Proyeccion y Folklore
Proyeccion y Folklore
Proyeccion y Folklore
INTRODUCCIÓN:
En América Latina desde 1950 a 1960 aproximadamente, comenzó el interés por los ballets folklóricos, y
de hecho fue él período en que aparecieron los mas significativos “ballets nacionales”: Ballet Folklórico
de México de Amalia Hernández en México y el Ballet Folklórico Argentino de Santiago Ayala “El
Chúcaro” en Argentina. El turismo tuvo y tiene todavía gran incumbencia en el impulso de esta actividad y
algunos atribuyen la influencia del Ballet Moiseyev en su gira latinoamericana, del cual podemos decir:
Que Igor Moiseyev fue graduado en el ballet del Teatro Bolshói en 1924, donde bailó hasta 1939. En 1936
se le encargó la dirección del Teatro de Arte Folklórico de Moscú, y al año siguiente fundó el primer
conjunto de este tipo en la Unión Soviética. Inicialmente estaba compuesto por artistas aficionados, pero
fue nutriendo de profesionales y alcanzó el nombre de Conjunto Estatal Académico de Danzas Populares
de la Unión Soviética, aunque siempre reconoció mundialmente como Ballet Moiseyev..
Aunque en Argentina hubo antecedentes en 1921, cuando el argentino, músico, Andrés Chazarreta de la
Provincia de Santiago del Estero, trae al Teatro Politeama de Buenos Aires un espectáculo con bailarines
típicos, que actuara con rotundo éxito y, Joaquín Pérez Fernández que también lo lograra, con creaciones
que pertenecían al género latinoamericano y español, no tuvieron en la danza la continuidad y
trascendencia que pudieran alcanzar en fechas posteriores.
No obstante en todo ese período y hasta nuestros días, fueron surgiendo academias y cuerpos de bailes, de
distintos niveles y características, algunos convertidos en gigantescas redes, que dependían
exclusivamente de la prudencia, responsabilidad y honestidad de sus directores.
Clasificaciones y definiciones para la proyección de la danza folklórica a la escena, casi no hubo. Si
existió para el folklore en general por Augusto Raúl Cortazar, Director del Fondo Nacional de las Artes de
Argentina entre 1953 y 1974, que define "manifestaciones producidas fuera del ambiente geográfico y
cultural de los fenómenos folklóricos que las originan o inspiran, por obra de personas determinadas o
determinables que se basan en la realidad folklórica cuyo estilo, forma o carácter trasuntan y reelaboran en
sus obras e interpretaciones destinadas al público en general, perfectamente urbano, al cual se transmiten
por medios mecánicos e institucionalizados, propio de la civilización vigente en el momento que se
considera", como podemos darnos cuenta, una proyección no es folklore, es una elaboración más o menos
artística de un hecho percibido en la realidad del acontecer comunitario.
En los 60 ya se hablaba de “proyección folklórica”, pero solamente para la música, a partir de la
revolución que se desarrollo en esa época en ese ámbito. Actualmente en muchos países latinoamericanos
ya se usa para las producciones de la música y la danza, y en otros el de: “proyecciones estéticas”.
En el Paraguay, el Ministerio de Educación y Cultura a través de su Departamento de Difusión Cultural y
para sus academias de danza incorporadas, crea tres grados de proyección, inspirados en una proyección
(toma los pasos y las formas folklóricas) para la “Danza Paraguaya”, donde excluyen la palabra
“folklórica” por tratarse de una creación netamente artística, inspirada en motivos populares, hechos
folklóricos, leyendas, personajes, la cual fue codificada y academizada por ese organismo de gobierno.
Tiene más libertad de acción para el proceso de creación y la clasificación de los tres niveles 1º, 2º y 3º
grado, están prácticamente implantados.
Cabe destacar que en Argentina también definen como “proyección folklórica” o “proyecciones
originales”, a las coreografías de danzas que tienen autor de música y coreografía propia, inspiradas en el
folklore, algunos autores las llaman de “danzas peñeras”. Se pueden encuadrar dentro de esta modalidad:
La Fortinera, El Cielito de Buenos Aires, El Cielito de la Independencia, El Tuaj, etc., se continúan
creando y surgiendo nuevas expresiones de música y coreografía. Algunos autores, propietarios de
importantes redes de academias, las han instaurado equivocadamente como “folklóricas”.
El Festival de Cosquín en Argentina desencadenó en los años 60 y 70 un "boom del folclore", por
referencia a la música característica del denominado "interior" del país, Cosquín impulsó una renovación
de la música folklórica de gran alcance popular, especialmente entre los jóvenes, que tuvo su correlato en
toda América del Sur, y que ha persistido en el gusto musical argentino desde entonces, también influyó en
la danza a través de sus preselecciones por todo el país, con la siguiente clasificación: Tradicional,
estilizada y/o argumentada.
En 1998, oportunidad en que este autor coordinaba la mayor red de concursos de Sudamérica (60 hoy son
170), y ante la necesidad de que la división o clasificación de la proyección de la danza folklórica a la
escena se concretice, promovió y coordino en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, el I Congreso
Latinoamericano de Danza Folklórica, escogiendo ese país mediterráneo como sede, por considerarlo el
menos contaminado por influencias foráneas y modismos internacionales. Con apoyo el Centro Municipal
de Investigaciones Folklóricas, en cuyo congreso se establecieron tres divisiones exclusivamente para la
proyección de la danza folklórica a partir de la tradicional.
En el año 2000, también organizo el Simposio Internacional de Estilización Folklórica en Corrientes,
Argentina, con el Auspicio del Ministerio de Educación, donde se establecieron dos grados de estilización.
Así quedo determinado en aquel momento la clasificación de la danza folklórica proyectada a la escena:
tradicional, proyecciones (y sus tres grados), estilizaciones (y sus dos grados), para aplicarla en los
concursos de la Asociación Latinoamericana de la Danza-ALAD (90 anuales en 5 países), pero que en la
práctica se sintetizó a: tradicional-proyección-estilización. Convencido de que este Tratado no completaba
las expectativas de la “evolución escénica de una danza folklórica proyectada al espectáculo”, instituyo
anualmente desde el 2004 y hasta la fecha, de forma ininterrumpida e itinerante el: Congreso
Sudamericano sobre el Arte Folklórico, principalmente en donde estuviera vigente la danza folklórica.
Fueron 22 en: Argentina (Corrientes, Tucumán, Jujuy, Salta, Chaco, Misiones, Córdoba y Mendoza), cinco
en Paraguay (Asunción, San Pedro del Icuamandiyu, Ciudad del Este y Encarnación), uno en Bolivia
(Santa Cruz de la Sierra), uno en Quito Ecuador (continua con otro temario).
POLÉMICAS
La mayor polémica se suscita en lo que es folklore, porque de allí dependerá lo que se deba proyectar
escénicamente con ese nombre y de que manera podrá evolucionar en si misma. ¿De hecho, en el
momento que sale de su ambiente deja de serlo, pero que es lo que nos da la potestad de usar ese nombre?
La filosofía de Moiseyev se basaba en mezclar del puro folklore con el más explosivo tecnicismo del
ballet, sobre todo en los saltos y los giros, y creó un estilo que fue imitado por muchas compañías
folklóricas tanto en las naciones de la Europa oriental y como en Occidente.
Teniendo en cuenta que muchas de estas creaciones se han convertido en “danzas tradicionales”, como por
ejemplo Bulba de Moiseyev, en Bielorrusa. Las creaciones de Mahmaoud Reda en Egipto, y otras tantas
latinoamericanas y que, según la “Ciencia del Folklore”, si el pueblo lo toma como propio se folkloriza,
otra cosa muy diferente es cuando las compañías y los grupos académicos lo toman y lo transforman en un
“repertorio tradicional escénico”.
Seguidamente de cuales son los limites de la creación y los cambios que se puedan permitir en función de
la escena y el espectáculo.
CONSIDERACIONES PRELIMINARES:
Hacer de la Danza Folklórica una profesión y que su ejecutante pueda vivir de su trabajo, sea bailando,
enseñando, coreografiando o dirigiendo, requiere de idoneidad y pericia en la labor que se ejerce, saber lo
que se está concibiendo escénicamente, para luego brindar un producto veraz, lógico y de jerarquía.
La danza como una necesidad natural del hombre, es un lenguaje universal a través de la expresión del
movimiento, que se torna escénica cuando es dirigida al espectador, y en función de este, sube al estrado y
se modifican estructuras. Se transforma en profesional cuando el público paga para ver el trabajo de los
artistas.
La danza es una sola, a su manera o modo de expresión le llamamos lenguaje, que ante todo significa:
expresión. En este caso particular el lenguaje folklórico. Llamamos técnica a la pericia, destreza,
habilidad, maestría con que se realizan cada uno de los movimientos, de mayor grado o no de evolución
escénica.
Si bien la Danza Folklórica proyectada al escenario, no deja de ser arte y el arte es creación y la creación
no tiene límites, la palabra “folklore” es determinante. Creemos que lo que se pretende llevar a escena no
es el sentimiento del artista, sino el sentimiento de un pueblo interpretado por el artista.