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LAR Historias Web PDF

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Historias recopiladas del feed de noticias del sitio oficial swtor.com.

Historias incluidas:
 Informe de Inteligencia del SIE: Resumen de las Localizaciones Clave del
planeta Makeb
 Informe de Inteligencia Imperial: Personas de Interés en Makeb
 Una carta del ejecutivo especial Rasmus Blys
 Trabaja con orgullo. Trabaja con Czerka.
 CZ-198 y el Estado de la Corporación Czerka
 Entrevista Exclusiva de las Noticias de la HoloRed: Barón Deathmark
 Entrevista Exclusiva de las Noticias de la HoloRed: Barón Deathmark, Parte
2
 Un Registro de los Amos del Terror
 La Búsqueda de Oricon
 Entrevista Exclusiva de las Noticias de la HoloRed: Barón Deathmark
 Desde KOTOR: Manaan
 Diario de Lana Beniko: Darth Arkous
 Detalles de la Superficie
 Se busca: muerto y desmantelado
 Remanentes
 El Ascenso de los Revanitas
 Hora de Dormir en Concordia
 Rishi: Lugares de Interés
 La Cala del Saqueador: Personas de Interés
 El Precio del Poder
 Una noche en el Refugio del Comerciante
 La Prueba Final
 Arrepentimientos
 La Sexta Línea: Parte Uno
 La Sexta Línea: Parte Dos
 Vacaciones
 Hermanos
 La esperanza de una madre
Historias cortas
Anónimo
Estas historias forman parte de la continuidad de Leyendas.

Título original: varios títulos…


Autores: Los relatos no están firmados en la fuente original. Se ha mencionado que Courtney Woods es la autora de
algunos de los primeros artículos. La esperanza de una madre fue escrito por Drew Karpyshyn.
Publicado originalmente en swtor.com
Publicación del original: desde abril 2013 a noviembre 2016

3643-3640 años antes de la batalla de Yavin

Traducción: CiscoMT
Recopilación: Bodo-Baas
Maquetación: Bodo-Baas
Revisión: Satele88
Version 1.0
12.02.17
Base LSW v2.21
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Declaración
Todo el trabajo de recopilación, traducción, revisión y maquetación de estos relatos ha
sido realizado por admiradores de Star Wars y con el único objetivo de compartirlo con
otros hispanohablantes.
Star Wars y todos los personajes, nombres y situaciones son marcas registradas y/o
propiedad intelectual de Lucasfilm Limited.
Este trabajo se proporciona de forma gratuita para uso particular. Puedes compartirlo
bajo tu responsabilidad, siempre y cuando también sea en forma gratuita, y mantengas
intacta tanto la información en la página anterior, como reconocimiento a la gente que ha
trabajado por este libro, como esta nota para que más gente pueda encontrar el grupo de
donde viene. Se prohíbe la venta parcial o total de este material.
Este es un trabajo amateur, no nos dedicamos a esto de manera profesional, o no lo
hacemos como parte de nuestro trabajo, ni tampoco esperamos recibir compensación
alguna excepto, tal vez, algún agradecimiento si piensas que lo merecemos. Esperamos
ofrecer libros y relatos con la mejor calidad posible, si encuentras cualquier error,
agradeceremos que nos lo informes para así poder corregirlo.
Este libro digital se encuentra disponible de forma gratuita en Libros Star Wars.
Visítanos en nuestro foro para encontrar la última versión, otros libros y relatos, o
para enviar comentarios, críticas o agradecimientos: librosstarwars.com.ar.
¡Que la Fuerza te acompañe!
El grupo de libros Star Wars

LSW 5
Anónimo

Informe de Inteligencia del SIE: Resumen de las


Localizaciones Clave del planeta Makeb
SERVICIO DE INFORMACIÓN ESTRATÉGICA
INFORME DE CAMPO 875902-234MAK1--CLASIFICADO
ASUNTO: Makeb
RECURSO: Agente de campo Theron Shan
STATUS: Revisar//URGENTE
He completado mi reconocimiento inicial a petición del Director. Makeb es una
pesadilla táctica. Vea los datos de lecturas adjuntos sobre la atmósfera, pero en resumen,
es del todo imposible aterrizar nada más grande que una lanzadera, e incluso eso es
arriesgado. El planeta también está sufriendo algún tipo de tormenta magnética y
actividad sísmica de fuerza récord, así que el peligro no se detiene tras el aterrizaje.
Los despliegues de pequeñas unidades van a ser la única opción aquí. Los detalles
acerca de los puntos específicos de interés están aquí abajo.

Plantación Avesta

Propiedad del magnate de los negocios local Shalim Avesta. Avesta debería ser el
punto de contacto principal para cualquier fuerza de la República que despleguemos. Su
plantación está bastante apartada y, de momento, intacta por la toma de poder del Cártel
Hutt. Los locales han levantado defensas lo mejor que han podido, pero no van a resistir

LSW 6
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

contra un asalto concentrado. Sugiero que cualquier fuerza de avance priorice una mejora
defensiva.

Ganchos celestiales

Makeb tiene un conjunto de estaciones orbitales ancladas directamente a la superficie


del planeta, accesible vía turboascensor. Todo de grado industrial. Supongo que están
hechos para evitar los problemas atmosféricos para la importación/exportación, pero los
ascensores son demasiado lentos como para ser útiles para cualquier operación militar
importante. El Cártel los mantiene protegidos, pero incluso ellos no les han encontrado
mucha utilidad.

LSW 7
Anónimo

Ciudad Talaos

La ciudad capital de Makeb. El Cártel Hutt la ha cerrado por completo. No sugeriría


ningún asalto frontal hasta que podamos aterrizar varias fuerzas bastante significantes
con armadura y soporte de aire. Suficientes estructuras compactas y esquinas como para
que un pequeño equipo pudiera ser capaz de colarse dentro, si llega la necesidad.
Montones de civiles locales aún en juego, aún así, así que los daños colaterales son una
preocupación.

LSW 8
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Complejo de Solida Hesk

Un complejo privado propiedad de la líder de una corporación minera local, Solida


Hesk. Está bien metida en los bolsillos de los Hutts, y a juzgar por los registros de
transacciones que he pirateado, ha estado en su nómina durante años. A juzgar por el
complejo, los Hutts pagan bien. Posible objetivo secundario… podría proveer de alguna
información interesante.

LSW 9
Anónimo

Fortaleza 1

Este lugar solía ser la tesorería principal de Makeb. Probablemente el punto más
naturalmente defendible del planeta, ya que alguien estuvo lo suficientemente loco como
para construirlo en medio de un volcán. No puedo siquiera imaginar los costes del
contratista.
Las fuerzas del Cártel están por todas partes en este lugar, con alguna actividad naval
significante. Mi mejor suposición es, que los Hutts están almacenando algo aquí, pero no
puedo acercarme lo suficiente como para decir qué están tan ansiosos por mantener
encerrado. Sugiero que nuestras fuerzas le den campo abierto hasta que tengamos
significantes recursos a tierra.

LSW 10
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Palacio de Toborro

Este es el centro de operaciones de todos los esfuerzos del Cártel en Makeb. Si vamos
a hacer un ataque serio al planeta, vamos a tener que golpear este lugar antes o después.
No será algo fácil.
Mis hallazgos iniciales acerca del propio Toborro están detallados en la hoja de
perfiles adjunta, pero lo destacable es: loco de poder y paranoico. Aconseje a cualquier
personal de los equipos de tierra que no subestimen lo lejos que este Hutt está dispuesto a
ir para mantener sus créditos fluyendo.

Conclusiones
Sólo para reiterar: cualquier intervención en Makeb va a ser una pesadilla. Opciones de
despliegue severamente limitadas, posicionamiento defensivo del Cártel significante, y
aparte de algunos locales entusiastas, no hay mucho en el camino de los recursos
amistosos.
Cualquiera que mandemos aquí va a tener que ser muy, muy bueno.
—FIN DEL INFORME—
DOCUMENTO ADJUNTO: Lecturas Atmosféricas de Makeb//REDACTADO
DOCUMENTO ADJUNTO: Datos de transacción financieros de Solida
Hesk//REDACTADO

LSW 11
Anónimo

DOCUMENTO ADJUNTO: Hoja de Perfil de Toborro//REVISIÓN PENDIENTE


DE CONTRASTAR CON EL INFORME DE PERSONAS DE INTERÉS 875936-
501MAK4-AGENTE BALKAR

LSW 12
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Informe de Inteligencia Imperial: Personas de Interés


en Makeb
TRANSMISIÓN RECIBIDA
IDENTIDAD DEL RECURSO VERIFICADA: NOMBRE EN CLAVE «LURKER»
ASUNTO: Reactivación/Personas de Interés
La petición para la reactivación está aceptada, y la asignación inicial ha sido
completada. Debo advertir en contra de las comunicaciones frecuentes, ya que mi equipo
personal es insuficiente para evitar la detección indefinidamente. Recomiendo que
cualquier unidad de campo desplegada esconda un transmisor encriptado de tipo R-0 o
mejor si se necesitan informes frecuentes.
La cobertura actual así como el comercio electrónico ha sido mantenido desde mi
retirada del servicio de Inteligencia. La familia y la población local siguen sin saber de mi
antiguo trabajo. Desde que recibiera la solicitud para la reactivación, he observado con
éxito a personas de interés locales y compilado extensos informes, para ser transmitidos
vía estallido cada dieciocho horas para evitar la detección de la señal. Los resúmenes de
alto nivel están incluidos debajo de forma que la asignación de recursos preliminar pueda
comenzar inmediatamente.

SUJETO: Shalim Avesta (Humano)

LSW 13
Anónimo

Líder de la Corporación Minera Avesta y líder del Consejo de Negocios de Makeb.


Influyente entre los locales, con lazos familiares que se remontan a los colonos originales
del planeta. Rico. Experto negociador. Tradicionalmente intentó minimizar la
involucración de los inversores de fuera del planeta en la economía de Makeb,
particularmente los miembros del Cártel Hutt. (Tales esfuerzos no tuvieron éxito)
POTENCIAL DE RECURSO: Baja. Los análisis de datos personales muestran una
investigación repetida de la pertenencia de Makeb a la República, indicando que sus
lealtades se inclinan hacia el enemigo. Los perfiles psicológicos sugieren que un intento
de intimidación probablemente produzca resistencia, más que sumisión. El chantaje vía el
hermano Pollus Avesta o la sobrina Lemda Avesta es improbable que produzca una
coerción a largo plazo
POTENCIAL DE AMENAZA: Moderada. Parece centrado en los peligros del Cártel
Hutt, pero si se percibiera una intervención Imperial, podría movilizar considerables
recursos en nuestra contra.

SUJETO: Solida Hesk (Zabrak)

Ejecutiva minera e inversora en múltiples negocios de turismo y complejos de


Makeb. Una facilitadora primaria de las inversiones y actividades del Cártel en el planeta.
Las adquisiciones de equipo recientes sugieren un aumento de la concentración en el
análisis de minerales e investigación de materiales y las actividades de desarrollo, todo en
conspiración con sus compañeros Hutt.

LSW 14
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

POTENCIAL DE RECURSO: Alto. Hesk está significativamente involucrada en las


operaciones del Cártel en Makeb, mientras que los análisis de datos personales indican
que su relación con los Hutts se está volviendo cada vez más tensa. La conversión del
recurso es de alto riesgo, pero las ganancias de inteligencia potencial son significantes.
POTENCIAL DE AMENAZA: Moderado. Si la conversión del recurso no tiene
éxito, los lazos directos de Hesk con el Cártel Hutt significarían el descubrimiento casi
instantáneo de nuestros planes. Sugiero la neutralización inmediata bajo tales
circunstancias.

SUJETO: Szajin (Hutt)

«Arreglador» del Cártel Hutt. Las intervenciones en las operaciones del Cártel en
Ylesia, Quesh y Kintan demuestran una dedicación considerable al avance del Cártel sin
importar los costes personales. Asumió el título de «Arconte» en referencia a los
defensores del antiguo Imperio Hutt, sugiriendo una mayor entrega a la glorificación y al
avance de su especie en el escenario galáctico.
POTENCIAL DE RECURSO: Ninguno. Al contrario que la mayoría de los Hutts,
Szajin no parece vulnerable a los sobornos. Su entrega a la ascensión del Cártel parece
inamovible.
POTENCIAL DE AMENAZA: Alto. Controla o dirige extensas fuerzas del Cártel.
Entregado a la vigilancia en contra de amenazas potenciales a los intereses del Cártel.

LSW 15
Anónimo

SUJETO: Toborro (Hutt)

Líder sénior dentro del Cártel Hutt. Director definitivo de todas las actividades del
Cártel en Makeb. Como Szajin, demuestra una significante intención de expandir la
influencia Hutt por toda la galaxia, aunque su interés en el ensalzamiento personal es
significativamente más pronunciado que el del Arconte. Las tendencias psicológicas
potenciales hacia la megalomanía y la paranoia deben ser consideradas en todos los
planes operacionales, dados sus enormes recursos.
POTENCIAL DE RECURSO: Ninguno. Toborro no tiene nada que ganar ayudando
al Imperio, y está demasiado seguro de sí mismo para ser amenazado, chantajeado o
coaccionado eficientemente.
POTENCIAL DE AMENAZA: Alto. Dada su significante inversión personal al éxito
de las operaciones de Makeb, Toborro probablemente responda a cualquier amenaza
percibida con una fuerza inmediata, abrumadora.
Los informes de datos de acceso completos y las estimaciones psicológicas
extendidas serán enviados en las subsiguientes transmisiones. Continuaré con la
observación de actividades estándar hasta ese tiempo. ¡Gloria al Imperio!
FIN DE LA TRANSMISIÓN

LSW 16
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Una Carta del Ejecutivo Especial Rasmus Blys

¡Saludos!
Me llamo Rasmus Blys, y tengo el gran honor de servir como Ejecutivo Especial para
la Corporación Czerka: la entidad de negocios más dinámica en todo el espacio conocido.
La historia de Czerka es larga y rica; tenemos siglos de innovación y éxito a los que mirar
atrás, con mundos enteros debiendo su desarrollo económico y social a nuestra valiosa
visión y generosa cooperación. Cuando consideramos todo lo que nuestra corporación ha
logrado, creo que bien podemos sentirnos orgullosos de nuestros roles en la Czerka de
hoy.
¿Pero cuál es mi rol exactamente? ¿Qué es lo que hace el «Ejecutivo Especial» para
CZ-198 todo el día, en cualquier caso?
Me gusta pensar en CZ-198 como un castillo: un hogar fortificado donde nuestra
familia Czerka puede unirse y llevar a cabo nuestros grandes trabajos en una atmósfera de
total seguridad. Un lugar con muros fuertes, de forma que los problemas y trifulcas del
resto de la galaxia simplemente rebotan con apenas un sonido. Un lugar con tropas leales:
hombres, mujeres y droides valientes que protegen nuestras vidas con las mismas armas y
tecnología que desarrollamos.
Por supuesto, cualquier buen castillo necesita un castellano, y así es como veo yo mi
rol como «Ejecutivo Especial»: meramente un sirviente de muchos, responsable de
asegurar que toda la gente y máquinas de CZ-198 tienen todo lo que necesitan para
trabajar juntos y lograr su máximo potencial. Después de todo, no querríamos

LSW 17
Anónimo

desperdiciar los tremendos recursos que somos tan afortunados de manejar, ¡o arriesgar a
mancillar el brillante legado que la marca Czerka ha desarrollado tan inmaculadamente!
¿Pero quién es el gobernante de nuestro gran castillo? ¡El consumidor, por supuesto!
Las exigencias del mercado son nuestros decretos reales, por siempre guiándonos y
empujándonos hacia nuevos y mejores diseños. Nuestros speeders y naves estelares son
carrozas brillantes, asegurando que nuestros clientes puedan viajar segura y
glamurosamente a cualquier destino. Y nuestras armas son los guardaespaldas reales de
los clientes, protegiéndolos a ellos y a sus intereses de cualquier daño posible.
Por lo tanto, nuestro rol es claro: debemos entregarnos a nosotros mismos, nuestro
tiempo y nuestros recursos para crear los más finos productos y tecnologías que
podamos; bienes excepcionales dignos de reyes y reinas, en el mercado y a la venta para
cualquier ser pensante en la galaxia. ¡Cualquier otra cosa sería traición!
Tenemos nuestro castillo, CZ-198: fuertemente construido en el cruce entre la
tecnología y el talento. Tenemos nuestra meta, noble y pura: servir a nuestros clientes con
todo medio a nuestra disposición. Y tenemos nuestra historia: una tradición de éxito y
dinamismo que no tiene rival en el mercado galáctico.
Somos la Corporación Czerka. ¡Juntos, daremos forma al futuro!

LSW 18
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

TRABAJA CON ORGULLO. TRABAJA CON CZERKA.

Corporación Czerka —líder galáctica en el diseño de armas, fabricación de droides e


investigación biológica— está buscando individuos cualificados y motivados para llenar
un número de posiciones abiertas. Si te ves a ti mismo trabajando en un ambiente
moderno, innovador y altamente seguro, ¡entonces podrías ser perfecto para las
instalaciones de I+D de Czerka CZ-198!
Actualmente estamos aceptando solicitudes para las siguientes posiciones:
 Técnico de Droides: Bajo la supervisión del Técnico líder, los solicitantes cualificados
guiarán el ensamblaje y programación de droides de tecnología punta. Requiere un fuerte
entendimiento de motivadores, circuitos complejos y algoritmos de combate.
 Ingeniero Bioquímico: Trabajará con muestras biológicas de propiedad existente para
crear variantes y combinaciones más poderosas y resistentes. Conocimiento comprensivo
de la última biotecnología necesario. Certificado de bioética opcional.
 Manejo de Organismos: Debe ser capaz de alimentar y cuidar de una amplia variedad
de formas de vida exótica. La fuerza, resistencia y la habilidad para enmascarar
ansiedades bajo presión son pluses principales.
 Oficial de Seguridad: Finalización del perfil psicológico de Clase Siete requerido.
Solicitantes con abundante experiencia en conflictos recibirán consideración prioritaria.
 Contribuidor de Investigación: Sé uno de los jugadores principales en el desarrollo de
Czerka de nuevos productos simplemente proveyendo de asistencia y retroalimentación.
Una amplia variedad de especies y rasgos genéticos necesaria. ¡No se requiere
experiencia!

LSW 19
Anónimo

Como una corporación principal, de siglos de antigüedad, Czerka ofrece salarios


competitivos y un paquete de beneficios impresionante, incluyendo servicios médicos
completos, transporte por parte de la compañía, parte de los beneficios basando en la
actuación y vacaciones pagadas.*
¿Crees que tienes lo que se requiere para ser un miembro productivo de la
Corporación Czerka? ¡Solicítalo ahora!

*Debido a la naturaleza sensible del trabajo asociado con nuestra instalación de I+D, las vacaciones sólo pueden
tomarse dentro del término atmosférico del Complejo Global Czerka designado CZ-198.

LSW 20
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

CZ-198 y el Estado de la Corporación Czerka

SÓLO PARA DISTRIBUCIÓN INTERNA.


Gracias por su tiempo.
Ahora mismo, indudablemente ha leído, visto u oído las noticias recientes respecto a
Czerka. Estoy seguro de que rumores de todo tipo están circulando —de hecho, he oído
seis sólo esta mañana— y por lo tanto me estoy poniendo en contacto con todos ustedes
aquí en CZ-198 antes de que sus comprensibles preocupaciones se les vayan de mano.
Sí, es cierto que van a haber grandes cambios para la Corporación Czerka. También
es cierto que la República Galáctica ha hecho movimientos que les haría parecer que
toman el control de los recursos de Czerka hasta que se pueda diseñar e implementar un
camino para la reorganización.
¿Qué significa para ustedes? En su día a día, significa que deben asistir a su trabajo
como habitualmente. Como su Ejecutivo Especial, estoy tomando cada paso en mi poder
para asegurarme de que puedan permanecer centrados en diseñar y fabricar productos de
primera clase para consumidores de primera clase.
Pueden esperar ver nuevas caras en las siguientes semanas. Les aseguro que esos no
son sus reemplazos, sino personal adicional que necesitamos para llevar a CZ-198 al
siguiente escalón de la grandeza.
Juntos, ustedes y yo hemos tomado una luna que era poco más que un almacén y la
hemos convertido en la piedra angular de la investigación Czerka y el imperio del
desarrollo. La designación CZ-198 ahora significa algo, y pretendo que continúe así.

LSW 21
Anónimo

Todos estamos juntos en este camino. Somos el futuro de Czerka. Y somos


imparables.
Ejecutivo especial Rasmus Blys.

LSW 22
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Entrevista Exclusiva de las Noticias de la HoloRed:


Barón Deathmark

En la exclusiva de las Noticias de la HoloRed de hoy, la leyenda de los deportes y


renombrado anfitrión de Huttball, el Barón Deathmark grácilmente ha accedido a una
entrevista con la corresponsal jefe Lamalla Rann. Tras un tour por el ático de lujo de
Deathmark en Nar Shaddaa, el Barón se sentó con Rann para discutir su increíble historia
personal y darnos un vistazo al futuro del entrenamiento de gladiadores.

LSW 23
Anónimo

LAMALLA RANN: Barón Deathmark, es un enorme placer hablar con usted hoy. Es
una leyenda viviente, tiene legiones de fans que le admiran, y huele a guantes de cuero
hechos a mano. ¿Cómo es la vida para el ser parlante número uno del Huttball?
BARÓN DEATHMARK: ¡La vida es buena, Lamalla! He apuñalado, quemado,
aplastado y gritado para abrirme paso hasta la cima, y no podría haberlo hecho sin el
apoyo de todos aquellos asombrosos fans que acabas de mencionar. ¡Es difícil creer que
un escuálido niño del Sector Nikto podría llegar tan lejos!

LSW 24
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

LR: De hecho, creo que aún puede ver el Sector Nikto desde uno de los cinco
balcones de su ático, ¿no es cierto?
BD: ¡Por supuesto! Es importante recordar de dónde vienes.
LR: Hablando de su ático —un lugar encantador, tan gustosamente decorado,
déjenme decir— había una planta donde no se nos permitió llevar nuestras holocámaras.
¡Tan misterioso! ¿Puede contarle a nuestra audiencia lo que está ocurriendo allí abajo?

BD: ¡Esas son mis instalaciones de entrenamiento personal de alto secreto, Lamalla!
Trescientos setenta y seis estaciones de trabajo diferentes, desde equipo de peso hasta
muñecos de entrenamiento hasta trampas mortales automáticas, todo desarrollado desde
las propias técnicas de mi carrera combinadas con años de experiencia al ver el juego de
primera mano.
LR: ¿Pero por qué tanto secretismo? ¿Qué está planeando el Barón Deathmark…
podría ser un regreso del retiro?
BD: Oh, no, Lamalla. No voy a volver al Pozo… ¡me dirijo directamente a los
hogares de mis fans con el Huttball del Barón Deathmark para el Desarrollo de la
Salud… de la Muerte! ¡Sólo cincuenta créditos te comprarán un vistazo a mi centro de
entrenamiento junto con una rutina de ejercicios especialmente diseñados garantizada
para transformar a cualquiera en material de Rotworm o Frog-Dog prácticamente en una
noche!
LR: ¡Una increíble oportunidad para los esperanzados por el Huttball, Barón! Y
hablando de nuevas oportunidades, se ha hablado mucho acerca de la más reciente
aventura de Giradda el Hutt.

LSW 25
Anónimo

BD: ¡No me sorprende! Las arenas de Giradda van a ser la próxima gran cosa en el
deporte atlético sangriento basado en equipos, te lo aseguro.
LR: ¡Denos su visión! ¿Qué separa a esas arenas del Huttball que todos conocemos y
amamos?
BD: Bueno, por supuesto, el elemento central del Huttball es el Huttball. Quita eso,
¿y qué tienes? Dos equipos, armados hasta los dientes, encerrados en una habitación
hasta que alguien es el ganador. Y creo que la mayoría de la gente estaría de acuerdo, en
que eso puede dar un gran entretenimiento.
Sólo hay un problema. Los equipos de Huttball son grandes… puede requerir un
tiempo que tanta gente realmente se brutalice los unos a los otros. Así que Giradda pensó,
hagamos los equipos más pequeños, ¡y tienes lo bueno incluso más rápido!
LR: Algo visionario… ¡por no mencionar excitante! Giradda definitivamente conoce
a su audiencia.
BD: Realmente es un Hutt del pueblo.

LR: Ahora, me temo que nos hemos quedado sin tiempo, Barón. ¿Algunas últimas
palabras para su audiencia?
BD: Bueno, un entrenador una vez me dio un consejo que realmente se ha quedado
conmigo. «No importa lo que diga el marcador, siempre hay tiempo para salir de ahí y
mutilar realmente a alguien». ¡Un buen consejo sin importar dónde estés en la vida!
LR: ¡Palabras de sabiduría del propio Barón Deathmark en persona! Eso ha sido todo
por hoy, chicos, pero aseguraos de volver la próxima vez, ¡cuando el Barón nos dé un
tour VIP por las nuevas arenas de Giradda el Hutt!

LSW 26
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

LAMALLA RANN ES UNA AUTORA Y PERIODISTA GANADORA DE PREMIOS. SU MÁS RECIENTE


HOLOLIBRO «PERDIENDO EL PUNTO DE MANNETT: LA GUERRA CIVIL MANTELLIANA
REVELADA», ES ACTUALMENTE EL TRABAJO NO DE FICCIÓN MÁS VENDIDO DEL AÑO.

LSW 27
Anónimo

Entrevista Exclusiva de las Noticias de la HoloRed:


Barón Deathmark, Parte 2
Las Noticias de la HoloRed presentan ahora la conclusión de una entrevista exclusiva con
el huésped de Huttball legendario Barón Deathmark. En la primera parte, Deathmark
reflejaba su historiada carrera, daba pistas acerca de planes futuros, y llevó a la
corresponsal jefe Lamalla Rann a un tour por su ático de lujo en Nar Shaddaa. En la parte
dos, Deathmark y Rann dejan el perfil de los rascacielos insignia de Nar por locales
exóticos por la galaxia para ver por adelantado la última aventura de gladiadores de
Giradda el Hutt: Las Arenas de la Zona de Guerra.
LAMALLA RANN: Barón, ¿qué puede decirme acerca de las llamadas «Arenas de
Muerte»? ¿Qué las hace resaltar sobre el Huttball?
BARÓN DEATHMARK: ¡Me alegro tanto de que me preguntes eso, Lamalla! Un
montón de tipos ahí afuera asumen que todo lo que Giradda está haciendo es sacar la bola
del Huttball, y eso simplemente no es cierto. Eso no dejaría nada salvo a un montón de
Frog-Dogs y Rotworms corriendo sobre las líneas de meta, ¡¿y quién quiere ver eso?!
LR: ¿Supongo que nadie?
BD: Nadie. ¡Exactamente! No, lo que Giradda ha hecho aquí es quitar hasta casi la
última norma de la ecuación, ¡así que lo que te queda es una lucha entre dos equipos de
cuatro guerreros dedicados, despiadados, duros como el duracero machacando hasta que
sólo queda un bando en pie!

LR: Guau. Eso suena… intenso. Y así, mirando a esta arena aquí… ¿Son esos
terminales de la Red de Comercio Galáctico?

LSW 28
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

BD: Lo son, pero ya no funcionan. En nuestras pruebas previas de juego aquí en esta
estación espacial, la cual Giradda ganó en una apuesta, ¡encontramos que los
competidores acababan pasando la mayor parte de su tiempo en la RCG comprando en
lugar de matando!
LR: ¿Fue esta la primera Arena de Muerte?
BD: ¡Sí, la original! Pero ya que Giradda disfruta tanto de viajar, ¡ha decidido que
esta arena no era suficiente y empezó una franquicia por toda la galaxia!

LR: Y eso nos lleva al núcleo galáctico. ¿Por qué escoger Corellia, de todos los
lugares?
BD: En cualquier parte donde encuentres un montón de ajetreo, también encontrarás
gente hambrienta de entretenimiento. La verdad es que esta parte del planeta ya estaba
siendo utilizada para deportes de combate sin licencia. ¡Giradda compró el área de
inmediato, puso una valla, y lo hizo oficial!
LR: Debió haber sido una empresa asequible, considerando el valor de los terrenos
aquí alrededor.
BD: A no ser que sea acerca de mi paga, nunca hablo de créditos con Giradda. ¡Yo
sólo encolerizo a la multitud y llevo la batuta!

LSW 29
Anónimo

LR: Aquí en Tatooine, ahora… ¿qué tiene de especial esta granja de humedad?
BD: Ahora es una Arena de Muerte… eso es lo que tiene de especial para mí. Para
Giradda, sin embargo, es más personal. Esta granja le fue entregada por uno de sus
deudores, que trágicamente pereció cuando una nave estelar misteriosamente chocó en su
morada. Tras un breve pero respetuoso periodo de luto, ¡Giradda convirtió la granja en
una arena oficial, llena de lujosos palcos construidos en la fachada de la roca!
LR: ¿Son estas arenas que me ha enseñado las únicas arenas?
BD: ¡Ni por asomo! ¡Estos centros de acción sin barreras van a barrer la galaxia con
su formato desgarrado y su brutalidad desmesurada! Giradda tiene grandes planes para el
deporte, y estoy orgulloso de ser parte de ellos.
LR: Puedo verlo. Gracias por su tiempo, Barón.
BD: No, no… ¡gracias a ti, Lamalla! Y, hablando en serio, me gustaría darle las
gracias a todos mis fans. No estaría aquí donde estoy hoy si no fuera por ellos. Y me
gustaría recordarles que ellos, también, pueden soñar a lo grande, igual que lo hice yo.
Todo lo que necesitan es dar ese gran primer paso, ¡y pueden dar ese paso comprando el
próximo Huttball del Barón Deathmark para el Desarrollo de la Salud… de la Muerte!
LR: [Risas] No puedo pensar en una mejor forma de acabar esta entrevista. Por toda
la galaxia y en su mundo, soy Lamalla Rann para Noticias de la HoloRed. Buenos días a
todos.
Lamalla Rann es una autora y periodista ganadora de premios. Su más reciente
hololibro «Perdiendo el Punto de Mannett: La Guerra Civil Mantelliana Revelada», es
actualmente el trabajo no de ficción más vendido del año.

LSW 30
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Un Registro de los Amos del Terror


DIARIO DE TRANSMISIÓN 237890223409098184
ORIGEN: Maestro Gnost-Dural, Guardián de los Archivos Jedi, Tython
RECEPTOR: Maestro Ogan-Dei, Consejero Jefe, Equipo de Ataque Oricon
MENSAJE:
Mi viejo amigo,
He reunido la información que solicitaste de los archivos, aunque nuestros registros
en cuanto a los Amos del Terror están lejos de ser completos. En particular, nuestro
conocimiento de sus orígenes es decepcionantemente vago, basado mayormente en
rumores y fragmentos recuperados de los diarios históricos Imperiales.
Primero, nuestros registros confirman que los Amos del Terror son humanos, pese a
muchos rumores en contra. Los escáneres biológicos llevados a cabo tras su captura por
el Maestro Kaedan confirmaron esto, aunque sus esperanzas de vida se han extendido
mucho más allá de la norma para esa especie. No conocemos la extensión de su
longevidad, ni el mundo (o mundos) de donde proceden. Ni siquiera conocemos sus
auténticos nombres.
Las metas de los Amos del Terror son similarmente misteriosas. Sabemos que ya no
están afiliados con el Imperio Sith, pese al hecho de que las fuerzas Imperiales son
responsables de rescatarles de nuestras instalaciones prisión en Belsavis. Que traicionaran
al Imperio al que han servido durante tantos años es inesperado, pero no necesariamente
inexplicable. (Puedo elaborar mis teorías en un informe futuro, si es necesario).

LSW 31
Anónimo

Desde que traicionaran al Imperio, los Amos del Terror han amasado rápidamente
una fuerza militar propia, a la cual se refieren como sus «Huestes del Terror». Nuestra
investigación sugiere que muy pocos miembros de esta fuerza son voluntarios; la mayoría
son antiguo personal de la República y el Imperio cuyas mentes han sido
irreparablemente dominadas por el poder de los Amos del Terror. Los esfuerzos por
interrogar o tratar a los miembros capturados de las Huestes del Terror han sido
completamente infructuosos. Las manipulaciones psicológicas constantes de los Amos
del Terror han dejado a sus seguidores tanto completamente leales, como incurable y
paranoicamente dementes.
Mientras reunían sus ejércitos, los Amos del Terror también comenzaron a hacer
sutiles incursiones dentro del Cártel Hutt. Mi información sugiere que fue su influencia la
que llevó al antiguo Mogul Supremo del Cártel, Karagga el inquebrantable, a iniciar las
actividades de expansión agresivas que finalmente resultaron en su propia muerte. Las
ramificaciones eran de largo alcance, quizás incluso llevando al reciente conflicto de
Makeb.
Los Amos del Terror expandieron aún más su influencia al tomar brevemente el
control del planeta Denova, un proveedor principal de municiones de explosivos.
Trabajando a través de intermediarios mercenarios, los Amos del Terror se apoderaron de
una desconocida cantidad de explosivos de alta potencia, junto con armas, vehículos de
aire y tierra y otros suministros militares originalmente estacionados en el planeta por la
República.

LSW 32
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

A continuación, los Amos del Terror salieron a por tecnologías más exóticas. Fuerzas
de las Huestes del Terror fueron desplegadas en Belsavis, donde intentaron recuperar
antiguas armas Rakata que habían sido escondidas allí. Otro equipo, más pequeño, logró
infiltrarse en el Enclave Gree y reunir información y materiales de algunos de sus diseños
más complejos. Aunque este equipo fue derrotado en el planeta Asation, creo que
debemos aún suponer que han transmitido con éxito la información que reunieron,
incluyendo los secretos de la tecnología de «hiperpuertas» Gree, de vuelta a sus amos.

Más recientemente, los Amos del Terror intentaron potenciar sus fuerzas al manipular
una vez más al destrozado Cártel Hutt. Una vasta reunión de armas, vehículos y personal
de mercenarios y piratas se reunió en Darvannis, ostensiblemente para competir por los
contratos del Cártel. En su lugar, el Amo del Terror conocido como Styrak intentó
abrumar y convertir a los mercenarios al servicio entre las Huestes del Terror.
Afortunadamente, los planes de Styrak fueron frustrados antes de que pudiera
completarlos del todo, y el propio Styrak fue asesinado… el primer golpe palpable dado
contra los Amos del Terror tras su fuga.
Desde entonces, los cinco Amos del Terror restantes —Brontes, Tyrans, Calphayus,
Bestia y Raptus— han permanecido ocultos. Pese a la pérdida de Styrak y otros
contratiempos, sabemos de hecho que los Amos del Terror aún tienen un vasto ejército de
soldados fanáticos a sus órdenes, así como una colección de tecnología antigua y
poderosa que yace bien fuera de nuestro entendimiento científico. Aún más, la habilidad
de los Amos del Terror de inducir un terror, paranoia y alucinaciones extendidas puede
no haber sido afectada por la muerte de Styrak, y no he encontrado nada en mis estudios

LSW 33
Anónimo

que sugiriera ninguna defensa a prueba de fallos contra su poder, ni para ti ni para tus
fuerzas.
La tarea que tienes por delante sin duda presenta uno de los mayores desafíos que
nadie en nuestra orden ha enfrentado. Por favor hazme saber si puedo darte alguna
información adicional para asistirte.
Que la Fuerza te acompañe.
FIN DEL MENSAJE

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

La Búsqueda de Oricon
ARCHIVO DE DIARIO: XR7783459098224-AFR-R
NIVEL DE ACCESO: 27V Restringido
OPERATIVO: BALKAR, J
El pobre crío en realidad lo sacó adelante. Oricon.
Teníamos un ejército de piratas informáticos trabajando en turnos codo con codo
durante meses, hemos disparado droides sonda a cada roca del Borde Exterior lo
suficientemente grande como para albergar a seis, y hemos tratado de interrogar a cada
nutjob que los Amos del Terror dejan atrás siempre en una operación. Ni siquiera
obtuvimos nunca una pista. ¡Pero lanza a un recluta sonriente al extremo más profundo
de la charca más psicótica de la galaxia, y seguro, premio!
Cuando le trajeron, pensé que habían perdido la cabeza. Creo que incluso pregunté si
habían recibido un documento de permiso de su mamá, lo cual de algún modo le pareció
más inapropiado a ellos que contratar a un niño para infiltrarse en las Huestes del Terror.
Juraron que había visto un tour completo en Corellia y había hecho algunas entregas de
suministros en Belsavis. Había pasado todos los tests psicológicos, resistido cualquier
dispositivo y químico alterador de la mente que pudieron encontrar. Multitud de
cualificaciones. Y lo que es más, decían que era un poco sensible a la Fuerza. El
candidato perfecto, aparentemente.
Preguntó cómo podían siquiera decir algo así. Decían que tenían gente. Era nuevo
para mí.
Hice pasar al crío por las habituales pruebas de campo, justo como pidieron. Hacer
que interviniera a alguien en la embajada Imp de Nar Shaddaa, hacer que fingiera entrar
con los Justicars durante una semana, sin problemas. El crío incluso logró que un
Senador le diera su firma, su clave de seguridad y su programa semanal sin ni siquiera
mostrar una ID falsa.
Cuando acabó, y preguntaron cómo lo había hecho, pensé en mentir. Aún no se siente
bien, pero había superado brillantemente todo lo que le había lanzado, así que eso es lo
que les dije. Estoy seguro de que hice otro comentario de mal gusto acerca de su edad,
también, pero no lo recuerdo así que no debería haber sido tan grande. Sé que no se
rieron, pero nunca lo hacen, así que eso fue y yo continué hacia el siguiente trabajo.
Hice pasar a otro par de candidatos a través de las pruebas de campo. Pasé un par de
semanas encandilando a una heredera de Kuat que había estado haciendo un montón de
vuelos sin documentar, pero no había nada allí. Comprobar a alguien de la SpecForce,
cuidar de algún que otro asunto personal. Ni siquiera recuerdo lo que estaba haciendo
cuando me llamaron, pero lo que fuera que fuera, no lo terminé.
El crío lo había hecho. No me dirían dónde había ido para ser «reclutado», o cuánto
estaría corriendo con aquellos fenómenos acabados antes de que volviera. Había
pirateado una nave de las Huestes del Terror y la había llevado de vuelta, justo como
habían planeado, pero también había perdido su maldita mente, lo cual por algún motivo

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Anónimo

no habían planeado. Estaba sentado solo en su hangar con una gran espada desagradable
y una sonrisa en su cara y ni una palabra para nadie, así que estaban esperando que yo
fuera capaz de hacer que se abriera. Dice justo aquí en mi perfil lo encantador que soy, y
hemos sido amigos durante semanas hace un par de meses, ¿así que qué podía ir mal?
Nunca llegué a preguntarle cómo las cosas fueron de mal a una pesadilla; había
esparcido trozos de ellos por todo el lugar para cuando llegué. Los guardias estaban
muertos, también, pero justo lo normal, el tipo de muerte del asesinato. Supongo que no
merecían el tratamiento especial, incluso aunque hubieran debido disparar al crío cinco
veces cada uno.
Le llevó un momento siquiera percatarse de mí. Cuando lo hizo, preguntó si estaba
orgulloso de él. Le dije que había visto un trabajo de cuchillos más limpio en los droides
de cocina rotos.
No siempre digo lo correcto.
La pelea no fue demasiado. Después de unos dos disparos estaba demasiado ocupado
corriendo y disparando por encima de mi hombro como para hacer nada particularmente
heroico. Cuando el crío finalmente cayó, comprobé mi crono; cinco minutos había sido
una estimación bastante buena. Una vez me aseguré de que realmente, definitivamente,
estaba fuera de juego, volví al hangar.
El ordenador de navegación no fue muy útil, pero la nave no era exactamente lo
último y mejor hablando de tecnología de sigilo, así que hice un par de escaneos y me
reuní con un amigo mío, Niall. Le hice comprobar los escáneres con diarios de
observación de todas aquellas sondas que habíamos lanzado, y después de un par de
horas y un montón de matemáticas que no me preocupé en entender, rastreó la ruta de la
nave de vuelta al inicio y me dio las coordenadas de Oricon. «¡Premio!» dijo él.
Cierto. Dile eso a la gente que vamos a tener que mandar allí ahora.

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Entrevista Exclusiva de las Noticias de la HoloRed:


Barón Deathmark

En otra exclusiva más de las Noticias de la HoloRed, la corresponsal jefe Lamalla


Rann se sienta una vez más con el icono de los deportes y renombrado huésped del
Huttball Barón Deathmark, que discute acerca de la recién anunciada Arena de Muerte
del planeta Makeb y da a los fans una pincelada de la matanza que pueden esperar en
estas nuevas instalaciones.
LAMALLA RANN: Barón Deathmark, gracias por unirse a nosotros una vez más.
Desde la última vez que hablamos, las Arenas de Muerte realmente han despegado… son
un enorme éxito entre los aficionados al deporte sangriento. ¿Cómo ha ido eso con su
jefe, Giradda el Hutt?
BARÓN DEATHMARK: Estoy seguro de que no es ninguna sorpresa, Lamalla,
Giradda ha sido un Hutt feliz. ¡Con todos los créditos extra que están entrando, ha sido
capaz de añadir tres festines más a su rutina diaria!
LR: Eso le hace llegar a catorce, ¿no es así? ¡Giradda debe tener una agenda muy
apretada!
BD: ¡Por no mencionar sus cocineros!
LR: Vayamos directos al grano: su más reciente Arena está localizada en el planeta
Makeb. Es una elección que ha dejado a muchos de nuestros espectadores sorprendidos,
dadas las recientes inestabilidades geológicas del planeta… ¿por qué escogerlo para su
siguiente local?

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Anónimo

BD: Bueno, estoy bastante seguro de que esas historias de terremotos han sido
exageradas un poco, pero definitivamente es cierto que Makeb está pasando por un
momento difícil. Ya ves, Giradda simplemente ve eso como una oportunidad… las
evacuaciones nos han dejado un montón de espacio vacío, y los eventos deportivos de
alto perfil son una gran forma de rejuvenecer la economía local. Creemos que es
importante que nuestras Arenas de Muerte den un poco a cambio, después de todo.
LR: ¡Una meta caritativa que todos podemos respaldar! ¿Cree que puede darme un
tour?
BD: Podrías apostar que sí, Lamalla… ¡Giradda incluso ha ofrecido su palco de
visualización personal para el viaje!
LR: ¿Así que usted y Giradda estarán viendo toda la acción desde aquí?
BD: Síp. Incluso después de todos estos años, Giradda ama involucrarse en una vista
personal de la acción.

LR: Hábleme de los campos de fuerza.


BD: Bueno, cuando hicimos nuestras primeras pruebas, los espectadores se cansaban
de observar a los jugadores caerse de los laterales de todos aquellos riscos. Simplemente
se acaba convirtiendo en siempre lo mismo, siempre lo mismo, ¿sabes? ¡Así que
lanzamos los campos de fuerza para asegurarnos de que cada matanza que ves es práctica
y única!
LR: ¡Conoce a su audiencia! Ahora, ¿puede decirme algo acerca de esos contenedores
brillantes que veo esparcidos alrededor?

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

BD: ¡Me alegra que lo preguntes! He visto un par de posts ahí fuera diciendo que esto
es sólo una forma de que minemos más de los recursos naturales de Makeb y sacarlos a
escondidas en contenedores como esos. ¡Es un montón de mentiras, Lamalla! Sólo son
utilería que lanzamos para añadir un poco más de atmósfera… nada más.
LR: ¡Directo de la fuente, gente! Esto parece que es seguro que albergará incluso más
de la excitante acción que los fans de la Arena han llegado a disfrutar tanto, Barón.
Hagamos una última pregunta: un montón de fans están preocupados porque toda esta
acción de la Arena esté arrojando sombras sobre su primer amor, el Huttball. ¿Cómo
responde a eso?
BD: ¡Los fans del Huttball no tienen nada de qué preocuparse, Lamalla! ¡Vamos a
estar intensificando el juego hasta el siguiente nivel muy pronto!
LR: ¿Alguna pista sobre lo que podemos esperar?
BD: Si quieres verlo en persona, compra una máscara respiratoria con lo que sea que
respires… ¡vas a necesitarla!
LR: ¡Una pista emocionante acerca de las cosas por venir! Eso es todo el tiempo que
tenemos por hoy, amigos. Muchas gracias a nuestro invitado de nuevo, Barón Deathmark.
Por la galaxia y a tu mundo, ¡soy Lamalla Rann para las Noticias de la HoloRed!

LAMALLA RANN ES UNA PERIODISTA Y AUTORA GANADORA DE PREMIOS. SU PUBLICACIÓN


MÁS RECIENTE, «EL SOLDADO, EL CANALLA Y LAS ESTRELLAS» YA HA SIDO INCLUIDO EN
LAS LISTAS ANUALES DE LECTURA OBLIGATORIA DE MUCHOS REVISORES.

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Anónimo

Desde KOTOR: Manaan


Shuuru // Diario de datos personal
No es una empresa estúpida tratar de anticipar el futuro camino de uno, o incluso el
camino de toda una civilización. Pero puede serlo. Si no tenemos primero en
consideración lo que yace a nuestro paso, nunca podremos saber de verdad cómo
negociar las corrientes que hay por delante. Es con esta preocupación en mente que
satisfago en este análisis el flujo y reflujo de mi querido hogar, Manaan.
Durante un largo tiempo —más largo de lo que tenemos registros— el Imperio
Infinito gobernó en nuestro mundo. Nos esclavizaron hasta su caída final, y nosotros los
selkath juramos que nunca seríamos puestos en servidumbre de nuevo. Como
exploradores de fuera del mundo finalmente llegaron a nuestro mundo, llegaron a ver
nuestro kolto como un recurso vital en su lucha por el dominio sobre la galaxia. Nosotros
a su vez llegamos a ver lo valioso que podía ser el kolto. Debido a nuestra historia, sin
embargo, también vimos cómo podía convertirse en un detrimento.
Por lo tanto, mis ancestros sabiamente juraron permanecer neutrales en la reyerta
galáctica. Incluso llegaron tan lejos como para permitir que tanto la República Galáctica
como el Imperio Sith establecieran embajadas en nuestra metrópolis en la superficie,
Ciudad Ahto. Mientras que su tregua en nuestro mundo era tensa, la importancia del kolto
para sus esfuerzos no les dejó elección salvo dirigirse a un modo legal.
Al menos, eso es lo que creíamos.
Una visita de un Jedi llamado Revan lo cambió todo. Expuso una terrible verdad…
que los Sith estaban secuestrando y manipulando a nuestros jóvenes, adoctrinándolos en
los caminos del lado oscuro de la Fuerza. Esta revelación no sentó bien a mis ancestros, y
las tensiones resultantes finalmente estallaron en un levantamiento liderado por uno de
esos niños secuestrados, Shasa… para entonces una practicante poderosa en la Fuerza en
su propio derecho.
Los Sith fueron expulsados de Ciudad Ahto, su embajada cortada. Continuamos
nuestras relaciones con la República, pero alerta aún así, incluso pendientes del patrón de
transgresiones que nos han infligido los extranjeros. Cada vez más, los selkath nos
volvimos hacia nuestra Orden de Shasa manipuladora de la Fuerza —llamada así por la
valiente arquitecta de la expulsión Sith— en busca de guía. Tomando la postura
pragmática de su nombre, la orden buscaba la abolición de la embajada de la República
de Ciudad Ahto, aislando por lo tanto a Manaan de la turbulencia en marcha más allá de
sus aguas.
Finalmente, la acción fue innecesaria. Como el aleteo de una única aleta se dice que
culmina en una gran ola, parecía como si nuestras acciones hicieran que el Imperio
estallara y se dispersara. Las tensiones fueron finalmente abatidas. Por un tiempo los
selkath prosperamos. Muchos de los nuestros incluso se aventuraron a salir al gran mar
de estrellas en busca de nuevas vidas y oportunidades.

LSW 40
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

No lo sabíamos entonces, pero al igual que la leyenda del Tiburón Binexan el Imperio
Sith se alzó de las negras profundidades en una forma más fuerte, más valiente. Cuando
este Imperio resurgente exigió nuestra alianza, mis ancestros trataron de extender la
misma oferta de neutralidad que habían encontrado aceptable en el pasado. Sólo servimos
para enfadarles. Bombardearon nuestro mundo desde el espacio, hundiendo casi hasta la
última estructura de la superficie, Ciudad Ahto incluida.
Con su inacción en nuestro tiempo de necesidad, la República dio el golpe final… y
esto sin haber dado ni un solo tiro. Traicionados y amargados, nos retiramos a las
profundidades, sin estar ya dispuestos a asociarnos con cualquier extranjero de ningún
modo. Para nosotros, todos eran esclavistas. Secuestradores de nuestros niños. Amigos de
aguas tranquilas como mucho.
Muchos dicen que aquellos años fueron los más grandes en la historia de selkath.
Nuestra propia cultura y tradiciones prosperaron. Había pocos conflictos. En nuestra
independencia del resto de la galaxia, estábamos juntos. Pero muchos en secreto añoraban
las formas y medios que la presencia de los extranjeros traía, y llegamos a encontrarnos a
nosotros mismos en una emergencia financiera. Después de una gran cantidad de debate
finalmente se decidió que, pese a las lecciones que nos había dado nuestro pasado,
nuestra ausencia del escenario galáctico no iba a ser permanente.
Como nuestra primera estructura de la superficie en muchos años, la Plaza Mercantil
abrió con estrictas normas acerca de a quién se le daba privilegios de aterrizaje. Al
principio, esto sólo significaba que se permitía visitarla a embajadores especiales de
mundos afiliados a la República. Para entonces estaba fuertemente involucrado en dar
forma a la política extraplanetaria, y presioné para extender una invitación a los Sith.
Había estado insatisfecho con la inactividad de la República en nuestros tiempos de
necesidad y no deseaba invitar a un segundo bombardeo de sus enemigos.
Para cuando una vez más ofreciéramos al Imperio un acuerdo de comercio de kolto y
una presencia en Manaan, la República había demostrados se una aliada más autoritaria y
competente que en el pasado. Puedo decir sinceramente que me han ganado. Eso no
significa, sin embargo, que debamos renegar de nuestro acuerdo con el Imperio. Nos
sirve bien golpear hacia un equilibrio. Después de todo, ¿qué garantías tenemos de que
ningún lado permanecerá al alcance de la mano si no se comprueba?
La respuesta a tal pregunta yace en el batir de nuestro paso.

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Anónimo

Diario de Lana Beniko: Darth Arkous


La observación de mi sujeto continúa. Es completamente negocios como siempre. Vistas,
consultas, discusiones de estrategia. Una gran parte de su tiempo lo pasa a puerta cerrada
sin mi presencia. Siempre ha sido así entre nosotros, pero solía ser que no tenía motivos
para cuestionar el motivo de su privacidad.
Trabajando con él día a día como si no pasara nada no ha sido fácil. Cuando le miro a
los ojos y le hago una pregunta y sé que me está mintiendo, es difícil creer que este es el
mismo hombre que me reclutó a su mundo. ¿Cuán atrás llega el engaño?

***
Mi primera impresión de Darth Arkous era la de un hombre de estado vanidoso y
pomposo. Recuerdo no haber estado tan impresionada acerca de él, pero su oferta de
actuar en un rol de consejera para la milicia era una oportunidad demasiado prometedora
como para pasar. Esto era especialmente cierto ya que mi primera exposición al trabajo
de Arkous involucraría supervisar la invasión de Talay, el sitio de uno de los principales
asentamientos y estaciones de comunicaciones de la República.
Pese a la manera confiada en la que llevaba a cabo su plan, tenía que admitir que era
una iniciativa inteligente que minimizaría la resistencia mientras que maximizaría la
confusión entre la población del planeta. Con lo que ni siquiera Arkous había contado, sin
embargo, era con que la República estuviera ejecutando un plan propio que amenazaría
con colocar en peligro su ofensiva.
Un equipo del SIE ya estaba a bordo de la nave de Arkous cuando salimos de
Dromund Kaas. Yo estaba meditando, liberando mis pasiones a que se agitaran y
extendieran. A los espías se les enseña a resistir los poderes persuasivos de la Fuerza, a
proteger sus mentes del daño. Mientras que este tipo de disciplina es útil contra una
confrontación directa de alguien como yo misma, tiende a ser una medida bastante inútil
de camuflaje mental. De hecho, actúa como una baliza virtual para cualquier familiar Sith
con los signos delatores de alguien que está protegiendo sus pensamientos.
Podía percibir que los efectivos del enemigo —cuatro de ellos— estaban separados
los unos de los otros, incapaces de comunicarse por miedo a ser descubiertos. Busqué al
más cercano a mí y, tras cierta resistencia inicial, le convencí de contármelo todo. Iban a
piratear cualquier dato que pudieran y luego a detonar remotamente un dispositivo
explosivo en nuestro navío desde la seguridad de una vaina de escape. Había estado
preocupada por que los espías fueran mandados para subvertir la iniciativa Talay, pero
estaba claro que no sabían nada de ella. No aún, al menos. Aún tenían una probabilidad
razonable de revelar nuestro plan a sus superiores, y una probabilidad incluso aún mayor
de matarnos a todos.
Me extendí hacia Arkous, advirtiéndole del peligro. Separados pero trabajando juntos
silenciosamente acechamos y eliminamos a dos más. Entonces llegué a la última agente

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

del SIE, que estaba ocupada colocando el dispositivo explosivo en la tripa de la nave.
Pensé que la había atrapado, pero tenía mejoras quirúrgicas. Inhumanamente alerta e
imposiblemente rápida. Golpeé y fallé y para cuando me recuperé ella ya estaba de
camino a las vainas de escape.
Sin la necesidad del subterfugio, hice sonar la alarma. Mientras trabajaba por
desactivar la bomba, la tripulación hacía lo que podía por detener al agente, pero
fracasaron. Ella ya había lanzado la vaina de escape. Comuniqué al puente que
interrumpiera todas las comunicaciones y luego dejé que Darth Arkous decidiera si tirar
de ella vía rayo tractor o destrozarla con nuestros cañones. Ahí fue cuando ella detonó un
dispositivo secundario dentro del cuadro eléctrico de la nave.
No teníamos comunicación. No teníamos rayos tractores. No teníamos armas. Y no
teníamos ni idea de lo que podía haber aprendido de nuestra iniciativa, y no había nada
que pudiéramos hacer al respecto. Incluso la Fuerza no podía evitar que comunicara los
datos si lo quería. Observé la vaina partir, deseando haber hecho más, cuando vi algo
realmente asombroso.
La vaina frenó mientras una figura salía de nuestra nave. Era Darth Arkous, vestido
para el espacio. Chocó contra la vaina y clavó su sable láser en ella. Eso fue suficiente
como para comprometer la integridad de la vaina. Su interior se convirtió en la tumba de
la agente.
Darth Arkous fue arriba y más allá para preservar la ventaja del Imperio contra la
República. Podría haberse hecho el burócrata importante, pero por sus acciones sin duda
era un patriota entregado y devoto. De ese momento en adelante, estaba segura de que
había tomado la decisión correcta al convertirme en su consejera.

***
Mi sujeto recientemente hizo los arreglos para pilotar una lanzadera a Onderon. Clamaba
que debía negociar un asunto sensible con la temperamental reina del planeta en cuanto a
la entrega de tropas. Eso sería bueno y estaría bien si realmente estuviera yendo a
Onderon.
Ha llegado a Manaan en su lugar. Sin los códigos de aterrizaje adecuados me
encuentro incapaz de aterrizar, pero debo lograrlo, aunque sea para demostrar que
simplemente está metido en algo insignificante o vergonzoso. Desafortunadamente, no
creo que demuestre tal cosa. Siento con cada fibra de mi ser que esto es algo más.
Algo terrible.

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Anónimo

Detalles de la Superficie
—Siguiente.
Varko le dio al hidro-dispensador de su escritorio un rápido golpecito, entonces frotó
los fluidos en la piel de sus manos. Había oído que podía llevar un par de semanas
acostumbrarse a pasar tanto tiempo fuera del agua. Ajustarse al trabajo de la superficie
era más duro de lo que había imaginado, pero Varko estaba determinado a superarlo.
Cuando alzó la mirada, un extranjero había llegado a su escritorio, identificación en
mano. Un humano. Varko aún estaba pillándole el truco a distinguir sus géneros; estaba
bastante seguro de que este era un hombre. Pequeños implantes cibernéticos punteaban la
bronceada piel de su cara. El pelaje sobre su cabeza era corto y puntiagudo… Varko
había visto a un par de humanos que se habían afeitado sus parches de pelaje, y no podía
entender por qué no lo hacían todos. Era mucho menos horrendo así.
—Bienvenido a Manaan. Su identificación, por favor.
El humano le dio sus credenciales.
—Gracias. Habla muy bien el básico.
Varko evaluó si estaba haciéndole un cumplido o siendo condescendiente; el humano
estaba mostrando sus pequeños diente óseos, una señal de felicidad en su especie, así que
Varko se tomó sus palabras como sinceras.
—Estudié durante muchos años, gracias. Tev Fith, ¿no?
—Tev Fith, ese soy yo. La mayoría de la gente no lo pronuncia bien. —Sus dientes
estaban expuestos de nuevo; aparentemente este humano se impresionaba con facilidad.
—¿Viaja a menudo, entonces? —El ordenador reveló que era un ciudadano de la
República, y listó varios otros planetas que había visitado.
—Lo hago, lo hago… es mi primera vez aquí, aún así. Probablemente sea así para la
mayoría de sus visitantes, ¿eh?
—Lo es, sí. —El centro de aduanas había abierto junto con el resto de la Plaza
Mercantil, la primera estructura de la superficie abierta a los visitantes extranjeros en
décadas—. ¿Cuál es el propósito de su visita?
—Esperar pasar la mayor parte del tiempo en el agua, pero supongo que mi jefe
espera que trabaje un poco, también. —Cuando Varko no dijo nada, él continuó—. Hago
investigación. Muestras de agua y aire, escaneos sensores, ese tipo de cosas.
—¿Con qué propósito?
—Sinceramente, no leí el contrato demasiado de cerca. Creo que es para una
compañía de biotecnología. Probablemente buscan vender sus productos aquí, quieren
asegurarse de que el clima es acogedor. Puedo obtener los detalles si necesito un permiso
o algo.
—Sólo si pretende viajar una distancia de más de doscientos metros o cincuenta
metros en profundidad desde esta plataforma. La Orden no permite a los visitantes
extranjeros más allá de eso sin un permiso especial.

LSW 44
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

—Oh, ya sabe, creo que mi jefe podría haber hecho la solicitud cuando llegó aquí.
Quizás habló con él… ¿un tío alto, cabeza afeitada?
¡El hombre sin pelaje! Varko sabía que había visto uno recientemente, y asintió
confirmando como sabía que hacían los humanos.
—Sí, hace dos días. Uno de los extranjeros más grandes que he conocido.
Más dientes.
—¿Podría comprobar y ver si hizo una solicitud para mi permiso mientras estaba en
ello?
Varko sacó los registros en su ordenador, encontró la imagen del hombre más grande.
—Sí, hizo una solicitud de dos permisos para permitir el viaje a la subsuperficie
profunda, empezando mañana. —Varko se detuvo cuando vio el registro para la segunda
persona—. El segundo permiso es para alguien completamente diferente, aún así.
Fith arrugó los músculos de su cara. ¿Confusión?
—Eh. Puede que no fuera mi jefe después de todo. No se preocupe.
—¿Está seguro? ¿Quizás los registros fueron introducidos incorrectamente? —Varko
ocultó sus archivos, mostrando sólo la cara del humano más grande mientras volvía la
pantalla hacia Fith—. ¿Es este su empleador?
Fith miró a la pantalla sólo brevemente.
—Nop, no trabajo para ese tío. El jefe debe haber hablado con un agente de aduanas
distinto.
Varko asintió de nuevo.
—Sí, debe ser eso. ¿Le gustaría iniciar su propia solicitud de permiso?
La cabeza del humano se giró suavemente, de lado a lado.
—No, estoy seguro de que si necesitara uno, mi jefe habría hecho la solicitud él
mismo. Simplemente me dirigiré a mi habitación y me pondré en contacto con él desde
allí.
Varko le devolvió las credenciales a Fith.
—Tenga una estancia placentera, Maestro Fith.
—¡Gracias! —otro mostrar de dientes mientras se alejaba.
Varko cerró el archivo del ordenador de Fith y extendió la mano hacia el hidro-
dispensador de nuevo.
—Siguiente.

***
El resto del día fue suavemente. Mientras el turno de Varko estaba a punto de terminar,
otro humano llegó al escritorio de Varko. Esta parecía ser mujer, con incluso más pelaje
en la cabeza que el hombre y una piel más pálida.
—Bienvenida a Manaan. Identificación, por favor.
Ella no mostró sus dientes.
—No necesitas ver mi identificación.

LSW 45
Anónimo

Varko estuvo de acuerdo entusiasta.


—Un Sith de raza pura llegó aquí hace dos días. Te gustaría contarme dónde está.
Varko estaba excitado por ayudar. Cargó el archivo en su ordenador y le contó todo lo
que había en el registro, incluyendo el permiso de viaje a la subsuperficie del Sith y el de
su compañero… el humano alto sin pelaje que Varko había identificado erróneamente
antes.
—Gracias. Ahora que has acabado con tu trabajo aquí, es hora de que vayas a casa,
¿no? Un día tan aburrido y olvidable, estoy segura.
Varko desconectó el ordenador y se puso en pie mientras ella se alejaba. Cuando
caminó a través de la puerta hacia su apartamento, su cabeza se sintió de repente extraña.
Decidió que simplemente había pasado demasiado tiempo fuera del agua, se frotó la
cabeza y se cambió para ir a nadar. Los selkath pertenecían al agua, libre para surcar
entre las corrientes; no para pasar innumerables horas sentados tras un escritorio. Para
cuando estuvo preparado, averiguó que no podía recordar ni siquiera una cosa interesante
en todo el día.
Un día tan aburrido y olvidable.

LSW 46
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

SE BUSCA: MUERTO Y DESMANTELADO


—Su emboscada fracasó.
La voz del droide casi saca a Kern de su asiento. Se había perdido en sus
pensamientos, no lo había oído entrar. Un lapsus más del que podía culpar a hacerse
mayor. Que sean dos, si la cosa estaba diciendo la verdad. Se volvió impaciente por una
respuesta y continuó:
—Cuatro muertos, diecisiete heridos. Jakarro y C2-D4 escaparon.
Kern no miró al droide, no lo necesitaba. La cara nunca cambiaba, los «ojos» nunca
se movían. Sólo parpadeaban. Se ajustaban, centraban, analizaban. Enfurecían. Extendió
el brazo hacia una botella en el escritorio en su lugar, vació su bebida, dio un gran trago.
—Ni siquiera trataste de ayudar a mi gente, ¿verdad?
—Usted dijo que mi precio era demasiado alto.
Se había reído al escuchar la oferta. ¿Qué tipo de droide espera ser pagado en
absoluto, mucho menos una pequeña fortuna? Llenar, tragar, mueca.
—Tu precio era demasiado alto.
—Acaba de perder veintiún miembros del personal. Multitud de salarios que
recolocar.
¿La maldita cosa era un controlador financiero ahora? Kern sacudió la cabeza.
—¿Cuánto crees que pagaba a esa gente? Tendría que perder a cuarenta de ellos para
llegar a tu tasa.
—Si las incomodidades de hoy demuestran algo, es que tiene aquello por lo que pagó.
Kern gruñó, pensó en extender la mano hacia el bláster que tenía enfundado bajo el
cajón del escritorio. Otra cosa cruzó su mente; su mano retrocedió a la botella en su lugar.
—¿Qué hay de esa caja de especia por la que pagué? —El cebo para atraer a Jakarro
y D4 no había sido barato.
Los ojos del droide parpadearon, se ajustaron ligeramente. Pensando. Procesando.
—El cargamento ilícito que pidió fue entregado a tiempo.
—¿Qué? ¿Cómo?
—El wookiee aporreó a su «comprador» hasta matarlo con él.
Kern trató de no imaginarlo. Depu había sido un buen hombre, habían estado juntos
en esta caza durante años.
—¿Y Jakarro simplemente lo dejó ahí?
—Como especificaba el contrato. Un profesional consumado, claramente.
¿Realmente esta cosa admiraba al wookiee, o estaba simplemente programada para
ser irritante?
—Es un maldito animal. ¿Qué hay del droide? ¿Hace algo del trabajo sucio?
—No esta vez. Sólo le quedaba la cabeza ahora.
Kern se rió y bajó su vaso, con un poco más de fuerza de lo que había pretendido.
Probablemente había bebido demasiado, pero su otra mano ya estaba llenando más, así
que parecía maleducado negarse.

LSW 47
Anónimo

—¿Sabes cuánto tiempo he estado tras ese par? Cuando empecé, la única cosa… —
trago, gruñido—, …la única cosa que le faltaba al droide era su consciencia.
Sus ojos brillantes parpadearon de nuevo. Siempre pensando. Siempre molestando.
—Los droides no tenemos consciencia. Tenemos lo que nos han hecho tener.
La mano de Kern encontró una forma de señalar a su vaso acusadoramente.
—Deberías saberlo mejor que yo. —Él celebró su ingenio con otro trago.
Más parpadeo. Más pensar.
—¿Por qué perseguir a esos individuos durante tanto tiempo?
—Tú tienes sus antecedentes. —Kern había sido testigo de ocho de los veintisiete…
tacha eso, treinta y un… asesinatos documentados, probablemente más de cincuenta de
los doscientos dieciséis asaltos. Más vandalismo, robo y contrabando de lo que podía
recordar. Y por no hablar de lo que habían hecho que nunca fue registrado—. ¿Tienes
alguna idea de cuánto puede vivir un Wookiee?
—Se ha documentado que las esperanzas de vida Wookiee alcanzan…
—Cállate. —El droide realmente lo hizo; una Victoria digna de otro trago—. Cientos
de años. Cientos. Si no le hago caer, aún estará robando y traficando y matando cuando
mis nietos mueran de viejos.
—¿Obligación moral? Vaya una traba, para un cazarrecompensas.
Kern se rió. Extendió el brazo hacia la botella de nuevo, pero sólo logró tirarla del
otro lado del escritorio. Golpeó la espinilla del droide, rebotó y giró hacia la esquina. Los
ojos brillantes no se movieron.
—¡El gran BH-7X! —Los brazos de Kern encontraron una postura dramática
aceptable—. ¿Se supone que te pague una fortuna para que hagamos equipo, y ni siquiera
puedes esquivar una botella?
—Aparentemente, tampoco tú puedes hacerlo.
—¡No creo que sea un crimen tomar una o dos copas en mi oficina! —las palabras
dificultosas de Kern se mezclaron con una risa entre dientes. Trató de acabar su bebida,
se dio cuenta de que su teatralidad había vaciado el contenido de su vaso contra la pared,
y se rió aún con más fuerza.
—No, eso no es un crimen. —Kern no vio el brazo del droide moverse. Sólo vio el
resplandor de luz, y se encontró a sí mismo de repente mirando al techo.
Extraño. Sus oídos estaban sonando, y olía a algo cociéndose.
—Financiar la compra y transporte de especia brillestim ciertamente no está
aprobado. La recompensa por su captura y su confesión grabada debería al menos cubrir
mis costes de viaje por esta aventura desperdiciada.
Los ojos brillantes surgieron a la vista, se alzaron sobre él. El ruido se desvaneció,
reemplazado por el sonido de una bomba de carbonita en acción en alguna parte en el
interior del droide. Las extremidades se negaban a moverse.
—Me alegro de que pudiéramos hacer negocios juntos después de todo, Kern.

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Remanentes
Kaya esprintaba a través de la jungla de Rakata Prime, haciendo lo que podía por ignorar
a las ramas y las hojas que le arañaban y conspiraban contra su apresurada huida. Un
claro surgió a la vista delante, pero ella lo evitó; hasta el momento, los árboles habían
servido para interceptar las armas que le lanzaban los nativos que habían matado al resto
de su equipo, y eso parecía un buen trato que mantener. Encontró un tronco lo
suficientemente grande como para esconderse detrás de él y presionó contra él,
escuchando en busca de sus persecutores. Un crujido urgente y gritos ininteligibles
hacían eco a través de los arbustos.
Ella había sonreído cuando su gerente del Intercambio había sacado el trabajo.
¿Contrabando de antigüedades? ¿En serio?
Oh, sí, le había dicho ella. Muy lucrativo, y un poco más seguro que la especia o las
armas.
Él había sido el primero en morir, lanceado en la espalda con una de las mismas
lanzas ensambladas que Kaya podía oír claqueteando contra la corteza en la distancia. La
emboscada llegó en la tercera isla que visitó el equipo, mientras estaban ocupados
buscando a través de una pequeña colección de edificios destrozados, esculturas derruidas
y trozos de tecnología con la que no habían trabajado en milenios. Viejo e inútil como lo
era todo, los locales preferían aferrarse a ello. Se parecían un poco a los ongree, con
largas cabezas, delgadas, y ojos en pedúnculo sobresaliendo de los lados, pero sus bocas
tenían una caída baja y eran capaces de algunos gritos de guerra particularmente
inquietantes.
Kaya comprobó el panel de su muñeca… trescientos metros hasta la nave. Ella miró
hacia delante, vio un saliente rocoso y corrió hacia él. Más gritos hicieron eco hacia ella,
así que ella apuntó uno de sus blásters hacia atrás y disparó un par de tiros a ciegas en
respuesta. El arma fue a su cartuchera mientras patinaba tras la cobertura de las rocas, su
mano buscando una de las cargas de proximidad que había cogido del jefe de seguridad
klatooiniano de su equipo. Deteniéndose lo justo para activar la carga y plantarla en la
fachada de roca, Kaya rodó hacia delante, siguiendo el borde del saliente mientras se
extendía cuesta arriba.
Supuestamente, esos bárbaros habían gobernado un imperio interestelar gigantesco
hacía varios miles de años. No era fácil de imaginar, pero la persistencia de las criaturas
al menos lo mantenía en el reino de la posibilidad. La única cosa interesante que había
ocurrido en Rakata Prime desde la prehistoria fue una batalla de la República en órbita, e
incluso eso fue hacía un par de años en el pasado… aún antiguo en la mente de Kaya.
¿A la gente realmente le importa esta chatarra? Ella se había quedado
principalmente fuera del camino mientras el equipo reunía todo lo suficientemente
pequeño como para llevarlo. Su trabajo era el transporte, no la labor.
Se nos paga lo suficiente como para que nos importe un poco. Al klatooiniano no le
gustaba la actitud en el trabajo. La había alcanzado tras el ataque inicial, luego había

LSW 49
Anónimo

colapsado a sus pies, sucumbiendo a más heridas de las que había tenido tiempo de
contar. Mientras Kaya se aproximaba a la cima de la colina, se preguntó si habría
repetido lo mismo acerca de Rakata Prime siendo un trabajo fácil. La carga de
proximidad explotando golpeó su mente de vuelta al presente, y ella salió disparada hacia
delante.
Otro claro. Casi se detuvo, pero entonces vio el brillo de la luz del sol en los motores
de su nave en la distancia, y nada más importó. Ignorando sus pensamientos previos
acerca de la cualidad defensiva del follaje de la jungla, corrió directamente hacia la
rampa de abordaje, sacando su comunicador de un tirón de camino.
—¡Dom, necesito que me cubras! ¡Dispara las armas, ahora! —Cien metros.
—¿Estás siendo perseguida, ama? —la voz del droide no mostró una cantidad
abrumadora de preocupación.
—¡Dom! —Setenta metros.
Los motores de la nave se encendieron y se alzó suavemente en el aire, volviéndose
para mirar a Kaya en lo que pareció un paso glacial.
Cincuenta metros.
—Creo que sería mejor que se tirara al suelo, ama.
Kaya se tiró hacia delante, patinando hasta detenerse en la hierba con un gruñido
jadeoso y envolviendo sus brazos sobre su cabeza. Los cañones rugieron al encenderse
sobre ella, sacudiendo el suelo una y otra vez mientras Dom ametrallaba el claro y la
jungla más allá. Ella cerró los ojos con fuerza, lo cerró todo, centrándose en su
respiración. Se sentía como si no hubiera suficiente aire en todo el planeta como para
recuperar el aliento, pero siguió intentándolo por lo que parecieron horas.
—¿Ama?
Kaya abrió los ojos de nuevo. Dom estaba sobre ella, una de sus manos nudosas
metálicas extendida para ayudarla a levantarse. Un infierno estallaba a través de la jungla
de la que acababa de huir, su humo negro aceitoso escupiendo hacia arriba como un
géiser.
—Será mejor que nos vayamos.

*****
Una vez que la nave rompió la órbita, Kaya salió de la cabina de mandos para comprobar
su cargamento. Dos cajas medianas, llenas hasta los topes con chatarra vieja inútil de sus
dos primeras paradas. Probablemente noventa kilos en total, y seis muertos para
conseguirla. Para el Intercambio, sus vidas valían unos quince kilos de basura cada una.
El sonido de la alarma de tono alto de los sensores de largo alcance llevó a Kaya de
vuelta a la cabina de mandos. Una corveta de la República acababa de salir del
hiperespacio y estaba yendo hacia ellos a máxima velocidad.
Todo el sistema es una zona de no-vuelo de la República. Todo el tráfico está
prohibido, lo ha estado durante trescientos años. Una «reserva histórica», la llaman. El

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

gerente del Intercambio se había reído ante la noción. Con la guerra en marcha, nunca
está patrullado. Hemos mandado docenas de tripulaciones durante años, y nunca han
visto ni una nave de la República.
Kaya tomó asiento, moviendo rápidamente la energía a los motores.
—Recuérdame que nunca trabaje para el Intercambio de nuevo, Dom.
El droide estaba conectado al ordenador de navegación, su cabeza rápidamente
girando para ver las diferentes pantallas.
—He iniciado los cálculos para un salto al hiperespacio.
—Casi estamos en el alcance de sus armas. Aguanta. —Tan pronto como sonó la
alerta de proximidad, Kaya empujó la yema de vuelo hacia delante y giró a la derecha tan
fuertemente como pudo. Unas lanzas brillantes de fuego de turboláser surcaron alrededor
de ellos amenazantes mientras la nave iba en espiral hundiéndose rápidamente.
—Esta no es una trayectoria óptima para nuestro salto al hiperespacio.
—Sólo dame un minuto. —Kaya tiró del yugo atrás hacia ella, entonces disparó los
intensificadores, presionándola contra su asiento mientras la nave cogía velocidad.
—Hemos salido del alcance de sus armas, pero están girando para perseguirnos.
—Supongo que a la República realmente le gustan las antigüedades también. —Kaya
soltó los intensificadores para darles tiempo de recargarse, inclinó el cabeceo de la nave y
giró los escudos hacia popa—. ¿Cuánto hasta que salgamos de aquí?
La respuesta de Dom fue ahogada por otra advertencia del sensor de largo alcance. El
droide comprobó la pantalla.
—Otra nave ha salido del hiperespacio. Imperial. Destructor de clase Terminus.
—Bien entonces, salgamos del camino para que esos dos puedan luchar.
—No están luchando, ama.
—¿Qué? —Kaya miró por el visor de popa. Las naves estaban dentro del alcance la
una de la otra, pero ninguna estaba disparando. En su lugar, los Imperiales se habían
girado para unirse a la caza—. ¿Qué demonios está ocurriendo aquí afuera?
—El navío de la República está ganando. Parecen haber movido toda la energía a sus
motores y al rayo tractor. Nos interceptarán varios segundos antes de que podamos saltar
al hiperespacio.
—¡Mantennos firmes! —Kaya trepó de nuevo fuera de su asiento y se dirigió a la
bodega de carga, sus piernas doloridas por la caza a través de la jungla. Las cajas estaban
aseguradas justo donde las había dejado, pero un cierre magnético codificado evitaba que
se abrieran—. ¡Maldito Intercambio!
—Diez segundos para la intercepción, ama. —Gritó la voz de Dom desde la cabina de
mandos.
Kaya desconectó las abrazaderas del cargamento y empezó a empujar una de las cajas
hacia la escotilla de aire. Iba lenta, y toda la nave empezó a vibrar antes de que siquiera
lograra sacarla de la bodega.
—Hemos sido atrapados en el rayo tractor.

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Anónimo

—¡Tan sólo mantén el hipermotor preparado! —Kaya volcó la caja, pero


inmediatamente se arrepintió cuando aterrizó del otro lado. Tras cojear dolorosamente
fuera de la bodega, introdujo el código de anulación para las puertas de cargamento
exteriores—. ¿Está hecho?
—El hipersalto está programado, pero…
Kaya desenfundó sus pistolas, apuntó y abrió fuego. Las cajas se marchitaron y
ardieron bajo la lluvia de tornillos, dispersando sus contenidos chamuscados por toda la
bodega. Lanzando los blásters a un lado, Kaya golpeó el panel de la puerta exterior y se
preparó.
Justo antes de que la anulación de seguridad entrara en marcha y sellara la apertura
entre Kaya y la bodega, atisbó una nube de antigüedades ardientes lanzándose al vacío
hacia la corveta de la República. El vibrar del agarre del rayo tractor se soltó, luego se
detuvo por completo.
—Nuestros persecutores han perdido el objetivo tractor.
—¡Apriétalo!
El zumbido familiar del hipermotor entrando en marcha fue como un gran suspiro
eléctrico de alivio. Kaya se recostó contra la mampostería, luego se deslizó hasta el suelo,
liberando un aliento que no recordaba haber contenido. Dom se unió a ella un momento
más tarde.
—Para ahorrar tiempo, sólo calculé nuestra ruta hasta Cerea. ¿Cuál es nuestro destino
final?
—El extremo equivocado de un disruptor, si el Intercambio averigua que hemos
tirado su cargamento. —Kaya se frotó las piernas, tratando de no pensar en la
emboscada—. Será mejor que mantengamos un perfil bajo durante un tiempo.
—¿La Cala del Saqueador?
Kaya sonrió por primera vez en todo el día.
—D0-M9, navegador y telépata.
—Empezaré con los cálculos, ama.
Mientras lentamente volvía a ponerse en pie trabajosamente, un pensamiento cruzó la
mente de Kaya.
—Ni siquiera nos pidieron que nos rindiéramos.
—¿Ama?
—Una patrulla normal hablaría primero, trataría de hacer que nos apagáramos.
Simplemente empezaron a disparar tan pronto tuvieron ocasión.
Dom dio su mejor aproximación a un encogerse de hombros humanoide.
—Los bárbaros no siempre llevan lanzas, ama.
Un conjunto de imágenes horrorosas hizo lo que pudo por devolver la mente de Kaya
a la superficie del planeta.
—Aún hay un montón que sí las llevan, —respondió malhumorada.
Mientras la pareja se abría paso hasta la cabina de mandos para planear la larga ruta
por delante, Kaya se preguntó cuán lejos tendría que ir para escapar realmente.

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

El Ascenso de los Revanitas


DE: La Mortaja
A: Todos los efectivos (Nivel de Codificación 25 Activo)
ASUNTO: La Orden de Revan
He mencionado en el pasado que un número de efectivos Imperiales y de la República
han sido eliminados. Algunas de esas muertes parecían puramente incidentales, mientras
que otras eran obviamente asesinatos ejecutados con diversos grados de competencia y
estilo que no sugerirían un patrón. Ahora creo que fue un error que haya rechazado esas
muertes como no relacionadas.
Las transmisiones de sondas de Manaan muestran que un oficial de la República y un
miembro del Consejo Oscuro se han estado reuniendo allí en secreto. Incluso en tiempos
de relativa paz esto sería altamente irregular, por supuesto. Al principio pensé que
podrían estar tratando de llegar a un acuerdo, pero entonces me percaté de que la pareja
improbable estaba en Manaan con la bendición de los guardianes del planeta, la Orden de
Shasa. Ese pequeño hecho hizo que algo encajara.
La Orden de Shasa sigue una doctrina basada en los valores del final de Darth Revan.
Como bien deberíais saber, Revan fue tanto un Lord Sith como un Caballero Jedi en su
tiempo. Pero lo que puede que no sepáis, dependiendo de vuestra asignación, es que su
doctrina moralmente pragmática también es la base sobre la que otro grupo, más reciente,
ha surgido.
Supe por primera vez de la Orden de Revan cuando un agente durmiente estacionado
en Dromund Kaas se aproximó para convertirse en uno de sus asociados. La orden se
presentó ante el efectivo I-29 como un grupo de activistas Imperiales de mentalidad afín
buscando remodelar el Imperio desde dentro de forma que pudieran imponer sus ideales
particulares a través de la galaxia. Su esperanza era que I-29, que estaba entonces
actuando como cuidadora de la propiedad de un prominente Lord Sith, fuera capaz de
darles inteligencia.
Naturalmente, ordené a I-29 que aceptara.
I-29 demostró ser útil a los Revanitas —justo lo suficientemente útil como para
permanecer en su buena gracia— y bajo mi guía ella mapeó la composición de su
organización. Finalmente encontré que era un culto pobremente estructurado y de pocos
recursos. Interesante, pero sin potencial. Decidí que I-29 fingiera su propia muerte para
su reasignación fuera del mundo. Escucharía rumores de cuando en cuando acerca de la
orden después de aquello, pero nada de ello me llevaría a creer lo que creo ahora.
Si hubiera querido imponer mi voluntad sobre la galaxia, no me habría abierto paso
hacia el corazón del Imperio y asumiría el mando de su guerra sin fin. Agotador. No,
tomaría tanto el Imperio como la República desde dentro, cortaría de raíz las tornas de la
guerra, y entonces lentamente remodelaría ambos bandos para que encajaran en mi propia
agenda.

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Anónimo

Mi último informe de R-3 antes de su asesinato sugería que estaba a punto de llegar a
recibir un comunicado de una prominente figura Imperial a un capitán de la República.
En ese momento, asumí una posible deserción, pero otras explicaciones vienen ahora a
mi mente. Y cuando la nave de R-27 fue destruida tras el rastro de un embajador
mantelliano en ruta hacia Dorin, mi equipo de recuperación de datos encontró evidencias
de que la nave atacante era un caza de sigilo Imperial. Difícil creer que un único navío
Imperial se aventurara tan profundo en el espacio de la República sin ningún modo de
asegurar su seguridad.
No tengo pruebas de mis sospechas, así que tras este escrito todos los efectivos
adjuntos harán de la Orden de Revan su máxima prioridad. Se debe prestar
particular atención al Coronel de la República Rian Darok y a Darth Arkous. La
comunicación con Dromund Kaas está permitida para la coordinación de una
investigación acerca de Tari Darkspanner, el último Maestro conocido de la Orden de
Revan. Enfrentaos a reunir información únicamente. No buscad reclutamientos ni
toméis ninguna otra acción sin mi aprobación explícita.
Si los asuntos transpiran tal y como los veo, la galaxia está preparada para cambiar de
una forma profunda. Me parece bien el cambio, siempre que esté preparado para él.
Tenéis vuestras órdenes. Ejecutadlas.
S

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Hora de Dormir en Concordia


Una hoguera llameante lanza tres sombras sobre la llanura abierta. La más larga
extendida desde la forma angular de un hombre aún vestido con la armadura de su gente,
la luz de la hoguera chocando y rebotando contra décadas de marcas y arañazos en las
superficies de hierro Mandalorianas. Las figuras de las otras sombras estaban vestidas
con equipo de entrenamiento, sus cuerpos aún creciendo demasiado rápido como para
que la armadura apropiada encajara demasiado tiempo.
Galron observó a sus hijas gemelas sobre las llamas. Tayn y Mari lo habían hecho
bien durante la caza del día, manejaron adecuadamente sus armas y equipo, y habían
demostrado una gran paciencia. No le diría a su madre que se estaban volviendo unas
guerreras propiamente dichas, justo como ella.
Tayn miró a la luz con el ceño fruncido. Cuando captó su mirada, ella preguntó:
—¿Está bien que tengamos un fuego tan brillante? Alguien podría vernos desde bien
lejos, ¿no es así?
Garon sonrió ante la astucia de su hija.
—Tienes razón. Pero aquí fuera, los depredadores naturales son más peligrosos que el
resto de la gente. Y ya que la vida salvaje no ve mucho el fuego, lo temen. Mantener un
buen fuego brillante evitará que vengan a por un refrigerio mientras tratamos de dormir.
—Él lanzó un bocado ruidoso hacia las chicas, que rieron mientras desempacaban.
En el mismo instante en que el saco de dormir de Mari se extendió en el suelo, ella
lanzó su habitual edicto a la hora de dormir:
—¡Historia!
Una ligera brisa susurraba a través de la hierba mientras Galron consideraba la
petición son seriedad, como si hubiera siquiera una posibilidad remota de que se negara.
—¿Aún no os sentís demasiado mayores para las historias?
—Son historias viejas, —respondió Mari—, ¿así que qué pasa si nos estamos
volviendo viejas también?
—Oh, ahora son historias viejas, —Galron fingió sentirse insultado durante dos
segundos antes de que una sonrisa se abriera paso a través—. Supongo que simplemente
tendré que contaros una nueva. —Él se rascó la mejilla durante un momento—. ¿Habéis
oído acerca de Shae Vizla?
Las cabezas se inclinaron al unísono, las sombras danzantes exagerando su
entusiasmo.
—¡Todo el mundo ha oído hablar acerca de Shae Vizla! ¡Ella hizo volar el Templo
Jedi!
—Ella jugó un papel principal, al menos. Shae rompió las defensas del templo, lo
abrió al ataque principal. Acabó con docenas de guardias con una sola mano. Le gusta
luchar sola, ¿sabíais eso?
—¡No siempre! Siempre solía luchar con su hermano. —Le corrigió Tayn
autoritariamente.

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Anónimo

—Pero un Jedi le mató. —Añadió Mari, apropiadamente solemne.


—Es cierto. Y tuvo rencor a los Jedi durante bastante tiempo. Es probablemente por
eso por lo que se alistó para atacar su templo en primer lugar. Ahora, justo después de eso
es cuando el tratado se firmó…
Unos gruñidos simultáneos apagaron el crepitar del fuego.
—La parte del tratado es aburrida, —se lamentó Tayn—. Sáltate esa parte.
Galron alzó sus manos en gesto de rendición.
—Debería haberme dado cuenta de que estaba tratando con expertas. No suena como
que tenga mucho que contar, vosotras dos ya sabéis mucho. —Podía ver el orgullo en los
ojos de las chicas.
Mari no había acabado con el asunto aún.
—Shae debe ser vieja ahora. ¿Está luchando aún siquiera?
—No conocéis demasiados Mandos viejos, ¿verdad? —Ambas chicas sacudieron la
cabeza—. Eso es porque tenéis que ser realmente duras para permanecer vivas tanto
tiempo. Si alguna vez veis a un Mando viejo, son los más peligrosos de la habitación.
Probablemente puedan enseñaros más que nadie.
Las hijas de Galron consideraron esto mientras reptaban hasta sus sacos de dormir.
—Así que si Shae Vizla aún está por ahí, ¿luchó en Corellia? —A Tayn siempre le
encantaban las historias sobre el combate urbano.
Mari prefería las batallas espaciales.
—¿Qué hay de Kuat? ¡Seguro que luchó en Kuat!
Galron lanzó un poco más de madera al fuego.
—Por lo que he oído, ella no ha estado en ninguna batalla durante años. Está fuera de
la red, ella y todo su clan. Si alguien sabe adónde fueron, no lo dicen.
Su respuesta fue tan inaceptable que las chicas se volvieron a poner en pie.
—¡Pero la guerra ha vuelto!
—¡Hay luchas por todas partes!
—¿Por qué no volvería por eso?
Una mirada silenciosa de su padre devolvió a las chicas a sus sacos de dormir. Una
vez volvieron a recostarse, Galron se levantó y estiró sus brazos.
—He oído que algunos tipos dicen que ha perdido su toque con los años. Que no
vuelve porque tiene miedo. Siempre lo dicen en silencio, aún así.
—Entonces realmente no lo creen, —Mari habló con la seguridad inquebrantable de
la juventud. Estaba alzando la mirada mientras Galron caminaba hacia el lado del fuego
junto a las chicas para inspeccionar su equipo, sus ojos prácticamente brillando con el
reflejo de las llamas—. Si lo creyeran, no tendrían miedo de decirlo en voz alta.
—¡Shae volvería y les haría arder si escuchara eso! —Tayn estaba de acuerdo
entusiasta, apuntando su puño hacia el cielo e imitando el wuush de un lanzallamas para
darle énfasis. En la mente de Galron, la lista de construcción de su armadura obtuvo un
complemento más.

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Satisfecho porque sus hijas hubieran colocado su equipo y armas al alcance de sus
manos, Galron volvió a su asiento.
—Creo que tenéis razón. Creo que sólo está esperando.
Eso sacó un suspiro de su audiencia.
—¿Esperando qué? —preguntó Tayn.
—Un auténtico desafío.
Ambas chicas se volvieron, sus expresiones exigiendo una explicación.
—Nunca he oído hablar de nadie vivo que haya visto más batallas que Shae Vizla, y
ella siempre vuelve de una pieza. Quizás simplemente ya no son suficiente para ella.
—¡Pero esta es la mayor guerra! Si esto no es un desafío suficiente, ¿qué lo es? —
Mari estaba incrédula.
—Ni siquiera puedo imaginarlo.

--------
Finalmente, las chicas se acomodaron para una historia acerca de Mandalore el
Conquistador. Parecía imposible que no la hubieran oído antes; Galron sospechaba que le
estaban siguiendo la corriente. Creciendo rápido.
Tayn estaba roncando suavemente ahora, pero Mari estaba inquieta. Sus movimientos
eran apenas audibles sobre el sonido de más leños nuevos partiéndose en las llamas.
—¿Necesitas algo?
La voz de Mari fue suave.
—¿Puedo tomar prestado tu buy’ce?
El casco de Galron estaba posado sobre su mochila; él lo cogió y caminó alrededor
del fuego hacia el lado de su hija.
—¿Qué es lo que amenaza la cabeza de mi hija?, ¿murciélagos-halcón? ¿Bombardeos
orbitales?
—No. Simplemente escuché que los guerreros tienen que dormir con sus cascos a
veces. Quiero practicar.
Una luz naranja danzaba sobre el visor mientras Galron deslizaba suavemente el
casco sobre la cabeza de Mari. Hizo un suave clanc cuando descansó su cabeza de vuelta
sobre el suelo.
—No estás buscando un gran desafío, ¿verdad? —Su voz sonó extraña, haciendo eco
desde el fondo del casco demasiado grande.
—Ya tengo dos. —Galron sonrió ante su reflejo en el visor.
La mano de Mari se extendió y apretó la de él.
—Buenas noches.
—Buenas noches. —Galron volvió a su sitio, cogiendo una rama fina de la pila de
madera antes de sentarse. Sacó un cuchillo de detrás de su armadura pulida y empezó a
tallar.

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Anónimo

No dormiría mucho, pero sus hijas tendrían cada una una nueva espada de práctica
para el amanecer.

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Rishi: Lugares de Interés


La siguiente serie de mensajes fueron obtenidos de un panel de datos descubierto por los
aldeanos de Rishi e intercambiado por moluscos de temporada. Los mensajes, escritos
por un prospector manteniéndose en contacto con su mujer, están presentados sin alterar.

ASUNTO: ¡Rishi a la vista!


¡Finalmente lo he logrado, Marani! He logrado llegar a Rishi. ¡No más del calor y la
hostilidad de ese maldito comercio de mirkanita! Me dejaron en lo que parece ser el
único puerto real del planeta, un lugar llamado la Cala del Saqueador. Es un lugar
encantador y creo que podría servir para un buen lugar de vacaciones si no fuera por toda
la gentuza.
Sabes, mi primer día estoy haciendo mi presentación a los comerciantes locales —ya
sabes cómo soy haciendo conexiones— ¡y ninguno de ellos parece saber nada sobre las
prospecciones! ¡Ja! Guardándoselo todo para ellos mismos, sospecho. Les dije que había
oído todas las historias de gente viniendo a Rishi y haciéndose ricos, pero parecían… no
sé, ¿casi nerviosos?
¡No llegué realmente a sondear mucho más porque un carterista se quedó con mis
gemas de comercio! ¿Puedes creer mi podrida suerte? Bueno, por supuesto que puedes.
Le di caza, pero ya sabes que mis pulmones no son lo que eran desde Mustafar.
Recuperando mi aliento,
Rondo

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Anónimo

ASUNTO: Mejor suerte


¿Recuerdas lo que dije sobre mi suerte siendo tan abismal? ¡Lo retiro!
Nunca encontré a ese carterista, Marani… pero él me llevó a los suburbios bajo el
puerto comercial de la Cala del Saqueador. Lo sé, no suena muy afortunado, pero resulta
que lo fue. Varios de los «residentes» allí abajo realmente fueron bastante comunicativos
acerca de las riquezas ocultas bajo las islas intactas de Rishi.
Tristemente, ninguna de esas pobres almas tuvo ninguna suerte minando este
combustible fósil de exonium, ¡pero ya sabes lo determinado que puedo ser! Armado con
su información, corrí hacia el bebedero local —un lugar llamado el Camino del Bláster—
y he contratado a un guía para que me lleve a las vetas de exonium mejor conocidas de
todo Rishi. Contactaré contigo de nuevo una vez alcance mi destino.
Lleno de excitación,
Rondo.

LSW 60
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

ASUNTO: Lo siento tanto


Marani… He cometido un error al venir a Rishi. Un terrible error.
¿Ese «guía» que contraté? No me llevó a ningún exonium en absoluto, sino a través
de la Isla Horizonte hasta una nave gigante estrellada donde algún tipo de consorcio
pirata había montado una tienda. ¡Su hombre al mando me dijo que eran los únicos que
obtenían beneficios del exonium! Me opuse a tal atrevida arrogancia, a lo cual él
respondió que si tanto quería extraer exonium, ¡podría hacerlo como su esclavo!
De repente era Mustafar otra vez. ¡Peor, incluso! Me metieron a bordo de una nave
que se dirigía hacia algún tipo de campamento de esclavos. ¡Pensé en cómo nunca te
volvería a ver, quizás ni siquiera lograría escribirte de nuevo! Eso sólo me molestó tanto,
me desesperó tanto, ¡que solté la puerta de emergencia de la nave y caí a las aguas de
abajo!
Y ahí es donde estoy ahora, flotando en una puerta de metal en medio de la nada.
Nada de mi equipo, mis raciones… nada que se parezca a un remo, salvo por mis brazos.
Considerando que me dejaron aquí, sólo puedo suponer que conocían mis probabilidades
de supervivencia.
Hay tanto que quiero decir, Marani, pero el calor y la deshidratación hacen difícil que
me concentre. Trataré de escribir de nuevo pronto. Trataré de sobrevivir a esto.
Maldiciendo a mi suerte,
Rondo

LSW 61
Anónimo

ASUNTO: ¡SANO Y SALVO!


¡Marani! ¡No te vas a creer esto!
¡Pasé dos días en ese cascarón de metal antes de que algún tipo de terrible criatura
acuática tratara de convertirme en su desayuno! Difícilmente tenía la energía para remar
lejos de ella mientras su aleta se acercaba más y más cerca, más y más rápido… y luego
¡SHWUCK! ¡SHWUCK! ¡Fue golpeada con lanzas desde arriba como si fuera algún tipo
de milagro!
El enorme pez que quería que yo fuera su comida se convirtió en la comida para los
nativos locales… ¡y en mi comida también! Esa gente alada que se llaman a sí mismos
rishii me llevó a su aldea y me enseñaron una riqueza de hospitalidad. ¡Tanta amabilidad!
¡Estoy tan agradecido a esos maravillosos seres!
Así que ahora estoy en esta isla remota suya. Es un auténtico paraíso. Te encantaría.
Hay toda otra galaxia de estrellas que puedes ver arriba en el cielo. ¡Y! Y me han puesto
en contacto con un prospector local, que ha prometido decirme dónde puedo encontrar
exonium. ¡Dijo que había suficiente en esta isla como para que ambos nos hiciéramos
ricos varias veces!
Siento haberte asustado. Estaré en contacto pronto, cariño.
Sintiéndome afortunado de nuevo,
Rondo

LSW 62
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

ASUNTO: [Borrador no enviado]


El prospector me mandó fuera de la aldea con un mapa que llevaba a una cueva que
dice que está plagada de exonium. Incluso me prestó su equipo de prospecciones de
repuesto, lo cual pareció muy amable de su parte.
Pero no mentiré, Marani… mientras estoy en la boca de esa cueva, no puedo evitar
pensar en cómo fui desviado en la Isla Horizonte. Y había un sonido viniendo de esa
cueva. Un sonido ominoso, abominable. Después de tratar de reunir mi coraje durante lo
que parecieron eras, abandoné el lugar.
Decidí que usaría los instintos que me han servido tan bien en el pasado como
minero, y que esta vez vería esto acabado de forma que finalmente pudiéramos tener esa
vida de completa seguridad financiera que siempre habíamos querido. Así que continué
moviéndome en la cueva. Se sentía bien. Genial, de hecho. Estaba excitado de lo
orgullosa que estarías de mí.
Pero justo ahora caminé sobre un saliente y vi… Marani, no estoy seguro de lo que
vi, excepto de que estoy seguro de que se suponía que no debía haber visto nada de eso.
Me estoy ocultando ahora mismo, cerca. Huiría, pero conociendo mi suerte uno de ellos
me ha visto y está echando un vistazo en mi busca así que voy a esperar hasta que
oscurezca y entonces
***
Este fue el último mensaje, sin mandar. Lo que le ocurrió a Rondo mientras escribía
aquellas últimas palabras permanece siendo un misterio hasta este día.

LSW 63
Anónimo

La Cala del Saqueador: Personas de Interés


¡Hola, querida hija! ¡Hace tiempo que no nos escribimos!

He estado fuera en Rishi de nuevo recientemente, pensé en compartir algunas


capturas que tomé. Sé que sigues diciendo que cogerás su sol y arena y eso, ¡pero quizás
esto te convencerá del todo!

LSW 64
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Esta señorita es Kareena. Es dueña de la cantina el Camino del Bláster en la Cala del
Saqueador. Es un buen lugar para meterte en problemas, ¡me encanta! Ella sigue
hablando mal de su cantina, pero tiene un montón de espacio, buenas bebidas, una
sensación auténtica de Rishi, y está justo en la playa para cuando hace buen tiempo…
¡que es prácticamente siempre!

Gorro y yo en el Camino del Bláster. Gorro fue nombrado Cazador Supremo del Goa-
Ato, el cual es como la Gran Cacería pero sólo para rodianos. De hecho, un montón de
Cazadores Supremos continúan compitiendo para el Gran Campeón. Gorro no lo hizo,
aún así. Una lástima, ¡creo que habría tenido posibilidades!

LSW 65
Anónimo

¿Ves eso? ¡Estrella una nave de ese tamaño y esperarías que los carroñeros en un
lugar como este convirtieran el casco en un gran esqueleto viejo finalmente! Pero estos
restos en particular pertenecen a los Hojas Nova. Esa es la banda que lleva las cosas por
aquí. Convirtieron el interior de esa pila en sus cuarteles generales. De vez en cuando su
tipo, Margok, sale de allí a la ciudad, pero sabes cómo mi piel se eriza cerca de alguien
que camina como si fuera el Rey de la Gran Cosa, así que no le presto mucha atención.
Estaría bien ver el interior de esa nave, aún así, ¿no lo crees?

Este colega es uno de los nativos. Se llaman a sí mismos rishii, y son un grupo
interesante. Unos tipos realmente curiosos. ¡Pillan las lenguas y dialectos y los giros de
frases como nada que haya visto nunca antes! Generalmente no se meten con nadie,
realmente no se involucran o riñen, pero algunos de ellos realmente se han metido en toda
la cosa de contrabandista/bandido/pirata.

LSW 66
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Hablando de piratas, ¡Rishi está lleno de ellos! Cuando vine por primera vez a la Cala
de los Saqueadores, estaba lleno pero un poco tirando a tranquilo. Ahora bandas de toda
la galaxia parecen tener algún tipo de presencia aquí. Los Fauces Blancas, los Garras de
la Muerte, los Canallas, los Expoliadores, los Hojas Nova… ¡di uno! Mi favorita son los
Corsarios Carida. Tienen esos lagartos-mono impertinentes junto a ellos, ¡un escándalo!
¿Sabes? Solía haber un montón de Mandos con los que me juntaba en la Cala del
Saqueador, ¡pero ahora no vienen más por aquí y nadie me dice por qué! Bueno, resulta
que mi colega de beber favorito volvió a la ciudad, pero para cuando lo supe, este fue el
mejor recuerdo de nuestros momentos de diversión que pude lograr. ¡Me pregunto dónde
están viviendo y qué estrellas están tramando!

LSW 67
Anónimo

Bueno, estoy segura de que el resto simplemente lo encontrarías vergonzoso, viendo a


la vieja sacudiendo el látigo y haciendo travesuras, ¡así que eso es todo lo que tengo para
ti esta vez! La próxima vez que aterrice en Rishi, aún así, ¡será mejor que escuche todo
tipo de historias de los tipos de la Cala del Saqueador sobre cómo me superaste! Trata de
no ser una extraña, ¿vale?
Ya hablamos,
Crysta (alias Mamá)

LSW 68
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

El Precio del Poder

La Guardia Imperial estaba atenta mientras Darth Lachris caminaba por el pasillo
hasta la Cámara del Consejo Oscuro. Una arena roja se aferraba a su pelo y túnicas, el
color tan intenso contrastando con los muros estériles de la Academia. Ella no presumía
saber por qué su maestro le había convocado. Las asunciones eran peligrosas, el
movimiento de un acólito que hacía tiempo que ella había dejado atrás.
La puerta se abrió con un siseo. Darth Marr se sentaba solo, quieto como las estatuas
de los Sith muertos tallados en el lecho de roca de Korriban. Al alcanzar la mitad de la
habitación, Darth Lachris se arrodilló. El sudor corría por su espalda pese al aire frío
dentro de la cámara.
—Maestro, —susurró ella.
Las cuerdas y púas de la armadura que encerraban el cuerpo de Darth Marr brillaban
en el brillo azul de la cámara. Permaneció sentado y en silencio, pero ella sabía que era
consciente de su presencia. Su maestro poseía la forma de un hombre, aún así su voz era
carente de emoción, un cascarón humano vaciado para ser llenado por el Lado Oscuro.
Cuando finalmente se dignó a hablarle, el tuétano dentro de sus huesos tintineó.
—Aprendiz, dime lo que sabes de Lord Calypho.
Bueno, esto fue una sorpresa.
—¿El antiguo maestro de Darth Thanaton? Sólo lo que me ha contado… era un
estúpido.
—Un estúpido, sí, pero uno que servía a sus propósitos. —Él le hizo un gesto para
que se levantara—. Como tú servirás a los tuyos.
Darth Marr se levantó, su sombra cayó sobre ella.

LSW 69
Anónimo

—El poder debe ganarse. Lord Calypho fracasó al entender eso y pagó el precio.
—¿Y cómo los pasos erróneos de Calypho me involucran a mí? —Ella mantuvo su
voz firme. Un único momento de debilidad y él lo agarraría.
Marr se aproximó a ella con pasos lentos, deliberados, las manos descansando en la
espalda. Su maestro nunca corría, siempre mantenía una apariencia de control.
—Percibo un hambre de poder similar en ti. No te molestes en negarlo.
—No veo motivos para hacerlo.
En un instante, se fue. Sus fosas nasales se abrieron ligeramente mientras trataba de
percibir su presencia.
—Crees que te has ganado ese poder, pero te equivocas, —su voz hizo un estruendo
tras ella.
Ella no flaqueó. Lachris había sido la aprendiz de Darth Marr lo suficiente como para
saber cuándo la estaba probando. Él sacó su holocomunicador para mostrar el sistema
Nevoota e hizo zoom para centrarse en un único planeta.
—El Imperio requiere que se pacifique Balmorra, —explicó él—. La Resistencia está
creciendo en parte debido a la chapuza del Gobernador Melchiro. Lo que empezó como
una simple molestia se ha convertido en una espina en nuestro costado que no podemos
ignorar.
Lachris era consciente de la situación en Balmorra. Melchiro ofrecía sólo excusas por
sus fracasos. Era un gusano al que le habría gustado ver marchitarse bajo su bota.
—Has demostrado ser prometedora, tanto en tu entrenamiento como en el campo de
batalla, —continuó Marr—. Pero no puedo simplemente darte Balmorra.
—Debo ganarlo. —Ella lo entendió—. ¿Una prueba entonces?
La imagen parpadeante de Balmorra se desvaneció.
—Algo así. Lo cual nos vuelve a llevar a Lord Calypho. Por estúpido que fuera,
enseñó una lección valiosa.
Cerrando los ojos, Lachris buscó en sus recuerdos. Las enseñanzas Sith le susurraban.
Moviéndose a través de ellas, una intranquilidad se esparció por su cuerpo. La bilis
golpeaba la parte posterior de su garganta, cuanto más ahondaba en sí misma. Entonces lo
encontró.
—La visión se vuelve más clara cuanto más cerca estás de la muerte.
—Muy bien.
—Pretende que yo experimente una visión… de Balmorra. —Ella miró su cara
enmascarada y se preguntó si estaba sonriendo. ¿Siquiera le quedaban labios para sonreír
o era cierto que el Lado Oscuro había arruinado sus rasgos más allá del reconocimiento
humano?
Darth Marr se bajó su capucha. Su mano derecha desenganchó el sable láser de su
cadera.
—Te empujaré al borde de la muerte. Me dirás lo que ves. Si mientes, lo sabré, y ya
no necesitaré una aprendiz.
—Que así sea, —dijo ella y desenfundó su propio sable láser.

LSW 70
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

La ira, siempre esperando en el fondo de su estómago, se sacudió. El calor bañó sus


extremidades y su corazón, soltándolos para la batalla. Darth Lachris no vaciló. Los
relámpagos danzaron a través de los músculos en sus brazos para estallar desde la punta
de sus dedos. Marr inclinó su cabeza para esquivar los rayos morados. La visión de él
alimentó su odio.
Ella cargó, el sable láser cortando el aire sobre ella. El rugido de Lachris se tragó todo
el sonido en la cámara. Darth Marr mantuvo el terreno, valiente contra sus ataques.
Rodeando a su maestro, ella corrió dentro y fuera, cortando, buscando una apertura. Él no
le dio ninguna.
Lachris se preparó para otro asalto. Los brazos extendidos, la electricidad llovió sobre
Marr. Un rayo golpeó su pierna, haciendo que se desequilibrara momentáneamente. Una
alegría desmedida tamborileó en su interior. El miembro del Consejo Oscuro extendió su
mano izquierda. Lachris escuchó el sonido de su cráneo partirse contra el muro antes de
sentirlo.
El golpe amenazó con acabar con su ira, cortar su poder. Lachris se negó a darle la
satisfacción. Ella puso una mueca y se forzó a levantarse.
—Esto no ha acabado, —ella se mofó a través de los dientes apretados.
—No.
Un dolor blanco, desgarrado, se disparó a través de ella y se mezcló con el odio de su
interior, retorciéndolo en otra cosa. La vida supuraba desde los poros de Lachris, los
crujidos de los relámpagos fuertes en sus oídos. La sangre burbujeaba en venas
calcinadas. Su visión se ennegreció.
Con la oscuridad llegó el alivio. Ella llenó sus pulmones con respiraciones regulares y
forzó sus ojos a abrirse.
Su voz era tanto distante como cercana.
—¿Qué ves?
Cráneos. Cientos sobre miles de cráneos amontonados en un campo embarrado. El
suelo estaba manchado de sangre. El aire con humo. Un gorgoteo de deleite se deslizó a
través de sus labios.
—Destrucción, maestro.
—Mira más profundo.
El humo cubriendo el campo tomó forma, reuniendo los cráneos para darles una falsa
vida. Las sombras jugaban su papel —luchando, matando, muriendo— para crear a un
único hombre. Sus miedos y deseos estaban moldeados en los hombres muertos que
luchaban para él.
—El líder de la Resistencia, —murmuró Lachris—, es un soldado de la República.
—¿Será un problema?
El soldado nacido del humo y los cráneos extendió el brazo hacia ella. Lachris se
preparó, pero antes de que la oscuridad pudiera tocarla, otra sombra cargó, cortando a
través del soldado. Los cráneos cayeron y el humo se disipó.
Lachris jadeó.

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Anónimo

—Hay alguien aquí. Alguien poderoso, pero su cara… está nublada.


—¿Será un problema el soldado de la República? —preguntó de nuevo su maestro.
El campo volvió a las ruinas. Su salvador sombrío se había marchado.
—No.
Arrodillándose, ella metió los dedos en el suelo Balmorrano. El interior le habló a
través de las raíces secas. El poder dentro del planeta presentaba posibilidades
interminables. Lachris nunca había conocido la auténtica felicidad, pero sostener el
corazón palpitante de un planeta en su puño… no podía evitar sonreír.
—Balmorra será mía.
Perdida en su pasión, Lachris no se percató del humo arremolinándose a su alrededor.
Dos sombras se alzaron sobre ella, sus rasgos cambiando en el humo. Lachris trató de
tirar de sus manos para sacarlas del suelo, pero las raíces estaban entrelazadas con sus
muñecas, sosteniéndola en su lugar. El final fue ágil. Un salpicar de agua fría y luego la
nada.
Ella se estremeció en el suelo de la Cámara del Consejo Oscuro.
—¿Tienes miedo?
Ella no necesitaba responder. La cámara apestaba a su miedo, el hedor permeaba las
paredes. Darth Marr alzó su mano derecha, llevando a Lachris en pie por su garganta.
Ella se aferró a la Fuerza que se apretaba alrededor de su tráquea.
¿He fallado? Se preguntó ella, retrocediendo sus pasos a través de la visión. La
memoria ya estaba neblinosa.
—No puedes escapar de la muerte. Considera esto mi lección final. —Darth Marr
liberó su agarre y ella cayó, jadeando—. Sólo un cobarde huye de lo inevitable. No eres
una cobarde, mi aprendiz. —Fue el único cumplido que nunca había recibido de él.
—Lo has hecho bien. Una lanzadera espera para llevarte a Sobrik. El Imperio ya no
puede permitirse la incompetencia de Melchiro. Libérale de sus obligaciones.
Darth Lachris le observó marcharse. Su corazón bombeando mientras consideraba las
palabras de su maestro. El futuro siempre estaba cambiando. Aún había tiempo de alterar
su destino.

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Una noche en el Refugio del Comerciante

Theron Shan estaba sentado esposado a una máquina de música de una de las salas
traseras del Refugio del Comerciante. El aire estaba cargado, oliendo a olor corporal y
bebidas derramadas. Su labio estaba hinchado del primer puñetazo de la noche y contó al
menos dos costillas rotas.
En retrospectiva, todo esto era inevitable. Podía culpar a la twi’lek que le había
acusado falsamente de hacer trampas en el sabacc, o incluso a su captor houk, pero eran
meramente efectos laterales, una consecuencia de un error más grande. No, sólo había
una persona a la que culpar por esto. El único que le había animado para «pasar la noche
en la ciudad».
Jonas Balkar.
—¡Ey! —Theron se encogió mientras el dedo gordo del houk golpeaba el implante
cibernético de su pómulo izquierdo—. Eso es maleducado.
Por su breve y bastante poco placentero tiempo juntos, había sabido que el houk,
llamado Bolgm, no entendía el concepto de espacio personal.
—Conozco a un tío que pagará buenos creds por esos. —El aliento de Bolgm era más
desagradable que el agua del pantano de Rishi.
—No están a la venta, —escupió Theron—. Permanecerán exactamente donde
están… en mi cara.
La carne arrugada pero firme del dorso de la mano de Bolgm chocó contra la
mandíbula de Theron.
—No estás realmente en posición de hacer exigencias, ¿no, chico?

LSW 73
Anónimo

Theron sonrió. Que el gusano gordo crea que está indefenso. Seguro, estaba
desarmado e intoxicado, pero había escapado de situaciones peores… recientemente, de
hecho.
Aún así, era vergonzoso lo fácilmente que le habían engañado.
—Beberemos. Jugaremos a las cargas. Quizás incluso compartamos una o dos risas.
¿Qué es lo peor que puede pasar? —Eso es lo que Jonas había dicho.
Las cosas se estaban moviendo rápidamente desde la derrota de Revan en Yavin 4. Se
habían dado nuevos títulos vistosos y nuevas directivas… las señales burocráticas
reveladoras de algo grande en el horizonte. Si la República quería tener una posibilidad
contra el Emperador, Theron necesitaba sus fuerzas de ataque tan pronto como fuera
posible. Lo cual era por lo que se negaba al D&R hasta su regreso a Coruscant.
Sus compañeros del SIE en el Complejo Heorem lo entendían, incluso lo respetaban.
Todos excepto Jonas Balkar. Theron había estado atendiendo a sus propios asuntos,
estudiando dosieres de agentes encubiertos en potencia, cuando Jonas le interrumpió.
—Relájate, Shan. Las bebidas siempre están bien tras salvar la galaxia. Esto no es
Inteligencia Imperial. ¿O te has olvidado después de todo ese tiempo en la playa con una
rubia?
—Al contrario que tú, yo no siento la necesidad de fraternizar con mis contactos,
Jonas.
—Todos tenemos nuestras habilidades. Tú el pensar, yo el encanto. Lo que funcione,
¿verdad? —El hombre era insufrible y más suave que el pellejo de un sleen.
—La cosa es, Jonas, que tu encanto no funciona conmigo. —Theron le hizo un gesto
para que se fuera, volviendo a su trabajo.
Jonas se inclinó contra su escritorio.
—No estoy por encima de jugar la carta del chantaje.
Theron se rió.
—¿Qué podrías tener contra mí?
—Oh no sé… —Jonas estudió sus uñas—. He oído una historia de lo más extraña del
Borde Exterior sobre un iniciado y una cabra con cuernos…
Theron soltó el dossier y frunció el ceño.
—Una bebida.
Esa bebida se convirtió en demasiadas y antes de saberlo, Bolgm estaba lanzándole
fuera de la mesa de sabacc. Jonas había estado demasiado ocupado roncando en su
whiskey como para darse cuenta.
—Tú te has buscado esto. —Fue la twi’lek. Había estado cayada desde sus
acusaciones iniciales, prefiriendo sentarse en una caja de carga, barajando cartas mientras
Bolgm y Theron se conocían mejor—. No deberías haber intentado engañarnos a
nosotros.
No tenía sentido defenderse. La llamada trampa era sólo una treta para llevarle aquí.
La auténtica cuestión era si la twi’lek era una jugadora o un títere en este juego.

LSW 74
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

—¿Y quién exactamente es «nosotros»? He pillado que aquí mi amigo es Bolgm,


pero tú aún eres un misterio.
Ella empujó el lekku de coral de su hombro y lanzó una carta a sus pies.
—Lylos. Te habría preguntado tu nombre, pero no me importa.
Theron se dobló de dolor mientras Bolgm golpeaba su brazo.
—Los nombres no importan allá adonde vas. —Sus grandes labios morados se
movieron, soltando motas de saliva en espray.
—¿Voy a ir a alguna parte?
—Haces un montón de preguntas, —dijo Lylos, lanzándole otra carta.
Theron se encogió de hombros.
—Soy un tío curioso.
Hubo un golpear en la puerta. Bolgm golpeó a Theron en la cabeza antes de
levantarse para dejar entrar a un anómido.
—¡Doctor Zeke! La merc está justo ahí.
Los ojos lechosos de Zeke se posaron sobre Theron.
—Se te ordenó no ser duro con él.
—Las magulladuras sanan. Los implantes están bien. —Bolgm tiró de Theron para
ponerlo en pie.
La mano con seis dedos del doctor agarró a Theron por el mentón, inspeccionando su
cibernética. Dos segundos y Theron podría dislocar sus pulgares para liberarse de las
ataduras. Todo lo que necesitaba era el momento adecuado. La voz robótica producida
por el vocalizador de Zeke vibró en sus tímpanos.
—Afortunadamente para ti, todo parece estar en orden. —Él liberó a Theron con un
asentimiento, abriéndose paso de vuelta a Bolgm y Lylos.
Bolgm juntó sus manos.
—Hablemos del pago entonces.
Tras ellos, la puerta se deslizó al abrirse para revelar a un hombre de pelo oscuro
bostezando.
—¿Qué prisa hay? —preguntó Jonas Balkar, apuntando su bláster al doctor.
Seguidamente, Lylos lanzó la baraja de cartas a la cara de Bolgm, dándole a Theron
la oportunidad que estaba esperando. El crujir de sus juntas dislocándose lanzó una
punzada de dolor a través de los brazos de Theron. Casi inmediatamente, sus implantes
emitieron un suero, aplacando el dolor. Libre de sus ataduras, Theron cargó contra
Bolgm. La fuerza de su cuerpo sólo no habría sido suficiente para hacer caer a un houk,
pero el talón de la bota del matón se deslizó contra la superficie lisa de una de las cartas
de Lylos. El cuerpo enorme, rollizo, golpeó el suelo con un golpe seco.
El anómido buscó su bláster y disparó a Jonas. Él se agachó, dándole a su objetivo
una apertura para empujar junto a él.
—¿Por qué corren siempre?
—¡Si lo pierdes, esta noche es un fracaso! —gritó Lylos, dejando caer la culata de su
bláster contra la sien de Bolgm y eliminándolo del juego.

LSW 75
Anónimo

Theron le dio caza al huidizo doctor con Jonas.


—Que bien que decidieras aparecer.
—¡Estaba comprando otra ronda! —gritó Jonas, lanzándole a Theron su bláster de
repuesto.
Theron resistió la urgencia de darle un puñetazo.
—Perdiste el conocimiento. ¡La carta del Idiota aún está marcada en tu mejilla!
El doctor Zeke patinó girando la esquina para irrumpir en el pasillo principal del
Refugio del Comerciante. Era hora punta y el bar estaba abarrotado, el solo de cuerno
kloo de la banda apenas audible sobre la charla de la multitud, pero aún había espacio
para correr. Zeke golpeaba los hombros de clientes, Theron y Jonas siguieron los jadeos
contrariados hasta que finalmente estuvo al alcance. Theron se lanzó hacia el doctor,
tirándolos a ambos contra una mesa de sabacc cercana.
Jonas caminó hacia ellos.
—Yo pasaría si fuera tú, —le dijo a Zeke antes de que Theron golpeara la cabeza del
doctor contra la mesa.
Lylos apareció tras ellos.
—¿Lo tenéis?
—¿Había alguna duda? —preguntó Jonas—. Theron, esta criatura encantadora es
Lylos Tannon. Fuerzas de Seguridad de Coruscant.
—Un placer, —dijo Theron a Lylos secamente, antes de volverse hacia Jonas—.
Podrías haberme informado. Entre tú y Lana, ¿quién necesita enemigos?
—Ey, la solicitud ha estado en tu mesa esperando durante semanas. Simplemente
nunca te tomaste el tiempo de leerla. Además, esto no era tanto una misión como un
favor. —Jonas le guiñó el ojo a la twi’lek, que sonrió en respuesta.
—Uno enormemente apreciado. —Ella golpeó unas esposas sobre el inconsciente
Zeke—. He estado en este vertedero durante semanas tratando de pelear con esos tíos. El
doctor Zeke se ha hecho un nombre en el mercado negro vendiendo cibernética premium.
No podía arriesgarme a ir a por él a no ser que atrapara a esos capullos con las manos en
la masa.
Jonas se sentó en la mesa de sabacc y repasó las cartas descartadas.
—Tu nuevo mejor amigo… Bolgm ¿no es así? Él contrata gente para mantener un ojo
sobre cualquiera con implantes de alta calidad.
Theron llenó los huecos.
—Acusan al pobre desgraciado de hacer trampas. Bolgm se los lleva a la parte trasera
y llama al doctor.
—Premio. —Balkar hizo un gesto a una camarera que pasaba—. Tres Whiskys
Corellianos, claros.
—Necesitaba asegurarme de que un pobre desgraciado apareciera esta noche, —
explicó Lylos, uniéndose a Jonas en la mesa.
—Y yo pensé que serías perfecto, Shan. —Jonas sonrió, sus dientes blancos como
perlas brillaron por las señales de neón de la cantina.

LSW 76
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

—Sí, bien, la próxima vez déjame fuera. —Theron podía sentir un dolor de cabeza
aproximarse—. Me debes una por esto, Balkar.
—Ya está cubierta… he pagado tus bebidas.
Theron cayó sobre la silla que había junto a él.
—Qué gracioso.
—Eso pensé, —señaló Jonas, colocando un brazo alrededor de los hombros de Lylos.
La camarera volvió con sus bebidas. Jonas alzó su vaso.
—Por el bien merecido ascenso de Lylos.
Ella agitó el líquido marrón en el vaso.
—Eso aún no es seguro.
—Entonces por salvar la galaxia.
—Tampoco eso, —dijo Theron, su tono más sombrío de lo que había pretendido.
—Qué público más difícil. —La adrenalina por la caza se estaba desvaneciendo. Por
un momento, los tres se sentaron en la mesa, perdidos en sus propios pensamientos. La
lista de por hacer de Theron construida en su mente como la condensación del vaso de
whiskey en su mano. Jonas rompió el silencio—. Supongo que simplemente tendremos
que conformarnos con una noche en la ciudad.
Theron suspiró.
—Me conformaré con volver al trabajo.
—Ni por asomo. —Jonas chocó su vaso contra el de Theron y dio un buen trago—.
Siempre vas a lo grande, Shan. Tu cabeza siempre está en las estrellas. No tiene sentido
salvar los cielos si te olvidas de la gente pequeña en tierra.
—Nunca pensé en ti como un sentimental. —Theron se rió entre dientes, dando un
último trago.
Jonas frunció el ceño.
—Deja que te dé un pequeño consejo. Antes de que salgas corriendo a tu próximo lo
que sea clasificado, tómate un tiempo para conocer a la gente a tu alrededor. Podría
salvarte la vida.
—Yo… —Theron se detuvo. Esta noche había estado llena de sorpresas—. No
siempre dices estupideces.
—Que eso quede entre nosotros.

LSW 77
Anónimo

La Prueba Final

Lana Beniko se despertó con los párpados pesados, su mente y cuerpo quebradizos
contra la fría piedra de la tumba de Tulak Hord. ¿Cuánto tiempo había dormido? El
esfuerzo en sus extremidades le decía que no demasiado, pero temía que habían sido días.
El hambre se aferraba a su estómago, pero Lana se libró de él. Necesitaba seguir
moviéndose, seguir buscando. Permanecer aquí era convertirse en sólo otra reliquia sin
vida de la tumba. La tierra oscura manchaba las uñas de Lana mientras empujaba para
levantarse. El aire corría, agrietando sus labios ya en carne viva.
—Estás despierta, —afirmó una voz dura. Lana había olvidado que no estaba sola.
Bensyn se arrodilló en la entrada de la alcoba que habían escogido como punto de
descanso, su piel roja de Sith de Sangre Pura fácilmente reconocible. Kagan estaba
acurrucada junto a él aún durmiendo, el pelo largo ocultando su cara. Eran todo lo que
quedaba del grupo inicial de acólitos.
—Sí. —La propia voz de Lana sonaba extraña a sus oídos—. ¿Cómo está ella?
—Estable. —Bensyn apartó el pelo de la frente de Kagan, revelando una profunda
herida en sus, de otro modo, rasgos encantadores—. Dejará una cicatriz.
—Nadie sobrevive a las pruebas sin marcas. —Lana miró a la distancia hacia las
sombras, recordando cómo los gusanos k’lor los habían superado. Lana había tratado de
abrir un camino para los otros acólitos, pero habían perdido a Greck y casi a Kagan. Su
brazo aún le dolía de cortar a través de los cuerpos sinuosos de los gusanos.
Si Harkun pudiera verlos ahora… Lana apretó los dientes imaginando la risa
sardónica del supervisor. El hombre era un sádico. Lana había estado erguida mientras él

LSW 78
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

se libraba de los débiles, diciéndose a sí misma que así eran las cosas. Había permanecido
en silencio mientras él los insultaba, los golpeaba, y los forzaba a los unos contra los
otros. ¿Por qué debería ella, hija de uno de los más célebres emprendedores de Dromund
Kaas, preocuparse de un grupo de esclavos?
Porque ellos eran Sith y habían aguantado todo lo que Harkun les había lanzado. La
habían impresionado y Lana quería ver la cara de Harkun cuando averiguara que habían
trabajado juntos para completar su prueba final para encontrar el casco de Tulak Hord.
Una tarea que él consideraba imposible.
Kagan se sacudió. Bensyn la ayudó a sentarse.
—¿Puedes moverte?
Ella sonrió.
—No tengo elección.
Bensyn ofreció a Kagan su hombro y los tres se marcharon de la alcoba. Con la
vibroespada de duracero en mano, Lana les llevó bajando un oscuro pasadizo hasta lo que
esperaba que fuera la cámara que contenía la armadura de Hord. Una vez llena de
misterio, la tumba del antiguo Sith había sido prácticamente despojada por parte de
ladrones y de la Academia, pero aún había un par de áreas sin explorar. Lana había
descifrado por los símbolos grabados en los muros de piedra que su destino debería estar
delante.
Incluso los pasos más silenciosos perturbaban las rocas sueltas por el paso del tiempo.
Lana apagó una tos mientras el polvo invadía su nariz y pulmones, los ojos encogiéndose
para ver el camino.
—Necesitamos luz, —susurró Kagan desde detrás.
Lana vaciló. Tal y como estaban, no sobrevivirían a otro ataque.
Percibiendo la trepidación de Lana, Bensyn añadió:
—Las bestias vendrán con o sin la luz. Bien podríamos verlas venir.
Lana transigió y sacó un cristal iluminador de su mochila. El pasillo estaba cubierto
de escombros de una columna caída, pero por otra parte estaba despejado. Kagan, su piel
pálida y sudada, se dobló del dolor mientras Bensyn y Lana la ayudaban sobre los
escombros. Lana trató de mantener un ritmo constante. Si iban a tener éxito, necesitaba
centrarse en la tarea entre manos y canalizar su miedo en una energía más productiva.
Cuando alcanzaron el extremo del pasillo, Lana sostuvo el cristal en alto para ver
tanto de la cámara como fuera posible. Suspiró. Era una ruina. Tablas rotas yacían
esparcidas por el suelo. Estatuas, dañadas y olvidadas, parecían listas para sucumbir ante
el más ligero toque. Requeriría horas moverse a través de ellas, pero si el casco estaba
aquí entonces todo merecería la pena.
—Kagan, descansa un rato. Bensyn y yo despejaremos las piezas más grandes.
—Su compañera acólita miró como si fuera a protestar, pero Bensyn ya estaba
implorándole que se sentara. Lana cerró los ojos y usó la Fuerza para canalizar la poca
energía que poseía para mover una de las tablas a un lado.

LSW 79
Anónimo

—¿Estás segura de que es aquí? —preguntó Bensyn, su aliento fuerte por la


concentración.
—No estoy segura de nada, —respondió Lana—. Pero es nuestra única pista.
Trabajaron en silencio, moviendo los escombros pieza a pieza hasta que la habitación
finalmente empezó a tomar forma. Por lo que quedaba de las placas, Lana dedujo que
esta cámara una vez albergó algunos de los artefactos más valiosos de Hord. El casco
debería estar aquí, ella sólo esperaba que no hubiera sido aplastado bajo las piedras
caídas. Mientras alzaba un torso tallado del suelo, Lana sintió a Bensyn tensarse junto a
ella y luego tantear hacia su vibroespada.
—¡Atrás! —algo aulló tras ella.
Lana se volvió para ver a una zabrak, sucia y temblorosa, sosteniendo una daga sobre
el cuello de Kagan. La hoja estaba burdamente afilada pero era más que capaz de matar a
Kagan en un instante. Bensyn mantuvo su posición, las manos temblando. Los ojos de la
zabrak, enormes y redondos, se movían entre Lana y Bensyn. La sangre seca coagulada
alrededor de su boca.
—No pretendemos hacerte daño, —dijo Lana, alzando sus manos.
Los párpados alrededor de los ojos oscuros de la zabrak eran delgados, casi
translúcidos. Ella miró a Lana, evaluando la posible amenaza que presentaba. Kagan
estaba jadeando, su miedo palpable.
—¿Cómo te llamas? —la voz de Lana era suave y calmante.
Una piel sucia se soldó mientras la zabrak pensaba en su pregunta. Cuando habló, su
tono fue frustrado y asustado.
—Buscando, buscando. Pequeñas pequeñas ratas womp con narices retorcidas, tocáis
y arañáis lo que no os pertenece. Lo que nunca puede ser vuestro. Hay un precio. Un
precio para tener esas cosas. Esos tesoros. Uno que no habéis pagado. Yo fui como
vosotros una vez.
—¿Eras una acólita? —preguntó Bensyn.
La zabrak miró hacia delante, perdida en el recuerdo.
—Pero entonces pagué el precio. Yo… —La hoja bajó ligeramente del cuello de
Kagan.
Kagan aprovechó el momento y golpeó con su codo la nariz de la zabrak. Una sangre
negra salpicó su cara. Bensyn y Lana cubrieron sus oídos mientras un grito de tono alto
llenaba la cámara. Las rocas y fragmentos de viejas estatuas volaron en el aire mientras el
polvo llovía sobre ellos.
—¡Kagan! —Bensyn extendió su mano, agarrando a la chica mientras reptaba lejos
de la zabrak jadeando de dolor.
Lana se lanzó hacia su vibroespada. Agarrando la empuñadura, se movió para
erguirse sobre la figura aullante derrotada. Las manos grises con las uñas irregulares se
movieron, tratando de detener el dolor y el sangrado. Lana tragó saliva; la zabrak olía a
carne rancia. Mientras alzaba su espada para golpear, Lana sintió la punzada poco
familiar de la lástima. Dedujo por los harapos y lo que quedaba de las viejas botas de

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

entrenamiento que la zabrak había sido una vez como ellos. Una compañera acólita
lanzada dentro de las tumbas.
Lana bajó su arma y susurró:
—La paz es una mentira, sólo hay pasión.
Los ojos de la zabrak se abrieron como platos. El dolor olvidado.
—Con la pasión… obtengo fuerza.
—Con fuerza, obtengo poder, —la voz profunda de Bensyn hizo eco en la cámara.
Kagan alzó la mirada hacia él y entonces de nuevo hacia Lana y la zabrak.
—Con poder, obtengo victoria.
Juntos, los cuatro acólitos terminaron el Código.
—Con victoria, mis cadenas se rompen. La Fuerza me liberará.
El silencio era tan tenso y frágil como los muros en descomposición a su alrededor.
Lana retrocedió y se volvió hacia la zabrak.
—Vete.
Ella se alejó, aferrando la daga contra su pecho. Bensyn caminó hacia el lado de
Lana, observando a la zabrak escurrirse en la oscuridad.
—¿Eso fue sabio?
—Probablemente no, —admitió Lana—. Pero ella es uno de los nuestros.
Los músculos de la mandíbula de Bensyn se tensaron.
—Me mantendré vigilando. Encuentra el casco.
Lana volvió al trabajo, despejando los escombros de la cámara. Cuando su mente se
cansó demasiado como para concentrarse, ella apartó las rocas rodando hasta que sus
palmas se durmieron y sus articulaciones le dolían. El tiempo no tenía cabida en el Valle
de los Lords Oscuros. Se consumía justo como su energía y ambición sin consideración.
Lana estaba a punto de colapsar cuando lo vio asentado en la esquina: el casco de Tulak
Hord. Sus pies la llevaron a él, un suspiro abandonando sus labios agrietados.
—Lo… lo encontré.
Bensyn alzó la cabeza, pero Kagan permaneció quieta.
—¿Qué?
Lana cerró los ojos, el alivio inundando sus sentidos, mientras tocaba la lisa
superficie de metal del casco. Con los dedos temblorosos, ella lo alzó del suelo y lo llevó
hacia los otros acólitos.
—Está aquí.
Bensyn cuidadosamente recorrió las hendiduras y salientes del casco, una sonrisa
poco característica formándose en su cara.
—Mira, Kagan…
Ella luchó por abrir los ojos, pero Bensyn alzó su brazo de forma que pudiera sentir
su triunfo.
—¿Podemos ir a casa?
—Podemos ir a casa —afirmó Lana.

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Anónimo

Ansiosos por alcanzar la superficie, accedieron a empezar el viaje sin retraso. Bensyn
cargó en hombros el peso de Kagan, mientras que Lana lideraba al grupo, un brazo
protectoramente sosteniendo su premio. Trató de no pensar en los gusanos k’lor o en el
color peligrosamente pálido de la piel de Kagan. Lo lograrían. Tenía que creer eso.
Pasaron la alcoba y tomaron otro túnel en un intento de evitar los nidos. Escuchando
su aliento ajado, Lana miró a Bensyn y a Kagan por encima de su hombro. Él estaba
llevándola por completo ahora. La herida en la frente de Kagan era pegajosa y olía dulce.
—Deberíamos que…
—Continuemos, —ladró Bensyn. No había nada que pudieran hacer por ella aquí.
En el segundo en que Lana se volvió, un cuerpo esquelético cargó desde las sombras.
Ella cayó hacia atrás, un dolor agudo en su antebrazo. Unas piernas huesudas chocaron
contra ella. Los ojos de Lana se abrieron como platos mientras observaba una daga
familiar hundirse en el pecho de Kagan. Los labios pálidos de su amiga se abrieron para
jadear un último aliento antes de caer muerta en brazos de Bensyn.
El Sith bajó la mirada hacia el charco creciente de sangre.
La zabrak sacó la daga y cortó hacia atrás hacia Lana.
—¡El precio! —aulló ella, extendiendo el brazo hacia el casco de Hord. Sin
vacilación, Lana rodó e hizo caer su vibroespada contra el cuello de la zabrak. Le dio con
un crujido enfermizo. El cuerpo demacrado cayó al suelo, inmóvil. Bensyn cayó de
rodillas. La sangre de Kagan manchaba su armadura. Sus ojos, medio abiertos, miraban a
través de él. Lana podía percibir la ira perforando a través de su shock. Él apretó los
hombros de Kagan y cerró los ojos.
Ella se preparó para su ataque. Pero nunca llegó. Lana percibió su rabia disiparse tan
rápidamente como había surgido. Bensyn sostuvo el cuerpo de Kagan cerca de su pecho,
forzándose a levantarse.
—Vamos.
—Bensyn… ella está…
—Cuando entramos en la tumba, dijiste que sólo tendríamos éxito si trabajábamos
juntos… Tenías razón. Encontramos el casco. —Dos dedos rojos cerraron los ojos de
Kagan—. Vamos a dejar este lugar juntos.
Lana asintió. Se permitió darle una última mirada a la zabrak a sus pies. Y entonces
continuó hacia la superficie.

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Arrepentimientos

Jace Malcom tiraba del puño de su manga. Viviendo la mayor parte de su vida en
uniforme, estaba acostumbrado a que las cosas le vinieran de cierto modo. La chaqueta de
cuero previamente escondida en la parte trasera de su armario le venía estrecha por los
hombros y estaba pasada de moda, a juzgar por las narices levantadas del resto de la
clientela del restaurante.
Pese a su posición como Comandante Supremo, Jace generalmente no frecuentaba
establecimientos del Distrito del Senado, prefiriendo una atmósfera más casual. Sin
embargo, el Respiro de Thranta era conocido por servir un auténtico gorak asado, un
plato por el que había cogido gusto de su tiempo en Alderaan. Esperaba que la comida
fuera mejor que la decoración. Los manteles de seda de killik y los menús tallados
delicadamente en madera oro estaban ensombrecidos por chabacanas vistas holográficas
del campo alderaaniano. Todo previo a la guerra civil por supuesto.
Jace exhaló y consideró pedir otro brandy alderaaniano. Theron llegaba tarde. No es
que fuera algo inusual, pero no ayudaba con sus nervios. Había esperado que con el
tiempo, se sintiera más cómodo en presencia de su hijo. Habían compartido un par de
bebidas y se habían mantenido en contacto vía holo una o dos veces, pero Jace
ciertamente no se sentía como un padre. Trató de mantener sus expectativas a raya. No
era justo para Theron que su idea de una relación padre-hijo no encajara con la realidad.
Quizás esa experiencia era sólo una cosa más que el Imperio le había robado.
Jace empujó esos pensamientos a un lado, sabiendo que sólo amargarían la noche.
Mientras hacía un gesto al camarero para una segunda bebida Theron entró. Parecía

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Anónimo

distraído, los ojos cansados y oscuros en los bordes. Un par de magulladuras viejas
marcaban su piel.
Era cruel cuánto se parecía Theron a su madre. No eran sólo sus rasgos; Theron y
Satele compartían maneras similares desde la forma en que caminaban a cómo tiraban de
una silla.
—Siento el retraso, —dijo Theron, su voz rasposa.
—¿Te has metido en una pelea? —preguntó Jace, pasándole un menú.
—¿Qué? No… —Theron suspiró e instintivamente tocó su labio partido—. Es una
larga historia.
Jace puso su mejor sonrisa.
—Tengo tiempo.
—¿El Comandante Supremo de la República tiene tiempo? ¿En mitad de una guerra?
—bromeó Theron—. Seriamente lo dudo.
Jace luchó por encontrar las palabras que estaba pidiendo como un padre, no como un
comandante, pero todas sonaban demasiado suaves, demasiado empalagosas.
El momento pasó. Theron pidió un whiskey corelliano y miró el menú.
—Así que, ¿qué está bueno aquí?
—Yo te recomendaría el gorak asado… es un pájaro…
Theron arrugó la nariz.
—Lo he pasado mal comiendo cualquier cosa parecida a un pájaro desde Rishi.
—Oh. Cierto. —Jace se aclaró la garganta y barrió el menú para encontrar otra cosa.
Era el tipo de hombre que iba a un restaurante por un plato específico. Salirse del camino
no era realmente su estilo.
—Yo probaría el solomillo de nerf. No puedes equivocarte con eso, ¿no es así? —
Theron arrojó el menú de vuelta a la mesa con un golpe seco audible y se recostó, sus
ojos escaneando la habitación. Un agente del SIE de los pies a la cabeza.
El camarero volvió con sus bebidas. Jace se percató de que su uniforme también
estaba hecho de seda de killik, pero teñido de azul oscuro. Probablemente para mostrar
apoyo a la Casa Organa. Después de recitar de un tirón el especial de la noche, recibió
sus pedidos. Jace alzó su vaso y Theron hizo lo mismo.
—Por la República, —dijo él.
—Por la República.
El restaurante estaba vivo de clientes. La risa de una mujer cortó por encima del sonar
de los utensilios y el parloteo «refinado» de la clase alta. Sólo su mesa estaba en silencio.
Jace golpeteaba con sus dedos contra el mantel verde mar.
—¿Cuándo volviste?
—Hace una semana, —respondió Theron, observando la nieve holográfica caer sobre
las Montañas Juran.
—Manteniéndote ocupado, seguro.
Theron se rió.
—Volveré a la oficina después de esto.

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Jace recorrió la lista mental que había preparado para la cena de esta noche. Algunos
temas de discusión eran obvios, podían fácilmente hablar del trabajo o la guerra. Después
de leer el informe de Yavin 5, estaba seguro de que Theron tenía multitud de historias
que contar. Aún así, esas eran conversaciones para compañeros de trabajo. Si quería
acercarse a Theron como padre, quizás era hora de explorar nuevos territorios.
Cogiendo aliento profundamente, Jace comenzó:
—No hay nadie especial esperando…
El whiskey se atragantó en la garganta de Theron.
—Sí, no vamos a hacer esto.
—Soy tu padre, —afirmó Jace con una vergüenza ronca—. Este es un tema de
conversación apropiado.
—¿Has hablado con mamá últimamente? —preguntó Theron, su tono más entretenido
que violento.
—Anotado. —Jace se rió entre dientes, luego aclaró su garganta—. En realidad,
quería preguntarte acerca… de la Gran Maestra Shan.
Theron le miró, lanzando su barbilla hacia delante incrédulo.
—¿Lo dices en serio?
Jace alzó sus manos.
—Sólo tengo curiosidad acerca de cómo fueron las cosas entre vosotros dos.
—¿Ella te hizo hacer esto? —preguntó el hombre más joven, la irritación alzándose
con cada sílaba—. ¿Te pidió que comprobaras a su «agente»?
Jace suspiró.
—No, eso habría sido demasiada duplicidad para ella.
—Pero no contarte acerca de tu hijo durante treinta años… eso no es duplicidad en
absoluto. —Theron puso sus ojos en blanco y acabó con su bebida.
—Yo… —Jace se detuvo, con cuidado de no dejar que sus propios sentimientos
tiñeran las palabras—. Ella hizo lo que pensó que era correcto, Theron. Quizás no para ti
o para mí, pero para la República.
—La República, —murmuró Theron.
—Ella nunca lo diría, pero creo que se arrepiente ahora. —Jace pensó en su
conversación con Satele después del informe de la Lanza Ascendente—. Todos tenemos
arrepentimientos.
Theron se detuvo.
—¿Incluso tú?
—Especialmente yo. —Jace sonrió, profundizando las arrugas de su cara.
Él se inclinó hacia atrás mientras dos camareros vestidos de marineros colocaban sus
platos en la mesa. Había algo en una buena comida que siempre alegraba el humor del
Comandante Supremo. El gorak estaba cocinado de un marrón dorado, el vapor aún
alzándose de la piel crujiente.
—¿Sabe como lo recuerdas? —preguntó Theron, cortando su filete.

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Anónimo

—Casi, —respondió Jace después del primer bocado—. Es difícil especiarlo bien a no
ser que las especias estén frescas.
Los dos hombres comieron en silencio. El paisaje junto a ellos cambió al acuoso
Valle Glarus. Nubes rosas, teñidas de atardecer rodaron sobre las colinas congeladas, su
reflejo agudo en el calmado lago de abajo.
—Entiendo por qué lo hizo, —dijo Theron finalmente—. No puedo culparla por ello.
Jace se limpió la boca y plegó el pañuelo de almidón en su regazo.
—Pero…
—Pero… Yo no soy como ella. —Theron descansó sus codos sobre la mesa—. El
razonamiento no se lleva los sentimientos. Y no sé cómo sentirme respecto a ella.
Jace resopló y cruzó sus brazos.
—No dejes que ese exterior duro te engañe. La Gran Maestra siente justo como
cualquier otro. Sólo que ella es muy buena ocultándolo.
Las cejas de Theron se juntaron, tirando de los cibernéticos alrededor de su ojo
izquierdo.
—No quiero los detalles, ¿vale? Especialmente después de que acabe de comer,
pero… ¿Ella era así incluso entonces?
—Sí. Y no. —Jace sonrió, agitando el brandy en su vaso—. Ella corría más riesgos.
Siendo el tuyo el más grande.
Incluso después de todos aquellos años, era difícil para Jace pensar en su tiempo con
Satele. Rodeado por vistas escénicas de Alderaan sólo hacía que el recuerdo hiriera más
conmovedoramente.
—No puedo decirte qué hacer, Theron. —Dijo el otro hombre—. No cuando se trata
de… tu madre.
Theron sonrió.
—Pero…
—Pero, —concedió Jace—. Ella se preocupa por ti.
—Sí. —Theron asintió amargamente—. ¿Otra copa?
—¿Después de esta conversación? —Jace alzó una ceja—. Absolutamente.

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

La Sexta Línea: Parte Uno


Los una vez desarrollados campos de Balmorra yacían embarrados, marcados por la
artillería pesada. El lecho de roca pintarrajeado era el trabajo no sólo del Imperio Sith
sino de la Resistencia Balmorrana. Uno esperaría que cada bando fuera más cuidadoso
con aquello por lo que estaban luchando. Los desesperados no poseen manos gentiles… y
estos era ciertamente tiempos desesperados.
La Maestra Surro miraba por la tierra abierta de la relativa seguridad del campamento
improvisado de la montaña. Sus ojos eran agudos, captando incluso el más leve
movimiento de hierba chamuscada en la brisa de la tarde. El aire era seco y cálido. Una
capa de sudor cubría la piel de Surro bajo su armadura pesada.
Tres Jedi esperaban con Surro en el mirador. Garault, su segundo al mando, era alto y
de hombros anchos. Una marca enfadada marcaba su mentón… un regalo de los Imps.
Landai, una mirialana, caminaba tras ellos, los brazos cruzados. Su pelo rojo corto estaba
pegado contra su frente por el calor. Más atrás, un twi’lek llamado Onok estaba sentado
en silencio, sus ojos cerrados en meditación. Los cuatro habían intercambiado sus túnicas
tradicionales por equipo de combate pesado.
—¿Alguna noticia? —Preguntó Garault.
Surro sacudió la cabeza.
—Debería haber vuelto para ahora.
—Dale otra hora. —Garault trató de sonar reconfortante.
—Danak nunca llega tarde.
—Ella tiene razón, —intercedió Landai—. Ya hemos esperado demasiado.
Garault apretó su mandíbula. Después del fracaso del Gran Mariscal Cheketta en
proteger la Fábrica de Armas Balmorrana, la República había evadido la situación, sin
estar dispuesta a alzar la ira del Imperio. Mientras los políticos y los generales discutían
acerca de la opinión pública en Coruscant, Darth Lachris estaba tomando ventaja por
completo de su aparentemente ilimitado suministro de armas para fortalecer su agarre y
estrangular a la Resistencia. El equipo de la Maestra Surro era la respuesta de la Orden.
Su misión: conseguir tiempo hasta que el Senado consiguiera su actuación conjunta. Ni
siquiera el Canciller Supremo sabía que estaban aquí. Y tenía que seguir siendo así. Si
Danak era capturado y se revelaba que era un Jedi, toda la operación estaría en riesgo.
—Necesitamos su información acerca de la Fábrica de Armas Balmorrana, —dijo
Garault finalmente.
—Suponiendo que no haya sido capturado o asesinado antes de alcanzarla, —señaló
Landai.
—La información es lo suficientemente valiosa como para comprobar la situación. —
La voz de Garault era tensa, rompiendo su habitual compostura plácida.
Captando su tono, Landai se encogió de hombros.
—Es arriesgado.
Garault volvió su atención a Surro.

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Anónimo

—No le abandonaré.
—No hay contemplación, sólo existe el deber, —respondió Surro, colocando una
mano firme sobre el hombro de Garault. Sus ojos titubearon y el aire en sus pulmones se
deshinchó como si las palabras le hubieran golpeado en el pecho—. Recuerda la misión.
Garault bajó la mirada y asintió.
—¿Cuál es el plan? —preguntó Onok, quitándole el polvo a su equipo.
La Maestra Surro se volvió hacia el campo calcinado. El cielo estaba teñido de rosa.
La noche caería sobre ellos pronto. Ajustando su mandíbula, ella se preparó para lo que
estaba por venir.

***
Los Imps estaban constantemente montando y desmontando campamentos a lo largo de
las instalaciones de la Fábrica de Armas Balmorrana. Esta estrategia estaba diseñada para
mantener a la Resistencia adivinando, aún así Surro se percató de que el turno de guardia
permanecía siendo el mismo en todos los asentamientos. Aunque eficiente, sus horarios
estrictamente regulados eran una debilidad. Cualquiera con habilidades observacionales
simples podía percibir cambios de turnos así como quién estaría de guardia a qué hora.
Después de observar a los Imps durante meses, Surro podía recitar el horario durmiendo
y saber cuándo los soldados más vagos estarían en sus puestos.
Ocultándose en la oscuridad de la noche, el equipo de Surro exploró cuatro
asentamientos antes de ver a Danak. Yaciendo sobre sus tripas, observaron desde un
saliente cercano mientras Danak, magullado y sangriento, era arrastrado al centro del
campamento.
—¿Crees que lo saben? —preguntó Landai.
—Si supieran que era un Jedi, hubieran sido más cautelosos. Ataduras completas, —
susurró Surro. Ella apartó un bucle extraviado de su frente. Incluso en la muerte de la
noche, el calor era opresivo.
—No se resistió. —Las cejas de Garault se juntaron—. No quiso reventar su
cobertura.
Surro reconoció al oficial Imperial «escoltando» a Danak de anteriores misiones de
reconocimiento. El Capitán Bowenn era una pieza desagradable de trabajo. Disfrutaba
infligiendo dolor más que ningún Sith que hubiera encontrado. Una pequeña multitud de
soldados se reunió, animando mientras Bowenn pateaba a Danak en los dientes.
—Van a ejecutarle, —afirmó Onok.
Surro sintió el silencio tenso con fuerza contra su garganta. Ella se lamió sus labios
agrietados y saboreó la salubridad del sudor. Era su llamada. No hay contemplación, sólo
existe el deber.
—Si cargamos y acabamos con el campamento, Darth Lachris lo sabrá y mostraremos
la mano de la República. —Su voz no contenía emoción, pero encontró las palabras
difíciles de decir.

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

—¿Así que le abandonamos? —preguntó Garault, luchando por mantener la voz baja.
—Él conocía el riesgo. —Ella encontró su mirada.
—Sólo existe el deber… —el aliento de Garault era forzado—. ¿Qué hay de nuestro
escuadrón?
—Nuestro deber es para la Orden. No confundas eso con tu apego a Danak. —No
tenía la intención de ser una amenaza, sino un recordatorio de una vieja amiga—. La
misión es lo primero. Si hubiera otra forma…
Un fuerte crujido, luego otro, tiró de su atención de nuevo hacia el campamento.
Bowenn golpeó la culata de su bláster contra el lateral de la cara de Danak. Garault
succionó el aire caliente con un siseo. Sus pupilas se encogieron hasta un punto. Bowenn
rodeó la forma acurrucada de Danak como un nexu famélico. El hombre estaba
prácticamente salivando en anticipación de la matanza. Garault se forzó a ponerse de
rodillas, preparado para atacar, cuando la mano firme de Surro lo contuvo en su sitio.
Bowenn alzó su bláster para que descansara contra la sien de Danak y gritó:
—¡Gloria al Imperio! —antes de apretar el gatillo. Los soldados rugieron de
satisfacción mientras el cuerpo de Danak caía al suelo.
Garault estaba tan quieto como el cuerpo sin vida de Danak, sus ojos brillantes y
descentrados. Surro apartó su mano del brazo de Garault, temerosa de que siquiera el más
suave contacto destrozara la constitución tensa de su amigo. Landai maldijo entre dientes
y apartó la mirada. Onok apretó sus labios, pero no dijo nada.
—No existe muerte, sólo existe la Fuerza, —susurró Surro.
Bowenn hizo una señal a tres soldados para que se aproximaran.
—Limpiad este desastre, —ordenó él, dándole al cuerpo un último golpe con su
bota—. Y traed a Ivo su paga por el hallazgo. Decidle que no hay créditos hasta que se
haga el trabajo.
—Ivo… —Surro recorrió el nombre a través de su memoria, pero se quedó sin ella—.
¿Alguno de vosotros ha oído ese nombre antes?
Onok y Landai sacudieron sus cabezas. Garault no se movió.
Los tres soldados saludaron antes de que dos se llevaran a Danak por sus brazos y
piernas.
—Seguiremos a ese, —dijo Surro, haciendo un gesto hacia el tercer soldado—.
Necesito saber quién es este Iyo.
—Le debemos nuestra propia paga por el hallazgo, —añadió Landai.

***

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Anónimo

La Sexta Línea: Parte Dos


El equipo de Surro reptó por el saliente de la montaña para seguir al hombre de Boweenn
al suelo. Garault se quedó atrás, su expresión aún de shock por la muerte de Danak. Pero
estaba moviéndose… eso era todo lo que Surro podía pedir de él. El soldado se apresuró
a ir a una de las grises tiendas localizadas al otro extremo del campamento. Los
estandartes carmesí del Imperio flanqueaban la entrada.
—Ivo debe estar dentro, —susurró Landai.
Surro asintió, sacando sus macrobinoculares para echar un vistazo más de cerca.
Como esperaba, el interior de la tienda era escaso, conteniendo un simple escritorio de
metal y un par de sillas. Además del soldado al que habían estado siguiendo, tres
Imperiales más estaban alrededor de la habitación. Un twi’lek azul estaba sentado en una
de las sillas. Tenía una mirada nerviosa, los ojos amarillos saltando de un soldado al
siguiente en una rápida sucesión. Por sus ropas de civil desgastadas, Surro sólo podía
suponer que este era Ivo.
—¿Lo reconocéis? —preguntó Surro, pasando los macrobinoculares por la fila a
Landai y Onok.
Landai sacudió la cabeza.
—Nervioso, ¿verdad?
—Parece balmorrano, —dijo Onok—. No le recuerdo de las patrullas.
Garault cogió los macrobinoculares ausente, un pequeño temblor en su mano. Surro
esperó su valoración, pero el Jedi permaneció en silencio.
—¿Qué queréis hacer? —preguntó Landai.
Surro cogió aliento profundamente. Podía sentir su ansiedad. Incluso Onok, tranquilo
y modesto, quería sangre. Era fácil ceder a ese deseo. Pero eran Jedi. Poco tradicionales,
quizás, pero Jedi aún así. Aún, Ivo era un problema. Había sido capaz de descubrir a su
mejor explorador y obviamente estaba en el bolsillo del Imperio. Necesitaban encargarse
de él, pero no necesariamente por medio de un sable láser.
—Ha cogido los créditos, —murmuró Garault. Él sostuvo los macrobinoculares
tensamente contra su cara. Surro estaba segura de que dejaría una marca en su pálida piel.
—Necesitamos más información, —presionó Surro.
Landai suspiró y se frotó el rabillo de los ojos.
—No vamos a averiguarla sentados aquí.
—Está en movimiento, —dijo Garault. Ivo emergió de la tienda, mirando alrededor
mientras corría hacia la salida del campamento.
—Sigámosle. Veamos adónde nos lleva, —ordenó Surro—. No ataquéis… incluso si
tenéis una apertura. Yo evaluaré la situación. Hacemos lo mejor para la misión.
Ivo era torpe. Surro suponía que serían capaces de seguir el sonido del motor elevador
repulsor de su speeder, pero el twi’lek prefirió escabullirse a través de la oscuridad a pie.
Tras volver atrás un par de veces, Surro se preocupó de que fuera tras ellos. Cuando

LSW 90
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

finalmente continuó hacia delante, parecía más probable de que esto fuera parte de una
rutina paranoide. No es que pudiera culparle… estaba siendo perseguido.
Pese a su tamaño y estado mental, Garault fue tan silencioso y de pies ligeros como el
resto del equipo. Surro trató de no mirarle o recordar la forma en que la cabeza de Danak
se había sacudido cuando Bowenn le había disparado. Estaba hecho. Surro había
conocido Jedi que pasaban toda una vida enfrentando sus decisiones, cuestionando si
tomaban la decisión «correcta». Lo correcto era irrelevante. A través de un entrenamiento
riguroso, había aprendido a vaciarse de emoción. Este estado mental traía claridad y
Surro podía actuar sin prejuicio o pasión. La contemplación sólo traía dudas… una
entrada a emociones más peligrosas.
Después de dos horas de caminar, una pequeña cabaña surgió a la vista. Surro hizo
una señal a los otros para que aguardaran mientras Ivo desaparecía tras la puerta.
—Landai, ve alrededor. Comprueba si hay una entrada trasera. —Cuando la mirialana
asintió, Surro se volvió a los hombres—. Proteged la frontal en caso de que trate de salir
corriendo.
—Entendido —respondió Onok. Surro mantuvo la mirada sobre Garault, esperando
una afirmación. Tras cierta vacilación, él le dio un corto asentimiento.
Se movieron ágilmente y sin ningún sonido, sus pasos cayendo al unísono. Una vez
en posición, Garault hizo un gesto de todo despejado para que Surro entrara.
Ivo estaba a mitad de preparar la cena cuando Surro cargó a través de la puerta. El
tiempo pareció ralentizarse mientras sus ojos amarillos se abrían como platos, luego se
aceleró cuando saltó hacia su bláster. Pero Surro fue más rápida. Más fuerte. Atrapando
su pierna, tiró de Ivo hacia atrás. Su mandíbula chocó contra el suelo con un crujido
enfermizo.
—No te muevas, —ordenó Surro, una arruga en su ceño.
Ivo se quedó quieto. Las lágrimas se formaron en sus ojos. Surro temió que su
mandíbula se hubiera roto. Se inclinó para confiscar el bláster.
—¿Puedes hablar?
—Eso duele, —graznó Ivo.
—Bien. —Surro se relajó—. Responde a mis preguntas.
Ivo se dobló del dolor mientras asentía.
Surro caminó por la longitud de la cabaña.
—Entregaste a un hombre a un campamento Imperial esta noche. ¿Por qué?
—Era un espía.
—¿Para quién?
—Para ti, obviamente —Ivo puso una mueca.
Surro se detuvo.
—No hago preguntas dos veces.
Ivo se acurrucó en una posición defensiva y cubrió su cara herida.
—¡La Resistencia! ¿Quién si no?

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Anónimo

—Quién si no… —Surro repitió sus palabras suavemente—. ¿Entregarías a uno de


los tuyos?
Ivo arrugó su nariz con disgusto.
—Los míos van a destruir este planeta. No puedes luchar contra el Imperio. Es un
suicidio.
—¿Qué hay de la República? —Surro escuchó preguntar a Garault tras ella. Ella
inhaló abruptamente, tensando su agarre en el bláster.
—¿La República? —preguntó Ivo, confundido—. No importa cómo lo mires, ellos
nos abandonaron.
Surro podía sentir la rabia de Garault, ver las imágenes reproduciéndose en su cabeza.
—¿Cómo le capturaste?
—Soy silencioso. La gente no se percata de mí. —Ivo escupió saliva con remolinos
de sangre—. Vi a vuestro hombre husmeando alrededor de la fábrica. Vi una oportunidad
y atraje su atención.
—¿Cómo?
Ivo se encogió de hombros.
—Hice como si me hubiera roto la pierna. Él se acercó… para ayudar, supongo… y
yo le aturdí.
Oleadas de energía oscura salían del cuerpo de Garault. Por primera vez en años,
Surro sintió miedo, un auténtico miedo que le aceleró la sangre.
—¿Sabías que le ejecutarían? —presionó Garault.
Ivo no respondió.
—Lo sabía, —susurró Surro—. Sabes que lo sabía.
Garault extendió el brazo hacia su sable láser. Surro saltó enfrente de Ivo.
—Garault… no existe la contemp…
—No, —gruñó él.
—Sólo existe…
Sosteniendo la lisa empuñadura de duracero, Garault encendió el arma y bajó la
mirada a Surro.
—Él era mi hermano.
—¿Sois Jedi? —jadeó Ivo.
Surro mantuvo su comportamiento calmado y ofreció a Garault el bláster.
—No existe la contemplación, sólo existe el deber.
La mano de Garault flotó sobre el arma, su cara arrugada de angustia. Las puntas de
sus dedos tocaron el frío metal. El corazón de Surro era pesado en su pecho.
Tras un largo momento, Garault cayó de rodillas y movió una mano enfrente de los
ojos de Ivo.
—Tropezaste de camino a casa desde el asentamiento Imperial.
—Tropecé de camino a casa desde el asentamiento Imperial, —respondió Ivo en un
tono monótono sin mente. Surro exhaló y cerró los ojos.
—Nunca nos viste, —dijo Garault a través de los dientes apretados.

LSW 92
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

—Nunca os vi.
Las luces estridentes de las calles de Coruscant irradiaban los ojos de Surro. Se
apresuró a través de las multitudes, buscando la tranquilidad de su apartamento básico.
Volviendo un callejón lateral, caminó tres bloques más antes de alcanzar la puerta.
Mientras Surro introducía el código de acceso, percibió que algo iba mal. Había
abandonado la zona de guerra de Balmorra hacía años, pero la sensación del lugar la
perseguía.
Surro entró en la sala oscura y esperó.
—¿Qué quieres?
—Estoy impresionado, —respondió un hombre—. Normalmente puedo acechar a
cualquiera.
—No tengo muchos muebles.
Él se rió entre dientes, luego se movió para encender las luces. Surro se dobló ante la
luz repentina. Su intruso estaba inclinado contra la pared, los brazos cruzados. Llevaba
una chaqueta roja de cuero y cibernéticos adornando su ojo izquierdo.
—¿Sabes quién soy?
—Agente Shan.
—Llámame Theron, —respondió él—. Tú y tu equipo hicisteis un buen trabajo en
Balmorra… allanasteis el terreno para el éxito futuro. Sois diferentes de otros Jedi.
—Te refieres a nuestro apodo, —dijo Surro con una sombra de molestia.
Theron asintió.
—«La Sexta Línea». Un mantra perdido del Código Jedi. Bastante atrevido.
—¿Por qué estás aquí?
—Necesito Jedi con esa determinación. —Theron se apartó de la pared con un
empujón para pararse enfrente de Surro—. Ese nivel de devoción hacia la misión.
Surro vaciló. Ella, Garault, Landai y Onok habían abandonado la cabaña aquella
noche con un fuerte vínculo. Sabía que la seguirían sin cuestionarla. Durante el más breve
momento, Surro se preguntó si deberían.
—¿Adónde?
Theron le dio un informe.
—Ziost.

LSW 93
Anónimo

Vacaciones
Incluso para los estándares del Borde Exterior, la cantina Sarlacc y Cargado era
considerada el extremo de la línea. El humo manchado por el hedor de los fluidos
corporales y la comida pútrida asaltaba las fosas nasales. Excepto por un letrero
parpadeante sobre la barra, era oscura y húmeda. La arena cubría los suelos y los
asientos. Los clientes no frecuentaban el Sarlacc —sólo los habituales— los mismos
cinco cerdos apenados que se sentaban en las mismas sillas, bebiendo las mismas
bebidas, y murmurando las mismas aflicciones día tras día.
Bajo circunstancias normales, un hombre como Seamus Kaldo no mandaría a sus
sirvientes a tal establecimiento, mucho menos lo visitaría él mismo. Pero el rastro le
había llevado aquí y Seamus había profundizado demasiado como para detenerse ahora.
Nadie había alzado la mirada cuando entraron. A no ser que se les provocara, los mejores
del Sarlacc se conformaban con mantener sus narices en las profundidades de sus vasos
sucios.
—¿Estás seguro de que este es el lugar? —comprobó Seamus con Vhonu, su
guardaespaldas mientras respiraban el aire fétido.
—Encaja con la descripción que recibimos del Hutt. —Vhonu era cerca de la misma
edad que Seamus, pero sus rasgos eran maltrechos, ásperos, y era un pie más alto que el
noble valahari—. Su hombre debería estar aquí, Amo Kaldo.
Seamus cogió aliento profundamente y caminó hacia el camarero molavarano.
—Estoy buscando a alguien.
—Lugar equivocado. —El molavarano suspiró y miró a la reciente pila de arena que
se había asentado en la barra—. Todo lo que tenemos aquí son nadies.
Vhonu colocó un par de créditos en el mostrador y los deslizó hacia el camarero,
dejando un rastro en la arena.
—El Cepo. ¿Dónde está?
El molavarano examinó los créditos, luego se encogió de hombros y señaló por
encima de su hombro.
—En la parte trasera.
Seamus lideró el camino mientras Vhonu mantenía un ojo alerta.
La «parte trasera» era una pequeña habitación decrépita con una mesa y cuatro sillas,
una de las cuales estaba rota. Estaba ocupada por un único hombre que estaba sentado
como si nada, los pies en la mesa, con un sombrero marrón de visera amplia bajada para
cubrir su cara. Seamus arrugó la nariz, el hombre olía más fuerte que lo que fuera que
hubiera en la botella sin etiquetar sobre la mesa. El Hutt había descrito a un
cazarrecompensas sin igual, pero todo lo que veía ante él era un vagabundo. Seamus
estaba preparado para volver a la barra hasta que vio los blásters del hombre, uno colgaba
de su cinturón, mientras que el otro descansaba junto a la botella a medio beber.
Seamus apretó sus puños sudorosos y trató de sonar confiado.
—Estoy buscando al Cepo. ¿Eres tú?

LSW 94
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

—Claro, —respondió una voz grave. Una mano enguantada lanzó perezosamente un
único crédito con un sonido audible. El brillo dorado de la moneda dio la voltereta a
través del aire y llamó la atención de Seamus. Vhonu le dio un codazo en el brazo,
alentándole a continuar.
—Me llamo Seamus Kaldo. Tengo un trabajo para ti.
—Lo siento. —Las palabras del Cepo eran aburridas, con dificultad para hablar—.
Vacaciones.
—Vaya lugar has escogido, —intercedió Vhonu, sus ojos encogiéndose.
—Molavar tiene sus encantos. —El Cepo asintió hacia la botella.
Seamus tiró de una de las dos sillas restantes de la mesa. Vhonu cogió la otra.
—Creo que encontrarás los créditos que te ofrezco más que encantadores.
—No estoy atado por los fondos en estos momentos. Sólo es un buen momento.
—Este no es un trabajo ordinario, —presionó Seamus.
—Nunca lo es. —El Cepo bostezó. Su pulgar una vez más lanzó la moneda hacia
arriba.
—¿Has oído el nombre de Nico Okarr antes?
La mano del Cepo se sacudió hacia arriba para atrapar el crédito a medio arrojar. Su
puño permaneció allí durante un momento, agarrando la moneda antes de que deslizara el
dinero en el bolsillo de su abrigo. Bajo el borde desgastado de su sombrero, el cazador
dejó que se deslizara una sonrisa.
—Una o dos veces. ¿Qué es él para ti?
El ceño de Seamus se endureció.
—Un ladrón. Uno al que me gustaría aprehender. Me han dicho que tú eres el mejor
en encontrar gente que no desea ser encontrada.
El Cepo balanceó sus pies fuera de la mesa y se inclinó hacia delante para dar un
trago de la botella.
—La gente, seguro, pero tú estás buscando una leyenda. Cuando se trata de Nico
Okarr… es difícil descifrar lo que es realidad o ficción.
—Lo que robó de mi familia era lo suficientemente real. —Seamus hundió su dedo
índice en la mesa. La pierna de Vhonu saltó.
Frotándose la barba incipiente de su mentón, el Cepo apretó los labios.
—Es personal entonces.
—Es un trabajo. Eso es todo lo que necesitas saber, —soltó Vhonu.
Seamus lanzó a Vhonu una mirada. Por lisonjero que el Cepo pudiera ser, le
necesitaban. Durante meses habían estado cazando el fantasma de Nico Okarr sin suerte.
Vhonu era un guardaespaldas capaz, pero necesitaban un rastreador… y alguien dispuesto
a mantener el trabajo en silencio.
—Okarr podría ser un anciano ahora, pero como tú has dicho, es una leyenda. Piensa
en lo que esto podría significar para tu reputación.
—Oh, lo hago. —El Cepo se rió entre dientes.

LSW 95
Anónimo

—¿Entonces lo harás? —El polvo se dispersó mientras Seamus se sacudía hacia


delante, las palmas planas sobre la mesa.
—Aguarda ahí. —El Cepo alzó ambas manos y se inclinó hacia atrás en su silla—.
Discutamos los detalles. No estoy seguro de lo que habéis oído acerca de mí, pero no soy
ningún asesino. Quieres a Nico muerto. No soy tu hombre.
Vhonu puso sus ojos en blanco.
—Él ha dicho, «aprehendido.» Tu «moralidad» está a salvo.
—Sólo me aseguraba. No querría a un cliente descontento. —El Cepo se sacó un
palillo de madera de detrás de la oreja, lo metió en su boca, y empezó a mascarlo
cautelosamente—. ¿Cuánto vale este tío para ti?
Los créditos relajados de Seamus era un tema con el que se sentía cómodo.
—Conozco tu tarifa estándar. Estoy dispuesto a doblarla.
—Estoy dispuesto a aceptarlo.
Vhonu resopló y se cruzó de brazos.
—Estoy seguro de que sí.
Ignorando la punzada, el Cepo transfirió el palillo al otro lado de su boca.
—Entonces. Te entrego a Nico en custodia. Vivo y bien. Entonces…
—Es un trato simple —intercedió Vhonu—. Nos traes a Nico Okarr, recibes tu paga,
y te vas.
El Cepo lanzó el menguado palillo al suelo, donde fue tragado por la arena.
—¿Tienes los créditos contigo?
Seamus vaciló y le lanzó una mirada rápida a Vhonu.
—Serás recompensado en el momento en que tengamos tu recompensa.
—Aclara eso. —El cazarrecompensas movió una mano en rechazo—. Te estoy
preguntando si necesitas tiempo para reunir mi paga o si está lista ya.
Seamus trató de mantener la ofensa fuera de su voz. Era de la nobleza valahari… el
dinero no era un problema.
—No necesito «reunir» fondos, pero nadie ha visto u oído de Okarr desde el inicio de
la Gran Guerra Galáctica. Podría llevarte algún tiempo encontrarle.
—No llevará ningún tiempo en absoluto.
—¿Cómo es eso? —ladró Vhonu.
El Cepo empujó hacia atrás su sombrero para revelar una piel morena, lisa y una
perilla amenazada por una capa de barba incipiente y mugre. Dos ojos marrones,
rodeados de patas de gallo, brillando mientras una sonrisa se asentaba en sus rasgos.
—Está sentado en esta mesa.
Una gran arruga enmarco la frente de otro modo suave de Seamus. Su mente
simultáneamente reconoció la cara del infame contrabandista, pero rechazó su
explicación.
—Es imposible. Eres demasiado joven.
Nico Okarr suspiró y giró la botella ahora vacía en la mesa.
—¿Sabes lo que se vuelve viejo? Que la gente me juzgue por mi aspecto.

LSW 96
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

—No es nada salvo un estafador común. —Vhonu se empujó de la mesa y tiró de la


manga de Seamus—. Vamos, Amo Kaldo.
Nico se frotó los ojos.
—Kaldo… Kaldo… el nombre me es familiar, pero hago suficientes trabajos y todos
tienden a mezclarse. Bueno, excepto los grandes. No creo que olvide nunca el haber
salvado a la Gran Maestra Satele Shan.
Vhonu tiró con más fuerza del brazo de Seamus, pero el noble se quedó quieto, los
ojos escaneando la cara del cazador.
—¿Puedes demostrar que eres él?
La sonrisa de Nico se amplió y extendió la botella.
—Debería haber suficiente de mí aquí como para una muestra. Suponiendo que hayas
traído un escáner. Espero que no te llevaras simplemente a cualquier anciano basándote
en la palabra de un cazador.
Seamus asintió hacia Vhonu para que escaneara la botella. El guardaespaldas lanzó su
mandíbula hacia delante en protesta, pero finalmente transigió, y sacó un lector de ADN
pequeño, metálico. Cogió la botella de la mano extendida de Nico y se puso a trabajar.
—Deja que te pregunte algo, —continuó Nico—. De otro modo me carcomerá todo el
día. Esa cosa… suponiendo que sea una cosa… que robé de tu familia. ¿Una reliquia
familiar? ¿Las joyas de mamá? ¿Una mascota quizás?
—Si eres Nico, deberías saberlo, —dijo Seamus, luchando por mantener su voz firme.
Nico se encogió de hombros.
—Pensarías eso, pero…
Sus manos jugueteaban sin la botella o la moneda de crédito para mantenerlas
ocupadas. Después de una pausa, la derecha golpeó la superficie de la mesa.
—¡Planos de motores! ¿Cierto? Uno de tus competidores pagó atractivamente por
ellos… y yo mejoré el Redshifter de paso. Buen trabajo.
Las fosas nasales de Seamus se abrieron.
—Esos planos eran el trabajo de la vida de mi padre. Teníamos a los compradores
haciendo fila de la República y del Imperio. Mi familia iba a hacer billones. En su lugar,
fuimos humillados.
—Parece que aún te va bien.
Seamus abrió la boca para responder cuando el lector emitió un ding suave.
—¿Y bien? —preguntó Seamus, rodando en su silla.
Vhonu sacudió el escáner.
—Debe ser un truco.
Nico juntó sus manos y las frotó hacia atrás y hacia delante, supurando de
autosatisfacción.
—¿Entonces qué hay de mi recompensa?
—¡No recibirás ninguna recompensa! —ladró Vhonu, reemplazando el escáner con
un bláster.

LSW 97
Anónimo

—Ahora, ahora… —Nico apuntó al guardaespaldas—. El trato era que yo os traía a


Nico Okarr, me pagabais y me iba. Tal y como lo veo, he cumplido mi parte del trato.
—¡Eso era cuando pensábamos que eras el Cepo! —gritó Seamus, saltando en pie.
—El Cepo es mi nombre profesional. Parece que tendré que encontrar otro. —Nico
permaneció sentado, en calma.
Vhonu apuntó la pistola al corazón de Nico.
—No malgaste su aliento en este hijo de Hutt, Amo Kaldo.
—Pon tu bláster en aturdir. Prometí a Padre traerle de vuelta con vida, —ordenó
Seamus.
Nico succionó una bocanada de aire polvoriento y chasqueó su lengua contra la parte
trasera de sus dientes.
—Un hombre que se retracta de su palabra. Eso es algo que no puedo soportar.
—¡Soporta esto! —gritó Vhonu mientras apretaba el gatillo.
Nico se movió más rápido que un latido. Su rodilla pateó la mesa para bloquear el tiro
de Vhomu, mientras que su mano izquierda había atrapado el bláster que previamente
descansaba en la superficie. Desenfundó su otra pistola con un giro, la colocó en aturdir,
entonces disparó exactamente dos tiros sobre su barricada improvisada.
Los tiros se encontraron con dos golpes secos y una escapada de pasos de la barra
principal del Sarlacc. Nico contó hasta tres antes de ponerse en pie para evaluar los
daños.
Seamus y Vhonu yacían inmóviles en la arena. Nico buscó en el cuerpo del noble.
Encontró la recompensa del Cepo, justo mientras el camarero alcanzaba la habitación
resoplando.
—¡Lo prometiste… otra vez no! —su larga cara se sacudía con rabia.
—Sólo es un pequeño asunto, —respondió Nico, lanzando un par de créditos hacia el
camarero.
El molavarano no estaba apaciguado. Nico ya estaba a medio camino de la puerta
cuando oyó el grito del camarero:
—¡Llévate tus asuntos a otra parte!
Nadie más en el Sarlacc y Cargado le lanzó una segunda mirada. En el calor del
molavar, Nico se rió entre dientes.
—Supongo que las vacaciones se han acabado. De nuevo.

LSW 98
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Hermanos
Hoy, vi mi cara arder. La piel agrietarse y plegarse mientras el fuego desgarraba la
humedad. La carne chamuscada retirada por el calor y marchitada en una masa negra
apiñada. Un ojo azul, idéntico al mío, me mantuvo en mi sitio… me hizo observar. En un
instante, era la cara de un extraño. Y ya no éramos gemelos.
El recuerdo se aferraba a mi mano, tiró de ella hacia mi mejilla. Me sorprendí por la
suavidad que encontraba las yemas de mis dedos. El agarre fantasma de mi hermano aún
aferraba mi brazo. Sentí los huesos bajo su piel extenderse, tratando de escapar del dolor,
y fracasar. Arcann se había marchitado durante horas antes de que el sueño le concediera
piedad.
Mi propia cama permanecía vacía. Las sábanas estaban tensas e inmaculadas contra el
colchón. Aunque no opulenta, la cama parecía poco apropiada. Su diseño esbelto, simple,
era un insulto a la guerra que rabiaba fuera. Agarré la sábana superior y la froté contra
mis ojos, mi frente, y mi boca, manchándola con sudor y arena. La tela sucia, blanca,
trajo la bilis a mi garganta. La arrugué en una bola y la lancé de vuelta al colchón.
Mi cuarto —una tienda glorificada— proveían de una falsa sensación de seguridad.
Apagaba el viento y los gritos de nuestros heridos, pero yo sabía que la batalla
continuaba. Darth Atroxa no moriría fácilmente. Sus fuerzas eran leales y ambiciosas,
con una fuerte voluntad para vivir. Pero caería. Arcann vería que pasara.
Escuché los pasos de la Caballero antes de que golpeara mi puerta.
—Entra.
—Su Alteza. —Ella se arrodilló al entrar y esperó a que se le hablara. Una danza
agotadora reforzada por Padre.
Usando la Fuerza, tiré de una silla de la esquina de la habitación y me senté.
—Háblame de mi hermano.
—El Príncipe Arcann está estable. —Su cara estaba oculta tras el casco tradicional de
un Caballero Zakuul. Padre cambió nuestras guardias regularmente para evitar el apego.
Los Caballeros de Zakuul eran nuestros sirvientes, pero eran sus seguidores y súbditos. Él
era su dios, nosotros sólo representábamos una extensión de su voluntad.
—No se ha despertado.
Ella vaciló.
—No, mi Príncipe.
Su intranquilidad era molesta.
—No era una pregunta. Lo percibiría si estuviera despierto.
—Yo… sí, Su Alteza. —Su mirada se fijó en el suelo.
Era fácil jugar con los Caballeros. Su devoción ciega a Padre les hacía objetivos
susceptibles. De niños, Arcann y yo nos intercambiábamos las ropas y hacíamos bromas
a nuestros guardias. Pero era demasiado viejo para tales juegos ahora. Podía oler la mugre
bajo su armadura. Esta Caballero había luchado con nosotros hoy, y por eso, merecía mi
respeto.

LSW 99
Anónimo

—Perdóname —suspiré—. Estoy cansado. ¿Eso es todo?


—El Emperador Inmortal Valkorion, Cazador de Izax, requiere un informe. —Los
títulos se mencionaron apenas por encima de un susurro. Como si mi padre la fuera a
hacer caer por usarlos demasiado atrevidamente.
—Debo hablar con él a solas. Gracias. —Le hice un gesto para que se fuera.
—Como desee, mi Príncipe, —respondió ella y retrocedió fuera de la tienda.
Escuché sus pasos retirándose, luego activé mi holocomunicador. La silueta de Padre
llenó la tienda. Se erguía alto con sus manos tras su espalda. Me arrodillé.
—Informa.
—Nuestros sanadores trataron de salvar el brazo de Arcann, pero no tuvieron éxito.
Fue suministrado con un reemplazo cibernético en el campo. En cuanto a las quemaduras
en su cara…
—Un informe del planeta, Thexan.
Mi cabeza se alzó de golpe.
—¿Padre?
—Tu hermano tomó una decisión. Le dije que se quedara en Zakuul. Pagó el precio
por desafiarme. —Su voz heló el aire.
—Esta campaña fue su visión, —presioné yo—. Íbamos a tumbar los Mundos del
Núcleo juntos. En tu nombre.
—Su visión es corta. Quizás perder un ojo abrirá su mente. —No había ni calor ni
malicia en su tono—. Ahora, informa.
Mis músculos se tensaron. Estaba agradecido porque Arcann no estuviera despierto.
Su paciencia con Padre se debilitaba con cada interacción. Traté de explicar que él
simplemente era así… que Padre sólo nos presionaba para que fuéramos más fuertes,
pero se estaba volviendo más difícil aplacar la rabia de Arcann.
Me aclaré la garganta y obedecí.
—Bajas aceptables, de nuestra parte. Darth Atroxa sigue siendo una amenaza, pero
confío en que sea neutralizada. Con su caída, la victoria será nuestra.
—No subestimes a los Sith, —advirtió Padre—, aunque pintorescos, harán lo que sea
necesario para sobrevivir. Y, al contrario que los Jedi, no serán retenidos por elevados
ideales o falsa moralidad.
Sin esperar mi respuesta, se volvió y cortó la transmisión.
Suspiré. La fatiga me estaba alcanzando. Habría otra batalla mañana.
La presencia de mi hermano me llamó la atención. Me apresuré hacia la tienda
adjunta. Tres droides y dos sanadores estaban sobre Arcann. Me doblé ante el
estremecedor sonido del taladro. El puño restante de Arcann aferraba las sábanas
mientras le colocaban una máscara de duracero.
—Terminado, Su Alteza.
Mi hermano miraba al techo. La máscara cubría más de la mitad de su cara y envolvía
la parte posterior de su cráneo. No había nada humano en su diseño… estaba hecha para

LSW 100
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

intimidar como exigió Arcann. La piel calcinada sobresalía por los bordes, un testamento
al rostro arruinado de debajo.
—Déjanos, —ordené. Los droides y sanadores se inclinaron, luego se fueron.
Sólo, Arcann se relajó. Su ceja izquierda expuesta se alzó de dolor mientras bajaba la
mirada al brazo cibernético. Mi estómago se revolvió, mientras ambos evaluábamos las
pérdidas del día.
—Un hombre puede tener cualquier cosa, si está dispuesto a sacrificar. —Las
enseñanzas de Padre eran como veneno en la lengua de Arcann. Su voz modulada sonaba
extraña.
—Has sacrificado suficiente, —le aseguré.
—No, Thexan. —Sus ojos se encontraron con los míos—. Este es sólo el primer
pago. Habrá más.
El tiempo se ralentizó y aún así el mundo daba vueltas a nuestro alrededor mientras
sentía que mi hermano se me escapaba. En Zakuul, Arcann y yo teníamos conversaciones
sin palabras. Nos movíamos en tándem, fluíamos como el agua con una mente y un
propósito. Pero él era diferente ahora. Podía sentir la rabia creciendo en su interior. Una
rabia que yo no compartía.
Le cogí su mano metálica.
—¿Cuánto estás dispuesto a dar?
—Todo, —dijo Arcann sin vacilar—. ¿No harás tú lo mismo?
—Lucharé por ti, hermano, —juré yo—. Tus sueños son los míos.
Unos dedos fríos, de metal, apretaron mi brazo y encendieron una llama de esperanza
dentro de mí. Dicen que el tiempo sana todas las heridas.

LSW 101
Anónimo

La esperanza de una madre


Senya se preparó mientras comenzaba su descenso; la atmósfera contaminada de Ord
Mantell hacía que las turbulencias fueran comunes. Afirmando su agarre sobre los
controles, luchó por estabilizar la lanzadera mientras se sacudía y agitaba.
Un bip agudo, de tono alto se alzó desde la parte trasera de la nave, las diversas
máquinas enganchadas en el cuerpo inconsciente de Arcann en la plataforma médica
improvisada señalando en protesta que estaban siendo empujadas por el duro viaje.
Estaba entrando rápida e inclinada, haciendo las turbulencias aún peores. Pero cuanto
más permaneciera en el aire, mayor era la probabilidad de que los sensores de la
superficie la captaran. La gente de Ord Mantell no albergaba ningún amor por la nueva
Emperatriz del Trono Eterno, pero la enorme recompensa que Vaylin estaba ofreciendo
por la captura de su madre podría ser suficiente como para hacer que alguno de ellos
reconsiderara sus lealtades.
La superficie del planeta bajo ella era virtualmente invisible en la penumbra de la
noche, pero Senya sabía adónde iba. Introdujo las coordenadas e hizo bajar la lanzadera a
salvo a un par de kilómetros de su destino. Hacer la última parte de su viaje a pie podría
haber sido sobretodo cauteloso, pero había mucho en juego como para correr demasiados
riesgos. Observó a su hijo comatoso una última vez, asegurándose de que sus vitales
fueran estables y que todos los tubos y cables que recorrían su cuerpo estaban aún
conectados. Satisfecha con que el aterrizaje no hubiera soltado nada, salió de la lanzadera
y la selló tras ella.
Sólo venir a Ord Mantell había sido un riesgo, pero era uno al que se había visto
forzada a aceptar. Había hecho lo que podía por atender a su hijo, pero las heridas de
Arcann estaban más allá de su habilidad de sanación. Si no podía encontrar a alguien más
habilidoso que le ayudara, no duraría mucho más.
Los aliados eran escasos para Senya. Le había dado la espalda a la Alianza,
traicionando al Extranjero por su hijo. Y Vaylin estaba dándole caza con todos los
recursos de Zakuul y el Imperio Eterno. Aún así cuando todo parecía estar en lo más
oscuro, un único rayo de esperanza había emergido de una fuente improbable: los Scions.
Dispersos y ocultos tras la muerte de su líder, los visionarios que una vez guiaran al
Imperio Eterno habían contactado con ella.
Al principio, Senya había sospechado que era algún tipo de truco. Durante su reinado
Arcann había dado caza a los Scions hasta el borde de la extinción. Pero los Scions se
movían sólo por sus profecías y visiones, no por venganza. Clamaban que querían al
Emperador depuesto con vida; creían que aún tenía algún papel que jugar. No había
preguntado qué destino habían previsto los Scions para Arcann… no estaba ni siquiera
segura de que quisiera saberlo. Salvar la vida de su hijo era todo lo que importaba, y
estaba desesperada y quedándose sin opciones. Así que cuando los Scions le dijeron que
fuera a Ord Mantell, ella les había escuchado.

LSW 102
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

No estaba aquí para encontrarse con los Scions en persona, sin embargo. Aún eran
demasiado cautelosos —demasiado vulnerables— como para arriesgarse a quedar
expuestos. En su lugar, la habían mandado para encontrarse con alguien de su tipo. La
vasta mayoría de los Caballeros de Zakuul aún eran leales al Trono Eterno, sin importar
quién se sentara sobre él. Pero dada la violenta historia de Vaylin hacia sus filas, había
algunos que no estaban preparados para jurarle lealtad. Temían que Vaylin desmantelara
—o incluso destruyera— su orden. Esos hombres y mujeres que se atrevieron a alzarse
contra la nueva Emperatriz, habían explicado los Scions en su mensaje, eran ahora la
mejor esperanza de Senya. Tenían equipo y suministros médicos que ella no podía
adquirir, y expertos que sabían cómo usarlos adecuadamente. Y respetaban a Senya.
Había luchado codo a codo con muchos de ellos; los otros la conocían bien por su
reputación. Si podía convencerles de que le ayudaran; de que ayudaran a Arcann…
Ellos me escucharán. Tienen que hacerlo.
La noche era oscura; las lunas gemelas de Ord Mantell envueltas de unas nubes
densas, nocivas. La única iluminación llegaba de su pica de sable láser, el suave brillo
azul de la hoja justo apenas perforando la negrura a tan sólo un metro por delante.
Sus pasos eran lentos y cautelosos; la costra irregular, apretada, de tierra crujía
suavemente bajo sus botas mientras se abría paso a través de la penumbra impenetrable.
Basándose en las coordenadas que le habían dado, sabía que estaba cerca. Pero algo se
sentía raro. No había señales de un campamento: ningún parpadeo de luz en la distancia;
ningún susurro de movimiento lejano; ningún centinela adelantándose para desafiar su
entrada.
Senya se extendió alerta con la Fuerza, sondeando en la oscuridad que la rodeaba. No
percibió nada inusual, pero sus sondeos eran torpes y raros: su entrenamiento se había
centrado principalmente en usar la Fuerza en combate.
Sus sentidos ahora en alerta, reptó hacia delante hasta que su pie pisó un pequeño
charco. El salpicar audible trajo el aroma agudo, casi metálico, del rhydonium. El olor
enfermizo del combustible amplificó su inquietud, y sus dedos se aferraron alrededor de
la empuñadura de su pica.
Dio otro paso, entonces se percató de algo en el suelo… una sombra oscura, informe,
apenas visible en la iluminación de su pica brillante. Ella inclinó su arma hacia abajo para
revelar un brazo cortado a sus pies. Reconoció el guantelete de metal que lo envolvía: ella
misma había llevado la misma armadura durante décadas. A un par de pasos encontró el
resto del cuerpo yaciendo bocabajo, las extremidades restantes retorcidas y
contorsionadas en posiciones antinaturales.
Calmándose contra un terror en aumento, presionó hacia delante. El segundo cuerpo
estaba sólo a un par de metros, pero en los alrededores negros como el carbón no se
percató de él hasta que estuvo a sus pies. Al contrario que la primera víctima, este estaba
sobre su espalda. En la tenue penumbra de su arma, podía claramente atisbar la expresión
grotesca de puro terror grabada en su cara.

LSW 103
Anónimo

Incluso aunque no lo reconoció, Senya sintió una conexión con el guerrero caído. Ella
misma había sido una Caballero de Zakuul; estos eran sus hermanos y hermanas. Ella
había entrenado con ellos, vivido con ellos, luchado con ellos.
Moviéndose lentamente, Senya caminó en un amplio círculo en la oscuridad. Charcos
de rhydonium punteaban el suelo, los diminutos charcos cromados reflejando y
amplificando el brillo de su sable láser para revelar los cuerpos rotos de varios caballeros
caídos más. Ella había venido a su campamento en busca de ayuda, sabiendo que no le
darían la espalda a uno de los suyos. Ahora estaban muertos, sus cuerpos rotos y
esparcidos… y Senya sabía que era culpa suya.
Esto no era una coincidencia. Contactar con los caballeros paria había llamado la
atención de Vaylin. Su sangre estaba en sus manos. Pero ella no tenía el lujo de la culpa.
No si quería salvar a su hijo. Era hora de irse; no había nada aquí para ella ahora.
Un suave salpicar desde la oscuridad hizo que volviera la cabeza. Dio un paso hacia
el sonido, extendiendo la punta de la pica para investigar. En la suave iluminación vio
algo que reconoció inmediatamente: un juguete infantil tallado a mano, arrojado y
abandonado en el suelo.
Se preparó mientras unos bruscos pasos se aproximaban. Una figura familiar se
materializó desde la oscuridad, sus manos iluminadas con chispas crepitantes de energía.
Vaylin encendió sus dedos, las chispas arqueándose desde las puntas para atrapar el
charco de rhydonium a sus pies, incendiándolo. El fuego se extendió rápidamente,
saltando de charco a charco, recorriendo el terreno que les rodeaba para tallar un patrón
ardiente que iluminó la noche.
Con las llamas alzándose, Senya finalmente fue testigo de la auténtica carnicería que
Vaylin había desatado sobre el campamento: docenas de Caballeros —cuerpos mutilados
y mermados— habían sido arrojados caprichosamente entre los restos dispersos de naves
y lanzaderas hechas pedazos. Toda la amplitud de la matanza mandó un escalofrío por su
espalda; la sombría evidencia de los horrores de los que era capaz su hija.
Senya alzó su arma, sólo para que fuera arrancada sin ningún esfuerzo de sus manos
por la Fuerza. La pica navegó diez metros a través del aire hacia las manos de Vaylin a la
espera.
Podría aplastar mi cráneo en un instante, se dio cuenta Senya. ¡Y estaría impotente
para detenerla!
Pero cuando Vaylin alzó la pica de sable láser robado y cargó, supo que eso no
ocurriría… su hija quería el placer visceral de cortarla en pedazos en combate.
Usando la Fuerza para tirar del sable láser de uno de los caballeros caídos hacia su
propia mano, Senya se enfrentó a la carga de cabeza. Las hojas brillantes chocaron con
un fuerte siseo crepitante, y por un instante las dos combatientes estuvieron cara a cara,
sólo separadas por centímetros, rodeadas por las llamas naranjas que se extendían
rápidamente a través del campamento.
Senya estaba lo suficientemente cerca como para mirar a Vaylin a los ojos. Ardían
con odio, puro y salvaje; todo rastro de la niña que se había aferrado una vez al costado

LSW 104
Star Wars: La Antigua República: historias cortas

de su madre había desaparecido. Aturdida por la intensidad del ansia violenta de su hija,
Senya fue forzada a apartar la mirada. En ese instante Vaylin se agachó, balanceando su
pica en un amplio arco de barrido con la intención de cortar las piernas de su madre de
debajo de ella. Pero Senya ya había saltado lejos con una grácil voltereta hacia atrás,
aterrizando en una postura defensiva para enfrentar el próximo asalto de Vaylin.
—¿Tienes miedo de alzarte y luchar contra mí, Madre? —preguntó Vaylin con una
sonrisa taimada. Las llamas ardiendo a su alrededor lanzaban extrañas formas oscilantes
sobre su cara. En lugar de responder, Senya se preparó para la carga que se acercaba,
silenciosamente confiando en sus propias habilidades. Habían chocado antes, y Senya
había prevalecido: su hija podía ser más poderosa en la Fuerza, pero Senya había pasado
décadas dominando el arte del combate mano a mano. Si Vaylin quería luchar contra ella,
el resultado era inevitable.

Como esperaba, Vaylin corrió hacia ella con una furia desatada, la pica
convirtiéndose en un instrumento giratorio, rotante de muerte en sus ágiles manos. Senya
bloqueó la arremetida inicial, redirigiendo cada golpe con sutiles contraataques y reflejos
que le permitieron frenar el impulso de la carga de Vaylin. Entonces cambió de defensiva
a ofensiva, continuando con su propia secuencia de rápidos cortes y empujones que no
pretendían matar, sino hacer retroceder a su hija, manteniéndola fuera de equilibrio y en
una retirada perpetua.
Pero en lugar de ceder terreno, Vaylin contraatacó con otro asalto violento, colocando
a Senya en la defensiva de nuevo. Sorprendida, la mujer mayor se tambaleó hacia atrás,
agachándose hacia un lado mientras la pica rozaba su mejilla lo suficientemente cerca

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Anónimo

como para sentir el calor de la hoja brillante. Tocó la punta de su hombro, tallando un
pequeño trozo de su armadura.
El siguiente golpe casi le arranca la pierna bajo la rodilla… en el mismo último
instante Senya apartó su pie. Pero aunque había salvado su extremidad, perdió el
equilibrio y la posición. Vaylin saltó, cortando y atacando a su madre; lo que le faltaba de
técnica lo compensaba de sobra con velocidad y agresión implacables.
Los reflejos e instintos afilados durante treinta años de entrenamiento permitieron a
Senya mantener el golpe mortal a raya… pero sólo vagamente. Se agachó y se lanzó
hacia la izquierda, saltando sobre uno de los muros ardientes de fuego que recorrían el
campamento.
Es más fuerte ahora. Más rápida. Más confiada.
Pero aún había fallos en la forma de Vaylin. Ahora que había medido a su oponente,
Senya veía sutiles imperfecciones que podía explotar.
Su hija saltó sobre el muro de fuego entre ellas y cargó de nuevo. Estaba presionando
la acción, tratando de abrumar a Senya e ir a por la matanza rápida. En el siguiente paso,
Senya dejó que la punta de su sable láser se hundiera, ofreciendo una breve apertura.
Como esperaba, Vaylin aprovechó la repentina vulnerabilidad. Pero Senya estaba
preparada; anticipando el golpe de su hija dio un paso a un lado evitando el golpe y se
acercó lo suficiente como para darle un codazo en el pecho a Vaylin, haciendo que se
tambaleara hacia atrás.
Vaylin recuperó su pie un paso antes de caer en las llamas cercanas. Airada, corrió
hacia su madre de nuevo, redoblando sus esfuerzos. Senya continuó haciendo fintas y
poniendo cebos a su oponente, usando su propia agresión contra ella para controlar la
batalla. Podía percibir la frustración de su hija acumulándose mientras la batalla
continuaba prolongándose… sus ataques se volvieron más desesperados, más frenéticos.
Una y otra vez Vaylin vio lo que pensaba que era una oportunidad para acabar con la
batalla en un único golpe, sólo para verlo ser apartado en el último instante por su elusiva
enemiga.
La fatiga empezó a cobrarse su precio. La velocidad cegadora de los ataques de
Vaylin se ralentizó ligeramente mientras sus músculos empezaban a doler. Estaba
arremetiendo y sacudiendo, fuera de equilibrio y sin recursos. Ambas combatientes
respiraban con dificultad, pero al contrario que su hija, Senya había estado controlándose,
conteniendo algo en reserva.
—Aún luchas con demasiada emoción cruda, —gruñó Senya mientras bloqueaba otro
golpe, esperando que aún hubiera alguna parte de la niña pequeña que había criado dentro
de la criatura salvaje enfrente de ella—. Nubla tu mente.
—Suenas como ESCORPIO, —se mofó Vaylin, golpeando con poca eficacia al aire
donde su objetivo había estado medio segundo antes—. Siempre hablando de la lógica y
la razón.
—¿Es de esa de quien recibes órdenes ahora? —presionó Senya—. ¿De una
máquina?

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Star Wars: La Antigua República: historias cortas

Vaylin dobló su muñeca, lanzando a Senya a través del aire para golpearla contra el
casco de uno de los navíos rotos que rodeaban el campamento. Senya cayó al suelo,
momentáneamente aturdida.
—¡ESCORPIO no es la Emperatriz! —gruñó Vaylin, caminando hacia su oponente
caída—. Ella dirige la flota GEMINIS, pero todos responden ante mí. ¡Yo soy la que se
sienta en el Trono Eterno!
Sacudiendo la cabeza para despejar la niebla, Senya se alzó sobre una rodilla. A un
par de metros a cada lado, filas gemelas de llamas ardían, el humo acre hiriendo sus ojos
y fosas nasales.
No puede derrotarme en un combate mano a mano, pero podría matarme en cualquier
momento que quiera. Ha estado jugando conmigo todo este tiempo.
—¿Por qué siquiera te importa el trono? —preguntó a su hija, aún tratando de razonar
con ella.
Su pregunta congeló a Vaylin a su paso, dándole a Senya el tiempo suficiente como
para volver a ponerse en pie.
—Tu hermano siempre quiso ser el Emperador, —le recordó Senya—. Pero tú nunca
solías preocuparte por eso.
—Zakuul necesita un gobernante fuerte, —respondió Vaylin, hablando lentamente—.
Y el trono es mío, por derecho y por nacimiento.
—Eso suena a palabras de ESCORPIO, —le dijo Senya—. Pero no creo que eso sea
lo que realmente quieres.
Durante varios segundos Vaylin no respondió, el silencio roto únicamente por las
llamas crepitantes.
—Sabes lo que quiero madre… ¡matarte!
Vaylin lanzó su pica de sable láser como una lanza, buscando empalar a Senya contra
el casco de la lanzadera rota. Pero Senya anticipó el movimiento, y rodó fuera del
camino. La hoja cortó a través de las placas de metal y se hundió profundamente en el
lateral del navío.
Un zumbido estridente se alzó como un grito: el sonido del refrigerador presurizado
saliendo por un hipermotor punzado. Senya tuvo justo lo suficiente como para darse
cuenta de lo que había ocurrido antes de que el hipermotor dañado explotara.
Llegó un par de segundos más tarde, atontada, desorientada y con los oídos
sonándole. La explosión la había lanzado veinte metros; diminutos trocitos de metal
torcido, fundido, que habían sido una vez el casco de la nave yacían a su alrededor.
Forzándose a ponerse de manos y rodillas, Senya volvió la cabeza de lado a lado,
buscando a Vaylin. Pero todo lo que vio fue más humo y llamas; los fuegos se habían
extendido para consumir todo el campamento.
¡Arcann!
De algún modo Senya se alzó irregularmente en pie, entonces se puso a correr
tambaleante de vuelta hacia su nave y su hijo. Mientras las llamas caían más y más lejos
tras ella, su cabeza lentamente se despejaba. Sus pensamientos volvieron brevemente a

LSW 107
Anónimo

los caballeros caídos, consumidos por la pira funeraria que una vez había sido su
campamento. Arriesgaron sus vidas para ayudarla, y Vaylin los había masacrado a todos.
Ella y Arcann estaban solos otra vez. Ningún aliado. Ningún sitio al que volver. Pero
ella aún estaba viva… de algún modo.
El estallido debería haberme vaporizado.
Sólo había una explicación para su supervivencia: Vaylin debía haber usado la Fuerza
para escudarlas a ambas de lo peor de la explosión.
¿Pero por qué? ¿Para que pueda matarme más tarde con sus propias manos? O sólo
estaba tratando de salvarse a sí misma, y yo simplemente estaba lo suficientemente cerca
como para ser atrapada en su escudo. ¿Y dónde está Vaylin ahora?
Sabía que su hija aún estaba viva; en cierto nivel Senya habría percibido su muerte.
Pero incluso escudada por la Fuerza, el estallido habría sido lo suficientemente fuerte
como para dejar a Vaylin desorientada y debilitada. Vulnerable y temerosa por su vida,
debía haber huido.
O quizás ella aún está aquí. ¡Quizás la estoy llevando directamente hacia Arcann!
Senya frenó su paso, aunque ya estaba casi cerca de la lanzadera. Su hija la odiaba; lo
había visto en sus ojos. ¿Pero qué sentía ella —si sentía algo— por su hermano?
¿Y si viene a por él, puedo siquiera detenerla?
Aún no había encontrado una respuesta para cuando alcanzó su lanzadera, la cual
estaba oscura y en silencio como cuando la había dejado. Introdujo el código de acceso y
la rampa de abordaje se extendió. Con una última mirada sobre su hombro, Senya trepó
rápidamente dentro, sellando la nave tras ella.
La iluminación del interior de la lanzadera era tenue, pero comparada con la negrura
de la noche era una amplia iluminación. Su hijo yacía donde lo había dejado;
inconsciente sobre la cama, enredado en la red de tubos, cables y máquinas que le
mantenían con vida.
Senya se agachó sobre él y suavemente acarició su frente. En la punta de sus dedos
sintió su fiebre aún ardiente, tan caliente como las llamas que habían consumido el
campamento de los caballeros.
—Encontraré una forma de salvarte, —susurró ella, dejando su mano caer.
Tomando un asiento en los controles, encendió los motores. Un segundo más tarde el
navío se lanzó hacia el cielo, siendo tragado por la oscuridad.

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