vida de una mujer cambia
drásticamente dependiendo de la parte del mundo donde se encuentre. El aborto, que no
es la excepción, ha dividido en dos al globo: en las naciones que lo permiten y aquellas
que lo restringen y lo penan legalmente.

Dentro de la larga lista de países que aprueban esta práctica se encuentran Estados
Unidos, Canadá, casi toda la Unión Europea, Australia, Rusia, China y diversos países
asiáticos. Adversamente a estos, la otra parte del mundo, que en su mayoría es
conformada por la mayor parte de Latinoamérica y África, lo restringe o solo lo permite en
condiciones excepcionales, como para salvar la vida de la embarazada.

La Organización Mundial de la Salud indica que en el mundo anualmente se practican


alrededor de 55,7 millones de abortos, de los cuales 25,5 millones se realizan sin una
garantía de seguridad. A su vez, el 97% de estos abortos inseguros se realizan en los
siguientes continentes: Asia, África y América Latina. La dicotomía que existe en el
planeta solo crece con estas cifras.

El mapa del aborto que proporciona la página web worldabortionlaws. comreafirma la


tendencia. Ubica a Latinoamérica como una región en la cual esta práctica,
mayoritariamente, es legal siempre y cuando la salud o vida de la madre que esté en
riesgo, y, en segundo lugar, cuando esta haya sido violada. Lo cual resulta paradójico,
debido a que el informe “Abortion Worldwide 2017 Uneven Progress and Access”,
presentado por el Instituto Guttmacher, indica que 44 de cada mil mujeres en esta parte
del mundo abortan, siendo la zona del mundo con más casos registrados.

La legalización del aborto, que lleva a la supresión de su práctica insegura, tuvo dos hitos
este año. El primero se dio el 26 de mayo, cuando Irlanda se desligó de su tradición
católica al permitir que la interrupción del embarazo fuese legalizada, anulando la octava
enmienda que restringía a las mujeres detenerlo, con un 66% de votos a favor
conseguidos en un referéndum nacional. Una victoria para el movimiento verde en ese
país.

El segundo caso se dio en Argentina. Sin embargo, la historia fue otra. En la madrugada
del jueves 9 de agosto, el Senado argentino, rodeado de millares de personas, rechazaba
la ley que legalizaba el aborto, con 38 votos en contra, 31 a favor y 2 abstenciones. Pese
a que las calles gauchas se habían teñido de verde y las redes sociales habían defendido
también esta causa, se mantuvo firme la posición de solo permitir el aborto terapéutico
(cuando la vida de la madre corre riesgo) y por violación.

Esto reafirma los paradigmas del mundo con respecto al aborto. Victoria Keller, profesora
de Educación Media y Superior en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos
Aires y miembro del Colectivo de Antropólogas Femeninas en Argentina, evidencia que
luego de que el aborto fuese rechazado por el Senado de su país, este se mantuvo como
parte de la clandestinidad, evitando que los casos se ingresen en la data del sistema de
salud de su país.

La gran Uruguay

Toda regla siempre tiene una excepción. Uruguay es el único país latinoamericano de
habla hispana donde el aborto es permitido en todas las situaciones. Por ende, se ha
convertido en un ejemplo en materia abortiva en el hemisferio sur del planeta. En el 2012,
este país aprobó la ley que permitía a las mujeres decidir si querían interrumpir su
embarazo antes de las 12 semanas de gestación. La única condición requerida era el
compadecer ante una comisión médica y trabajadores sociales, dejándole la última
palabra a esta tras el paso de cinco días.

Un año después de que esta ley fuese efectiva, Uruguay se convirtió en un país donde el
aborto era seguro. Aproximadamente 25 mil mujeres orientales interrumpieron su
embarazo legalmente en ese periodo, lo cual dio lugar a que el país charrúa se convirtiese
en la segunda nación con menor mortalidad materna en todo América, superada
únicamente por Canadá.

Esta cifra solo ha mejorado en Uruguay, pues, según el International Journal of


Gynecology & Obstetrics, en el año 2014 no existieron muertes relacionadas con el
aborto. Y, actualmente, aun cuando el país oriental tiene un estimado de más de 9 mil
abortos por año, la mortalidad materna por esta causa sigue siendo nula, como informa la
Presidencia de la República de Uruguay.

Abortar en Perú

Por otro lado, en el Perú la realidad que vive una mujer que decide abortar es
abrumadora. El artículo 114º del código penal establece que: “La mujer que causa su
aborto, o consiente que otro le practique, será reprimida con pena privativa de libertad no
mayor de dos años o con prestación de servicio comunitario de cincuenta y dos a ciento
cuatro jornadas”.

Por lo tanto, sin importar si el embarazo tiene su origen en una violación o en la ineficacia
de un método anticonceptivo, el aborto en el Perú persiste en su paradigma, donde, como
añade el artículo 119º, a menos que la vida de la madre corra peligro, el aborto es punible.
Asimismo, como señala el artículo 115º la persona que asiste el aborto será condenado
con 1 a 4 años de prisión, y de 2 a 5 si la mujer fallece.

La situación de la mujer en el Perú es complicada. Este es un país cuya tasa de


feminicidios –y tentativas de feminicidio– tiende a la alza (este año ha incrementado un
26% en relación al 2017) y cuya tasa de crecimiento es desorbitante, a la vez que no
planificada, ya que, según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar, el 52% de las
mujeres embarazadas en el Perú no desea estarlo.

Esta grave situación aqueja a todo tipo de mujeres. Cabe precisar que en el 2017 el
Ministerio de Salud reportó que 58,582 niñas y adolescentes se convirtieron en madres y
en el 2016 la cifra incrementó a 56,492. Además, según el Centro de la Mujer Peruana
Flora Tristán, a ninguna de las niñas menores de 12 años se le permitió realizar un aborto
terapéutico.

El aborto, por lo tanto, en estas situaciones podría contribuir no solo a dejar que la mujer
decida sobre su cuerpo, sino a permitir que su calidad de vida cambie drásticamente para
bien. Esto llevó a que nos comunicásemos con Ange Borrero, vocera del colectivo Ni Una
Menos Perú, quien sostuvo que el aborto en el país, más allá de ser una cuestión de
clandestinidad, es un tema de clases sociales, donde las principales afectadas son las
mujeres que no cuentan con los recursos ni la información necesaria para practicarse un
aborto.

“Las mujeres privilegiadas que tienen recursos para abortar pueden hacerlo sin ningún
peligro. Un aborto quirúrgico te puede costar entre 800 a 1500 soles, por ejemplo. Es bien
fácil. Hablas con tu ginecólogo, te lo pasa por el seguro y no pasa nada”, sentenció la
activista.

Por todo lo dicho, se infiere que en este país existe la clandestinidad dentro de ciertas
clínicas y mujeres que sí pueden pagar un aborto. Situación que contrasta con la realidad
de las peruanas de bajos recursos, ya que en el país la poca educación sexual y la difusa
idea de lo que significa el aborto conlleva a que estas realicen esta práctica de forma
ineficaz como insegura. Y, como indica La ONG Manuela Ramos, cada día, de los 1000
abortos que suceden en toda la nación, mueren 2 mujeres. Esto debido a que desde 1924
en el Perú solo se realiza el aborto terapéutico.

Información

La solución para estas mujeres se puede resumir en una sola palabra: información.
Empero es aquí cuando la opinión de los partidos conservadores y movimientos religiosos
toman una posición política en este país laico. Para estos movimientos existe la idea de
estar “a favor de la vida”. Sin embargo, Victoria Keller acota, refiriéndose a este
argumento, que: “El concepto de vida humana no viene de la biología, ya que la esta
habla de la vida celular, ni tampoco del derecho. Es un concepto que se construyó en
oposición a los reclamos de las mujeres por el control de su fecundidad”.

Mientras tanto, a las mujeres se les sigue juzgando y señalando incluso de asesinas. En
consecuencia, Keller aclara que este estigma es “una condena al ejercicio de (la mujer
sobre) su sexualidad. Básicamente, tiene que ver con el control del cuerpo de las mujeres,
que nos sean ellas quienes decidan con quiénes tener hijos, cuándo tenerlos y cuántos
tener. Se ve a la mujer como un tipo de útero social, que debe estar dispuesta a lo que el
patriarcado quiera de ella”.

Aun cuando existe todo esto, las mujeres también pueden contar con un apoyo, como lo
son los colectivos feministas del país. Según Borrero, uno de estos es Serena Morena,
una agrupación feminista que se define de la siguiente forma: “Somos una red de
feministas jóvenes que apuestan por la libre información y la colaboración entre mujeres
como principal herramienta de acción política. Informamos y acompañamos de manera
voluntaria, segura y gratuita a las mujeres que ya decidieron”. Y quienes, como continúa
Borrero, basan su accionar en el soporte emocional y no violan la ley peruana.

A su vez, la activista tiene la convicción que no se trata de imponer el aborto, sino de darlo
a conocer como posibilidad. Representando al colectivo, Ange asegura que la
conversación sobre el tema se reduce a ser pro decisión, mas no pro aborto, pues
identifica que cada mujer tiene la libertad de decidir si estar o no embarazada. No se trata,
como se cree, de una imposición.

En el Perú existen, paralelamente, distintas vías para recurrir al aborto. Dejando atrás los
misteriosos avisos en las calles de atraso menstrual, el método que recomienda la OMS
es la pastilla Misoprostol (o el Cytotec), la cual, al colocarla en la boca o en la vagina,
genera en la mujer un aborto seguro y casero, cuyo manual de uso se puede encontrar en
la web, buscándolo en google.

Ange Bocerro finita sus declaraciones diciendo que en el Perú existe un rechazo al aborto
debido a la falta o ineficacia de la educación sexual. “El aborto no es ese video que te
enseñaron en tu colegio público o cristiano de un feto descuartizado con seis meses y que
por ahí se le salía el brazo o la pierna. Eso no es un aborto. Es un vídeo que se enseña
para tener miedo sobre la palabra aborto y para que las mujeres tengan miedo de decidir
sobre su propio cuerpo”.

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