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El Director Coral Como Educador Musical

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Año I, No.

1 * FEBRERO-ABRIL 2008

EL DIRECTOR CORAL COMO EDUCADOR MUSICAL


Por GUILLERMO ROSABAL*

El reto de la dirección coral en la época contemporánea

Quizás siguiendo el patrón del director orquestal virtuoso heredado desde el siglo XIX,
a menudo los directores corales contemporáneos parecen tener como único objetivo de
su trabajo preparar minuciosamente la ejecución artística de una obra musical. Por ello,
a primera vista, parece razonable que los jóvenes estudiantes de dirección coral
acostumbren invertir una cantidad de tiempo considerable en el perfeccionamiento de su
técnica del gesto, análisis exhaustivo, y memorización de la partitura que tienen en sus
manos.

Lo anterior no parece objetable desde el punto de vista estricto de la responsabilidad de


un director como intermediario entre la partitura y el instrumento para darla a conocer al
público: el ensamble coral. Sin embargo, en vista de la gran diversidad de ensambles
corales en la sociedad contemporánea (escolares, juveniles, universitarios, comunales,
entre otros), la amplia gama de bagajes y expectativas de los coristas (músicos
profesionales o aficionados), es coherente replantear el papel del director coral en
función de este panorama. Más que un virtuoso, o si se quiere, un dictador, o líder
autoritario que maneja una masa coral en función de un montaje artístico, parece más
coherente que el director se desempeñe también como un educador que promueve el
crecimiento vocal y musical individual y del ensamble, al mismo tiempo que da forma,
junto a sus coristas, a una obra musical.

Sea cual sea el enfoque de la profesión del director, su responsabilidad es crucial. De


hecho, una presentación pública de un coro reflejará la efectividad del director tanto
como maestro y como técnico de ensayos. Según el director coral estadounidense Lloyd
Pfautsch, “los sonidos de su coro serán un testimonio de su capacidad de transferir su
conocimiento, aumentar y refinar sus técnicas pedagógicas, generar y mantener en los
cantantes la dedicación a las disciplinas vocal y musical, dar forma a las sutilezas
silábicas y melódicas, expandir el conocimiento y destrezas técnicas del coro, y de guiar
al grupo a la ejecución artística” (Decker y Herford, p. 91). Por lo tanto, es válido
pensar en el concierto, no debe ser un fin en sí mismo, sino más bien una fase dentro de
un proceso que es tanto educativo como artístico.

Naturaleza y valor del canto coral


No se quiere afirmar aquí que el ensamble coral no haya sido hasta ahora un contexto
de aprendizaje. Por el contrario, éste provee a las personas la oportunidad de
involucrarse en el proceso de hacer música de acuerdo con estándares y tradiciones de
diversas prácticas musicales, así como la oportunidad de auto realizarse dentro de esta
participación, por medio del desarrollo de destrezas vocales, auditivas, cognitivas,
psicológicas, y sociales. Más específicamente, podemos formular el valor del canto
coral como experiencia que implica beneficios en diferentes ámbitos:
Primero, la experiencia
coral es un fenómeno
fisiológico, que depende,
en primera instancia, del
instrumento musical de
viento, íntimo y personal,
que se encuentra dentro de
cada persona -la voz 2 - y
del sentido de la audición.
El canto coral también
involucra cambios físicos
y psicológicos que
responden a eventos
emocionales: se presentan
cambios en el pulso, la
respiración, la adrenalina,
así como el flujo 3. (Robinson y Winold, p. 4).

En segundo lugar, hacer música por medio del canto coral es una forma de ser en el
mundo 4, de relacionarse por medio de la voz con otros hacedores de música, y con la
audiencia. En el acto de hacer música coral, personas que son aparentemente diferentes,
se relacionan con otras personas por medio de sonidos y desarrollan una conciencia
participatoria, un sentimiento de unidad. En este sentido, la experiencia coral es un
fenómeno sociológico.

Tercero, por medio de la recreación sonora de una partitura, el director, así como los
cantantes, participan con el compositor en el acto creativo. Interactúan con una obra
musical que a su vez refleja estándares y tradiciones de prácticas musicales que están
histórica y socialmente enraizadas.

Finalmente, la experiencia coral puede ser el escenario de retos musicales. Al resolver


dichos retos, la musicalidad del cantante se incrementa, y esto eleva el
autoconocimiento y la autoestima.5

¿Adoctrinar o educar?

Si se define literalmente el papel del director coral según el significado del término en
latín educare, que quiere decir “conducir hacia”, entonces la responsabilidad del
director implica capacitar a sus cantantes para descubrir y aprender por sí mismos, en
lugar de seguir instrucciones mecánicamente, a modo de adoctrinamiento. Esto significa
que el director debe propiciar el pensamiento independiente por medio de técnicas de
ensayo que sean efectivas y tengan propósitos específicos que vayan más allá que
simplemente preparar al coro para presentarse en público.

Con el fin de llevar a cabo sus responsabilidades como educador, el director debe
aspirar a: (a) comportarse como un líder, guía, y facilitador, dispuesto a utilizar su
bagaje y carisma para trabajar con una diversidad de seres humanos, (b) encontrarse con
el vasto repertorio de la literatura coral y preparar y manejar las partituras a ser
ejecutadas, (c) desarrollar técnicas vocales y corales que estimulen el desarrollo vocal
individual y colectivo, (d) cultivar en los cantantes la flexibilidad y versatilidad
comparable a la de los solistas, (e) propiciar la responsabilidad individual y el
mejoramiento de sus destrezas musicales, y (f) comunicarse expresiva y efectivamente
con el coro, promoviendo, de esta forma, la capacidad de respuesta de éste (Decker y
Herford, p. 70).

Como educador, el director debe ser capaz de describir, explicar, ejemplificar y hasta
corregir lo que desea que sus coristas canten, dándoles retroalimentación inmediata.
Nunca debe dar por sentado que lo que le sea obvio para él, también será obvio para los
coristas. Ellos merecen una explicación de por qué algo es objetable, y por otra parte,
cómo producir lo aceptable.

Cuando sea necesario, el director debe servir como modelo, brindando demostraciones
auditivas o musicales, mientras motiva a los coristas a aplicar las enseñanzas en
situaciones o contextos similares. La transferencia de conocimiento debe ser hecha en
forma creativa, es decir, no dictando recetas o meras fórmulas, sino transmitiendo
herramientas adaptables y accesibles para inducir en los cantantes ciertas conductas
fisiológicas, y mentales. Los cantantes, en cambio, deben ser creativos al aplicar lo que
se ha aprendido por medio de retos vocales y musicales específicos, ante obras, y
directores diferentes.

Enseñar creativamente también implica experimentar con nuevas maneras de explicar,


demostrar, y compartir. Las reacciones y respuestas de los cantantes ayudarán al
director a decidir cuál de los nuevos métodos deben ser mantenidos para ser refinados, y
cuáles deben ser descartados como inconsecuentes (Decker y Herford, p. 91). Lloyd
Pfautsh nos recuerda que cualquier cosa que el director presente al coro, debe ser
expuesto con entusiasmo y buena actitud, buscando desarrollar la imaginación activa, de
forma que se pueda comunicar con el ensamble en diferentes formas (p. 91).

A continuación, se tratan elementos cruciales implícitos en el reto de educar a los


coristas.

Fundamentos de buen canto

Para algunos cantantes, la experiencia coral puede ser el único entrenamiento vocal, e
incluso musical, que reciban en su vida. Por ello, estar bajo la tutela de un director, cada
semana, durante un período considerablemente largo, permite una importante influencia
vocal y musical de parte del director en los coristas.

El director debe enseñar a sus coristas los elementos del buen canto para propiciar una
contribución vocal positiva al ensamble, a la vez que se promueven los buenos hábitos
vocales a nivel individual. Debe concebirse a sí mismo como un maestro de técnica
vocal, aunque en una situación coral es casi siempre imposible enseñar técnica vocal de
uno a uno. Por otra parte, la gran diversidad de bagajes vocales que poseen los coristas,
es un reto para nada complejo. Por ello, el director tiene la responsabilidad de dar los
fundamentos de canto para el principiante mientras expande o refuerza el conocimiento
de la voz de aquellos con más experiencia vocal. Recuérdese que aunque algunos
coristas estudien canto privadamente, no siempre son capaces de escuchar sus propias
deficiencias vocales. Debe enseñarse a los coristas a escuchar internamente y pensar
antes de cantar, y a escuchar críticamente los resultados.
Respiración y apoyo

El director coral debe enseñar a sus cantantes a utilizar y ampliar su capacidad


respiratoria, y a buscar apoyo vital para emitir el sonido con buena afinación.
Idealmente, debe enseñarse la relación que existe entre los buenos hábitos respiratorios,
la postura saludable, y la correcta emisión vocal. Los coristas también deben aprender
que el uso correcto de la resonancia está relacionado con el uso correcto de la
respiración. Por otra parte, es responsabilidad del director buscar en el ensamble la
uniformidad en la formación de vocales, lo cual conduce a la mezcla de las voces, mejor
emisión y calidad del sonido, belleza de color, y afinación exacta. También es
importante enseñar la articulación de las consonantes, con el fin de conseguir claridad
en el canto, ritmo más preciso y exacto y afinación más segura. Para conseguir esto, el
director debe entender los sonidos como tales y ser capaz de comunicarlos y modelarlos
al coro. Otro aspecto del canto coral que los coristas deben entender es cómo la emisión
y el timbre del sonido varían de acuerdo con el repertorio que se canta.

El calentamiento

La sesión de calentamiento al inicio del ensayo coral es un poderoso medio para


preparar el cuerpo, la mente, y el mecanismo vocal para enfrentar los retos del canto
coral. Más que una tradicional o inevitable rutina, es un ritual necesario para inducir en
los coristas la atención a la postura relajada y enérgica, respiración y apoyo, emisión, y
otros aspectos cruciales del quehacer coral. Por medio del calentamiento, se prepara el
cuerpo y conciencia de individuos aparentemente diferentes para trabajar en conjunto
hacia metas vocales y musicales comunes.

Si se desea un calentamiento provechoso, éste debe ser corto e intenso, pero no


demasiado demandante, aunque sí dinámico, variado, y con fines específicos. La
cantidad de tiempo que se destine al calentamiento depende de factores como el
material vocal y necesidades vocales de los coristas, la hora del día, las actividades de
los integrantes antes del ensayo, y los retos vocales, técnicos y estilísticos específicos de
cada estilo: color, textura, intervalos, patrones rítmicos, articulación, dicción, formación
y modificación de vocales, expansión de registro, entre otros. El director puede
preparar, y si es necesario, diseñar ejercicios que aborden retos vocales o musicales
específicos presentes en el repertorio. De esta forma, los cantantes podrán remitirse a
los ejercicios cuando se encuentren retos semejantes en la música en estudio.6

Destrezas musicales

Cualquiera que sea el contexto o nivel del coro, el director debe darle importancia al
desarrollo de la musicalidad de sus coristas. El contribuir a la formación de sus coristas
en este sentido, implica enseñar los rudimentos de lectura, afinación, mezcla y balance
de partes, balance dentro de los acordes, exactitud y precisión rítmica, dinámicas y
fraseo (Decker y Herford, p. 94). Aunque es un reto considerable, el director puede
intentar compensar poco a poco los rudimentos de música que sus coristas no
aprendieron durante la escuela primaria y secundaria.
Historia de la música y estilos

Al ser la música una práctica esencialmente diversa y cambiante, debemos reconocer la


existencia de “músicas” enraizadas en interacciones socioculturales concretas
historizadas y contextualizadas. Como producto social, un estilo particular de música
trata de la identidad de pueblos específicos, de sus sentimientos, necesidades, intereses
y su manera de ser en el mundo. Es así como el estudio de las músicas nos puede arrojar
conocimiento de constructos sociales, políticos y culturales, así como de valores
morales y religiosos.

Un aspecto a menudo descuidado por directores corales es la enseñanza de aspectos


relevantes de la historia de la música. El uso de una amplia variedad de repertorio es
esencial y puede incrementar el interés de los coristas por apreciar la gran gama de
literatura coral de todos los períodos. Esto puede llevarse a cabo mediante explicaciones
breves y atractivas, pero nunca mediante largas disertaciones. Se debe explicar las
diferencias estilísticas y estándares de las tradiciones, la práctica de interpretación, en
relación con las influencias sociales, económicas, políticas y eclesiásticas que han
tenido y tienen los compositores y ejecutantes. El director debe ser capaz de ofrecer
información bibliográfica acerca de los compositores y autores de los textos, así como
aclarar el significado de los textos, cuando sea necesario.

Responsabilidad individual y colectiva

El contexto coral supone una red de interacción, entre director y secciones, entre
director y cada corista, director y acompañante, entre una sección y otra, y entre cada
persona dentro de las secciones; esta red determinará el proceso y producto final del
trabajo coral. El director debe, por lo tanto, inculcar la responsabilidad individual y
grupal en los miembros de su ensamble. Cada corista depende de otros coristas para
contribuir a la calidad vocal del grupo, así como cada corista es responsable, en el
ámbito individual, de dar esa misma calidad. El corista debe estar anuente a la guía del
director durante los ensayos y presentaciones. Sin embargo, el director debe estar
abierto a las sugerencias de sus coristas, fomentando así respuestas individuales a la
música y el texto y a estímulos verbales, locales y no verbales. Los estímulos verbales
incluyen correcciones, instrucciones, explicaciones y demostraciones que da el director.
La comunicación no verbal comprende lenguaje corporal, expresiones faciales y gestos
de dirección; cada uno debe tener un propósito, estar relacionado con la música, y no ser
excesivo o irrelevante, de forma que nunca distraiga la atención de la música.

El amor por la música coral

El director coral debe compartir con sus coristas y en última instancia inculcar en ellos
el amor por el canto y por trabajar en conjunto por el arte coral. Pfautsch nos recuerda
que compartir ese amor y los resultados de ese trabajo durante una presentación pública
o un servicio religioso, añade satisfacción y realización tanto a quien dirige como a los
coristas. Todos se unen en la responsabilidad de educar y entretener a una audiencia, así
como elevar el sentido de participación, en el caso de un culto religioso (Decker y
Herford, p. 95).
Reflexión final
En el proceso de aprendizaje que tiene lugar en un contexto coral, un director puede ser
un promotor de de comportamientos fisiológicos, emocionales y sociales, y de
pensamiento independiente y creativo. Por medio de técnicas de ensayo efectivas,
apoyadas en una musicalidad sólida y conocimiento en muchos materias musicales y no
musicales, y una actitud inteligente y abierta hacia cada individuo, el grupo y la música,
el director puede presidir el acto de recrear una obra coral, acto en el cual los cantantes
crecen musical, vocal, social y psicológicamente.7

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NOTAS

1. El autor adopta el género masculino en la redacción del presente artículo, con el


fin de no incurrir en disrupción de género gramatical por la equidad de género.
2. De acuerdo con Ray Robinson y Allen Winold, la voz es la manifestación única
de nuestra personalidad total, como medio de comunicar nuestro estado
espiritual. Ningún otro instrumento corporal tiene la localización orgánica de
nuestra voz, colocada en el centro de las funciones que sostienen la vida, la
respiración y la digestión (p. 55).
3. Mihály Csíkszentmihály (n. 1934), profesor de psicología en la Universidad de
Claremont, Estados Unidos, e investigador principal del mundo en la psicología
positiva, propone la teoría de que la gente es más feliz cuando están en un
"estado de flujo"- concentración o absorción completa en la actividad o situación
dominante. Según este investigador, el flujo es un trance realimentado por el
buen desarrollo de la actividad.
4. David Burrows sostiene que “la voz puede ser leída como la representación que
hace cada cual de su situación en el mundo” (p. 30). En este sentido, el uso de la
voz al hacer música en ensamble se convierte en un poderoso medio de
autoafirmación y autorrealización.
5. En su libro Music Matters: A New Philosophy of Music Education [La Música
Importa: Una Nueva Filosofía de la Educación Musical], David Elliott (1995) se
refiere extensamente a retos musicales como componer, arreglar, improvisar,
dirigir, ejecutar, cantar, y otros retos relacionados con involucramientos diversos
en actividades musicales.
6. A este respecto, véase el artículo de Rosabal (2006) Meaningful Vocal
Development Through Purposeful Choral Warm-ups(“Desarrollo Vocal
Significativo por Medio de Calentamientos Corales”) en Canadian Music
Educator (“Educador Musical Canadiense”), vol. 48, No. 2, Invierno, 2006.
7. Lloyd Pfautsch sugiere que “cualquier consideración de las responsabilidades
pedagógicas del director coral nunca estará completa, ni dichas
responsabilidades serán llevadas a cabo a plenitud. Son parte del proceso infinito
de la educación coral, desarrollo musical y refinamiento artístico con el cual se
comprometen los directores mientras estén al servicio del arte coral.” (Pfautsch,
Lloyd. (1988). Coming Alive: Choral Directing. [Cobrando Vida: Dirección
Coral]. (Grabación en vídeo). Augsburg Fortress Video).

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REFERENCIAS

Burrows, David. Sound, Speech, and Music. [Sonido, Habla, y Música]. Massachusetts:
University of Massachusetts Press, 1990.

Decker, H. A. & Herford, Julius. Choral Conducting: A Symposium. [Dirección Coral:


Un Simposio]. 2nd ed. Englewood Cliffs: Prentice-Hall, 1988.

Elliott, David. Music Matters: A New Philosphy of Music Education. [La Música
Importa: Una Nueva Filosofía de la Educación Musical]. Nueva York: Oxford
University Press, 1995.

Pfautsch, Lloyd. (1988). Coming Alive: Choral Directing. [Cobrando Vida: Dirección
Coral]. (Grabación en vídeo). Augsburg Fortress Video.

Robinson, Ray & Winold, Allen The Choral Experience. [La Experiencia Coral]. Nueva
York: Harper & Row, 1976.

Rosabal-Coto, Guillermo. Meaningful Vocal Development Through Purposeful Choral


Warm-ups(“Desarrollo Vocal Significativo por Medio de Calentamientos Corales”) en
Canadian Music Educator (“Educador Musical Canadiense”), vol. 48, No. 2, Invierno,
2006.

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* GUILLERMO ROSABAL es profesor de la Escuela de Artes Musicales de la


Universidad de Costa Rica y cuenta con una Maestría en Educación Musical con énfasis
en Educación Coral obtenida en Brandon University, Canadá.

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