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Guerra Chaco

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Guerra del Chaco

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Guerra del Chaco
Parte de Parte del Per�odo de entreguerras y Conflictos territoriales de Am�rica
del Sur
Mapa de la Guerra del Chaco 002.jpg
Teatro de operaciones militares entre Bolivia y el Paraguay.
L�nea celeste: m�ximo avance boliviano.
L�nea roja; m�ximo avance paraguayo.
Fecha 9 de octubre de 1932 - 12 de junio de 1935
Lugar Chaco Boreal
Coordenadas 21�19'38?S 59�44'12?OCoordenadas: 21�19'38?S 59�44'12?O (mapa)
Casus belli Problemas de l�mites
Militarismo boliviano
Conflicto Disputa territorial boliviano-paraguaya
Resultado Victoria Paraguaya. 1?2?
Beligerantes
Bandera de Bolivia Bolivia Bandera de Paraguay Paraguay
Figuras pol�ticas
Daniel Salamanca
Jos� Luis Tejada Eusebio Ayala
Comandantes
Filiberto Osorio
Jos� Leonardo Lanza
Hans Kundt
Enrique Pe�aranda Jos� F�lix Estigarribia
Fuerzas en combate
Movilizados en los 3 a�os: 250 000 Movilizados en los 3 a�os: 150 000
Bajas
60000 muertos 3?
58000 muertos 4?
25000 prisioneros
6000 desertores 30000 muertos 5?
2500 prisioneros
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Principales batallas de la Guerra del Chaco
9 de septiembre de 1932-12 de junio de 1935
Boquer�n � Kil�metro Siete � Nanawa I � Corrales � Toledo� Fern�ndez I y II �
Alihuat� I � Campo Jord�n � Nanawa II � Gondra � Campo Grande � Alihuat� II � Campo
V�a � Magari�os � Tarija � Strongest � Algodonal I � Carandayt� � El Carmen �
Yrendag�� � Ybybob� � Villamontes � Ingavi
La guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia se libr� desde el 9 de septiembre de
1932 hasta el 14 de junio de 1935, por el control del Chaco Boreal. Fue la guerra
m�s importante en Sudam�rica durante el siglo XX. En los tres a�os de duraci�n,
Bolivia moviliz� 250 000 soldados y Paraguay 120 000, que se enfrentaron en
combates en los que hubo gran cantidad de bajas (60000;bolivianos y
30000;paraguayos), gran cantidad de heridos, mutilados y desaparecidos. Los
distintos tipos de enfermedades tanto f�sicas como psicol�gicas, la caracter�stica
hostil del teatro de operaciones y la falta de agua y mala alimentaci�n produjeron
el mayor porcentaje de bajas y afectaron la salud de los soldados sobrevivientes, a
muchos de por vida.

El enfrentamiento consumi� ingentes recursos econ�micos de ambos pa�ses, de por s�


muy pobres. Paraguay abasteci� a su ej�rcito con gran cantidad de armas y equipos
capturados en distintas batallas a los bolivianos. Terminada la guerra, algunos
excedentes los vendi� a Espa�a (Decreto-ley 8406, 15 de enero de 1937).

El cese de las hostilidades se acord� el 14 de junio de 1935. Bajo la presi�n de


Estados Unidos, por un tratado secreto firmado el 9 de julio de 1938, Paraguay
renunci� a 110 000 km� ocupados por su ej�rcito al cese de las hostilidades.6? El
Tratado de Paz, Amistad y L�mites se firm� el 21 de julio de 1938 y el 27 de abril
de 2009 se estableci� el acuerdo de l�mites definitivo. La zona en litigio qued�
dividida en una cuarta parte bajo soberan�a boliviana y tres cuartas partes bajo
soberan�a paraguaya. Bolivia recibi� una zona a orillas del alto r�o Paraguay.

�ndice
1 Descripci�n de la regi�n en litigio
2 Antecedentes y causas
3 Comandantes en jefe de los ej�rcitos
3.1 Comandantes bolivianos
3.2 Comandante paraguayo
4 Estrategias de los ej�rcitos
4.1 Estrategia boliviana
4.2 Estrategia paraguaya
5 Ataque al fort�n Carlos A. L�pez
5.1 Reacci�n paraguaya
6 Primera ofensiva paraguaya (septiembre-diciembre de 1932)
6.1 Batalla de Boquer�n
6.2 Ca�da del fort�n Arce y retirada hacia Saavedra
7 Ofensiva boliviana (diciembre de 1932-agosto de 1933)
7.1 Nombramiento del general Hans Kundt
7.2 Primer ataque a Nanawa
7.3 Primera batalla de Fern�ndez (Herrera)
7.4 Batallas de Corrales y Toledo
7.5 Primera batalla de Alihuat�
7.6 Retirada paraguaya de Campo Jord�n
7.7 Segunda batalla de Fern�ndez (Herrera)
7.8 Actividad diplom�tica y declaraci�n de guerra
7.9 Segundo ataque a Nanawa
7.10 Cerco en Gondra
7.11 Ataque al fort�n Rojas Silva (Falc�n)
8 Segunda ofensiva paraguaya (septiembre-diciembre de 1933)
8.1 El cerco de Campo Grande
8.2 Segunda batalla de Alihuat�
8.3 Rendici�n en Campo V�a
9 Armisticio y creaci�n del segundo ej�rcito boliviano
10 Tercera ofensiva paraguaya (enero-diciembre de 1934)
10.1 Ca�da del fort�n Magari�os y batalla de Ca�ada Tarija
10.1.1 Magari�os
10.1.2 Ca�ada Tarija
10.2 Batalla de Ca�ada Strongest
10.3 Estancamiento de las operaciones
10.4 Avance rel�mpago hacia Carandait�
10.5 Avance boliviano en el desierto
10.5.1 Cerco en Puesto Burro
10.5.2 Cerco en Algodonal-La Rosa
10.6 Batalla de El Carmen
10.7 �Corralito de Villamontes�
10.8 Maniobra de Yrendag��
10.9 Batalla de Ybibob�
11 Creaci�n del tercer ej�rcito boliviano y batallas finales
11.1 Batalla de Villamontes
11.2 Batalla de Pozo del Tigre-Ingavi
12 Fin de la guerra
13 Acuerdo lim�trofe
14 Referencias
15 Bibliograf�a citada
16 Bibliograf�a recomendada
17 Enlaces externos
Descripci�n de la regi�n en litigio
La regi�n central sudamericana conocida como el Gran Chaco se divide, de norte a
sur, en tres regiones: Chaco Boreal ?al norte del r�o Pilcomayo?, el Chaco
Central ?entre ese r�o y el r�o Bermejo?, y al sur de este �ltimo el Chaco Austral.
El �rea disputada entre Bolivia y Paraguay correspondi� exclusivamente al Chaco
Boreal.

El Chaco Boreal posee una extensi�n de aproximadamente 650 000 km2 (semejante a
Francia) y, hasta fines de la d�cada de 1920, estuvo casi despoblado y sin
explorar. Sus l�mites son: al sur el r�o Pilcomayo y Argentina; al este, el r�o
Paraguay y la regi�n oriental de Paraguay; al noroeste, la precordillera boliviana
y al noreste, las regiones selv�ticas de Brasil y Bolivia.

Paisaje del Chaco Boreal, el �rbol es el quebracho colorado (Schinopsis balansae).


La regi�n estaba cubierta por bosques, matorrales espinosos y palmeras. En la
franja cercana al r�o Paraguay, se explotaba el quebracho colorado para la
producci�n del tanino. El desarrollo de la agricultura en esa �poca era escasa.

El monte [chaque�o] es el absurdo materializado en �rboles. Es el terrible mundo de


la desorientaci�n. En todas partes es el mismo, bajo, sucio, verde terroso. [�] Sus
�rboles no son �rboles, son espantajos de formas torturadas, en cuya corteza rumian
su miseria fisiol�gica espinas y par�sitos [que] crecen prendidos a una tierra
est�ril e infecunda, por eso viven y mueren sin adornar sus ramas con la verde
caricia de la hoja ni el milagro luminoso del fruto.
Carlos Arce Salinas, excombatiente y pol�tico boliviano;
en (Arce Aguirre, 2009, p. 32)
El clima de tipo semitropical era semiest�pico en el sector oriental, y continental
en el sector occidental. La temperatura pod�a llegar a los casi 50 �C en verano, y
ser inferior a los 0 �C. en el invierno. Era el h�bitat de una gran variedad de
serpientes venenosas y de insectos portadores de enfermedades, como la vinchuca y
el mosquito. El agua era escasa y salobre en las zonas centrales; los pocos pozos y
lagunas existentes tuvieron una importancia vital durante la guerra pero la
contaminaci�n de los mismos produjeron muchas bajas por disenter�a.

Hay un magn�fico pozo de agua en Platanillos. Los paraguayos al retirarse le


pusieron una bomba. Tiene 40 metros de profundidad y se hacen esfuerzos por
rehabilitarlo. Pero su agua es intomable por lo nauseabunda. Se ha extra�do ya
enorme cantidad de agua, es cristalina pero infecta, hedionda a curtiembre, a
cueros podridos. Se espera el resultado de los an�lisis de Villa Montes.
Luis Fernando Guachalla, pagador del Segundo Cuerpo boliviano, 5 de marzo de 1933;
en (Guachalla, 1978, p. 248)
Durante la temporada de lluvia, de diciembre a mayo, los pocos caminos, que eran
senderos polvorientos durante la mayor parte del a�o, se convert�an en fangales
intransitables debido a la poca permeabilidad del suelo. Esta inh�spita regi�n fue
muchas veces el enemigo principal que enfrentaron ambos contendientes.

Antecedentes y causas
Art�culo principal: Antecedentes de la Guerra del Chaco
V�ase tambi�n: Tratados lim�trofes entre Bolivia y Paraguay anteriores a la Guerra
del Chaco
Los antecedentes y causas de la guerra del Chaco son complejos. Cuando Bolivia y
Paraguay se volvieron estados independientes heredaron de la �poca colonial una
vaga determinaci�n de los l�mites de esa zona inh�spita y despoblada por lo que
tuvieron que fijar sus respectivas jurisdicciones de acuerdo con documentos muchas
veces contradictorios o mediante el trazado de l�neas geod�sicas. Los cuatro
tratados de l�mites que se acordaron entre 1879 y 1907 no fueron aceptados
definitivamente por ninguna de las partes. Cuando Bolivia perdi� la salida al
oc�ano Pac�fico, como consecuencia de la Guerra del Pac�fico (1879), esa regi�n
adquiri� un valor estrat�gico para ese pa�s: la ocupaci�n del Chaco Boreal fue
necesaria para salir al oc�ano Atl�ntico por el r�o Paraguay. Ambos pa�ses
realizaron pocas expediciones al Chaco. Otra causa fue la supuesta existencia de
petr�leo en el subsuelo chaque�o que Standard Oil ya extra�a en sus bordes
serranos. Esa empresa hab�a fracasado en su intento por sacar el petr�leo boliviano
por un oleoducto en territorio argentino hasta la refiner�a que ten�a una
subsidiaria suya sobre el r�o Paran� qued�ndole como �nica opci�n cruzar por el
Chaco Boreal hacia el r�o Paraguay, lo m�s al sur posible.7?

Paraguay, unas d�cadas antes, hab�a sido devastado por la Guerra de la Triple
Alianza (1865-1870). Una de las consecuencias fue la p�rdida de enormes territorios
en la zona oriental. Respecto del Chaco Boreal, Argentina pretendi� incorporar una
parte a su territorio, pero tras recurrir en 1879 al arbitraje del presidente
estadounidense Rutherford Hayes, este fall� que la zona comprendida entre el r�o
Pilcomayo y el Verde, al norte, correspond�a al Paraguay. Con estos antecedentes,
era dif�cil que ese pa�s pudiera aceptar las pretensiones bolivianas sobre el Chaco
Boreal.

Comandantes en jefe de los ej�rcitos

Daniel Salamanca, presidente de Bolivia entre 1931 y 1934.

General Hans Kundt.

Enrique Pe�aranda.
Comandantes bolivianos
Durante la guerra del Chaco, el ej�rcito boliviano fue dirigido sucesivamente por
cuatro generales:

Filiberto Osorio (desde septiembre a octubre de 1932);


Jos� Leonardo Lanza (desde octubre a diciembre de 1932);
Hans Kundt (desde diciembre de 1932 a diciembre de 1933);
Enrique Pe�aranda Castillo (desde diciembre de 1933 hasta finalizar la guerra).
Detr�s de ellos tuvieron fuerte influencia el presidente Daniel Salamanca y la
oligarqu�a boliviana. Osorio y Kundt fueron sustituidos por errores de conducci�n y
motivos pol�ticos.

Hans Kundt fue la principal figura militar en Bolivia en las dos d�cadas anteriores
a la guerra. Lleg� al pa�s el 11 de marzo de 1911, con el grado de mayor,
encabezando una misi�n de 18 militares alemanes contratada por el estado boliviano
para reorganizar el ej�rcito. Su buena actuaci�n, exclusivamente t�cnica, le vali�
el ascenso a general del ej�rcito boliviano.
En 1914, estando de vacaciones en Alemania estall� la primera guerra mundial.
Particip� esencialmente en el frente oriental y luego en el frente occidental. Se
retir� del ej�rcito alem�n con el grado de general y regres� a Bolivia en 1921 como
un civil. Fue nuevamente contratado por el presidente Saavedra, se nacionaliz�
boliviano en 1921 y asumi� la jefatura del Estado Mayor hasta 1926, pero con
funciones cada vez m�s ligadas con la pol�tica interna boliviana. A mediados de
1930, intent� orientar a los oficiales bolivianos en cuestiones pol�ticas a favor
de la reelecci�n del presidente Hern�n Siles. Cuando este fue derrocado, tuvo que
exiliarse.

En diciembre de 1932, ya con 63 a�os, fue llamado por el Gobierno para dirigir al
ej�rcito boliviano en campa�a. Fue calificado como oficial tropero, por no poseer
estudios de Estado Mayor, lo que influy� en la deficiente movilizaci�n del ej�rcito
boliviano en 1928 con su secuela de saqueos, disturbios, amotinamientos y
deserciones. No solo tuvo que enfrentar al ej�rcito paraguayo, sino tambi�n a las
intrigas de los oficiales del alto mando boliviano. En diciembre de 1933, tras los
sucesivos fracasos en Nanawa, Campo Grande y en Alihuat�-Campo V�a, fue destituido
por Daniel Salamanca. Abandon� Bolivia y falleci� en Suiza seis a�os despu�s.

Enrique Pe�aranda Castillo fue elegido por el presidente Salamanca como sucesor de
Kundt por haber escapado del cerco de Campo V�a, hecho que no fue cierto y que
Pe�aranda evit� aclarar.8?
Particip�, antes de la guerra, en el enga�o del alto mando boliviano al presidente
Salamanca con motivo de la ocupaci�n del fort�n paraguayo Carlos A. L�pez,
ampar�ndose en la obediencia debida.9?

Careciendo de un punto de vista estrat�gico propio, y enga�oso casi por omisi�n en


sus relaciones civil-militares, Pe�aranda era una misteriosa mezcla de �camarader�a
de rancho�, que le daba acceso a las sugerencias de los subordinados y de
intolerancia cuartelera cuando estaba irritado (complicando as� sus relaciones con
Salamanca).
(Dunkerley, 1987, p. 223)
El general Pe�aranda contin�a siendo el hombre sin car�cter ni iniciativa propia.
Esta impresi�n se ha hecho conciencia en el ej�rcito y nadie la disimula.
Salamanca, en (Querejazu Calvo, 1981)
Si bien present� su renuncia dos veces antes de la batalla de El Carmen, el
presidente Salamanca hizo caso omiso de ellas porque consider� que las distintas
fracciones del ej�rcito lo respetaban porque no hac�a sombra a nadie.10?

Salamanca lo responsabiliz� por la derrota en El Carmen e intent� sustituirlo.11?


Este hecho motiv� que el 27 de noviembre de 1934, Pe�aranda encabezara el mot�n
conocido como el Corralito de Villamontes y que por haber sucedido en tiempos de
guerra fue calificado como de �traici�n a la Patria�.12?

Poco tiempo despu�s Pe�aranda no pudo evitar el colapso del Segundo Cuerpo
boliviano frente a La Faye al no imponer su autoridad al coronel David Toro para
que se retirara a un lugar m�s seguro.13?A partir de ese momento, y con el ascenso
del coronel Toro al cargo de jefe del estado mayor, comand� el ej�rcito casi en
forma colegiada con �l. El historiador Bruce W. Farcau sostiene que est� pendiente
de evaluaci�n si la conducci�n de Pe�aranda no fue peor que la del denostado
Kundt.14?

Comandante paraguayo

Jos� F�lix Estigarribia.


En contraste con los sucesivos comandantes en jefe bolivianos, el ej�rcito
paraguayo fue dirigido por Jos� F�lix Estigarribia desde el comienzo hasta
finalizar la guerra, periodo en el cual nunca abandon� el Chaco.

Jos� F�lix Estigarribia: De extracci�n social humilde, realiz� estudios superiores


en la Facultad de Agronom�a. Luego de obtener el diploma cambi� de carrera y en
1910 se alist� en el ej�rcito con el rango de teniente de infanter�a. De 1911 a
1913, asisti� a la Escuela Militar Bernardo O�Higgins, en Chile. En 1917, debido a
sus aptitudes, fue ascendido a capit�n. Fue seleccionado para asistir al curso de
Estado Mayor en la �cole Sup�rieure de Guerre en Francia. Era un estudioso de la
guerra de movimiento superadora de las estrategias de la Primera Guerra Mundial. Su
primera experiencia militar en el desierto lo hizo en Marruecos, en las operaciones
que realiz� el ej�rcito franc�s al mando del mariscal Louis Lyautey. En 1927
culmin� el curso de tres a�os de duraci�n y en 1928 fue nombrado jefe de Estado
Mayor. Cuando la guerra parec�a inevitable, el Gobierno decidi� que Estigarribia
era el hombre m�s capacitado para dirigir al ej�rcito paraguayo.

En abril de 1931 fue ascendido a teniente coronel y el 18 de junio asumi� el


comando de la 1.� Divisi�n con asiento en el puerto Casado, en el Chaco Boreal.
Despu�s de la batalla del fort�n Boquer�n, en septiembre de 1932, fue ascendido a
coronel, grado con el cual comand� el ej�rcito paraguayo hasta septiembre de 1933.
Tras el exitoso cerco de Campo Grande fue ascendido a general. Era un hombre
tranquilo, serio y austero, en su inconfundible uniforme con las mangas siempre
cortas. El buen conocimiento de cada oficial bajo su mando le permiti� exigir a
cada uno el m�ximo de esfuerzo que pod�a dar. Dirigi� las operaciones desde muy
cerca del frente para agilizar la toma de decisiones y dej� en libertad a sus
oficiales para que realizaran las operaciones t�cticas que el momento y lugar lo
requirieran. Se lo ha criticado por haber sido excesivamente conservador en los
primeros meses del conflicto. Su mayor logro estrat�gico fue conducir la guerra en
el desierto chaque�o como si se tratara de una batalla naval.

Estrategias de los ej�rcitos

Cami�n Ford similar a los que usaron Bolivia y Paraguay.


Estrategia boliviana
La estrategia boliviana se apoy� en la indudable superioridad de recursos
econ�micos y de poblaci�n (3 a 1) que ten�a sobre Paraguay. Para el Estado Mayor
boliviano la ocupaci�n del Chaco y el acceso al r�o Paraguay era m�s un problema
diplom�tico que militar.

El teniente coronel �ngel Rodr�guez consideraba que solo hab�a agua suficiente para
enviar a cinco mil hombres, y que solo las unidades no m�s grandes que una compa��a
podr�an maniobrar entre los arbustos, mientras que Kundt segu�a firmemente
convencido de que tres mil hombres bastar�an para tomar Asunci�n.
(Dunkerley, 1987, p. 207)
No se tuvo en cuenta la historia de ese peque�o pa�s ubicado al sur y a la
importancia que le daba a la posesi�n del Chaco Boreal. En 1928, el doctor
Salamanca, para quien Paraguay era �la m�s miserable de las republiquetas de
Sudam�rica�,15? dec�a:

Bolivia tiene una historia de desastres internacionales que debemos contrarrestar


con una guerra victoriosa [�]. As� como los hombres que han pecado deben ser
sometidos a la prueba del fuego para salvar sus almas [�] los pa�ses como el
nuestro, que han cometido errores de pol�tica interna y externa, debemos y
necesitamos someternos a la prueba del fuego, que no puede ser otra que el
conflicto con el Paraguay [�] �nico pa�s al que podemos atacar con seguridades de
victoria.
Salamanca, en (Antezana Villagr�n, 1982, p. 12/13 v. 2)
Comenzada la guerra, Bolivia no realiz� una movilizaci�n total, consider� que era
suficiente llevar adelante una guerra econ�mica y que no alterara la vida cotidiana
de la poblaci�n.16?

Por estas razones no se intent� mejorar el abastecimiento hasta el lejano frente


chaque�o construyendo una l�nea f�rrea hasta Mu�oz y el imprescindible puente sobre
el r�o Pilcomayo.17?Las tropas fueron transportadas en cami�n y ferrocarril hasta
Villaz�n, desde all� en cami�n hasta Tarija y desde ese punto a pie hasta
Villamontes, la base principal en el Chaco. Desde all� los soldados tuvieron que
marchar hasta 400 km a trav�s del polvo, barro y el calor sofocante del Chaco
Boreal. El medio b�sico de transporte fue el cami�n, y estos siempre escasearon. El
presidente Salamanca pregunt� al Jefe de Estado Mayor:

D�game se�or general, �qu� piensan hacer con los 600 camiones y qu� han hecho con
los �ltimos 20 que he comprado hace dos meses?
(Dunkerley, 1987, p. 214)
Para cubrir las seis etapas del tramo Villaz�n-Mu�oz se necesitaban 480 camiones.
Como solo hab�a unidades para los pertrechos y sobre todo el agua, los soldados
tuvieron que movilizarse a pie durante toda la guerra. Los veh�culos estuvieron
limitados a su vez por los malos caminos, todos de tierra y que las lluvias hac�an
intransitables.18?

Bolivia prioriz� la ocupaci�n territorial para justificar �de facto� sus derechos
(V�ase Incidente de laguna Pitiantuta). La p�rdida de un fort�n fue vivido
dram�ticamente por el pueblo, el Gobierno y el ej�rcito boliviano hasta el punto de
ocultarse la informaci�n entre s�.19?Los partidos pol�ticos, el regionalismo y la
prensa de la oposici�n no perdieron ninguna oportunidad para criticar al presidente
Salamanca y al alto mando con el �nico objetivo de lograr una mayor cuota de
poder.20?

La preparaci�n de los oficiales y la del mismo Kundt no estaban actualizadas. El


Colegio Militar era refugio de estudiantes r�probos y bachilleres fracasados.21?Muy
pocos recibieron capacitaci�n superior una vez egresados de ese Colegio, dentro o
fuera del pa�s.22?Los ascensos se digitaron pol�ticamente en negociaciones
abiertas. La misi�n militar espa�ola que lleg� en febrero de 1931 observ� que se
ense�aba materias elementales como �lgebra a coroneles y topograf�a a egresados de
la Escuela Superior de Guerra.23?Primaban las doctrinas de la temprana Primera
Guerra Mundial con sus ataques frontales con enorme costo en vidas y que ya estaban
siendo superadas por concepciones m�s modernas. Antes que comenzara la guerra, pese
a los a�os a cargo del ej�rcito boliviano, el general Hans Kundt nunca estuvo en el
Chaco.24?

Para los soldados que ven�an del altiplano fue dif�cil adaptarse f�sica y
ps�quicamente al h�bitat chaque�o. La unidad del pueblo frente a la guerra fue
d�bil debido al anacr�nico feudalismo agrario boliviano.25?En 1927, al norte de
Potos�, los llamados �campesinos� se levantaron contra la oligarqu�a terrateniente
boliviana en tres oportunidades; Eduardo Nina Quispe (1930-1933) luch� por una
Rep�blica de Naciones y Pueblos Originarios y en 1935 se masacr� a campesinos en
Pucarani para obligarlos a ir a la guerra.

El soldado Aymar�, que no conoc�a el castellano, fue ciegamente a la guerra (y a la


muerte) sin saber el por qu�.26?Uno de ellos pregunt� a su sargento: ��Y qui�n,
pues, jefe, es nuestro enemigo? �Son los cochabambinos?�.27?

El indio iba a la guerra, pero no le gustaba naturalmente porque no ten�a


conciencia patri�tica �c�mo era posible tenerlo como soldado al ind�gena sin
forzarlo?
J. Espada Antezana, ministro de Guerra de Bolivia,
en (Arce Aguirre, 1987, p. 258).
�Los indios son cobardes? No saben a conciencia qu� es la Patria, pero se empe�an
en fiera lucha contra quienes intuyen que son sus adversarios o, m�s propiamente,
contra los oficiales que los comandan.
Subteniente boliviano Alberto Taborga,
en (Dunkerley, 1987, p. 244)
La relaci�n entre Salamanca y el alto mando y la de estos entre s� fue dif�cil
durante toda la guerra ya que muchos ten�an ambiciones pol�ticas y corporativas que
afectaban la conducci�n de las operaciones.

La clase militar hab�a llegado a formar una especie de casta privilegiada,


cuidadosamente cerrada a los profanos, de acceso exclusivamente oficial y cuyos
componentes progresaban mas�nicamente en grados y emolumentos por acci�n del tiempo
[�] Unidos en estrecha solidaridad de intereses, frente al Gobierno y a la naci�n
toda, [�], acabaron por mostrar, al contacto con la guerra, toda la soberbia de que
estaban penetrados. [�] Desgraciadamente tanta soberbia militar iba acompa�ada de
la incapacidad y de la derrota, con todas sus funestas consecuencias. [�] Se
crearon en el Chaco un campo propio y cerrado en que ellos pudiesen moverse con
entera libertad. Eso s�, ped�an soldados, camiones, provisiones, armas y municiones
en cantidades crecientes sin atender a las posibilidades financieras que limitaban
los esfuerzos del Gobierno (a pesar de su buena voluntad).
Salamanca, en (Guachalla, 1978, p. 90 y 91)
Algunos historiadores, Querejazu Calvo entre ellos, caracterizaron al ej�rcito
boliviano de entonces como un �ej�rcito colonial� porque era una fuerza
fundamentalmente dirigida a la represi�n interna, que carec�a de apoyo popular, que
estaba dividido racialmente y que era utilizado para defender un sistema pol�tico
que ya estaba en proceso de desintegraci�n.28?

La compra de armamentos, a fines de la d�cada del 20, fue desproporcionada frente


al probable enemigo, el ej�rcito paraguayo. Esto despert� la inquietud de otros
pa�ses lim�trofes: Chile y Per�. Esa compra, unificada mayormente en la firma
inglesa Vickers, produjo una serie de problemas en cuanto a la calidad y al
cumplimiento de las entregas.29?Se compraron tanques pese a la oposici�n de los
t�cnicos bolivianos que afirmaban que no servir�an en el Chaco. Al comienzo de la
guerra, un volumen importante de armas todav�a estaba sin fabricar ni embarcar en
Inglaterra.

En 1932, Bolivia sufri� serias dificultades econ�micas por la ca�da del precio y el
volumen de las exportaciones del esta�o que en 1929 hab�an sido de 46,9 millones de
d�lares, reduci�ndose a 10 millones de d�lares en 1932. Adem�s, careci� de cr�dito
internacional por haber entrado en mora en los pagos de su deuda externa. La
producci�n minera concentraba, en 1930, el 95% de las exportaciones bolivianas
absorbiendo mano de obra campesina que imped�a el desarrollo de la agricultura y
favorec�a la dependencia de la importaci�n de alimentos provenientes de los pa�ses
vecinos, especialmente de Argentina. En 1931, el general Osorio, en un informe al
Ministerio de Guerra, advert�a sobre esta debilidad estrat�gica:

[...] en una emergencia b�lica con el Paraguay [�] existe el peligro que nuestro
abastecimiento y aprovisionamiento [�] casi total y obligadamente efectuados en los
mercados argentinos, quede obstruido con grav�simo perjuicio para nuestros
intereses militares.
General Osorio en (Seiferheld, 1983, p. 283)
Si bien existieron problemas, las importaciones de alimentos y otros insumos desde
Argentina y otros pa�ses vecinos se mantuvieron durante toda la guerra. Hasta
productos de Paraguay ingresaron a Bolivia con el visto bueno del Gobierno
paraguayo.30?

La producci�n de petr�leo de la empresa estadounidense Standard Oil en Bolivia no


pudo satisfacer las necesidades del ej�rcito y durante la guerra fue permanente el
reclamo por la falta de gasolina. Bolivia tuvo que importar combustible y
lubricantes, a un mayor costo, de una destiler�a que la Standard Oil ten�a en el
Per�, o de la que ingresaba ilegalmente desde Argentina cruzando el r�o Pilcomayo
por Puerto Cabo Iriyoyen (Argentina) hacia Linares, seg�n Kundt, �a un precio
exorbitante�.31?Despu�s de terminada la guerra se confirmaron las denuncias de que
la Standard Oil de Bolivia, desde 1926, ven�a sacando de contrabando parte de su
producci�n hacia Argentina, a trav�s de un oleoducto clandestino, con el visto
bueno de altos funcionarios del Gobierno argentino y boliviano vinculados a esa
empresa norteamericana.

Estrategia paraguaya

Tren transportando soldados paraguayos desde Puerto Casado al frente.


El estado mayor paraguayo plane� la defensa del Chaco utilizando las comunicaciones
existentes en la zona. Se trasladaron hombres y recursos desde Asunci�n por el r�o
Paraguay hasta Puerto Casado y desde all� por un ferrocarril de trocha angosta,
usado en la explotaci�n de tanino, hasta muy cerca de Isla Po�, la principal base
militar en el Chaco. Durante la primera parte de la guerra, esta ventaja compens�,
en cierta medida, la superioridad boliviana en recursos.
Sin embargo, la falta de camiones fue cr�nica y permiti� muchas veces que el
enemigo, totalmente desarticulado, pudiera escapar. El abastecimiento de agua, por
igual motivo, fue otro problema dif�cil de resolver. El 5 de octubre de 1934, en su
visita al frente, el presidente Ayala le manifest� al general Estigarribia que no
pod�a proveerle de los 500 camiones que el ej�rcito necesitaba con prioridad
absoluta debido al alargamiento de su l�nea de abastecimiento. Estigarribia
justific� entonces su plan de atacar a los bolivianos en Ca�ada El Carmen diciendo:

En este caso [...] no se deber�a perder tiempo esperando mejores perspectivas sino
por el contrario actuar pronto y decididamente porque nosotros no podemos movernos
[por falta de camiones] pero tampoco podemos quedar donde estamos.
(Vittone, 1986, p. 198).
Las ofensivas paraguayas se realizaron en las estaciones de poca lluvia, cuando el
calor era preponderante. Se utiliz� la t�ctica del �cerco y aniquilamiento�, el
popularmente llamado �corralito�: ruptura o envolvimiento del frente, penetraci�n
hacia la retaguardia enemiga, corte del abastecimiento y mando enemigos. Se
prioriz� el movimiento, rebalsando por los laterales las defensas fijas bolivianas,
evitando los ataques frontales de gran intensidad. El objetivo fue el
aniquilamiento del ej�rcito enemigo y no la ocupaci�n territorial. En febrero de
1934, un informe del Comando Superior boliviano sobre el modus operandi del
ej�rcito paraguayo dec�a:

La forma sistem�tica que el enemigo viene empleando en sus ataques consiste en el


amarramiento frontal, con grupos de combate y activas exploraciones de fuego para
buscar el envolvimiento, con su masa, de una o ambas alas, y la salida de
fracciones sucesivas sobre los caminos de retaguardia. Estas maniobras piden serias
precauciones para su ejecuci�n; sin embargo, son llevadas [a cabo] por el enemigo
con una confianza imprudente, apoyado simplemente en el resultado moral de sus
�xitos anteriores.
(Guachalla, 1978, p. 114).
Los oficiales m�s capaces fueron enviados al extranjero: Argentina, Chile, Francia,
B�lgica, Italia, para realizar estudios superiores.32?El pueblo paraguayo, con la
convicci�n de estar siendo nuevamente agredido, como hab�a ocurrido 60 a�os antes
por Argentina, Brasil y Uruguay, se uni� nuevamente detr�s del Gobierno y su
ej�rcito en lo que se conoce como Guerra total. Nadie dudaba de que el Chaco deb�a
ser �defendido�. El pueblo colabor� con todo tipo de actividades, tanto en el pa�s
como en el extranjero, para aumentar la producci�n de bienes exportables, recaudar
fondos y todo tipo de recursos para la guerra. En abril de 1934, los ciudadanos
entregaron 800 mesas de madera de sus casas para construir 1200 cajas para 18 000
granadas de mano construidas en los arsenales y que deb�an enviarse al frente con
urgencia.33?Hab�a homogeneidad entre oficiales y soldados donde todos ten�an las
mismas tradiciones, costumbres y hablaban el mismo idioma: el guaran�. En este
aspecto el ej�rcito paraguayo tuvo una decisiva ventaja sobre su oponente boliviano
donde hab�a distintos grupos �tnicos/ling��sticos, pronunciadas diferencias de
clase, origen y cultura entre soldados y oficiales, y hasta mercenarios extranjeros
en los mandos superiores. Al poeta y excombatiente boliviano �ngel Lara, que
observaba a un grupo de prisioneros paraguayos, le sorprendi� que los soldados
conversaran con sus oficiales �con toda naturalidad�.34?

La perfecta complementaci�n entre dos hombres con caracter�sticas dis�miles, el


comandante Estigarribia, como m�ximo responsable militar, y el presidente Eusebio
Ayala, en su funci�n pol�tica y econ�mica, permiti� que Paraguay tuviera una
conducci�n unificada y casi sin fisuras, imprescindibles para lograr los mejores
resultados en la campa�a militar.

La adquisici�n de armas tuvo que superar tres problemas fundamentales:

Tener abiertas las l�neas de comunicaci�n que pasaban por Argentina: v�as f�rreas y
de navegaci�n.
La escasez de recursos y de cr�ditos.
La necesidad del secreto para no provocar una reacci�n boliviana que acelerara la
guerra antes de que las mismas llegaran al Paraguay.
El env�o del general Manlio Schenoni, en septiembre de 1926, a recorrer las
f�bricas de armamento europeas tuvo como objetivo desviar la atenci�n de los esp�as
bolivianos, pues la compra fue realizada por el doctor Eusebio Ayala utilizando
secretamente los estudios t�cnicos que el ej�rcito argentino hab�a realizado para
su propio equipamiento y los informes que enviaban los oficiales paraguayos que
estudiaban en Europa.

Mientras se observaba a un jefe [Schenoni], las adquisiciones se hac�an en otra


parte subrepticiamente; se disipaba la alarma de Bolivia mientras realiz�bamos
nuestros planes. Por este motivo dec�a el Presidente de la Rep�blica en uno de sus
mensajes al Congreso: �Preferimos hacer lo que no parece, a hacer parecer lo que no
hacemos�.
(Ayala Queirolo, 1985, p. 65)
Las compras se hicieron con gran meticulosidad y secreto, eligiendo las mejores
armas, a diversos proveedores. Paraguay empez� y termin� la guerra con los mismos
oficiales y soldados. Solo tuvo que reponer los muertos, heridos y enfermos. Esto
signific� contar, a los pocos meses de continuos combates, con un ej�rcito
experimentado para la dif�cil guerra chaque�a.

Un aspecto importante de la estrategia paraguaya fue contar con el apoyo de


Argentina como fuente de suministro de insumos vitales. A tal efecto se utilizaron
las hist�ricas relaciones comerciales y las vinculaciones culturales, sociales y
migratorias existentes entre ambos pa�ses. Desde el punto de vista geopol�tico,
Argentina consideraba a Paraguay como la primera l�nea de defensa o la punta de
lanza ante una posible expansi�n brasile�a hacia el oeste. Comenzada la guerra, el
pueblo argentino apoy� la causa paraguaya con donaciones y voluntarios de todo
tipo.

El doctor Luque, redactor jefe de La Prensa, me dijo: �Yo no hablo en mi casa de lo


que en el diario se hace, y as� jam�s hablo de la cuesti�n paraguayo-boliviana;
pero es lo cierto que mi mujer, mis hijos y todo el servicio no pierden ninguna
oportunidad para expresar sus simpat�as por el Paraguay. Ese es el esp�ritu de toda
la gente�.
(Rivarola, 1982, p. 134)
Estos hechos no fueron un secreto para el Gobierno y el estado mayor boliviano, que
recib�an extensos informes no solo de sus funcionarios radicados en Buenos Aires
sino del propio Luis Fernando Guachalla, embajador boliviano en Asunci�n hasta
julio de 1931.35?

Ataque al fort�n Carlos A. L�pez


Art�culo principal: Incidente de laguna Pitiantuta

Ataque del capit�n paraguayo Abd�n Coronel Palacios.


Rojo: defensas bolivianas.
Azul: ataque paraguayo
El 6 de mayo de 1932, el secretario de estado de los Estados Unidos, Francis White,
presidente de la Comisi�n de Neutrales, propuso que el pacto de no agresi�n entre
Bolivia y Paraguay, en curso de negociaci�n, deb�a partir de los territorios
ocupados por las partes en el momento de su firma. El ej�rcito boliviano aceler� su
plan de ocupaci�n territorial, especialmente de la importante laguna descubierta
accidentalmente por su aviaci�n el 25 de abril de 1932.

En su tercer intento por llegar a ese objetivo, el 15 de junio de 1932, un


destacamento boliviano al mando del mayor �scar Moscoso atac� y destruy� el fort�n
paraguayo Carlos Antonio L�pez, ubicado al borde de la laguna Pitiantuta (o �laguna
Chuquisaca� como fue nombrada despu�s por los bolivianos). Esta sorpresiva acci�n
militar se hizo contrariando �rdenes del presidente boliviano Salamanca de evitar
todo tipo de provocaci�n en el Chaco dadas las negociaciones que se ven�a
discutiendo en Washington desde noviembre de 1931.

Con esta �operaci�n� de encubrimiento, mentiras y desobediencia y hasta extrav�o de


documentaci�n, realizada por miembros del alto mando a espaldas del presidente, se
inici� uno de los conflictos que afectar�an a Bolivia durante toda la guerra, la de
Salamanca contra los responsables del ej�rcito y que culminar�a, a�os m�s tarde,
con su destituci�n. Un mes despu�s, el 16 de julio, el destacamento paraguayo
Coronel Palacios recuper� la zona despu�s de una peque�a refriega. Este hecho fue
presentado al pueblo boliviano como un artero ataque de Paraguay a Bolivia y se lo
condiment� adem�s con falsos actos de barbarie cometidos por los soldados
paraguayos. El 19 de julio de 1932, desde los balcones del Palacio Quemado,
Salamanca se dirigi� al pueblo que se hab�a congregado para escucharlo:

Ciudadanos, hijos de Bolivia, en un momento de verdadera angustia nacional, al


presentarse una nueva agresi�n a la dignidad nacional, se ha producido esta
magn�fica reacci�n que manifiesta la vida y el vigor del patriotismo boliviano. Si
una naci�n no reaccionara ante los ultrajes que le infieren no merecer�a ser una
naci�n.
(Querejazu Calvo, 1990, p. 29)
Miles de bolivianos aplaudieron esas palabras sin sospechar del enga�o y de que
ir�an a la muerte poco tiempo despu�s en la desconocida y �rida planicie chaque�a.

La recuperaci�n paraguaya de la laguna Pitiantuta, que volvi� las cosas a su estado


anterior, no lo fue para Salamanca. Como si se tratara de una afrenta al honor
nacional pidi� al general Osorio el enjuiciamiento de los responsables. Poco
despu�s, debilitado pol�ticamente y empujado por un clima guerrerista que �l mismo
hab�a incentivado, orden� al general Quintanilla que en represalia se apoderara de
los fortines paraguayos Corrales, Toledo (del 27 al 28 de julio) y Boquer�n (el 31
de julio de 1932).

Ejecute bien la orden, si hay en ello alg�n m�rito, ser�a suyo; si surgen
responsabilidades, ser�n m�as.
(Dunkerley, 1987, p. 219)
En el frente diplom�tico, ante la protesta paraguaya como pa�s agredido, Salamanca
se mostr� firme en no devolver los tres fortines y exigi� que fueran incorporados a
una �zona en litigio�. Previamente, el 22 de julio de 1932, orden� que la
delegaci�n boliviana abandonara la Comisi�n de Neutrales, que actuaba de mediador
entre ambos pa�ses. Ante el pedido paraguayo de que se investigara lo sucedido en
Pitiantuta, Julio A. Guti�rrez, ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia,
descolocado por la acci�n militar realizada por el alto mando, intent� defender lo
indefendible mediante un lenguaje cada vez m�s agresivo:

Despu�s del ataque [se refiere a la recuperaci�n paraguaya del fort�n Carlos A.
L�pez] [el Paraguay] se presenta nuevamente en Washington alardeando pacifismo.
Esto es un sarcasmo de la realidad de los hechos, una burla, no solo para nosotros,
sino para los mismos neutrales.
(Paraguay. Ministerio de Relaciones Exteriores, 1933, p. 188)
Finalmente el canciller Guti�rrez, en una arrogante nota del 1.� de agosto, agreg�:
�No nos interesan las investigaciones que no definen la cuesti�n fundamental�.15?

El 7 de agosto fuerzas bolivianas ocuparon el fort�n paraguayo Caray�, bautiz�ndolo


como Huijay.

Con esta excesiva reacci�n sin razones valederas, el Gobierno de Salamanca avanz�
desde una pol�tica de desmilitarizar el Chaco a una guerra con miles de muertos y
heridos. Pero el ej�rcito boliviano, a fines de julio de 1932, no estaba preparado
para una operaci�n militar en gran escala en el Chaco. El 30 de agosto de 1932, a
solo 9 d�as del ataque de todo el ej�rcito paraguayo sobre Boquer�n e inicio de la
guerra, el general Osorio envi� el Memorando 507/32 al presidente Salamanca. Con un
tono casi altanero e irrespetuoso, expuso que el alto mando no ten�a directivas
precisas ni exist�a un Plan de Operaciones que guiara al ej�rcito boliviano en el
Chaco. En el mismo memorando propuso un plan que consist�a en avanzar por el norte,
en el alto Paraguay, zona diametralmente opuesta al que se estaba realizando en el
sur.36?El plan de Osorio ten�a como objetivo ocupar la costa del r�o Paraguay
frente a un pa�s neutral (Brasil), f�cil de aprovisionar y mantener
indefinidamente. Al mismo tiempo, en la zona sur, el general Carlos Quintanilla,
jefe de las fuerzas bolivianas en el Chaco, pidi� autorizaci�n para ocupar dos
fortines m�s: Nanawa al sur y Rojas Silva al este. Este �ltimo fort�n fue ocupado
el 6 de septiembre de 1932.

As� Quintanilla, el General de las Represalias, movido un tanto por la orden


presidencial y m�s por sus ansias locas por popularizarse [...] obteniendo triunfos
baratos sobre el Paraguay, indirectamente cooper� [...] para precipitar al inerme
pueblo boliviano a la vor�gine del Chaco.
(Tabera, 1979, p. 154)
En julio de 1932, el ej�rcito boliviano contaba en el Chaco con el Primer Cuerpo,
unos 4000 hombres, en la parte sudoeste, m�s dos divisiones, unos 2000 hombres, en
el noroeste. Durante el mes de agosto aproximadamente 6000 soldados comenzaron a
ser trasladados lentamente al Chaco debido a serias complicaciones log�sticas.37?

Reacci�n paraguaya

Eusebio Ayala, presidente del Paraguay entre 1932 y 1936.


La captura y destrucci�n del fort�n Carlos A. L�pez que la canciller�a boliviana
segu�a negando, la ocupaci�n �en represalia� de tres fortines paraguayos que se
negaba a devolver y la actitud intransigente y belicista del Gobierno boliviano,
convencieron al Gobierno paraguayo de que la soluci�n militar era la �nica salida a
los problemas chaque�os. El presidente Eusebio Ayala decret� la movilizaci�n
general para lanzar al Paraguay a una guerra a gran escala. Durante el mes de
agosto de 1932 se concentraron 8000 soldados en la base de operaciones de Isla Po�;
1500 en el fort�n Nanawa y 3000 se ubicaron en el alto r�o Paraguay. Otros 3000
refuerzos fueron enviados a Isla Po� a fines de agosto. Estas fuerzas estaban al
mando de 8 tenientes coroneles, menores de 50 a�os, que en su mayor�a hab�an
realizado altos cursos de perfeccionamiento en Europa y 12 mayores, que ten�an
menos de 40 a�os y que tambi�n hab�an realizado estudios en el extranjero.38?En
Isla Po� se construy� una pista de aterrizaje y se traslad� toda la fuerza a�rea.
Se requisaron camiones y barcos privados, los primeros para el transporte de tropas
y recursos en el Chaco y los segundos para reforzar la log�stica que se hac�a desde
Asunci�n hasta el puerto Casado por el r�o Paraguay.

El teniente coronel Juan B. Ayala, del Estado Mayor, el oficial que hab�a recibido
la mayor capacitaci�n en Francia y que hab�a analizado las causas del fracaso de la
movilizaci�n del a�o 1928 que impidi� que la guerra de iniciara aquel a�o, logr�
ahora triplicar planificadamente, en solo 30 d�as, las fuerzas del ej�rcito en
tiempos de paz. El teniente coronel Estigarribia estimaba que el ej�rcito boliviano
reci�n podr�a completar su movilizaci�n masiva, y alcanzar la inevitable
superioridad en hombres y recursos, en 90 d�as, tiempo suficiente para llevar
adelante, con esa ventaja estrat�gica, la primera ofensiva paraguaya en el Chaco.

El 29 de agosto, la Comisi�n de Neutrales propuso una tregua incondicional de 60


d�as que Bolivia acept� si se reduc�a a 30 d�as pero que el doctor Justo Pastor
Ben�tez, ministro de relaciones exteriores de Paraguay, con toda la maquinaria
b�lica en pleno movimiento, la rechaz� aduciendo: �Nos toca velar por nuestra
propia seguridad que consideramos seriamente amenazada�.39?
Primera ofensiva paraguaya (septiembre-diciembre de 1932)
Batalla de Boquer�n
Art�culo principal: Batalla de Boquer�n (1932)

Primera ofensiva paraguaya (septiembre a diciembre de 1932).


El 8 de septiembre, aviones bolivianos detectaron la aproximaci�n de las fuerzas
paraguayas en el camino hacia Boquer�n y bombardearon y ametrallaron la columna,
ocasionando bajas entre hombres y caballos.

El teniente coronel Manuel Marzana asumi� el mando de las fuerzas que ocuparon
Boquer�n el 31 de julio de 1932 a causa del fallecimiento del teniente coronel Luis
Emilio Aguirre (junto con otros oficiales y soldados), en la emboscada preparada
con antelaci�n por las fuerzas paraguayas que defend�an el fort�n.40?Este
competente oficial fue el responsable de sostener el cerco de Boquer�n resistiendo
los embates del grueso del ej�rcito paraguayo que, desde el 9 al 29 de septiembre
de 1932, lo atacar�a sin cesar.

Los paraguayos atacaron desaprensivamente a Boquer�n el 9 de septiembre. Cuando los


voluntariosos ataques directos no tuvieron �xito, las unidades se desplegaron en
los alrededores para emboscar a las fuerzas que pudieran acudir en ayuda del
fort�n. El 10, una columna boliviana que avanzaba hacia Boquer�n cay� en una
emboscada sufriendo fuertes bajas. En estos primeros d�as pudo observarse muchas
deficiencias en el ej�rcito paraguayo, principalmente en el abastecimiento del
agua. Acuciados por la sed, los soldados abandonaban las l�neas para buscar agua en
la retaguardia. Tambi�n hubo falencias en la sincronizaci�n de los movimientos
entre las unidades.

La aviaci�n boliviana trat� de neutralizar la �artiller�a� que bombardeaba Boquer�n


y que era la que m�s bajas produc�a sin poder ubicarla. Se trataba de los modernos
morteros Stokes-Brandt que hasta Marzana cre�a que eran ca�ones de largo alcance.
Los combates iniciales sirvieron para que los paraguayos ganaran en experiencia a
costa de muchas bajas. El ingreso de ayuda al fort�n cercado realizado por el
ej�rcito boliviano con peque�as unidades, algunas con �xito y otras no, fue con
gran costo en bajas ya que esas fuerzas deb�an salir nuevamente del fort�n por la
falta de recursos en el lugar.

Teatro de operaciones batalla de Boquer�n y alrededores


Empezamos nuestro ret�ro [�] Paso por medio de una lluvia de balas. Sigue la
masacre. Aumenta peligrosamente el n�mero de muertos, [�]. Por fin logramos pasar
toda la zona donde se encontraba el enemigo y llegamos al Comando. Todos ped�amos
pan y agua. Ya no �ramos los muchachos entusiastas y fuertes que salimos de Oruro.
No �ramos m�s que espectros. Todos quer�amos irnos.
Diario del teniente boliviano Germ�n Busch,
en (Brockmann, 2007, p. 218)
La aviaci�n lanz� municiones, alimentos y medicinas sobre Boqueron pero debido al
fuego antia�reo paraguayo y la necesidad de conservar los aviones se hizo desde
gran altura por lo que se destruyeron en la ca�da o cayeron en poder del enemigo.

En el campo diplom�tico Bolivia acept� la propuesta de la Comisi�n de Neutrales de


suspender las hostilidades creando un cintur�n de neutralizaci�n de dos km
alrededor de Boquer�n. Paraguay no lo acept� y mantuvo la posici�n inicial de que
previamente Bolivia deb�a devolver los fortines capturados en el mes de julio.

El 21 de septiembre, 8 d�as antes de la ca�da de Boquer�n y de la retirada general


boliviana, el presidente Salamanca respondi� al general Osorio su impertinente
memorando del 30 de agosto diciendo que mientras el ej�rcito hab�a seguido sus
instrucciones se hab�a logrado la captura de Toledo, Corrales y Boquer�n y por no
haberlo hecho se hab�a perdido la laguna Chuquisaca. Rebati� el plan de atacar por
el norte y sostuvo:

A mi juicio, una guerra con el Paraguay debe librarse en el Sudeste concentr�ndose


all� las fuerzas posibles para descargar golpes decisivos que nos permitan imponer
un tratado de paz en Asunci�n.
Nota del presidente Salamanca al general Osorio,
en (Vergara Vicu�a, 1944, p. 39 v. 2)
El alto mando convenci� finalmente a Salamanca sobre la necesidad de abandonar
Boquer�n. Se realiz� en Mu�oz, sede del comando boliviano en el Chaco, una
tormentosa reuni�n de varios generales, que casi termina a los tiros.41?Esto motiv�
que el general Quintanilla, el d�a 27, pidiera a Marzana que soportara diez d�as
m�s mientras organizaba un contraataque. Ninguna de las dos cosas era posible por
el agotamiento de las fuerzas bolivianas y la superioridad en hombres y recursos
del enemigo. El alto mando boliviano se negaba a reconocer que no hab�a previsto la
sorpresiva estrategia paraguaya de atacar con todo su ej�rcito. Cuando el mayor
Julio Aguirre, el 10 de septiembre, inform� al coronel Francisco Pe�a que los
paraguayos deb�an ser varios miles, porque eran m�s de 400 soldados solo en el
camino Yujra-Boquer�n, este le contest�: �Mir� usted visiones... El enemigo es
cobarde y no pasa de unos mil hombres�.42?Pocos d�as despu�s Pe�a cambi� de opini�n
e inform� al general Quintanilla:

En estos momentos mi divisi�n atraviesa una situaci�n muy delicada. Todos los
informes que recibo me hacen saber que las tropas se encuentran totalmente
desmoralizadas y agotadas. Hemos intentado tres ofensivas con fuerzas frescas,
llenas de entusiasmo a objetivos bien definidos, ninguna ha podido ser culminada
por la superioridad aplastante del adversario, tanto material como de especial
instrucci�n de combate en el bosque; cualquier nueva ofensiva con los elementos que
dispongo seria de resultados negativos, llevando a nuestro personal a un sacrificio
est�ril. Me permito sugerir buscar una defensa s�lida en Arce y una moment�nea
intervenci�n diplom�tica para salvar al destacamento Marzana en Boquer�n y
completar nuestra preparaci�n.
Informe de Pe�a a Quintanilla,
en (Arze Quiroga, 1952, p. 159 v. 2)
El Gobierno boliviano se enter� de la ca�da de Boquer�n por las noticias
provenientes de Paraguay y Argentina. Esto lo oblig� a retacear la informaci�n al
pueblo boliviano. Salamanca destituy� a Filiberto Osorio y lo reemplaz� por el
general Jos� L. Lanza en medio de manifestaciones populares, principalmente en La
Paz, que acusaban al Gobierno y especialmente al alto mando por la derrota pidiendo
el retorno del general Hans Kundt. El 8 de octubre de 1932, Salamanca recibi� una
nota de �protesta� (supuestamente en nombre de oficiales de la 4.� y 7.� Divisi�n)
donde el general Quintanilla y su jefe de Estado Mayor, el teniente coronel David
Toro, al borde de la insubordinaci�n, hac�an responsable al presidente del fracaso
militar y se manifestaban ofendidos por la remoci�n de Osorio.43?44?

En Boquer�n, y en los desiguales combates que tuvieron lugar en los alrededores,


Bolivia perdi� 1500 hombres, entre muertos y prisioneros entre los que se
encontraban los oficiales y soldados con m�s experiencia en el teatro de
operaciones chaque�o.45?En m�rito a los logros obtenidos Jos� F�lix Estigarribia
fue ascendido a coronel, rango con el cual conducir�a a todo el ej�rcito paraguayo
hasta septiembre del a�o 1933.

Ca�da del fort�n Arce y retirada hacia Saavedra


Despu�s de la captura de Boquer�n, el ej�rcito paraguayo con 15 000 hombres
continu� su avance en direcci�n al fort�n Arce. Estigarribia reorganiz� sus fuerzas
creando la 4.� Divisi�n al mando del teniente coronel Nicol�s Delgado, oficial que
acababa de llegar de Francia donde hab�a completado sus estudios en la Escuela de
Guerra de ese pa�s.46?

Por su parte, las tropas del Destacamento Pe�aranda y fuerzas auxiliares, agotadas
y desmoralizadas, se replegaron hacia Arce ofreciendo ligera resistencia a unos 11
km de ese fort�n. La presi�n paraguaya provoc� que tres regimientos bolivianos
abandonaran sus posiciones sin combatir:

En la tarde de hoy [30 de septiembre de 1932] se nota movimiento entre los soldados
y se ve alejarse varios grupos con direcci�n al camino. Nosotros hacemos lo mismo y
en el tropel abandonamos nuestras posiciones. Es un acto vergonzoso. Se deserta en
conjunto frente al enemigo. Pero en estos momentos nadie piensa. Llegamos a Arce
[que dista] 5 leguas.
Diario del teniente boliviano Germ�n Busch,
en (Brockmann, 2007, p. 222)
Estigarribia, con mucha cautela, envi� una divisi�n por el camino Yujra-Arce
mientras que una segunda avanz� por la derecha para ganar la espalda del enemigo.
La tercera qued� como reserva asumiendo que tomar Arce ser�a m�s dif�cil que
Boquer�n donde hab�a sufrido unas 2000 bajas, entre muertos, heridos y enfermos. En
el avance, una patrulla paraguaya captur� al teniente coronel Humberto C�rdenas
(comandante del RI-35 boliviano) que con 5 camiones qued� empantanado en el camino
Arce-Yujra.47?Frente a Yujra, una fracci�n del regimiento boliviano Loa fue rodeada
por el RI-1 Dos de Mayo y el RI-3 Corrales y en el curso de una confusa
capitulaci�n fueron capturados el mayor boliviano Francisco Arias, 7 oficiales y 80
soldados.48?

El ej�rcito paraguayo ocup� los fortines Ram�rez y Castillo (8 de octubre), Lara


(11 de octubre) y Yujra (12 de octubre). El 22 de octubre, al amanecer, comenz� el
ataque al fort�n Arce y para el mediod�a los regimientos paraguayos rodearon las
l�neas bolivianas saliendo a su retaguardia. Al notar esta maniobra, cuatro
regimientos bolivianos abandonaron sus posiciones completamente desmoralizados. El
coronel Pe�aranda, temiendo ser rodeado, orden� la retirada.

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