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Contenido de Los Cánticos Del Siervo 1 PDF

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1.

Contenido de los cánticos del Siervo


El Siervo aparece presentado por Dios -para ser la «alianza del pueblo» (Is 42,6; 49,8). Si la alianza se
había encarnado en el monarca, ahora se concretiza en el Siervo, Esta personificación de la alianza
conlleva una misión liberadora. Así el Siervo es destinado a liberar a los prisioneros (Is 42,7.9), a
devolver el pueblo a Yahveh (Is 49,5).
Este siervo liberador no se impone como un rey guerrero, sino por su dulzura: «No vociferará
ni alzará el tono y no hará oír en la calle su voz. Caña quebrada no partirá, ni mecha mortecina
apagará» (Is 42,3-4).
La misión del siervo comprende también una tarea de enseñanza y de instauración de la justicia
y el derecho (Is 42,1-4). Se trata de una misión de carácter universal, ya que el Siervo aparece como luz
de las naciones (Is 42,6; 49.6), debiendo llegar hasta la extremidad de la tierra (Is 49.6).
En el segundo canto aparece el sufrimiento del Siervo. Es profundamente despreciado (Is 49,7),
pero acepta el sufrimiento con extrema docilidad: «Yo no me resistí ni me hice atrás. Ofrecí mis
espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. No hurté mi rostro a los
insultos y salivazos» (Is 50,56). Esta docilidad del Siervo se basa en la confianza en el socorro de Dios
(Is 50,7-9).
Es, sobre todo, el último cántico el que describe con todo detalle el sufrimiento del Siervo:
«No tenía apariencia ni presencia (le vimos); y no tenía aspecto que pudiéramos estimar. Despreciable y desecho
de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante el que se oculta el rostro, despreciable y no le
tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que él soportaba!
Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por
nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz y con sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros
como ovejas errábamos, cada uno marchó por su camino. Y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros.
Fue oprimido y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado y como oveja que ante
los que la trasquilan está muda, tampoco abrió la boca. Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de sus
contemporáneos ¿quién se preocupa? Fue arrancado de la tierra de los vivos, por las rebeldías de su pueblo ha sido
herido; y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba, por más que no hizo atropello ni hubo
engaño en su boca» (Is 53,2-9).

Así pues, el Siervo aparece condenado por un juicio inicuo (Is 53,8), aun siendo perfectamente
inocente (Is 53,4). Se trata de un sufrimiento voluntario y de expiación: «Se da a sí mismo en expiación»
(Is 53,10). Soportará las culpas de muchos para justificarles (Is 53,11), llevará el pecado de muchos
(Is 53,12). Finalmente, aparece la justificación del Siervo: «Por eso le daré parte entre los grandes» (Is
53,12).
2. Interpretación del texto1
Prescindiendo del problema de la unidad literaria y de la cuestión de autor de los cuatro cánticos,
vamos a conocer las diferentes interpretaciones que se han dado sobre la identidad del siervo, que
fundamentalmente son éstas:

1
JOSÉ ANTONIO SAYES. Cristología Fundamental. Ediciones celte. Madrid. 1994. Toda la primera parte está
tomada de esta bibliografía. Para mayor consulta.
Interpretación colectiva. Es la que predomina en la escuela de Wellhausen. Los defensores
de esta interpretación o bien identifican al Siervo con el Israel histórico o bien con el Israel ideal o el
resto de Israel. Son los que, de una u otra manera, entienden al Siervo de Yahveh en sentido colectivo
Ciertamente, es preciso admitir que la expresión «Siervo de Yahveh» se aplica algunas veces a
Israel, pero en los cánticos del Siervo aparecen rasgos individuales que difícilmente se pueden aplicar a
Israel como colectividad. He aquí algunos:
El Siervo de Israel aparece en los capítulos 40-48 de Isaías como pecador y culpable (Is 40,2;43,24-28; 44,12; 47,8;
48,1-14), mientras que el Siervo de Yahveh es inocente (Is 41,1-4; 50,4-6; 53,9).
El Siervo de Israel aparece como rebelde (Is 42, l-4; 50,4 6; 43,9), mientras que el Siervo de Yahveh predica
dócilmente la ley (Is 42,4; 49,6). Añadamos también que el Siervo Israel está ciego y mudo (Is 42,19), mientras que
el Siervo de Yahveh es luz de las naciones y abre los ojos a los ciegos (Is 42,6-7; 49,6).
El Siervo Israel está cautivo (Is 42,24), mientras que el Siervo de Yahveh es libertador de los cautivos (Is 42,7; 49,6).
; El Siervo Israel sufre por sus propios pecados (Is 43,27- 28; 48,18), mientras que el Siervo de Yahveh lleva los
dolores de su pueblo y el peso de sus iniquidades (Is 53,4- 6.11).

Visto así, el Siervo de Yahveh no puede, pues, identificarse con el pueblo. No cabe tampoco
identificarlo con el resto de Israel. Precisamente el Siervo de Yahveh debe reunir al resto del pueblo
(Is 49,6), a los «preservados de Israel». Por otro lado, la idea de una parte fiel de Israel que sufre por
otra parte infiel es desconocida en el Antiguo Testamento. Además, el Siervo de Yahveh muere al fin,
mientras que el resto de Yahveh, según las profecías, no muere.
Finalmente, la identificación del Siervo de Yahveh con un Israel ideal no viene al caso. ¿Cómo
un Israel ideal que nunca existió sino en los designios providenciales de Dios, pudo haber sufrido todo
lo que se dice del Siervo de Yahveh?

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