Featherston - Leer Entre Líneas
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; Mainero,
María G.
Featherston, C.; Iribe, N.; Mainero, M (2014). Civilización vs. barbarie : Un tópico para tres siglos. La
Plata : Edulp. (Libros de cátedra. Colegios). En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.656/pm.656.pdf
Cristina A. Featherston
Nora G. Iribe
María G. Mainero
CIVILIZACIÓN VS. BARBARIE
Cristina A. Featherston
Nora G. Iribe
María G. Mainero
2014
ÍNDICE
Prólogo
Hebe Molina……………………………………………………………….….. 3
Introducción………………………………………………………………….. 7
Las autoras………………………………………………………………………176
Civilización vs. Barbarie 74
CAPÍTULO 2
“¡El silencio grita! ¡Yo me callo pero el silencio grita!” (Gambaro: 1999, 123).
Son las últimas palabras que pronuncia en el drama La malasangre, su
protagonista femenina, Dolores. Es el final de la obra y el final de una escena
que ha comenzado con la protagonista sentada en un salón en penumbras,
esperando en un rincón con un abrigo sobre los hombros y sosteniendo el
pequeño atado de ropa entre sus manos. En la escena anterior ella y su
amado, Rafael, el jorobado maestro elegido por su padre en la escena inicial
del drama, han decidido abandonar la casa paterna- de un rojo omnipresente-
para cruzar el río y construir una casa/hogar toda blanca, hasta en la
oscuridad. Sin embargo y, en cumplimiento de los temores expuestos al final de
la escena VII, los conflictos se resuelven catastróficamente en la última escena:
Dolores no podrá casarse con el jorobado Rafael ni huirá al otro lado del río
porque su estratagema había sido descubierta por su madre, Candelaria, quien
se la ha delatado a Benigno, la poderosa figura masculina que domina todo
hasta la escena final. La relación entre la madre y la hija, que se caracteriza por
una marcada tensión a lo largo de todo el drama, se rompe finalmente cuando
Candelaria acepta ser el violento despojo de Benigno; elige la sumisión a su
poder antes que la complicidad con la hija. Rafael yace asesinado por el brazo
ejecutor de Fermín, bufón/ladero de Benigno, violencia sin pensamiento que
Civilización vs. Barbarie 75
cumple hasta los más inconfesables deseos del amo. Sin embargo, en medio
de esa aparente tragedia, con gestos febriles -indica el subtexto- Dolores
comienza a encender una por una las velas del salón del hogar paterno que
estaban apagadas para ayudar a su ya fracasada e imposible huida. La luz
comienza a instalarse, lo mismo que el silencio que grita.
La primera lectura de esta obra dentro del “canon literario” del Liceo “Víctor
Mercante” 1 remite a los alumnos a la red de textos en los que se presenta una
historia de amor trágico interrumpida por las prohibiciones paternas. Las
primeras asociaciones que pueden establecerse son con textos como Romeo y
Julieta de William Shakespeare, leídos en segundo año. Las frases finales de
Dolores, la posibilidad de alzarse frente a las exigencias paternas y su decisión
de no someterse a los designios del poder omnímodo, que en este momento se
resquebraja, articulan este texto con la actitud de la protagonista de la tragedia
sofoclea 2, Antígona. Estas asociaciones sugeridas por el canon escolar de los
jóvenes no son erradas. Es cierto que La malasangre es una historia de amor
frustrada. Desde esta perspectiva aparece mencionada en sitios web tal como
“Aula365”, que inicia su artículo sobre la obra con los siguientes términos:
prohibición de esta novela por decreto de la Junta Militar (Gambaro: 2009, 56)
fue lo que decidió a la autora a exiliarse por tres años en Barcelona. Los
términos utilizados para describir la trama argumental de la novela podrían
aplicarse a la singular familia constituida por Benigno, Candelaria y Dolores.
Durante el año 2010, al ser promocionada una nueva puesta en escena de
La malasangre, sitios como “Buenos Aires cuándo dónde” amplían las
perspectivas lectoras del siguiente modo:
Una habitación de aspecto gris; una cama con respaldo de hierro, una mesa
de luz, ropero, cómoda con espejo y sillas. Una bacinilla floreada debajo de la
cama. Bordeando el fondo del escenario, grandes tiestos de lata con lo que
alguna vez han sido plantas, grandes hojas completamente marchitas. Algunos
tiestos tienen simplemente palos clavados, estacas. En la mesa de luz un reloj
despertador y, apoyada contra la pared, una revista con la fotografía de una
vedette a cuerpo entero (Gambaro: 1965, 61)
Civilización vs. Barbarie 79
Notemos que ignoramos los motivos por los cuales Alfonso se encuentra en
la situación que él define como “condenado”. Este procedimiento textualiza lo
que será una constante temática, según Tarantuviez (2007), del teatro
gambariano: los juegos perversos e intrincados del poder, en esta obra
representados por la madre de Alfonso y su amigo que se “aprovechan del
poder que les da su desvalimiento para mortificarlo” (117). El comentario que
acompaña la primera edición de El desatino afirma que “todo es perfectamente
lógico en la pieza, menos el elemento desencadenante, el que condiciona la
situación. Y es precisamente a ese elemento fuera de toda lógica al que estos
personajes desatienden, al que “matan con la indiferencia”. (Gambaro, 1965: 8)
Civilización vs. Barbarie 80
Ujier: Muy bien. Ninguna objeción. Pero de aquí al domingo faltan unos días
(Divertido) No puede esperar de pie, de ningún modo. Venga, siéntese acá. (Le
acerca una silla, el joven se sienta dócilmente) 7. El ujier, con repentina
inspiración, le pone la muñeca entre los brazos. Lo contempla, risueño). Así
sea Usted bueno y espere. El domingo irá al campo, recuérdelo. Quédese
tranquilo, no se mueva. Espere, espere, espere…
(Diciendo esto, sale, suave, furtivamente, la misma expresión divertida y risueña.
La puerta queda abierta. El joven mira hacia la puerta, luego, con obediente
determinación, muy rígido, la muñeca entre los brazos, los ojos increíbles y
estúpidamente abiertos, espera)
Es una obra diferente, con cierta dosis de romanticismo 8, que las anteriores
no tenían, sigue teniendo crueldad pero insertada en un mundo romántico; hay un
gran amor que termina trágicamente. Una pasión absoluta, sin concesiones, cuyo
único final posible es la muerte (Yusem, 1982, 1)
Para reflexionar
actualiza los signos lingüísticos del texto a través de otros sistemas sígnicos
debería inducir a los alumnos a posicionarse ellos mismos como “directores de
una puesta en escena de la obra” en la cual tienen que decidir acerca del modo
de actualizar los sistemas sígnicos potenciales.
Aclaremos algunos conceptos. Martín Esslin en The field of drama (1987),
trabaja desde una concepción amplia del drama que no descarta ni el cine, ni la
televisión, los vídeos caseros, la radio (podríamos agregar DVD y Bluerays),
circunstancia que, a su juicio, ha determinado “el crecimiento en verdadera
progresión astronómica así como la cantidad de “perfomances” dramáticas
(Esslin: 1987, 13). Precisamente a la hora de pensar qué signos de escenario
habría que actualizar en una puesta en acto del texto dramático uno debería
tener en cuenta que los sistemas de signos en juego son múltiples y complejos.
Se podrían enumerar los siguientes:
1. Relacionados con el actor: entonación de la voz, expresiones faciales,
gestos, movimientos en el escenario, maquillaje, vestuario. 13
2. Relacionados con el espacio: escenografía, iluminación, accesorios
(properties).
3. Signos acústicos no verbales: ruidos, efectos sonoros, música.
A este conjunto de signos habría que sumarle una consideración que los
semiólogos del teatro no dejan de considerar y que es la relación con el lugar,
la arquitectura y las características del espacio donde se presenta la obra, el
título, la descripción genérica y la propaganda previa así como -si lo hubiere- el
sentido del prólogo, etc. Esslin insiste, incluso, en que el espacio exterior del
teatro, ya sea que se trate de un teatro consagrado, de uno ubicado en un
suburbio, o de un teatro marginal, también agrega significación. Lo mismo
arguye en lo relativo a las circunstancias histórico coyunturales de
representación. El crítico teatral británico pone especial énfasis en que esta
sería una distinción específica entre el teatro en su sentido restringido y una
proyección fílmica. El buen actor teatral deberá estar atento a las
circunstancias externas, al contexto en el cual la pieza se actualiza.
Evidentemente, no asistimos a la representación de La malasangre hoy como
Civilización vs. Barbarie 85
Dolores:-Soy inteligente. (Arroja el lápiz) ¡No estoy en vena! (Se oye afuera el
ruido de un carro y de las herraduras de los caballos sobre las piedras. Ambos
atienden) Todas las mañanas pasa. Pero por deferencia hacia mi padre, muchas
veces no gritan…”melones” (Gambaro: 1999, 71)
gestos y comentarios. En primer lugar, casi como correlato de este carro que
pasa, Dolores argumenta que es una tontería estudiar latín en este contexto.
Más adelante, y siempre en la misma escena, entra Fermín, el sirviente y
ejecutor de las órdenes de Benigno, que trae una bolsa granate. El color no es
ocioso. Tampoco los gestos de temor/terror que acompañan a Dolores cuando
Fermín quiere sacar algo de la bolsa y pronuncia la palabra “melones”. Son los
signos de la mano ensangrentada que retira lo que no nos permite dudar sobre
la verdadera naturaleza de ese carro y los melones que transporta. Presagian
algo mucho peor que la inofensiva compra de mercado. Se entabla una red
semántica que pasa del efecto sonoro: el paso del carro a la idea asociada de
“melones”, que, a su vez, se relaciona con el sema: “cabeza cortada” y
“sangre”, y todo ello remite a Benigno, como aclara Fermín ante el enojo de
Dolores: “Si fue su padre” (73).
Este sentido cristaliza en la escena VII, mientras Rafael y Dolores preparan
su huida y construyen su mundo utópico del otro lado del río, el paso del carro
les advierte de las amenazas que deberán enfrentar. Son conscientes de ello:
Dolores:- ¡No! (Ríe. Se escapa. Con gran ruido, se protege con una silla. Se oye
pasar el carro. Atienden los dos, dejan de reír) (Gambaro: 1999, 115)
Intertextualidad
FERMÍN:- (Pone el melón sobre la mesa, entre los libros). Lo dejo acá. Se lo
pueden comer. (Vengativo) ¡Le voy a decir al señor que no se divirtieron! La
señorita cree que a los salvajes, inmundos, asquerosos, no se les debe cortar la
cabeza. Es demasiado buena (Gambaro: 1995, 74).
DOLORES:-(Simula ingenuidad) ¿Por qué? Papá tenía unos campos para vender,
Juan Pedro unos para comprar. Papá está bien relacionado y Juan Pedro está
mejor. Papá aprueba y Juan Pedro aplaude. Y los dos dicen que los inmundos,
salvajes, asquerosos deben morir. ¿Quién no es un inmundo? Sólo el poder
otorga una pureza que nada toca (Gambaro: 1999, 109).
los más oscuros deseos del Restaurador. Ese capítulo reúne a Cuitiño y a uno
de los bufones de Rosas, Viguá. Estas dos personalidades resuenan de modo
muy sugerente en la figura de Fermín, que aparece ligada tanto a la sangre y
violencia como a una relación perversa que el sirviente, fomentado por
Benigno, mantiene con Dolores. Una vez más, el capítulo 4 de Amalia, “La hora
de comer” asocia al personaje Viguá a los deseos primarios del ser humano: la
comida y la sexualidad y explora la ambigua relación que éste mantiene con
Manuela, siempre bajo la mirada protectora -cuando no incitadora- del
Restaurador. Muy semejante es la relación que Fermín sostiene con Dolores.
En la Escena VI, mientras avanza el amor que comienzan a sentir Dolores y
Rafael, Fermín acecha, espía por orden de Benigno o por cuenta propia.
Comienza a manifestarse más claramente su doble juego de brazo ejecutor de
Benigno y, al mismo tiempo, peligroso desplazado del afecto de Dolores. Le ha
traído un regalo, que es un pájaro muerto. Insiste en que las cosas muertas son
agradables “porque no se mueven, no rezongan” (105). Ante el rechazo de
Dolores, reacciona airadamente y la muchacha tiene que suavizar su actitud
pues teme la tremenda venganza. La múltiple función de verdugo, brazo
ejecutor de los deseos del poder e instrumento del dominio del varón sobre la
mujer, aparecen representados en la escena:
Para reflexionar
las escuelas críticas, las ideas y las teorías viajan de persona a persona, de
situación en situación, de un período al otro. “La cultura suele alimentarse y
sostenerse de ese flujo de ideas, de estas influencias conscientes o
inconscientes” (227). La crítica literaria argentina se ha nutrido y alimentado de
estas “teorías viajeras” y las ha aclimatado a una literatura, caracterizada por la
fuerte retroalimentación con las circunstancias sociopolíticas. Una de las tesis
del mismo Said, la de la mundanidad 23 del texto literario expuesta, por primera
vez, en su ensayo “The world, the Text and the Critic” y a partir de ese
momento utilizado en otros textos críticos encontró eco favorable en nuestra
crítica. La tesis del crítico palestino-norteamericano es que un texto literario se
vuelve tanto hacia afuera, hacia el mundo como hacia adentro, hacia la
textualidad. Said reaccionaba, en 1983, ante posiciones que sostenían una
dicotomía entre los “hechos de habla”- que de acuerdo con Paul Ricoeur, cuyo
texto Said utiliza como punto de apoyo y de partida de su posición crítica,
existen en un “estado de presencia, en la realidad, en el mundo” (Ricoeur:
1971, 138) mientras que el texto existiría en estado de suspensión. Esto es, la
realidad externa circunstancial estaría suspendida hasta ser actualizada por el
lector o el crítico. Said discute este presupuesto y sostiene que los textos
tienen modos de existir tanto teóricos como prácticos, que incluso en la más
extrema de las formas están siempre “enredados” en la circunstancia, el
tiempo, el lugar y la sociedad. En pocas palabras, ellos están en el mundo y de
ahí que sean “mundanos” (Said: 1983, 35). Josué Harari en su comentario de
este influyente ensayo subraya que para Said uno de los puntos más
importantes es que, en primer lugar, los textos se dan en el mundo en el
sentido material en cuanto están constreñidos por las mismas normas legales,
políticas, económicas y sociales de cualquier otro producto cultural.
Primariamente, la comprensión de un texto supone su ubicación en una
adecuada configuración socio-política; en tener en cuenta el contexto de
producción del mismo; en su apelación a la tradición antropológica de la
sociedad en la que ve la luz. Said otorga suma importancia a las cuestiones de
localización del texto en el mundo que lo rodea, o mejor dicho, del cual forma
parte. De esta circunstancia se deduce que los mecanismos de difusión
Civilización vs. Barbarie 103
La protagonista, una muchacha muy joven, hija de un gran señor feudal, lucha,
pelea contra la opresión que pretende ejercer el padre sobre ella y simbólicamente
en la sociedad. Lo logra a costa de una tragedia, pero se convierte en un ser libre.
Que puede hablar, decir la verdad libremente.
-¿Es una obra dramática?
-Es dura para recibir porque plantea cosas dolorosas como la muerte, la falta de
libertad, el miedo. (Una pieza de Gambaro: 14 de agosto de 1982, 7)
Los planos de la realidad elegidos por la dramaturga para ser textualizados están
en relación directa con el ambiente político que vive nuestro país en los años en
que escribe sus piezas, o bien con la historia argentina reciente: la represión
institucional, la tortura, la cuestión de los desaparecidos, la Guerra de Malvinas.
Gambaro se ocupa también de planos de la realidad socioeconómica argentina, en
especial de la situación de la mujer en la sociedad y de la pobreza. (Tarantuviez:
2007, 351)
Civilización vs. Barbarie 107
Notas
1
Utilizo la palabra “canon” en el sentido en que la utiliza Ricardo Piglia en la entrevista “La
vanguardia ve a la cultura dominante como algo a lo que hay que poner en cuestión”, que
forma parte del encuentro La literatura argentina por escritores argentinos, serie de encuentros
organizados por el Banco Galicia, coordinados por Sylvia Iparraguirre, que tuvieron lugar en la
Biblioteca Nacional, entre mayo del 2006 y julio del 2007. En ese marco, Piglia disertó sobre
“Saer o la tradición del escritor argentino” y si bien defendió calurosamente el concepto de
“tradición” como el “espacio en el interior del cual las culturas funcionan” (Piglia, 2009:29) y
definió al canon “como el resultado formalizado o institucionalizado de esas discusiones (29) en
la entrevista que complementa su exposición define al canon como “ un espacio académico sin
el cual no se puede enseñar, son los textos que es posible citar en una discusión literaria
dando por sentado que quienes intervienen los conocen” (Piglia, 2009:42). La constitución de
los “cánones escolares” aunque resistida por muchos teóricos de la literatura y criticada, en
general, bien por su asociación con los mass media o por su obligatoriedad, por su condición
de “letra muerta, de lectura escolar” puede cobrar otro valor si consideramos que esos textos
constituyen el espacio a partir del cual el lector joven/adolescente puede establecer redes, la
“enciclopedia mínima” sin la cual la lectura se reduce a la memorización estéril de los
argumentos. En 1995, junto con la profesora Lilians Gómez Pitaluga, reflexionamos acerca de
las características de la constitución de un “canon escolar” y su pertinencia. Destacamos allí
que los Colegios pre-universitarios de la UNLP constituyen “democráticamente” esos
“cánones”. (Cfr: “Historia de la constitución de un canon escolar”). En el año 2011, Miguel
Dalmaroni, cuya carrera ha estado orientada a la enseñanza universitaria de grado y de post-
grado, en el marco del Segundo Congreso de Didáctica de la Literatura, organizado por el
Colegio Nacional de La Plata, retomó a pedido de los organizadores un texto publicado en El
toldo de Astier. Allí, tras admitir el descuido, cuando no indiferencia, con que la crítica y la
investigación literarias han tratado la problemática de la lectura en la escuela, nos llamaba a
reflexionar sobre lo siguiente: “Cuando imaginamos lectores y situaciones de lectura asociados
a la literatura de que nos ocupamos –lo hagamos o no de modo más o menos deliberado o por
defecto e implícitamente‐ los críticos de la universidad omitimos pasmosamente a esos varios
millones de lectores por país que leen en (o a partir de) la situación escolar de lectura. Seamos
gráficos: numéricamente hablando, hace tiempo que la mayor parte de los argentinos vivos que
han leído una tragedia de Shakespeare, un cuento de García Márquez, un relato de Saer, una
novela de Arlt, un poema de García Lorca o simplemente un libro, lo han hecho en la escuela.
Con matices que no alteran mucho lo que quiero decir, los profesores universitarios de
literatura y crítica cultural imaginamos la literatura de la que hablamos o escribimos en
correlación con un tipo de lector y de situación de lectura muy minoritaria” (Dalmaroni: 2011, 4).
Civilización vs. Barbarie 110
10
Martin Esslin ha insistido en la necesidad de no exiliar de los estudios semióticos del teatro a
las producciones cinematográficas que, con diferencias, participan de las características de la
“dramatic perfomance”.
11
Las traducciones del texto de Esslin me pertenecen.
12
Algunos autores como Erika Fischer-Lichte prefieren diferencias entre signos proxémicos
(dan cuenta de los movimientos del actor) y signos cinéticos, entre los cuales brinda especial
atención a los signos mímicos.
13
El general Bignone asume la Presidencia de la Nación el 1º de julio de 1982. Como acota en
una editorial aparecida en La Prensa ese mismo día, el sentimiento dominante en el país, tanto
en las fuerzas armadas como en la llamada civilidad es de frustración. (Iglesias Rouco: 1982,1)
14
La traducción del francés me pertenece.
15
Gérard Genette se dedicará a la problemática del estatus pragmático de los elementos
paratextuales en un texto posterior, publicado en 1987 en Francia. Se trata de su estudio:
Paratexto.
16
El texto en francés, cuya traducción me pertence, es el siguiente:“l’íntertextualité est la
perception par le lecteur de rapports entre une oeuvre et d’autres, qui l’ont précedé ou
suivre. Ces autres oeuvres constituent l’intertexte de la première (115).
17
Riffaterre llama “intertextualidades obligatorias” a aquellas que el lector no puede dejar de
percibir porque “el intertexto deja en ellas una traza indeleble, una constante formal que juega
el rol de un imperativo de lectura que gobierna el desciframiento del mensaje” ( Riffaterre, 118).
18
Intertextuality thus becomes less a name for work’s relation to particular prior texts than a
designation of its participation in the discursive space of a culture. ( …). The study of
intertextuality is thus not the investigation of sources and influences as traditionally conceived, it
casts its net wider to include anonymous discursive practices codes whose origins are lost, that
make possible the signifying practices of later texts.
19
Un estudio más detallado de estas dos lógicas puede profundizarse en Maristella Svampa.
(1994). Ver bibliografía.
20
No puede dejar de advertirse que en esta instancia, Gambaro juega con una referencia
intertextual a “El matadero”: allí el joven “unitario” prefiere morir, “reventar de rabia”, antes que
desnudarse. En la obra de teatro, frente a la posibilidad de no obtener el trabajo, Rafael “con
lentitud, se deshace el nudo de la corbata, se quita la chaqueta, la camisa” (65) y se presta
humillado y ¿servil? a la inspección de su espalda jorobada.
21
Hebe Molina nos acercó el dato de la posibilidad de que se tratae de un hecho histórico. En
Misterios de Buenos Aires (1856) de Felisberto Pelissot, se narra este episodio: Mariño
encabeza un remate o regalo de cadáveres de los unitarios, que se hacía por las calles; los
mazorqueros los ofrecían como melones y duraznos. Cfr. Hebe Molina (2011) Como crecen los
hongos. Buenos Aires.
22
La asunción del General Bignone se produce el 1º de julio de 1982. Ver nota 14.
23
La palabra traduce el concepto saidiano de “worldliness”. Siempre me siento incómoda con
esta traducción pues “mundanidad” en español tiene muy arraigada la connotación de cosa,
Civilización vs. Barbarie 112
persona o acción dada a los placeres y convenciones de la vida social. En el empleo de Said,
“mundanidad” se refiere a perteneciente o relativo al mundo.
Bibliografía
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Featherston , Cristina Andrea
Civilización Vs. Barbarie : un tópico para tres siglos / Cristina Andrea Featherston ;
María Grazia Mainero ; Nora Gabriela Iribe; coordinado por María Grazia Mainero. - 1a ed. -
La Plata : Universidad Nacional de La Plata, 2014.
E-Book ISBN 978-950-34-1104-9
1. Textos Canónicos. 2. Estudios Literarios. I. Mainero, María Grazia II. Iribe, Nora Gabriela
III. Mainero, María Grazia , coord. IV. Título
CDD 807