Art Enero TFG
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21 agosto, 2018
Tiene como objeto garantizar los derechos fundamentales de salud reproductiva y sexual
establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), regular las condiciones y
determinar las obligaciones de los poderes públicos.
La persona embarazada podrá tomar una decisión libre e informada sobre la interrupción de su
embarazo y practicarlo durante las primeras 14 semanas, sea cual sea la causa, a manos de
médicos especialistas y centros sanitarios privados o públicos acreditados. No habrá
intervención de terceros en la decisión, tan solo se necesita el consentimiento expreso y por
escrito de la persona embarazada después de haber sido bien informada y pasados tres días
desde su petición y la intervención. Excepcionalmente, se podrá interrumpir hasta la semana 22
si existen anomalías graves en el feto o existe riesgo para la vida o salud de la embarazada.
Las mujeres no residentes en España o extranjeras, sin embargo, solo podrán acceder a
clínicas privadas.
En su origen, la ley permitía a las mujeres de 16 y 17 años abortar sin consentimiento de sus
progenitores o representantes legales, pero en septiembre de 2015 sufrió una modificación por
parte del Gobierno de Rajoy. Actualmente, solo es posible abortar si se es mayor de edad.
Aquí se puede leer el texto al completo. No obstante, va quedando claro por dónde van los tiros
con este fragmento, ¿no?
Sin ir más lejos, en Gibraltar el aborto significa cadena perpetua. Muchas mujeres de la zona
cruzan a España para poder hacerlo. Mismamente, en Ciudad del Vaticano y en Malta la
interrupción del embarazo es ilegal y se considera un crimen bajo cualquier circunstancia,
incluso cuando la vida de la mujer está en juego. Las leyes son incluso más restrictivas que las
que imperan en Argentina desde el año 1921. Esto solo son ejemplos, pues podríamos dedicar
un sinfín de artículos para cada legislación de cada país del mundo. Según la OMS, entre 2010
y 2014 se produjeron más de 25 millones de abortos peligrosos, sobre todo registrados en
America Latina, Asia y África. Los lugares con tasas abortivas más bajas son, en efecto, donde
la práctica es legal y existe una regulación. Además, la mayoría de ellos fueron seguros.
Entonces, ¿hay debate sobre el aborto o no? ¿Tiene sentido formular esta pregunta? El debate
ya no es sobre el hecho de abortar. Las personas van a seguir abortando, independientemente
de las leyes. Lo que está en juego es la salud de las personas que abortan y las condiciones en
las que lo hacen. Está en juego la vida de estas mismas. ¿Es acaso digna la clandestinidad y la
precariedad? ¿Por qué hay que poner en riesgo nuestras vidas?
Nadie pasa por un aborto por gusto, se trata de un procedimiento que puede generar estragos
físicos y psicológicos y, en ocasiones, algún trauma. Y es por ello que necesita de médicos
especializados y medios adecuados. Aunque sea brusco e invasivo, es una necesidad. Una
decisión individual que corresponde al individuo que aborta. Es un derecho.
El debate de sí o no al aborto no existe. Ahora estamos luchando por unas leyes que
garanticen una interrupción segura que no ponga en riesgo la vida de las personas gestantes,
en todo el mundo. Queda mucho trabajo por hacer, pero el primer paso es tomar conciencia de
la necesidad de legalizar esta práctica que es un derecho esencial.
2. Aborto legal para no morir y educación sexual para decidir 5 octubre, 2017
En 1984 nació la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos (RMMDR),
organización a la que se fueron sumando mujeres y asociaciones de todo el mundo. Desde
entonces llevan promoviendo campañas, concienciando a numerosos países, y ayudando e
informando a las mujeres sobre su salud reproductiva. Han reivindicado derechos, denunciado
injusticias y tratado temas como la autodeterminación, la anticoncepción, el aborto, la
esterilización, la mortalidad materna, violencia contra la mujer, etc.
RMMDR está presente en todo el mundo, pero es en la región de América Latina y el Caribe
donde tiene su origen en los años 90’, la fecha del 28 de septiembre como el Día de Acción
para el Acceso al Aborto seguro y legal, dentro del cual se ubica, entre otras muchas
actividades y reivindicaciones, la campaña por la despenalización del aborto. Esta fecha se
eligió en recuerdo a la Ley del Vientre Libre aprobada en Brasil el 28 de septiembre de 1871,
por la cual se liberaba de la esclavitud a los hijos nacidos de esclavos.
Así España desde el año 2009 se une a este movimiento. Aquel año tras diversas luchas y
manifestaciones se aprobó la reforma de la ley de 1985 que regulaba el aborto, surgiendo así al
año siguiente, Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción
voluntaria del embarazo, en la que se modificaban diversas condiciones.
Por ejemplo: se eliminaban los supuestos casos en los que era legítimo que una mujer
abortase y se establecían plazos (aborto libre hasta la semana 14, hasta la semana 22 en caso
de haber riesgo para la vida y salud de la mujer o anomalías en el feto y sin límite de tiempo si
se descubriesen anomalías incompatibles con la vida o enfermedades incurables en el bebé);
se permitía abortar a las mujeres de 16 y 17 años sin consentimiento externo, en todo caso
que se informara a algún tutor legal, situación que no debía porque darse si la joven alegaba
que al informar a alguna de las personas que tuvieran sobre ella la patria potestad causaría
algún tipo de violencia familiar, malos tratos, coacciones, etc.
Sin embargo, esta ley en España fue reformada de nuevo en 2015 y por ejemplo el derecho al
aborto sin consentimiento paterno para las mujeres de 16 y 17, establecido anteriormente,
quedaba suprimido. No es raro pues, que a las siete y media de la tarde, junto a las mujeres de
entre 30 y 60 años, veamos a chicas de entre 15 y 20 años pronunciándose en el día de hoy
por sus derechos. Precisamente, nada más situarse en la calzada, la asociación organizadora,
en este caso, Movimiento Feminista de Madrid (@FeminismoMad) procedió a la lectura de un
manifiesto, en donde se exponían las diversas situaciones de injusticia o dificultades por las
que las mujeres que quisieran abortar en España tienen que pasar, en este manifiesto se
encontraba por ejemplo, la reivindicación de las mujeres de 16 y 17.
Daban casi las ocho cuando la manifestación empezó a andar. A la cabeza, tres chicas jóvenes
con un megáfono iban cantando diferentes consignas. Entre ellas se encontraba Carlota, la
encargada de prensa para esta manifestación, que respondió a algunas preguntas para nuestra
revista:
¿A qué peligros se exponen las mujeres que se encuentran en la situación de tener que abortar
tanto en España como en otros países?
La mujer queda así condenada a la clandestinidad sea cual sea su situación. Por una parte,
pudiendo abortar pero sin poder confiar en su círculo cercano o en los propios médicos. Se ve
obligada por propia presión de la sociedad a pasar por esta situación traumática sin el
suficiente apoyo psicológico o emocional. Desde guardar silencio, hasta hacer como si nada
hubiera pasado o no pudiendo descansar al tener que seguir llevando una vida con personas a
quienes no puede contarles la verdad. Y por otra parte, la clandestinidad en el propio proceso
de abortar, donde las mujeres se ven obligadas a viajar a otros países, o incluso a día de hoy a
provocarse o realizarse ellas mismas ese aborto.
Tanto por las escasas condiciones sanitarias como por las condenas que siguen existiendo en
muchos países, la consecuencia es en más casos de los que cualquiera quisiese contar, la
muerte. Todo esto se agrava cuando se añaden situaciones de inmigración, de pobreza, de
maltrato familiar, etc.
Distribución de centros que han notificado I.V.E.s, según Comunidad Autónoma. España, 2015.
La manifestación continuaba. El objetivo era recorrer toda la calle San Bernardo hasta llegar al
Ministerio de Justicia, delante del cual se realizarían una serie de actos.
Cuatro furgones policiales, dos delante y dos detrás escoltaban la manifestación y una veintena
de policías se situaba a lo largo de la manifestación. La manifestación transcurría entre las
consignas que se gritaban con rabia y las que se gritaban entre alegría y risas. Los gritos de las
manifestantes eran acompañados y elevados por el ritmo de los diferentes instrumentos de
percusión de la batucada, al ritmo de la cual se cantaban los lemas y avanzaba la
manifestación.
Justo delante de esta, un grupo de cuatro manifestantes portaba sobre sus hombros, cual
costaleras, el llamado “Coño en procesión”. Una escultura de la vulva, es decir, la parte externa
y visible del órgano sexual femenino, la cual iba ataviada como una virgen de Semana Santa,
incluso la bailaban y mecían al ritmo de la música. Este gesto se llevaba a cabo debido a que
recientemente se ha reabierto la causa contra la procesión de la misma índole que se realizó
en Sevilla en 2014, denominada la procesión del Coño insumiso por la cual se pretendió
condenar a las mujeres que la llevaron a cabo con multas de hasta 3000€. De hecho, en el
manifiesto leído anteriormente se pedía que no se criminalizase este acto, y además, la
asociación organizadora, Movimiento Feminista de Madrid, había confeccionado una pancarta
en apoyo a las compañeras de Sevilla.
En la calle además de manifestantes y policías, se podía ver a algunas personas que se unían
a la manifestación y otras que simplemente miraban. Miraban con expresión de felicidad al
compartir los mismos ideales; o con expresión alarmada y de estupefacción, como aquella
monja delgada y vestida de blanco que se alejaba de la muchedumbre por la calle del Divino
Pastor mirando hacia atrás continuamente; o incluso con expresión de rabia y desagrado, como
fue el caso de algunos señores que manifestaron su descontento increpando a las
manifestantes y profiriendo gestos y palabras de insulto, a los cuales llamó la atención y alejó la
policía nacional.
Finalmente a las nueve, la cabecera llegaba al Ministerio de Justicia. La calle San Bernardo se
veía inundada de gente y no se alcanzaba a ver el final de la cola de manifestantes. Se
procedió a leer de nuevo el manifiesto, se colocó la figura de la procesión delante de la puerta
del edificio y se desplegó la pancarta por las compañeras de Sevilla. Casi todos los asistentes
se sentaron para escuchar la lectura, mientras numerosos fotógrafos se movían como moscas
alrededor de toda la escena lanzando sus flashes para fotografiar el acto en la ya oscuridad de
la noche.
Antes de que terminara la manifestación, Carlota volvió a contestar a algunas preguntas para la
revista, entre ellas:
así la sociedad a día de hoy sigue desconociendo su cuerpo, cómo debe cuidarse, cómo debe
ser tratado… Todavía es un tabú y muchos jóvenes crecen sin conocer la mayoría de métodos
anticonceptivos, sin saber todas las consecuencias de usarlos u no usarlos. La desinformación
es lo que predomina alrededor de temas como el aborto, por lo que se dan situaciones en las
que las personas no saben a dónde acudir, qué deben hacer, quién les puede ayudar, con
quién pueden hablar, etc. Y como comentaba algunas de las entrevistadas maduran utilizando
como fuente de conocimiento la sociedad mediatizada y audiovisual que les rodea, la cual no
se ajusta a la realidad y solo fomenta comportamientos dañinos y tóxicos para las relaciones.
Así, con esta particular virgen, en cuya parte delantera rezaba la frase “no soy virgen pero hago
milagros”, los policías terminando de realizar su trabajo y apostados delante de la puerta del
ministerio y las manifestantes gritando los últimos lemas, la gente se iba dispersando.
Mientras recogían sus cosas o se dirigían al metro de Noviciado, algunos iban comentando los
cambios que deberían darse en la sociedad, tanto en las leyes como en el sistema educativo;
otros con pesimismo hablaban del poco caso que el gobierno y los políticos hacían a estos
actos; algunas más jóvenes se sentía emocionadas por haber acudido a su primera
manifestación; otras se habían quedado sin voz de tanto gritar pero con el hilo de voz que les
quedaba conversaban sobre la libertad que deberían ganar las mujeres e iniciaban frases con
“te imaginas…” y soñaban con un futuro en donde los derechos que hoy han reivindicado se
alcanzasen algún día, que esperaban, no fuera muy lejano.
21 septiembre, 2018
Un embarazo simboliza muchos cambios para la persona que lo experimenta. Por supuesto,
tiene un importante impacto en tu vida. Se trata de un evento que cambia tu presente y, de
alguna forma, condiciona tu futuro. Ya no serás la misma persona. Ahora hay alguien nuevo
que depende de ti. Mucho. Muchísimo. Los embarazos también implican un importante cambio
físico. No solo se engorda o se te hinchan los tobillos, sino que el cuerpo se enfrenta a un
fuerte cóctel hormonal que afecta al funcionamiento del cuerpo y la mente.
Tal es el grado en que estos procesos químicos cambian a las personas que llegan a provocar
verdaderos problemas durante, pero sobre todo después del parto. En torno al 80% de las
personas que atraviesan un parto sufren lo que se denomina como baby blues. Se trata de una
tristeza transitoria que aparece durante los primeros días después de dar a luz. No se conocen
exactamente las causas que lo provocan, pero suele atribuirse a los importantes cambios
hormonales anteriormente citados. Todo ello unido al estrés que supone tener un hijo y la
ansiedad que provoca estar a la altura. Es decir, los factores socioculturales también juegan un
rol importante, según afirma la bióloga Irene García Perulero.
El baby blues suele tener una duración de un máximo de quince días. Si tras este periodo de
tiempo los síntomas se prolongan e intensifican puede que se trate de otra cosa. Puede que la
tristeza posparto fuera en realidad una depresión. La temida depresión postparto que afecta a
un 15% de los embarazos.
Este trastorno lleva a la persona a sentir una sensación de extrema tristeza, ansiedad y
cansancio. Aunque los síntomas son muy parecidos a los del baby blues, estos son más graves
y se prolongan más en el tiempo. Además, pueden añadirse factores de riesgo como la posible
necesidad que puede experimentar la persona de lesionarse o dañar al bebé. También pueden
notar una importante falta de apetito. En los casos más graves se sufren incluso alucinaciones.
Otra diferencia que guarda con el baby blues es que la depresión posparto no remite sola.
Mientras la tristeza posparto acaba por desaparecer en dos semanas, la depresión debe ser
tratada por profesionales mediante vías y tratamientos médicos pues, de no hacerlo, podría
prolongarse, aseverarse y tener peligrosas consecuencias. Consecuencias como problemas de
salud y alimenticios para el enfermo, insomnios, problemas o dificultades en su capacidad para
relacionarse.
En opinión de la bióloga antes mencionada Irene García Purulero, la depresión posparto puede
prevenirse. Y no solo debe hacerse en el momento del parto, sino mucho antes. La bióloga
afirma que gran parte de la culpa de estas depresiones no recae sobre los cambios
hormonales, sino sobre los socioculturales. Afirma que debe procurarse a las personas que van
a tener un hijo un entorno seguro. Según ella deberían reducirse las intervenciones a veces
innecesarias sobre el embarazo, como es el caso de algunas cesáreas, inducciones o partos
instrumentales. También ayudaría que dicho entorno seguro se extendiese al área laboral.
Debería permitirse que estas personas se desprendieran de la ansiedad que produce el riesgo
de ser despedida o la preocupación de dejar a su bebé de 16 meses a cargo de alguien. Es
innegable que las condiciones económicas y emocionales influyen sobre la salud las personas
embarazadas. La bióloga añade además que es posible que las depresiones posparto estén
infradiagnosticadas porque, según sus afirma en un artículo para El País, «a las madres no nos
hacen mucho caso». En ese mismo artículo recomienda el contacto piel con piel con el bebé y
una mayor proximidad con este. También que es necesario que el entorno de la persona
enferma aporte todo el apoyo emocional posible. Todo esto como medidas complementarias al
tratamiento psicológico adecuado y necesario.
Por su parte, la artista francesa Emma Clint en su cómic Vacaciones denuncia la falta de
reconocimiento y apoyo social a las madres. Critica que muchas veces se tacha como un
trastorno provocado por las hormonas del embarazo y, como tal, no se ofrece una solución
hasta que es demasiado tarde. Sin embargo, la artista se apoya en los mismo argumentos que
Irene García e insiste en que la depresión está más, o totalmente, condicionada por los factores
socioculturales que presionan a la mujer, crean entornos hostiles y generan ansiedad.
Por último, es importante señalar el importante prejuicio social al que estaba sometido este
trastorno y la consecuente invisibilización de este. El rechazo al bebé o la fuerte sensación de
tristeza y angustia que sufrían las madres estaba asociado a una mala práctica de la
maternidad. Es por ello que muchas mujeres lo escondían y pasaban en silencio, o no eran
tomadas en serio. Lo cuál, como se ha visto, solo agrava la situación. Sin embargo, como con
el resto de enfermedades y trastornos que afectan a la salud mental, cada vez hay una mayor
concienciación acerca del tema. De hecho, famosas como Adele se atreven a confesar
públicamente haber pasado por la situación. La cantante afirmaba en una entrevista para
Vanity Fair que «no hablé con nadie sobre eso, era muy reacia», pero que al final comprendió
que debía ponerle solución. También anima a las nuevas madres a que hablen de cómo se
sienten y compartan su experiencia, pues puede «salvarles la vida».
En febrero empecé a trabajar en De eso no se habla, un podcast sobre silencios que quiere
unir los puntos entre los silencios individuales y los colectivos. Uno de los episodios contaría la
historia de «las 11 de Basauri», una historia de la que yo no sabía nada y que hizo posible la
reforma del código penal que en 1985 despenalizó el aborto en nuestro país en tres supuestos:
violación, malformación del feto o riesgo para la salud física o psíquica de la embarazada.
(Collage del episodio «Una placa en mi pueblo» de De eso no se habla, por Carmen Cáceres)
Isabel Cadenas Cañón es la directora de De eso no se habla. Es de Basauri, pero nunca había
visto la placa en el ayuntamiento del pueblo que conmemora ese proceso y la repercusión que
tuvo en la lucha feminista. De hecho, hace dos años tampoco conocía esta historia. La conoció
a través de su amiga Haizea, activista feminista, aunque en un primer momento no pensó que
tuviese cabida en el podcast porque no veía la relación con el silencio. «De estas cosas sí se
hablaban, son temas que se tratan. Además, acababa de salir el documental de EITB, se
estaba hablando del tema», explica. Sin embargo, tras investigar un poco sobre la historia se
dio cuenta de que quienes no habían hablado habían sido las protagonistas, las 11. «Me quedé
flipada. No con lo que pasó, sino con que no hubieran hablado».
Isabel decidió intentar hablar con ellas para el episodio, escucharlas décadas después, pero
nadie pensaba que fuese posible. «Todo el mundo me decía que ellas no iban a querer hablar.
Todo el mundo: feministas, gente del ayuntamiento, gente que ya había investigado… Y yo no
lo entendía. Necesitaba entender por qué no hablaban», cuenta. Habían pasado casi 40 años
desde el juicio y quizá ahora, en un contexto muy diferente, sí que quisieran contar su historia.
«Que no quisieran hablar hace 35 años no quiere decir que no quieran hablar ahora. Creo que
muchas veces, en el caso de las mujeres, a muchas no se les había preguntado si querían
hablar. ¿cómo sabes que alguien no quiere hablar si no le preguntas?», se pregunta Isabel.
«Vanessa (editora de guion en De eso no se habla) me comentaba que en España muchas
veces el concepto del respeto se puede llegar a confundir con vagancia. “No, es que hay que
respetar”… Bueno, preguntarle a alguien si quiere hablar es respetar. Otra cosa sería ponerles
el micrófono delante».
Encontrarlas no fue fácil. Buscamos a través de redes sociales a mujeres con esos nombres e
Isabel intentó contactar con su entorno. «Fue mucho intentar e insistir. Hubo gente que me
ayudó y hubo gente que me bloqueó en cuanto les dije el tema que estaba investigando»,
cuenta. ¿Por qué no aparecían como las protagonistas de un acontecimiento tan importante
que hizo posible el avance social en cuanto al aborto? Isabel cree que hay dos razones: «una,
porque el estigma del aborto es muy fuerte y porque todavía es como “ay pobres, con lo que
pasaron”. Y por otro lado creo que había una cosa de clase social. Estas mujeres eran mujeres
muy pobres y creo que había una cosa paternalista en todo esto, de ellas no pensar que eran
importantes y sus hijos e hijas no pensar que fue importante lo que hicieron. Yo entiendo que
es raro, no nos pasa en el día a día que nos llegue un periodista a casa. Y dependiendo de tu
clase social, también va a ser diferente tu reacción, porque pienses que no tienes nada
importante que decir o porque pienses que lo tuyo no es relevante».
Desde que terminaron los juicios estas mujeres no habían vuelto a hablar
En la historia de las 11 de Basauri faltan las voces de sus protagonistas, que probablemente
nunca pensaron que estaban haciendo historia. Quizá en algún momento rompan su silencio a
medida que todas lo hagamos. Lo que he aprendido de esta historia es que los silencios los
rompemos entre todas, juntas.