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y el vino de Uruguay
El vino uruguayo y sus espacios,
imagen y consumo
(1870-1930)
Tomo 3
Alcides Beretta Curi
(coordinador)
Historia de la viña
y el vino de Uruguay
El vino uruguayo y sus espacios,
imagen y consumo
(1870-1930)
Tomo 3
La publicación de este libro fue realizada con el apoyo
de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (csic) de la Universidad de la República.
Los libros publicados en la presente colección han sido evaluados por académicos
de reconocida trayectoria, en las temáticas respectivas.
Ediciones Universitarias,
Unidad de Comunicación de la Universidad de la República (ucur)
isbn: 978-9974-0-1367-4
Contenido
Fuentes..............................................................................................................................................................................307
Bibliografía..................................................................................................................................................................310
Presentación de la Colección Biblioteca Plural
Roberto Markarian
Rector de la Universidad de la República
Mayo, 2015
10 Universidad de la República
Prólogo
Jean-Marie Aurand
Director General de la Organización
Internacional de la Viña y el Vino
12 Universidad de la República
Prefacio
14 Universidad de la República
Presentación
16 Universidad de la República
El proyecto La vitivinicultura uruguaya en el contexto regional y sus raíces
atlántico-mediterráneas (1870-2000) ha implicado para el Grimvits un trabajo
meticuloso, paciente y ordenado durante más de una década, del que han resul-
tado el fortalecimiento de las líneas de trabajo implementadas desde el inicio
del proyecto, y más recientemente —al incorporarse investigadores con otras
formaciones disciplinares— iniciaron otras cuya ausencia era impostergable. El
grupo de investigación ha generado una importante obra publicada (libros, ca-
pítulos de libros, artículos en revistas académicas), ponencias en congresos, pero
también colaboraciones en revistas especializadas dirigidas a los amantes del
vino, y que se registra en la bibliografía final.
El diálogo multidisciplinar se ha visto enriquecido en la confrontación con
los procesos de otros países productores con vieja historia y tradición: los países
de la región y las experiencias de la Europa mediterránea y atlántica. El Grimvits
ha conocido el beneficio de una red informal internacional especializada en el
tema (la Asociación Internacional de Historia y Cultura de la Vid y el Vino, y
la red de la Chair Unesco Culture et Traditions du Vin). A su vez, desde este
proyecto se promovió la constitución de la Red de Estudios Vitivinícolas de la
Región Austral, actualmente reestructurada como una trama internacional, la
Red Interdisciplinaria de Estudios de la Vid y el Vino (rievv), que vincula a los
investigadores de este proyecto con colegas de universidades europeas, america-
nas y latinoamericanas.
La publicación de esta obra se realiza con el apoyo del Programa
Publicaciones de la csic de la Udelar que permitirá, en los próximos tres años,
completar los ocho tomos de la serie.
Finalmente, agradecer a las licenciadas Josefina Repetto y Analaura Collazo
por la asistencia entusiasta y sostenida desde la biblioteca de la fhce, a licen-
ciada Isabel Triay desde la biblioteca de la aru. En el Inavi a su presidente,
enólogo José Lez y a la ingeniera agrónoma Estela de Frutos, a los ingenieros
agrónomos Ricardo Varela (Viña Varella Zarranz) y Alberto Fossati (Fundación
Jacksonville) por acompañar con sostenido apoyo distintas instancias de esta
investigación.
1 Este capítulo reconoce como antecedente lejano la ponencia presentada por el autor al
i Congreso de Historia Vitivinícola «Uruguay en la región, 1870/1930», que asociaba el
enfoque histórico con el análisis agronómico aportado por la Ing. Agr. Elena Beyhaut.
2 Respecto al rol de la inmigración europea en la implantación de la viticultura en Uruguay,
ver el tomo 1 de esta serie.
3 Ver: Robert L. Heilbroner «¿Son las máquinas el motor de la Historia» en Roe Smith,
Merritt; Marx, Leo (eds) Historia y determinismo tecnológico. Madrid. Alianza Editorial,
1996; p. 75.
4 Ver Luján, José Luis «El estudio social de la tecnología» en Sanmartín, J.; Cutcliffe, S.
H.; Goldman, S. L.; Medina, M. (eds.) Estudios sobre ciencia y tecnología Barcelona. Ed.
Anthropos, 1992; p. 38.
20 Universidad de la República
Inmigración, herencia cultural y autodidactismo
En trabajos anteriores se ha considerado el papel de la inmigración europea
mediterránea en el desarrollo de diversas actividades productivas innovadoras
en el Uruguay, de las cuales forma parte la vitivinicultura. En este capítulo, la
investigación se detiene en el seno de la «elite pionera» e intenta, desde el estu-
dio de un caso particular, desentrañar los comportamientos empresariales en la
dimensión del conocimiento y las prácticas agronómicas.
Los hombres iniciadores de la vitivinicultura no contaban con formación,
información y experiencia suficientes para encarar exitosamente, desde el ini-
cio, esta empresa. La autobiografía de Pablo Varzi —«Quien [s]oy yo?»5—; el
inventario de las bibliotecas propiedad de Francesc y Federico Vidiella y la de
José Ameglio6; la correspondencia de Buonaventura Caviglia, entre otros ca-
sos, revelan lecturas especializadas sobre el tema en una literatura escrita en
francés, italiano o español. Es cierto que, por tratarse de inmigrantes o hijos de
inmigrantes, participaban de una cultura de origen donde el olivo, el viñedo y el
vino formaban parte del paisaje cotidiano familiar. No obstante, en esta nueva
tierra, la experiencia y conocimientos transferidos no eran suficientes: diferentes
sociedades, normativa jurídica, clima y calidades de los suelos, por citar algunos
datos de real incidencia.
Atendiendo a esta realidad local, nueva para los europeos que aquí se ins-
talaban, no es aventurado afirmar que se ha valorado insuficientemente, el papel
cumplido por estos empresarios autodidactas, que trasladaron del papel al te-
rreno un paquete de conocimientos agronómicos que, a su vez, se fueron reela-
borando en sus prácticas cotidianas. En este operativo incluyeron la lectura y el
estudio de manuales y textos monográficos sobre la vid y el vino, publicaciones
cuidadosamente ilustradas sobre ampelología, tratados teórico-prácticos sobre
las enfermedades del viñedo, la organización y producción en la granja, entre
otros tantos temas reveladores de sus afanes e intereses.
Ciertamente, del «texto» al «terreno» transita la etapa fundacional del sector.
Aclimatación de las cepas, tratamientos de suelos, cuidado del medio ambiente,
seguimiento de las plagas y su control, conformaron un primer «paquete infor-
mativo» que debieron manejar sobre la marcha. Años de inversiones, esfuerzos,
éxitos y fracasos, pautaron los primeros tramos del camino. Alrededor de un
quinquenio separa el inicio de un viñedo de los primeros frutos apreciables. No
obstante, esfuerzo y trabajo podían verse, de un día para otro, arrasados por la
filoxera u otros males del viñedo. Por eso y en un primer momento, el esfuerzo
22 Universidad de la República
En este contexto, la historia de la implantación del viñedo en Uruguay es
mayoritariamente una historia con protagonistas anónimos. Entre los pioneros,
algunos individuos destacaron por su labor emprendedora acompañada con una
prédica pedagógica desde las páginas de la revista de la Asociación Rural del
Uruguay (raru); otros, por la importancia que adquirieron más tarde sus esta-
blecimientos; terceros por los desempeños gremiales o políticos, que los llevaron
a primeros planos de la vida pública. De esta compleja y poco conocida histo-
ria, algunos hombres vinculados a los orígenes de la vitivinicultura en Uruguay,
han quedado asociados a la difusión de algunas variedades viníferas: Francesc
Vidiella, como divulgador de la cepa Folle Noir, Pascual Harriague de la cepa
Tannat; Domingo Portal y Pablo Varzi con la difusión de la cepa Gamay; Diego
Pons, de la Cabernet Sauvignon. De ellos, Francesc Vidiella y Pascual Harriague
fueron reconocidos como los «padres» de la vitivinicultura uruguaya.
Francesc Vidiella
Dn Francesc Vidiella está reconocido como una de las figuras más rele-
vantes de los orígenes de la vitivinicultura en el Uruguay. Nació en Montroig
[Provincia de Tarragona, España], en 1820. Pertenecía a una familia de viti-
cultores del Priorato, que era el corazón del área vitícola catalana. El padre,
Josep Vidiella —que era un liberal convencido— se involucró en las intensas
luchas políticas que conmovieron a Cataluña y España después de la muerte de
Fernando vii. La extensión de la primera guerra carlista —iniciada en 1833— a
Cataluña, proyectó sobre la población civil los efectos de represalias entre los
bandos. Pese al control real sobre numerosos pueblos fortificados, a inicios de
1836, entre otros Montroig7, los Vidiella fueron objeto de persecución por los
carlistas.8 Temiendo por su vida, el jefe de familia se refugió en Tarragona y,
finalmente, optó por emigrar a Uruguay, radicando en Paysandú. Poco después,
le siguieron su esposa y sus hijos Josep, Francesc y Joan.
Existían fuertes vínculos de la familia Vidiella con residentes catalanes en el
Plata, entre otros con los Ferrés y Carrau, de Vilasar de Mar.9 Montevideo era
sede de una próspera colonia catalana que, entre 1831 y 1838, recibió a 341
inmigrantes de esa nacionalidad.10 Muchos de ellos se desempeñaban como co-
merciantes locales, participaban del comercio de tránsito y representaban a casas
11 Paris Corcoll de Oddone, Blanca. «Per una història del catalans a l’Uruguay: gestió econòmica i
tasca educativa» en 1.es Jornades d’Estudis Catalana-Americanes Barcelona, 1985; pp. 223-240.
12 Mariani, Alba Los extranjeros y el alto comercio. Un estudio de caso: Jaime Cibils i Puig,
1831-1888 Montevideo. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, 2004.
13 «La lucha fue iniciada por un soñador de 64 años» en La familia Vidiella. Cien años de la
vitivinicultura Montevideo. Bodegas J. Vidiella y Cia. s.a., 1974, p. 2.
14 Archivo Carlos Varzi. Carpeta caratulada «Cia. Automóviles P. V. Solar Colón»: Carta de
Federico Rómulo Vidiella a Pablo Varzi; Agosto 17 de 1899.
15 Federico Rómulo Vidiella no indica el nombre de este empresario ni su pertenencia a la
comunidad catalana.
16 Archivo Jorge Vidiella: Fernando Pedemonte «Datos biográficos, Frances Vidiella» [trabajo
mecanografiado, inédito], p. 1.
17 Fernández Saldaña, J. M.. Diccionario uruguayo de biografías, 1810/1940 Montevideo.
Adolfo Linardi, 1945; p. 1319; Valls & Moragues, o. cit., p. 236.
18 Anotación del Ing. Jorge Vidiella a la biografía de Frances Vidiella, escrita por Fernando
Pedemonte.
19 A inicios de la década de 1870, Juan Vidiella se trasladó a España, encargándose de algunas
gestiones a nombre de la Asociación Rural del Uruguay, adquiriendo libros para la biblioteca
institucional y con funciones de cónsul en Sevilla, desde 1877.
20 Esta línea de investigación ha priorizado otros niveles de información, particularmente
aquellas relacionadas con la experiencia vitivinícola. Por tanto, no ha sido posible, aun,
atender de forma más completa la constitución de estas sociedades.
24 Universidad de la República
permitieron consolidar una posición económica solvente y, encarar entonces, un
viaje a Europa.
La pérdida del archivo principal de los Vidiella ha dejado numerosos pro-
blemas sin resolver y lagunas por falta de información. Durante cierto tiempo no
fue posible precisar si realizó uno o dos viajes, por la disparidad de fechas en los
textos y semblanzas. La consulta de la documentación de la familia Vidiella con-
currió a esclarecer parcialmente esta confusión. Refiriéndose al viaje realizado, el
empresario expresaba más tarde:
Hijos y nietos de cosecheros del Alto Priorato, jamás olvidamos los festivos y
placenteros momentos que últimamente pasamos al recorrer de nuevo las ricas
y preciosas montañas de Cataluña, después de 36 años de ausencia de nuestra
tierra natal.21
La biografía de Francesc Vidiella en el diccionario de Valls y Moragues —y
recreada con aportes de la memoria familiar— refiere a un extenso viaje con su
familia por Francia, Italia, Austria y España. En Francia se encontraron con el
sitio de París por el ejército alemán (19 de septiembre de 1870 a 27 de enero
de 1871) y en su tierra natal no visitó Montroig debido al inicio de una nueva
guerra carlista (1872-1876). Estas referencias ofrecen algunas dudas por varias
inconsistencias y errores pero aportan algunas referencias históricas precisas,
que ubican un primer viaje entre 1870-1872.
Finalmente, un documento del propio Francesc Vidiella, hallado en el ar-
chivo de la Asociación Rural del Uruguay, permite precisar que realizó un viaje
en 1873. En nota al Secretario Gerente de la aru, Lucio Rodríguez, fechada en
Montevideo en Febrero 28 de 1873, expresaba:
Debiendo embarcarme á las nueve de la mañana del día domingo del próximo
Marzo, mucho agradecería á Vd. se sirviese remitirme el diploma de socio
fundador que se sirve ofrecerme en su nota 29 Enero pasado. Saluda á Vd.
atentamente, su affmo. y S.S.S. F. Vidiella. S/c, Rincón 166.22
Es posible considerar la realización de dos viajes —muy próximos entre sí—,
uno más extenso con su familia y otro más breve con fines empresariales.
En esta segunda oportunidad, recorrió España, Portugal y la zona del Rhin,
donde «vió el portento del negocio vinícola».23 Retornó de ese viaje provisto de
«cantidad de sarmientos perfectamente clasificados». No ha sido posible docu-
mentar la duración de este itinerario por el viejo continente ni consignar las fe-
chas de sus etapas, si bien se sabe que fue más prolongada la estadía en Cataluña.
Posteriormente no realizó una nueva visita al continente europeo. Esta con-
vicción se sustenta en la dedicación sin tregua que dio a su viñedo y que, al no
contar con personal técnico que lo sustituyera, el viaje hubiera significado una
21 «La lucha fue iniciada por un soñador de 64 años» en La familia Vidiella. Cien años de la
vitivinicultura Montevideo. Bodegas J. Vidiella y Cia. S.A., 1974, p. 2.
22 Archivo aru. Carpetín sin caratular: Nota de Frances Vidiella al Secretario Gerente de la
aru, Lucio Rodríguez; Montevideo, Febrero 28 de 1873.
23 Archivo Jorge Vidiella: Fernando Pedemonte, o. cit.; p. 2.
24 Valls, Luis y Moragues, Jaime Los españoles en el Uruguay Montevideo. Tip. Moderna,
1918; pp. 236/238.
25 «Tuvo horas de tristeza cuando llegaron las burlas» en La familia Vidiella, o. cit.; p. 6.
26 «La lucha fue iniciada por un soñador de 64 años» en La familia Vidiella., p. 2.
26 Universidad de la República
El desarrollo de la vitivinicultura en un territorio periférico como el
Uruguay, necesariamente debe considerarse en el marco de la evolución del vi-
ñedo europeo y del comercio internacional de vinos. Por cierto, no es posible
dar cuenta, en estas páginas, de esa globalidad, pero sí hacer algunas puntualiza-
ciones. Mientras Uruguay no produjo vinos, este artículo —en sus más diversas
variedades— era importado de los principales productores: Francia, España e
Italia. Las importaciones estuvieron sujetas a variaciones en los volúmenes y ca-
lidades de los caldos europeos, cuyo destino último no era solamente Uruguay,
en función de que Montevideo abastecía un hinterland más amplio que el terri-
torio uruguayo. Durante mucho tiempo, las importaciones de vinos dejaron al
desnudo la alterabilidad de un producto que, procedente de mercados lejanos,
carecía de estabilidad —resultado de los procesos y las condiciones de elabora-
ción—, no contaban con envases adecuados, y sufrió las consecuencias de ina-
propiadas manipulaciones en los puertos de partida y de llegada, así como en las
prolongadas travesías.27 Estas razones, a las que se sumó la creciente demanda
de vinos comunes en los centros urbanos de la Europa industrializada, con la
consiguiente incidencia en las variaciones de los precios, y el alud inmigratorio
en territorios de ultramar, se presentaron como un poderoso estímulo al desa-
rrollo de la vitivinicultura en «territorios nuevos». El historiador Oscar Mourat,
al considerar la crisis del viejo Uruguay, realiza el seguimiento de un artículo
con peso significativo para el comercio montevideano: el vino tinto catalán.28
Aspectos relacionados con la evolución de volúmenes almacenados y precios, el
carácter estacional del producto y las fluctuaciones de ese comercio, nos sitúa en
las puertas de un espacio de análisis en absoluto irrelevante.
Francesc Vidiella fue un empresario con fuerte presencia en los negocios
mercantiles. Instalado inicialmente en Salto y Uruguayana, posteriormente en
Montevideo, estuvo sólidamente involucrado en el comercio regional en el que,
al menos Salto y Montevideo jugaban roles claves. Su origen catalán lo vinculó
con casas exportadoras de ese origen, y ejerció la representación de varias fir-
mas.29 Por tanto, sus conocimientos sobre el comercio de vinos debieron incidir
en su pasaje a productor vitivinícola.
No debió ser ajeno a este paso, otra percepción como comerciante: el creci-
miento demográfico uruguayo y la expansión del mercado interno, en el que la
inmigración concurrió a difundir el consumo del vino, configurando un mercado
nacional más claro para este producto.
28 Universidad de la República
en materia de vinicultura las costumbres europeas son funestísimas en este
país. Hoy mismo estoy deshaciendo la mayor parte de los trabajos apenas he-
chos ha cinco años.31
Su juicio es ilustrativo de una situación un tanto general en la América
Latina, ya que la mayoría de los manuales europeos no aplicaban con éxito a
realidades de suelo y clima muy diferentes.
Un cuarto aspecto: ¿Cuáles eran las perspectivas para un pionero respecto a
los riesgos y los márgenes de beneficio en esta actividad? Jules Guyot32 —lectura
de cabecera para los fundadores de la vitivinicultura— señalaba una rentabilidad
segura del 10% sobre la inversión de capital para los países vitivinícolas y particu-
larmente el caso francés. En Uruguay, en esos años, no existía estimación posible.
Necesariamente, los datos al respecto son posteriores a esta etapa experimental33
en la que trabajó Vidiella, pero es posible estimar su convicción en alcanzar una
rentabilidad aceptable. Entre la expectativa de lo razonable y los resultados de
la realidad transita el margen de riesgo de todo innovador. Y aquí, el empresario
sufrió varios reveses antes de concluir exitosamente su experiencia.
La apuesta a una agricultura particularmente innovadora como la viticultura,
el desarrollo de una industria destinada fundamentalmente a satisfacer la demanda
interna —en la que, la moderna bodega jugaba un papel importante—, formaron
parte de ese horizonte de apremiantes búsquedas para la inmigración. A ello con-
currió, poderosamente, su percepción de que el Uruguay se presentaba como un
territorio relativamente virgen para ciertas actividades de vieja data en Europa.
A ese mundo pertenecía Francesc Vidiella, catalán de Montroig, radicado fi-
nalmente en Montevideo. En definitiva, diversidad de elementos —culturales,
emocionales, económicos, racionalidad empresarial, por citar algunos— debieron
conjugarse singularmente en su opción final.
30 Universidad de la República
máquina estrujadora para la uva movida con malecate; prensas y alambique».36
La producción de vinos fue incrementando con los años, y permitió, luego de la
primera vendimia en 1883, una reducción del precio —$ 0,25 el litro, desde esa
fecha— lo que facilitó su colocación en el mercado.
En cuanto al viñedo, hacia el fin de la fase experimental, Francesc Vidiella
había incorporado 94 tipos de cepas de los países siguientes: 27 de España
[Andalucía, Navarra, Cataluña Valencia y Aragón]; 24 de Italia [Piamonte,
Liguria, Toscana y Nápoles]; 19 de Francia [Medoc, Borgogna, Burdeos,
Champagne, Fontenbleau]; 10 de Alemania (Rhin) [Johanirsberg, Frankanthal];
6 de Chile; 4 de la República Argentina; 2 de Portugal [Oporto y Lisboa] y 2
de Estados Unidos [Isabella y Riparia].37 Pero el prestigio de Vidiella quedó aso-
ciado a una cepa que trajo de Francia, la Folle Noir que bautizó como Peñarol y
que, ampliamente difundida en Uruguay, principalmente en la zona sur del país,
se conoció como uva Vidiella.
En los últimos años de vida del empresario, el personal de la granja debió
superar los 50 o 60 trabajadores —la mayoría zafrales—, ya que Arnau, que la
visitó en setiembre de 1883, observó «dos cuadrillas compuestas de 37 peones
escogidos que se dedicaban a la plantación de 160.000 sarmientos» sin contar
el personal de la bodega, así como otros trabajadores involucrados en tareas de
mantenimiento y otras operaciones que se realizaban en la Granja.38
En 1916, el enólogo italiano A. N. Galanti registraba en su libro que la
Granja Vidiella tenía una extensión de 36 has y 112.000 cepas plantadas, predo-
minando las variedades Harriague o Tannat y Vidiella. Reconocía en ella el fruto
de «un noble ejemplo de lo que puede la perseverancia guiada por el estudio y la
inteligencia». (Galanti, s/f: 115)
36 Riva-Zucchelli, Pedro «La Granja Vidiella» en raru, Año xv, n.º 6, Montevideo,
31-3-1886; p. 182.
37 Riva-Zucchelli, Pedro o. cit.; p. 183.
38 «Una visita á la Granja Vidiella en Colón» en raru, Año xii, n.º 19, Montevideo,
15-10-1883; p. 613.
32 Universidad de la República
completaron la colección, ingresados por su hijo Federico Rómulo y por quien
fue su principal colaborador, amigo y pariente, Manuel Fortet.
El primer núcleo bibliográfico de los Vidiella comprende 16 títulos publi-
cados en francés por casas editoras de París, Burdeos y Montpellier; 10 en los
Países Catalanes (por firmas de Barcelona, Tarrasa, Palma y Valencia); 12 en
Madrid. Francia y los Países Catalanes eran importantes productores vitiviní-
colas, por tanto se comprende el interés por incorporar conocimientos de los
principales estudiosos vinculados a esas regiones. El libro de edición más antigua
de esta biblioteca —y no necesariamente el primero adquirido por Vidiella— es
el de Juan Queroll y Gatell Enfermedades de la viña. Noticia compendiada de
los principales estudios hechos en el extrangero desde su aparición hasta el fin de
1853 publicado en Barcelona por la Imprenta de J. Tauló, en 1854. El último
que adquirió fue el de Pierre Viala Maladies de la vigne42, publicado unos meses
antes de su muerte.43
Es posible estimar, con cierta certeza que, entre los primeros títulos in-
corporados, se hallaban los trabajos de Buenaventura Castellet y de Nicolás de
Bustamante44 —según se desprende de una carta de su hijo Federico Rómulo
a Pablo Varzi45— y adquiridos por el empresario en la «Librería Española» de
Hipólito Real y Prado —en la calle Ituzaingó 127—, una de las más surtidas del
Montevideo de entonces. La variedad de títulos que conserva la biblioteca Vidiella
es considerable y, junto a unos pocos trabajos de carácter muy general sobre la
elaboración de bebidas alcohólicas46, numerosos volúmenes tratan sobre el viñedo
y la elaboración de vinos. Destacan, de este fondo más antiguo, los tratados del
Dr. Jules Guyot Culture de la vigne et vinification y de B. Gaillardon Manuel du
vigneron (publicados en París, en 1861 y 1864, respectivamente). Cuando las
enfermedades del viñedo hicieron su aparición, Francesc Vidiella atendió el tema
adquiriendo diversas publicaciones47, tarea que continuaría su hijo Federico. El
caudal bibliográfico se completó, desde su retorno a Montevideo, con las nuevas
adquisiciones de libros, ahora en la «Librería Nacional», inaugurada en 1871 por
el gallego Antonio Barreiro y Ramos.
34 Universidad de la República
intereses de los propietarios rurales, afectados por los nuevos conceptos en ma-
teria de propiedad que había implantado el liberalismo. Un aspecto relevante de
su labor se centró en la modernización de la producción agrícola, en un período
histórico en que el Estado español no destinaba recursos para la renovación téc-
nica del agro.55 Desde su fundación, el iacsi editó varias publicaciones periódicas
—«La Revista de Agricultura», «El Calendari del Pagès» y «La Pagesía»— que,
junto a otras obras de divulgación concurrieron a la formación de los agricultores
y estimuló su organización para la defensa de sus intereses. El iacsi se expandió
rápidamente, contando en su primer quinquenio con 1.125 socios —residentes
y corresponsales— y 20 subdelegaciones comarcales. Sostuvo una cátedra de
agronomía, de química aplicada a la agricultura y de zootecnia y, desde 1862,
un laboratorio de análisis de suelos.56 Cuando Vidiella tomó contacto con el ins-
tituto, era una asociación elitista que afrontaba dificultades en su capacidad de
convocar a los propietarios agrícolas, mayoritariamente rentistas y escasamente
interesados en la renovación del agro. Ante las dificultades para ampliar su base
social, y anticipándose a la conflictividad social que generaba la crisis agraria de
fines del xix, el iacsi orientó sus esfuerzos a lograr un control indirecto de los
agricultores a través de asociaciones de carácter interclasista.57
Sin embargo, destaca su labor institucional en materia científico-agronó-
mico, al tiempo que receptáculo de novedades e innovaciones que promovía y
divulgaba. Desde la institución, varios profesionales —Luis Justo Villanueva,
Francesc Xavier Tobilla i Argelia, entre otros— cumplieron una labor fecunda
difundiendo
los conocimientos científicos de la agricultura entre la clase propietaria y agri-
cultora, que afectaba a toda España, y dentro del propio interés de la burguesía
terrateniente por modernizar la agricultura.58
Durante su larga permanencia en Cataluña, Francesc Vidiella mantuvo
una relación fluida y estable con los dirigentes y técnicos del iacsi, al tiempo
que, a través de las subdelegaciones, tomó contacto directo con los productores.
Atendió con interés las publicaciones de la institución y se mantuvo suscrito a
la Revista59 ya que la biblioteca Vidiella conserva seis volúmenes editados entre
1860 y 1873, y otros correspondientes a años posteriores a su permanencia en
Europa.
55 Planas, Jordi «El Instituto Agrícola Catalán de San Isidro y la organización de los intereses
agrarios (1880-1936)» en Revista Española de Estudios Agrosociales y Pesqueros n.º 217,
2008; pp. 13-14.
56 Giralt, Emili «L’evolució de l’agricultura al segle xix» en Balcells, Albert; Maluqer de Motes,
Joan; Nadal, Joaquim; Riu, Manuel; Salrach, Josep (coordinació) História de Catalunya
Barcelona. Slavat Editores S.A., 1978, vol v, pp. 33/34.
57 Planas, Jordi o. cit., pp. 38 y ss.
58 Sunyer Martín, Pere «La preocupación por la productividad agrícola en la Cataluña del siglo
xix: la Agricultora Catalana, fábrica de abonos» en Scripta Nova. Revista Electrónica de
Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona n.º 9, 1 de noviembre de 1997, p. s/n.
59 Instituto Agrícola Catalán de San Isidro Revista de Agricultura Práctica Barcelona,
1860/73: 6 tomos.
60 Este inciso recoge los aportes de la Ing. Agr. Elena Beyhaut, quien compartió con el autor un
tramo de la investigación sobre Francesc Vidiella durante varios meses de 2001.
36 Universidad de la República
Una instantánea sobre conocimiento y prácticas
La pérdida del archivo personal de Vidiella, conteniendo un amplio reper-
torio de anotaciones diarias y/o semanales sobre la marcha del viñedo y la bo-
dega, así como del Manual que preparaba, deja un profundo vacío. No obstante,
algunas apreciaciones de este hombre pueden recogerse desde documentos in-
éditos y varias notas aparecidas en la publicación oficial de la corporación de
productores agrarios (aru).
Cuando se cumplían tres años de los inicios experimentales de Francesc
Vidiella, la Comisión de Agricultura le solicitó, en 1877, un informe sobre su
trabajo en el terreno. El empresario expresaba en el mismo con optimismo:
Nuestras plantaciones de viñas y olivos no dejan nada que desear, puesto que
las lindísimas filas de cepas, tiradas a cordel, están magníficamente engalana-
das por la naturaleza» y añadía, más adelante: «La cuestión es de tiempo y de
abnegación para sacrificar por un par de años más la fuerte suma de pesos que
mensualmente demanda esa clase de plantaciones tan útiles y necesarias para
el país.
En otra parte de ese informe, resumía la seriedad del emprendimiento que
llevaba adelante, carente de improvisaciones:
Nuestras labores son largas, científicas y costosas y no hay por qué esperar
ninguna clase de compensación durante los primeros tres o cuatro años de su
plantación.
Por último, describía lo avanzado del trabajo en su granja:
Ochenta mil pies de viña sistema Guyot y tres mil cuatrocientos olivos Niza,
Sevilla y Cataluña, no se cuidan y fomentan con historias […] Plantaciones tan
valiosas delicadas exigen inteligencia, dinero y paciencia.61
En mayo de 1880, el francés Nicolás Guillot, productor agropecuario, remi-
tió una nota a la aru enfatizando en que «a pesar de que hay una opinión bastante
general, que la cultura de la vid no da buenos resultados en este país» su modo de
pensar era «diametralmente opuesto».62 Consideraba Guillot que la Revista de la
Asociación Rural era
un archivo que sirve a la propagación de muchas cosas útiles y bueno sería que
las personas que han hecho ensayos de vinicultura en este país, pudiesen dar
cuenta en ella de los resultados obtenidos.63
61 Archivo Carlos Varzi. Carpeta caratulada «Asuntos varios. Correspondencia recibida. Pablo
Varzi. Dr. Pablo Varzi (h)»: Copia manuscrita del Informe de Frances Vidiella a la Comisión
de Agricultura, correspondiente al año 1877, hoja 8 [versión mal conservada e incompleta]..
62 «Meditación y cuestiones industriales» en raru Año ix, n.º 10; Montevideo, Mayo 31 de
1880 p. 249.
63 «Por ejemplo, tratar y dilucidar las cuestiones siguientes:
1º ¿El clima y el suelo de la República del Uruguay, es favorable o no a la vinicultura?
2º ¿Si es favorable, cuáles serían los lugares más adecuados para establecer colonias vinícolas?
3º ¿Cuáles son las especies de cepas de vides más apropiadas al clima y suelo del país?
4º ¿Hay en el país suficientes especies o variedades de vides para poder fabricar vinos buenos?
38 Universidad de la República
los terrenos más apropiados en las diversas clases de uva, son de vida o muerte
para el cosechero.
Destaca, también, su preocupación permanente por aspectos genéticos:
Las plantaciones de viña y olivo de mala calidad son baratas en la forma y
carísimas en su resultado; puesto que se pierde el tiempo y el dinero empleado
para obtener un completo desencanto en el resultado.
Relata su experiencia sobre la calidad enológica de las uvas:
Los viñedos exigen la acción directa del sol, y a esta poderosa influencia deben
las plantas su rica y preciosa calidad de uva, madurez, y de materia azucarada
necesaria para producir las mejores calidades de vino. Tengo muchísimas plan-
tas que se cargan de una manera admirable de fruto que me ha producido 15
grados de alcohol. Con esa clase de uvas se pueden elaborar los mejores vinos
que ordinariamente nos mandan de Europa.
Al mismo tiempo, Vidiella no eludía la crítica implacable al actuar rutinario
y la simple imitación de lo europeo:
Yo he sido una de las víctimas más inmoladas, a los devaneos de los genios
rutineros que de todo saben menos de los que se trata. No hay poder humano
que los separe de las costumbres del barrio y en materia de vinicultura las cos-
tumbres europeas son funestísimas en este país. Hoy mismo estoy deshaciendo
la mayor parte de los trabajos apenas hechos ha cinco años.
Hacía menciones a diferencias concretas entre una región y otra: El cui-
dado del viñedo en este país en que crecen mucho los pastos, es muy laborioso
y caro; y si falta el cuidado y la inteligencia práctica necesaria, es tiempo y
dinero perdido.
En sus respuestas, se vuelve a encontrar la firme intención de difundir sus
logros, con una visión que trasciende el ámbito de su propia empresa:
Si en el país hay quien quiera reconocer la excelencia del olivo y de la viña,
desde el mes de Julio entrante puedo proporcionar al público de veinte y cinco
a treinta mil pies de viña de uno a tres años, y diez o doce mil plantas de olivos
de la misma edad. Las calidades de viña y olivo que se ofrecen al público son
de las mejores que he recibido de Francia, España, Italia y Portugal.
En la respuesta a Vidiella —publicada por la misma revista—, Guillot reco-
nocía «la capacidad de una persona emprendedora y laboriosa» y que, si bien había
experimentado «algunas decepciones en su empresa, es lo que sucede en toda
industria o trabajo que se emprende como ensayo». Guillot admitía, por otra parte,
que esas adversidades eran inevitables, motivo por el que advertía que
(…) toda persona que quiera efectuar plantíos de vides, en este país, tiene que
hacerlo en pequeña escala, hasta ver los resultados que serán palpables a los
dos, tres y cuatro años siguientes. Todo el secreto es acertar en la elección del
terreno y de las cepas; luego la benignidad del clima y los cuidados del hom-
bre, harán lo demás.66
66 Respuestas de N. Guillot a la carta de Frances Vidiella en raru; Año ix, n.º 12;
Montevideo, junio 30 de 1880; p. 316.
67 Nota necrológica sobre Frances Vidiella en raru, Año xiii, n.º 5; Montevideo, 15-3-1884;
p. 129.
68 «Una visita á la Granja Vidiella en Colón» en raru, Año xii n.º 19; Montevideo,
15-10-1883; p. 613.
40 Universidad de la República
presentaba claros signos negativos, en 1879, y hacía prever que el proyecto no se
correspondería con los resultados esperados. Pese a esa apuesta fallida —que obli-
gó a replantar el viñedo con otras cepas—, el operativo se vio, finalmente, corona-
do con el éxito. Así, varios años más tarde, Domingo Ordoñana, amigo personal
de Vidiella, reparaba en el estado próspero del establecimiento que, finalmente,
podía «concurrir como escuela vitícola y vinícola de observación y de estudio».69
A modo de cierre
Este estudio de caso nos sitúa en una de las vertientes que concurren a
explicar el proceso de construcción y desarrollo del sector vitivinícola en el
país. El mismo debe considerarse en el marco más general de la evolución del
viñedo europeo y el comercio internacional de vinos, y en la circunstancia del
proceso modernizador que vivió el Uruguay y la región avanzada la segunda
mitad del xix.
Por otra parte, la emigración fue resultado del proceso de modernización en
la región mediterránea y uno de los protagonistas privilegiados de ese proceso en
el Uruguay. El desarrollo del sector está asociado a una cultura, la mediterránea,
de la que los inmigrantes fueron portadores. El propio Vidiella, catalán e hijo de
viticultores reconocía esa vinculación. Y aun cuando no tuvo experiencia como
viticultor —ya que llegó al Uruguay con 16 años— el viñedo y el olivar forma-
ban parte de su paisaje interior y sus referentes culturales.
En Uruguay, la expansión agrícola y el desarrollo de cultivos nuevos, como
la vid, están asociados al crecimiento del mercado interno, la modificación de las
pautas de consumo y la demanda en alza de artículos como el vino. Gravitaron,
indudablemente, otras variables como las oportunidades que se presentaron para
que empresarios y ahorristas se involucraran en los negocios con tierras, tanto en
el espacio urbano -fruto de la demanda creciente de viviendas, y el consiguiente
fraccionamiento y remate de terrenos- como las oportunidades de inversión en
tierras para novedosas actividades productivas instaladas en la relativa cercanía
a la ciudad. No menor, el declinar del comercio de tránsito que concurrió a
reorientar capitales desde el comercio hacia otras ramas de la producción.
La investigación repara en otro aspecto relevante, que vincula al inmigrante
con la cultura del trabajo y el ahorro, llamada a abrir caminos singulares en el
Uruguay del último cuarto del xix. Desde allí se alimentó el autodidactismo,
destinado a cumplir un papel notorio en la innovación. El camino recorrido
en este trabajo ha privilegiado la utilización de los recursos bibliográficos aco-
piados, a los efectos de contrastar sus contenidos informativos con las rutas de
estudio, aplicación de conocimientos y experimentación, por parte de quienes
iniciaron la vitivinicultura en el país.
69 Ordoñana, Domingo. «La Granja Vidiella» en raru, Año xvi, n.º 9; Montevideo,
16-5- 1887; p. 231.
44 Universidad de la República
Capítulo 2
1 Una parte de estas consideraciones han sido presentadas en ocasión del v Simposio Internacional
de Historia Vitivinícola realizado en Salto el 22 y 23 de mayo de 2013. Quiero agradecer las
preguntas, las observaciones y las sugerencias realizadas en aquella ocasión, así como reiterar
mi reconocimiento a la Comisión de Patrimonio de Salto.
46 Universidad de la República
su viña «hace 30 o más años».6 Sin embargo, en 1888, en ocasión de un cuestio-
nario sobre vitivinicultura promocionado por la aru, el mismo Harriague indicó
en el año 1875 el comienzo de sus experimentaciones, aunque probablemente
se refiriera al año en que plantó su primer viñedo, mientras los otros testimonios
consideraron también sus ensayos anteriores.7
Siguiendo la cronología más aceptada y difundida, en un primer momento
Harriague experimentó sin éxitos la plantación de cepas francesas (Merlot, Malbec,
Cabernet du Médoc, varios tipos de Sauvignon y de Chasselas). Posteriormente
tanteó con variedades que importó de Cariñena (Garnacha, Mazuela, Macaban
y una variedad de moscateles) y de Italia. Estas plantas se adaptaron a las con-
diciones agroclimáticas de Salto, pero sus rendimientos fueron muy dispares e
insuficientes para una significativa producción de vino.8
Luego, aconsejado por un comerciante francés de Concordia de apellido
Dourneau, Harriague comenzó a ensayar con una planta que había sido tras-
plantada exitosamente a Entre Ríos por otro vasco francés, Jean Jáuregui, cuyo
recorrido empresarial había sido muy similar al suyo. Jáuregui, que se había afin-
cado en Concordia después de haber trabajado como peón en Montevideo (muy
probablemente en un saladero) y haber sido propietario de una fábrica de ladri-
llos en Salto, había plantado en 1861 algunas cepas provenientes de su pueblo
de origen, Irouléguy en el distrito de Bayona (Francia)9. Al ser Jáuregui apodado
Lorda, esta cepa fue así llamada en un principio en el litoral uruguayo donde,
debido a su óptima adaptación, se extendió rápidamente (Centro Viti-vinícola
Nacional, 1910: 460). Luego de las experimentaciones de Harriague, la uva
pasó a llamarse Harriague (tanto en Uruguay como en Argentina) aunque, ya en
la época, fue identificada como Tannat.10
Su formación vitivinícola no es clara. Ninguna fuente alude a una experien-
cia previa ni a que proviniese de una familia de agricultores. Así que es probable
6 raru, 15-4-1893, n.º 7, Año xxii, p. 167.
7 raru, 15-10-1888, n.º 19, Año xvii, p. 519.
8 Una detallada reconstrucción de los ensayos de Harriague, fuente fundamental para los análisis
historiográficos, se encuentra en el citado artículo de Arsenio Lermitte «Viticultura. Don
Pascual Harriague» en La Ilustración del Plata, Montevideo, 4-12-1887, n.º 32, Año i, p. 2.
9 Según una narración con rasgos fabuladores, una autoridad indiscutible (que en ocasiones es
identificadas con Luis xvi y en otras con los señores locales de Iroulégui) había prohibido
la venta de este cepaje. La interdicción había regido a lo largo de los siglos hasta que el
hermano de Jáuregui, capataz de una de las posesiones de estos hacendados, había robado
14 sarmientos de esta viña y había huido hacia América a principios del siglo xix, raru, 15-
10-1888, n.º 19, Año xvii, pp. 514-515, nota 1. Otra reconstrucción, un poco más creíble,
es que la Tannat constituía el plantel de uva de los viñedos reales de Burdeos y que los
abuelos de Jáuregui, amigos de un administrador de estas viñas, habían obtenido unos pocos
sarmientos que habían plantado en Iroulégui. Una vez consolidada su condición económica
en América, Jáuregui pidió a sus parientes que le enviaran algunas plantas para ensayar su
cultivo en Entre Ríos, Lermitte, o. cit.
10 La identificación de la Harriague con la uva Tannat fue establecida por estudios de Teodoro
Álvarez y del técnico francés Rabault en 1898 (Álvarez, 1909: 243-244) y actualmente es
universalmente aceptada (Robinson, 1996: 87).
48 Universidad de la República
de litros (Galanti, 1919: 132; Mourat, 2001). En 1887 impulsó la creación
de una sociedad anónima destinada a la elaboración vínica, la Sociedad Vitícola
Salteña con un capital social inicial de $200.000, destinado a la construcción
de una bodega y la explotación de un viñedo de aproximadamente 1.200 has,
que englobaba su viña de San Antonio (Roustan, 1871: 71). La empresa te-
nía la significación de limitar la responsabilidad patrimonial de su promotor,
despersonalizar el riesgo y atraer nuevos capitales hacia el sector, algo que
probablemente aconteció, considerando que Francisco Piria tuvo una efímera
participación en la sociedad.
Si la fase experimental relacionada al cultivo muestra algunas contradiccio-
nes, sobre los ensayos de viticultura la información es más coherente.
Desde el principio Harriague tuvo que enfrentarse a los efectos negativos
del clima caluroso en la acidez de los vinos y en el proceso de fermentación. En
un principio, construyó lagares de mampostería, considerándolos menos sensi-
bles al calor y a los bruscos cambios de temperatura. Los embates climáticos fue-
ron señalados también por Saint Foix (1887: 33) quien, además de las invasiones
de langosta, subrayó como problemas para la vitivinicultura salteña, los «cambios
bruscos de temperatura que determinan la coulure, los vientos de la cordillera,
pamperos, las hormigas, la iguana, y millares de pájaros». El diplomático francés
propuso un cierto paralelismo entre Salto y Argelia sobre los potenciales facto-
res que intervenían para perjudicar a la calidad de los vinos «1º la fermentación
demasiado rápida que comunica una acidez desagradable al paladar; 2º la falta
de tanino y 3º la demasiada madurez de la uva». Harriague fue consciente de
estos problemas, así que los lagares fueron rápidamente sustituidos por cubas de
roble, debido a la pérdida de sabor y aroma que sufría el vino.13 Además, pro-
cedió a una rápida tecnificación de su bodega, que implicó una inversión muy
elevada (aunque imposible de calcular con exactitud, debido a la falta de fuentes
directas). Sabemos que, además de las cubas de roble importadas desde Francia,
construyó cavas subterráneas, recurrió a las técnicas en frío, incorporó insumos
destinados a controlar los efectos de la temperatura en los mostos.
Los emprendimientos de Harriague tuvieron un importante impacto local,
contribuyendo a transformar a la zona de Salto en el centro propulsor de la vi-
tivinicultura, considerando que el otro «padre» de la vitivinicultura, Francisco
Vidiella, también residió en la ciudad al comienzo de sus actividades. Sin embar-
go, más que por una supuesta amistad entre Harriague y Vidiella, sobre la cual no
existen datos certeros y algún indicio de que no existió, la importancia de Salto
en el nacimiento del sector se debió al «ambiente favorable para el desarrollo de
osadas iniciativas empresariales» (Jacob, 1981: 40), que se generó en esta ciudad
durante el período de apogeo del llamado «comercio de tránsito».
El estímulo representado por la posibilidad de introducirse tanto en el mer-
cado uruguayo como en el argentino estuvo a la base del desarrollo económico de
50 Universidad de la República
El resultado local fue un significativo crecimiento económico, evidente en
la década de 1880, fundamentado sobre diversas actividades. En Salto se encon-
traba un astillero, una fábrica metalúrgica, la sede de la compañía naviera que
cruzaba el río Uruguay, una pujante industria de la construcción que encontró su
momento más representativo y simbólico en la construcción del Teatro Larrañaga,
entre 1880 y 1882, el desarrollo de la industria saladeril con producción dife-
renciada (velas, sebo y estearina, además de carne salada), un cierto impulso hacia
el cruzamiento y mejora de los ganados vacunos y hacia el cultivo de los cítricos
y del tabaco. En este marco de crecimiento y diferenciación económica hay que
insertar el impulso vitivinícola (Fernández Saldaña-Miranda, 1920).
La ausencia de estudios específicos sobre el litoral uruguayo en este período
impide establecer si las inversiones vitivinícolas deben interpretarse como una
consecuencia de los efectos positivos del comercio de tránsito o una reacción a
los primeros indicios de su declive. Lo que parece evidente es que el desarro-
llo económico argentino —tanto en términos de crecimiento exportador como
interno— privilegió el eje comercial que tenía su centro en Buenos Aires, pro-
vocando la decadencia de la ruta que unía Entre Ríos y el litoral uruguayo con
Montevideo y, por ende, de Salto como punto de este circuito. Por otra parte,
los empresarios salteños que decidieron ensanchar su espacio geográfico de ac-
tuación en un sentido «nacional» y que tempranamente tendieron a residir en
Montevideo y a invertir en la totalidad del territorio uruguayo, fueron aquellos
que mejor se desempeñaron en el largo plazo, como se puede evidenciar compa-
rando las trayectorias de Harriague y Vidiella.
Siguiendo este rasgo regional, y un criterio que ya había establecido en
sus anteriores actividades, el circuito comercial de los caldos de Harriague fue
local en el sentido de que, además de la zona de Salto y del resto de Uruguay,
intentó vender sus productos también en Entre Ríos. Asimismo, se intentó la
vía de la exportación, a partir de la participación en certámenes internacionales.
Sus vinos alcanzaron también un cierto reconocimiento internacional, al obtener
menciones en la Exposición Universal de Barcelona de 1887 y en la de París de
1889. Sin embargo, su principal logro fue una medalla de plata en una exposi-
ción realizada en Paraná en 1887, algo que ofrece importantes indicios sobre el
espacio comercial hacia el cual Harriague apuntaba16. Mucho más exitoso fue el
comercio de las plantas y los sarmientos, donde logró alcanzar a todo el territorio
nacional y el mercado entrerriano.17
Los emprendimientos vitivinícolas de Harriague recibieron distinciones ofi-
ciales. En su mensaje a la Asamblea General de 1884, el entonces presidente de
52 Universidad de la República
de manera parcial— sobre otro tipo de producción que, con anterioridad, se
estaba desarrollando en la zona. En este marco, las 560 has destinadas a viñe-
dos constituían un porcentaje interesante tanto sobre el total de la superficie
destinada a cereales (poco más del 7%) y, sobre todo, sobre el total nacional
vitícola, estimado en 2.597 has en 1892. Los guarismos confirman la distribu-
ción geográfica del viñedo relatada por los testimonios escritos, con la eviden-
te supremacía del establecimiento de Harriague —en la sección Saladeros— y
un importante desarrollo en la zona de San Antonio. Asimismo, el poco más
de medio millón de litros de vino que se estaba elaborando en el departamen-
to indica por un lado la gravitación de la bodega de Harriague, que producía
los cuatro quintos del vino departamental, pero también que estaban constru-
yéndose bodegas en otras zonas del departamento. La pobre productividad
(901,3 litros por hectárea) se debe seguramente al carácter todavía experimental
de la elaboración, a pesar de que representó un rasgo característico de la evolu-
ción posterior de la vinicultura salteña.
Parece interesante presentar dos observaciones generales, relacionadas a la
trayectoria de Harriague. La primera está relacionadas con las causas que lleva-
ron a Harriague a invertir parte de sus capitales en vitivinicultura. En el marco
de una visión fuertemente negativa de la agricultura, la historiografía ha insistido
en rasgos fundamentalmente culturales para explicar el atractivo ejercido por
la vitivinicultura —y, más en general, por las innovaciones en ámbitos agrope-
cuarios— en este grupo empresarial compuesto «en su mayoría por hombres no
pertenecientes a la jerarquía social tradicional» (Barrán-Nahum, 1967: 319). En
el primer tomo de esta colección he intentado poner en discusión esta interpre-
tación19. Me parece que, particularmente cuando Harriague tiene que publicitar
sus emprendimientos, la trayectoria de este empresario confirma que las razones
culturales fueron absolutamente secundarias respecto a causas de tipo econó-
micos. El vino tenía una demanda consolidada en la región que, considerando
la constante llegada de extranjeros provenientes de los países mediterráneos,
era plausible pensar que iba incrementándose con el tiempo. Además, las cícli-
cas crisis económicas provocaban una merma del producto, contemporánea al
creciente aumento del precio, debido a la aparición del oídio, la filoxera y otras
plagas que azotaron al sector en la segunda mitad del siglo xix. En consecuencia,
la vitivinicultura era visualizada como una actividad altamente rentable y con un
imprevisible potencial de expansión.
En 1887, Harriague publicó en el diario salteño El Arapey sus estimacio-
nes sobre costes y rentabilidad de un viñedo. La inversión era bastante elevada:
1.573,10 pesos en oro hasta el cuarto año de su plantación. Sin embargo, ya a par-
tir del segundo año de plantación la creciente elaboración de vino (4 bordalesas,
luego 17 bordalesas al tercer año y 20 al cuarto), al precio constante de 48 pesos la
20 El artículo de El Arapey reproducido en raru, 30-9-1887, n.º 18, Año xvi, pp. 530-534.
21 Sobre una análoga trayectoria en San Pablo Dean (1969) y Levi (1987), para Chile Bauer
(2008), para el caso colombiano Palacios (2002), para Argentina Bragoni (1999), Hora
(2005) y Reguera (2006).
22 Confirmando la existencia de un sector industrial casi ochenta años antes de la fase de
industrialización de los años treinta del siglo xx, como han observado y demostrado por
diferentes autores cuales Bértola (1992), Beretta Curi (1993 y 1996), Jacob (1981) y
Millot-Bertino (1996).
54 Universidad de la República
Figura 1
Fuente: Revista de la Asociación Rural del Uruguay. Año xxiv, n.º 9, 1895.
23 raru, 31-8-1888, n.º 16, Año xvii, pp. 422-426, 15-9-1888, n.º 17, Año xvii,
pp. 451-456, 30-9-1888, n.º 18, Año xvii, pp. 475-483, 15-10-1888, n.º 19, Año xvii,
pp. 513-526.
56 Universidad de la República
Las noticias que ofrece el cuestionario indican que, a pesar de los esfuerzos
de la aru y de los grandes empresarios para intentar controlar el desarrollo del
sector y homologar el tipo de plantas utilizadas, la experiencia de cultivo de los
pequeños productores y los colonos había seguido unos carriles absolutamente
diferenciados, respecto a las directivas y a la experiencia de los pioneros. Además,
es evidente el peso de los diferentes niveles de conocimiento agronómico y la
persistencia de prácticas heredadas en los países de origen, en el caso de produc-
tores inmigrados. Esto se hace particularmente evidente en las descripciones de
los sistemas de cultivo, donde se especifican las más diferentes modalidades: Eloy
J. Legar declaró que el sistema de cultivo que había adoptado «es el usual en el
Mediodía de Francia», el cura de Belén sostuvo que plantó su viña «a la manera
de Italia».24 Sin embargo, son claras las adecuaciones de técnicas europeas a una
realidad geográficas bastante diferente en varias características (particularmente
respecto al uso y control del agua). En la encuesta de la aru se encuentran algu-
nas referencias directas a las experimentaciones de Harriague, particularmente en
el norte del país. Para explicar cómo plantaron su viñedo, varios productores hi-
cieron referencia directa a empresarios y técnicos nacionales. Por ejemplo, Pedro
Ambrosoni, productor de Salto, sostuvo que, para implantar su viña adoptó «el
mismo sistema del señor Harriague».25 Las enfermedades y plagas eran relativa-
mente extendidas. Sin embargo, el cuestionario muestra también la elevada difu-
sión de arados de acero y una cierta tecnificación del cultivo.
Harriague, que a pesar de haber mantenido, por lo menos oficialmente, una
buena relación con la aru, no participó de forma directa en la vida de la gre-
mial (en realidad, tampoco queda claro si se asoció), contestó el cuestionario. Su
breve descripción de su experiencia contiene la ya citada primera contradicción,
relacionada al año de inicio de sus experimentaciones. Al referirse a su sistema
de cultivo, el empresario sostuvo que era más o menos igual al que se usa en el
Bordelés, algo que implicaba decir que las modalidades de plantación de Burdeos
habían sido adecuadas a algunos aspectos de la realidad climática de Salto, par-
ticularmente en términos de poda, muy conservativa debido a la necesidad de
ofrecer a los frutos una mayor proyección frente a los rayos del sol26.
Sin embargo, el aspecto más sorpresivo de las escuetas respuestas de
Harriague está relacionado con las cepas que estaba cultivando. Según el empre-
sario de origen vasco en sus viñedos se encontraban las variedades
«Malbec» y «Cabernet» como tintos, «Gamai» [sic], «Picapoll» y «Blanquette»
como blancos; á más tengo una variedad de otras clases tanto para vino como
para mesa, pero que son de producción muy mezquina en proporcion [sic] á las
clases que acabo de indicar.27
24 raru, 15-9-1888, n.º 17, Año xvii, pp. 454 y 15-10-1888, n.º 19, Año xvii, pp. 516
respectivamente.
25 raru, 15-10-1888, n.º 19, Año xvii, p. 520 y 522 respectivamente.
26 raru, 15-10-1888, n.º 19, Año xvii, p. 520.
27 raru, 15-10-1888, n.º 19, Año xvii, p. 519.
El declive
El 27 febrero de 1893 el periódico El Día publicó que había sido detecta-
da la filoxera en el viñedo de Ángel Cuervo en Colón. El 2 de marzo Pablo Varzi,
después de una inspección que él mismo definió parcial debido a lo inadecuado
de su instrumentación, avaló la sospecha de que efectivamente la filoxera se en-
contrara en ese viñedo e invitó a las autoridades a intervenir. El hecho de que las
cepas infectadas provinieran de los viñedos de la Sociedad Vitícola Salteña hizo
sospechar de una difusión generalizada de la plaga, que había tenido origen en
las viñas de esa zona.
El 1º de marzo, el ministro de Fomento, Juan Antonio Capurro, decretó la
conformación de una comisión de estudio sobre la filoxera, compuesta por José
Arechavaleta, docente de química médica y de botánica y bacteriología de la
Universidad de Montevideo, director del Museo Nacional de Historia Natural
y de la Dirección de Salubridad Pública, por el ingeniero agrónomo Enrique
Diez Ocampo, por los enólogos Ercole Cantoni y Brenno Benedetti y por Luis
De la Torre, director de la Sociedad Vitícola Uruguaya de La Cruz. La comisión
comenzó a funcionar el día 3, detectando la presencia de la plaga en el Cortijo
58 Universidad de la República
Vidiella de Toledo y en la viña de Luis Lerena Lenguas y ofreciendo las primeras
indicaciones para contrarrestar su expansión —extinción de los viñedos ataca-
dos por la filoxera, difusión de los mejores híbridos e identificación del viñedo
de la svu como campo experimental—, que fueron adoptadas por el gobierno
en un decreto del 13 de marzo28.
El 22 de marzo la comisión antifiloxérica viajó a Salto, donde encontró
solamente dos viñedos filoxerados: el de la Sociedad Vitícola Salteña (probable-
mente desde hacía unos cuatro años) y el de la Granja Bella Vista, aunque se
planteó la posibilidad de que la plaga estuviera presente también en el viñedo
de Harriague que, debido a su extensión, no pudo inspeccionarse en su totali-
dad. Los miembros de la comisión plantearon la hipótesis de que el viñedo de la
Sociedad Vitícola Salteña estuviese infectado desde 1888, algo que tendría una
lógica con las experimentaciones de Harriague con las nuevas cepas importadas
y que fue confirmado por posteriores exámenes. Al respecto, hay que recordar
que Saint-Foix (1887: 38), que no fue personalmente a Salto sino que envió al
agregado de la Legación francesa Vizconde de Rochechouart, sobre el cual no
tenemos ningún dato sobre su formación agronómica, relató que la garnacha de
Harriague producía mucha uva, pero era atacada por una enfermedad desconoci-
da en Europa que ataca la hoja y aún la madera. Revienta la corteza y se raja
la madera como si fuera trabajada por el insecto, llamado escritor ó eumolpe. Es
esta la única referencia a la presencia del escribano (Bromius obscurus y Adoxus
vitis) en Uruguay que he encontrado. Sin embargo, extraña que Saint-Foix con-
siderara al «escribano» como «enfermedad desconocida», considerando su amplia
difusión en Francia, así que, no se puede excluir el hecho de que la enfermedad
descripta por el diplomático francés correspondiera a una de las fases de la fi-
loxera, dato que confirmaría una presencia temprana de la plaga en Salto y en
el país.
Los otros viñedos examinados —los más grandes del departamento— esta-
ban sanos, ya que en su mayoría se habían plantado en terrenos arenosos. Debido
a la mínima extensión de la filoxera y señalando de manera entusiasta la cola-
boración de todos los productores salteños, la comisión subrayó la urgencia de
intervenir, a través de la quema de las viñas atacadas y el aislamiento de los focos
de infección. Las labores siguieron, a lo largo del mes de abril, con las inspec-
ciones en los viñedos de Paysandú y Soriano, donde no se detectó la plaga y, al
contrario, se relevó la difusión de los híbridos americanos en el establecimiento
de Braceras Hnos. en Soriano y algunas experimentaciones con el ramio, planta
considerada antagonista de la filoxera, en la Granja Lares, de la misma locali-
dad29. Luego del viaje en el litoral, las conclusiones de este nuevo organismo
eran bastante esperanzadoras. Se subrayaba el hecho de que la plaga no se había
60 Universidad de la República
ningún momento, la publicación muestra aprensión para el futuro del sector en
el departamento, más allá de que no se menosprecie el peligro de la filoxera
(Viñedos, 1895).
Desde este punto de vista, la tendencia a exaltar la figura del gran personaje,
peligrosamente frecuente en parte de la historiografía uruguaya, y, por ende, a
identificar el precursor con la totalidad del sector, hace perder de vista la impor-
tancia general de la vitivinicultura en la estructura económica del departamento,
que iba mucho más allá de su figura. Harriague fue el primer y más prestigioso
inversionista y tuvo un rol fundamental para la difusión de esta actividad. Sin
embargo el cultivo de la vid y la elaboración del vino en Salto se radicaron sóli-
damente en la economía departamental.
Seguramente la filoxera no fue un problema secundario para Harriague, par-
ticularmente porque implicaba encontrar los capitales para hacer frente a una re-
conversión completa de sus viñedos, factor que, tal vez, explica su viaje a Europa
de 1894. Sin embargo, creo que las causas del abrupto final de los emprendimien-
tos de Harriague tienen que ser encontradas en un contexto más complejo.
En primer lugar, la ausencia o la deficiente preparación de un o unos
sucesores, principal escollo con el cual se enfrentaron los pioneros para dar
continuidad a sus inversiones. Harriague no tuvo hijos varones. Hasta finales
del siglo xx en la vitivinicultura (y en los otros emprendimientos) existió una
marcada diferencia de género en la transmisión hereditaria de los negocios,
que tuvo su correspondencia en la dificultad general para las mujeres de intro-
ducirse en las actividades económicas con cargos dirigentes. En lo específico
de Harriague, los casamientos de sus tres hijas contribuyeron a consolidar la
familia entre la elite local —Pascalina casó con Eduardo Desiderio Larroque
Hiriart, miembro de una familia de comerciantes con inversiones ganaderas,
Octavia con el dentista estadounidense John Preston Arnes, mientras se des-
conoce el matrimonio de Teresa— sin embargo, no garantizaron el prosegui-
miento de las actividades vitivinícolas.
En segundo, la posible evolución de sus emprendimientos hacia la constitu-
ción de sociedades que implicaran la pérdida de significación del propietario, se
enfrentó con el rechazo de delegar funciones y responsabilidades, fenómeno que
se puede vislumbrar también en la trayectoria de otras empresas análogas y que
complicó no poco la dirección de las actividades, considerando el rasgo de fuer-
te diferenciación del empresario. A pesar de haber fundado la Sociedad Vitícola
Salteña, no parece que Harriague estuviera dispuesto a compartir la dirección de
la sociedad y que la misma tuviese una función que iba más allá de la captación
de capitales. La completa identificación entre pionero y empresa, independien-
temente del tipo de organización que se otorgó a esta última, implicó, en más de
un caso, que la muerte del fundador llevara a la crisis y desaparición del mismo
emprendimiento.
Por último, representó una grave limitación el hecho de que sus vinos en-
contraran una salida comercial fundamentalmente en la zona limítrofe a Salto,
62 Universidad de la República
Capítulo 3
Arqueología industrial
Planteamientos y consideraciones teórico metodológicas
Si bien la Arqueología1 industrial (a.i.) comenzó a formarse a mediados del
siglo xx en Gran Bretaña, su desarrollo y afianzamiento como disciplina ocu-
rre hacia las últimas décadas del siglo pasado. Su nacimiento se vincula al sur-
gimiento del interés por los restos materiales de la Revolución Industrial en
Inglaterra a comienzos de los años 602. En un primer momento, solo se centraba
en la catalogación y protección del patrimonio «de lo industrial», dejando en se-
gundo plano la investigación y la interpretación como por ejemplo la vida de los
obreros dentro y fuera de las instalaciones industriales.
Una de las primeras tareas a las que se enfrentaron fue realizar el inven-
tario de los restos de la Revolución Industrial, confeccionándose el Índice de
Monumentos Industriales, cuyo objetivo era conocer y conservar lo que aún se
mantenía. En este sentido primó registrar, catalogar y proteger edificios y mo-
numentos y no tanto su estudio contextual, que desde el punto de vista arqueo-
lógico, todo resto material requiere.
Este carácter práctico y empírico, se limitaba casi exclusivamente a la recopi-
lación de datos y a la descripción de edificios y maquinaria, posicionándose en una
fase de inventario que incluía la prospección y localización del vestigio industrial,
su descripción gráfica y fotográfica (Represa y Helguera 1997: 81).
1 La arqueología investiga los procesos culturales e históricos, así como los sucesos particula-
res que forman parte de los mismos, debido a que estos quedan reflejados (no exclusivamen-
te) en los vestigios materiales y modificaciones del medio.
2 La Arqueología industrial se estableció como sección universitaria en 1966 en la Universidad
de Bath, Inglaterra. Simultáneamente se inicia la primera publicación sobre el tema titulada
Journal of Industrial Archaeology.
3 Arqueología de la Arquitectura.
4 Palmer, M., Industrial Archaeology a thematic or periods discipline? En Antiquity, 64, n.º
243 (1990), p. 281.
64 Universidad de la República
Por último, y en concordancia con los lineamientos generales actuales, otra de
las diferencias con las primeras definiciones de los años 50 y 60, radica en
…que no solo se han de estudiar los restos materiales, sino también los inma-
teriales, completando así la visión de conjunto de todo lo ligado con el patri-
monio industrial, (…) todas ellas objeto de estudio a su vez desde la a.i., como
la escrita, la iconográfica, etc. (Vergara 2011: 173)
De este modo la investigación en la a.i. diversifica las fuentes y tienen cabida
tanto los restos materiales (como en todo estudio arqueológico) como aquellas
fuentes, gráficas (planos, cartas, etc.), escritas (prensa, archivos, estadísticas ofi-
ciales, protocolos, etc.), orales (relatos y entrevistas), y finalmente las iconográfi-
cas como pinturas, grabados y fotografías.5
Es importante señalar que además de las fuentes materiales e inmateriales
vinculadas al periodo industrial, han de incluirse también los aspectos paisajís-
ticos. En este sentido, no solo se debe contextualizar geográficamente los edifi-
cios, las vías de comunicación, las áreas de captación de los recursos, los lugares
de habitación, etc., sino explicar e interpretar el porqué de esa localización de-
terminada y las consecuencias de su implantación espacial en el paisaje (natural
o antropizado).
En definitiva y en sentido amplio, podemos establecer que la a.i. se in-
teresa por todos los vestigios, testimonios de la organización industrial en un
territorio determinado.
Respecto a Uruguay señalamos que los estudios en esta área han sido relati-
vamente exiguos. Para el caso debemos hacer mención al proyecto «Arqueología
Industrial: Recuperando la cultura del trabajo de los uruguayos», (fhce/csic),
donde uno de los temas desarrollados fue el estudio de la industria manufac-
turera de tabacos («Abal Hnos. s.a.», 1877 - 1979). La investigación se realizó
fundamentalmente a través de los archivos de la empresa (fichas de personal,
gráficos, etc.) y diversas entrevistas a antiguos funcionarios así como personal
allegado a la firma (Cabrera y Barreto 2004).6
Son escasos los antecedente que podemos citar, siendo este trabajo la pri-
mera aproximación en la investigación arqueológica sobre vitivinicultura. Por
tal motivo el estudio que se propone podría entenderse como exploratorio y
5 Al hacer referencia a cultura material, esta es, como señala Carandini (1984: 250) «un pro-
yecto de Investigación» que consiste en un modo nuevo de reconstruir la historia (entendida
en toda su dimensión, es decir, como narración razonada de cómo han ido realmente las
cosas, desde el punto de vista de quien las ha producido), partiendo en primera instancia de
los materiales considerados preeminentes bajo el aspecto del trabajo.
6 A su vez se cuenta con dos informes, el primero, informe arqueológico para la ubicación
del campamento villa y cuartel de Purificación, en el cual se realiza una mención al com-
plejo industrial correspondiente al saladero «El Hervidero» (López Mazz 2003) y el segun-
do, informe diagnóstico del estudio de impacto arqueológico y cultural del área terrestre
para la construcción de la fábrica de celulosa y planta de energía eléctrica de Punta Pereira
(Colonia). que da cuenta de las diversas estructuras registradas vinculadas a las empresas
Walker, Frezone y Roselli (Lezama et al. 2008).
Arqueología y vino
Como un primer elemento resulta significativo señalar que, la línea de in-
vestigación en torno a los estudios arqueológicos sobre el vino es relativamente
reciente a nivel mundial.
Haciendo un rápido repaso sobre la bibliografía arqueológica dedicada al
estudio del vino en épocas pasadas, se observa que ellas refieren, en su gran
mayoría, a estudios tipológicos de los recipientes o estudios iconográficos ba-
sados en fuentes escritas clásicas. A partir de la década de los 80 comenzaron
los primeros esfuerzos, por parte de la arqueología científica, para investigar la
potencial relación entre envases y vasos con el comercio del vino (Celestino y
Blánquez 2007: 3). En la última década del siglo xx la investigación se amplió
de manera sustancial. En 1992 se creó en París la Unidad de Investigación
Arqueológica, de la Organización Internacional de la Viña y el Vino que inició
un proyecto de investigación denominado Origen de la Vid y el Vino (orve).
La mayor novedad consistía en conjugar los trabajos arqueológicos con los ana-
líticos, cuestión metodológica que, a partir de entonces, se generalizaría en la
investigación arqueológica.
Procedimientos y metodología
El presente capítulo se organiza en relación con una problemática arqueo-
lógica precisa: la industria del vino en tiempos históricos (1870-1914) y, parti-
cularmente, los vestigios materiales (instalaciones complementarias a la bodega)
asociados a esta industria.
Como mencionáramos este es el primer paso en la investigación desde una
óptica arqueológica, realizándose por tanto una aproximación general, procu-
rando contextualizar el trabajo e identificar y registrar (en caso de lo posible)
los diferentes equipamientos aún presentes en las bodegas de la época de la
modernización.
La investigación buscó sistematizar información existente así como producir
otra nueva. Las bodegas se seleccionaron en base a su fecha de fundación y del aná-
lisis primario de la permanencia y conservación de sus elementos de origen.
Como referencia para determinar el equipamiento de los primeros estable-
cimientos de carácter industrial se empleó el trabajo desarrollado por el enólogo
italiano Arminio Galanti, publicado en 1919 y presumiblemente realizado unos
años antes.
66 Universidad de la República
Un aspecto a considerar cuando se realiza una prospección de esta índole,
es el hecho de asumir que el equipamiento contenido en los edificios raramente
permaneció in situ y tendió a desaparecer producto de la sustitución de maqui-
narias, modificaciones, construcciones y nuevos complejos industriales. Tal es el
caso de la mayoría de las bodegas, dificultando este hecho en gran medida su es-
tudio. En algunas ocasiones estas maquinas han sido separadas o desarmadas por
partes, otras se conservan en museos o colecciones privadas fuera de su contexto
real y función original.
68 Universidad de la República
y más simple elaboración (Galati 1919: 118-119), y concluye «…sin reservas,
dejo consignada como una constatación franca y justiciera y como una honra
para la vitivinicultura del país. (Galanti 1919: 122)
Sin embargo, la modernización no alcanzó a todos, siendo escasas las bode-
gas familiares industrializadas, continuándose con la aplicación de procedimien-
tos y técnicas tradicionales.
La incorporación, difusión y construcción de bodegas modernas, incluida
la maquinaria, no pudo ser adquirida y desarrollada por la mayoría de los vitivi-
nicultores que carecían de capital para tal inversión inicial que la modernización
requería. De tal manera quedó restringida a los grandes establecimientos donde
la disponibilidad de capital no era un impedimento para la adopción de nuevos
métodos de vinificación (Baptista 2007: 117).
Según Baptista (2005) la estructura de la propiedad muy desequilibrada
que existía en la agricultura (coexistencia de un grupo amplio de pequeños pro-
pietarios con un núcleo muy reducido de grandes terratenientes) se trasladó a
la viticultura. De este modo, el sector se encontró con una estructura dual de
explotación, por un lado un reducido número de grandes propietarios, gene-
ralmente bodegueros, y otro, muy extenso, de pequeños propietarios ligados a
estos por la prestación de jornales, contratos de plantación y la dependencia de
sus bodegas para el proceso de vinificación.10
Para los pequeños propietarios la viña se presentó «como uno de los fac-
tores de diversificación de la producción que le permitía incrementar sus in-
gresos» y, en segundo lugar permitió acrecentar «su presencia en el mercado,
generar nuevos ingresos y concurrir al mejoramiento de su calidad de vida»
(Beretta Curi 2002: 110-111).
Esta mayor representación en el mercado fue acompañada por una nueva
dependencia hacia los grandes bodegueros que, a través del monopolio en la
vinificación de la casi totalidad de la producción, terminaron favoreciendo «los
procesos de concentración del capital que lideraría rápidamente a este sector»
(Beretta Curi 2002: 111).
Los establecimientos a los que hace referencia el siguiente cuadro son aque-
llas bodegas que incorporaron, entre otros aspectos, insumos tecnológicos nece-
sarios para la elaboración industrial del vino.
Capacidad efectiva
Departamento
equipamiento
Descripción
n.º de cepas
Propietario
Variedades
Localidad
Extensión
Bodega
Bodega:
Harriague
Cubas de cemento
(Tannat)
Francisco armado, toneles,
Granja Vidiella Colón Vidiella 300.000
y Federico 36 ha 112.000 bombas «Coq»,
(1874) Montevideo (Folle Noire) litros
Vidiella moledora desgra-
Cabernet
nadora «Garolla»,
Gamay Noir
alambiques.
Bodega:
Caldera, dínamo,
moledora desgranado-
Harriague
ra «Garolla», piletas
Sociedad (Tannat)
José de cemento forradas
Vitícola La Cruz Vidiella ( 600.000
Ferreira 84 ha - de baldosas comuni-
Uruguaya S.A. Florida Folle Noire) litros
(presidente) cadas entre si por una
(1887) Cot-Rouge
canaleta, mezclador
Semilón
eléctrico, toneles
de cemento armado,
prensa.
Agro:
máquina Roy
Bodega:
Harriague moledora desgranado-
(Tannat) ra «Garolla», prensas
Vidiella hidráulicas, bombas
Granja Varzi Colón (Folle Noire) 210.000 eléctricas, pastoriza-
Pablo Varzi 30 ha 100.000
(1887) Montevideo Gamay Noir litros dor Vandone, filtro
Cabernet Gasquet, y filtro a
Merlot pasta, vasija de roble,
Malbec grandes piletas (bo-
dega de la Sociedad
Cooperativa regional
de Viticultores).
Bodega:
fermentadora, 40 cu-
bas de sidero-cemento
(40 hectolitros c/u),
36 piletas de cemento
Establecimiento
G.C. armado (340 hecto-
La Caballada Salto 1.200.000
Dickinson - litros c/u), motores,
(1883) Salto litros
y Cía. filtros, bombas, pasto-
(ant. Harriague)
rizadores, alambiques,
rectificadores.
Laboratorio:
calefacción general a
gas, fotomicroscopía.
Granja Giot Perfecto Colón 600.000 Bodega:
100 ha - -
(s/f) Giot Montevideo litros vasijas de roble.
Harriague
(Tannat)
Granja Pons Suárez- 700.000 Bodega:
Diego Pons 87 ha Vidiella 405.000
(1888) Canelones litros vasijas de roble.
(Folle Noire)
Otras
70 Universidad de la República
Capacidad efectiva
Departamento
equipamiento
Descripción
n.º de cepas
Propietario
Variedades
Localidad
Extensión
Bodega
Bodega:
2 moledoras desgra-
nadoras «Garolla», 2
Bodega No son bombas «Coq», pas-
Lamaison y Sayago- 1.200.000
Nacional viticul- - - torizador «Salvator»,
Villemur Montevideo litros
(1900) tores 3 alambiques «Ergot»,
folador eléctrico, cal-
dera de 25h.p, vasijas
de roble de Nancy
Bodega:
vasijas de roble,
Granja Salvo Pantanoso-
Angel Salvo 12 ha - - - vasijas de cemento
(s/f) Montevideo
armado, «maquinaria
más moderna»
Bodega:
«vinificación me-
Granja Ferriolo Sucesión Colón-
13 ha - - - cánica», toneles de
(s/f) Ferriolo Montevideo
roble, «más moderna
maquinaria».
Harriague 750.000
Establecimiento
(Tannat) litros; ven- Bodega 1:
Vitivinícola La Isidro Las Piedras-
120 ha Vidiella ( - ta anual vasijas de roble y «más
viña Universal Alegresa Canelones
Folle Noire) 1.300.000 moderna maquinaria»
(1890)
Otras litros
Bodega:
Bodega Santa Bonaventura Mercedes-
76 ha «espléndida
Blanca (1892) Caviglia Soriano
maquinaria»
11 A su vez, es de destacar que E. Quincke figura entre los deudores y los acreedores de la
bodega Faraut al momento de su nacimiento. El inventario muestra la realidad específica del
1º de agosto de 1920, cuando se procedió a su redacción, pero todas las obligaciones fueron
pagadas o saldadas (Bonfanti y Viera 2010: 49).
72 Universidad de la República
que esta arrojare». (Carta al Ministerio de Fomento. 22 de enero de 1895-
Montevideo raru 1895: 101-102).
Es así que en marzo de 1895 da lugar la inauguración de la exposición de
maquinaria agrícola, de diferente procedencia y fabricación, exhibiéndose tanto
equipos para el agro como para las agroindustrias. En ella estuvieron presentes
las principales firmas de plaza entre ellos: Juan Shaw, Castellanos & Delucchi,
Bonomi, Morelli & Cia., H. Groscurth, Miguel Lanas, Potenze & Sosa Díaz, W.
Meickle & Cia., L. Giacca & Cia. (raru 1895).
El 28 de abril de 1895 dio comienzo la ceremonia de clausura y la conse-
cuente entrega de galardones. La nómina de premios para las «Máquinas para
agricultura» señalaban como ganadores a: H. Groscurth, I medalla de oro, I id.
plata, I id. bronce; Castellanos & Delucchi, 3 id. oro, I id. bronce; W. Meickle &
Cª, I id. plata, I id. bronce; Ernesto Quincke, 6 id. oro, 3 id. plata, 2 id. bronce;
L. Bonomi & Morelli, I id. oro, 2 id. plata, 2 id. bronce; Potenze & Sosa Díaz,
2id. oro; Juan Shaw, I id. plata; Emilio Calegari, I id. plata; Juan Bonomi & Cª,
I id. oro; Pons y Palet, I id. oro; Pedro Miller, I id. plata; Brauer & Cª, I id. plata
(raru 1985: 188).
A inicios de 1896, la Asociación Rural convocó a un concurso de máquinas
agrícolas. Se determinaron los datos y pruebas a realizar y se presentaron cuatro
máquinas:
1. La Victoriosa, fabricada por L. Milwauakee Harvester Cia., de Estados
Unidos y presentada por los señores L. Giacca & Cia;
2. La Golondrina, fabricada por Massey-Harris Manufacturing & Cia12.,
de Canadá, presentada por los señores Potenze & Sosa Díaz;
3. La Continental, fabricada por la Johnston Harvester & Cia., de Estados
Unidos y presentada por los señores Bonomi & Morelli Cia.;
4. La Nueva Montevideana, fabricada por la Plano Manufacturing & Cia.,
de los Estados Unidos, presentada por el señor H. Groscurth. Las dos
primeras máquinas fueron las premiadas. (Beretta Curi 2011: 82)
12 La historia de la empresa inicia en 1847 cuando Daniel Massey abre un taller de fundición
de maquinarias, especialmente instrumentos y herramientas para agricultura en Ontario,
Canadá. En forma paralela, también en Ontario, Alanson Harris inicia una fundición para
fabricar y reparar maquinaria agrícola en 1857. En 1891 se fusionan para convertirse en
Massey-Harris Company Limited (<http: //m-h.cs.uoguelph.ca/>).
74 Universidad de la República
Existen además tres estrujadoras y tres grandes prensas construidas por
Pons Palet, así como maquinarias destinadas al embotellado del vino (Viñedos
del Departamento de Salto 1895: 11).
Figura 2. Vista interior de la bodega de Harriague
76 Universidad de la República
La gran mayoría de la maquinaria antigua que se encuentra hoy en la bo-
dega procede de Inglaterra específicamente de la compañía Robey & Co Ltd.
La empresa se estableció como industria siderúrgica en Lincoln en 1854 y
tuvo gran actividad en la producción de maquinarias para el agro y la indus-
tria en general, fundamentalmente en calderas y motores estacionarios a vapor
(<http: //www.lincolnshire.gov.uk/>).
Figura 4. Moledora de uva a vapor, actualmente adaptada con motor eléctrico
(fines del siglo xix)
Figura 5. Izquierda: Filtro trasportable que trabaja en base a tierra; Derecha: prensa
manual de 3 m de diámetro y 1.20 m de altura (fines del siglo xix)
15 En caso de observarse detalles estilísticos es significativo notar que los encontramos presentes
en las partes externas del edificio. Existe toda una «racionalización» de la construcción deter-
minada por características y necesidades «objetivas» y «funcionales» al proceso productivo.
78 Universidad de la República
Como señala Galanti (1919), las bodegas además de destacarse por su «es-
pléndida maquinaria» lo hacen por la distribución de los espacios, aplicando los
conocimientos científicos y prácticos a la producción de vinos. De este modo la
construcción y diseño de la edificación es concebida como un elemento más de
la industria y por ende objeto de estudio de la arqueología industrial.
A modo de conclusión
Como primer elemento a considerar es que la innovación no puede redu-
cirse meramente a la inversión de capitales y con ella a la ponderación de la
maquinaria incorporada.
En la innovación se conjugan múltiples elementos, entre ellas las secuencias
de trabajo, las cuales conforman un paquete que es puesto constantemente a
prueba, y cuyas modificaciones pueden o no ser apoyadas por la mecanización
(Djenderedjian 2011: 123).
En consonancia se ubica el desarrollo de la capacidad de acumular conoci-
mientos. La modernización formaba parte de un conjunto de medidas integra-
les, no exclusivamente de un evento u otro, particular e independiente, entre
ellas la capacitación y formación de trabajadores18 y la incorporación de nueva
maquinaria.
80 Universidad de la República
En la gran mayoría de los casos expuestos, los establecimientos se iniciaron
con niveles tecnológicos elevados y una organización definida de los espacios
construidos. Es decir, hay una inversión primaria que permite contar e incorpo-
rar todos aquellos elementos e insumos necesarios para acceder a una produc-
ción de tipo industrial.
Son escasos los datos a los cuales pudimos acceder, pero no por ello menos
importantes, quedando aún mucho por investigar.
84 Universidad de la República
Trayendo el pasado al presente, la fortuna me permitió elaborar vino con es-
tas dos uvas de viñedos muy viejos —de los comienzos—. Sentir los hollejos de
ambas uvas en las manos y el sabor de Folle Noir y Tannat3 del 900 (Estancia La
Cruz, Florida) facilita la interpretación de los documentos. El haber elaborado
vino a partir de esas uvas me permitió introducirme en los textos de época como
si ya los hubiera leído antes. Fue sencillamente emocionante.
Vidiella y Harriague enviaron sus plantas a la Sociedad Vitícola Uruguaya
(desde 1887). Luis Lerena Lenguas, varios años administrador de esa bodega
escribía respecto a Vidiella:
Ha hecho así mismo venta, y en muchos casos donación, de sarmientos de la
uva que cultivó, con el objeto de su propagación, y fundado por acciones, que
fueron suscritas en 15 días, la gran Sociedad Vitícola Uruguaya, con capital
de $ 120.000 y que ya ha emprendido trabajos en 1700 cuadras de terreno
adquiridas en la estación. (...) La Cruz, de la vía férrea central. Para La Cruz
estos y otros muchos servicios prestados por don Federico Vidiella á la pro-
ducción nacional, hacen que estrechemos con efusión patriótica la mano de tan
inteligente y progresista conciudadano.4
Los vinos inconfundibles de estos dos hombres y sus dos nombres iniciaron
una tradición que alcanza cuatro generaciones. Estos dos vinos fueron, a su vez,
muy apreciados en corte; la mezcla hacía que sus respectivos atributos de color,
olor y sabor se complementaran. Fueron incluso capaces de generar un hábito de
consumo porque aquel Harriague-Vidiella, actualmente se recrea en el Tannat-
Merlot, que aprecian muchos.
El vino criollo
Elaborar vino en Uruguay comenzó a ser una actividad promisoria a partir de
1880. Esta etapa estuvo incentivada por el gobierno nacional de la época, el cual
dispuso en 1884 otorgar premios a las elaboraciones de mayor volumen.
El primer premio de 60.000 pesos oro otorgable al industrial que lograra
elaborar vino de buena calidad, con uva cosechada en el país y en cantidad
de por lo menos 60 pipas, lo obtuvo Francisco Vidiella con la variedad Folle
Noir. El segundo premio de $ 20.000 pesos, otorgable a quien elaborara 20
pipas de vino en las mismas condiciones, lo obtuvo Pascual Harriague con la
variedad Tannat.
Se trataba seguramente de dos vinos contrapuestos. El primero de color
rojo claro y cuerpo suave. El segundo, tal como lo conocemos hoy, rojo oscuro,
casi negro y robusto. Fue a partir de ellos, solos o en mezcla, que el vino nacio-
nal, llamado «vino criollo», comenzó a imponerse. Se comercializaba fácilmente,
5 Palabras del Ing. Agr. Samuel Moreira Acosta en el iii Congreso Nacional de Ingeniería
Agronómica, 1924: citado en de Frutos, Estela; Beretta, Alcides Un siglo de tradición.
Primera historia de uvas y vinos del Uruguay. Montevideo. Aguilar, 1999; p. 223.
86 Universidad de la República
Con 700 sarmientos de la uva de Jauregui (Bajos Pirineos), Harriague ob-
tiene, a los 18 meses, una bordelesa del perfil de vino que buscaba. De ahí en
más la multiplica de forma tal que la extiende a 120 cuadras, unas 80 hectáreas
de su uva elegida: Tannat.
En segundo lugar, sabía que una buena uva entrega su potencial bondad
solo si está bien elaborada. Harriague encara ahora la experimentación en bode-
ga. Construye una bodega subterránea de mampostería en la búsqueda de miti-
gar las temperaturas de Salto. Obtiene un Tannat de perfil equilibrado y quiere
más, quiere complejidad, lo que entonces se llamaba bouquet. Para ese fin utiliza
envases de madera de 60 a 150 hectolitros.
Así nació el vino de sus sueños, fruto de un cuarto siglo de dedicación. Un
vino de alta gama y un estilo de vida.
Por su parte, Vidiella experimenta, con ese carácter extensionista que le
imprimió a su labor, sus logros en la viña. Casi como una herencia, su estilo de
trabajo se fue continuando para compartir ensayos y resultados, hasta llegar a los
Grupos crea Viticultores, a partir de 1974.
En este sentido el papel de la aru fue fundamental porque cumplió una
función activa de nexo y divulgación de inquietudes y avances, incluso generan-
do competencia y, en ocasiones, hasta disputa. Fue una forma eficaz de promo-
ción y desarrollo.
Este ida y vuelta como factor de desarrollo tiene abundante documen-
tación. Se puede elegir, por ejemplo, un diálogo al azar para ponerlo en evi-
dencia. Un planteo y una respuesta entre Guillot —estanciero de Dolores— y
Vidiella en 1880. Como en el caso de Harriague, para Vidiella prima la calidad
de la uva para obtener buen vino. En este caso se refiere al grado de madura-
ción como criterio de calidad. Valdría decir que ya ostentaban el principio de
que «el vino se hace en la viña», concepto que se retomará con énfasis a fines
del siglo xx.
La raru, publicó la carta de Guillot en la sección «Ecos de la Campaña»:
Meditación y cuestiones industriales.
La Revista de la Asociación Rural es un archivo que sirve a la propagación
de muchas cosas útiles y bueno sería que las personas que han hecho ensayos de
vinicultura en este país pudiesen dar cuenta en ella de los resultados obtenidos.
Por ejemplo, tratar y dilucidar las cuestiones siguientes:
1.º ¿El clima y el suelo de la República del Uruguay es favorable o no a la
vinicultura?
2.º ¿Si es favorable, cuáles serían los lugares más adecuados para establecer
colonias vinícolas?
3.º ¿Cuáles son las especies de cepas de vides más apropiadas al clima y suelo
del país?
4.º ¿Hay en el país suficientes especies o variedades de vides para poder fa-
bricar vinos buenos?
5.º ¿Y si no hay, en qué puntos convendría mejor buscarlos?
88 Universidad de la República
que haya podido obtener durante los años que me ocupo en este negocio.
Francisco Vidiella.7
Había primado —habitual en la época— una experimentación larga y cos-
tosa. La ciencia del vino era entonces muy joven. Este análisis descubre un ca-
rácter muy propio del vino y su gente y nos advierte de temperamentos: el del
vino y el de su hacedor. Esa pasión que despierta el vino entre algunos hombres
hacía la diferencia.
El conocimiento científico
El vino es por definición la bebida resultante de la fermentación alcohólica
de la uva, por lo tanto, son las levaduras la fuerza natural —el motor— de la
transformación a partir del azúcar que almacena la baya. El nacimiento del vino,
a partir de Pasteur (1850-1860), toma carácter científico y cada avance con re-
lación a saber más sobre las condiciones de actividad de estos microorganismos
alentaba la calidad de los vinos.
La aru emprendió la multiplicación de las levaduras seleccionadas para
ofrecerlas a los vitivinicultores a partir de 1889. Las designaban con el nombre
del estilo de vino que se pretendía diseñar. El director del Laboratorio de la
Asociación Rural, ingeniero Julio Frommel, se encargaba de la selección de las
levaduras puras para la vinificación.8
Cabe destacar que en los vinos del 900 el metabisulfito ya estaba presente
como asegurador de la calidad; se le usaba entonces preferentemente como pre-
vención de accidentes microbianos, ya que inhibía a las baterías del «picado», el
«avinagramiento» del vino.9 La enología moderna sigue recurriendo al sulfuroso
aunque con otros significados.
En pocos años más —a partir de 1908— la enología y microbiología enoló-
gica se ponen en el centro de la investigación científica de la recientemente fun-
dada Facultad de Agronomía. Sus aportes orientan a la industria hacia procesos
de elaboración cuidadosos de las temperaturas de fermentación para prevenir
«paradas» o interrupciones de este proceso de transformación, que dejaría restos
de azúcar en el vino, que posteriormente se «picaría» porque quedaba alimento
a merced de otros «microbios».
La Facultad se propuso crear una colección de levaduras del vino
oriundas de todas las regiones vinícolas del país (ocho en esas fechas) y de
7 Respuesta de Francisco Vidiella a N. Guillot en raru Año ix, n.º 10; Montevideo, Mayo
31 de 1880, p. 250.
8 «Levaduras puras para vinificación» en raru, tomo xxix, n.º 2; Montevideo, 31 de enero
de 1900, p. 29.
9 Julio Frommel «El ácido sulfuroso y la fermentación de los mostos» en raru, n.º 21;
Montevideo, 15 de noviembre de 1901; Félix Buxareo Oribe «Instrucciones para la vinifi-
cación usando bisulfito de potasa y levadura seleccionada» en raru, n.º 23; Montevideo,
15 de diciembre de 1901; B. Fallot «Antes de la vendimia. Preparación del material vinario»;
en raru n.º 23; Montevideo, 15 de diciembre de 1901.
90 Universidad de la República
no es índice de calidad. Lo más importante: «la calidad del vino no depende
de la proporción de alcohol que contiene sino de la naturaleza de su sabor y
fragancia».14
En la República Oriental del Uruguay la viticultura y la industria tienen buen
porvenir pero dicho porvenir está prometido solamente a la industria nacional
basada en la ciencia, o sea, en el conocimiento exacto de todos los factores que
intervienen en la vinificación.
Producir mejor es el rumbo en que cualquier empresa tiene el mayor número
de posibilidades de alcanzar el éxito, tal es la dirección única en que la vinifi-
cación uruguaya puede progresar.15
En el orden de ideas expuestas el Instituto de Agronomía no ha perdido la
primera ocasión que le ofreciera la primera vendimia, después de su fundación,
para emprender estudios relativos a la vinificación en Uruguay y «de este modo
contribuir al conocimiento exacto de los factores que en condiciones naturales
de este país intervienen en la elaboración del vino».16
La ciencia, a su vez, dio fundamentos a la política vitivinícola nacional que
empieza a manifestarse en los foros desde 1900. La ciencia y la política vitiviní-
cola en los foros desde 1900 ponen de manifiesto que la nueva industria del vino
—con la complejidad que le es propia— comienza a desarrollarse. Esto implica-
ba integrar tres áreas de actividad diferentes y que funcionan como eslabones de
una cadena: la producción de uva, la elaboración de vinos y la comercialización
de estos. Se empiezan a generar las situaciones de competencia intra y extrasec-
tor y requieren como factor de desarrollo justo y sustentable de una normativa
que los regule. Se vislumbra el interés empresarial sobre cimientos de inversión,
tecnología y competitividad como ya lo era en los países productores a los que
miraban y de los que provenían muchos de los profesionales y empresarios del
sector.
El primer Congreso de Vitivinicultura, que se realizaría el 20 de abril de
1900, anunciaba los siguientes temas:
Reconstitución de los viñedos, injertos, porta injertos, métodos prácticos.
Cultivo general de la vid, abonos, poda. Productores directos. Vinificación,
conservación de los vinos. Legislación aduanera e introducción de los vinos
extranjeros.17
Fue presidido por Luis Lerena Lenguas y vicepresidentes: Pablo Varzi y
Manuel Lessa. Entre las principales recomendaciones, a modo de conclusión,
figuran:
92 Universidad de la República
Rural, pero también empresarios industriales y comerciantes, fueron adquiren-
tes de acciones. En una primera etapa se acondicionaron 120 ha para viñedo,
adquiriéndose sarmientos de las variedades Harriague y Portal. El estable-
cimiento sorteó la crisis inmediata de 1890 y la presencia de la filoxera. En
1916, contaba con un viñedo de 84 ha y una bodega «modelo» —en palabras
del enólogo italiano A. N. Galanti— con capacidad instalada para producir
600.000 litros de vino.20
La producción de vinos de Cerros de San Juan se estimaba en unos 210.000
litros. Producía tres clases de vino tinto: «Clarete», «Reserva» y «Pinot», además
de vinos blancos y rosados. La dirección técnica del establecimiento estaba a
cargo del ingeniero Armaninio Galanti. El personal de la bodega, en época de
vendimia, alcanzaba a unos 70 hombres. La maquinaria —prensas, trituradoras
de uva, bombas, etc.— se movía con energía eléctrica.21
Esta breve consideración sobre equipamiento, aunque no es objeto de este
capítulo, resulta imprescindible para pensar y sentir los vinos de la época. El
perfil de un buen vino es el resultado del sabor y color de las uvas maduras y
sanas y de una elaboración adecuada a dichas uvas, pero a veces esto no es todo.
Estos dos ingredientes —inversión y tecnología— considerados base del éxito
en la mayoría de las industrias, no son suficientes para el vino. Este puede exigir
algo más, ya no tanto de la cabeza, sino del corazón de su hacedor. Lo necesita
para mostrar desde su esencia que es diferente. Quizá esta sea una causa extra de
elaboraciones exitosas o no.
Analicemos un caso: el vino de la Granja Artigas (1902). Será importante
mantener el texto original porque ilustra la inversión sin retaceos y la vanguar-
dia en equipamiento e infraestructura. Es un ejemplo de buena viña y bodega
como lo titula la nota publicada por el Ing. Agr. Teodoro Álvarez, en la raru:
Los viñedos pertenecen a los hermanos Juan y José Peirano y están ubicados
en tres diferentes puntos del departamento de Montevideo:
1. en Peñarol 25 ha;
2. próximo a Con. Artigas con 26 ha;
3. en Sayago con 17 ha, y en este se halla la bodega.
Los viñedos, bodega y vinos llevan el nombre de «Granja Artigas».
Estos viñedos fueron reconstituidos casi totalmente, salvo las 10 hectáreas
de ampliación adelantadas el año anterior con Riparias en su sitio para ser
injertadas en la próxima primavera. Esta reconstitución ha sido sumamente
laboriosa; data desde el principio de la invasión filoxérica, pero los hermanos
Peirano figuran entre los primeros que iniciaron en el país la reconstitución
con la línea americana resistente.
22 Teodoro Álvarez «Excursiones agrícolas: Viñedos de Peirano Hnos. y Cía. Granja Artigas».
en raru, Año xxxi, n.º 4; Montevideo, 28 de febrero de 1902.
94 Universidad de la República
Composición y perfil sensorial de los primeros vinos
Estos parámetros asociados van a permitir dibujar el estilo de nuestros pri-
meros vinos. En los últimos quince años del siglo xix los vinos de Uruguay
vislumbraban dos características esenciales que debían y deben reunir las viti-
culturas del mundo para ser bien consideradas:
1. la diversidad de vinos, que se logra por una colección varietal consti-
tuida por todos los cultivares que el macroclima y el microclima les
permita introducir y
2. destacarse con alguna de ellas.
Lo más importante para advertir esas características de diversidad y de iden-
tidad es la degustación, cata o análisis sensorial. ¿Cómo se podría degustar en el
siglo xxi esos caldos del xix? ¿cómo proponerlo y cómo hacerlo? Recreando
perfiles a través de datos de análisis de laboratorio de la época y de descripcio-
nes. Estas últimas utilizan un lenguaje muy próximo al actual. Las sensaciones
que estimula el vino sobre los sentidos son las mismas, esta puede ser una razón.
La otra es que desde entonces el lenguaje del vino ya era técnico aunque no se
percibiera como tal. Por eso, si bien todos pueden «contar» lo que encuentran en
un vino, quien lo describe tal cual, es el especialista. El que hace la diferencia es
el lenguaje precisamente.
Entonces a modo de ensayo degustaremos los vinos de fin de siglo xix con
algunos datos analíticos y las descripciones que figuran en la revista quincenal
de la aru.
En primer lugar, vemos los resultados del análisis químico firmado por José
Arechavaleta, análisis n.° 204 del 26 de enero de 1888 del vino tinto Harriague
del Salto de 1877:
Alcohol p % ..................…........… 11.70
Extracto á % y 100º…........… 31.80
Tártago (crémor) ...................…… 3.20
Acidez en so3 ….........................… 3.65
Cenizas …........................................… 3.00
Materias colorantes …....… Natural
Sulfato de potasa menos de 2 p. %
La cantidad de sustancias que figuran en ese cuadro caracterizan un vino na-
tural; su grado alcohol métrico es sensiblemente igual al de los buenos vinos
viejos de Burdeos.
Joven aun en 1887, no se ha desarrollado completamente su aroma, lo que
sucederá con el tiempo, adquiriendo mayor sapidez. Montevideo, 26 de enero
de 1888, J. Arechavaleta.23
Parece que el año 1899 había sido malo para la vid por el exceso de hu-
medad del verano y fuertes calores que apuraron la maduración, lo que produjo
96 Universidad de la República
Para el «vino Cabernet datos promedios de las vendimias 1894 al 1896 al-
cohol 11,7% y 29,4 gramos de extracto, agradable, profundo y de composición
armónica». Esta descripción nos aproxima a un Cabernet Sauvignon actual. Para
poder «sentir» este vino a partir de esta definición sensorial podríamos recurrir
a la asociación con las manifestaciones de Diego Pons (año 1889) quien trase-
gando el vino Cabernet de su bodega (hoy bodega Varela Zarranz) expresó: «ha
nacido el vino Rey de mi bodega».27
Estos conocimientos sobre la composición y perfiles sensoriales han signifi-
cado el punto de partida de la experiencia uruguaya sobre numerosas variedades
que se introducían en forma aleatoria por impulso y entusiasmo de sus viticul-
tores. Tienen el gran valor de aportar información real del potencial enológico
en el terruño nacional. Mostraron desde el comienzo de este período fermental
para el vino, podríamos decir a partir de 1887, las bondades del Tannat. El
decir «fermental» en este caso adquiere doble significado, por evocar el proceso
biológico de la fermentación, esa «magia» de la naturaleza que da origen al vino
y hace de él una bebida «natural».
El hecho de insertar aquí este concepto de «natural» no es fortuito, ya que
busca generar la contraposición con el concepto de «artificial» (como opuesto a
lo natural o genuino) que se concibe en la época y se expresa claramente en esa
fuente de información que es la raru.
Vino «artificial» ponía entonces el énfasis en que no tuviera agregados. La
incorporación de alcohol o de azúcar en fermentación, por ejemplo, era mo-
tivo de «artificialidad». Un caso para ilustrar: la Sociedad Vitícola Uruguaya
(La Cruz) llegó a importar un vino italiano de buen grado para mezclar con su
Vidiella que solo alcanzaba los 10,5 % de alcohol.28
Por lo tanto, la importancia que se rendía a la composición, en este caso,
era mayor que el concepto de origen. Cuando por otro lado, elegían el tipo de
suelo y la orientación de la viña con idea fundamentada de «terroir». Este punto
queda abierto a las otras causas que pudieran estar motivando los reclamos de la
ley que llegaría —por otra parte— muy tempranamente, en 1903 y que guiará
las elaboraciones a partir de entonces.29
27 Archivo Viña Varela Zarranz Anotaciones de Bodega de Diego Pons citado en De Frutos,
Estela; Beretta Curi, Alcides Cien años de tradición. Primera historia de uvas y vinos del
Uruguay Montevideo. Aguilar, 1999.
28 Información aportada por el investigador Daniele Bonfati.
29 Ver capítulos sobre legislación del vino en este tomo
98 Universidad de la República
que Tannat. Las Moscateles procedentes de Canarias fueron las primeras uvas
cultivadas en el territorio nacional. Las primeras citas figuran en la obra de Pérez
Castellanos (1776). En el período 1870-1930 se cultivaban diversas Moscateles
para vino (las hay de mesa para consumo fresco) como se citan en las encuestas de
la época, donde aparecen además las Malvasías: uvas aromáticas primas hermanas
de las moscateles.33 Estos vinos eran tan perfumados y florales que se asociaban a
dulzura, aunque el vino no tenga azúcar. Por ello, quizás, encontraron aceptación
y crearon una preferencia, que llega a nuestros días, siendo un estilo muy con-
sumido actualmente en la categoría «vino de mesa», nuestros rosados moscateles
dulces, quizá los que han cambiado menos con el paso del tiempo.
Desde los primeros vinos criollos, cuyo aspecto y sabor estamos recreando,
se han ido dando cambios por aportes de la tecnología y han hecho variar hacia
nuevos gustos. El vino «lija» de los orígenes, que raspaba con sus taninos ásperos,
dio lugar a otro que nos acaricia como una seda o nos envuelve como un tercio-
pelo. Sin embargo, permanece la voz «vino lija» incorporada al lenguaje propio
del vino uruguayo. Cambia el significado porque antes refería a un vino que
«raspaba», un perfil sensorial ordinario. Hoy con esa misma expresión designa a
vinos de inferior calidad, aunque ya no «raspen». Una expresión del gusto que
permanece, mantenida como expresión de la cultura popular del vino.
Otro sabor con historia es el del medio y medio. Este era la mezcla de tres
cuartas partes de vino blanco y un cuarto de espumante que se importaban de
Italia y mezclaba en el mostrador del café Roldós desde 1886. Desde 1924 se le
bebe acompañado por sándwiches que hicieron muy conocido al lugar, frecuen-
tado por empresarios, intelectuales y políticos entre los que se recuerdan José
Enrique Rodó, Juan Zorrilla de San Martín y Hugo Balzo... Fue a partir de 1939
—comenzada la segunda guerra mundial— que el «medio y medio» se empieza
a elaborar con vino nacional y perfil de vino espumoso.
El hábito de consumo montevideano, una cultura de ciudad puerto y cosmo-
polita, era de todos los tipos de vinos. En el medio rural el vino dejaba espacios
importantes a los aguardientes de caña de azúcar y otros destilados.
Si se observa la ubicación geográfica de introducción de la cepa Tannat
(norte del país) y Folle Noir (sur de país) y su dispersión posterior notaremos
el descenso del Tannat por el litoral oeste, con una escala en el viñedo Ilda
de la Agraciada en el 1899, en Colonia en el 1900 y de allí a Montevideo y
Canelones. Folle Noir, quiere ascender por el litoral pero no va más allá de
Colonia, como se aprecia en el mapa 1. Muchas pueden ser las causas34, pero, en
esta oportunidad, la dispersión se analiza desde el consumo y estilos.
Podría pensarse que en el sur estaba el mercado del vino más consolidado
y las preferencias eran para vinos bien coloreados: dos buenas causas. También
Tannat podría generar interés industrial en las bodegas del sur para dar más
41 «Ecos de la Exposición de París de 1878» en raru, Año viii, n.º 13; Montevideo, 15 de
julio de 1879, p. 275.
42 Revista de la Asociación Rural, Año xvii, n.º 3; Montevideo, 15 de febrero de 1888.
43 El viñedo Hilda estaba situado sobre el río Uruguay en la zona de la Agraciada y estaba cons-
tituido por 100 hectáreas de Cabernet Sauvignon, 63 de Cabernet Franc, 10 hectáreas de
Petit Verdot, otras 10 de Malbec y 2 de Harriague del Salto.
Marco jurídico
El motivo de este trabajo es la regulación jurídica entre los años
1870 y 1930, del sector vitivinícola, sector que tiene suma importancia econó-
mica y cultural en nuestro país.
La cultura del vino es ancestral, y si bien comparativamente el derecho
tardó mucho tiempo en entrar en este campo, en Uruguay podemos decir que
ya en los albores del siglo xx tuvimos la ley madre de la vitivinicultura, que es
la ley 2856 de 17 de julio de 1903.1
Por lo que el período, a que refiere este trabajo fue de mucha importancia
desde el punto de vista jurídico en tanto se intenta por primera vez una regu-
lación completa del sector.
Con el paso del tiempo, este texto normativo se ha visto desbordado por los
avances tecnológicos y si bien sus previsiones resultaron insuficientes a las nuevas
realidades, podemos decir que sigue siendo un cuerpo legal de referencia.
En efecto, por ley 2.856 de 17 de julio de 1903, se sanciona un cuerpo nor-
mativo que somete al contralor del Estado la producción de uva y elaboración
de vinos. De ahí que el Estado intervino en todo el proceso industrial, desde la
producción en adelante.
Tuvo la condición de legislación básica, que atribuyó al Estado la competen-
cia de planificación y contralor. Muchos de sus preceptos aún mantienen vigencia
El decreto de 24 de febrero de 1928, reglamentó en forma ordenada todos
los aspectos de la legislación en la materia.
Se regularon las actividades del sector, desde la recepción de la uva en
bodega, su industrialización, y hasta la circulación del vino.
De tal manera, que todo bodeguero debe justificar la procedencia de la uva,
objeto elaboración de vino, mediante certificados expedidos por los viticultores
y en caso contrario el vino obtenido se reputará artificial. Se reglamentó el trasla-
do del vino elaborado, los requisitos que deben cumplirse tanto por parte de las
empresas de transporte como de los comerciantes y detallistas de vinos.
De la ley citada puede inferirse como definición de vino natural, aquel
producto que provenga en forma exclusiva de la fermentación del mosto pro-
veniente del zumo de la uva fresca, (sin perjuicio de correcciones o cortes
autorizados) reputando artificial a todos aquellos que no estén comprendidos
en dicha definición.
Por tanto, ya desde la primera ley del sector, no hay otra materia prima
apta para la elaboración de vinos, que la uva fresca uruguaya. En consecuencia,
Ley 2.856
Artículo 1º. Créase un impuesto interno de consumo aplicable a los vinos,
que se abonará con arreglo a la siguiente escala:
1. Los vinos comunes importados cuya fuerza alcohólica determinada por
destilación y medida a la temperatura de 15 grados, sea superior a 14
grados, pagarán un centésimo por cada grado o fracción de grado de
exceso y por litro. Cuando estos vinos tengan más de 35 gramos por
mil de extracto seco reducido el azúcar reductor, pagarán además tres
milésimos por cada gramo o fracción de gramo de exceso y por litro.
2. Los vinos comunes importados, cuya fuerza alcohólica no sea superior
a 14 grados, quedan exentos del impuesto que se crea por esta ley,
siempre que la cantidad de extracto seco que posean no sea mayor de
28 gramos por mil, deducido el azúcar reductor.
Cuando dicho extracto exceda de esta cantidad, pagarán tres milésimos
por cada gramo o fracción de gramo de exceso y por litro.
3. Los vinos artificiales elaborados en el país, comprendiéndose en esta
denominación los que define el artículo 8º, pagarán siete centésimos
por litro.
4. Los vinos naturales elaborados en el país, quedan exentos de impuesto
interno de consumo.
Nota: Al Artículo 1º. Derogado. Actualmente rige la tasa de promoción y
control de calidad y circulación Artículo 149 Ley 15.903 de 10 de Noviembre
de 1987, en la redacción dada por el Artículo 48 de la Ley 16.002 de 25 de
Noviembre de 1988.
Artículo 2º. solo se consideran vinos naturales, a los efectos de lo dispuesto
en el inciso final del artículo anterior:
1. Los que sean el producto exclusivo de la fermentación del mosto, pro-
veniente del zumo de la uva fresca.
2. Los indicados en el inciso anterior, que hayan sido sometidos durante
la fermentación del mosto a alguno de los métodos de corrección deter-
minados por la enología con el exclusivo objeto de mejorar su calidad
defectuosa por condiciones especiales de la cosecha.
3. Los que resulten del corte de vinos puros nacionales entre sí, o con
vinos puros extranjeros.
Nota: Al Artículo 2º. Sobre correcciones debe estarse a lo que establecen
los arts. 26 a 35 del Decreto de 24 de Febrero de 1928, los arts. 6º y 7º del
Decreto n.º 637/89 de 28 de Diciembre de 1989 y la reglamentación interna
del Instituto Nacional de Vitivinicultura de 19 de Febrero de 1990, normas
que se publican en este texto.
1 La lectura dominante, que considera a la aru como una gremial exclusivamente ganadera
y representante de la clase dominante en Barrán-Nahum (1967, 1971, 1973, 1978). Una
visión más compleja y antitética a la anterior en Beretta Curi (2012).
2 Con esto no quiero considerar al Estado uruguayo como a un actor todopoderoso y consciente
de su predestinación para imponer un proyecto de dominación sobre la totalidad de las clases
sociales ni como el agente menos débil que interactuaba en una sociedad endeble. Sino
contextualizar el proceso histórico que produjo la afirmación de un sistema burocrático y de
sus rasgos específicos respecto a lo de otros países. Sobre el tema véase Dreyfus (2000).
4 Por ejemplo, a finales de 1904, la empresa Dickinson y Cía, propietaria del antiguo
establecimiento de Harriague, fue multada por haber elaborado unos 12.000 hectolitros
de vino artificial, cantidad correspondiente a tres cuartos del total de la producción
departamental de aquel año, El Imparcial, Salto, 1-12-1904.
5 Exactamente en 1877, 1885, 1890 y 1894, véase Ley 1331 del 16 de abril de 1877. Se crea
una Granja Escuela teórico práctica (rnld, 1873-1878: 569-570); Reglamento de la Escuela
Nacional de Toledo, 21 de noviembre de 1885 (rnld, 1885: 335) Escuela de Agricultura
y Cabaña Nacional. Su creación y reglamentación, 28 de junio de 1890, (rnld, 1890: 100-
101), Escuela de Agricultura. Creación, 10 de diciembre de 1894 (rnld, 1894: 434-440).
6 Si el «destino manifiesto» y la misma existencia del país se debía a la ganadería, no se comprende
el empeño de la gremial ruralista y del Estado en difundir los conocimientos agronómicos, en
diferenciar los cultivos, en invertir en capital humano.
11 Archivo Silvana Demicheli Bonilla (asdb), Eugène Risler al Excelentísimo Sr. Ministro de
Relaciones Exteriores Gualberto Méndez, París, 15-11-1879 y Juan José Díaz a Domingo
Ordoñana, París, 18-8-1881.
12 raru, 30-4-1886, n.º 8, Año xv, pp. 210-211.
13 Esto es lo que se desprende del archivo de la Granja Pons, Archivo Varela Zarranz – Granja
Pons (avzgp), Granja Pons. Libro Mayor, fs. 43, 85, 105, 127, 128, 129, 147.
14 avzgp, Diario dei lavori fatti presso i Sigg. Federico R. Vidiella & Diego Pons Suárez Toledo
Colon dal 19 Febbraio 1893.
15 Archivo Carlos Varzi (acv), Libro diario de la Granja Varzi 1887-1890, f. 88-91.
16 raru, 30-4-1892, Año xxi, n.º 8, pp. 183-184.
17 raru, 15-9-1888, n.º 17, Año xvii, pp. 452 y 15-2-1888, Año xvii, n.º 3, p. 60
respectivamente. No queda claro si Casamayou fuera un agrimensor que se especializó de
forma autodidacta o si realizó estudios de agronomía. Mientras para De Soto existen fuertes
sospechas de que su empleo estuvo insertado en un proceso planificado de migración, en el
cual el técnico español fue contratado por parientes residentes en Uruguay.
18 Si el «país modelo» soñado por el reformismo tenía que inspirarse en la evolución de países
«nuevos» exitosos, era consecuente contratar a técnicos alemanes —Alejandro Backhaus para
la Facultad de Agronomía— o estadounidenses —Daniel Salmón para la de Veterinaria —.
19 Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes (dscr), tomo cxciii, Montevideo, El
Siglo Ilustrado, 1909, Sesión del 11 de abril de 1908, pp. 487-491.
26 Ib.
27 Es decir, solamente seis años después de la primera ley contra los vinos artificiales promulgada
en Francia y mucho antes de una equivalente legislación en España, Italia y Argentina
(Lachiver, 1988: 438-442).
34 Conviene señalar que, así como los productores nacionales denunciaron como fraudulentos
los caldos importados, los vinicultores extranjeros que exportaban a Uruguay denunciaron
como artificial a toda la producción nacional.
35 Entre numerosos ejemplos, véase El Imparcial, Montevideo, 25-3-1925, Año i, n.º 204, p.1.
36 Los aciertos de Bértola sobre periodización y análisis de la evolución del sector industrial se
reflejan solo parcialmente en el examen de la vinicultura. Para sus estudios Bértola se basa
en una clasificación de la industria según su vinculación con el sector primario y el comercio
exportador y utiliza como fuente los Anuarios Estadísticos, que comenzaron su publicación
en 1872, por ende ocho años antes de la elaboración de la primera botella de vino en el país.
Para evitar distorsiones en el modelo algorítmico aplicado y para otorgar coherencia a las
tasas de crecimiento del «sector productor de bienes de consumo para el mercado interno a
partir de la elaboración de materia prima nacional», en el cual la vinicultura está incluida, el
autor se ve obligado a otorgar un valor al crecimiento del período 1872-1880, a pesar de
que en el país todavía no existía industria vinícola. Este artificio otorga coherencia al modelo,
pero lleva a que el incremento real del sector sea alterado.
37 Por ejemplo, una de las respuestas al estallido de la Primera Guerra Mundial desde el punto
de vista económico, fue la suba del impuesto interno a los vinos importados que superaban
los 12 grados (rnld, 1914: 458-459).
En Uruguay desde fines del siglo xix y comienzos del xx, los productores
vitivinícolas estaban expandiendo sus productos, sus extensiones dedicadas al
viñedo, experimentando ensayos y curas alternativas a las plagas, buscando re-
conocimientos y premiaciones que influyeran en la calidad de sus productos, en
pleno período de modernización del país.
El acercamiento a los índices de consumo de vino en la población nacional,
nos permite vincular los cambios referidos con las prácticas cotidianas. Como
adelanto, podemos decir que en el período investigado comienza a delinearse
—con resultados a largo plazo— una creciente demanda de vinos naturales y
con menor graduación alcohólica, vista fundamentalmente en el núcleo urbano
capitalino de Montevideo.
Las investigaciones llevadas adelante por la economista Belén Baptista1 so-
bre índices de consumo de vino nacional e importado entre 1892 y 1930, nos
ayudó a delimitar el campo. En ellas es posible identificar que, al inicio del
período, la población uruguaya consumía un promedio de 29 litros de vino por
habitante, del cual el 87% correspondía a vino importado y solamente un 13% a
vinos nacionales (1892: 2.700.000 litros. de producción nacional; 18.541.097
litros. de importado, que dan un total de 21.241.097 litros para una población
de 742.000 habitantes). A lo largo del período, la importación de vinos decae
constantemente, llegando en 1930 a un 2% su consumo (49.501.992 litros. de
producción nacional frente a 1.009.197 litros. de vinos importados para una
población de 1.727.000 habitantes). A su vez, la producción vitivinícola nacio-
nal comenzaba a dar sus frutos y se consumía preferentemente en el mercado
interno, sustituyendo así las importaciones. Es en el año 1916, que la relación
entre el consumo de vinos importados y nacional se invierte, y el porcentaje de
vinos nacionales que se consume pasa a ser de un 85%, mientras el importado
bajó a un 15%.2
Con las cifras que disponemos, se puede visualizar que el consumo así en-
tendido indica que la media de litros por persona no varió sustancialmente entre
1892 y 1920 (29 litros en el primer caso, 28 en el segundo) y, además, que las
1 Baptista, Belén, La temprana vitivinicultura en el Uruguay (1875/1930): algunos
indicadores de su desarrollo, Ponencia presentada al i Congreso de Historia de la Vitivinicultura
Uruguaya en el contexto regional (1870/1930) Montevideo, Setiembre 6/7 de 2001.
2 Ver un estudio más específico de este aspecto en Proyecciones y límites de los consumidores
de vinos en el Uruguay del Novecientos en Beretta Curi, Alcides (Ed). La vitivinicultura
Uruguaya en la Región (1870-2000). Una introducción a estudios y problemas. fhce-
udelar, csic, Montevideo, 2010. pp. 113 a 139.
10 Mundo Uruguayo. La cocina práctica. Manual útil y económico para la familia. Montevideo,
Imprenta El Telégrafo marítimo, 1913.
11 Ibídem, p. 12.
12 Pérez, María del Carmen. La cocinera Oriental. Imprenta Juan Dornaleche, Montevideo,
3era edición, 1912.
13 La cocinera oriental, p. 12.
16 Valeta, Antonio. Arte de comer y nutrición , Montevideo, Taller Gráfico Castro & cía., s/f., p. 33.
17 Ibídem p. 37.
18 Ibídem, p. 31.
19 Ibídem, p. 33.
25 Barrán, José Pedro. Medicina y sociedad en el Uruguay del Novecientos, o. cit, pp. 165-166
26 Ibídem. p. 168.
27 Rama, Carlos. «La cuestión social», o. cit., p. 63.
28 Barrán, José Pedro. Historia rural del Uruguay moderno. Vol. 4 «Historia social de la
revolución de 1897», Montevideo, ebo, 1973.
29 Rial, Juan. Situación de la vivienda de los sectores populares en Montevideo. 1889-1930,
Montevideo, Ciesu, 1982, p. 41. Cuaderno n.º. 44.
30 Barrán y Nahum. Medicina y sociedad en el Uruguay del Novecientos, o. cit. p. 138.
31 Ibídem p. 189.
32 Reyes Möller, Carlos «Del empaque y el desenfado corporal en el Novecientos» En Barrán,
José Pedro, Caetano, Gerardo, Porzecanski, Teresa. Historias de la Vida Privada. Vol. 2.
«El nacimiento de la intimidad 1870-1920», Montevideo, Taurus, 1996, p. 232.
33 Barrán, José Pedro. Medicina y sociedad en el Uruguay del Novecientos. Vol. 3. «La invención
del cuerpo», o. cit. pp. 257-285.
34 Vitale, Angélica. «Tradición y saberes en la cultura de la vid y el vino». Ponencia presentada
al ii Congreso de Historia Vitivinícola. Uruguay en el contexto regional (1870-1950),
Colonia, 13 y 14 de noviembre, 2003.
35 Zubillaga, Carlos Cultura popular en el Uruguay de entre siglos (1870-1910). Linardi y
Risso, Montevideo, 2011, p. 9
36 De Castro, Manuel, o. cit p. 135
Apoyando el codo
Otra vía de acceso a las prácticas de los sectores populares la buscamos
a través de rastrear los hábitos de consumo de bebidas fuera del hogar, ana-
lizando los lugares de expendio. En el primer tercio del siglo xx, la cantidad
de espacios públicos destinados a la venta de bebidas en Montevideo era muy
importante:
La asistencia a la taberna —costumbre muy hispana, por cierto— fue una
de las prácticas más comunes de la población montevideana. (...) Montevideo
tenía, hacia 1910, 2.450 mostradores autorizados a expender bebidas alco-
hólicas, cifra que no incluye la venta en los mercados —donde era permitido
despachar alcohol sin permiso municipal—, los despachos de bebidas fermen-
tadas improvisados en los parajes públicos (parques y plazas), los que fueron
prohibidos en 1920 y, lógicamente, los numerosos expendios clandestinos.
Aún así esta cantidad estaría indicando la existencia de un mostrador cada 127
habitantes, niños y abstemios incluidos. Según hicieron notar las autoridades
sanitarias de la época, en determinadas zonas de la ciudad podía calcularse en
65 el número de clientes que llegaban a sostener un expendio de bebidas.40
Las extensas jornadas laborales, las malas condiciones de vida, y la preca-
riedad de la misma llevaron posiblemente a muchos trabajadores a buscar un
lugar de encuentro y desahogo en estos espacios. Un informe de 1880 denuncia
la existencia de 469 conventillos en Montevideo, que alojaban 14.859 personas,
en su mayoría inmigrantes. La fundación de los nuevos barrios, facilitó a los in-
migrantes principalmente italianos y españoles,
que con sus pequeños ahorros pudieran adquirir solares para vivienda, a largos
plazos y bajísimas cuotas en aquellos barrios; en 1884 el porcentaje de mora-
dores en los conventillos montevideanos había descendido a la décima parte de
la población total del departamento.41
A pesar de las reglamentaciones tendientes a atenuar las condiciones deplo-
rables de vida de los conventillos, estos seguían hacinando familias enteras con
39 raru 15/Diciembre/1876 Montevideo, Año v, n.º 97, p. 408.
40 «La Tuberculosis», Año viii, n.º 8, Agosto 1910, p. 239, en Reyes Möller, Carlos «Del
empaque y el desenfado corporal en el novecientos», en Barran, José Pedro, Caetano,
Gerardo y Porzecanski, Teresa, Historias de la vida privada en el Uruguay. El nacimiento
de la intimidad 1870-1920, tomo 2, Taurus, 1996, p. 243.
41 Castellanos, Alfredo, «Montevideo en el siglo xix», Nuestra Tierra n.º 3, Montevideo,
1968, p. 30.
51 Ibídem p. 16.
52 Zubillaga, C. Cultura popular, o. cit. p. 214.
53 Entrevista realizada en 1996. Algunos fragmentos fueron publicados en Bouret, Daniela-
Martínez, Álvaro y Telias David. Entre la matzá y el mate. La inmigración judía al
Uruguay. Una historia en construcción, Montevideo, ebo, 1997.
54 Ricaldoni, Américo «Lesiones y enfermedades del hígado», citado por Dr. Joaquín de
Salterain El alcoholismo en el Uruguay. ¿Qué es lo que debe y puede hacerse en contra?.
Montevideo. Conferencia leída en La Lira el 22 de mayo de 1915 Imprenta El Siglo
Ilustrado, de Gregorio V. Mariño, 1916.
55 Flandrin, Jean-Louis. Historia de la alimentación, o.. cit., p. 11.
56 Sisa López, Emilio «Tiempo de ayer que fue»., o. cit., p. 60.
60 raru Cómo producir y vender mejor. Análisis de los vinos nacionales, n.º 20. Montevideo,
31 de octubre de 1897, p. 537.
61 Muchas veces quienes producían antes importaban, o necesitan insumos importados para
su producción. El tema de la adulteración de vinos es quizás la frontera donde estos dos
segmentos se enfrentan más.
62 Este tema merece una profundidad mayor que excede las páginas de este capítulo.
63 Por más información, ver Vidal Buzzi, Fernando. Los gustos cambian, Revista Cava Privada,
mayo 2003.
64 H. Gutiérrez, Leandro; Romero, Luis Alberto Sectores populares, cultura y política. Buenos
Aires en la entreguerra, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1995, p 38.
65 Revista «Unión de Viticultores y Bodegueros del Uruguay», Año iii, n.º 28, setiembre 1925,
Cómo degustarse el vino. Por Gustave Burger.
66 La información corresponde a un «levante» de la revista mensual del comité France Amerique
con estudios del ministro M. Julio Lefaivre sobre la caída de las exportaciones de vinos
franceses a América. Revista de Agricultura, Industria y Comercio n.º 200, 25 de abril de
1922, Buenos Aires, pp. 177, 178 y 179. Publicación del Centro Vitivinícola Nacional,
gentileza del Prof. Rodolfo Richard Jorba.
67 Ver Baptista, Belén La temprana vitivinicultura en el Uruguay (1875–1930): algunos
indicadores de su desarrollo. Primer Congreso de Historia de la Vitivinicultura, cd,
Montevideo 2001.
68 Revista de la Asociación Rural del Uruguay. Los vinos uruguayos y argentinos, Montevideo,
31 marzo 1897, p. 132.
69 Estos datos constituyen un cuadro de vinos nacionales e importados realizado por la Ec.
Belén Baptista, y algunas consideraciones sobre su uso se encuentran en Daniela Bouret,
«El vino en el Uruguay del Novecientos ¿salud o alcoholismo? Estrategias para promover
su consumo», en Actas del Primer Congreso de Historia de la Vitivinicultura, Montevideo,
2001.
70 Libro del centenario. Director P. López Campaña, 1925, Editores Agencia de Publicidad
Capurro y Co. Imprenta Latina, Editada con carácter oficial por decreto del Consejo
Nacional de Administración de 18 de abril de 1923, p. 182.
El vino en la boca
7 Ibídem , p. 31
8 Thompson, Edward Costumbres en común. Ed. Grijalbo. Barcelona, 1995, p. 26.
9 Toussaint Samart, Maguelonne. Historia natural y moral de los alimentos, Alianza editorial,
Madrid, 1991, tomo 1, p. 77.
10 Griggnon, 1980, citado en Cuche Denys. La noción de cultura en las ciencias sociales.
Ed. Claves - Problemas (París 1996). Traducción Paula Mahler, Ed. Nueva visión, 1999,
Argentina.
11 Montero Aguerre, Sonia. «Hacia una genealogía del gusto y de la transmisión de saberes
culinarios en una ciudad del norte de Chile», p. 263. En Seriolla, Carolina (comp.), Historia
y cultura de la alimentación en Chile, Catalonia, Santiago de Chile, 2010.
13 Safa Barraza, Patricia. El concepto de habitus de Pierre Bourdieu y el estudio de las culturas
populares en México. Ciesas Occidente, México, 2004, citando a Pierre Bourdieu (1988;
p. 383).
14 Flandrin, Jean-Louis. Historia de la alimentación: Por una ampliación de las perspectivas, p. 17.
15 Eder, Rita. «El público de arte en México: los espectadores de la exposición Hammer», en
Sunkel, Guillermo (Coordinador), Consumo cultural en América Latina, convenio Andrés
Bello, Santafé de Bogotá, Colombia, 1999, p. 223.
16 Altamirano, Carlos. Dir. Términos críticos de sociología de la cultura. Ed. Paidós, Argentina,
2002, p. 111.
17 Bruera Matías, Meditaciones sobre el gusto. Vino, alimentación y cultura. Ed. Paidós, Buenos
Aires., 2005.
18 Corbin, Alain. El perfume o el miasma. El olfato y lo imaginario social siglos xviii y xix.
Madrid, fce, 1987.
19 Por más información, ver «Unión de Viticultores y Bodegueros del Uruguay», Año iii, n.º 28,
setiembre 1925, Cómo degustarse el vino. Por Gustave Burger.
20 Pérez Delgado, Nancy (Enóloga) y Mazzucchelli, Isabel (Ing. Agrónoma). «Sentir el vino:
introducción a la degustación». Repartido del Club de Vinos Cava Privada, Montevideo, 2002.
21 Basado en investigaciones de Hugo Jesús Montenegro Ruiz.
22 «Unión de Viticultores y Bodegueros del Uruguay», Año iii, n.º 28, setiembre 1925, Cómo
degustarse el vino. sor Gustave Burger.
23 Morilla Critz, José (Universidad de Alcalá de Henares), Cambios en las preferencias de los
consumidores de vino y respuesta de los productores en los dos últimos siglos, en Carmona, J.,
Colome, J., Montojo, Pan Y Simpson, J. (editores), «Viñas, bodegas y mercados. El cambio
técnico en la vitivinicultura española, 1850–1936», Prensas Universitarias de Zaragoza,
Zaragoza, 2001.
3 Barlocco, Enrique «El Biógrafo», Montevideo, Imprenta La Uruguaya, 1926 pp. 9-10.
4 Saenz Royner, Eduardo. La prohibición norteamericana y el contrabando entre Cuba y los
Estados Unidos durante los años veinte y treinta. Red de Revistas Científicas de América
Latina y el Caribe, España y Portugal. Universidad Autónoma de México <http: //redlyc.
uamex.m>. Innovar, revista de ciencias administrativas y sociales. n.º 23, enero - junio de
2004, p. 147.
12 Revista Higiene y Salud. Revista científica y noticiosa. Órgano defensor de las instituciones
Higiene y Salud, Liga contra el Alcoholismo y Club de Balón. Comienza a surgir en
Montevideo por 1913. Es considerable también la profusa producción de Valeta al respecto.
13 Revista Higiene y Salud, Montevideo, 1921 n.º 96: 508
14 Ibídem
15 Revista Higiene y Salud, Montevideo,1921 n.º 95: 487).
16 Portantiero, J.C. Los usos de Gramsci. Ed. Folios, México, 1981.
El discurso médico
Un análisis del corpus discursivo de los médicos del Novecientos muestra
heterogeneidad a su interior. Algunos denunciaron vehemente de los efectos
nocivos del alcohol (donde estaba incluido expresamente el vino), mientras otros
propusieron un consumo moderado de algunas de estas bebidas, rescatando sus
beneficios —energético y alimenticio—, para la salud.
Al respecto, Barrán sostiene que en Uruguay
La «moralización de la medicina» apostaría a indagar cómo el saber médico
refleja el orden mental, social y cultural establecido. Y la «medicalización de la
moral» sería ver el punto de vista contrario: cómo el saber médico, particular-
mente ese culto a la salud y a la vida larga en el cual estamos todos inmersos,
influye decisivamente en las nuevas concepciones de la cultura, de la sociedad
y provoca entonces el nacimiento de una sociedad medicalizada, con tics que
derivan muchas veces de los propios exámenes médicos.25
26 Dr. Joaquín de Salterain El alcoholismo en el Uruguay. ¿Qué es lo que debe y puede hacerse
en contra? Montevideo. Conferencia leída en La Lira el 22 de mayo de 1915 Imprenta El
Siglo Ilustrado, de Gregorio V. Mariño, 1916, p. 11.
27 De Salterain, Joaquín, Contribución al estudio del alcoholismo en el Uruguay, Montevideo,
Imp. El Siglo Ilustrado 1917, p. 16.
28 Gran Almanaque de la Asociación Rural del Uruguay para 1884, Imprenta rural, 1883.
Compendio de Higiene, por el Dr. A. Pedro Hormaleche, De la Facultad de Montevideo.
Alimentos, pp. 226 - 227.
29 El Lazo Blanco, Año 3, marzo 1920, «Represión del alcoholismo. El mal». Por Atilio
Narancio, p. 7.
30 No vamos a referirnos aquí al discurso disciplinador del poder médico y los intentos de
homologar prácticas censurando y reglamentando lo que consideraban antihigiénico
o insalubre (alcohol, mate, tabaco). En esta línea, ver Barrán, Medicina y sociedad en el
Uruguay del Novecientos, T. 2, 1995.
31 Salterain, Dr. Joaquín de, El alcoholismo en el Uruguay. ¿Qué es lo que debe y puede hacerse
en contra?, o. cit., p. 11.
32 Salterain, Dr. Joaquín de. «Breves anotaciones sobre el alcoholismo en Uruguay». Trabajo
presentado ante el 2do Congreso de mutualidad y previsión social, celebrado en Río de
Janeiro en julio de 1923. En Revista Médica del Uruguay, Publicación mensual de la
sociedad de medicina de Montevideo, Agosto de 1923, p. 396.
33 Legnani, Mateo, Proyectos de Higiene. Prólogo del Dr. Baltasar Brum. Tomo ii, Claudio
García Ed., Montevideo, 1922, p. 90.
34 Etchepare, Bernardo. «La lucha contra el alcoholismo» en Revista Médica del Uruguay,
Publicación mensual de la sociedad de medicina de Montevideo, Año xv, n.º 1, Montevideo,
Enero 1912, p. 1.
35 Barran, José Pedro, La invención del cuerpo, o. cit. p. 186.
36 drae, 1992, p. 64.
37 Ibídem.
38 Bouchut E. y Depres, Armand. Diccionario de Medicina y de Terapéutica médica y quirúrgica.
Librería Editorial de Don Carlos Bailly-Bailliere. Madrid, 1889, p. 82.
39 Ethcepare, Bernardo «Rol de la mujer en la lucha contra el alcoholismo» en Revista Médica
del Uruguay, Publicación mensual de la sociedad de medicina de Montevideo, Año xvi, n.º 7,
Montevideo, Julio de 1913, p, 272.
40 Canzani, Alfredo. Conferencia radiotelefónica pronunciada por el Dr. Alfredo Canzan. Club
Juventud contra el alcoholismo. Talleres Gráficos Lacaño, 1927, p. 4.
41 Revista de la Asociación Rural (r.a.r.)., 15 de febrero de 1888, p. 91 Carta de Serafín Rivas
fechada en Mercedes el 9 de febrero de 1888 dirigida a Domingo Ordoñana.
42 Salterain, Joaquín de. «Sobre alcoholismo». Trabajo presentado al 1er Congreso Anti
alcohólico de Montevideo, abril 1918, Imprenta Nacional, 1918, p. 5.
43 Revista del Centro Farmacéutico Uruguayo, n.º 1, en Martínez Cherro, Luis «Por los tiempos
de Piria», Asociación de fomento y turismo de Piriápolis, Talleres Gráficos copygraf srl,
1990, p. 66.
44 Etchepare, Bernardo «Rol de la mujer en la lucha contra el alcoholismo», o. cit., p. 273.
45 pcmn, tomo iv; p. 77 Erasmo Arrarte : profilaxis de la tuberculosis en Uruguay. En Barran,
José Pedro. «Medicina y sociedad en el Uruguay del Novecientos», o. cit. p. 128.
46 En la actualidad se llama alcoholismo o el «síndrome de dependencia al alcohol» a una
enfermedad resultado de los «problemas recurrentes asociados al hecho de tomar alcohol»
(National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, 2003), y se caracteriza por un
deseo insaciable y compulsivo de beber alcohol, pérdida de control y dependencia física. El
alcoholismo, más que estar relacionado con el tipo de alcohol que se consume, el tiempo o la
cantidad, tiene que ver con la necesidad incontrolable de beber.
47 Galanti, A.N «De la cepa a la copa». Conferencia pronunciada en el Teatro Artigas bajo el
patrocinio de la Unión Industrial Uruguaya, Montevideo, 1929.
48 De Frutos, Estela y Beretta Curi, Alcides, Un siglo de tradición. Primera historia de uvas
y vinos del Uruguay, Fundación Bank Boston-Aguilar, Montevideo, 1999, p. 115.
49 Brignoli, Alberto. «Defensa social contra la tuberculosis» Trabajo presentado al Primer
Congreso Médico Nacional. Boletín de Asistencia Pública Nacional, Año vi, octubre 1916,
tomo 2, n.º 8, p. 275.
50 «Conclusiones de los Informes Oficiales. 1er. Congreso Médico Nacional». Patrocinado por
la Sociedad de Medicina. 9 al 16 de abril de 1916. Montevideo, El Siglo Ilustrado, 1916,
«Contribución a la higiene del habitante de Campaña», Mateo Legnani, p. 19, artículo 7.
51 «Sesiones de la Sociedad Uruguaya de Historia de la Medicina». Juan Ignacio Gil, Sandra
Burgues Roca, Fernando Mañé Garzón, editores. Vol xii, 1990. «El Doctor Mateo Legnani.
Modelo de médico rural, higienista y político», por Héctor Brazeiro Diez, p. 113.
52 Revista Higiene y Salud, Año ix, n.º 102, Junio 1922, p. 571. Por Dr. Argüelles.
53 Este estudio está dirigido por Federico Dajas en la división Neuroquímica del i.c.e.. Las
investigaciones partieron de la constatación empírica que las poblaciones mediterráneas
que incorporaron en su dieta el consumo de vinos tintos, presentan menor prevalencia en
enfermedades cardiovasculares a pesar de sus alimentos con alto contenido en grasa, hecho
que se denomina la «paradoja francesa». En Uruguay, las investigaciones dan cuenta que la
capacidad antioxidante de Tannat es mayor que la del vino Bordeaux francés y es equivalente a
5 vasos de exprimido fresco de naranja. Ver: <http: //iibce.edu.uy/neuroquimica/index.htm.>
54 Mostajo Baya, Mario. Aporte al estudio del alcoholismo y la alcoholemia. Tesis de prueba
para optar al título de Bioquímico Farmacéutico. Publicaciones de la Universidad de
Cochabamba, Imprenta Universitaria, Bolivia, 1948, p. 12.
55 Este repositorio de fuentes actualmente está extraviado en la Facultad de Medicina, a pesar de
los denodados esfuerzos por recuperarlos del equipo de investigación del Dpto de Historia de
la Medicina dirigido por el Dr. Mañé Garzón, a quienes les agradezco las facilidades otorgadas
para acceder a bibliografía, fuentes y la orientación brindada en estos temas.
56 Lamas, Edo. Informe en El Alcoholismo mental en el Uruguay. En Boletín del Consejo
Nacional de Higiene. Año iv, n.º 36, octubre de 1909, p. 520.
57 Rodríguez, Rafael Informe en El Alcoholismo mental en el Uruguay. En Boletín del Consejo
Nacional de Higiene. Año iv, n.º 36, octubre de 1909, p 529.
58 Almeida Pintos, Rodolfo Dr. «El bebedor conspira contra sí mismo, contra la familia, contra
la patria y contra la humanidad». liga nacional contra el alcoholismo, o. cit., p. 47.
59 Agradezco al Dr. Mañé Garzón los aportes al respecto. Sede del Sindicato Médico del
Uruguay, 4 de noviembre del 2003.
Alcoholismo y muerte
El alcoholismo puede terminar con la vida del enfermo por diversas formas.
El alcoholismo agudo y la cirrosis de hígado son las manifestaciones directa-
mente vinculadas a esta enfermedad; ambas llevan al enfermo a la muerte ya que
el alcohol es absorbido por el organismo humano (más o menos rápido según el
tipo de alimento previamente ingerido, la graduación de la bebida y la cantidad
ingerida), en un 20% es absorbido por el estómago y el 80% restante por el in-
testino delgado. El hígado oxida la mayor parte del alcohol absorbido (90%) y el
resto es eliminado por la orina, la piel, la saliva, leche materna, etc.64
En el Novecientos, la tuberculosis —principal causa de mortalidad— estaba
también ligada al alcoholismo. Incluso el origen de las Ligas Antialcohólicas está
en la Liga Antituberculosa, donde las cartillas repartidas para su conocimiento
62 Rodríguez, Rafael Informe en «El Alcoholismo mental en el Uruguay», o. cit., pp. 522 a 530.
63 Ibídem, p 530.
64 Arce, Ivonne Dra. Alcoholismo. Epidemiología y profilaxis, o. cit., p. 494.
Alcoholismo y locura
Alcoholismo y locura son vistos desde el discurso médico como un bino-
mio difícil de separar. Lo que ha variado es el mecanismo de identificación del
problema y los marcos comparativos hasta el presente. En el período estudiado,
los estudios sobre los enajenados por alcoholismo fueron los más demandados
desde el estado.
En un primer caso, la Comisión Nacional de Caridad y Beneficencia Pública
solicitó informes a los médicos responsables del Manicomio Nacional, que re-
lacionaban el alcoholismo con los problemas mentales. Según las declaraciones
del Dr. Eduardo Lamas,
la influencia del alcoholismo directa o indirectamente sobre los asilados es de
tal magnitud, que la considera la más perniciosa de cuantas causas provoquen
la locura, ejerciendo una influencia sobre el individuo y su descendencia desde
el punto de vista físico, intelectual y moral. El alcohol intoxicando la célula ce-
rebral, trastornándola en sus funciones y destruyéndola en su esencia, da lugar
a una serie de trastornos mentales cuyo término en la demencia. (...) La locura
alcohólica, siendo distinta de todas las otras formas de locuras, puede com-
plicarlas, enmascararlas, precipitar su aparición, acelerar su marcha, y por fin
ser el punto de partida de un delirio parcial con tendencia a la sistematización
o a la cronicidad. (...) En nuestro manicomio, en la sección a mi cargo, puede
considerarse un término medio de los alcoholistas entrados en el 20 al 25%.67
La respuesta es el informe del Dr. Etchepare durante más de diez años en
el Manicomio de la República, en el cual concluye que el 21.60% de las alinea-
ciones masculinas atendidas en dicho establecimiento son producto del alcoho-
lismo, mientras que en las mujeres el porcentaje es notoriamente más bajo, un
2.62%. Su informe da cuenta también de la imagen de «la» mujer uruguaya frente
al problema del alcoholismo:
no creo incurrir en error cuando afirmo que la mujer uruguaya es en este con-
cepto, la más pura de los países civilizados.68
67 El Dr. Eduardo Lamas era el médico encargado de la Sección «Hombres» del Manicomio Nacional.
Lamas, Edo. Informe en «El Alcoholismo mental en el Uruguay»., o. cit., pp. 519 a 521.
68 Etchepare, Bernardo «Rol de la mujer en la lucha contra el alcoholismo», o. cit., p. 280
69 Ibídem, p. 281.
70 Etchepare, Bernardo «El alcoholismo mental en el Uruguay», Boletín del Consejo Nacional de
Higiene. Anexo al n.º 35, Montevideo, 1909, p. 1
71 Ibídem p. 1.
72 Ibídem p. 4.
A mediados del siglo xx, el Dr. Juan C. Chans Caviglia se refirió a la asis-
tencia desarrollada por el Servicio Médico Social Anti Alcoholista desde los
Dispensarios de Higiene Mental desde 1942, que resulta útil como indicador
etáreo y motivacional.
77 Ibídem, p. 30.
78 Las cifras corresponden al Manicomio Nacional entre 1906 y 1913 y a la Colonia de
Alienados entre 1913 y 1920. Salterain, Joaquín de, «Breves anotaciones sobre el alcoholis-
mo en Uruguay», o. cit., p. 399.
Alcoholismo y criminalidad
El discurso médico interviene e interpreta los males del cuerpo, medicali-
zando y moralizando su accionar. Pero los cuerpos están en realidad «inmersos
en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él (...) lo marcan,
lo dominan (...) exigen de él unos signos».80 Cuando Michel Foucault propone
analizar los métodos punitivos más que como consecuencias de la aplicación del
derecho o indicadores de estudios sociales, como técnicas específicas de ejerci-
cio de poder, establece también que ese saber sobre los cuerpos y ese dominio
de sus fuerzas se realiza con una tecnología. Pero se trata de una tecnología
fragmentaria y difusa; es decir, una tecnología que no es posible localizar en un
tipo único de instituciones o aparato estatal, sino que se recurre a ella cuando es
necesario; el poder que se ejerce no es una propiedad sino una estrategia, unas
técnicas, es decir, «este poder se ejerce más que se posee».81
Y los médicos ejercieron ese poder. Influyeron en el sistema legislativo
proponiendo directamente proyectos de ley; en los sistemas de reclusión, pro-
porcionando estadísticas y proponiendo mecanismos de control como solución
al problema del alcoholismo; y en el cuerpo social vinculando la inclinación
del individuo alcohólico al crimen contra la propiedad privada, pública o el
individuo.
En este primer tercio del siglo xx se desarrolla la criminología y aparece el
del Boletín de Criminología y Ciencias Afines.82 En el primer número surge la
propuesta de creación de un Instituto de Criminología anexo a la Penitenciaría
Nacional y la clasificación de los
penados recluidos en el Establecimiento Penitenciario, según el Método
Criminológico del Profesor Ferri (modificado por J. M. Estapé) Profesor de
79 Chans Caviglia, Juan Dr. Asistencia Médico-social Antialcoholista. Liga Nacional contra el
Alcoholismo, «Congreso Internacional Contra el Alcoholismo», o. cit., p. 159.
80 Foucault, Michel «Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión». s xxi, Argentina, 1989, p. 32.
81 Ibídem, p. 33.
82 La publicación era dirigida por el Prof. Luis A. Barbagelata y corresponde al Instituto de
Estudios Superiores de Montevideo, presidido por el Ing. Eduardo García de Zúñiga.
Fuente: Elaboración propia sobre registros del Manicomio Nacional (1906 a 1913)
y de la Colonia de Alienados (1913 a 1920
Gráfica 1.
87 García Santos fue también Director del Manicomio Nacional, y su participación parlamentaria
corresponde a su diputación por el Dpto. de Treinta y Tres. García y Santos, Francisco «El
alcoholismo. Locura y criminalidad», Imprenta La Nación, Montevideo, 1899, p. 7.
88 Salterain, Joaquín de, «Breves anotaciones sobre el alcoholismo en Uruguay», o. cit. p. 398.
Un par de años más tarde, las Memorias de la Jefatura de Policía para el año
1922 relativizan esas percepciones porque brinda elementos que hacen posible
comparar en cifras quiénes cometieron delitos estando ebrios y quiénes lo hicie-
ron estando sobrios.
Cuadro 5. Memorias de la Policía de Montevideo 1919-1922
Tentativa de Tentativa de
Delitos Extorsión Estafa
Robo estafa
Dementes
Ebriedad manifiesta
Algo ebrios
Normales 10 1 56 26
Sin especificación 4
Apropiación Total
Delitos Usurpación Daños
Indebida general
Dementes 1 1
Ebriedad manifiesta 9 13
Algo ebrio 6 18
Normales 50 36 708
Sin especificación 9
89 Código Penal rou, Código Penal (Ley 9.155) Libro i, Parte general, Título i, art. 31 y 32.
90 Abella, José Dr. El factor alcoholismo en nuestra población carcelaria. liga nacional
contra el alcoholismo, o. cit., p. 333
91 Ibídem, p. 334.
92 Ibídem, p 335.
93 Ibídem, p. 336.
94 Ibídem, p. 339.
La promoción
El diverso universo de los discursos médicos, de alguna forma organizó al
sector vitivinícola a agudizar su posicionamiento para impulsar su industria de
varias formas:
a. mostrando los poderes tónicos de los vinos recurriendo a publicidades,
citas de hombres notables;
b. separando los efectos nocivos del alcoholismo en general de la práctica
higiénica de beber vinos naturales;
c. enseñando a degustar y vincular el placer de los sentidos con la bebida; y
d. incrementando las investigaciones sobre los beneficios en el organismo
de tomar vino moderadamente, intentando así influir directamente en
el consumo.95
Hubo dos modalidades de batallar contra esta «mala prensa»: una hacia el
exterior (publicidad positiva, referencias a médicos extranjeros, etc.); y otra ha-
cia el interior, con cursos prácticos de vinificación para intentar mejorar la ca-
lidad de los productos, y su difusión. Por eso, cada número de la Revista de la
Unión de Viticultores y Bodegueros incluía un recuadro que buscaba motivar al
empresario a mejorar:
Los vinos hay que conservarlos mayor tiempo en las bodegas. Lea y estudie los
medios de conseguir ese propósito. No dependa siempre de otros. Usted debe
saber lo que agrega a su vino, y si podrá conservarlo el tiempo que su clientela
le pida sin alteraciones perjudiciales.96
Estas alteraciones perjudiciales no eran otra cosa que el mal gusto y las con-
secuencias perjudiciales en el organismo de los consumidores.
La promoción del consumo de vinos fue dispersa, mal organizada y variable,
al menos hasta que se crea el Comité Pro Vino (1928). A partir de esta iniciati-
va, los esfuerzos en posicionar el vino en el mercado interno fueron más o menos
coordinados. La mirada sobre estos mensajes que se articulan desde la diferen-
cia, no elude la interrogante sobre si es posible tratarlos como un conjunto de
95 Ver al enólogo italiano A. N. Galanti defendiendo los poderes calóricos del vino natural (El
vino. La industria vitivinícola uruguaya. Estudio crítico ilustrado. Tip. Italia, Mendoza, 1918
o la conferencia en el Teatro Artigas bajo el patrocinio de la Unión Industrial Uruguaya:
De la cepa a la copa, Montevideo, 1929, donde se refiere concretamente a las diferencias
al interior del discurso médico. Según Galanti, el hecho de que unos lo proscriben y otros
los prescriben radicó en el desconocimiento de algunos de las propiedades que tiene el vino
como bebida natural.
96 ruvbu, n.º 24, Mayo de 1925, p. 6.
Las Revistas
Figura 5. Revista Higiene y Salud año 1922
Fuente: Revista Higiene y Salud, año ix, n.º 103, julio 1922.
100 Alvarez Ferretjans, Daniel. Desde la estrella del sur a internet. historia de la prensa en el
Uruguay, Ed. Fin de Siglo, Montevideo, 2008, p. 439.
101 Zum Felde, Alberto. Proceso intelectual del Uruguay. tomo 1. Del coloniaje al romanticismo,
Ed. del Nuevo Mundo, Montevideo, 1967 p. 112.
102 raru, Montevideo, 15 de marzo de 1880, Año ix, n.º 5, p. 68.
107 «Unión de Viticultores y Bodegueros del Uruguay», Año iii, n.º 28, setiembre 1925, Cómo
degustarse el vino por Gustave Burger.
En una primera época, La Página Blanca fue un suelto dentro del periódico
La Razón, hasta que se constituyó como un órgano independiente de propagan-
da de la Liga Contra el Alcoholismo. Dirigido por Margarita de la Sierra, salía
quincenalmente con una suscripción mensual a $ 0, 30. Inmediatamente funda-
da esta Liga, Delia Castellanos de Etchepare comentó el evento:
La nobilísima idea ha sido acogida con todo el entusiasmo que merece (...) y en
esa lucha cábele a la mujer desempeñar un rol importantísimo, colaborando
eficazmente par derrotar al terrible flagelo que azota a la humanidad.
Entre los pasos propuestos, se encontraban las conferencias, propagandas
en escuelas, realización de folletos y «la prescripción absoluta en todos los hoga-
res ricos y pobres de toda clase de bebidas alcohólicas, sustituyéndolas por agua
pura (...)».108
Bajo el lema Luchar sin tregua, triunfar sin alarde, se congregaban los más
destacados médicos, políticos y empresarios del Uruguay.109
Baltasar Brum, Alejo Rosell y Rius, Ramón P. Díaz, Luis Alberto de Herrera, Pedro Díaz,
Francisco García y Santos, Dr. J. José de Amézaga, Enrique Pouey, Joaquín Sánchez, Claudio
Williman, Enrique Figari, José Scosería, Juan Morelli, Carlos Nery, Elías Regules, Jaime
Gianetto, Bernardo Etchepare, Mariano Pereira Nuñez, Abel J. Pérez, Julio Etchepare, Luis
Morquio, E. Quintela, Augusto Turenne, Eugenio Petit, Pedro Manini Ríos, P. Ricci,
Manuel Senra, Domingo Pittamiglio, José Brito Forestti, Domingo Arena, Emilio Frugoni,
Miguel Becerro de Bengoa, F. Caronell, Antonio Valeta, Isidoro de María... Y la Comisión
de Damas estaba constituida en su mayoría, por sus señoras esposas: Presidenta: B. Muñoz
de De María; Vicepresidente: Catita C. de Quintela; Tesorera: María de H. de De Salterain;
Secretaria: Margarita S. de Sánchez; Pro Secretaria: Srta Isabel Gonzalez Vazquez.
Delegada de la Organización Mundial y Presidenta Honoraria del Uruguay: Srta. Hardyniak
Norvill. Representante de la Organización Mundial en el Uruguay: Sra CC de Van Domselaa
Vocales: C. M de Williman, MC de Figari, P. De H. De Arteaga, E. P. De Turenne, M. M
de Petit, G. G de Viana, S. S. De Scosería, Dra. Paulina Luisi, M. De Brito Foresti, C L de
Senra; D. de Williman, E. S de Pittamiglio, A. M. de Monteverde, C. A. de Amézaga...
114 Tavin, K. y Anderson, D. (2003). «Teaching (popular) visual culture: deconstructing disney
in the elementary art classroom» citado en Hernández, f. Mapping visual cultural narratives
to explore adolescents’ identities, 2004 (versión digital).
Agradecemos a Mariana Zúñiga la colaboración en la traducción libre de este texto.
«El conocimiento de nosotros mismos y del mundo es construido, en parte, a través de
formas particulares de la cultura visual popular, desde animaciones hasta programas de
televisión. Estas representaciones son textos ideológicos que proveen placer, información
comunicacional, influencian el consumo, y arbitran relaciones de poder. Estos textos juegan
un rol significativo en el entorno simbólico y material de la sociedad contemporánea dando
forma y generalmente limitando percepciones de la realidad, así como construyendo una
visión del mundo».
115 Mirzoeff, Nicholas What is visual culture? En Mirzoeff, Nicholas (Ed.) The visual culture
reader Nueva York: Routledge, 1998 pp. 3. (Traducción de los autores).
119 Fernández Polanco, Aurora Formas de mirar en el arte actual Madrid: Edilupa, 2.000, p. 70.
120 Sontag, Susan Sobre la fotografía Buenos Aires: Alfaguara, 2006 pp. 40.
125 Hamilton, Peter «Representing the social France and frenchness in post-war humanist
photography» en Hall, Stuart Representation: cultural representations and signifying practices
Londres: Sage Publications Ltd, 1997 p. 119 (traducción libre de los autores).
Fuente: G. Apollinaire
Figura 9
Figura 16
1 Juan Antonio Oddone, «La inmigración y la formación del Uruguay moderno», en Tribuna
Universitaria, n.º 8, Montevideo, setiembre 1959.
2 Antonio Praderio, Prólogo a Obra completa, de Bartolomé Hidalgo. Montevideo, Biblioteca
Artigas, Colección de Clásicos Uruguayos, volumen 170, 1986, pp. vii-lxxx.
6 «¡Si estos gringos!», José Alonso y Trelles, en Paja brava. Montevideo, Biblioteca Artigas,
Colección de Clásicos Uruguayos, volumen 13, 1954, pp. 22-24. [1916].
7 «Identidad inmigratoria: los gallegos y la literatura gauchesca en el Uruguay de la modernización»,
Carlos Zubillaga, en Anuario del Centro de Estudios Gallegos. Montevideo, Universidad de la
República, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, 1998, p. 196.
8 Prólogo a Poesía gauchesca. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1977, p. xlii y ss. (Selección,
notas y cronología de Jorge B. Rivera).
9 «Una empresa cultural: los libros baratos», Luis Alberto Romero, en Sectores populares,
cultura y política. Buenos Aires en la entreguerra, Leandro H. Gutiérrez-Luis Alberto
Romero. Buenos Aires, Sudamericana, 1995, p. 61.
10 «El marxismo y la literatura», Edmund Wilson en Literatura y sociedad. Buenos Aires, Sur,
1957, p. 152. (Traducción de Héctor Vaccaro) [1948].
11 Cuadros criollos y Escenas de la dictadura de Latorre, Domingo Arena. Montevideo, Claudio
García, 1939.
12 «Ellos y nosotros», Elías Regules, en Versos criollos. Montevideo, Biblioteca Artigas,
Colección de Clásicos Uruguayos, volumen 57, 1965, pp. 166-170. (Recopilación y prólogo
de Lauro Ayestarán). [5 de abril de 1895].
13 Cit. por Ángel Rama en Los gauchipolíticos rioplatenses. Literatura y sociedad. Buenos Aires,
Calicanto, 1976, p. 177.
14 «América», Fernán Silva Valdés, de Poemas gringos [1929], en Antología poética, 1920-
1955. Buenos Aires, Editorial Losada, 1961 (2ª ed.), pp. 198-199.
15 «Incursión por la literatura negra», Juan José Morosoli, en Obras de Morosoli. vi. Ensayo y
Teatro inéditos. Montevideo, Banda Oriental-Universidad de la República, 1999. Investigación
de María G. Núñez y Luis Volonté. Dirección de Pablo Rocca, p. 46.
16 «Los sin patria», Adolfo Montiel Ballesteros, en Selección de cuentos. Montevideo. Biblioteca
Artigas, Colección de Clásicos Uruguayos, volumen 138, 1970, pp. 18-33. (Selección y pró-
logo de Domingo L. Bordoli). [1922].
18 El Gaucho Florido. La novela de la estancia cimarrona y del gaucho crudo, Carlos Reyles.
Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1953 (5ª ed.), p. 33. [1932].
19 «Un gaucho de la guardia del monte contesta al Manifiesto de Fernando vii y saluda al Conde
de Casa Flores con el siguiente cielito, escrito en su idioma», Bartolomé Hidalgo, en Obra
Completa, o. cit., p. 91.
20 Dos informes acerca de la República Oriental del Uruguay en 1834 y 1835, publicados por
Alfredo D. Castellanos, Apartado de la Revista Histórica, Montevideo, Tomo xxviii, 1958, p. 34.
26 «Rancore creolo», Luigi Bona, en I racconti dell’ombu. Montevideo, Ed. Río de la Plata,
1960. Introduzione de Guido Zannier, p. 40.
27 «Don Benedetto estaba solo», Eliseo Salvador Porta, en De aquel pueblo y sus aledaños.
Montevideo, Letras, 1951, p. 9.
28 Con la raíz al sol, Eliseo Salvador Porta. Montevideo, Asir, 1953, p. 24. Prólogo de
Domingo Luis Bordoli.
Archivos
Archivo de la Asociación Rural del Uruguay (aaru).
Archivo Jorge Vidiella (ajv)
Archivo Carlos Varzi (acv)
Archivo Silvana Demicheli Bonilla (asdb)
Archivo Varela Zarranz – Granja Pons (avzgp)
Revistas
«Mundo Uruguayo», Montevideo, varios años
«Unión de Viticultores y Bodegueros del Uruguay», varios años,
Banco de Seguros del Estado (BSE), Almanaque del Labrador, Montevideo (varios años).
Instituto Agrícola Catalán de San Isidro Revista de Agricultura Práctica Barcelona, 1860/73:
6 tomos.
Revista de la Asociación Rural del Uruguay, (raru), Montevideo, varios años.
La Pagina Blanca
Revista Higiene y Salud. Revista científica y noticiosa. Órgano defensor de las instituciones
Higiene y Salud, Liga contra el Alcoholismo y Club de Balón.
Diarios y periódicos
La Idea, Salto (varios años).
La Ilustración del Plata, Montevideo (varios años).
La Prensa. Salto.
Revista de la Asociación Rural del Uruguay, Montevideo (raru) (varios años).
Almanaques
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