Waingarten - Milner
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Waingarten - Milner
Lingüística y Psicoanálisis
según Jean-Claude Milner
1.
Esta reescritura del trabajo de 1974 debe ser encuadrada dentro del proyec-
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Otro rasgo es tomado por Milner como esencial a la ciencia moderna, y es-
ta vez es tomado de las epistemologías de tradición anglosajona: la ciencia
debe limitarse a derivar de su sistema estructurado de marcas exclusivamen-
te proposiciones que sean falsables, es decir, cuyo referente sea directa o in-
directamente representable en una configuración espaciotemporal dada
(más específicamente, debe ser posible para toda proposición perteneciente
al campo de la ciencia la construcción de una configuración en tiempo y es-
pacio representacionales, de tal for ma que la tornaría falsa). Este último ras-
go asegura una apropiación del concepto de letra matemática o matema que
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mitad de su enseñanza.
Milner destaca un núcleo común a ambas escuelas, y es que tanto los estruc-
turalistas como los transformacionalistas instituyen, por vías distintas, el
axioma de lo discernible (es decir, aquí, lo matematizable) en el campo de los
hechos del lenguaje. Ahora bien, dejando de lado el esquematismo intrínse-
co de la ciencia, lo primero que llama la atención es la osadía que implica in-
tentar extender el imperio de las letras matemáticas hasta un dominio tan in-
dómito como lo es precisamente el de los hechos de lenguaje. Esto lo expe-
rimentan cotidianamente, por ejemplo, los poetas y los psicoanalistas, para
quienes la realidad del equívoco, la incalculabilidad del sentido, la infinitud ac-
tual de la Contingencia, conforman la estofa y el resorte de su praxis. Tene-
mos incluso, como extremo de la serie de la desconfianza hacia la ciencia, a
los “puristas” (figura construida por Milner con el objeto de ironizar todo
heideggerianismo en materia de lenguaje) para quienes lo real del lenguaje es-
tá imposibilitado de todo acceso a la representación; para quienes, según se
lee al final del capítulo 2 de “El amor ...”: “la lengua puede funcionar como agal-
ma, tesoro, objeto a [...] Se trata de un amor auténtico, el amor mismo de la lengua, fuen-
te evidentemente de ridículo cuando se hace público. [...] A diferencia del avaro de Moliè-
re, al purista le falta el tesoro desde siempre: nadie le garantiza que sea poseedor de la pu-
reza de la lengua, motivo de su deseo, nadie a no ser un reino de los muertos, conjunto iner-
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te de citas por medio del que se convoca a los autores a decir lo puro. [...] Cada vez que
habla, pues, le acecha la degradación y, si escapa, es que ha franqueado victoriosamente el
Aqueronte, volviendo, como un Orfeo moderno, con una flor que la luz marchita de inme-
diato: lo puro como tal”.
A su vez, resulta de esto que solo de lalangue, en tanto es desde ahora el es-
pacio donde se engancha el deseo del lingüista y aparece su verdad, puede
emerger la letra que el lingüista traza de la lengua, como lo muestra Milner
por el isomorfismo que establece entre la regla descubierta y el Witz, y de
lo que da testimonio el júbilo del lingüista en el instante de su emergencia
(cobra aquí valor de testimonio que el autor nos remita a su propia expe-
riencia como lingüista, entre otras).
2.
“La lengua es ese punto infinitamente multiplicado donde contingencia y contacto ope-
ran, la línea de puntos en que del imaginario lenguaje se desgarra lalengua real, no sin
que se dibuje la simbólica red de los paradigmas. Estructura heteróclita, y sin embar go
tendida hacia la regularidad, no podría figurarse mejor que por un aesférico descosiéndo-
se de un esférico: aesférico de lo real y esférico imaginario, pero también costura invisible
y zurcido cuadriculado de lo simbólico: la lengua se prestará entonces gustosa a dejarse
tomar por un objeto (a). Nada menos asombroso que verla, a la vez vaciada y de nuevo
inflada con valores infinitamente variables, animando el deseo de algunos”
Podría surgir aquí una pregunta, que es también una consecuencia y un re-
doblamiento de la cuestión, con respecto al tér mino y al lugar de “lalangue”:
¿cómo podría éste, si no es como semblante, aspirar a constituir un nombre
unívoco para el conjunto inconsistente de lugares de los equívocos? Milner
respondería, con Lacan, que no hay discurso que no sea del semblante.
Queda por establecer el valor del discurso teórico se que intenta instituir.
“de que el equívoco, la homonimia sea lo Real de lalengua no se sigue que no haya que
inscribir en lalengua lo que fuere; de que todo pensamiento sea, por cuanto nombra, equí-
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voco, no se sigue que no haya que pensar; de que todo nombre sea múltiplemente ambi-
guo no se sigue que no haya que nombrar; de que la univocidad sea lo imposible no se
sigue que no deba ordenar un deseo. Hay que hablar, y pensar, y nombrar, y, singular-
mente, hay que hablar, pensar, nombrar, la homonimia- sin per juicio de concentrarla en
un solo significante, que es un nombre propio: Lacan”
Sebastián Waingarten
Octubre del 2002
Notas
3 Para estos últimos conceptos cf. Althusser Louis, “Curso de filosofía para científicos”
(1967), obra ya clásica en el campo de la epistemología de las ciencias conjeturales.
La referencia de Milner a esta obra no es explícita, pero se sabe que se for mó en
ella y se la ve operar en su avance. Milner hace un análisis de la ideología cognitivis-
ta en “Introducción a una ciencia del lenguaje” Cap. 3.1.
5 O sea, como destaca Milner, por una demanda, en el sentido que toma este tér -
mino en la enseñanza de Lacan, es decir, en tanto implica irreductiblemente la di-
mensión imaginaria. Como desarrollamos en este trabajo, la apuesta del autor resi-
de en la posibilidad de que en esa demanda se articule un deseo.