Arte de La Guerra
Arte de La Guerra
Arte de La Guerra
El arte de la guerra es un tratado sobre estrategia militar dividido en trece partes, cada
una de las cuales da cuenta de los diversos aspectos y escenarios que pueden darse en un
conflicto.
Siempre proactivos, absolutamente nunca ser reactivos, a menos que no tengamos más
remedio más allá de las típicas excusas que nos ponemos. Luchar a la defensiva es hacerlo
en posición débil, marchando al paso que marcan otros. Y si el camino lo marcan otros, es
difícil que lleguemos al objetivo que nos hemos propuesto nosotros, la verdad.
Ser emprendedor, ser empresario, tiene que ser sinónimo de ACCIÓN. Y no sólo acción,
hoy día eso ya no basta, ha de ser acción masiva. En medio del periodo con mayores
distracciones a nuestro alrededor, tenemos que ser ese que se enfoca como un láser en lo
importante, y HACE.
Porque para ganar una batalla (o conseguir un objetivo) siempre hay que maniobrar de
manera ventajosa. ¿Y quién puede maniobrar de la manera más correcta en un entorno
cambiante? “El que es un experto en lo que se hace”. Porque con tal maestría podrá saber
cómo golpear en los puntos débiles y poner como escudo los puntos fuertes en los que
somos invulnerables.
Eso no es un mito ni un imposible. Para que nuestra empresa consiga posicionarse como la
experta la clave es conseguir que tenga ventajas competitivas REALES. Es decir, una
proposición única de venta en PUNTOS CLAVE QUE MOTIVAN A COMPRAR A UN CLIENTE.
De esa manera golpeamos mejor que los demás donde es más efectivo y nadie puede
golpearnos ahí, porque somos los mejores en eso.
Además, pongámonos por un momento en la piel del cliente, algo que por degracia
hacemos menos de lo que deberíamos. ¿A quién busca un cliente para que le resuelva el
problema? ¿A quién va a preferir cuando le den a elegir? Obviamente prefieren al
experto. ¿Usted no lo preferiría? Todos lo prefieren. Si yo quiero un médico para mi hijo y
me ofrecen varios, ¿a quién voy a elegir? Al más experto, por supuesto.
Sun Tzu habla de vacío (percepción de lo que hay) y realidad (lo que realmente hay).
Sun Tzu ya abogaba por lo importante que era el “engaño”, es decir, hacer percibir al otro
lo que queremos que perciba. Miles de años antes, él ya sabía algo importante, que nos
guste o no la percepción es la realidad. Obviamente la mejor manera de ser percibido
como los mejores es ser los mejores, pero no siempre es así porque hoy día no sólo
importa ser, sino transmitir que lo somos.
Por supuesto, en este caso, el engaño directo es la ruta más rápida para tener que cerrar
nuestra iniciativa. La percepción sin realidad detrás, está vacía y, aunque cerremos la
venta, se nos va a caer la fachada enseguida. Pero es que en el mundo de hoy hay que
entender que no sólo hay que ser, sino también hay que parecer. Y eso significa Marketing,
que junto con el producto (la realidad que hay detrás de ese marketing) debería llevarse la
mayor parte de recursos en forma de tiempo y dinero.
7. MANTENER UNA COMUNICACIÓN CLARA EN TODAS LAS
ÁREAS
Todo el mundo tiene que saber qué objetivos tenemos y cuál es la filosofía de empresa
que queremos mostrar a nuestros clientes y poner en práctica. La mayor parte de los
desastres en una batalla venían de malinterpretar las órdenes. Las batallas son caos y
ruido y, muchas veces, competir y salir ahí fuera a vender parece una batalla y no está
exento de su dosis de caos. Por eso debe haber un sistema tremendamente sencillo para
comunicar dichos objetivos, órdenes y estrategias a todo el mundo.
Las reuniones eternas no sirven de nada, tienen que ser muy limitadas en tiempo, con un
motivo claro y con una aplicación práctica a tener clara antes de empezarlas. Y al final las
batallas las pelean los soldados. Si las personas que tenemos empleadas y en contacto con
el cliente, nuestros soldados que son la punta de lanza, no saben nada de las órdenes, los
valores o la misión de la empresa, no podemos esperar que remen en la dirección
correcta, porque desconocen la dirección aunque quieran hacerlo.
Ningún plan aguanta el contacto con la realidad, ya lo decía Napoleón y antes que él ya lo
decía Sun Tzu. Por eso es más importante la modificación y control de los planes que su
creación, ya que es imposible predecir el futuro y tener en cuenta cada aspecto que
influirá. Nuestro plan inicial debe ser un boceto, un punto de partida, en cuanto la
realidad nos dé su feedback y opinión, debemos adaptarnos a ello. Sin embargo, ¿cómo
son la mayoría de planes de negocio, marketing, etc? Se redactan y se olvidan en un cajón.
Ese tiempo hubiera estado mejor empleado en cualquier otra cosa, descansar incluido.
Han colocado un escudo de antemano, lo vayan a necesitar o no, siguiendo las enseñanzas
de Sun Tzu. Y Microsoft no es la única. Cuando hablamos de posiciones de vulnerabilidad,
estamos hablando de tesorería, de dinero contante y sonante. Apple tiene tanto que su
presidente, Tim Cook, ya dijo hace un tiempo que no sabían ni qué hacer con él. Nintendo
sigue esos pasos también, es inteligente que nosotros hagamos lo mismo, porque la mejor
manera de vencer una crisis es no llegar a ella.
Al final, detrás de la empresa más grande sigue habiendo personas. Las relaciones
interpersonales van a afectar a la marcha de la empresa, no somos máquinas, con lo que
saber gestionar personas es una clave crucial. Si yo soy tu amigo, es indudable que voy a
echar dos vistazos a lo que me propones, cuando a lo mejor, y eso con suerte, le echo uno
solo a esa propuesta de un desconocido. Ser maestros de persuasión, comprender las
relaciones y nutrir los contactos es una parte imprescindible de los negocios.
Cuando no tenemos más remedio que hacer algo, cuando la apuesta personal es alta,
cuando nos jugamos mucho es cuando damos todo lo que tenemos. Si disponemos de
mucho tiempo para terminar algo iremos dejándolo para luego. Es inevitable y la
naturaleza humana es así. No ha cambiado desde los tiempos de Sun Tzu.
Eso significa que no deberemos dejarnos llevar por lo personal ni por lo que nos apetezca
en el momento. Una de las claves de un emprendedor profesional es que es capaz de
hacer lo que es bueno para la empresa aunque no sea lo que más le apetece, de hacer lo
que es rentable aunque no sea lo que le gusta. Un buen general opera en base a la
estrategia y los objetivos, no respecto a pasiones y vaivenes del ánimo. No hace lo que
quiere, sino lo que es necesario.