La Encrucijada
La Encrucijada
La Encrucijada
-XV: Resurrección.
1ª ESTACIÓN: JESÚS SENTENCIADO A MUERTE
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al
mundo.
Sentenciado y no por un tribunal, sino por todos. Condenado por los mismos que
le habían aclamado poco antes. Y El calla...
Nosotros huimos de ser reprochados. Y saltamos inmediatamente...
Dame, Señor, imitarte, uniéndome a Ti por el Silencio cuando alguien me haga
sufrir. Yo lo merezco. ¡Ayúdame!
Cada uno de nosotros tenemos nuestra vocación, hemos venido al mundo para
algo concreto, para realizarnos de una manera particular. ¿Cuál es la mía y cómo
la llevo a cabo?
Pero hay algo, Señor, que es misión mía y de todos: la de ser Cirineo de los
demás, la de ayudar a todos.
¿Cómo llevo adelante la realización de mi misión de Cirineo?
Caes, Señor, por segunda vez. El Via Crucis nos señala tres caídas en tu caminar
hacia el Calvario. Tal vez fueran más.
Caes delante de todos... ¿Cuándo aprenderé yo a no temer el quedar mal ante los
demás, por un error, por una equivocación?. ¿Cuándo aprenderé que también eso
se puede convertir en ofrenda?
Muchas veces, tendría yo que analizar la causa de mis lágrimas. Al menos, de mis
pesares, de mis preocupaciones. Tal vez hay en ellos un fondo de orgullo, de
amor propio mal entendido, de egoísmo, de envidia.
Debería llorar por mi falta de correspondencia a tus innumerables beneficios de
cada día, que me manifiestan, Señor, cuánto me quieres.
Dame profunda gratitud y correspondencia a tu misericordia.
Tercera caída. Más cerca de la Cruz. Más agotado, más falto de fuerzas. Caes
desfallecido, Señor.
Yo digo que me pesan los años, que no soy el de antes, que me siento incapaz.
Dame, Señor, imitarte en esta tercera caída y haz que mi desfallecimiento sea
beneficioso para otros, porque te lo doy a Ti para ellos.
Señor, que yo disminuya mis limitaciones con mi esfuerzo y así pueda ayudar a
mis hermanos. Y que cuando mi esfuerzo no consiga disminuirlas, me esfuerce en
ofrecértelas también por ellos.
Te adoro, mi Señor, muerto en la Cruz por Salvarme. Te adoro y beso tus llagas,
las heridas de los clavos, la lanzada del costado... ¡Gracias, Señor, gracias!
Has muerto por salvarme, por salvarnos. Dame responder a tu amor con amor,
cumplir tu Voluntad, trabajar por mi salvación, ayudado de tu gracia. Y dame
trabajar con ahínco por la salvación de mis hermanos.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro