Biografías de Filosofos
Biografías de Filosofos
Biografías de Filosofos
(Isla de Samos, actual Grecia, h. 572 a.C. - Metaponto, hoy desaparecida, actual
Italia, h. 497 a.C.) Filósofo y matemático griego. Aunque su nombre se halla
vinculado al teorema de Pitágoras y la escuela por él fundada dio un importante
impulso al desarrollo de las matemáticas en la antigua Grecia, la relevancia de
Pitágoras alcanza también el ámbito de la historia de las ideas: su pensamiento,
teñido todavía del misticismo y del esoterismo de las antiguas religiones mistéricas
y orientales, inauguró una serie de temas y motivos que, a través de Platón,
dejarían una profunda impronta en la tradición occidental.
Algunas fuentes dicen que Pitágoras marchó después a Babilonia con Cambises
II, para aprender allí los conocimientos aritméticos y musicales de los sacerdotes.
Se habla también de viajes a Delos, Creta y Grecia antes de establecer, por fin, su
famosa escuela en la ciudad de Crotona, una de las colonias que los griegos
habían fundado dos siglos antes en la Magna Grecia (el actual sur de Italia),
donde gozó de considerable popularidad y poder. La comunidad liderada por
Pitágoras acabó, plausiblemente, por convertirse en una fuerza política
aristocratizante que despertó la hostilidad del partido demócrata, de lo que derivó
una revuelta que obligó a Pitágoras a pasar los últimos años de su vida en la
también colonia griega de Metaponto, al norte de Crotona.
En los nueve libros que componen su obra, titulada Historias, Herodoto narró
detalladamente el decurso de las Guerras Médicas (Grecia frente al todopoderoso
Imperio persa), que terminaron con la victoria de los griegos sobre Darío el
Grandey su hijo Jerjes. Aunque un sentido moral y religioso orienta su relato, en el
que se intercalan frecuentes excursos descriptivos y etnográficos sobre los
pueblos bárbaros, ya la misma Antigüedad supo apreciar la novedad y el valor de
su obra, y otorgó a Herodoto el título de padre de la historia.
Cuando todavía era un niño, y con motivo de una revuelta contra Ligdamis en la
que murió Paniasis, tío o primo del futuro historiador, la familia de Herodoto hubo
de abandonar su patria y dirigirse a Samos. Allí pudo Herodoto tener un contacto
más estrecho con el mundo cultural jonio. Según la tradición, fue en Samos donde
aprendió el dialecto jónico en el que redactó su obra; pero los investigadores
modernos han comprobado que este dialecto era empleado también comúnmente
en Halicarnaso.
Es casi seguro que, poco antes del 454 a.C., Herodoto regresó a Halicarnaso para
participar en el derrocamiento de Ligdamis (454 a.C.), hijo de Artemisia,
representante de la tiranía caria que dominaba en aquella época la vida política de
la colonia. La siguiente fecha conocida con certeza de la biografía de Herodoto es
la de la fundación, en el 444-443 a.C., de la colonia de Turios, junto a las ruinas de
Síbaris. No se sabe si Herodoto formó parte de la primera expedición fundadora
(que dirigió Pericles), pero sí que obtuvo la ciudadanía de la colonia.
Algunos de sus biógrafos informan de que, entre esos diez años que median entre
la caída de Ligdamis y su llegada a Turios (454-444), Herodoto realizó viajes por
varias ciudades griegas, en las que ofrecía lecturas de sus obras; incluso se dice
que recibió diez talentos por una lectura ofrecida en Atenas, dato que hoy parece
bastante improbable, aunque manifiesta la buena acogida que tuvo Herodoto en la
ciudad.
Su estancia en la Atenas de Pericles le permitió contemplar el gran momento
político y cultural que vivía la ciudad: en Atenas, Herodoto pudo conocer
a Protágoras, abanderado de la revolución de la sofística, y a Sófocles, el gran
poeta trágico que tanto influiría en su obra histórica. También en la época previa a
la fundación de Turios Herodoto hizo aquellos viajes de los que nos habla en su
obra: se sabe que estuvo en Egipto durante cuatro meses y que, después, fue a
Fenicia y Mesopotamia. Otro de sus viajes le llevó al país de los escitas.
Con los bienes que le dejó su padre al morir pudo vivir modesta y austeramente,
sin preocupaciones económicas que le impidiesen dedicarse al filosofar. Se tiene
por cierto que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le
dio dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa
despectiva ante la actividad del marido y propensa a comportarse de una manera
brutal y soez. En cuanto a su apariencia, siempre se describe a Sócrates como un
hombre rechoncho, con un vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del
mismo modo que se le atribuye también un aspecto desaliñado.
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han
conservado casi completos. La mayor parte están escritos en forma dialogada; de
hecho, Platón fue el primer autor que utilizó el diálogo para exponer un
pensamiento filosófico, y tal forma constituía ya por sí misma un elemento cultural
nuevo: la contraposición de distintos puntos de vista y la caracterización
psicológica de los interlocutores fueron indicadores de una nueva cultura en la que
ya no tenía cabida la expresión poética u oracular, sino el debate para establecer
un conocimiento cuya legitimación residía en el libre intercambio de puntos de
vista y no en la simple enunciación.
La filosofía de Platón
Platón explicó el origen del alma mediante el mito del carro alado, que se
encuentra en el Fedro. Las almas residen desde la eternidad en un lugar celeste,
donde son felices contemplando las Ideas; marchan en procesión, cada una de
ellas sobre un carro conducido por un auriga y tirado por dos caballos alados, uno
blanco y otro negro. En un momento dado el caballo negro se desboca, el carro se
sale del camino y el alma cae al mundo sensible. Es decir, las almas se
encarnaron en cuerpos del mundo sensible por una falta de su aspecto
concupiscible (el caballo negro; el blanco representa el pasional o irascible), que la
razón (el auriga) no pudo evitar.
El alma, pues, se halla encarnada en el cuerpo por una falta cometida; de ahí que
el cuerpo sea como la cárcel del alma. La unión de alma y cuerpo es accidental (el
lugar natural del alma es el mundo de las Ideas) e incómoda. El alma se ve
obligada a regir el cuerpo como el jinete al caballo, o como el piloto a la nave. Sin
embargo, su aspiración es liberarse del cuerpo, y para ello deberá aplicar sus
esfuerzos a purificarse. Las almas que logren tal purificación regresarán al mundo
de las Ideas tras la muerte del cuerpo; las que no, irán a la región infernal del
Hades, donde, tras un período de tormentos (específicos para cada alma según
las faltas cometidas), se les permitirá elegir un nuevo cuerpo en el que
reencarnarse.
Ética y política
El hombre sólo puede conseguir la felicidad mediante un ejercicio continuado de la
virtud para perfeccionar y purificar el alma. "Purificarse -escribió en el Fedón- es
separar al máximo el alma del cuerpo." Dominando las pasiones que la atan al
cuerpo y al mundo sensible, el alma va desligándose de lo terrenal y acercándose
al conocimiento racional, hasta que, inflamada en el amor a las Ideas, logra su
completa purificación. Este amor a las Ideas es el sentido original del amor
platónico, muy distinto del que le daría la tradición literaria posterior y del que tiene
la expresión en nuestros días.
Practicar la virtud significa, ante todo, practicar la virtud de la justicia (dikaiosíne),
compendio armónico de las tres virtudes particulares que corresponden a los tres
componentes del alma: la sabiduría (sofía) es la virtud propia de la razón;
la fortaleza (andreía) de la voluntad ha de modular el alma pasional o irascible
hacia los afectos nobles; y la templanza (sofrosíne) ha de imponerse sobre los
apetitos del alma concupiscible. El hombre sabio será, para Platón, aquel que
consiga vincularse a las ideas a través del conocimiento, acto intelectual (y no de
los sentidos) por el cual el alma recuerda el mundo de las Ideas del cual procede.
Sin embargo, la completa realización de este ideal humano sólo puede darse en la
vida social de la comunidad política, donde el Estado da armonía y consistencia a
las virtudes individuales. El Estado ideal de Platón sería una República formada
por tres clases de ciudadanos (el pueblo, los guerreros y los filósofos), cada una
con su misión específica y sus virtudes características, en correspondencia con los
aspectos del alma humana: los filósofos serían los llamados a gobernar la
comunidad, por poseer la virtud de la sabiduría; los guerreros velarían por el orden
y la defensa, apoyándose en la virtud de la fortaleza; y el pueblo trabajaría en
actividades productivas, cultivando la templanza. De este forma la virtud suprema,
la justicia, podría llegar a caracterizar al conjunto de la sociedad.
Sin embargo, las ideas de Platón siguieron influyendo (por sí mismas o a través de
su discípulo Aristóteles) sobre toda la historia posterior del mundo occidental: su
concepción dualista del mundo y del ser humano (materia-espíritu, cuerpo-alma),
la superioridad del conocimiento racional sobre el sensible o la división de la
sociedad en tres órdenes funcionales serían ideas recurrentes del pensamiento
europeo durante siglos.
IDEAS FILOSOFICAS:
Hacia los treinta años, Pericles inició su carrera política dentro del partido
democrático de Efialtes y, cuando éste fue asesinado (461 a.C.), asumió su
dirección e hizo aprobar por la Asamblea de Atenas una serie de reformas que
acentuaban el carácter democrático del Estado ateniense, a pesar de la oposición
de la oligarquía.
Durante los primeros años del conflicto, se mostró muy efectiva la estrategia de
Pericles de evitar los enfrentamientos terrestres con el objetivo de librar los
combates decisivos en el mar, donde su flota era invencible, por lo cual cabe
pensar que el resultado final de la guerra habría sido diferente si Pericles no
hubiera muerto en el otoño del 429 a.C., víctima de la epidemia de peste que
asoló Atenas.
Su gobierno, por otra parte, coincidió con el momento de apogeo del pensamiento
y del arte griegos y, bajo su mecenazgo, Atenas se convirtió en el principal centro
de actividad cultural del mundo antiguo. Con la ayuda de su segunda esposa,
Aspasia, una culta e inteligente jonia, Pericles no sólo impulsó la celebración de
los cultos de Eleusis, símbolo del papel civilizador ateniense, y de los festivales de
las Panateneas, sino que también se rodeó de los más ilustres hombres de las
letras helenas, como los dramaturgos Eurípides y Sófocles, los
historiadores Herodoto de Halicarnaso y Tucídides o el filósofo Sócrates.
Asimismo, Pericles financió la construcción de la mayor parte de templos que
componen la Acrópolis, para cuya realización convocó a artistas tan destacados
como Calícrates e Ictinos, arquitectos del Partenón, el gran escultor Fidias, autor
de las esculturas y relieves que decoran este mismo templo, como el famoso Friso
de las Panateneas, y Policleto, quien supo expresar el ideal de la belleza física en
sus estatuas de jóvenes atletas, como el Doríforo. Por todos estos motivos, el siglo
V a.C. ha sido llamado «el siglo de Pericles».
Epicuro
(Isla de Samos, actual Grecia, h. 342 a.C.-Atenas, h. 270 a.C.) Filósofo griego.
Perteneció a una familia de la nobleza ateniense, procedente del demo ático de
Gargetos e instalada en Samos, en la que muy probablemente nació el propio
Epicuro y donde, con toda seguridad, pasó también sus años de infancia y
adolescencia.
Ésta, que recibió el nombre de escuela del Jardín, la fundó Epicuro en Atenas, en
la que se estableció en el 306 a.C. y donde transcurrió el resto de su vida. El
Jardín se hizo famoso por el cultivo de la amistad y por estar abierto a la
participación de las mujeres, en contraste con lo habitual en la Academia fundada
por Platón y en el Liceo de Aristóteles. De hecho, Epicuro se opuso a platónicos y
peripatéticos, y sus enseñanzas quedaron recogidas en un conjunto de obras muy
numerosas, según el testimonio de Diógenes Laercio, pero de las que ha llegado
hasta nosotros una parte muy pequeña, compuesta esencialmente por
fragmentos. Con todo, el pensamiento de Epicuro quedó inmortalizado en el
poema latino La naturaleza de las cosas, de Tito Lucrecio Caro.
El primer paso que se debe dar en este sentido consiste en eliminar aquello que
produce la infelicidad humana: el temor a la muerte y a los dioses, así como el
dolor físico. Es célebre su argumento contra el miedo a la muerte, según el cual,
mientras existimos, la muerte todavía no existe, y cuando la muerte existe,
nosotros ya no, por lo que carece de sentido angustiarse; en un sentido parecido,
Epicuro llega a aceptar la existencia posible de los dioses, pero deduce de su
naturaleza el inevitable desinterés frente a los asuntos humanos. La conclusión es
la misma: el hombre no debe sufrir por cuestiones que existen sólo en su mente.
La ética epicúrea se completa con dos disciplinas: la canónica (o doctrina del
conocimiento) y la física (o doctrina de la naturaleza). La primera es una teoría de
tipo sensualista, que considera la percepción sensible como la fuente principal del
conocimiento, lo cual permite eliminar los elementos sobrenaturales de la
explicación de los fenómenos; la causa de las percepciones son las finísimas
partículas que despiden continuamente los cuerpos materiales y que afectan a los
órganos de los sentidos.
En este sentido, el universo concebido por Epicuro incluye en sí mismo una cierta
contingencia, aunque la naturaleza ha sido siempre como es y será siempre la
misma. Éste es, para la doctrina epicúrea (y en general para el espíritu griego), un
principio evidente del cosmos que no procede de la sensación, y la contemplación
de este universo que permanece inmutable a través del cambio es uno de los
pilares fundamentales en los que se cimienta la serenidad a la que el sabio aspira.
Zenón de Elea
(Elea?, actual Italia, hacia 495 a.C. - id., hacia 430 a.C.) Filósofo griego. Es el
último representante, tras Jenófanes de Colofón y Parménides de Elea, de la
Escuela Eleática, así llamada por haber nacido o residido sus miembros en Elea,
antigua ciudad griega situada en la costa sudoccidental de la península itálica
(cerca de la actual Salerno).