Trarea 2
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Trarea 2
territorios hasta entonces ocultos, bajo la dirección del genovés Cristóbal Colón, a los
que conquistó y anexionó en esa centuria y en la siguiente. Aquellos desconocidos
territorios constituían un enorme y rico continente por lo que el pequeño reino
peninsular, conforme los fue anexionando y convirtiendo en sus provincias de
Ultramar, aumentó la extensión territorial, de forma espectacular, a la vez que obtenía
inmensas riquezas y tales factores, unidos al comercio prontamente establecido con
ellos, propiciaron que se transformara en una gran potencia colonial.
La obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias, sentó
las bases de la negativa propaganda
Este inusitado auge de la metrópoli provocó la rivalidad de los monarcas ingleses,
franceses y holandeses, especialmente el comercio que desarrolló con las lejanas
provincias por considerar que arruinaba sus propios intereses. Fruto de esa rivalidad y
tomando como base laautocrítica realizada por el dominico Bartolomé de las
Casas, en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, junto con el posterior
informe secreto de los científicos Jorge Juan y Antonio de Ulloa enviado a Felipe V,
surgió una negativa y moralizadora propaganda contra España de la que brotó la
denominada leyenda negra, la cual fue acompañada de agresiones oficiales y
extraoficiales, según evidencian los numerosos ataques efectuados por marinos y
piratas europeos a las ciudades americanas, sedes del potente comercio establecido,
durante los siglos XVII y XVIII.
Conquistadores vilipendiados
Documentos discriminados
Indagando, más allá de las Crónicas de Indias y de los escritos generados en la etapa
de la conquista, existe una valiosa fuente documental: Francisco Pizarro.
Testimonio, la cual, aunque ha sido publicada por Guillermo Lhomann Villena en
1986, todavía parece ser un tanto desconocida para los historiadores modernos, tal
vez porque no ha interesado poner de manifiesto cartas, documentos oficiales y
otros escritos, dictados por el conquistador a su último secretario, en los que,
mediante su voz, se refleja la labor que ejerció de estadista legislador, de gobernante
creador de ciudades, más la sensibilidad que tuvo hacía los nativos y hacia sus
tradicionales formas de vida andinas.
Y, junto a esas connotaciones, la revisión de estos documentos permite escuchar
las explicaciones del militar cargado de problemas económicos para poder
sostener su ejército, para hacer frente a los ataques de los aborígenes, para efectuar
fundaciones de ciudades. Los problemas de un jefe situado en medio de constantes
intrigas y revueltas de soldados, de subordinados y hasta de amigos. También las
quejas de un hombre incomprendido por su rey, a pesar de las grandes cantidades de
metales preciosos enviados a la corte con los que se propició un incipiente sistema
capitalista, y asimismo percibir a un profundo cristiano temeroso de que su alma fuera
al infierno.
Pero a la vez permiten encontrar a un hombre intrépido, duro y enérgico que no
dudó en apresar a su superior Vasco Núñez de Balboa, en castigar a un compañero
de la isla del Gallo y en ordenar ejecuciones cuando lo consideró necesario, como
las de los caciques de Chira, la del Inca Atahualpa, la de su socio Almagro, la de la
princesa Azarpay y la de la esposa de Manco Inca.
2 Según el cronista, sus palabras fueron: “Al Norte queda Panamá, que es deshonra
y pobreza; al Sur, una tierra por descubrir que promete honra y riqueza; el que sea
buen castellano, que escoja lo mejor.” La codiciosa expedición duraba ya varios
meses y solo había encontrado hambre, enfermedades, calor, mosquitos, culebras
venenosas y miseria. Sin contar con la resistencia que le hacían los indios a lo largo
del camino. Descontenta, la soldadesca murmuraba contra el capitán trujillano, pero
no se atrevía a contradecirlo y le obedecía a regañadientes.
Sin embargo, cuando un día le escucharon decir a su jefe que mientras él estuviera
con vida nadie regresaría a Panamá, se consumó la defección. Pizarro envió a Diego
de Almagro a Panamá por más hombres y vituallas, pero los soldados descontentos
se dieron maña para enviar al gobernador del norte un pedazo de papel que decía: “A
Señor Gobernador, / miradlo bien por entero, / allá va el recogedor / y acá queda el
carnicero”.
Pizarro no tuvo que aplicar la antigua estrategia del “divide y vencerás”; él tuvo la
fortuna de encontrarla ya realizada. Huáscar y Atahualpa se enfrentaban en una
sangrienta y cruel guerra fratricida. Eso explica cómo un puñado de hombres iniciaron
la conquista del Imperio incaico.
Sin embargo, está documentado que pasó su infancia en Cuzco junto a su padre. Fue
educado desde muy joven para gobernar, además de realizar entrenamiento
militar. Su padre murió repentinamente por la viruela sin dejar un sucesor
designado. De esta forma, dos de sus hijos se erigieron para disputar el trono,
Huáscar y Atahualpa, dando comienzo a la guerra civil incaica. Más de trece batallas
enfrentaron a los hermanos, dándole la victoria al segundo de ellos en 1532.
Atahualpa, la muerte del último emperador inca
Mientras sus tropas marchaban hacia la capital del imperio, el nuevo Cápac se dirigió
a Cajamarca, una ciudad en la Cordillera de los Andes peruanos, avisado de la
llegada de extranjeros. Antes de llegar a su destino, sufrieron una emboscada, siendo
apresados y desarmados por los españoles. CAPTURADO POR LOS
ESPAÑOLES Ya en Cajamarca y con signos aparentes de paz, los conquistadores
instaron al emperador a que aceptara el cristianismo y la autoridad del rey Carlos I, a
lo que se negó. Ante su respuesta, cientos de soldados españoles aparecieron de su
escondite, realizando una masacre en la plaza de la ciudad. La orden era asesinar a
todos los guardias del inca pero sin herirle, bajo pena de muerte.
Atahualpa, la muerte del último emperador inca
Tras la masacre, Atahualpa fue tomado como prisionero, pero en ningún momento
perdió la calma. Se mostró amable, alegre y conversador con sus captores. Las
fuentes afirman, además, que aprendió a jugar al ajedrez observando desde su celda.
MUERTE RODEADA DE MISTERIO La precaria situación de los españoles,
temiendo un ataque indígena y asolados por las enfermedades tropicales, hacen creer
a los historiadores que la libertad del emperador nunca fue una opción. Pese a que
este les prometió llenar la habitación donde estaba con oro, plata y piedras
preciosas, el 25 de julio de 1533 comenzó un proceso para juzgarle.
Atahualpa, la muerte del último emperador inca