Venado
Venado
Venado
Darío Medina
Venado de piedra
1996-2013
Sentí que si no escribía una justificación de este Venado de
piedra, no estaría terminado como libro. Habría que hablar entonces
de climas: el de Cabure, mi Acuario de Humo; y el de Coro, la aridez
en donde se me dio escribir Epigramas. Y por supuesto, tanto la
neblina como este lugar por donde pasa un río de piedras, sólo de
piedras, tienen sus personajes. Los de Cabure, vistos por los ojos
del niño que fui, en su fábula; los de Coro ─no sé si más
humanos─, vistos por el hombre que ve en sí mismo, y en el otro, lo
ironizable. Y habría que hablar de esa búsqueda que desde mi
infancia, y entre lo vivido y lo leído, bien puede definirse como ─¿por
qué no?─ metafísica. Y tendría que asumir lo dicho como parte de
los cambios de mi vida y mi escritura. De allí: Acuario de Humo,
Epigramas, De Dios, De la vida: Venado de piedra.
D. M.
Coro, mayo de
2013
Para Josías, Carla, Ángel Darío,
David Alejandro, Óscar Iván
y Miguel Eduardo,
mis hijos.
Profanó el Tofet del valle de Ben
Hinnom, para que nadie hiciera
pasar por el fuego a su hijo o a
su hija en honor de Mólek.
2 R 23 10
Ellos,
Los hijos,
Son el camino,
La verdad y la vida:
El Hijo.
ACUARIO DE HUMO
Con Alfredo Madriz
Gamboa
y Elsie López Loyo.
La espléndida imaginación de estas gentes
ha creado la leyenda del venado de piedra,
que por más disparos que se le hagan
jamás lo matan…
Agustín García, Urupagua,1932.
JACOBO DA VARAGINE,
“Leggenda Aurea”, CLVI
Jorge Guillén
Rosario
No había nacido
Andaba en penumbras
con los animales del patio
y el aliento de la hierbabuena
Mi padre
un señor emplumado
un gallo más
La vida llegaría
con Usted
que con su cuerpo
Disueltos aquí.
Neblinas.
En los viajes de la casa
las puertas no dan a la calle
Corren a la sala
o qué sé yo
al patio
De la sala al zaguán
mudan de piel
los ladrillos
Me hundo
en sus sueños
Y volviéndose
un perro pequeño
perra encantada
la noche
Había que estarse ahí, con los párpados abiertos
y atravesados por la lengua de la vela que fluía
diminuta y hacedora de imágenes.
La viva imagen
Venado de piedra
Mi tía
la que guarda las manos en bolsillos profundos
se oculta a todos
menos a mí
De Isabel
apenas si recuerdo la imagen
de una anciana encorvada
sigilosa
seguida por su sombra
Afuera el poste dejaba caer su luz amarilla y lerda sobre los giros
de la neblina.
Pero esa noche la muchacha grande dijo que nadie iba a salir
a buscar piedritas o ramas por donde daba miedo, sino que los tres
nos íbamos a quedar adentro, pues las penitencias serían
ahora diferentes.
Sentí pánico.
Sí
desde que ella nos habita
no hay lugar de la casa donde no se sienta
miedo
Uno
con los ojos clavados allá en el techo
El otro
imaginando seretones y duendes de cal
Acuérdate.
Por lo demás
¿cómo explicarse que oscureciera
su mirada para atravesar la neblina?
Con el tiempo
yo me iría con la imagen
de Cachano
─A panales de miel
y cera.
Fueron los hombres del gobierno. Ya los tenía obstinados con tanta
información que seguramente comenzó a venderles por esos días
en que casi ni portaba por la casa: que si los guerrilleros estaban
por el lado de El Cantón, que si ayer los habían visto por Las
Pailitas, que si por La Candelaria...
que no dejan
de perforar
─entre oraciones
y sahumerios─
trece barajas
hoy,
Martes 13.
Y tal vez fue por eso que esa muchacha se metió a vagabunda, diría
el señor del juzgado; para después agregar que nada de raro tendría
que en cualquier momento, y luego de buscar que la sacaran
del pueblo, ella fuera a parar a un botiquín de ciudad, en donde
a lo mejor hasta la mataban.
Hoy llueve
en el mar, en la laguna…
I
Es el tonto del pueblo
y no suelta esa frase:
Yo sólo sé que no sé
nada.
II
Fue a Coro
y vino preocupado con eso
que le oyó decir a alguien sobre
la mala suerte:
I
Persiste en ser imagen
o resumen palpable
de esos sueños
que mujeres y hombres
arrojan a su puerta
Desde zaguán
púlpito
cielo
Haber nacido
para ser escándalo
escarnio
de aquella familia
Ser en la mañana
los deterioros ocultos
del hombre
Y el cuerpo de Cristo
que no cesa…
II
Al incienso
donde la voz del Padre
le recuerda…
III
Un brillo de golondrinas
lo recupera
Asciende
El cerro se inclina para sentir
la dignidad
de su ropa lavada con verbena
paraparas
y el blanco purísimo del almidón…
IV
Estoy delirando
Soy otro
El que se aleja
de las sentencias bíblicas
El Cantar de los cantares
Los Salmos
El que espera
las peregrinaciones
el éxodo
Viaje a lo desconocido
en cierto libro mágico
Y…
VI
Hay una palabra
que quiere revelar
su sentido
ni ha de ser
La Palabra de Dios
Padre.
Pero esto no era lo único que nos molestaba: ahí estaba su tamaño
enorme, los pellejos gordos de sus brazos, su voz ronca, y su nariz;
sobre todo su nariz allá arriba, con esos dos huecos oliendo a uno
hasta en los sueños.
Entonces lo supimos:
En el desandar de tu memoria.
I
A este pueblo le están pasando cosas que asustan.
Primero se nos presenta con un cielo empedrado como cuando
alguien está a punto de morirse. Luego, un vientecito desata
un incendio por el cerro de Curumo. Después, a un fin-fin
se le ocurre cantar en el techo de la iglesia, cuando todo el mundo
está oyendo misa. Y ahora pasa el rumor de que estas cosas
son los anuncios de lo que viene.
─¿Y qué viene?─pregunta Felicia, que está rizando papel crepé
para hacerle flores a los santos.
─Eso que regó alguien por ahí ─contesta Anselma con la voz casi
apagada. ─Eso... ¿Usted no oyó el fin-fin esta mañana? ¿No vio
encenderse el cerro? Estas cosas no traen nada bueno ─termina,
mientras en la calle la gente comienza andar como azorada.
II
III
Eva,
Juanota,
Rita,
Quilo,
Milady,
Facha.
Mis hermanas
en sus nombres
Y
─¿escritura
de los sueños?─
Sobrenombres.
Pichón de araña.
Ana:
La única imagen de Dios que se conserva intacta en esta casa,
la carga María. Las demás se han ido borrando con el humo
de las velas, o con las suciedades de golondrinas y palomas
allá en la iglesia. Sólo María sostiene la imagen sagrada,
hecha de palabras que va diciendo de aquí para allá, de allá
para acá...
María:
El nombre de Dios tiene la forma de las cosas
que voy tocando, el olor que voy sintiendo. Yo lo tengo
presente en mi cuerpo, cuando me quemo a siete pasos
de aquí, en la cocina; o a nueve, si la mucha lluvia
cubre de lama los ladrillos del patio y puedo resbalar
y caerme...
Ocario:
Papá me dijo que se las cuidara, pues el día menos pensado...
Ana:
Primero fue algo así como “Dios en esta casa”, cuando
ese hombre entró con el pantalón abultándosele en esa parte
donde siempre se está pasando la mano, y yo tratando de no
mirar para que no comiencen a correrme sudores fríos por
las piernas, y empiece a imaginar cómo Dios se está borrando
en las paredes de la casa, y cómo lo están ensuciando las
palomas y golondrinas allá en la iglesia, mientras María
pasa como si nada.
María:
Me han hablado de horas; me han hablado de días; me han
hablado de noches. Las horas se me enredan, y no sabría decir
en estos momentos cuál de ellas es, aunque ésta debe estar entre
el olor de las brasas que hacen el almuerzo, y el olor de las
brasas que tuestan el café. Esta hora debe andar por la tarde.
Esa parte del día que llega después, mucho después de haberme
dejado él...
Ana:
Yo me pongo a rezar todos los días. Pero es como si me
faltaran fuerzas, y las palabras, en vez de decir las cosas
que voy diciendo, comenzaran a devolverse y a decir otras.
Entonces me miro desnuda y siento que no es por Dios
que rezo; es por no caer en lo que Ocario ni María
me van a perdonar...
María:
Sucede en el silencio, por la noche, cuando él llega a mi
cuarto con su respiración entrecortada y borra los nombres
de Ocario, Ana, Dios en mi cuerpo.
En mi reloj
hay varios siglos
por encima del tuyo
Por favor
no me preguntes
la hora…
El colorao.
II
III
IV
VI
No voy a esperar que se acabe otro año con tantos días que sólo
sirven para que lleguen las tardes, y yo, viéndola a pesar
de la neblina o la penumbra que deja el sol después de las seis.
II
III
Música de muertos
(¿cómo sobrenombre?)
Músico de Dios…
─¿Como sobrenombre?
Y Federico, alarmado,
responde
─Desde luego que no.
La imagen de la madre
de mi madre,
Machoncha,
se detiene en la fotografía
de su belleza perfilada,
blanca,
blanca.
o más bien
imágenes
de animales
Sus palabras
(viejos
animales
domésticos)
(se espulgan
bostezan)
II
En sus palabras
¿memoria
o hálito?
Piensas
sin embargo
que es en tu escritura
donde suceden las apariciones.
el caballo de mi tío
Adán,
Papadán,
adormece su furia
desbocada.
Grieta
de neblina
en la media noche.
Aparecido.
II
En palabras jiraharas,
hoy
neblinas,
andan los pájaros.
Llega de gris y con el hombro izquierdo caído.
En jaulas de madera
y tela metálica
giran cantos
de gallos:
gallos, gallos,
gallos:
ahuyentan la penumbra
de la siesta.
Sílabas
en el silencio
de Dios
Yo he visto a mi padre fijar sus ojos,
buscarse,
en las líneas azules
de sus manos.
Lo he sentido extraviarse.
Mi padre,
hijo de carpintero,
grabó entonces su diestra
en un trozo de ceiba.
De árbol.
Entrar en el guay
Descifrar su imagen
múltiple
Su savia
El árbol viaja,
¿y quién me dice
que no hay esencia de árboles
en el río evaporado de la neblina?
Si para ti es el viaje,
ha de ser en la esencia
del árbol de la vida.
Entrar en la ceiba
del alba
Aquí,
donde todo
sucede,
todo lo borra
la neblina.
Acuario de humo.
Con la vida no me dieron el sentido de la vida.
Con Antonio
Cabezas
y Berta Vega.
El espíritu maligno ─dice Quevedo en su
Introducción a la vida devota─ se deleita en
la tristeza y melancolía por cuanto es triste
y melancólico, y lo será eternamente.
Citado por Rubén Darío
Y va de epígrafe:
I
Cuídate del epígrafe.
II
Cuídate de un epígrafe de,
por ejemplo, Julio Camba o
Leonardo Sciascia:
La prosa no perdona.
─Sus prosas.
III
¿Y si fuera de Kafka?
─¿Hacha?
IV
Cervantes
Yo sé que el milagro
sucede siempre
Pero elijo
(como todo
buen cobarde)
la costumbre.
II
¿En lo oscuro?
No
En la transparencia
andan sus laberintos
Lo difícil.
II
Jorge Guillén:
Al aire
de tu vuelo,
Aire nuestro.)
III
No,
el aire.
Cada mañana
la costumbre me impone
su memoria
Borra el misterio
que es
que soy
cada mañana
Si lleno de oscuridades
mi escritura,
no vemos.
¿Y a pesar de esto
ellos la piensan
por mí?
Si me pienso barro
Si en el barro descubro
el pálpito
de mi propia
vida
Andaré al margen
de aquella sentencia
que nombra en mi polvo
la nada.
Leemos la Biblia.
Si modelas el barro
transformas
Me da su sabiduría,
¿y qué recibo?
D. M., Ecos
Escribo,
y si lo que escribo
no suena bien,
no dice.
Reescribo.
II
Lo oigo en la música.
SÓCRATES. ─Filosofar
es aprender a morir.
Casi no quedo.
Aquí los médanos
(mareas
del
verano)
borran la memoria
de Río Seco.
Allá la lluvia
¿agua
o
manare?
muda de piel,
viaja
en el río
evaporado
de la neblina.
Por eso
algunos
prefieren no serlo
o el encanto
de su belleza breve.
En tu lectura,
quien más se aburre
es el libro.
Sin pensar en Marcial
escribía epigramas
buscando salvarse
del poeta
No tanto
de lo que dice.
Te cuidas
de lo que calla.
Para que no ridiculicen
tu memoria
enterraré contigo
tus poemas.
Epigramas,
lectura de analfabetas.
mientras
bostezo leyéndolos
camarada.
Mientras halagas la ironía
que escribo
(cómo escribirte
un epigrama)
manipulas al ingenuo
que soy
(cómo no escribirme
epigramas).
Más que un poeta
menor
fue
como tantos
un poeta menos.
Pudo no haber escrito
aquel epigrama,
Pompas fúnebres.
II
─Te felicito,
ya lo publicaste.
II
y sólo el niño
─y a veces la ironía─
lo mira.
Lo dice.
II
El cuerpo de la luna
Pulverizándose sobre
Las salinas
Por
El mes de noviembre
Salen a penar
En forma de cocuyos
¿Un epigrama?
Algo que mata a alguien
en mí
cuando lo escribo.
No habita sus nueve círculos;
vive en mi casa.
No arden en sus palabras brasas de azufre;
en la plegaria arma sus trampas.
Lo delata tu rostro:
su máscara.
Y qué podría decir un epigrama
que no tenga la frescura
de un epitafio del Antiguo Egipto.
Sin la esperanza del infierno
no era tu muerte
lo que más esperaba.
Sin embargo,
por algo se empieza.
Epigrama:
Navaja
de afeitar
quien lo escribe.
Si he perdido lo que perdí
por lo que soy,
me he ganado a mí mismo.
Pero el otro
─ése─
ya escribió el epigrama.
La sombra del guayacán
se derrama sobre
el diablo.
(Fluye en el tronco
el ojo de agua
de la serpiente.
Sucede
la siesta
del diablo.
Si no estoy
en la palabra
que doy,
¿soy?
II
Cuestión de honor.
De
Palabra.
III
IV
La palabra
Para decir
sin decirnos.
sospechoso.
El profesional de la acusación
entre nosotros, puede que no llegue
a Führer, pero sí, a diputado.
Lucero, Torquemada,
Nombres de fuego
sagrado.
Inquisidores.
II
San Francisco
de Paula,
San Francisco
de Asís,
¿Fuegos fatuos?
Jorge Manrique
He muerto en todo
lo que he sido
Luego
¿Cualquiera
tiempo pasado
fue mejor?
II
Como tantas
esta muerte no me toca
En mí
III
A-I
No es lo mismo,
uno:
que tu palabra diga la verdad,
que la verdad,
dos,
se diga en tu palabra.
II
III
Leyendo el Quijote
se dijo:
Alcanzarás su sabiduría
cuando logres que la vida
llegue a ser en ti
─como
la palabra en el poema
de San Juan de la Cruz─
amada en el amado transformada!
─Sólo la figura.
─¿En Borges,
Unamuno,
Avellaneda?
─No:
Don Quijote
en la Escritura,
todo cordura.
Triste figura.
II
Mis ojos
en tu escritura
Fiesta
del logos
Lectura
I
Verdad cristiana
¿Mentira piadosa?
II
No se puede creer
en lo que no existe
Sólo Dios
desde luego
es la excepción.
III
¿Dios?
Sombra gastada del Verbo.
Lope de Vega
Dios
en mi escritura?
¿Será Él
tanto en mí?
¿Seré yo
tanto en Él?
y estás
todavía
en este mundo?
No entiendo.
Quevedo
Quevedo:
y que todos en él somos farsantes…
Anónimo:
¿Farsantes con Quevedo: Fray Luis de León,
Lope de Vega, Luis de Góngora?
¿Y si el estilo es el hombre,
Quevedo,
farsante?
II
Qué extraño
¿no?
Envidia la alegría
que le da mi libro.
III
Que el resentimiento
no sea lo que en mí
escriba.
IV
El resentimiento,
que no sabe leer.
Salto de rana
en un charco: sintaxis
húmeda,
¿haykú?
I
II
Lo que se alaba
se echa a perder.
Y decía también:
Antonio Machado
A. M.
Si no me ves,
no eres.
D. M.
B-I
Digo,
II
AGAMENÓN. ─Conforme.
El PORQUERO. ─No me convence.”
III
Proverbios y cantares
en García Bacca,
con García Bacca.
IV
La verdad
que se piensa
y se canta
al buscar la Verdad.
C-I
II
La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.
Antonio Machado
III
IV
III
─Antonio, Manuel─,
¿cuál
pudo haber sido Caín,
cuál Abel?
─ Sería la respuesta,
como la pregunta,
cruel.
IV
Confiamos
en que no será verdad
nada de lo que pensamos.
Juan de Mairena
D
“Viva la muerte.”
“Muera la inteligencia.”
E-I
─Imaginar,
en un evangelio
apócrifo,
un diálogo entre
Zaratustra
y Juan de Mairena.
─Quizás no sería
ni siquiera imaginable.
II
el otro nombre
de Machado,
el más profundo:
Guiomar?
Leo la voz de Antonio Porchia
que dice:
Y,
Pienso:
Aquí hay algo más que Jesús.
Alfonso Reyes
Saberse torpe
ante la prosa de Alfonso Reyes,
es ser inteligente.
Ante tu prosa,
saberse inteligente,
deprime.
II
Ill
Qué sé yo si en el fondo
lo que más me acerca al misterio
no es la palabra y su sentido
sino el ritmo de la escritura,
su tránsito.
IV
Oscar Wilde
Cuento de Navidad
El mundo está lleno de tipos así. Usa el pelo largo y canoso como un
hippy viejo o un linyera. No tiene familia. Le faltan dientes. Si Jesús
hubiera llegado soltero a los cincuenta, se parecería a él. De vez en
cuando los muchachos le pagan un vino para escucharlo hablar en
arameo. El problema es el barrio, la solidaridad de esquina. El día de
Nochebuena se esconde para evitar que le festejen el cumpleaños
en vez de crucificarlo decentemente, como a otros más afortunados.
El bien es triste.
D. M.
I
Como tantos fracasados
tú también buscaste
tu primer triunfo:
ser mártir,
y fracasaste.
II
Como tantos fracasados
tú también buscaste
esa forma última
de fracaso:
ser mártir.
Jorge Guillén
Negaron el presente
─aire nuestro─
la vida.
(A Flor Smith)
Borges
en toda escritura
que no sea
Borges.
II
Sólo en él
es Borges.
Y la de ésta, mi palabra,
Si se escribe un ensayo
no sólo se estará
escribiendo
ese
ensayo
Se escribe también
lo que es
y debe ser
El ensayo
II
M. P. S.
III
Si sabe escribir.
Se dice narrador,
ensayista,
Poeta.
¿Estarán vivas
las palabras
¿Lo estarán
de Cernuda leíste?
Pablo Neruda
El húmedo de madera
atraviesa la Malá Strana
y siente el hechizo
de Jan Neruda
creador
de vampiros
Oscuro de lluvia
Enlutado
II
¿Y el poeta lo repite
para justificar con literatura
las purgas de Stalin?
III
(invierno
verano)
y cenizas titubeantes
Animales tímidos
que se desvanecen
encendida
fluvial.
IV
Isla de Pascua
Allí el misterio
Diseminó sus piedras
Sílabas de su silencio
Y no eres tú
Es Rapa Nui
Quien interroga.
Punto
P. N.
De la naturaleza
de las cosas,
Hojas
de hierba.
Citas, D. M.
II
Si el poder te permite
opinar sobre todo,
la ignorancia no te impide
opinar sobre más.
Lezama Lima
A-I
La palabra deshabitada
cuando aún no había dado
con tu imagen
Y la noche
engendrada en el vientre
de un animal solitario
andrógino
En un golpe de dados
tiende fragmentos de su imán
Paradiso
II
Abres tu baúl
y ya eres el duende
Que transita
hacia otro espacio
Donde Lezama
te conjura
Trazando imágenes
de azufre
Sobre un rectángulo
de agua
suceda
… la solear…
Ese cantar tan sencillo
que nadie sabe cantar.
Manuel Machado
En la sabiduría
del miedo, rezan:
N. ─Perdóname Señor
por haberme sentado
a la mesa de los impíos
Y haber disfrutado
de sus banquetes
y discursos
En ella Te invoco
El qué dirán
Octavio Paz
Tu escritura,
cuántas
veces
palabras blancas.
y te diré
si eres.
II
¿Al leer,
Se distrae tu palabra
en la palabra del otro
Y deja de ser?
III
Juan Nuño
A-I
Tu ironía
se queda sola
En su círculo
se muerde la cola
Suicida
II
Si no es vulgar,
tu ironía no ofende:
seduce.
Cuestión de elegancia.
Crimen perfecto.
─Forma
sobre
fondo.
─Mozart.
II
(Así lo afirma
─lo vive,
III
La forma
Lo que la mejor
literatura busca decir
La música
Bien visto,
Don Juan es una puta.
Hoy estará
en su escritura.
¿O acaso
será sólo
sombra
en mi lectura?
Rafael José Álvarez
Álvarez
Palabra duende
que aparece
anda
y desanda
en esa otra
palabra
encantada
en esa
lectura
Gerbasi en Canoabo.
Hoy,
en mi lectura,
su voz es la sintaxis
de su escritura.
Eudes
La degusto,
y te doy
las gracias.
I
En política, si no se miente,
no se es de verdad.
II
Un filósofo (y no taoísta).
Responde siempre
lo que
es
y no las preguntas…
III
D. M. ─De la sabiduría
política:
¿Platón y
Confucio?
H. T. ─Lenin
y
Juan Vicente Gómez.
IV
A-I
II
Hombre:
animal
D. M. Homo Sapiens
III
Yahoo.
Jonathan Swft,
¿En
El jardín de las dudas
El jardinero de Voltaire?
. A VOLTAIRE
II
Escribe epigramas;
luego,
con Voltaire.
D. M.
En la sabia lectura
de Borges,
Jardinero,
Y en la de Alfonso Reyes,
Caridad…
─Que no de Rousseau.
A-I
Luciano
II
Y es
B-I
II
─Moros:
Necio.
─Utopía:
¿Necedad?
Darío
Escribo mi nombre
y no me leo en él.
Son doce
seis de cada lado
Un blanco amarillento
borra las escasas pelusas
de sus cabezotas
Sentados
desnudos
sin sexo
Ángeles caídos
que nada dicen
Y se vuelven pájaros
desplumados por la costumbre
de un solo árbol
Un árbol gris
En la pesadilla
que en mis noches
persiste.
Después de todo
─y asumiéndome ya
en el olvido─
te escribiré un mal
epigrama:
que,
Cuerpo frío
Escarcha
de Dios
Imagen
bella
Para el olvido
Con ella,
Un no
sé qué
Te nombre
De los cinco sentidos
sólo el sexto
(excusa
del polvo)
nos separa
borró tu
nombre
No está mal
Pienso en ese animal
que dormido tiembla
en tu cuerpo
De mis conjuros
se alimenta
Y ya despertará
con su nombre
preciso
En el preciso
Instante
Del tránsito.
Sus Nocturnos
borraron
tu nombre
Nocturno
Cuando en el sabor
húmedo
llegamos a ser
uno
Te quiere en su palabra.
En ella,
donde quizá
nadie haya sido.
Una voz.
Amanezco
deseando a alguien.
Invento su cuerpo,
su palabra.
Despierto de nuevo,
Húmeda.
Raquel Tirado
Su palabra
¿Callada?
En el silencio intenso
Tu piel.
En mi boca,
el sabor húmedo
de tus bocas.
Afuera pueden arder las sombras
de los transeúntes
Y no se sorprenda usted
si en el solar es sólo
un charco
mi enemigo predica
II
Mi odio hunde en mí
a mi enemigo
III
(Vivimos
de descuartizarnos
Por la cruz
que le dimos
Cristo
es nuestro Dios)
IV
He dejado de odiarlos
(Ya no me esclavizan)
Me deshice
de mis enemigos
en mí
Epigramas
por venir
I
literatura infantil.
II
literatura infantil?
III
IV
─Si no fuera
por sus enemigos,
claro está,
no escribiría epigramas.
aquél,
el de la envidia.
Desde aquel postigo un ojo se asoma
entre párpados desgastados
por la resolana
Y nadie sabe
Y en este mismo
instante
En aquel tiempo
un caballo de fuego
apagó su cuerpo en al neblina
Hoy vuelve
Te defines
Te odio y te quiero,
Te canta el bolero.
Y a ti,
eso te da igual.
Fuiste transfigurada
por el epigrama de Catulo
Estuvo detenida
en mi casa
Cuando su palabra
comenzaba a ser
Lo que hoy
─Salmo
subversivo,
Lydda─
Es.
II
No escribiré
en contra de ti,
Si no que celebraré
a alguien de verdad:
Otilio Galíndez
en
su verdad:
Digo
─y no es un decir─:
No hay epigramas.
Con mi sonrisa.
En el techo de la cárcel,
aquella noche,
el gato verde
de Andrés Eloy
Blanco.
I
II
Y asumieras
Esa dimensión
en poesía:
Jorge Guillén.
El poeta
más él
que conozco.
III
II
En la
Noche
oscura
¿Sombra gastada
del Verbo?
Lámpara oscura
de la casa
Castillo
interior
Morada
III
decirse en el otro,
con
el otro.
Aquí los recuerdos pesan
Recobran su memoria
los espejos
Edgar Méndez
Por la noche soltaban sus peces
en aquel enorme acuario
de humo
Neblinas
Eran ellos
Orumos
Pardillos
Araguanes
Poblando la mirada
El séptimo día
Y en lugar de la palabra
en la escritura,
Dice.
J. ─¿Ese ruido que es Dios en toda palabra
que no sea
Llama de amor viva en Noche
oscura?
G. ─El no sé qué
de
Cántico espiritual
o del poeta
que en el poema
sabe callar.
El solar no fue poblado por mil y una noches,
ni hubo parche de pirata en el ojo izquierdo
del manare, cuando, como un asta verde,
atravesaba el pozo,
mientras su lengua
olisqueaba el planeo de caballitos mandingas.
Paulo Coelho
Sabiduría deshuesada
para dentaduras débiles
Ambrose Bierce
II
─Oír lo único.
─A Elis Regina.
Si un mediocre lo es
entre
otras cosas
porque no lo sabe,
A-I
─Estupidez: forma
común de ser bueno.
─¿Alonso Quijano
visto con anteojos
del Padre Gaetano?
II
Alonso Quijano
el bueno,
Cristiano.
¿Del hermano
Francisco,
Hermano?
¿O en sano
juicio
Familiar del
Santo Oficio?
Su Santa
Inquisición,
Su Santa
Hermandad,
Todo modo.
C-I
¿Lectura metafísica?
La de la escritura de Sciascia
de la escritura de Borges
II
II
Sólo se le dice
a quien tiene
algo que decir.
Por ejemplo:
Cervantes le dice
a Borges
y Borges le dice
a Sciascia.
y al leerlos,
II
Rebuzno
III
De la que me salvé:
de ser quien eres.
El sin él
Lichtenberg
Un Lichtenberg:
O un Borges.
II
que se encargan
de decir cosas
que,
tal vez,
pudo no haber dicho:
III
Imaginar,
de los aforismos
de Lichtenberg,
esas lecturas:
Schopenhauer,
Nietzsche, Karl Kraus…
IV
Su Temor y temblor:
Ser leído,
no por Kierkegaard,
VI
De tus aforismos,
ni los sueños
ni Dios.
Sumo
Sueño.
VII
La Gioconda de Lichtenberg.
VIII
Qué extraño
(¿o no
tan extraño?):
es la misma
que hace
IX
Sí, Lichtenberg,
cuando Dios,
el eterno, existía.
Para burlarse
de sí mismo
(al menos
eso creo)
En la oscuridad
de Góngora,
en las metáforas
del
Príncipe
de la Tinieblas,
está la mitología
que dice.
II
José Bianco
II
─y es una lástima─
III
¿De allí
tal vez
─y para decirlo con Rubén
Darío─
IV
El ángel
de las tinieblas
¿Y tus epigramas
contra
nosotros los poetas,
no serán sólo
contra Rubén
Darío,
El mediocre comienza
─y su reino no tendrá fin─
con la obra.
─Del epigrama
como
resentimiento.
no:
De la ironía a la plenitud?
En tu palabra no hay nadie.
En la ironía
le digo
Borges
y él me respondo
Darío.
¿Y esas:
su escritura,
mi escritura?
a
Epigramas.
Sólo si disuelve
la Palabra,
será
El epigrama.
II
El epigrama,
sino en levísima
ironía
compartida,
Shandy.
III
Juego de voces:
─Y la tuya, lector.
De
Las mil y una noches.
II
de Joyce.
II
y,
sonriendo,
dice:
Del hombre,
con amor,
para el hombre.)
III
IV
de caricaturas
de políticos,
escribe:
En el espejo
está la imagen
de quien te crees;
en tu caricatura,
el que eres.)
El médico que
en la Segunda
Guerra Mundial
Ellos,
Siempre en el desencuentro.
─ ...
I
II
(Ellos,
Los hijos,
Son el camino,
La verdad y la vida:
El Hijo.
D. M.)
III
IV
los epigramas
helenísticos
II
III
Persio,
el satírico
estoico
¿Y contra
Nerón?
el rey Midas tiene orejas de asno…
A ti,
te lee en Marcial.
A él
─con Alejandro
y Julio César─,
en Homero.
I
y ni siquiera te toma
en cuenta?
Eres su esclavo
─Poeta
II
─¿Sabía Maldelstam
─Lo sabía.
III
Vivo,
¿a quién debo este honor?
Nadezhda Mandelstam
Montaigne
A ─Soy
si en mí
Pascal se abisma.
Su pudor.
II
pero sí
─y de allí tu escéptica plenitud─,
¿En mi egocentrismo
me burlo de mí mismo?
Ese tú
de mis epigramas
es casi siempre
un yo.
¿”Yo me celebro
y yo me canto”?
I
¿Y en el epigrama
de la hipocresía
tú me entenderías?
II
¿Y en el de ser
de verdad
en esta búsqueda
─Epigramas─
de mi verdad?
Epigrama
Si tú mismo
así te nombras,
la escritura de Guimaraes
Rosa
buscaba
Y la palabra,
río abajo,
río afuera,
río adentro,
─ el río.
A-I
II
Puede que el demonio
de Sócrates
Leyendo
el original
Entienda la traducción.
─Toda traducción.
III
IV
En la traducción
de un epigrama
está su epitafio.
Ezra Pound
Borges
Chuagn Tzu
Erasmo
A-I
II
en su propio
Elogio.
─Leer
Venado de piedra
desde
Elogio de la locura.
─¿Y desde
Cándido?
II
─Leer.
─Leerse.
Si se escribe
Y no
necesariamente
La Verdad
(Terrible
hermosa)
La Biblia.
No vives en tu escritura.
Si acaso,
como espectro,
Desandas en ella.
El que habla, no sabe;
el que sabe, no habla.
Así dijo.
Así hablaba
Lao Tse.
(¿Y si sólo existes
en la medida
de lo que dices?)
Si no sabes callar,
no me hables.
En la calle Zamora espantan,
por Dios que espantan,
La de Mozart
oída
por Shopenhauer.
NIETZSCHE. ─Viven
y están como alquilados
a otra cosa.
Eres.
¿Eres?
El único y su propiedad.
Si la ironía lo necesita,
Dios puede que exista.
─¿Enloquecería Nietzsche
de tanto imaginarse
Zaratustra?
Nietzsche.
A Dios, i. m.
Es lamentable que Jesucristo no haya vivido
más, tal vez habría sido el primero en renegar
de su doctrina, y quizás habría aprendido
a reír y habría llorado menos.
Nietzsche
¿Es polvo la palabra que sentencia:
Polvo eres y en polvo te convertirás?
de Heráclito,
Aristóteles lo llamó
El oscuro.
El hombre se retira entonces de la infinitud
del horizonte, replegándose sobre sí mismo,
y se encierra dentro del más reducido recinto
egoísta, donde está condenado a secarse y
a atrofiarse. Allí es probable que llegue a ser
inteligente, pero nunca sabio.
Nietzsche
─¿”…como quien descifra
el humus
del alba”?
en la palabra
del humus
humilde
al alba.
Decía Borges de Bioy Casares
Precaución
Animales
en la vía
Ánimas de Guasare.
¿Extraterrestres?
Ya estuvieron aquí:
Platón y Cristo.
Y con ellos,
Rimbaud:
y Ambrose Bierce,
en su Diccionario,
los junta.
(A Noé Jiménez)
I
II
No fui ni seré…
¿Y cómo es que soy?
Alfredo Coronado,
de Cabure,
entregues a otros.
II
III
y que,
por pura convicción,
ejercemos.
Marcial
En una gota
de ámbar,
tu epigrama.
I
II
Fe de vida,
Jorge Guillén.
I
II
III
IV
El Sócrates de Jenofonte,
el de Platón,
el de Aristófanes.
II
El único y su propiedad.
Nota del
2 de mayo de 2006
II
Y si me publican
Venado
de piedra,
¿qué
vivo?
2 de mayo de 2013
III
IV
3 de mayo de 2013
Mejor dicho: alguien los vio, y me lo cuenta con palabras tan llenas
de sus apariciones, que estoy por creer que él mismo es uno
de ellos: un duende que me enmantilla y comienza a llevarme
hacia el encanto.
Soy entonces Evaristo Navarro. Y recuerdo una vez que venía
con mi carrito de pote y alambre cuando, de pronto, sentí un ruido
que no era del carro; un ruido que nunca había escuchado. Me paré,
y el ruido paró; volví a seguir, y el ruido siguió. Y así, hasta llegar
el momento en que se reventó (cosa rara porque era nuevo)
el alambre. Yo abandoné el carrito; pero ahora me seguían unos
pasos. Menos mal que en eso conseguí a mis hermanos jugando
metra y olvidé todo lo que había oído.
Pero una vez yo estaba cerrando el gallinero y una prima vio cómo,
de un solo golpe, quedé desnudo. Cuando volví a la casa, ya ella
lo había contado; pero sólo se lo creyeron al verme entrar descalzo,
con los talones vueltos hacia delante.
Y fue por eso, por la vaina de los duendes, que me vine para Coro
y no los he vuelto a ver.
Pero ahora quiero verlos, ya que otro señor me dijo: ellos no son
mala gente; son seres que no han sido bautizados. Si tú le rezas,
se van.
Esa verdad;
toda verdad,
en ti, es falsa.
II
Es más verdad.
III
La verdad es verdad
o mentira,
de acuerdo a cómo
se diga.
La música no miente.
B-I
II
III
La sabiduría,
La sabiduría
─o lo que quizá sea
lo mismo, el encanto─
no.
II
Si no se hace paradoja;
si no juega
con la verdad que dice,
El encanto.
I
en el tiempo encantado.
II
en el tiempo encantado.
Si soy la palabra
que digo,
Si se escribe un epigrama
no sólo se estará
escribiendo
ese
epigrama
Se escribe también
lo que es
y debe ser
El epigrama
II
Palabra:
Navaja
de afeitar
quien la escribe.
Que Cristo no hiciera
con determinado fin sus milagros;
algo
─¿qué,
lo real?─
desaparece.
Necesariamente.
II
Si sé que son,
no sé que soy.
DE DIOS
I
II
III
II
Epigrama
sonrisa luzbélica
y por ello
distancia
¿búsqueda de Dios?
III
Si al Nazareno se le venera
por lo que dice,
Mi epigrama:
No se puede creer
en lo que no existe
Sólo Dios
desde luego
es la excepción
Pitigrilli:
Blake:
II
─¿Encontrar a Dios
es hacerse las preguntas
que Dios le hizo a Job?
─Es, quizás,
descubrirse en la dimensión
de esas preguntas
y adentrarse
en sus imposibles respuestas.
III
¿Verdad de vida?
(Con Él,
si no es salmo,
toda piedra es escándalo.
Con Él,
los lirios del campo
son la sabiduría
¿De Él
una sola palabra
bastará para sanarme?
Si escribes el nombre secreto
de Dios,
Dios se escribe.
Te escribes.
Si ha de revelarse
que sea aquí
En el polvo
que aún
no soy
¿Mejor que negar a Dios
es embellecer el nombre
de Dios en la escritura?
Respiras.
¿Mi verdad? No la escribo,
La escucho: Bach, Mozart…
¡Plenitud de plenitudes y todo plenitud!
Miguel de Unamuno
Si la vida es,
qué no puede ser.
D. M.
I
en Bach,
¿ha sido?
II
─Él,
alcanzó el silencio místico.
─Ella,
se detiene en la música,
su plenitud.
La pregunta sobre
Dios
─¿Dios?─
que la palabra
de Dios.
El árbol de la vida que busco
en mi escritura,
germina
en tu cuerpo.
─¿Sólo si le dice a Sócrates,
dice
mi palabra?
¿Sólo si le dice
a Cristo?
yo sabría
de dónde vengo.
Luego,
no tendrían sentido
mis preguntas.
Yo no tendría sentido.
Hoy estás bella
(como siempre)
de otra manera
¿Dios?
Una respuesta
para aquellos que no se preguntan.
¿Y cómo podrían descubrirse
en la plenitud de este mundo
Sócrates y Cristo,
Haydn, Beethoven,
Dvorak,
Ella Fitzgerald?
Mi más allá se ha hecho
certeza:
sabor y saber
en la miel blanca
de tu cuerpo.
Oír música es como oír
a un hombre sabio
que en verdad lo fuera.
─siguiendo a Pitágoras─
Z ─¿Alguien vivo
antes de la vida?
Carolina
mi primera verdad.
Darío Medina, Coro, estado Falcón, 1952. Su infancia y adolescencia
transcurrieron en Cabure, pueblo serrano, su pueblo. Ha publicado
varios libros, de los cuales se ha permitido reescribir (cree en la
reescritura como depuración no sólo verbal) algunos de los textos
que hoy aparecen, junto a los inéditos, en este Venado de piedra:
Metamorfosis de su vida y su escritura...
Y ─¿por qué no?─ plenitud: