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Lope Blanch - Somos Latinoamericanos

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Fuente: Lope Blanch, Juan M. "¿Somos latinoamericanos?", Revista de la Universidad de México 530 (marzo 1995): 67-68.

Disponible en red: www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/index.php/rum/article/view/14131/15369


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¿Somos latinoamericanos? cos, posteriormente se han ido extendien-


do a los planos cultural, histórico, social y
-como hemos sefialado- lingüístico.
En épocas anteriores a la aquí consigna-
da, el nombre de estas tierras "de la América
JUAN M. LOPE BLANCH ingenua que tiene sangre indígena, / que aún
reza a Jesucristo y aún habla en español", se-
gún las defmió Rubén Darío en el apasionado
poema dedicado A Rooseve/t, había sido,
además del d~ Indias occidmtaks, el de Améri-
ca española, o Hispanoamérica o, simplemen-
te, el de América a secas. Durante los siglos
n verdad, no lo somos. Americanos sí, Aunque hay quien sostiene que la denomi- pasados, en efecto, el nombre de América se

E en cuanto nativos o residentes de Améri-


ca; pero latinos, no, puesto ~ue no ha-
blamos latÍn. Hablamos, sí, una lengua
nación América Latina o Latinoamérica fue
término ya empleado en 1850 por el colom-
biano Torres Caicedo, su nacimiento "ofi-
aplicaba precisamente a la América de lengua
española, no a la angloparlante. América era,
por antonomasia, la hispánica; la del none
neolatina, la española, de manera que podría- cial" parece ser obta de un francés, el sefior era la que necesitaba todavía de una especi-
mos denominarnos "neolatinoamericanos". Tisserand, según ha sefialado John L. Phelan ficación delimitadora: la América inglesa
Pero eso no nos definiría verdaderamente, no en un imporrante trabajo: o anglosajona. Una de las más insignes figuras
nos distinguirla de otros grupos humanos que de nuestra cultura hispanoamericana, don
también son neolatinoamericanos, como los L. M. Tisserand... realizó la ceremonia de Andrés Bello, al escribir su famosa Gramática,
francohablantes de Québec, de HaitÍ y de la 'cristianización' en 1861 [en la Revue des la destinaba "al uso de los americanoS', que no
Guayana francesa, o los grupos de italianos o Ram Latines]. Antes de 1860 [la denomi- eran los anglohablantes de los Estados Uni-
de rumanos residentes en América. Todos nación] I'Amérique Latine, hasta donde dos de Noneamérica, sino precisamente sus
ellos hablan una lengua neolatina o románica: llegan mis conocimientos, no se habían "hermanos americanoS' de los países de habla
francés, italiano, rumano. Pero si lo que quere- usado nunca en la prensa francesa. 1 española, que integraban lo que para él -y
mos es definirnos como habitantes de alguno para otros muchos hombres de su tiempo-
de los países que se extienden al sur del río y precisa el profesor Phelan que "antes era la América por antonomasia. Y antes de
Bravo, hasta llegar a la PatagoIÚa, habremos de de 1860 los términos usados comúnmente que naciera en Francia ese nombre de Latino-
llamarnos hispanoamericanos o iberoamerica- en Francia para Hispanoamérica eran Nou- américa, ya había empleado el propio Andrés
nos, pero no latinoamericanos, como tan veau monde, l'Amérique du Sud y les Répu- Bello -como lo hicieron orros eruditos de su
impropiamente nos denominan otros pueblos bliques hispanoaméricaines", pero nunca tiempo- el nombre de Hispanoamérica, más
y nosotros mismos hemos aceptado denomi- . hasta entonces el de Latinoamérica. Esta preciso y acorde con la realidad geográfica y
narnos. Lo cual es, desde el punto de vista denominación fue empleada entre .1861 lingüística que se trata de designar.
Iingíüstico e histórico, un solemne desatino. y 1868, por seis autores franceses y dos his- Desde el punto de vista filológico --es
En efecto, Latinoamérica sería el conjun- panoamericanos residentes en Francia. El decir, lingüístico, literario e histórico conjun-
to de territorios americanos en que se hable término Latinoamérica tiene, pues, su cuna tamente-, no cabe duda de que el nombre
alguna lengua neolatina -no específicamente en la patria de Napoleón. Y responde a "in- Latinoamérica es totalmente inapropiado para
el latÍn. Pero cuando hablamos de lati- tereses particulares" de gobernantes -Na- designar, específicamente'; a los territorios
noamérica, nadie piensa en la zona francófona poleón III, sobrino del Gran Corso-- y americanos de lengua española (y portugue-
del Canadá --esto es, en Québec-, IÚ en de políticos -Michael Chevalier- france- sa); no lo sería -como antes he indicado-
HaitÍ IÚ en las pequeñas Antillas -Martirúca ses precisamente. Tan gálico nombre si se tratara de incluir en él los territorios en
y Guadalupe--, IÚ en la Guayana francesa, ni que se habla francés (e italiano). Así parece
mucho menos en los amplios barrios de los no fue creado de la nada. Latinoamérica fue señalarlo Leopoldo Zea en el número funda-
Estados UIÚdos en que la lengua italiana es el concebida en Francia durante la década de cional de la revista Latinoamérica (1968): "El
idioma materno de gran parte de su pobla- 1860, como un programa de acción para in- Brasil, urúdo a Hispanoamérica, da origen a la
ción. Cuando hablamos de Latinoamérica corporar el papel Ylas aspiraciones de Francia llamada América Ibérica o Iberoamérica... La
hacia la población hispánica del Nuevo denominación América Latina pretende ser
pensamos, precisa y específicamente, en el
Mundo. 2 más amplia, y descansa en el origen latino de
conjunto de países en que se habla españolo
portugués, esto es, en todos los pueblos que los pueblos que la colonizaron, incluyendo
El emperador Maximiliano de Habsburgo el francés." Pero da la casualidad de que
van desde el norre de México hasta el sur de la
fue punta de lanza de esos intereses, los -como antes apuntaba- cuando se habla
Argentina, pasando por ese gigantesco país de
cuales fueron causa de la intervención fran- hoy de Latinoamérica nadie alude -IÚ nadie
habla portuguesa que es el Brasil. Naciones,
cesa en México. Aunque inicialmente tales induye- a los territorios americanos en que
pues, hablantes de españolo de portugués, es
intereses hayan sido sobre todo políti- se habla francés, sino únicamente a los países
decir, hablantes de las dos lenguas ibero-
románicas, las dos lenguas neolatinas --des- de lengua espafiola o portuguesa.
cendientes del latÍn- que se generaron en la I Véase su ensayo sobre "Panlatinismo, la inter- Suele hablarse también de la literatura
antigua Hispanía. Somos, pues, hispano- vención francesa en México y el origen de la idea de latinoamericana y de su enorme éxito durante
americanos o iberoamericanos, no sólo, am- Latinoamérica", en la revista lAtinoamirica: Anuario las últimas décadas, tanto en América como
biguamente, "neolatinoamericanos", como los de Ertudios lAtinoamericanos, Núm. 2, México, 1969, en Europa. Pero ¿es que existe, en verdad,
franceses o aun los italianos y rumanos que pp. 119-141. (Véase, en especial, p. 138 y nota 39.) una literatura latinoamericanti? Cienamenre
2 John H. Phelan, art. cit, p. 141. La idea de
viven en América. que sí: yes la que, en lengua latina, se escribió
"Latinoamécica" fue propia del f.unoso economista
Hagamos un poquito de historia, para en América durante los siglos XVI a XVIII.
político Michel Chevalier pero no fue él quien acuñó
precisar y justificar estas afirmaciones. Literatura verdaderamente latinoamericana,
el nuevo nombre.

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puesto que estaba escrita en 1atIn, por huma- Cosa que había hecho ya el gran poeta lusi- las lenguas ibmJrrománicas sean el espafiol y
nistas ammcanos, la cual a1canz6 sorpren- tano Luis de Camoens, al llamar a los porru- el porrugués, así como el catalán.
dente esplendor durante aquellas centurias, y gueses "huma gente fonissirna de Espanha". 5 En síntesis, debería usarse el término
ha sido esrudiada ya por especialistas como También el fundador de la moderna fi- Hispanoamérica cuando se haga referencia a
Gabriel Méndez Plancane o Ignacio Osorio. 3 lología espafiola, don Ramón Menéndez los diecinueve países americanos de lengua
Pero no se puede calificar como latinoamm- Pida!, consideraba que el Btasil queda perfec- espafiola, y emplearse la voz Iberoamérica
cana a la literarura escrita es espafiol por tamente integrado en el nombre Hispano- cuando a ellos quiera sumarse el Brasil. 9 El
Gabriel Garela Márquez, Rubén Darío, Juan américa, ya que "el nombre de España ruvo uso inadecuado de ésos y Otros términos
Rulfo, Jorge Luis Borges o Sor Juana Inés de siempre en nuestra lengua el sentido amplio emparentados con ellos desemboca en
la Cruz. Lo que estos grandes escritores hacen dellarin Hispania desde que en la Crónica tÚ verdaderos galimatías lingüísticos, étnicos y
es Iiterarura hispanoammcana. España de Alfonso el Sabio, se incluyó la his- sociales, como es el de llamar hispanos a los
Cieno es que los tres nombres que hoy toria de Porrugal hasta hoy".6 Y así Raúl americanos de habla espafiola residentes en
se barajan -Latinoamérica, Iberoamérica e Grien sostiene que no debe hablarse de Ibero- los Estados Unidos, otorgando al calificativo
Hispanoamérica- tienen su razón de ser y américa, sino sólo de Hispanoamérica, por- hispano un alcance que no le corresponde.
son, todos, válidos. Pero deberíamos em- que no existe como lengua ibera que justi- En efecto, los límites del vocablo hispano
plearlos adecuadamente. Sólo deberemos fique ese nombre derivado de ella: coinciden con los del territorio espafiol, y
usar el vocablo Latinoamérica si queremos son mucho más estrechos que los propios del
dar cabida en su alcance a todos los pueblos La América Española, la porruguesa. la fran- adjetivo hispánico, que rebasa las fronteras de
o territorios americanos de habla neolatina: cesa, etc. lo son porque hablan esas lenguas España y se extiende por el inmenso mundo
espafiol, porrugués y también francés, e oficialmente, no porque pertenezcan a Espa- americano. La voz hispano debe entenderse,
inclusive los islotes italohablantes. Es decir, ña, PorrugaI o Francia. En este ¿OnteJCto, el estrictamente, como sinónimo de españo~ y
Latinoamérica frente a Angloamérica y tam- esquema se destroza metiendo a los iberos los emigrantes de los países hispanoameri-
bién frente a Indoamérica e indoammcanu; pot medio, puesto que no existe hoy una canos residentes en los Esrados Unidos de
que a los pueblos aborígenes les corresponde lengua íbera.? Norteamérica -en especial mexicanos,
esta denominación específica. En lo que res- puertorriqueños y cubanos- no son pobla-
pecta a Iberoamérica, frente a Hispanoaméri- Sin embargo, no cabe olvidar que el ción hispana -ya que no son espafioles--
ca, cabe hacer algunas precisiones. español y el portugués -así como el ca- sino hispánica. Inadecuado manejo de la
No son pocos quienes piensan que el talán- son lenguas iberorrománicas, y así lengua se hace asimismo cuando se habla de
único nombre adecuado para todos los paí- se denominan científicamente en la lingüís- los mexicano-americanos para referirse a los
ses de América simados al sur del río Bravo tica románica y en la Lingüística general, estadounidenses de ascendencia mexicana,
es el de Hispanoamérica, por considerar que la por cuanto que son lenguas neolatinas --es como si los mexicanos de México no fueran
antigua Hispania romana abarcaba también decir, románicas- habladas en la anti- americanos... Preferible es, sin duda alguna,
la Lusitania, es decir lo que es el Ponugal de gua Iberia, la tierra de los pueblos que los el término específico -y ya dignificado--
nuestro tiempo. Así, el uruguayo José Enrique griegos llamaron íberos. Creo, además, que de chicano.
Rodó, aunque defensor del nombre Ibero- conviene mantener, por razones prácticas, Por lo general, los tres rérminos que
américa como el más adecuado para designar la distinción entre Hispanoamérica e Ibero- aquí he comentado -Latinoamérica, lbero-
al conjunto de países de lengua espafiola y américa. En efecto, aunque históricamente, américa, Hispanoamérica- se emplean
portuguesa, no dejaba de considerar viable la como parte del Imperio romano, Hispania muchas veces como sinónimos perfectos,
posibilidad de llamar Hispanoamérica a todo era el nombre de toda la península, no es sin establecer entre ellos diferencias con-
ese conjunto, menos cieno que el derivado directo, por notativas de imporrancia. Pero no deja de
normal evolución fonética, de la voz latina haber personas para quienes los términos
ya que siendo el nombre de España, en su Hispania ha sido el actual nombre de Hispanoamérica e hispanoamericano resul-
sentido original y propio, un nombre geográ- España, 8 el cual no incluye ya a Porrugal. Y tan antipáticos, por la referencia tan clara y
fico, un nombre de región, y no un nombre la lengua de Espafia es el espafiol, no el precisa que a lo hispano o español implican.
político o de nacionalidad, el Porrugal de hoy portugués. De manera que para el sentir Creo que ya va siendo hora de superar tales
tiene, en rigor, tan cumplido derecho a pani- lingüístico de nuestros días, el gentilicio es- prejuicios. No creo que debamos renegar
cipar de ese nombre geográfico de España pañol no incluye, de ninguna manera, a los de ninguno de nuestros orígenes, ni del
como las panes de la península que consti-
porrugueses. Los cuales, no obstante ello, sí español ni del indoamericano.
ruyen la acruaI nacionalidad española.4
son, como los espafioles, habitantes de la Escribo estas líneas lo consciente de su
Rawnanúento éste coincidente con el Península Ibérica. De ahí que, en lingüística, inutilidad. Por desgracia, creo que se se-
expuesto por el portugués Almeida Garret guirá hablando de la América Latina y no
sobre el hispanismo de sus compatriotas: "So- de la América española o de Iberoamérica,
j Así lo recuerda José A Calderón Quijano en su
mo Hispanos e devemos chamar Hispanos a porque en este malhadado mundo nuestro
comunicación sobre la "Vigencia del término Hispa-
cuantos habitamos a península hispánica." no siempre se impone la razón a la cosrum-
noamérica", CSle. Sevilla. 1973. pp. 5-24 (cfr. p. 19).
bre, por torpe que ésta sea. •
6 Citado por Francisco Sánchez Castañer, "A
3 Del primero, cabe recordar el libro sobre el manera de prólogo", Anales tÚ Literatura Hispano-
Humanismo maicano tÚl riglo XVI (UNAM, México, americana, 1, 1972, pp. IX-XXVIII.
1946) o el dedicado a los HumanistaJ del siglo XVIII 7 Cfr. "No a Iberoamérica". en El Paú, 15 de 9 País constitutivo de lo que podría llamarse
(UNAM, 1941); del segundo, el estudio sobre Jano octubre de 1980, pp. II - 12. Lusoamlrica o Amlrica lusitana, de manera paralela
o la Iiterarura neolatina de México (UNAM, 1981) Y a La Ir inicial era ya muda en dladn clásico; a Hispanoamlrica o Amlrica apafio!a.
la Flomta tÚ grarruitica, poltica y retórica en Nuroa había dejado de pronunciarse, y por ello desapare- 10 Que corresponden a precisiones ya hechas

España, 1521-1767(UNAM, 1980). ció de la ortografía española. La i breve delladn se algo más pormenorizadamente en la ponencia que
4 Véase su articulo "Ibero-América" incluido en transformó siempre, en castellano, en e, corno en leí en el X Congreso de la Asociación de Lingüísti-
El mirador tÚ Próspero, vol. 11, Editorial América, Ma- el caso de pilu>pelo. Y la secuencia ni se resolvió ca y Filología de la América Latina (!), celebrado
drid, 1920, pp. 112-114. normalmente en ñ, corno en sania>saña. en Veracruz el mes de abril de 1993.

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