Un Cahito de Tu Sueño PDF
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UN CACHITO DE TU SUEÑO...
KHALI PADRÓN
© Khali Padrón, 2006 Edita: Khali Padrón Depósito Legal: GC. 700-2000
Maquetación e impresión: litografía Saavedra y Cía., S.L. I.S.B.N.: GC. 84-611
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Para ti
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
Sonó el despertador. Abrí los ojos lentamente, como si me costara mil sacrificios
despegar los párpados. Había tenido una noche terrible. Las pesadillas no me habían
dejado descansar y sentía como mi cabeza daba bandazos sin haberla movido aún. Volví
a cerrar los ojos y respiré profundamente. De repente recordé donde me encontraba.
Giré la cabeza y allí estaba ella. Su rostro era dulce y emanaba tranquilidad, sumida en
un sueño relajante, con la felicidad que se muestra en el rostro cuando la mente se
desconecta del cuerpo. I Ha tenía esa facilidad. Dormía plácidamente en cualquier sitio
y a cualquier hora. Volví a cerrar los ojos y dejé que mi mente vagara y se perdiera por
los pasillos del recuerdo. Habían transcurrido nueve años desde la primera vez que la vi.
Me enamoré sin condiciones al primer instante... Uf, me estoy quedando dormida.
Creo...
-¡Hola Paula! Soy yo. ¿Qué haces esta noche?- el teléfono me había sobresaltado,
me latían hasta las sienes.
-¡Hola Eva! ¿Qué hora es?
-Son las doce de la mañana. ¿No me dirás que estabas durmiendo, verdad?
-¡Pues sí! Anoche salí a cenar con Ana y compañía y creo que tomé más copas de la
cuenta. Todavía no me he movido de la cama y tengo resaca.
-¡Anda ya! Eso es la edad, Paula. Desde que cumpliste los treinta crees ser adulta y
te tragas todo ese rollo de la vejez. ¡Venga, espabila! ¿Qué haces esta noche?
-Todavía no lo sé. Dame un poco de tiempo para recomponerme. Oye... ¿Dijiste
que eras Eva?
-¡No, soy su espíritu! Claro que soy yo. ¿En quién demonios pensabas?
-En nadie. Te digo que estoy resacada y aturdida. Hasta dentro de cinco horas no
recobraré el conocimiento. ¿Te importa llamarme después, bonita?
-Vale. Pero como salga el contestador me presento en tu casa y dejo el dedo
pegado al timbre hasta que revientes, ¿ok? Piensa mientras en lo de esta noche... ¡Ah!,
por cierto. No me llames bonita, sabes que odio esa expresión.
De acuerdo. Cuelgo ya, a ver si con una ducha salgo del trance. Llama después.
Adiós... bonita.
Sacando fuerzas de flaqueza me incorporé poco a poco hasta quedar sentada sobre
la cama. Los pies me pesaban una barbaridad. Me dolían todos los huesos y parecía
estar en una noria.
Muy despacito me levanté y fui a la ducha. Era la mejor forma de reanimarme.
Tenía que coger algo de tino porque conociendo a Eva no pasarían más de quince
minutos sin que volviera a llamar. El agua caía sobre mi cuerpo como una catarata a
presión. Esa sería la única manera de volver al mundo real. Salí del baño y fui a la
cocina a preparar un buen café. Estaba agotada. El día anterior había ganado un pleito
por suertes del destino, el abogado de la parte contraria no se había presentado, y para
celebrarlo fuimos de cena y copas. Yo realmente no sabía bien el motivo de dicha
celebración. Era mi primer juicio y lo había ganado sin que hiciera falta entablar una
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buena y locuaz disputa con el fiscal. Simplemente por una irregularidad, la posible
contienda se vino abajo. Pero mis clientes no pensaron igual. ¡Hala, de cena para
celebrarlo! Y hoy estoy pagando cara la juerguita. Creo que eran las siete de la mañana
cuando llegué y las ocho y cuarto cuando por fin logré meter la llave en la cerradura y
entrar en mi casa.
-¿Diga?...
-¿Paula?... ¿Ya saliste del coma?
-Eva, cualquier día...
-No le molestes, no, que ya estoy curada de espanto en lo que concierne a ti.
Ahórrate los insultos... ¿Qué, sabes lo que vas a hacer esta noche?
-¿A qué viene tanto interés, me invitas a cenar acaso?
-¡Deberías invitar tú, que ya eres una picapleitos profesional! Además tenemos que
celebrar tu primer juicio y tu primer triunfo.
-¡Déjate de tonterías! Casi no me dejaron hablar... bueno, ¿Qué pasa esta noche?
-Nos vamos a reunir un grupo de amigas. Iremos a cenar, a tomar unas copas y
acabaremos en “Kronos”. ¿Te apetece?
-No lo sé, Eva. Quiero estudiar un caso que me ha pasado el bufete de Miguel.
Andan saturados de trabajo y no pueden con todo. La vista preliminar es el próximo
martes y aún no sé ni el nombre de mi cliente.
-Oye, oye... déjate de estudios, lamentaciones y demás peroratas y estate preparada
a las nueve y media. Pasaremos a recogerte sobre esa hora, ¿vale?
-Venga lo hago por ti, ¿eh? Porque eres un verdadero coñazo y me lo vas a recordar
el resto de mi vida. Por cierto, ¿quiénes vamos?
-¡Ah! Es una sorpresa. No preguntes más. Luego te veo.
-¡Eva... Eva!.... - había colgado.
A Eva la conocía hacía más de diez años. Era casi imposible lidiar con ella. Tenía
un carácter abierto y dicharachero. Era dueña de una pequeña empresa dedicada al
mundo del arte y se tomaba la vida según le venía. Lo que más admiraba de ella es que
pocas cosas la alteraban. Nos conocimos en el instituto y enseguida conectamos,
pasamos toda nuestra adolescencia juntas. ¡Cuántos recuerdos teníamos!
Casi eran las nueve y media y todavía no había decidido que ponerme cuando sonó
el timbre de la puerta.
Nos están esperando en el coche. Tenías que estar ya preparada. ¡Date prisa por
Dios!
-¡Es que no sé qué ponerme! Ni siquiera me has dicho dónde vamos a cenar. ¿Cuál
es el misterio?
- Ponte cualquier cosa. Sabes que todo lo que te pongas te sentará bien. Venga...
¡Acaba ya!
-Si me das prisa me entorpezco y lo sabes... Espera un momento, ya casi estoy.
-Rápido, que me vas a hacer quedar mal.
-Por cierto, ¿quiénes son esas amigas con las que voy a compartir tan apresurada
velada?
-A Inés ya la conoces. ¿Te acuerdas de ella? Estaba con nosotras en clase, allá por
los años treinta y hace siglos que no la veía. Anteayer pasó por la galería y nos
reconocimos al instante. Empezamos a recordar lo bien que lo pasábamos y decidimos
continuar con la conversación en otro lugar más distendido. Así que quedamos en ir hoy
a cenar. Se acordaba de ti y me preguntó. Le conté que te habías licenciado, que eras
una buena abogada y que te alegraría saber que todavía se acordaba de tus paridas.
-Ya estoy lista... ¿Nos vamos?
Eva hizo un gesto de disgusto y me invitó a salir. Apresurada cogí las llaves y pulsó
el botón del ascensor.
Eva tenía un viejo Ford que se negaba a cambiar bajo ninguna circunstancia. Decía
que tenía muchos y buenos recuerdos en aquel coche y que sólo se desprendería de él
cuando quedara algo irreparable por falta de repuestos. Había gastado tanto en
mecánicos que podía haberse comprado un Jaguar.
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-¡Venga, Paula! Sube atrás y deja a Inés delante. Por una vez voy a cambiar de
copiloto.
-Paula, ella es Andrea. Comparte el piso con Inés y esta noche es la primera vez que
sale de marcha en la ciudad. Es cordobesa y hay que procurar que se sienta aquí tan a
gustito que no quiera marcharse.
-¿Qué tal, Paula? Inés te ha contado en un momento lo que pensaba hacer yo
durante toda la noche. Así que., ya no sé qué decir.
-¡Oh! No te preocupes, es así de espontánea. Le encanta saberlo todo de todos y lo
peor es que lo cuenta.
-Y... ¿Qué hace una cordobesa por estos lares? ¿Estudiando quizás? -el corazón me
latía tan fuerte que temía que pudieran oírlo. Había algo en aquellos ojos que me
envolvían y no sabía el porqué.
-No. Trabajo en una entidad financiera y me han destinado a Las Palmas. Llegué
ayer y apenas conozco nada. Suerte que Inés vive aquí. Nos conocimos en un viaje a
Italia, en un tour de esos organizados. Entablamos conversación y disfrutamos de los
espaguetis juntas. Cuando supe que me trasladaban la llamé y aquí estoy.
-Pues has tenido suerte de que Inés disponga de sitio. Aquí los alquileres están por
las nubes. No sabes lo que piden por cualquier cuchitril.
-Algo de eso me comentaron antes de llegar a la isla. Muy buen clima, buena gente,
playas, mucho sol,... pero la vida algo cara. Supongo que será cuestión de
acostumbrarme. De todas maneras el lunes iré a alguna agencia para que me busquen
algo. Pequeño, pero coqueto y luminoso.
-Creo que donde vivo se queda un apartamento libre dentro de poco. El casero es
buena gente y yo me llevo muy bien con él. Quizás si le comentara que eres una
ejecutiva de buen ver y que eres pariente lejana, podría conseguir que te lo alquilara a
un precio asequible.
-Te lo agradecería mucho, Paula. Siempre es positivo tener a gente conocida donde
una vive. Nunca se sabe si te hará falta ayuda.
-Pues no se hable más. El lunes se lo comento y ya veremos lo que pasa.
-¡Oíd chicas!... -Inés había tomado otra vez la palabra, ¿qué os apetece cenar?
Italiano, chino, carne, pescado, verdura, comidas light...
-¡Eh, que si yo como light me lleva el viento! ¿Qué tal un buen solomillo? - a Eva
la comida light le daba grima.
-Pues si estamos todas de acuerdo, vamos a "La Guaira" Andrea, tendrás
oportunidad de probar las famosas papas arrugadas con mojo. Ya verás, ya. Prohibido
chuparse los dedos… eh? Y esto va por ti, Paula.
-Pues mira por donde, lo último que pensaba yo era que ni segundo día de estar
aquí me iba a dedicar a coger kilitos. Porque eso engordará, ¿no?
-¡Qué va! Además con el tipazo que tienes, dudo mucho que le afecten las calorías
que consumes.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-No creas Paula. Esta cinturita me ha costado muchos sacrificios. En Córdoba gusta
mucho el pincho antes de comer y yo tuve que suprimirlo de mi dieta. Si no lo llego a
hacer, hoy tendría las cartucheras tan grandes que cabrían dos pistolones en lugar de
pistolas.
Sin damos cuenta, habíamos llegado a Las Medianías. Era un lugar un poco
apartado de la ciudad de Telde. Tenías que saber bien el camino o no llegarías, pero
valía la pena desplazarte desde la capital. El solomillo a la pimienta que servían, los
entrantes y el ambiente que tenía el restaurante, eran suficientes motivos para ir tan
lejos. Bueno... tan lejos no era.
La cena resultó perfecta. Andrea se quedó entusiasmada con el sitio, la comida
había sido excelente. Estaba sumida en la típica charla de sobremesa cuando noté, otra
vez, esos ojos clavados sobre mí. Empezaba a incomodarme cuando sentí que alguien
me daba pataditas por debajo de la mesa. Miré hacia Eva y con sutiles gestos me hizo
una señal. Aquello lo usábamos frecuentemente en nuestra época de instituto. Ya casi
no me acordaba de su significado. Eva intentaba decirme que había causado en Andrea
un efecto más allá de la simple curiosidad. Según ella, aquello siempre se notaba. Ya
habíamos discutido muchas veces por ese motivo. Se me hacía muy difícil pensar que
con sólo una mirada o un gesto, pudieras conocer las tendencias sexuales de alguien.
Era como llevar un cartel en la frente y las personas no éramos escaparates.
-¿Pedimos la cuenta? -Inés que era muy suspicaz, acababa de romper el gélido
ambiente que se había creado.
-Bien, pero la dividimos entre tres. Andrea, hoy estás invitada.
-¡Oh, no! Os lo agradezco pero puedo y quiero pagar mi parte.
-De eso nada -contestó Inés - Es una costumbre que tenemos en la isla. El que viene
de fuera, la primera vez no paga. Así que no protestes.
-Gracias... creo que me adaptaré antes de lo esperado.
Nos disponíamos a subir al coche, cuando Eva le dijo a Inés que quería volver a
recuperar a su copiloto.
-Ahora le toca a Paula delante. Ella siempre tiene la mano preparada para coger el
volante por si me despisto. Cada vez que tomo vino, me entra sueño. Pero es sólo un
rato, me despejo enseguida.
-Eva, si no estás en condiciones conduce otra. Anda, deja sitio a Paula.
-¡De eso nada! Mi Ford sólo camina cuando soy yo la que manejo. De resto, ni se
mueve.
-Pues venga, ponte en marcha. A este paso la que se quedara dormida seré yo.
Nos estábamos acercando a Las Palmas y por el camino habíamos decidido ir a
tomar unas copas al bar de unas amigas. Yo al principio era contraria. No quería que
Andrea se sintiera incómoda, pero por lo visto Inés ya le había dicho la movida que
había en el bar. Así que llegamos al “Baroa”.
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-¡Hola, ¿qué tal chiquillas?! -la que saludaba era Laly. Una de las dueñas - pensé
que ya no venían.
-¡Pues claro que venimos! Además hay una nueva amiga en el grupo y estamos
enseñándole un poco la ciudad y el buen ambiente de Las Palmas.
-Hola soy Laly, ¿y tú?...
-Mi nombre es Andrea.
-Has dado con la gente más sana de isla. Pero no te fíes, Qué aun así acabarán por
chiflarte como ellas. ¿Qué?... ¿A qué he hecho buena presentación? -dijo mirándonos
-Laly, te juro que vamos a cambiar de bar. Ya la estás asustan do. Andrea, espera a
que empiece a hablar del zodiaco... Es su mayor droga. Así que no le digas tu
horóscopo, ¿vale?... Laly, eso es para que te vayas ejercitando.
-No te preocupes. A lo largo de la noche lo descubriré... ¿Qué van a tomar?
Pedimos las copas y nos fuimos a sentar a la parte trasera del bar. Estaba lleno,
como todos los sábados y la única mesa libre que quedaba la ocupamos nosotras.
te aburres. Al ser una isla no hay mucho que ver. Además, cuando pasen los dos años,
pides traslado y punto.
Miré a Eva y le hice señas para que me acompañara al baño. Sin pensarlo dos veces
se levantó y salió fuera.
-Discúlpenme chicas. Se ve que necesita aire, aquí hace mucho calor. Enseguida
volvemos.
-¿Qué es lo que pasa Eva? ¿A qué viene todo esto? Primero me levantas de la cama,
me das la vara para que salga... me sacas de mi casa prácticamente en volandas, me
sientas al lado de Andrea y me haces señas de que es entendida... me la metes por los
ojos y de buenas a primeras cambias de actitud, te pones irónica y deseas que pase el
tiempo para que se largue de una vez.
-¿Qué es lo que te ocurre?
-Lo siento, Paula. Pensé que podía soportarlo pero no puedo. Creí que cuando
vieras que había alguien nuevo en el grupo, pensarías que quizás cabía la posibilidad de
que yo estuviera con ella y así, te pondrías celosa. Pero la que tiene un ataque de celos
soy yo
-Escúchame bien, Eva. Hemos hablado muchas veces ya de esto... aquello fue un
bonito error. Confundimos la amistad con el amor y lo segundo casi acaba con lo
primero. ¿No crees que estamos mejor así? Ya casi han pasado seis meses, Eva. Nos
llamamos, salimos juntas, somos cómplices de nuestras cosas y lo que es mejor... ¡No
discutimos! ¿Por qué vuelves con esto otra vez?
-Porque te quiero, Paula. Porque el tiempo pasa y yo no olvido. Porque cuando te
veo, el corazón quiere salírseme del pecho. Porque me desespero si te llamo y no estás
en casa. Porque sueño contigo y porque no puedo dejar de sentir tus caricias y tus besos
en mi piel. Porque te necesito...
-¡Dios!.... llevas seis meses haciéndome creer que lo tenias superado. Me has estado
engañando continuamente. Creí que estábamos de acuerdo cuando lo hablamos, cuando
decidimos dejar la relación. ¿Por qué me mentiste?
-Perdóname, no quería hacerte daño. Pensé que aquello se te pasaría y que acabarías
volviendo conmigo. Desde entonces has estado sola y yo mantenía vivas mis
esperanzas. Pero he visto esta noche como te mira Andrea y también como la miras tú a
ella. Te conozco y sé que algo bulle en tu interior. Por favor, no te dejes llevar por la
novedad ahora que sabes que nunca he dejado de quererte... y que nunca lo hare.
-Eva por favor, no digas disparates. Andrea se está acoplando al grupo y no tengo
más intención con ella que la de intentar que lo pase bien y se sienta a gusto. ¡Estás
sacando las cosas de quicio!
-¡Te conozco, Paula! Eso es lo que tú quieres creer, pero no es la realidad. Te lo veo
en los ojos... algo está pasando en ti.
-¡Por Dios! Seguro que estás atravesando alguna crisis o algo así. Es absurdo que
tengas celos. Primero porque sabes que con Andrea no hay absolutamente nada,
segundo, porque tú y yo sólo somos buenas amigas y tercero porque estás sacando las
cosas de madre y no estoy dispuesta a que me des la noche. ¿De acuerdo?
-De acuerdo... ¡Paula... te quiero!
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Volvimos dentro y enseguida noté la mirada de Inés clavada sobre mí. No era tonta.
Sabía lo que habíamos estado hablando Eva y yo. Conocía los detalles de nuestras
incursiones amorosas, y debía sospechar lo que yo nunca habría imaginado. Que Eva
aún me quería. Nos sentamos y durante un rato nadie se atrevió a tomar la palabra. El
aire se podía cortar. De repente Eva exclamó: -¿Nos vamos ya al Kronos? -Inés pareció
sobresaltarse, no esperaba que alguien calentara tan pronto el ambiente.
-Aún no -contestó- Acabemos las copas con tranquilidad que por lo menos hasta las
tres de la mañana aquello no se pone a tope. Si vamos ahora, estaremos nosotras y los
cuatro incondicionales... Además no tengas prisa, tenemos toda la noche. Sigue
contándonos, Andrea.
-No hay mucho más que contar. Básicamente lo sabéis todo, pero yo no sé mucho
de vosotras. ¿Quién me pone al día?
-Bueno, modestamente yo soy un genio del arte -exclamó Eva entre risas-. Tengo
una galería en el centro y las cosas no me van del todo mal. Sobrevivo a las
adversidades y me paso el día discutiendo con los marchantes sobre el precio de las
obras. En fin… después de todo creo que me va bien.
-Tu profesión debe ser muy interesante. En cambio la mía siempre trabajando con
un montón de dinero que no es tuyo
-¿Nunca has sentido la tentación de...?
-¡Pues claro! Como en la película esa, la tentación vive arriba, en tu cabeza. Pero
sólo pensar en las consecuencias se te quitan las ganas. Más vale tener poco y vivir
tranquila que tener mucho y no saber dónde meterte. O esa es mi forma de ver las cosas.
-Es lo correcto -puntualizó Inés.
-Y de tu vida... ¿Qué hay? -preguntó Andrea.
-Pues lo de siempre. Toda la santa mañana en la universidad, aguantando a posibles
noveles de literatura. Aunque los alumnos que me han tocado este año lo tienen difícil.
Han llegado sin la suficiente preparación académica y no sé cómo voy a inculcarles
todos los conocimientos que necesitan saber... ya veremos. Del resto siempre igual, por
las tardes preparando lo del siguiente día y así, semana tras semana. Mi vida no es tan
entretenida como la de ustedes.
-Pues a mí me parece alucinante. Conoces a mucha gente y debe haber mil
caracteres con mil personalidades diferentes. Es una forma de estudiar psicología sin
haber estado en la facultad -comentó Andrea.
-Mirándolo desde ese punto de vista, llevas razón. Pero también tiene un montón de
inconvenientes. Muchos alumnos quieren acapararte dentro y fuera de clase y eso
agobia muchísimo. Hay veces que me dan ganas de cerrar la puerta y no volver más. Si
no fuera porque mi trabajo en sí me apasiona, hubiera tirado la toalla hace tiempo.
-Ya ti Paula... ¿Qué tal te va? Ya me dijeron que eres una abogada de éxito.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-No creas todo lo que te dicen, Andrea. Me licencié en derecho y trabajo por libre.
De vez en cuando Miguel, un compañero de la facultad, me pasa algún caso que otro y
con eso vamos saliendo adelante.
-¿No piensas montar tu propio bufete?
-¡Claro que lo pienso! Pero cuesta un dineral y en este momento no dispongo de
suficiente liquidez como para eso. Más adelante.
-¿Por qué no te asocias al bufete de Miguel? - inquirió Eva.
-Porque el día en que me decida será sólo mío. Con Miguel hay dos abogados más
y están todo el día a la greña. Es un follón tener socios. Nunca están de acuerdo y
normalmente te encasillan en determinados casos y nunca avanzas. Lo mejor es ser
independiente y trabajar para ti, sin tener que rendir cuentas a nadie. De hecho, Miguel
tiene pensado independizarse en un par de años. Ya ves, todo el mundo quiere trabajar
por libre. Ahora mismo, ese también es mi objetivo.
-Bueno, lo que importa es que te sientas a gusto con lo que haces.
-Me gusta esta ciudad. Las tres de la mañana y cuatro mujeres solas paseando por la
calle tan tranquilas. Esto en ciertas partes de Córdoba es impensable.
-Bueno, tienes que tener en cuenta que estarnas en el puerto y aquí normalmente la
gente sale a divertirse. Pero no creas que por ello no hay cierto peligro. Según por qué
zonas vayas puedes llevarte un susto.
-¡Hala, fuerte imagen estás dando de tu capital, bonita! protestó Eva.
-¡Paséate tú por ciertas zonas a ver si te atreves! repliqué.
-¡Vale ya! -increpó Inés- A ver si por pasear ahora por calles supuestamente
dudosas, nos van a amargar la noche. Venga todo el mundo adentro. Ya hemos llegado.
“Kronos” estaba a tope. Caras y más caras se confundían con las luces que
emanaban de la pista de baile. Era difícil distinguir rostros familiares hasta que casi
topabas con ellos. Los locos daban la sensación de que girabas sobre el mismo punto y
debías poner cuidado en donde pisabas. Realmente estaba atestado de gente.
A trancas y barrancas llegamos a la cabina del disjo-ckey Al margen de pinchar la
música, también ejercía de guardarropa. Dejamos los abrigos, si a unas chaquetas y
cazadoras se les denomina abrigos, y nos ubicamos al lado de una pequeña barra que
había cerca de la pista. La gente bailaba al son del ritmo que imperara en ese momento.
Facciones complacidas por la música y el alcohol se movían imparables, sonrientes,
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relajadas con el ejercicio. Enseguida vino el camarero a tomamos nota. Pedimos las
copas, casi a gritos, y Andrea fue a bailar a la pista seguida de Eva.
-Eva está mal. Pauta. A lo mejor no te has dado cuenta, pero ya no es la misma.
Está...
-¿Mal? ¡No he dejado de verla en todo este tiempo, Inés! Hemos salido juntas al
cine, a cenar, de copas... admito que un par de veces hemos hablado del tema, pero
nunca le he mentido con respecto a mis sentimientos y ella ha parecido quedar
satisfecha. Hasta hoy, claro.
-Paula, Eva necesita nuestra ayuda. Necesita toda la ayuda que se le pueda dar.
-¿Y de qué forma crees tú que puedo ayudarla? Hasta hace unas horas vivía
ignorante de lo que se cocía a mí alrededor. Ahora me encuentro con que la que creía
que era una de mis mejores amigas, no tiene claro la relación que mantenemos y lo que
pensé que era un encuentro con una compañera que hace años que no veo, es una
encerrona. ¿No crees que la que ahora necesita ayuda soy yo? ¿Cómo piensas que me
puedo sentir?
-Paula, tú eres una persona inteligente. Con eso no quiero decir que Eva no lo sea,
pero tú eres más fuerte. Sabes lo que quieres y lo que no. Tienes tu vida encaminada y
eres resuelta en tus decisiones. Creo sinceramente que lo tienes mucho más fácil.
-¡Ya! Ahora soy yo la mala, la culpable de todos sus problemas, la bruja de la
película...
-Hay que ayudarla, Paula. Tenemos que encontrar la manera de hacerlo. Si continua
así acabará volviéndose loca. Me tiene muy preocupada.
-Inés, no pensé que tuviera que dar explicaciones y menos a ti sobre este tema. Yo
la quiero, pero no de la forma en que ella quiere que la quiera. En su momento sentí
algo especial, pero acabé dándome cuenta de que esa relación sólo iba a entorpecer
nuestra amistad. Nos pasábamos el día discutiendo y raramente nos poníamos de
acuerdo en algo. Al final, la situación se tornó insoportable.
-Pues para ella, fue el mejor año de su vida. Además...
-¡Pero bueno! ¿Se acabó el hacer de buenas anfitrionas?... I nosotras nos tendrán
que recoger con palas y en cambio vosotras estáis tan frescas. ¡Venga!... Venid a bailar -
dijo acercándose Andrea…
-Vale, vale. Ya vamos... ¡Animo Paula, amover el esqueleto!
La música retumbaba por todos lados. La gente se movía como podía, porque había
tal cantidad de personas que aquello era pechito con pechito y culito con culito. Eva
pareció mirarme con ironía, pero supuse que lo hacía porque se encontraba bailando al
lado de Andrea. La música continuaba golpeando mis oídos y entonces, al terminar
aquella batucada, el disjockey decidió pinchar música de la que nosotras llamábamos
“chinchosa”. Boney M, la banda sonora de “Grease”, Gloria Gaynor, Villagc People,
Mónica Naranjo... A los primeros compases de esta última, Eva se fue acercando a mí.
Creo que el título era “Desátame” o algo parecido. Se puso a mi lado y empezó a
rozarme mientras bailábamos. Normalmente le hubiera seguido el juego, pero ahora no
estaba la historia como para andar con boberías. Sutilmente me fui alejando y topé de
frente con Inés.
Sin enteramos, Eva estaba otra vez a nuestro lado. Me giré frente a ella y seguí
bailando. Sus ojos me atravesaban el alma y su mirada era cálida y sensual. Resultaba
curioso, pero nunca antes hubiera reparado en ello. Pero ahora era todo diferente. Se
acercó más a mí y me susurró algo al oído. No pude escuchar lo que decía pero el suave
beso que me dio, sí que lo sentí. Me estremecí. Hacía mucho tiempo que nadie
susurraba y besaba mi quinto sentido. Debió de notarlo en la cara, porque volvió a
hacerlo. Me sentía incapaz de rechazar esas muestras de cariño, así que dejé que
continuaran. Se colocó por detrás y rodeó mi cuello con sus brazos. Sus pechos se
pegaron a mi espalda y podía sentir a través de la ropa, el calor que desprendía su
cuerpo. Sin apenas despegarse, bajó lentamente sus manos hasta mi cintura, hasta mis
caderas y apretó con sublime suavidad mis nalgas contra su pelvis. Así bailamos hasta
que terminó la canción.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-¡Eh chicas! Creo que yo me retiro -la música apenas dejaba escuchar mis palabras.
-¿Cómo?... ¡No te entiendo! Acércate, no voy a estar dando gritos hasta quedar
afónica.
Eva miró a Andrea con ojos endiablados. Suerte que ésta estaba de espaldas
recogiendo el abrigo y no se percató de su furia. Indudablemente, lo de ir a desayunar en
otras ocasiones no le había hecho ninguna gracia. Pero no sé porque motivo, me pareció
que Andrea hablaba en serio.
-Inés, las dejo a ustedes primero, ¿vale? Después sigo y dejo a Paula.
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-¿No es más fácil hacerlo al revés? De lo contrario tendrás que dar una vuelta
enorme. Nos coge de camino mi casa, así no tendrás que desviarte tanto.
Eva hizo caso omiso a mis palabras. Tomó otra ruta y se obligó a alejarse tanto de
donde yo vivía, que ahora resultaba mejor dejar a Inés y a Andrea primero. Cuando
llegamos, ambas insistieron en que subiéramos a tomamos un café, pero ni Eva ni yo
hicimos intenciones de aceptar la invitación. Yo sólo quería llegar y tumbarme en la
cama a dormir a pierna suelta. Necesitaba todos mis sentidos perfectamente recuperados
para cuando me levantara.
-¡Paula, no olvides hablar con tu casero! Te estaría muy agradecida- gritó Andrea
desde el portal.
-¡No te preocupes, lo haré hoy mismo! Mañana te llamo y te cuento lo que hay,
¿vale? ¡Hasta pronto Inés, ya nos veremos!
-¡Chao Paula! Me pondré en contacto contigo.
-¡Buenas noches! -dijeron.
-¡Buenas noches! - contestamos.
Ahora quedaba un trecho largo hasta llegar a mi casa. Eva no había abierto la boca
desde que nos quedamos a solas. El viejo Ford, que casi nunca corría más de ochenta
kilómetros por hora, se había puesto las pilas y deduje que debíamos ir a más de cien.
-Eva por favor, vete un poco más despacio. Prefiero llegar unos minutos después
que no llegar nunca.
-Lo siento. Inés dijo que estabas agotada y querías descansar. Sólo pretendía llegar
lo antes posible, perdona.
-De acuerdo. Gira ahora a la derecha y tomemos un atajo, en dos minutos habremos
llegado.
Ya en la puerta y cuando creía que Eva iba a arrancar, se bajó del coche. Se acercó
a mí y sin pensarlo dos veces me dio un beso en los labios.
-¿Puedo pasar aquí la noche? No me apetece seguir sola hasta mi casa. Además me
encuentro algo mareada y no quisiera coger el coche de esta manera. Igual como voy
sola, me quedo dormida.
-No creo que estés tan pasada. Venga, vete ya que si te amorriñas es peor.
-¡Que no, que es en serio! Necesito descansar un rato. Se me ha bajado la
adrenalina, estoy desganada y tengo algo de sueno No quiero coger el coche así. ¿Puedo
subir?
-¡Hala, sube! No quiero tener remordimientos si te pasara algo. No sé cómo te las
arreglas, pero siempre acabas haciendo lo que te la gana. Date prisa antes de que me
arrepienta.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
Subiendo en el ascensor, sentí que estaba haciendo mal a pesar de todo. De alguna
manera sabía lo que pasaba por la mente de Eva en aquellos momentos. No me acababa
de creer que se encontrara en tan pésimas condiciones como para no poder llegar sola a
su casa. La había visto muchas veces “contentilla” y su dominio al volante era perfecto.
Algo me decía que esa noche, tampoco iba a descansar. Quizás eran imaginaciones
mías, quizás estaba predispuesta a esos pensamientos debido a mi conversación con
Inés. De todas formas, no iba a permitir que Eva volviera a sacar el tema otra vez a
debate. Por esa noche, ya había tenido suficientes emociones.
El ascensor llegó a su destino. Cualquier día me quedaría trabada en él. Tenía tantos
años como el edificio y desde que yo vivía allí, nunca había visto a un técnico
revisándolo. Cuando menos lo esperara, me vería obligada a subir por la escalera.
Aquello se estaba cayendo de puro uso.
Me costó abrir la puerta. Debí olvidarme de cerrar la ventana y la corriente creada
hacía fuerza al intentar abrirla. Entramos y efectivamente, la ventana estaba abierta.
Me quité los zapatos por el camino y dejé que mi cuerpo se tirara sobre el sofá de la
sala de estar. ¡Estaba hecha polvo! Eva parecía estar más animada, como había supuesto
yo y se dispuso a preparar café. No me apetecía demasiado pero por no discutir, lo
acepté. Aquello cayó en mi estómago como una bomba Me sentía pesada y me entró un
calor inesperado por el cuerpo. Debía ser que el café estaba poco menos que hirviendo.
Opté por ducharme, así acabaría relajando mis músculos hasta quedar inservibles. Sí,
eso es lo que haría.
-Ya sabes dónde están las sábanas. Yo me voy a la ducha, no puedo más.
-¿Qué sábanas? ¿No has hecho la cama?
-La mía sí, pero la del cuarto de invitados está por hacer. Sólo tiene puesta la
colcha, debajo no hay nada. Pon tu misma las sábanas que ya voy derechita al baño.
Abrí el grifo y tuve la tentación de poner el tapón y darme un baño de espuma, pero
seguramente habría acabado quedándome dormida sumergida en el profundo bienestar
que eso conlleva. No, lo haría en otro momento. El agua caía sobre mi pelo dejando que
resbalara por los hombros para acabar mojando todo mi cuerpo. Indudablemente,
después de aquello dormiría como una bendita.
Inconscientemente descorrí la cortinilla del baño y cogí la toalla. Eva estaba justo
frente a mí, desnuda, como esperando a que yo saliera a su encuentro.
poco de sexo? Después de todo, te prometo que ninguna de las dos dejará embarazada a
la otra...
-¡Deja de decir estupideces, sabes que no se trata de eso!
-¿De qué se trata entonces?
-¡Pues que no me parece bien que vayamos a hacer el amor cuando verdaderamente
entre nosotras, sólo hay una bonita historia de amistad... o eso creo!
-Lo cortés no quita lo valiente. Somos humanas y tenemos apetencias sexuales,
como todo el mundo.
-¡Ya! ¡Pero no me parece bien hacer el amor con mi mejor amiga! Yo quiero hacer
el amor cuando esté por lo menos ilusionada con mi pareja.
-Deja lo correcto a un lado. Eso no tiene nada que ver. Además no me niegues que
antes, cuando bailábamos, no te gusto lo que hicimos.
-¡Pues no me gustó! Fue de mal rollo por tu parte.
-¡Eso es mentira! Sentí el calor de tu cuerpo, noté tus músculos tensos esperando un
respiro. Si llegamos a estar solas te hubiera hecho el amor allí mismo, créeme. Y no te
hubieras resistido
-Creo que ya está bien. Déjame espacio que salgo, me voy a acostar. Buenas
noches.
Decididamente había sido un error permitir que Eva pasara la noche en mi casa. No
sabía la forma de parar aquello. Pero fuera como fuese, lo peor de todo es que sabía
perfectamente lo que hacer para despertar mis instintos sexuales. Y en ese momento no
quería. Después de saber lo mal que lo estaba pasando, no debía darle ningún tipo de
esperanzas y entre ellas también se encontraba el sexo. Podía confundirse en algún
momento y yo no quería que eso pasara. No quería... No.
Me metí en la cama y me acurruqué. Era reconfortante el calor- cito que se
experimentaba allí metida. Además, el cansancio me estaba derrotando. La ducha había
sido todo lo efectiva que había imaginado. Me di la vuelta y me dormí. Desconectada.
Soñaba que alguien acariciaba mi espalda. No podía ver su rostro, pero aquello no
era ningún deseo preciso. La sensación de las caricias se extendían por todo mi cuerpo.
Una mano recorría mi cuello, mis hombros, jugaba con mi pelo, bajaba por el torso
hasta llegar a mi cintura y seguía bajando hasta mis nalgas, mis muslos, mis pies. Mi
cuerpo respondía ante cada una de esas caricias. Parecían reales. ¿Estaba soñando?... No
sin cierta resistencia abrí los ojos.
-¿Qué crees que vas a sacar con todo esto? -Mi voz flaqueaba
-Nada. Simplemente voy a amarte. Yo lo necesito y tú lo deseas. No te pido ningún
tipo de compromiso. Sólo déjate llevar...
En el fondo y aunque me costara admitirlo, Eva tenía razón. Sus caricias habían
conseguido excitarme. Después de tanto tiempo, creo que cualquiera lo hubiera hecho.
Pero yo no me iba con cualquiera. Si era una mujer adulta, como tal iba a comportarme.
Allá cada cual mañana con sus pensamientos. Hoy y después de mucho tiempo, iba a
pensar en mí. Sí, le haría caso. Me dejaría llevar.
-Haz lo que quieras -contesté - Supongo que lo harás de todas formas.
Eva tenía y ponía arte en lo que hacía. Acariciaba con la suavidad de la que es una
experta en obras exquisitas. Yo continuaba boca abajo. Me estaba dejando llevar. Eva se
arrodilló con delicadeza, mucha delicadeza y se dejó caer sobre mis pantorrillas. Sus
manos se deslizaban por toda mi espalda. Sus suaves besos recorrían mi torso con
extremada ternura. En esa posición, notaba como mi corazón galopaba fuertemente. Eva
estaba consiguiendo que la excitación fuera cada vez mayor, más intensa.
Instintivamente, me giré boca arriba. Ella pareció desconcertarse. Creo que hubiera
preferido estar un ratito más en aquella postura. Pero yo quería verle la cara. Quería ser
consciente de todo.
Quería...
Eva acariciaba mis pechos. Jugueteaba con mis pezones y besaba mi estómago.
Sabía cómo hacer crecer mi absoluta excitación Y obviamente, lo estaba logrando.
Deseosa, como una leona en celo, la busqué con mi boca. Y ella respondió. Su beso era
ardiente y a la vez pasional. Su lengua se mezclaba con la mía dejando en mí la más
grata de las sensaciones. Su boca era maravillosa. Y Eva era consciente de ello. Bajó
hasta mis pechos y los besó. Mordía y lamía mis pezones como si fueran el mejor
manjar de su vida. Yo me encontraba en el séptimo cielo. Siempre me había gustado su
forma de amarme. Mientras su boca jugueteaba con mis pechos su mano acariciaba mi
cintura, mis caderas, mis muslos. Lo hacía con tanta suavidad, que parecía que sus
dedos flotaban sobre mí. Su mano se acercó a mi pubis y jugueteó con el vello. Abrí las
piernas. Ella afortunadamente, lo captó al instante. Hizo exactamente lo que yo quería
que hiciera. Sus dedos, se abrieron paso entre mi espesura y exploraron mi más íntimo
secreto. Mi lívido se disparó y dejé que mi cuerpo gozara sin reparos de aquellos gratos
y placenteros momentos. Su boca fue bajando de mis senos hasta mi pubis recorriendo
cada centímetro de mi piel. Yo casi ya ni controlaba. ¡Estaba deseándolo!... Ella, lo
sabía. Con sublime suavidad, dejó que su boca se apretara contra mi sexo. Abrió mis
piernas y entonces...
Oh! Estoy en los cielos....
Su lengua exploró mi más intrínseco recodo. Me besaba, lamía, mordía. Volvía a
besarme, a lamerme, a mordisquearme con la avidez de quien desea absorberlo todo. Yo
me sentía depender. Estaba a su merced, a lo que ella quisiera. Su lengua no dejaba de
moverse al tiempo que con sus manos apretaba dulcemente mis pechos. Mis manos
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
“¡Buenos días cariño! Me daba pena despertarte esta mañana cuando me fui. Quiero
que sepas que me has hecho la mujer más feliz del mundo. Esta noche, he vuelto a
KHALI PADRÓN
TE QUIERO.
EVA”
Por momentos creí que me faltaba la respiración. Noté una sensación de ahogo,
como si me escaseara el aire. Me levanté y abrí la ventana de la cocina. Todo esto no era
real, no podía ser lo que estaba imaginando. Dejé que mis pulmones se llenaran bien de
aire y expiré con fuerza. Necesitaba oxigenarme. Toda la casa estaba impregnada de su
perfume. Hasta ese momento no me había dado cuenta. Olía a Eva por todas partes.
El ruido del café cayendo sobre la cocinilla me alertó. Apagué el fuego y dejé que
la cafetera se enfriara antes de retirarla. Oía su voz, olía su perfume, notaba su
presencia. Eva estaba en algún lugar de la casa, observándome, ávida de saber mi
reacción. Sí, era eso. Tenía que ser eso.
-¿Eva? ¡Sal ya de donde estés! Ya me has dado un buen susto, ¿no crees?
-Silencio-
-¿Eva? Venga ya está bien de bromas. Se perfectamente que estás aquí, en algún
lugar de la casa. Voy a buscarte...
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-¿Quién es?
-Abre, soy Inés.
-¿Inés? -abrí sorprendida - ¿Qué te trae por aquí?
-Tenemos que hablar. Huma... Huele a café. ¿Puedo? -dijo dirigiéndose a la cocina.
-Claro, sírvete tú misma. ¿Qué ocurre?
-Sentémonos un momento. Los ascensores me dan pánico y he subido por la
escalera. Ya no estoy para estos trotes... ¿Eva está aquí?
-¿Por qué me preguntas eso? ¿Qué pasa? Cuando me desperté ya no estaba.
-¿Cuánto hace de eso?
-No sé, veinte minutos quizás. ¿Por qué?
-¡Dios mío! Entonces... entonces es su coche... -Inés rompió a llorar- Es su coche...
-¿Qué es lo que ocurre? ¡Maldita sea, me va a dar algo! ¿Qué pasa? mi voz
temblaba ante el inminente llanto- ¡Inés, por favor!
Lo escuché a media mañana en la radio -contestó a duras penas, compungida por el
llanto - Un coche se precipitó al vacío por el puente de Silva. La única ocupante no
sobrevivió. Dieron la matrícula y las iniciales de la víctima. La policía cree que fue un
suicidio... ¿Por qué señor, por qué?
Mi mente se nubló. Sólo sentí que caía a las profundidades, que mis piernas no
respondían y que volvía a quedarme sin aire. Me había desmayado.
Cuando recobré la conciencia me hallaba en el “box” de un hospital. Inés estaba a
mi lado con mi mano entre las suyas fuertemente apretada. Tenía una mascarilla de
oxígeno colocada sobre mi cara y el elástico me molestaba.
La cabeza me daba vueltas y sentía un dolor agudo en el corazón. Todo era verdad.
Eva había muerto.
Dos días más tarde fue su entierro. Los médicos me habían aconsejado reposo y
sobre todo, no exponerme a emociones fuertes. Pero nada ni nadie hubiera podido evitar
que le diera mi último adiós. Bajo un sol que no hacía justicia al dolor que sentíamos
todos los allí presentes, Eva hizo su último recorrido.
Yo encabezaba el cortejo fúnebre junto a la familia. Ellos así lo habían querido. Iba
en volandas, sostenida por Inés y Andrea que complacientemente hacían de punto de
apoyo. Casi no rozaba el suelo. No podía creérmelo, no podía. Miraba alrededor y todos
sus amigos estaban ahí. Ella era vital, estaba llena de vida y esa alegría que emanaba la
convertía en un ser especial para mucha gente. Y toda esa gente estaba ahora allí,
mostrándole su respeto y su dolor. El calor era insoportable y en cambio nadie faltó a su
última cita.
A medida que nos íbamos acercando a su postrero destino, sentía que mi corazón
latía con más fuerza. Mientras la tuviera allí delante de mía, sabía que estaba con ella y
sabía que ella también estaba conmigo. No nos habían permitido verla. Le practicaron
KHALI PADRÓN
la autopsia y nos la devolvieron en un frío ataúd cerrado apenas una hora antes de su
entierro. Nadie la vio.
Todos la recordábamos como era, con su encanto natural y sus bellos ojos pardos.
Y así tenía que ser. No hubiese querido que los demás la hubiéramos visto destrozada.
Hasta el último momento quiso ser coqueta, también aquello, a sabiendas de que le
practicarían la autopsia, lo había dejado escrito en una nota dentro de su cartera.
Mientras yo dormía plácidamente, su mente se dedicaba a trazar el plan. Un maldito
plan. ¿Y si no hubiera estado tan cansada? ¿Y si no me hubiera quedado dormida?
¿Habría ocurrido esta desgracia? Mil y una vez me preguntaba lo mismo. ¿Podría haber
lo evitado?
No recuerdo haber sentido tanto dolor en la vida. En aquél lúgubre habitáculo iba a
quedar para siempre la mitad de mi vida y la mitad de mi corazón. Eva me había
brindado su última copa, su último susurro, sus últimas palabras... y con ello había
logrado que mi corazón se destrozara. Después de todo, se había ido dejando en mí su
recuerdo permanente, aposta, de la mejor manera que encontró para no sentirse
olvidada. Ella sabía bien que haciendo eso, nunca jamás podría apartarla de mis
pensamientos. De alguna manera lo planeó para permanecer en mi memoria durante el
resto de mi vida.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
II
Los días posteriores al entierro fueron una verdadera pesadilla. Me había quedado
en casa de Inés, acomodada como podíamos, porque también estaba Andrea. Debido a
las circunstancias no había hablado con el casero, tenía miedo de volver a mi piso. No
sabía si su olor, su presencia se habría desvanecido. Todo lo había tocado horas antes de
su muerte y la policía no dejaba de acosarme con interrogatorios apoyándose en la base
de que yo era la última persona que la había visto con vida. Refugiada en casa de Inés,
donde todo me era desconocido, el dolor parecía menos intenso. Pero era hora de volver
a mi casa, no podía continuar escondiéndome siempre.
Andrea abrió la puerta. Le había dado las llaves puesto que yo no tenía fuerzas para
hacerlo. Apoyada sobre Inés, atravesé el dintel. Todo estaba como yo la había dejado.
La sala algo tirada, la cocina con las tazas de café en el fregadero... No deseaba entrar
en mi dormitorio. Si la casa seguía igual, significaba que mi cama seguiría revuelta y
que su aroma aún habitaría entre mis sábanas. Le pedí a Andrea que abriera todas las
ventanas. Quería que el aire invadiera todos los rincones y se llevara aquel olor a
desesperación y amor truncado. Eva había dejado su rastro por toda la casa.
Recostada en el sofá las ideas iban y venían a mi cabeza martilleándome los
sentidos. Los médicos dijeron que de alguna forma me encontraba en un estado de
shock emocional y que se me pasaría con mucho reposo, tranquilidad y por supuesto
tiempo. Tiempo... eso precisamente era lo que yo necesitaba para encajar el tremendo
golpe que me había deparado la vida, el destino, Eva...
venderlos. Eva... ella era así. Intentaba ayudar a todo el que se cruzara por su camino.
Eso me había llamado la atención desde el primer día en que la conocí. Siempre estaba
dispuesta a echar una mano, siempre.
Debían de haberme suministrado algún tipo de sedante porque cuando desperté eran
las once de la noche. Me dolía el cuello de estar tanto tiempo en la misma posición. Inés
y Andrea hablaban en voz baja.
-Está mejor. Todo es cuestión de tiempo... No, no. Ahora está en la ducha. Se quedó
dormida en el sofá. Descuida, se lo diré...
-¡Inés, ¿con quién hablas?!
-Espera un momento... ¡Es Miguel! - contestó.
¡Dios! Me había olvidado por completo de la vista preliminar. Había dado plantón
al cliente y los socios de Miguel estarían cabreadísimos. Tenía que ponerme en contacto
con ellos desde que tuviera ánimos. Eso es lo que haría. Cuando tuviera ánimos...
-Dile que en otro momento hablo con él. Ahora estoy enjabonada y no puedo salir.
Pregúntale dónde está, lo llamo en quince minutos.
-Dice que te llama en quince minutos. Sí, se lo diré... Gracias por preocuparte,
Miguel. No, no estará sola. Nosotras pasaremos aquí la noche, sí... descuida, si es
preciso te llamaré. Vale. Chao.
-¿Has colgado? ¿Qué te ha dicho? -grité desde el baño.
-Que no te preocupes por nada, que lo importante es que te recuperes y que sigas
las instrucciones del médico al pie de la letra.
-¿Estaba en su casa o en el bufete? - volví a gritar.
-No está en ninguno de los dos sitios. Está cenando con unos amigos y se excusó
un momento para llamarte Supuso que a esta hora estarías en casa. Creo que los nueve
mensajes que parpadean en el contestador son suyos. Dijo que había intentado hablar
contigo un montón de veces.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
Salí de la ducha y fui a la cocina. Andrea había preparado una sopa de sobre que
quedaba en la despensa. Me apetecía tomar algo caliente y no dudé cuando la sirvió
sobre la mesa. Inés si mu nosotras.
-Gracias por estar aquí y gracias por no haberme dejado sola estos días. No sé cómo
podré corresponder a tanto apoyo, de verdad.
-Déjate de tonterías, las amigas estamos cuando tenemos que estar y punto.
¿Verdad Andrea?
-Claro, de eso no cabe la menor duda. Cuenta conmigo... con nosotras, cuando nos
necesites. No tengas reparos en llamar, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
Por la mañana todo era diferente. Tenía la sensación de encontrarme en otro lugar,
aquello no parecía mi casa. Las paredes quedaron medio vacías a consecuencia de la
“limpieza” que habían hecho. Me sentía rara, incómoda en mi propia casa.
Inés desayunaba cuando entré en la cocina.
A media tarde, aprovechando que Inés había ido a echar un vistazo a su casa, bajé
al supermercado. Hice una buena compra y pedí a los muchachos que la subieran a casa.
Todavía no había recuperado las fuerzas necesarias para cargar con tanto peso. Total,
por un par de euros no movía un sólo músculo.
El fin de semana había pasado muy lentamente. Todo volvía a mi memoria con
más fuerza cada domingo. Era como si volviera a vivir cada momento, cada instante.
Leía una y otra vez su carta, quería encontrar en ella algún indicio de locura, de cordura,
de culpa...
No le había hablado a nadie de la carta de Eva. La guardaba en la caja fuerte y ni
siquiera Inés sabía de su existencia. Era algo privado, algo que habían escrito
únicamente para mí y no iba a dejar que nada ni nadie alterara esa privacidad.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
III
Como bien decían todos, la vuelta al trabajo fue un desahogo. No creí poder tomar
las riendas tan rápidamente, pero no me conocía bien. En un par de horas me puse al
día. Es increíble cómo puede llegar a reaccionar la mente humana. Nos aferramos a
cualquier cosa que nos saque de la rutina miserable en la que nos encontramos cuando
casi tocamos fondo. Debí haberlo hecho antes. El trabajo me impedía pensar en lo otro,
en mi amargura.
Resultaba curioso. Nadie me nombraba a Eva, era como si nunca hubiese existido.
Inés había vuelto al trabajo y Andrea seguía enfrascada en sus números. La vida
continuaba para todos. Ellas ya se habían marchado de mi casa. Mientras antes me
acostumbrara al vacío de mi guarida, mejor. De todas formas, llevaba seis meses
viviendo sola cuando ocurrió la desgracia. Como todo lo demás, era cuestión de tiempo.
Había hablado con el casero sobre Andrea. Justo el piso que estaba encima del mío
se quedaba libre en dos semanas. Al principio estaba reacio a alquilarlo a alguien de
fuera, supongo que por temor a que se marchara y no pagara el alquiler, pero logré
convencerle a base de explicarle que como mínimo iba a estar destinada dos años en Las
Palmas. Entre eso y que trabajaba en un banco, al final decidió que previa firma del
contrato, podría instalarse en cuanto se fuera el actual inquilino. Por cierto, tenía que
decírselo, no sé por qué razón todavía no lo había hecho. Esta noche la llamaría.
Llegué a casa agotada. La soledad de las paredes me caía encima como una losa
pesada. Me preparé un par de huevos revueltos con tomate y me tiré en el sofá a ver la
tele mientras cenaba ¡Tantos canales y no había nada que valiera la pena!
Desgraciadamente como casi todo el mundo practicaba el deporte más ecuménico desde
que se había inventado la televisión por cable el zapping.
¡Andrea! Me levanté para llamarla.
-¿Sí?... ¿Paula?...
-¡Hola Andrea! ¿Cómo sabías que era yo?
-No sé, lo intuí. ¿Qué tal?
-Bien. Oye... ¿Estabas haciendo footing? Tu voz parece cansada.
-Es que es mi hora diaria de ejercicio. Poco a poco iré recuperando el aliento...
¿Qué pasó?
-Ya hablé con el casero. Si quieres en dos semanas te instalas. ¿Qué te parece?
-¡Genial! Tengo la impresión de que Inés no trae a nadie a casa porque yo estoy
aquí. Le encantará saber que va a librarse de mí en tan poco tiempo.
-No creas. Ya lo sabe y piensa que no hacía falta tanta urgencia en que te mudaras.
En el fondo creo que ella necesita más compañía que yo. ¿No serás tú la que quiere
llevar a alguien que no te apetece que conozcamos?
-¡Para nada! ¿A quién voy a traer si sólo os conozco a vosotras y a los compañeros
de trabajo? Simplemente quiero que vuelva a disponer de su casa sin tener que
compartirla por obligación. No sé, muchas veces me da apuro.
-Bueno, en cuanto se libre el piso te doy los toques. Es mejor firmar cuanto antes,
no sea que se le presente otra oferta a este hombre y te deje sin casa, ¿vale?
-De acuerdo. No te despistes que eres propensa a ello. Por cierto, gracias por el
favor. Cuando seamos vecinas te lo devolveré, no lo dudes. Por ejemplo... podría sacarte
la basura en señal de agradecimiento como hacen en las películas americanas, ¿no?
-Déjate de disparates. Sabes que me hace mucha ilusión que vengas a vivir tan
cerca. Además, así haremos zapping alguna vez juntas.
-¿Has dicho footting?
-¡No!... He dicho zapping. Es el único deporte que practico.
-Era una broma. Y... ¿Qué piso se queda libre? No me digas que allí viven trece
personas y que voy a estar sacando mugre hasta las próximas navidades por favor.
-Ya veo que te encanta la idea. El inquilino es un chico joven, muy educado y de
muy buen ver. Creo que se va Estados Unidos a hacer un curso pagado por la empresa.
Trabaja en un laboratorio de química y por lo visto es un coquito de hombre.
-¡Vaya! Pareces saberlo todo de él. Lamento no estar en sus mismas circunstancias
ni a su misma altura. Creo que yo no seré tan interesante.
-¿Noto algún sarcasmo en tus palabras o son imaginaciones mías? Ningún
sarcasmo, imaginaciones tuyas. Bueno futura vecina te voy a dejar. El cuerpo ya está
casi frío y si no me doy una ducha pronto cogeré un buen resfriado. Gracias de nuevo
por tu llamada. Y recuerda... la basura la saco yo.
-Al final te voy a tomar por la palabra. De verdad, me encanta la idea de tenerte
como vecina. Supongo que así me sentiré menos sola. Te aviso en cuanto sepa algo,
¿ok?
-De acuerdo. Cuídate Paula...
La conversación con Andrea me había resultado extraña. Por alguna razón deseaba
que llegara el día de la mudanza. Supongo que la idea de tener a una amiga tan cerca en
la que poder apoyarme cuando me atacara el fantasma de Eva, me reconfortaba No
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
había vuelto a pensar así desde el día en que Eva se fue. La veía como una persona que
sin apenas conocerme, dedicó gran parte de su tiempo en reconfortarme. Andrea me
había causado una impresión fantástica desde que la vi por primera vez. Recuerdo que
durante unos momentos, mientras estábamos en el “Baroa”, fantaseé con ella. La
imaginé con sus grandes ojos negros, seduciendo me, incitándome a la provocación...
Pero al volver a mirarla, sólo vi a una chica conversando con otra. Nunca más había
vuelto a pensar en ello hasta ahora. Eva me dijo que había alguna atracción entre las
dos, pero yo atribuí sus pensamientos a los celos.
Pero ahora, después de hablar con ella por teléfono, me había quedado rara, como si
estuviera carente. ¿Podía ser eso posible? Nunca antes había centrado mis pensamientos
en Andrea de esa forma. No quería ni podía permitirme cualquier tipo de desengaños y
la vida me había enseñado que confundir la amistad con el amor no era lo más
adecuado.
La casa estaba llena de cajas por desembalar. Andrea había contratado a una
empresa de tránsito para traer todos sus muebles y aquello parecía una batalla campal,
los de la mudanza entrando y saliendo, tropezando con sillas, mesas y demás bártulos
que se esparcían por el suelo.
Inés no paraba de ordenar. Pongan esto aquí, llévense eso otro de allí, aquello
déjenlo como está...
Andrea y yo nos miramos y estallamos en una sonora carcajada.
-¿Pero tú has visto esto? Parece que la que se muda es ella, en lugar de ser tú.
-Cuando todo esto acabe, tendré que volver a reorganizarlo de nuevo. ¡Cualquiera
le dice nada!
-¡Uf... va la vas conociendo! Inés toma las riendas en cuanto te descuidas. Creo que
por eso estudió magisterio. Tener a cuarenta o cincuenta muchachos pendientes de ella,
debe producirle una gran satisfacción. ¡Con lo que le gusta mandar...! Y en el fondo
cuando la conoces...
-Ya lo sé. No te olvides de que he vivido en su casa. La imagen de persona fría y
calculadora que aparenta no tiene nada que ver con la realidad. Como casi siempre, las
apariencias engañan.
-¡Chao y gracias, muchachos! - cerró la puerta y se dirigió a nosotras - Cada vez
empiezan a trabajar más jóvenes, ¿se fijaron? El mayor no creo que pasara de 25 años.
¡Juventud, divino tesoro! - y dándose media vuelta se fue a la cocina.
KHALI PADRÓN
IV
Tardamos una semana en poner algo de orden en aquél un* Andrea estaba
orgullosa, lo que parecía un campo de batalla empezaba a tomar forma de hogar. Inés y
yo pensábamos que había excedido con los enseres, pero Andrea se defendía alocando
que no quería hacer gastos extras en mobiliario cuando ella disponía de todo en
Córdoba. ¿Solución? Traerlo para acá y montar de nuevo su casa, con sus cosas.
También creía que así se acostumbraría antes a todo, pues con sus cosas de siempre no
le parecería estar en un lugar extraño. ¡Buena filosofía, sí señor!
Estando ya instalada, Andrea dio una pequeña fiesta para “inaugurar” su nueva
casa. Como sólo éramos tres personas, nos insinuó que podíamos comentarlo con
algunas amigas y pedirles que se unieran a la ágape. En total éramos catorce. Andrea no
conocía a nadie excepto a nosotras, pero estaba encantada de comenzar nuevas
amistades.
Las más rezagadas se fueron a las tres de la mañana y nosotras nos quedamos
recogiendo el tinglado que se había formado. Bolsas de papas a medio vaciar, huesos de
aceituna en la moqueta, vasos sobre la mesa, platos sucios en el fregadero... Enfrascadas
en tan ardua tarea, Andrea preguntó:
-¿Te quedas esta noche Inés? La verdad es que no me apetece estar sola. Con tanto
barullo como había antes, la casa ahora parece sin vida.
-¡Imposible cariño! He quedado con Alba, ya sabes la del escote pronunciado que
no te quitaba los ojos de encima, mañana a las ocho en mi casa. Vamos a ir con un
grupo de senderistas a pasear por caminos reales. No sé cómo amaneceré, pero he dado
mi palabra y voy a ir.
-Pero... ¿Tú sabes la hora que es? Son las cuatro de la mañana, imposible que te
levantes tan temprano para ir a caminar por las montañas. Como sigas así, acabarás
destrozando tu salud -le increpé yo.
-¿Y desde cuando eres mi madre Paula?
-Desde que tú dejaste de ser la mía, ¿recuerdas?
-No empecéis otra vez por favor. Sé a ciencia cierta que os gusta mortificarme con
ese jueguecito. Y la verdad, cuando adoptáis esa actitud me ponéis histérica. Dejaos ya
de estupideces, si lo sé no pregunto nada -intervino Andrea.
-Pero... ¿Si sabes que estamos de coña por qué te enfadas? ¿No ves que nosotras
disfrutamos con ponerte nerviosa, con sacarte de tus casillas?
-Sí, lo veo y lo peor de todo es que no lo evito. Al contrario, parece que lo estimulo.
Así que voy a terminar de recoger y paso de vosotras. Por cierto, no os tiréis los platos a
la cabeza que vajilla sólo he traído una. Bueno, tampoco tengo más, pero...
-¡Ay Andrea, no nos des el coñazo! Termina tú con la cocina que yo seguiré con la
sala. Y tú Paula... ¿De vacaciones? Suelta el mando de la tele y colabora, gandulona.
-Está bien, ya va... ¿Qué es lo que queda por hacer?
-Pues podrías fregar los platos. Creo que con eso acabamos.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-¡Qué manía les ha dado a las dos por tenerme todo el día de remojo! Siempre me
toca donde hay agua.
-Déjate de protestar y pon manos a la obra, mientras antes empieces antes acabas.
Me dolían todos los huesos. Al final había salido de casa de Andrea a las seis y
media de la mañana. Parecía que aquello no iba a terminar de recogerse nunca. Cuando
por fin quedó todo del gusto de Andrea, Inés y yo nos marchamos reventadas. No creía
posible que se fuera a pasar el día haciendo senderismo, porque apenas podía con su
alma cuando nos marchamos.
Creo que se me fue la mano la cerrar la puerta. Me había puesto de los nervios con
sus aires de grandeza. ¿Qué coño se creía? ¿Acaso ella era mejor que nadie? Tenía que
serenarme, me estaba extralimitando en mis acciones. Pero es que... ¿Por qué me
molestaba tanto su silencio?
KHALI PADRÓN
Bajaba los escalones de dos en dos, y sin darme cuenta me pasé de piso, tenía que
volver a subir.
Ya en mi casa conseguí relajarme un poco. Era increíble el efecto que Andrea
provocaba en mí. Nunca más volvería a demostrárselo. Nunca más le daría el placer de
verme alterada de aquella forma. Nunca más.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
Los días pasaron deprisa. Estaba muy bien preparada en la defensa de mi cliente y
en sólo dos horas tenía que demostrarlo. No había visto a Andrea desde aquel fatídico
domingo, aunque sabía cuándo estaba en casa por el sonido de sus pisadas. A poco que
te esforzaras podías escuchar todo lo que pasaba arriba. Ese era el gran mal que tenía el
edificio. Construido ya con viejos materiales, casi todo producía eco. Supongo que el
vecino de abajo pensaría lo mismo. No había caído en la cuenta hasta hoy, de que tenía
que estar enterado de mis actividades. ¿Cuántas veces se habría masturbado escuchando
mis incursiones amorosas? ¡Coño! Con razón notaba yo que cuando nos cruzábamos en
el portal me miraba de reojo... jajajaja...
Llegué al juzgado con el tiempo justo. Mi cliente esperaba sentada al lado de la
puerta de audiencias. Se le notaba llorosa. Todavía llevaba en el cuerpo las marcas de la
brutal paliza que le había dado el marido dos meses antes. Su ojo izquierdo estaba
tapado y se ayudaba de muletas para caminar. Me acerqué a ella y me senté a su lado.
-Buenos días... ¿Cómo se encuentra?
-Tengo mucho miedo... ¿Él va a venir?
-Sí, tiene que estar presente. No olvide que es a él quien se juzga. No debe temerle,
ya no puede hacerle ningún daño.
-¿Y si lo dejan en libertad? ¡Vendrá a por mí, me matará!
-No se preocupe, eso no va a ocurrir Cuándo suba a declarar no le mire, míreme a
mí o al juez, ¿de acuerdo? No permita que la asuste. Suele ser el último arma que
utilizan para amedrentar a sus víctimas. Recuérdelo bien, no le mire.
-Lo intentaré. Estoy muy nerviosa... ¿Durará mucho?
-No creo. Está todo bien aclarado en el sumario y las pruebas son lo
suficientemente claras como para no admitir ningún tipo de dudas. Además, contamos
con el apoyo del forense que la examinó... En el sumario constan todos sus informes y
los ha acompañado de fotografías. En ellas se reflejan con claridad las lesiones que le
fueron producidas. A la vista de todo eso, no creo que el juez vaya a demorar mucho la
sesión. Acabará pronto, ya verá.
-¿Y qué va a ocurrir con él? ¿Tendrán mis hijos que ir a verlo? No quieren ni oír
hablar de su padre y dicen que aunque lo metan en la cárcel y el juez los obligue, no irán
a visitarle.
-No se preocupe ahora por eso. De momento tenemos que centramos en lo que nos
acontece ahora mismo. Una vez que se resuelva su ingreso en prisión, nos ocuparemos
de la separación y la custodia de sus hijos.
Todo había salido según lo previsto. Mi cliente hizo caso de mis recomendaciones y
no miró a su marido. Él apareció en la sala sonriente, desafiando a todos los que
estábamos allí. Su abogado tuvo poco trabajo, más bien ninguno diría yo. La
declaración del médico forense con las pruebas argumentadas fueron suficientes para
que el juez dictara sentencia en 27 minutos. O estaba muy saturado de trabajo o las
evidencias hablaban por sí solas. El veredicto sonó en mis oídos como música celestial.
KHALI PADRÓN
Solté el maletín en la mesilla del salón y me dejé caer en el sofá. ¿Estaría Andrea
arriba? Tenía muchas ganas de verla y ahora que me encontraba en pleno estado de
entusiasmo, quería compartirlo. Primero me ducharía y luego iría a comprobar si estaba.
La invitaría a almorzar. Sí.
El teléfono me apartó de mis pensamientos.
-¿Quién es?...
-¡Menos mal que te encuentro, cabra! ¿Dónde andabas metida? -Inés estaba al otro
lado del auricular.
-Me he pasado la mañana en el juzgado. ¿No te acuerdas que hoy tenía el juicio?
-¡Es verdad! ¿Cómo te fue?
-¡Por favor... vaya pregunta! -aproveché para tirarme flores-. ¿Tú qué crees?
-¡Vale vale, ya me lo imagino! ¡Enhorabuena! Tú segundo caso y tu segundo
triunfo. Llevas una carrera ascendente, ¿eh?
-Hasta ahora también ha influido la suerte, no te creas. Pero sin ánimos de
halagarme, he de reconocer que yo también he puesto de mi parte. ¿Qué haces ahora?
-Pues te llamaba para ir a almorzar. Tengo el día libre desde las once de esta
mañana, hoy sólo tuve tres clases. ¿Te apetece?
-Algo parecido estaba pensando yo. Quería ir a celebrarlo, quisiera compartir esta
euforia. ¡Porque estoy eufórica! – dije casi gritando. ¿Dónde quedamos?
-¿Te parece bien en "Tao” a las tres?
-¿”Tao”? Eso está muy lejos. Quedemos en un lugar más cercano ¿no es mejor
quedar en “Guadalupe”?
-Me parece bien. Nos vemos allí a las tres.
Como siempre, Inés llegó tarde. Tenía ese “vicio” por llamado de alguna forma. No
era puntual ni que la estuvieran encañonan do con una escopeta y ya habíamos tenido un
par de discusiones al respecto. Cuando hizo el honor de honrarme con su presencia, yo
estaba tomándome un aperitivo.
Decidí comer lo mismo que Inés. Ya ella había acabado y yo todavía estaba
dándole vueltas al solomillo. Claro que la culpa era del aperitivo que había comido
antes. No pude con el postre. El camarero nos invitó a un licor e Inés no dejó ni que
contestara. “Dos catalanas, por favor” -contestó tranquilamente.
Ladeé un poco la cabeza, no sin cierta vergüenza, y miré a la pareja que tanta
atención me prestaba. No salían de su asombro.
-Disculpen -les dije— No estoy acostumbrada a comer con más “gente Sólo me dan
permiso para salir una vez al mes y aprovecho para hacer lo que “dentro” no puedo. Ya
saben, normas del psiquiátrico. ”
Inés me miró y estalló en una estrepitosa carcajada. La cara de nuestros “vecinos”
palideció. -
KHALI PADRÓN
-¿Qué haces el sábado? -preguntó Inés cuando casi estábamos llegando a la Plaza
de la Feria. ¿Vas a salir?
-No tengo todavía ningún plan. No sé lo que haré.
-Estaba pensando que quizás podríamos hacer la ruta. Hace tiempo que no nos
pegamos una marcha como las de antes. ¿Te animas?
-Quizás lo haga. Prefiero eso a pasar otra noche de sábado encerrada en casa. Los
fines de semana es cuando peor lo paso...
-Pues no se hable más. Prepara ese cuerpo muchacha... este fin de semana vamos a
romper...
Pero ahora me alegraba de que el casero nunca me hubiese hecho caso. Hubiera
maldecido hasta la eternidad, si aquello se hubiese tapado por mi culpa. Me pegué a la
pared y mirando liana arriba, me puse de puntillas.
-Te dije que no podía ser. No tenías que haber venido, estás perdiendo tiempo y
dinero, -noté furia en las palabras de Andrea - No quiero que vuelvas por aquí.
-¿Por qué me haces esto? ¿Acaso no valoras lo que he hecho por ti?
-¡Nunca te he pedido nada y lo sabes muy bien! Te has creado una absurda fantasía
y quieres que yo la comparta. Pero te equivocas, el amor a la fuerza no entra. Te lo he
repetido mil veces... ¿Cuántas más necesitas que te lo diga para que te convenzas? ¡Sal
de mi casa y no vuelvas!
-Está bien, ya me voy. Pero no creas que pienso tirar la toalla. Yo no me invento
nada, tú me hiciste creer que me querías y ahora tendrás que demostrarlo. Tarde o
temprano acabarás volviendo a mí.
Dio tal portazo que pudo oírse en todas las plantas del edificio. Quien quiera que
fuese, se había marchado bastante cabreado. ¿Qué diablos ocurría entre Andrea y él?
Porque era él, de eso no cabía la menor duda.
Volví a la habitación y me metí en la cama. El corazón me latía tan fuerte que podía
oírlo con claridad. Estaba sudorosa y me temblaban las manos. Hubiera querido tener
fuerzas para subir y preguntarle a Andrea como estaba, pero los nervios impedían que
me moviera. Arriba no se oía nada, ni siquiera los pasos de Andrea. ¿Estaría bien? ¿Le
habría hecho algo aquel tipo?
No pude dormir en toda la noche. Daba vueltas y más vueltas en la cama intentando
coger la posición que me dejara “roque”, pero no se trataba de eso. Una vez que me
había calmado, la rabia se hizo dueña de mis pensamientos. Rabia por no saber quién
era aquel hombre, rabia porque parecía conocer bien a Andrea. Rabia porque ella le
había abierto la puerta, señal de que lo conocía. Rabia porque había permitido que le
hablara en aquel tono desafiante, rabia por... ¿Era rabia o eran celos? La razón me
indicaba lo primero y el corazón lo segundo.
Cansada de dar vueltas sobre mí misma, me levanté. Como ya eran las siete de la
mañana, me enfundé unos vaqueros, una camisa de manga larga, los mocasines y me fui
a dar una vuelta. Hoy desayunaría un bocata de lomo y una naranjada, necesitaba salir
de allí como fuera.
La cafetería de la esquina estaba hasta los topes. Obreros, funcionarios, taxistas...
todos comían mientras leían el periódico. ¿No se daban cuenta de que había gente de pie
esperando? ¡Pandilla de...! Temí que alguien pagara por mi mal humor. Total, tampoco
tenía muchas ganas de comer así que regresaría a casa. ¿Quería ir a mi casa o a su casa?
El ascensor estaba parado en el piso de Andrea. Antes de que pulsara el botón ya
estaba bajando. ¿Sería ella? Se abrió la puerta.
Subí en el ascensor y pulsé mi planta. Desde allí podía escuchar las maldiciones de
Andrea. Me daba igual. Me había prometido no dejar que me viera fuera de mis casillas
y por más que me pesara, iba a cumplirlo. Ahora tenía cierto arrepentimiento, no debía
hablarle así... En mis manos estuvo la oportunidad perfecta para limar las asperezas
creadas y lo había echado todo a perder. Desde luego, si volvía a dirigirme la palabra
sería un milagro. Me cambié de ropa y me fui al bufete de Miguel.
Cuando llegué había un gran alboroto y eso que sólo eran las ocho de la mañana.
¡Increíble! Mis amigos se estaban volviendo locos uno a uno. Miguel siempre había
tenido afán de protagonismo, pero nunca pensé que llegaría tan lejos. Si perdía, que era
lo más probable, iba a ser el blanco de muchos periódicos y conociendo a Miguel no lo
soportaría. Tenía que estar pendiente para recoger sus cenizas. ¡Maldito cabezón!
Disponía de todo el día para aburrirme a conciencia. Inés trabajaba, Andrea... ¿Qué
estaría haciendo en estos momentos? Podía pasar por el banco con la disculpa de abrir
una cuenta o algo así... No, ella no era tonta y desde que me viera entrar sabría que
había ido para verla. ¿Y qué le diría? Aquello no era buena idea. Volvería a casa.
KHALI PADRÓN
VI
El sábado por la mañana llamó Inés. Quería recordarme que me pasaría a buscar
sobre las once. Sabía el modelito que se había comprado -iba con ella cuando lo
compró- y quería estar yo también a tono. ¡Gran dilema! Siempre había sido muy
decidida en todo lo relacionado con mi vida, pero a la hora de elegir ropa era un
desastre. ¡Nunca estaba de acuerdo con lo que me ponía! Como mínimo me cambiaba
tres veces antes de salir, y todo eso, contando con que alguien estuviera esperándome v
ya llegara tarde a mi cita que si no... Antes de que se me echara el tiempo encima,
empecé con el ritual. Esto con esto, eso con esto no me pega, este conjunto esta
anticuado, la chaqueta me queda estrecha, tengo que pegar bien los botones de esta
blusa, la falda... Tocaron el timbre.
El corazón me dio una vuelta. Sabía que Inés no podía ser porque sólo eran las siete
de la tarde y conociéndola, estaría pegándose una buena siesta para estar en forma toda
la noche.
No esperaba a nadie, salvo que... volvieron a tocar.
-¡Ya voy! -grité mientras corría hacia la puerta.- ¡Ya voy!
-¿Quién es?... -pregunté tontamente.
-El coco -contestó Andrea. — ¿Vas a abrir o qué?
-Pasa, tengo la ventana abierta y hace corriente, -ahora sí que estaba nerviosa.
-Vengo a verte, porque como tú no te dignas a subir...
-La verdad es que no he tenido tiempo -mentí. —He estado bastante liada.
-Ya, lo de siempre. ¿Cómo te va?
-¿Vais a salir?
-Sí, Inés me embarcó en otra de sus aventuras callejeras. Quiere hacer la ruta
completa... ya sabes, “Baroa”, “Kronos” y como colofón final, churros con chocolate.
-¿Cabe una? -su tono era más bien de afirmación que de pregunta.
-Supongo que sí. ¿Te animas?
-No parece que te haga mucha gracia. Si queréis estar solas sólo tienes que decirlo.
Al fin y al cabo, me he enterado por casualidad.
-Lo siento, pensé que Inés te había llamado.
-Ya, y yo me caí de un pino. Pero bueno, esa no es la cuestión.
-Y... ¿cuál es la cuestión?
-Quiero saber que te ocurre. Las dos últimas veces que nos hemos visto te has
largado sin más. No creo ser merecedora de tal actitud.
-Bien, pues aprovecho el momento para decirte que lo siento. Nunca tuve intención
de hacerte daño, créeme.
-Pues me lo has hecho. ¿Sabes que mis únicas amigas aquí sois Inés y tú? ¿Cómo
piensas que me puedo sentir cuando veo que una de ellas, sin motivos, me huye y me da
la espalda? De verdad, no lo puedo entender.
-Lamento haber alterado tu vida. Últimamente estoy como ausente, como... vacía...
-ni yo misma creía lo que estaba diciendo.
-Bueno creo que ya es hora de hablar clarito, no tenemos edad para andarnos con
tonterías, -a mí se me hizo un nudo en la garganta.- Te aprecio mucho y estoy muy
agradecida de que me con siguieras el piso, me agrada tu compañía y admiro tu forma
de ser. ¿Qué más podría decirte?...
-No hace falta que sigas echándome flores, con esas ya me bastan.
-¡Perfecto! Tu turno.
-¿Mi turno de qué?
-De decir lo que piensas sobre mí. A esto se le llama terapia. Tú expresas tu
opinión, lo bueno y lo malo, yo hago lo mismo y eso nos ayuda a conservar y fomentar
la amistad. Nunca falla.
-Entonces te falta decir mi parte negativa. ¿Qué ves de malo en mí?
-Bueno, no es que sea precisamente malo, pero me molesta muchísimo el que te des
la vuelta y me dejes hablando sola cuando te da la gana. Aparte de no entenderlo, no lo
considero justo.
-Andrea... ¿Realmente crees que esto sirve de algo?
-A mí siempre me ha dado muy buenos resultados. Es la mejor manera de aclarar
los malos entendidos. ¿Empiezas tú ahora?
-Bien. Contigo no tengo nada personal. Me caes simpática y también me agrada tu
compañía. No me gusta el halo de misterio que empeñas en llevar contigo a todas partes
y tampoco la osadía con la que miras. Clavas los ojos y no los apartas, a veces me
incomodas mucho.
-¡Ok! Ya estamos en paz. ¿No te sientes más tranquila?
-Pues no. me siento igual. Además, no estaba nerviosa.
-Mujer, me refiero a que ahora sabemos lo que nos agrada y lo que nos disgusta la
una de la otra y eso, quieras que no, ayuda a mantener mejores relaciones. Lamento que
KHALI PADRÓN
mi forma de mirar te incomode. No eres la primera persona que me lo dices, pero esa es
la mayor virtud o el mayor defecto de tener ojos negros. O por lo menos de los míos. De
todas formas eso se solucionará cuando sepas interpretar mi mirada. ¡No es tan fiero el
león como lo pintan! Ah, y en cuanto al halo de misterio... ya te dije una vez que
preguntaras lo que quisieras saber y te largaste. No esperes que yo responda a lo que no
preguntas, ¿vale?
Realmente estaba sorprendida. Lo que menos esperaba era que Andrea entrase por
esa puerta a jugar al psicoanálisis. No entendí a que venía ese rollo de decir lo que
pensábamos la una de la otra. Igual con otra persona hubiera resultado efectivo, pero
tratándose de Andrea... bajo ningún concepto le diría toda la verdad. ¿Con qué cara iba
yo a decirle que pensaba en ella a todas horas? ¿Cómo iba a decirle que con su sola
presencia me turbaba? ¿De qué manera le contaría que sin saberlo, había provocado en
mí un impertinente ataque de celos que no me permitieron dormir?
¿Cómo iba a decirle todo eso? -miré el reloj.
-¡Mi madre! Ya son las nueve y todavía tengo que cenar y ducharme. Inés me va a
matar, con dos horas no tengo suficiente. ¡Aggg! Y todavía me queda decidir la ropa
que me pongo. Me mata, de esta me mata.
-Ya será menos. ¿Cómo no te va a dar tiempo teniendo dos horas por delante?
-¡Já, tú a mí no me conoces! Sólo en elegir la ropa pierdo hora y media. Para eso
soy muy indecisa.
-Pues si admites una opinión... venga, ¡Veamos que tienes en el armario!
Cuando entramos en la habitación se echó a reír. Había ropa por todas partes.
-Creo que cuando he llegado he interrumpido tu sesión de probador, ¿me equivoco?
-Se nota mucho, ¿verdad? Para la ropa soy un desastre. Vamos a ver... ¿Qué te
parece esto? -dije poniéndome un vestido por delante a forma de perchero.- ¿Me queda
bien?
-Sí, pero yo optaría por otro estilo. No vas a ninguna acampa da y con eso parece
que vas a la montaña. No sé, no me acaba de gustar. Prueba con esto... seguro que
además de elegante estarás guapísima
A las once menos diez sonó el dictáfono. Inés había llegado antes de la hora -algo
rarísimo- y yo me estaba dando los últimos retoques.
Dejé la puerta abierta, así no tendría que perder tiempo. Por una vez, yo también iba
a ser puntual.
-¿Paula?...
-¡Pasa, estoy en cinco minutos!
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-¡Después hablas de mí...! Mira que te lo recordé desde las diez de la mañana...
Seguro que todavía estás pensando que ponerte.
-¡Pues te equivocas! -contesté de camino hacia el salón- Como puedes ver ya estoy
lista.
-¡Pero chica... qué guapa te has puesto! ¿Cuánto hace que tienes ese conjunto?
Nunca te lo había visto antes.
-Ni siquiera me acordaba que lo tenía. Fue Andrea, que buscando buscando, se topó
con él en el fondo del ropero. ¿A que me queda bien?
-Te sienta fenomenal... ¿Has dicho Andrea?
-Sí, vino esta tarde y me encontró en medio del dilema. Se prestó a ayudarme y
gracias a ella te has ahorrado la espera. Por cierto, voy a llamarla para que baje, se viene
con nosotras. No te importa, ¿verdad?
-¡Que me va a importar! Al contrario, me gusta que ella también venga. Por cierto...
ahora me contarás lo que pasa entre ustedes, ¿no?
-¿Otra vez? ¡Ya te dije que no pasa nada!
-No te creo...
-Pues ese es tu problema. Voy a avisarla de que llegaste, le dije que no solías ser
muy puntual. Supongo que ya estará preparada.
Por supuesto que lo estaba. Apareció radiante, dedicándonos una amplia sonrisa. Se
había dejado el pelo suelto y su larga melena caía sobre los hombros dándole cierto
toque de refinamiento. Su rostro estaba perfectamente maquillado. ¡Increíble! Había
salido de mi casa a las diez de la noche y en poco menos de una hora estaba arreglada.
No sé qué se había puesto en los ojos, pero lo que quiera que fuera, los hacía parecer
más grandes y su mirada resultaba aún más profunda. Llevaba puesta una blusa de seda
negra cuyo escote se perdía en las profundidades de sus senos y una falda ceñida por
encima de las rodillas que permitía ver el resto de sus piernas embutidas en unas medias
oscuras que acababan en unos elegantes zapatos de tacón fino. ¡Estaba radiante!
-¿Pero chica...? -dijo Inés.- ¿Quieres que estemos de guardaespaldas toda la noche?
¡Estás guapísima!
-Ya será para menos -contestó Andrea.- Bien sabes que cuando una mujer se
arregla, siempre queda resultona.
-¿Resultona? dije yo. I tu lado parezco cenicienta vestida de pobre a la vera de su
rica hermanastra.
-¡Hala, qué exagerada! Ahora la andaluza eres tú. Además la ropa que llevas le
queda genial. ¿No crees tú lo mismo Inés?
-Las dos están divinas... ¿Me quieren decir para que me he gastado yo 140 euros en
lo que llevo puesto?
-Para quedar esplendida contestó Andrea.- Vas muy guapa...
-¡Menos mal que alguien se fija en mi modelito! Por un momento pensé que me
había vuelto invisible... tantos piropos y ninguno para mí...
-No seas tonta. Bien sabes que siempre vas perfecta, aunque he de reconocer que
esta noche te has lucido, -dije halagándola.
-¡Bueno, ya está bien de cumplidos! ¡Salgamos a comernos el mundo! ¿Chicas...?
KHALI PADRÓN
VII
-Era un conocido de Córdoba. Está aquí de vacaciones y pasó a hacerme una visita.
Supongo que desde entonces es cuando he sentido más nostalgia.
Sí -la miré fijamente. Supongo que será por eso.
¡Paula! -Inés llamó mi atención.- ¿Aquella no es Irene? -dijo señalando con el dedo.
-¿Cuál, la del mono negro? ¡Qué va, Irene no está tan delgada! Además no creo que
ese cuerpazo pueda ser confundido con otro. Espera que la vea bien...
-Que sí, que es ella. Verás... -y fue a su encuentro.
-Prepárate – le dije a Andrea- Vas a ser testigo de la primera metedura de pata de
Inés.
- ¿Por qué estás tan segura de que no se trata de esa chica? ¿Acaso la gente no
cambia?
Sí, pero Irene... ¡No! Ojala la veamos esta noche, comprendeos entonces por qué
estoy tan segura.
Inés miró para nosotras e hizo señas de que no era Irene, pero como le daba
vergüenza salir pitando, se quedó un rato hablando con una amiga que estaba al lado de
la desconocida. Miré a Andrea y sonreí.
Deseé que me hubiera tragado la tierra. ¿Por qué coño me había expresado de
aquella manera tan vulgar? De acuerdo que muchas veces lo pensaba, pero de eso a
decirlo en voz alta... Jamás me habían gustado las expresiones machistas y menos en
boca de mujeres, aunque en el fondo sabía que todas nosotras habíamos utilizado ese
lenguaje alguna vez en nuestras conversaciones íntimas. Levanté la vista hacia Andrea.
Tenía sus ojos clavados en mí, como la primera vez que nos vimos. Un frío me recorrió
la espalda y mis manos empezaron a sudar. Desvíe la vista e intenté concentrarme en la
música. Andrea no decía palabra. ¿Qué estaría pensando? Volví a mirarla y sus ojos
seguían observándome. Era como si estuviera desnudando mi alma, como si estuviera
analizando mis movimientos, y yo... Yo me sentía idiota. Si se lo pidiera... ¿Me daría un
curso intensivo de cómo interpretar su mirada? Me estaba turbando y ya no sólo me
sudaban las manos.
-Chiquillas, atrás se queda libre una mesa -mil gracias Laly, acabas de salvarme de
una situación comprometida.- ¿Les alcanzo las copas y se sientan?
KHALI PADRÓN
El fondo del local estaba atestado, pero era mejor pasar un rato de calor sentadas,
que estar más tiempo de pie en la barra. A Inés pareció gustarle el cambio, se acercó a la
mesa, nos guiñó un ojo, cogió su copa y volvió con la desconocida y su amiga. Andrea
seguía sin decir palabra.
-¡Uf, que calor hace aquí detrás! -Silencio - ¿Vas a estar así toda la noche?
-¿Por qué, tienes algún problema? Si quieres puedes irte con Inés y de paso que te
presente a la del mono. Por mí no te cortes
-¿A qué viene eso?
-¡Cómo pareces tener tanto interés en conocerla!
-¡Hey... para, para! Yo no tengo interés en conocer a nadie, ¿vale? Y si así fuera, no
veo porque te molesta tanto. Después de todo, soy una persona libre y hago lo que
quiero. Siento que te ofendas, pero que yo sepa no te debo ninguna explicación.
-¡Perdona, pero yo no te la he pedido!
-¡No, pero de la manera en que me hablas... cualquiera que nos escuche puede
pensar que estamos juntas!
-No te confundas -dijo levantándose bruscamente de la mesa - Yo no juego al
mismo juego que tú, ¿de acuerdo?
Lo que me faltaba, no hacía más que meter la pata... ¿Dónde había ido? Ah, estaba
con Inés. Si no jugaba a mí mismo juego, como ella misma decía, ¿a santo de qué venía
mirarme con esa furia? ¿Por qué me había atacado de aquella manera? ¡Joder, no
entendía nada!
Debían de tener una conversación muy graciosa porque no paraban de reírse.
Cris se acercó a mí. -¿Te sirvo otra copa?
-Si por favor, pero esta vez ponme un vodka-limón. Necesito animarme.
De vez en cuando Andrea me miraba. Ahora era yo la que no podía apartar la vista
de ella. Miraba, sonreía, volvía a su animada conversación, volvía a mirar y así hasta
que a Inés le dolieron los pies y decidió sentarse en la mesa que sólo yo ocupaba.
Andrea se quedó hablando con la que parecía ya no ser tan desconocida.
pero parecía querer controlarme, tenerme bajo presión. Sus ojos recriminaban mis
palabras, mis miradas, mis movimientos... pero ella nunca decía nada que pudiera
llevarme a engaño. Era como si jugara a la ruleta rusa, probando a cada momento mi
resistencia sin saber bien cual de aquellas balas darían en el blanco. Pero yo también
sabía jugar... era mi tumo, me tocaba a mí ahora.
Inés debió cansarse de tanta charla arcana y decidió abandonar a las elocuentes
oradoras para reunirse conmigo. Se sentó, me miró y se echó a reír.
Yo no me sentía todo lo a gusto que esperaba. Inés se había dado cuenta y no hacía
más que molestarme para que le dijera el motivo. Aunque lo suyo era como pertenecer a
misión imposible, siempre quería saberlo todo. Pero en el fondo era buena niña. ¿Por
qué no dejaba Andrea el grupito de jóvenes y brujas y se venía con nosotras?
-¡Eh, Paula! ¿En qué piensas? -de nuevo Inés con sus preguntas.- ¿Te encuentras
mal?
-¡No que va! ¿Acaso tengo mala cara?
-Bueno lo que se dice mala cara no, pero... otra vez estás como ausente ¿No piensas
contarme nada? Algo te ocurre... lo sé.
-No me pasa nada, ¿vale? Te lo digo por última vez.
-De acuerdo... de acuerdo. ¿Qué te parece si le vamos dando los toques a Andrea?
Deberíamos marcharnos ya, me voy a quedar entumecida de estar aquí sentada.
-Avísala tú mientras yo voy pagando.
No hubo forma de despegamos de las arpías. Andrea había congeniado tan bien que
las trajo con nosotras como ya esperábamos. Había en su mirada algo extraño, como si
creyera que era poseedora de algún premio. Otra vez no entendía nada.
“Kronos estaba igual que siempre. Una ola de calor te impregnaba el cuerpo a
medida que bajabas las escaleras y el olor a tabaco se metía entre la ropa para no
abandonarte durante el resto de la noche,
No ubicamos al lado de la pista, mezcladas entre la gente, y Andrea y la “nuevas”
se fueron a bailar. Inés se había quedado atrás hablando con una a miga, que yo creí
reconocer del instituto, y yo dejaba que mi cuerpo empezara a relajarse. La música
envolvía el ambiente y aunque no quisieras, en cuestión de minutos, también tú estabas
bailando.
Andrea no paraba de coquetear con Carmen, o eso me parecía a mí, yo me estaba
poniendo cada vez de peor humor. Cuando me quise dar cuenta, Inés estaba a mi lado.
Inesperadamente, Andrea dio dos pasos hacia delante y se puso justo frente a mí. Se
quedó tan cerca que podía notar su aliento sobre mi cara. Rodeó mi cuello con sus
brazos y apoyó su frente en la mía. El corazón se me iba a salir del pecho. Se quedó
mirándome con aquellos ojos de interrogación durante unos instantes y acercó sus
labios a los míos. Cerró los ojos y cuando ya creía que me iba a besar, desvió la cara y
me susurró al oído; -¡Diviértete! - Volvió a mirarme, sonrió, se dio media vuelta y se
fue.
KHALI PADRÓN
Yo estaba helada. ¡Todo aquello había pasado delante de un montón de gente que ni
siquiera conocía! No podía moverme, sentía una fuerte opresión en el pecho y en la
garganta que apenas me dejaba respirar. Sabía que los colores seguían en mi cara
porque me ardían los cachetes.
Clara se acercó y poniéndome una mano sobre el hombro me dijo: -¿Soltera?- La
miré, le guiñé un ojo y salí fuera. ¡No me lo podía creer! Había estado tan cerca de mí
que incluso su perfume lo llevaba en mi cuello. Esto tenía que terminar o acabaría
volviéndome loca.
Volví a entrar y toqué en la puerta tras la cual supuestamente se encontraba Inés.
-Enseguida salimos -se oyó una voz. -Ya va...
-Oye... ¿Hay un chica llamada Inés contigo?
-¿Paula?... Sí, estoy aquí. Ya salgo.
-No te des prisa, sólo quería decirte que me voy. Ya te llamare mañana. Adiós...
-¡Espera...!
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
VIII
Al final me dio pereza y no salí de casa. Me preparé una tortilla francesa y la metí
en pan de molde untado con tomate. Cogí una cola de la nevera y me apoltroné en el
sillón. No era la forma que tenía prevista de pasar la tarde, pero a falta de opciones,
sería la tele la que llenara mi tiempo de ocio. Practicando el deporte del zapping, se me
pasó el tiempo sin darme cuenta. A las siete y cuarto sonó el teléfono.
-¿Sí?...
-Ya salí del coma. ¿Qué pasó anoche que te largaste?
-¡Buenassss...! Me alegra saber que aún sigues viva...
-Sí, todavía me queda un hilito... y cuéntame que pasó.
-¡Menuda historia! Si no me llego a marchar no sé qué hubiera ocurrido. Para tu
información, me acosté calentita...
-¡Cuéntamelo todo!
-No guapa, primero tienes que soltar por esa boquita con quien estabas en el baño.
-Estaba sola.
-Y yo soy la reina Margot... ¡Anda ya!
-Sabía que no te lo creerías, bobona, estaba probando tu capacidad de reacción.
-Pues ya ves que soy rápida. ¿Vas a soltar prenda?
-Sí, espera que encienda un cigarro.
-Oye... ¿Vas a hacer algo ahora?
-Hablar contigo...
-Je, je, je... ya noto que te has levantado graciosa, me refiero a que si no tienes
planes...
-Ninguno... ¿Por qué?
-¿Qué te parece si nos vamos a cenar? Al final no salí de casa y sigo con apetito.
-Me parece bien, sobre todo porque me ahorraré un montón de dinero en teléfono.
¿A qué hora?
-¿Te va bien a las nueve?
-Perfecto. Paso a buscarte, ¿vale? Estate preparada que nos conocemos...
-Descuida, por la parte que me toca quiero saber cómo acabó la noche. Sobre todo
en lo que concierne a Andrea.
-Oye... ¿Va la cena de interrogatorio?
-Mutuo por lo que veo. Recuerda que empezaste tú. Anda no perdamos más tiempo,
como sigamos hablando no creo que vayas a ahorrarte mucho. Hasta ahora.
Mientras me arreglaba no podía dejar de sentirme cada vez más nerviosa. En toda la
tarde había oído nada en casa de Andrea. Tampoco la había sentido llegar durante la
noche, aunque bien es cierto que me quedé dormida hacia las cinco de la mañana. Pero
contando con que Inés se había acostado a las diez...
¿Estaría Andrea arriba?
Inés llegó casi puntual. A las nueve y cuarto apareció radiante por la puerta.
KHALI PADRÓN
-Te presento a Claudia, como siempre Inés había vuelto a interrumpir mis
conjeturas y ella es Paula.
-Encantada dije sin evitar asombro. Como verás, Inés me preparó una buena
encerrona.
-Oh, disculpa. Si molesto me voy.
-No, perdona. No me malinterpretes. Quise decir que no esperaba que estuvieras tan
cerca. Cuando Inés me dijo que te conocería pronto, no imaginé que sería va. Pero
conociendo su impaciencia... ¡Siéntate mujer!
-Yo también estoy algo sorprendida y nerviosa. Para ella era muy importante
conocer tu opinión...
-Pues ya la sabe. De todas formas creo que es lo suficientemente mayorcita para
tomar decisiones.
-¿Qué pasa? ¿No puedo pedir tu criterio?' me increpó Inés.
-¡Claro que sí! Pero bien sabes que yo no soy ninguna experta. De todas maneras
para mí resulta un halago el que quisieras conocer mis pensamientos... Gracias.
-¡Dios bendito, ya está bien! ¿Por qué no hablan de Pérez Galdós, Góngora o
Rosalía de Castro? Me siento como parte del decorado, hasta temo moverme para no
distraerlas... Si llego a saber que la “conversación ” -su forma de decirlo resultó
burlona- iba a ser sobre leyes, me hubiera traído la toga. ¡Qué forma de acabar la noche!
-Relájate, todo ha sido una broma de mal gusto por lo que veo.
-Lo sentimos de veras -corroboró Claudia.
-¿Nunca he comentado que empecé los estudios de arte dramático? Quizás fuera
porque mis padres presionaron mucho para que lo dejara, alegando que era una vida
muy sacrificada y que muy pocos conseguían el éxito, y como nunca terminé... ¿Pero
saben algo? Si por aquel entonces hubiéramos estado juntas y les hubiese visto las caras
durante la representación y finalización del acto que han tenido el privilegio de
disfrutar... ¡Jamás hubiera abandonado el teatro! Se acabó la función, ya pueden
empezar a aplaudir.
-Lo siento soberana, a partir del segundo acto sus encantos provocaron en mí tal
desasosiego, que perdí en la memoria el resto de sus palabras. Pero... ¡Es una broma!
Claro que sí. cariño, has estado magnífica. ¡No sabía yo que ibas para actriz. ! Acércate
que voy a mostrarte mi agradecimiento por haberme obsequiado con tal
representación...
Se fundieron en un beso tan apasionado que, aunque gustan dome esas expresiones
tan puras del amor, sentí vergüenza ajena e interrumpí de la única forma que conocía,
tosiendo. Ambas me miraron y nos echamos a reír. La situación era graciosa. Por
algunos instantes nos habíamos trasladado a algún coliseo de la antigua Roma en donde
solo estábamos nosotras y la noche...
Unos ruidos provenientes del apartamento de Andrea nos situó de nuevo en la
realidad. Mi corazón empezó a latir muy rápido y notaba sus latidos en el cuello.
Claudia tenía razón. O golpeaban con algo duro para que bajásemos la voz, o
estaban bailando flamenco a la una de la mañana.
En cuestión de segundos salí disparada a la cocina. Desde allí oiría si Andrea había
bajado con Inés. Me tomaría mi tiempo, prepararía café y saldría como si nada pasara.
Agudicé el oído y escuché las voces entremezcladas que provenían del salón. Entre ellas
se encontraba la de Andrea. Con los nervios, se me cayó la cafetera al suelo haciendo un
escándalo atroz. Claudia apareció en la cocina.
-¿Qué te ha pasado? ¿Te hiciste daño? -y añadió en voz baja- Andrea está aquí.
-Acabo de oírla. ¿Se encuentra bien?
-Está algo alterada pero todavía no sé el por qué... ¿Te cortaste? Deja que te vea...
-No, se me fue la cafetera de las manos, pero no tengo nada, es de aluminio. Por
favor Claudia, échame un cabo... estoy muy nerviosa.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-Pues relájate mujer, no pasa nada. Venga salgamos fuera a ver de qué hablan esas
dos.
Andrea estaba sentada junto a Inés. Sólo quedaba sitio para otra así que decidí
sentarme en el sillón individual y dejar que fuera Claudia la que se pusiera junto a ella.
No tenía ánimos para sentirla a mi lado, realmente empezaba a encontrarme mal.
Andrea estaba cabizbaja y no dejaba de murmurar algo que desde donde yo estaba no
alcanzaba a comprender. No sin cierta aspereza le pregunté:
-¿Te encuentras bien? Escuchamos golpes y nos asustamos. Por eso subió Inés a ver
si te ocurría algo...
-Deja que tome algo de resuello... -dijo Inés. -Ya nos lo dirá cuando se tranquilice.
-Perdón ... -me disculpé - No quería presionarte... .
-No te preocupes -contestó en un sollozo- ¿ Tienes algo para calmarme?
-Creo que en la cocina hay tila... iré a ver.
Me levanté y Claudia salió detrás de mí. No me hacía ninguna falta su ayuda, pero
intuí que lo quería era hablar conmigo. Me lié buscando la dichosa tila hasta que por fin
apareció, no había ordenado la compra como era debido y aún sabiendo que tenía me
costó encontrarla.
Claudia permanecía callada, se limitaba a observar todos mis movimientos y
cuando iba a encender el fuego para calentar el agua, dijo:
Claudia le dio la taza a Andrea pero estaba tan nerviosa, que Inés se la quito de las
manos cuando estuvo a punto de virarla. Con toda paciencia la fue bebiendo sorbito a
KHALI PADRÓN
sorbito hasta acabar con el contenido. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.
Durante unos instantes, que a mí me parecieron eternos, sucumbimos a un silencio
demoledor. Ninguna se atrevía a decir nada, esperábamos a que Andrea rompiera el
hielo que ella misma había creado.
-Estuvimos juntos casi dos años. Le quería muchísimo y por él lo había abandonado
todo, mis amigos, mis aficiones... siempre estaba pendiente de todo lo que él quisiera.
Al principio era perfecto, paz, armonía, felicidad... Me sentía la mujer más dichosa del
mundo hasta que un día un primo mío, me ofreció trabajar de dependienta en la
boutique que acababa de inaugurar. Ilusionada acepté el puesto, ya que eso significaba
que reuniríamos más rápido el dinero para la entrada del piso y así podríamos casarnos
mucho antes de la fecha prevista. Porque aunque os parezca precipitado, habíamos
hablado de boda. Estábamos seguros de nuestros sentimientos y tanto el cómo yo
deseábamos estar siempre juntos, vivir juntos, amanecer juntos... Sólo podíamos
disfrutar de esa convivencia "matrimonial” los fines de semana, cuando sus padres sus
iban al pueblo a casa de sus abuelos y nosotros nos adueñábamos del piso. Cada
domingo por la tarde era una tortura... porque aunque nos veíamos a diario, deseábamos
que llegara el fin de semana para no tener que separarnos en dos días. Esperé a que
llegara el sábado para decirle lo del trabajo cuando ya estuviéramos instalados en casa
de sus padres...
De pronto Andrea bajó la cabeza y empezó a llorar. Ninguna nos atrevimos a decir
palabra y ella se desahogó cuanto quiso. Inés tomó su mano y de alguna forma le hizo
saber que nos tenía allí, que no se avergonzara y que descargara todo lo que llevaba
dentro. Andrea, que pareció entenderlo, seguía llorando desconsolada Como si se
hubiera quedado atrapada por su pasado y ninguna do nosotras podíamos hacer nada,
sólo escucharla y dejar que se des cargara. Pasados cinco minutos y ya más serena
continuó.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
sin prisas pero sin pausas, recreándose en lo que estaba haciendo. Mi primera reacción
fue apartarle y él presionó aún más fuerte su cuerpo contra el mío. Mirándome a los ojos
me dijo: “Tranquila cariño, yo sé lo que te gusta. Así no tendrás la necesidad de ir con
otros ” y poniendo su mano sobre mi boca...
-Espera -intervine yo - Necesito un poco de agua, tengo la garganta seca. ¿Quieres
algo Andrea?
-Tráeme agua, por favor.
No estaba segura de poder aguantar durante mucho más tiempo el crispado relato
que Andrea contaba pero supuse que debía hacer de tripas corazón y seguir escuchando
sin aparenta que me afectaba de distinta forma que a las demás. Deseaba matar a aquel
gusano con mis propias manos , deseaba toparme con él y mirarle a la cara, deseaba
retarle a ver si también era igual de machito conmigo...
-Gracias Paula . Tu intervención ha servido para que me haya ahorrado los detalles
Ya podéis imaginaros que fue lo que siguió a continuación. Cuando se desahogó me
obligó a levantarme. A empujones me arrastro hasta el salón y allí me tiró en la
moqueta. Así pase el resto ¡te la noche Por la mañana y sin haber pegado ojo, decidió
que iríamos a desayunar fuera. Como si nada hubiese pasado. Por suerte, en la cafetería
nos encontramos a unos amigos que se iban de excursión y estaban repostando fuerzas.
Aproveché el momento del encuentro para excusarme diciendo que iba al baño. Cuando
vi que estaba hablando y que desde donde se encontraba no podía controlar la entrada,
huí hacia mi casa sin parar de correr cuando llegué apenas tenía aliento para hablar.
Metida en un mar de lágrimas se lo conté a mis padres. Mi madre me dijo que lo
denunciara, pero mi padre pensó que como era policía no iba a sacar nada. Sólo iba a
conseguir que los periódicos se hicieran eco del caso y pasaría a ser una persona
pública. Aturdida dejé que el tiempo pasara. Pero él seguía llamando a casa,
molestando, e incluso llegó a insultar a mi madre diciéndole que ella era otra puta
encubridora... Como mi padre trabaja en la banca y tiene un puesto de importancia,
KHALI PADRÓN
pidió favores a los amigos y me hicieron una prueba para empezar a trabajar. La superé
y a los pocos meses me ofrecieron la posibilidad del traslado. La verdad es que yo lo vi
como una salvación y sin dudarlo acepté. Supongo que también debía demostrar mi
gratitud por el empleo, no todo el mundo entra a trabajar así como así en un banco...
Andrea parecía un robot. Hablaba sin parar de su pasado, pero era como si ella no
formara parte de él. Era una máquina de palabras sin pausas, sin signos de dolor o
desazón. La observaba y veía a un muñeco de los que ponen en las ferias diciéndote lo
que te esperaba en el futuro. Sólo que ella hablaba de su pasado...
-Entonces fue cuando vine a Las Palmas. Como había conectado muy bien durante
el viaje a Italia con Inés, la llamé para decírselo y ella me ofreció su casa hasta que
encontrara piso y me instalara. Todo era perfecto hasta que hace unas semanas...
-¿Javier era el tipo que estaba la otra noche en tu casa? -pregunté indignada.
-Sí, la otra noche... y hoy.
-¿Hoy? -preguntamos a la vez.
-Hasta hace unos minutos. Cuando vio el escándalo que monté al oíros, y ante el
sonido de pasos que subían por las escaleras, salió y se fue al piso de arriba. Mientras
Inés estaba en casa, él bajaba tranquilamente como si nada hubiera ocurrido.
-¿ Y qué diablos hacía ese tío aquí? ¿ Quién le ha dado la dirección? ¡Porque de
algún sitio la habrá sacado!
-La sucursal del banco en Córdoba le informó que me habían trasladado a Las
Palmas, y a él le faltó tiempo para pedir también el traslado. Normalmente no lo
conceden hasta pasados unos meses y siempre cuando haya plazas vacantes… pero
como tiene una hoja de servicios intachable y muchos amigos en las altas esferas,
consiguió el traslado en pocas semanas..
-¿Qué es lo que quiere? – le preguntó Claudia
-Es bastante sencillo , ¿no crees? …. Me quiere a mí.
-¿Y la dirección quien se la dio?. – pregunté.
-La compañía telefónica. Se presentó como policía de investigación y solicitó,
placa en mano, información. Quería saber si disponía de teléfono y cuál era la dirección.
Todo lo he averiguado porque en el banco me dijeron que ellos no daban la dirección de
sus empleados a nadie y como le conozco, supuse que la había conseguido por el medio
más sencillo. Me presenté en telefónica y allí me confirmaron que mi dirección había
sido facilitada a la policía. Como veis, no me había equivocado.
-¿A que ha venido esta noche? Cuéntanos lo que ha pasado -dijo Claudia- Aquí no
estamos en Córdoba y tu padre no puede influir en lo que tengas quieras hacer.
-¿A qué te refieres?
-Me refiero a que si se tiene que tomar alguna postura legal, la tomaremos.
-¿La tomaremos? – dije yo- ¿No crees que es ella la de que debe tomar sus propias
decisiones? No me parece correcto...
-¡Dejadlo ya! - Gritó Andrea – No necesito clases de ética ni de moral….
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-De acuerdo – contesté- Dinos a que venían esos golpes, por favor.
- ¡Me ha violado!
Me derrumbé. Podía escucharlo todo, pero eso... Inés la abrazó con fuerza y Andrea
lloraba en su hombro sin parar, desconsolada, con los ojos abiertos mirando hacia la
nada. Claudia se levantó y fue hacia el teléfono, hizo una llamada y dirigiéndose a
nosotras dijo:
-!Nos vamos!
-¿A dónde? -pregunté.
-A que la vea un médico. Necesitamos un parte facultativo que acredite las posibles
lesiones, si queda semen en la vagina, si...
-¡No pienso ir a ninguna parte! -Andrea de pronto había salido de su
aletargamiento. - ¡No puedo luchar contra él, no puedo...! ¿No lo entendéis?
-¡Escúchame! -le dijo Claudia. Él no es intocable, lo que te ha hecho está
penalizado por la ley y el hecho de que te haya seguido hasta aquí significa que no
piensa parar. ¡Tienes que ser valiente y enfrentarte! Ahora tienes amigas que te apoyan,
no estarás sola, ¿de acuerdo? Por favor, Andrea...
-No digas bobadas – dijo Inés- Aunque yo no soy abogada, haré todo lo que me
pidan estas dos. No sé, buscar información, papeleo… cualquier cosa, lo que sea.
Aunque sé que este ofrecimiento me va a dar mucho quebraderos de cabeza, pero no por
ti cariño, sino porque van a aprovecharse de mí hasta en lo que no concierna a tu caso.
Sí no ya verás, dale tiempo al tiempo.
El coche patrulla acababa de aparcar delante de la clínica. Dos policías se bajaron y
se dirigieron a la entrada. Nosotras fuimos tras Andrea y nos dejaron pasar. Informaron
a la doctora de que habían llegado y ella salió de su despacho.
Buenas noches – se presentó - Soy la Dra. Menéndez. Acabo de reconocer a una
paciente que afirma haber sido violada. Mi deber era avisarles, ¿no?
-Desde luego, ese es el procedimiento a seguir.
-Dónde se encuentra la denunciante?
-Estoy detrás suya, agente. Mi nombre es Andrea Ramírez Castellano y quiero
presentar una denuncia contra el hombre que me hizo esto.
-Bien. Recoja el informe y acompáñenos al coche patrulla. Dra., deberá preparar
otro informe con el resultado de las pruebas y enviarlo al juzgado de guardia lo antes
posible. ¿Tiene usted abogado? -preguntó dirigiéndose a Andrea- Si quiere puede
solicitar uno de oficio.
-No, gracias. Tengo quien me represente. Vengo acompañada por ellas.
-Perfecto. Ojalá todas las mujeres tuvieran la suerte de estar representadas como
usted, señora...
-Bien -dijo el otro agente percatándose de que aquel no era el momento para hacer
ese tipo de comentario - Vayamos a comisaría. Si quiere puede ir en el coche de sus
amigas...
-Se lo agradezco -contestó Andrea. -Parece que se me hará menos duro si no me
monto en uno de esos -dijo refiriéndose al coche patrulla.- Todavía no me puedo creer
lo que estoy haciendo.
-Haces exactamente lo que debes, ¿de acuerdo? -le increpó Inés — Además, tú no
eres culpable de nada. Todo lo contrario, eres la víctima. Venga, súbanse al coche o esta
gente nos dejara atrás.
-Espero que no les haya molestado que Inés se acostara, necesitaba descansar.
Mañana le espera una dura jornada en la universidad y sólo dispone de dos horas para
dormir. Es muy poco, pero algo le hará.
-No te preocupes. Tú también deberías dormir un rato -le dije- Mañana tendremos
que batallar mucho. Oye... ¿Cómo es que tu compañero no ha venido a matarte después
de llamarle a las cuatro de la mañana?
-Porque no sabe la dirección... No, es broma. Tenemos la norma de avisar cuando
no vamos a acudir al despacho. Si lo llamé a esa hora es porque algo muy importante
me retiene en otro lugar y él lo sabe, no hace falta que le dé detalles. Cada uno apechuga
KHALI PADRÓN
Era la primera vez que nos acostábamos juntas, aunque la situación no fuera la que
a mí me hubiera gustado. Andrea cayó como un plomo en menos de diez minutos estaba
completamente dormida. Pasé toda la noche sin pegar ojo, escuchando su respiración.
Por momentos daba pequeños saltos y aunque a mí me daban unos sustos tremendos,
ella no se despertaba. Debía de estar con pesadillas rememorando todo lo que aquel
cerdo le había hecho…
A las seis de la mañana me levanté y fui a despertar a Inés, no recordaba haberle
puesto el despertador… La puerta estaba entornada y dando unos toques suaves con los
nudillos la abrí. La visión era estremecedora, Inés yacía de costado y Claudia le pasaba
la mano por la cintura, como si no quisiera que se separara de su lado. Me acerqué y le
susurré al oído.
-¿Si?
-Paula, soy yo. ¿Ya se despertó Andrea?
-No, aunque casi lo logras. Pero Claudia, ¿no sabías que estaba durmiendo?
-Sí, pero lo que tengo que decirte es muy importante. Mira a ver si todavía sigue
dormida...
-¿A qué viene tanto misterio? Espera un momento, voy a mirar... está frita. El
calmante hizo efecto en toda su proporción. ¿Has averiguado algo importante?
-Y tanto... Anoche mismo detuvieron a Javier y esta mañana después de hacer una
declaración en la comisaría, se ha ido a su casa tranquilamente.
-¿Cómo va a ser eso?
-Como lo oyes. Tiene que presentarse en el juzgado a media mañana.
-¿Y ahora ?... Si Andrea se entera de que esta suelto por ahí, le da algo.
-Por eso te aviso. Estate pendiente por si al cabrón se le ocurre pasar por su casa. Si
notas que están llamando arriba, avisa a la policía
-Descuida, primero lo mato y después llamo a comisaria.
-Hablo en serio, no te confíes y haz caso. Por cierto, si llama Inés, dile que el móvil
lo dejé en el despacho. Se me quedó el viernes y como lo dejé encendido no tendrá
batería. Supongo que ya me habrá llamado un montón de veces...
-Seguramente. Cuando hable con ella se lo diré. ¿Algún mensaje más?
-Que la echo de menos... En fin, voy a solicitar la copia del informe que mando la
Dra. . En cuanto tenga alguna novedad te aviso.
KHALI PADRÓN
Me había quedado nerviosa. ¿Cómo era posible que anduviera por ahí después de
ser detenido? Desde luego, tenía muy buenas amistades en las altas esferas del cuerpo
policial, porque si no no se explicaba.
Eran las once de la mañana y Andrea seguía dormida. Un par de veces me dieron
ganas de acurrucarme a su lado, pero la razón me lo impedía. Ni era el momento, ni
aquellas eran formas. Pasé toda la mañana pendiente del teléfono y de la escalera. Nada,
ni lo uno ni lo otro. A las doce y media Andrea apareció en el salón.
El director se había mostrado muy amable. Sin necesidad de dar muchos detalles le
dije que Andrea estaba enferma y que faltaría durante un par de días. ¡Había un virus de
gripe y ella lo había agarrado enterito! También le dije que se encontraba en cama y que
no se levantaría a coger el teléfono, que si era algo importante lo dejara en el
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
contestador que yo se lo diría en cuanto fuera a verla y escuchara los mensajes. No hizo
falta hablar de bajas ni nada parecido.
Era la primera vez que hablaba de Eva delante de alguien. Evitaba hablar de ella y a
los demás no les desagradaba la idea, así no se sentían incómodos buscando las palabras
adecuadas. Eva... ¿Cómo habría reaccionado si hubiera estado entre nosotras? Lo más
probable es que lo hubiese machacado a la primera oportunidad. La echaba de menos.
En la soledad de mis días y en la oscuridad de mis noches, todavía la lloraba. Y aunque
pensara en Andrea continuamente, su recuerdo y el dolor por su pérdida nunca se me
borrarían. El ruido proveniente de la habitación me alarmó.
-¿Qué haces?
-Busco mis llaves. Anoche las dejé sobre la mesilla y ahora no están.
-Las quité yo, las puse sobre la cómoda. ¿Para qué las quieres?
-Me gustaría ducharme y cambiarme de ropa. ¿Me acompañas a buscar una muda?
No tardaremos nada...
-El problema es que llame Claudia justo en ese momento. Tendremos que darnos
prisa.
-Es sólo un piso. De todas formas, si me hicieras el favor...
-¿Cuál?
-¿Irías tu sola? Has dicho que Claudia podría llamar y me gustaría estar aquí
cuando lo hiciera. Es que yo sola... prefiero no ir. ¿Te molesta?
-No, pero tendrás que decirme donde tienes la ropa y que es lo que quieres que te
baje.
-La ropa está en el armario de mi cuarto. Tráeme un vaquero y una camiseta. En la
cómoda está la ropa interior y en el segundo cajón del ropero hay calcetines. No creo
que me olvide nada... ¡Ah! Trae también un pullover por si acaso.
-¿Algo más?
-Si quieres mira el mensaje del contestador a ver quien llamó antes.
KHALI PADRÓN
-De acuerdo, enseguida estoy de vuelta. No abras a nadie que no conozcas, ¿vale?
Si tienes algún problema da un grito y estaré aquí en un santiamén. Pasa la llave cuando
salga.
-A sus órdenes, mi capitana.
-Por lo menos no has perdido el sentido del humor, cierra que salgo.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
IX
Joder... Ese tío estaba loco. No borré ninguno de los mensajes, había que buscar la
manera de grabarlos en una cinta convencional que tuviera validez en el juicio. Quizás
por medio de telefónica pudiéramos lograrlo. Se lo comentaría a Claudia en cuanto
llamase. Bajé a mi apartamento.
-¿Cómo es posible que perdiera la cabeza de esa forma? No sé, aquello parece la
obra de un perturbado...
-Posiblemente lo esté. Todo fue producto de mi negativa a hacer el amor. Le pedí
que se fuera pero no había forma de que me entendiera. No quería comprender que lo
nuestro había acabado. El sigue pensando que le pertenezco...
-Utilizaremos fotos de tu casa para aportarlas en el juicio. Le diré a Claudia que
mande un fotógrafo profesional para que capte hasta el mínimo detalle.
-Se volvió loco... Corría detrás de mí por toda la casa y a su paso iba rompiendo
todo lo que encontraba a su alcance. La sala, la cocina, el recibidor... todo.
-Si no quieres no hables de ello ahora. Más adelante tendrás que contárnoslo todo,
tendremos que preparar una acusación de la que ningún abogado lo pueda salvar.
-Me hace bien hablar de ello. Ahora siento la necesidad de contarlo, más adelante
no sé cómo me encontraré.
-Pues espera un momento, voy a buscar la grabadora. No te importa, ¿verdad?
-No, haz lo que quieras.
-Empieza por donde quieras -dije- Tómate el tiempo que necesites y procura no
olvidar ningún detalle.
-Bien, lo voy a intentar... Estaba viendo la tele y llamaron a la puerta. Pensé que
eras tú y abrí sin mirar. ¡Imagina mi sorpresa cuando me encontré con Javier de frente!
Pero no podía dar marcha atrás, cuando me quise dar cuenta, ya estaba sentado en la
sala.
-¿Algo te hizo imaginar lo que podía suceder?
-No, pero no quería estar sola con él. Así que te llamé por teléfono pero saltó el
contestador y no dejé ningún mensaje. Sin más recursos opté por sentarme y escuchar lo
que según él era muy importante que supiera.
Andrea inspiró y como una autómata empezó a hablar.
-Me dijo que lo nuestro no podía acabar, que debía tener en consideración los
sacrificios que había hecho por mí.
¿Qué sacrificios? -pregunté
-Según él, había dejado a sus amigos, a su familia, a sus compañeros por estar a mi
lado y eso era una gran prueba de amor. Le contesté que yo no le había pedido nada, que
incluso había aceptado de buen grado venir a Las Palmas para olvidar lo sucedido en
casa de sus padres. Me recriminó el que no le hubiera perdonado y que tenía que
confiar en que aquello no volvería a repetirse. Cuando se dio cuenta de que no iba a
convencerme se crispó y sacó la pistola, entonces...
-¿Tenía la pistola consigo?
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-Sí, pero no para amenazarme a mí sino a él. Me dijo que si un volvía se quitaba la
vida, que sin mí ya este mundo no tendría sentido, que ya nada valía la pena.
-¿Y qué hiciste?
-Nada, estaba asustada y era incapaz de moverme. Traté de hacerle razonar pero era
imposible, estaba obcecado y no veía más lo que quería ver. Cuando vi que la situación
se tornaba peli grosa, rompí a llorar. Aunque sabía que no le gustaba que lo hiciera, no
pude evitarlo. El miedo es mal consejero para momentos difíciles. A partir de ahí fue mí
verdadero calvario... ¿Lo estéis grabando todo? -saltó de repente.
-Sí. ¿Quieres que pare?
-Se acercó e intentó besarme -no había contestado a mi pregunta.- Le dije que no y
lo aparté con toda la brusquedad de la que fui capaz. Me levanté y fui hacía la puerta
pidiendo que se marchara. Cuando creí que iba a hacerlo, volvieron las imágenes que
me habían hecho huir de mi casa, de mi tierra y aterrorizada corrí a la cocina. El me
siguió y logró darme alcance. Zarandeándome gritó que se marcharía, que no le tuviera
miedo, pero que la única condición era que me entregara a él por última vez. Estaba
seguro de que si hacíamos el amor yo cambiaría de opinión. Empezó a susurrarme al
oído todo lo que sabía que me gustaba con la intención de ablandarme y meterme en la
cama. Pero como si mi rabia saliera de una fiera brutal, le di un rodillazo en todos los
testículos y eché a correr hacia donde único tenía una salida, la puerta de la calle. Pero
él fue más rápido. Me agarró por la blusa y me tiró al suelo. Arrastrándome, me llevó
hasta la habitación y cogiéndome por los brazos me tiró sobre la cama. Pataleé, grité, le
arañé... pero no pude evitar lo que había ido a buscar... Cuando hubo terminado se
levantó y oí como se dirigía al baño. Entonces corrí hacia la cocina con la intención de
coger un cuchillo para amedrentarlo, pero...
-¿Lo llegaste a coger?
-No, no me dio tiempo. Era todo una estratagema, como la vez anterior. Me sacó de
la cocina a trompicazos y me llevó de nuevo a la alcoba. Empezó a gritar que no le
provocara, que lo último que quería era hacerme daño, que le estaba irritando y no creía
ser merecedor de cómo lo estaba tratando. De repente sacó el cuchillo que había evitado
que cogiera y como un loco empezó a clavarlo en las almohadas. El resultado creo que
ya lo has visto.
-¿Y qué pasó después?
-Me arrastró de habitación en habitación mientras él lo destrozaba todo. Decía que
así sabría cómo se estaba sintiendo. Que iba a ser testigo de cómo se estaba
destrozando, de la misma manera que iba rompiendo todas mis cosas, mis recuerdos...
Entonces fue cuando escuché voces que provenían de tu casa. Corrí hacia la cocina y
tiré al suelo todo lo que encontré a mano. El me siguió y en un arrebato de complicidad
hizo lo mismo. Cuando se dio cuenta de lo que pretendía, fue hacía la puerta y escuchó
los pasos de Inés subiendo las escaleras. Antes de que pudiera hacer nada se había
marchado. Pensé que se tropezaría con ella, pero lo que hizo fue subir un piso y mirar
por el hueco de las escaleras. Cuando Inés hubo entrado, se limitó a bajar
tranquilamente sin que nadie le viera. Lo demás ya lo sabes.
KHALI PADRÓN
Andrea había relatado la historia como si la victima hubiera sido otra persona.
Como la vez anterior, la había contado de carrerilla, sin ningún signo de emoción o
resentimiento. No sabía si debía preocuparme o tranquilizarme ante el hecho de
comprobar la forma que tenía de relatarlo.
Claudia seguía sin llamar y yo tenía que comunicarme con ella lo más
urgentemente posible. Justo cuando iba a comprobar que el teléfono estaba bien
colgado, sonó.
-¿Sí?...
-Soy Claudia. ¿Ya se despertó Andrea? Si es que sí, disimula
-¿Qué hay, Ana? ¿Qué cuentas? -Andrea me miró con gesto de desesperación.
-Ya veo que está despierta. Hay que encontrar la manera de enfocarlo sin que sienta
miedo de nada, ¿vale? Javier ha salido bajo fianza, dime algo no te quedes callada.
-Es que últimamente no me prodigo en salidas, me estoy volviendo una mujer de mi
casa.
-Bien, aunque lo que dices no es del todo falso... Ya sabes cómo funciona esto. Un
expediente intachable en su carrera como funcionario defensor de la ley y toda esa
perorata, no hace falta que te lo explique. Habrá de presentarse los días uno y quince de
cada mes hasta que se celebre el juicio. Esperemos que el juez tenga en consideración el
tipo de delito por el que se le acusa y no demore la vista. Dime algo, se va a notar que
no soy esa amiga tuya... ¿Ana?
-Pues me alegro de que la vida te haya sonreído. ¿Sigues trabajando en el mismo
sitio?
-Eso te ha quedado muy bien, casi no lo pillo. Está suspendido de empleo y sueldo,
por supuesto. Hasta que no salga el juicio, su vida está congelada... Te voy a tener que
dejar, hay gente esperando. Ve tanteando el asunto, ya voy para allá. ¿Sabes algo de
Inés?
-Ahora estoy cansada y no me apetece salir. Si quieres quedamos para otro día, ¿te
parece?
-Debe ser que todavía no ha salido de la reunión. Se me olvidó decirte que hoy se
celebraba una junta con los decanos. Si acaso llamara antes de que llegue, dile que estoy
en camino. Que vuelva a llamar, ¿vale? Nos vemos en 20 minutos.
-De acuerdo, me avisas cuando tengas otro rato libre y salimos a dar una vuelta –
disimulé-. Cuídate. Adiós.
-¡Pensé que no ibas a colgar nunca! -dijo Andrea- ¿Y si Claudia ha estado
llamando?
-No te apures, tengo un servicio de llamada en espera. Si lo hubiese hecho lo sabría.
Debes calmarte un poco, ¿no crees?
-No estoy alterada, es la espera que me tiene atenazada la gar-ganta... Perdona.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
¿De qué forma iba a explicarle lo de Javier? ¡Desde luego, Claudia se había
escaqueado de mala manera! Tenía que buscar el modo de sacar el tema sin que
sospechara nada.
En ese instante tocaron en el telefonillo. Era Inés, que acababa de llegar. Después
de subir caminando, se dejó caer en el sillón en cuanto entró por la puerta.
-¿Qué más te da mudarte a una casa terrera?- preguntó- Esas escaleras van a acabar
con mi salud.
-¿Y por qué no subes en el ascensor? -contesté. Ni que fuera a pasarte nada...
-Nunca se sabe... ¿Cómo estás, Andrea?
-Nerviosa. Claudia lleva toda la mañana en el juzgado y toda vía no ha llamado.
¿Has hablado con ella?
-Iba a preguntarles lo mismo, no he podido llamarla. Lo peor de este trabajo es
cuando deciden hacer reuniones. Total, nunca se sabe cuál es el verdadero motivo
aunque yo sospecho que de alguna manera tienen que justificar el presupuesto... ¡Vaya
forma de hacernos perder el tiempo!
-Debe estar al llegar -dije yo- No creo que vaya a pasar todo el día fuera.
-Eso espero -contestó Inés.
-¡Dejaos de cábalas! Está bajando del coche -Andrea miraba por la ventana-
¡Menos mal que ya está aquí!
-¿Qué ha pasado? -preguntó Andrea- Hemos estado esperando tus noticias durante
toda la mañana.
KHALI PADRÓN
-Lo siento, me fue imposible llamar. Andrea, lo que voy a decirte no es muy
agradable pero tienes que comprender que la ley tiene muchos recovecos donde
esconderse, pero eso sólo dura unos días...
-¿Qué intentas decir?
-Javier salió en libertad bajo fianza - la cara de Inés cambió-. Al no tener
antecedentes, el juez consideró que hasta que no se celebrase el juicio y bajo la orden de
presentarse los días primero y quince de cada mes, más 100.000 euros de depósito
quedaría en libertad provisional. Pero eso sólo hasta que se celebre la vista, después
pagará por lo que te ha hecho. ¡Ah!... También está suspendido de empleo y sueldo
provisionalmente, aunque personalmente dudo de que vuelva a vestir de uniforme.
Verás cómo todo se arregla.
-¿Tú sabías algo de esto? -dijo Andrea dirigiéndose a mí- Acaba de decir lo mismo
que tú.
-No sabía nada. Sólo te dije que había esa posibilidad, no pienses mal. De todas
formas no debes preocuparte, prepararemos la acusación como si nos fuera la vida en
ella... ¿Verdad, Claudia? -dije buscando apoyo.
-Cierto pero tendrás que contárnoslo todo con pelos y señales. Así no tendrás que
repetir la historia
-Paula la ha grabado hace un momento. Necesité hablar y la mejor forma de no
estar repitiéndolo era grabarlo. Quiero evitar tener que hablar de ello en la medida de lo
posible...
-Perfecto, lo mejor será que intentes olvidar cuanto antes. Te llevará tiempo pero es
necesario, ¿de acuerdo?
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
Los días posteriores resultaron insufribles. Andrea pasaba las noches en vela y
nosotras nos turnábamos para quedamos con ella. Temía que la oscuridad se aliara con
Javier y fuera a hacerle una visita. Todo lo demás había vuelto a la normalidad excepto
ella. El miedo la iba consumiendo a medida que pasaban los días. Decidió no contar
nada a sus padres hasta que no supiera la fecha exacta del juicio, no quería estar
escuchando las lamentaciones de su madre y el refunfuñar de su padre desde semanas
antes. Todas habíamos respetado su decisión. La vida seguía su curso y Andrea se había
atascado en el tiempo. Un socio de Claudia, había sugerido la posibilidad de que
recibiera la ayuda de un psicólogo amigo suyo especializado en casos de abusos.
Después de mucho batallar con ella, aceptó asistir a consulta dos veces por semana.
Poco a poco el río iría volviendo a su cauce.
Mientras tanto, nosotras nos afanábamos en buscar todo tipo de pruebas que
pudieran inculparlo sin temor a que se plantearan dudas. Desde hacía meses se había
implantado el sistema del jurado popular y ellos serían los encargados de discernir su
culpabilidad o inocencia. De momento teníamos las fotos del apartamento destrozado,
eso daría la idea de lo violento que podía llegar a ser, huellas dactilares esparcidas por
toda la casa, el informe de la doctora confirmando signos de violencia y estábamos a la
espera de los resultados de las prueba del A.D.N. La habíamos solicitado tomando como
muestras restos encontrados en las paredes de la vagina...
Andrea optó por pedir la baja a causa del estrés y depresión en la que se encontraba.
Yo tenía que hacer gestiones fuera de casa, así que le hice una llave de mi apartamento
para que pudiera entrar cuando le atacara el miedo. Si en algún momento perdía los
nervios y se asustaba, como estaba pasando, sólo tenía que bajar un piso y esperar a que
alguna de nosotras regresáramos porque habíamos convertido mi apartamento en un
bufete casero. Todas nos reuníamos allí, ¿dónde si no?
Una mañana al despertar, me vi a Andrea acostada en el sillón. No me la esperaba y
me asusté. Supuestamente las chicas se habían quedado con ella esa noche, así que no
entendía que es lo que hacía durmiendo en mi sala. Al escucharme se despertó.
-Lo siento –dijo-. Anoche bajé a las tres de la mañana y no quise despertarte. Me
llamaron para avisarme de que tenían un compromiso de última hora y que llegarían
tarde. Les dije que no se molestaran, que te lo diría y que pasaría la noche contigo.
-¿Y entonces por qué no me avisaste? Llegué sobre las once...
-Lo sé, te oí entrar. Pensé que se me había presentado la ocasión propicia para
ahuyentar mis temores y afrontar la soledad y el miedo. Decidí que probaría a quedarme
sola, que ya estaba bien de molestarlas... pero a medida que iban pasando las horas me
entró el pánico y bajé.
-¿Por qué no me llamaste? Hemos quedado en que la hora no importa...
-Supuse que no te molestaría que utilizase la llave aunque estuvieras dentro... Sabía
que estabas sola. Te juro que no lo hubiese hecho si hubieras estado acompañada.
-Sabes bien que hace meses que no traigo a nadie a casa... Bueno, ni a casa ni a
ningún sitio.
KHALI PADRÓN
-Tú no eres culpable de nada. Soy yo la que he metido la pata confundiéndome tan
libremente... La primera vez que salimos juntas fuimos a sitios de ambiente y parecías
estar tan integrada que di por sentado que también pertenecías a él. Y aquella noche en
“Kronos”, cuando entraste en el baño...
-¿Por qué te crees que me fui? Estaba bebida y no supe controlarme... Sabía que
estabas celosa y eso me dio poder... Nunca antes había tenido consciencia de que una
mujer me deseara de aquella forma... ya sabes a lo que me refiero... Mi ego rozó las
nubes, me sentía halagada y perdí los papeles. No sabes cuánto me he arrepentido de
aquella noche.
-Es bueno saber todo esto -dije - Nunca antes me había equivocado... Y has tenido
que ser tú mi primer error. Disculpa si en algún momento te he ofendido... No era mi
intención.
-No me has ofendido, al contrario, me he sentido muy mimada, muy complacida.
Muchas veces he llorado por no tener la facilidad para amarte. Eres realmente
encantadora y mereces lo mejor en la vida, por eso he sentido la necesidad de contarte
cuales son mis sentimientos y cuál es mi forma de pensar. Quiero que sepas que me
encanta tu compañía y que me gustaría que esta amistad no se rompiera nunca, pero
también has de saber que no puedo quererte de la forma en que tú me quieres.
-No te he pedido nada y lo sabes. Nunca te he molestado ni…
-Ya lo sé. Pero a veces no hacen falta las palabras para darse cuenta de que la
persona que tienes enfrente está sufriendo y que tú eres la causa. No puedo seguir
viéndote así, esperando a que llegue el día porque ese día no va a llegar. No podía
seguir permitiendo que creyeras que tenías algún tipo de posibilidad Me resulta duro
pero es así. No comparto tus sentimientos y era necesario que lo supieras. No sé qué
más puedo decir para que no te sientas confundida, todo se resume a que debes reiniciar
tu vida, conocer gente que sienta igual que tú, salir y divertirte todo lo que puedas.
-Como veo que la sinceridad se ha adueñado de la situación yo también pondré el
corazón en mis palabras. En el fondo algo me decía que quizás estuviera equivocada,
pero cuando quise planteármelo en serio, estaba completamente enamorada y la sola
idea de que no compartieras mi forma de vida me hacía más daño del que podía resistir.
De todas maneras agradezco que me hayas contado cuáles son tus sentimientos aunque
para mí, sea lo más doloroso que he escuchado en mucho tiempo. Supongo que la herida
cicatrizará con el paso del tiempo, cosa que por otro lado no deja de ser curioso. Es lo
mismo que llevo repitiendo durante semanas a otras personas.
-Espero que esta conversación no signifique que vayamos a dejar de vernos. Me
gustaría seguir saliendo con vosotras. No me molesta el ir a sitios de ambiente, al fin y
al cabo lo paso bien y no me incordia nadie. Las mujeres son más sensibles y
comprenden mejor que cuando se dice no, es que se quiere decir no. En otros lugares
eso es imposible, los hombres te acosan y la única forma que tienes de librarte de ellos
es inventándote un novio que está en la barra pidiendo las copas. Sinceramente, tu
mundo es más sencillo que el mío... Mil veces.
-Te equivocas. Tú sólo conoces el ambiente de la noche, la fiesta, las copas, la
diversión... Pero la vida de a diario es mucho más complicada.
KHALI PADRÓN
-No sé a qué te refieres. Tuviste las mismas oportunidades que el resto de la gente.
Eres una brillante abogada, tus amigas ocupan puestos importantes dentro de la
sociedad, que yo sepa sois respetadas a todos los niveles...
-Tú has estado enamorada, eso ya lo sabemos -dije.- Salías con tu pareja a cenar, a
pasear, a disfrutar de la vida. Podías ir de mano, abrazados, cogidos de la cintura y
prodigarse todo tipo de arrumacos. Simplemente eran una pareja de tortolitos. Prueba a
hacerlo con una persona de tu mismo sexo... verás que pronto cambias de opinión.
-Supongo que como tú misma dices, sólo conozco la parte divertida. No había
pensado en los inconvenientes que la sociedad condena.
-Pues son un montón. Si trabajas en una empresa y eres una persona considerada en
el puesto que ocupas, prueba a decir que eres gay o lesbiana, ya no te mirarán de la
misma forma. Suena cruel, pero en la mayoría de los casos funciona así. Tienes que
pasar la mitad de tu vida ocultándote, escondiendo tus sentimientos, mientras a diario
tus vecinos viven felices con sus familias ajenos al dolor que llevas dentro. Porque
aunque lleves años con la misma persona, aunque tu hogar sea más sólido que el de
cualquier pareja convencional, y aunque hayamos conseguido los mismos derechos,
nunca serás considerada como un miembro más de la sociedad. Siempre llevarás
colgado el cartelito de invertida, de anormal. Para nosotros es muy difícil sobrevivir
ante tanta hipocresía. ¿Cuántas veces no has oído el dicho que dice “prefiero una hija
puta que tortillera”, o “prefiero un hijo ladrón que maricón”? La gente acepta la
homosexualidad cuando no les toca de cerca, pero cuando es alguien de su entorno la
cosa cambia. Se preguntan qué es lo que han hecho mal, donde han fallado… No
pueden entender que es la propia naturaleza la que nos ha creado así, tienen que
encontrar una explicación a lo que ellos llaman la perversión, la atrocidad, los granos
del mundo... Nuestra vida es más difícil de lo que mucha gente piensa. Tenemos que
demostrar nuestra valía doblemente, para que se nos juzgue por nuestra capacidad y no
por nuestra sexualidad.... ¿Sigues creyendo que nuestra vida es perfecta? Ahora quizás
empiece a serlo, pero todavía queda mucho por combatir. Las leyes nos apoyan, ya
somos ciudadanos de primera, pero todavía hay sitios en este país en donde sus cabezas
son más cuadradas que el mismo rompecabezas de Kubrick.
-Nunca lo había pensado desde ese punto de vista. Siento la ligereza con la que he
discernido que vuestra vida era perfecta ¿Por qué no intentáis hacer algo? No sé,
acostumbrar a la sociedad de que hay cabida para todos o algo así.
-¡Qué filosófica! ¿Qué crees que están intentando todos los colectivos de gays y
lesbianas en todo el mundo? Se manifiestan, salen a la calle exigiendo tener los mismos
derechos que los demás... Y es ahora cuando por fin en España el gobierno ha dado el
primer paso... De momento podemos casarnos y la adopción formará parte de nuestras
vidas, pero queda mucho camino por recorrer...
-Creo que en San Francisco está totalmente admitido. Por lo menos han logrado que
allí resulte algo natural...
-Te vuelves a equivocar. San Francisco es un ghetto. No han cedido en nada, se han
limitado a agruparlos en un mismo sitio y ahora hasta los propios gays lo venden como
el paraíso homosexual recomendado... y eso es mentira. Es normal que allí te sientas a
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
gusto pero hay que reconocer que lo que han hecho, ha sido apartarlos del resto de la
sociedad y aislarlos como si tuvieran la peste. Sigo pensando que eso no es forma de
vida. ¿Sabes cuántas personas pasan a diario por tu lado y son homosexuales? ¿Sabes
cuántas parejas se han sentado junto a ti en el cine y han tenido que ocultar el mismo
sentimiento que tú libremente has expresado a tu acompañante cuando la escena que
veías de amor te llevaba a besarle? ¿Sabes lo que significa que tu pareja enferme y que
los médicos no quieran decirte nada porque no eres de la familia? ¿Sabes la impotencia
que eso produce?... Realmente no tienes ni idea de cómo pensamos, vivimos o sentimos.
Afortunadamente ya todo está cambiando, pero ¡hay tanta gente que se ha quedado en el
camino para que nosotros y los que nos vienen detrás puedan tener una vida digna como
siempre hemos merecido...!
-No te enfades conmigo. No soy la culpable de que la sociedad sea tan destructiva...
Yo sólo soy un peón más...
-Por eso mismo, porque la mayoría de las personas heterosexuales se hacen a un
lado, tenemos tantas trabas en la sociedad. ¿A cuántos heteros ves en las
manifestaciones pidiendo por nuestros derechos? Se podrían contar con los dedos de
una mano, y aun así me sobrarían. Pero bueno, creo que nos hemos alejado del tema.
Hablábamos de nosotras...
-Ya expresé mis sentimientos y deseo que sepas comprenderme. No quería llevarte
a engaño y egoístamente creo que lo hice. Espero que no vayas a guardarme rencor por
esto...
-¿Cómo se puede guardar rencor a quien se ama? Es difícil asumir que no te puedan
querer de la forma en que tú quieres, pero supongo que a medida que pase el tiempo
será menos doloroso. No quiero que te sientas presionada, intentaré evitar cualquier tipo
de situación comprometida...
-Si así te vas a sentir mejor, actúa como debas pero quiero decirte que en ningún
momento me has faltado y que me encanta tu forma de ser. No me gustaría que ahora
por las circunstancias te mostraras diferente. No admitiré que cambies la manera que
tenemos de comunicamos... Te echaría de menos... ¿Estoy siendo egoísta?
-Supongo que no. Ahora tenemos claro toda esta nubosidad de sentimientos por lo
tanto, si creyeras que en algún momento mi actitud te incomoda, dímelo, porque lo que
no podre será dejar de amarte en cuatro días…..
-Y si tú crees que mi forma de comportarme contigo en alguna circunstancia te
hace daño, también házmelo saber. Quiero que nuestra amistad funcione y que nada más
la estropee. ¿Piensas igual?...
-No me queda otro remedio, ¿no crees? Sólo necesito tiempo para aclarar mis ideas
y eso sí te voy a pedir que lo respetes. Me gustaría dejar de verte durante unos días,
necesito reflexionar sobre lo que hemos hablado.
-Supongo que lo que pides es lógico. Siento de corazón haberte podido hacer daño,
pero creí que mientras más tardara en decírtelo peor sería. Ahora no sé si he hecho bien,
me duele verte así.
-Se me pasará. No te ofendas pero, ¿podrías dejarme sola?
-¡Paula...!
-¡Por favor...!
KHALI PADRÓN
El mundo se me cayó a los pies. Dicen que el corazón no duele, pero yo debía de
ser de otra galaxia porque sentía como el mío se había partido. La angustia ahogaba mi
llanto desesperado de pena y tristeza, de desamor e ilusiones perdidas y no encontraba
consuelo en ninguna parte. Pasaron un par de días y yo seguía inmersa en mi dolor.
Tanto decir a los demás que todo pasa y yo me encontraba hundida en la amargura. Por
las noches, cuando el silencio habitaba en todas las moradas, escuchaba los pasos de
Andrea intentando controlar todos sus movimientos. Entonces era cuando el corazón
más me dolía. Deseaba verla, hablarle, escuchar su voz... Pero eso no me ayudaría, sólo
conseguiría hacerme aún más daño. Tiempo... Más tiempo...
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
XI
Me había desligado por completo de todo lo relacionado con ella. Había llamado a
Inés y le había contado todo lo que fui capaz. Tendría que perdonarme, pero no podía
ayudarla en esos momentos. Necesitaba desconectarme del mundo y centrarme sólo en
mí. Al quinto día de aislamiento decidí volver a llamarla.
-Soy yo... ¿Quién eres... Claudia?
-¡Bienvenida al mundo de los vivos! ¿Cómo te encuentras?
-Todavía me estoy reponiendo de mi último fracaso amoroso. Supongo que Inés te
lo habrá contado...
-Verás cómo pronto se te pasa. ¿La has visto?
-No. Llevo evitándola desde que hablé con ella. Creo que por primera vez en mi
vida estoy realmente enamorada... Pero estate tranquila, ya me he hecho a la idea.
-Bien, sabes que el mundo no se acaba aquí. ¿Quién sabe? Igual a la vuelta de la
esquina hay alguien esperando única y exclusivamente por ti.
-¿Podrías presentármela?
-Ya quisiera, ya. Sé que eres una persona fuerte y que en poco tiempo recuperarás
tu vida. Sólo es cuestión de mirar las cosas desde otro punto de vista...
-¡Cuánto sabes! ¿Algo más?
-Oye chica, no te pongas irónica que lo único que pretendo es ayudarte, ¿vale? Pero
si quieres lo dejo...
-¡Perdona Claudia, perdona! Estoy bastante alterada y cualquier cosa me irrita, no
era mi intención contestarte de esa manera. Lo siento.
-Deja ya de disculparte…. No tienes remedio ¡Olvídalo!... ¿Quieres hablar con
Inés?
-Sí, por favor. Dile a tu otra mitad que se ponga. Debe pensar que me he muerto...
-No andas desencaminada, no creas…..Estábamos decidiendo que tipo de flores
plásticas te llevaríamos… Ya sabes, así no tendríamos que ir a cambiarlas… Es
broma… ¡anímate! Te paso con Inés que ya está impaciente Hasta luego.
-¿Cómo estás, “pochola?
-¡Déjate de cachondeo, listilla! ¿Cómo van con lo de Andrea?
-Está más o menos encaminado, de momento todo sigue su curso. Claudia se está
esforzando muchísimo y a mí me tiene todo el santo día haciendo fotocopias, ¿Cuándo
piensas echarle una mano?
-Mañana paso por tu casa y me ponen al día, ¿de acuerdo? Creo que va siendo hora
de que me espabile... ¿Sabes de ella?
-Llama todos los días preguntando si sabemos algo de ti. Está realmente
preocupada, pero no quiere bajar a tu casa para respetar tu decisión. ¿Cuándo piensas
hablar con ella?
-No lo sé, no creo estar preparada todavía. Se me hace muy duro pensar que nunca
tendré posibilidades y encima parece que mientras más lo medito, más me dude
KHALI PADRÓN
-¿Te apetece hablar ahora de ello? le recuerdo que sólo me contaste por encima y
que de este tema estoy un poco en bragas... Quiero que me digas cómo te sientes... ¿Para
qué estamos las amigas?
-Ni siquiera sé bien como me siento. Por momentos estoy decidida a luchar para
seguir adelante, pero al instante me hundo en un pozo negro en el que no encuentro una
cuerda para treparlo.
-No pensé que te hubiera dado tan fuerte... Se te veía venir pero nunca imaginé de
que manera.
-Pues ya ves, estoy absolutamente colgada de esa mujer. Ni yo misma creí poder
enamorarme de esta forma tan... ¿Cómo te lo diría? ... Tan... fuerte. No sé, no encuentro
la palabra adecuada...
-Mira Paula, eres una mujer adulta y como tal tienes que comportarte. No creo que
esa sea la mejor manera de olvidar. Ya sabes cómo piensa y como siente, ¿no? ¡Pues
entonces no permitas que las emociones controlen tu vida!
-Ella no tiene la culpa... Se limitó a ser sincera.
-Me parece perfecto. A lo que me refiero es que tienes que capear los palos que nos
da la vida, tienes que coger el toro por los cuernos y no dejar que los sentimientos te
venzan. No te vas a morir porque quien tú quieres no te quiera, ¿no? Además, ¿no dice
el refrán que si amas de verdad tienes que dejarlo libre para que sea feliz?
-¡Qué fácil es decirlo! Ponte en mi pellejo...
-Oye bonita...
-¡No me llames bonita! Sabes que me trae malos recuerdos...
-Lo siento, se me escapó. ¿Estás bien?
-Sí, olvídalo... ¿Sabes que te digo? He pasado por otras etapas más difíciles y las he
superado. ¿Por qué no habría de salir adelante en cuestión de amores? Estoy haciendo
una montaña de un grano de arena... Aunque el maldito grano duela tanto.
-¡Así es como me gusta oírte hablar! Bueno... ¿qué... vienes mañana entonces?
-Sí, ya hace días que no te doy el coñazo. ¡Prepárate, tengo que resarcirme del
tiempo perdido!
-Oye... Si quieres lo dejas para otro momento, por nosotras no hay problema...
-¡Ja! No te vas a librar de mí tan fácilmente. Di a Claudia que prepare una buena
cena, me acabo de invitar. Nos vemos mañana, ¿vale?
-De acuerdo, hasta mañana. Paula... te quiero.
-Y yo a ti. Gracias por todo, hasta mañana.
La conversación me había dejado más relajada. Tenía que haberla llamado mucho
antes en lugar de estar lamentándome por mi suerte, seguramente habría salido más
fácilmente del pozo en el que me encontraba. Hablar con Inés resultó ser reconfortante y
el saber que tenía amigas que se preocupaban por mí, me hacía sentir menos sola. Sentí
como un bichillo en el estómago al recordar lo que me dijo Inés… Andrea llamaba
todos los días preguntando por mí. Tenía que sincerarme conmigo misma, ella no había
tenido la culpa de nada... Y ya era hora de que me enfrentara a lo que tarde o temprano
llegaría... volverla a ver.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
Me senté de espaldas al poyo de la cocina. Bueno, más que sentarme me sentó ella.
Se había tomado en serio lo de no mirar como lo preparaba y antes de que yo ocupara
posiciones se limitó a señalarme con el dedo, -¡Ahí!-
No creí que estuviera tan preparada y tan fuerte para cuando llegara ese momento.
Quizás me veía a mí misma más vulnerable de lo que realmente era y estaba
sorprendida de ver lo equivocada que estaba.
Cuando la hubo preparado, la sirvió en una taza y se sentó frente a mí.
-Ten cuidado, todavía está caliente -dijo mientras yo de enterada bebía un sorbo- te
vas a quemar.
-Demasiado tarde -contesté. -Ya lo he hecho, mañana tendré “bembas” en lugar de
labios. ¡Me cachis, cómo duele!
-Deja que se enfríe, so bruta. Espera que te pongo un poco de vaselina en los labios,
eso evitará que te escuezan.
-Gracias pero date prisa, creo que me los he quemado.
-¡No me extraña! ¿A quién si no a ti se le ocurre?
-Lo siento -dijo - Sólo intentaba calmarte el dolor. Debí dejar que te lo pusieras tú.
¿Todavía sigues tan mal? Me gustaría encontrar la manera de poder ayudarte.
-No sé la forma en que puedes hacerlo, lamento haberte hecho pasar este mal rato.
Fíjate, vine a saber de ti y acabo hecha un mar de lágrimas. ¡Qué desastre!
-No te preocupes, no pasa nada. Esto tenía que ocurrir tarde o temprano ¿no crees?
-Lo mismo pensé yo y por eso subí a verte. Pero ahora no creo que la idea fuera tan
buena…
-Paula... Te echaba de menos... Me has dado una gran alegría.
-¿Sigues pensando igual? Quizás al no verme...
-Pienso de la misma forma, eso no ha cambiado. ¿Cómo podríamos ser amigas sin
que esto nos afectara? No me gusta verte sufrir... Y tú lo pasas mal cuando estás a mi
lado.
-No es eso, estar contigo no me disgusta. Simplemente se me hace difícil el
controlar mis sentimientos. No puedo comportarme fríamente así como así.
-¡Pues no lo hagas si de esa forma te sientes mejor! Antes nunca me faltaste el
respeto y estoy segura de que ahora tampoco lo harás. Si hablé contigo era sólo para
dejarte claro que yo no iba por el mismo camino que tú, no porque me molestara la
forma en la que me tratabas.
-Es que no sé lo que me viene mejor, si hacerme la indiferente o dejar que mis
sentimientos hablen por mí aunque sepa que tú no sientas lo mismo.
-Paula, si te es más fácil demostrar lo que sientes, sabiendo cuales son los límites y
así te encuentras mejor, pues hazlo. Las dos sabemos hasta donde podemos llegar.
Quizás así te des cuenta de que no soy la mujer perfecta que crees y te desenamores. A
lo mejor es la solución, mira tú por dónde.
-Ojalá fuera tan fácil como dices. ¿Cuáles son tus límites?
-Daba por hecho que los sabías.
-Recuérdamelos, quiero saber si esto puede funcionar o voy a terminar
masacrándome.
-Son los de siempre. Actúa conmigo como hacías antes, como si nada pasara. No
me importa. Es más, eres muy agradable y cariñosa... Siempre y cuando seas consciente
de que sólo soy una buena amiga, todo irá estupendamente.
-Se nota a la legua que no sentimos lo mismo, dices las cosas con una facilidad
aplastante. No creo que esto funcione...
-¿Qué es lo que quieres? ¿Quieres tirar por la borda nuestra amistad? No puedo
amarte, sólo puedo quererte... Y eso es lo único que te puedo ofrecer. ¿No lo entiendes?
-Esta situación me disgusta a mí más que a ti. ¿Crees que quiero que desaparezcas
de mi vida así sin más? ¡Claro que deseo conservar nuestra amistad! Después de todo,
es lo único que me ofreces.
-Lo siento, no puedo darte nada más. Tú misma dijiste el otro día que la persona
homosexual nace, no se hace. Lamento no tener la capacidad de amar que tienen las
personas que no se etiquetan...
-¿A qué viene eso?
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-Supe por Inés que tuviste novio. En un arrebato me contó lo de tu “casi” boda. Al
principio no lo entendí y si te soy sincera, todavía no lo entiendo. ¿Eres bisexual?
-No. Soy una persona abierta a todo tipo de amor... Amor sano, por supuesto. No
clasifico a la gente por su apariencia sexual sino por su forma de ser de pensar, de
amar... ¿Puedes entenderlo? Yo me enamoro de la esencia, no de lo que lleve entre las
piernas. Es así de simple.
-Nunca lo había pensado de esa manera. Siempre creí que entre los homosexuales el
sexo era una parte primordial, imprescindible.
-Es tan primordial y tan imprescindible como para los heteros, no hay ninguna
diferencia. La gente tiene mal concepto de la homosexualidad porque nadie se ha
molestado en sacarles de su ignorancia. Siempre es mejor vivir de espaldas hasta que te
toca de frente. Entonces es cuando el “mariquita” no les hace tanta gracia como antes y
la lesbiana ya no es tan “chochona Vivimos en un asco de cultura y ¡menos mal que
ahora el gobierno se ha mojado y se ha implicado como debería de haberlo hecho desde
hace años!
-Mujer, ahora ya somos todos iguales, ¿no? Me refiero a las bodas, las adopciones,
está todo equiparado afortunadamente.
-Y lo que nos ha costado llegar a esto. ¡Por Dios, la de gente que se ha quedado en
el camino! Parejas de años que nunca pudieron ver reconocidos sus derechos ni
cumplidos sus sueños....
-Bueno... Esos sacrificios, por denominarlos de alguna forma, han servido para que
ahora vaya encaminándose la cuestión. Aunque imagino que siempre quedará alguna
mente más cuadrada que otra a la que le cueste entender pero con el tiempo, ¡a
homosexualidad será tan normal como todo lo demás.
-Me saca de quicio ver cómo la gente se ríe con los chistes de maricas, de lesbianas,
de negros... Todo lo que salga de su pauta generacional les divierte. No Andrea, para mí
la homosexualidad no existe, sólo existe el sentimiento, el...
-Creo que ya te he entendido. Supongo que ahora la sociedad irá cambiando y que
desde pequeños se intentará que se vea como una opción más de las que nos ofrece la
vida
-¿Sabes qué? No buscamos aplausos, sólo buscamos respeto. Pero después está el
que lo va cantando por la calle, como si fuera portador del orgullo gay. He de reconocer
que nosotros en parte hemos tenido la culpa.
-¿Por qué?
-Eso te lo explicaré otro día. Aparte de tener calentura en los labios, está
empezando a subirme hacia la cabeza. Hay ciertos temas que es mejor que evite por esta
noche. Después de todo, tú también formas parte de la gente que cree que amar
independientemente de lo que se tenga entre las piernas no es posible.
-Perdona, pero que yo sepa no he dicho eso. ¿Me has oído decirlo acaso?
-¿Serías capaz de enamorarte de mí? Dices que te agrada mi compañía, que soy
cariñosa y que te gusta mi forma de ser. ¿Serías capaz?
-Esa no es la cuestión. Yo pien...
KHALI PADRÓN
-¡Imagina que tengo un gemelo! Los dos somos idénticos, mismos gustos, mismas
expresiones, mismos sentimientos, mismo corazón... ¿De cuál de los dos te
enamorarías?
-No lo sé... Visto de esa manera...
-¿Por qué dudas? ¿Lo ves? No creo que debamos seguir hablando de esto, se nos va
a ir la situación de las manos.
-Tienes razón, la calentura se te ha pasado a la cabeza.
XII
Durante los días siguientes nos veíamos casi a diario. O ella bajaba o yo subía, pero
entre nosotras nunca se había retomado aquella conversación que dejamos a medias.
Hablábamos de lo “jodida” que resultaba la contraprogramación de las cadenas de
televisión, porque nunca emitían lo que anunciaban, y de la alego ría que se utilizaría en
el carnaval de este año. Eran sus primeros carnavales y no tenía ni idea de que aquí se
formara tal pitote cuando llegaban las fiestas. Andrea estaba entusiasmada y todos los
días salíamos a pasear por el parque de Santa Catalina. Era la primera vez en mi vida
que estaba aburrida de las fiestas antes de que empezaran. Resultaba curioso, yo nunca
me había fijado en todos los pequeños detalles que componían un escenario y a ella no
se le escapaba ni uno, desde la primera bombilla hasta la última pintada. A falta de tres
días para que fuera el pregón, se había empeñado en que nos compráramos un disfraz y
que fuéramos ataviadas acordes con el motivo elegido para este año. No me hacía
mucha gracia, la verdad, no tenía por costumbre escabullirme por los mogollones
carnavaleros disfrazada. Aunque tenía que reconocer que de esa manera te daban menos
la lata. En una de nuestras incursiones al mundo de la farándula, me encontré con
Mónica. ¡Hacía meses que no sabía nada de ella ni del resto del grupo! Me llevé una
alegría tremenda y quedamos para ir a cenar, le había dado mi número de teléfono y no
dudaba en que me llamaría. Una vez de regreso a casa, invité a Andrea a un último
“cortado”, ambas estábamos relajadas y nos quedaban ganas de seguir parloteando
como cotorras.
-¿Y bien? - pregunté- ¿De qué quieres que nos disfracemos? Lo dejo en tus manos,
ya sabes que si lo hago es por ti.
-¿Qué te parece de vampiresas? Debe ser gracioso ir por ahí con los dientes afilados
sedientos de sangre...
-Mi niña, lo pintas tan macabro que se me quitan las ganas. Piensa en otro si no te
importa.
-¡Podrías darme alguna idea, ¿no crees? Después de todo la isleña eres tú y deberías
saber de qué se disfraza la gente. ¡Pero te advierto que no pienso disfrazarme de
Messalina!
-¡Pues bien que podríamos hacerlo! Tú de Messalina y yo de Agrippina. ¡La pareja
perfecta!
-¿Sabías que esas dos mantenían relaciones lésbicas? Lo vi en una película...
-¿En serio? Bueno, pues da igual. Sólo es un disfraz, no te entusiasmes.
-No me estoy entusiasmando, guapa. Si quisiera intentar algo te lo diría. ¿No
habíamos dejado eso claro? Creí que podía hablarte francamente sin que trastocaras mis
palabras...
-Y puedes seguir haciéndolo. Yo también estoy en igualdad de condiciones, ¿ya te
olvidaste?
-No, todo lo que venga de ti se me queda grabado...
KHALI PADRÓN
-Oye... ¿Quiénes son las personas que saludaste antes? No tuve el placer de ser
presentada...
-¿No te presenté? Perdona... Debí despistarme con la alegría del encuentro. Son
unos amigos que mantengo desde la facultad y hacía meses que no los veía. Puede pasar
todo el tiempo que quiera, que cuando nos volvemos a ver, parece que sólo han pasado
un par de semanas. Mantenemos una amistad sólida y no necesitamos vernos todos los
días para conservarla. Así nos va bien y así continuamos.
-Buena forma de no discutir, es.
-Mónica ha quedado en llamarme para ir a cenar todos juntos. ¿Te animas y vienes?
-No sé, avísame cuando sea la cena. Según como me encuentre haré, no quiero
hacer planes que después no pueda llevar a cabo.
-No sabía que tuvieras tantos compromisos...
-¡Mira que eres jodelona! No los tengo, ¿y qué?
-Pues que no veo porque no me dices un sí y ya está. Son buena gente y así
ampliarías tu círculo de amistades, que falta te hace.
-¿Ya te aburriste de mi compañía que quieres que conozca a otra gente para que te
deje en paz?
-Tú sabes que de tu compañía nunca me aburro... Sólo quería hicieras amigos, creo
que por aquí tienes bien pocos.
-Quizás vaya, ¿de acuerdo? Avísame un día antes.
-Me gustaría que vinieras, sabes que sin ti... no sería lo mismo.
-Déjate de chorradas. ¿Avisarás también a las chicas?
-Por supuesto. Inés me mataría si supiera que nos reunimos y no le digo nada. Ella
hace más tiempo que yo que nos lo ve y le gustará reencontrarse con la antigua pandilla
de la facultad.
-¿Pandilla?
-En el buen sentido de la palabra, chistosa. Siempre estábamos juntos y aunque Inés
y yo nos despegábamos a menudo un poquito, nunca nos alejábamos mucho.
-¿Y eso?
-Ya sabes, para hablar de nuestras cosas... Eva, Inés y yo. Los demás no hubieran
entendido nuestras conversaciones, delante de ellos hablábamos en clave.
-¿Por qué? Lo digo porque si tenías tanta confianza...
-Confianza sí, pero no como para decirles así a lo tonto que entre nuestros gustos se
encontraba, de la misma forma que los hombres, las mujeres. Un poco fuerte ¿no?
-¿Quieres decir que no lo saben?
-Sí, hija, sí. Son todos igualitos que tú... Estrechos de mente.
-No empieces otra vez, ¿vale? No creo que quiera retomar esa conversación en este
momento.
-Ni en este momento, ni en ningún otro. Desde aquel día en que lo dejamos a
medias, no te has atrevido a sacar el tema bajo ninguna circunstancia. ¿Te queda
mucho?
-¿Para qué?
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
erupción. Nada que no se quitara con el paso de los años y unas cuantas mascarillas.
Pero claro, aquellos de los que yo era objeto de burla no habían tenido la oportunidad de
verlo.
Delante del espejo iba probándome ropa tras ropa insatisfecha con todo lo que me
ponía. Después de sacar medio armario, opté por ponerme una minifalda negra con una
blusa de seda que venía que ni pintada para la ocasión. Unas medias finas del color de la
falda junto con unos zapatos de tacón alto serían el complemento perfecto. ¡Por cierto!
Tenía que avisar a Andrea de que la cena sería esta noche. La llamaría por teléfono,
ahora no tenía ganas de estar cambiándome para subir. Una vez me quitara la ropa, me
metería en la ducha y empezaría con el ritual de embellecimiento, o de restauración,
como decía una amiga de la que no recuerdo el nombre. Sí, mejor sería que la llamara.
Así no perdería el tiempo.
Con solo oír su voz, me ponía nerviosa. ¿Por qué seguía permitiendo que alterara
mi vida? ¿Por qué quería verla de esa forma tan desesperada? Yo sabía la respuesta,
estaba completamente enamorada.
A las nueve en punto sonó el timbre de la puerta. Era Andrea, que como siempre,
estaba radiante con ese aire de frescura que la caracterizaba.
KHALI PADRÓN
-¿Todavía no estás preparada? -dijo pasando al salón-. Pensé que estarías lista.
-Y lo estoy, sólo me falta ponerme los zapatos y nos vamos. Mira a ver si ¡as llaves
del coche están sobre la mesilla de la entrada, por favor.
-Sí, están. Ya las cojo, ¿nos vamos?
-¿A qué viene tanta desesperación?
-Sabes que me gusta ser puntual y como encima no conozco a nadie...
-¡Qué exagerada eres! Conoces a las chicas y también has visto a Mónica. No creas
que yo estoy mucho más ducha que tú en relaciones... Hace un montón de tiempo que
no veo al resto del grupo.
-¿ Y por eso te has puesto tan despampanante?
-¿Crees que voy muy llamativa?
-No es que la ropa sea un escándalo... El escándalo es como te queda...
-¿Me queda mal? No es mi intención ir como las payaseis...
-Te queda fenomenal, a eso me refiero. Hace tiempo que no te veía tan guapa... No
sé, pareces otra persona.
-Mujer, no siempre voy a estar en vaqueros y con camisetas. Alguna que otra vez
me arreglo.
-Ya lo sé, pero como hoy... Nunca.
Sentí como me ruborizaba. Desde luego, si había causado ese efecto en Andrea...
¿Qué pensarían los demás? ¿Acaso el patito feo se había convertido en un cisne? Debía
reconocer que la idea no me desagradaba. Es más, si me lo planteaba bien, hasta me
agradaba pensarlo. No quise hacerle ningún comentario a Andrea sobre su ropa... No
quería dejar de ser el centro de sus piropos ayudándola a desviarse del tema. Por
primera vez, me estaba dedicando halagos sin que yo la hubiera provocado a ello. ¿O sí?
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
XIII
Cuando llegamos al restaurante ya estaban todos. Inés me echó una miradita de las
suyas e instintivamente miré el reloj. Caramba, no llegaba tan tarde pensé. Creo que los
demás no me habían reconocido, claro que imagino que el último recuerdo que tenían
de mí no me ayudaba bastante. Solía ir a la facultad en vaqueros con grandes pullovers
que ocultaban mi sobrepeso y además llevaba el pelo muy corto. Acercándome a ellos
dije:
-¡ Atención... Acaba de llegar la reina de las fiestas, de todas las fiestas...!
Manolo, porque era Manolo, se quedó mirando y con cara de asombro exclamó;
Voy a tratar de resumir toda la velada. Los chicos no habían cambiado tanto como
yo esperaba, sólo habíamos madurado mu el paso del tiempo. Manolo se había
especializado en durillo penal al igual que Mónica, Antonio opositaba para obtener una
adjudicatura y Elsa se limitaba a actuar como abogada de oficio. En el grupo había
también otra persona que yo no conocía Después de hacer las presentaciones de rigor,
Claudia y Andrea eran nuevas para ellos, y cuando parecía que la desconocida iba a
seguir siéndolo, Mónica se dio cuenta y nos la presentó como Nuria. Resultaba muy
simpática y habladora, se notaba a la legua que tenía cierta clase y distinción que
muchas querríamos para nosotras. Nuria era psicóloga y trabajaba en un centro de
orientación compartiendo experiencia con otros compañeros. Desde el primer momento
sentí que conectábamos muy bien, pero era algo normal. Miraba a mi alrededor y todos
opinaban lo mismo que yo. Después de cenar nos fuimos a tomar unas copas y más
tarde a bailar. Tenía que reconocer que no le había prestado ninguna atención a Andrea,
pero de eso ya se encargaban las muchachas y Antonio, que no le había quitado la vista
de encima desde que llegamos. Ya en la discoteca cuando estábamos todos algo
entonadillos, me acerqué a Inés. La notaba apagada y estaba empezando a preocuparme.
KHALI PADRÓN
Yo tenía razón. Justo cuando nos íbamos a mover hacia la pista, Manolo hizo
intención de venir a nuestro encuentro. Contrariamente a lo que yo pensaba, la idea de
bailar pareció gustarle mucho más. No lo hacía del todo mal aunque a mí, por las
circunstancias, me pareciera un patoso. Estuvimos bailando hasta casi las seis de la
mañana y cuando mejor lo pasábamos, empezó la música lenta. A Manolo le faltó
tiempo para agarrarme por la cintura y envolverme en su mezcla de alcohol y sudor. Sin
poder casi ni moverme, me vi bailando con él todas las baladas con las que nos
deleitaba el disc-jokey. Deseaba que se rompiera el plato o donde quiera que estaba
pinchando, ya Manolo me estaba poniendo de los nervios.
Sentía la mirada de todos sobre nosotros. Desde luego que yo lo que pretendía era
sorprender a mis viejos compañeros de facultad, pero lo que nunca imaginé es que
tuviera que espantar de alguna manera a aquel pulpo que no dejaba de atosigarme en
toda la noche. Alguien debió de escuchar mis súplicas silenciosas y la música fue
bajando de volumen poco a poco. ¡Menos mal! Se había acabado. Andrea tuvo la feliz
idea de tomar churros con chocolate y a todos les entusiasmó, a todos menos a mí.
Quise poner una excusa para marcharme, pero Inés que adivinó mi intención, no dio
tiempo a que abriera la boca. Nos fuimos a desayunar y para no variar, el plasta de
Manolo se sentó a mi lado. De buenas a primeras, Nuria se levantó e invitó a Manolo a
que se rodara una posición más allá con el pretexto de que quería comentarme no sé qué
KHALI PADRÓN
cosa y que no pensaba dar gritos. Él, no sin mala cara accedió y dejando que Nuria se
sentara a mi lado, se rodó un hueco hacia su derecha.
-¿Qué tal? Pensé por tu cara que ibas a estallar de un momento a otro -me dijo -
Espero que no te haya molestado el que te lo quitara de encima...
-La verdad es que parece que sólo tú te has dado cuenta. ¡Cuando coja a las
muchachas me las cargo! Le dije a Inés que procurara distraerlo de vez en cuando y ya
ves, ni caso.
-¿Y qué tal? Me han comentado que eres una abogada de éxito... Te felicito.
-No creas todo lo que dicen...
-Normalmente no lo hago... Me refiero a que suelo leer entre líneas lo que
precisamente la gente calla. No lo puedo evitar, de alguna forma me llevo el trabajo
conmigo a todas partes.
-No sé yo si eso es positivo. Personalmente prefiero dejar mi profesión aparcada
cuando salgo de marcha con los amigos.
-Es fácil decirlo cuando no se está tratando todos los días y a todas horas con
pacientes que buscan tu ayuda. La rutina se hace presente y sin ni siquiera darte cuenta,
acabas analizando a todas las personas que conoces fuera del ámbito laboral.
-¿Sabes algo? Me estoy planteando el seguir hablando contigo... No sé, igual te da
por psicoanalizarme o algo así y en este momento, no te gustaría ver todo lo que yo veo.
-¿Tan malo es?
-No es malo, es doloroso y prefiero no continuar en esta línea de conversación. ¿Te
parece?
-Perfecto, pero permíteme que te de la dirección de mi consulta, ¿vale? Llama
cuando quieras y pásate a verme. Lo siento, pero presiento que no te vendría mal
hacerme una visita.
-Me molesta el que seas tan prepotente. Ni siquiera me conoces y ya te permites la
osadía de invitarme a hacerte una visita profesional... Me parece un poco precipitado,
¿no crees?
-Siento que te lo tomes tan mal, pero si me equivoco dímelo. Me encantaría saber
que he metido la pata, eso significaría que te encuentras perfectamente y que yo me he
extralimitado
-Me molesta que sin apenas conocerte me hables de esa manera... Eso es todo.
-Bien, pues no pasa nada. ¡Podemos mirarlo por el lado bueno, Manolo ya no te da
la lata!
-Ya ves, en eso te estoy agradecida. Parece que se ha olvidado por fin de que
existo... ¿No tomas tú chocolate? Se te va a enfriar...
-Es un secreto... No me gusta. Pero no digas nada, ¿vale?
-No lo diré si me das la dirección de tu consulta... ¡Sin que se entere nadie!
reparado en Andrea. Bueno eso no es del todo cierto, sí que había reparado en ella pero
mis ansias de gustar y sorprender al resto no habían permitido que le dedicase parte de
la noche. Además, he de reconocer que la gilipollez de Antonio era patente cuando
estaba a su lado o hablaba de ella constantemente, y los celos me comían aunque la
situación no era la propicia para montar numeritos. Bueno, ni la situación ni nada. Al fin
y al cabo yo no tenía nada con Andrea, aunque no podía evitar que dentro de mí algo se
revolviera cuando la veía coqueteando con cualquiera. Con respecto a Nuria... ¡Era
fascinante! Tenía ese don que muy pocas personas tienen y un carisma inhabitual. Al
principio me había molestado su prepotencia al hablarme con tanta osadía, pero también
he de reconocer que indudablemente tenía en frente a una gran profesional. Sin apenas
haber abierto la boca, intuyó que algo en mí no iba bien. Y tenía razón. Andrea me
llevaba por el camino de la amargura y no podía evitar que de vez en cuando los celos
hicieran acto de presencia. Entre eso y que el plasta de Manolo no me daba una tregua
para acercarme a nadie, pensé que iba a estallar en cualquier momento como bien dijo
Nuria. No estaba arrepentida de haberle pedido su dirección, es más, seguramente la
llamaría esta misma semana e iría a su consulta. No le había contado esto antes a nadie,
ni siquiera Claudia e Inés lo sabían, pero sentía la necesidad de hablarlo porque estaba
empezando a asustarme. Mis pensamientos iban más allá de la realidad y temía llegar a
confundir lo real con la fantasía. Últimamente no hacía más que pensar en Eva y eso me
resultaba muy doloroso. Había llegado a la conclusión de que de alguna manera me
seguía sintiendo culpable, y eso estaba machacando mi cabeza constantemente. Creo
que no voy a seguir con el balance de la velada o mañana pagaré caro el hecho de no
dormir. Además me está entrando un poco de modorra y eso significa que el sueño está
llamando a mi puerta. Voy a dormir, me tomaré una taza de leche caliente y me
enredaré entre las sábanas dejando que Morfeo me lleve entre sus brazos a otro lugar, a
otro mundo.
KHALI PADRÓN
XIV
Por la mañana me levanté con un poco de resaca. Más bien no era tanta resaca sino
pesadez de estómago. Tenía la boca amarga y apenas segregaba saliva para tragar con
fluidez. ¡Qué desagradable! Me di una buena ducha y pensé en llamar a Andrea para
que me preparara un brebaje de los de su abuela. Lo haría un poco más tarde, hasta el
momento no había oído nada en el piso de arriba y quizás estuviera aún dormida. Me
senté en el sofá y ordenando todo el desastre de papeleo que tenía esparcido dentro de
una cajita de cartón, dejé que mi mente se perdiera por los pasillos del recuerdo. Allí
había de todo, cartas de mis padres cuando estaban de viaje, pasaban largas temporadas
en el extranjero, postales de los amigos que se iban a la península a participar en
campamentos, la tarjeta de invitación a la boda de mi hermano, la del bautizo de mi
sobrina, las cartas de amor que algún otro corazón loco había dictado, poemas que en
días de desolación había escrito por algún que otro amor no correspondido...
Aquello era como la caja de Pandora. Podía entrar y salir de mi pasado gracias a
todos aquellos recuerdos guardados en una simple cajita de cartón. Tenía hasta el
boletín de las notas de fin de curso del año 82 y acompañando, un minúsculo dibujo de
una paloma en relieve que me había regalado Ricardo. ¡Qué recuerdos! Ricardo siempre
estuvo coladito por mí, y por más que le decía que no tenía tiempo para noviazgos y que
además era todavía muy joven, él insistía en esperarme hasta que yo quisiera. Y por
supuesto, nunca quise. No era mi tipo. En el fondo de la caja había un montón de cartas
amarradas con un elástico. El corazón me dió un vuelco y un nudo se apropió de mi
estómago. Eran todas las cartas que Eva me había escrito desde que estábamos en el
instituto. Las tenía guardadas como oro en paño y cada vez que me mandaba una, la leía
y releía hasta casi aprendérmela de memoria. Ponía pasión en cada una de las líneas,
ternura en cada una de las frases, sentimiento en cada una de las palabras... Siempre me
gustó su forma de expresarse, cuando hablaba en serio era un placer escucharla. Tenía el
don de la escritura, el de la palabra, el del amor...
Dejé todo aquello como estaba y fui hacia la cocina. Me estaba poniendo muy
romántica y las ganas de volver a verla resultaban muy dolorosas. Más cuando era
consciente de que eso era imposible, de que Eva se había ido para no volver jamás. No
podía dejar que el recuerdo me aplastara como venía haciendo desde hacía meses, así
que cogí el teléfono y llamé a Andrea.
-Hola... ¿Qué tal te levantaste?
-Hola, Paula. Yo bien, ¿y tú?
-¡Fatal! Te llamaba para ver si puedes bajar a prepararme tu famoso brebaje... Creo
que me estoy muriendo.
En el fondo le había dicho la verdad, por dentro me estaba muriendo de amor... Por
Eva, por ella, por...
-¡Ya será para menos, mujer! Dame cinco minutos y estoy ahí, ¿vale?
-De acuerdo. No pienso ir a ningún sitio... Hasta ahora.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
No sé hasta qué punto había hecho bien en llamarla. Mi estado de ánimos estaba
por los suelos y sentía que sólo estaba utilizándola para calmar mis ansias y mi dolor.
Pero ya era tarde, escuché sus pasos bajando la escalera y abrí la puerta. Apareció con
unos pantalones cortos y una camiseta de tiros dejando entrever así sus graciosos
pechos, libres, sin ataduras, sin sujeción.
En cinco minutos estaba de regreso con la infusión entre las manos. La puso sobre
la mesa y se sentó a mi lado.
-No te lo tomes a mal, mujer. Pero has de reconocer que si lo miras desde otra
perspectiva resulta hasta gracioso.
-¡Claro, como no era a ti a la que acosaban!
-Creo que te estás tomando esto muy en serio y no tengo ganas de discutir. Siento
que mis comentarios te hayan ofendido tanto...
-Que no, mujer, que no me has ofendido. Sólo que cuando me acuerdo se me
revuelven las tripas.
-Ha de ser por eso por lo que andas mal del estómago. Por cierto, tómate ya la
infusión o después estará muy fría.
-¿Te das cuenta? La vida se compone de cosas extremas. O estás feliz o estás triste,
o hace frío o hace calor, o subes o bajas, o está caliente o está frío, o lio...
-¡Para! ¿Te levantaste hoy filosófica? Chica, hay que ver cómo te embalas...
-Será mejor que me mandes callar cuando ¡o haga. A veces no controlo y mi lengua
se disparata a su libre albedrío, no lo puedo evitar. ¿Qué te pareció Nuria? Es
psicólogo...
-Dio la impresión de ser una chica bastante agradable. Tampoco es que tuviera
muchas oportunidades de hablar con ella. Si mal no recuerdo, durante la cena
hablábamos todos a la vez, en la discoteca bailábamos hasta rompernos las canillas y
cuando más o menos podíamos mantener una conversación en la que el sonido de fondo
no fuera un problema, la acaparaste. Así que no tuve oportunidad de conocerla..
-Tengo la impresión de que ha habido algo de recochineo en tus palabras.
-Te equivocas, para nada. Sólo digo que no hablé mucho con ella...
-Si no hubieses estado toda la noche pendiente de Antonio...
-¡Pero bueno ¿esto qué es?! Parece que estemos discutiendo sobre algo indiscutible.
Tú puedes prestar toda tu atención a quien te dé la gana, que yo puedo hacer lo mismo.
No veo a que viene toda esta palabrería.
-No te ataques... no te ataques. Esto todavía quema...
-Pues procura no asarte y déjalo que repose más tiempo.
-Por cierto, hablando de la última vez... Creo que dijiste que un día te sentarías y
hablarías de la homosexualidad con la mente abierta.
-Yo no dije eso. Dije que una tarde bajaría y escucharía lo que quisieras contarme
con respecto a ese tema. No empieces a confundir mis palabras, ¿de acuerdo?
-¿Qué tal hoy? Es un momento como otro cualquiera...
-¿Siempre hay que hacer las cosas cuando a ti te dé la gana?
-No te pongas así. Pensé que como no tenemos nada que hacer, podríamos
aprovechar la tarde...
-Pues no pienses por mí. Yo si tengo cosas que hacer y ahora no quiero hablar de
nada, ¿vale? Además ya se me ha hecho muy tarde y he quedado con un amigo. Tengo
que subir a prepararme. Hasta luego.
proporcionado la excusa perfecta para marcharse por las de Villadiego! ¡Qué mala
suerte la mía!
Volví de nuevo a pasear por las calles del recuerdo con mi caja de Pandora. De
masoquista, abrí una de las cartas de Eva y comencé a leerla. Era un poema que había
creado para mí hacía un montón de tiempo. Las lágrimas resbalaron por mis mejillas en
silencio, como si no quisieran interrumpir la lectura, como si no quisieran desviar la
atención de aquel folio escolar que tantos sentimientos expresaban. Volví a guardarlo
todo y esta vez cerré la caja, ya era suficiente por hoy, no tenía fuerzas para seguir
martirizándome. De pronto sonó el timbre de la puerta. Extrañada porque no esperaba a
nadie dejé que tocaran un par de veces más, pero como insistían opté por acercarme y
preguntar quién era.
mente. Siguen a pie juntillas todo lo que dictan las normas y son incapaces de arriesgar
nada por conocer, por entender, por...
-No creo que se basen en tus conclusiones para que la gente no entienda la
homosexualidad. Existen otro tipo de diferencias, otros razonamientos...
-Pues ahora tienes la oportunidad de expresarlo abiertamente, estoy a la escucha.
-El hombre tiene unos genitales imposibles de igualar y su función es la de copular
con la mujer, y por su parte la mujer tiene el don de conquistar, de subyugar, de abrirse
a los placeres infinitos que el hombre proporciona...
-¿Cuántos años tienes? -pregunté asombrada-. ¡Ni siquiera mi bisabuela piensa
como tú! ¿Eres consciente del disparate que acabas de decir? ¡Por favor, que yo tenga
que oír semejantes argumentos!
-¿Ves a lo que me refiero? Sé perfectamente que acabo de decir un disparate y lo he
hecho a consciencia. ¿Por qué debo yo respetar tus ideas si tú eres incapaz de respetar
las mías?
-Pensé que íbamos a hablar en serio, pero ya veo que estás de cachondeo y yo no
me rio. Me doy por vencida… Si quieres lo dejamos.
-No hace falta que te pongas así…… Sólo quería que te dieras cuenta de que no
todas las opiniones son iguales, de que hay gente que piensa diferente
-Yo sólo quería saber cómo pensabas tú. Me gustaría saber por qué no elegirías a
la mujer en lugar del hombre.
-No lo sé. Quizás sea por educación, por creencias, por religión... Nunca me he
planteado el estar con una mujer, por lo tanto tampoco me he parado a analizar nada que
tuviera relación con ello... No lo sé.
-El mundo homosexual no es hm diferente al de los heteros. Tenemos las mismas
preocupaciones, las mismas angustias, los mismos temores... Somos iguales en todo
excepto que a nosotros la vida se nos hace más cuesta arriba. Debemos fingir para no
ser condenados, debemos reír cuando hemos tenido un desengaño con nuestra pareja
porque no podemos expresar abiertamente que la amiga que entra en casa todos los días,
que la amiga que se une a las juergas con los compañeros de trabajo es en realidad tu
pareja, tu amor, tu vida, tu amante….
-Lo dices de una manera. .
-Es la pura realidad. Nos pasamos la mayor parte de nuestra vida ocultando
nuestros sentimientos y la mayoría de las veces no tenemos ni siquiera con quién hablar
de nuestros problemas, Siempre hay que estar ojo avizor porque nunca sabes quién te va
a dar la puñalada.
-¿A qué te refieres con eso?
-Tuve una amiga desde la infancia, éramos uña y carne. Íbamos juntas a todos los
sitios y más que amigas, parecíamos hermanas. De hecho, nos llegaron a confundir
varias veces pero no por el parecido físico ni nada de eso, simplemente porque siempre
estábamos juntas. Al cabo de los años y como no tenía a nadie con quien hablar de mis
sentimientos, decidí confiarme a ella. Era la época de los novios y esas tonterías y como
nunca me había preguntado el porqué de mi desgana a salir con los chicos, pensé que en
el fondo lo sabía. Ese fue mi primer error...
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-¿Qué pasó?
-Estuvo dos semanas sin hablarme y cuando lo hizo, fue para preguntar si alguna
vez había tenido “pensamientos de esos” con ella. ¡Imagina mi cara al escucharla...!
Quería que la tierra se abriese y me tragara. Le expliqué que no todas las mujeres
gustaban y que a ella la quería como la hermana que nunca tuve, ya sabes que sólo
tengo un hermano varón, y que nunca había pasado por mi mente ningún pensamiento
que indujera más allá que el cariño que le tenía como tal. Después, todos fueron
preguntas sobre lesbianas y críticas al “sistema de vida ’’ que llevaban. Me reprochó
que no se lo hubiese contado antes, que yo había sido una falsa con ella... Y después se
acordó de las veces que nos habíamos duchado juntas cuando salíamos de la piscina, de
las veces que nos habíamos quedado en la misma cama cuando veraneábamos en el
sur... Y yo que sé qué más. Fue espantoso. Aquel día fue el último que la vi.
-No creí que hubieran personas tan crueles... Desde luego que si mi mejor amiga
me confesara que era lesbiana no actuaría así.
-¿Estás segura? A veces creemos que no vamos a reaccionar de cierta manera y
luego en la realidad nos equivocamos.
-Entonces... ¿Qué pintaría yo aquí hablando contigo si no me diese igual cuáles son
tus gustos?
-No es lo mismo, reconócelo. Entonces teníamos otra edad y, aunque eso no
justifique su actitud, ahora con la madurez se piensa diferente.
-Sigo pensando que yo no hubiera actuado tan salvajemente. No comparto el amor
entre mujeres, ni siquiera el sexo para experimentar entre mujeres, pero eso no significa
que condene su sistema de vida...
-Bueno, a lo que íbamos…. No somos diferentes, espero que eso te haya quedado
claro, pero lo que sí somos es más intuitivas. Estamos a la expectativa ante los hombres,
ante la familia, ante los amigos, ante la sociedad que busca nuestro voto y que después
nos condena...
-Pero, ya eso cambió con la ley, mujer…
-¡Pues claro! Pero eso es algo por lo que llevamos luchando muchos años y ya
veras, como nos lo harán pagar muy caro... Y si no, dale tiempo al tiempo, ya verás.
-No seas tan pesimista, mujer. Lo que importa es que se os reconozcan vuestros
derechos, como a todo el mundo.
-¿Y tú crees que podre darle un beso a mi pareja en el cine? ¿Podré ir por la calle
cogida de su mano? ¡Despierta Andrea! Hasta que la gente no cambie su forma de
pensar... ¡Es que lo ven como algo asqueroso y están muy equivocados! El amor entre
mujeres es un amor puro, sincero. Es un amor suave y tranquilo, es un amor basado en
el diálogo y la compresión... No en vano al ser mujeres, sabemos lo que nos gusta y nos
disgusta, lo que normalmente nos atrae y lo que nos repele, lo que nos hace reír o nos
hace llorar... Las mujeres somos más sensibles ante cierto tipo de cosas y siempre se ha
dicho que no hay nada mejor para llevarte bien con tu prójimo que conocerle, v nosotras
en general somos muy parecidas.
KHALI PADRÓN
-¿Y el sexo? No es que la idea me repugne ni nada de eso, pero siento curiosidad...
¿Es cierto eso que dicen que os satisfacéis con consoladores y demás aparatos? Una oye
tantas cosas...
-Mira Andrea, por un momento deja tu mente libre de opiniones y comentarios y
presta atención a lo que voy a contar. Intenta situarte en lo que voy a decirte sin ningún
tipo de tabúes, sin ningún miedo. Tú, como todo el mundo, te habrás masturbado alguna
vez en la vida, ¿verdad? Cuándo te acaricias, cuando estás disfrutando de tu cuerpo en
plena libertad, cuando estás sintiendo cada centímetro de tu piel ante la suavidad de tus
manos... ¿Sientes la necesidad de utilizar algún tipo de consolador? Yo creo que la
respuesta sería que no. Y lo creo por la sencilla razón de que nadie como tú conoce tu
cuerpo, y de que nadie como tú podrá darte el placer que tú misma te das. Pues entre dos
mujeres funciona de la misma forma, sólo que en lugar de estar masturbándote a ti
misma se lo estás haciendo a la persona que quieres. Sobre el sexo no hay nada escrito,
me refiero a gustos, y cada cual utiliza su imaginación como quiere o le apetece. Si hay
a quien le gusta usar consoladores imagino que los usará, pero por norma general a las
mujeres no nos hace falta. ¿Cuántas veces has alcanzado un orgasmo con la
penetración? De cien veces, ¿diez... doce? La mujer es más sensible que todo eso. Es el
hombre el que necesita penetrar para llegar al orgasmo, es el hombre el que impone la
pauta y el ritmo, es el hombre el que domina. En cambio la mujer es más sensual, más
sibarita, más lasciva. Podemos pasarnos horas acariciándonos, besándonos, sintiendo
como nuestros cuerpos se estremecen ante el placer, gozando de cada una de las caricias
con las que nos obsequia la persona que tenemos a nuestro lado sin la necesidad de
preocuparnos si necesita o no la penetración para que alcance su orgasmo. La mujer se
esmera más en sus movimientos, no tiene ninguna prisa por acabar, Y aunque he sabido
que hay hombres en la cama que como amantes son extraordinarios, nunca es
comparable a lo que una mujer te puede hacer sentir. Date cuenta de que nosotras, al
conocer nuestro cuerpo, sabemos en donde dejarnos ir más tiempo. Sabemos la forma
en que nos gusta que nos acaricien y por lo tanto damos de la misma forma en que
recibimos. Son horas de interminable placer, de orgasmo tras orgasmo hasta que el
cuerpo te pide, te suplica que pares, que ya no puede más. Andrea... ¿Me estás
escuchando?
-¿Eh...? Sí, claro... Lo defines todo con tanta dulzura...
-Es que es así, no me invento nada. ¿Hay algo de vergonzoso en ello? No atentamos
contra la vida ni contra la formación de nadie... Sólo vivimos, sentimos y amamos de
diferente manera.
¡Pero no somos ningunas viciosas ¡ Lo hacemos con nuestra pareja en nuestra
intimidad, demostramos el amor que sentimos la una por la otra de la misma forma que
lo hace una pareja heterosexual . Yo no veo la diferencia.
-En este momento y aunque no lo comparta…. Yo tampoco ¿Por qué nadie habla de
la misma forma que tú lo haces? .
Porque a quien oyes hablar del tema no es homosexual, por lo tanto aunque quiera
aparentar que sabe mucho, en el fondo no tiene ni puta idea. Se limitan a imaginar y a
especular, pero nunca se atreven a dar el paso de preguntar libremente, sin temor a que
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
se les juzgue por su verborrea fácil y despiadada. Por eso hablan sin saber, perjudicando
a todos aquellos que vivimos el amor de otra manera. Bueno… Y, ¿qué piensas de todo
lo que ha oído? Sé sincera, ¿vale?
-Estoy asombrada tenía un concepto equivocado o por lo menos es lo que parece.
Nunca pensé en la parte de los sentimientos, sino en la parte sexual de la relación.
Desde pequeñita siempre escuchas comentarios en caso sobre alguna vecina que no es
“muy normal” y te asustas porque te pueda pasar a ti. Oyes el desprecio con el que los
mayores se refieren al tema y lo único que piensas es en que tú no serás igual. Que no
irás al infierno por cometer los mismos pecados que la vecina, que tú eres diferente.
Supongo que es ahí donde empieza a fraguarse la idea de que aquello es sólo y
exclusivamente puro vicio, de que es algo anormal y de que ni debe pasársete por la
cabeza el hecho de acostarte con una mujer. “Eso” es pecado.
-¿Te das entonces cuenta, de que lo que te digo sobre que la cultura en nuestro país
no es ninguna utopía? La gente no estará preparada en mucho tiempo...
-Eso tampoco lo puedes decir con tanta facilidad, nunca se sabe lo que puede
ocurrir mañana. Nunca se sabe…...
-Te lo agradezco, pero no creo que sea buena idea. También voy a hablarle de ti.
-¿De mí?
-Sí. Sin tu pretenderlo te has instalado en mi cabeza y quiero solucionarlo. No
puedo vivir de recuerdos ni tampoco de esperanzas que ni siquiera me han dado.
-Lo siento, pero me haces sentir culpable. Si pudiera as...
-No quiero que sigas hablando, podrías decir alguna tontería de la cual te ibas a
arrepentir. No me has dado pie a nada así que no pienses disparates, ¿vale?
-De acuerdo. Pero sigo ofreciéndome para acompañarte si lo consideras oportuno.
No lo olvides.
-¿Qué tal si jugamos una partida a las cartas? ¿Te apetece?
-No se me dan muy bien los juegos, así que no intentes abusar de mí, ¿ok?
-¿Se te da bien “La Ronda”?
-¿Es un juego en el que se “maja” y todo eso?
-Sí, hija sí. Ya veo que eres una experta...
-Te advertí que se me da mal el juego...
-No es que se te dé mal exactamente, es que no tienes ni idea.
-Si quieres hacemos otra cosa... No sé, piensa en algo.
-No me des ideas que me pierdo, a ver... ¡No se me ocurre nada!
-Bueno, pues por lo menos invítame a cenar. Parece que me ha entrado un poco de
hambre.
-¿Quieres salir fuera o cenamos aquí?
-Aquí estará bien. ¿Tienes algo en la nevera?
-Ya hice la compra, mujer, hay de todo. ¿Qué te apetece?
-Algo exótico... ¿Qué tal una tortilla francesa?
-¿Y eso es exótico? Tú te estás cachondeando, ¿verdad?
-Si. Lo que verdaderamente me apetece es comida china. Pero que nos la traigan
aquí, no quiero cambiarme de ropa ni salir a la calle, Te parece bien?
¡Perfecto! Haré el pedido por teléfono y en cuestión de media hora estaremos
cenando. ¿Tú qué quieres?
Me gusta todo, así que pide lo que te apetezca. Yo para eso soy buena de boca.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
XV
Como había calculado, la cena no tardó más de media hora en venir. Disfrutamos
de la comida y después nos fuimos al salón a tomamos una copa, se estaba haciendo
tarde y debíamos madrugar. Si algo no me gustaba de los domingos, era que al día
siguiente era lunes. No me había costado mucho aprendérmelo, era simplemente
cuestión de lógica. Semitumbadas cada una en un sillón, el tiempo pasaba sin que
mediara palabra alguna. Quizás ya nos lo habíamos dicho todo, aunque yo tenía la
sensación que por la mente de Andrea pasaba algo de lo que no quería hablar.
Intentando no sobresaltarla en su sopor y meditación, hice un gesto con la mano
provocando su atención y una sonrisa
-Por un momento creí que te habías quedado cataléptica . Es agradable saber que
estaba equivocada.
-Lo siento, me dejé llevar por el pensamiento v olvidé en donde estaba.
-No es que me moleste la indiferencia, dije mientras reía es que estaba empezando a
quedarme dormida. En fin. ¡Mil dólares por tus pensamientos!
-¿Mil dólares? Pero bueno... ¿No estoy en Canarias? ¿Desde cuándo en Las Palmas
la moneda es el dólar?
-Desde nunca, tonta, es una expresión ya hecha. ¿Me lo cuentas o qué?
-Estaba distraída pensando en la de cosas que tengo que hacer mañana. Mi jefe
quiere que nos reunamos después de cerrar el banco y me temo lo peor.
-¿A qué te refieres?
-Se ha incorporado en las islas un jefazo venido a menos de la península y
considera que nuestra sucursal tiene demasiado personal. Dice que hay muchas otras en
la que hace falta gente y que a nosotros nos sobran empleados. Por lo que he oído,
quiere hacer una reestructuración y mandar a alguien de nuestra oficina a las oirás
sucursales. Creo que son dos en Lanzarote y tres en Fuerteventura.
-¿Y eso a ti en qué te afecta?
-De mi oficina soy la última que me he incorporado, así que... Supongo que si
alguien tiene que marcharse a otro destino, voy a ser yo.
-¿Y no lo puedes arreglar? No sé... alegando cualquier cosa.
-Ni pensarlo. Si la decisión es que yo me vaya a otra isla, no me queda más remedio
que acatarla o despedirme, y como comprenderás, no está el trabajo tan fácil como para
eso. De todas maneras, hasta mañana no sabré nada.
Al abrir la puerta para que saliera, Andrea se detuvo un momento y me miró. Cogió
mi mano entre las suyas como yo había hecho momentos antes y con una sonrisa se
acercó a mi cara y depositó un suave beso sobre mis labios. Sólo fue un instante, apenas
un roce, pero a mí me pareció el beso más intenso que nunca me había dado nadie. Sin
apenas darme tiempo a reaccionar, me apretó la mano y se fue escaleras arriba. Estuve
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
un rato más en la puerta, no sé qué es lo que estaba esperando, pero algo me decía que
no la cerrase.
Pasados diez minutos, comprendí que lo que hacía era la tonta. Lo máximo que
podía ocurrir, es que pillara un buen resfriado gracias a la corriente que se producía.
Cerré la puerta y me fui a la cocina a fregar los platos. Parecía una autómata, caminaba
por inercia y recogía lo de la cena casi por intuición. A cada momento, venía a mi mente
el recuerdo del beso, del roce, de la suavidad de sus labios y unos saltitos en el
estómago me hacían comprender que no había sido producto de mi imaginación. ¿A qué
se debió esa despedida? Quería pensar que quizás la conversación mantenida la había
ablandado hasta el punto que ese beso podía significar que de alguna manera me
apoyaba y confiaba en mí. Con ese pensamiento me metí en la cama. Tardé bastante en
dormirme y por la mañana parecía que todo había sido un sueño, aunque tenía la certeza
de que había ocurrido sin ningún tipo de dudas. Después de desayunar unas tostadas con
mermelada, llamé a Nuria.
-Buenos días –dije- Llamaba para pedir cita con la doctora Nuria por favor.
-Buenos días -contestaron-, ¿Es la primera vez que viene?
-Sí, por eso no sé bien cuáles son los pasos a seguir.
-No se preocupe, vamos a ver... La primera hora que tengo libre es el viernes a las
siete de la tarde. ¿Le viene bien?
-Sí, aunque yo esperaba verla antes. No sabía que estuviera tan ocupada.
-Normalmente tiene la agenda repleta, aunque... déjeme ver... Esta tarde hay una
paciente que no tenía la seguridad de poder venir así que si quiere, lo único que puedo
decirle es que se venga sobre las ocho y pruebe suerte. ¿Qué hacemos, le doy cita para
el viernes o se arriesga a venir hoy?
-Creo que iré hoy a probar suerte. ¿A las ocho ha dicho?
-Sí. De todas maneras déjeme su nombre y su teléfono por favor. Si quiere puedo
avisarla, normalmente llaman para anular la cita.
-Le agradecería que me llamara si lo hacen, así no iría en vano. Mi nombre es Paula
Santana Ruiz y mi teléfono es el 98-23-42.
-Pues bien, lo que haremos será que si llama para anular la cita yo le aviso a usted.
¿De acuerdo?
-Me parece perfecto señorita, muchas gracias.
O era una gran profesional o había más gente con problemas de los que una podía
imaginar. No podía esperar hasta el viernes después del último acontecimiento con
Andrea. Tenía que contarle a alguien todo lo que pasaba por mi mente y necesitaba que
me ayudaran. Tenía un gran cacao en mi cabeza Por un lado Eva no se iba de mi
pensamiento y seguía sintiendo la angustia de su marcha y por otro lado, Andrea
confundía inexplicablemente mis sentimientos. Sumida en mis cosas oí como saltaba el
contestador, ni siquiera me había dado cuenta tic que el teléfono había estado sonando.
Corrí hacia él y levanté el auricular.
KHALI PADRÓN
-¡Quién quiera que seas no cuelgues, estoy en casa! Espera un momento que quito
el contestador... ya está. ¿Quién es?
-No sabía si era tu casa o el zoo ¡Cuánto jaleo has formado por una llamada!
¿Esperabas a alguien en particular?
-Hola Inés, aquí la mona del zoo al habla ¿Qué pasó?
-No has contestado a mi pregunta... ¿Quién creías que era?
-Nadie en particular. ¿Cómo están?
-Claudia acaba de salir para el bufete y yo estoy en la Universidad. Tengo dos horas
muertas y pensé en llamarte. ¿Qué tal lo pasaste el sábado? Al final te animaste,
¿verdad?
-Como tú bien dices, me animé al final. ¿Y ustedes?
-Ayer estuvimos de resaca, no salimos de casa y nos tragamos toda la basura que
pusieron en la televisión. Como verás fue un domingo entretenido. ¿Qué hiciste tú? Nos
extrañó que no llamaras.
-No salí. Andrea bajó y pasamos la tarde charlando, después pedimos comida china
y cenamos en casa. Un domingo cualquiera...
-¿Y qué más?... No seas mala y suelta por esa boquita...
-No seas mal pensada, no pasó nada más. ¿Acaso no puedo hablar con las personas
sin echarme encima de ellas? ¡Vaya concepto que tienes de mí, guapa!
-¿Sabes que te digo? Que si estás tan a la defensiva es porque ocultas algo. Te
acabas de poner como las fieras por una simple pregunta y eso significa que no cuentas
toda la verdad. ¿Me equivoco?
-¡Me sacas de quicio! ¿Por qué demonios me conocerás tanto?
- Porque soy como tu sombra... ¡Venga ya! ¿Qué pasó?
-Ayer se decidió a escuchar, ya ves. Pensé que nunca llegaría el día.
-¿...Y?
-Pareció entenderme bastante bien, tenía un concepto equivocado. Hablamos largo
y tendido hasta que se atrevió a preguntarme mis gustos... Bueno ella generalizó, pero
yo sé que lo decía por mí,
-Ten cuidado no vaya a ser que te confundas, quizás generalizaba.
-¿Estabas tú aquí para comprobarlo? Me da mucha rabia que enseguida opines de
todo sin haber estado presente.
-Ya veo que te has levantado de buen humor... En fin, si quieres pásate esta noche
por casa, ¿vale? No creo que a Claudia le apetezca salir.
-No te doy ninguna seguridad, igual voy. De todas maneras no me esperen.
-Pues yo espero verte esta noche, ¿de acuerdo? Claudia iba a pasar esta mañana por
el juzgado a ver si había noticias del cabrón de Javier. Así que procura venir y ni se te
ocurra decirle nada a Andrea.
-De acuerdo, has utilizado un buen argumento. Iré.
-Pareces una abogada hablando...
-Es que lo soy, listilla. Nos vemos después, hasta luego.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
XVI
-¿Quién es?
KHALI PADRÓN
Buenas tardes. Llamo desde la consulta de la doctora Nuria Montes. ¿Está la señora
Paula Santana, por favor?
-Soy yo. Dígame...
-Llamo para confirmarle su cita esta tarde con la doctora a las ocho y cuarto.
Acaban de anular la hora, por lo tanto puede usted venir con seguridad. ¿Lo confirmo?
-Sí, por favor. Muchas gracias por avisarme, no faltaré. Hasta luego.
¡Hoy, me iba a ver hoy! Inesperadamente me había puesto de buen humor. Quizás
la idea de que iba a hablar con alguien que podía ayudarme, me daba unos ánimos
excelentes. Miré el reloj. Las cuatro y media. Tenía tiempo de arreglarme y de decidir la
ropa que me pondría. Iría sencillita, unos vaqueros y una camisa de verano porque ya
empezaba a hacer calor. Como según para que cosas tardaba una eternidad, me metí en
la ducha. El dolor del pecho había disminuido en intensidad y la sensación de ahogo
había desaparecido. Cuando tenía un pie en la bañera sonó el timbre. Cogí una toalla y
me envolví mientras me dirigía hacia la puerta.
-¿Quién es?
-Andrea. Abre que traigo noticias.
-Pasa y perdona por el recibimiento, estaba a punto de ducharme. ¿Qué ocurre?
-¡No me muevo de Las Palmas! Mi jefe mandó a Gutiérrez a Lanzarote y a mí ni
me planteó el marcharme. ¡Estoy eufórica! ¿Lo celebras conmigo?
-¡Me encantaría, pero no puedo! Ya tengo la cita con Nuria. He de ir a las ocho a su
consulta. Por cierto... Me alegro mucho de que te quedes. ¿Ves cómo tenía yo razón al
decirte que no te preocuparas?
-Sí, tenías razón. Pero a veces la mente te juega malas pasadas... ¿Cómo es que te
dieron hora tan pronto? Llamaste esta mañana, ¿no?
-Alguien anidó su cita y me avisaron de que podía ir. La verdad es que fue una
suerte.
-¿Quieres que te acompañe? Esta tarde no tengo nada que hacer...
-Te lo agradezco, pero no creo que sea conveniente. Prefiero ir sola. Además no
creo que permitieran que entraras conmigo, normalmente el acompañante espera fuera y
no quiero ponerme nerviosa sabiendo que estás esperando. Gracias de todas formas.
-Pues nada. Si quieres cuando vuelvas me avisas y nos vamos a cenar, invito yo.
-Te lo agradezco, pero no puedo. Ya he quedado.
-¿Has quedado? Y... ¿se puede saber con quién?
-Quedé con Miguel para tratar sobre ciertos casos que tenemos pendientes -mentí
acordándome de mi cita con Inés- Seguramente acabaremos tarde y llegaré agotada.
¿Te importa si lo dejamos para otro día?
-No sé yo si volveré a sentirme generosa... ¡Qué sí mujer!, que lo aplazamos para
otro momento.
-Perfecto. Ahora si me disculpas voy a meterme en la ducha. Sabes que soy una
indecisa para la ropa y aunque nunca lo logre, me gusta ser puntual. Hoy no tengo otro
remedio que serlo.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
Entré en la ducha y dejé que el agua empezara a correr por mi cuerpo. Justo en ese
instante, oí pasos que se dirigían al baño. Asustada cerré el grifo y presté atención.
Cerró y pude escuchar como corría hacia la puerta de la calle. Sólo fue un simple
roce pero a ella le había gustado. ¿Qué significaba aquello?... Lo comentaría con Nuria
y desde luego olvidaría decirlo en casa de las muchachas. Conociéndolas, me dirían de
lo último. Terminé de dame el baño y chorreando agua por todas partes fui hacia la
habitación. Según Eva, tenía la fea costumbre de no secarme nunca la espalda y eso
hacía que pareciera un pato acabado de salir de una piscina. ¡Cuántas cosas me decía
Eva! ¿Podía estar viéndome en estos momentos? Pero... ¿Qué disparates estaba
pensando? ¡Menos mal que Nuria me atendía hoy que si no...!
KHALI PADRÓN
Estuve tonteando por la casa hasta que dieron las siete. Esa era la hora buena para
salir, porque la consulta quedaba algo lejos y aparcar el coche era como presentarse a
una oposición sin haber estudiado. ¡Mejor iría en guagua! Como casi nunca subía en
ellas no sabía ni cuanto costaban. El chófer me miró con cara de pocos amigos cuando
le di un billete de 10 euros. “-¡Señorita! -dijo alzando la voz- ¿No tiene usted monedas
sueltas? -No, -contesté- lo siento Con malos modos me cobró el billete y levantando el
dedo hacia un cartel que había justo encima, pude leer con claridad que había que tener
cambio en monedas para pagar el ticket de la guagua. Desconcertada ante las miradas de
los demás usuarios, busqué sitio y me senté. Había un montón de tráfico y me alegré de
no haber llevado el coche. A las ocho menos diez estaba subiendo las escaleras que
conducían a la consulta de Nuria. La chica que había hablado conmigo por teléfono me
reconoció por la voz y me dijo que esperara en una salita que había en una de las
dependencias de la casa. Resultaba un sitio acogedor y la música que te ponían de fondo
era la antesala de la terapia. Sonaba justo al volumen correcto, ni muy alto, ni muy bajo,
y en medio de la habitación estaba una mesa llena de revistas. Cogí una y empecé a
hojearla. En ese momento escuché la voz de Nuria que estaba despidiéndose de un
paciente. Cuando se dio la vuelta y me vio esperando en la salita, se sorprendió.
El despacho de Nuria era pequeño pero acogedor. Las paredes pintadas de un color
claro la hacían parecer más espaciosa. La distancia entre Nuria yo apenas era
perceptible ya que la mesa ocupaba gran parte del espacio. Cuando llegué estaba un
poco nerviosa, pero al entrar en aquella habitación, todos mis temores desaparecieron.
Extrañamente, empezaba a sentirme cómoda. Nuria se quedó un rato mirándome y
después como si estuviera con cualquier otra persona, sacó una carpeta y abrió mi ficha.
Contestaba a sus preguntas mientras hacía una recapitulación en mi mente de todo lo
que estaba viendo Cuando hubo terminado, cerró la carpeta y dijo: - ¡Cuéntame!
-La verdad es que no sé por dónde empezar -le dije. Es la primera vez que hago esto
y estoy un poco confundida.
-Haz como todo el mundo y empieza por el principio, Normalmente funciona.
-Bien. Si me remontara al origen de todo, no sabría que decir primero, así que iré
hablando según me vaya viniendo a la mente lo que más me preocupa. Hace ocho meses
falleció una persona muy querida. Bueno, para ser más exacta se quitó la vida.
-¿Te sientes responsable de ello?
-Al principio sí. Después con la ayuda de todos se me fue quitando la idea de la
cabeza, o eso pensaba yo, pero con el paso del tiempo he descubierto que sigo creyendo
que en gran parte fue culpa mía.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-No creo que se trate de eso. De todas formas lo iremos analizando poco a poco, ¿te
parece?
-Supongo que tú sabrás lo que haces. Si crees que es mejor así...
-¿Pensabas en ella la noche en que te conocí?
-En ella y... en Andrea.
-Andrea... ¿no era la otra chica que salió con ustedes? Sí, la de Córdoba, creo...
-Esa misma, no te equivocas. Desde la primera vez que la vi me gustó. Hay algo en
ella que me atrae, no sé si es su mirada o qué, pero lo cierto es que he llegado a
imaginar cosas absurdas e incluso he tenido hasta celos. La otra noche también tenía un
ataque por culpa de Antonio. ¡Fuerte pesado! No la dejaba ni a sol ni a sombra.
-¿Comparte Andrea tus mismos sentimientos?
-Hasta ayer pensaba que no, pero hoy...
-¿Qué pasó?
-Bueno, en realidad fue ayer. Estuvimos hablando de la homosexualidad femenina.
Yo llevaba tiempo queriendo hablar con ella de eso, y al final decidió escucharme.
Quería que comprendiera que no es tan fiero el león como lo pintan y que muchas de las
cosas que se dicen no son ciertas. No sé, supongo que lo que pretendía mostrarle era la
cara amable de uncí relación entre personas del mismo sexo. Pareció entenderlo todo
muy bien y cuando se iba a marchar me besó en los labios. No lo entendí y si te soy
sincera, todavía no lo entiendo. Al día siguiente o sea hoy, hablamos de ello y se
disculpó. Bueno, dijo que le había hablado con tanta ternura y con tanta emoción que
ella misma se había dejado llevar por mis palabras y sintió la necesidad de despedirse
con un beso. En estos momentos ha de estar esperando a que llegue a casa para ir a
cenar, me ha invitado.
-¿Piensas ir?
-Esta noche no puedo, voy a casa de las muchachas. De todas formas, ayer estaba
pasando por un mal momento y supuse que su explicación no era del todo tan
descabellada. Pero hoy, esta tarde cuando se iba a marchar, volvió para atrás y me dijo
que a pesar de todo, el beso que me dió le había gustado.
-¿Y tú qué piensas de eso?
-No lo sé, esperaba que tú pudieras ayudarme. Ella sabe desde hace tiempo que
estoy enamorada y lo que no entiendo es por qué crear confusiones que podrían hacerme
daño.
-¿Enamorada? Eso no me lo habías dicho. ¿De quién, de Andrea?
-Supongo que se llamará amor, todavía no lo tengo muy definido. Normalmente no
soy tan enamoradiza, pero como ya te dije antes, por ella siento algo especial, algo
mágico. Incluso he llegado a escuchar a través de las paredes de mi casa sus
conversaciones. Sé que está mal decirlo, pero no he podido evitarlo. ¿Es eso normal?
-¿ Viven en el mismo edificio?
-Ella vive un piso más arriba que yo, pero las paredes son tan finas y el edificio tan
viejo, que si te descuidas te contesta hasta el eco.
-¿Qué sientes cuando estás a su lado? ¿Piensas en Eva?
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-No, bueno normalmente no. A veces he comparado pequeños detalles pero casi
nunca suelo mezclarlas.
-¿Te has parado a pensar que quizás busques en Andrea la parte de Eva que ya no
tienes?
-¿Qué?... ¡Si no se parecen en nada!
-Acabas de decir que comparas detalles...
-Sí. Pero son sólo eso, detalles. No tienen que ver en nada la una con la otra, son
completamente diferentes.
-Bien. Sabes que en un sólo día no se puede hacer mucho así que cuando salgas,
pide hora para la semana que viene. Quiero hacer un estudio de todo lo que me has
contado hoy y en la próxima consulta podré responderte a algo. Siento cortarte de esta
manera, pero aquí se funciona en base a un horario y hay otra persona esperando fuera
para entrar ¿Te parece bien la semana que viene?
-¿No podría ser antes? Ahora que me he decidido no quisiera dejar pasar mucho
tiempo. Ya sé que una semana es poco, pero a mí se me hará una eternidad.
-Si prefieres venir antes, no tengo ningún inconveniente. Lo que no te puedo
asegurar es que haya alguna hora libre. Pregúntale a Laura cuando salgas, ¿vale?
-Bien. ¿Cuánto te debo?
-A mí no me pagas, hazlo fuera. Venga, te acompaño a la puerta. Cuídate.
Conseguí recuperar la cita que me había dado para el viernes. ¡Cuatro días!
Supongo que quien ha esperado tanto tiempo para dar el paso, puede esperar cuatro
días... Cogí la guagua y me fui a casa de Inés. Cuando llegué, las chicas estaban
cenando.
-Sí, pero no creas que me vas a interrogar sobre lo que pueda pasar esta noche,
querida. No pienso soltar prenda. Plasta mañana.
No sabía si había hecho bien al hacer ese tipo de comentarios. Inés era en la
actualidad mi mejor amiga y sabía que le había molestado mi forma de contestar. Pero
tampoco quería tenerla todo el día sumida en un interrogatorio, porque a ella le
encantaba. Quería, necesitaba saberlo todo... Llegué a casa y subí directamente al piso
de Andrea. Estaba pasando unas notas a limpio y sólo llevaba puesta una camiseta que
le llegaba hasta los muslos. El resto brillaba por su ausencia. ¡Qué carajo, estaba en su
casa!
XVII
Debieron de pasar al menos tres horas hasta que volví a la vida. La cabeza me daba
vueltas y tenía la boca seca. Desorientada busqué la forma de levantarme, pero no pude.
Más que los efectos de una tranca tenía lo que parecía un corte de digestión. Me di la
vuelta y volví a quedarme dormida. Después de lo que a mí me pareció un rato,
desperté. La sensación de malestar había pasado y no sin antes hacer dos intentos,
conseguí ponerme en pie. Todavía estaba aturdida. Andrea no estaba por ninguna parte
y la impresión de haber pasado ya por lo mismo me inquietó. Encima de la mesa del
salón había una nota. Asustada la tomé entre mis manos y antes de leerla cogí aire. ¡Uf,
menos mal! Estaba realmente obsesionada. La nota decía lo siguiente:
Ojalá la última nota que me escribieron, hubiese sido igual. Algo parecido es lo que
tendría que haber leído cuando la escribió Eva. Pero no. Fui a la cocina y calenté la
“pócima”. Me serví un poco en una taza y me la bebí de un golpe. Recogí la cocina y
fregué los vasos y cubiertos de la noche anterior. Hice la cama y doblé la ropa que tenía
Andrea sobre la cómoda. Andrea... ¿dónde había dormido? Me entró un ataque de risa
imaginando la situación. Hubiera dado cualquier cosa por haberle visto la cara cuando
llegó la hora de acostarse. Si no tenía sitio, tuvo que haber dormido a mi lado, así que...
Jajaja, ¡quién le viera la cara! Salí de la habitación con una sonrisa, una idea... Pero no,
no debía excederme en la confianza. Más adelante..., más adelante. Bajé dando saltitos y
en uno de ellos estuve a punto de matarme. La euforia no controlada acabaría conmigo.
Pasé el día lo mejor que pude. El malestar se había ido quitando a medida que
pasaban las horas y eso confirmó mis sospechas de que lo que me había pasado, se
resumía en un corte de digestión. Tuve tiempo de organizar todo el trabajo que tenía
pendiente y también de llamar a Miguel para que supiera que no me había muerto. Al
principio se mostró un poco arisco y no era para menos. Hacía más de una semana que
no pasaba por el bufete pero le recordé que nuestro trato era que yo trabajaría por libre y
sin ataduras, así que no tuvo más remedio que darse un punto y cambiar de tema.
Después de almorzar me tendí un rato en el sofá y me quedé dormida. El ruido del
teléfono me sacó de mi letargo.
-Son las cinco de la tarde, marmota. ¿Vas a estar en casa o vas a salir?
-¿Las cinco?... ¡Dios! Se me escapa la vida de las manos y no me entero. No creo
que salga, ¿por qué?
-Claudia y yo hemos pensado en ir a darte el coñazo esta noche. Le han dejado una
película y como sabemos que te va a gustar, decidimos que podríamos reunimos en tu
casa y la veíamos todas juntas.
-¿A quién te refieres con todas juntas?... Inés, que te veo venir...
-¡Mujer! Me refiero a nosotras cuatro. Lo lógico es que si vamos a ver una peli,
avises a Andrea por si a ella también le apetece. ¡No sé, digo yo!
-¿De qué va? Por lo menos dime de qué trata.
-¿De qué va a ir? ¡De nuestro tema favorito! Es una historia de amor entre mujeres.
Se titula “La noche” y es canadiense. Además, no creo que sea la típica peli en la que se
muestra a cuatro ‘ ’camiones” en un pub de mala muerte. Creo que esta tiene buen tema
y que narra la historia con bastante realismo. De hecho, se ha llevado varios galardones
en festivales internacionales. ¿Convencida?
-Ahora la abogada pareces tú. ¿Quién se resiste ante tales argumentos? Avisaré a
Andrea por si le apetece. ¿A qué hora van a venir?
-Seguramente estaremos ahí sobre las nueve. ¿Es buena hora?
-A mí me va bien, así me darán tiempo a cenar y no tendré que cocinar para todas.
¡Por qué no pienso levantarme a servir! ¿Queda claro?
-Cualquiera que te escuche, pensará que cada vez que vamos a tu casa te
esclavizamos, guapa. Por cierto... ¿Cómo acabó la romántica cena de anoche?
-Nadie te ha dicho que fuera romántica y para tu mejor información, casi me muero.
Hice un corte de digestión y lo pasé fatal, así que te podrás imaginar lo romántica que
fue.
-Conociéndote seguro que buscas otra oportunidad.
-¡Inés! Controla lo que dices que cualquier día se te va a escapar delante de
cualquiera. ¡Hala, se acabó la conversación! Nos vemos después.
-De acuerdo, pero no te enfades. Hasta luego.
A veces me sacaba de mis casillas. Tenía una facilidad enorme para hacer que me
pusiera nerviosa y como era consciente de ello, lo utilizaba cada vez que le daba la
gana. Debía de cortar aquello o cualquier día me iba a encontrar con los cables cruzados
y acabaríamos mal. Extrañada de que Andrea no hubiera llamado, decidí subir a su casa.
Quizás hubiese venido cuando estaba dormida y no me enteré de que tocaban el timbre.
Era improbable, pero no imposible.
Baje poco menos que abrumada. Ya eran casi las seis de la tarde y no había rastro
de ella por ninguna parte. No había llamado, no había aparecido por casa y yo estaba
empezando a preocuparme. Afortunadamente y cuando me quedaba poco para perder
los nervios, tocaron el timbre.
-¿Quién es? -pregunté sin dar tiempo a que me contestaran mientras abría.
-¿Para qué preguntas si no esperas respuesta?
-Me tenías algo preocupada, como no has llamado...
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-¡Imposible que ya te hayas duchado! dije una vez que Andrea había entrado- ¡Es
imposible!
-De eso nada monada. ¿Crees que todo el mundo tiene la misma pachorra que tú?
Además, estoy interesada en lo que tienes que decirme.
-¿Pachorra? Acabas de utilizar la palabra más común que se oye en la isla. A todo
aquel que es algo lento le llamamos "pachorrúo”. Es curioso como aprendes nuestra
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
forma de hablar Se ir que “mi niña", "coño", "pachorra” y la expresión “parece que estás
aplataná” es lo que más gusta porque todo el que llega, se va diciéndolo.
-Bueno, déjate de rollos y empieza a contarme. ¿Qué es lo que querías decirme?
-Más bien quería preguntarte algo. Tengo curiosidad por saber dónde dormiste
anoche...
-¡Pues en mi casa! Creo recordar que tú también estabas allí.
-No me refiero a eso... Si yo estaba en tu cama y no tenías otro sitio...
-Si lo que quieres es saber si me acosté contigo... lo siento, pero no. Me acomodé
como pude en el sillón y amanecí esta mañana hecha un harapo. ¡Me duelen hasta las
costillas!
-¿Y por qué no me levantaste? Hubiera bajado y tú podías haber descansado, ¿no te
parece?
-¡Pero si ni siquiera te enteraste cuando entré en la habitación a ver cómo estabas!
-De acuerdo... Lo siento.
-¿Eso era todo? ¡De modo que me doy más prisa que el “Correcaminos” ese para
bajar y sólo se te ocurre preguntarme eso...! Hum... No sé si matarte.
-¿Qué esperabas que te preguntara?
-No lo sé, pero desde luego no esa tontería.
-A lo mejor para mí no lo es.
-¿Y puedo saber la razón?
-Pues porque ya no puedo presumir de que me he acostado contigo... ¡Es broma!
-Yo no le veo la gracia por ningún lado... ¿Hay algo que hacer? En este momento
me siento estúpida...
-¡Pero si sólo estaba bromeando! No me gusta que te pongas así... Me haces sentir
fatal.
-Pues no me incordies con tus bromas absurdas, ¿de acuerdo? A veces tengo la
sensación de que te estás riendo de mí y la idea no me hace gracia.
-En ningún momento he pretendido ofenderte, te prometo que no volverá a pasar...
¿Me perdonas?
-Sólo si cierras los ojos…. Tengo otra sorpresa para ti.
-¡Vaaaale. Pero como me restriegues algo por la cara, te acuerdas.!
¿Restregarme? Sentí como pasó su mano por detrás de mí nuca y como con la otra
apartaba el cabello que se le enredaba entre los dedos. Muy lentamente, me fue
aproximando hacia ella hasta que pude sentir el calor de su boca frente a la mía.
Acarició mi pelo y con mucha suavidad fue bajando su mano hasta mis labios
acariciando mi rostro. Puso un dedo sobre mi boca y cuando yo abrí los ojos, los volvió
a cerrar. Dejó que su nariz rozara la mía y como en un juego de seducción, la frotó
dulcemente mientras acercaba hasta el límite mi cara a la suya. Sentía como mi corazón
latía desesperado, deseaba que me besara, que me amara, que me apretara entre sus
brazos. Como si pudiera leerme el pensamiento, sus labios se unieron a los míos en un
dulce beso, en un interminable beso, en un apasionado beso. Tímidamente atraje hacia
mí el resto de su cuerpo. Pasé mis manos por detrás de cintura y empecé a acariciarle la
espalda. Su boca parecía no querer separarse y en ese instante, supe que se estaba
KHALI PADRÓN
dejando llevar. Impulsada por las emociones que estaba despertando en mí y presa de
una excitación incontrolable, la apreté fuertemente contra mi pecho dejando que el roce
fuera lo más suave posible Noté un ligero temblor en su cuerpo y eso me excitó aún
más. Lentamente le fui subiendo la blusa hasta que sus pechos quedaron al descubierto.
Sentía sus pezones erectos sobre mi piel y no pude evitar acariciarlos. Andrea se echó
hacia atrás como si tuviera una convulsión y ofreció sus senos poniéndolos a la altura de
mi boca... ¡Dios! Ni en un millón de años lo hubiera imaginado... Pero estaba
sucediendo, todo era real. Suavemente dejé a mi lengua juguetear con sus pezones. A
medida que lo hacía, notaba como ella se excitaba más y más. Los mordía, pellizcaba,
lamía... Quería comérmelos, tan suaves, tan delicados, tan firmes... Andrea se limitaba a
sentir, a gozar, a experimentar… No decía palabra, sólo vivía el momento. Poco a poco
le fui bajando el pantalón hasta que se lo hube quitado. Mis manos con algo de torpeza,
buscaban inútilmente sus bragas y ella, en medio de aquella sensación, acercó sus labios
a mi oído y dulcemente susurró: No busques... porque no llevo-”. Ante tal
descubrimiento, pensé que lo único que pretendía era llevarme a la excitación más
absoluta antes de dejar que la amara por completo. Súbitamente se incorporó y
mirándome fijamente a los ojos dijo: “-No tengo ninguna experiencia. Sabes que es la
primera vez y aunque me cueste reconocerlo, lo estoy deseando... ¿Me llevarías a tu
cama?-”. No lo pensé dos veces, ni siquiera le pregunté si estaba segura de lo que hacía,
solo me limité a cogerla de la mano y llevarla a mi habitación. La tumbé sobre la cama
y me puse a su lado mientras, sin dejar de acariciarla, me quitaba la ropa. Su boca me
buscaba incansable y yo se la daba gustosa... agradecida. Durante minutos estuve
acariciándola con toda la suavidad de la que era capaz, pero llegó un momento en el que
no pude resistir apretarla contra mi cuerpo y sentir como se estremecía ante el roce de
nuestros pubis. Agarró mi mano y me indicó el camino que quería que siguiera. ¡En mi
vida había tocado un vello tan suave! Mis dedos se enredaron suavemente en su “Monte
de Venus” y entre la espesura, encontraron la fuente divina que emanaba placer. Andrea
dio un pequeño salto en la cama y como si le hubieran apretado un resorte, empezó a
gemir y a convulsionarse a medida que iba acariciando su clítoris. Sin absoluta
precisión, pero con toda la dulzura de la que fui capaz, introduje un dedo en su vagina
mientras no cesaba de acariciar su clítoris. Lentamente dejé que mi dedo se moviera a
un ritmo que parecía estar calculado y poco a poco fui aumentando la presión y el
movimiento. Podía sentir su cuerpo balanceándose de atrás hacia delante sumido en un
clímax intenso y podía escuchar claramente los suspiros de Andrea pidiendo aún más.
En una fracción de segundo, su cuerpo se convulsionó imparable, veloz... y dejando
fluir desde lo más profundo de su garganta una exclamación de infinito goce, dejó caer
su cuerpo abandonándose a la paz que precede al orgasmo.
Durante un tiempo permanecimos calladas. Ella estaba boca arriba mirando hacia la
nada y yo sólo la observaba. Todo lo acontecido me resultaba extraño y a pesar de que
llevaba tiempo deseándolo, muy dentro de mí tenía la sensación de estar vacía, de estar
desgarrada, de estar... sola. Andrea bajó la vista y me miró.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
a duchar y me senté a reflexionar sobre lo ocurrido. ¿Por qué me sentía tan vacía? Había
pasado todo tan deprisa... ¿Por qué permití que sucediera? Tenía la impresión de haber
hecho algo sucio, obsceno… No había experimentado amor, sólo había sentido la
necesidad de saciar a alguien que quería probar ese tipo de sexo. ¡Pero qué mala cabeza!
No tenía que haber ocurrido hoy, tenía que haber pasado más tiempo y desde luego, no
tenía que haber sido de aquella manera... ¡Tanto tiempo criticando las prisas de los
hombres, y ahora yo había caído en la misma trampa! ¡Qué estúpida!
Como siempre, el timbre de la puerta me hizo volver a la realidad.
¿Había trazado el destino un maquiavélico plan para que siempre se interrumpieran
mis pensamientos? ¿Pero qué demonios estaba imaginando? Conté los días
mentalmente y sólo faltaban tres para visitar de nuevo a Nuria. La idea de hablar de lo
pasado con alguien, me dio nuevas energías... ¿Será posible? O abría o fundían el
timbre.
-Se puede saber dónde estabas? Llevamos más de diez minutas tocando
-Lo siento, estaba en el baño. Entren que hace corriente.
-Aquí está la película... ¿Y Andrea, no baja? -ya estaba Inés como siempre.
-¿Qué hora es?
-Son las nueve menos cuarto... A ver... Aí. ¡Coño, me estoy quedando ciega!
-Si a esta hora no ha llegado es que no viene. Antes estuvo aquí y me contó que se
encontraba algo cansada, que igual no bajaba.
-¿Ya te contó que se fue a almorzar con la señorita aquí presente mientras yo
esperaba en casa como una tonta?
-No sabía que estuvieras en casa -exclamó a la defensiva Claudia. Normalmente
llegas más tarde.
-¡Un momento! ¿Han venido a discutir? Porque si es así, yo me voy a acostar. ¿De
acuerdo?
-¿Ya ti que te pasa? – Preguntó Inés - . Tú estás rara…
-A mí no me pasa nada listilla… Simplemente estoy cansada.
-¿Cuánto hace que nos conocemos, Paula?
-Uffff…. Una eternidad.
-Pues por eso mismo no puedes engañarme, se te nota en la cara que estás
contrariada…
-¡Se acabó! ¿Ponemos la peli o esperamos que vuestras mercedes terminen de
discutir? – Inquirió Claudia.
-Mejor dejamos la peli para otro día ¿de acuerdo? De verdad chicas estoy agotada.
¿Os importa?
-Claudia, será mejor que nos marchemos. Creo que la señorita está de mal humor –
dijo Inés-
-Perdónenme pero creo que no es tan mala idea. Siento no haberlas avisado antes…
De verdad, lo siento.
-Bah… ¡No pasa nada! Cualquiera puede tener un mal día.
-Mañana te llamo.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
En el fondo me había quedado peor. ¿Por qué tenían que pagar otros por mis
errores? Sabía de buena tinta que Inés indagaría hasta la saciedad para saber qué es lo
que me había pasado, y la sola idea me ponía los pelos de punta. No debía de estar
pensando en nada de eso, tenía que serenarme y pensar que las cosas a medida que
fueran sucediendo, iría capeándolas.
Volvieron a llamar a la puerta y yo creyendo que se trataba otra vez de ellas que se
habrían olvidado algo, abrí sin preguntar. Era Andrea.
forma en que deseabas busqué tan audazmente el orgasmo porque iba a reventar. A
partir de ahora, sé lo que significa subir a los cielos, puedes estar segura.
-Ahora parecemos la típica pareja en la que uno de los dos parece tener problemas
de impotencia y el otro trata de apaciguar las cosas hasta que el agua vuelva a su río.
¡Todo esto me parece ridículo!
-Es lo mismo que trato de decirte desde hace un buen rato...
¿Mejor?
-Ya no sé ni cómo me encuentro... ¿Y tú?
-Tengo que tomar un tiempo de reflexión, algo bulle aquí dentro y no sé lo que es.
-Lo mejor que podemos hacer es dejar de vernos durante un par de días. Así
tendremos tiempo para aclarar nuestras ideas y reorganizar nuestras vidas.
-Yo no quiero reorganizar nada. Sólo quiero aclarar mis sentimientos hacia ti, el
resto no quiero que cambie
-Andrea... En el fondo de todo esto hay una cosa clara Yo te quiero. Y quiero estar
segura de tus sentimientos, no puedo permitirle el lujo de soñar. En estos momentos
necesito vivir de la realidad porque cada día que pasa siento como o como algo que aquí
dentro se rompe
-No pensé en las consecuencias... Lo siento, te veré en un par de días, ¿de acuerdo?
Si cambias de opinión y quieres verme antes... Sabes dónde encontrarme.
¡Joder! ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado?’ Apague las luces y me metí en
la cama. Volví a levantarme y me tomé dos “valerianas”, necesitaba relajarme como
fuera.
Por la mañana me desperté con taquicardia. Las cosas se me iban de las manos y
hasta el cigarro me produjo náuseas. ¡Mierda! Estaba fatal. Busqué el número de la
consulta de Nuria y llamé.
-Por favor... Quisiera saber si la doctora Montes tiene algún hueco libre hoy.
-Espere un momento... Me temo que no hay nada libre, lo siento.
-¿Habría alguna manera de hablar con ella? Necesito que me vea hoy.
-Lo único que puedo hacer es intentar pasar la llamada a su despacho, pero no le
doy seguridad de que la acepte.
-.Inténtelo, por favor.
-Un momento... ¿Quién llama?
-Dígale que soy Paula Santana, aunque sólo con el nombre bastará.
-De acuerdo, un momentito...
-¿Sí?... ¿Paula? ¿Me oyes bien?... ¿Paula?
-Te oigo perfectamente Nuria.
-Pues yo tengo un ruido de fondo insoportable. ¿Qué pasa? No puedo hablar
mucho, estoy con un paciente. Dime.
-Laura dice que no tienes nada libre para hoy y yo necesito verte con urgencia, por
favor.
-¿Te ha ocurrido algo? Espera a ver si puedo hacerte un hueco...
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-Me da igual que no sea en la consulta pero necesito hablar contigo. Me siento fatal.
-Paula, prefiero que sea aquí. Vamos a ver... La última cita la tengo a las nueve y...
¿Puedes estar aquí a esa hora? Es la única manera en la que puedo verte.
-Te lo agradezco, a las nueve en punto estaré ahí. Gracias Nuria.
-¡Anímate! Te veo después. Tengo que dejarte, ¿vale? Hasta luego.
¡Dios mío! ¿Cómo había podido perder la consciencia hasta ese punto? Disponía de
una hora escasa para prepararme y llegar a tiempo al despacho de Nuria. Dependiendo
de lo que me dijera el médico, le pediría a Miguel que me acompañase.
Nos fuimos de allí y Miguel me acompañó a casa. Primero pasamos por la farmacia
de guardia y después se empeñó en subir y quedarse hasta que me dejara metidita en la
cama. Hice lo que me pidió y al ver que no se marchaba, decidí hablarle claro.
-¿No te ibas a marchar?
-¿Así es como me agradeces mi preocupación por ti? ¡Qué detalle!
-Lo digo porque tu mujer tiene que estar preocupada y no quisiera ser yo la causa
de una bronca...
-Alicia sabe dónde estoy. La llamé desde el ambulatorio y le dije que no sabía
cuánto iba a tardar. No te preocupes por eso.
-No sé la forma en la que te puedo pagar todo lo que haces por mí. Desde que te
conozco has sido mi ángel de la guardia. Te debo mucho, Miguel...
-¡Déjate de tonterías! No me debes nada... Para algo están los amigos.
-¿Puedo invitarte a cenar? No se me ocurre otra forma de...
-¡Acepto! ¿Te va bien mañana?
-Yo me refería a hoy...
-¿Estás loca? Ahora lo que necesitas es reposo y no voy a permitir que pongas un
pie fuera de esta casa, ¿vale? Si mañana te encuentras mejor, iremos a cenar.
-Miguel... Tengo que salir ahora. He quedado con mi psicólogo a las nueve en su
despacho y no puedo faltar a la cita.
-¿Psicóloga? ¿Desde cuándo vas a una “come-cocos”?
-No es ninguna “come-cocos” y además, me hace mucha falta. Intenta ayudarme a
salir de todo esto y saber que cuento con una persona que sabe lo que hace me ayuda
muchísimo. ¿Puedes entenderlo? Me gustaría que me acompañaras y que luego nos
fuéramos a cenar.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-¡Ahora sí que me has pillado con los pantalones bajos! ¿No lo puedes aplazar para
mañana?
-La cena sí, pero la cita no. ¿Qué vas a hacer?
-Iré contigo, no podría marcharme a casa sabiendo que estás por ahí después de lo
que te ha pasado hoy. Llamaré a Alicia y le diré que llegaré tarde.
XVIII
-¿Quieres decir con eso que cuando me acosté con Andrea, estaba pensando en
Eva? Te estás equivocando, yo sabía perfectamente la persona que tenía enfrente. No
puedes compararlas bajo ningún concepto.
-¿Y entonces por qué me estás atacando?
-Yo no te ataco. Simplemente te digo que no se pueden comparar.
-¿No es por eso quizás, por lo que no actuaste de la misma forma en la que lo
hubieras hecho en otras ocasiones? Me gustaría que te centraras en ello y que lo
analizaras.
-Quizás deba hacerlo... Bueno, quiero decir que lo haré.
-Bien... ¿Mantienes la cita del viernes o la cambiamos para la semana siguiente?
-No, mantenla. Quiero acabar con esto cuanto antes.
-Oye Paula, aquí vienes por voluntad propia y no quiero que lo sientas como una
obligación. Si consideras que puede ayudarte, estaré encantada de poner los medios en
tus manos pero no quiero que te lo tomes como un trabajo que debes terminar, ¿vale?
No es tan fácil y lleva su tiempo, así que tendrás que armarte de paciencia.
-De acuerdo, no quería decir lo que he dicho, sólo quiero volver a ser la que era. No
quiero estar más tiempo amargándome la vida, ni amargándosela a nadie.
-Por hoy hemos acabado. ¿Te seguirán esperando?
-Sí, le he invitado a cenar. ¿Quieres venirte con nosotros?
-No me parece correcto que nos veamos fuera de este despacho. Tienes que verme
como a tu psicoanalista, no como a una amiga. Me refiero a que aquí dentro puedo
llegar a ser las dos cosas en un momento determinado, pero fuera de estas paredes tiene
que ser diferente. ¡Pero no por ello acumules más rabia! ¿De acuerdo?
-Como quieras, aunque me parece bastante absurdo. Hasta el viernes.
-¡Pues sube esos ánimos! Nada sacas con amargarte... Bueno, pues hasta mañana
entonces. ¡No dejes de llamar si te encontraras peor!
-Descuida que lo haré. Plasta mañana, Inés.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
XIX
¿Qué iba a hacer ahora? Impulsivamente, cogí el teléfono y llamé al banco donde
trabajaba Andrea.
¿Días de permiso? ¿Qué coño significaba aquello? La última vez que nos habíamos
visto no me había comentado nada de que pensara cogerse unas vacaciones. ¿Estaría
arriba? ¿Y si no estaba? ¿Dónde podría haber ido? Decidí que lo más lógico era subir a
comprobarlo. Toqué en su puerta dos veces y nadie contestó. Cuando me daba por
vencida, escuché unos pasos que provenían del interior. Toqué de nuevo fuertemente
con los nudillos y oí claramente cómo se acercaban a la puerta.
por sentimientos que bombardean mi vida y no me dejan pensar con lucidez. Créeme, es
mejor así.
-¡Mejor para ti, claro! Me parece una forma absurda de huir... Quizás te estás
precipitando.
-Yo no lo creo... Esto estará preparado ahora mismo, en cinco minutos se lo puedes
llevar.
-¿Vas a estar aquí toda la mañana? Me gustaría regresar y hablarlo...
-No creo que haya mucho que decir, pero sí, estaré aquí preparando la maleta...
¡Listo! Ya puedes llevárselo a Miguel y dile de mi parte que no sea tan tragón, que
seguro que lo que tiene es debido a un corte de digestión por todo lo que traga.
-Se lo diré, gracias. En media hora estoy aquí, ¿vale?
-Como quieras. Pero vas a perder tu tiempo si crees que vas a hacerme cambiar de
opinión. Ya lo tengo decidido.
-De todas formas vendré. Hasta ahora.
soportar la crítica familiar si llegara a ocurrir. No sé si sabría vivir sin vergüenza ante el
resto de la gente...
-¿Es la misma Andrea que yo conozco la que me está hablando? Dijiste que
entendías y comprendías nuestra forma de vida, nuestra libertad a decidir cómo
queríamos vivirla... Dijiste que no era tal y como te lo habían contado, dijiste que al...
-¡Ya sé lo que dije. No hace falta que me lo restriegues por las narices! Pero ahora
no estoy segura de sí lo pensaba o simplemente me estaba dejando llevar por tus
palabras, por tu forma de contarme las cosas, por los sentimientos que estaban aflorando
en mi interior...
-¡Por lo menos admites que tienes sentimientos!
-No estoy muerta, ¿sabes? Soy una persona normal con mis “trabes” y frustraciones
como todo el mundo y por supuesto, también tengo derecho a equivocarme.
-Siento que de alguna forma te vas por mi culpa. ¿Podría hacer o decir algo para
que cambiaras de opinión? Te voy a echar terriblemente de menos...
-Lo siento, no puedes hacer nada. La decisión está tomada y no voy a dar marcha
atrás. No podría mirarme al espejo mañana...
-¡No puedo quedarme aquí mirando como haces las maletas, no puedo! Perdóname,
no quiero hacer esto más difícil de lo que ya es, lo siento. Estaré en casa por si me
necesitas, ¿vale? Subiré a buscarte a las seis y media, es tiempo suficiente para llegar al
aeropuerto.
-Si no quieres no hace falta que vayas... Puedo decírselo a Inés...
-No me prives también de eso, por favor. Yo te llevo. Hasta después.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
XX
Llegué a casa y me encerré en mi habitación. Las lágrimas caían por mis mejillas
sin poder hacer nada para evitarlo. ¡Se marchaba! Me dolía, vaya que si me dolía.
Parecía que alguien con una mano invisible estuviera arrancándome el corazón trocito a
trocito. Me invadía el desespero, la angustia, el dolor...
¿Por qué, señor, por qué? No le había pedido nada, no le había exigido nada... ¿Qué
había hecho mal? ¿En que había fallado? Todo giraba y giraba y yo no sabía la forma de
detenerlo.
A las seis y media en punto subí. Andrea tenía dos maletas y un bolso de viaje
preparados en la entrada. El corazón me dió un vuelco cuando fui consciente de que
toda su ropa se encontraba allí dentro. Eso significaba que no se iba por pocos días, sino
que como yo sospechaba, su marcha era por mucho más tiempo. Sacando fuerzas de
donde no las había, cargué con las maletas y las metí en el ascensor. Puse todo el peso
que pude dentro para que se parara a mitad de camino impidiendo así su marcha, pero
fue inútil. El muy cabrón bajó con lentitud pero llegó a su destino sin ningún problema.
¡Parecía increíble! A veces se trababa con una sola persona y cuando lo atiborraba de
peso hasta los topes funcionaba con toda normalidad. ¡Era como si hasta el ascensor me
la tuviera jurada! Metí el equipaje en el coche y esperé a que Andrea bajara. No había
querido presenciar las paredes desnudas de su casa en donde antaño rebosaba alegría y
en donde ahora sólo quedaban los restos imperceptibles de una vida de sueños, de
melancolías... No había querido ser testigo de su inevitable marcha. Aunque de alguna
forma lo estaba siendo, por ser yo la que la iba a llevar al aeropuerto. A mí,
absurdamente, me parecía que no estando presente no me hacía tanto daño. El portal se
abrió y Andrea salió sin mirar atrás buscando el coche. Con una mano le hice señas
indicándole donde me encontraba y se dirigió hacia mí.
-No hacía falta que bajaras todo tu sola -dijo -Podías haber esperado.
-Da igual. Lo metí todo de un viaje en el ascensor y el condenado llegó abajo sin
problemas. ¿Qué estabas haciendo que tardaste?
-Me despedía de las chicas, no quise llamarlas hasta última hora.
-¿Y eso?
-Bastante mal me encuentro ya, como para estar con despedidas. Así que lo
solucioné de la forma más rápida y menos dolorosa, por teléfono.
Si así lo quería, así lo tendría. Puse el radiocasette en marcha y metí una cinta de
música salsa, música alegre y divertida. Sólo miraba hacia el frente y tuve la sensación
de ser un taxista que llevaba un pasajero al cual no conocía de nada. Mis dedos
tamborileaban encima del volante al ritmo de la música y yo tarareaba las canciones con
una tristeza bastante bien disimulada. No me daba la gana que viera hasta qué punto me
afectaba su marcha. SI quería irse que se fuera, pero yo no le iba a dar ninguna muestra
de mis sentimientos. Cuando desde la autopista se divisaba el aeropuerto, Andrea se
decidió a hablar.
- Entra por la terminal de salidas nacionales. Este aeropuerto es tan grande que si no
vas con cuidado podeos perdernos.
-¡Te perderás tú! ¿Olvidas de que yo soy de aquí y de que conozco el camino? .
- De acuerdo, lo siento. Sólo quería ayudar.
- ¿Ayudar? Lo que te pasa es que tienes pánico a perder el avión, eso es lo que te
pasa. No me vengas ahora con disparates que ya soy mayorcita.
-¿Sabes que estás empezando a ponerte un poco borde? Quizás haya sido mala idea
el pedirte que me trajeras al aeropuerto….
-Pues si la señora tiene alguna queja, que presente una reclamación. Lo cierto es
que has llegado a tiempo y eso es lo que tú querías.
-¡Se acabó la discusión, no lo aguanto más! Si quieres para por aquí. Voy a por un
carrito y saco el equipaje de tu coche. Después no hace falta que te bajes, sé facturar yo
sólita.
-¡A sus órdenes! -dije mientras daba un frenazo tan brusco que tuvo que poner las
manos sobre el salpicadero para no irse de boca.- ¡Puedes bajar!.
Andrea hizo exactamente lo que dijo. Se fue a por un carrito y regresó sacando las
maletas del coche. Cuando lo tuvo todo listo, se acercó por el lado del conductor y se
agachó para verme con claridad.
-Supongo que aquí acaba nuestro trayecto -dijo-. Lamento que haya sido de esta
manera, me hubiera gustado que nos hubiésemos despedido de otra forma. Aunque no
lo creas me voy con mal sabor, siento lo que ha pasado.
-Pensaba acompañarte hasta que tuvieras que embarcar... -dije en un acto de
flaqueza
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-Preferiría que no lo hicieras, nunca se me han dado bien las despedidas... ¿Te
cuidarás? Prométemelo...
-Si tanto interés tienes, puedes quedarte a comprobarlo tú misma ¿No crees?
-No empecemos otra vez, por favor... Te dije que te llamaría y lo haré.
-Bien. Si no estoy en casa, deja tu mensaje en el contestador. ¡Por lo menos así
sabré que has llamado...! Cuídate mucho tú también. Me gustaría volver a verte de la
misma forma en la que voy a recordarte... Te quiero, Andrea. Nunca te olvides de eso...
¡Te quiero!
-Yo a ti también, aunque no sé de qué forma. Ten -dijo mientras ponía en mi mano
un papel doblado- Quiero que lo guardes y que no se lo enseñes a nadie... Paula, me
tengo que ir...
-Se me está partiendo el alma -dije - No puedes ni imaginar lo mal que me siento...
-Piensa que para mí también es difícil pero necesario... Me voy, no quiero
derrumbarme ahora...! Te llamaré, lo prometo! -dijo mientras se alejaba del coche, de
mi vista y de mi vida.
KHALI PADRÓN
XXI
Desde el salón pude distinguir claramente los susurros de Claudia y las risitas de
Inés. Supuse que estarían haciéndose arrumacos como cualquier otra pareja de
enamorados y las tripas se me revolvieron al recordar que mi amor ya no estaba. Se
encontraba volando hacia un lugar inalcanzable.
Sacudiendo la cabeza a modo de locura, bebí un trago de la copa y me uní a ellas en
la cocina.
-Un poco de respeto, que hay visita -dije - Además, no creo que hoy pueda aguantar
tanta melosería.
-¿Tiene algo más que objetar la señora? -replicó Inés - Me parece que estás
llevando esto demasiado lejos...
-Puede ser... ¿Ya te dejaron la película? Si les apetece podríamos verla ahora.
-¿Pero tú qué es lo que quieres? -dijo Inés mirándome fijamente a los ojos-
¿Pretendes destrozarte? Es una historia de amor, no una novela del Oeste. No creo que
este sea el momento más apropiado para verla, quizás otro día.
-Llevas razón, parece que sólo busco mortificarme y eso es lo peor que puedo
hacer. Me voy a casa. Mañana las llamo.
-Tampoco es eso, mujer. Si quieres hablamos de cualquier tema que te apetezca, o
jugamos una partidita al “Trivial”. ¿Quieres?
-No, gracias. Prefiero irme a casa, así me acuesto temprano y dejo de pensar
durante un rato.
-¿Estás segura de que quieres hacerlo? -preguntó Claudia.
-Estoy segura, creo que será lo mejor. Hasta mañana y gracias por todo.
-El otro día oí como se lo decías a la chica morena que viene con ustedes... ¿Cómo
se llama... Ángela?
-No, Andrea.
-Muy lejos no me fui, por A empieza. ¿Quieres una?
-Bueno, trae dos y así no das más viajes. ¿Y Cris?
-Está ordenando el almacén aprovechando que es temprano y todavía hay poca
gente. ¿Y el resto de las muchachas?
-Eloy no les apeteció salir. Supongo que se estarán reservando para el fin de
semana. ¿Suele venir mucha gente entre semana?
-Normalmente viene gente todos los días, unos más que otros, pero suele haber
movimiento. No sé qué tienen de especiales los jueves que todo el mundo se pone de
acuerdo para ir al cine y después pasan a tomarse una copa. Así que disfruta de la
tranquilidad porque ahora mismo empieza a llegar la gente.
-¡Eso es bueno para el negocio! Me alegro de que las cosas les vayan tan bien.
-¡Jesús! Parece que noto cierto tono de nostalgia en tu voz... ¿Te ocurre algo? Sabes
que si puedo ayudarte, puedes contar conmigo.
-¡Oh no! La verdad es que estoy algo apagadilla, por eso vine a dar una vuelta.
Supuse que sería un día tranquilo para charlar con alguien.
-Pues has venido al sitio correcto, amiga. Pero si ahora no te apetece, no hay
problema. Por cierto... ¿Podrías ir a buscar a Cris? Debe haber pensado que tiene la
noche libre... Lleva un buen rato ahí metida.
-No hay problema. Es la última puerta del fondo, verdad'
-Dile que puede salir cuando quiera, que tengo la barra Urna de gente...
-Bajo tu responsabilidad, que me la conozco y tiene su genio
-¡Como todo el mundo, supongo! De todos modos, ella se ajusta al refrán de perro
ladrador poco mordedor. No hay que asustarse…
-Creo que no hace falta que vaya a buscarla, por ahí viene -dije señalando al fondo
del local - Acabo de ahorrarme otro mentira...
-¿Otra? ¿Eso qué significa?
que a veces las personas protestamos ante un hecho que nos disgusta, auto-
lesionándonos inconscientemente. Provocándonos incluso, enfermedades que podían
tomar un cariz de gravedad si no éramos capaces de controlarlo. De momento yo sólo
tenía dolor de cabeza y sabía que en el fondo, me lo había producido yo sólita en forma
de protesta por la marcha de Andrea. Di muchas vueltas en la cama hasta que conseguí
quedarme dormida. Por la mañana el dolor había desaparecido y apenas quedaba un
resquicio de malestar, complementario. Preparé un desayuno bastante fuerte y lo comí
con un apetito inusual. Extrañamente me sentía aliviada después de darme tremendo
atracón, porque normalmente me hubieran entrado remordimientos ante tan suculenta y
opípara comida. Me vestí como siempre que iba al despacho cuando no tenía ningún
juicio, unos vaqueros y una camiseta, y salí como alma que lleva el diablo hacia el
bufete. Allí dentro me estaba empezando a asfixiar.
Cuando llegue Miguel había bajado a desayunar, así que me metí en su despacho y
cerré la puerta. No quería que nadie pudiera interrumpirme. Cogí el teléfono y marque
el 1004. Una señorita muy amable me atendió enseguida. Pregunté por el número del
Ayuntamiento de Córdoba y en menos de un minuto, una voz mecanizada me facilitó el
teléfono. Me levanté y abrí sigilosamente la puerta…. No había nadie. Volví a sentarme
y marqué el número obtenido momentos antes. Después de esperar varios segundos,
alguien descolgó y contestaron.
¡Perfecto! Nunca hubiera pensado que resultara tan fácil... Aunque si el teléfono lo
hubiera cogido una amable funcionada, el acento me hubiera valido de muy poco y las
armas femeninas, menos. En mis manos tenía su dirección y su número. Lo usaría si no
me llamaba en una semana. Doblé el papel donde había apuntado todos sus datos y lo
guardé cuidadosamente en un compartimento del maletín. En ese momento se abrió la
puerta. Era Miguel.
Miguel era un tío encantador y a menudo solía gastar ese tipo de bromas. A veces
“se le iba el baifo” y lo hacía delante de compañeros que no daban crédito a lo que
estaban escuchando. De todas formas, ambos sabíamos que en la oficina todos creían
que teníamos un lío y a nosotros nos hacía gracia. Volví a casa y saqué el papel con los
datos que tenía de Andrea del maletín. Tenía dos mensajes en el contestador y lo puse
en marcha esperando escuchar la voz de mi amada. Uno era de Claudia preguntando
cómo estaba y el otro era del casero avisándome que vendrían a revisar el ascensor por
la tarde... ¡Por fin!... ¿El casero? ¿Cómo no lo había pensado antes? Andrea tenía que
haber hablado con él dándole alguna explicación de si tardaría en volver... De alguna
forma él tenía que cobrar por el piso... Busqué su número en la agenda y lo llamé con la
esperanza de encontrarlo en su casa. Normalmente no salía mucho. Era una persona
mayor y su entretenimiento consistía en ver la tele. Al segundo tono descolgaron…
-¿Sí...?
-Buenos días Don Carmelo, disculpe que lo llame pero necesito saber si el piso de
Andrea ha quedado libre...
-Que yo sepa no. Me llamó para decirme que tenía que ausentarse una temporada y
que me ingresaba el alquiler de los próximos dos meses por adelantado... Supongo que
siendo así, es porque quiere mantener la vivienda... ¿Pero no lo sabía usted?
-Es que he estado fuera un par de días y al llegar me he encontrado con una nota
por debajo de la puerta, pero no especificaba cuanto tiempo iba a estar fuera. Siento
haberle molestado.
-No se preocupe. Por cierto, le he dejado un mensaje en el contestador. Esta tarde
va a ir un técnico a revisar el ascensor...
-Lo he oído, gracias. Ya no le molesto más, que pase un buen día.
KHALI PADRÓN
¿Había dejado pago el piso con un par de meses de adelanto? Aquello podía
significar que tenía pensado volver... Aunque también podría significar que los muebles
tenían que permanecer en algún sitio y había conservado el piso en plan almacén...
Durante unos minutos tuve la tentación de llamar al número que me habían dado... ¿Y si
había más de una Andrea Ramírez Castellano? ¿Y si no era ella? Las dudas volvían a
martillearme de forma cruel y en un arrebato de locura, marqué su teléfono. Dos tonos...
tres tonos... cuatro tonos... nadie contestó a mi llamada. Colgué y di gracias de que no
hubiera nadie en la casa en ese momento, no hubiera sabido que decir. Me notaba algo
cansada y pensé que si me tendía un rato, me encontraría mejor. Me quité la ropa y me
tumbé en el sofá del salón con la tele encendida. Estaban poniendo no sé qué programa
del corazón y como no me interesaba, cambié de canal. No sabía el motivo, pero me
encontraba intranquila y quise dar un repaso en mi mente por si algo se me estaba
quedando atrás. Había ido al bufete, le había comentado a Miguel la idea de redecorar el
que cuando estuviera en condiciones, se parecería a un despacho en toda regla... ¿Qué
estaba olvidando? Creo qu... ¡Nuria! ¡Tenía cita para hoy y a poco se me olvida! Mire el
reloj. ¡Uf! Todavía tenía tiempo más que suficiente para hacer un montón de cosas.
¿Qué montón de cosas? En realidad no tenía nada que hacer excepto darle un repasito a
la casa, que para algo lo estaba pidiendo a gritos. No es que la tuviera podrida, pero si le
hacía falta que le pasara el plumero para que el polvo no se adueñara de los muebles. En
un momentito me puse manos a la obra y empecé con la ardua tarea a la que la mayoría
de las mujeres nos vemos sometidas a lo largo de nuestra vida, ¡limpiar! Habría que
presentar algún proyecto de ley o algo parecido que regulara y remunerara el trabajo de
las amas de casa. Era la tarea más dura y la menos agradecida. ¡En fin!... Cuando hube
terminado y miré nuevamente el reloj casi me da un ataque. Habían pasado cuatro horas
y ni me había enterado. Corriendo me metí en la ducha y me preparé. Me comí un
sandwich de atún y millo que tenía en la nevera y salí disparada a coger la guagua. Lo
tenía claro, cada vez que fuera a visitar a Nuria iría en guagua, así me evitaría
quebraderos de cabeza con el tráfico y buscando aparcamiento. Cuando llegué me
sobraban todavía unos minutos, así que subí despacito las interminables escaleras,
saludé a Laura y tomé posición en el sofá individual que quedaba libre. En la sala había
otras cuatro personas esperando para pasar. Lo que no tenía muy claro es que los tratara
también Nuria. Uno a uno fueron pasando hasta que llegó mi hora. Como siempre,
Nuria salió a recibirme con una gran sonrisa.
-¿ Vamos, Paula? -dijo mirando hacia la sala -Creo que eres la última.
-Espero que no por ello la más aburrida - agregué.
-Toma asiento -dijo una vez en su consulta cerrando la puerta.- ¿Cómo te
encuentras hoy?
-Si lo pudiera definir en una palabra... Avergonzada... O eso creo.
-¿Por qué?
-Andrea se ha marchado con la promesa de llamarme en cuanto tenga claros sus
sentimientos...
-¿Y?
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-No voy a contestarte a eso porque pienso que es absurdo. Si quieres, acabamos la
terapia y seguimos hablando otro día, ¿de acuerdo?
-¿Ya se acabó mi tiempo?
-Sí... Además, no veo que hoy estés dispuesta a tocar ciertos temas en los que te
dije que pensaras. Pídele a Laura cita para la semana que viene, ¿te parece? Y piensa lo
que te dije sobre las comparaciones...
-¿Aceptarías tomarte un café?
-No. Ya te dije que nuestra relación se limita a médico-paciente. Todo lo demás no
tiene cabida. Vamos -dijo mientras se levantaba- Te acompaño hasta la puerta.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
XXII
-Fíjate como es el destino, primero estoy años sin verte, y después como quien dice,
te veo dos veces seguidas. Estás igual de guapa que la otra noche...
-Gracias contesté. Tú sigues igual de miope. ¿Qué, a dar una vuelta?
-Pensábamos ir al cine, pero aún no hemos decidido que película vamos a ver.
¿Quieres venir con nosotros?
-No creo que sea buena idea... Además, he quedado en pasar por casa de Inés.
-Eso se arregla con una simple llamada de teléfono. Al fondo hay uno. Podrías
llamarla y decirle que cambias tus planes.
-No creo que le siente muy bien, ya sabes cómo es para las citas. Seguramente
habrá preparado algo para cenar y no se lo voy a dejar sobre la mesa...
KHALI PADRÓN
-Anímate y vente. Después podemos ir a tomarnos algo por ahí, ¿no te parece
Nuria? No has abierto la boca desde que llegamos, ¿qué te pasa?
-Nada, les estoy escuchando. Por mí no hay inconveniente, si quiere que se venga -
dijo mirándome con cara de pocos amigos.- De todos modos yo me recogeré temprano,
así que pueden ustedes seguir la juerga si les apetece.
-¿Lo ves? Ya Nuria está pensando en abandonarme cuando salgamos del cine, así
que si te vienes, nos vamos después a tomar una copa y hablamos. El otro día apenas
pudimos hacerlo.
-Que no Manolo, que de verdad no puedo. Sólo paré a tomarme un refresco y va me
iba cuando llegaron. Otro día, ¿vale?
-Me destrozas el corazón...
-Pues bienvenido al club porque yo ya lo tengo roto... En fin, tengo que marcharme
o no llegaré nunca a casa de las muchachas. Voy en guagua, no traje el coche.
-Si quieres te llevamos... - Nuria permanecía en silencio.
-No hace falta, de veras. Bueno, me alegro de haberte vuelto a ver Manolo.
Supongo que tanta coincidencia significa que nos volveremos a encontrar.
-¡Espero que sí! ¿Está tu teléfono en la guía?
-Sí. -contesté sin pensar en las consecuencias.
-Pues la semana que viene te llamo y quedamos una tarde para salir... Si tú quieres,
claro.
-De momento tengo unos días bastantes ajetreados, pero si quieres inténtalo a ver si
puedo hacer un hueco y nos vamos a tomar esa copa. Bueno, ya me voy. Chao, Manolo.
Hasta pronto Nuria.
-Adiós. - contestaron al unísono.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
XXIII
El trayecto hasta casa de las chicas se me hizo interminable. Parecía que los coches
no avanzaban y que la guagua permanecía estática en el mismo sitio durante largos
espacios de tiempo en los que me daba oportunidad de ver todo tipo de reclamos
publicitarios. Desde ropa hasta máquinas de coser, desde agencias de viajes hasta
supermercados. No había quedado en pasar por casa de Inés como le había dicho a
Manolo, pero fue la única excusa que encontré para salir de aquella situación que Nuria
hacía que se tornara más incómoda de lo que por sí era. Iba a presentarme en casa de
Inés sin avisar y esperaba que no estuvieran en una de sus sesiones amorosas, porque si
no, me matarían. Con tanta cábala me pase de parada y tuve que andar lo ya recorrido
en la guagua. No sin antes serenarme porque todavía me encontraba un poco nerviosa,
pulsé el timbre con ánimo de que no tardaran en contestar. Esa sería la prueba de que no
estaban metidas en un suspiro. Al segundo toque contestó Claudia.
-¿Quién?
-Yo, abre que subo.
Las dos estaban apoyadas sobre el resquicio de la puerta esperando a que llegara.
Nunca antes me habían recibido tan calurosamente.
-¡Qué sorpresa! - exclamó Inés - Aunque, sabíamos que vendrías.
-No puedo creer que ahora se dediquen a la brujería... - contesté.
-Para nada llámalo intuición femenina - dijo Claudia
-¿Qué está pasando? pregunté.- ¿Me he perdido algo?
-No te hagas la nueva y pasa, que parecemos idiotas en la puerta. ¿Un café?
-No gracias. Cuando quieran me cuentan eso que se supone que ya sé.
-¿No has pasado por tu casa?
-¿Y cómo sabes que no estaba? Que yo sepa no dije que hubiera salido...
-Te hemos llamado y dejamos el mensaje en el contestador. Si todavía no has ido
por allí, se entiende que no te hayas enterado.
-¿Enterarme de qué?
-Han detenido a Javier en el aeropuerto y puedes estar segura de que ahora, no
habrá libertad condicional que valga.
-¡Vaya! Esa sí que es una buena noticia... ¿Cómo fue?
-El niño estaba en la cola de embarque y un guardia civil lo reconoció por la foto
que habían distribuido en todos los puestos de policía. No puso ninguna clase de
resistencia, creo que hasta él mismo estaba cansado de huir y deseaba que lo detuvieran.
-¿A dónde iba?
-¿Tú qué crees? El muy desgraciado tenía billete para Málaga, pero gracias a Dios,
nunca llegó a tomar el avión. Nunca sabremos qué habría pasado si lo hubiese
conseguido...
-Mejor ni nos lo imaginamos... ¿Lo sabe Andrea?
-No tengo forma de localizarla, en su casa no hay nadie y no dispongo de otro
número a donde poder llamarla.
KHALI PADRÓN
Una vez en la cocina, Inés cerró la puerta. Sacó los huevos de la nevera y me dió la
lata de espárragos para que la fuera abriendo. Mientras, ella batía con parsimonia lo que
se suponía iba a ser una tortilla.
perderme en sus profundos ojos verdes... Es sentir que está ahí, a mi lado, es... No sé si
lo que digo es lo que quiero decir...
-Aparte de tener un cacao fenomenal, creo que lo que realmente te pasa es que en
fondo te encuentras sola...
-Puede que esa sea la respuesta, no lo sé. Últimamente no sé nada.
-¿Lo has hablado con ella?
-Sí, y opina que eso tiene un nombre que nada tiene que ver con la palabra amor...
Dice que se llama transferencia.
-Pues si ella lo dice puede que tenga razón... ¿No crees?
-Yo sé lo que siento aunque no pueda ponerle nombre... Supongo que con el tiempo
todo se colocará en donde deba ir y tendrán definición propia. La verdad es que estoy
hecha un lío...
-Deberías tomarte las cosas con más calma. Todo tiene su espacio y su tiempo y tú
lo estás mezclando sin darte cuenta. ¿Por qué no te limitas a sentir y te olvidas de
analizar todo lo que te está sucediendo?
-Eso es lo que intento... Créeme. Pero cada día que pasa la cuesta es más empinada
y yo tengo menos energías para subirla. A veces incluso pienso que no vale la pena
luchar ni seguir trabajando de la forma en que lo hago. Mi vida gira en torno a los
demás, mi trabajo gira en torno a los demás... Y casi no encuentro motivos para
dedicarme tiempo a mí misma.
-No me gusta lo que estoy escuchando, Paula. Me da algo de miedo oírte hablar
así... Quizás ahora también estés confusa por la marcha de Andrea y eso te está
afectando más de lo normal. Podrías venirte a pasar unos días con nosotras... Sabes que
estaremos encantadas.
-No creo que esa sea la mejor solución. Me voy a encontrar igual en donde quiera
que vaya...
-...Pero los malos tragos se digieren mejor si estás acompañada, ¿no crees?
-Puede ser... Pensaré sobre ello. ¿No se sentirá Claudia incómoda?
-No. ¿Qué crees que está haciendo que no se ha puesto a llamar pidiendo la cena?
Sabe perfectamente que estamos hablando y por eso se quedó intencionadamente en la
sala. No quiso que te incomodaras si ella estaba delante... Es muy suspicaz.
-Ya lo veo... ¡No sé qué haría sin ustedes!
-Probablemente estarías por ahí pegándote unas juergas de padre y señor mío
malgastando tu juventud...
-¡Hala, que drástica!... ¿Sabes?, hablar contigo no siempre me reconforta, pero hoy
me ha venido de perilla.
-Eso es porque no siempre escuchas lo que quieres oír. Entonces es cuando piensas
que no vale la pena contar conmigo cuando te sientes mal. ¿Me equivoco?
-No, como siempre. Gracias por estar ahí cuando te necesito...
-Las gracias están de más. Sabes que cuando quieras puedes contar no solo
conmigo, sino también con Claudia. Creo que en estos momentos de alguna manera te
lo está demostrando...
-Desde luego que lo está haciendo…... Termina las tortillas por lo menos y ya que
ha aguantado tanto, no dejemos que se muera de hambre.
KHALI PADRÓN
Cuando la cena estuvo lista, salimos al salón a reunimos con Claudia. Esta nos miró
pícaramente y esbozó una gran sonrisa.
XXIV
¿Cuándo vas a llamar a Andrea para decirle que ya han detenido a Javier?'
-Pensaba volver a intentarlo ahora... ¿Por qué?
-Me gustaría hablar con ella... ¿Le dirás que estoy aquí?
-Sólo si tú quieres...
-Díselo y dile que quiero hablarle, por favor...
-De acuerdo, pero subamos ya que Inés nos ha visto pasar con el coche y debe
andar preguntándose porque no hemos subido todavía.
-No te preocupes por eso... Le diré que te me estabas insinuando y de que yo casi
pico...
Claudia conocía muy bien a Inés, porque cuando entramos en la casa, estaba
sentada en el sofá con cara de pocos amigos viendo la tele y escuchando música a la
vez.
-¡Ya estamos aquí! dije con expresión de júbilo. -¿A que no tardamos?
-Contando con que las vi pasar hace diez minutos y pude ver como Claudia metía el
coche en el garaje... Del resto, supongo que no han tardado más de lo necesario.
-¡Pero chica! ¿Me vas a decir que estás celosa? Que soy yo... que soy Paula.
-Ya sé quién eres. ¿Qué estaban haciendo que no subían?
-Interrogando a Claudia, ya ves. Algo se me tenía que pegar de ti a la fuerza,
después de tanto tiempo juntas...
-Ya empezamos... ¡Qué graciosa! ¿De qué hablaban?
-Quería saber cuándo pensaba llamar a Andrea.
-Pues date prisa porque creo que está pegada al teléfono, aunque no sé con quién
está hablando...
-¿Quéee... ?
-Mira, por ahí viene con el auricular pegado a la oreja... ¡Ha colgado!
-¿Hablabas con Andrea?
-Sí... Pero no ha querido hablar contigo, lo siento.
-¿Qué le has dicho? ¿Sabe que voy a pasar aquí unos días?
-Lo sabe. Manda saludos para las dos y a ti especialmente, Paula. Dijo que deseaba
que pronto estuvieras mejor... Tontamente le dije que habías cogido aire en el
aeropuerto.
KHALI PADRÓN
Me levanté y fui corriendo al baño. Las lágrimas traicionaban la poca entereza que
quería aparentar y llorar en soledad era más reconfortante que llorar en compañía. Me
sentía fatal. La vida no estaba siendo justa conmigo yo no tenía ni idea de lo que podría
haber hecho para estar pagando de aquella forma tan retorcida, los pecados cometidos
en otra… Todo el dolor no se limitaba a la marcha de Andrea y yo lo sabía, en el fondo
de mi corazón, lo sabía. Siempre había querido ser una persona fuerte y dinámica. De
esas con las que todo el mundo pudiera contar para salir de un apuro, para levantar el
ánimo, para compartir una sonrisa… Desde pequeñita quise no pasar desapercibida por
la vida, quise ser alguien… ¡Y ahora estaba encerrada en el baño, en casa de mis
mejores amigas, llorando como una Magdalena! Si… por más que quisiera negarlo, Inés
tenía razón. Nunca me había preparado para estar sola y ahora lo estaba, esa era la
causa de tanto desasosiego. Eso y todo lo que la vida me había deparado en tan poco
tiempo.
Me lavé la cara apretando el jabón contra mis mejillas enrojecidas por el llanto y
me sequé aún con más rabia. El resultado no puedo ser más nefasto. Tenía la cara como
un bebedero de pollos, estaba encendida.
Abrí la puerta y salí al salón. Las chicas estaban a la espera de mi regreso.
Hábilmente habían dejado que me desahogara y se limitaron a esperarme.
-No se nota ninguna diferencia, créeme. Estás igualita que siempre -dijo Claudia.
-No hay nada más reconfortante que los ánimos que me das, menos mal que estas
aquí para apoyarme... - contesté burlona- mente.
-¿Ves? De momento he conseguido que tu cinismo de abogada salga a flote -
replicó.- A veces la ayuda no es tan mala como parece...
-¡Ya esto está listo! No hay nada como un microondas, para mí es el mejor invento
del siglo XX. -dijo Inés mientras salía con una taza humeante de la cocina. -No lo dejes
enfriar mucho, que estas cosas como hacen efecto son calentitas
-Gracias, creo que me lo llevaré a mi cuarto y que me acostaré en cuanto me lo
beba, necesito descansar...
-¡Perfecto! Tienes la cama vestida de limpio y te he puesto toallas en el ropero. Te
hice un hueco para que pudieras meter la ropa que traes...
-No he traído mucha. Sólo un par de pantalones y camisetas, algo de ropa interior y
poco más. No hacía falta que te molestaras en adecentar tanto el cuarto de los trastos,
hubiera dormido perfectamente en el sillón.
-¿Por qué habrías de hacerlo si sobra una cama? Además, tampoco costó tanto
recoger todo aquello y tuvimos la excusa perfecta para tirar lo que no utilizábamos...
Lleva listo desde hace una semana.
-¿Una semana? ¿Cómo sabían lo que iba a pasar?
-No lo sabíamos, pero decidimos que si Claudia iba a marcharse a Lanzarote, te
íbamos a pedir que nos hicieras el favor de venirte a pasar aunque sólo fueran las
noches. Así que pensamos que lo menos que podíamos hacer, era ofrecerte un sitio más
o menos reconfortante para que no te pudieras negar...
-Bien sabes que, aunque tuviera que haber dormido en el suelo lo hubiera hecho,
tonta. Bueno, creo que ya esto está en su punto para no quemarme, me retiro a mis
aposentos tan cuidadosamente acondicionados para mi persona... ¡Buenas noches y
gracias de nuevo, chicas! Hasta mañana.
Todo lo que había dicho era verdad. El cuarto de los trastos no se parecía en nada a
la última vez que lo vi. Faltaban las mil y una porquerías que Inés tenía guardadas desde
que estábamos en el instituto. Siempre había sido muy sentimental y le daba pena tirar
todo lo que le trajera recuerdos. Ya fueran buenos o malos, los guardaba todos. Pero
esta vez me había impresionado. No estaba su vieja muñeca de trapo que le había traído
su padre de Barcelona como una reliquia, ni tampoco estaba la casa de muñecas que le
había regalado su abuela casi cuando estaba en su lecho de muerte. ¡Increíble! Aquel
cuchitril parecía una verdadera habitación.
Me tomé la infusión y me acosté. Me sentía un poco rara, incómoda. Quizás porque
el colchón estaba un poco duro o porque las sábanas tenían bolitas. Las estiré bien pero
nada, seguía incómoda. Estuve así más de dos horas, dándome vuelta tras vuelta sin
conseguir conciliar el sueño. Cuando ya estaba cansada de estar en la cama me levanté y
fui a la cocina a tomarme un vaso de agua. La habitación de las chicas quedaba en el
lado opuesto a la mía, pero para ir a la cocina tenía que pasar por delante de la de ellas.
Sin hacer ruido y de puntillas, pasé despacito para no despertarlas. La puerta estaba
cerrada pero dentro se oían ruidos. La curiosidad me estaba matando pero seguí de largo
KHALI PADRÓN
-¿Has perdido la razón? ¿Todo eso es para desayunar o debo dejar parte para la
cena? Me parece una exageración, yo no como tanto.
-Pues toma lo que te apetezca, nosotras hacemos un desayuno fuerte porque nunca
sabemos la hora exacta en la que podremos almorzar. Normalmente espero por ella y
como no tiene horario fijo….
-¡Qué va! Sólo voy a tomar un vaso de zumo y un trocito de pan con mermelada.
No creo que pudiera meterme más en el estómago. ¿Tardará mucho Claudia?
-Debe de estar al llegar, solo iba a la agencia y volvía. Escucha,... Creo que está
abriendo la puerta.
Claudia apareció con un cartucho enorme y grasiento cuyo contenido era una gran
rueda de churros. A mí, el sólo aspecto me dio nauseas. Nunca me habían hecho mucha
gracia aunque de vez en cuando me comía uno.
-¡Cariño... Has traído churros! -dijo Inés mientras se acercaba a darle un achuchón.
-Deberías de habérmelo dicho, acabo de terminar de preparar el desayuno.
-No importa, nos comemos los churros y ustedes cenan lo del desayuno. Se me
fueron los ojos en cuanto pasé por delante de la churrería...
-Bien, pues cambio de planes. ¿ Te preparo chocolate o te los comes mojándolos en
café con leche?
-Da igual. Siéntate antes de que se enfríen. Yo serviré la leche. ¿Cuánto azúcar,
Paula?
-Con dos pequeñas me bastan, gracias. No sabía que te fueras esta misma noche...
-No lo operan hasta el lunes, pero todos los hermanos vamos a aprovechar para
reunimos r pasar el fin de semana juntos. Hace tiempo que mis padres no nos tienen
sentados a la vez en una misma mesa y liemos ¡tensado que la sorpresa les va a agradar.
-Supongo que la operación no revestirá ningún riesgo, ¿no?
-En principio no debería. Pero como mi padre ya sufrió un infarto hace tres años,
andamos algo preocupados con el tema de la anestesia. ¡Pero vamos a ser positivas y a
no pensar disparates, ¿vale?!
-.Siento haberte preguntado, no tenía ni idea de lo del infarto. Yo no quiero churros,
prefiero el pan con mermelada...
-¿Estás guardando la línea? -preguntó Inés.
-Esto engorda menos que lo que te vas a zampar tú ahora mismo-, listilla. Y si no
prueba a pesarte en cuanto hayas comido...
-¡Ni que fuera a engordar veinte kilos! Pero... ¿Tú te has fijado bien en el tipazo
que tenemos? -dijo refiriéndose a ella misma y a Claudia.
-Estáis muy bien, hay que reconocerlo. Pero yo no abusaría tanto de las grasas
como hacen ustedes... Tarde o temprano les pasarán la factura.
-¡Pues me da igual! Lo que se han de comer los gusanos, que lo gocen los
cristianos... ¿Verdad, cariño? -dijo mirando a Claudia.
-¿Por qué no vas con ella, Inés? No creo que pueda soportarte en su ausencia...
-Su familia no sabe nada y como comprenderás, no vamos a poder disimular
nuestros sentimientos todo un fin de semana...
KHALI PADRÓN
-¡Vaya, no hago más que meter la pata! Mejor me hubiera que-dado calladita.
-No pasa nada, lo tenemos asumido. Ya estamos acostumbradas -musitó Inés.
-Mis padres son mayores y tienen una mentalidad muy cerrada -argumentó
Claudia.- Todavía no he encontrado el momento de decirles que nunca les voy a dar un
nieto... Ni de que tienen una nuera maravillosa. No sé, supongo que nunca se lo diré.
Después de todo, ellos nunca vienen a Las Palmas así que dudo que algún día puedan
enterarse. Prefiero dejarles vivir en la ignorancia y no alterar sus vidas a estas alturas...
Creo que tanto para ellos como para mí es lo más cómodo.
-Yo respeto su decisión -recalcó Inés.- Lo que no me parece, es que sus hermanos
le estén dando la lata con que quieren un sobrinito y ella no les diga lo que hay.
-Sabes que si lo hago replicó Claudia larde o temprano mis- padres se enterarían.
Además, no reo la necesidad de ir pregonando mi sexualidad a nadie. Este tema ya lo
liemos discutido otras veces y sabemos que no nos ponemos de acuerdo, ¿Por qué
sigues insistiendo?
-Porque tengo la esperanza de poder conocer a tu familia algún día... ¿Ves? Ahora
yo podría ir contigo r te avadaría a pasar por el trago que te espera... De esta forma, me
veo obliga da a quedarme aquí sola desesperándome por saber cómo estás.
-Sabes que te llamaré siempre que pueda escabullirme y ya haré yo lo posible por
hacerlo a menudo. ¿De acuerdo? Sólo me voy un fin de semana. El lunes por la tarde
estaré de regreso.
-Vamos a cambiar de tema -dijo Inés.- Sabes que por más que lo intento no
entiendo el miedo que tienes a que tus hermanos lo sepan. Lo de tus padres vale, pero lo
de tus hermanos... ¡Ni que yo apestara!
-¡Se acabó! Has conseguido joderme el desayuno, ¿contenta?... ¡Salgo a dar una
vuelta!... Paula, -dijo dirigiéndose a mí- a ver si consigues hacerla entrar en razón...
Claudia dio un tremendo portazo cuando salió. Lo que parecía ser la pareja feliz no
lo era tanto, tenían sus problemas como todo hijo de vecino. Inés permanecía callada
con los codos apoyados sobre la mesa y la cara frente al tazón de café con leche, absorta
en sus pensamientos. Sin saber que decir me levanté y recogí la mesa. Fregué la loza y
dejé que se escurriera antes de colocarla en el locero. Inés seguía sin decir palabra y de
pronto empezó a llorar. Me acerqué a ella y la rodeé con mis brazos por la espalda, no
sabía que otra cosa podía hacer.
-Como ves, yo también tengo problemas -dijo.- Si estamos juntas, somos felices
siempre y cuando no tenga a nadie cercano de su familia. Si no, las cosas cambian. Es la
tercera vez que va sola y por nada en el mundo cambia de idea. ¿No podemos aparentar
que solamente somos buenas amigas? ¡Pues no! Según ella sus hermanos tienen rayos x
en los ojos y sabrían a la legua que éramos pareja... ¡Fuerte estupidez!
-Deberías calmarte -dije - No vas a sacar nada con esa actitud. A lo mejor, si se lo
planteas de otra forma...
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
Desde la cocina pude oír claramente como ambas se pedían disculpas a la vez.
Después, todo el sonido se limitó a susurros y arrumacos, a risitas contenidas. Coloqué
la loza en el locero haciendo todo el ruido del que fui capaz. Temía que olvidaran mi
presencia y se entregaran a la pasión conmigo en la habitación de al lado. Surgió efecto
porque a los pocos minutos me llamaron para que saliera.
-No creas. Es más, a veces nos aferramos tanto a lo que no podernos tener, que
pasan por delante de nuestras narices verdaderas oportunidades y no nos damos ni
cuenta. ¿Lo has pensado?
-¿Y eso que tiene que ver conmigo? ¿Acaso Andrea te ha dicho algo que yo debiera
saber y no sé?
-No te vayas por ese camino, que no tiene nada que ver. Andrea me ha dicho lo
mismo que a ti y que a Claudia, que lo que necesita es tiempo porque está confusa. Sólo
eso.
-No te creo. Te conozco y tu voz dice que estás mintiendo o por lo menos que no
estás diciendo toda la verdad... ¿Me vas a contar?
-No hay nada que contar y no te pongas pesada, ¿vale? Me estás incomodando...
-¡Vaya novedad! En el instituto, cuando algo no te gustaba o no querías hablar de
ello utilizabas la misma estrategia, listilla. Acabas de traicionarte tú misma. ¡Suelta lo
que te dijo, venga!
-No me estés metiendo en compromisos, por favor. Prometí que no te diría nada y
pienso cumplir mi palabra. No insistas.
-Te equivocas si crees que voy a dejar esto como está. ¿Das tu palabra a quién
apenas conoces y permites que yo siga sufriendo, cuando tú bien sabes que yo nunca le
diría nada de lo que me contases? ¡Inés por Dios, que soy tu mejor amiga!... O eso creo.
-Eres una jodida chantajista... ¿Qué tiene que ver nuestra amistad en esto? Ella ha
confiado en mí y no encuentro razón para traicionarla. ¿Lo harías tú si estuvieras en mi
lugar?
-¡Un momento, por favor! -exclamó Claudia.- Prefiero no estar delante mientras
dure esta conversación. Me voy dentro de unas horas... ¿Podrían dejarlo para después?
No quiero ser cómplice de nada, ¿vale? Lo pido por favor...
-¡Claro, cariño! dijo Inés - Tenemos todo un fin de semana para pelearnos como
perros sin que nadie tenga porque enterarse, aunque sabes que en cuanto llegues te lo
cuento...
-¡Ya! Pero por lo menos no soy partícipe de nada. Sabes que no m e gusta meterme
en donde no me llaman, así que prefiero permanecer al margen.
Las tres dimos por concluida la conversación. Estuvimos un rato calladas y ninguna
se atrevía a romper el silencio. Claudia se levantó y se fue a preparar las maletas
mientras Inés seguía absorta con la cabeza entre sus manos. Sin pararme a pensar si era
correcto o no, me levanté y me senté a su lado.
-Cambiemos de tema, ¿te parece? No vamos a llegar a ninguna parte. ¿No ayudas a
Claudia a hacer el equipaje'?
-Para eso es muy suya. No le gusta que la miren mientras arregla sus cosas, se pone
nerviosa...
-¿Vas a llevarla al aeropuerto? Me gustaría acompañarte.
-¡Pues claro! Si te vienes, no vendré sola de regreso a casa, le advierto, hay que
salir con hora y cuarto de adelanto... Se pone histérica.
-Haces bien en decirlo, empezaré a prepararme desde las seis contesté riendo.- No
me apetece estar aguantando broncas durante todo el trayecto...
-Espero que lo de su padre salga bien. No me gustaría que se viera sola si las cosas
se complican -dijo casi en un susurro.
-Saldrá estupendamente, ya lo verás. No tienes porque preocuparte.
KHALI PADRÓN
XXV
-Quiero que te portes bien en mi ausencia -le dijo a Inés en tono jocoso. Me
gustaría llegar y que todo siga como lo dejo.
-¡No te prometo nada! -le contestó Inés - Además, no te olvides que me quedo en
muy buena compañía y no sé lo que me tiene preparado el destino...
-Pues ya puedes ir haciéndote a la idea de que pienso llamarte cuando menos lo
esperes... ¡Quiero ver si te pillo in fraganti.!
-Lo dudo... Ten presente que si estoy entretenida no voy a coger el teléfono.
-¿Supongo que no me estarás mezclando en tus historias, verdad? -dije mirando
para las dos- No quiero que me metan en líos de los que ni siquiera me estoy
enterando...
-¿Pero no ves que sólo estamos bromeando? -dijo Claudia.- En primer lugar, confío
ciegamente en ella y en segundo lugar, sé perfectamente que tú nunca ayudarías a que
me traicionara...
-¡Pues yo que tú no estaría tan segura! -dije pícaramente- Quién sabe. Esta noche
durante la cena se nos puede ir la mano con el vino, ella ponerse romántica y yo padecer
un ataque de añoranza. Lo uno lleva a lo otro, nos conocemos hace una eternidad y
sabemos que no vamos a crear ningún tipo de compromiso, podemos acordar no
contarlo a nadie... ¿Por qué no? Yo que tú no me fiaría... ¡Puede pasar de todo!
-Creo que va a faltar una en la mesa mañana, me estoy planteando no ir a ningún
sitio... -dijo.
-¡No seas boba! Si lo hubiésemos querido hacer, no hubiéramos esperado a que te
marcharas. Lo hubiésemos hecho mucho antes, ¿estás tonta? -preguntó Inés - Parece
mentira que no nos conozcas...
-Estamos manteniendo un diálogo para besugos -dije.- No sé si es para no convertir
la situación más tensa de lo que está, o para despistar a Claudia del anuncio del vuelo...
-Sé que estamos hablando en broma -dijo Claudia.- De vez en cuando es positivo
implantar la duda en la cabeza de tu pareja, así no creerá que te tiene segura...
-Creo que no has pillado la indirecta -dije.- Acaban de anunciar la salida de tu
vuelo. ¿No piensas embarcar?
-¡Mi madre! No escuché nada. ¿Seguro que lo anunciaron?
-Me temo que sí, mira a toda esa gente embarcando... Creo que van en tu mismo
vuelo.
-Pues nada, me voy chica -dijo a Inés- Te voy a echar de menos... ¿Lo sabes,
verdad?
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-Yo a ti también, cariño. Ten mucho cuidado y dale un beso a mis suegros de mi
parte en cuanto llegues.
-¡Cínica...! Te quiero, tesoro -dijo mientras atravesaba la puerta de embarque. -
¡Cuidadito con lo que haces! Chao Paula, la dejo en tus manos.
-Hasta el lunes -contesté - Y no te preocupes por nada, que salga bien lo de tu
padre. Vendremos a recogerte.
Esperamos hasta que vimos salir el avión a través de los grandes ventanales que nos
separaban de la pista. Inés estuvo agitando la mano hasta que el avión se perdió de vista
y me costó lo indecible sacarla del aeropuerto. De regreso a casa, no dijo una sola
palabra y yo dejé que se aislara durante el trayecto. En el fondo, a mí tampoco rae
apetecía hablar. No hacía más que pensar en Andrea, en Eva y en Nuria. En los treinta
años que tenía sobre mis espaldas, nunca me había ocurrido nada semejante. Siempre
había tenido claros mis sentimientos hasta ahora, que todo parecía volverse en mí
contra, lira un cúmulo de contradicciones, nada salía como yo esperaba y sólo hacía
añadir problemas a mi vida...
Llegamos a casa e Inés seguía sin decir palabra. Cuando me hube cambiado y
puesto más cómoda, fui a su habitación y toqué en la puerta. Desde que habíamos
llegado se había encerrado en ella y no había vuelto a salir.
Me había comportado como una estúpida. Inés nunca me daba la espalda cuando la
necesitaba y ahora que ella pedía apoyo, me dedicaba a discutir. ¿Estarían bien mis
neuronas? A veces ponía en duda mi capacidad de resurgimiento ante los imprevistos.
Últimamente no hacía más que meter la pata con todas las personas a las que quería.
Dando media vuelta regresé a la habitación de Inés. Estaba echada sobre la cama y
parecía inerte, sin vida. De pronto el miedo invadió mi cuerpo.
KHALI PADRÓN
-Inés... Inés... - dije bajito para no asustarla Lo siento, no era el momento más
adecuado para ponernos a discutir... ¿Te encuentras bien?
-Desde luego que no era el momento, cariño... -contestó clavando sus ojos en mi.-
Yo también lo siento. Mi último comentario estaba fuera de lugar. Ven y siéntate a mi
lado, ¿quieres?
-Por supuesto que quiero -dije recostándome a su lado - ¿Me darías un abrazo de
esos que quitan la respiración? ¡Te estoy pidiendo la paz...! -añadí para quitarle
dramatismo al asunto.
Inés me miró y me abrazó tan fuertemente que tuve que zafarme de sus brazos
porque se me cortaba el aire. Nos quedamos un rato en silencio, dejando que nuestros
pensamientos vagaran a sus anchas por la habitación. Yo seguía obsesionada con
Andrea y todavía me dolía que no hubiera querido hablar conmigo por teléfono. Por
otro lado, estaba Nuria como un fantasma pululando a mí alrededor. Inconscientemente
pensaba en ella y un halo de inocencia invadía mi alma. Era como si volviera a tener
quince años. Su recuerdo me transportaba a los días en que la impaciencia de querer y
no poder, te hacía crecer un gusanillo en el estómago. Enfrascada en mis pensamientos,
no me di cuenta de que Inés se había marchado de la habitación. Cuando tomé
consciencia, me incorporé y la llamé. No hubo respuesta. De un salto me levanté y salí
al salón
-¡Inés...! ¿Dónde te has metido?
-Estoy en la ducha -contestó.- Tenía mucho calor y decidí refrescarme. ¿Vamos a
salir esta noche?... Ya sé que no estaba planeado, pero no me apetece estar en casa. ¿Tú
qué dices?
-No estaba entre mis planes pero... ¡Qué demonios. ¡Salgamos a divertirnos!...
¿Vamos a hacer la ruta tú y yo solas?
-¿Y por qué no? Después de todo ya somos mayorcitas para saber lo que hacemos,
¿no crees? Además, le dije a Claudia que seguramente iríamos a dar una vuelta.
¿Conforme, mamá?
-Sin recochineos, ¿vale? Date un poco de prisa que todavía me tengo que duchar.
Me gustaría salir de aquí antes de las dos de la mañana.
-¿Y ahora qué es lo que pasa? -preguntó con cara de pocos amigos.
-Relájate. Para mí no es fácil pedirte esto, pero por lo menos si no lo intento, me
quedaré fatal toda la santa noche... ¿Podrías llamar a Andrea? ¡No me contestes antes de
que lo hayas pensado bien, ¿vale?!
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-No tengo que pensar nada, Paula. Sabes que eso no es posible. Además son las
doce y media de la noche y allí tienen una hora más. ¿Te parece normal llamar a estas
horas a casa de nadie?
-Quizás tengas razón...
-¡Venga que mañana será otro día! ¡Vamos a montarla como cuando éramos
solteras!
-Te recuerdo que yo aún lo soy...
-No iban los tiros por ahí. Lo siento si no supe explicarme, ¿todo bien?
-Todo bien, no te preocupes. ¡Salgamos antes de que me arrepienta!
KHALI PADRÓN
XXVI
La noche estaba preciosa. La luna estaba creciente y se podían contar las estrellas
en el firmamento, y si te ponías de puntillas, hasta casi parecía que podías tocarlas.
Decidimos coger un taxi y quedamos a la altura de la playa de Las Canteras para dar un
paseo. La tranquilidad y el buen tiempo eran una invitación imposible de rechazar.
Ninguna de las dos hablábamos mucho. Cada una estaba absorta en sus pensamientos,
mirando hacia la orilla viendo jugar a los muchachos que todos los fines de semana
pasaban la noche del sábado practicando el fútbol. De día, aquello estaba prohibido.
Justo cuando íbamos a girar por una de las calles peatonales que atravesaban la avenida,
unas voces conocidas nos salieron al paso. ¡Dios, era increíble! Ahí, frente a mis ojos,
estaban Mónica, Antonio, Manolo y Nuria.
Hubiera querido que la tierra se abriera y que Inés cayera dentro. ¡Qué patosa!
Nuria, Antonio y Mónica no habían abierto la boca en ningún momento y a mi parecer
estaban tan sorprendidos como yo. Creo que sus planes iban por otros caminos e Inés y
Manolo parecían no darse cuenta. Yo me limité a mirarles y a sonreír como una
estúpida. Nuria me ponía nerviosa, aunque ni siquiera me miraba. Yo sabía que para ella
la situación era ridícula. De pronto Manolo se volvió hacia ellos y haciendo alarde de su
simpatía pregunto en voz alta...
-¿Nos unimos todos a continuar la juerga? Quizás pase mucho tiempo antes de
volver a coincidir de nuevo. ¿Qué les parece?
Creo que más bien por educación, todos contestamos que sí con una sonrisa. En una
fracción de segundo, me vi con el plasta de Manolo pegado a mi espalda. Me dieron
ganas de virarme y espantarlo pero no quería montar un numerito para que se diera
cuenta de que lo único que estaba logrando, era ponerme histérica. Cuando me quise
enterar estábamos entrando en el “Baroa”. No había oído a Nuria en todo el camino.
-¡Buenas noches! -saludó Laly - Perdónenme un segundo que enseguida les atiendo.
El bar está hasta los topes...
-Ya lo veo -dijo Inés - Se ve que el buen tiempo sacó a la gente de la cama. ¿Y
Paula?
-Estoy detrás de ti, listilla. Qué buena idea has tenido, ¿verdad? -dije lo más bajo
que pude para no ser escuchada por los demás.- Acabas de hacerme la noche...
-¿Qué te he hecho ahora? Parece que te molesta que tengamos compañía...
-Bien sabes que lo que me molesta es que me hayas endosado al plasta de Manolo y
que encima de lo que te dije de Nuria, me hicieras esto.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-¡Al “Kronos” no, que seguramente estará atestado! ¿Por qué no vamos a otro sitio?
A ver... que alguien de más ideas.
KHALI PADRÓN
-Pues a mí me parece bien donde vayamos -dijo Antonio. —Yo me encuentro muy
a gusto. Así que decídanse pronto que no quiero que se me baje la adrenalina.
-Además -apostilló Manolo-, donde quiera que nos metamos a estas horas va a estar
repleto. ¿Qué más da ir a un sitio que a otro? ¡Vayamos donde dijo Inés!... ¿Nos
movemos?
Inés notó como mi mirada atravesaba su cuello. La hubiera estrangulado con mis
propias manos sin pensarlo dos veces. No quise decir nada más puesto que nadie
tomaba en cuenta mis palabras, así que pagué lo mío y salí fuera a tomar aire. Al
momento, Nuria y Manolo estaban a mi lado. Me entraron ganas de marcharme sin más,
sin dar explicaciones, pero mi sentido de la amabilidad me lo impedía. Inés, Antonio y
Mónica no tardaron en salir y juntos pusimos rumbo a la discoteca. Algo me decía que
la noche no iba a terminar muy bien. Cuando llegamos, entré la primera sin dar tiempo a
escuchar las explicaciones que Inés, a última hora, iba a darles sobre lo que se iban a
encontrar. Bajé las escaleras y de fondo podía escuchar la verborrea que estaba
utilizando para definir el tipo de ambiente que se cocía dentro. La oscuridad era la
misma que la de todos los sábados por la noche. Gente y más gente confundiéndose con
el humo y con los reflejos de los focos. Decidí que lo mejor era apostarme junto a la
barra de la entrada cuando de repente, alguien se acercó por detrás y tapó mis ojos.
Estaba deseando ver la cara de Inés cuando viera que Claudia estaba allí, pero de
momento debía guardar el secreto hasta que ella quisiera.
-¿Con quién hablabas? Esto está tan oscuro que apenas podía distinguir donde te
habías metido...
Fuimos bordeando la discoteca para así evitar que Inés y compañía pudieran
vernos. Vimos que había un hueco al lado de una columna y nos pusimos justo detrás,
desde donde podíamos divisarlo todo y nadie nos vería.
-¿Quién es esa Lidia? Que yo sepa no la he visto antes...
-Ni yo, se me presentó sólita. ¿Te das cuenta? Todavía funciona mi sexappel...
KHALI PADRÓN
-¡Vaya! No sabía que fueras tan espabilada... ¡Cómo para dejarte sola mucho rato!
Si te llega a ver Inés...
-¡Calla, calla! No quiero ni tan siquiera pensarlo. Seguramente mi sorpresa hubiera
acabado en drama. ¡Uff! qué va!
-¿Cuándo piensas decirle que estás aquí? Lo digo porque se va a extrañar de que
esté de un lado para otro... Inés no es boba.
-Sólo quiero observarla un ratito... Después le daré una alegría... O eso creo.
-No quiero perderme su cara...!¡Se va a quedar de piedra! Bueno, te abandono por
un ratito. Voy para allá antes de que me eche de menos...
Cuando me uní al resto del grupo, ya habían pedido las copas. Antonio se
encontraba charlando animadamente con una pareja de chicas, mientras que Manolo
estaba apoyado contra la pared con cara asombro. Las muchachas estaban bailando al
lado de la barra pero sin querer entrar en la pista de baile. Supuse que querrían tomar un
primer contacto con el ambiente. Aún sin estar muy decidida, me acerqué a Manolo.
XXVII
La pista estaba atestada de gente y las chicas seguían bailando fuera de ella, pero a
mí me apetecía escuchar el “pumbam-tumba” desde dentro. Estaban poniendo
“bacalao”, pero yo intuía que de un momento a otro empezaría a sonar música salsa.
Parecía que el “disc-jokey” seguía una pauta preseleccionada, siempre llevaba la misma
rutina. Decidida, me abrí paso entre la gente y me sitúe en el centro de la pista. Como ya
yo sabía, la música salsa no se hizo esperar demasiado. Dejé que mi cuerpo se
envolviera en ella y solté toda la adrenalina que tenía apelmazada en mi interior. Toda la
rabia, la desesperanza, el miedo a la soledad. Dirigí mi vista hacia Inés y le hice señas
para que se animara y saliera a bailar conmigo. Debía de estar deseándolo porque no se
hizo de rogar. Nuria no debía de estar convencida porque se fue al lado de Manolo y se
plantó a hablar con él sin moverse. ¡Allá ella!
-¿Cómo lo estás pasando? -le pregunté a Inés.
-¡Genial! ¿Tú qué crees? Me falta mi media naranja, aunque intento no pensar
mucho en ello...
-Apenas logro escucharte, habla más alto porque sólo me entero a medias... ¿Qué
decías de una naranja?
-¡Que echo de menos a Claudia, sorda! ¿No vas a invitar a bailar a Nuria? Pienso
que si se lo pides no se va a negar...
-¡No te oigo nada, si quieres salgamos fuera. No sé lo que estás diciendo!
-¡Déjalo, no tiene importancia!
La situación se tomaba más bien ridícula. La música sonaba muy alta y teníamos
los altavoces pegados a las orejas. ¿Cómo pretendíamos entendemos?
Antonio seguía enfrascado en su charla con las muchachas y Nuria y Manolo
parecían dos pilares sosteniendo parte del local. No hacían ningún movimiento, parecían
estatuas griegas.
De pronto, Inés me agarró del brazo y me sacó casi a rastras de la pista. Su cara
estaba desencajada e incluso parecía haber perdido hasta el color.
A trancas y barrancas pude llevármela por el sitio contrario. Manolo seguía con las
posaderas pegadas a la pared y a Inés le hizo mucha gracia comprobar cómo ni por
justicia, se movía del sitio. Nuria permanecía callada, escuchando lo que hablábamos
los demás y a mí ni siquiera me miraba. Sin pensarlo dos veces, me coloqué a su lado e
intenté entablar una conversación.
-¿Cómo lo estás pasando?... Aunque creo que no muy bien, parece que se te hayan
pegado los pies al suelo con silicona...
-No veo la razón para moverme, además... ¿Para qué me preguntas si tú sola te
respondes?
-Perdona, no sabía que estuvieras tan sensible... Sólo quería entablar conversación
pero ya veo que contigo no hago más que meter la pata.
-¿Te parece si limamos las asperezas y nos comportamos como personas adultas?
-Me parece muy bien. Sin responder yo... ¿Cómo lo estás pasando?
-Es un sitio como otro cualquiera con la diferencia de que la mayoría son
homosexuales, ¿no? No te preocupes, estoy bien. ¿Y tú?
-No tan bien como quisiera, ya sabes. Andrea aún no ha vuelto y tampoco tengo
noticias de si lo va a hacer. ¿Sabes qué tengo que hacer de tripas corazón para no
llamarla? Claudia habló con ella esta tarde y no quiso que me pusiera al teléfono.
Quizás ello haya contribuido a mi mal humor. El que parece estar pasándoselo bomba es
Antonio, desde que llegamos no ha parado de hablar...
-Creo que se conocen de antes, algo así le oí comentar a Antonio cuando
entrábamos y las vio. Sea como sea, se lo está pasando genial.
-¿Te has fijado en Manolo? -dije bajito para que no me oyera.- Está tan aterrorizado
que no se despega de la pared. Por lo menos, después de lo que ha visto hoy, espero que
no me dé más la lata. Supongo que ya le habrá quedado claro que conmigo no tiene
nada que hacer.
-Yo que tú no estaría tan segura. Antes, cuando bailabas, no paraba de mirarte.
-Por favor, no me des más alegrías, ¿quieres?... ¿Dónde se ha metido Inés?
-Está en la burra, al lado de la cabina. Creo que fue a pedir otra copa porque la
acabo de ver hablando con el camarero...
-Discúlpame un momento, voy con ella. ¿Te importa?
-Para nada, ve.
Inés estaba apoyada en la barra sin dejar de mirar hacia la columna donde
supuestamente se encontraba Claudia. Di una vuelta por la pista y me sitúe en el lado
contrario. Después de hacer las mil y una monerías para captar la atención de Claudia,
logré que se fijara en mí. Le hice señas para que se acercara con cuidado de no ser vista
y me fui hacia el baño. Al momento entró ella detrás.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
De nuevo volví al lado de Nuria. No se había enterado de que Claudia estaba allí y
al contrario que yo, parecía estar en otro mundo. Como si su cuerpo no estuviera de
acuerdo con su mente y esta se hubiera alejado de su aura.
-La verdad es que no se me apetece nada. ¿Te importa si yo me voy a casa? Esta
noche voy a dormir en la mía….. Sin ánimos de ofenderte, quiero tener un poco de
intimidad.
-Como quieras. Sabes que no hay problemas de ningún tipo.
¿Estarás bien? El que Claudia no se haya marchado, no significa que no puedas
quedarte y lo sabes…...
-No es eso. Necesito centrarme y aclarar mis ideas. Sé que no es fácil y tampoco va
a resultar nada placentero, pero..... Acabo de tomar una decisión
-¿Puedo saber de qué estás hablando? Ahora la que está fuera de onda soy yo. ¿A
qué te refieres?
-A algo tan sencillo como centrar mi vida. No puedo seguir alimentándome de los
recuerdos de Eva, no puedo apoyándome en la indecisión de Andrea y no puedo
continuar con el toma y daca de Nuria.
-¿Hablaban de mi ¿ - Nuria estaba justo a mi espalda - ¿Podría opinar?
-¡Estabas escuchándonos! – exclamé indignad - Nunca pensé que ese fuera tu
estilo… ¡Mira por donde, me has decepcionado! Y ya van dos.
-Sólo vine a avisarlas que el resto de la gente ya se encuentra en la calle y nos están
esperando, ¿vale? Culpa mía no es que en ese momento, tú estuvieras nombrándome.
Creo que te estás pasando y mi paciencia también tiene un límite. Inés, -dijo en tono
enérgico- te espero fuera.
Se dió media vuelta y salió de la discoteca. Inés me miraba con cara de pocos
amigos y yo sentía que mis mejillas habían vuelto a tomar un color rojizo... ¡Me moría
de vergüenza! Sin abrir la boca, salí detrás de ella. Ya en la calle me despedí de todos
sin dar explicaciones y cogiendo un taxi me marché a casa, no podía aguantar un minuto
más.
El ascensor, ¡me había tocado!, estaba roto. Parecía que la noche se había vuelto en
mi contra en todos los sentidos. Metida en un jadeo llegué a mi casa y una vez dentro
me tiré en el sofá del salón. La cabeza me daba vueltas y la sensación de ahogo había
vuelto, aunque quise suponer que se debía a las dichosas escaleras. Cogí el mando a
distancia y encendí la tele. Nada que valiera la pena, como siempre. Me levanté y fui a
la cocina a servirme una “Cola”. Aunque sabía que aquello probablemente me
desvelaría aún más, serví un vaso bien lleno y con poco hielo. En el fondo, lo último
que quería era dormir.
El teléfono debía de estar sonando desde hacía rato, pero yo me acababa de percatar
de ello. Como una bala me incorporé y descolgué el auricular.
-¿Sí?
-Soy yo -contestó Inés al otro lado de la línea.- Sólo quería saber si estabas bien...
Me has dejado preocupada.
-¿Dónde estás? Oigo mucho ruido de fondo...
-Estamos en la churrería del mercado ¡esto está a tope! ¿Sigues pensando en pasar
ahí la noche? Si quieres pasamos a recogerte después.
KHALI PADRÓN
-Te lo agradezco pero no, de verdad. Estaba repasando unos papeles del bufete -
mentí.- Tengo mucho trabajo que atender y no puedo seguir demorándolo.
-Bien, pues como quieras... ¿Te llamo mañana? Te recuerdo que es domingo y no
se trabaja...
-Llámame si quieres pero no creo que salga. Prefiero aprovechar el fin de semana y
dejarlo todo ordenado. Además, la casa pide a gritos una limpieza y eso sí que no puedo
posponerlo. Los bichos me van a sacar en procesión cualquier día de estos...
-De acuerdo, hasta mañana entonces. Si necesitas algo, llama
-Descuida que lo haré. ¡Pásenselo bien! Hasta mañana.
Ellos en la churrería y yo en casa. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado?
Bueno, en realidad la complicada era yo, de eso no había duda. Volví a tirarme en el
sofá y cerré los ojos. Bajé el volumen de la tele y sólo por el hecho de sentir compañía
no la apagué. Todo aquello era una farsa... No quería estar sola.... Me quedé dormida.
Al día siguiente llamó Inés. Iban a ir a almorzar al campo pero a mí no se me
apetecía. Un sentimiento de desgana se había apoderado de mi cuerpo impidiéndome
moverme. No tenía ganas de hacer nada y rechacé la invitación. No sin antes aguantar
diez minutos de preguntas y más preguntas, pude deshacerme de ella. A veces se ponía
tan insistente que resultaba verdaderamente difícil hacer prevalecer tus ideas. Por esta
vez, le había ganado la batalla.
A las cinco de la tarde decidí que ya estaba bien de autocompadecerme y dándome
una buena ducha para despejarme, me vestí y me fui a dar una vuelta por el parque. La
tarde estaba preciosa, clara y soleada y los niños correteaban bajo la atenta mirada de
sus padres. Risas y más risas acompañaban mis oídos durante el paseo. ¿Tendrían
aquellas personas problemas? Nadie parecía estar preocupado, más bien al contrario.
Sus rostros emanaban felicidad, dicha... ¡Hasta un sentimiento de envidia se estaba
apoderando de mí! Lo que me faltaba...
Entré en una cafetería y pedí un refresco. Al fondo había una mesa libre y
aproveché la ocasión antes de que la ocuparan. Desde donde se encontraba ubicada, se
contemplaba gran parte del parque y al fondo, muy al fondo, se veía el mar. Las gentes
paseaban de un lado para otro, animadas, charlando. Un niño lloraba mientras se
levantaba del suelo después de haberse caído con la bicicleta, otro grupo de jóvenes
estaban sentados en un banco alrededor de una muchacha que tocaba la guitarra... Todos
tenían la alegría reflejada en el rostro. Todos menos aquel niño y yo. Dejé que el hielo
se derritiera mientras que comparaba su fusión dentro del agua con mi vida. No era muy
ortodoxa la comparación, pero a mí me resultaba casi perfecta. Me estaba
desvaneciendo día tras día y no hacía nada para evitarlo. Me levanté, pagué la cuenta y
me fui. Al salir tropecé con una pareja de ancianos que paseaban distraídos y me
miraron con una sonrisa. ¿Tan mal estaba que hasta me sonreían?
De vuelta en casa llamé a Miguel. Normalmente no lo llamaba los fines de semana
a no ser que realmente pasara algo importante, pero para mí lo era. Acababa de tomar
mi primera decisión sin darme cuenta.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-¿Sí... Miguel? Me alegro de que contestaras tú, no hubiera sabido que decir sino...
¿Cómo estás?
-¡Paula, que sorpresa! ¿Cómo tú llamando un domingo?... ¿Pasa algo?
-Nada importante, te lo aseguro. Miguel... Necesito tomarme unas vacaciones.
¿Podría ser?
-¿Tú pidiendo vacaciones? Algo te pasa, Paula... ¿De qué se trata?
-No es nada, de verdad. Sólo quiero descansar durante unos días, quizás me vaya
una semanita a Fuerteventura, quizás vaya al sur... Todavía no lo he decidido.
-Me gustaría decirte que no, pero bien sabes que no puedo, ¿Cuándo quieres
empezar?
-A ser posible, desde mañana mismo ¿tienes personal que cubra los juicios que
tengo pendientes?' Si no es así. no podré marcharme...
-No te preocupes por eso, en todo caso me encargo yo. ¿De cuánto tiempo estamos
hablando?
-Quizás de quince días o tres semanas Todavía no lo tengo muy claro... ¿Estás
enfadado?
-No mujer, lo que estoy es sorprendido Nunca hubiera pensado que tú quisieras
coger vacaciones por tu propio pie. Normalmente hay que obligarte... ¡De acuerdo!
-¡Perfecto! Gracias por ser tan comprensivo Sigo acumulando favores.
-¿Me llamarás desde donde te encuentres? Vacaciones no significa que vayas a
desaparecer, ¿vale? Me gustará saber que estás bien y que no te falta de nada. ¿Lo
harás?
-Te lo prometo. ¿Pasas mañana a por los documentos? Si acaso no estoy, te los dejo
encima de la mesita de la entrada, dentro de mi maletín. Gracias y discúlpame ante tu
mujer, no quisiera haberte creado problemas...
-Para nada y lo sabes. Si no te veo mañana, cuídate. ¡Ah y no dejes de llamar!
No me hubiera importado irme de vacaciones con él. Siempre estaba atento a mí,
era como si fuese mi hermano mayor, mi padre. La diferencia entre nosotros era poca,
pero él tenía el don de saber escuchar sin preguntar. De mirarte y transmitirte serenidad,
de sonreírte y provocar en ti otra sonrisa.
Descolgué de nuevo el teléfono y llamé al aeropuerto. Quería saber si salía algún
vuelo para Fuerteventura por la noche y si tenía posibilidades de conseguir billete.
¡Nada, todo ocupado! Para una vez que había tomado una decisión rápida y sin hacerme
muchas cábalas, no tenía suerte. Tendría que esperar a mañana para sacar el billete.
Mientras, iría haciendo el equipaje. Estaba decidida.
Una vez preparada la maleta, me volví a duchar y me metí en la cama. No debió
pasar mucho tiempo antes de quedarme dormida.
Por la mañana me levanté con otro ánimo. Quizás la idea de que estaba de
vacaciones me había alegrado durante mi sueño. Cuando iba a descolgar para llamar a la
agencia, sonó el teléfono.
¿Para qué demonios quería verme Nuria, que no había podido esperar a llamarme a
otra hora haciéndolo tan temprano? ¿Habría estado hablando con las chicas? No tenía ni
idea y tampoco iba a permitir que alterara el estado de semitranquilidad que había
recuperado durante la noche.
Decidí ir personalmente a cualquier agencia de viajes antes de hacerlo por teléfono,
así que deje las maletas preparadas en la puerta y salí. Por el camino iba pensando en la
llamada de Nuria. ¿Qué era eso tan importante? Bueno, en realidad ella había dicho que
podía esperar a que yo regresara, así que la verdad era que la que no podía esperar era
yo. De pronto recordé que dos calles más allá del despacho de Nuria, había una agencia
de viajes. Así que cogí la guagua y me dirigí hacia Triana.
Una vez en la agencia tuve que esperar un ratito, pues, aunque sólo había un cliente,
la otra empleada estaba haciendo gestiones telefónicas y no podía atenderme. Cuando
me toco la vez, me senté.
-A ver... -dijo mientras consultaba en la pantalla del ordenador- Creo que hay
plazas libres en el vuelo de las cinco y media... Sí.
-¡Perfecto! Ustedes también gestionan el apartamento, ¿verdad?
-Desde luego. ¿A qué parte de la isla quiere ir?
-Me da igual... A cualquier sitio en donde se pueda descansar. Estoy de vacaciones,
¿sabe? Sólo voy buscando tranquilidad...
-Hay un pequeño problema -dijo.- En esta época del año ¡os turistas están por todos
lados, así que la tranquilidad absoluta no se lo puedo garantizar... Donde único tenemos
apartamentos libres es en Corralejo. ¿Le vale?
-Da igual. ¿Y en algún hotel?
-Lo lamento, está todo ocupado. En todo caso... Vamos a ver... El ‘‘Hotel Paraíso”
puede que tenga algo, pero sigue estando en Corralejo.
-Da lo mismo. ¿Tiene régimen de pensión completa?
-Sí, se lo puedo concertar desde aquí, aunque yo le aconsejaría sólo media pensión.
La cena suele ser temprano con esto del turismo y el comedor tiene una hora de cierre.
Muchos clientes, aún habiéndolo pagado, se quedan sin cenar.
-Pues entonces déjelo en media pensión, gracias.
-¿Cuantos días va a estar?
-Sólo hasta el próximo domingo. ¿Hay vuelo para regresar ese día?
-Sí -dijo mientras confirmaba todo en el ordenador.- ¿Le parece bien regresar a las
siete de la tarde?
-Perfecto. También me gustaría alquilar un coche. ¿Lo hacen ustedes desde aquí?
-Aquí lo único que no hacemos es ir por ustedes -comentó en tono jocoso-De resto,
lo solucionamos todo. Ya está, confirmado. En unos momentos lo tiene listo, sólo hay
que esperar a que se emita el billete y el bono del hotel.
KHALI PADRÓN
XXVIII
En media hora escasa lo había solucionado todo. La chica era la mar de simpática y
desde luego no cabía duda de que muy eficiente. Todavía faltaban cuarenta y cinco
minutos para que dieran las once, así que opté por sentarme en un banco de Triana
mientras me comía un croissant calentito que acababa de comprar en una dulcería.
Triana era el mejor escaparate de la ciudad. En unas fracciones, décimas de segundos,
veías a todo tipo de personas. Desde amas de casa comprando apuradas, ejecutivos con
maletines saliendo y entrando de entidades bancarias, hasta jubilados pasando el tiempo
y charlando con los viejos y nuevos amigos. Resultaba curioso pensar que, aunque
viviéramos en una isla, había personas a las que nunca llegaríamos a conocer. A no ver
jamás en nuestra vida. A veces alguna que otra cara te resultaba familiar, pero no era
más que el reflejo de un espejismo que creías haber visto en cualquier otro sitio. Volví a
mirar el reloj y me puse en marcha. Eran ya las once menos cinco.
A las once menos un minuto, me encontraba subiendo las interminables escaleras
que conducían al despacho de Nuria. Sólo por evitar subir aquellas escaleras,
comprendía por qué me había citado arriba. Llegué con la lengua fuera y me tiré en el
primer asiento libre que vi ante mis ojos. Un segundo más tarde, Nuria salió a
buscarme. O me había olido, o realmente creyó en mi puntualidad. ¡No sabía que había
tenido suerte!
Tenía cierta satisfacción en mi interior. Era la primera vez en mucho tiempo, que
sentía que alguien se disculpara de aquella manera tan sincera. Normalmente era yo la
que pasaba el día excusándome ante la gente y, resultaba reconfortante que de vez en
cuando alguien reconociera que se había equivocado.
Cuando llegué al bufete Claudia no estaba, había salido a los juzgados y no volvería
en todo el día. Un poco decepcionada fui a la parada de guaguas y cogí la que me
llevaría a casa de Inés. No estaba segura de que hubiera alguien en la casa porque
supuestamente estaban trabajando, pero aun así y como no tenía nada mejor que hacer,
me arriesgué.
KHALI PADRÓN
Después de estar una hora esperando sentada en el portal, con-prendí que era inútil
seguir allí. Volví a casa y llamé a Miguel, los papeles habían desaparecido de la mesa
del recibidor. Tampoco estaba. Aún me quedaban tres horas para ir al aeropuerto, así
que decidí acostarme un rato. En realidad no tenía ni pizca de sueño, pero ante no saber
qué hacer... El teléfono me sobresaltó.
-¿Sí...?
-Hola Paula... ¿Cómo estás?
-Hola... -contesté.- No se oye bien... ¿Quién eres?
-Tanto tiempo no hace, mujer. ¿Ya no te acuerdas de las amigas?
-¡Andrea! -el corazón me dio un vuelco y se me encogió el estómago - ¿Eres tú...?
-Sí... ¿Cómo te va?
-Bien -respondí casi sin aliento - Es que apenas te escucho, se te oye fatal. ¿Desde
dónde llamas?
-Te llamo del móvil. Estoy en el aeropuerto.
-¿En el aeropuerto?... ¿Aquí?
-No, todavía sigo en Córdoba, pero...
-¿Pero qué? No te pares...
-He de hacer transbordo en Madrid porque no hay vuelo directo hacia Las Palmas.
Así que creo que, si no hay contratiempos, llegaré ahí sobre las siete de la tarde. ¿Vas a
ir a recogerme?... ¿Oye? ¿Paula?... Me cachis... no oigo nada... ¿Paula?... ¡Esto se está
quedando sin batería... Si puedo te vuelvo a llamar... ¡Nos vemos esta tarde, tengo
muchas cosas que contarte! Deseo... besit... ues...clar...
-¡Vaya, que suerte -dije cuando escuché su voz al otro lado del hilo telefónico.-
Hace un rato que estuve por ahí y no había nadie.
-Sólo me has dado tiempo a entrar por la puerta, ni siquiera has dejado que me
quitara los zapatos... ¿A qué se debe tu insistencia?
-Anoche tome una decisión que para mí es importante. Decidí irme de vacaciones
una semanita a Fuerteventura. Salgo esta misma tarde a las cinco y media, quería que lo
supieran... También pasé por la oficina de Claudia, pero no estaba. ¿Ya llegó?
-Todavía no, pero está al caer. ¿Estás segura de lo que quieres hacer?
-Hasta hace dos minutos estaba totalmente convencida, pero ahora... Andrea acaba
de llamarme.
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-¿Te llamó? ¿Y cómo está? Que yo sepa no se ha puesto en contacto con nosotras...
A no ser que haya localizado a Claudia.
-Regresa esta tarde y quiere que vaya a buscarla al aeropuerto. Se supone que mi
vuelo sale a las cinco y media y ella viene llegando sobre las siete...
-¿Qué piensas hacer? No puedes estar en dos sitios a la vez...
-Ese es mi gran dilema... ¿Qué crees que debería hacer? ¡Necesito tu ayuda! Si
vieras como estoy... Las manos me sudan y de un momento a otro me va a dar un ataque
de histeria... ¡Estoy muy nerviosa!
-¿Te dijo algo más? No sé, alguna señal de lo que ha decidido o algo...
-Llamaba desde el móvil y se cortó la comunicación. Prácticamente no la oía nada,
se escuchaba muy bajito y después las palabras empezaron a entrecortarse hasta que
dejé de escucharla. Así que sólo sabes lo mismo que yo. ¿Qué opinas?
-¿Qué quieres que opine? Habrá que esperar a que llegue... ¡No soy adivina!
Deberías relajarte un poco...
-¿Relajarme? ¡No pides tú nada! Estoy saltando alrededor del teléfono, no te
extrañe que también se corte la comunicación... Me voy a cargar el cable. Inés... ¡Estoy
asustada!
-Tranquilízate, nada sacas con ponerte nerviosa. ¿Quieres venirte para acá? Creo
que sería lo mejor...
-De acuerdo, pero antes tengo que llamar a la agencia... He de resolver lo de la
reserva. En media hora estoy ahí... Suponiendo claro, que no me dé un infarto por el
camino.
-Pues tomate las cosas con calma que nada sacas con perder los nervios, ¿vale?
Mientras tanto, voy a preparar algo para comer. ¿Qué te apetece?
-No creo que ahora me entrara nada, tengo el estómago completamente encogido.
Te dejo que me cierra la agencia. En cuanto termine voy para allá. Hasta luego.
Normalmente me relajaba hablar con Inés, pero eran tantos los nervios que ni
siquiera la conversación mantenida había calmado mi exaltación. En vano, intenté
hablar con la agencia de viajes. Estaba cerrada y no era de extrañar porque pasaba un
buen rato de la una de la tarde. Tendría que intentarlo desde casa de Inés.
Las maletas seguían estando en el mismo sitio, al otro lado de la puerta. ¿Si había
decidido irme y al final optaba por quedarme sólo para que Andrea me dijera que no
podía ser...? ¿Y si me marchaba y perdía la oportunidad de escuchar de sus labios que
me quería? ¿Qué hacer?... Tampoco podía tomar muchas decisiones basándome en una
llamada de teléfono... Cogí las llaves del coche y me fui a casa de Inés. Normalmente a
esas horas encontrabas aparcamiento con relativa facilidad. Tuve suerte, llegando yo y
saliendo otro coche justo delante de su puerta. Aparqué y subí.
-¡Vaya no te esperaba tan pronto! -dijo Inés cuando entré en su casa.- Todavía estoy
pelando las papas.... Porque vamos a comer papas y huevos, no pienso hacer otra cosa.
-Yo no he abierto la boca. Inés... ¡Abrázame, lo necesito!
KHALI PADRÓN
-¿Pero por qué estas así, mujer? -dijo mientras me apretaba fuertemente.- No vale la
pena adelantarse a los acontecimientos... ¿Solucionaste lo del viaje? Al final... ¿Qué
decidiste?
-Todavía nada porque la agencia estaba cerrada. Volveré a llamar sobre las tres y
media. No sé qué hacer... ¿Me voy... me quedo? ¿Y si sólo quiere verme para decirme
que lo nuestro no puede ser? ¿Y si se ha dado cuenta de que es imposible que ella pueda
amar a otra mujer? ¿Y si sólo viene a recoger sus cosas para luego volverse a ir?
-No esperes respuestas de quien no ha llegado todavía. ¿Por qué te atosigas de esa
manera? Pareces una jodida máquina de hacer preguntas... ¿Has solicitado trabajo en el
departamento de investigaciones de la policía? ¡Ah, me olvidaba! Eres letrada... listilla.
-Ya está bien de cachondeo, ¿no crees? No tengo el cuerpo para muchas bromas...
De todos modos, tienes razón. No vale la pena comerme el coco. Ahora mi único
problema es pensar en lo que realmente quiero hacer. ¿Me quedo o me voy?
-Haz lo que mejor creas conveniente, en eso yo no te puedo ayudar. Escucha...
Están abriendo la puerta. Mi pichoncita acaba de llegar.
-Si no te importa me voy a tender un rato en el cuarto, necesito pensar. ¿Le cuentas
a Claudia las últimas novedades, por favor? No quiero seguir hablando de ello.
-¡Buenas tardes...! -dijo Claudia en cuanto asomé la cabeza. -Pensé que te habías
quedado dormida...
-¿Qué tal? -dije acercándome para darle un beso- Perdona lo de antes, estaba muy
nerviosa y no tenía el cuerpo para dar muchas explicaciones. ¿Te contó Inés?
-Sí, creo que ya me ha puesto al corriente. ¿Qué vas a hacer? No te queda mucho
tiempo para decidir...
-¿Tampoco tú vas a echarme una mano? ¡Pues a buen lugar he venido a recalar!
Ahora lo que necesito son opiniones objetivas, opiniones que no se dejen confundir por
la histeria...
-Pues lo lamentamos mucho -dijo Inés hablando por las dos- No es un tema en el
que te podamos ayudar y deberías comprendernos... ¿Qué decirte? ¿Qué te vayas? ¿Qué
te quedes? Esa decisión tendrás que tomarla tu sólita...
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
-De acuerdo, ya veo que realmente estoy "sólita”. Cambiemos de tema, ¿vale?
Ahora comamos que ya después pensaré que hacer. No tengo nada de hambre, pero si
no como algo, después me dolerá la cabeza. A mí ponme pocas papas y un sólo huevo,
por favor. Gracias.
El aire se podía cortar con unas tijeras. Sentadas en la mesa nos limitábamos a
comer sin decir palabra. Yo no levantaba la cabeza del plato porque en realidad estaba
de nuevo avergonzada. ¡Por Dios, que eran mis amigas! ¿Qué coño me estaba pasando?
Permitía que una sola llamada de Andrea alterara mi vida de una forma caótica,
inexplicable. Pidiendo disculpas, me levanté de la mesa y me fui al salón. Inés salió
detrás.
-¿Podrías relajarte un poquito? ¿Por qué no te miras al espejo y ves la cara que
tienes? Tu aspecto es el de una persona desenfrenada y no creo que con esa pinta te
hagan caso en ningún sitio. Lo digo por si vas a recoger a Andrea al aeropuerto. Tienes
las facciones demasiado tensas, ¿te doy un masaje?
-¿Y cómo sabes que voy a ir a recogerla si ni yo misma lo sé?
-Porque te conozco y sé que lo acabaras haciendo. Una cosa es que yo no quiera
influir en tus decisiones y otra muy distinta es que no sepa de antemano lo que vas a
hacer.
-¿Crees que haría mal si no fuera?
-Tú sólo debes analizar tus sentimientos. ¿Realmente la quieres?
-¿Que si la quiero? ¡Estoy colada por ella! Estar estos días sin verla han sido un
verdadero martirio... ¿Sabes algo? Nunca pensé que llegaría a superar lo de Eva.
Aunque contara con el apoyo de mis amigas, aunque estuviera rodeada de gente, ella
seguía constantemente en mis pensamientos. Era como si una parte suya estuviera
afianzada en mi corazón. Lo que hizo estuvo mal y todas lo sabemos. Nunca debió de
haber tomado aquella decisión tan drástica, pero en el fondo de mi corazón, muy en el
fondo, a veces me he sentido halagada porque nunca nadie antes me quiso de esa
manera. Sé que es muy fuerte lo que estoy diciendo, pero sería absurdo negar que he
tenido esos pensamientos. La llegada de Andrea ha supuesto en mi vida esperanza,
ilusión, cada vez que la veo se me pone un nudo en el estómago y me cuesta hablar con
fluidez. Es como si me quedara atrapada en su mirada, en su sonrisa. Todo en ella me
parece perfecto, no encuentro motivos de decepción y te juro que más de una vez he
deseado, no odiarla, pero por lo menos no quererla de la forma en que la quiero...
¿Sabes una cosa?, Eva lo supo desde la primera vez que nos vio juntas. Tuvo celos de
ella y me lo dijo. Eva notó que Andrea y yo llegaríamos a intimar y no se equivocó. En
eso, no se equivocó. Cuando la veo, hasta parece que rejuvenezco, es como si volviera a
tener quince años, como si la vida se me fuera con ella cada vez que no está a mi lado.
Muchas noches he soñado que estábamos juntas y que vivíamos felices en nuestra casita
de campo. ¡Fíjate hasta qué punto retrocedo con ella en el tiempo! A su lado me siento
libre, abierta, cómoda, alegre... Y hasta guapa. Bebo de su mirada y me alimento de sus
palabras... ¿Es eso amor?
KHALI PADRÓN
Esta vez sí cogieron el teléfono. La misma chica que me había atendido por la
mañana era la que estaba al otro lado.
-¡Hola, buenas tardes! Creo que fuiste tú la que me atendiste esta misma mañana...
Soy la que quería irse hoy mismo a Fuerteventura.
-¡Ah sí, soy la misma! ¿Tiene algún problema?
-Quería... Perdone un momento por favor...
¿Y por qué no? Siempre podía ocultárselo y nunca lo sabría. ¿Valía la pena
intentarlo?... ¡Dios, tenía a una persona esperando al otro lado de la línea!
Discúlpeme por la tardanza -dije sin mucha convicción- Quería saber si cabía la
posibilidad de sacar otro billete... Y también de cambiar la reserva de la habitación
individual por una de matrimonio...
-No creo que haya ningún problema. Espere que se lo miro en la pantalla... Sí, aún
quedan plazas en el vuelo. ¿Le emito el billete?
-¡Estupendo!... ¡Uy, perdón! Sí, por favor. A nombre de... -dudé un instante- a
nombre de Andrea Ramírez Castellano. ¿He de pasar a recogerlo?
-No hace falta. Se lo mandaremos con un mensajero. ¿Algo más?
-No. Creo que no, gracias... ¡Un momento! Casi se me pasa. No podemos salir en el
de las cinco y media. ¿Hay algún otro vuelo?
-Sale otro a las diez. Comprobaré si puedo cambiarles la hora.
-Si no hay en turista no importa que nos ponga en clase preferente, pagaré la
diferencia...
-No hace falta, hoy la suerte se alía con usted. No hay problema, tiene la salida
confirmada a las diez y diez de ¡a noche. Rogamos que esté media hora antes para
embarcar y cuando lo haga, dele a la azafata de tierra el nuevo billete que también emito
a su nombre. El que está en su poder lo acabo de anular. Se lo mando junto con el otro
pasaje, ¿de acuerdo?
-Muchísimas gracias, le quedo eternamente agradecida.
-No hay de qué y siga utilizando nuestros servicios. Mi nombre es Ana. ¡Buen
viaje!
Salí de la habitación como alma que lleva el diablo. Me invadía una alegría enorme
y tenía que contárselo inmediatamente a las chicas. Estaban recogiendo la cocina.
-¿Tú crees? -dije algo decepcionada.- Sé que no está bien decidir por los demás
pero... ¡Qué demonios! Si la cosa sale mal, no le digo lo del billete. Y espero que
ustedes tampoco lo hagan...
-Por nosotras es por quien menos deberías preocuparte. Más vale que te vayas
dando una ducha y preparándote con tus mejores galas... ¡Habrás de impresionarla!
-Voy a ir a buscarla como siempre, normalita. Lo último que quiero es hacer el
ridículo en pleno aeropuerto. Así que no me estés dando ideas, ¿entendido?
-¡Vale, vale. Hay que ver cómo te pones!
-Bueno, pues yo me voy a casa a prepararme, no quiero llegar tarde por nada del
mundo. Incluso saldré una hora antes no sea que vaya a pillar caravana...
-¿A estas horas? ¡Anda, lárgate ya que me estás poniendo enferma!
-Venga, hasta luego.
-¡Espera un momento! —Inés se acercaba corriendo hacia la puerta - No sería justo
que te marcharas sin antes desearte suerte, ¿no crees? Ven acá y dame un fuerte beso,
igual más adelante ya no podemos...
-¡Eso nunca -repliqué- Anda suéltame ya que me emociono.
Llegué a casa y me prepare una tila con manzanilla. Seguía estando muy nerviosa y
necesitaba relajarme o no podría ni conducir. De casa de Inés a la mía era poco trayecto
comparado con el que me esperaba hasta llegar al aeropuerto. No quería tener ninguna
complicación por el camino.
Fui al cuarto de baño y abrí el grifo del agua caliente dejando que se llenara la
bañera. Me quité la ropa y cuando el agua estuvo templada me metí dentro. ¡Qué alivio!
Estaba consiguiendo relajarme tanto, que por unos momentos tuve la sensación de
que me había quedado dormida. Miré el reloj. No, todavía me quedaba tiempo más que
suficiente. Podía estar un rato más en remojo. Eran las cinco y cuarto cuando salí del
baño, tenía el tiempo justo para vestirme y salir pitando.
Normalmente los aviones venían con algo de retraso pero yo no quería jugar con mi
destino. No quería hacerla esperar, prefería hacerlo yo. Me di un rápido masaje con unas
bolitas de aceite y me sequé bien. Tardé escasamente media hora en estar lista. Me
había puesto unos vaqueros y una blusa de tiros que dejaba ver mi espalda desnuda, y
aunque me pelara de frío, no pensaba llevar chaqueta.
Llegue al aeropuerto a las seis y media. Todavía faltaba otra media hora para que el
avión aterrizara. El panel de información distribuido por todas las dependencias,
anunciaba el vuelo a la hora prevista. Todo seguía su curso, todo estaba normal. Todo
iba sobre ruedas menos yo. Al salir de casa me encontraba más relajada, pero ahora que
estaba en el aeropuerto notaba como me temblaban las piernas. A las siete y dos
minutos anunciaron por megafonía que el vuelo procedente de Madrid desembarcaría
por la puerta A7. El corazón se me desbocó. ¡Ya estaba aquí!
Las puertas se abrieron sólo unos instantes y pude ver a la gente con los carritos
esperando en la cinta mecánica sus equipajes. Sólo tuve tiempo de echar una ojeada
porque enseguida se cerraron. No la había visto. La espera me resultaba interminable.
De vez en cuando se abrían las puertas para que fueran saliendo los pasajeros que ya
KHALI PADRÓN
tenían sus maletas, pero no daba tiempo a ver nada. Andrea parecía que se extremaba,
porque ya casi no quedaba pasaje dentro cuando de repente la vi salir con el carrito
cargado hasta los topes. Ella me buscó con la mirada hasta que me encontró. Yo no
podía moverme del sitio, estaba petrificada. ¡Cielo santo! Sólo había estado unos días
sin verla y parecía que hubieran pasado siglos... ¡Estaba guapísima! Tenía la melena
recogida en una trenza y vestía de manera informal, con unos vaqueros y camiseta de
manga hueca, como le gustaba a ella. De pronto se paró a unos metros de donde me
encontraba y se quedó mirándome con una ternura que no soy capaz de describir. Sus
ojos penetraban en mi alma de una forma arrolladora y entonces me di cuenta de que
unas lágrimas surcaban sus mejillas. Instintivamente corrí hacia ella y la abracé.
Estuvimos así, sin mediar palabra, unos maravillosos segundos. Podía sentir su corazón
latiendo en mi pecho y también notaba como sus manos temblaban en mi cintura.
Lentamente se separó y esbozó una sonrisa mientras que con sus manos secaba su cara
emocionada. No nos dijimos nada hasta que llegamos al coche.
-¿Cómo estás? -preguntó.- Te he echado mucho de menos...
-Estaba deseando verte. Cuando me llamaste me puse como loca... Y aún más
cuando me dijiste que venías hoy mismo...
No podía aguantar más, ¿sabes? Ele tenido mucho tiempo para pensar y reflexionar,
para aclarar mis ideas... creí que ya era el momento de volver...
-¿Has solucionado tus dudas? -en el fondo tenía miedo de preguntarle, pero no
podía evitarlo.
-Yo creo que sí... Cuando sientes que el pecho se te abre en mil pedazos, que una
angustia se apodera de tu corazón. Que no puedes comer ni dormir, que apenas te
concentras en lo que estás haciendo. Cuando analizas todo eso y te das cuenta de que
está originado por la misma causa, comprendes que no puedes negar lo que en el fondo
sabes. Lo que de alguna manera siempre has sabido pero te ha dado miedo reconocer...
-Andrea, me va a dar un infarto... ¿Puedes sacarme de dudas? ¿De qué estás
hablando?
-Hablo de que he estado pensando en ti a todas horas. Hablo de que no he hecho
otra cosa que querer estar contigo desde el mismo día en que me subí al avión para
volver a casa, hablo de darme cuenta de que mi verdadero hogar está donde tú estés.
Hablo de que estoy enamorada, de que no puedo vivir sin ti, de que quiero compartir el
resto de mi vida contigo, de que quiero envejecer a tu lado. Hablo de que... Te quiero,
Paula.
Sonó el despertador. Abrí los ojos lentamente, como si me costara mil sacrificios
despegar los párpados. Había tenido una noche terrible. Las pesadillas no me habían
dejado descansar y la culpa había sido de la opípara cena que había comido. Volví a
cerrar los ojos y respiré profundamente. De pronto recordé donde me encontraba. Giré
la cabeza y allí estaba. Su rostro era dulce y emanaba tranquilidad, sumida en un sueño
relajante. Con la felicidad que se asoma en el rostro, cuando la mente se desconecta del
cuerpo. Ella tenía esa facilidad. Dormía plácidamente en cualquier sitio y a cualquier
hora. Volví a cerrar los ojos, nadie nos molestaría porque dejamos colgado en la puerta
“UN CACHITO DE TU SUEÑO…”
el conocido letrero de “No perturbar el sueño”. Habían transcurrido nueve años desde la
primera noche que pasamos juntas y desde entonces, siempre íbamos al “Hotel Paraíso”
a celebrar nuestro aniversario. Fuerteventura se había convertido en nuestro pequeño
nido de amor.
Abrí nuevamente los ojos y ella ya estaba despierta. Me miraba como siempre
hacía, calándome el alma, robando mi corazón y dedicándome la más bella de las
sonrisas. Me acerqué y le di un beso. Me abrazó y cerramos los ojos. Sólo me dio
tiempo a escuchar, como en un susurro, las palabras te quiero…. Te quiero…. Te
quiero.
Este que pretende ser un libro, ha sido producto del esfuerzo y la constancia, del
tesón y de la cabezonería de la que escribe. Estoy orgullosa porque es el primer reto que
he llevado hasta el final, hasta sus últimas consecuencias. Lo importante es que lo que
antaño soñé, hoy es una realidad.
Estoy agradecida a quienes me animaron a sacarlo del cajón y mostrarlo al resto,
sobre todo a quien me prestó su apoyo y me alentó a seguir adelante en el camino en
estos últimos años aún a costa de su propio tiempo.
En el fondo quiero dedicar esta novela o como prefieras llamarlo, a todas las
personas que creyeron en mi…. Y a las que no, también.
Gracias y mil gracias a quien que lo lee y sienta que he aportado algo nuevo en su
vida y perdón a aquellas personas que en algún momento creyeron que mi mente daba
para algo más.
Nunca se está al gusto de todos…y no voy a ser una excepción.
Khali