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Alicia Adorada

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DATOS PARA LA HISTORIA DE ALICIA ADORADA

 Del 18 de septiembre de 1918 al 22 de julio de


1978 hubo 60 años de lucha y folclor, más de
medio siglo de deambular acompañado de un
acordeón en busca de parrandas y alegrías,
aunque muchas veces también encontró tristezas:
la muerte temprana de su primera esposa Alicia
Cantillo (quien falleció por eclampsia), fue tal vez
el motivo que lo tiró al mundo de bohemio y
compositor
 Usaba siempre sombrero vueltiao echado para el
lado derecho porque en El Retén, un negro
antillano le mordió parte de la oreja en una pelea
callejera: -¡Gran hijueputa, Nandito, Dios te saque
de su Santo Reino! –fue su sentencia final,
mientras se llevaba una mano al vacío de la concha
auricular y al lóbulo para afrontar la realidad.

 Juancho Polo Valencia, nació en Concordia


(Magdalena), un corregimiento del Cerro de San
Antonio, aunque otras poblaciones pelean su
natalidad, entre ellas Flores de María, en cuyas
calles el viejo trovador buscaba a su Alicia adorada
 Lo de Valencia fue un apodo que le puso su abuela
Manuela Berdugo por el poeta Guillermo Valencia,
candidato conservador a la presidencia en 1918,
ya que éste era de cabeza calva y brillante, igual
que el niño, y declamaba bien.
 le dijo a su madre María Cervantes cuando ésta lo
regañó porque andaba con una dulzaina en la
playa de la ciénaga, sin ir al colegio: -¡Yo nací como
el renacuajo, a orillas del agua! Uno es como
quiere ser, niña May, no como los demás quieren
que uno sea. Y para ser lo que uno quiere hacer,
hay que comenzar haciendo lo que se aspira ser. A
mí me gustaría ser boxeador, o trabajar como
carromulero en Barranquilla o como timonel de
barco marítimo. Yo sé lo que quiero de mí, pero
tampoco voy a corretear ahora una gallina cuando
el sancocho va a ser de pescado.
 El hijo dice que a su padre le enseñó un duende,
alguien, así como un cabalgante mohán de ébano,
vestido de caqui y sandalias montaraces, que lo
visitaba en el espejismo que producen los
primeros rayos del día, y le inspiraba las notas de
un acordeón vienés de cabezotes angulares que
nadie vio llegar a Caimán, nombre con que se
conoce a Concordia.
 El hijo dice que a su padre le enseñó un duende,
alguien, así como un cabalgante mohán de ébano,
vestido de caqui y sandalias montaraces, que lo
visitaba en el espejismo que producen los
primeros rayos del día, y le inspiraba las notas de
un acordeón vienés de cabezotes angulares que
nadie vio llegar a Caimán, nombre con que se
conoce a Concordia
 primero piensa en ti, que te guste; después
imagínate quién te va a escuchar. La música es
como una hamaca que envuelve al cuerpo, cada
hebra es fuerte y cuando se tejen, se vuelven
irrompibles. Así mismo, para tejer una pieza
musical hay que conocer el tejar, el molde y los
hilos. La música es cuestión de artesanos.
 “Yo cargo un duende, / duende maligno. / Ése no
duerme y me da el camino. Yo cargo un duende, /
duende maleante. / Ése no duerme./ Quiere que
le cante...”
 Al tocar su acordeón se emocionaba tanto que, de
pronto, frenaba la canción en seco, sacudía los
hombros y se hablaba a sí mismo (en segunda
persona) con una exclamación que le salía del
alma: ’¡Muévete, cuerpo viejo, que yo te traje fue
pa’ que te divirtieras!’
 Usaba siempre sombrero vueltiao echado para el
lado derecho porque en El Retén, un negro
antillano le mordió parte de la oreja en una pelea
callejera: -¡Gran hijueputa, Nandito, Dios te saque
de su Santo Reino! –fue su sentencia final,
mientras se llevaba una mano al vacío de la concha
auricular y al lóbulo para afrontar la realidad.
 El día en que Juancho Polo Valencia cantó por
primera vez Alicia adorada, también se le murió el
alma. El cuerpo sin dientes que encontró su nieto,
tendido en una hamaca al lado de una botella de
ron, era sólo el pozo de los guayabos que su Alicia
le había dejado. Pero en ese pozo también
quedaban los ecos de Alicia, que se había vuelto
canción, pero que él no quería tocar con alegría. Y
yo recuerdo lo que él decía, o lo que Salcedo
Ramos dice que Juancho Polo Valencia decía:
“¡Muévete, cuerpo viejo, que yo te traje fue pa’
que te divirtieras!”, como si después de pasar cada
trago se tratara de sacudir los recuerdos de ella, su
Alicia, su compañera.
 Ya lo dijo el mismo Salcedo Ramos, en su Elogio de
la parranda: “Lo que busca el parrandero no es
olvidarse de la muerte sino llenarse de coraje para
enfrentarla “.

 Por la década de 1930 había en ese caserío una


tienda-cantina de propiedad de José Meza con el
mismo nombre del pueblo: “Tienda Coso Solo”. A
esa cantina donde parrandeaban con tragos de
Ron Caña, llegó por esa época Juancho Polo
Valencia, con un viejo acordeón. Fue tanto el
encanto de sus notas musicales que José Meza
ofreció regalarle un acordeón nuevo a cambio de
que fuera más constante a tocar a la tienda, de
manera que el propietario de la cantina viajó a
Barranquilla y le regaló el nuevo acordeón.

 Flores de María es famoso como caserío de


nativos, mestizos, mulatos. Todos adocenados en
casas de bahareque, porque conformó el núcleo
de sirvientes de un potentado llamado Andrés
Gamarra Meza, cuya finca en esta población
alcanzaba las 35 mil hectáreas.
Flores de María, población hoy día corregimiento
de San Ángel Magdalena, donde Juancho Polo
Valencia, se mudó muy joven con sus padres y
otros familiares, buscando tierras para sus
cultivos, y donde el cantor vallenato solía lucirse
leyendo discursos de inspiración propia en
ceremonias cívicas y en secciones solemnes
 El ganadero Andrés Gamarra Meza, era el padrino
de Juancho Polo Cervantes “Valencia”. Se comenta
que su padrino Andrés Gamarra, fue quien lo
apodó “Valencia”, porque Juancho Polo desde
muy joven tenía la cabeza pelada (sin pelos) y era
prodigio recitando poesías en la escuela de
primaria de Flores de María.
 Por donde iba, Juancho Polo se paseaba con su
pinta estrafalaria de camisas multicolores y
brillantes y pantalones de dril de botas de
campana. A la cintura llevaba, por lo general, una
correa ancha que se abrochaba al centro con una
hebilla plateada. Tenía el cabello crespo y negro.
Era delgado, y aunque por herencia tenía que ser
moreno, lucía más bien pálido. Isaac Villanueva,
por ejemplo, lo recuerda amarillo como si siempre
hubiera tenido cirrosis, con apariencia de anciano
pese a que cuando Víctor Moreno se lo presentó,
Juancho Polo apenas había superado los 50 años
de edad
 Uno de los dos hijos del matrimonio conformado
por Juan Polo Meriño y María del Rosario
Cervantes, Juan Manuel Polo Cervantes nació el 18
de septiembre de 1918. El lugar de su nacimiento
se los disputan varios pueblos del Magdalena
como Flores de María, Fundación y Concordia. A
pesar del misterio, Sebastián Polo Hernández,
primogénito del acordeonero, despejó la duda
hace muy poco cuando le contó al periodista
Héctor Castillo Castro lo siguiente: “Mi viejo nació
en Candelaria, corregimiento del Cerro de San
Antonio que llaman Caimán.
 En 1942, el disipado mozo de rasgos indígenas,
desposó a Alicia Cantillo en la parroquia del Cerro
de San Antonio, ubicada en el corregimiento de
Flores de María, donde fueron a vivir. Dos años
más tarde Alicia quedó embarazada. Mientras se
batía en una juerga monumental en Pivijay le llegó
la noticia de que su esposa yacía enferma, presa
de una letal hemorragia.
 Obligado a emprender el regreso a casa, Juancho
Polo llegó a Piñuela donde le avisaron que Alicia
necesitaba medicamentos. Se devolvió a Pivijay
donde continuó de parranda y no salió del trance
etílico sino hasta unos días más tarde cuando, al
arribar a Flores de María supo que su musa estaba
muerta. A las cuatro y media de la tarde, en el
cementerio, frente a la tumba de su amada, soltó
el lastimero canto que inmortalizó tiempo
después Alejo Durán, el primero en grabarla.
 Sumido en la pobreza, el pendenciero de
Candelaria, murió en 1978.
Él llegó en la noche el 21 de julio, Su muerte es
rememorada por “Chan” de la siguiente manera:
después de una parranda en Fundación, se acostó
en una hamaca y amaneció muerto el 22 de julio
de 1978. Fue enterrado dos días después en
Fundación.
Ese día yo me estaba bañando, iba a visitar a un
primo que se había desnucando al tirarse a un río.
Alicia, la hija mía, fue a llevarle el café y le tocaba
la puerta y no se despertaba; llegó un muchacho,
Andrés Pérez, empujó la puerta y lo encontró
muerto. El señor Edgardo de León regaló el cajón;
fue enterrado en una bóveda prestada, vino gente
de todos lados.
Juancho Polo, también picado por la lírica,
caminaba por estos senderos y gustaba de la
poesía tanática, que tiene en nuestra región
Caribe como máximo representante al olvidado
soledeño, Gabriel Escorcia Gravini, creador de ‘La
Miseria Humana’. Se batió a versos con muchos
músicos del Magdalena Grande y pensaba de la
vida lo mismo que Escorcia Gravini, cuando
enfermo llegaba al cementerio de Soledad
acompañado de su guitarra, a dejar plasmado en
hermosas décimas, lo insignificante y grotesco de
la vanidad humana.
 22 de julio de 1978.Para entonces, Juancho Polo
Valencia, el juglar, llevaba más de una década
inmerso en una vida azarosa, sin rumbo, suicida,
sin ambiciones, y nunca había hecho lo que hizo
esa noche calurosa de julio, después de beber con
desenfreno y de cambiar su talento por licor
durante cuatro días consecutivos en las fiestas de
Aracataca.
 Los recuerdos y el sentimiento de culpa tras la
muerte de Alicia Carrillo, su primera esposa, lo
habían convertido en un hombre solitario, que
vivía sin saber vivir y que parecía encontrar en el
licor y los aplausos de sus seguidores pequeñas
dosis de felicidad que se evaporaban con el sopor
de los tragos, cuando se hundía borracho en su
hamaca.
 “Cuando Juancho llegó con los remedios que le
habían mandado a buscar, ya Alicia había muerto
y estaba enterrada y el viejo se desmadejó. Quedó
deshecho. No sabía qué hacer y no volvió más al
rancho en donde se había instalado con Alicia.
Reunió a su conjunto, tres hombres que lo seguían
con los ojos cerrados a todos lados, sin preguntar
a donde, y se fueron a la tumba, donde lloró por
varias horas y compuso Alicia Adorada. La cantó
mil veces y se marchó sin rumbo, en una sola
correría sin destino. Se marchó a rodar sin frenos
para morir en la casa de su hijo Sebastián”,
 “Sabíamos que estaba en Aracataca por las
noticias de la radio. Pero él se había ido una
semana antes sin decir a donde iba a estar. Por
eso, cuando llegó ese 21 de julio a las diez de la
noche, no nos causó impresión, aunque mandó a
llamar a Sebastián enseguida”, señala, aún
entristecida, Carmen Carmona. Juancho Polo
Valencia llegó silencioso. Estaba sobrio, pero se le
notaba agitado y preocupado. Se instaló en su
habitación frente a la casa de su hijo y lo mandó a
llamar con uno de sus nietos.
 “Yo estaba leyendo una revista y llegué pronto. Mi
papá me miró con un inmenso amor y me entregó
 su acordeón sin más ni más. Me dijo ve a esa
parranda y regresa. Me dijo que lo reemplazara,
no que lo acompañara; por eso, aunque todos
sabían que yo soy Sebastián, el hijo, esa noche,
imité su voz y canté sus canciones como sólo él lo
sabía hacer”, rememora.
 Sebastián llegó a la casa a las dos de la mañana y
se acostó. No quiso molestar a su padre y pensó:
“Mejor le cuento mañana que me fue muy bien”,
relató.
 A las cinco en punto de la mañana Carmen
Carmona despertó a Juan, uno de sus hijos, y le
puso una enorme taza de café tinto caliente en las
manos: “Vaya y llévele a su abuelo”, le ordenó.
 El joven cuenta que llamó varias veces al anciano,
pero no recibió la respuesta acostumbrada: “Ya va,
ya va”.
 Preocupado, empujó la puerta de madera, que
estaba asegurada al marco por un lío de alambres
entorchados y metió su mano hasta alcanzar la
punta de la hamaca, en la que sobresalían los pies
de Valencia y la empujó. “Mami, mami, mi abuelo
está muerto, porque esa hamaca está muy pesada
y él no se mueve ni responde”, le dijo angustiado
el joven a su madre.
 Andrés Pérez, el guachara quero de Sebastián,
escuchó al niño y atravesó corriendo la calle sin
pavimentar que separaba la habitación del juglar
con la casa de los Polo en esa invasión. “Le pegó
una patada a la puerta y la hizo volar. El viejo
estaba muerto en su hamaca. Serenito, como si
estuviera durmiendo.

JUANCHO POLO Y ALICIA


ALICIA CANTILLO MENDOZA: Flores de María, hoy
día corregimiento del municipio de San Ángel
Magdalena, donde Juancho Polo Valencia, fue
llevado por sus padres pocos días después de su
nacimiento en el año 1918 en Candelaria,
"Caimán", municipio Cerro San Antonio
Magdalena. Ellos, buscando tierras nuevas para
cultivos, se trasladaron a esa rica región conocida
en aquel entonces como "La Montaña". Para la
década del cuarenta, Juancho Polo, al que todos
llaman “Valencia”, en un viaje realizado a
Concordia Magdalena, se enamora de una linda
joven de 16 años llamada Alicia Cantillo Mendoza,
hija Esteban Cantillo y Felicidad Mendoza, nacida
el 14 de diciembre del año 1922, en el antiguo
Malabrigo. Su amor es tan grande que se la ha
robado, contrariando el odio de su madre
Felicidad Mendoza, quien siempre consideró a
Juancho Polo Valencia, un borracho buena-vida,
indigno de su bella hija.
Se la "Sacó", como decían antes, llevándosela a
lomo de mula hasta la población de "Caimán", y de
aquí a Flores de María, entonces corregimiento de
Pivijay Magdalena. Fue Calixta Alicia Cantillo
Mendoza (1922-1944), su primera mujer, quien
muriera de parto en Flores de María, a los 22 años
de edad y, fue ella la inspiradora de la famosa
canción "Alicia Adorada".
Murió solita como dice la canción y todos en el
pueblo culparon de su muerte de parto al
irresponsable parrandero de su marido. Cruz
Gamarra madre del ganadero Andrés Gamarra
Meza, al ver llegar a Juancho Polo Valencia sobre
un caballo, aún con la borrachera de varios días,
rencorosa le salió al paso, acusándolo:
- “Irresponsable, esa pobre mujer murió por culpa
suya”.
Esa muerte de Alicia Cantillo Mendoza, trastornó
por completo la vida de Juancho Polo Valencia, a
partir de entonces, se dedica al trago y le importa
su forma de andar.

 un día perdido en la memoria el trovador de


camisa colorida y pantalones de pana, alucinado
por el licor y las ganas de seguir en parranda, se
colgó el acordeón en el hombro y, olvidándose de
sus obligaciones maritales, se marchó en un
caballo prestado a Pivijay, desamparando a su
joven compañera Alicia Cantillo. Ella tenía veinte
años y afrontaba en cama un embarazo con serios
problemas de salud.
 Ella era la misma muchacha hermosa de rasgos de
ninfa que en 1942 había raptado a sus
progenitores. Él era un mozalbete de pómulos
indígenas, atolondrado e irresponsable con
apenas 24 años. La madre de ella, Felicidad
Mendoza, se había opuesto a las relaciones
endemoniadas con ese músico feo, borrachín y
vagabundo que la había ilusionado con sus coplas
inauditas y declamaciones en palabras que nadie
de abarcas entendía.
 Tras recorrer interminables trochas y parajes
pantanosos, el hombre del acordeón y el caballo
se unió a una ruidosa juerga pivijayera que le
reconoció. Fueron tres días de felicidad, de
abrazos y cantos recios con tufo a formol que les
hacían olvidar el mundo. Hasta allá llegaron
noticias de la esposa exhausta, presa de una letal
hemorragia, que clamaba la presencia de su
amado Juancho Polo. El médico que la asistía
admitió su derrota ante la preclamsia y la falta de
medicamentos. Casi obligado, el músico se
encaramó en la jaca y emprendió el regreso.
Llegando a Piñuela unos aldeanos le avisaron de la
urgencia de medicamentos. Volvió a Pivijay
buscando una farmacia. Ahí se topó con la misma
“farrita” que le ofreció los sorbos que el cuerpo
pedía. De nuevo muchos poemas recitó,
demasiada canción les interpretó hasta que los
borrachos más generosos le encimaran unos pesos
y fue a tumbos por los medicamentos… al final, no
supo cuántos frascos traía ni cuántas horas o días
transcurrieron. En el viaje a Flores de María se
enteró que Alicia había sido sepultada.
 Unas matronas de rostros maltrechos que
conversaban en la entrada del rancho del velorio
le vieron llegar casi abrazado al cuello del alazano.
Fue recibido con una agria retahíla de reproches y
decepcionados meneos de cabezas. El ajumado
pidió con dulzura que no le regañaran y que más
bien le dieran un trago porque venía cargado de
pesadumbre por su mísera suerte. A las cuatro y
media de la tarde dirigió la bestia al campo santo
llevando el acordeón vencido. Ató al animal en el
portón y se dirigió al montículo que cubría el
féretro de su amada. Enjugó los ojos
humedecidos. Sollozante recriminó la frágil
existencia humana. En ese momento de sobriedad
sintió ganas de soltar todos los padecimientos que
le oprimían el corazón:
 Con el asomo de la noche serrana salió del
panteón y se alejó galopando como un loco para
seguir embriagándose el resto de sus días. La
pérdida prematura de Alicia y el acusante
sentimiento de culpa le daban suficientes motivos
para echarse de lleno a las oscuridades del
desarraigo.

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