Tucidides Historia de La Guerra Del Pelo PDF
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Introducción
La finalidad de este trabajo es estudiar la Historia de la Guerra del Peloponeso, obra escrita por
Tucídides en el siglo V a. C., y en particular los fragmentos del Libro I 20-22, Libro II 1-65, Libro
III 82-83 y Libro IV 46-47, desde el punto de vista historiográfico.
Vistos los diferentes aspectos complementarios que el término historiografía implica, podemos
plantear este trabajo en los siguientes subapartados:
Podemos comenzar este apartado señalando el interés del estudio de Tucídides, pues si a Heródoto -
casi su contemporáneo- se le ha considerado el padre de la historia, a Tucídides se le ha considerado
el padre de la historiografía científica. Esto supone un cambio de planteamiento que
desarrollaremos en el presente trabajo, señalando como síntesis del mismo lo siguiente:
Tucídides entiende que la historia está causada por los hombres a pesar de los infortunios
que pudieran acaecer de forma imprevisible. Por tanto, la historia no es el juguete de los
dioses a quienes se pueda imputar su desarrollo.
1ZABALO ZABALEGUI, F.J., “Historiografía” en Gran Enciclopedia Rialp, tomo XII, Rialp,
Madrid, 1993.
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En consecuencia, es posible un método riguroso que nos permita conocerla: recogiendo
cuidadosamente sus datos en número relevante; y atendiendo a diversas perspectivas que en
principio puedan incluir todos los puntos de vista en conflicto. En este sentido, puede verse
el Libro I en el que explica las fuentes que ha utilizado y el modo de obtenerlas.
Es relevante este método histórico que se puede considerar en sus grandes rasgos
plenamente conforme con los planteamientos actuales.
Una vez que hemos señalado el método en Tucídides en este segundo apartado vamos a ver el modo
en que lo aplica, teniendo en cuenta:
Que en la interpretación de la guerra del Peloponeso diferencia las causas últimas de los
motivos desencadenantes. La causa última era que Atenas y Esparta querían obtener la
hegemonía de Grecia. Mientras que los motivos que desencadenaron la guerra fueron los
conflictos en Corcira y Potidea
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La naturaleza del hombre tiende al afán de poder y de lucro que se muestra también como
temor de perder lo adquirido. Su consecución se intenta lograr por medios pacíficos si esto
es posible, y si no lo es mediante la guerra. De un modo u otro, esto es reiterativo.
Por tanto, un guía político hábil puede prever los acontecimientos y afrontarlos
adecuadamente si conoce la historia. Y evitar las peores consecuencias de la naturaleza
humana dejada a su arbitrio.
Sin embargo, son cuestionables los datos que recoge, que se limitan a los tiempos de guerra.
Cabe plantearse que si hubiese recogido también otros datos de la vida humana sus
conclusiones filosóficas acerca de la naturaleza humana hubieran sido distintas.
Influencia de Tucídides
La influencia de Tucídides puede examinarse desde varios puntos de vista: estético, historiográfico,
filosófico tanto en lo que se refiere a su concepción de la naturaleza humana como a su filosofía
política.
2LÓPEZ EIRE, A., “La revolución en el pensamiento político de Tucídides (I)”, Gerión, Nº 8,
1990, págs. 89-114.
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Las diferencias que hay entre estos dos autores se deben en primer lugar a que parten de influencias
distintas que al mismo tiempo que geográficas son culturales: Heródoto es un historiador jónico
influido por los logógrafos y Tucídides es un historiador ateniense que poseía minas de oro en la
región tracia de Skáptê Húlê, un lugar cercano a Tasos, sede de la escuela hipocrática, y a Abdera,
lugar de nacimiento de Protágoras y Demócrito3.
Así Tucídides parte no de la naturaleza, sino del hombre, concepto más anclado en la mentalidad de
los sofistas y de la concepción del mundo como átomos que se agrupan de diversas formas y por
tanto en la concepción orgánica del Estado. Así tenemos las siguientes diferencias entre ambos.
Tucídides se caracteriza por el interés por el presente frente a los logógrafos que preferían narrar el
pasado mítico. Es cierto que Heródoto escribió sobre las guerras médicas tan sólo cincuenta años
después pero lo hizo porque consideró que tenían la misma grandeza que las leyendas antiguas y no
buscó presentar los acontecimientos siguiendo una lógica interna. Se limitó a narrarlos siguiendo un
orden cronológico y justificó el devenir histórico en la “envidia de los dioses”4 que restablecen el
orden cuando algún pueblo o algún hombre lo altera y acapara demasiado poder. Además los
logógrafos y el mismo Heródoto, influenciados por la tradición jónica, solían incluir descripciones
geográficas y etnológicas. En cambio en Atenas no existe el interés por estas temáticas. En esta
polis prima el interés por el hombre como ser social, es decir el estudio de su papel en el ámbito
privado, la moral, y público, la política. Es muy significativo que los géneros que florezcan en
Atenas sean el teatro y la oratoria y que el principal elegiaco, Teognis, y el único poeta que cultiva
este género al margen de esta época, Solón, planteen temas relacionados con la moral y la política.
También la filosofía, a partir de Sócrates, se centra en estos temas y abandona el interés que hasta
ahora había tenido por la naturaleza. Respondiendo a los intereses que primaban en Atenas
Tucídides desarrolla una historia en la que estudia la política y responsabiliza de su devenir al
hombre. Además desarrolla un método, de la misma manera que hace Sócrates en la filosofía. Este
método, que estudiaremos más adelante se centrará en la crítica y la imparcialidad.
3 LÓPEZ EIRE, A., “La revolución en el pensamiento político de Tucídides (I)”, opus cit.
4 RODRIGUEZ ADRADOS, F., “Introducción”, en TUCÍDIDES, Historia de la Guerra del
Peloponeso, Grupo Planeta, 2013.
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Precisamente porque el hombre es el motor de la historia y no los dioses, es posible modificar el
método que la fundamenta que a partir de este autor va a ser un método científico, que se basa en
presentarnos datos verificables y múltiples perspectivas. Esto le es posible a Tucídides dada su
biografía que pasamos a relatar en función del método que de ella nace.
Aunque son escasos los datos que poseemos sobre este autor y la mayor parte de ellos proceden de
la información que da sobre sí mismo en su Historia de la Guerra del Peloponeso, esto no obsta a
que dichos datos nos lo muestren como un hombre polifacético integrado en las diversas culturas en
liza. No obstante, se conserva también una biografía, aunque tardía, que se atribuye a “un cierto
Marcelino”5 y que recoge datos tomados de los escritos de eruditos alejandrinos como Dídimo
aunque también otros de carácter más legendario.
De estas escasas fuentes (aunque en tanto autobiográficas, atendibles) tenemos que en el año 424 a.
C. fue nombrado estratego, un cargo que exigía tener más de treinta años y que por lo tanto nos
permite fechar su nacimiento antes del año 454. No es presumible que fuese mucho antes de esta
fecha porque en el estilo de Tucídides se aprecia la influencia de escritores sofistas, como Gorgias y
Pródico, que eran muy conocidos en Atenas antes de que estallase la guerra del Peloponeso6, cuyo
comiendo se data en 431. Las fechas que se han propuesto fluctúan entre el año 455 y el 4607 .
Nació en el seno de una familia aristocrática emparentada con el linaje de los Filaidas8 . Su padre,
Oloro, era un ciudadano ateniense que pudo haber descendido de un príncipe Tracio también
llamado Oloro. Este príncipe casó a su hija, Hegesípila, con Milcíades Filaida, que posteriormente
sería conocido por su triunfo en la batalla de Maratón. Otras hipótesis que vinculan a Tucídides con
el linaje de los Filaidas sostienen que Oloro se casó con Hegesípila cuando ésta se quedó viuda o
Tucídides nació en una familia de fuerte tradición militar, que además había intervenido en los
antecedentes más remotos de la guerra del Peloponeso. En concreto fue Cimón el que consolidó la
Liga de Delos, anexionando Licia y Caria y evitando los intentos de defección que se produjeron
después de que derrotase a los persas de forma definitiva en el río Eurimedonte (467 a.C.). Al
mismo tiempo intentó entablar buenas relaciones con Esparta, pero en este aspecto fracasó y como
consecuencia fue exiliado12 . Por otra parte era ciudadano ateniense, y esto en el siglo V implicaba
tener como principal ocupación la política. Como dice el mismo Tucídides “Somos, en efecto, los
únicos que a quien no toma parte en estos asuntos [se refiere a los de índole política] lo
consideramos no un despreocupado, sino un inútil”13.
A pesar de su tradición aristocrática y militar, Tucídides tuvo gran admiración de Pericles, que era el
dirigente por antonomasia del partido demócrata. En su Historia de la Guerra del Peloponeso
afirma que “durante todo el tiempo que estuvo al frente de la ciudad en época de paz, la gobernó
con moderación y veló por ella con seguridad, y durante su mandato Atenas llegó a ser la ciudad
más poderosa; y una vez la guerra estalló, también en aquellas circunstancias quedó claro que
había previsto su potencia (…) después de su muerte se reconoció aún más la clarividencia de sus
previsiones respecto a la guerra”14 .
9DÍAZ, J., Historia de la literatura griega, Imprenta del Diario de Barcelona, Barcelona, 1865.
Pág. 236. Aunque este autor expone ambas hipótesis da más crédito a la primera de ellas.
10 RODRIGUEZ ADRADOS, F., opus cit.
11 COMAMALA, A., opus cit.
12GÓMEZ ESPELOSÍN, F. J., Historia de Grecia en la Antigüedad, AKAL, Madrid, 2011. Pág.
117 y 118
13TUCÍDIDES, Historia de la Guerra del Peloponeso, Planeta DeAgostini, Madrid, 1990. Libro II,
40.
14 Ibidem. Libro II, 65
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Esta doble influencia de los partidos aristocrático y demócrata le permitió reflejar en su obra las
ventajas y los abusos de ambos gobiernos.
Desde otro punto de vista, es interesante su actuación pública personal: intervino en la Guerra del
Peloponeso y lo que es muy interesante es que como él mismo manifiesta, desde un principio
empezó a recoger datos, dándose cuenta de su importancia para el futuro (aunque no parece que
pudiera prever que este futuro se extendería hasta nuestros días). Sobre su actividad personal no
hay, sin embargo demasiados datos: estaba en Atenas en 430 cuando se desencadenó la peste y él se
contagió, en 424 fue nombrado estratego y su fracaso en la defensa de Anfípolis, una ciudad
estratégica desde el punto de vista político y comercial, hizo que fuese acusado de negligencia y
desterrado en el año 42315.
Y este destierro es lo que le permite apreciar la Historia desde otro punto de vista. No tenemos datos
sobre su vida en el exilio. Es posible que se retirase a Tracia donde su familia poseía muchas minas
de oro y gozaba de una gran influencia. También parece probable que, en su deseo de recopilar
información sobre la Guerra del Peloponeso, visitase los lugares donde habían tenido lugar batallas
importantes, como Sicilia o Siracusa16 . Tucídides afirmó que pudo seguir con mayor facilidad las
acciones bélicas de la Liga del Peloponeso que de la de Delos, por eso se cree que estuvo en un
territorio partidario de Esparta. Por lo tanto gracias al destierro pudo ampliar sus puntos de vista y
recoger también la versión de los peloponesios17 .
No pudo volver a Atenas hasta que terminó la guerra (404 a.C.) cuando se promulgó una amnistía
general y además, a instancias de Enobio, se decretó una ley especial que permitía su regreso18. Es
posible que esta ley fuese previa a la amnistía general y que Tucídides fuese testigo de la
capitulación de Atenas en manos de Lisandro19. Este regreso le permitió informarse de la política
interna que había vivido la ciudad durante los veinte años que había estado desterrado.
Su Historia de la Guerra del Peloponeso recoge todo el conflicto, salvo los seis últimos años. Fue
escrita, en su mayor parte, después de que la guerra hubiese terminado20. Por eso, por ejemplo,
cuando describe la muerte de Pericles lo compara con sus sucesores y anticipa ya el fin de los
acontecimientos.
Como se advierte, gracias a sus circunstancias personales y sociales pudo conocer la visión de los
hechos históricos de las dos facciones que imperaban en Atenas (aristócratas y demócratas) y de las
dos potencias enfrentadas (Atenas y Esparta). Además conoció la situación de Atenas antes y
después de la guerra.
En consecuencia, Tucídides, fue un testigo excepcional desde el punto de vista histórico, lo que se
concreta en la aportación de datos específicos por una parte y en el multiperspectivismo por otra.
Este es un aspecto relevante de su método, previo a toda interpretación de la historia: que los datos
recogidos sean plurales y objetivos (según los aprecian las diversas partes involucradas).
Tucídides escribió su Historia de la Guerra del Peloponeso con una finalidad concreta, la de
enseñar a las generaciones futuras a evitar los males que una inadecuada gestión pública puede
ocasionar. Parte de una concepción de la naturaleza humana (de la que nos ocuparemos en el
siguiente apartado) muy restrictiva en la que lo que mueve al hombre es la ambición y el temor a
perder la posición que ha logrado. Y por ello la metodología que utiliza es coherente con esta
finalidad: es rigurosa, precisa, intenta precisar sus fuentes, etc. de tal modo que su obra sea útil al
suministrar la información adecuada.
Para Tucídides la historia se resume a una constante lucha para conseguir el poder, ya sea a través
de la política o de la guerra. En las guerras entre distintos estados y en las revoluciones internas se
anulan las leyes vigentes y por lo tanto se destruye la sociedad humana y se impone el estado de
naturaleza. Para el historiador esto es una ventaja que le permite ver con mayor facilidad las leyes
generales que rigen la naturaleza humana (ambición, egoísmo, agresividad, envidia…) y que
determinan el devenir histórico24 .
Tucídides tiene una concepción de la historia en la que se suceden las mismas causas y
consecuencias y quiere servir de ayuda a “cuantos quieren tener un conocimiento exacto de los
hechos del pasado y de los que en el futuro serán iguales o semejantes, de acuerdo con las leyes de
la naturaleza humana”25 . Cuando describe los síntomas de la peste alega que “en el caso de que un
día sobreviniera de nuevo, se estaría en las mejores condiciones para no errar en el diagnóstico, al
21LÓPEZ EIRE “La revolución en el pensamiento político de Tucídides (II)”, Gerión, Nº 9, 1991,
págs. 87-110.
22DALLANEGRA PEDRAZA, L., “La política exterior en Tucídides: los países fuertes y débiles”,
Reflexión política, Nº 22, 2009.
23 LÓPEZ EIRE, “La revolución en el pensamiento político de Tucídides (II)”, opus cit.
24 Ibidem
25 TUCÍDIDES (1990), opus cit. Libro I, 22
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saber algo de antemano”26, estas razones -de clara influencia hipocrática27 - se pueden extrapolar a
su obra en general. Él mismo señala su obra ha sido concebida “como una adquisición para siempre
más que como una pieza de concurso para escuchar un momento”28. En esta obra se parte de lo
particular -la Guerra del Peloponeso- para llegar a lo universal -las leyes que rigen la naturaleza
humana que determina el devenir histórico29.
Tucídides entiende que la Historia es una ciencia porque muestra las leyes generales de la
naturaleza humana que hasta cierto punto determinan el devenir histórico30. Por lo tanto es
necesario emplear una metodología distinta a la que se había utilizado hasta ahora. En lugar de
escribir una Historia que se acercara a la poesía, deshecha los relatos legendarios o fabulosos y
busca presentar datos históricos de forma imparcial y rigurosa31 . Es más sistemático a la hora de
establecer un orden cronológico y geográfico e incluso reproduce algunos documentos e
inscripciones, aunque no de forma literal32. Utilizó la metodología empírica e inductiva que había
desarrollado la escuela hipocrática como criterio para seleccionar y exponer los datos33 . Además
estableció una diferencia entre las causas y los motivos accidentales y separó la vida política de la
privada que quedaba restringida al ámbito de la moral.
Un dato que también es relevante es que aunque en su obra estudia fundamentalmente el papel que
tiene el hombre en la historia, reconoce que también influyen los recursos materiales y, de hecho,
muestra los recursos que tenían ambos bandos cuando estalla la guerra34 .
No obstante, hay que hacer la precisión de que aunque podemos ver la influencia de los sofistas en
su obra, Tucídides se diferencia de ellos en que no realiza una crítica de la religión política ni de la
moral social. Aunque en su Historia de la Guerra del Peloponeso apenas se da cabida a los dioses y
ni siquiera la fortuna tiene un significado religioso, sin embargo considera que perder la moral y la
fe en los dioses son signos de corrupción. Esto se aprecia claramente cuando describe la
desesperación que se adueña de los atenienses durante el periodo de peste y los atropellos que se
cometían puesto que “Ningún temor de los dioses ni ley humana los detenía; de una parte juzgaban
que daba lo mismo honrar o no honrar a los dioses, dado que veían que todo el mundo se moría
igualmente (…)”35
La situación política de Atenas en el siglo V puede describirse como la de “una democracia basada
en un imperio”36 . Los orígenes de este imperio se remontan a los últimos años de las guerras
Médicas, en los que para evitar que se produjese una nueva invasión varias polis se habían
coaligado y bajo el mando de Atenas habían proseguido la ofensiva. Esta coalición nació en el año
477 y era conocida como la Liga de Delos. Atenas reemplazó a Esparta como la potencia
hegemónica de esta coalición porque los espartanos no podían retirar su ejército del Peloponeso y
arriesgarse a que los hilotas aprovechasen esta coyuntura para rebelarse. En un primer momento el
La justificación de esta política imperialista se basaba en los grandes recursos que necesitaba
disponer Atenas para garantizar lo que hoy llamaríamos “estado del bienestar”. Se pretendía que
todos sus ciudadanos, incluso los más desfavorecidos económica y socialmente, tuviesen unas
condiciones de vida suficientes41 . No obstante, hay que tener en cuenta que, en sentido estricto, por
ciudadanos atenienses debemos entender únicamente un tercio de la población puesto que mujeres,
37GARCÍA MORENO, L. A., Historia Universal: La Antigüedad Clásica (Tomo II*), EUNSA,
Pamplona, 1985. Pág. 50
38 GÓMEZ ESPELOSÍN, F. J., opus cit. Pág. 122.
39 Ibidem. Pág. 120-122
40 GARCÍA MORENO, L. A., opus cit. Pág. 50.
41 GÓMEZ ESPELOSÍN, F. J., opus cit. Pág. 122-123
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metecos y esclavos quedaban excluidos42 . Dentro de este límite, el imperio ateniense beneficiaba a
los más ricos porque les exoneraba de la financiación de los servicios públicos -fletar una nave,
formar un coro para un teatro, etc.- y les permitía conseguir propiedades inmobiliarias en
ultramar43 . Pero también beneficiaba a los pobres porque gracias a las cleruquías podían poseer
tierras, muchos juicios tenían que celebrarse en Atenas y ellos eran los miembros de los tribunales
populares y además se crearon muchos puestos de trabajo para realizar construcciones públicas que
se sufragaban con el tributo de los aliados44. Para los atenienses esta política estaba perfectamente
justificada porque consideraban que ellos habían sido los que más habían contribuido en la lucha
contra los persas45 . Como todo ciudadano podía participar en la democracia e incluso podía
intervenir de manera efectiva en las instituciones, para evitar que los más pobres tuviesen que
renunciar a ello porque vivían de su trabajo y su participación les quitaba tiempo laboral, se asignó
una paga a los que se ocupaban de cuestiones públicas. De todas formas, a pesar de esta protección
a los ciudadanos menos favorecidos económicamente, los clanes aristocráticos mantuvieron su red
clientelar y monopolizaron las dos fuentes de prestigio social al ser los encargados de realizar las
acciones militares en las que se conseguía gloria personal y de desempeñar las liturgias46.
Este contexto socio-político influyó en Tucídides porque como todo ciudadano ateniense estaba
interesado en la política. Por ejemplo, en el discurso que pronuncia Pericles durante el funeral por
todos los que han muerto en el primer año de guerra se reconoce el derecho a participar en la vida
política (isêgoria), pero además se afirma que no participar en ella (expresando los juicios a través
del voto en la asamblea o estudiando las propuestas que luego van a presentar) no es ser
despreocupado sino un inútil (sic)47 .
Pero en lo que aquí nos afecta esto dio lugar a una obra histórica en la que se busca la justificación
de los acontecimientos en causas fundadas en la naturaleza humanas y el hilo conductor interno de
De todo lo anterior se sigue que es necesario que el pueblo sea conducido por un guía hábil para
evitar los peores males, como los que se ponen de manifiesto en la stasis de Corcira. De ahí su
admiración por Pericles en quien ve el guía adecuado. Veremos en este apartado su admiración por
Pericles y en el siguientes la stasis de Corcira.
Comenzaremos señalando que los autores que han estudiado a Tucídides no han sabido ponerse de
acuerdo acerca de su filiación política. Se ha planteado que desconfiaba de la democracia48 y se ha
señalado la vinculación de su familia con el partido aristocrático49 . También se ha propuesto que fue
demócrata hasta la muerte de Pericles, pero su recelo hacia sus sucesores le habría llevado a apoyar
la oligarquía50, aunque tal vez fue su exilio el que determinó este cambio de criterio51 . Otra
propuesta es que mantuvo una postura intermedia entre el partido demócrata y el aristócrata52.
Podría haber pertenecido a un tercer partido, el de los “mesoi”, que estaba conformado por aquellos
que se oponían a la democracia extrema y a la oligarquía53 . Por último hay autores que consideran
que esta cuestión no es importante porque Tucídides no escribió determinado por el partido al que
pertenecía54. Sin embargo lo que sí que refleja Tucídides en su obra es su admiración por Pericles55,
un político que fue elegido quince años consecutivos como estratego.
48AGAR, Los peligros de la democracia. Cfr. SAYAS ABENGOCHEA, J. J., “Ideas políticas de
Tucídides”, Revista de estudios políticos, Nº 185, 1972, págs. 45-64.
49 THIBAUDET, A., La campagne avec Thucydide. Cfr. SAYAS ABENGOCHEA, J. J., opus cit.
50KAGAN, D., The Great Dialogue: History of Greek Political Thought from Homer to Polybius.
Cfr. SAYAS ABENGOCHEA, J. J., opus cit.
51 FINLEY, J. H., Thucydides. Cfr. SAYAS ABENGOCHEA, J. J., opus cit.
52 CLOCHE, La Democratie Ahenienne. Cfr. SAYAS ABENGOCHEA, J.J., opus cit.
53 SAYAS ABENGOCHEA, J. J., opus cit.
54JAKOBY, F. H., “Patrios Nomos: State Burial in Athens and The Public Cementery in the
Kerameikos”, Journal Hell. Stud., Nº 64, 1944.
55 Véase pág. 8.
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Lesky56 y Romilly57 consideran que Tucídides reflejó sus opiniones en la “Oración Fúnebre”
pronunciada por Pericles. Se basan en que en aquella época no se copiaban textualmente los
discursos de los oradores públicos ni tampoco se publicaban. Así lo afirma el mismo Tucídides
cuando en la Historia de la Guerra del Peloponeso señala que “era difícil recordar la literalidad
misma de las palabras pronunciadas, tanto para mí mismo en los casos en los que los había
escuchado como para mis comunicadores a partir de otras fuentes. Tal como me parecía que cada
orador habría hablado, con las palabras más adecuadas a las circunstancias de cada momento,
ciñéndome lo más posible a la idea global de las palabras verdaderamente pronunciadas, en este
sentido están redactados los discursos de mi obra.”58 . Aquí se advierte que no realizaba una
transcripción sino una síntesis en la que incluía no solo lo que se había dicho sino lo que a su juicio
había pretendido afirmar el orador. Incluye por tanto la interpretación en el texto, aunque pretende
que sea fidedigna. De hecho, es dudoso que un personaje hubiese podido expresarse así en público59
al incluir junto a lo que se puede decir al pueblo aquello que tal vez no fuera conveniente en la
coyuntura dada. Lesky y Romilly consideran que a través de los discursos Tucídides condensó su
pensamiento además de el del orador. En especial en la “Oración Fúnebre”, un discurso en el que se
expresan los ideales políticos de la democracia de Pericles. Enlaza con la concepción aristotélica de
la polis, que no se concebía sólo como una estructura jurídica sino que se entendía como un “modo
de vida”60 que se basaba en la armonía. Para los atenienses la ciudad era el valor supremo que
poseían y el interés más alto interés al que dedicar su tiempo. De hecho, hubiesen considerado una
perversión de valores dedicarse única y exclusivamente a sus negocios. Por lo tanto su ideal político
era desarrollar un modelo en el que todos los ciudadanos pudiesen participar de forma activa sin ser
discriminados por razones de rango o de riqueza61. Aunque al mismo tiempo en este discurso se
defendía la política imperialista de Atenas.
56 LESKY, A., Historia de la Literatura Griega, Gredos, Madrid, 1989. Pág. 491
57 ROMILLY, J., Thucydide et l´impérialisme athénien: la pensée de l´historien et la genèse de
l’œuvre. Cfr. SAYAS ABENGOCHEA, J. J., opus cit.
58 TUCÍDIDES (1990), opus cit. Libro I, 22.
59 RODRÍGUEZ ADRADOS, F., opus cit.
60SABINE, G. H., Historia de la teoría política, Fondo de Cultura Económica, México, 2008. Pág.
37.
61 Ibidem. Pág. 39
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Hay que tener en cuenta que sus concepciones políticas fueron evolucionando durante el transcurso
de la guerra. Aunque comenzó a escribir su obra cuando se desencadenó el conflicto es muy posible
que los pasajes más decisivos sean posteriores al año 404. Además es probable que revisase sus
textos varias veces, modificando y añadiendo nuevos datos sobre las redacciones anteriores. Como
consecuencia es muy difícil estudiar la evolución de su forma de pensar. Pero a grandes rasgos
podríamos decir que en un primer momento creyó que fueron los conflictos en Corcira y Potidea los
que causaron la guerra y que fue más tarde cuando consideró que la verdadera causa fue el miedo
que tenía Esparta ante el poderío ateniense. Posiblemente comenzó buscando realizar una narración
imparcial, pero los ataques al imperialismo de Pericles que se produjeron tras la guerra le
convirtieron en un ferviente partidario de este político62.
La stasis
Precisamente su apreciación del valor de un dirigente político que evite los males mayores se
encuentra en su narracion de la stasis63 de Corcira. Tucídides considera al Estado como un ente
orgánico y ve la stasis como un mal o como una enfermedad64. De acuerdo con este planteamiento
estudia este fenómeno con el mismo enfoque que cuando analiza la peste: describiendo los síntomas
para que los gobernantes puedan advertirlos en futuras ocasiones. Realiza esta descripción de la
stasis tomando como ejemplo la guerra civil de Corcira, porque considera que en ella se dieron
todos los síntomas y que además refleja con claridad cual fue su causa última: la naturaleza
humana65. El mismo Tucídides señala que son “cosas que ocurren y ocurrirán siempre, mientras la
naturaleza humana siga siendo igual”66 , si bien “son mayores o más suaves y de distinta
apariencia, según se dan en cada caso las diferentes coyunturas. En efecto, en la paz y en la
prosperidad tanto las ciudades como los individuos tienen unas opiniones más sensatas, porque no
se ven abocados a situaciones de necesidad extrema; pero la guerra elimina la riqueza y ejerce un
Esta decadencia política conllevó una degradación moral69 . Los valores se transmutaron y como la
forma de pensar no se podía compatibilizar con las nomas de conducta se alteró el significado de las
palabras: “En efecto, la audacia irreflexiva se llamó valor de camaradería y la espera prudente,
cobardía disimulada; la sensatez, disfraz de la falta de valentía y la inteligencia para todo,
ociosidad indiscriminada; la precipitación temeraria obtuvo el rango de característica de hombría,
mientras los proyectos en condiciones de seguridad, el de adornadas excusas de la retirada”. Los
partidos políticos se convirtieron en el único referente de manera que “los violentos merecían
siempre la confianza, los que se les oponían resultaban sospechosos. El que coronaba con éxito
algún proyecto pasaba por inteligente; pero mucho más sagaz aún parecía el que lo adivinaba; en
cambio, el que hacía sus previsiones para no tener que acudir a esos procedimientos pasaba por
traidor a su partido y cobarde ante los enemigos. Sencillamente, se elogiaba al que se adelantaba a
otro en realizar alguna fechoría y también al que incitaba a hacerlas a quien no había pensado en
ello”70.
Se rompieron las convenciones sociales: “el parentesco se convirtió en un vínculo menos fuerte que
el partido político, por la mayor disposición que aquí se daba a mostrarse osado con el menor
motivo, pues tales asociaciones no se movían de acuerdo con las leyes en vigor tendentes al bien
público, sino, con ánimo de prepotencia, contra ellas.” Al no haber leyes u otros impedimentos la
naturaleza humana determinó totalmente los actos de los habitantes de Corcira, generando una
67 Ibidem.
68 LÓPEZ EIRE, A, “La revolución en el pensamiento político de Tucídides (II)”, opus cit.
69 RODRÍGUEZ ADRADOS, F., opus cit.
70 TUCÍDIDES (1989), opus cit. Libro III, 82
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situación en la que “la mutua confianza que se tenían se fundamentaba no tanto en la ley divina
cuanto en la complicidad en el delito. Y las proposiciones justas de los enemigos las aceptaban, si
estaban en posición superior, con vigilancia sobre los hechos, no con generosidad de espíritu. La
posibilidad de devolverle a alguien mal por mal se prefería a no sufrirlo uno mismo. En cuanto a
los juramentos de reconciliación, si alguna vez se hacían, al habérselos intercambiado ambas
partes en una situación sin salida, eran válidos durante ese solo instante, pues no tenían apoyo en
nada. Y en las ocasiones propicias, el primero en cobrar ánimos al ver a su enemigo indefenso se
regocijaba más en obtener su venganza gracias a la confianza que traicionaba que si la alcanzara
siendo claramente hostil, pues se calculaba a la vez su seguridad y que, al conseguir el triunfo
mediante el engaño, se llevaba el premio en el certamen de astucia. (…) De modo que ninguno de
los dos bandos practicaba la piedad (…) Y los ciudadanos neutrales, cogidos entre dos fuegos,
morían a manos de unos, porque no les apoyaban en sus luchas, o de otros, porque suscitaban
envidias por sobrevivir”71.
Como ya hemos visto Tucídides creyó que la política estaba regida por dos tendencias connaturales
al hombre: la ambición y el miedo. Bajo esta premisa podemos entender porque concluye señalando
que “el culpable de todo esto es el poder, que pone la mira en las ventajas materiales y en la
ambición de honores; y el apasionamiento, que procede de esos sentimientos cuando los hombres
entran en rivalidades”. Considera que “los jefes de los dos partidos, [demócratas y oligarcas] con el
bagaje de hermosas palabras -con el énfasis puesto en la igualdad de derechos políticos del pueblo,
en un caso, y en la sensatez de la aristocracia, en otro, convirtieron al Estado, aunque lo servían de
palabra, en su botín, y apelando a toda clase de medios en sus disputas con tal de vencer, se
atrevieron a las acciones más espantosas y llevaron sus venganzas hasta extremos aún mayores”72 .
En los capítulos 82 y 83 del Libro III Tucídides reflexiona sobre la stasis. Su conclusión es que el
afán de poder, propio de la naturaleza humana, y el apasionamiento, propio de las multitudes que no
están conducidas por un político inteligente, se vieron acentuados por el contexto bélico en el que
Grecia se había subsumido. En los capítulos 46 y 48 del Libro IV podemos ver los resultados
concretos de esta situación. Tucídides nos narra como después de una serie de guerras civiles los
habitantes de Corcira que apoyaban la oligarquía fueron derrotados. Prefirieron entregarse a los
Los apartados anteriores nos han ido llevando a apreciar que Tucídides tenía una interpretación de
la historia y de la naturaleza humana suyacente a sus textos. De alguna forma ya nos hemos ido
refiriendo a ella pero conviene exponerla aquí con más detalle.
La naturaleza humana se caracteriza por ser egoísta, envidiosa, irrefrenable y agresiva, es capaz de
realizar injusticias y crímenes o de ejercer la violencia movida por su afán de poder de lucro73 . Pero
como contrapartida está el temor de perder su posición. Todos estos aspectos se ven a lo largo de
Historia de la Guerra del Peloponeso, pero se reflejan de una manera muy clara cuando describe la
stásis de Corcira (III, 82-83). Por todo ello la sociedad debe ser guiada por un político que sepa
evitar los desastres. Este político en opinión de Tucídides era Pericles.
Tenemos pues que la naturaleza humana mueve a los hombres y a los Estados y es por lo tanto el
factor decisivo de la historia.
Esta forma de ser del hombre determina la política exterior. Tucídides concibe el poder como “una
fuerza en continuo crecimiento que, llevada por ese impulso por conseguir más, provoca temor e
inseguridad tanto en dominantes como en dominados”74. Aplicando esta concepción del poder a la
guerra del Peloponeso se pueden extraer dos consecuencias:
73 LÓPEZ EIRE, A., “La revolución en el pensamiento político de Tucídides (II), opus cit.
74 DALLANEGRA PEDRAZA, L., opus cit.
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1. La justicia sólo existe cuando se enfrentan dos Estados en igualdad de condiciones. Si uno de
ellos es más fuerte someterá al débil y se impondrá sobre él llevado por el afán de poder, que
como ya hemos visto es intrínseco al hombre. Esta idea de la justicia de origen sofista explica el
miedo de los Estados dominados. Pero también explica el miedo de Esparta ante el creciente
poderío de Atenas, la verdadera causa de la guerra del Peloponeso. Esta guerra es una guerra
preventiva, Esparta la entabla para evitar que se produzca una desigualdad de fuerzas y que
Atenas logre dominarles 75.
2. Los Estados que tienen imperios, especialmente cuando dominan otros territorios sin su
consentimiento, despiertan el odio de sus súbditos. Para no sucumbir tienen que imponerse
valiéndose de su supremacía militar de manera que se ven obligados a aumentar la opresión en
su imperio. Además la ambición de la naturaleza humana les lleva a intentar acrecentarlo 76. Esta
era la situación de Atenas, como refleja Tucídides en uno de los discursos que atribuye a
Pericles afirmando: “No penséis que luchamos por una sola cosa, esclavitud o libertad, sino
que también está en juego la pérdida de un imperio y el riesgo de sufrir los odios que habéis
suscitado en ejercicio del poder. Y a este imperio ya no es posible renunciar, si es que alguien,
debido a su miedo en la presente situación o a su deseo de tranquilidad, pretende hacer el
papel de hombre bueno a este respecto. Este imperio que poseéis ya es como una tiranía:
conseguirla parece ser una injusticia, pero abandonarla constituye un peligro”77.
Por lo tanto para Tucídides hay dos tendencias connaturales en el hombre que determinan las
relaciones entre los diversos Estados: la ambición, puesto que el hombre siempre aspira a más, y el
miedo, que obliga a valerse de la fuerza para no perder el dominio de los territorios que ya se
poseen. Estas dos tendencias tienen que ser encauzadas en una política exterior prudente por eso la
inteligencia es fundamental. Por eso es necesario que la polis la gobierne alguien capaz de hacer
conducir a la multitud haciéndole creer que es ella la que manda. Y aquí es donde se justifica su
admiración por Pericles. Considera que la multitud es voluble y apasionada y por lo tanto es
imprudente a la hora de tomar decisiones porque no tiene en cuenta las consecuencias que éstas
puedan tener78. Encontramos muchos ejemplos de esta falta de perseverancia de las multitudes. Por
75 Ibidem.
76 RODRIGUEZ ADRADOS, F., opus cit.
77 TUCÍDIDES (1990), opus cit. Libro II, 63.
78 RODRIGUEZ ADRADOS, F., opus cit.
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ejemplo su carácter apasionado les lleva a querer enfrentarse con los lacedemonios aunque estos son
superiores en número79 , pero tras la peste y las pérdidas materiales que ocasiona la guerra echan la
culpa a Pericles de haberla provocado80. Tucídides considera que Pericles tenía prestigio y
autoridad, fama de ser insobornable y no necesitaba halagar a la multitud en sus discursos y “en
estas condiciones aquello era de nombre una democracia, pero, en realidad, un gobierno del
primer ciudadano. Sus sucesores, en cambio, al ser más iguales entre ellos y aspirar cada uno de
ellos a ser el primero, cambiaron de política hasta el punto de someter los asuntos públicos a los
antojos del pueblo”81.
Para Tucídides la ley natural es la del Estado poderoso y se basa en la persecución de su propio
interés, pero tiene que hacerlo con prudencia y basándose en la experiencia porque hay límites que
en las relaciones internacionales que con conviene sobrepasar82. De hecho un imperio sólo puede
sobrevivir si es consciente de sus límites y si toma acciones siendo conscientes -en la medida de lo
posible- de sus consecuencias. De hecho Pericles ya había advertido a sus contemporáneos que era
un temeridad intentar extender su imperio hasta que venciesen a los espartanos en la guerra del
Peloponeso83.
Esta interpretación de la naturaleza humana debe ser cuestionada. Si atendemos a sus coetáneos su
planteamiento de que el hombre es el motor de la historia y de que el pueblo debe ser guiado podría
atribuirse tanto a los sofistas como a Sócrates. Pero mientras que con los sofistas tiene muchas
afinidades, con Sócrates tiene la diferencia de que el método que este último propone es el irónico -
esto es, la reflexión sobre los propios planteamientos- y el mayéutico -esto es sacar de lo profundo
de uno mismo lo que ya de sí lleva dentro-. Y esto más profundo es la búsqueda del Bien-Uno,
planteamiento totalmente contrario al de la sofística.
Influencia de Tucídides
84CAGNI, H. C., “La influencia de la historia clásica y la guerra antigua en el realismo político
estadounidense”, Revista Enfoques, Nº 16, 2012, págs. 47-70
85 Ibidem
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