Ergonomía en Odontología
Ergonomía en Odontología
Ergonomía en Odontología
Campo o área de trabajo reducido, con zonas de difícil y complicado acceso, lo que
significa un auténtico trabajo de precisión que requiere técnicas con alta capacidad de
concentración y atención continuada.
Imprescindible iluminación adecuada y posiciones de trabajo correctas.
Se requiere habilidad manual, para realizar auténticas maniobras finas y precisas.
Equipamiento, materiales e instrumental muy específicos dotados, en su mayoría, de alta
sofisticación y especialización tecnológica.
Frecuente lucha contra la ansiedad y desconfianza del paciente, originada por viejos mitos y
estereotipos (miedo al dentista, precios caros, etc.), que se traduce por una peculiar relación
profesional-paciente.
Continuo proceso de toma de decisiones, durante el tratamiento de un mismo paciente o
entre pacientes próximos en el tiempo (actitudes terapéuticas, selección de técnicas,
instrumentos, etc.).
Innovaciones tecnológicas frecuentes.
Presiones y condicionantes económicos, debido a instalaciones, instrumentos y materiales,
con frecuencia costosos.
De todo ello suelen derivarse, para el profesional, posturas y actitudes físicas forzadas e
inadecuadas, así como repercusiones en la esfera psicológica tales como tendencia al
aislamiento, sedentarismo, fatiga, etc. Con el tiempo pueden aparecer diversos riesgos para su
salud, tales como señales de “stress”, dolores musculares, problemas en la espalda, en las
extremidades, riesgos cardiovasculares, etc. Dichas circunstancias aconsejan adoptar una serie
de medidas tendentes, por un lado, a salvaguardar la calidad de vida y la salud del profesional y,
por otro, a garantizar seguridad y calidad en los tratamientos a los pacientes.
Simplificar y racionalizar significan facilitar las cosas; evitar, disminuir o atenuar dificultades y
obstáculos; resumir; hacer sencillo lo que aparece complejo; evitar condicionamientos absurdos,
tanto modas impuestas, más o menos arbitrariamente (presiones comerciales, ciertos liderazgos
y personalismos, etc.), como tradiciones anquilosadas, que obedecen a la única ley de que
“siempre se ha hecho así”. La ergonomía, aplicada al campo odontológico, busca diferentes
objetivos que, en definitiva, visto lo anterior, pueden quedar resumidos en:
Todo ello va a condicionar el diseño, fabricación, colocación y disposición de todo lo que puede
englobarse como puesto de trabajo del profesional y su ayudante o ayudantes, así como las posturas
y movimientos de todos ellos. Dicho puesto de trabajo está constituido por el equipamiento preciso
para desarrollar su actividad específica. Debemos entender como equipamiento a todo el conjunto
de mobiliario, aparatos, máquinas y equipos especialmente fabricados y/o presentados para el uso
de personas autorizadas en la práctica de la odontología y/o sus procedimientos asociados. En la
figura 1.1 se muestran, en forma sinóptica, los componentes de una clínica dental, en su sentido más
amplio.
La figura 1.2 es un esquema global mediante el que, con el auxilio de la imagen del reloj, se
muestra el “puesto de trabajo” de los profesionales alrededor del paciente. El espacio del
profesional está comprendido, entre las 7:00 y las 12:00, aproximadamente, y el del ayudante entre
las 12:00 y las 4:00. Ambos sentados en taburetes rodantes (figura 1.3).
Esto constituye la base del llamado trabajo a “cuatro manos”. Otros detalles, más concretos, sobre
situación, desplazamientos y movimientos de brazos y manos, o del personal por el conjunto de la
clínica, se comentarán más adelante. En cualquier caso, señalar ahora que es preciso adecuar los
recursos disponibles (o por disponer) al medio o características del tipo de ejercicio profesional que
se va a realizar. Un estudio y planificación previos resulta imprescindible. No será lo mismo
proyectar y diseñar una instalación que persiga en el ámbito público, por ejemplo, realizar
campañas extensas de prevención o de revisiones, que otra instalación destinada a tratamientos
conservadores, periodontales, protésicos, ortodónticos, cirugía bucal, etc. En ocasiones, pueden
planificarse instalaciones que agrupen varios equipos, en una misma sala, formando un triángulo, un
cuadrilátero, etc., alrededor de una zona común de distribución de material (ver trabajo a seis
manos). Puede plantearse, incluso, el diseño de equipamientos sencillos, fácilmente transportables,
para atender pacientes incapacitados – de muy diferente índole - a domicilio o, incluso, a zonas
deprimidas en lugares poco accesibles geográficamente, situaciones de catástrofes, conflictos
bélicos, etc.
A la hora de ejecutar una tarea, cualquier proceso necesita unos momentos de reflexión previos.
Durante dicha reflexión, se deberá planificar qué es lo que se desea hacer; para qué se va a hacer;
cómo se va a ejecutar; con qué elementos, materiales o instrumentos; cuánto tiempo se ha previsto
su duración, etc. En otras palabras, todo debe estar planificado de una forma “científica” para
conocer previamente qué objetivos se persiguen, qué métodos o procedimientos e instrumentos se
van a utilizar; qué resultados están previstos, etc. Todos estos pasos, aunque obvios, es necesario
hacerlos conscientes y llevarlos a cabo. Ello evitará desplazamientos y movimientos innecesarios,
prevendrá imprevistos, ahorrará tiempo y energías y, en definitiva, redundará en conseguir lo que se
persigue, con un porcentaje alto de éxitos. Lo más adecuado es diseñar o protocolizar cada proceso
previamente y estandarizarlo; esto es, escribirlo, explicarlo a los miembros del equipo y ejecutarlo.
2.1.2. POSTURAS INADECUADAS.-
Un defecto muy común durante el inicio de la práctica profesional es el de inclinarse mucho sobre
la zona de trabajo, arqueando excesivamente la espalda o inclinando exageradamente la cabeza.
Esta postura tiende a perpetuarse con el tiempo y es difícil de corregir después de varios años de
ejercicio profesional. La persona durante su actividad odontológica lo hará preferentemente
sentándose. Debe evitar cualquier postura que no sea la de situarse, en clínica, con la espalda recta y
apoyada, la cabeza erguida y las plantas de ambos pies descansando en el suelo. Algo parecido
puede decirse para cualquier actividad de la vida diaria (estudio, ver televisión, trabajar frente a una
pantalla de ordenador, etc.), o incluso durante la práctica de ejercicio físico, actividades deportivas
en general, etc., ya que de poco valdrá adoptar posturas correctas, durante el trabajo, si después se
cometen errores posturales en otras actividades. Se trata, por tanto de “estilos o formas de ser y
estar”.
Es de todo punto aconsejable organizar y planificar previamente las actividades y tareas de forma
que estén los materiales y el instrumental a utilizar próximos a la zona de trabajo para evitar
movimientos o desplazamientos innecesarios o excesivos. Aunque más adelante se ampliarán estos
conceptos, desde el punto de vista de la ergonomía es clásico distinguir, desde Gilbreth (citado por
Chovet), los siguientes tipos de movimientos:
Las actividades deberían planificarse para evitar la mayor cantidad de movimientos tipos 4 y 5, con
el fin de producir el menor cansancio posible al final de la jornada. Debe prestarse especial énfasis
al exceso de desplazamientos por la estancia de trabajo o sus dependencias anejas. Colocar los
materiales e instrumentos de más frecuente uso próximos al puesto de trabajo, etc.
Las persona no entrenada tiende a cometer dos defectos principales, al tomar instrumentos. Uno,
sujetarlos lejos de su parte activa por el extremo del mango (como si fueran “banderillas”) y otro
manejarlos “a pulso”, es decir, sin apoyos adecuados; los antebrazos al aire y las manos no
apoyadas. Es preciso buscar siempre apoyo.
2.2. CONSEJOS Y RECOMENDACIONES GENERALES
Es necesario enfatizar en algunas consideraciones generales para centrar un poco las aludidas
peculiaridades de la odontología. Hay ciertos conceptos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de
la práctica profesional y que, incluso, algunos deberían ser divulgados por todos los medios
posibles.
El tema es también importante porque la mano puede ser asiento de diversos trastornos.
Unos derivados de enfermedades generales (reumatismos, etc.) y otros originados más
localmente, producidos por actividades profesionales, deportivas, bricolaje, etc., a los
que está muy expuesta. Por ello, resulta aconsejable recomendar en el campo
odontológico cuidar de las manos.
Pero es que la mano, por otra parte, no sólo hay que entenderla como un simple
elemento ejecutor de movimientos, más o menos complicados, sino también como una
gran fuente de información sobre la vida de relación. Es un elemento informador de
primera magnitud, para la maduración y el funcionamiento cerebral, mediante la
percepción espacial, distancias, formas, percepciones sensoriales, etc. Es por ello que,
también, desde el punto de vista de las profesiones sanitarias, la mano ocupa un papel
primordial en las maniobras de reconocimiento y exploración. Hay cuatro maniobras
exploratorias genuinas, y clásicas, dentro de la actividad médicoquirúrgica. Estas son:
inspección, palpación, percusión y auscultación. La inspección y la auscultación,
respectivamente se realizan merced a la vista y el oído. Pero palpación y percusión se
ejecutan manualmente y, de forma especial, la denominada palpación, mediante los
dedos,. Esta maniobra es fuente inagotable para reconocer signos tales como
tumoraciones poco visibles; consistencia de las mismas, bien sólidas o con contenido
líquido (abscesos, etc.); puntos dolorosos; contracturas musculares; movilidad dentaria;
movilidad de los fragmentos en casos de fracturas óseas; resaltes o asimetrías de partes
blandas o duras; reconocimiento de formas y límites de ciertas lesiones; etc.
La mano forma la parte más distal de la extremidad superior. Aunque funcionalmente
no se puede separar de ella, topográficamente puede ser entendida con un cierto
carácter unitario. Hay que conocer de la misma su estructura, su morfología externa y
su funcionalidad. Debe quedar claro que aquí todo ello se enfoca, muy resumido, desde
un punto de vista concreto de cara al manejo de instrumentos odontológicos. Si se desea
información más profunda y específica, morfofuncional, deberá buscarse en obras
especializadas. Este órgano está constituido por 27 huesos y 36 músculos, con sus
respectivos tendones, inserciones, vainas tendinosas, ligamentos, nervios, vasos y una
múltiple e intrincada disposición articular. Todo ello lo dota de una extraordinaria
riqueza de movimientos y unas posibilidades biomecánicas inusitadas que lo convierten
en el elemento ejecutor de las más finas y delicadas maniobras voluntarias hasta las
más pesadas y violentas.
En la mano hay que distinguir el carpo, el metacarpo y los dedos. Desde el punto de
vista de lo aquí perseguido importan preferentemente el metacarpo y los dedos. En el
metacarpo hay que distinguir la palma y el dorso. La palma está formada por los cinco
metacarpianos. Presenta dos prominencias o salientes; una es la eminencia tenar,
formada por toda la masa muscular que corresponde al pulgar, y otra es la eminencia
hipotenar en correspondencia con el dedo meñique. El dorso no tiene interés a los
propósitos aquí perseguidos. Según aparece reflejado en la figura 1.4, al igual que otros
profesionales (músicos, etc.), los dedos tienen una numeración. En el caso de la
odontología el nº 1 es el pulgar; el nº 2 el índice; el nº 3 el medio; el nº 4 el anular y el
nº 5 el meñique, tanto para la mano izquierda como para la derecha. Hay cuatro dedos
con tres falanges (índice, medio, anular y meñique), mientras que el pulgar sólo
presenta dos. Sin embargo, esta aparente "deficiencia" está ampliamente compensada
por la característica particularidad de ser el dedo "oponente".
Los dedos de la mano pueden flexionarse y extenderse con respecto a la palma, así
como separarse o aproximarse entre sí. Gracias a la flexión pueden efectuar una eficaz
función prensil y de garra contra la palma. Debido a ello, la mano puede "empuñar"
instrumentos y herramientas. Son movimientos de pinza "groseros". Pero además, el
pulgar puede oponerse a la superficie ventral o palmar de los otros cuatro dedos; ello
permite ejecutar maniobras de pinza "fina" entre dos, tres, cuatro o cinco dedos. Por
otra parte, esta oposición también abarca a gran parte de la superficie palmar de la
mano. Toda esta riqueza funcional viene dada porque, además de los movimientos de
flexo-extensión, propios de todos los dedos - gracias a las articulaciones interfalángicas
y metacarpofalángicas - el primer metacarpiano se articula con el hueso trapecio
mediante una especial disposición. Este hueso presenta una superficie articular
convexa. Ello permite al primer metacarpiano (el correspondiente al pulgar) moverse
ampliamente sobre ella con lo que, además de flexión y extensión, el pulgar puede
conseguir fácilmente maniobras de abducción (separación) y de aducción
(aproximación).
En líneas generales, los instrumentos dentales constan de una parte activa, un cuello y
un mango. Su diseño ha ido evolucionando con los años y hoy se fabrican con criterios
ergonómicos. Una persona no entrenada, cuando sujeta los instrumentos tiende a
hacerlo de forma inadecuada. Como se indicó, se suelen cometer los siguientes errores
(figuras 1.5 y 1.6) :
Tomarlos lejos de la parte activa, con todos los dedos, por el extremo del
mango, es decir, “con mucho mango” (como si fueran “banderillas”).
Manejarlos “a pulso”, es decir, sin apoyos en zonas próximas al área de trabajo.
Todas estas situaciones deben ser evitadas o corregidas de inmediato porque las posturas y los
hábitos, aunque sean defectuosos, tienden a perpetuarse y “grabarse” en el tiempo. Ello significa
que, después, su corrección costará más trabajo. A continuación, se dan una serie de orientaciones
generales sobre cómo prender y manejar los instrumentos de uso odontológico.
Debe entenderse por prensión o aprehensión la acción y efecto de prender, tomar, agarrar, asir,
coger o sujetar un objeto para cumplir eficazmente una función o cometido. En odontología -
estomatología (y en general en todas las maniobras médico-quirúrgicas)- existen muchas formas de
asir los instrumentos. Pero además de sujetarlos eficazmente es necesario prestar atención también a
las posturas y posiciones de apoyo. A continuación, se exponen separadamente dos apartados. Uno
dedicado exclusivamente a prensión y otro a apoyo. Como todo lo referente al mundo de las
profesiones sanitarias, nada es absolutamente rígido y dogmático. Puede verse aquí mismo que
aunque los dedos 4 y 5 los recomendamos principalmente para apoyo, sin embargo también pueden
ser utilizados, en algunas circunstancias, para maniobras de prensión y transferencia. Todo debe ser
entendido con un criterio de orientaciones o recomendaciones generales. Es de señalar, así mismo,
que todos estos temas son susceptibles de criterios de diferentes tendencias, escuelas, etc. (figuras
1.7 y siguientes).
En general, todos los dedos son prensores, ayudados por la oposición del pulgar. Aunque algo más
adelante se entrará en algunos detalles concretos, pueden citarse, primero, a título general, algunas
formas básicas de sujetar los instrumentos:
A. Entre dos dedos: generalmente pulgar e índice. Por ejemplo, las limas para endodoncia, las
agujas para insertarlas en la jeringa, en algunos casos una sonda, etc. (Figura 1.8 A).
B. Entre tres dedos (1,2 y 3, “forma directa”): como un lápiz o bolígrafo "directo" o con el
extremo activo hacia abajo. Es la forma más típica de sujetar los instrumentos simples de un
solo componente, tales como sondas, espejos, pinzas de presión continua, condensadores,
excavadores, cucharillas, conformadores de surcos, etc., o las piezas de mano (contra-
ángulos) de los instrumentos más complejos. Es la manera lógica de asir instrumentos para
trabajar sobre la arcada inferior de los pacientes, o sobre una superficie cualquiera (una
mesa, etc.) (Figuras 1.8 B y 1.9 A)
C. Entre tres dedos (1,2, y 3, “forma invertida”): como un lápiz o bolígrafo pero "invertido", es
decir, con el extremo activo hacia arriba. Fácilmente se comprende que es una maniobra
específica, análoga a la anterior, para trabajar sobre la arcada superior de los pacientes.
(Figura 1.9 B)
D. Entre tres o cuatro dedos, para todos los instrumentos dotados de aros o anillos, tales como
tijeras, porta-agujas, pinzas de presión continua etc. Decimos entre tres o cuatro dedos
porque se puede diferenciar:
a.- Entre tres dedos (1, 2 y 3): pulgar (1) y medio (3) se introducen en los aros o anillos,
mientras que el índice (2) se apoya sobre el instrumento para dirigirlo. (Figuras 1.10 y
1.11)
b.- Entre cuatro dedos (1, 2, 3, y 4): pulgar (1) y anular (4) se introducen en los aros
mientras que índice (2) y medio (3) se apoyan en los brazos o ramas del instrumento
para dirigirlo. (Figuras 1.12, 1.13, 1.14 y 1.15)
Los instrumentos con aros o anillos no deben sujetarse introduciendo solamente pulgar (1) e
índice (2) en los mismos. Así no hay control del instrumento. (Figuras 1.16 y 1.17)
E. Otra forma de tomar instrumentos, con anillos, es entre tres de dedos. Es la forma genuina
de tomar la jeringa para anestesia local. Dedos índice (2) y medio (3) se introducen en los
anillos del cuerpo del instrumento. El pulgar (1) se introduce en el anillo del émbolo.
(Figura 1.18.). Es recomendable que la jeringa disponga de anillo en el mango del émbolo.
Gracias a ello el dedo pulgar además de introducir el anestésico, al empujar, puede realizar
maniobras de aspiración para comprobar que no se ha puncionado un vaso sanguíneo.
F. Entre el pulpejo de los cinco dedos, hacia abajo, oponiendo el pulgar a los cuatro restantes;
es la forma genuina de asir una espátula para mezclar un cemento sobre una superficie
plana (loseta de vidrio, lámina de papel, etc.). Ésta es una forma de asir un instrumento muy
peculiar y específica del mundo dental (Figura 1.19). En esta disposición es muy importante
que el eje mayor del instrumento se mantenga prácticamente paralelo a la superficie de
trabajo (obsérvese con atención la fotografía de la citada figura).
G. Entre cinco dedos y la palma con el extremo activo del instrumento hacia arriba.
Generalmente se trata de instrumentos anchos y de sección más o menos cilíndrica, como
cuando se empuña un cuchillo para pelar fruta o patatas. Es la forma de asir una pieza de
mano recta, para trabajar sobre algún material o aditamento fuera de la boca (Figura 1.20).
En estos casos el dedo pulgar debe utilizarse como apoyo sobre el elemento objeto del
trabajo.
El tema no se agota aquí. Ya se ha mencionado que lo que se facilita son orientaciones o
consejos generales. Existen otros instrumentos en el mundo odontológico, pero resulta
difícil sistematizar una descripción de la manera de tomarlos. Se pueden citar, además:
El apoyo de la mano que trabaja tiene una importancia capital en la prevención de riesgos y
accidentes, además de ser fundamental para la precisión. Muchas maniobras odontológicas no están
exentas de cierto vigor y energía. La posibilidad de que la parte activa de un instrumento escape y
lesione zonas vecinas debe estar siempre presente. Pero es que, además, la mano puede presentar
cierto grado de temblor, más o menos fino, que puede verse incrementado en situaciones tensas. Por
todo ello, una regla básica es la de "buscar siempre un apoyo" o, dicho en otras palabras, no utilizar
nunca los instrumentos "a pulso". Un buen apoyo aporta dos cosas:
Así como se vio anteriormente que los dedos para asir o prender son, fundamentalmente, pulgar,
índice y medio, para las maniobras de apoyo deben destinarse anular y meñique, bien por sus
extremos, bien por sus bordes internos o cubitales. (Figura 1.21) Tanto si se trabaja sobre la
superficie de una mesa como sobre el paciente, las maniobras de apoyo son ineludibles. A título de
ejemplo puede citarse la maniobra de la escritura: pulgar, índice y medio sujetan el lápiz o
bolígrafo, mientras anular y meñique pueden descansar sobre el papel. El trabajo sobre el paciente
es similar, con la particularidad añadida de que anular y meñique, una vez apoyados sobre dientes,
encía, mentón, etc,, pueden ejecutar, además, maniobras de separación o retracción de partes
blandas (labios, comisuras, mejillas, etc.). Otra forma de apoyar, ya señalada, es con el pulgar. No
se insistirá más sobre ello.
5. TRASFERENCIA DE INSTRUMENTOS
Los instrumentos han de pasar de las manos del ayudante al profesional y viceversa. Todo ello
deben realizarlo ambos sentados, sin ejecutar desplazamientos innecesarios. Deben limitarse a
ejecutar movimientos tipos I, II o III descritos al comienzo. Esto implica que las intervenciones
deben hacerse “programadas” o protocolizadas. Ello obliga a que los instrumentos y materiales sean
situados, previamente a la intervención, alrededor del área de trabajo. Los instrumentos en cajas o
bandejas específicas de lo que se va a hacer. Así como los materiales a utilizar (pastas, cementos,
resinas, sistemas adhesivos, etc.) en zonas igualmente próximas. El ideal seria recibir al paciente,
acomodarlo en el sillón, sentarse el profesional y el ayudante a la altura conveniente (ver capítulos
siguientes) y realizar toda la intervención, sin interrupciones teniendo todos los pasos previstos.
La figura 1.22 presenta un ejemplo sencillo de cómo una persona (profesional o ayudante) entrega
un instrumento a otra. El instrumento se ofrece con amplio mango sobre la palma de la mano de
quien lo recibe, colocado en posición correcta. Debe preverse que las partes activas, si son muy
agresivas (punzantes, cortantes, etc.), puedan herir a quien recibe el instrumento. Hay que prestar, a
veces, especial cuidado con ciertas sondas.
En la figura 1.23 se representa otra forma de realizar transferencia de instrumentos, mas difícil de
aprender pero muy útil y ergonómica. Para este tipo de transferencias es preciso que las personas
ensayen repetida y previamente. Deben estar muy compenetradas.
Barrancos J., Jiménez J.A. y Rodríguez G.A.:: Instrumental. Capítulo 4 en: Barrancos J.:
Operatoria Dental. (1999). Editorial Medica Panamericana S.A. Buenos Aires.
Kapandji I.A.: Cuadernos de Fisiología Articular. 1996. Tomo 1 miembro superior. Cuarta
edición. Masson S.A. Barcelona.