Backup of Ficha Las Medias de Los Flamencos
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Departamento de Español
Profesoras: Benilda Montero y Alejandra B.
Nivel: Octavos Años
Horacio Quiroga
Cierta vez las víboras dieron un gran baile. Invitaron a las ranas y a los sapos,
a los flamencos, y a los yacarés y a los peces. Los peces, como no caminan, no
pudieron bailar; pero siendo el baile a la orilla del río, los peces estaban
asomados a la arena, y aplaudían con la cola.
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locos? En ninguna parte van a encontrar medias así. Los flamencos fueron
entonces a otro almacé n. –¡Tan-tan! ¿Tienes medias coloradas, blancas y
negras? El almacenero contestó : – ¿Có mo dice? ¿Coloradas, blancas y negras?
No hay medias así en ninguna parte. Ustedes está n locos. ¿quié nes son? –
Somos los flamencos –respondieron ellos . Y el hombre dijo: –Entonces son
con seguridad flamencos locos. Fueron a otro almacé n. –¡Tan-tan! ¿Tiene
medias coloradas, blancas y negras? El almacenero gritó : –¿De qué color?
¿Coloradas, blancas y negras ? Solamente a pá jaros narigudos como ustedes
se les ocurre pedir medias así. ¡Vá yanse en seguida! Y el hombre los echó con
la escoba. Los flamencos recorrieron así todos los almacenes, y de todas
partes los echaban por locos.
Entonces un tatú , que había ido a tomar agua al río se quiso burlar de los
flamencos y les dijo, hacié ndoles un gran saludo: –¡Buenas noches, señ ores
flamencos! Yo sé lo que ustedes buscan . No van a encontrar medias así en
ningú n almacé n . Tal vez haya en Buenos Aires, pero tendrá n que pedirlas por
encomienda postal. Mi cuñ ada, la lechuza, tiene medias así. Pídanselas, y ella
les va a dar las medias coloradas, blancas y negras. Los flamencos le dieron
las gracias, y se fueron volando a la cueva de la lechuza. Y le dijeron : –
¡Buenas noches, lechuza! Venimos a pedirte las medias coloradas, blancas y
negras. Hoy es el gran baile de las víboras, y si nos ponemos esas medias, las
víboras de coral se van a enamorar de nosotros. –¡Con mucho gusto! –
respondió la lechuza–. Esperen un segundo, y vuelvo en seguida. Y echando a
volar, dejó solos a los flamencos; y al rato volvió con las medias. Pero no eran
medias, sino cueros de víboras de coral, lindísimos cueros. recié n sacados a
las víboras que la lechuza había cazado. –Aquí está n las medias –les dijo la
lechuza–. No se preocupen de nada, sino de una sola cosa: bailen toda la
noche, bailen sin parar un momento, bailen de costado, de cabeza, como
ustedes quieran; pero no paren un momento, porque en vez de bailar van
entonces a llorar. Pero los flamencos, como son tan tontos, no comprendían
bien qué gran peligro había para ellos en eso, y locos de alegría se pusieron
los cueros de las víboras como medias, metiendo las patas dentro de los
cueros, que eran como tubos. Y muy contentos se fueron volando al baile.
Cuando vieron a tos flamencos con sus hermosísimas medias, todos les
tuvieron envidia. Las víboras querían bailar con ellos ú nicamente, y como los
flamencos no dejaban un Instante de mover las patas, las víboras no podían
ver bien de qué estaban hechas aquellas preciosas medias. Pero poco a poco,
sin embargo, las víboras comenzaron a desconfiar. Cuando los flamencos
pasaban bailando al lado de ellas, se agachaban hasta el suelo para ver bien.
Las víboras de coral, sobre todo, estaban muy inquietas. No apartaban la vista
de las medias, y se agachaban tambié n tratando de tocar con la lengua las
patas de los flamencos, porque la lengua de la víbora es como la mano de las
personas. Pero los flamencos bailaban y bailaban sin cesar, aunque estaban
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cansadísimos y ya no podían má s. Las víboras de coral, que conocieron esto,
pidieron en seguida a las ranas sus farolitos, que eran bichitos de luz, y
esperaron todas juntas a que los flamencos se cayeran de cansados.
Efectivamente, un minuto despué s, un flamenco, que ya no podía má s,
tropezó con un yacaré , se tambaleó y cayó de costado. En seguida las víboras
de coral corrieron con sus farolitos y alumbraron bien las patas de! flamenco.
Y vieron qué eran aquellas medias, y lanzaron un silbido que se oyó desde la
otra orilla del Paraná . –¡No son medias! –gritaron las víboras–. ¡ Sabemos lo
que es! ¡Nos han engañ ado! ¡Los flamencos han matado a nuestras hermanas
y se han puesto sus cueros como medias! ¡Las medias que tienen son de
víboras de coral Al oír esto, los flamencos, llenos de miedo porque estaban
descubiertos, quisieron volar; pero estaban tan cansados que no pudieron
levantar una sola pata. Entonces las víboras de coral se lanzaron sobre ellos, y
enroscá ndose en sus patas les deshicieron a mordiscones las medias. Les
arrancaron las medias a pedazos, enfurecidas y les mordían tambié n las
patas, para que murieran. Los flamencos, locos de dolor, saltaban de un lado
para otro sin que las víboras de coral se desenroscaran de sus patas. Hasta
que al fin, viendo que ya no quedaba un solo pedazo de medias, las víboras
los dejaron libres, cansadas y arreglá ndose las gasas de sus trajes de baile.
Ademá s, las víboras de coral estaban seguras de que los flamencos iban a
morir, porque la mitad, por lo menos, de las víboras de coral que los habían
mordido eran venenosas. Pero los flamencos no murieron. Corrieron a
echarse al agua, sintiendo un grandísimo dolor y sus patas, que eran blancas,
estaban entonces coloradas por el veneno de las víboras. Pasaron días y días,
y siempre sentían terrible ardor en las patas, y las tenían siempre de color de
sangre, porque estaban envenenadas. Hace de esto muchísimo tiempo. Y
ahora todavía está n los flamencos casi todo el día con sus patas coloradas
metidas en el agua, tratando de calmar el ardor que sienten en ellas. A veces
se apartan de la orilla, y dan unos pasos por tierra, para ver có mo se hallan.
Pero los dolores del veneno vuelven en seguida, y corren a meterse en el
agua. A veces el ardor que sienten es tan grande, que encogen una pata y
quedan así horas enteras, porque no pueden estirarla. Esta es la historia de
los flamencos, que antes tenían las patas blancas y ahora las tienen coloradas.
Todos los peces saben por qué es, y se burlan de ellos. Pero los flamencos,
mientras se curan en el agua, no pierden ocasió n de vengarse, comié ndose a
cuanto pececito se acerca demasiado a burlarse de ellos.
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producirse un disparo accidental de su escopeta cuando descendía de una
embarcación, en presencia de su mujer y del propio Horacio. Tras la
tragedia la madre se trasladó con sus hijos a Córdoba, donde residieron
cuatro años, y regresaron a Salto. En 1891 su madre casó con Ascencio
Barcos. Fue un buen padrastro para el niño, pero la tragedia se cebó de
nuevo para la familia, ya que este sufrió en 1896 un derrame cerebral que
le impedía hablar y se suicidó disparándose con una pistola.
• Fase analítica:
• Personajes principales:
• Personajes secundarios:
1. LOS PECES.
2. LOS SAPOS.
3.LAS RANAS.
4. LA LECHUZA.
5. EL ARMADILLO.
6. LOS COCODRILOS.
7. LOS VENDEDORES.
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• Valores:
1. Respeto.
2. Humildad.
3. Aceptación.
4. Ingenuidad.
• Antivalores:
1. Vanidad.
2. Envidia.
3. Venganza.
4. Ostentación.
• Fase interpretativa
Actividades
1. Ejemplifique cómo se representan los valores y antivalores en dos
personajes diferentes.
EJEMPLO #1:
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EJEMPLO #2:
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2. Anote un ejemplo de narrador omnisciente.
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Argumento #1:
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Argumento #2:
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