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Homenaje A Chabuca Granda

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HOMENAJE A CHABUCA GRANDA

En esta ocasión, al cumplirse el vigésimo aniversario de su muerte,


rendimos un homenaje a Chabuca Granda Larco, que nació en
Apurímac el 3 de setiembre de 1920 y murió en Miami el 8 de marzo
de 1983.

Reproducimos artículos aparecidos en diversos medios a lo largo de


estos años, que forman parte de nuestro disco compacto "Warmi".

En un atentado cultural, "Confidencias", película-homenaje a Chabuca de la cineasta


Martha Luna, realizada en 1988, no fue presentada en la cartelera comercial, pues los
exhibidores – juicio de por medio - se negaron a hacerlo, aduciendo que la película no
era comercial. Hacemos votos para que su legado no se pierda, existen cientos de sus
composiciones que permanecen aún inéditas. Los organismos competentes deberían
tomar cartas en el asunto, y poner a disposición de peruanas y peruanos toda su
creación.

CHABUCA Canela en Flor

En el aniversario de Chabuca Granda, la hija de Victoria Angulo recuerda la génesis


del valse que la hizo canela. Historia y vigencia de un valse que nació desde un
balcón que miraba a La Colmena.

Escribe: CESAR LEVANO

Esa noche, en su casa de la Plaza Dos de Mayo, el cantor del "Felipe Pinglo", José
Moreno, celebraba su cumpleaños con la jarana de reglamento. Una invitada era la
novel compositora Isabel Granda. Hacia la madrugada, la joven abrió las ventanas del
balcón y contempló La Colmena. Entonces soñó la ciudad, la ciudad dormida bajo la
niebla y el lucero del alba. Y dijo: -Déjame que te cuente, limeño. Déjame que te diga la
gloria del ensueño que evoca la memoria-.Y volviéndose al grupo criollo exclamó: -¡Ya
tengo la expresión! Pero las canciones no nacen del aire. Tienen su germen, su entraña,
su trayecto. Déjenme que lo cuente Juanita. Juanita Loyola Angulo, hija de Victoria
Angulo, la inspiradora de "La Flor de la Canela": -Mi madre había conocido a Chabuca
jovencita, cuando ésta iba a la casa de doña María Isabel Sánchez Concha de Pinilla, en
Barranco. En 1947, lo sé con precisión porque ese día Chabuca me firmó un álbum de
autógrafos, mi madre la llevó a una fiesta en nuestra casa, que era un corralón frente al
Puente de Palo, que ya no existe. Estaba en la curva del tren para Ancón .... Era un
corralón a donde llegaban todos los músicos. Entre ellos, Elías y Augusto Azcuez
Villanueva, que eran primos hermanos de mi madre. También iban Bartola Sancho
Dávila, prima de mi madre, Manuel Covarrubias, Pablo Casas Padilla, Luciano
Huambachano, toda la real academia del criollismo.

En esa época, Chabuca tenía tres valsecitos. Uno de ellos era "Mi ofrenda". Quería que
los cantaran, pero no conocía el ambiente. Entonces María Isabel le dijo: "Yo te voy a
llevar donde Victoria. Ahí van todos. Y un día llegó Maricucha con Chabuca y Louise
Darius, una bailarina de ballet francesa.... Maricucha estaba siempre vinculada con los
artistas. Iba a la casa con los Graña, con todos ellos. Allí la vieron algunos chicos de
entonces: Oscar Avilés, Alejandro Cortez y Augusto Egoaguirre, de "Los Morochucos".
En esa época, Chabuca no sabía cómo agradecerle a mi mamá. Y le hizo "La flor de la
canela". ¿Qué ocurrió después de esa noche en casa de José Moreno? ¿Chabuca fue y le
cantó a doña Victoria?-No. Fue una sorpresa que le dio el día de su santo. Chabuca
estaba haciendo el valse desde hacía meses. En esa época ella trabajaba en la Antigua
Botica Francesa. Era consejera de los productos de belleza Helena Rubinstein.
Entonces, cuando mi hermana y yo pasábamos por el jirón de la
Unión, nos convidaba el heladito. Servían los helados en una conchita.
Era precioso cómo los servían. Chabuca nos llevaba después al baño
para cantarnos lo que estaba componiendo. Los pedacitos que iba
escribiendo de "La Flor de la Canela". El 21 de julio de 1950, día en
que mi madre cumplía 48 años, le cantó el vals. -Cuando Chabuca
dice: "del puente a la Alameda, menudo pie la lleva", ¿se está
refiriendo al Puente de Palo?- Claro. Ella hablaba del Puente de Palo.
Sin duda por eso dice: "ahora que aún se mece en un sueño el viejo
puente, el río y la Alameda".

Chabuca Granda en la Alameda, su contexto por excelencia. -Los Azcuez me dijeron


que eran tíos de Alejandro Villanueva... ¿También él era jaranista? -No. Con esa gente
se juntó, para darles su inspiración y para recibirla, Chabuca Granda Larco, la que un
día dijo a su amigo argentino Antonio Rodríguez Villar: "El éxito me hizo ver otros
sitios, otros ámbitos y conocí más a mi país. Me di cuenta de que yo había ascendido al
pueblo". No era sólo la tradición, porque era también la esperanza. Lo dijo en su valse
dedicado al Perú: "Es un gigante al que arrullan sus anhelos. Bello durmiente que sueña
frente al cielo". Lo cantó el niño Mariano Huaychillo el día de su entierro. Con sus ojos
azules, bajo la niebla color perla que el lucero doraba, Chabuca Granda abría ventanas a
un ensueño, a una enredadera de ilusión y memoria. Había ascendido al corralón de su
pueblo, y allí sembró una flor. Chabuca, una canela que florece mucho.

La Recuerdo.
Chabuca según sus amigos.

Té limeño: Julio Ramón Ribeyro y César Calvo con la señora Granda.

Cecilia Barraza tenía veintiún años cuando quiso cantar "Cardo o Ceniza", canción
dedicada a Violeta Parra y a su amor frustrado por un joven quenista suizo. Cecilia
recuerda haberle dicho: "señora, quiero cantar `Cardo o Ceniza'. No, me contestó, esa
canción sólo puede ser cantada por señoras. Sólo después de mucho tiempo comprendí
por qué". En otra oportunidad, alguien le cantó equivocándose en la letra, uno de sus
temas. Cuando Chabuca se levantó entre aplausos -siempre manteniendo la diplomacia-
dio unos pasos hacia el cantante y abrazándolo, lo besó en la mejilla. Lo que nadie
entrevió es que la ya afamada compositora le susurró al oído con una gran sonrisa:
cuando la sepa, cántela. Andrés Soto fue también alguien especial en la vida de
Chabuca. Ella celebró siempre el talento del compositor. "Una vez me dijo que siempre
que quisiera ir a verla lo haga. No importaba la hora. Me aparecí en la madrugada y
después del susto de su empleada al tener que despertarla, me recibió y mandó destapar
una botella de whisky para mí. Siempre tenía esos detalles. Nos quedamos hasta que
amaneció. Yo le canté una nueva canción y terminamos desayunando con jugo de
naranja y tostadas". Magda Figuerola y Elena Bustamante recuerdan cada detalle.
Echadas en la cama después de un gran almuerzo, leían diferentes dietas que algún
lunes esperaban empezar. Susana Baca lo que más recuerda es su olla de tallarines,
"poetas, músicos, políticos, todos iban llegando, y ella agregaba más agua y tallarines,
para que todos comiéramos".

Chabuca y el Poeta

César Calvo, amigo entrañable y confidente, habla por primera vez sobre la genial
compositora. ... Calvo: "Ahora ya puedo hablar de Chabuca como una maravillosa
amiga que se ha ido de viaje...". "Yo soy la famosa, pero la importante es Victoria
Angulo, el personaje de mi canción."

Además de poeta de fina sensibilidad, es un fogueado periodista y escritor profuso. En


la actualidad viene trabajando, simultáneamente, cinco libros, entre ellos "Variaciones
Rumanas", prologado por César Miró, que espera editar en el extranjero. Sin embargo,
con su proverbial humor, dice: "Aunque yo siempre he preferido ser mi propio ladrón.
Me edito yo mismo". A continuación, sus testimonios sobre Chabuca.

Entrevista: DOMINGO TAMARIZ LUCAR


Cuéntame de la primera vez que hablaste con Chabuca.
-La conocí en casa de Mané Checa
Solari. Había una reunión. Creo que
estaba Szyszlo, creo que estaba Blanca
Varela, César Durand. Y entonces
estaba Chabuca Granda, guapísima,
muy hermosa. Sería el año '61.
Entonces yo me le acerqué

intempestivamente, y le dije: Señora, yo me llamo César Calvo. Me miró medio


desconcertada, como preguntando ¿qué?, y yo le dije, sabe, quiero que me disculpe una
cosa, yo soy mitómano de profesión. Entonces me miró con terror. Yo ando diciendo
que la canción Puente de los Suspiros, que usted acaba de dar a conocer me la dedicó a
mí; que yo soy el poeta ahí que la espera en el puente. Yo en esa época vivía en el
Puente de los Suspiros, en la bajada, en el 363. Chabuca estaba asustada. Yo quiero
pedirle un favor, no me desmienta cuando le pregunten. Y ahí empezó una amistad.

¿Qué te cautivó de ella?

Un hombre que conoció a Chabuca y no se enamoró perdidamente de ella, no es


hombre. Tiene que haberse enamorado de Chabuca. Todos los que la rodeábamos la
seguimos amando; hombres, mujeres y patos, estamos enamorados de ella para siempre.
Y Chabuca tuvo el suficiente tino de darse cuenta que conmigo iba a ser una pérdida de
tiempo lo del romance. Nunca lo aceptó. Me rechazó. Me dijo que prefería mil veces ser
mi amiga toda la vida y no ser mi amor eterno de un solo día.

¿Cómo se desenvolvió esa amistad?

-Esto nunca lo he contado. Al comienzo me mortificó, me dolió en mi vanidad, pero


después comprendí que era una mujer, además de hermosa, sabia. Porque andando el
tiempo me demostró que era mucho más positivo, más bello para
nosotros, ser amigos, entrañablemente amigos.

¿Cómo componía Chabuca?


-De la manera más diferente siempre. Pero era perfecta. Cuando decía esto ya está, ésa
era una obra perfecta. Yo soy testigo de su evolución, más literaria que musical. Porque
musicalmente ella es un genio de nacimiento. Si recibió alguna influencia, creo que es la
de Pablo Milanés, a quien escuchó por primera vez el año '66, y a partir de entonces se
puede ver un cambio en la melodía de Chabuca. No sé si una influencia musical en
Milanés, pero sí un cambio en la dirección hacia donde iba el viento de Milanés.
Cuando Chabuca lo escuchó, me dijo éste es un genio. ¿Quién es? Yo le dije que es un
profesor cubano. ¿Qué edad tiene? Tendrá 23 años. Casi se desmaya. Este genio está
haciendo lo que yo he querido hacer siempre: los lied, donde la melodía varía de una
estrofa a otra, no se repite nunca, varía según la letra, según la intención. ¿Tienes una
foto de él? Yo tenía en la maleta una foto de Pablo, donde me está acompañando en la
guitarra, yo estoy cantando en La Habana.

No te creo

-Yo era cantor. El era mi guitarrista. Allí está la foto, Pablo está acompañándome y yo
cantando. Y otra donde está Pablo sólo cantando en una reunión en casa de María Luisa
Salsamet, actualmente directora de la Casa Las Américas. Y entonces saqué la foto de
Pablo, y Chabuca la puso en un marco de plata.

Como poeta, ¿qué comentario te suscitan las letras de sus canciones?

-Los últimos temas que yo escuché en Chabuca ya no necesitaban ninguna observación


mía. Yo antes le sugería, suponte, el segundo verso no está correcto, no hay un mismo
nivel entre el comienzo y el final. Y ella se empeñaba y cambiaba y cambiaba, hasta que
yo opinaba que estaba bien todo. Confiaba mucho en mí, como compositor y poeta. Las
últimas canciones que me mostró eran poemas perfectos. Como letras solas eran
perfectas. Yo le decía no hay nada que tocar, ni una sola coma. Has llegado a la cima de
la perfección. Eso sucedió, como tres años antes de morir.

Monumento a Chabuca Granda en Barranco


y Milagros, sobrina de la compositora.

Y la letra de ¿La Flor de la canela? Recuerdo que algunos deslenguados decían


que en ella estaba la mano de Porras Barrenechea.
-En esa época yo no la conocía a Chabuca. Yo no puedo darte fe. Pero tengo entendido
que la letra y música es íntegramente suya. A Porras Barrenechea lo quería mucho.
Tengo entendido que ella le mostraba sus letras. Chabuca tenía dos ídolos en su casa:
Raúl Porras Barrenechea, su padre, papá de Chabuca, y luego Dios, a los cuales se sumó
Pablo Milanés.

Tengo entendido que a Heraud le dedicó más de una canción. ¿Cómo explicas ese
arrobamiento, digamos, esa exaltación, César?

-Le dedicó diez canciones a Javier Heraud. No lo conoció nunca personalmente, eso es
algo que hay que contar porque la gente cree que eran amigos. Lo conoció a través de
mis recuerdos y de la presencia de Javier en mi vida y en mi obra. Ella, entre 1963-64,
no compone nada, enmudeció. Hizo suyo el drama de Javier. Después de un año la
genial Chabuca Granda volvió a romper a cantar. Pero ya era otra voz, con la consabida,
digamos ideología, que es lo secundario en un poema pero que existe. Hizo entonces
Las Buenas Flores de Javier y después El Fusil del Poeta es una Rosa. Luego una
canción que se llama "Silencio" para ser cantada; Una Canoa en Puerto Maldonado.
Hizo diez temas a Javier.

¿Cómo era Chabuca?

-No sé, hermano. El otro día, hablando con Elsa María Elejalde y César Lévano, yo dije
una cosa que sostendré siempre, no podemos hablar de las mujeres porque cada mujer
es diferente de todas las demás, y es diferente de sí misma, cada mujer es un mitin, un
montón de gente, que varía de un momento a otro. Yo tengo la suerte de que la memoria
me sea visitada todos los días por algunas de las Chabucas que conocí. Y me alegra la
memoria y me la llena de sol. ¿La acompañaste alguna vez a una gira al exterior? -Una
vez, por ejemplo, partimos rumbo a Río de Janeiro. Presentamos una canción. Compartí
la letra, hice algunos reparos, y ella me puso como coautor generosamente. En realidad,
puse cuatro o cinco palabras, pero ella era muy delicada en eso. La letra se llama El
Barco Ciego, y está registrada supongo, salvo error u omisión de los hijos. La
presentamos al Festival Internacional de Río. Viajamos con Patricia Aspíllaga, que la
interpretó. Patricia por su belleza no necesitaba hablar. Ella ganó un premio como la
más bella intérprete del festival. Patty es una de las mujeres más bellas y generosas que
he conocido.

O sea, acompañaste a Chabuca en más de una gira.

-Sí, hemos estado en Ecuador, en Buenos Aires, en Venezuela, allí es donde ella me
presentó a Manzanero, que era muy adorador de Chabuca, y yo le presenté a un amigo
mío que se llama Papillón. Chabuca quería conocerlo. Ya había presentado su novela,
que fue un best seller. Cuando nos tomaban foto decía: yo soy el poeta Calvo y él es el
delincuente. Desgraciadamente nadie los fotografió.

¿Por qué te negaste a hablar de Chabuca durante tantos años? -Si antes no he
querido hablar de muchas cosas de Chabuca es porque para mí era particularmente
doloroso aceptar su muerte. Pero como el tiempo desgraciada y felizmente pasa con
nosotros. Ahora yo puedo hablar de Chabuca como una maravillosa amiga que se ha ido
de viaje y por el momento no está con nosotros.
¿Cómo la definirías?

-¿Cómo se puede definir brevemente al Amazonas? Sabes cómo, zambulléndose en el


río. Lamentablemente nunca me zambullí en Chabuca. Chabuca fue un río permanente
que sigue arrollándome. No permitió que nadie se humedezca con sus lágrimas.

¿Cómo recibiste la noticia de su muerte?

-Hasta ahora no la recibo. Alan García me llamó por teléfono. Me dijo ha muerto
Chabuca, me dijo vamos juntos. ¡No, le dije, no voy a ninguna parte! No sé nada ni
entiendo nada. Me fui a mi casa de Chaclacayo y me encerré. No vi a Chabuca muerta,
no vi nada, ni la televisión, ni la radio. No sé nada, primera noticia la que me das.

¿Qué hiciste durante ese tiempo?

-Me encerré. Me puse a leer, a escribir. Punto. No sé nada. Tú me acabas de dar una
noticia que ahora tal vez pueda recibir sin dolor.

¿Desde cuándo ella manifestaba ese terrible mal?

-Te doy un dato que nadie sabe. Meses después o dos años después de que Chabuca
teórica y físicamente partió, me busca Alfredo Granda, que en esa época era presidente
del directorio de Faucett, primo hermano de Chabuca. Me cuenta que él recibió un
encargo de Chabuca horas antes de morir en Estados Unidos y que se olvidó o no supo
dónde encontrarme. Te lo doy ahora me dice Alfredo. ¿Sabes qué pasó? Alfredo llegó a
Miami y llamó al hotel donde habitualmente se aloja él y su hijo cuando estaban de paso
por Miami, y pidió con Granda, o sea con su hijo, y la telefonista le dio Granda, con
Chabuca, que estaba alojada en el hotel, por razones que la casualidad desconoce.
Entonces Chabuca le dijo ¡Coco! En estos instantes estoy yendo al hospital, me van a
operar dentro de unas horas. Justo a tiempo me llamas. Hazme un favor, apunta un
teléfono. Es de la mamá de César Calvo. Dile a César que me despido de él. Entonces
Antonio le dijo: no entiendo. El sí te va a entender. No te preocupes, dile que me
despido de él... y colgó.

Premonitorio.

-Fue su último... (la voz del poeta se torna inaudible).

Finalmente César, a Chabuca ¿cuál de sus canciones la halagaba más?

-Yo creo que ella tenía pasión por todas sus canciones, como por todos sus hijos la
misma pasión. A mí, especialmente te digo, la canción que me gusta más es
Cantedurías. Cantero, cantera de cantedurías... (se pone a entonarlas) Cantero cantera de
cantedurías ... Cantero cantera de cantedurías...(canta con voz magníficamente
modelada). Que si no me cantas ya no me cantedurías. (Hace un juego de palabras) y
dice:
Todas las puertas cerradas, todas perdidas.
Todas las puertas cerradas, todas perdidas.
Todas las calles ajenas, sordas, todas sombrías.
Para picar la piedra, cantero, si está dormida.

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