Caracter Humano de César Vallejo
Caracter Humano de César Vallejo
Caracter Humano de César Vallejo
César Abraham Vallejo Mendoza es uno de los poetas más importantes del siglo
nacido y vivido la primera etapa de su vida en un pueblo pequeño de la zona andina norte
del Perú (Santiago de Chuco), hizo que Vallejo conociera desde muy niño la extrema
miseria, pero a su vez gozara del intenso calor del hogar. Estas dos constantes en su vida,
así como también su paso por una cárcel en Perú y su sufrida estancia en París, marcaron
de manera notable el carácter distintivo de todas sus obras. Es así como en el “complejo
mundo poético” del mejor poeta peruano de todos los tiempos, resaltan un profundo
arraigo al ámbito familiar, la presencia del cristianismo, las experiencias del dolor
cotidiano y la muerte, la visión del mundo como un lugar penitencial sin certeza de
son expresados, mayormente, siguiendo técnicas y estilos nuevos, así como un carácter
El arte lírico de Vallejo se concentra en sus tres grandes libros: Los heraldos
negros, Trilce y Poemas humanos. Publicado en 1918, Los heraldos negros fue su primer
experiencia vivida en una cárcel de Perú. En este libro, se le nota más “rebelde y audaz”,
incorpora elementos históricos y una realidad concreta (peruana e universal) con lo que
social” (Aguilera). Entre sus libros también cabe destacar España, aparta de mí este
cáliz, el cual fue inspirado por las acciones de la Guerra Civil española y por la amplia
un gran número de sus poemas, siendo quizás la más importante el “horno” de la casa.
Este elemento es de gran significado ya que un horno representa no sólo el intenso calor
de las relaciones familiares, sino también la comida o el pan (este último también muy
usado por Vallejo) que distingue tanto a una familia como a sus tradiciones. Por ejemplo,
sangrientos son las crepitaciones / de algún pan que en la puerta del horno se nos quema”
(Paredes), en la que se hace una comparación implícita entre un dolor muy grande de la
vida y los crujidos de un pan que se está quemando. Al utilizar este punto de
comparación tan universal como lo son el horno y el pan, Vallejo hace muy fácil que los
lectores se relacionen con lo que está hablando. Aparte de usar simbolismos, este poeta
también hace referencia a las relaciones familiares de una manera más directa. En el
poema “La violencia de las horas”, el cual está envuelto en una atmósfera de muerte,
Vallejo cuenta del gran vacío y dolor interno que siente tras el deceso de casi toda su
familia y personas más allegadas: “Todos han muerto…doña Antonia, la ronca, / que
(Paredes). No cabe duda que para este ser tan humano, su familia fue lo primordial en la
Santiago de Chuco, de dónde era Vallejo. Esto, sumado a la extraña coincidencia de que
sus dos abuelos fueron sacerdotes católicos españoles, explican la tendencia de Vallejo de
ejemplo, en “El pan nuestro”, un poema lleno de solidaridad hacia los más necesitados,
Vallejo hace unas alusiones importantes a Dios: “Y saquear a los ricos sus viñedos / con
las dos manos santas que a un golpe de luz / volaron desclavadas de la Cruz”, y “¡El pan
nuestro de cada día danóslo, / Señor...!” (Paredes), con lo que está clamando a Dios por
su ayuda y consuelo ante tanta desesperación causada por el hambre y la injusticia social.
En “Los Heraldos Negros”, también se hace presente la fe católica del poeta, el cual nos
dice que: “Hay golpes en la vida, tan fuertes...Golpes como del odio de Dios... [Golpes
que son] las caídas hondas de los Cristos del alma” (Paredes). En este último fragmento
no sólo se aprecia su respeto hacia Dios y el immenso dolor con el que compara el
sentirse odiado por Él, sino también algo que caracteriza a Vallejo que son sus metáforas
extrañas. En “Nochebuena”, perteneciente a su primer libro, el poeta celebra tan
importante y sagrada fecha para el mundo católico: “Balarán mis versos en tu predio
tu amor” (Paredes), lo cual es una muestra clave del sentimiento religioso de Vallejo. En
otro de sus poemas, “Los dados enternos”, se puede ver una actitud muy diferente del
poeta hacia Dios, en este él le recrimina su falta de compasión por el sufrimiento del
hombre: “Dios mío, si tú hubieras sido hombre, / hoy supieras ser Dios; / pero tú, que
dirigirse a Dios, esta especie de amargura rencorosa con respecto a Él, podría justificarse
que la crianza profundamente religiosa de Vallejo fue una gran influencia en su carácter
como poeta.
Esto lo dejó plasmado claramente en sus poemas y fue, quizás, lo que más distingue a su
temática lírica. Poemas como “Los Heraldos Negros” son los que reflejan esto: “Hay
golpes en la vida...Abren zanjas oscuras / en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte”
(Paredes). Para Vallejo, el dolor no sólo estaba en todas partes, no sólo era fuertísimo,
sino que además crecía: “Y, desgraciadamente, / el dolor crece en el mundo a cada rato, /
crece a treinta minutos por segundo...” (del poema “Los Nueve Monstruos”) (Paredes).
Esta vida llena de dolores, según el poeta, sería capaz de “acabar” con cualquier persona,
vivirla) que del paso del tiempo y la vejez que viene con él. La agonía de la humanidad
poemas de este peruano. Por ejemplo, en “Desnudo en Barro”, Vallejo escribe: “…Y
madrugar, poeta, nómada, / al crudísimo día de ser hombre”, con lo cual nos transmite el
“naturaleza” como lo son los poetas (que, en este caso, se entienden como hombres
hombre...Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos...vuelve los ojos locos, y todo lo vivido / se
empoza, como charco de culpa en la mirada” (Paredes), dejando en claro que la vida del
hombre es sólo una especie de castigo, una fuente de dolor, que después se convierte en
angustiosas expresiones de un Vallejo algo pesimista, que vuelve los ojos al mundo sólo
para hallarlo como un retrato de sufrimiento y muerte, confirman que “la obsesión de la
muerte, pero sin temerla, y la angustia de la vida sin dolores por ella, constituyen la base
A consecuencia del sombrío concepto que tenía Vallejo sobre el mundo, este
siempre le pareció como un lugar penitencial sin certeza de salvación, en el que sólo la
muerte representaba algo seguro. La existencia de sólo una salida a los dolores del vivir,
se aprecia en “Ausente”: “La mañana en que me vaya / más lejos de lo lejos, al Misterio, /
como siguiendo inevitable raya…” (Paredes), en dónde se puede ver como este destino
“inevitable” de la muerte es expresado por el poeta a través de metáforas. De similar
tierra] es un dado roído y ya redondo / a fuerza de rodar a la ventura, / que no puede parar
hombre ante la indiscutible muerte, es tema central del poema “Masa”, en el que una
persona, a la que se le van sumando cada vez más gente, le pide a un moribundo que por
favor no muera, “Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo” (Paredes). Un poema muy
particular en dónde Vallejo habla también de la muerte es “Piedra negra sobre piedra
hablándose a si mismo, como si fuera a otra persona, y mostrando una vez más su
obsesión por ella (pero sin temerla). Acá, el poeta fríamente relata que “Me moriré el
Paris con aguacero, / un día del cual tengo ya el recuerdo. / Me moriré en Paris – y no me
corro-…” (Paredes). Su extraño uso del tiempo es evidente en este verso, en donde el
autor no “se corre” de la muerte porque sabe que sería absurdo y también, quizás, porque
la añora de alguna manera, al fin y al cabo, como lo dejó dicho en “Desnudo en Barro”:
“El pan nuestro” es la más clara representación de la solidaridad del poeta con
los pobres y desamparados, con los que indudablemente se rodeaba cuando vivía en su
país de origen, Perú. En este poema, Vallejo muestra su preocupación y angustia por los
que no tienen para comer, y además porque está seguro de que su sola existencia es una
razón más por la que estos no comen: él se está comiendo la comida que podría ser para
otro más necesitado que él. Es por esto, que nos dice que “quisiera tocar todas las
puertas…y luego ver a los pobres, y, llorando quedos, / dar pedacitos de pan fresco a
todos” (Paredes). Un remordimiento más en su vida, de los que tanto hablaba en sus
poemas, es el de la idea de que “Yo vine a darme lo que acaso estuvo asignado para
otro; / y pienso que si no hubiera nacido, / ¡otro pobre tomara este café! / Yo soy un mal
ladrón…” (Paredes). Movido por las ganas de remediar este “pecado” suyo, Vallejo crea
los más hermosos versos de carácter y sentimiento humano de todas sus obras: “…
quisiera yo tocar todas las puertas, / y suplicar a no se quién, perdón, / y hacerle pedacitos
de pan fresco / aquí, ¡en el horno de mi corazón…!” (Paredes). Otra vez el “horno” hace
Vallejo es la influencia de la poesía indigenista. Aunque siendo sin duda universal, este
poeta no dejó de ser peruano; “nadie como él ha podido traducir en versos el alma
nacional del Perú” (Fernández 169). Lo indio (sus dos abuelas eran indias Chimú) se
destila en él, y se filtra su tristeza resignada en poemas tales como “Idilio muerto”. Acá el
poeta recuerda con nostalgia a su “andina y dulce Rita de junco y capulí”, a quién se la
imagina con sus manos planchando en “actitud contrita”, y de la que no olvida “su falda
de franela” y su “sabor a canas de mayo del lugar” (Paredes). Además, Vallejo habla un
poco acerca del paisaje, un ambiente como de pueblo, siempre sombrío, y triste, en dónde
las lluvias “[le] quitan las ganas de vivir” y dónde “[llora] en las tejas un pájaro salvaje”
(Paredes). Otro poema representativo y sentimental como este es: “Fue domingo en las
claras orejas de mi burro…”. Acá, Vallejo incluso nombra al Perú en los siguientes
versos: “Fue domingo en las claras orejas de mi burro, / de mi burro peruano en el Perú
su hogar. La descripción lírica del paisaje, “Tal de mi tierra veo los cerros retrasados, /
ricos en burros, hijos de burros, padres hoy de vista, / que tornan ya pintados de
humanidad y sensibilidad del poeta. Es evidente el sentimiento que habita en los versos
de estos dos poemas (como en muchos otros); un sentimiento muy puro y que, con la
literario, y que tampoco dejó escuela. A lo largo de su carrera experimentó con diferentes
metáforas y el uso del tiempo, los cuales eran muy peculiares y característicos de su
persona. Usó mucho en sus poemas la perífrasis, como por ejemplo, “corona de una testa
libro Trilce, experimentó con versos totalmente libres, no sólo en cuanto a la métrica y al
ritmo, sino también en cuanto a sintaxis y lógica (Fernández 250). Incluso hizo uso de
formas antiliterarias como el famoso “Yo no sé” de Los Heraldos Negros. En general, se
podría decir que su poesía evitaba los “adornos”, presentando un significado más bien
concentrado.
Sin discusión, César Vallejo es el poeta peruano más grande de todos los
universal. Es quizás por esto, que tantos alrededor del mundo sienten tan suyo a Vallejo,
sintiendo así, como suyos, los grandes padecimientos, los grandes sufrimientos, la
amor hogareño que invadían la mente y el corazón de este hombre, de este poeta que
murió de universo, que murió de vida, y que, después de muerto, bien se podría decir,
usando un verso suyo, que “su cadáver estaba lleno de mundos” (Fernández 168). Una de
las voces más originales de la poesía, fue ante todo un ser muy compasivo, César Vallejo
Referencias