Novena A San Juan Diego
Novena A San Juan Diego
Novena A San Juan Diego
OFRECIMIENTO: ¡Oh, Jesús, divino y redentor y salvador que, en tu designio de salvar estas enormes
regiones de América, enviaste misioneros con la luz de tu Evangelio; y por un designio muy especial
mandaste a estas tierras del Anáhuac, quisiste que tu dulcísima Madre, estrella esplendorosa de la
Evangelización, viniera a manifestarnos su amor maternal, dándole como interprete y embajador
muy digno de confianza el humildísimo Juan Diego, concédenos ¡oh, divino Salvador!, que el mismo
presente a tu Santísima Madre nuestras pobres oraciones y suplicas que iremos manifestando al
rezar y meditar este Rosario.
Humildísimo Juan Diego, al llegar los misioneros a tu pueblo de Cuautitlán, escuchaste con mucha
devoción y fervor el mensaje divino de salvación, y cada vez más se abría tu corazón a la palabra de
divina, e inflamado tu corazón en el fuego del amor divino, pediste humildemente el Bautismo. Fue
un día radiante, lleno de luz y de felicidad en tú alma, el día de tu conversión a Dios.
Ruega a la Virgen, a tu hija la más pequeña de tus hijas, para que tambien nosotros nos entreguemos
a Dios mediante una sincera conversión. PADRE NUESTRO, DIEZ AVE MARIAS Y GLORIA.
Humildísimo Juan Diego, mucho deseabas saber de Dios de Cristo, que en la cruz murió por ti. Y de
su Santísima Madre; y sin preocuparte de la enorme distancia, el frio, el calor, el hambre, ni la sed
cada sábado acudías a Tlatelolco en pos del divino culto y las enseñanzas que daban los misioneros.
Ardientemente deseabas conocer y vivir tu fe.
Ruega a la Virgen, a la más pequeña de tus hijas para que apreciemos mucho el sacrificio de Cristo
y sus divinas enseñanzas. PADRE NUESTRO, DIEZ AVE MARIAS Y GLORIA…
TERCER MISTERIO: Vidente y mensajero de la Madre del Verdadero Dios por quien se vive
Pide a la Virgen que nunca nos falte su auxilio, defensa y amor. PADRE NUESTRO, DIEZ AVE MARIAS
Y GLORIA.
CUARTO MISTERIO: Juan Diego, mensajero digno de confianza
Humildísimo Juan Diego, Feliz y presuroso te diriges al Obispo; pero te vas a encontrar con la
incredulidad, el menosprecio y el sufrimiento. Muy triste vuelves a la dulcísima Señora y le suplicas
que mande a otro, a un principal, a un conocido, estimado, respetado; y humildemente le dices <Yo
soy un hombrecillo, soy cordel, soy cola, soy hoja, soy gente menuda; y tu niña mía, la pequeña de
mis hijas me envías a un lugar por donde no ando y a donde no paro.
Perdóname que te cause gran pesadumbre y caiga en tu enojo. Señora y Dueña mía> con dulzura,
la Señora del cielo te dice <Tu eres mi mensajero digno de confianza> Obediente vuelves al Obispo,
que te recibe con mayor amabilidad, pero te exige una señal para creerte <Bien hijito mío> te dice
la Señora <volverás mañana para que lleves al Obispo la señal que te pide>
Ruega a la Virgen para que, como tú, seamos humildes y sencillos de corazón. PADRE NUESTRO,
DIEZ AVE MARIAS Y GLORIA….
Humildísimo Juan Diego, vuelves a Cuautitlán y encuentras gravemente a tu tío Juan Bernardino y
te que le lleves un sacerdote para que lo confiese y prepare para morir… Muy de madrugara te
diriges a Tlatelolco, rodeando por otro camino para que la Señora del cielo no te entretenga, la
Virgen toma las flores y luego las vuelve a tu regazo diciendo: <Hijito mío, el más pequeño, estas
rosas son la señal que llevaras al Obispo> Muy contento te diriges a México y con unas pocas rosas,
dices: <Aquí esta la señal que te envía la Señora del cielo… Ante el Obispo y demás personas aparece
la hermosísima imagen de Guadalupe, la Madre del Verdadero Dios por quien se vive.
Humildísimo Juan Diego, hijo predilecto de nuestra Señora… Intercede por nosotros. PADRE
NUESTRO, DIEZ AVE MARIAS Y GLORIA…
LA SALVE: Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te
salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle
de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos ojos misericordiosos; y
despues de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
LETANIAS:
¡Oh glorioso y humildísimo Juan Diego! Que por tu profunda humildad y sencillez mereciste que
Dios te escogiera para que fueras embajador digno de confianza e intercesor ante la gloriosísima
Virgen de Guadalupe, nuestra tierna y dulce Madre – pues Dios escucha a los humildes y sencillos
de corazón…. Recuerda cuando viviste en el Tepeyac, en una casita al lado de la primera ermita
dedicada a tu pequeña Niña, acudía a ti muchos inditos pidiendo tu intercedieras por ellos ante la
Madre de Dios y tu rogabas a la Santísima Virgen por sus necesidades.
Ahora y siempre, pide por nosotros a la Virgen, a la Reina, a quien su divino hijo nada niega.
BAJO TU AMPARO: nos acogemos bajo, Santa Madre de Dios; no desprecies las súplicas que te
dirigimos en nuestra necesidad, antes bien, sálvanos siempre de todos los peligros Virgen gloriosa y
bendita.
ORACIÓN:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la
intercesión de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las
alegrías del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.