Historia de Los Remolcadores
Historia de Los Remolcadores
Historia de Los Remolcadores
La mayoría de los marítimistas coinciden en afirmar que el origen del remolque es muy
remoto. Ya en las ordenanzas del antiguo Consulado del Mar (1281), bajo el epígrafe “De
remolcar a otra nave” encontramos el artículo 158 de dicho documento, que textualmente
dispone;
“También está obligado el marinero a ir a remolcar otra embarcación para entrar en puerto,
si su contramaestre se lo manda, salvo sea de enemigos”.
Otro testimonio de la antigüedad del remolque es el caso del buque Ark Royal, el cual durante,
los sucesos de la expedición naval española contra Inglaterra denominada “La Armada
Invencible” resultó averiado de consideración, el 4 de agosto de 1588, por lo que tuvo que ser
remolcado por lanchas a remos, alejándose dificultosamente del encuentro con la flota de
Felipe II.
Finalmente para acentuar más el lejano origen del remolque está el caso de la famosa fragata
norteamericana Constitución, que estuvo a punto de ser capturada por la flota británica, al
principio de la guerra de 1812. Atrapada en una calma chicha, su capitán hizo bajar los botes y,
durante dos días los marineros remaron con vigor y la remolcaron hasta llegar a puerto seguro.
Es de observar que a medida que los buques adquirieron grandes dimensiones, se hizo
imprescindible contar con otras embarcaciones dotadas de gran fuerza motriz con la finalidad
de que ayudaran a los primeros en las operaciones de entrada y salida de puerto, ensenadas,
pasos y canales de navegación.
Por otra parte, desde el punto de vista de la actividad mercantil se encontró indispensable el
uso de los remolcadores para mover embarcaciones de gran capacidad de carga denominadas
“gabarras” que no tienen fuerza motriz propia, pero que permiten el transporte de volúmenes
de mercancías en condiciones más económicas.
1. INTRODUCCIÓN.
Es objetivo del presente trabajo, es ofrecer una referencia general de los asuntos atinentes a la
responsabilidad por daños de origen extracontractual que se generen en las operaciones de
remolque marítimo, así como también señalar algunas reflexiones de carácter general sobre la
responsabilidad por daños causados dentro de esta actividad, revisando el tratamiento jurídico
de esta figura e institución marítima.
El Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual del Dr. Guillermo Cabanellas, señala que:
Con relación al tema de la responsabilidad del conjunto o tren de remolque frente a terceros, es
evidente que los daños que cualquiera de las unidades que conforman el tren o conjunto de
remolque o que ambas puedan causar a terceros, representan para el desarrollo de este
trabajo, un particular interés que incluye maneras y soluciones que tienen los perjudicados ante
un evento perjudicial, así como las acciones que pueden dirigir, en contraprestación para el
resarcimiento de los daños causados en las operaciones de remolque marítimo.
Así lo afirma Fariña en su libro de Derecho Comercial Marítimo, cuando señala que: “El
carácter jurídico del contrato de remolque marítimo, es una de las cuestiones más
controvertidas en Derecho Marítimo, sobre la que lo mismo la doctrina que la jurisprudencia
ofrecen criterios muy discrepantes”.
A este respecto, señala Gabaldón García que: “El contrato de remolque es hoy en día una
importante modalidad de explotación del buque, cuyo estudio se ve notablemente dificultado
por su atipicidad, que ha dado lugar a una abundante producción doctrinal bastante
controvertida”.
En el pasado, muchos autores que dedicaban tiempo al estudio de esta institución marítima,
mantenían la tesis de una figura única contractual, argumento que actualmente está superado.
Igualmente, la doctrina que ha ocupado el estudio del remolque marítimo, sostiene que existe
una pluralidad de modalidades contractuales, pero básicamente la institución del remolque, se
puede presentar en dos modalidades jurídicas: Remolque Transporte y el Remolque Maniobra,
figuras contractuales que analizaremos para determinar su régimen de responsabilidad por
daños causados a terceros.
El contrato de remolque marítimo, puede bien definirse como lo señala Arroyo “el contrato
donde el naviero o remolcador se obliga a cambio de una remuneración a emplear un buque y
proporcionar la fuerza de tracción necesaria a otro cuerpo flotante (buque, gabarra, u objeto
flotante), el remolcado, que se encuentra sin esa fuerza y en circunstancias que no impliquen
peligro”. De este concepto se puede inferir que el contrato de remolque, es un servicio prestado
por un buque para mejorar o dar la propulsión que permita el desplazamiento o movimiento de
otro buque.
De esta definición se puede señalar, que basados en el concepto de esta figura jurídica, este
tipo de operación se realiza con el objetivo de prestar colaboración o participar en las
maniobras, necesarias para el atraque o desatraque de naves en los puertos, que debido al
porte de dichas naves, estas no puedan disponer de su propia capacidad o autonomía para
realizar operaciones de esta naturalezas en espacios tan reducidos . En la estructura técnica
de estas operaciones de remolque maniobra, el remolcador se obliga a dar servicio en las
maniobras de atraque o desatraque, cumpliendo órdenes emitidas por el Capitán del
remolcado, o directamente por el práctico, en nombre y representación de éste. El
conocimiento y experticia en esta operación requiere mucho cuidado, razón por el cual, la
intervención y pericia de un práctico asesor del Capitán del buque remolcado, motiva que en el
ámbito portuario las operaciones de remolque y la figura del pilotaje o practicaje, sean
complementarias como servicios necesarios y vitales en estas complejas operaciones.
Desde el punto de vista de conceptual de esta figura, basado en las referencias contempladas
en los cuerpos legales históricos que refieren sus antecedentes, el remolque maniobra se
sustenta en apoyar, ayudar o cooperar maniobras en tráfico portuario, pasos o áreas de
navegación restringidas, zonas donde grandes embarcaciones se imposibilitan, o tienen
limitaciones técnicas de maniobrar adecuadamente con sus propios medios de propulsión y
gobierno, lo cual requiere para realizar operaciones seguras en los puertos, de uno o más
remolcadores que ejerzan o aporten fuerza motriz suficiente para realizar las maniobras de
atraque y desatraque de buques en la zona portuaria habilitada para tales fines .
A este respecto, sostiene García Gabaldón “Todo remolque transporte comporta, como
prestación principal y característica del titular del remolcador, la aportación de la fuerza motriz
de éste para la realización de la obra típica del transporte. El naviero en cuestión tiene,
siempre, a través del capitán, la dirección del tren de remolque, de modo que se compromete a
remolcar tanto el buque o artefacto de que se trate, cuanto los bienes que pueda haber a bordo
de ellos y asume, durante la ejecución del viaje, la custodia de unos y otros”.
De esa prestación principal y característica del titular del remolcador, el empresario de este tipo
de modalidad contractual asume proporcionar el remolcador en condiciones de navegabilidad,
controlar y dirigir la navegación, con la finalidad de que el titular del remolcado obtenga el
resultado del desplazamiento de su buque o aparato flotante desde un lugar a otro.
Unas de las principales características que identifican esta modalidad contractual del remolque
transporte dentro de la estructura técnica de la propia operación, es la atribución de la dirección
de la maniobra por parte del capitán del remolcador. De conformidad con esta afirmación, es
responsable la embarcación cuya tripulación ejerza el control de la operación para el momento
de la ocurrencia de un siniestro. Debido a ello, se puede señalar como regla general para el
remolque transporte que el remolcador es la mente dominante, principio recogido y
explícitamente en el derecho de formularios y tipificado en las leyes vigentes sobre el contrato
de remolque.
Sobre este particular García Pita dentro de sus consideraciones generales sobre la
responsabilidad del naviero establece: “Hablar de responsabilidad del naviero, supone encerrar,
dentro de los límites de una expresión relativamente simple y sencilla, una realidad harto
compleja: la realidad de la total posición pasiva de este personaje, frente al derecho de
Obligaciones, o lo que es igual, la posición del naviero, como deudor, ante realidades y
fenómenos como las fuentes de las obligaciones, el nacimiento o constitución de las relaciones
obligatorias, su eficacia vinculante y contenido; su extinción y la garantía de su cumplimiento”.
Entrando en el objeto principal del presente trabajo podemos señalar, que el principal problema
que se deriva en la práctica dentro de las operaciones de remolque marítimo, es la relativa a la
responsabilidad y especialmente, lo concerniente a los daños ocasionados en esta actividad.
Importante destacar, que dentro del estudio de las responsabilidades que se derivan de las
operaciones de remolque marítimo, ha sido nutrido el aporte de muchos especialistas de
reconocida trayectoria profesional, de esquematizar las responsabilidades por daños nacidos
del remolque, por lo que podemos clasificar el análisis de las situaciones que se plantean para
cada caso en particular, de la siguiente manera:
El régimen legal sobre la responsabilidad entre remolcador y remolcado por daños causados
durante la operación de remolque, se regula bajo el amparo de los principios generales de
responsabilidad contractual, obedeciendo a que generalmente este servicio, contiene su propio
régimen convencional de responsabilidad, con marcada presencia en el derecho de formularios
y a través de las normas administrativas adoptadas en los servicios de remolque maniobra, en
los diferentes puertos, aplicándose la disciplina legal como regla general, en aquellos casos
donde no exista regulación sobre la materia. De esto se afirma, que en aquellos casos
excepcionales donde no exista una disciplina reguladora de la responsabilidad de índole
convencional o de carácter administrativo, deberán contemplarse las reglas sobre
responsabilidad contractual vigente en cada ordenamiento jurídico .
En esta operación tanto el remolcador como el remolcado ejercen una función para la ejecución
de la maniobra, la cual se lleva a cabo mediante el principio de cooperación entre ambas
embarcaciones, lo que significa sin dudas que cada una de las partes asume su cuota de
responsabilidad. Las complicaciones que se presentan en situaciones dentro del remolque
maniobra, ha generado que la mayoría de las leyes promulgadas en los últimos años, así como
las posiciones doctrinales más relevantes han desviado su atención al tema de la carga de
prueba, de manera que el perjudicado en la operación de las maniobras en caso de daños,
tendrá que probar la existencia de la obligación y el deudor solo podrá liberarse de su
responsabilidad demostrando que el daño se ha producido sin que exista culpa suya o de sus
dependientes en la operación.
• En el Remolque Transporte:
Como regla general para esta operación o contrato de remolque, González Lebrero señala, “En
el remolque transporte, el armador del buque remolcador (transportista), responde de las
averías, de las pérdidas y del retraso, responsabilidad de naturaleza contractual de la que
aquél puede quedar exento probando que dichos daños y perjuicios ha sido causado por caso
fortuito o fuerza mayor, por vicio propio del buque remolcado o por culpa del armador de este
último”. De este modo, puede decirse, que el buque remolcador responderá por todos los
daños y perjuicios ocasionados al buque remolcado, salvo como señala González, se esté en
presencia de una caso fortuito, fuerza mayor o exista un vicio propio de la cosa, supuestos a
los que hay que añadir, la posible conducta del personal del remolcado que estando a bordo y
colaborando con las maniobras, pueda generar una situación que permita al titular del
remolcador establecer parte de culpa que corresponda al ente remolcado, a los efectos de
minimizar proporcionalmente el impacto de su propia responsabilidad.
Para este tipo de contrato de remolque, la doctrina establece muchos criterios sobre su
naturaleza jurídica, siendo ésta, la procedencia de su calificación como transporte, una de las
cuestiones más controvertidas en el derecho marítimo, razón por el cual, los principales autores
que estudian estas modalidades contractuales del remolque, mantienen marcadas diferencias
que obligan a precisar los elementos que caracterizan esta figura jurídica. Basado en esta
posición, vemos situaciones que se presentan en las operaciones de remolque transporte, que
enmarcan campos de estudio sobre esta figura, dentro de la cual se identifican por ejemplo: El
remolque directo como contrato de transporte sui generis, régimen jurídico aplicado a dicho
contrato en supuestos en los que el remolcador asume guarda y custodia de los elementos
remolcados; remolque directo como fletamento, dentro de los cuales, existe una enorme
referencia doctrinaria y jurisprudencial rica en consideraciones legales, que obligan a
determinar el régimen de las obligaciones y sus responsabilidades.
Otro punto importante dentro en cuanto a esta figura contractual, es el que trata de la
formalización de esta modalidad contractual. Normalmente se emplea y se toma como base los
formularios contractuales de mayor difusión internacional. En materia de remolque transporte,
el derecho de formulario juega también un importante papel, a la hora de determinar las
responsabilidades. Las pólizas BIMCO en sus contratos TOWCOM y TOWHIRE, establecen
una serie de cláusulas que comprometen la responsabilidad de las partes. En estos formularios
se regula de manera detallada el régimen atribución de responsabilidades por los daños
causados en la ejecución de la operación.
A este respecto señala Pulido Begines : “El régimen convencional de responsabilidad que
contienen las pólizas de la BIMCO debe valorarse positivamente, por instaurar un método
sencillo y equitativo de distribuir los riesgos de la operación entre las partes”. Esto
evidentemente pone de manifiesto posiciones equitativas que determina, que cada uno de los
contratantes conoce de antemano el ámbito de sus responsabilidades, trayendo como
consecuencia, la distribución de los riesgos de manera equilibrada para las partes, generando
su aplicación, una reducción de los litigios estableciendo prácticas soluciones.
Por otro lado, es importante mencionar, que existen en la doctrina críticas frente a la atribución
de las responsabilidades en esta modalidad contractual establecida en los contratos tipo de la
de BIMCO para el remolque transporte, afirmando muchos autores, una falta de equidad en la
aplicación de la controversial cláusula conocida como Knock for Knock System, que distribuye
la responsabilidad del remolcador con el remolcado casi paritariamente. Bien lo señala Arroyo
“El armador del remolcador se responsabiliza de todas las lesiones personales sufridas por su
personal, o por cualquiera que se encuentre a bordo del remolcador, y de los daños sufridos
por su buque, o causados por éste a terceros. Mientras el armador del remolcado asume el
mismo ámbito de responsabilidad respecto de su buque y de las personas que se encuentran a
bordo del mismo”. Es decir, que en cualquier circunstancia, las partes bajo la óptica de la
cláusula 18 (Liabilities), apartado 2, de los contratos tipo TOWCOM y TOWHIRE de BIMCO
donde se establece, que cada uno de los contratantes, debe responder de los daños causados
a la otra parte o a terceros, por su buque, sin tener en cuenta en lo absoluto, si en la
generación del siniestro ha habido una conducta culposa de dicho contratante o de sus
dependientes. Pulido al respecto ha señalado: “Esta atribución del deber de resarcimiento
desvinculada del comportamiento negligente causante del daño resulta contraria a la regla del
artículo 1255 del C.C. que determina la nulidad del pactum de dolo non praestando. Como
consecuencia, ha de reputarse nula y se tendrá por no puesta la cláusula 18 de las pólizas
BIMCO a los efectos de la exoneración de la responsabilidad”.
Para muchos autores los formularios establecen soluciones prácticas y rápidas pero, como
informamos anteriormente, algunas cláusulas de exoneración carecen de equidad en su
aplicación. Gabaldón García , señala para este particular que: “El remolcador responde frente a
todas las reclamaciones por daños personales, presentadas por las personas a bordo de su
buque o por sus dependientes (aunque éstos sufriesen los daños estando a bordo del
remolcado). Y también soporta los daños materiales en su propio buque o los causados por el
mismo a terceros. Ese mismo régimen se aplica también al remolcado, respecto a su propio
personal y buque”. Esta solución establecida en los formularios, se aplica, independientemente
si los daños en cuestión tienen su origen en la conducta culposa de parte del ente remolcador o
remolcado.
Para ambos casos, las operaciones de remolque implican serios riesgos para cada una de las
partes (remolcador y remolcado), como protagonistas de éstas, así como también para los
intereses de terceros, inclusive para el propietario de la carga que sea transportada en el buque
o elemento remolcado, quien puede estar inmerso en una situación de riesgo al verse su
mercancía perdida o dañada.
Situaciones que para cualquier caso (Remolque Transporte o Remolque Maniobra), puedan
causar daños a terceros, o que cualquiera de las unidades que forman parte del tren de
remolque, inclusive los elementos sin medio de propulsión o cuerpos inertes puedan generar
daños, los terceros ajenos a cualquiera de estos casos o modalidades contractuales, es
práctica jurídica que los terceros deban acudir a los mecanismos de responsabilidad
extracontractual para la obtención del resarcimiento de los daños ocasionados en las
operaciones de remolque. Es decir, que la víctima en cualquiera de los casos, no siendo parte
del contrato, debe reclamar los daños a la parte culpable para su resarcimiento. Sin embargo,
la misma estructura técnica de las operaciones de remolque, hace que estos mecanismos no
ofrezcan soluciones adecuadas a los problemas que se deriven de las operaciones de
remolque.
Pulido Begines , a este respecto señala: “En la ejecución del contrato participan activamente
remolcador y remolcado, asumiendo cada uno de ellos un ámbito de responsabilidad, por lo
cual puede resultar muy difícil la determinación de su respectivo grado de culpabilidad y,
ciertamente parece muy gravoso imponer al tercero la carga de determinar a cuál de los
buques hay que reprochar concretamente una conducta culposa”.
Por ello, ha sido relevante en la doctrina que estudia esta figura jurídica del remolque, la
constante búsqueda de un sistema o criterio válido para la atribución de la responsabilidad por
los daños causados a terceros en las operaciones de remolque, que sea de aplicación
alternativa a las reglas establecidas sobre la responsabilidad extracontractual.
Estos criterios plasmados en distintas legislaciones, así como en la más rica doctrina
internacional, que estudia las situaciones que se derivan de los daños causados a terceros en
operaciones de remolque, se puede analizar como reglas adecuadas para resolver los grandes
problemas de la atribución de la responsabilidad del remolcador o remolcado, cuando un
tercero es lesionado en sus intereses, producto de una operación de remolque. Los principales
criterios que han sido propuestos para la atribución de la responsabilidad por daños causados a
terceros, se pueden presentar de la siguiente manera:
3.2.1 Criterio de responsabilidad de quien tenga la dirección del tren o convoy de remolque en
operaciones de Remolque Maniobra:
Este es uno de los criterios, que para la opinión de muchos autores, es el más adecuado para
resolver el problema por daños causados a terceros en operaciones de remolque, atribuyendo
la responsabilidad a la parte que tenga la dirección de la maniobra. Es decir, imputar la
responsabilidad al titular del elemento remolcado, cuyo capitán tiene la dirección y control de la
operación, tren o convoy de remolque. En este caso, como es el ente remolcado quien ejerce la
dirección del remolque, es la mente dominante, por la cual, su capitán será responsable de los
eventuales daños y perjuicios causados a terceros.
Para esta operación, la noción de tren o convoy, no es tan clara como en el caso del remolque
transporte, a pesar que la dirección y control sea ejecutada por el capitán del buque remolcado.
En estos casos se debe presumir la responsabilidad al armador del buque remolcado. Por otro
lado, el capitán del remolcador colabora mediante su buque y su tripulación con el objetivo de
llevar a cabo las maniobras ordenadas por el buque remolcado. Considerando esto, y sin
perjuicio de que pueda establecerse una relación de dependencia para que un tercero
lesionado, exija el resarcimiento de los daños, debe presumirse la responsabilidad del buque
remolcador por los daños y perjuicios ocasionados a terceros que sean generados por su
propia culpa. En este sentido, no sería justo ni aceptado, que en casos que los daños
generados no sean originados por culpa de quien controla la operación, sino por la conducta
negligente del remolcador en la ejecución de las órdenes recibidas por el remolcado, resultaría
injustificado atribuir la responsabilidad y la obligación de resarcimiento a la parte inocente o
ajena a hecho que ocasione daños a terceros.
3.2.2 Criterio de responsabilidad de quien tenga la dirección del tren o convoy de remolque en
operaciones de Remolque Transporte:
Tal y como se aplica para el criterio anterior, la dirección de la maniobra establece la presunción
de responsabilidad por la parte que controla la operación de remolque, Es decir, que quien
dirige las maniobras, tiene la carga de probar que los daños a terceros no fueron causados por
éste.
En este criterio al igual que el anterior, la mente dominante la ejerce el buque remolcador, por
cuanto tiene la dirección de la operación de remolque y de la navegación. En este caso, el
capitán del remolcador será responsable de los eventuales daños que se ocasionen a terceros.
El Capitán del remolcador es el responsable de la aventura marítima, y su responsabilidad será
por todos los daños causados al buque o elementos remolcados, a menos que se demuestre
que tales daños se deban a casos fortuitos, fuerza mayor, vicio propio de la cosa debido a
posibles imperfecciones de los o algunos elementos remolcados.
Plantea Pulido Begines , “El criterio de la dirección de la maniobra nos parece el más adecuado
para resolver la cuestión que estamos tratando por que la parte que controla la ejecución de la
operación es la que habitualmente está en mejores condiciones de ofrecer una explicación
sobre las causas del siniestro. Además, aunque en la producción del accidente siempre puede
ocurrir el comportamiento negligente de la otra parte, parece lógico exigir la demostración del
empleo de su mejor diligencia al contratante que asumió la obligación de controlar todos los
aspectos náuticos del remolque”.
Tanto para los casos de remolque maniobra, como el de remolque transporte, la atribución de
responsabilidad a quien dirige las operaciones, es criterio empleado por los principales
tribunales de países como Reino Unido, Estados Unidos, Francia, así como países
latinoamericanos como Argentina, Chile, Venezuela, los cuales mantienen el criterio de la
mente dominante o dominant mind para el derecho inglés, en virtud de la cual, se presume que
la parte que controla y dirige las maniobras en las operaciones de remolque, es el responsable
de los daños ocasionados a terceras personas. No obstante, si el buque que controla la
operación, prueba que los daños ocasionados al tercero provienen de una conducta negligente
de la otra parte, ésta será responsable por tales daños en el grado de su negligencia.
Bien sostiene Mezzera Alvarez “La dirección de la maniobra no puede determinar a priori la
responsabilidad”. Quien asume la dirección de la maniobra, remolcador o remolcado, según
sea el caso, sería responsable por los daños que la operación de remolque generara en
perjuicio de terceros, pero basado en los principios del sistema de la culpa, es preciso señalar
que el remolcador o remolcado, por el solo hecho de tener a su cargo la dirección de la
operación, sea culpable ante una situación que genere daños a terceros, sin que haya
conducta negligente de uno o el otro.
Esta tesis ha sido defendida por el reconocido maritimista francés George Ripert quien
argumenta: “El tren de remolque constituye una unidad indivisible de los buque que lo
componen. Por consiguiente, el tercero ajeno a la maniobra queda relevado de la obligación de
investigar cuál de los buques componentes del convoy, al conducirse culposamente, ha inferido
los daños que él ha sufrido”.
Sobre este respecto, existe una posición firme en la doctrina, donde se considera inaceptable la
tesis de la Unidad del Tren de Remolque que atribuye responsabilidad solidaria del remolcador
y remolcado frente a los terceros. Frente a esto, muchos autores coinciden que ese género de
unidad puede admitirse técnicamente, solo en los casos de una absoluta pasividad por parte
del elemento remolcado, cuando se trata de gabarras que no tienen propulsión propia, y son
empujadas o haladas por un remolcador o pushboat como en el caso de la navegación fluvial
característico del río Orinoco en Venezuela, Mississippi en los Estados Unidos y de la hidrovía
internacional que compone los ríos navegables que atraviesan los países del cono sur de
Sudamérica.
Para estos casos, resulta complejo conocer, cual parte en las operaciones de remolque asume
la responsabilidad por daños a terceros. Considerando el criterio de la unidad del tren y ante
una presunción de responsabilidad solidaria del remolcador y remolcado, puede uno o el otro,
dirigir su acción contra la parte responsable del resultado dañoso, liberándose de toda
responsabilidad si se demuestra que el daño es ajeno a su voluntad.
3.2.4 Criterio de la Tesis del Remolcador Independiente o por Independencia del Remolcador:
Las mayorías de las pólizas que regulaban el contrato de remolque, se incluían cláusulas en
virtud de la cuales, en las operaciones de remolque, el remolcador se convertía en dependiente
del remolcado, siendo este responsable de los daños y perjuicios ocasionados por su
dependiente, incluyendo los causados a terceros. Bajo esta situación, el armador del buque
remolcado asume la responsabilidad del remolque y todas sus consecuencias. Esta condición
plasmada en los contratos de remolque, pretende imponer el principio de que el remolcador es
el sirviente del remolcado, tesis que se conoce como The tug is the servant of the tow.
Esta tesis ha sido criticada por la doctrina y actualmente está eliminada. No obstante, este tipo
de cláusulas siguen incluyéndose en las operaciones de remolque maniobra, estableciéndose,
que el remolcado no solo tiene la dirección y control de la maniobra, sino que los tripulantes del
remolcador se convierten en dependientes del buque remolcado.
Pulido Begines afirma sobre este respecto, “En realidad, las “cláusulas
de empleo ficticio” como las denomina la doctrina mayoritaria, no son
más que estipulaciones exoneratorias de la responsabilidad del
remolcador, en virtud de las cuales se desplazan todos los riesgos de la
operación sobre el titular del remolcado, que serán válidas dentro de los
límites establecidos en cada ordenamiento para este tipo de pactos”.
En estos casos, ha sido unánime la posición que el uso de estipulaciones exonerativas como
éstas, resultan innecesarias cuando las partes pueden pactar cláusulas de exoneración
diseñadas para esos fines. Por otro lado, algunos tribunales han cuestionado la limitación de la
responsabilidad del remolcador bajo la óptica de este principio, en cual afirma, que el
remolcador es sirviente del remolcado, determinando que el remolcado es considerado
responsable de los daños y perjuicios que tengan relación a la dirección y control de la
operación por éste, teniendo el remolcador su cuota de responsabilidad por daños, si la
conducta negligente no tiene relación con la dirección del remolcado, En este sentido, no existe
razón para atribuir al remolcado las consecuencias del comportamiento culposo del remolcador.
El artículo 104 del Codice della Navigazione de 1942, establece el primer ensayo destinado a
dar solución sistemática del problema de la atribución de responsabilidad por daños causados
a terceros en operaciones de remolque marítimo, siendo una de las más logradas soluciones
legislativas en materia de responsabilidad, teniendo el legislador italiano una posición que
desplaza el establecimiento de reglas sustantivas sobre la atribución de responsabilidad,
limitándose a colocar reglas sobre la distribución de la carga de la prueba.
Sobre esta posición Menéndez , señala: “En el artículo 104 del Codice no se da ningún cambio
en el régimen substancial de la responsabilidad, sino solamente en el orden procesal, pues la
solidaridad de los armadores de remolcador y remolcado solo se mantiene si el hecho dañoso
es imputable, en todo o en parte, a ambos, quedando a cargo del tercero perjudicado los daños
provocados por causa desconocida o no probada”.
En este sentido, la necesidad de que quede establecida la existencia de un nexo causal que
una el daño sufrido por un tercero, producto de las operaciones de remolque, a un hecho
imputable, bien sea, al ente remolcador o remolcado, deja claro que la responsabilidad solidaria
que establece este criterio pone a cargo del causante del daño la prueba de su responsabilidad
propia, que libera de responsabilidad a la parte inocente en la operación de remolque.
Vistos los cambios que a partir del año 2000, producto de un trabajo colectivo entre
representantes de instituciones públicas como privadas, sectores académicos, gremiales y
empresariales, relacionados con el área marítima, la legislación marítima venezolana, pasó por
un proceso de transformación, que permitió la elaboración de un proyecto de normas que
sustituyó el Libro II del Código de Comercio venezolano, relativo al Comercio Marítimo.
Producto de esta transformación surge la Ley de Comercio Marítimo , la cual reemplaza el Libro
II del Código de Comercio, texto cuyo contenido se remontaban al año 1873, cualidad que sirve
de base legal en materia marítima comercial y estable el régimen del Comercio Marítimo en
Venezuela.
Vemos claramente que esta disposición, concuerda a la perfección con el criterio establecido
para determinar la responsabilidad por daños a terceros, sobre la base de quien tiene la
dirección y control del tren o convoy en operaciones de remolque.
Por otro lado, el artículo 316 de la Ley de Comercio Marítimo, establece textualmente:
A este respecto podemos añadir, que en presencia de los tantos acontecimientos que pueden
concurrir a la producción de un daño en operaciones de remolque, y que en el hecho, de que
una de las partes (remolcador o remolcado) pueda probar su inocencia, ante un evento que
genere daños a terceras personas, con el fin de liberarse de su obligación, la cual en principio
es solidaria, de acuerdo al citado artículo. Podríamos señalar, con suma importancia, que la
culpa de quien genere el daño, deba ser probada para que sea condenada su responsabilidad.
En este sentido, la culpa en estos casos no puede deducirse de una hipótesis, y, una vez
probada, debe comprometer la responsabilidad de su autor. Ante el criterio de responsabilidad
solidaria, contenida en el artículo descrito, se presume que las partes son solidariamente
responsables. Esta presunción podría en ciertos casos generar un problema, llevando a la
víctima o parte inocente, a reclamar contra personas que son extrañas al daño, partiendo de la
posición de que un tren está conformado por distintos armadores o navieros.
El artículo 316 de la Ley de Comercio Marítimo venezolana, recoge y coincide con el criterio de
solución establecido en el Codice della Navigazione italiano, de establecer el principio la
responsabilidad solidaria de las partes con ocasión a los daños ocasionados a terceros, no
obstante, remolcador o remolcado puedan liberarse de su responsabilidad probando que tales
daños no se derivan de causas que le sean imputables.
5. CONCLUSIONES:
Definitivamente, la reparación de un daño consiste en responder ante la justicia, indemnizando
a la víctima cuyo patrimonio haya sido lesionado. Esta afirmación, basada en el principio
general del derecho, señala que toda víctima de un daño causado por una culpa civil o de
carácter delictual, está en el derecho de obtener la reparación del daño sufrido.
Dentro del régimen de responsabilidad por daños causados a terceros durante una operación
de remolque, hemos visto, que el sistema de solución plasmado en la mayoría de la doctrina y
jurisprudencia, está enmarcado en dos grandes campos de aplicación: una, relativa a la
responsabilidad que se derive por daños ocasionados entre las partes, es decir, en atención a
los daños ocasionados por el remolcador al remolcado o viceversa dentro de sus operaciones,
y el otro campo, relacionado a la solución de los grandes problemas que se presentan por los
daños ocasionados a terceras personas en operaciones de remolque.
Como conclusión, podemos afirmar, que el presente trabajo ha recogido diversos criterios que
ha aportado la doctrina para la solución de los problemas por daños causados a terceros, los
cuales se revisten de aceptación en el ámbito marítimo internacional y en muchas
legislaciones, y que han permitido que los intereses de los terceros perjudicados, por daños
producto de la operaciones de remolque, ofrezcan soluciones adecuadas a los problemas
planteados para estas situaciones, que debido a la estructura técnica de esta figura jurídica del
remolque, puede resultar a veces muy difícil, la determinación del grado de responsabilidad y
quién deba resarcir los daños causados como consecuencia de una conducta negligente o
culposa en materia de remoque marítimo.
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Marítimo de Caracas, de 30 de
Marzo de 2011
Fecha de Resolución: 30 de Marzo de 2011
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ÍNDICE
CONTENIDO
200º y 152º
Exp. Nº 2011-000273
SENTENCIA: INTERLOCUTORIA
EXPEDIENTE: Nº 2010-000273
SÍNTESIS DE LA CONTROVERSIA
II
PRIMERO
Respecto al thema decidendum, concerniente a la presente incidencia,
se observa que corresponde a esta Superioridad dictar decisión en la
presente causa en virtud del recurso ordinario de apelación interpuesto
en fecha 26 de enero de 2011, por el abogado CARLOS MATHEUS,
actuando en representación de la parte actora CARISBROOKE SHIPPING
6250 BV, quien apeló en contra de la decisión de fecha 21 de enero de
2011, dictada por el Tribunal de Primera Instancia Marítimo con
competencia nacional y sede en la ciudad de Caracas, en la cual ese
mismo Juzgado NEGÓ la medida cautelar de embargo preventivo del
remolcador HELIOS, en el expediente signado con el Nº TI-2011-000390,
de la nomenclatura interna del Tribunal de Primera Instancia Marítimo,
correspondiente al juicio que por INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS Y
PERJUICIOS, sigue la sociedad mercantil REVENSA, REMOLQUES
VENEZOLANOS, S.A.
SEGUNDO
Estando en la fase probatoria en esta Segunda Instancia, la abogado
MARÍA MILAGROS CADENAS, actuando como apoderada judicial de la
parte actora apelante, consignó escrito de promoción de pruebas,
mediante el cual promovió las siguientes documentales:
TERCERO
A los efectos de tener una visión clara y precisa del auto de fecha 21 de
enero de 2011, dictado por el Tribunal de Primera Instancia Marítimo, esta
Alzada se permite transcribir parte del contenido del mismo:
(…Omissis…)
En este sentido, este Tribunal considera dentro del poder cautelar que le
corresponde, luego de hacer un estudio preliminar de las documentales
acompañadas con el libelo de la demanda, que estas no constituyen
prueba fehaciente del derecho que se reclama, salvo su apreciación en la
definitiva, lo que no le permite constatar en esta etapa del proceso la
existencia de un crédito marítimo de los consagrados en el artículo 93 de
la Ley de Comercio Marítimo.
(…Omissis…)
(…Omissis…)
(…Omissis…)
(…Omissis…)
(…Omissis…)
(…Omissis…)
Por otra parte, es de indicar que el artículo 105 de la Ley Orgánica de los
Espacios Acuáticos, establece que el servicio de remolcadores debe ser
prestado por el INEA, aunque se permite la delegación de esta función
mediante concesión otorgada por el INEA, de acuerdo con lo pautado en
el artículo 146 de la Ley General de Marinas y Actividades Conexas
(LGM). En este sentido la ley distingue entre las locuciones
“autorización” y “concesión”, pues los servicios de remolque, pilotaje y
lanchaje pueden ser objeto de concesión como se dijo, pero los servicios
de cartografía náutica, actividades oceanográficas, científicas,
subacuáticas e hidrográficas, publicaciones náuticas, levantamientos
hidrográficos y cualquier actividad conexa con esos servicios pueden ser
efectuados con “autorización” del INEA (artículo 148 LGM). Es decir, en
materia de servicios de remolque, la ley prevé la delegación del servicio
solamente mediante una concesión, la cual tiene sus formalidades y
regulación especiales, y no mediante una autorización, la cual está
reservada a la delegación en particulares de otras actividades diferentes.
(…Omissis…)
(…Omissis…)
Queda claro así que la actividad a la que se dedica el remolcador HELIOS, esto es, la prestación de
servicios de remolcadores portuarios, constituye un servicio calificado legislativamente como
“servicio público”.
(…Omissis…)
Mas aun, no puede haber duda en relación a que una medida de embargo sobre el remolcador
HELIOS afectaría igualmente las “condiciones de permanencia y regularidad” de la prestación del
servicio, razón por la cual no puede en fase cautelar decretarse medida preventiva sobre el mismo.
Ahora bien, en la audiencia de apelación, la representación de la apelante sostuvo que este Tribunal
debe adoptar el procedimiento pautado en la Ley Orgánica de la Procuraduría para el embargo de
bienes que se destinan a la prestación de un servicio público. Por cuanto no especificó dicha
representación la norma a la cual hacía referencia, debe asumir quien suscribe que se trata del
Artículo 88 de dicha Ley, pues es ése el único artículo de la Ley que hace mención a bienes afectos a
servicios públicos.
(…Omissis…)
Sin duda alguna el artículo 88 sólo es aplicable en los casos en los cuales la República ha sido
condenada, como se desprende claramente del artículo inmediatamente anterior.
(…Omissis…)
Amén de lo anterior, es menester enfatizar que, tal como mencionó el apoderado apelante en la
audiencia de apelación, la norma contenida en el artículo 88 de la Ley Orgánica de la Procuraduría
es una norma de larga data, al punto que claramente antecede la sentencia citada de la Sala
Constitucional, caso MN RÍO CARONÍ. En efecto, el artículo 86 de la Ley Orgánica de la
Procuraduría General de la República inmediatamente anterior a la actualmente vigente, publicada
aquélla en Gaceta Oficial N° 5.554 Extraordinario del 13 de noviembre de 2001, es decir, en
vigencia para la fecha de la sentencia de la Sala Constitucional aquí mencionada, era
prácticamente de idéntico tenor al artículo 88 hoy vigente, con modificaciones mínimas que son
irrelevantes a esta apelación, siendo lo esencia que: (1) la norma es sólo aplicable en juicios en los
que es parte la República; y (2) sólo es aplicable en fase de ejecución en contra de ésta. Ninguno de
tales supuestos está presente en el caso de autos por lo cual dicha norma es simplemente irrelevante
en esta apelación y por ello no debe siquiera ser considerada.
Amén de lo anterior, debemos agregar que la Sala Constitucional en ningún momento mencionó
dicha norma en su sentencia, lo cual confirma que la misma no es de aplicación en el caso de autos,
y así solicito formalmente sea declarado…
CUARTO
Una vez explanados los motivos que llevaron al a quo a negar el decreto
de la medida de embargo preventivo sobre el remolcador HELIOS,
solicitada por la representación judicial de la parte actora, así como los
argumentos traídos a esta Superioridad por las representaciones
judiciales de ambas partes, en sus conclusiones escritas relativas a la
audiencia oral y pública celebrada en esta Superioridad, es oportuno
destacar que la apelación a la cual se ha hecho alusión se refiere a la
negativa del decreto de dicha medida de embargo preventivo sobre el
remolcador HELIOS, de manera que, teniendo claro el objeto de la
presente incidencia, debe esta Alzada hacer un breve análisis sobre los
créditos marítimos, lo cual pasa a realizar de seguidas:
4. Daño o amenaza de daño, causados por el buque al medio ambiente, en el espacio acuático, las
zonas costeras o intereses conexos; así como las medidas adoptadas para prevenir, minimizar ese
daño; las indemnizaciones originadas por ese daño, los costos de las medidas razonables de
restauración del medio ambiente efectivamente tomadas o que vayan a tomarse; las pérdidas en que
hayan incurrido o puedan incurrir terceros en virtud de ese daño.
8. Las pérdidas o los daños causados a las mercancías y equipajes, transportadas a bordo del
buque.
11. El lanchaje.
12. El pilotaje.
15. Los derechos y gravámenes de puertos, canales, muelles, radas y otros servicios.
16. Los sueldos y otras cantidades debidas al Capitán, los oficiales y demás miembros de la
dotación, en virtud de su enrolamiento a bordo del buque, incluidos los de repatriación y las cuotas
de seguridad social pagaderas en su nombre.
17. Los desembolsos hechos por cuenta del buque o de sus propietarios.
18. Las primas de seguro, incluidas las cotizaciones de seguro mutuo, pagaderas por el propietario
del buque o el arrendatario a casco desnudo, o por su cuenta, en relación con el buque.
19. Las comisiones, corretajes u honorarios de agencias, pagaderos por el propietario del buque o
el arrendatario a casco desnudo, o por su cuenta, en relación con el buque.
23. La copropiedad impugnada del buque, acerca de su utilización o del producto de su explotación.
24. Toda hipoteca inscrita o gravamen de la misma naturaleza que pesen sobre el buque.
1. Los créditos por los sueldos y otras cantidades adeudadas al Capitán, oficiales y demás
miembros de la tripulación del buque en virtud de sus servicios a bordo, incluidos los de
repatriación y las cuotas de seguridad social pagaderas en su nombre.
2. Los créditos por indemnizaciones por muerte o lesiones corporales ocurridas en tierra, a bordo o
en el agua, en relación directa con la explotación del buque.
4. Los créditos por derechos de puerto, uso de vías navegables, pilotaje, remolcadores, lanchaje y
demás servicios previstos en la ley.
5. Los créditos nacidos de hecho ilícito por razón de la pérdida o el daño material causado por la
explotación del buque, distintos de la pérdida o el daño ocasionado a las mercancías y equipajes,
transportadas a bordo del buque. (Resaltado de este Tribunal).
Ahora bien, se observa que la parte actora apelante, solicitó la medida de embargo sobre el
remolcador HELIOS de la siguiente manera:
1- De conformidad con lo previsto en los artículos 93, numeral1; 94, numeral 1; 95, numeral 5; y
97, en relación con el artículo 115, numeral 5, y 118, todos de la Ley de Comercio Marítimo,
pedimos respetuosamente al tribunal se sirva decretar el embargo preventivo sobre el remolcador
HELIOS, y a esos fines se sirva comunicar el decreto de embargo al ciudadano Capitán de Puerto
de Puerto Cabello.
a) Es evidente que hubo un abordaje, en el cual el buque KARLA C, al ser golpeado por el
remolcador HELIOS sufrió daños cuya indemnización en el objeto de esta demanda, se trata pues
de un crédito marítimo, de acuerdo a lo previsto en el artículo 93, numeral 1 de la LCM, tratándose
además de un crédito privilegiado, de acuerdo a lo previsto en el artículo 115, numeral 5 de la
misma Ley. Lo cual también conduce a considerar que el requisito del “fumus boni iuris” se
encuentra cumplido.
b) De los recaudos consignados con este libelo de demanda, concretamente la Carta de Protesta del
Capitán de la M/N KARLA C presentada a la Capitanía de Puerto de Puerto Cabello (Anexo B),
Carta de Protesta del Capitán de la M/N KARLA C presentada a la demandada REVENSA
REMOLCADORES VENEZOLANOS S.A. (Anexo C) y la copia certificada de las actuaciones de la
Junta de Investigación del Accidente Marítimo (Anexo D) son suficiente evidencia demostrativa del
crédito marítimo y privilegiado…
Ahora bien, las medidas cautelares son aquellos instrumentos con los
cuales el ordenamiento jurídico procesal protege, de manera provisional
y mientras dura el proceso, la integridad de un derecho que es
controvertido en ese mismo proceso. De esa manera el ordenamiento
protege preventivamente a quien acude a los órganos jurisdiccionales a
reclamar un derecho, con el fin de garantizar que la decisión adoptada
sea materialmente ejecutada. Por ello, la doctrina y la jurisprudencia han
señalado, que estas medidas buscan asegurar el cumplimiento de la
decisión que se adopte, porque los fallos serían ilusorios si la ley no
estableciera herramientas para asegurar sus resultados, impidiendo la
destrucción o afectación del derecho controvertido.
Este Tribunal Superior Marítimo observa que el artículo 585 del Código de
Procedimiento Civil establece:
Las medidas preventivas establecidas en este Título las decretará el Juez, sólo cuando exista riesgo
manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo y siempre que se acompañe un medio de
prueba que constituya presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama.
Vemos entonces que para que una medida cautelar sea procedente, es
necesario que se cumplan dos (2) requisitos fundamentales y
concurrentes, éstos son la presunción grave del derecho que se reclama
(fumus boni iuris) y la presunción de que quede ilusoria la ejecución del
fallo (periculum in mora).
QUINTO
En lo referente al crédito marítimo y además privilegiado, nacido con
ocasión del abordaje entre la motonave KARLA C y el remolcador
HELIOS, y del cual, en principio, es acreedora la parte actora, salvo la
apreciación del J. en la definitiva, como se señaló con anterioridad, el
mismo tiene un lapso de vigencia de un (1) año, de la forma que lo prevé
el artículo 118 de la Ley de Comercio Marítimo
SEXTO
Por otra parte, debe hacer referencia esta Alzada, a otro de los
argumentos esgrimidos tanto por el Tribunal de Primera Instancia
Marítimo para negar la medida de embargo preventivo sobre el
remolcador HELIOS, así como por la representación judicial de la
demandada REVENSA, REMOLQUES DE VENEZUELA, S.A. en sus
defensas opuestas en esta Segunda Instancia, como lo es que dicho
remolcador está afecto a la prestación de un servicio público, y por lo
tanto resulta inembargable.
(…Omissis…)
Ahora bien, ciertamente observa esta Sala que el mandamiento de ejecución dictado en fecha 21 de
septiembre de 2004, constituye presuntamente una prueba grave y manifiesta de la presumible
violación al privilegio procesal de inembargabilidad de los bienes de la República.
Aunado a lo anterior, asimismo esta S. observa preliminarmente, sin que la existencia del periculum
in mora se consagre como un requisito concurrente para decretar la medida cautelar, conforme al
criterio jurisprudencial expuesto previamente por esta S., así como la excepción y privilegio
establecido en el artículo 90 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, que la
ejecución del embargo del buque Río Caroní, ciertamente ocasiona perjuicios irreparables a la
República, por cuanto conforme se expuso en la información enviada por la Capitanía de Puerto de
Ciudad Guayana del Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos e Insulares (folios 340 al 341), el
mismo presta un servicio de interés general, el cual no sólo tiene una incidencia sobre la Empresa
CVG Ferrominera Orinoco, C.A., sino que el mismo podría ocasionar daños al colectivo general, en
virtud de que la explotación del hierro podría afectar los intereses de la República en el extranjero y
degenerar en posibles demandas para el Estado, aunado al hecho de que el alquiler de un buque o
la compra de otro similar, generaría grandes costos a la Empresa los cuales podrían no estar
presupuestados.
Asimismo, se observa que la medida cautelar de prohibición de zarpe del buque, vulnera la
proporcionalidad de toda medida cautelar, ya que los costos de un buque fondeado genera unos
costos de mantenimiento mayores a los de un buque en movimiento, costos éstos los cuales podrían
degenerar unas pérdidas económicas carentes de contraprestación, por cuanto de resultar
infructuosa la demanda, la devolución de esos gastos extraordinarios se harían prácticamente
irrecuperables por la parte demandante en el juicio principal.
Aunado a ello, resulta necesario advertir y destacar la debida ponderación de intereses que debe
realizar todo juzgador en el momento de acordar y justificar una tutela cautelar, en virtud de que
éste debe equilibrar muy bien los intereses generales involucrados en la situación específica
respecto de los intereses particulares, a fin de no afectar la globalidad de los intereses públicos
supremos tutelados…
Adoptadas las previsiones del caso, el organismo correspondiente debe comunicar al Procurador o
Procuradora General de la República, quien a su vez debe informar al juez de la causa
Así las cosas, es evidente, que los buques son susceptibles de medidas
cautelares conforme al ordenamiento jurídico marítimo. La anotación de
la medida en el Registro Naval Venezolano (RENAVE), conferirá a su
titular la preferencia de ser pagado antes de cualquier otro acreedor con
excepción de los créditos privilegiados.
III
DISPOSITIVO DEL
FALLO
Por los razonamientos anteriormente expuestos, este Tribunal Superior
Marítimo con competencia nacional y sede en la ciudad de Caracas, en
nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la
Ley expresamente declara:
PRIMERO
CON LUGAR, el recurso ordinario de apelación interpuesto en fecha 26 de
enero de 2011, por la representación judicial de la sociedad mercantil
CARISBROOKE SHIPPING 6250 BV, en contra de la decisión dictada en
fecha 21 de enero de 2011, por el Tribunal de Primera Instancia Marítimo
con competencia nacional y sede en la ciudad de Caracas, mediante la
cual dicho Juzgado negó la medida cautelar de embargo preventivo del
remolcador HELIOS, en el juicio que por INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS Y
PERJUICIOS, sigue la sociedad mercantil CARISBROOKE SHIPPING 6250
BV, en contra de la sociedad mercantil REVENSA, REMOLQUES
VENEZOLANOS, S.A., en el expediente Nº 2011-000390, de la
nomenclatura interna del Tribunal de Primera Instancia Marítimo.
SEGUNDO
SE REVOCA la decisión dictada en fecha 21 de enero de 2011, por el
Tribunal de Primera Instancia Marítimo con competencia nacional y sede
en la ciudad de Caracas, mediante la cual dicho Juzgado negó la medida
cautelar de embargo preventivo del remolcador HELIOS, en el juicio que
por INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS Y PERJUICIOS, sigue la sociedad
mercantil CARISBROOKE SHIPPING 6250 BV, en contra de la sociedad
mercantil REVENSA, REMOLQUES VENEZOLANOS, S.A., en el expediente
Nº 2011-000390, de la nomenclatura interna del Tribunal de Primera
Instancia Marítimo.
TERCERO
SE ORDENA al Tribunal de Primera Instancia Marítimo con competencia
nacional y sede en la ciudad de Caracas, DECRETAR, en la forma indicada
en la motivaciòn de este fallo, el Embargo Preventivo del remolcador
HELIOS, Nacionalidad: Venezolana; Puerto de Registro: Puerto Cabello;
Matrícula: ADKN 4.056; Tipo de Buque: Remolcador de Puerto; Eslora:
28,10 metros; Manga: 8,97 metros; Puntal: 4,10 metros; Unidades de
Arqueo Bruto: 250,00; Unidades de Arqueo Neto: 70,00; Propietario:
REVENSA, REMOLQUES VENEZOLANOS, S.A. Y realizar las debidas
NOTIFICACIONES del decreto de dicha medida cautelar, tanto al Capitán
de Puerto de Puerto Cabello, como a la Oficina de Registro naval
correspondiente y a la Procuraduría General de la República conforme lo
establece el artículo 104 de la Ley de Comercio Marítimo, la Ley General
de Marinas y Actividades Conexas y el artículo 99 del Decreto con Rango,
Valor y Fuerza de Ley de Reforma Parcial del Decreto con Fuerza de Ley
Orgánica de la Procuraduría General de la República.
CUARTO
No hay condenatoria en costas de conformidad con lo previsto en el
artículo 174 del Código de Procedimiento Civil.
PUBLÍQUESE Y REGÍSTRESE
EL JUEZ,
F.B.C.
LA SECRETARIA
JENNYFER G.S.
En esta misma fecha, siendo las tres de la tarde (03:00 p.m.), se publicó,
se registró y se agregó al expediente la anterior sentencia.
LA SECRETARIA
JENNYFER G.S.
FBC/JGS/mfm
Exp. 2011-000273
Cuaderno Principal Nº 1
Sentencia nº RC.00475 de Tribunal Supremo de Justicia - Sala de Casación Civil de 20 de Julio de 2005
Exp. 2004-000643