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Capítulo 5-1 PDF

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Capítulo 5

Parte I
Infiltración en Occidente

Tabla de contenido
Introducción
1. El comunismo mediante la violencia y la no violencia
2. Guerra de espionaje y desinformación
3. Del New Deal al Progresismo
4. La revolución cultural de Occidente
5. Los movimientos antiguerra y de derechos civiles
Introducción

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016 fueron unas de las más
dramáticas en décadas. Aunque la participación fue de apenas un 58% de votantes,
la campaña presidencial estuvo llena de giros e imprevistos que continuaron aun
después de las elecciones. El ganador, el candidato republicano Donald Trump, se
encontró asediado por una cobertura negativa en la prensa y protestas en ciudades
de todo el país. Los manifestantes llevaban pancartas con lemas como “no mi
presidente” y declarando que Trump es racista, machista, xenófobo o nazi. Se exigió
que hubiera un recuento y hubo amenazas de destituirlo.
Periodistas de investigación han revelado que muchas de estas protestas fueron
instigadas por ciertos grupos de interés. Como se muestra en “America Under
Siege: Civil War 2017”, un documental dirigido por el activista político neozelandés
Trevor Loudon, una significativa proporción de los manifestantes eran
“revolucionarios profesionales” con lazos con regímenes comunistas y otros
Estados autoritarios, como Corea del Norte, Irán, Venezuela o Cuba. La obra de
Loudon también señala el rol de dos prominentes organizaciones socialistas de
Estados Unidos, el estalinista Partido Mundial de los Trabajadores y la maoísta
Organización Socialista del Camino para la Libertad. [1]
Habiendo investigado al movimiento comunista desde la década de 1980, Loudon
determinó que las organizaciones izquierdistas hicieron de Estados Unidos su
objetivo principal para la infiltración y la subversión. Los campos de la política, la
educación, la prensa y las empresas estadounidenses han virado cada vez más
hacia la izquierda bajo la influencia de personas en buenas posiciones. Incluso
mientras la gente en todo el mundo festejaba el triunfo del mundo libre después de
la Guerra Fría, el comunismo seguía apoderándose furtivamente de instituciones
públicas de la sociedad occidental en preparación para su lucha final.
Estados Unidos es el faro del mundo libre y los dioses le asignaron la misión de ser
la policía del mundo. La participación de Estados Unidos fue lo que determinó el
resultado de las guerras mundiales. Durante la Guerra Fría, ante la amenaza del
holocausto nuclear, Estados Unidos logró contener al bloque soviético hasta la
desintegración de los regímenes comunistas soviéticos y de Europa del Este.
Los Padres Fundadores de los Estados Unidos aplicaron su conocimiento de las
tradiciones religiosas y filosóficas de Occidente para escribir la Declaración de la
Independencia y la Constitución de Estados Unidos. Estos documentos reconocen
que los derechos otorgados al hombre por Dios son autoevidentes –comenzando
por la libertad de creencia y de expresión– y establecieron la separación de poderes
para garantizar un sistema republicano de gobierno. Aunque Estados Unidos tuvo
una guerra civil, dicha guerra tuvo el propósito de hacer efectivos los principios
fundadores de EE. UU. al poner fin a la institución de la esclavitud. Durante más de
200 años, esos principios han llevado a cabo un trabajo sin igual al promover la
“tranquilidad nacional” y asegurar el “bienestar general”, tal como promete el
preámbulo de la Constitución.
La libertad del hemisferio occidental tiene una dirección directamente contraria al
objetivo del espectro comunista, el cual es esclavizar y destruir a la humanidad.
Maquillándose con la hermosa visión de una sociedad colectiva e igualitaria, el
espectro del comunismo dirigió a sus enviados en la sociedad humana para que
llevaran a cabo su conspiración en todo el mundo.
Mientras que en países orientales como la Unión Soviética o China el comunismo
se manifiesta como un gobierno totalitario, asesinatos en masa y la destrucción de
la cultura tradicional, en Occidente ha estado obteniendo el control de manera
silenciosa y constante utilizando la subversión y la desinformación. Erosiona la
economía, los procesos políticos, las estructuras sociales y la fibra moral de la
humanidad para producir su degeneración y destrucción.
Dado que el Partido Comunista no tiene liderazgo en países occidentales, los
agentes del espectro se disfrazan infiltrándose en todo tipo de organizaciones e
instituciones. Hay al menos cuatro fuerzas principales dirigiendo la subversión
comunista en Occidente.
El primer agente de subversión fue la Unión Soviética, fundada por la Tercera
Internacional comunista (Comintern) para esparcir la revolución en todo el mundo.
A partir de los 80, los comunistas chinos implementaron la reforma económica. El
PCCh estableció intercambios políticos, comerciales y culturales que le dieron la
oportunidad de infiltrarse en Occidente.
El segundo método de subversión fue llevado a cabo por los partidos comunistas
locales, los cuales trabajaban con el Partido Comunista Soviético y el Comintern.
Tercero, en las últimas décadas, las crisis económicas y las revueltas sociales han
alentado a muchos gobiernos occidentales a adoptar políticas socialistas, lo que dio
como resultado un giro a la izquierda.
La cuarta fuerza de subversión proviene de quienes simpatizan y apoyan al Partido
Comunista y al socialismo. Estos compañeros de viaje sirven al comunismo como
una quinta columna de “idiotas útiles” dentro de la sociedad occidental, ayudando a
destruir la cultura, sembrar la degeneración moral y socavar al gobierno legítimo.
Supera el alcance de esta obra el brindar un informe exhaustivo sobre la infiltración
comunista en Occidente, dada su naturaleza opaca y sinuosa. Sin embargo, al
entender el panorama general, nuestros lectores pueden obtener una imagen de
cómo opera el espectro perverso y así aprender a ver a través de sus capas de
engaño. Para ser breves, este capítulo ofrece un repaso general del alcance del
comunismo en Estados Unidos y Europa occidental.

1. El comunismo mediante la violencia y la no violencia


En el imaginario colectivo, el Partido Comunista es sinónimo de violencia, y con
razón. En el Manifiesto Comunista, Marx y Engel dicen: “Los comunistas desprecian
esconder sus perspectivas y objetivos. Ellos declaran abiertamente que sus fines
pueden lograrse solo mediante el derrocamiento forzoso de todas las condiciones
sociales existentes”. [2]
El hecho de que los regímenes comunistas de Rusia y China tomaran el poder
mediante la revolución violenta y utilizaran la violencia como una herramienta de
represión desvió la atención de las formas menos visibles del comunismo.
La rama del marxismo que aboga por la revolución violenta está representada por
el leninismo, el cual adaptó la teoría en dos aspectos significativos. Según Marx, la
revolución comunista empezaría en países capitalistas avanzados, pero Lenin creía
que el socialismo podría ser formado en Rusia, que tenía un desarrollo económico
comparativamente más atrasado.
La segunda y más importante contribución de Lenin al marxismo fue su doctrina de
construcción del partido.
Construir el partido básicamente consistía en adoptar las técnicas de coerción,
engaño y violencia de las organizaciones criminales y aplicarlas a la teoría
socioeconómica marxista. Según Lenin, la clase trabajadora es incapaz de
desarrollar una conciencia de clase o de exigir la revolución por sí misma, y por eso
debe ser convocada a la acción con una acción externa. Los agentes de la
revolución se organizarían en una “vanguardia” proletaria altamente disciplinada: el
Partido Comunista.
La Sociedad Fabiana británica, fundada en 1884, un año después de la muerte de
Marx, tomó un camino diferente en la lucha por imponer el socialismo. El logo
fabiano describe a un lobo con piel de oveja, y su nombre hace referencia a Quintus
Fabius Maximus Verrucosus, el general y dictador romano famoso por sus tácticas
dilatadoras.
En los Ensayos Fabianos, el primer panfleto producido por el grupo, una nota en la
portada dice: “El momento adecuado debes esperar, como Fabius hizo
pacientemente mientras en guerra contra Aníbal, aunque muchos censuraron su
tardanza; pero llegado el momento debes golpear duro, como Fabius hizo, o tu
espera habrá sido en vano e infructífera”. [3]
Para dar lugar gradualmente al socialismo, la Sociedad Fabiana inventó la política
de “impregnación” para aprovecharse de los puestos disponibles en política,
empresas y en la sociedad civil. La Sociedad Fabiana no restringe las actividades
de sus miembros, sino que los alienta a avanzar en los objetivos socialistas
uniéndose a organizaciones adecuadas y congraciándose con importantes figuras
como ministros de gabinete, funcionarios de alto rango, empresarios industriales,
decanos de universidades o líderes de iglesias. Sidney Webb, presidente de la
Sociedad Fabiana, escribió:
Como Sociedad, damos la bienvenida a la adhesión de hombres y mujeres de todas
las denominaciones religiosas o de ninguna, insistiendo fuertemente con que el
socialismo no es secularismo; y el mismísimo objeto y propósito de toda acción
colectiva sensible era el desarrollo del alma individual o la conciencia o el carácter.
[…] Tampoco confinamos nuestra propaganda al Partido Laborista que emerge
lentamente, o a aquellos que estaban preparados para hacerse llamar socialistas,
o a los trabajadores manuales o a ninguna clase en particular. Colocamos nuestras
propuestas, una por una, de la manera más persuasiva posible, ante todo aquel que
las escuche –conservadores cada vez que tengamos acceso a ellos, las iglesias y
capillas de todas las denominaciones, las diversas universidades, y liberales y
radicales, junto con las otras Sociedades Socialistas en todo momento. A eso
llamamos ‘impregnación’: y fue un descubrimiento importante. [4]
Muchos miembros de la Sociedad Fabiana eran intelectuales jóvenes. Daban
discursos y publicaban libros, revistas y panfletos por toda la sociedad. En el siglo
XX, la Sociedad Fabiana pasó a la escena política. Sidney Webb se convirtió en el
representante fabiano en el Comité de Representación de los Trabajadores del
Partido Laborista.
En el Partido Laborista, Webb creó el borrador de la constitución y el programa del
partido. Con un rol líder en la formación de políticas, Webb se esforzó por lograr que
el socialismo fabiano fuera la ideología que guiaba al partido. La Sociedad Fabiana
luego ganó influencia en Estados Unidos, donde existían múltiples grupos en las
facultades de artes liberales de muchas universidades.
Sea el comunismo violento de Lenin o el comunismo no violento de la Sociedad
Fabiana, ambos son manipulados por el espectro perverso del comunismo y tienen
el mismo objetivo final. El comunismo violento de Lenin no rechaza los medios no
violentos. En su libro La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el
comunismo, Lenin critica a los partidos comunistas de Europa occidental que se
rehusaron a cooperar con lo que él llamaba los sindicatos “reaccionarios” o a
integrar el parlamento nacional “capitalista”.
En su libro, Lenin escribió: “El arte de la política (y el correcto entendimiento del
comunismo sobre sus tareas) consiste en evaluar correctamente las condiciones y
el momento en el que la vanguardia del proletariado pueda asumir el poder con
éxito, en el que es capaz –durante y después de la toma del poder– de ganar un
apoyo adecuado por parte de un estrato lo suficientemente amplio de la clase
trabajadora y de la masa trabajadora no proletaria, y en el que es capaz de
mantener, consolidar y extender su régimen al educar, entrenar y atraer a una masa
aún más amplia de trabajadores”. [5]
Lenin remarcó una y otra vez que el comunismo debe ocultar sus verdaderas
intenciones. A fin de tomar el poder, no hay que descartar ninguna promesa ni
acuerdo. En otras palabras, para conseguir sus objetivos, pueden ser
inescrupulosos. En el camino al poder, tanto el Partido Bolchevique de Rusia como
el Partido Comunista Chino utilizaron la violencia y el engaño al máximo grado.
La brutalidad de los regímenes comunistas soviéticos y chinos ha desviado la
atención del comunismo no violento que se encuentra en Occidente. Bernard Shaw,
dramaturgo irlandés y representante de la Sociedad Fabiana británica, escribió:
“También dejé bien en claro que el socialismo significa la igualdad de ingresos o
nada, y que bajo el socialismo no tendrías permitido ser pobre. Te alimentarían,
vestirían, alojarían, enseñarían y emplearían, todo a la fuerza, te guste o no. Si se
descubre que no tienes el carácter suficiente para ser digno de todas estas
molestias, posiblemente seas amablemente ejecutado”. [6]
La Sociedad Fabiana se especializaba en el engaño. Eligió a Bernard Shaw, un
hombre de la literatura, para encubrir con bellas palabras los verdaderos objetivos
del socialismo no violento. Pero la brutalidad yace por debajo de la superficie. Los
partidos comunistas occidentales y sus varias organizaciones de fachada incitan a
los jóvenes a crear una atmósfera de caos. Participan en ataques, vandalismo,
robos, incendios intencionados, colocación de bombas y asesinatos para hostigar e
intimidar a sus enemigos.

2. Guerra de espionaje y desinformación


El comunismo sostiene que la nación es una construcción opresiva de la sociedad
de clases y apunta a abolir la nacionalidad. En el Manifiesto Comunista, Marx y
Engels proclaman que “los hombres trabajadores no tienen país”. El Manifiesto
termina con la nota de “¡Trabajadores de todos los países, uníos!”
Bajo el liderazgo de Lenin, los bolcheviques fundaron el primer país socialista en
Rusia e inmediatamente establecieron la Internacional Comunista (Comintern) para
instigar y difundir la revolución socialista en todo el mundo. El objetivo de la Unión
Soviética y el Comintern era derrocar a los regímenes legítimos de cada nación
sobre la Tierra y establecer una dictadura socialista mundial del proletariado. En
1921, la filial del Lejano Oriente del Comintern estableció el PCCh, que tomaría el
poder en China en 1949.
Además del PCCh, los partidos comunistas de todo el mundo buscaron la guía del
Comintern y aceptaron su financiamiento y entrenamiento. Con los recursos de un
vasto imperio a su disposición, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS)
reclutó activistas en todo el mundo y los entrenó para llevar a cabo operaciones
subversivas en sus propios países.
Fundado en 1919, el Partido Comunista de EEUU (PCEUA) fue una de esas
organizaciones que siguieron al Comintern y al PCUS. Aunque el PCEUA en sí
nunca se convirtió en una fuerza política importante, su influencia en los Estados
Unidos fue de todos modos significativa. El PCEUA confabuló con activistas y
organizaciones activistas para infiltrarse en los movimientos de trabajadores y
estudiantes, la iglesia y el gobierno.
El Dr. Fred Schwartz, pionero del pensamiento anticomunista estadounidense, dijo
en 1961: “Todo intento por juzgar la influencia de los comunistas en base a sus
números es como tratar de determinar la validez del casco de un barco relacionando
el sector con agujeros con el sector que está en condiciones. Un agujero puede
hundir el barco. El comunismo es la teoría de unos pocos disciplinados que
controlan y dirigen al resto. Una persona en una posición crítica puede controlar y
manipular a miles de otros”. [7]
Ahora se sabe que había agentes soviéticos activos dentro del gobierno
estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de esto y de los
esfuerzos anticomunistas del senador Joseph McCarthy, políticos y académicos
izquierdistas y la prensa de izquierda ocultaron o encubrieron estos hechos al
público.
En la década de 1990, el gobierno de EE. UU. desclasificó los “Archivos Venona”
decodificados por la inteligencia estadounidense durante la década de 1940 hasta
el final de la Segunda Guerra Mundial. Estos documentos muestran que al menos
300 espías soviéticos estuvieron trabajando en el gobierno de EE. UU., incluyendo
funcionarios de alto rango en la administración Roosevelt que tenían acceso a
información ultrasecreta. Otros agentes utilizaban sus posiciones para influir en la
creación de políticas y la forma de gobernar.
Entre los espías soviéticos que se conocen estaban Harry Dexter White, funcionario
del Tesoro de EE. UU; Alger Hiss, funcionario del Departamento de Estado; y Julius
y Ethel Rosenberg, la pareja que fue ejecutada en la silla eléctrica por transmitir
secretos militares y tecnología atómica a la Unión Soviética.
Las comunicaciones interceptadas y desencriptadas por el Proyecto Venona son
solo la punta del iceberg; el alcance total de la infiltración soviética en el gobierno
de EE. UU. sigue siendo desconocido. Al ocupar puestos gubernamentales de alto
rango en EE. UU., algunos agentes soviéticos tuvieron la oportunidad de influir en
importantes decisiones políticas.
Alger Hiss, el espía soviético en el Departamento de Estado, tuvo un rol clave como
consejero del presidente Roosevelt durante la Conferencia de Yalta a finales de la
Segunda Guerra Mundial. Él ayudó a determinar los arreglos territoriales de
posguerra, a redactar el borrador de la Carta de las Naciones Unidas, a decidir el
intercambio de prisioneros, y demás.
Harry Dexter White, un asistente de confianza del secretario del Tesoro Henry
Morgenthau Jr., ayudó a crear los acuerdos financieros internacionales de Bretton
Woods y fue una de las personalidades más importantes detrás del establecimiento
del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
White incentivó al Partido Nacionalista Chino (Kuomintang) para que incorporara en
el Ministerio de Finanzas chino a Yi Zhaoding, un miembro oculto del PCCh.
Después de asumir su cargo en 1941, Yi fue el arquitecto de desastrosas reformas
monetarias que dañaron la reputación del Kuomintang y beneficiaron el ascenso del
PCCh.
Algunos historiadores argumentan que la influencia de los espías soviéticos y sus
simpatizantes izquierdistas en la política exterior norteamericana llevó a que
Estados Unidos pusiera fin a la ayuda militar que brindaba al Kuomintang durante
la Guerra Civil China que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Así fue que China
continental cayó en manos del PCCh.
Algunos expertos, como M. Stanton Evans, argumentan que el área en que los
espías soviéticos tuvieron más éxito fue en influir la política [8]. Whittaker Chambers,
informante soviético y asociado del PCEUA que luego desertó y testificó contra otros
espías, dijo: “Los agentes de una potencia enemiga estaban en posición de hacer
mucho más que robar documentos. Estaban en una posición de influencia sobre la
política exterior de la nación a favor de los intereses del principal enemigo de la
nación, y no solo en ocasiones excepcionales, […] sino en lo que debe haber sido
una abrumadora suma de decisiones día a día”. [9]
Yuri Bezmenov, un agente de la KGB que desertó en Occidente, analizó los
métodos soviéticos de subversión en sus escritos y entrevistas. De acuerdo con
Bezmenov, los espías al estilo James Bond de la cultura popular, que hacían
explotar puentes o se escabullían robando documentos secretos, no podrían estar
más lejos de la realidad del espionaje. Solo entre el 10 y el 15 por ciento del personal
y los recursos de la KGB estaban asignados a las operaciones de espionaje
tradicional, y el resto era para la subversión ideológica.
Bezmenov decía que la subversión tiene cuatro etapas: el primer paso es fomentar
la decadencia cultural y la desmoralización del país enemigo; el segundo es crear
caos social; el tercero es instigar una crisis que lleve a la guerra civil, a una
revolución o a una invasión externa; culminando con el cuarto y último paso de
poner al país bajo el control del Partido Comunista. Esto se llama normalización.
Bezmenov, alias Thomas Schumann, enumeró tres campos de subversión,
incluyendo el pensamiento, el poder y la vida social. El pensamiento incluye la
religión, la educación, los medios de comunicación y la cultura. El poder incluye la
administración del gobierno, el sistema legal, el orden público, las fuerzas armadas
y la diplomacia. La vida social abarca la familia y las comunidades, la salud y las
relaciones entre personas de diferentes razas y clases sociales.
Como ejemplo, Bezmenov explicó cómo el concepto de igualdad fue manipulado
para crear agitación social. Los agentes promueven la causa del igualitarismo,
haciendo que la gente esté descontenta con sus circunstancias políticas y
económicas. El activismo y la agitación social van acompañados de un
estancamiento económico, exacerbando las relaciones laborales y de capital en un
ciclo deteriorante de desestabilización. Esto culmina en una revolución o en una
invasión de fuerzas comunistas. [10]
Ion Mihai Pacepa, el oficial de inteligencia de mayor rango en la Rumania comunista,
desertó a Estados Unidos en 1978. Luego expuso cómo la ex Unión Soviética y los
regímenes comunistas de Europa del Este adoptaron estrategias de guerra
psicológica y desinformación contra países occidentales. De acuerdo con Pacepa,
el propósito de la desinformación era alterar el marco de referencia de la gente. Con
los valores ideológicos manipulados, la gente no sería capaz de entender o aceptar
la verdad incluso si esta fuera presentada con evidencia directa. [11]
Bezmonov decía que la primera etapa de subversión ideológica generalmente
tomaba entre 15 y 20 años –es decir, el tiempo necesario para educar una nueva
generación–, la segunda etapa tomaba de dos a cinco años, y la tercera etapa era
de solo tres a seis meses. En un discurso que dio en 1984, Bezmenov dijo que la
primera etapa había sido lograda a un grado mayor al que habían planeado
originalmente las autoridades soviéticas.
Los testimonios de muchos espías y oficiales de inteligencia soviéticos y
documentos desclasificados de la Guerra Fría sugieren que las tácticas de
infiltración fueron la fuerza impulsora detrás del movimiento contracultura de la
década de 1960.
En 1950, el senador Joseph McCarthy comenzó a exponer el alcance de la
infiltración comunista en el gobierno y la sociedad de EE. UU. Pero cuatro años
después, el Senado votó una moción de censura en su contra y la acción del
gobierno para deshacerse de la influencia comunista quedó interrumpida. Esta es
una de las principales razones del deterioro de Estados Unidos.
La amenaza de la infiltración comunista no ha disminuido con el colapso de la Unión
Soviética y el fin de la Guerra Fría. Por ejemplo, Joseph McCarthy ha sido
demonizado por políticos y medios de comunicación de izquierda durante décadas.
Hoy en día, el McCartyismo es sinónimo de persecución política –una indicación de
que la izquierda ha tenido éxito en dominar la lucha ideológica.
Las décadas de supresión y difamación infligidas contra héroes anticomunistas de
EE. UU. como McCarthy son una indicación de una tendencia general. Tal como
observó un comentador político conservador de EE. UU., el antiamericanismo es un
componente natural del movimiento izquierdista mundial. Los izquierdistas luchan
con uñas y dientes para proteger a adúlteros, abortistas, criminales y comunistas,
mientras apoyan la anarquía y se oponen a la civilización.

3. Del New Deal al Progresismo


El jueves 24 de octubre de 1929, colapsó la bolsa de valores de Nueva York. La
crisis se diseminó desde el sector financiero a toda la economía, y ninguna de las
principales naciones desarrolladas de Occidente quedó sin afectar. El desempleo
alcanzó a más de un cuarto de la población y el número total de desempleados
superó los 30 millones. Aparte de la Unión Soviética, la producción industrial en los
principales países industriales cayó un promedio del 27%. [12]
A comienzos de 1933, dentro de los 100 primeros días de la presidencia de
Roosevelt, se presentaron muchos proyectos de ley relacionados con resolver la
crisis. Las políticas incrementaron la intervención del Gobierno en la economía y se
aprobaron reformas importantes: el Congreso promulgó la Ley de Emergencia
Bancaria, la Ley de Ajuste Agrícola, la Ley de Recuperación de la Industria Nacional
y la Ley de Seguridad Social. Aunque en esencia el New Deal (“Nuevo acuerdo”) de
Roosevelt terminó al comenzar la Segunda Guerra Mundial, muchas de las
instituciones y organizaciones que emergieron en ese periodo continuaron
moldeando la sociedad estadounidense hasta la actualidad.
Roosevelt emitió más órdenes ejecutivas que el número total de decretos similares
emitidos por el resto de los presidentes en el siglo XX. Sin embargo, la tasa de
desempleo de EE. UU. no cayó por debajo de los dos dígitos hasta la guerra. El
verdadero efecto del New Deal fue poner al Gobierno de EE. UU. en una trayectoria
de impuestos altos, gobierno grande e intervencionismo económico.
En su libro de 2017, The Big Lie: Exposing the Nazi Roots of the American Left (La
Gran Mentira: Exponiendo las raíces nazis de la izquierda estadounidense), el
pensador conservador Dinesh D’Souza argumenta que la Ley de Recuperación
Nacional, que fue una de las piezas centrales del New Deal de Roosevelt, significó
en esencial el fin del libre mercado en EE. UU. [13]
De acuerdo con FDR’s Folly, un libro de 2003 escrito por el historiador Jim Powell,
el New Deal prolongó la Gran Depresión en lugar de terminarla: la Ley de Seguridad
Social y leyes laborales incentivaron un mayor desempleo, mientras que los altos
impuestos agobiaron a empresas saludables, y demás. [14] Milton Friedman,
economista y ganador del Premio Nobel, elogió la obra de Powell y dijo: “Tal como
lo demuestra Powell sin un dejo de dudas, el New Deal obstaculizó la recuperación
después de la contracción, prolongó y sumó desempleo, y preparó el escenario para
un gobierno aún más intrusivo y costoso”. [15]
El presidente Lyndon Johnson, quien asumió el cargo luego del asesinato del
presidente Kennedy en 1963, declaró la Guerra contra la Pobreza en su discurso
del Estado de la Unión de 1964 y lanzó los programas nacionales de la Gran
Sociedad. En un corto periodo, Johnson emitió una serie de órdenes ejecutivas,
estableció nuevas agencias de gobierno, reforzó el estado de prestaciones sociales,
aumentó los impuestos y expandió drásticamente la autoridad del gobierno.
Es interesante notar las similitudes entre las medidas administrativas del presidente
Johnson y “Un nuevo programa de la nueva agenda del Partido Comunista
Estadounidense”, publicado en 1966. Gus Hall, secretario general del PCEUA, dijo:
“La actitud comunista hacia la Gran Sociedad se puede resumir con el viejo dicho
de que dos hombres durmiendo en la misma cama pueden tener sueños diferentes.
Nosotros los comunistas apoyamos todas las medidas del concepto de la Gran
Sociedad porque soñamos con el socialismo”.
La “misma cama” de Hall se refiere a las políticas de la Gran Sociedad [16]. Aunque
el PCEUA también apoyó la iniciativa de la Gran Sociedad, la intención de la
administración de Johnson fue mejorar Estados Unidos bajo el sistema democrático.
La intención del Partido Comunista fue acercar a Estados Unidos hacia el socialismo
paso a paso.
Las consecuencias más serias de la Gran Sociedad y la Guerra contra la Pobreza
son tres: aumentaron la dependencia en las prestaciones sociales, desalentando
así a la gente para no trabajar, establecieron políticas de beneficios sociales y
dañaron la estructura familiar. Las políticas de prestaciones sociales favorecieron a
las familias monoparentales, promoviendo así el divorcio y los hijos extramaritales.
Según las estadísticas, la tasa de niños nacidos fuera del matrimonio en 1940 era
de 3,8% entre todos los recién nacidos; para 1965, esta cifra se incrementó al 7,7%.
En 1990, 25 años después de la reforma de la Gran Sociedad, la cifra era del 28%
y en 2012 aumentó al 40%. [17]
La desintegración de la familia trajo consigo una serie de consecuencias
generalizadas, como una mayor carga financiera para el gobierno, una elevada tasa
de delitos, la decadencia de la educación familiar, familias estancadas en la pobreza
durante generaciones y una mentalidad de subsidio, lo que llevó a una mayor tasa
de desempleo voluntario.
Una frase atribuida al historiador y jurista escocés Lord Alexander Fraser Tytler dice:
“Una democracia no puede existir como forma permanente de gobierno. Solo puede
existir hasta que los votantes descubran que pueden votar la generosidad del tesoro
público. A partir de ese momento, la mayoría siempre vota al candidato que les
promete más beneficios del tesoro público, con el resultado de que la democracia
siempre colapsa por una política fiscal relajada, y siempre le sigue una dictadura”.
[18]
Como dice un dicho chino, “Ir del ahorro a la extravagancia es fácil, pero lo opuesto
es difícil”. Luego de que la gente desarrolla una dependencia a los beneficios
sociales, se vuelve imposible para el gobierno reducir la escala y el tipo de
beneficios. El Estado benefactor de Occidente se ha convertido en un lodazal
político para el cual ni políticos ni funcionarios tienen solución.
En la década de 1970, la extrema izquierda abandonó los términos revolucionarios
que ponían en guardia al pueblo estadounidense y los reemplazó con el “liberalismo”
y el “progresismo”, que suenan más neutrales. Los lectores que habrán vivido en
países comunistas conocen bien al último, ya que “progreso” ha sido utilizado por el
Partido Comunista casi como un sinónimo de “comunismo”. Por ejemplo, el término
“movimiento progresista” hacía referencia al “movimiento comunista”, e
“intelectuales progresistas” hacía referencia a “personas procomunistas” o a
miembros ocultos del Partido Comunista.
Mientras tanto, el liberalismo no es en esencia diferente al progresismo, ya que
conlleva la misma connotación de impuestos altos; extensos beneficios sociales;
gobierno grande; rechazo a la religión, la moral y la tradición; el uso de la “justicia
social” como un arma política; “corrección política”; y la promoción militante del
feminismo, la homosexualidad, la perversidad sexual, y demás.
No es nuestra intención apuntar el dedo a ninguna figura política o persona, ya que
es realmente difícil hacer un análisis y un juicio correctos en medio de complejos
desarrollos históricos. Es claro que el espectro del comunismo ha estado trabajando
tanto en Oriente como en Occidente desde comienzos del siglo XX. Cuando la
revolución violenta tuvo éxito en Oriente, esparció la influencia del comunismo en
los gobiernos y sociedades de Occidente, haciéndolos moverse hacia la izquierda.
Particularmente después de la Gran Depresión y a partir del fin de la Primera Guerra
Mundial, Estados Unidos ha adoptado políticas cada vez más socialistas, como el
estado de beneficios sociales, al tiempo que el ateísmo y el materialismo
erosionaron la fibra moral de la sociedad norteamericana. La gente se fue alejando
de Dios y de la moral tradicional, volviéndose así más débiles para resistir el engaño
comunista del espectro perverso.
4. La revolución cultural de Occidente
La década de 1960, que fue un punto de inflexión en la historia moderna, vio cómo
un movimiento de contracultura sin precedentes barrió de Oriente a Occidente. En
contraste con la Revolución Cultural de los comunistas chinos, el movimiento de
contracultura occidental parecía tener múltiples enfoques, o más bien carecer de
enfoque.
En la década entre los años 1960 y 1970, la mayoría de los participantes jóvenes
del movimiento de contracultura estuvieron motivados por varias búsquedas.
Algunos se oponían a la Guerra de Vietnam, algunos luchaban por derechos civiles,
algunos abogaban por el feminismo y condenaban el patriarcado, algunos peleaban
por los derechos de los homosexuales. Para rematar esto emergió un cegador
espectáculo de movimientos contra la tradición y la autoridad que abogaban por la
libertad sexual, el hedonismo, los narcóticos y la música de rock.
El objetivo de la Revolución Cultural Occidental es destruir la civilización cristiana
recta y su cultura tradicional. Aunque parece ser desordenado y caótico, este
cambio cultural internacional proviene del comunismo.
Los jóvenes participantes del movimiento de contracultura reverenciaban tres ídolos
como “los Tres M”: Marx, Marcuse y Mao Zedong.
Herbert Marcuse era un miembro clave de la Escuela de Frankfurt, un grupo de
intelectuales marxistas asociados con el Instituto de Investigación Social de la
Universidad de Goethe en Frankfurt. Establecida en 1923, sus fundadores utilizaban
el concepto de teoría crítica para atacar la civilización occidental y aplicar el
marxismo en la esfera cultural.
Uno de los fundadores de la escuela fue el marxista húngaro György Lukács. En
1919, él pregunto, como es bien sabido: “¿Quién nos puede salvar de la civilización
occidental?” [20]. Al explayarse sobre esto, dijo que Occidente es culpable de
crímenes genocidas contra cada civilización y cultura que encontró. La civilización
estadounidense y la occidental, según Lukács, son los depósitos más grandes del
mundo de racismo, machismo, nativismo, xenofobia, antisemitismo, fascismo y
narcisismo.
En 1935, los marxistas de la Escuela de Frankfurt se trasladaron a Estados Unidos
y se afiliaron a la Universidad de Columbia en Nueva York. Esto les dio una apertura
para diseminar sus teorías en suelo estadounidense. Con la asistencia de otros
académicos de izquierda, corrompieron varias generaciones de la juventud
estadounidense.
Al combinar el marxismo con el pansexualismo freudiano, las teorías de Marcuse
catalizaron el movimiento de liberación sexual. Marcuse creía que la represión de la
naturaleza propia en la sociedad capitalista entorpecía la liberación y la libertad. Por
lo tanto, era necesario oponerse a todas las religiones, moralidad, orden y autoridad
tradicionales a fin de transformar la sociedad en una utopía de placer sin límites y
sin esfuerzos.
La famosa obra de Marcuse Eros y la civilización ocupa un lugar importante en la
vasta cantidad de obras de los académicos de Frankfurt, por dos razones
específicas: primero, el libro combina los pensamientos de Marx y Freud y convierte
la crítica de Marx hacia la política y la economía en una crítica a la cultura y la
psicología. El libro también tendió un puente entre los teóricos de Frankfurt y los
jóvenes lectores, lo que posibilitó la rebelión cultural de los años 60.
Marcuse dijo: “[El movimiento de contracultura puede ser llamado] una revolución
cultural, dado que la protesta está dirigida hacia todo el establishment cultural,
incluida la moral de la sociedad existente. […] Hay una cosa que podemos decir con
total seguridad: la idea tradicional de revolución y la estrategia tradicional de
revolución han terminado. Estas ideas son anticuadas. […] Lo que debemos
emprender es un tipo de desintegración difusa y dispersa del sistema”. [21]
Pocos entre los jóvenes rebeldes podían comprender la teorías arcanas de la
Escuela de Frankfurt, pero la ideas de Marcuse eran simples: ser antitradición,
antiautoridad y antimoral. Entregarse al sexo, las drogas y el rock and roll sin
restricciones. “Hacer el amor, no la guerra”. Mientras digas “no” a toda autoridad y
a las normas sociales, cuentas como un participante de la “noble causa
revolucionaria”. Era tan simple y fácil convertirse en revolucionario; no es de
sorprender que haya atraído a tantos jóvenes de ese tiempo.
Debe enfatizarse que si bien muchos de los jóvenes rebeldes actuaron por su propia
voluntad, muchos de los líderes estudiantiles más radicales al frente del movimiento
habían sido entrenados y manipulados por comunistas extranjeros. Por ejemplo, los
líderes de Estudiantes por una Sociedad Democrática (ESD) fueron entrenados en
Cuba.
Las protestas estudiantiles fueron organizadas a instigadas directamente por grupos
comunistas. La facción Weathermen de extrema izquierda se separó de los
Estudiantes por una Sociedad Democrática y anunció lo siguiente en una
declaración de 1969: “La contradicción entre los pueblos revolucionarios de Asia,
África y Latinoamérica y los imperialistas liderados por Estados Unidos es la
contradicción principal en el mundo contemporáneo. El desarrollo de esta
contradicción es promover la lucha del pueblo de todo el mundo contra el
imperialismo de EE.UU. y sus lacayos”. Estas palabras fueron escritas por Lin Biao,
el entonces segundo líder más poderoso de la China comunista, y provenían de su
serie de artículos llamada “¡Larga vida a la victoria de la guerra del pueblo!”. [22]
Así como la Revolución Cultural causó un daño irreversible a la cultura tradicional
china, el movimiento de contracultura causó una agitación titánica en la sociedad
occidental. Primero, normalizó muchas subculturas que pertenecían a los sectores
marginales y bajos de la sociedad o que eran variaciones desviadas de la cultura
convencional. La liberación sexual, las drogas y el rock and roll rápidamente
erosionaron los valores morales de la juventud y la convirtieron en una fuerza
corrosiva latente que estaba en contra de Dios, en contra de la tradición y en contra
de la sociedad.
Segundo, el movimiento de contracultura sentó un precedente para el activismo
caótico y fomentó un amplio rango de formas de pensar antisociales y
antiestadounidenses, preparando el camino para la revolución callejera que llegaría
más tarde.
Tercero, luego de que los jóvenes de los años 60 terminaron su vida activista,
ingresaron a las universidades e institutos de investigación, completaron sus
doctorados y maestrías e ingresaron en la sociedad estadounidense. Llevaron
consigo la perspectiva marxista y sus valores a la educación, los medios de
comunicación, la política y los negocios, impulsando la revolución no violenta a lo
largo del país.
Desde los años 80, la izquierda acaparó el poder y estableció baluartes en los
medios de comunicación, el sector académico y Hollywood. La presidencia de
Ronald Reagan revirtió brevemente esta tendencia, solo para que se reanudara en
los años 90 y alcanzara la cima en años recientes.

5. Los movimientos antiguerra y de derechos civiles


En 1984, de George Orwell, uno de los ministerios principales de Oceanía es el
Ministerio de la Paz, que supervisa los asuntos militares del Partido. El significado
invertido de su nombre en realidad contiene un significado profundo: cuando la
fuerza de uno es inferior a la del enemigo, la mejor estrategia es proclamar el deseo
de paz. Extender una ofrenda de paz es la mejor forma de esconder la guerra
inminente. La Unión Soviética y otros países comunistas fueron y continúan siendo
adeptos a esta estrategia, que se emplea para infiltrar Occidente.
El Consejo Mundial de la Paz se formó en 1948. Su primer presidente fue el físico
francés Joliot-Curie, miembro del Partido Comunista Francés. La Segunda Guerra
Mundial acababa de terminar y Estados Unidos era el único país que había
producido y probado la bomba atómica.
Habiendo sufrido grandes pérdidas en la guerra, la Unión Soviética promovía
agresivamente la paz mundial como estratagema para mantener a raya la presión
de Occidente. El Consejo Mundial de la Paz era directamente controlado por la
Comisión Soviética de la Paz, una organización afiliada al Partido Comunista
Soviético. Disparó un relato mundial que proclamaba que la Unión Soviética era un
país que amaba la paz y condenaba a Estados Unidos como un belicista
hegemónico.
El funcionario soviético de alto rango y líder ideológico Mijaíl Suslov promovía una
“lucha por la paz” que se convirtió en un elemento constante de la retórica soviética.
“El movimiento antiguerra actual da testimonio de la voluntad y disposición de las
grandes masas del pueblo para salvaguardar la paz y evitar que los agresores
sumerjan a la humanidad en el abismo de otra masacre”, escribió Suslov en un
panfleto de propaganda de 1950. “La tarea ahora es convertir esta voluntad de las
masas en acciones activas y concretas que apunten a frustrar los planes y medidas
de los instigadores de guerra angloamericanos”. [23]
La Unión Soviética patrocinó una multitud de organizaciones y grupos tales como la
Federación Sindical Mundial, la Asociación Juvenil Mundial, la Federación
Internacional de Mujeres, la Federación Internacional de Periodistas, la Federación
Mundial de la Juventud Democrática, la Asociación Mundial de Científicos y otras
del tipo para apoyar las afirmaciones del Consejo Mundial de la Paz. La “paz
mundial” se convirtió en uno de los frentes de la guerra comunista de opinión pública
contra el mundo libre.
En 1982, Vladimir Bukovsky, un prominente disidente soviético, escribió que los
“miembros de la generación más vieja aún pueden recordar las marchas, los actos
y las peticiones de los años 1950 […] Difícilmente sea ahora un secreto que toda la
campaña fue organizada, dirigida y financiada desde Moscú, a través del llamado
Fondo para la Paz y el Consejo Mundial de la Paz dominado por los soviéticos […]”
[24]
El Secretario General del Partido Comunista de EE. UU., Gus Hall, dijo: “Hay una
necesidad de expandir la lucha por la paz, intensificarla, involucrar a más gente y
convertirla en el tema candente en cada comunidad, en cada grupo de personas,
en cada sindicato, en cada iglesia, en cada familia, en cada calle y en cada lugar en
el que se reúna la gente […]” [25]
Los soviéticos impulsaron el movimiento de “lucha por la paz” en tres olas a lo largo
de la Guerra Fría, la primera comenzó en los años 50. El segundo punto culminante
fue el movimiento antiguerra de los 60 y los 70. Según el testimonio de Stanislav
Lunev, exoficial del GRU (inteligencia militar) soviético que desertó de Rusia a
Estados Unidos en 1992, la cantidad de dinero que la Unión Soviética gastó en
propaganda antiguerra en países occidentales fue el doble de su apoyo militar y
económico a Vietnam del Norte. Dijo que “el GRU y la KGB financiaron casi todos
los movimientos y grupos antiguerra en Estados Unidos y otros países”. [26]
Ronald Radosh, exmarxista y activista durante el movimiento anti Guerra de
Vietnam, admitió que “nuestra intención nunca fue tanto la de terminar la guerra,
sino la de usar el sentimiento antiguerra para crear un nuevo movimiento socialista
revolucionario en casa”. [27]
El tercer gran movimiento antiguerra tuvo lugar a principios de los años 80, cuando
Estados Unidos desplegó misiles nucleares de rango intermedio en Europa. Los
manifestantes antiguerra exigieron que tanto la Unión Soviética como Estados
Unidos limitaran sus arsenales nucleares, pero la Unión Soviética nunca acató
ningún tratado internacional.
Un estudio realizado por el Comité Judicial del Senado de EE. UU. en 1955
descubrió que en los 38 años desde la fundación del régimen soviético, este había
firmado cerca de 1000 tratados bilaterales o multilaterales con varios países de todo
el mundo, pero había roto casi todas las promesas y acuerdos que había hecho.
[28] Los autores del estudio observaron que la Unión Soviética era probablemente
la nación menos confiable de todas las grandes naciones de la historia.
Trevor Loudon dijo que durante los años 80, el movimiento antinuclear de Nueva
Zelanda estaba patrocinado encubiertamente por la Unión Soviética utilizando
agentes especiales entrenados. Como resultado, Nueva Zelanda se retiró del
Tratado de Seguridad de Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos (ANZUS o
Tratado ANZUS), exponiendo directamente a este pequeño país con una población
de menos de cuatro millones de personas a la amenaza del comunismo. [29]
Luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, hubo una serie de
manifestaciones y protestas antiguerra a gran escala en Estados Unidos. Detrás de
estas manifestaciones había organizaciones estrechamente relacionadas con los
comunistas. [30]
Incluso el muy aclamado movimiento estadounidense por los derechos civiles
estuvo influenciado por el espectro del comunismo. Al comparar las revoluciones
comunistas en China, Cuba y Argelia, el pensador estadounidense G. Edward Griffin
descubrió que el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos seguía el
mismo patrón general. En la primera etapa, se dividía la gente en grupos diferentes
y enfrentados entre sí. En la segunda etapa, se establecía el frente unido para crear
una ilusión de apoyo universal y avanzar contra la oposición en la tercera etapa. En
la cuarta etapa se incitaba a la violencia. En la quinta etapa se lanzaba un golpe de
Estado y se tomaba el poder bajo la apariencia de revolución. [31]
A partir de fines de los años 1920, el Partido de los Trabajadores comunista
descubrió el gran potencial para la revolución entre los estadounidenses negros.
Ellos exigían el establecimiento de una “República Negra” soviética en medio del
Sur, que era el hogar de muchos negros [32]. Un manual de propaganda comunista
publicado en 1934, “Los negros en la América soviética”, proponía una revolución
racial en el Sur combinada con la revolución proletaria general. [33]
Los movimientos de derechos civiles en Estados Unidos en los años 60 tuvieron el
apoyo de los partidos comunistas soviético y chino. Cuando Leonard Patterson, un
hombre negro y exmiembro del Partido Comunista de EE. UU. que recibió
entrenamiento en Moscú, renunció al PCEUA, testificó que la insurrección y la
revuelta entre los negros estadounidenses tenía el fuerte apoyo del Partido
Comunista de EE. UU. Tanto él como el Secretario General del PCEUA, Gus Hall,
habían estado en Moscú para recibir entrenamiento. [34]
La intensificación del movimiento de los derechos civiles también coincide con la
campaña del PCCh para exportar la revolución. En 1965, el PCCh esgrimió el lema
de “revolución internacional”, convocando al “extenso campo” de Asia, África y
Latinoamérica para rodear las “ciudades internacionales” de Europa Occidental y
Norteamérica, tal como el PCCh había tomado primero el campo y luego derrotó al
Kuomintang en las ciudades durante la Guerra Civil China.
Las organizaciones más violentas del movimiento de los derechos de las personas
negras, como el Movimiento de Acción Revolucionaria y el Panteras Negras
maoísta, tenían el apoyo o estaban directamente influenciadas por el PCCh. El
Movimiento de Acción Revolucionaria abogaba por la revolución violenta y era
considerado una organización extremista peligrosa por la mayor parte de la
sociedad. Fue disuelta en 1969.
Desde su forma hasta sus enseñanzas, las Panteras Negras admiraban al PCCh
como su modelo a seguir, con lemas tales como “el poder político crece del cañón
de un arma” y “todo el poder pertenece al pueblo”. Leer las Citas del presidente Mao
Zedong era obligatorio para todos los miembros. Al igual que el PCCh, las Panteras
Negras abogaban por la revolución violenta. Uno de sus líderes, Eldridge Cleaver,
predijo en 1968 una ola de terror, violencia y guerra de guerrillas. En muchas
reuniones de negros, los participantes agitaban el Pequeño Libro Rojo (Citas del
presidente Mao Zedong). El mar rojo guardaba un sorprendente parecido con las
escenas vistas en China en la misma época. [35]
A pesar de que muchos de los reclamos del movimiento de derechos civiles han
sido aceptados por la mayor parte de la sociedad, la ideología revolucionaria radical
negra no ha desaparecido. Recientemente resurgió como el movimiento Black Lives
Matter (“Las vidas negras importan”). [36]
La gente de todo el mundo anhela la paz, y el pacifismo es un antiguo ideal. En el
siglo XX, personas de gran visión y compasión dedicaron sus esfuerzos a reducir
los malentendidos y el conflicto entre naciones. Debido a circunstancias históricas,
la discriminación racial sí existe en Estados Unidos y en otros países occidentales.
La gente intenta eliminar la discriminación racial a través de la educación, los
medios de comunicación y protestas, todo lo cual es entendible.
Pero el espectro perverso del comunismo se aprovecha de las tendencias
ideológicas y de los conflictos sociales en los países occidentales. Siembra
discordia, incita al odio y crea violencia mientras engaña y manipula a las masas de
personas que inicialmente no albergaban malas intenciones.
Referencias
[1] “An Interview With Trevor Loudon,” Capital Research
Center, https://capitalresearch.org/article/an-interview-with-trevor-loudon/.
The Workers World Party was established in 1959 and is “dedicated to organizing
and fighting for a socialist revolution in the United States and around the world.” For
more information, refer to the following link: “Who are the Workers World Party, the
group who helped organize the Durham Confederate statue
toppling,” http://abc11.com/politics/who-are-the-workers-world-party-and-why-
durham/2314577/.
[2] Karl Marx, Manifesto of the Communist Party (Marx/Engels Internet
Archive), https://www.marxists.org/archive/marx/works/1848/communist-
manifesto/ch04.htm.
[3] A.M. McBriar, Fabian Socialism and English Politics, 1884–1918. (Cambridge:
Cambridge University Press, 1966), p. 9.
[4] Mary Agnes Hamilton, Sidney and Beatrice Webb A Study in Contemporary
Biography (Sampson Low, Marston & Co.
Ltd.). https://archive.org/stream/in.ernet.dli.2015.81184/2015.81184.Sidney-And-
Beatrice-Webb_djvu.txt
[5] Vladimir Ilyich Lenin, “Left-Wing” Communism: an Infantile
Disorder(Marxists.org).
[6] Bernard Shaw, The Intelligent Woman’s Guide to Socialism and
Capitalism (Brentanos Publishers New
York), https://archive.org/details/TheIntelligentWomensGuideToSocialismAndCapit
alism.
[7] Quoted from “The Truth about the American Civil Liberties Union,” Congressional
Record: Proceedings and Debates of the 87the Congress, 1st
session. https://sites.google.com/site/heavenlybanner/aclu.
[8] M. Stanton Evans and Herbert Romerstein, “Introduction,” Stalin’s Secret
Agents: The Subversion of Roosevelt’s Government (New York: Threshold Editions,
2012).

[9] Ibid.

[10] Thomas Schuman, Love Letter to America (Los Angeles: W.I.N. Almanac
Panorama, 1984), pp. 21–46.
[11] Ion Mihai Pacepa, Ronald J. Rychlak, Disinformation (WND Books).
[12] Wang Tseng-tsai, Modern World History (San Min Book Co., Ltd. Taipei, 1994),
pp. 324–329.
[13] Dinesh D’Souza, The Big Lie: Exposing the Nazi Roots of the American
Left (Chicago: Regnery Publishing, 2017), Chapter 7.
[14] Jim Powell, FDR’s Folly: How Roosevelt and His New Deal Prolonged the Great
Depression (New York: Crown Forum, 2003).

[15] Ibid., back cover.


[16] G. Edward Griffin, More Deadly than
War, https://www.youtube.com/watch?v=gOa1foc5IXI.
[17] Nicholas Eberstadt, “The Great Society at 50” (American Enterprise
Institute), http://www.aei.org/publication/the-great-society-at-50/. Another reference
on the consequences of the United States’ high-welfare policy is a book by the same
author: A Nation of Takers: America’s Entitlement Epidemic (Templeton Press,
2012).

[18] Elmer T. Peterson, “This is the Hard Core of Freedom” (The Daily Oklahoman,
1951). This quote has also been attributed to French historian Alexis de Tocqueville.

[19] William L. Lind, Chapter VI, “Further Readings on the Frankfurt School,” in
William L. Lind, ed., Political Correctness: A Short History of an Ideology(Free
Congress Foundation, 2004), p. 4–5. Refer to the text
at: http://www.nationalists.org/pdf/political_correctness_a_short_history_of_an_ide
ology.pdf
[20] William S. Lind, “What is Cultural
Marxism?” http://www.marylandthursdaymeeting.com/Archives/SpecialWebDocum
ents/Cultural.Marxism.htm
[21] Raymond V. Raehn, Chapter II, “The Historical Roots of ‘Political Correctness,’”
in William L. Lind, ed., Political Correctness: A Short History of an Ideology (Free
Congress Foundation, 2004), p. 10.
[22] Shen Han, Huang Feng Zhu, “The Rebel Generation: The Western student
movement in the 1960s” (Refer to Lin Biao’s translated text
at https://www.marxists.org/reference/archive/lin-
biao/1965/09/peoples_war/ch08.htm.

[23] Mikhail Suslov, “The Defense of Peace and the Struggle Against the
Warmongers” (New Century Publishers, February 1950).

[24] Vladimir Bukovsky, “The Peace Movement & the Soviet Union” (Commentary
Magazine, 1982). Refer to the
link: https://www.commentarymagazine.com/articles/the-peace-movement-the-
soviet-union/

[25] Jeffrey G. Barlow, “Moscow and the Peace Movement,” The Backgrounder (The
Heritage Foundation, 1982), p. 5.

[26] Stanislav Lunev, Through the Eyes of the Enemy: The Autobiography of
Stanislav Lunev (Washington D.C.: Regnery Publishing, 1998), p. 74, p. 170.
[27] Robert Chandler, Shadow World: Resurgent Russia, the Global New Left, and
Radical Islam (Washington, D.C.: Regnery Publishing, 2008), p. 389.
[28] Anthony C. Sutton, “Conclusions,” The Best Enemy You Can Buy(Dauphin
Publications, 2014).
[29] Trevor Loudon, The Enemies Within: Communists, Socialists, and Progressives
in the U.S. Congress (Las Vegas: Pacific Freedom Foundation, 2013), pp. 5–14.
[30] “AIM Report: Communists Run Anti-War Movement,” Accuracy in
Media(February 19, 2003), https://www.aim.org/aim-report/aim-report-communists-
run-anti-war-movement/.
[31] G. Edward Griffin, Anarchy U.S. A.: In the Name of Civil Rights (DVD), John
Birch Society.
[32] John Pepper (Joseph Pogani), American Negro Problems (New York: Workers
Library Publishers,
1928), https://www.marxistsfr.org/history/usa/parties/cpusa/1928/nomonth/0000-
pepper-negroproblems.pdf.
[33] James W. Ford and James Allen, The Negroes in a Soviet America (New York:
Workers Library Publishers, 1934), pp. 24–30.
[34] Leonard Patterson, “I Trained in Moscow for Black
Revolution,” https://www.youtube.com/watch?v=GuXQjk4zhZs.
[35] G. Louis Heath, ed., Off the Pigs! The History and Literature of the Black Panther
Party, p. 61.
[36] Thurston Powers, “How Black Lives Matter Is Bringing Back Traditional
Marxism,” The Federalist, http://thefederalist.com/2016/09/28/black-lives-matter-
bringing-back-traditional-marxism/.

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