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El Posmodernismo Vaya Timo! - Introduccion PDF

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Introducción a El posmodernismo ¡vaya timo!

¿Qué diablos es el
posmodernismo?
Gabriel Andrade

J
avier Armentia y Serafín Senosiáin han concebido la por las personalidades más famosas de la televisión, y los
colección ¡Vaya timo! como un intento por refutar al- gobiernos les piden a menudo opiniones y consejos sobre
gunas de las creencias irracionales más comunes. En asuntos militares, económicos, políticos y culturales. Natu-
general, estas creencias son aceptadas por personas que no ralmente, aunque en las librerías universitarias no hay casi,
han tenido un alto nivel de educación. Algunas creen, por afortunadamente, libros que promuevan el creacionismo o
ejemplo, que la posición de los astros en el momento de la homeopatía, en esas mismas librerías hay multitud de
nacer determina los acontecimientos del resto de sus vi- libros que promueven el posmodernismo, e incluso ocupan
das. Otras creen que la aplicación en cantidades diluidas de los estantes privilegiados.
sustancias que generan males sirve para combatirlos. Otras El posmodernismo goza de prestigio dentro y fuera de
creen que Dios creó el universo hace apenas 6.000 años, la universidad. Los defensores del posmodernismo tienen
que la posición de los muebles en el hogar afecta a la buena algo que atrae, y no es precisamente la claridad y profun-
fortuna, etc. didad de sus ideas. Se trata más bien de una especie de
Por regla general, quien haya terminado alguna carrera sex appeal que genera seguidores de todo tipo. Son, por así
universitaria y tenga un mínimo de sentido común sabe que decirlo, estrellas de rock en el mundo académico. Los jó-
todas esas creencias son timos. También, por regla general, venes estudiantes desearían ser como ellos. Muchos llevan
quienes difunden timos como la astrología, el feng shui o el el pelo largo, fuman en pipa, utilizan trajes exóticos; en fin,
creacionismo son personas ajenas al mundo universitario. parecen preocuparse por su imagen. En esto se asemejan
Es muy triste observar que en las librerías hay más libros mucho más a los artistas que a los profesores universitarios
de astrología que de astronomía, pero al menos tenemos el convencionales.
consuelo de que en otras hay muchos libros sobre ciencia y Es sabido que muchas estrellas de rock prosperan no pro-
filosofía y pocos sobre creencias irracionales. piamente por su música sino por el aparato publicitario que
No obstante, el posmodernismo es una excepción, y por acompaña a sus presentaciones. La vestimenta, el juego de
ello un caso sui generis entre los temas de la colección luces en el escenario, las hermosas mujeres que los acom-
¡Vaya timo! Los defensores del posmodernismo tienen tí- pañan, etc., todo forma parte de las estrategias de las que se
tulos universitarios. La mayoría de ellos son profesores en valen para conseguir público, aunque muchos canten desa-
las mejores universidades del mundo (debe reconocerse finados. Pues bien, algo similar ocurre con los defensores
que, por fortuna, dos de las mejores, Oxford y Cambrid- del posmodernismo. Muchos de ellos prosperan no propia-
ge, en Inglaterra, son muy reacias a aceptar a defensores mente por el contenido de sus ideas sino por el barniz de
del posmodernismo entre su profesorado). Escriben en los imagen que los acompaña.
diarios de mayor circulación mundial, son entrevistados Aulo Gelio, un escritor romano del siglo II, dijo al con-

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templar a un charlatán que se hacía pasar por filósofo: “Veo
la barba y el manto, pero no veo al filósofo”. Haríamos bien
en recordar esta frase cuando estemos en presencia de per-
sonas que defienden el posmodernismo. Estas vacas sagra-
das llevan todo el ropaje de la actividad filosófica, e incluso
hablan de forma parecida a los personajes que han dicho
cosas importantes en la historia. Pero no pasan de ser meros
charlatanes. Su gran preocupación consiste en decir cosas
que generen una moda intelectual, independientemente de
si son verdaderas o siquiera coherentes. Lamentablemente,
han logrado su cometido. Por ello, habría que ubicarlos jun-
to a Christian Dior o Gianni Versace, no junto a Aristóteles
o Einstein.
Pero, ¿qué defienden esas personas? ¿Qué diablos es el
posmodernismo? Como es sabido, el prefijo post (o pos)
significa después. De esa manera, posguerra es el período
que sigue a una guerra, postoperatorio es el período que
sigue a una operación, y así sucesivamente. Pues bien,
posmodernismo o postmodernismo vendría a ser el movi-
miento surgido después del modernismo. Pero en cuestio-
nes filosóficas se suele postular que, cuando un movimiento
sigue a otro, también suprime al anterior. Así, el posmoder-
nismo no es solo el movimiento que sigue al modernismo
sino también el que lo suprime.

MODERNISMO Y MODERNIDAD
El modernismo es, a grandes rasgos, la mentalidad colec- Busto atribuido a Aulo Gelio (foto: archivo)
tiva que vino a imperar en la civilización occidental a partir
de, más o menos, el siglo XVII. Esta mentalidad estuvo
caracterizada por una creciente valoración y predominio de pudo ejercer cada vez más un control mayor sobre la natu-
la racionalidad en todas las facetas de la vida. Cada vez raleza, y las condiciones sanitarias mejoraron, aumentando
más, la gente empezó a emplear la racionalidad y a intere- significativamente el nivel de vida. Esto vino acompaña-
sarse por conocer la naturaleza y su funcionamiento. Así do por otras transformaciones. Las ciudades empezaron a
fue como surgió el método científico. La ciencia empezó a crecer y los Estados se volvieron mucho más complejos.
ofrecer resultados significativos, y, a partir de los conoci- Nació así la burocracia como medio para optimizar la or-
mientos cultivados por la ciencia, la civilización occidental ganización y toma de decisiones. Las redes comerciales se
incrementó sus invenciones y el uso de la tecnología. expandieron significativamente. La producción económica
Igualmente, gracias a la ciencia y la tecnología, el hombre se volvió mucho más eficiente, y esto trajo consigo el naci-
miento del capitalismo. Asimismo, las labores empezaron a
tecnificarse y especializarse para ser más eficientes y pro-
ductivas, y la sociedad comenzó a segmentarse en gremios.
Los historiadores suelen llamar a este período moderni-
dad. Aunque podemos estimar que sus inicios en Europa
El posmodernismo goza de se situaron en el siglo XVII, ha tardado algo más en llegar
a otras regiones del mundo. Habitualmente se denominan
prestigio dentro y fuera de la tradicionales aquellas sociedades a las que aún no han lle-
universidad. Sus defensores gado las grandes transformaciones de la modernidad.
tienen algo que atrae, y no El modernismo suele entenderse como la doctrina o el
movimiento que defiende estas transformaciones. Por
es precisamente la claridad y ejemplo, un habitante del Londres actual es a todas luces un
profundidad de sus ideas. Se moderno, pero no necesariamente un “modernista”. Quizás
trata más bien de una especie ese londinense añora vivir en las condiciones de la Inglate-
de sex appeal que genera se- rra feudal, a pesar de que trabaja en una fábrica, se benefi-
cia de la ciencia y emplea mucha tecnología avanzada.
guidores de todo tipo. De la misma manera, un campesino de Bangladesh está
lejos de ser propiamente un moderno. Pero quizá ese cam-
pesino defiende la necesidad de asumir el método científico,
la industrialización, la división del trabajo, etc. En ese caso,
sería un “modernista”. Así pues, modernidad es el momen-

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Detalle de “El Guernica”, de Pablo Picasso (foto: archivo)

to histórico en que surgieron todas estas transformaciones la trama no estaba bien estructurada, etc. En la era moder-
sociales; y modernismo es la defensa y valoración de esas na, la literatura se impregna de la técnica y la racionalidad
transformaciones. e incorpora tramas complejas, personajes con psicología
Estos cambios sociales de la modernidad trajeron consi- profunda, minuciosos detalles narrativos...
go grandes transformaciones en las artes. Los historiadores
del arte suelen afirmar que el arte moderno empezó con el ARTES POSMODERNAS
Renacimiento tardío, más o menos hacia el siglo XVI. Los En las artes vino también a imperar un modernismo, a
mismos criterios de racionalidad que se emplearon en la saber: la defensa de la aplicación de criterios de raciona-
ciencia, la política y la economía, se extendieron al arte. lidad y técnica en la producción artística. En cierto sen-
Los pintores empezaron a dominar la técnica y lograron tido, aunque el artista y el científico operaban en planos
desarrollar la perspectiva. Sus representaciones pictóricas distintos, ambos compartían una adhesión a la racionalidad
eran mucho más realistas y su concentración en el cuerpo y un conjunto de reglas bien estructuradas que codifican el
humano fue un corolario del interés científico por la ana- desarrollo de la técnica.
tomía. La armonía, el equilibrio, la proporción y la textura Más adelante, en el seno de las artes hubo una reacción
eran ahora criterios a seguir para generar emociones esté- contra este modernismo y se empezaron a desarrollar ten-
ticas. dencias que rechazaban el predominio de la racionalidad y
Los arquitectos empezaron a edificar construcciones que las reglas en la producción artística. Su justificación era que
aprovechaban racionalmente los espacios. Cada espacio te- el arte es, ante todo, expresión. Y en cuanto tal, la actividad
nía una función que cumplir, y la distribución estaba regida artística es libre. En consecuencia, no cabe aplicarle ningu-
también por la proporción, el equilibrio y el orden. Los mú- na camisa de fuerza que imponga criterios. Los exponentes
sicos buscaban acercarse a una perfección matemática en la de estas tendencias abrazaron, por así decirlo, una rebeldía
conjunción de armonía, melodía y ritmo. estética.
La literatura tampoco escapó a esta tendencia. En las Allí donde la pintura moderna exigía perspectiva, pro-
sociedades tradicionales imperaban los cuentos sobre de- porción y equilibrio, estos nuevos pintores buscaban de-
monios, elfos, gigantes y hechizos. A partir de la moder- liberadamente violar estos esquemas. Así, por ejemplo, la
nidad, la literatura está más concernida con asuntos reales obra maestra de Picasso, Guernica, no es comprensible se-
y, cuando hace referencia a gigantes y hechizos, lo hace gún los criterios técnicos del modernismo y puede parecer
generalmente en son de burla, como en Don Quijote. Por más bien una pintura hecha por niños. Algunos pintores se
regla general, la literatura tradicional era pobre en técnica y propusieron rechazar los criterios modernos, tratando in-
estilo: no se cultivaba el retrato profundo de los personajes, cluso de imitar el arte de las sociedades tradicionales ajenas

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La persistencia de la memoria, de Salvador Dalí (foto: archivo)

al mundo moderno. Gauguin, por ejemplo, se hizo célebre terio estético modernista ha potenciado la creatividad de la
por pintar a la manera de los polinesios, y Picasso, de nue- generación de artistas influidos por el posmodernismo. Las
vo, trató de pintar en su época en un estilo que recuerda a grandes obras de Picasso no tienen un buen cultivo de la
las esculturas tradicionales africanas. perspectiva, y las novelas de Joyce rayan en lo desordena-
En la arquitectura hubo también una reacción. Ahora los do y absurdo, pero podemos admitir que forman parte del
edificios podían incorporar espacios desperdiciados, e in- patrimonio artístico de la humanidad.
cluso administrar elementos que podían parecer sin equi- Por ello, es prudente aceptar que la reacción contra la
librio ni proporción. Los músicos empezaron a explorar la camisa de fuerza del modernismo en las artes ha resulta-
posibilidad de incorporar elementos populares que carecían do positiva. Hasta ahí, todo bien. El problema surge, no
de la técnica de los compositores clásicos, e incluso mu- obstante, cuando se pretende llevar el posmodernismo más
chos se atrevieron a prescindir de la armonía y el ritmo para allá de las fronteras del arte. La reacción contra las reglas y
incorporar sonidos que eran prácticamente ruido. los criterios establecidos nos ha ofrecido grandes obras de
La literatura empezó a interesarse por las situaciones ab- arte en el siglo XX. Pero cuando este espíritu de rebeldía
surdas y sin sentido. Allí donde un novelista típicamente posmoderna se extiende a otras esferas de la vida, sus con-
moderno, como Dostoyevski, retrataba situaciones creíbles secuencias pueden ser graves.
con gran rigor analítico, y empleaba una trama compleja Consideremos, por ejemplo, al gran pintor catalán Salva-
pero ordenada, muchos nuevos novelistas y dramaturgos dor Dalí. Su obra pictórica merece todo tipo de elogios, y
buscaron confundir al lector deliberadamente para así ge- con maestría técnica logró rebelarse contra las convencio-
nerar nuevos efectos estéticos. nes artísticas de su época. La excentricidad artística de Dalí
Todas estas tendencias artísticas, aunque heterogéneas lo acredita como uno de los grandes maestros de la pintura
entre sí, fueron aglutinadas bajo el concepto de posmoder- del siglo XX. Pero cuando la excentricidad va más allá de
nismo. Estos artistas y críticos de arte se planteaban inau- lo artístico, al punto de desafiar no solo las reglas estable-
gurar una era en la que se dejara atrás la modernidad y el cidas en el arte sino las más elementales normas para llevar
modernismo, y éste fuera suplantado por un movimiento adelante una conversación fluida, empezamos a dudar de si
que rechazara los criterios (a su juicio, demasiado rígidos) la excentricidad es loable en esferas no artísticas.
de racionalidad y técnica en las artes. En una famosa entrevista con el periodista norteameri-
Aunque algunos críticos estimaban que la buena obra de cano Mike Wallace, Dalí respondió con todo tipo de dis-
arte es aquella que se halla inscrita en la racionalidad y la parates ininteligibles a las preguntas bien formuladas por
técnica, podemos aceptar por ahora que el posmodernismo Wallace. Veamos una breve muestra:
en las artes ha resultado valioso. La reacción contra el cri- “Wallace: Dígame, ¿qué cree que le ocurrirá a usted

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cuando muera?
Dalí: Yo no creo en mi muerte.
Wallace: ¿Usted no morirá?
Dalí: No, yo creo en la muerte general. Pero no en la
muerte de Dalí. Creo que mi muerte se ha vuelto imposible.
Wallace: ¿Teme usted a la muerte?
Dalí: Sí.
Wallace: ¿La muerte es bella pero, con todo, usted la
teme?
Dalí: Exactamente, porque Dalí es un hombre paradójico
y contradictorio.”
Una obra como La persistencia de la memoria merece
nuestro elogio, pero una entrevista en la que se responden
disparates e incoherencias es un bodrio. Esto es indicativo
de que quizá resulta loable rebelarse contra las reglas artís-
ticas, pero no contra las reglas de la racionalidad en esferas
que van más allá de lo artístico.
El hecho de que Dalí arremeta con disparates y sinsenti-
dos en una entrevista quizá no es tan grave si tenemos en
cuenta que se trata precisamente de un artista. Los proble-
mas empiezan a aparecer cuando los filósofos y científicos
pretenden emular a los artistas en su rebelión frente a la
racionalidad. No objetamos que alguien como Franz Kafka
apele al absurdo para lograr su objetivo. Pero tenemos ple-
na justificación para protestar de que un médico apele a un
procedimiento absurdo (como, por ejemplo, la homeopatía)
para intentar curar una enfermedad, o que un matemático
Franz Kafka (foto: Wikimedia Commons)
sostenga que la raíz cuadrada de -2 es igual al infinito.

MODERNISMO Y POSMODERNISMO
sería la étapa histórica en la cual el posmodernismo cobra
Así pues, en un inicio el posmodernismo empezó como cada vez más prominencia.
un movimiento en el seno de las artes, pero hoy es más bien
El modernismo trató de ordenar el mundo en categorías
un movimiento vinculado a la filosofía y las ciencias. Aun-
de pensamiento. Una de las grandes labores de la ciencia
que el término posmodernismo tiene un significado muy di-
moderna ha sido la taxonomía, a saber, el modo en que ha
fuso, podemos definirlo a grandes rasgos como la tendencia
clasificado todos los elementos del universo. El posmoder-
a rechazar aquellos valores defendidos por el modernismo,
nismo rechaza el intento de ordenar el mundo y defiende
en especial el predominio de la racionalidad en todas las
más bien la persistencia de lo caótico a la hora de exami-
esferas de nuestra vida. Como corolario, la posmodernidad
narlo.
El modernismo defendió la primacía de la racionalidad.
El posmodernismo enaltece más bien la intuición, la emo-
ción e incluso la valoración de lo absurdo e irracional. En
el modernismo no hay cabida para chamanes y astrólogos
sino para médicos y astrónomos. En el posmodernismo se
El modernismo es la men- intenta reivindicar el espíritu libre de chamanes y astrólo-
talidad colectiva que vino a gos frente a un supuesto totalitarismo científico.
El modernismo deposita su confianza en la capacidad del
imperar en la civilización occi- lenguaje para representar el mundo, e incluso recomienda
dental a partir del siglo XVII. acercarse lo más posible a un lenguaje lógico-matemático
Esta mentalidad estuvo ca- que se exprese claramente y no permita ambigüedades. El
racterizada por una creciente posmodernismo estima que el lenguaje nunca podrá re-
presentar la realidad (solo intentar construirla); de hecho,
valoración y predominio de la muchos posmodernos recomiendan el uso de un lenguaje
racionalidad en todas las fa- deliberadamente oscuro y confuso (no muy distinto de dis-
cetas de la vida. parates como los de Dalí).
El modernismo trata de descubrir el funcionamiento del
universo para así postular leyes científicas de alcance uni-
versal que nos permitan hacer predicciones y ejercer cierto
control sobre la naturaleza. El posmoderno rechaza rotun-
damente la categoría de lo universal e insiste en que ningu-

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na explicación puede tener pretensiones universales.
De hecho, según los mismos gurús del posmodernismo,
ése es el rasgo definitorio de este movimiento. Si bien las
palabras posmodernismo y posmodernidad fueron some-
ramente empleadas por diversos autores desde mediados
del siglo XX, fue el francés Jean François Lyotard quien
las puso de moda (desde entonces, casi todo en el posmo-
dernismo ha sido cuestión de moda). A juicio de Lyotard,
la modernidad se caracterizó por el predominio de los me-
tarrelatos (un término muy confuso, pero, como veremos,
los posmodernos no tienen el menor interés en evitar ser
confusos).
Estos metarrelatos son “discursos totalizantes” que pre-
tenden aplicarse universalmente. Lyotard pensaba que esos
metarrelatos se encuentran ahora en crisis y se ha plantea-
do la necesidad de optar por lo que él llama microrrelatos.
En otras palabras, en vez de ofrecer una explicación ge-
neral de, por ejemplo, la naturaleza de las hambrunas, es
más conveniente explicar cada hambruna por separado y
no asumir que podemos aglutinar bajo un mismo concepto
la hambruna de Etiopía en los años ochenta del siglo XX
con la hambruna de Irlanda a mediados del siglo XIX. Más
aún, los posmodernos han defendido con ahínco que nin-
gún discurso puede pretender un alcance universal, pues
todo discurso es producto de unas condiciones específicas
(en las cuales interactúan todo tipo de intereses y sesgos:
clase social, nacionalidad, etnicidad, etc.) que no pueden
Jean François Lyotard (foto: Bracha L. Ettinger, www.flickr.com/photos/)
extrapolarse a otros contextos.
Por tanto, es inútil y perjudicial buscar explicaciones uni-
versales de los fenómenos, pues la noción de universalidad Desde entonces este discurso ha ganado cada vez más ad-
es afín a un gran sistema totalitario que pretende abarcarlo herentes en el mundo universitario y resuena en un amplio
todo. Conviene mucho más, según los posmodernos, con-
sector de la izquierda en el plano político. Los posmoder-
centrarse en la relevancia de lo local. Si Lyotard tiene ra-
nos resultan atractivos a los excluidos de siempre: negros,
zón, entonces la ley de la gravedad no es universal sino más
inmigrantes, homosexuales, mujeres, obreros, discapaci-
bien un invento totalizante de la ciencia. Quizá los posmo-
tados, etc. Los posmodernos han hecho creer a estos ex-
denos deberían lanzarse de un puente para corroborar si la
cluidos que la racionalidad y la modernidad en general son
ley de la gravedad no es más que un metarrelato que no
los responsables de haber creado la exclusión y coartado
puede pretender validez universal.
la libertad con sus “discursos totalizantes” y rígidas reglas
de pensamiento. Los posmodernos son emblemáticamente
antisistema y ha resultado inevitable que los excluidos vean
en ellos unos aliados, sin detenerse realmente a considerar
si oponerse al predominio de la racionalidad y a cualquier
forma de sistema constituirá una mejora en sus condiciones
Es prudente aceptar que la de vida.
reacción contra la camisa de
EL POSMODERNISMO ES UN TIMO
fuerza del modernismo en las Cada vez se suman más voces al posmodernismo. En este
artes ha resultado positiva. libro argumentaré que estamos en la necesidad de rechazar
Hasta ahí, todo bien. El pro- los cantos de sirena del posmodernismo, en buena medida
porque la abrumadora mayoría de las ideas que defienden
blema surge cuando se pre- los posmodernistas son fraudulentas; en otras palabras,
tende llevar el posmodernis- el posmodernismo es un timo. Podemos criticar muchas
mo más allá de las fronteras cosas a la modernidad pero nunca debemos abandonarla.
del arte. Podemos criticar los sistemas totalitarios pero no podemos
pretender escapar a toda forma de sistema. En el momento
en que dejamos de aplicar criterios de racionalidad y siste-
matización al mundo, nuestra felicidad se verá amenazada.
En el primer capítulo haré una breve reseña histórica
sobre el surgimiento de la izquierda, desde los socialistas

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utópicos en el siglo XIX (Fourier, Saint-Simon, Proudhon,
etc.) hasta la izquierda contemporánea posmoderna (Fou-
cault, Derrida, etc.). Trataré de demostrar que la izquierda
clásica (incluido el propio Marx) se inscribió en la moder-
nidad pero que, debido a la era de descolonización posterior
a la Segunda Guerra Mundial y al mayo francés de 1968, un
sector de la izquierda empezó a asumir posturas contrarias
a la modernidad. Haré hincapié en que, afortunadamente,
queda aún un sector de la izquierda que rechaza el posmo-
dernismo y valora la modernidad, y que no es necesario ser
posmoderno para ser de izquierdas. De hecho, muchos iz-
quierdistas defienden que el socialismo exige una renuncia
a los disparates posmodernos.
En el capítulo 2 examinaré las reacciones en contra del
movimiento filosófico de la Ilustración a partir del siglo
XIX. Intentaré demostrar que, contrariamente a las apa-
riencias, los posmodernos tienen mucho en común con los
reaccionarios ultraconservadores de inicios del siglo XIX.
Defenderé el triunfo de la Ilustración y la obligación que
tenemos de no abandonar ese proyecto.
En el capítulo 3 someteré a escarnio el lenguaje tan os-
curo y disparatado que emplean los filósofos posmodernos,
así como su intención deliberada de no escribir con claridad
a fin de impresionar a gente que cree que los buenos filóso-
fos son aquellos a quien nadie entiende. También reseñaré
algunos sucesos bochornosos del mundo académico que
han surgido como consecuencia de estos disparates posmo- Paul Feyerabend (foto: pkfeyerabend.org)
dernos.
En el capítulo 4 atacaré la doctrina del relativismo, la
cual es ampliamente defendida por el posmodernismo. método científico y que, por tanto, todo vale) y reseñaré la
Según ella, no existe algo que podamos llamar universal- manera en que los posmodernos abren la puerta a sandeces
mente verdad sino que la distinción entre lo verdadero y lo como el creacionismo, la homeopatía, el feng shui, etc.
falso es solo relativa al contexto. Trataré de demostrar que En el capítulo 6 defenderé la universalidad de la moral y
se trata de una doctrina contradictoria que atenta contra el los derechos humanos y atacaré el relativismo moral nor-
más elemental criterio de racionalidad. mativo (la doctrina según la cual cada cultura está en su
En el capítulo 5 defenderé la ciencia de los ataques de los derecho de seguir su propio criterio moral), defendido por
posmodernos que pretenden equipararla en validez a disci- muchos posmodernos. Señalaré casos como la ablación del
plinas no científicas o que pretenden negar la validez de un clítoris en África Oriental, el sistema de castas en la India,
criterio de demarcación entre ciencia y pseudociencia. Tra- el auge de regímenes y partidos teocráticos en el Islam, etc.,
taré de esbozar un criterio elemental para definir la ciencia. como muestra de la necesidad de asumir una moral univer-
Atacaré especialmente a Paul Feyerabend y su anarquismo sal que no tenga contemplaciones por las particularidades
epistemológico (la idea de que no debe haber reglas en el culturales que van en detrimento de la universalidad de la
idea del bien.
En el capítulo 7 defenderé la idea de que, aunque el co-
lonialismo occidental ha tenido consecuencias muy graves,
tuvo también sus méritos, pues fue el colonialismo (y la
llamada misión civilizatoria europea) el encargado de di-
Quizá los posmodernos de- fundir la racionalidad y la Ilustración en sociedades tribales
berían lanzarse de un puente con costumbres premodernas similares a las de la Edad Me-
para corroborar si la ley de la dia europea. Atacaré especialmente al posmoderno Edward
Said, quien consideraba que el conocimiento arqueológico,
gravedad no es más que un histórico, lingüístico y geográfico sobre América, África y
metarrelato que no puede Asia estuvo desvirtuado y obedeció a meros intereses de
pretender validez universal. explotación colonial.
En el capítulo 8 atacaré a los posmodernos que creen que
el hombre primitivo es más feliz que el civilizado y que
los avances de la ciencia y la tecnología son perjudiciales
para la humanidad. Reseñaré que muchas de las sociedades
supuestamente idílicas (como las de los aztecas, algunas

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tribus africanas o polinesias) tenían en realidad condiciones dad entre hombres y mujeres, muchas feministas defienden
de vida deplorables, y que la introducción de la ciencia y la lamentablemente posturas irracionales como consecuencia
tecnología han constituido una gran mejora en las condicio- de la influencia posmoderna como, por ejemplo, que hubo
nes de vida de la humanidad. una época dorada de las amazonas y que la ciencia ha sido
En el capítulo 9 señalaré que los posmodernos están ob- un invento del macho para dominar a la hembra.
sesionados con la idea de que ninguna teoría es fiable por- Quizá este libro sea un poco más difícil de leer que la
que tras ella hay intereses de poder. Defenderé la postura de mayoría de los títulos de la colección ¡Vaya timo! Eso pro-
que, si bien el poder es capaz de influir en la búsqueda de bablemente se deba al hecho de que los posmodernos se
la verdad objetiva, al final tenemos necesidad de confiar en han esforzado en hacer las cosas más complejas de lo que
que es posible alcanzar la objetividad. realmente son. Pero, puesto que me he propuesto atacar el
En el capítulo 10 trataré de la obsesión de muchos pos-
oscurantismo de los posmodernos, me he sentido precisa-
modernos con la preservación originaria de las culturas y el
mente en la obligación de intentar ofrecer los argumentos
combate a la transculturación. Denunciaré que esta manera
de la forma más clara y sencilla posible.
de razonar está en realidad muy cercana al esencialismo,
El posmodernismo se ha convertido en una de las doctri-
que fue en su época el principal inspirador del racismo
pseudocientífico. Apuntaré la ironía de que, en su combate nas filosóficas utilizadas como punta de lanza por quienes
contra el racismo, los posmodernos terminan defendiendo defienden las pseudociencias y las creencias irracionales
posiciones muy cercanas a las doctrinas racistas del siglo ridiculizadas en otros títulos de esta colección. Es frecuente
XIX. También señalaré la manera en que el rechazo al uni- que los defensores de la astrología, el psicoanálisis o la ho-
versalismo de la Ilustración ha conducido a muchos posmo- meopatía invoquen los nombres de gurús posmodernistas
dernos a abrazar nacionalismos que tienen vinculación con como Feyerabend o Foucault para protestar contra la hege-
el pensamiento racial. monía científica y proclamar así la legitimidad de las disci-
En el capítulo 11 denunciaré muchos de los disparates plinas y creencias irracionales. Por ello, no basta con atacar
defendidos por el feminismo de corte posmoderno. Empe- las especificidades de cada timo. Es necesario atacar tam-
zaré por admitir que, aunque muchas formas de feminismo bién el bagaje pseudofilosófico en el cual se amparan estas
son loables y es legítimo plantear mayores niveles de igual- disciplinas y creencias absurdas. De eso trata este libro.

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