Resumen Gallego
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La crisis:
Después de la 1º guerra mundial, y en 1920, las economías capitalistas crecieron, reconstruyendo el mercado
mundial. También en la economía norteamericana aumentaron los precios de los valores de la bolsa. Esta alza
provoco desde 1928 una fuga de capitales latinoamericanos hacia los mercados que ofrecían mejores intereses
(EEUU, Francia, Gran Bretaña).
En 1920 se derrumban las acciones de N. York y estallo la crisis más importante del capitalismo en el S. XX. El
retroceso económico se produjo en todas las áreas: disminuye la producción, caída de precios y salarios, y se
redujo el comercio internacional. Las economías americanas se vieron muy afectadas porque dependían mucho
de las economías centrales (eran las principales compradoras de productos americanos, y proveían de bienes
manufacturados y capitales.) Como consecuencia de la crisis los países redujeron las compras y/o establecieron
cuotas de importación.
La totalidad de las economías americanas estaban basadas en la exportación del agro y los minerales, por esto,
se redujeron los ingresos, siendo los más afectados los sectores populares.
Esta crisis produjo un derrumbe económico mundial, transformando economías, sociedades y políticas.
El proceso de industrialización de algunos países latinoamericanos se extendió a las décadas de los 50 y 60;
desde la guerra significaron treinta años de expansión, con breves periodos recesivos y con el aporte de
capitales extranjeros, principalmente latinoamericanos. Durante las post guerra la industrialización fue
sinónimo de desarrollo económico y se puso a boga la teoría desarrollista, que proponía superar el atraso de
las economías latinoamericanas a través del fomento y el crecimiento de la industria, recurriendo a la
inversión extranjera.
Hasta 1955 el motor del desarrollo de la economía latinoamericana, fueron principalmente las exportaciones
impulsadas por la demanda de la guerra y la posguerra. Sin embargo, en la década de 1950 se produjo un
estancamiento económico en la región, que se le atribuyó al deterioro de los términos de intercambio entre
los países centrales y periféricos. Por ejemplo en 1935 Brasil necesitaba 20 bolsas de café para importar un
automóvil, y hacia 1958 requería para ello el equivalente a 200 bolsas.
La CEPAL (Comisión Económica Para América Latina) propicio una posición industrialista; propuso un
modelo de desarrollo planificado, con una activa intervencion estatal para superar el atraso agrario y crear
un desarrollo industrial con crecimiento autónomo. El modelo recomendaba recurrir a los capitales extranjeros
como factor clave para impulsar la modernización y superarlas estructuras agrarias tradicionales como el
latifundio.
En Brasil Kubitschek, y en Argentina Frondizi, compartieron la postura desarrollista y promovieron la
radicación de industrias extranjeras en distintas ramas: automotriz, eléctrica y química, así como la firma de
contratos con poderosos trust petroleros.
Sin embargo el proyecto de desarrollar la industria nacional recomendado por la CEPAL resulto ilusorio, ya
que las economías latinoamericanas nunca lograron un mecanismo autónomo de acumulación de capitales:
continuaron dependiendo de las divisas del sector exportador, requirieron importaciones de maquinaria,
equipo e insumos, y sufrieron la escasez de capitales propios, por lo tanto quedaron supeditadas al
endeudamiento extranjero. Pasada la breve euforia de la posguerra, Latinoamérica volvió a su situación de
deudora a los países centrales, fundamental a través de los préstamos del FMI.
La presencia del capital norteamericano o imperialista no solo había aumentado significativamente las
estadísticas, sino que era dueño y señor de las economías locales a través de empresas subsidiarias,
monopolios y sucursales de bancos.
En la década de 1960, los vínculos de América Latina con las economías centrales y en especial con Estados
Unidos comenzaron a ser analizadas en el marco de la teoría de la dependencia. Autores como Gunder Frank,
Dos Santos y Cardoso, postularon esta teoría que explica el atraso económico latinoamericano. Como
consecuencia del carácter dependiente de su inserción en el mercado capitalista mundial. En otros términos, la
causa del subdesarrollo estaría dada por la relación de dominación que los países centrales imponen a nuestras
económicas.
Desarrollo y subdesarrollo no son conceptos aislados, existe una interdependencia mutua y dialéctica entre el
desarrollo de los “centros” y el subdesarrollo de las “periferias”. El capitalismo con su expansión, deforma y frustra
las economías del tercer mundo para su propio beneficio; de ellas saca su sustento, generando una relación de
explotación y dependencia.
Otro enfoque similar analiza como el capital imperialista, captura los mercados, apoderándose de los sectores
clave de la industria: automotriz, petróleo, química.
La teoría de la dependencia planteo una severa critica a las posiciones desarrollistas y de la CEPAL. Como ya
vimos, estas corrientes aceptaban recurrir a inversiones extranjeras con la ilusión de modernizar y estimular el
desarrollo. Sin embargo, en aquellos países que pusieron en marcha las políticas desarrollistas, el resultado fue
un aumento de la deuda externa, y un proceso de creciente desnacionalización de economías latinoamericanas.
La llegada de las inversiones directa no rompe la dependencia sino que mas bien la acentúa, y refuerza la
característica mas significativa de la industria en los países periféricos: su dependencia tecnológica (de
maquinarias o insumos) o de nuevos capitales.
Así como el subdesarrollo en Latinoamérica es consecuencia del imperialismo y la dominación de monopolios,
la industrialización, según la teoría de la dependencia, es un privilegio de las metrópolis. En los países del tercer
mundo ésta resulta incompatible con los intereses de los países dominantes.
De modo que el subdesarrollo latinoamericano no es un “estado transitorio”, sino una condición estructural
determinada por el funcionamiento del orden capitalista mundial.
Los “planes de ayuda al tercer mundo” de Washington (p. 347-348)
Durante la administración Reagan, en que se desató la crisis de la deuda, james Baker fue secretario general de
la Casa Blanca, jefe del Consejo Nacional de Seguridad, consejero de política exterior y secretario del Tesoro,
Luego dirigió la campaña presidencial de Bush I, en la cual se destacó por su propuesta al FMI, el Plan Baker
(1988), para "ayudar a los países del Tercer Mundo" en la reducción de su deuda exterior Luego sobrevino el
Plan Brady (1989) en el cual, nuevamente, para obtener un paliativo con respecto al problema de la deuda, las
economías de los países que se acogieran a él debían liberalizarse aún más.
De acuerdo con los datos que vimos en las estadísticas, los resultados de estos planes fueron los opuestos a lo
anunciado. Sólo sirvieron para aumentar la brecha entre ricos y pobres e incrementar el desempleo. Los analistas
calificaron a los años '80 como "la década perdida", dados el estancamiento y la recesión económica.
Luego se diseñó el Consenso de Washington, en el cual los asesores de la Casa Blanca fijaron los criterios
estrictos que se impondrían a quienes quisieran obtener nuevos préstamos El Consenso está conformado por
diez instrumentos de política neoliberal, con el claro objetivo de afianzar el nuevo orden mundial en el que
predomine la libertad de mercado para operar (es decir, la libertad del más fuerte, la supervivencia del más apto).
Estos instrumentos son los siguientes:
• Disciplina fiscal, sin déficit Esto no es logrado ni siquiera en los países centrales; se basa en la disminución del
gasto público, fundamentalmente del que se realiza en función de en los sectores sociales. La aplicación de este
punto provoca un profundo deterioro en los sistemas de salud, de educación, de seguridad social, de justicia,
etcétera.
• La inflación como parámetro central de la economía A ella se deben subordinar los otros parámetros, incluido
el desempleo
• Reducción del gasto público, a fin de cubrir el déficit fiscal y a costa de eliminar el estado de bienestar remanente
para los sectores más desprotegidos.
• Reforma Tributaria, por medio del aumento del ingreso vía impuestos si no se consigue reducir el gasto público
para paliar déficits fiscales..
• Tasas de interés determinadas por el mercado, que incentiven el aho- rro por un lado y desalienten la fuga de
capitales, por el otro.
• Tipo de cambio determinado por el mercado, lo suficientemente competitivo como para promover el crecimiento
de las exportaciones.
• Política comercial sin restricción a las importaciones, a fin de orientar la economía hacia las exportaciones: de
este modo, según el Consenso, se obtienen bienes intermedios importados a precios competitivos Los
economistas de Washington consideran que una política proteccionista en favor de la industria nacional y en
contra de la competencia extranjera configura una distorsión costosa que perjudica el esfuerzo exportador y
empobrece la economía local, Sin embargo, la aplicación de esta apertura económica introdujo
indiscriminadamente importaciones innecesarias, las que quebraron gran parte del aparato productivo e
incrementaron la desocupación y la subocupación.
• En cuanto a la Inversión Extranjera Directa (IED), no se debe restringir, ya que además de aportar capital
necesario para el desarrollo, provee capacitación y know-how para la producción de bienes y dé servicios tanto
para el mercado interno como para la exportación..
• Las privatizaciones se deben fomentar, porque para los asesores del Consenso, la industria privada es más
eficiente que la estatal, y además las privatizaciones constituyen una fuente de ingresos de corto plazo para el
Estado.. Y argumentan que, a largo plazo, el Estado se libera de la responsabilidad de financiar ulteriores
inversiones.. No es el caso de las privatizaciones en Argentina, donde por el modo en que se efectuar on, el
Estado sigue subsidiando las inversiones privadas.
• Desregulación para promover la competencia. En los países latinoamericanos, ésta es una buena forma de
aumentar la corrupción, además de favorecer a las grandes empresas.