Frigerio
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Conferencia de clausura: 1
Presentación
Carlos Sánchez-Valverde
R ES es una publicación digital editada por el Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores
Sociales (CGCEES). La Revista RES forma parte del proyecto EDUSO y se integra en el Portal de la Educación Social,
http://www.eduso.net/res. Correo electrónico: res@eduso.net. ISSN: 1698-9097.
Graciela Frigerio es una educadora. Una educadora que lleva años compartiendo sus
inquietudes y sus reflexiones, tanto en el ámbito de la educación formal como de la
educación popular o de la educación social. Ella ha dirigido el Centro de Estudios
Multidisciplinares, lo que ya marca un poco su línea y su forma de entender la relación 2
entre todo lo social y a la vez también tiene compromisos en el ámbito universitario
dirigiendo un doctorado sobre Estudios en Educación.
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Conferencia:
Graciela Frigerio 3
¡Buenos día a todos y a todas!. Muchísimas gracias por ofrecerme este espacio y este
tiempo, este lugar entre ustedes.
Agradecimiento.
Quiero agradecerles el haber podido escuchar y comprender a lo largo de estos dos días
y medio que ya parecen larguísimos (ayer decía en la cena que tenía la sensación de
estar acá desde hace tanto... y eso que llegué cuando esto empezó y me voy hoy a la
tarde). A lo largo de estos días no he podido sino dejarme afectar y alterar por lo que he
escuchado, lo que he visto... y no sólo acá en los ámbitos oficiales, sino en los
intersticios del congreso, en esas conversaciones alrededor de un café, o compartiendo
un vino, o cayéndonos de sueño..., y sin embargo, insistiendo en discutir, una y otra vez,
en discutir.
Venir después.
Venir después es una cuestión interesante para pensar, lo que mucho en este Congreso
tuvo que ver, con recuerdos de historias, consecuciones, con restos simbólicos de otros
tiempos, con palabras que venían de otros. Con lo que uno viene después de lo que
acaba de escuchar, de lo que ya fue dicho, que vuelve a poner en movimiento las ideas.
Hay un artículo de Freud, muy interesante, donde dice el problema es que uno tiene que
aceptar que siempre llega a la mitad de la pieza. Que nunca va a saber todo acerca del
comienzo y que no podrá decidirlo todo acerca del final, la pieza es siempre una pieza 4
colectiva. Pero venir después significa también admitir muchas filiaciones simbólicas
que imagino irán apareciendo a través de lo que intentaré compartir con ustedes.
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Ustedes discúlpenme, no creo tener la verdad. No quiero que ustedes estén de acuerdo
conmigo, pero no puedo ser más que vehemente en aquello que creo. Pero no cofundan
mi vehemencia con convicción de verdad. Todo lo que digo, es discutible.
5
A veces parece que estos tiempos apuntan a consolidar una fingida neutralidad. Una
neutralidad que serviría de coartada para no considerar el carácter político, que se
registra de dos modos: lo socialmente observable y parcialmente objetivable y lo
subjetivamente instituido. Si hay educación, hay efectos. Y fíjense que utilizo a
propósito el concepto de efectos y no el de resultados. La educación produce efectos,
deja unas trazas, hace huella, nos marca, nos deja una marca en el orillo (borde,
dobladillo). Pero estos efectos (no uso el concepto de resultados porque no lo entiendo y
creo que es muy limitado), los efectos de los gestos políticos de educar, tienen unas
características muy particulares que los hacen inasibles en el momento en el que la
relación pedagógica se pone en juego. Son diferidos, aparecerán más tarde. Son
desplazados. Se pondrán en juego con otros sujetos. Y son deslocalizados. Los veremos
en otros territorios. Cuando ustedes dicen ciudadanía, cuando piensan en sociedad, en
futuro, es algo que excede esta actualidad que nos reúne. Es algo que no podremos
aprehender ni medir, mucho menos medir, en la actualidad.
Si hay encuentro, y entiendo que aquí lo ha habido, podemos decir que todo encuentro
como éste, provocado a los fines de reflexionar juntos, abre a encadenamientos
múltiples, produce efectos previsibles y también efectos inesperados. A propósito de
este encuentro quisiera retomar algunas de las cosas que sucedieron, a medida que la
organización nos iba proponiendo y que fueron pasando.
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Máximo (Sayago) dijo: "hay que hacer cosas juntos". Hacer cosas juntos, obvio, Por qué
será que esto que es tan obvio resulta tan difícil. Estamos todo el tiempo sabiendo que
hay que hacer cosas juntos, y todo el tiempo tenemos un obstáculo para juntarnos. No sé
si logro ser clara... ¿por qué? ¿qué se jugará en el obstáculo para trabajar juntos cuando
sabemos que no hay posibilidad, no sólo de futuro en el sentido cronológico de un
tiempo, sino de porvenir, en el sentido de hacer presente a un ausente, a menos que
podamos desarrollar acciones que tiene que ver con la colaboración? Con ciertas 6
Iba recogiendo y pensaba: ¡está buenísimo este comienzo! Y llegó Ana (Iglesias) y dijo
"henos aquí puestos a pensar". Me dije: ¡eso es perfecto!
Disculpen porque no voy a poder hablar de todo lo que escuché, pero sí que quiero
tomar aquellos puntos en los que hay sintonía con lo que escuché. Porque cuando Ana
enuncia "pensar", yo quise escucharlo donde me pareció que ella lo enunciaba. Pensar
no es cualquier verbo.
Pensar.
Pensar no es juntar unas ideas, unas palabras, unas frases... La filosofía fue clara al
respecto: "pensar es algo que uno lleva a cabo si, y sólo si, se anima a enfrentarse con el
cerco cognitivo del que somos prisioneros". Pensar es algo que uno hace si, y sólo si,
discute los paradigmas que nos resultan tan cobijantes, tan confortables y nos vuelven
terriblemente, siniestramente, conformistas. Pensé: "¡si empezamos a pensar
buenísimo!". E inmediatamente no pude sino relacionar la peor de las hipótesis que
tengo para compartir con ustedes, o una expresión, una vertiente de la peor hipótesis. Es
una hipótesis que hago acompañada de un maestro del pensar (un maestro no es alguien
necesariamente que tenga presencia enfrente de nosotros y que recuerde nuestros
nombres; un maestro puede ser alguien que nunca pasó lista porque no estuvimos nunca
en su lista).
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piensa. Y uno puede decir que jamás ha pensado así, de esa manera. Entonces Enriquez
nos tranquiliza y nos dice: pensar no es algo que uno pueda exigirle al sujeto singular.
Pero saben qué, se lo pueden pedir a las ciencias humanas. Que salgan de sus capillas
tranquilizadoras. Que se animen a hacer preguntas sin respuesta.
Y digo esto asociándolo también a algo que vertebró, que acompañó, que fue en
paralelo en este encuentro, que es el tema de la investigación. Investigar es una cosa 7
seria. Investigar implica hacerse hipótesis. Y una hipótesis sólo es una hipótesis si lo es
a contramano, a contrapelo. Una hipótesis es aquello que tiene que subvertir el modo en
el que estoy descodificando el mundo para poder tener acceso a una comprensión
distinta del mundo.
Disenso.
"Más disenso que consenso", añadía Ana (Iglesias). ¡Qué alivio!. Porque para mí hay en
la historia terribles hacedores de consensos. Qué sé yo: Stalin, Hitler, Mussolini,
Franco...; siguen las firmas, que dirían los chicos. No se trata del consenso que implica
la renuncia a la diferencia. En Educación se trata de garantizar la polifonía. Y de ver qué
hacemos con todas las diferencias sin intentar borrarlas.
Después vino la palabra "derecho" a la educación. Otra excelente palabra, pero para
nosotros es como una bofetada: no puedo decirle a un niño, a un chaval que dirían
ustedes, que tiene derecho a la educación y convencerlo de que su derecho a la
educación es estar obligado a estar encerrado en ciertas instituciones sometido a la
escalada de la insignificancia. Eso no es un derecho, no puede serlo.
Los ruidos.
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Los normóticos.
Me dije: "no podemos cambiar las cosas dentro de ciertos parámetros o de ciertos
sentidos que adjudicamos a ciertas palabras". No podemos desprendernos de las
palabras. Pero algunas palabras se nos han vuelto cárceles. A ver: ¿Podemos cambiar si
mantenemos el concepto de adaptación?, tal y como es entendido. No, la educación no
es adaptativa. No habría entonces más que la repetición, la reproducción que apuntará a 8
lo adaptativo. Tampoco se trata de hacer inadaptados. El otro día leía a un psicoanalista
inglés que me impresionó: Christopher Bollas, que dice que ahora aparecería una
afección, una patología nueva: la de los normóticos. Y quiénes serían los normóticos:
los que tienen una anormal preocupación por parecer normales. Por no hacer ruido, no
hacer ola, ser políticamente correctos, pedagógicamente correctos, sociológicamente,
correctos... Y no se trata de ser tan correctos si lo que uno quiere es educar. Por lo
menos para mí. Entonces me dije: tenemos un vocabulario. Y en él aparecen cosas, con
muchas de las cuales me identifico y si ustedes me permiten que también retomo y
discuto, muchas cosas que se fueron diciendo después.
Sobre todo en esta Mesa en el espacio anterior: Daniel (Rubio) y Rafael (López
Zaguirre). Este Congreso, no podía ser de otro modo para mí, porque ese es el valor
agregado del congreso, pone en evidencia tensiones y contradicciones a las que hay que
darles el espacio y el tiempo para pensar. Es decir: la cierta osadía de una confianza
entre nosotros. Ustedes me dicen: ¿de qué se trata educar? ¿o ser educador social, o
pedagogo social? (ya sé que ahí hay una galleta teórica y después, si quieren discuto la
noción de teoría).
Hay una tensión por la que nosotros no deberíamos esperar que algo cambie dentro de
algo que tiende a perpetuarse sin modificarlo. Hay como una ilusión... Yo lamento
carecer de la magia de conservarlas. Hay una apuesta genérica (y cuando digo genérica,
quiero pedir disculpas porque en todo genérico hay matices. Es como decir: todo
gobierno es una porquería, todo ocupante del estado es un ladrón... Pero hay algunos
ocupantes que no lo son y otros que sí, que merecerían ir a la cárcel.
Quería decir, ¿a qué debemos aspirar?, ¿a ser reconocidos por aquello que queremos
desalojar?. Queremos entrar en algunas Universidades condicionadas, como diría
(Jacques) Derrida, cuando pensar en la Universidad por principio debería ser sin
condicionamientos. ¿Deberíamos esperar a entrar allí en Cuadros de Honor, cuando lo
que tocaría es deshacerla en pedacitos?; ¿deberíamos esperar ser el mejor alumno de
PISA, en lugar de denunciar el nuevo orden internacional evaluador que opera de
veredicto para las poblaciones con las que trabajamos?.¿Deberíamos seguir insistiendo
en que la educación es el modo de garantizar la movilidad social ascendente, o
denunciar el carácter injusto de la reproducción de las clases sociales?.
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Me parece que hay una diferencia, una gran diferencia en la posición que tengamos. No
podemos seguir haciendo lo mismo si queremos cambiar las cosas. Y no podemos
seguir usando las mismas palabras sin someterlas, por lo menos, a una consideración
crítica. Porque las palabras, en sí, no son buenas o malas, aunque muchas de ellas se nos
hayan pervertido.
La evaluación. 9
El oficio de educar.
Daniel (Rubio) dijo algunas cosas muy interesantes, porque instaló... (me gustó
escucharlo así y ustedes disculpen el ejercicio de traducción que me obliga a usar la
misma lengua y escuchar distintas cosas), unos deseos, unos deseos muy compartibles
para lo que ustedes llaman la profesión y yo insisto en subrayar oficio. No porque
reniegue del carácter profesional que debemos reivindicar, sólo que si una profesión
deja de ser un oficio, murió. Acabamos de esterilizarla. En nuestra profesión ejercemos
el oficio de educar. Ustedes saben cómo se hace eso mejor que nadie: día tras día, caso a
caso, vez por vez. Es un trabajo artesanal. Si quieren, es un arte. El viejo arte de crear
con otros.
Denunciar y proponer.
Me identifiqué totalmente con algo que con muchos de ustedes, comités, etc., estuvimos
charlando por las noches: ¡No alcanza (basta) con denunciar!. Y por supuesto, no se
trata, solamente, de sostener la queja. Hay que poder proponer. Cuando decimos que
"educar es también inaugurar", después y a la vez que es "resistirse a interrumpir".
Dicho así, a pesar de lo vapuleado que ha sido el verbo resistir: resulta que si uno se
resiste a algo, es una tarado que no se da cuenta del supuesto progreso; pero todos
sabemos, y ustedes más que nadie, que ha habido resistencias legítimas, dignas, a las
que hay que rendirles homenaje. El sujeto no se resiste necesariamente porque es idiota.
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Educar es interrumpir.
Como vengo después, traje algunas expresiones de otros, que me gusta compartir
porque tampoco creo haber inventado las palabras, ni cosa que se la parezca. Me gusta
rendir mis homenajes. A los maestros emancipadores y a los que han sido mis propios
maestros y me han permitido unas hipótesis osadas después de haber estado en
interlocución con ellos. Si leo a Jean-Luc Nancy, un filósofo contemporáneo, quiero
hacer aquí una aclaración: parte del problema que tenemos, aquello que deberíamos
problematizar, es lo fuertemente actuales que somos y lo poco contemporáneos que
estamos siendo. Ser actual implica deslumbramiento. Yo tengo que resistirme a la
actualidad de ese foco, porque brilla, está allí en el firmamento y me enceguece. Una
cosa es ser actual, nadie puede estar totalmente afuera de la actualidad, dice Giorgio
Agamben, pero otra cosa es ser contemporáneo. Ser contemporáneo implica meterse
con lo tenebroso de su tiempo. Y sentirse concernido. Sentir que me afecta, que me
concierne, aunque yo no conozca a todos los sujetos sometidos a las tinieblas, a las
oscuridades, de los pretenciosos, de los prebendarios, de los acopiadores. Volviendo a
Nancy, dice todo ocurre como si el mundo estuviera atravesado por una pulsión de
muerte que pronto no le va a quedar nada más a destruir que el mundo en sí. Tenemos
un reto. Nos han retado en los dos sentidos: "regañado" (pero ¿cómo hemos dejado que
el mundo se vuelva esto? y ahí hay una pregunta ¿qué hemos tenido que ver nosotros
con algo de lo que acontece?); y a la vez un reto, en el sentido de un "desafío".
Leo a un psicoanalista, que por cierto si lo conocieran muchos de ustedes los sentirían
con mucha afinidad, como Roland Gorí que dice: la manera como una cultura recibe y
trata la vulnerabilidad, condiciona las formas del lazo social, las del saber y las
relaciones con él. Y no entiende la vulnerabilidad como "esos de los vulnerables"; para
él la vulnerabilidad es el signo de la humanidad en el hombre.
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Y si nos vamos a un teórico del derecho, como Pierre Legendre, también antropólogo,
nos dirá: no basta con producir la carne humana para que ella viva, al hombre le hace
falta una razón para vivir.
Y si nos fuéramos a Jacques Hassoun, que seguramente todos ustedes conocen, nos
agregará: transmitir la vida no se remite, no se reduce a una simple manipulación
biológica, sino a un conjunto de operaciones que ponen ante todo en juego, los hechos 11
de la cultura.
Ahí estamos, teniendo que ver qué hacemos con nuestros oficios, ¿Qué hacemos con
estos, nuestros oficios, pregunta que tiene que ver con hacerse cargo de lo que
(Cornelius) Castoriadis nos indicaba: nos ha resultado tan cómodo colocar afuera la
responsabilidad de lo que pasaba. Finalmente se sufre pero no nos pone en juego, no
nos pone en jaque decir que la culpa es de las instituciones. Castoriadis nos recordará
también que las instituciones somos nosotros. Este sopapo es un reto, porque si después
de todo, la institución somos nosotros, algo podemos hacer en ella. Podemos trabajar
juntos. Y pensarlas. Y pensarnos.
La teoría.
A ver, una teoría jamás fue eso. Eso es lo que algunos hombres pueden hacer de las
teorías. Las teorías, si uno sigue, se inscribe o se filia, o sintoniza o simpatiza, con
algunas posiciones, no son otra cosa que una ficción epocal. Una manera de ver, una
visión. Y digo epocal porque las teorías surgen en unos tiempos que les abren sus
posibilidades, pero también las acotan. La teorías expresan lo pensable de un tiempo.
No son reinas, no son emperadoras, no son dictadoras..., salvo que las pongamos en ese
lugar. Y saben qué: en educación las hemos puesto ahí.
En algo que también se deslizó por acá, y no lo digo porque ustedes se adhieran sino
porque aparece, en esa idea de que una teoría está para ser aplicada. ¿Desde cuándo una
teoría está para ser aplicada? ¿Quién inventó semejante patraña?.
Una teoría no es aquello que está para ser aplicado, sino aquello que está para ser
conmovido por lo que acontece. Esas teorías que buscan la aplicación, hay que
abandonarlas, porque están hechas por hombres que quieren poner su nombre y ser
honrados por esas teorías.
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Una teoría es un modo de decodificar, una manera de poner palabras allí donde las
palabras faltan. Y sin palabras, los humanos estamos fritos. Necesitamos las palabras,
necesitamos los conceptos. Pero no cristalizados, no atrapantes, no enceguecedores...,
sino los conceptos para volver a hacer pensables lo que acontece.
La experiencia.
12
Entonces, para mí, esa diferencia entre teoría y práctica (se) termina en lo que ustedes
pusieron en el título (del congreso), termina en la noción de experiencia. A condición de
no confundir experiencia con actividad. Una experiencia, y ustedes tienen a Jorge
Larrosa que lo dice bellamente, pertinentemente y poéticamente, una experiencia es
algo que a uno le modifica la consciencia. Y si no, no hay experiencia.
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Eso es una experiencia. Haberse dado cuenta de que "lo universal carece de 13
neutralidad".
Sé que tengo que terminar y está bien que así sea y que queden cosas pendientes que
ustedes llenen, completen, borren, tachen...
El oficio de educar.
Les diré una cosa por la que quizás me odiarán. Ojalá nuestro modo de entender el
oficio sea un modo que nos lleve a que el oficio, tal como hoy lo deberíamos definir,
como un hacer abierto al saber, que es también una manera de saldar, no la división
entre teoría y práctica, sino de decir que la experiencia es un hacer abierto al saber.
¡No vale de nada hacer si no se aprende de ello!, no es cuestión de estar allí, sino de
tramitar lo que pasa cuando allí se está. No se trata sólo de practicar. La enseñanza lleva
tres siglos de practicantes sin evitar el fracaso escolar, porque ninguna práctica sino no
se vuelve elaborable, tramitable, modifica la conciencia de nadie.
Hay un modo hoy de entender la profesión, poniendo el nombre que ustedes usan, que
ojala no tengamos que mantener. Vuelvo para atrás. Hoy estamos llamados a desplegar
unos haceres abiertos a unos saberes para ser enebradores de un lazo social
deshilachado. Hoy estamos llamados a interponer nuestra acción para que la pulsión de
muerte no se lleve todo puesto y para atar, pedacitos, restos, rastros de la pulsión de
vida, para que no volvamos a los estados de la horda y para que conservemos, no un
estado benefactor, saquemos el adjetivo porque las adjetivaciones vienen a decir
siempre algo complicado que hay que pensar, sino un "estado", un tercero garante de la
filiación simbólica para todos.
Ojalá podamos definir el oficio de otro modo. Es decir, ojalá podamos interrumpir el
avance de los señores de la guerra. Las guerras no se dan sólo en los escenarios
tradicionales: la guerra es aquello que pone en juego una intención des-subjetivante.
Que, como diría Pierre Fédida, es algo que apunta a lo deshumano. ¿Qué quiere decir lo
deshumano?: borrarle el contorno de semejante al otro. Sólo cuando el otro no es un
otro, semejante, yo puedo avanzar sobre su cuerpo. Solamente así, puedo dejarlo...
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(encontrarán posiblemente impertinente esto que diré ahora, pero en la Argentina, estar
"en la luna de Valencia" significaba estar en Babia, en una ensoñación... Mónica
(Villar) el otro día me explicaba, al ver la muralla, como funcionaba la campana como
avisaba de que la cerraban y como así algunos que se quedaban fuera, se quedaban "a la
luna de Valencia", a la intemperie y por fuera de la muralla protectora, aprisionante,
pero protectora...). Se trata de no estar "en la luna de Valencia" en ninguno de los casos:
ni en Babia, ni totalmente a la intemperie. Aunque por el momento, hay que trabajar a la 14
Hay que modificar lo injusto, porque si no correríamos el riesgo de vivir del beneficio
secundario: ¡hay tantos que viven de la miseria del otro!. Nosotros deberíamos ver qué
hacemos con nuestro deseo de educar, nuestras ganas de transmitir, nuestra voluntad de
compartir sin que eso se vuelva vivir de la miseria del otro.
Debate
¡Muchas gracias Graciela!. Nos llevamos muchos elementos para poder reflexionar,
para poder hacernos preguntas. Pero ahora todos los que estáis aquí, tenéis la
posibilidad de poder profundizar, de poder interpelar también a la mesa sobre aquellas
cuestiones que os parezca interesante complementar o aclarar.
(la respuesta desde la mesa se hará conjunta después de sentir todas las preguntas y
exposiciones)
Participante 1: Cosme
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Participante 2: Modesto
¡Buenas tardes! Usted nos acaba de decir que viene después, pero yo creo que es un acto
de generosidad, porque usted nos ha traído una parte del pasado de mucho interés, y
también una parte del futuro que nos ha conmovido y por eso le estoy enormemente
agradecido.
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Participante 3: Luís García
¡Buen día y muchas gracias por todo! Yo quisiera hacer una pregunta que va dentro de
lo que puede ser una tradición positiva. Yo soy sacerdote y trabajo como educador
social. Porque cuando hablamos de educar, y lo digo con la Biblia en la mano. Hemos
oído una poesía del señor Cardenal que yo entiendo él ha adaptado a los signos de los
tiempos el salmo primero. La educación tiene un origen y tiene una fuente. ¿Por qué
cuando hablamos científicamente, también cuando nuestro oficio es educar, tratamos de
eludir siempre que la fuente es espiritual? ... Los proverbios, el libro de la sabiduría, los
salmos, el Eclesiastés, nos hablan sobre la educación, de como el abuelo enseña al nieto
y donde el padre no es tanto quien te origina la vida sino el que te enseña a vivir.
Participante 4: Pilar
¡Hola, buenos días! Ha sido un placer escuchar(le) y sobre todo hacernos pensar. Estoy
totalmente de acuerdo que no tenemos ni ocupamos tiempo a pensar. Como estamos
interesado en el tema de la investigación, me gustaría un poco saber qué hipótesis crees
que deberíamos trabajar la profesión y nuestro oficio. Entendiendo que si es una
comprensión del mundo y nosotros formamos parte del mundo, ¿qué debemos cambiar
a su vez, en nosotros?
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diciéndote que yo no soy Lacaniana. Porque como dice (Jean Bertrand) Pontalis en un
libro que se llama "Avant", no quiero ser nostálgica, porque no tengo sufrimiento por el
ayer. Pero antes de que Lacan hiciera a los lacanianos, Freud decía en ese trabajo, "Los
oficios imposibles" (depende de las traducciones, tal como pasa por ejemplo de pensar
en "Edipo rey" o en "Edipo tirano"), que hay cosas en las que tenemos que aceptar que
no lo podremos todo. Que no lo podremos definitivamente. Que no podremos
perfectamente. En este sentido alguien como Eugène Enriquez, un sociólogo clínico, se
pregunta: ¿por qué los hombres hicimos instituciones?. Y para mi es importante
reivindicar el concepto de institución: no hay sujeto sin institución, no hay sociedad sin
institución, porque no hay sociedad ni sujeto sin ley. Enriquez tiene una respuesta que
yo adoro: tuvimos que hacer instituciones para exorcizar la violencia originaria. Sólo
que el exorcismo no nos sale bien, de una vez para siempre. Nos sale incompleto,
fallado... y hay que renovar el gesto de exorcizar la violencia originaria. Freud nos decía
yo digo imposible, pero imposible no es la coartada para la declaración de impotencia.
Es simplemente bajarse del caballo de la prepotencia, del todo poder, todo saber, para
decir: lo intento. Con la mayor conciencia, con la mayor responsabilidad, con el mayor
compromiso, con el mayor involucramiento... Y estoy utilizando palabras a las que
recurrieron aquí en esta mesa más de uno de ustedes.
Respecto a lo que dice Luís, hay muchas cosas que uno podría retomar, releer,
retraducir, de los textos organizadores de las sociedades que pueden seguir siendo leídas
como textos. Las grandes religiones. Hay un dominio que es el de la creencia. Yo
respecto a las creencias; no tengo nada que decir. Pero me gustaría simplemente
compartir con ustedes algo que me ayudó mucho a entender de qué se trataba
políticamente la cuestión. Porque con las creencias no me puedo meter, no debo
meterme. Cada uno sabrá porque tiene las que tiene, pero con la política debo estar
metida. La figura del "Estado" para algunos de nosotros es un condensado simbólico,
aquel que viene a decir: los filio a todos. En la voz de Pierre Legendre, cuando se
pregunta: ¿cuándo los hombres inventamos el estado?.Y él nos dice: cuando algo que
las religiones nos daban como filiación, empezó a tambalear para muchos, o no cubría
todo en el mismo árbol genealógico (salvo que hubiera alguno que dijera que "sólo" hay
un árbol genealógico, tendríamos un problema...). Legendre responde, que
simbólicamente, usando una metáfora, el Estado es lo que resulta del deseo político de
dios. Un deseo de un tercero garante. De alguien que nos inscriba a todos. Que nos
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asegure algo de lo que ustedes hablaban ayer: el bien común. Es decir: que todos somos
parte, formamos parte y tenemos parte.
Respecto a la investigación, no puedo dar las hipótesis. Tan solo decirles que a veces
trabajamos en hipótesis que son un aburrimiento franco, no un estímulo del
pensamiento. ¿Por qué fracasa un niño en la escuela?: obvio dicen las teorías, fíjense
dónde nació; obvio, la mala madre que tiene, ¡si no está casada!; obvio, fíjense en lo que 17
comió o no comió ... Yo creo que un niño fracasa en la escuela cuando en la escuela no
se encuentra a un otro capaz de decir: "puedo comprender lo terrible que puede haber
sido, hipotéticamente, el lugar de tu origen, pero no estoy dispuesto a colaborar para que
tu origen devenga una condena". Entonces la hipótesis es otra: ya no tengo niños con
dificultades de aprendizaje, tengo unos grandulones con dificultades de enseñanza. Es
otra hipótesis.
¡Muchas gracias!
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