Mesa Redonda
Mesa Redonda
Mesa Redonda
PRUEBA DE FUEGO”
Doscientas ochenta y nueve vidas, 10 millones de dólares en daños
materiales y una herida difícil de cicatrizar. Una dura lucha para
los bomberos, experiencia que jamás olvidarán.
Entre risas y bromas los bomberos se disponían a quitarse los cascos y los
uniformes rojos para colgarlos en sus respectivos percheros, cuando escucharon
entrar por las ventanas una nueva llamada de alerta. "¡Incendio en Mesa
Redonda!, ¡Incendio en Mesa Redonda!". Era un policía, a través del altoparlante
de un carro patrullero, clamaba a los transeúntes que iban en dirección a dicho
mercado. "¡Regresen!, ¡No se acerquen!", "¡Se quema Lima!"
ASI ES EL INFIERNO
Los cohetes y los silbadores volaban y estallaban por todos lados. Algunas
personas, que pedían auxilio desde viejos balcones coloniales a punto de caerse,
fueron rescatadas por los bomberos. Otras, más imprudentes, prefirieron
encerrarse en las tiendas por temor al saqueo. El problema aquí fue que las
puertas de fierro, cerradas, si bien impedían el ingreso del fuego, se calentaron
por el exterior y actuaron hacia el interior como si fueran hornos, irradiando tal
calor que adentro las personas murieron por `ignición espontánea'. Es decir que se
encendieron automáticamente sin haber estado en contacto con el fuego.
La escasez de agua y las precarias condiciones técnicas con que enfrentan los
incendios los bomberos, hicieron que el desastre se prolongara. Nuestros
bomberos, con gran arrojo pero equipados con tecnología de los años sesenta,
utilizaron mangueras de 1 1/2 y 2 1/2 pulgadas, cuando el estándar mundial es de
6 pulgadas. En consecuencia, por las mangueras peruanas salen 250 galones por
minuto cuando deberían salir 2,000 galones por minuto. En estas condiciones el
incendio propiamente dicho, que duro cinco horas, se hubiera sofocado a las dos
horas y media.