La Guerra Del Chaco
La Guerra Del Chaco
La Guerra Del Chaco
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Coordenadas
21°19′38″S 59°44′12″OCoordenadas:
21°19′38″S 59°44′12″O (mapa)
Casus belli Problemas limítrofes
Militarismo boliviano
Beligerantes
Bolivia Paraguay
Figuras políticas
Daniel Salamanca Eusebio Ayala
José Luis Tejada
Comandantes
Filiberto Osorio José Félix Estigarribia
José Leonardo Lanza
Hans Kundt
Enrique Peñaranda
Fuerzas en combate
Movilizados en los 3 años: Movilizados en los 3 años:
250.000 150.000
Bajas
60.000 muertos 3 30.000 muertos 5
58.000 muertos 4 2.500 prisioneros
25.000 prisioneros
6.000 desertores
[ocultar]
Principales batallas de la Guerra del Chaco
9 de septiembre de 1932-12 de junio de 1935
I • Carandaytý • El
Índice
La región estaba cubierta por bosques, matorrales espinosos y palmeras. En la franja cercana
al río Paraguay, se explotaba el quebracho colorado para la producción del tanino. El
desarrollo de la agricultura en esa época era escasa.
El monte [chaqueño] es el absurdo materializado en árboles. Es el terrible mundo de la desorientación.
En todas partes es el mismo, bajo, sucio, verde terroso. […] Sus árboles no son árboles, son espantajos
de formas torturadas, en cuya corteza rumian su miseria fisiológica espinas y parásitos [que] crecen
prendidos a una tierra estéril e infecunda, por eso viven y mueren sin adornar sus ramas con la verde
caricia de la hoja ni el milagro luminoso del fruto.
Carlos Arce Salinas, excombatiente y político boliviano;
en (Arce Aguirre, 2009, p. 32)
El clima de tipo tropical de sabana (Aw) en el sector oriental, y semiárido cálido (BSh) en el
sector occidental, climas predominantemente calurosos, con prácticamente dos estaciones al
año: veranos lluviosos e inviernos secos. La temperatura podía llegar a los casi 50 °C en
verano, y ser inferior a los 0 °C. en el invierno. Era el hábitat de una gran variedad de
serpientes venenosas y de insectos portadores de enfermedades, como la vinchuca y el
mosquito. El agua era escasa y salobre en las zonas centrales; los pocos pozos y lagunas
existentes tuvieron una importancia vital durante la guerra pero la contaminación de los
mismos produjeron muchas bajas por disentería.
Hay un magnífico pozo de agua en Platanillos. Los paraguayos al retirarse le pusieron una bomba.
Tiene 40 metros de profundidad y se hacen esfuerzos por rehabilitarlo. Pero su agua es intomable por lo
nauseabunda. Se ha extraído ya enorme cantidad de agua, es cristalina pero infecta, hedionda a
curtiembre, a cueros podridos. Se espera el resultado de los análisis de Villa Montes.
Luis Fernando Guachalla, pagador del Segundo Cuerpo boliviano, 5 de marzo de 1933;
en (Guachalla, 1978, p. 248)
Durante la temporada de lluvia, de diciembre a mayo, los pocos caminos, que eran senderos
polvorientos durante la mayor parte del año, se convertían en fangales intransitables debido a
la poca permeabilidad del suelo. Esta inhóspita región fue muchas veces el enemigo principal
que enfrentaron ambos contendientes.
Antecedentes y causas[editar]
Artículo principal: Antecedentes de la Guerra del Chaco
Véase también: Tratados limítrofes entre Bolivia y Paraguay anteriores a la Guerra del Chaco
Los antecedentes y causas de la guerra del Chaco son complejos. Cuando Bolivia y Paraguay
se volvieron estados independientes heredaron de la época colonial una vaga determinación
de los límites de esa zona inhóspita y despoblada por lo que tuvieron que fijar sus respectivas
jurisdicciones de acuerdo con documentos muchas veces contradictorios o mediante el
trazado de líneas geodésicas. Los cuatro tratados de límites que se acordaron entre 1879 y
1907 no fueron aceptados definitivamente por ninguna de las partes. Cuando Bolivia perdió la
salida al océano Pacífico, como consecuencia de la Guerra del Pacífico (1879), esa región
adquirió un valor estratégico para ese país: la ocupación del Chaco Boreal fue necesaria para
salir al océano Atlántico por el río Paraguay. Ambos países realizaron pocas expediciones al
Chaco. Otra causa fue la supuesta existencia de petróleo en el subsuelo chaqueño que
Standard Oil ya extraía en sus bordes serranos. Esa empresa había fracasado en su intento
por sacar el petróleo boliviano por un oleoducto en territorio argentino hasta la refinería que
tenía una subsidiaria suya sobre el río Paraná quedándole como única opción cruzar por el
Chaco Boreal hacia el río Paraguay, lo más al sur posible.7
Paraguay, unas décadas antes, había sido devastado por la Guerra de la Triple Alianza (1865-
1870). Una de las consecuencias fue la pérdida de enormes territorios en la zona oriental.
Respecto del Chaco Boreal, Argentina pretendió incorporar una parte a su territorio, pero tras
recurrir en 1879 al arbitraje del presidente estadounidense Rutherford Hayes, este falló que la
zona comprendida entre el río Pilcomayo y el Verde, al norte, correspondía al Paraguay. Con
estos antecedentes, era difícil que ese país pudiera aceptar las pretensiones bolivianas sobre
el Chaco Boreal.
Enrique Peñaranda.
Comandantes bolivianos[editar]
Durante la guerra del Chaco, el ejército boliviano fue dirigido sucesivamente por cuatro
generales:
Hans Kundt fue la principal figura militar en Bolivia en las dos décadas anteriores a la
guerra. Llegó al país el 11 de marzo de 1911, con el grado de mayor, encabezando una
misión de 18 militares alemanes contratada por el estado boliviano para reorganizar el
ejército. Su buena actuación, exclusivamente técnica, le valió el ascenso a general del
ejército boliviano.
En 1914, estando de vacaciones en Alemania estalló la primera guerra mundial. Participó
esencialmente en el frente oriental y luego en el frente occidental. Se retiró del ejército alemán
con el grado de general y regresó a Bolivia en 1921 como un civil. Fue nuevamente contratado
por el presidente Saavedra, se nacionalizó boliviano en 1921 y asumió la jefatura del Estado
Mayor hasta 1926, pero con funciones cada vez más ligadas con la política interna boliviana. A
mediados de 1930, intentó orientar a los oficiales bolivianos en cuestiones políticas a favor de
la reelección del presidente Hernán Siles. Cuando este fue derrocado, tuvo que exiliarse.
En diciembre de 1932, ya con 63 años, fue llamado por el Gobierno para dirigir al ejército
boliviano en campaña. Fue calificado como oficial tropero, por no poseer estudios de Estado
Mayor, lo que influyó en la deficiente movilización del ejército boliviano en 1928 con su
secuela de saqueos, disturbios, amotinamientos y deserciones. No solo tuvo que enfrentar al
ejército paraguayo, sino también a las intrigas de los oficiales del alto mando boliviano. En
diciembre de 1933, tras los sucesivos fracasos en Nanawa, Campo Grande y en Alihuatá-
Campo Vía, fue destituido por Daniel Salamanca. Abandonó Bolivia y falleció en Suiza seis
años después.
Enrique Peñaranda Castillo fue elegido por el presidente Salamanca como sucesor de
Kundt por haber escapado del cerco de Campo Vía, hecho que no fue cierto y que
Peñaranda evitó aclarar.8
Participó, antes de la guerra, en el engaño del alto mando boliviano al presidente Salamanca
con motivo de la ocupación del fortín paraguayo Carlos A. López, amparándose en la
obediencia debida.9
Careciendo de un punto de vista estratégico propio, y engañoso casi por omisión en sus relaciones civil-
militares, Peñaranda era una misteriosa mezcla de «camaradería de rancho», que le daba acceso a las
sugerencias de los subordinados y de intolerancia cuartelera cuando estaba irritado (complicando así
sus relaciones con Salamanca).
(Dunkerley, 1987, p. 223)
El general Peñaranda continúa siendo el hombre sin carácter ni iniciativa propia. Esta impresión se ha
hecho conciencia en el ejército y nadie la disimula.
Salamanca, en (Querejazu Calvo, 1981)
En contraste con los sucesivos comandantes en jefe bolivianos, el ejército paraguayo fue
dirigido por José Félix Estigarribia desde el comienzo hasta finalizar la guerra, periodo en el
cual nunca abandonó el Chaco.
José Félix Estigarribia: De extracción social humilde, realizó estudios superiores en la
Facultad de Agronomía. Luego de obtener el diploma cambió de carrera y en 1910 se alistó en
el ejército con el rango de teniente de infantería. De 1911 a 1913, asistió a la Escuela Militar
Bernardo O’Higgins, en Chile. En 1917, debido a sus aptitudes, fue ascendido a capitán. Fue
seleccionado para asistir al curso de Estado Mayor en la École Supérieure de Guerre en
Francia. Era un estudioso de la guerra de movimiento superadora de las estrategias de la
Primera Guerra Mundial. Su primera experiencia militar en el desierto lo hizo en Marruecos, en
las operaciones que realizó el ejército francés al mando del mariscal Louis Lyautey. En 1927
culminó el curso de tres años de duración y en 1928 fue nombrado jefe de Estado Mayor.
Cuando la guerra parecía inevitable, el Gobierno decidió que Estigarribia era el hombre más
capacitado para dirigir al ejército paraguayo.
En abril de 1931 fue ascendido a teniente coronel y el 18 de junio asumió el comando de la
1.ª División con asiento en el puerto Casado, en el Chaco Boreal. Después de la batalla del
fortín Boquerón, en septiembre de 1932, fue ascendido a coronel, grado con el cual comandó
el ejército paraguayo hasta septiembre de 1933. Tras el exitoso cerco de Campo Grande fue
ascendido a general. Era un hombre tranquilo, serio y austero, en su inconfundible uniforme
con las mangas siempre cortas. El buen conocimiento de cada oficial bajo su mando le
permitió exigir a cada uno el máximo de esfuerzo que podía dar. Dirigió las operaciones desde
muy cerca del frente para agilizar la toma de decisiones y dejó en libertad a sus oficiales para
que realizaran las operaciones tácticas que el momento y lugar lo requirieran. Se lo ha
criticado por haber sido excesivamente conservador en los primeros meses del conflicto. Su
mayor logro estratégico fue conducir la guerra en el desierto chaqueño como si se tratara de
una batalla naval.
Estrategia boliviana[editar]
La estrategia boliviana se apoyó en la indudable superioridad de recursos económicos y de
población (3 a 1) que tenía sobre Paraguay. Para el Estado Mayor boliviano la ocupación del
Chaco y el acceso al río Paraguay era más un problema diplomático que militar.
El teniente coronel Ángel Rodríguez consideraba que solo había agua suficiente para enviar a cinco mil
hombres, y que solo las unidades no más grandes que una compañía podrían maniobrar entre los
arbustos, mientras que Kundt seguía firmemente convencido de que tres mil hombres bastarían para
tomar Asunción.
(Dunkerley, 1987, p. 207)
No se tuvo en cuenta la historia de ese pequeño país ubicado al sur y a la importancia que le
daba a la posesión del Chaco Boreal. En 1928, el doctor Salamanca, para quien Paraguay era
«la más miserable de las republiquetas de Sudamérica»,15 decía:
Bolivia tiene una historia de desastres internacionales que debemos contrarrestar con una guerra
victoriosa […]. Así como los hombres que han pecado deben ser sometidos a la prueba del fuego para
salvar sus almas […] los países como el nuestro, que han cometido errores de política interna y externa,
debemos y necesitamos someternos a la prueba del fuego, que no puede ser otra que el conflicto con el
Paraguay […] único país al que podemos atacar con seguridades de victoria.
Salamanca, en (Antezana Villagrán, 1982, p. 12/13 v. 2)
Comenzada la guerra, Bolivia no realizó una movilización total, consideró que era suficiente
llevar adelante una guerra económica y que no alterara la vida cotidiana de la población.16
Por estas razones no se intentó mejorar el abastecimiento hasta el lejano frente chaqueño
construyendo una línea férrea hasta Muñoz y el imprescindible puente sobre el
río Pilcomayo.17Las tropas fueron transportadas en camión y ferrocarril hasta Villazón, desde
allí en camión hasta Tarija y desde ese punto a pie hasta Villamontes, la base principal en el
Chaco. Desde allí los soldados tuvieron que marchar hasta 400 km a través del polvo, barro y
el calor sofocante del Chaco Boreal. El medio básico de transporte fue el camión, y estos
siempre escasearon. El presidente Salamanca preguntó al Jefe de Estado Mayor:
Dígame señor general, ¿qué piensan hacer con los 600 camiones y qué han hecho con los últimos 20
que he comprado hace dos meses?
(Dunkerley, 1987, p. 214)
Para cubrir las seis etapas del tramo Villazón-Muñoz se necesitaban 480 camiones. Como
solo había unidades para los pertrechos y sobre todo el agua, los soldados tuvieron que
movilizarse a pie durante toda la guerra. Los vehículos estuvieron limitados a su vez por los
malos caminos, todos de tierra y que las lluvias hacían intransitables.18
Bolivia priorizó la ocupación territorial para justificar «de facto» sus derechos (Véase Incidente
de laguna Pitiantuta). La pérdida de un fortín fue vivido dramáticamente por el pueblo, el
Gobierno y el ejército boliviano hasta el punto de ocultarse la información entre sí.19Los
partidos políticos, el regionalismo y la prensa de la oposición no perdieron ninguna
oportunidad para criticar al presidente Salamanca y al alto mando con el único objetivo de
lograr una mayor cuota de poder.20
La preparación de los oficiales y la del mismo Kundt no estaban actualizadas. El Colegio
Militar era refugio de estudiantes réprobos y bachilleres fracasados.21Muy pocos recibieron
capacitación superior una vez egresados de ese Colegio, dentro o fuera del país.22Los
ascensos se digitaron políticamente en negociaciones abiertas. La misión militar española que
llegó en febrero de 1931 observó que se enseñaba materias elementales como álgebra a
coroneles y topografía a egresados de la Escuela Superior de Guerra.23Primaban las doctrinas
de la temprana Primera Guerra Mundial con sus ataques frontales con enorme costo en vidas
y que ya estaban siendo superadas por concepciones más modernas. Antes que comenzara
la guerra, pese a los años a cargo del ejército boliviano, el general Hans Kundt nunca estuvo
en el Chaco.24
Para los soldados que venían del altiplano fue difícil adaptarse física y psíquicamente al
hábitat chaqueño. La unidad del pueblo frente a la guerra fue débil debido al anacrónico
feudalismo agrario boliviano.25En 1927, al norte de Potosí, los llamados «campesinos» se
levantaron contra la oligarquía terrateniente boliviana en tres oportunidades; Eduardo Nina
Quispe (1930-1933) luchó por una República de Naciones y Pueblos Originarios y en 1935 se
masacró a campesinos en Pucarani para obligarlos a ir a la guerra.
El soldado Aymará, que no conocía el castellano, fue ciegamente a la guerra (y a la muerte)
sin saber el por qué.26Uno de ellos preguntó a su sargento: «¿Y quién, pues, jefe, es nuestro
enemigo? ¿Son los cochabambinos?».27
El indio iba a la guerra, pero no le gustaba naturalmente porque no tenía conciencia patriótica ¿cómo
era posible tenerlo como soldado al indígena sin forzarlo?
J. Espada Antezana, ministro de Guerra de Bolivia,
en (Arce Aguirre, 1987, p. 258).
¿Los indios son cobardes? No saben a conciencia qué es la Patria, pero se empeñan en fiera lucha
contra quienes intuyen que son sus adversarios o, más propiamente, contra los oficiales que los
comandan.
Subteniente boliviano Alberto Taborga,
en (Dunkerley, 1987, p. 244)
La relación entre Salamanca y el alto mando y la de estos entre sí fue difícil durante toda la
guerra ya que muchos tenían ambiciones políticas y corporativas que afectaban la conducción
de las operaciones.
La clase militar había llegado a formar una especie de casta privilegiada, cuidadosamente cerrada a los
profanos, de acceso exclusivamente oficial y cuyos componentes progresaban masónicamente en
grados y emolumentos por acción del tiempo […] Unidos en estrecha solidaridad de intereses, frente al
Gobierno y a la nación toda, […], acabaron por mostrar, al contacto con la guerra, toda la soberbia de
que estaban penetrados. […] Desgraciadamente tanta soberbia militar iba acompañada de la
incapacidad y de la derrota, con todas sus funestas consecuencias. […] Se crearon en el Chaco un
campo propio y cerrado en que ellos pudiesen moverse con entera libertad. Eso sí, pedían soldados,
camiones, provisiones, armas y municiones en cantidades crecientes sin atender a las posibilidades
financieras que limitaban los esfuerzos del Gobierno (a pesar de su buena voluntad).
Salamanca, en (Guachalla, 1978, p. 90 y 91)
Si bien existieron problemas, las importaciones de alimentos y otros insumos desde Argentina
y otros países vecinos se mantuvieron durante toda la guerra. Hasta productos de Paraguay
ingresaron a Bolivia con el visto bueno del Gobierno paraguayo.30
La producción de petróleo de la empresa estadounidense Standard Oil en Bolivia no pudo
satisfacer las necesidades del ejército y durante la guerra fue permanente el reclamo por la
falta de gasolina. Bolivia tuvo que importar combustible y lubricantes, a un mayor costo, de
una destilería que la Standard Oil tenía en el Perú, o de la que ingresaba ilegalmente desde
Argentina cruzando el río Pilcomayo por Puerto Cabo Iriyoyen (Argentina) hacia Linares,
según Kundt, «a un precio exorbitante».31Después de terminada la guerra se confirmaron las
denuncias de que la Standard Oil de Bolivia, desde 1926, venía sacando de contrabando parte
de su producción hacia Argentina, a través de un oleoducto clandestino, con el visto bueno de
altos funcionarios del Gobierno argentino y boliviano vinculados a esa empresa
norteamericana.
Estrategia paraguaya[editar]
Las ofensivas paraguayas se realizaron en las estaciones de poca lluvia, cuando el calor era
preponderante. Se utilizó la táctica del «cerco y aniquilamiento», el popularmente llamado
«corralito»: ruptura o envolvimiento del frente, penetración hacia la retaguardia enemiga, corte
del abastecimiento y mando enemigos. Se priorizó el movimiento, rebalsando por los laterales
las defensas fijas bolivianas, evitando los ataques frontales de gran intensidad. El objetivo fue
el aniquilamiento del ejército enemigo y no la ocupación territorial. En febrero de 1934, un
informe del Comando Superior boliviano sobre el modus operandi del ejército paraguayo
decía:
La forma sistemática que el enemigo viene empleando en sus ataques consiste en el amarramiento
frontal, con grupos de combate y activas exploraciones de fuego para buscar el envolvimiento, con su
masa, de una o ambas alas, y la salida de fracciones sucesivas sobre los caminos de retaguardia. Estas
maniobras piden serias precauciones para su ejecución; sin embargo, son llevadas [a cabo] por el
enemigo con una confianza imprudente, apoyado simplemente en el resultado moral de sus éxitos
anteriores.
(Guachalla, 1978, p. 114).
Los oficiales más capaces fueron enviados al extranjero: Argentina, Chile, Francia, Bélgica,
Italia, para realizar estudios superiores.32El pueblo paraguayo, con la convicción de estar
siendo nuevamente agredido, como había ocurrido 60 años antes por Argentina, Brasil y
Uruguay, se unió nuevamente detrás del Gobierno y su ejército en lo que se conoce
como Guerra total. Nadie dudaba de que el Chaco debía ser «defendido». El pueblo colaboró
con todo tipo de actividades, tanto en el país como en el extranjero, para aumentar la
producción de bienes exportables, recaudar fondos y todo tipo de recursos para la guerra. En
abril de 1934, los ciudadanos entregaron 800 mesas de madera de sus casas para construir
1200 cajas para 18 000 granadas de mano construidas en los arsenales y que debían
enviarse al frente con urgencia.33Había homogeneidad entre oficiales y soldados donde todos
tenían las mismas tradiciones, costumbres y hablaban el mismo idioma: el guaraní. En este
aspecto el ejército paraguayo tuvo una decisiva ventaja sobre su oponente boliviano donde
había distintos grupos étnicos/lingüísticos, pronunciadas diferencias de clase, origen y cultura
entre soldados y oficiales, y hasta mercenarios extranjeros en los mandos superiores. Al poeta
y excombatiente boliviano Ángel Lara, que observaba a un grupo de prisioneros paraguayos,
le sorprendió que los soldados conversaran con sus oficiales «con toda naturalidad».34
La perfecta complementación entre dos hombres con características disímiles, el comandante
Estigarribia, como máximo responsable militar, y el presidente Eusebio Ayala, en su función
política y económica, permitió que Paraguay tuviera una conducción unificada y casi sin
fisuras, imprescindibles para lograr los mejores resultados en la campaña militar.
La adquisición de armas tuvo que superar tres problemas fundamentales:
Tener abiertas las líneas de comunicación que pasaban por Argentina: vías férreas y de
navegación.
La escasez de recursos y de créditos.
La necesidad del secreto para no provocar una reacción boliviana que acelerara la guerra
antes de que las mismas llegaran al Paraguay.
El envío del general Manlio Schenoni, en septiembre de 1926, a recorrer las fábricas de
armamento europeas tuvo como objetivo desviar la atención de los espías bolivianos, pues la
compra fue realizada por el doctor Eusebio Ayala utilizando secretamente los estudios
técnicos que el ejército argentino había realizado para su propio equipamiento y los informes
que enviaban los oficiales paraguayos que estudiaban en Europa.
Mientras se observaba a un jefe [Schenoni], las adquisiciones se hacían en otra parte subrepticiamente;
se disipaba la alarma de Bolivia mientras realizábamos nuestros planes. Por este motivo decía el
Presidente de la República en uno de sus mensajes al Congreso: «Preferimos hacer lo que no parece, a
hacer parecer lo que no hacemos».
(Ayala Queirolo, 1985, p. 65)
Las compras se hicieron con gran meticulosidad y secreto, eligiendo las mejores armas, a
diversos proveedores. Paraguay empezó y terminó la guerra con los mismos oficiales y
soldados. Solo tuvo que reponer los muertos, heridos y enfermos. Esto significó contar, a los
pocos meses de continuos combates, con un ejército experimentado para la difícil guerra
chaqueña.
Un aspecto importante de la estrategia paraguaya fue contar con el apoyo de Argentina como
fuente de suministro de insumos vitales. A tal efecto se utilizaron las históricas relaciones
comerciales y las vinculaciones culturales, sociales y migratorias existentes entre ambos
países. Desde el punto de vista geopolítico, Argentina consideraba a Paraguay como la
primera línea de defensa o la punta de lanza ante una posible expansión brasileña hacia el
oeste. Comenzada la guerra, el pueblo argentino apoyó la causa paraguaya con donaciones y
voluntarios de todo tipo.
El doctor Luque, redactor jefe de La Prensa, me dijo: «Yo no hablo en mi casa de lo que en el diario se
hace, y así jamás hablo de la cuestión paraguayo-boliviana; pero es lo cierto que mi mujer, mis hijos y
todo el servicio no pierden ninguna oportunidad para expresar sus simpatías por el Paraguay. Ese es el
espíritu de toda la gente».
(Rivarola, 1982, p. 134)
Estos hechos no fueron un secreto para el Gobierno y el estado mayor boliviano, que recibían
extensos informes no solo de sus funcionarios radicados en Buenos Aires sino del propio Luis
Fernando Guachalla, embajador boliviano en Asunción hasta julio de 1931.35
Miles de bolivianos aplaudieron esas palabras sin sospechar del engaño y de que irían a la
muerte poco tiempo después en la desconocida y árida planicie chaqueña.
La recuperación paraguaya de la laguna Pitiantuta, que volvió las cosas a su estado anterior,
no lo fue para Salamanca. Como si se tratara de una afrenta al honor nacional pidió al general
Osorio el enjuiciamiento de los responsables. Poco después, debilitado políticamente y
empujado por un clima guerrerista que él mismo había incentivado, ordenó al general
Quintanilla que en represalia se apoderara de los fortines paraguayos Corrales, Toledo (del 27
al 28 de julio) y Boquerón (el 31 de julio de 1932).
Ejecute bien la orden, si hay en ello algún mérito, sería suyo; si surgen responsabilidades, serán mías.
(Dunkerley, 1987, p. 219)
Finalmente el canciller Gutiérrez, en una arrogante nota del 1.º de agosto, agregó: «No nos
interesan las investigaciones que no definen la cuestión fundamental».15
El 7 de agosto fuerzas bolivianas ocuparon el fortín paraguayo Carayá, bautizándolo como
Huijay.
Con esta excesiva reacción sin razones valederas, el Gobierno de Salamanca avanzó desde
una política de desmilitarizar el Chaco a una guerra con miles de muertos y heridos. Pero el
ejército boliviano, a fines de julio de 1932, no estaba preparado para una operación militar en
gran escala en el Chaco. El 30 de agosto de 1932, a solo 9 días del ataque de todo el ejército
paraguayo sobre Boquerón e inicio de la guerra, el general Osorio envió el Memorando 507/32
al presidente Salamanca. Con un tono casi altanero e irrespetuoso, expuso que el alto mando
no tenía directivas precisas ni existía un Plan de Operaciones que guiara al ejército boliviano
en el Chaco. En el mismo memorando propuso un plan que consistía en avanzar por el norte,
en el alto Paraguay, zona diametralmente opuesta al que se estaba realizando en el sur.36El
plan de Osorio tenía como objetivo ocupar la costa del río Paraguay frente a un país neutral
(Brasil), fácil de aprovisionar y mantener indefinidamente. Al mismo tiempo, en la zona sur, el
general Carlos Quintanilla, jefe de las fuerzas bolivianas en el Chaco, pidió autorización para
ocupar dos fortines más: Nanawa al sur y Rojas Silva al este. Este último fortín fue ocupado el
6 de septiembre de 1932.
Así Quintanilla, el General de las Represalias, movido un tanto por la orden presidencial y más por sus
ansias locas por popularizarse [...] obteniendo triunfos baratos sobre el Paraguay, indirectamente
cooperó [...] para precipitar al inerme pueblo boliviano a la vorágine del Chaco.
(Tabera, 1979, p. 154)
En julio de 1932, el ejército boliviano contaba en el Chaco con el Primer Cuerpo, unos
4000 hombres, en la parte sudoeste, más dos divisiones, unos 2000 hombres, en el noroeste.
Durante el mes de agosto aproximadamente 6000 soldados comenzaron a ser trasladados
lentamente al Chaco debido a serias complicaciones logísticas.37
Reacción paraguaya[editar]
Eusebio Ayala, presidente del Paraguay entre 1932 y 1936.
La captura y destrucción del fortín Carlos A. López que la cancillería boliviana seguía
negando, la ocupación «en represalia» de tres fortines paraguayos que se negaba a devolver
y la actitud intransigente y belicista del Gobierno boliviano, convencieron al Gobierno
paraguayo de que la solución militar era la única salida a los problemas chaqueños. El
presidente Eusebio Ayala decretó la movilización general para lanzar al Paraguay a una
guerra a gran escala. Durante el mes de agosto de 1932 se concentraron 8000 soldados en la
base de operaciones de Isla Poí; 1500 en el fortín Nanawa y 3000 se ubicaron en el alto
río Paraguay. Otros 3000 refuerzos fueron enviados a Isla Poí a fines de agosto. Estas fuerzas
estaban al mando de 8 tenientes coroneles, menores de 50 años, que en su mayoría habían
realizado altos cursos de perfeccionamiento en Europa y 12 mayores, que tenían menos de
40 años y que también habían realizado estudios en el extranjero.38En Isla Poí se construyó
una pista de aterrizaje y se trasladó toda la fuerza aérea. Se requisaron camiones y barcos
privados, los primeros para el transporte de tropas y recursos en el Chaco y los segundos para
reforzar la logística que se hacía desde Asunción hasta el puerto Casado por el río Paraguay.
El teniente coronel Juan B. Ayala, del Estado Mayor, el oficial que había recibido la mayor
capacitación en Francia y que había analizado las causas del fracaso de la movilización del
año 1928 que impidió que la guerra de iniciara aquel año, logró ahora triplicar
planificadamente, en solo 30 días, las fuerzas del ejército en tiempos de paz. El teniente
coronel Estigarribia estimaba que el ejército boliviano recién podría completar su movilización
masiva, y alcanzar la inevitable superioridad en hombres y recursos, en 90 días, tiempo
suficiente para llevar adelante, con esa ventaja estratégica, la primera ofensiva paraguaya en
el Chaco.
El 29 de agosto, la Comisión de Neutrales propuso una tregua incondicional de 60 días que
Bolivia aceptó si se reducía a 30 días pero que el doctor Justo Pastor Benítez, ministro de
relaciones exteriores de Paraguay, con toda la maquinaria bélica en pleno movimiento, la
rechazó aduciendo: «Nos toca velar por nuestra propia seguridad que consideramos
seriamente amenazada».39
Empezamos nuestro retíro […] Paso por medio de una lluvia de balas. Sigue la masacre. Aumenta
peligrosamente el número de muertos, […]. Por fin logramos pasar toda la zona donde se encontraba el
enemigo y llegamos al Comando. Todos pedíamos pan y agua. Ya no éramos los muchachos
entusiastas y fuertes que salimos de Oruro. No éramos más que espectros. Todos queríamos irnos.
Diario del teniente boliviano Germán Busch,
en (Brockmann, 2007, p. 218)
La aviación lanzó municiones, alimentos y medicinas sobre Boqueron pero debido al fuego
antiaéreo paraguayo y la necesidad de conservar los aviones se hizo desde gran altura por lo
que se destruyeron en la caída o cayeron en poder del enemigo.
En el campo diplomático Bolivia aceptó la propuesta de la Comisión de Neutrales de
suspender las hostilidades creando un cinturón de neutralización de dos km alrededor de
Boquerón. Paraguay no lo aceptó y mantuvo la posición inicial de que previamente Bolivia
debía devolver los fortines capturados en el mes de julio.
El 21 de septiembre, 8 días antes de la caída de Boquerón y de la retirada general boliviana,
el presidente Salamanca respondió al general Osorio su impertinente memorando del 30 de
agosto diciendo que mientras el ejército había seguido sus instrucciones se había logrado la
captura de Toledo, Corrales y Boquerón y por no haberlo hecho se había perdido la laguna
Chuquisaca. Rebatió el plan de atacar por el norte y sostuvo:
A mi juicio, una guerra con el Paraguay debe librarse en el Sudeste concentrándose allí las fuerzas
posibles para descargar golpes decisivos que nos permitan imponer un tratado de paz en Asunción.
Nota del presidente Salamanca al general Osorio,
en (Vergara Vicuña, 1944, p. 39 v. 2)
Estigarribia, con mucha cautela, envió una división por el camino Yujra-Arce mientras que una
segunda avanzó por la derecha para ganar la espalda del enemigo. La tercera quedó como
reserva asumiendo que tomar Arce sería más difícil que Boquerón donde había sufrido unas
2000 bajas, entre muertos, heridos y enfermos. En el avance, una patrulla paraguaya capturó
al teniente coronel Humberto Cárdenas (comandante del RI-35 boliviano) que con 5 camiones
quedó empantanado en el camino Arce-Yujra.47Frente a Yujra, una fracción del regimiento
boliviano Loa fue rodeada por el RI-1 Dos de Mayo y el RI-3 Corrales y en el curso de una
confusa capitulación fueron capturados el mayor boliviano Francisco Arias, 7 oficiales y
80 soldados.48
El ejército paraguayo ocupó los fortines Ramírez y Castillo (8 de octubre), Lara (11 de octubre)
y Yujra (12 de octubre). El 22 de octubre, al amanecer, comenzó el ataque al fortín Arce y para
el mediodía los regimientos paraguayos rodearon las líneas bolivianas saliendo a su
retaguardia. Al notar esta maniobra, cuatro regimientos bolivianos abandonaron sus
posiciones completamente desmoralizados. El coronel Peñaranda, temiendo ser rodeado,
ordenó la retirada.
El ministro de Guerra, Joaquín Espada Antezana, que se encontraba en Arce, intentó poner algún orden
en el torrente humano que se dirigía al camino al sur. Fue inevitable ordenar un nuevo repliegue hacia
Alihuatá. De todos modos la multitud se arrojó hacia el camino y las sendas, e incluso rompió monte a
machetazos, abandonando por todas partes su armamento. La sed y el agotamiento fueron aniquilando
a muchos y las rutas de retirada se marcaron con los cadáveres en actitudes grotescas.
(Brockmann, 2007, p. 213)
En el descontrol general, el alto mando boliviano envió al fortín Arce, dentro de cajas con
botellas de whisky, dos frascos conteniendo Vibrión Colérico, para contaminar las lagunas que
se abandonaban al enemigo y desatar una epidemia de cólera en el ejército paraguayo.
Peñaranda entregó los frascos y la orden pertinente al doctor Gabriel Arze Quiroga, quien
felizmente, por razones morales y sanitarias, desobedeció la orden y enterró el material que
hubiera afectado incluso a las tropas bolivianas.49
El 23 de octubre, a las 13:30, las fuerzas paraguayas entraron en el fortín Arce (renombrado
como fortín Francia) encontrándolo vacío y en ruinas a causa del incendio de sus
instalaciones, equipos y armamentos abandonados. Los 4000 defensores se habían retirado a
Alihuatá y Saavedra.
La captura paraguaya del fortín Arce, base del comando de la 4.ª División boliviana, implicó
una gran ventaja estratégica pues tenía un gran reservorio de agua y era nudo de caminos
que se dirigían hacia el sur y el oeste. Desde allí, el ejército paraguayo ocupó el fortín Falcón
(Rojas Silva) el día 25; Alihuatá el día 26 y Fernández (Herrera) el 30 de octubre. Aunque
resulte paradójico, esta retirada general era lo mejor que podía hacer el ejército boliviano ante
un enemigo superior, ganando de esa manera un tiempo valioso hasta que pudiera movilizar
sus recursos. Estigarribia hubiera deseado que presentaran batalla para poder aniquilarlos.
El ejército boliviano recién pudo resistir el avance paraguayo a 7 km del fortín Saavedra, al
borde de un largo y ancho pajonal que los paraguayos debían atravesar si querían llegar a
Muñoz. Allí se posicionó la 4.ª División al mando del teniente coronel Bernardino Bilbao Rioja,
que reemplazó a Peñaranda por motivos de salud. Mientras tanto arreciaban las críticas contra
el presidente Salamanca y el alto mando pidiendo la vuelta de Kundt. El general Quintanilla
contestó con amargura diciendo que ni el general Kundt ni nadie podrían remediar la falta de
efectivos, armamentos y deficiencias orgánicas que caracterizaban la situación del ejército
boliviano en el Chaco. Quintanilla abandonó el mando el 11 de octubre de 1932 para sufrir
posteriormente persecuciones, hostilidad y confinamiento.50
A fines de diciembre de 1932, el ejército boliviano, al mando de su flamante comandante, el
general boliviano-alemán Hans Kundt, completó su movilización. Ante esta circunstancia, más
el comienzo de la época lluviosa, el alargamiento de la logística en 200 km, la falta de
camiones y el agotamiento físico de los soldados luego de 3 meses de ofensiva, el coronel
Estigarribia decidió pasar estratégicamente a la «defensa activa» para enfrentar a la totalidad
del ejército boliviano.
Una visita hecha a las distintas enfermerías del regimiento, póneme en condiciones de afirmar que
persistiendo en causas pauperizantes anotadas en informes anteriores (ración insuficiente, vigilias,
cansancio, desnudez, etc.) los soldados van desmejorando ostensiblemente día a día. [...] desde hace
días van tomando incremento alarmante un mal cuyas manifestaciones aparentes son: edema
generalizada, laxitud muscular y ligamentosa, y disturbios digestivos que atribuimos a la ración
insuficiente en vitaminas.
Informe del doctor Cañete, de la sanidad paraguaya,
en (Fernández, 1955, p. 330 v. 2)
El 4 de diciembre de 1932, sobre las trincheras de "km 7", el capitán de la aviación boliviana
Rafael Pabón, piloteando un Vickers Scout type 143, se enfrentó al teniente Benítez Vera que
piloteaba un Potez 25 A2, n.º 6, que llevaba de observador a un oficial del estado mayor y que
terminó con la destrucción del aparato paraguayo y la muerte de sus dos ocupantes.51
Salamanca convocó a Kundt presionado por la creencia generalizada de que podía conducir a
las fuerzas bolivianas a la victoria y porque le permitiría controlar a los altos oficiales del
ejército y a los partidos políticos de la oposición que a partir de los resultados de Boquerón le
negaron sistemáticamente su apoyo. Esta elección no fue fácil porque Kundt, durante los
anteriores Gobiernos de Saavedra y Siles, se había hecho de importantes enemigos en los
partidos políticos y en el ejército. Estaban frescos los pedidos de su enjuiciamiento por delitos,
reales o supuestos, de recibir dinero por la compra de armas, vender códigos secretos a los
paraguayos, querer ofrecer sus servicios a los chilenos, dividir al ejército o instigar golpes de
estado.52
Kundt solicitó a Salamanca sólo una fuerza de 25 000 hombres porque «más soldados [...] le
estorbarían y no quería imponerle al país más gastos».53Su llegada como salvador levantó la
moral y el ánimo de los ciudadanos que pedían su vuelta a Bolivia después de los tres
primeros meses de fracasos lo que molestó a los oficiales del alto mando boliviano que
sentían menoscabadas su capacidad por el anciano oficial alemán. Muchos le temían y ya sea
por esa razón o por cálculo escondían la verdad lo que motivó que en situaciones
tácticamente peligrosas le comunicaran que no tenían problemas.54
Sus colaboradores inmediatos siempre eran muy parcos en su presencia y ocultaban su pensamiento
para luego despotricar a sus espaldas, en público o en el círculo de sus camarillas, llamándolo
«chocho», «inútil» y «vengativo».
Teniente coronel boliviano Félix Tabera,
en Tabera (1979, p. 145)
Estaba el caso del teniente coronel Ángel Rodríguez que había sido expulsado del ejército en
1925 por haber dicho que Kundt «no servía ni para cabo de escuadra» y que luego dio lugar a
un juicio por parte de éste y a la publicación de un libro lleno de acusaciones por parte de
aquel. Esta situación de tirantez entre Kundt y sus subordinados se mantuvo hasta el día de
su destitución.
No tuve un amigo en los comandos para transmitirle mis inquietudes y quejas; parecía que todos
formaban un bloque, solo para aplastarme personalmente, y hacerme fracasar en la campaña.
General Hans Kundt,
en (Dunkerley, 1987, p. 220)
La orden inicial de Kundt fue que el Segundo Cuerpo (8.ª y 3.ª División) capturara los fortines
Corrales, Toledo y Fernández, mientras el Primer Cuerpo (7.ª División formado por las fuerzas
que defendían las regiones de Agua Rica, Murguía y Cuatro Vientos más algunos regimientos
de la 4.ª División) tomara Nanawa.
El fortín Nanawa era importante porque abría varias posibilidades estratégicas: avanzar hacia
el norte para alcanzar Arce-Isla Poí, centro de operaciones paraguayo; o dirigirse al este y
salir al río Paraguay frente a la ciudad de Concepción.
Después de una minuciosa preparación, el 20 de enero de 1933, se libró la primera batalla de
Nanawa. Era tal la confianza de Kundt en su plan y en la capacidad de sus tropas que se
aventuró a pronosticar la hora en que caería el fortín. La 7.ª División, al mando del coronel
Gerardo Rodríguez, una de las mejores del ejército boliviano, con fuerte apoyo de artillería y la
colaboración de doce aviones, se dividió en tres columnas con la idea de rodear el fortín y
ocuparlo mediante ataques frontales. El fortín estaba defendido por la 5.ª División paraguaya
al mando del teniente coronel Luis Irrazábal que acababa de terminar su curso de
perfeccionamiento en Bélgica.
En el ala norte, los atacantes cerraron prematuramente su avance y chocaron con el flanco
derecho de las fortificaciones. Tampoco prosperó el ataque sobre el ala sur. En un momento
de la batalla, la 5.ª División paraguaya comenzó a quedarse sin municiones debido a las
lluvias que dificultaba el abastecimiento y al alto consumo para frenar el ataque enemigo. Se
construyó una pista de aterrizaje para que los aviones pudieran reaprovisionar el fortín
mediante un puente aéreo. Después de sufrir fuertes bajas en su calidad de atacante, las
fuerzas bolivianas se consolidaron en un agresivo semicírculo alrededor de Nanawa. Desde
febrero a junio de 1933, este frente se estabilizó con combates menores y duelos de artillería,
período en el cual ambas partes mejoraron sus respectivas posiciones.
El historiador estadounidense Zook atribuyó el fracaso del ataque boliviano a cuatro factores:
Insuficiencia en la coordinación.
Falta de información necesaria antes de la acción.
Violación del principio de economía de las fuerzas.
Subestimar al adversario.55
Primera batalla de Fernández (Herrera)[editar]
Artículo principal: Batallas de Fernández (Herrera)
La 8.ª División boliviana, al mando del coronel Roberto Schnor, desalojó fácilmente al
regimiento RC-1 paraguayo del fortín Platanillos, nudo de las comunicaciones entre los
fortines bolivianos antes de la guerra. Desde allí, el 14 de enero, avanzó contra el fortín
Fernández (Herrera) con solo 575 soldados asumiendo que los defensores serían unos
200 soldados.
Sin embargo, el fortín estaba defendido por el regimiento RI-1 Dos de Mayo al mando del
mayor Paulino Antola que contaba con unos 1000 hombres. Recién el día 21, las fuerzas
bolivianas atacaron el fortín pero la falta de coordinación, el ataque frontal, la ausencia de
reservas y la sorpresiva resistencia de los defensores que quintuplicaban lo esperado
produjeron unas 300 bajas. Dos días después, ya con 2400 hombres y el apoyo de 4 cañones,
el coronel Schnor reinició las operaciones.
Los defensores paraguayos rechazaron el ataque causando bajas que llegaron al 25 % de las
fuerzas bolivianas.56El regimiento boliviano Colorados resultó prácticamente diezmado.
El 26 de enero de 1933, Schnor suspendió el ataque y se retiró a Platanillos. El general Kundt
reemplazó a Schnor y a su jefe de Estado Mayor, el mayor Raúl Barrientos, por el coronel
Rafael Morant y el mayor Alfredo Sánchez, respectivamente.57
Batallas de Corrales y Toledo[editar]
Artículos principales: Batalla de Corrales y Batalla de Toledo.
La ofensiva boliviana quedó paralizada en sus extremos norte y sur, la 3.ª División entre
Corrales y Toledo y la 7.ª División delante de Nanawa. Las otras dos divisiones tampoco
progresaron hacia sus objetivos.
Entre la 4.ª División, que seguía en Kilómetro Siete y la 8.ª y 3.ª Divisiones, que actuaban en
el ala izquierda, existía un vacío de más de 50 km, sin solución de continuidad. Kundt planeó
atacar por ese sector para aliviar a la 4.ª División que seguía combatiendo en Kilómetro Siete.
Con la recientemente creada División de Reserva (9.ª División) salió sorpresivamente en el
flanco derecho paraguayo capturando el 13 de marzo el fortín Alihuatá.
Este ataque, pese a estar bien organizado, tuvo errores de ejecución lo que produjo bajas
desproporcionadas al objetivo y los pocos soldados paraguayos que defendían ese fortín de
tránsito logístico.63
Retirada paraguaya de Campo Jordán[editar]
Artículo principal: Batalla de Campo Jordán
Teniente coronel Carlos Fernández (comandante de división) y mayor Andrade (jefe de Estado Mayor)
en el puesto de mando de la 1.ª División paraguaya (Campo Jordán, marzo de 1933).
La captura de Alihuatá fue un contratiempo para el coronel Estigarribia que no esperaba una
penetración tan audaz. El regimiento boliviano Campos cortó al camino Alihuatá-Saavedra,
ruta de abastecimiento de la 1.ª División paraguaya, al mando del teniente coronel Fernández,
que combatía en Kilómetro Siete, Kilómetro Doce y Campo Jordán. A su vez, la 4.ª División
boliviana, con 3000 hombres, aumentó la presión sobre esa división.
Estigarribia trató de sacar provecho concentrando fuerzas en Arce para envolver a su vez a la
9.ª División y le pidió a Fernández que tratara de sostenerse en su posición hasta el 20 de
marzo. Fernández, pese al pedido de su jefe, viendo que la situación logística era cada vez
más delicada tomó la decisión de abandonar su posición. La retirada de la 1.ª División
paraguaya hacia la zona de Gondra fue perfectamente planificada por un camino abierto al
tránsito de camiones, sin pérdida de hombres ni material pesado.
[...] en previsión de nuestro desprendimiento, dispuse ya desde el día 15 que desde el atardecer la
artillería bombardeara las posiciones enemigas [...] y que las tropas efectuasen fuego de hostigamiento
en forma decreciente hasta la media noche acortando su duración en una hora [...] Cada noche ese
grandioso crepitar de todas las armas terminaba más temprano, de tal modo que en la noche del 17 de
marzo de 1933, al cesar el fuego a eso de las 19:00, el enemigo no se dio cuenta en absoluto de que la
primera línea era evacuada casi íntegramente.
Teniente coronel Carlos Fernández,
en Fernández (1955, p. 260 v. 2)
El general Kundt criticó la actuación del comandante de la 8.ª División lo que provocó malestar
por ser injustas y desconsideradas.68
En seis meses de ofensiva, el general Kundt solo había logrado tomar Corrales, Alihuatá y
corregir la penetración paraguaya en Kilómetro Siete y Doce. Entonces volvió a su plan
original: capturar el estratégico fortín Nanawa, al sur.
Actividad diplomática y declaración de guerra[editar]
El 15 de diciembre de 1932, cuando el ejército boliviano había alcanzado su máximo poderío
en el Chaco y se detenía la ofensiva paraguaya, la Comisión de Neutrales propuso el cese de
hostilidades y el retiro y desmovilización de los ejércitos. El ejército paraguayo debía
replegarse al río Paraguay y el boliviano detrás de una línea que iba de Ballivian a Vitriones.
Esta postura fue reforzada con la sucesiva adhesión de 13 países americanos más los 5 que
figuraban en la Comisión. Paraguay rechazó la misma por no ser «ni satisfactorias ni justas»
pues dejaba a su ejército fuera del Chaco mientras el ejército boliviano permanecía en el
medio del mismo. Sostenía además que para «restablecer el imperio del derecho era
menester una severa investigación que señale al culpable de esta guerra inicua».69
En los meses de diciembre de 1932 y enero de 1933 fracasaron dos intentos de mediación
llevados adelante por Argentina y Chile separadamente, en cuanto integrantes del grupo
ABCP (Argentina, Brasil, Chile y Perú) o sea países limítrofes de Bolivia y Paraguay. Los
mediadores solicitaban:
Durante el mes de marzo y buena parte de abril las negociaciones se estancaron. Por esa
razón, el 21 y 22 de abril, el grupo ABCP insistió a las partes para que suspendieran las
hostilidades. El 23 de abril, el Gobierno paraguayo retiró sus objeciones para facilitar las
negociaciones pero Bolivia, tres días después, objetó la presión que supuestamente recibía
del grupo ABCP. El 8 de mayo los Gobiernos de Chile y Argentina acusaron a Bolivia de hacer
fracasar la negociación.
El Gobierno paraguayo, reconociendo que Bolivia solo intentaba demorar las propuestas
mientras mantenía la ofensiva desatada desde diciembre de 1932, con la cual pretendía ganar
la guerra o, por lo menos, una posición más favorable para negociar, decidió declarar
formalmente la guerra a Bolivia el 10 de mayo de 1933. El objetivo, además de complicar el
abastecimiento de armas y suministros a su oponente, fue eliminar la mediación de la
Comisión de Neutrales, liderada por los Estados Unidos, que Paraguay presumía favorable a
Bolivia. Así, dicha Comisión, debido a sus sistemáticos fracasos desde antes de la guerra,
cesó en su actividad de mediador el 27 de junio de 1933.
Segundo ataque a Nanawa[editar]
Artículo principal: Segunda Batalla de Nanawa
Segundo ataque boliviano a Nanawa: el mayor ataque frontal de toda la guerra. Situación inicial
correspondiente al 4 de julio de 1933.
Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
Los informes de inteligencia paraguayos indicaron que Kundt estaba concentrando grandes
fuerzas frente a Nanawa. La preocupación de Estigarribia se centró en dilucidar si el enemigo
pensaba atacar el fortín o seguir de largo y haciendo un rodeo salir en la punta del riel de
Casado, en la retaguardia de todo el ejército paraguayo o avanzar hacia el este, hacia el
río Paraguay y salir casi frente a la ciudad de Concepción. Cuando Kundt inició el ataque
frontal contra el fortín, Estigarribia comprendió el error de su adversario y ordenó al teniente
coronel Irrazábal que resistiera hasta el último hombre para lograr el mayor desgaste posible
del ejército boliviano.
Meses antes, Salamanca había advertido a Kundt:
Permítame ahora expresarle la inquietud de éste Gobierno respecto al ataque a Nanawa, donde
seguramente el enemigo ha concentrado sus elementos y hará su máximo esfuerzo [...] si sufrimos un
rechazo, nuestra situación en el Chaco quedará perdida, o poco menos.
Presidente Salamanca al general Kundt,
en (Cuadros Sánchez, 2003, p. 195)
Los atacantes lograron penetrar, con gran heroísmo y derroche de bajas, en varios sectores
del sistema defensivo paraguayo pero, agotados y diezmados por el esfuerzo realizado, fueron
rechazados por el contraataque de las reservas.70
El ataque produjo más de 2000 bajas bolivianas en comparación con las 189 muertos y
447 heridos paraguayos, proporción esperable en un ataque de este tipo. Fue la primera
derrota importante de Kundt y le permitió a Salamanca insistir en que las operaciones debían
hacerse economizando hombres. Ya desde junio de 1933, Kundt quería dejar su cargo a
causa de las intrigas de los oficiales bajo su mando pero recién en septiembre puso su
renuncia a disposición de Salamanca, la que no fue aceptada.14El teniente coronel Luis
Irrazábal fue ascendido a coronel por su desempeño en la defensa de Nanawa.
Cerco en Gondra[editar]
Aprovechando la concentración de fuerzas frente a Nanawa y el posterior fracaso del ataque
boliviano, el teniente coronel paraguayo Rafael Franco planeó la destrucción de la 4.ª División
boliviana al mando del coronel Peñaranda.
Fiel a su estilo de conducción y contrariando los manuales militares, Franco abrió por el flanco
sur una picada hacia la retaguardia enemiga y envió un regimiento a más de 20 km de su base
buscando compensar ese riesgo con los efectos multiplicadores de la sorpresa. El 11 de julio
de 1933, el regimiento paraguayo RI-4 más un batallón de refuerzo avanzó por esa picada y al
día siguiente cortó el único camino de aprovisionamiento enemigo casi en el puesto de mando
de Peñaranda y su artillería divisionaria. Toda la sanidad de la 4.ª División fue capturada,
especialmente un importante parque de medicamentos. Aprovechando la confusión en la
retaguardia, Franco lanzó un ataque frontal que penetró en las posiciones bolivianas. Kundt
comentó:
El comando de la 4.ª División, que durante la noche había dado parte de un gran triunfo obtenido (en
estos partes nunca faltan la indicación de que el campo está cubierto de cadáveres [enemigos]), se ve a
la luz del próximo día completamente cortado y amenazado por el ataque de fuerzas superiores desde
su retaguardia. El desarrollo es muy típico. No hay reservas disponibles. No obstante todas las
indicaciones del Comando Superior, las picadas a retaguardia están completamente abandonadas.
General Hans Kundt,
en Kundt (1961, p. 114)
El traslado de fuerzas bolivianas para sostener los ataques y contraataques en la zona Bullo-
Gondra debilitaron el sector avanzado del fortín Alihuatá defendido por tres unidades
bolivianas: el regimiento RC-2 Ballivián, en Campo Grande, a la izquierda de Alihuatá; el
regimiento RI-27 Chacaltaya, en el centro, sobre el camino Alihuatá-Arce; y una pequeña
compañía del regimiento RI-18 Junín, en Pozo Favorito.
La 7.ª División paraguaya, al mando del teniente coronel Ortiz, al comprobar el débil enlace
entre ellas, planeó tres cercos separados siendo el principal el que realizó contra el regimiento
Ballivián.
Los regimientos RI-4 Loa y RI-8 Ayacucho, fueron trasladados desde el sur para ayudar, pero
el regimiento Loa también cayó en el cerco y el ataque del Ayacucho no pudo romper el
envolvimiento paraguayo. Tanto el general Kundt como su jefe de operaciones, el teniente
coronel Toro, apreciaron erróneamente la intención, magnitud y la dirección principal del
ataque paraguayo lo que produjo una mala distribución de las fuerzas bolivianas.71
Debido a la falta de agua y al creciente hostigamiento enemigo, el 15 de septiembre de 1933,
los regimientos Ballivián y Loa capitularon. Un total de 509 soldados, con 2 jefes, 11 oficiales,
3 médicos y 10 suboficiales se rindieron. La compañía del regimiento Junín, cercada en Pozo
Favorito, también se rindió. En el centro, el regimiento Chacaltaya pudo salvarse gracias a los
regimientos RC-5 Lanza y RI-22 Campos, que después de duros combates, abrieron una
brecha por donde pudo escapar.
«No sé qué hacer. Pienso en suicidarme, entregarme al enemigo o pasar a Argentina», dijo
Kundt. Pero el teniente coronel Toro lo tranquilizó: «No se aflija mi general, ya veremos la
forma de redactar el informativo».72Kundt ocultó los resultados al presidente Salamanca: no
mencionó la captura de la compañía Junín (I/RI-18) en Pozo Favorito, recalcó la liberación del
Chacaltaya y con respecto a Campo Grande comentó:
Ocurrió un hecho absolutamente insospechado e inexplicable. Después de combate victorioso,
considerables fracciones de regimientos Loa y Ballivían se dejaron [sic] rodear completamente.
General Hans Kundt,
en (Querejazu Calvo, 1990, p. 86)
El coronel Estigarribia aprovechó que el ejército boliviano estaba atacando en la zona de
Pirizal y Gondra para golpear al norte de Alihuatá, desde Campo Grande a Pozo Favorito.
Este ataque, totalmente inesperado por el lugar y la velocidad de su ejecución, puso a Kundt
en la disyuntiva de continuar el ataque o reconocer que había perdido la iniciativa y debía
defenderse. Sin contar con la información necesaria o no dando importancia a la que recibía
de sus subalternos, Kundt asumió que el ataque paraguayo era meramente «distractivo». Por
eso, de mala gana, movió las reservas destinadas a su ofensiva trayéndolas desde Pirizal,
Bullo, Gondra e incluso desde Nanawa para romper los cercos paraguayos cuando estos ya
se habían consolidado y era demasiado tarde.
La batalla de Campo Grande fue el primer síntoma de un cambio en la estrategia del ejército
paraguayo y un ensayo en miniatura de lo que vendría después. En mérito a su realización
Estigarribia fue ascendido al rango de general de brigada.
Segunda batalla de Alihuatá[editar]
Artículo principal: La Segunda Batalla de Alihuatá
No puedo evitar ocultar a usted el angustioso dolor que me causa el pensar en el derramamiento de
sangre en el Chaco. Confío en que usted sepa economizar nuestro cruel desgaste en cuanto sea
posible sin comprometer el éxito final de la campaña.
Presidente Salamanca al general Kundt,
en (Querejazu Calvo, 1990, p. 89)
Salamanca recomendó a Kundt no repetir los ataques como el de Nanawa, sugiriendo una
estrategia defensiva, con el menor costo posible en vidas y materiales, que desgastase al
enemigo hasta obligarlo a llegar a un tratado de paz razonable. Ya no pensaba, como un año
antes, firmar en Asunción, la capital paraguaya, el final de la guerra.73
El mayor boliviano Oscar Moscoso le manifestó al general Kundt el deplorable estado y la
inferioridad de las fuerzas bolivianas luego de los combates de julio a septiembre y sugirió una
retirada estratégica de 150 km, a la línea Magariños-Platanillos, hacer descansar allí a los
soldados y concentrar previamente una fuerza de 80 000 hombres antes de retomar la
iniciativa. Kundt objetó que eso significaría ceder muchos fortines y que Bolivia no tenía los
recursos para crear y sobre todo mantener una fuerza tan grande en el Chaco. Moscoso
señaló que entonces existía el peligro de perder los fortines, los hombres y las armas.74
El presidente paraguayo Ayala viajó al Chaco el 3 de octubre para ascender a Estigarribia al
rango de General. En esa reunión aprobó el Plan de Operaciones, donde el ejército paraguayo
retomaba la actitud ofensiva contra su par boliviano, y se comprometió a enviar el máximo de
recursos para llevarla a cabo con éxito.
El 10 de octubre de 1933, en su visita a La Paz, Kundt afirmó ante Salamanca y su gabinete:
«No existe absolutamente posibilidad de derrota [...] podemos esperar con toda tranquilidad en
nuestras posiciones fortificadas [...] con la seguridad de no perder terreno».75Aprovechando
esta ausencia, Toro envió a Roberto Bilbao La Vieja a los comandos de las grandes unidades
para reunir opiniones desfavorables sobre Kundt para lograr su remoción.76
El 11 de octubre de 1933, los representantes de Argentina y Brasil firmaron el Acta de Río de
Janeiro en la que declararon que el conflicto del Chaco podía ser resuelto por medio del
arbitraje. Paraguay aceptó la propuesta pero Bolivia la rechazó.
El 23 de octubre de 1933, luego de reunir importantes fuerzas y recursos, Estigarribia inició la
primera fase del plan que consistía en una serie de ataques de aferramiento contra la
9.ª División boliviana al mando del coronel Carlos Banzer para empujarla a sus líneas
principales. Una vez fijadas las posiciones de los defensores, que opusieron una tenaz
resistencia, pasó a la segunda fase: rodear por el oeste su flanco izquierdo. Esta maniobra la
encabezó la 7.ª División paraguaya.
Durante todo el mes de noviembre las fuerzas paraguayas avanzaron sobre el ala izquierda de
la 9.ª División desbordándola permanentemente pese a los refuerzos que enviaba Kundt que
no se percataba de la enorme superioridad enemiga en ese sector.
La iniciativa está en manos del coronel [paraguayo] Ayala que hace uso de ella con enérgica decisión. El
ejército boliviano combate sometido a la voluntad implacable de su adversario. Los regimientos
paraguayos atacan, aferran, se infiltran, asaltan en todos los sectores del amplio frente de batalla.
(Antezana Villagrán, 1982, p. 209 v. 2)
El 3 de diciembre de 1933, aprovechando una fuerte tormenta que dificultaba la logística y las
comunicaciones radiales, la vanguardia de esta poderosa masa de maniobra paraguaya llegó
hasta Campo 31 y cortó el camino Saavedra-Alihuatá colocando a la 9.ª División en peligro de
ser copada. Ese día, el general Estigarribia asumió personalmente la dirección táctica de las
operaciones en reemplazo del dubitativo coronel Ayala. Otras fuerzas paraguayas cortaron
una segunda ruta que por Pozo Negro también iba hacia Saavedra. Viendo que no iba a
recibir una ayuda masiva para contener el cerco en ciernes, Banzer decidió, el 7 de diciembre
de 1933, replegar su división por una tercera ruta que todavía quedaba libre. El fortín Alihuatá
fue evacuado e incendiado, noticia que el Gobierno ocultó al pueblo boliviano. Los
7000 hombres de la 9.ª División abandonaron silenciosamente las trincheras y exponiéndose
al asedio enemigo y a la sed se dirigieron penosamente en dirección sureste, hacia la
4.ª División que combatía en la zona de Gondra.
En ese mismo momento, en la lejana Muñoz, sede del alto mando, las comunicaciones
cifradas de algunos oficiales bolivianos mostraban otras preocupaciones:
De Muñoz. 5/12/33. 11:40. Para Villamontes. Cifrado 1/150. Favor aumentar a pedido 10 botellas de
Cinzano. Para mí otras 10. Un tarro de cerveza para el coronel Vázquez. Dígale a Acosta que me preste
el dinero que falte.
Cifrado de Muñoz a Villamontes,
en (Querejazu Calvo, 1995, p. 191)
Lo que Banzer no pudo prever fue que el mismo 7 de diciembre de 1933, a las 4:35, el frente
de Gondra a cargo de la 4.ª División boliviana colapsó por el sorpresivo ataque nocturno, que
por propia iniciativa, realizó el teniente coronel Rafael Franco al mando de la 1.ª División
paraguaya. La división boliviana, rebasada en varios sectores, no tuvo otra opción que
replegarse hacia la misma zona donde convergía la 9.ª División. Esta imprevista ruptura
sorprendió incluso al general Estigarribia, que pidió varias veces la confirmación de que
efectivamente Franco estaba avanzando por el sur cerrando las vías de escape de dos
divisiones bolivianas.
Rendición en Campo Vía[editar]
Artículo principal: El cerco de Campo Vía
La 9.ª y 4.ª División bolivianas se encontraron en la zona llamada Campo Vía donde quedaron
inmovilizadas por los dos brazos de la tenaza paraguaya.
Millares de hombres de color tierra circulaban sobre el pequeño campo esperando la orden de partida.
Trípodes, morteros, cajas de municiones, cañones de repuesto, granadas, ametralladoras y fusiles,
amen del equipo, se transportaban en los hombros no en la espalda [...] [En un camino] de cinco metro
de ancho a través del bosque [...] descansaba nuestra columna de camiones [...] cargados con piezas
de artillería y municiones para las diversas armas, ora con tanques destinados al aprovisionamiento de
agua y gasolina, ora, en fin, cargados de víveres, carpas y equipos. Una mayor parte de las tropas de la
4.ª y 9.ª. División que se encontraban detenidas en su marcha, cubrían cuanto espacio libre quedaba
sobre la ruta y sobre todo, a lo largo de la columna de automóviles […]. Así, embotelladas [...] en la
picada, reducidas a un estrecho radio de acción, [...] toda maniobra más que difícil se hacía imposible
[...] Tal era nuestra situación el nueve [de diciembre] en la tarde, grave en extremo y más aún si se toma
en cuenta el agotamiento físico y la consiguiente depresión moral.
Capitán de artillería boliviano Torres Ortiz de la 4.ª División,
en (Brockmann, 2007, p. 344)
El 10 de diciembre de 1933 se completó el anillo. Kundt consideró alarmistas e incorrectos los
informes de los pilotos y de Banzer ya que estaba convencido de que el ejército enemigo no
estaba capacitado para llevar a cabo operaciones coordinadas con una gran cantidad de
unidades (5 divisiones) en un frente tan amplio. Kundt recriminó a Peñaranda porque se había
retirado inexplicablemente desde Kilómetro Veintiuno hacia Saavedra, al sur, y le ordenó que
volviera a esa posición para ayudar a las dos divisiones cercadas. Por su parte Banzer intentó
abrir una picada para poder escapar pero la presión paraguaya, la espesura del monte, el
calor y el cansancio de los zapadores bolivianos impidieron su concreción.
El 10 de diciembre de 1933, a las 17:00, los bolivianos intentaron romper el cerco pero por
error la aviación boliviana bombardeó a fuerzas del regimiento RI-50 Murgia al mando del
capitán Antezana Villagrán, hecho que a posteriori algunos historiadores bolivianos trataron de
ocultar.77Solo el regimiento Lanza, en una lucha feroz y con grandes pérdidas, logró abrirse
paso pero muy pocos soldados lograron escapar. El 11 de diciembre de 1933, las dos
divisiones cercadas, sin ninguna opción, tuvieron que rendirse.
Las pérdidas bolivianas fueron importantes: murieron 2600 soldados y aproximadamente
7500 cayeron prisioneros (18 jefes, 170 oficiales, 7271 soldados).78De un solo golpe, más de
dos tercios del ejército boliviano fue destruido. Solo escaparon 1500 hombres, que en su
mayoría pertenecían a las fuerzas de Peñaranda que no estuvieron dentro del cerco. Cuando
se comunicó a La Paz que se había salvado Peñaranda, este nunca aclaró la situación y la
cosechó en su favor como si fuera el héroe de la jornada, razón por la cual Salamanca lo
promovió en lugar de Kundt.79
Cuando el 11 de diciembre de 1933 los ministros y Toro llegaron a Muñoz para destituir al
general Kundt, este los recibió en su puesto de mando:
Ya no estaba en el rol del dios Thor, que molería sus míseras existencias de funcionarios en un yunque
con su martillo de trueno. Más bien deslizó con amargura que se sentía enfermo y agobiado no solo por
las preocupaciones de la campaña y sus últimos resultados sino por la situación de su familia y sus
negocios.
Brockmann (2007, p. 323)
Ese mismo día, a 50 km al este, con la presencia del general Estigarribia, la bandera
paraguaya reemplazó a la boliviana en el mástil del fortín Saavedra donde había ondeado
desde su fundación, en el año 1924.80El fortín Muñoz comenzó a arder al atardecer del 19 de
diciembre de 1933. Al día siguiente, luego de un ligero bombardeo de la artillería paraguaya,
ingresaron lentamente los soldados del RC-7 San Martín.81
El 24 de diciembre de 1933, en el fortín Ballivián, nueva sede del comando boliviano, a 200 km
al noroeste de Campo Vía, se reunieron para festejar la Navidad los oficiales bolivianos:
Enrique Peñaranda, Ángel Rodríguez, Óscar Moscoso, David Toro y su protegido Germán
Busch.
Los nuevos jefes se reunieron alrededor de una larga mesa para celebrar su encumbramiento. El
desastre de Campo Vía quedó olvidado. El principal culpable [Kundt] estaba confinado […] sus espíritus
retozaban de libertad y alegría. Ellos eran ahora los dueños de la situación y sabrían demostrar al país y
al mundo que podían bastarse a sí mismos, conduciendo la campaña como no lo pudieron hacer ni
Quintanilla, ni Guillén, ni Lanza, ni Kundt. El licor corrió sin tasa. Era la primera de las parrandas con que
los integrantes de esos comandos, con contadas excepciones, iban a sumar, a su fracaso como
estrategas, la fama de intemperantes.
Historiador boliviano Querejazu Calvo,
en (Brockmann, 2007, p. 362)
El cuadro de oficiales estaba muy raleado. El mando de los regimientos se dio a capitanes
o mayores con poca experiencia y se contrató oficiales mercenarios extranjeros,
especialmente chilenos, que en número de 105 ingresaron desde abril y hasta fines de
1934.8889
Para sorpresa de muchos, los oficiales chilenos pudieron superar las barreras de la nacionalidad, raza,
color, clase y lenguaje que los separaba de sus soldados. A diferencia de los oficiales bolivianos, que
preferían mantenerse en la retaguardia y huir al primer problema, los oficiales chilenos permanecían con
sus hombres en el combate, la retirada o cuando se rendían.
De la Pedraja Tomán (2006, p. 468, nota 10)
Pese a que esto motivó roces diplomáticos entre el Paraguay y Chile, los mercenarios chilenos
fueron tratados por el ejército paraguayo bajo los mismos derechos que la Convención de
Ginebra amparaba a los combatientes y prisioneros bolivianos y no bajo la figura jurídica de
«combatientes ilegales» (con penas de prisión y fusilamiento).
Mientras el ejército paraguayo preparaba a los estudiantes para oficiales, su par boliviano los
alistaba como soldados, y suele atribuirse la poca capacitación y cantidad de oficiales a la
estructura de la sociedad boliviana, al elitismo y al racismo.90Los amigos y parientes de los
políticos y los jóvenes de la burquesía en todas sus capas ocuparon puestos burocráticos en
la retaguardia eludiendo así ir al frente de batalla.91Según el general Peñaranda, esta carencia
de oficiales y clases transformó al ejército boliviano en un «cuerpo sin alma».92
La derrota de Alihuatá-Campo Vía no mejoró la unidad del alto mando del ejército con el
Gobierno sino todo lo contrario. Las camarillas se fracturaron aún más. Cuando el nuevo
comandante en jefe quiso nombrar al coronel David Toro como Jefe del Estado Mayor, se
opusieron varios altos oficiales, por lo que Peñaranda recibió una severa advertencia de
Salamanca:
Está usted al borde de una rebelión militar frente al enemigo extranjero. Reflexione bien y deténgase a
tiempo [...] Su deber es cumplir la orden que le he reiterado ya cuatro veces y que ahora le reitero por
quinta vez.
Presidente Salamanca al general Peñaranda,
en (Dunkerley, 1987, p. 224)
Como solución, Toro fue nombrado comandante del Primer Cuerpo de Ejército. Este nombró a
su vez, como jefe de Estado Mayor de esa unidad a Germán Busch, un joven oficial de
29 años sin ninguna capacitación ni experiencia en esa función ni en el mando de grandes
unidades, que a partir de entonces figuró como su «protegido» en la corte que Toro organizó a
su alrededor con oficiales jóvenes, socialistas, bufones y poetas donde reinaban los placeres
de la buena mesa, las bebidas y las mujeres.
Como síntoma de este clima de insubordinación dentro del ejército contra el presidente
Salamanca, el 5 de abril de 1934 se amotinaron los cadetes del Colegio Militar y apoyados por
la policía salieran de su cuartel y ocuparon gran parte de la ciudad de La Paz. Este motín
fracasó por la falta de apoyo popular y del sector militar que lideraba Peñaranda.93
El presidente Salamanca, dudando cada vez más de la eficacia de los militares bolivianos,
intentó penetrar de dos maneras en el «feudo» que estos habían construido en el Chaco:
En primer lugar, a fines de abril de 1934, intentó crear el cargo de inspector general del
ejército con la función de enlace entre el presidente y el alto mando. Propuso para el
cargo a un civil, el doctor Joaquín Espada. La oposición del general Peñaranda y la
inmediata e indisciplinada reacción del teniente coronel Moscoso hizo que Salamanca le
pidiera inmediatamente su renuncia a Moscoso como jefe del estado mayor, la que se hizo
efectiva pese a los ruegos en contrario de Peñaranda.
En segundo lugar, en el mes de mayo de 1934 llegó la misión militar checa contratada por
Salamanca compuesta de cinco oficiales de alta graduación, todos a cargo del general
Vilem Placek para que asesorara al Gobierno en sectores claves del ejército. Esta medida
también despertó el total desacuerdo de los jefes de Cuerpo y de División bolivianos.94
Magariños[editar]
Tras la derrota de Campo Vía, el alto mando boliviano decidió retirarse hasta la línea
Magariños-La China. Allí el Primer Cuerpo boliviano construyó el sistema defensivo mejor
realizado de toda la guerra.
A comienzos de febrero de 1934 el ejército paraguayo avanzó sobre el sector de La China y
constató que los bolivianos trasladaban tropas desde Magariños para aumentar la defensa.
Para cortar ese movimiento, el 10 de febrero, se planeó un ataque demostrativo sobre la zona
de Magariños para fijar allí la mayor cantidad de fuerzas bolivianas. El día 11, para sorpresa
del comando paraguayo, el ataque logró abrir una brecha de 300 m en esa poderosa línea
defensiva por donde los paraguayos penetraron 7 km hacia la retaguardia enemiga. Al día
siguiente, los defensores abandonaron las fortificaciones sin combatir. Los bolivianos tuvieron
60 bajas entre muertos y heridos, los paraguayos 10 muertos y 27 heridos. El fortín Magariños
fue abandonado y destruido por los bolivianos.
Cañada Tarija[editar]
En febrero de 1934 la nueva 9.ª División boliviana fue puesta al mando del coronel Francisco
Peña. Su misión era defender la desértica zona de Picuiba a cuyo efecto desplazó al RI-
18 Montes, con 1500 hombres, al mando del teniente coronel Bavía hacia Garrapatal con
rumbo a Cañada Tarija. Peña ubicó su puesto de mando en Carandaitý, fuera del desierto y a
250 km de Garrapatal.
El alto mando paraguayo supuso que estas fuerzas podían afectar sus operaciones frente al
fortín Ballivián y decidió atacarlas.96
El 20 de marzo de 1934, la 6.ª División paraguaya, al mando del teniente coronel Federico W.
Smith, interceptó en Cañada Tarija al RI-18 Montes. El mayor boliviano Juan Belmonte,
ubicado en Picuiba, fue el encargado de actuar de enlace entre Bavía y el lejano comandante
Peña. Esto lo obligó al uso intensivo de los medios radiotelegráficos, que fueron interceptados
y descifrados por los paraguayos, lo que permitía anticipar sus movimientos. Por esta razón
esta batalla se conoce también como «batalla de los Criptógrafos».97
El comandante paraguayo rodeó a dos batallones bolivianos capturando todo el parque de
municiones del regimiento. Belmonte trató de salvar a los cercados pero tuvo que retirarse
hacia Garrapatal.98
El regimiento boliviano se rindió perdiendo más de 1000 hombres entre muertos, prisioneros,
heridos y extraviados, y todo su armamento. Su jefe, Ángel Bavía, intentó suicidarse y fue
trasladado a un hospital paraguayo donde falleció el 5 de abril de 1934.99Fueron capturados
los nuevos códigos bolivianos, importantes mapas e informes sobre la inexistencia de pozos
de agua en todo el desierto hasta Carandaitý.
El 28 de marzo de 1934, las fuerzas paraguayas ocuparon Garrapatal y establecieron
posiciones defensivas más allá del fortín. El resultado de esta batalla afectó seriamente a la
opinión pública boliviana ya que demostraba que el nuevo ejército no estaba aún a la altura de
las exigencias de las operaciones.100Lo que el pueblo boliviano desconocía eran las bacanales
del coronel Peña y sus subalternos en Carandaitý con mujeres traídas desde Villamontes y
que fueran denunciadas por el diputado Roberto Ballivián Yanguas que en la reunión secreta
del Congreso del 20 de agosto de 1934. Allí dijo:
«Acumuladas como fueron todas las provisiones destinadas para la orgía se llevó una banda del ejército
para que las amenizara [...] danzaban los jefes y oficiales [de la 9.ª División] desaforadamente con las
daifas [...] descuidado de la manera más criminal sus deberes militares».
La nueva línea boliviana tenía una gran debilidad: el espacio abierto entre los dos Cuerpos de
ejército que defendían Ballivián. El comando paraguayo decidió penetrar por ella hasta
alcanzar el río Pilcomayo y aislar al Primer Cuerpo boliviano que defendía Ballivián. Pero la
aviación boliviana descubrió la picada oculta que abrían los paraguayos en el monte y en la
que se trabajaba por las noches.
Plan estratégico del Ejército boliviano.
Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
El coronel Ángel Rodríguez, del Estado Mayor boliviano, resolvió dejar que los paraguayos
avanzaran hasta cierto límite, para poder encerrarlos mediante una maniobra concéntrica que
juntase a sus espaldas a regimientos del Primer y Segundo Cuerpo.
El 10 de mayo de 1934, los 9 regimientos y la artillería que componían el Primer Cuerpo
paraguayo avanzaron por el claro existente entre los dos Cuerpos bolivianos sin sospechar
que se metían en una trampa. La poderosa 9.ª División boliviana con 14 000 hombres,
trasladada secretamente desde el norte, y dividida en dos columnas, cortó el camino El
Lóbrego en la retaguardia de los 5500 hombres de la 7.ª y 2.ª División paraguaya y en su
avance encerró a un batallón paraguayo de 200 soldados del RI-16 Mariscal López ―al
mando del capitán Joel Estigarribia―, que circunstancialmente quedó en el medio de las dos
columnas.
Sin ninguna necesidad táctica, los bolivianos se empecinaron en aniquilarlo rodeándolo con un
triple cerco perdiendo así el objetivo central de la maniobra y un tiempo valioso por la
obstinada resistencia que ofreció esa pequeña unidad paraguaya. Debido a esta demora
fracasó también el envolvimiento que debían realizar los regimientos bolivianos Jordán y Loa
del Segundo Cuerpo, brazo norte del cerco, que llegaron al límite de su radio de maniobra y al
no poder unirse a la 9.ª División, quedaron con su retaguardia y flanco expuestos a las fuerzas
enemigas que intentaran escapar.
Pasada la sorpresa inicial y gracias a la demora en cerrar las dos tenazas, los regimientos
paraguayos lograron salir por sendas construidas al efecto o aún no controladas, o se abrieron
paso a la fuerza. Varios batallones de la 2.ª División paraguaya que se desorientaron en el
monte durante la retirada no tuvieron otra opción que rendirse.
El combate tuvo lugar del 18 hasta el 25 de mayo de 1934. El ejército boliviano logró capturar
a 67 oficiales y 1389 soldados, más de la mitad de los que capturarían en toda la guerra.
Pertenecían a los regimientos Sauce, Capitán Bado, Dos de Mayo y Mariscal López de la
2.ª División que primero dudó en retirarse y al hacerlo se desorientó en el monte con el
consiguiente agotamiento del personal. Además de los prisioneros se capturaron armas
livianas y diez camiones. Toda la artillería divisionaria paraguaya logró evadir el cerco.
Los prisioneros paraguayos muestran un semblante alegre, casi jovial. Apenas se ve alguna cara triste.
Conversan con sus oficiales con toda naturalidad; ríen, parecen satisfechos de su situación, a pesar de
que traen las manos amarradas con cuerdas [...] Los prisioneros paraguayos se han caracterizado
siempre por su hinchada altivez y ante todo por su fe absoluta en el triunfo de su ejército en esta guerra.
[...] «Nosotros somos del Dos de Mayo ―me informa un prisionero, blanco, barbudo, que debe frisar en
los 40 años―. Éramos los mejores del ejército, gente escogida».
Ángel Lara, excombatiente y poeta boliviano en Lara (1972, p. 58-59)
Estos comentarios denuncian la afección psicológica que años después se llamó «fatiga de
combate», y que por entonces se la confundía equivocadamente con cobardía.
Teatro de Operaciones zona Ballivian-El Carmen.
Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
Dándose cuenta de que había sorprendido al comando boliviano, Estigarribia permitió que la
fuerza motorizada de Franco girara hacia el oeste rumbo a Carandaitý, teniendo ahora como
objetivo el río Parapetí y la zona petrolífera boliviana.106
A gran velocidad y riesgo, el día 20, el regimiento paraguayo RI-14 Cerro Corá, después de
recorrer 100 km desde el fortín 27 de Noviembre, llegó cerca del cruce de Huirapitindí, a
45 km del río Parapetí. Por su parte, más al sur y en forma paralela, la 6.ª División paraguaya
avanzó 160 km en 13 días, a través de un desierto con colinas de arena y malezales, dejando
en la retaguardia su propia artillería y a fuerzas enemigas en retirada. El 22 de agosto aniquiló
en Algodonal a un destacamento boliviano al mando del experimentado teniente Hugo René
Pol lo que produjo muchas bajas bolivianas y la captura de un depósito de armas sin usar.
Artículo principal: Primera batalla de Algodonal
Este récord de un avance célere con acción táctica sucesiva [...] resulta [en el] movimiento de la
6.ª División paraguaya [un] precedente de las divisiones panzer de Guderian especialmente por la
escasez de agua en el trayecto.
Militar e historiador boliviano Antezana Villagrán,
en Antezana Villagrán (1982, p. 354 v. 2)
Se comenzó a cumplir así lo que había planeado Estigarribia con la maniobra de Franco hacia
Carandaitý: que la zona central (Cañada El Carmen) se debilitara posibilitándo la fractura en
dos del ejército boliviano y el aislamiento de las fuerzas ubicadas en el fortín Ballivián, en el
extremo sur.
Desde principios de septiembre de 1934, el Cuerpo de Caballería comenzó la persecución de
las dos divisiones del Segundo Cuerpo paraguayo. Según el coronel Toro, una vez destruida
esa unidad, se estaría «en situación de copar el grueso del ejército paraguayo que operaba
contra Ballivián-Villamontes al oeste, aislarlo de sus principales bases y obligarlo, por lo
menos, a una desordenada retirada hacia el sudeste».109Sin embargo, el avance boliviano por
el desierto, en pleno verano, contra un enemigo que, según el plan de Estigarribia, se debía
dejar «mordisquear» y huir, iba estirando su línea de aprovisionamiento, debilitaba su
seguridad e iba agotando física y moralmente a los soldados. Desde el lado paraguayo, los
oficiales eran conscientes de que sus soldados eran excelentes en la ofensiva pero que no se
adaptaban tan fácilmente a las maniobras de permanente retirada.110
Cerco en Puesto Burro[editar]
A principios de septiembre de 1934, el coronel Toro dispuso la ejecución, a través de órdenes
muy detalladas, de un amplio cerco lineal de 50 km de radio, en una zona de montes muy
densos y difíciles de atravesar. Los dos brazos debían unirse en Puesto Burro, en la
retaguardia de la 6.ª División paraguaya, al mando del teniente coronel Paulino Antola. Esta
maniobra adoleció de diversas deficiencias tácticas: la amplitud del cerco; la desigual
dosificación de las fuerzas envolventes donde el brazo norte, que era el más fuerte, debía
recorrer la mayor distancia; y la apreciación despectiva que tenía el coronel Toro sobre la
capacidad física y de maniobra que tenían las escasas fuerzas paraguayas.111
El 5 de septiembre, Toro ordenó a sus hombres que cercaran a la 6.ª División, lo que se hizo recién el
día 8. [...] Sin ningún rastro de modestia en su personalidad, el día 9, Toro anunció que su victoria le
hacía recordar el triunfo del ejército alemán en Tannenberg, en la Primera Guerra Mundial. Pero
precisamente ese día, mientras se autofelicitaba por el triunfo, los paraguayos de la 6.ª División
arruinaron la celebración escapando silenciosamente por una brecha.
De la Pedraja Tomán (2006, p. 371-374)
La aviación boliviana lanzó panfletos instando a los paraguayos a rendirse cuando estos ya se
habían escurrido del cerco. Toro acusó a la aviación por la falta de cooperación y su poca
capacidad para detectar, desde el aire, el movimiento y la ubicación del enemigo.112
El día 10, el mayor Ichazo informó al coronel Ángel Rodríguez, del Estado Mayor General, que
el cerco había fracasado. Este aprovechó para advertirle que las fuerzas bolivianas, teniendo
en cuenta los problemas logísticos que planteaba el desierto, no deberían ir más allá de
Algodonal y solo con pequeñas fuerzas mientras que el grueso debería concentrarse en Santa
Fe, sobre el río Parapetí, y desde allí emprender una acción ofensiva contra el fortín
27 de Noviembre. Toro rechazó de mala manera estas sugerencias porque lo dejaban en un
papel secundario:
Pensamos con Ichazo que sus medidas para futuras operaciones son prematuras. No encontramos
explicación enorme acumulación fuerzas en el norte, ya que con las que tengo, reforzadas tal vez con [el
regimiento] Ingavi, podemos tomar La Faye, operación rápida pues efectivo total enemigo [que] opera
[en] este sector es solo 2461 hombres.
Mensaje del coronel Toro al coronel Rodríguez,
en (Tabera, 1979, p. 246)
Los siguientes tres meses de combates para llegar a La Faye mostraron la certera visión
estratégica del coronel Rodríguez de no caer en la trampa diseñada por Estigarribia que ni
Peñaranda ni Toro tuvieron en cuenta.113
El presidente Salamanca, el 17 de septiembre de 1934, hizo un resumen crítico de todas estas
acciones:
Con angustia veo que el enemigo nos empuja rápidamente y que luego nos detiene donde quiere. De un
golpe nos lleva a Carandaitý y ahora nos ataja en Algodonal y 27 de Noviembre. Lo peor es que nos
cierra el paso [al fortín] Ingavi, desbaratando los proyectos tardíamente acogidos por ese comando.
Mensaje del presidente Salamanca al general Peñaranda,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 336)
El coronel Franco preparó la defensa de Yrendagüé y para su sorpresa Toro detuvo su avance
para concentrar mayor cantidad de unidades.
Para prever un ataque desde la zona de Ravelo, al norte, Estigarribia ordenó la captura del
fortín Ingavi. Franco envió un batallón de 150 hombres apoyados por 5 camiones que estaban
estacionados en la laguna Pitiantuta desde julio de 1932. Esa unidad, luego de una marcha de
220 km a través de un monte impenetrable, capturó el fortín el 5 de octubre de 1934.
Cerco en Yrendagüé
El 9 de noviembre, el coronel Toro, con tres divisiones más dos regimientos que logró sacarle
al Segundo Cuerpo, volvió a cercar en Yrendagüé a la 6.ª División y a la DRG (División de
Reserva General). Toro esperaba lograr una gran victoria que lo llevaría políticamente a la
presidencia de Bolivia. Invitó a los generales Peñaranda y Rivera y los ministros Alvéstegui y
Sanjinez a su puesto de mando para presenciar el curso de la batalla.117
Una vez más el lento aferramiento boliviano permitió que las fuerzas paraguayas tuvieran
plena libertad para reagruparse. El 11 de noviembre de 1934, el coronel Franco concentró
todas sus fuerzas sobre el Regimiento boliviano Cochabamba, rompió el cerco y se retiró
hacia Picuiba. El historiador boliviano Luis F. Guachalla definió como «torista» a estas
maniobras del coronel Toro, que se caracterizaron por ser:
Rodeos lineales con reducido radio y con una fuerza equivalente en ambas alas de maniobra, la cual
anulaba en la práctica la eficacia de un centro de gravedad (...). El Comando paraguayo, conocedor de
esta modalidad estereotipada, disponía siempre, con acierto y oportunidad, lo que procedía hacer para
burlar estos ganchos destinados a cerrarse detrás de sus efectivos, vale decir: escurría sus tropas por el
espacio todavía abierto, o rompía la línea cercadora necesariamente débil, o accionaba enérgicamente
contra una de las dos alas del rodeo impidiendo o retrasando el cumplimiento de su cometido.
Luis F. Guachalla, historiador boliviano,
en Guachalla (1978, p. 202)
Toro atribuyó el fracaso al coronel Ayoroa e indirectamente a su eterno rival, el coronel Bilbao
Rioja, por no haberlo ayudado con sus fuerzas. Se burló además de la captura del fortín
27 de Noviembre realizada por este último:
No faltó la nota teatral en esta memorable jornada. Las fuerzas del Segundo Cuerpo que avanzaron
sobre el fortín 27 de Noviembre, anunciaron por orden del comando [Bilbao Rioja] que habían cercado a
un regimiento enemigo. El parte dirigido a los ministros Alvéstegui y Sanjinés fue prontamente
rectificado. Se trataba solo de un batallón enemigo, resultando luego que no había ni una sombra dentro
del cerco, acabando los cercadores por hacerse fuego entre ellos.
Coronel David Toro,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 345)
A fines de noviembre las fuerzas paraguayas tuvieron que abandonar el fortín Picuíba a donde
habían retrocedido. Así, lo que el coronel Franco logró en 16 días (de Picuíba a Carandaitý), el
coronel Toro lo revirtió en agotadores y costosos tres meses de lucha (septiembre a fines de
noviembre de 1934). Años después de terminada la guerra, el coronel Toro escribió en su libro
que «esas acciones constituyeron las páginas más brillantes de nuestra historia».118En 1944,
el coronel Ángel Rodríguez criticó estos comentarios de Toro diciendo que si él se había
adjudicado como una «victoria» la retirada de Conchitas con más razón los paraguayos
debían adjudicarse como victorias las retiradas de Carandaitý, Algodonal, La Rosa, etc.,
donde además de burlar las tenazas se llevaron prisioneros y armamentos bolivianos.119
Batalla de El Carmen[editar]
Artículo principal: Batalla de El Carmen
El presidente Salamanca, como si intuyera lo que iba a suceder, intentó hacer algunos
cambios en el comando del ejército boliviano. Pidió que, en el cargo de jefe del estado mayor,
el coronel Bilbao Rioja reemplazara al coronel Rivera. Peñaranda y Toro se opusieron, el
primero porque prefería que su pariente siguiera en ese cargo y el segundo porque temía que
Bilbao Rioja lo opacara totalmente.120Poco después Salamanca acordó con Peñaranda que el
teniente coronel Moscoso reemplazaría al coronel Ángel Rodríguez en el cargo de jefe de
operaciones militares pero Moscoso terminó haciéndose cargo del Cuerpo de Reserva cuyas
dos divisiones, bien equipadas y con 10 000 hombres operaban en la zona de El Carmen.
El 10 de noviembre, mientras el coronel Toro intentaba cercar a las fuerzas del coronel Franco
en Yrendagüé, el general Estigarribia inició la maniobra militar mejor ejecutada en todo el
conflicto chaqueño.
Tres divisiones paraguayas avanzaron sorpresivamente sobre la 1.ª División de Reserva
boliviana al mando del coronel Zacarías Murillo ubicada delante de Cañada El Carmen, en el
sector central, el más débil de la línea boliviana. La 1.ª División paraguaya la atacó
frontalmente para fijarla a su posición mientras la 8.ª y la 2.ª División se infiltraron por sus
flancos norte y sur utilizando picadas previamente relevadas a través de patrullajes lejanos.
Pese a la detección de patrullas enemigas en su flanco norte y a la emboscada paraguaya en
la que murió el mayor boliviano Celso Camacho del Estado Mayor y que tenía en su poder
importante documentación, Murillo no hizo ningún cambio ni intentó retirarse pues hubiera
dejado aislados a los 18 000 hombres del Primer Cuerpo de Ejército boliviano que defendían
el fortín Ballivian al sur de El Carmen.121
El 11 de noviembre fui invitado a celebrar copiosamente [sic] el cumpleaños del coronel Murillo con la
acostumbrada serenata de la víspera en la que aparte de la música se hizo nutrido fuego con toda clase
de armas que disponía la división.
Edmundo Ariñez Zapata, médico cirujano del RC-20 boliviano,
en Ariñez Zapata (1996)
El ejército paraguayo tuvo que proveer de agua y alimentos, en forma perentoria, a esa gran
cantidad de prisioneros que duplicaba su capacidad logística.
Muchos prisioneros bolivianos estaban tan debilitados que por el zarandeo de los camiones que los
llevaban a nuestra retaguardia perdían el equilibrio y caían al camino, donde nadie los recogía. Así se
llenó la ruta de un tendal de cadáveres, algunos muertos por la sed, otros atropellados por los camiones
que, debido a la oscuridad o la polvareda, no los podían esquivar.
General Estigarribia (1950, p. 323-326)
Plan estratégico del general Estigarribia: cerco y persecución.
Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
Como consecuencia de esta ruptura en dos del ejército boliviano, el general Peñaranda
ordenó el inmediato abandono del fortín Ballivián al sur y la rápida retirada hacia Villamontes
antes que otros 18 000 hombres pudieran quedar aislados por el enemigo. Cayó así, sin
combatir, el poderoso fortín Ballivián, que era todo un símbolo de la presencia de Bolivia en el
Chaco. Esta retirada fue considerada como la mejor maniobra realizada por el ejército
boliviano durante la guerra siendo favorecida por la debilidad, problemas logísticos y el
desconocimiento del terreno que acuciaban al ejército paraguayo.123
El 5 de diciembre, las instalaciones de Samayhuate, sede del comando de Peñaranda desde
antes de la batalla de Strongest, después de ser abandonadas por soldados, personal
hospitalario y civiles, fueron demolidas e incendiadas.124Al pasar por allí, los desmoralizados y
sedientos soldados bolivianos que se retiraban desde Ballivián pudieron observar un
montículo de casi 300 metros de largo de botellas de cerveza vacías, consumidas por los
oficiales del alto mando boliviano durante su permanencia en el lugar. Esto confirmó que era
cierto el abuso en el consumo de alcohol que había denunciado Salamanca a Peñaranda en
septiembre de 1934 y el nombre de «alto tomando» con llamaban los soldados al alto mando
boliviano.125
En un telegrama, del 17 de noviembre, dirigido al presidente Salamanca, el general
Peñaranda intentó justificar la derrota de El Carmen:
Conclusión, falla material hombre que el enemigo posee en primera calidad. No tenemos oficiales ni
clases suficientes [nuestra fuerza] es un cuerpo sin alma […]. El adversario, además de contar con
iniciativa, […] tiene en abundancia oficiales y clases […] que reúnen sus tropas y guían sus hombres.
Estos hechos […] que fueron explicados a V.E. verbalmente, se han confirmado en últimas acciones.
General Peñaranda,
en (Arze Quiroga, 1974, p. 225 v. 4)
Con las fuerzas enemigas acercándose a Villamontes, el presidente Salamanca decidió viajar
en persona a esa localidad para destituir al general Peñaranda y reemplazarlo por el general
José L. Lanza. La relación de Salamanca con Peñaranda fue siempre áspera, lindante casi
con la insubordinación. En un radiograma a Peñaranda, luego de la derrota de El Carmen y de
la retirada de Ballivián, Salamanca le manifestó:
Hago saber a ustedes que el pueblo ya no tiene confianza en la pericia del comando.
Presidente Salamanca al general Peñaranda,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 363)
Fue un error de Salamanca abandonar La Paz y mucho más sin la custodia adecuada. El
27 de noviembre de 1934, sectores politizados de las fuerzas bolivianas leales al general
Peñaranda y al coronel Toro, se resistieron a la orden presidencial.
Tropas al mando del mayor Germán Bush cercaron el chalet de la casa Staudt donde se había alojado
el presidente Salamanca. En medio del mayor aparato de fuerza se apresó al presidente y capitán
general del Ejército [...] quien no tenía siquiera una pequeña escolta.
(Urioste, 1940, p. 137)
De todas las revoluciones o golpes de Estado en Bolivia, esta fue una de las más grotescas. Se
extrajeron tropas de las trincheras y en plena zona de operaciones, a doce km del enemigo, los
principales jefes hicieron apuntar cañones a la residencia donde se alojaba el envejecido jefe del
Gobierno, la rodearon de soldados armados con fusiles y ametralladoras, y con actitudes valentonas,
incitadas en algunos de ellos por el alcohol libado durante la noche de vigilia, aprisionaron a su víctima y
más tarde le exigieron su renuncia. Salamanca firmó el documento casi gozoso de que los militares, a
quienes nunca había estimado y a quienes culpaba de los desastres de la guerra, quitasen de sus
espaldas una cruz que se le había hecho demasiado pesada y se condenasen a sí mismos ante el juicio
de la historia, con un acto que por el lugar y las circunstancias en que se producía tenía las
características de una traición a la Patria.
Historiador boliviano Querejazu Calvo,
en Querejazu Calvo (1977, p. 185)
Luego los insurrectos acordaron con el vicepresidente Tejada Sorzano para que asumiera la
primera magistratura. Fue el mejor cerco que lograron realizar los comandantes bolivianos en
toda la guerra y Salamanca no se privó de decírselos.
Daniel Salamanca retornó por vía aérea a Cochabamba. Once días después hubiera tenido
que soportar el desastre de Yrendagüé. Se liberó así de la responsabilidad pero no del temor
que acrecentaba su enfermedad desde un año atrás: la de que Bolivia tuviera que firmar la
paz en condiciones de inferioridad, con el ejército paraguayo pisando territorio históricamente
boliviano por culpa de los errores de los comandantes insurrectos. Ahora esa tarea era
responsabilidad de Tejada Sorzano, de Elio y sus correligionarios liberales, o del ejército que
iniciaba de nuevo su marcha para apoderarse del Gobierno de Bolivia.
Maniobra de Yrendagüé[editar]
Artículo principal: Batalla de Yrendagüé
Luego de equiparla a nuevo con las armas capturadas a los bolivianos en El Carmen y un
breve descanso dado a los soldados, el general Estigarribia devolvió la 8.ª División al Segundo
Cuerpo paraguayo por lo que a principio de diciembre de 1934 este tenía 5500 hombres. Aun
así su situación era difícil.
Antes que Toro concentrara más de 12 000 hombres sobre La Faye, el coronel Franco, fiel a
su estilo de conducción, planeó la maniobra más audaz y sorpresiva de la guerra por lo casi
imposible de su realización. La recién llegada 8.ª División debía infiltrarse entre dos divisiones
bolivianas con rumbo a los pozos de agua del fortín Yrendagüé. Para ello debía recorrer 70 km
de desierto, en pleno verano, con más de 45 grados de calor a la sombra, atravesar los
montes sin abrir una picada para no ser detectada por las patrullas y la aviación enemiga y
tomar el fortín para dejar sin agua a todo el Cuerpo de Caballería boliviano desplegado en el
desierto, entre Picuiba y La Faye.
La 8.ª División paraguaya, al mando del coronel Eugenio A. Garay, inició la marcha el
5 de diciembre de 1934 y con gran esfuerzo y con sus hombres al borde de la deshidratación
llegó a Yrendagüé tres días después, tomó el fortín y los pozos, cortando así el suministro de
agua y las comunicaciones enemigas.
El sorprendido coronel Toro, su jefe de estado mayor y los comandantes de las dos divisiones
quedaron aislados en la placentera Carandaitý a 160 km de distancia de sus fuerzas que
combatían en el desierto frente a La Faye. El teniente coronel Félix Tabera,
circunstancialmente a cargo de esas unidades, ordenó la inmediata retirada hacia el fortín
27 de Noviembre asumiendo la responsabilidad de esa decisión y en contra de las órdenes
que sin conexión con la realidad enviaba Toro por avión desde Carandaitý. Sin agua, las
fuerzas bolivianas comenzaron a desintegrarse. Muchos soldados salvaron sus vidas
entregándose. El 9 y 10 de diciembre, miles de soldados bolivianos, que habían abandonado
armas y equipos, murieron de sed o se suicidaron desperdigados por el desierto.
Fue una de las batallas más crueles de la guerra y produjo una profunda impresión en el
pueblo boliviano cuando conoció el padecimiento sufrido por los soldados. El coronel boliviano
Díaz Arguedas evaluó en varios miles los muertos por falta de agua, en 3000 los prisioneros, y
la pérdida de gran cantidad de armas abandonadas en el desierto: 60 morteros Stokes Brandt,
79 ametralladoras pesadas, 498 livianas, 590 pistolas-ametralladoras, 11 200 fusiles y
200 camiones que fueron a parar al ejército paraguayo.126En los depósitos de Yrendagüé los
soldados paraguayos lograron rescatar de las llamas cajas con botellas de champagne, vinos
finos del Rhin y una enorme cantidad de botellas de cerveza.127
Significativamente, entre los 3000 prisioneros capturados no figuró ningún oficial boliviano
debido a que estos habían abandonado a sus tropas en el desierto.
Toro ―que por ese tiempo gustaba hacerse llamar el «Mussolini boliviano»― acusó a sus
subordinados.128
Uno no debe tener finalmente ninguna consideración con la fatiga de los soldados a quienes es de vital
importancia exigir el máximo esfuerzo. Uno o dos días de sacrificio…pueden ser suficientes para lograr
el total aniquilamiento del enemigo que nos ha dado más de un ejemplo sobre este tema, mostrando
que es posible vivir incluso meses careciendo de la mayoría de recursos (...) Le exijo mayor decisión y
energía en el comando.
Mensaje de Toro a Tabera,
en (Farcau, 1996, p. 215)
Todas las líneas de mando colapsaron produciéndose una gran confusión. La artillería
divisionaria abandonó sus posiciones al iniciarse el ataque, muchos soldados huyeron hacia el
río Pilcomayo, otros rompieron el cerco por iniciativa propia y el resto se rindió. En los
primeros días de enero, 1200 soldados bolivianos fueron hechos prisioneros y unos 200 se
ahogaron en el cruce del Pilcomayo. La 9.ª División se desintegró, pero se salvaron los
coroneles Frías y Blacutt y otros oficiales.
Ybybobó era uno de los tres pasos para acceder a las primeras serranias andinas y un
importante punto estratégico para atacar Villamontes desde el sureste.
Batalla de Villamontes[editar]
Artículo principal: Batalla de Villamontes
Luego de la derrota de Ybibobó, el comando boliviano estableció una nueva línea de defensas
en Villamontes. Con sus arsenales, depósitos y líneas de comunicación, este pueblo era el
último punto de apoyo de Bolivia en el Chaco. Su pérdida hubiera abierto el camino a Tarija, y
teniendo en cuenta las precarias líneas de comunicaciones bolivianas, hubiera dejado toda
esa zona en manos de los paraguayos.
La tarea de defender Villamontes fue encomendada a los coroneles Bernardino Bilbao Rioja y
Óscar Moscoso. Apoyada por la gran concentración de artillería y bajo la protección de
extensas fortificaciones, la moral del ejército boliviano experimentó un repunte. En el sector
sur del sistema defensivo, el río Pilcomayo sirvió de defensa natural a la 4.ª División boliviana
que se atrincheró a lo largo de la ribera sur de ese río que a esa altura ya no sirve de límite
con Argentina.132
Por su parte, el presidente Tejada Sorzano decretó, en diciembre de 1934, la movilización de
todos los bolivianos en edad de prestar el servicio militar.
La guerra del Chaco se había hecho para los indios y los obreros. Los parias, que nunca gozaron de
derecho alguno, ahora se ven abrumados por obligaciones; la patria, que nunca les dio nada, les obliga
ahora a ofrendar sus vidas en defensa de la soberanía nacional. Una vez que son diezmados, los
adolescentes y los ancianos, aquellos que por su temprana o avanzada edad no pertenecen a aquel
anfiteatro macabro, son Ilevados al frente, a seguir rindiendo su vida para una causa que desconocen y
no entienden. Mientras que los burgueses, que antes vendían salud, ahora forman legiones de hombres
aquejados por las más diversas enfermedades.
Willy O. Muñoz,
en Muñoz (1986, p. 225 a 241)
Este nuevo ejército boliviano, con sus 36 regimientos, duplicó al anterior y, por tercera vez
desde el inicio de la guerra, Bolivia tuvo una superioridad significativa de efectivos y medios
sobre Paraguay. Pero los problemas siguieron siendo los mismos: los soldados reclutados
masivamente, aunque estaban bien armados, carecían de preparación y experiencia para el
combate, a lo que se sumaba defectos muy ostensibles en la conducción. Por esa razón, y en
contra de todo lo esperable, el ejército paraguayo, pese a su inferioridad numérica, escasos
recursos y extensa línea logística, mantuvo la iniciativa.
El 11 de enero de 1935, dos regimientos de la 3.ª División boliviana fueron rodeados en
Capirendá sufriendo 330 muertos y 200 prisioneros y el resto fue obligado a retirarse hacia
Villamontes.
Un destacamento paraguayo de 1100 hombres, sin apoyo de artillería y reservas, al mando
del mayor Caballero Irala, avanzó casi 100 km desde 27 de Noviembre hacia el río Parapetí y
luego de aniquilar a los regimientos Ingavi y Junín y batallones auxiliares capturó Amboró y
Santa Fe los días 16 y 18 de enero y avanzó hacia Casa Alta y Cambeití.133
Avance directo e indirecto del CE-2 paraguayo hacia Carandaitý y retirada boliviana hacia Boyuibé en
enero de 1935.
Rojo=Fuerzas bolivianas.
Azul=Fuerzas paraguayas.
La 8.ª División paraguaya rompió el cerco en el punto más fuerte y escapó por las laberínticas
quebradas de la sierra de Aguaragüe.
En el norte, las fuerzas del coronel boliviano Anze empujaron lentamente al Destacamento
Garay hacia el río Parapetí. La contraofensiva boliviana recuperó las márgenes de ese río
pero no pudo tomar el estratégico cruce de Huirapitindí desde donde las fuerzas de Garay
podían recuperar fácilmente el río.136
La ofensiva boliviana, pese a la amplia superioridad en hombres y recursos utilizados, fue
limitada en sus resultados y se realizó al costo de elevadas bajas que llegaron al 20 % de las
fuerzas empleadas.137
Dos días habían transcurrido desde el instante en que se había desencadenado la sorpresiva
contraofensiva boliviana [del 14 de abril de 1935] y ya se podía afirmar que había fracasado en sus
objetivos fundamentales [...] lo que se había visto en Carandaitý, Algodonal, Villazón y Picuiba durante
la contraofensiva del Cuerpo de Caballería Toro, septiembre a noviembre de 1934, se había repetido
con matemática exactitud en esta nueva contraofensiva del Parapetí [...] desgraciadamente para las
armas bolivianas, el imperio de la rutina operativa y el pródromo [sic] de debilidades de comandos
afectados por el recuerdo de otros reveses en las personas de algunos de sus componentes [...] siguió
pautando con sometimiento a un exceso de seguridad reñidos con los principios [...] de la economía de
fuerzas y de la sorpresa.
Teniente coronel Vergara Vicuña,
en (Guachalla, 1978, p. 201-202)
A fines de abril de 1935, la 6.ª División boliviana, comandada por el coronel Ángel Ayoroa,
integrada por los regimientos RI-14 Florida (al mando del teniente coronel Julio Bretel), y el
RC-2 Ballivián (al mando del teniente coronel René Pantoja).140 con un total de 3000 hombres
inició su aproximación al fortín Ingavi ocupado por los 370 hombres de la fracción López.141El
plan consistía en tomar Ingavi primero y desde allí avanzar hacia el fortín Aroma (al este) o
hacia el fortín 27 de Noviembre (al suroeste). Estigarribia envió al teniente coronel Cazal
Rivarola con la orden de impedir que Ingavi cayera en manos enemigas debido a las
conversaciones diplomáticas en curso y al objetivo estratégico de mantener a Bolivia lo más
lejos posible del alto río Paraguay. Cazal Rivarola organizó su fuerza en tres raleados
regimientos integrados por veteranos con años de combate.142
Los bolivianos capturaron Pozo del Tigre (Kilómetro Catorce), una posición adelantada a
14 km del fortín Ingavi y a fines de mayo atacaron sin éxito el fortín sufriendo unas 100 bajas.
Mientras el coronel Arrieta reemplazaba al coronel Ayoroa, Cazal Rivarola, con no más de
850 hombres, comenzó a rodear al regimiento RI-14 Florida en Pozo del Tigre. El 5 de junio de
1935, las fuerzas paraguayas cortaron el camino Ingavi-Ravelo, en la retaguardia del RI-14. El
regimiento RC-2 Ballivián acudió en su ayuda e intentó abrir una brecha sin éxito. Tampoco
sirvió el apoyo de la 5.ª División boliviana.
Entre el 7 y el 8 de junio de 1935, la batalla de Ingavi terminó con la captura del teniente
coronel Bretel ―en ese momento comandante de la 6.ª División boliviana cercada―, de los
mayores Marcial Menacho Páez y Humberto Berndt Vivanco, mercenario chileno que fuera
contratado por el ejército boliviano en enero de 1935, y que al caer prisionero comandaba el
regimiento Ballivián.89
Se capturaron 2 jefes, 7 oficiales y 361 soldados. Los días siguientes, las fuerzas paraguayas
aceleraron su avance hacia Ravelo persiguiendo a fuerzas bolivianas dispersas. La velocidad
del avance impidió que estas pudieran sostenerse en Kilómetro Veinticinco ni en Kilómetro
Treinta y Cinco (o Pozo del Bárbaro) donde existía una importante fortificación. En el avance
se capturaron prisioneros y sobre todo camiones, armas y provisiones que facilitaron el
avance de Cazal Rivarola.143
El coronel Toro culpó del resultado al comando del Tercer Cuerpo «por la mala interpretación»
dada a sus terminantes directivas. Nueve años después, el coronel Ángel Rodríguez no solo
criticó esta actitud de Toro de descargar culpas sobre los subordinados sino que lo acusó de
querer implementar «tenazas» en el Chaco y sostener ideas «hinderburguianas» de cortar las
comunicaciones enemigas lejos y con bastante tropas.144
En ese mismo momento, en Buenos Aires (Argentina), las partes acordaron firmar, el 12 de
junio de 1935, un protocolo de paz. Ese día, las tropas de Cazal Rivarola, que ya habían
avanzado 32 km desde Ingavi, estaban a solo 15 km de su nuevo objetivo: Ravelo y las
instalaciones petrolíferas bolivianas. Estos hechos influyeron en la delegación boliviana para
firmar el protocolo de paz.145
Prácticamente hemos perdido el Chaco. Hoy el problema de la guerra está vinculado a la desintegración
de los departamentos de Santa Cruz y Tarija y a la pérdida de nuestras riquezas petrolíferas. Frente a
esta situación no podemos cruzarnos de brazos y espectar el drama, cuya prolongación puede causar la
ruina definitiva del país.
Tomás Manuel Elío (jefe de la delegación boliviana en Buenos Aires): Actas. Buenos Aires (Argentina), 5
de junio de 1935;
en (Guachalla, 1978, p. 207)
Fin de la guerra[editar]
Reunión en Puesto Merino de los comandantes en jefe de ambos ejércitos después del armisticio, 18 de
julio de 1935).
E. Martínez Thedy (Uruguay), Luis A. Riart (Paraguay), Tomás M. Elío (Bolivia) y Carlos Saavedra
Lamas (Argentina) negocian la Paz del Chaco.
La duración, los malos resultados y la lista de bajas acrecentaron el descontento del pueblo
boliviano ante la guerra. Solo los militares sostenían que con tiempo y recursos todavía se
podía alcanzar la victoria. Pero esta actitud era solo para salvar las apariencias. En mayo de
1935, en plena ofensiva boliviana sobre el río Parapetí, el coronel Ángel Rodríguez expuso
que para alcanzarla se necesitaban 50 000 hombres, 500 camiones, gran cantidad de
municiones y recursos monetarios suficientes para sostener el aprovisionamiento del ejército
por largo tiempo.146
Si no disponemos de estos elementos, que son indispensables, la paz debería ser aceptada ahora que
ambos ejércitos están equilibrados.
Coronel boliviano Ángel Rodríguez,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 464)
Acuerdo limítrofe[editar]
Después de largas negociaciones, el tratado para terminar la guerra fue firmado en Buenos
Aires (Argentina) el 21 de julio de 1938. El canciller argentino Carlos Saavedra Lamas, que
había convocado la Conferencia de Paz en Buenos Aires obtuvo más tarde el premio Nobel de
la Paz en 1936, en general por su labor en pro de la paz y en particular por haber inspirado
el Pacto antibélico Saavedra Lamas, firmado por 21 naciones y convertido en un instrumento
jurídico internacional. Tuvo un papel importante como mediador para dar por terminada la
guerra del Chaco.
De la totalidad del Chaco Boreal, tres cuartas partes se reconocieron bajo soberanía
paraguaya. Bolivia recibió una zona a orillas del río Paraguay, donde se encuentra hoy Puerto
Busch.
El 27 de abril de 2009, 74 años después de finalizado el enfrentamiento bélico, los
presidentes Evo Morales (de Bolivia) y Fernando Lugo (de Paraguay) firmaron en Buenos
Aires el acuerdo definitivo de límites territoriales del Chaco Boreal. El acto se realizó en
presencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (de Argentina), previa aceptación
por parte de sus respectivos cancilleres del Acta de cumplimiento y ejecución del Tratado de
paz, amistad y límites entre Bolivia y Paraguay de 1938.