"Tres Ensayos para Una Teoría Sexual" (1905)
"Tres Ensayos para Una Teoría Sexual" (1905)
"Tres Ensayos para Una Teoría Sexual" (1905)
La persona hacia la cual parte la atracción sexual, se denomina objeto sexual, y el acto o
acción hacia el cual impulsa la pulsión constituye el fin sexual.
Aquí Freud todavía ubica como persona al objeto.
2- ¿Por qué Freud no concuerda con la definición “la inversión es una congénita
degeneración nerviosa”? ¿Qué relación existe entre los invertidos y los neuróticos con
respecto a la elección de objeto?
Freud no concuerda con la primera apreciación de la inversión. Para él, esta caracterización
contiene dos notas que deben ser juzgadas independientemente: el carácter innato y la
degeneración.
Freud dice que la degeneración está expuesta a las objeciones que se levan, en general, contra
el uso indiscriminado de esa palabra. Se ha hecho costumbre imputar a la degeneración todo
tipo de manifestación patológica que no sea de origen estrictamente traumático o infeccioso.
Una clasificación de la época hace que ni siquiera una actividad nerviosa de óptima
conformación general quede necesariamente excluida de la aplicación del concepto.
Entonces, cabe preguntarse, según Freud, qué utilidad y qué nuevo contenido poseen en
general el juicio “degeneración”. Él dice que es más adecuado hablar de degeneración sólo
cuando:
a) coincidan varias desviaciones graves respecto a la norma
b) la capacidad de rendimiento y de supervivencia aparezcan gravemente deterioradas.
Varios hechos hacen ver, entonces, que los invertidos no son degenerados en este sentido
legítimo del término:
2) Se halla en personas cuya capacidad de rendimiento no sólo está deteriorada, sino que
poseen un desarrollo intelectual y una cultura ética particularmente elevados.
1) En muchos invertidos (aún absolutos) puede rastrearse una impresión sexual que los
afectó en una época temprana de su vida y cuya secuela duradera fue la inclinación
homosexual.
2) En muchos otros es posible indicar las influencias externas favorecedoras e
inhibidoras que llevaron, en época más temprana o más tardía, a la fijación de la inversión
(trato exclusivo con el mismo sexo, camaradería en la guerra, detención en prisiones, los
peligros del comercio heterosexual, el celibato, la insuficiencia sexual, etc.).
3) La inversión puede eliminarse por vía de sugestión hipnótica, lo cual sería asombroso
si se tratara de un carácter innato.
Entonces puede ponerse en entredicho la existencia de una inversión innata. No obstante, la
certeza que parece haberse adquirido cesa por esta observación en contrario: se demuestra
que muchas personas están sometidas a esas mismas influencias sexuales (aun en la temprana
juventud: seducción, onanismo mutuo) si por ellos convertirse en invertidas o permanecer
duramente tales. Así, Freud se ve llevado a la conjetura de que la alternativa innato-adquirido
es incompleta, o no abarca todas las situaciones que la inversión plantea.
La hipótesis de que la inversión es innata no explica su naturaleza, como no lo explica la
hipótesis de que es adquirida. En el primer caso, es preciso puntualizar, qué es en ella lo
innato; de lo contrario se caería en la explicación mas burda, a saber, que una persona trae
consigo, innato, el enlace de la pulsión sexual con un objeto sexual determinado. En el otro
caso, cabe preguntar si las múltiples influencias accidentales alcanzan para explicar la
adquisición sin la necesaria solicitación de algo que existiría en el individuo. Según las
investigaciones, no es lícito negar este último factor.
La expresión “¡la pulsión no tiene objeto!” se refiere a que Freud dice que la experiencia
recogida con los casos considerados anormales enseña que entre la pulsión sexual y el objeto
sexual no hay sino una soldadura. Esto lo lleva a ver que en el caso considerado normal,
donde pareciera que la pulsión trae consigo al objeto Freud dice que se debe “aflojar” estos
lazos entre pulsión y objeto. La pulsión sexual es al comienzo independiente de su objeto, y
tampoco debe su origen a los encantos de este.
4- ¿A qué considera fin sexual normal? ¿Cuáles son los tres fines preliminares que
comparten los perversos y neuróticos y a partir de qué se los puede diferenciar?
Se considera fin sexual normal a la conjunción de los genitales en el acto llamado coito, que
conduce a la solución de la tensión sexual y la extinción temporal de la pulsión, esta nunca se
extingue definitivamente.
Los tres fines preliminares son ciertas relaciones intermediarias, existentes en el camino que
conduce al coito, con el objeto sexual. Estos fines los comparten perversos y neuróticos y
son:
- contemplación: la impresión visual es el camino por el que mas frecuentemente es
despertada la excitación libidinosa.
- tocamiento: es el hecho de tocar o ser tocado.
- sadomasoquismo: es la tendencia a causar dolor al objeto sexual o ser maltratado por
el. Es la más frecuente e importante de las perversiones. El concepto de sadismo comprende
una posición activa y dominadora con respecto al objeto sexual. El concepto de masoquismo
reúne todas las actitudes pasivas con respecto a la vida erótica y al objeto sexual, no es otra
cosa que la continuación del sadismo, dirigida contra el propio yo, que se coloca ahora en el
puesto del anterior objeto sexual.
La diferencia que existe entre perversos y neuróticos es que para los primeros, no alcanzan el
fin sexual normal, las metas sexuales preliminares, consideradas como estadios intermedios
en el camino que llevan al coito, y que aumentan la exitación que debe mantenerse para llegar
a ese fin normal, son para los perversos, definitivas. Una vez que han llegado a ellas, se
detienen y no siguen el camino. Para ellos las metas preliminares son el fin sexual en sí
mismo. Estas relaciones intermedias en el caso de los neuróticos son rápidamente
reconocidas en el camino hacia el fin sexual definitivo.
b) existe una detención en fines sexuales intermedios y estos pasan a constituir, en lugar
del coito, el fin sexual en sí mismo.
Freud dice que la perversión reside en esas dos características, ya que el perverso, al igual
que los neuróticos, utilizan las mismas acciones u objetos, relacionados o inapropiados para
producir excitación, y la diferencia reside en que el neurótico llega a través de estadios
intermedios, al fin sexual “normal”, el coito, mientras que los otros se quedan en ellos.
Lo que evita que neuróticos queden detenidos, como lo hacen los perversos, en fines sexuales
intermedios, son los denominados “diques”.
• el pudor para la contemplación o miramiento
• la repugnancia al tocamiento
• el dolor para el sadomasoquismo (físico y psíquico)
5- ¿Por qué Freud dice que los síntomas neuróticos son un sustituto de tendencias que
toman su fuerza de fuentes de pulsión sexual?
Freud dice que todas las psiconeurosis descansan en fuerzas pulsionales de carácter sexual.
Con ello no quiere decir que la energía de la pulsión sexual preste una mera contribución a
las fuerzas que sustentan a los fenómenos patológicos (síntomas) sino aseverar expresamente
que esa participación es la única fuente energética constante en las neurosis, y la más
importante, de suerte que la vida sexual de las personas afectadas se exterioriza de manera
exclusiva, o predominantemente, s sólo parcial, en estos síntomas. Los síntomas son la
práctica sexual de los enfermos. Los síntomas neuróticos se basan, por una parte, en la
experiencia de las pulsiones libidinales y, por otro, en el velo del Yo, en la reacción contra
ellas.
Los síntomas son un sustituto de aspiraciones que toman su fuerza en la fuente de la pulsión
sexual. Armoniza plenamente con ello lo que sabe sobre el carácter de los histéricos (tomados
como modelo de todos los psiconeuroticos) antes de contraer su enfermedad, y sobre las
ocasiones de esta última. El carácter histérico permite individualizar una cuota de represión
sexual que rebasa con mucho la medida normal; un aumento de las resistencias a la pulsión
sexual, resistencias que se conocen como vergüenza, asco y moral; una especie de huida
instintiva frente a todo examen intelectual del problema sexual, que en los casos más
acusados tiene por consecuencia mantener una total ignorancia sexual aun después de
alcanzada la madurez genésica.
Entonces, para Freud los síntomas son la sustitución o trascripción de una serie de procesos,
tendencias y deseos anímicos afectivos, a los que un particular proceso psíquico (la represión)
les ha impedido una salida normal por medio de la actividad anímica conciente, estos
complejos psíquicos retenidos en el inconsciente tienden a una exteriorización, a una
descarga, y esta la encuentran en los síntomas; es decir, en fenómenos o inervaciones
somáticas.
En síntesis, los síntomas neuróticos serían representantes de tendencias que toman su fuerza
en pulsiones sexuales, que aparecen cuando los deseos son reprimidos y esa tendencia
alcanza una salida por medio del síntoma.
7- Explique con sus palabras el lugar que Freud da a la sexualidad en su teoría. ¿Por qué
no coincide con las concepciones populares o biológicas de la época?
Freud da un papel fundamental a la sexualidad en el desarrollo del individuo porque según
los posibles camino que esta tome, determinará la estructura psíquica del mismo. Freud
insistía en considerar a los traumas psíquicos que causaban síntomas histéricos o diversas
enfermedades, relacionados con la sexualidad. En sus “Tres Ensayos sobre una Teoría
Sexual” separa la sexualidad de su relación inmediata con la genitalidad, ya la incluye desde
estadios infantiles del desarrollo y despega el concepto de instinto (donde el objeto y la meta
vendrían prefijadas por la naturaleza) de pulsión (donde el objeto y la meta sexual se
constituye a partir de un desarrollo libidinal particular). Freud también da una teoría racional
para entender las perversiones.
Estos postulados provocaron rechazo en toda la sociedad de su época.
Las concepciones de la biología atribuían a la pulsión sexual las necesidades sexuales del
hombre y del animal, al instinto de reproducción.
Las concepciones populares decían saber mucho sobre sexualidad. Declaraban que no existía
pulsión sexual alguna en la infancia y que la sexualidad se constituía en un proceso de
maduración que se daba recién en la pubertad, y de allí que la pulsión sexual se exteriorizaba
en fenómenos de irresistible atracción de un sexo sobre otro. El fin de esta pulsión estaba
constituido, según esta concepción, por la cópula o, por lo menos, por los actos que a ella
conducen. Freud propone los conceptos de objeto y fin sexual, y ve que en las múltiples
desviaciones que pueden existir en ellos, ignoradas por la concepción popular, los elementos
que llevan a estas a cometer errores relativos a la consideración de la los traumas psíquicos
que causaban síntomas histéricos o diversas enfermedades, relacionados con la sexualidad.
En sus “Tres Ensayos sobre una Teoría Sexual” separa la sexualidad de su relación inmediata
con la genitalidad, ya la incluye desde estadios infantiles del desarrollo y despega el concepto
de instinto (donde el objeto y la meta vendrían prefijadas por la naturaleza) de pulsión (donde
el objeto y la meta sexual se constituye a partir de un desarrollo libidinal particular). Freud
también da una teoría racional para entender las perversiones.
Estos postulados provocaron rechazo en toda la sociedad de su época.
Las concepciones de la biología atribuían a la pulsión sexual las necesidades sexuales del
hombre y del animal, al instinto de reproducción.
Las concepciones populares decían saber mucho sobre sexualidad. Declaraban que no existía
pulsión sexual alguna en la infancia y que la sexualidad se constituía en un proceso de
maduración que se daba recién en la pubertad, y de allí que la pulsión sexual se exteriorizaba
en fenómenos de irresistible atracción de un sexo sobre otro. El fin de esta pulsión estaba
constituido, según esta concepción, por la cópula o, por lo menos, por los actos que a ella
conducen. Freud propone los conceptos de objeto y fin sexual, y ve que en las múltiples
desviaciones que pueden existir en ellos, ignoradas por la concepción popular, los elementos
que llevan a estas a cometer errores relativos a la consideración de la sexualidad.
Lo trataban a Freud de pansexualista, es decir, que sus teoría iban contra los valores. Su
exploración científica fue considerada como una morbosidad sexópata. Sus Tres Ensayos
provocaron fue tomado primeramente como un “ataque contra la dignidad del hombre”,
contra un atentado contra la inocencia infantil, y muchas otras clases de agravios, que luego,
ya en 1924, cuando Freud publica “Las resistencias contra el Psicoanálisis”, son descriptas
como fueron vividas por él.
Muchos acusaban al Psicoanálisis de relacionar absolutamente todo con lo relativo a la
sexualidad, y en cierto modo puede ser cierto, siempre que se considere a la sexualidad en un
amplio sentido.
En 1925, Freud habló de la extensión del concepto de sexualidad. Dicha extensión fue doble.
En primer lugar se separa de su conexión inmediata con lo genital, y se lo considera una
función más amplia cuya meta es el placer, y que sólo secundariamente serían los fines de
reproducción. En segundo lugar, los impulsos sexuales incluirían todos aquellos impulsos
meramente afectivos y cariñosos a los que se les aplica el término “amor”.
2- ¿Cuál es la esencia de la amnesia infantil? ¿Qué son los diques anímicos? Explique.
Freud encuentra la razón por la cual la sociedad de su época desconoce la sexualidad en la
infancia, en dos hechos: a) en los reparos convencionales de los autores a consecuencia de su
propia educación, b) y en un fenómeno psíquico que denomina “amnesia infantil”.
Freud alude la amnesia infantil en la mayoría de los seres humanos, no en todos, y dice que
ésta cubre los primeros años de la infancia, hasta el sexto o el octavo año de vida. De esos
años no conservamos en la memoria sino unos jirones incomprensibles. De todos modos,
Freud supone que esas impresiones de la época olvidada dejaron, no obstante, las más
profunda huellas en nuestra vida anímica y pasaron a ser determinantes para todo nuestro
desarrollo posterior.
La existencia de la amnesia infantil proporciona un punto de comparación entre el estado
anímico del niño y del psiconeurótico. Sin la amnesia infantil no habría amnesia histérica.
Para Freud, la amnesia infantil, que convierte la infancia de cada individuo en un tiempo
anterior, por así decir prehistórico, y le oculta los comienzos de su propia vida sexual, es la
culpable de que no se haya otorgado valor al periodo infantil en el desarrollo de la vida
sexual. Entonces, la esencia de la amnesia infantil es el ocultamiento de la sexualidad infantil.
Freud dice que durante el período de latencia total o meramente parcial, se edifican los
poderes anímicos que más tarde se presentarán como inhibiciones en el camino de la pulsión
sexual y angostarán su curso a la manera de unos diques (el asco, el sentimiento de
vergüenza, los reclamos ideales en lo estético y en lo moral). En el niño civilizado se tiene la
impresión de el establecimiento de esos diques es obra de la educación, y sin duda alguna ella
contribuye en mucho. Pero en realidad este desarrollo es de condicionamiento orgánico,
fijado hereditariamente, y llegado el caso puede producirse si ninguna ayuda de la educación.
Los diques anímicos son formaciones reactivas, fuerzas opuestas a la corriente de la
sexualidad que dan como resultado la represión, y refuerzan la amnesia infantil. Estos diques
se ejecuta probablemente a expensas de las mociones sexuales infantiles mismas, cuyo aflujo
no ah cesado, pues, ni siquiera en este período de latencia, pero cuya energía es desviada del
uso sexual y aplicada a otros fines. Mediante esta desviación de las fuerzas pulsionales
sexuales de sus metas, y su orientación hacia metas nuevas (sublimación), se adquieren
poderosos componentes para todos los logros culturales. Un proceso igual tiene lugar en el
desarrollo del individuo, cuyo comienzo se sitúa en el período de latencia sexual de la
infancia.
Entonces, las mociones sexuales de estos años infantiles serían, por una parte, inaplicables,
pues las funciones de reproducción están diferidas, lo cual constituye el carácter principal del
período de latencia, por otra parte, serían en sí perversas, esto es, partirían de zonas erógenas,
y se sustentarían en pulsiones que dada la dirección del desarrollo del individuo sólo
provocarían sensaciones de displacer. Por eso suscitan fuerzas anímicas contrarias (mociones
reactivas) que construyen, para la eficaz sofocación de ese displacer, los mencionados diques
psíquicos: asco, vergüenza y moral.
No todos los niños chupetean. Cabe suponer que llegan a hacerlo aquellos en quienes está
constitucionalmente reforzado el valor erógeno de la zona de los labios. Si este persiste, tales
niños, llegados a adultos, serán grandes gustadores del beso, se inclinarán a besos perversos
o, si son hombres, tendrán una potente motivación intrínseca para beber y fumar. Pero si
sobreviene la represión, sentirán asco frente a la comida y producirán vómitos histéricos.
Siendo la zona labial un campo de acción recíproca, la represión invadirá la pulsión de
nutrición. Muchas de las pacientes con trastornos alimentarios, estrangulamiento de la
garganta y vómitos, fueron en sus años infantiles enérgicas chupeteadoras.
c) Sintetice las características más importantes de la fase anal y explique los diferentes
significados que tienen las heces.
La zona anal, a semejanza de la zona de los labios, es apta por su posición para proporcionar
un apuntalamiento de la sexualidad en otras funciones corporales. Debe admitirse que el valor
erógeno de este sector del cuerpo es originariamente muy grande. Por el psicoanálisis se ve,
no sin asombro, las trasmudaciones que experimentan normalmente las excitaciones sexuales
que parten de él, y cuán a menudo conserva durante toda la vida una considerable
participación en la excitabilidad genital. Los trastornos intestinales tan frecuentes en la
infancia se ocupan de que no falten excitaciones intensas en esta zona. Los catarros
intestinales en la más tierna edad tornan “nervioso” al niño, como suele decirse; si más tarde
este contrae una neurosis, cobran una influencia determinante sobre su expresión sintomática
y ponen a su disposición toda la suma de trastornos intestinales. Y con referencia el valor
erógeno del tracto anal (valor que se conserva, si no como tal, al menos en su
transmudación), no puede tomarse a risa la influencia de las hemorroides, a las que la vieja
medicina concedía tanto peso para la explicación de los estados neuróticos.
Los niños que sacan partido de la estimulabilidad erógena de la zona anal se delatan por el
hecho de que retienen las heces hasta que la acumulación de estas provoca fuertes
contracciones musculares y, al pasar por el ano, pueden ejercer un poderoso estímulo sobre la
mucosa. De esta manera tienen que producirse sensaciones voluptuosas junto a las dolorosas.
Uno de los mejores signos anticipatorios de rareza o nerviosidad posteriores es que un
lactante se rehúse obstinadamente a vaciar el intestino cuando lo ponen en la bacinilla, vale
decir, cuando la persona encargada de su crianza lo desea, reservándose esta función para
cuando lo desea él mismo. Lo que le interesa, desde luego, no es ensuciar su cuna; sólo
procura que no se le escape la ganancia colateral de placer que puede conseguir con la
defecación.
El enigma de la Esfinge: Para los niños la amenaza que significa la amenaza de un nuevo
niño, y el miedo a que este acontecimiento lo prive de cuidados y amor, lo vuelven reflexivo
y penetrante.
Teorías del Nacimiento: El principal interés de los niños reside en la pregunta ¿de donde
vienen los niños? En cuanto a la investigación correspondiente a los primero años de la
infancia, los niños piensan que los hijos se conciben por haber comido algo determinado y se
los da a luz por el intestino y el ano, como a la materia fecal.
Premisa universal del falo: consiste en la adjudicación que hace el niño a los objetos
animados o inanimados de la existencia de un objeto análogo al suyo propio. Se piensa en la
existencia de un solo órgano sexual, el falo. Trae, más tarde, como consecuencia el temor a la
castración en los niños o la envidia fálica en las niñas.
Entre la zona erógena del cuerpo infantil se encuentra una que no desempeña, por cierto, el
papel principal ni puede ser la portadora de las mociones sexuales más antiguas, pero que está
destinada a grandes cosas en el futuro. Tanto en los varones como en las niñas se relaciona
con la micción (glande, clítoris) y en los primeros está dentro de un saco de mucosa, de
manera que no puede faltarle estimulación por secreciones, que desde temprano son capaces
de encender la exitación sexual. Las actividades sexuales de esta zona erógena, que
corresponde a las partes sexuales reales, son sin duda el comienzo de la posterior vida sexual
“normal”.
Por su situación anatómica, por el sobreaflujo de secreciones, por los lavados y frotaciones
del cuidado corporal y por ciertas excitaciones accidentales (como las migraciones lombrices
intestinales en las niñas), es inevitable que la sensación placentera que estas partes del cuerpo
son capaces de proporcionar se haga notar al niño ya en su período de lactancia,
despertándose una necesidad de repetirla. Si se considera la suma de estas circunstancias y se
repara en que las medidas adoptadas para mantener la limpieza difícilmente tendrán efecto
diversos de los producidos por su ensuciamiento, se vuelve poco menos que forzoso concluir
que mediante el onanismo del lactante, al que casi ningún individuo escapa, se establece el
futuro primado de esta zona erógena para la actividad sexual. La acción que elimina el
estímulo y desencadena la satisfacción consiste en un contacto de frotación con la mano o en
una presión, sin duda prefigurada como un reflejo, ejercida por la mano o apretando los
músculos. Esta última operación es con mucho la más frecuente en la niña. En el caso del
varón, la preferencia por la mano señala ya la importante contribución que la pulsión se
apoderamiento está destinada a prestar a la actividad sexual masculina.
1- Puntualice cuales son los cambios que Freud postula en la pubertad, coincidente con la
etapa genital.
Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual
infantil a su conformación normal definitiva.
a) Con relación a la pulsión sexual: Hasta ese momento actuaba partiendo de pulsiones y
zonas erógenas singulares (parciales) que, independientemente una de otras, buscaban un
cierto placer en calidad de única meta.
b) A la meta: Ahora es dada una nueva y única meta o fin sexual, para alcanzarla todas
las pulsiones parciales cooperan, y, al mismo tiempo, todas las zonas erógenas se subordinan
al primado de la zona genital.
La nueva meta sexual asigna funciones diferentes a los dos sexos. En esta nueva meta, la
pulsión se pone al servicio de una función: la reproducción.
c) Al objeto: La pulsión sexual, que hasta ese momento era predominantemente
autoerótica, ahora halla el objeto sexual.
Placer previo: este placer es el producido por las zonas erógenas, que brindan mediante una
adecuada estimulación un cierto monto de placer, que hace que se incremente la tensión.
Placer máximo: es diferente del placer anterior, tiene una gran intensidad y es provocado
enteramente por la descarga, es un placer de satisfacción y con él se elimina temporalmente la
tensión de la libido; es el vaciamiento de la sustancia sexual.
Las zonas erógenas posibilitan por medio del placer previo la producción del placer de
satisfacción mayor.
3- ¿Qué nos dice Freud con relación al papel que juega la bisexualidad en la sexualidad del
hombre?
Sólo con la pubertad se establece la separación tajante entre el carácter masculino y el
femenino, una oposición que después influye de manera más decisiva que cualquier otra
sobre la trama vital de los seres humanos. La activación autoerótica de las zonas erógenas es
la misma en ambos sexos, y esta similitud suprime en la niñez la posibilidad de una quizá
justo en la época en que el niño pudo formarse la representación global de la persona a quien
pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción. Después la pulsión sexual pasa a ser,
regularmente, autoerótica, y sólo luego de superado el período de latencia se restablece la
relación originaria. No sin buen fundamento el hecho de mamar el niño del pecho de su
madre se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor. El hallazgo (encuentro) de objeto
es propiamente un reencuentro.
Cuando la ternura que los padres vuelcan sobre el niño ah evitado despertarle la pulsión
sexual prematuramente (antes que estén dadas las condiciones corporales propias de la
pubertad) y despertársela con fuerza tal que la excitación anímica se abra paso de manera
inequívoca hasta el sistema genital, aquella pulsión puede cumplir su cometido: conducir a
este niño, llegado a la madurez, hasta la elección del objeto sexual. Lo más inmediato para el
niño sería escoger como objetos sexuales justamente a las personas a quienes desde su
infancia ama, por así decir, con una libido amortiguada. Pero, en virtud del diferimiento de la
maduración sexual, se ha ganado tiempo para erigir, junto a otras inhibiciones sexuales, la
barrera del incesto, y para implantar en él los preceptos morales que excluyen expresamente
de la elección de objeto, por su calidad de parientes consanguíneos, a las personas amadas de
la niñez. El respeto de esta barrera es sobre todo una exigencia cultural de la sociedad tiene
que impedir que la familia absorba sus intereses que le hacen falta para establecer unidades
sociales superiores, echa mano a todos los recursos para aflojar los lazos que mantienen con
su familia, los únicos decisivos en la infancia.
Pero ni siquiera quien ha evitado la fijación incestuosa de su libido deja de estar influenciado.
El hecho de que el primero o el primer enamoramiento serio del joven se dirija a una mujer
madura y la muchacha a un hombre mayor, dotado de autoridad, es un claro eco de esta fase
del desarrollo. Estos acontecimientos pueden revivir, en efecto, la imagen de la madre o el
padre.
6- En que esfera nos dice Freud que se consuma la primera elección del objeto? Y ¿Qué surge
a raíz de ello?
La elección de objeto se consuma primero en la esfera de la representación, de la fantasía; y
es difícil que la vida sexual del joven que madura pueda desplegarse en otro espacio de juego
que es el de las fantasías, o sea, representaciones no destinadas a ejecutarse. A raíz de estas
fantasías vuelven a emerger en todos los hombres las inclinaciones infantiles, sólo que ahora
con un refuerzo somático. Y entre estas, en primer lugar, con la frecuencia de una ley, la
moción sexual del niño hacia sus progenitores, casi siempre, ya diferenciada por la atracción
del sexo opuesto. Surgen, de las fantasías de la infancia, dos tipos de elección de objeto:
narcisista, de acuerdo al modelo de uno mismo, y por apuntalamiento, la moción sexual del
niño hacia sus progenitores, como la que mencionamos en primer termino.
7- ¿Qué papel dice Freud que ocupa el Complejo de Edipo en la sexualidad infantil y la
sexualidad del adulto?
El complejo de Edipo tiene consecuencias fundamentales para la sexualidad del niño y del
adulto. En el caso del varón su recuerdo infantil de la ternura de la madre contribuye a dirigir
su elección hacia la mujer, y al mismo tiempo, el temprano amedrentamiento sexual que
experimentó de parte de su padre y su actitud de competencia hacia él lo desvían de su propio
sexo.
Estos factores son válidos también para la mujer, cuya propia práctica sexual esta bajo la
tutela de la madre. El resultado es un vínculo con su mismo sexo, que influye decisivamente
para que la elección de objeto se haga en el sentido considerado normal.
Freud dice que el Complejo de Edipo es el complejo nuclear de la neurosis, la pieza esencial
del contenido de estas. En él culmina la sexualidad infantil, que, por sus consecuencias,
influye decisivamente en la sexualidad del adulto. A todo ser humano que nace se le plantea
la tarea de dominar el Complejo de Edipo; el que no puede resolverla, cae inmediatamente en
la neurosis. El proceso de trabajo psicoanalítico ha destacado con trazados cada vez más
nítidos esta importancia del Complejo de Edipo; su reconocimiento ah pasado a ser
“shibbólet” que separa a las partidarios del análisis de sus oponentes.