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Omar González Sobre La Rueca de Onfalia de Juan Vicente Melo

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~~ Omar González

Omar González produce y conduce en Radio uv


El barco de papel. Fue becario del INBA en crítica literaria
(J984-l98S). En 1989 ganó el Premio Nacional de Poesía
Jorge Cuesta convocado por el Ivec. Colaboró
con reseñas de libros en Sábado, suplemento
de Unomásuno. Actualmente lo hace en Punto)1 Aparte,
bisemanario xalapeño.

A Huberto Bati.s

acido en el puerto de Veracruz el primero de


marzo de 1932, muerto allí mismo el 9 de fe-
brero de 1996, Juan Vicente Mela -médico
dermatólogo, crítico de música, narrador y director
de La Palabra y el Hombre durante una época- en su
''Autobiografía'' precoz de 1966 escribió el siguiente
fragmento que resulta una especie de declaración de
pnnClplOs:

Invento cosas -en los cuentos, en las novelas y,


hasta en las notas críticas sobre libros y música-
porque me gusta contar historias, porque me gus-
ta contar mentiras, porque me gusta inventar una
realidad distinta a la que cotidianamente esto),
supeditado. ?\/Ientir es, para mí, una necesidad.
Nunca digo la verdad. Siempre invento cosas: de
mí, de mi personal comportamiento. Digo menti-
ras a tal grado que acabo por creer en ellas y por
hacer de ellas la única y posible verdad.
marias Personas, lugares)! anexas (Joaquín Nlortiz, 1996),
Viene a colación tal pasaje y actitud ("¿Quién te en- en su casa de Coyoacán, en la Ciudad de ?\/Iéxico, co-
seña eso?", le inquiría la nana al niño Mela, sorpren- noció el proyecto y ciertos fragmentos de la misma
dida ante las fabulosas historias que éste le contaba), antes de que Juan Vicente M:elo publicara su novela
porque si bien algunos de los amigos y lectores del La obediencia nocturna (Era, 1969)-, la mayoría pensaba
escritor tenían noticia de la borrosa gestación de la que la escritura de La rueca de OnfaLia era una menti-
novela La rueca de OnjáLia -por ejemplo, ciertos vera- ra, un pretexto de Juan Vicente ?\/Ielo para invocar
cruzan os pudieron leer un adelanto aparecido en el a sus fantasmas durante pláticas informales o delirios
segundo número de JugLar (diciembre de 1969), revis- etílicos. O tal vez, que era el sueño de la novela total
ta editada en Xalapa por alumnos de la Facultad de (la novela donde estuviera escrito todo, la historia de
Filosofía y Letras de la Universidad Veracruzana, y todas las cosas), la novela-río que por oscuras razones
Juan García Ponce, según narra en su libro de me- el narrador no podía realizar y concluir. El desamor,

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El presagio y a casa e los ecos
/lMentir es, para mí, una necesidad. Nunca digo la verdad. Siempre invento co-
sas: de mí, de mi personal comportamiento. Digo mentiras a tal grado que aca-
bo por creer en ellas y por hacer de ellas la única y posible verdad".

el abandono, la soledad, la angustia, el tabaquismo, el Literarias de la Universidad Veracruzana, reprodu-


alcohol, las enfermedades, la melancolía, no son sufi- cida en el número 29 de la revista-libro Texto crítico
ciente explicación ni excusa. (mayo-agosto de 1984).
Sin embargo, muchos años después Juan Vicente En la susodicha ''Autobiografía'' de 1966, com-
lVIelo la terminó; al parecer, pese a él. Es decir, en una pilada por Jorge Ruffinelli en El agua cae en otra fuente
nota que figura al final de la edición póstuma de La (CILL, UV, 1985), Mela apuntó:
rueca de Onjalia (Ficción Breve, UV, 1996), se lee: "Los
editores agradecen ampliamente la generosa colabo- lVIi abuela paterna es autora de un grueso volu-
ración deJorge Brash y Guillermo Villar, así como los men de memorias que constituye un apasionan-
nobles oficios de Ana lVIaríaJaramillo, sin los que esta te e importante documento sobre las sociedades
obra permanecería inédita". de Villahermosa y Veracruz en un periodo que
Pero además, en el prólogo a tal novela que Mela abarca los finales del siglo XIX y la primera mitad
dedicó a Guillermo Villar, éste, si bien apunta que Ana de éste. Su estilo, llano, directo, simple, no sólo
María Jaramillo "alentó y convenció a Juan Vicente consigue retratarnos, de manera naturalista, un
de que tenía que publicar su libro", también dice que tiempo, un modo de vivir, sino que logra crear
en septiembre de 1995 el narrador le habló por telé- un extraordinario personaje novelístico -ella mis-
fono y le düo: "Te hablo para darte una noticia que ma- siempre centro del suceder de las acciones y
te va a gustar y para pedirte un favor. Ya terminé mi de las pasiones.
novela La rueca de Onfitlia y quiero que la leas".
Tal lectura se convirtió en horas de relecturas con En esas páginas la abuela paterna, dispuesta a ente-
él, de sugerencias y momentos en que lo veía rehacer rrar a todos los miembros de la familia, tiene cerca de
capítulos, darles un nuevo orden, corregir minucias noventa años: "No usa lentes, su dentadura está com-
una y otra vez. pleta, su cuerpo libre de cicatrices y deformaciones"
Según Guillermo Villar: "El 5 de febrero de 1996 y aún "se ufana de no haber sentido dolores de parto,
leí con Juan Vicente lo que sería la versión definitiva de cabeza, de muelas".
de La rueca de Onfalia. Cuatro días después, todas las En la citada conferencia de 1977, dondeJuan Vi-
enfermedades que padecía se desencadenaron cau- cente 1vIelo esboza, repite y varía ciertos pasajes de
sándole la muerte". su anecdotario autobiográfico abordado en 1966, la
Si quizá el fallecimiento deJuan Vicente Mela era abuela, pese a que se refiere a la misma persona, no es
previsible e inminente, no deja de sorprender porque la paterna, sino "la madre de mi madre" (¿otra men-
responde al presagio que le cifró su abuela, según dijo tira?), "una mujer que decidió no tener nunca un solo
en un fragmento de "En el banquillo de los acusados", dolor y creo que no lo tuvo, es decir, se murió de vieja,
una autobiográfica conferencia sobre su experiencia a los 90 años, y murió porque ya".
literaria que Mela dictó en Xalapa, el mes de marzo Del libro de la abuela mencionado en la ''Auto-
de 1977, en el Centro de Investigaciones Lingüístico- biografía" de 1966, Mela afirmó en la conferencia de

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Juan Vicente ¡"Ido (CXl!'. der.) en b cal):l patcTIl:l hacia 1(58) junto cno .-lmigo'\ y fal 1tliart's. FOlO: Archl\"() DUllihar

Tal libro, pero sobre todo lo que le y no la concluyó, según él, por dos cosas. Una
porque después de leerles a sus cuates de la mafia la
contaba la abuela de viva voz sobre versión de un relato que escribía, Huberto Batis le
dijo: "no es un cuento, es una novela"; y entonces
la re ación amor--odio con su NIelo se embarcó en la escritura de lo que el 10 de
julio de 1969, con gráficas musicales de Mario Lavis-
marido, era la ase de la novela ta, sería su novela La obediencia nocturna (que dedicó a
su padre y a Huberto Batis). La otra porque la abuela
de Juan Vicente Melo cuyos se murió e interrumpió lo que le estaba contando: la
novela que ambos daban por entendido que él tenía
intríngulis reseña y dice que no pudo que escribir y porque además le dijo: "Yo sé todo de
todos y se tienen que morir todos para que la novela
terminar; no menciona el título, exista". Lo que entonces no supo ni entrevió Juan Vi-
cente Mela fue que tal presagio la incluía a ella, pero
pero se trata de también a él.
En 1969, en el segundo número de la revista Ju-
La rueco de Onfa/;o. glar, La rueca de Orifalia comienza así: "Cuando mataron
a don Manuel Cué, FloreJia tenía veinte años y la ca-
bellera más hermosa de toda la ciudad". Y del mismo
1977 que se llama Relatos de una ml!J"er, y dadas sus reve- modo, 27 años después, empieza en su versión defini-
laciones interfamiliares fue proscrito, dijo, por ciertos tiva y póstuma. Florelia Cué, la Onfalia de la novela,
miembros de la estirpe. Tal libro, pero sobre todo lo es el férreo y egoísta epicentro de sí misma, el tenaz
que le contaba la abuela de viva voz sobre la relación ombligo de la progenie y de la urdimbre de historias
amor-odio con su marido, era la base de la novela de interfamiliares entretejidas por las voces y los ecos de
Juan Vicente Mela cuyos intríngulis reseña y dice que la obra. Es el personaje que corporifica la imagen, las
no pudo terminar; no menciona el título, pero se trata palabras y las anécdotas de la abuela queJuan Vicente
de La rueca de Onftlia. NIelo trazó en sus reminiscencias autobiográficas.

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Melo habla de su infancia y e los rasgos, orígenes, frases, nombres,
meollos, leyendas y destinos de ciertos prominentes miembros de su ge-
nealogía...

Si en "Estela" -ese cuento de Mela dedicado a rido de la ciudad", y quien solía arrojar moneditas de
José Emilio Pacheco e incluido en su segundo libro oro a los pescadores del muelle. El otro se remite a
de relatos Los mu7'OS enemigos (Ficción, UV, 1961 y Se- fines de los años treinta y principios de los cuarenta,
rie Conmemorativa Sergio Galindo, UV, 2007), que cuando el niñoJuan Antonio tiene noticia del fastuoso
es una versión corregida y aumentada de un cuen- entierro de su abuelo, e! doctor Lorenzo Rosique, y
to homónimo perteneciente a su primer libro La no- del cáncer que consume a su madre, Rosario Ferrer.
che alucinada (Edición de autor, 1956)- hay un joven En este sentido, hay dos ciudades a las que van y vie-
médico de "bata blanca y estetoscopio colgado como nen los recuerdos y las anécdotas que esbozan la voz
collar" en el que es posible advertir transposiciones de narrativa y la de los personajes.
los rasgos y circunstancias personales y homosexuales Una es Bautista, cuyo arquetipo es Villahermosa,
del que fuera el médico Juan Vicente Mela, algo pa- y que según Juan Vicente Mela dejó de llamarse San
recido puede advertirse en la trama, en los destinos y Juan Bautista "durante el gobierno de Garrido Cana-
características de los personajes de La rueca de OnJalia, bal, cuando todo aquello que sonara a religión tenía
en relación con lo que el autor evoca del niño NIelo que ser suprimido"; de ahí que en La rueca de Orifalia
y su parentela. Si se repasan la '~utobiografia" de se diga que Ramón Arcángel dijo "adiú" (en vez de
1966 y la conferencia autobiográfica "En el banquiUo adiós) en el instante de perpetrar la ejecución del doc-
de los acusados" de 1977, el lector encontrará que en tor Manue! Cué.
los pasajes donde Mela habla de su infancia y de los La otra ciudad es el puerto de Veracruz, sitio don-
rasgos, orígenes, frases, nombres, meollos, leyendas y ele al niño Juan Antonio, ya enterrado su abuelo, lo
destinos de ciertos prominentes miembros de su ge- llevan a ver "los barcos que llegan al muelle cargados
nealogia, está esbozado lo que años después sería La de esos españoles conocidos como refugiados (que no
rueca de Orifalia. creían en Dios ni en Franco)". Y donde ante sus reti-
y si La rueca de Orifalia no es una novela total, una cencias frente a la comida, oye la cantinela: "piensa
caudalosa y complicada novela-río sobre las cumbres nada más en los niños que se mueren de hambre en
borrascosas de todo un inextricable árbol genealógico, Europa, en España especialmente". Este escuincle,
se puede decir que es apenas una novela-arroyo, frag- como el legendario niño Mela, tiene un teatro de tí-
mentaria, en la que sin embargo conRuyen el flujo y teres; adivina "el nombre de la línea y el número con
reRujo de varias voces y tiempos, cuya pulsión (ya sea sólo escuchar el ruido que hacen los viejos tranvías
breve, evanescente o difusa) es la inmóvil nitidez de un antes de dar la vuelta en la esquina de su casa"; al
espejo de agua. nacer, su abuelo médico decretó que el día que se ti-
Entre las voces que urden la trama se halla la voz tulara como doctor en medicina recibiría su reloj de
narrativa; igualmente, la de Florelia Cué, la abuela; oro, su termómetro y su estetoscopio. Y entre otros
Zoila, la fea bÜa que Florelia tuvo con el doctor Lo- etcéteras parecidos a los del niño Mela, su madre, que
renzo Rosique; ciertas chismosas anónimas; Rosario toca en el piano Pata Elisa de Beethoven y las N/aripo-
Ferrer, madre del niñoJuan Antonio (alter ego del niño sas de Grieg, es hija de un difunto otrora nacido en un
NIelo), quien también habla; y la nana Francisca, que pueblo de la Isla de Mallorca (Sóller, se colige), fun-
vio nacer a la abuela, pero también al nieto. dador de un célebre habanero que perdió al ser des-
Según los datos vertidos en los capítulos y frag- pojado por un socio (destino semejante al Habanero
mentos de La rueca de Orifalia, hay dos marcos tempo- Ripoll que e! abuelo materno de Juan Vicente tuvo
rales entre los que oscilan los tiempos de la urdimbre. en sociedad, objeto de varios slogans publicitarios que
Uno se remonta a la época de la Revolución Mexica- fueron populares; por ejemplo: "para torero, Silverio;
na, que es cuando Florelia Cué, a sus 20 años, obser- para habaneros, Ripoll"; "de los astros, el Sol; de los
va, impotente, la llegada ele Ramón Arcángel, el que habaneros, RipoJl").
golpea y mata a tiros al doctor Manuel Cué, su padre Ante un mismo crimen, ya se sabe, cada testigo
que nunca la quiso por no ser el varón que debió ser, e involucrado tiene su propia versión de los hechos
quien hasta entonces "era el médico más rico y que- (incluido el asesino, e! espíritu de la víctima asesinada,

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Ju,m \ 'lcnlc :- [du el1 su casa el' Vcrclcnv. cd,'br-::'liicl" \11 ¡'Ü
;111i\ ~'r-~"Irlu rndcado de Sll ,;ohrin()~. FOIl,): .-\n ili\'u J:nnili.:tr

y la bruja de la rueca donde ovilla o enrosca el hilo del


tiempo y del destino), intríngulis que ejemplifica de un
modo extraordinario la vieja película Rashomon (1950),
que Akira Kurosawa dirigió a partir de la adaptación
de dos cuentos de Ryunosukc Akutagawa: "En el
bosque" y "Rashomon", En este sentido, quizá sólo
ciertos familiares y amigos cercanos al escritor pue-
dan deshilvanar los pormenores y trasfondos en quc
se basó Juan Vicente Mela para urdir la madeja de
historias de La rueca de Onfalia, lo cual no excluye que
enreden las cosas a su manera, haciendo su propia pe-
lícula, su propia novela, su propia casa de los ecos y de
los espejos retorcidos, Si esto es parte del juego, qui-
zá prescindible, tanto como el probable o improbable
cotejo entre sus datos autobiográficos y lo plasmado
en la obra por las diversas voces, en realidad lo que
importa (si es quc importa) es la realidad de la novela,
que es, por antonomasia, la grandísima mentira de un
mentiroso incorregible,
En cuanto al mito de Onfalia implícito en el tí-
tulo, se puede decir que la belleza juvenil de Flore-
lia Cué remite a la belleza de la reina de Lidia, la del
hermoso ombligo, quien compró como esclavo a Hércu-
les, se enamoró de él y lo hizo suyo, Así, en contra
de las convenciones y atavismos de la alta sociedad
de Bautista, fue FloreJia Cué la que de una manera
pintoresca (casi como en una idilica y cursi ronda de
ballet folclórico) escogió y tomó para marido al doc-
tor Lorenzo Rosique, médico titulado en la Ciudad de
México (parte de su singularidad, puesto que los doc-
tores locales estudiaban en Mérida o en La Habana),
"No se parecía a nadie" -decía Florelia- "parecía un '!I. linaje eh: marzo de 1989 e celebró el imposio IncernacionaJ Lilera-
gitano, un príncipe árabe", tura y Psique, wnvocado por el Instituto de Investigaciones Lin~iístico­
Años después, la afrenta y traición con otra mLuer Lit rarias d la üV, en homenaje a Freud, Coordinaron el mismo los doc-
lores Guillermo Melo (hermano deJuan Vicente) y Alejandro órdova
que Florelia le descubrió a su marido Lorenzo Ro-
la maestra Georgina Trigos y la doctora 1'.sther Hemández Palacio. El
sique, desencadenó su conversión en la tirana ence- imposio surgió de un seminario que llevaba el mismo título y en el que
rrada y fortificada en sí misma: egoísta, orgullosa e participaron tanlO psicoanalistas como estudiosos de la literatura, Las me-
insensible ante quienes la rodean, Así, la hJerza de morias sc pub1icaron en 1990 bajo el sello erutorial de la (JAM,

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De iZCJlüerda a derce ha.. de pie: per,ona ,in idullilic,u. la ;\ell iz :-'Lcnha \"~rdllzco, ' ¡arjo ,\ ["ñu?, la actrit Lolú :\a\-~HO ,
persona desconocida. Al centro, abajo:Juan \'icenle :.\[elo. fOlo: Archivo Mario ,VfUIJO?.

doña Florelia Cué, su coraza y despotismo de reina nerse, varias veces, el tr~e de novia de Florelia Cué,
implacable destinada a imponer su voluntad ya ente- dizque porque era un medio "seguro para tener hijos
rrar a los miembros de su familia, puede verse como y así continuar el apellido".
el ropaje de Hércules que Onfalia adoptó como suyo: En este sentido, como "el tiempo vuela" ("no me
"la piel del león de Nemea", "una monstruosa fiera preguntes cómo pasa el tiempo", reza la nana Fran-
caída de la Luna", "despojo obtenido por el héroe en cisca invocando, en calidad de médium, el espíritu,
su primer trabajo", cuya piel, "más dura que el hie- la presencia del poetaJosé Emilio Pacheco, amigo de
rro, era al mismo tiempo vestido y armadura", como NIelo desde su infancia en el puerto de Veracruz), un
anota Gutierre Tibón sobre ese mito en El ombligo corno día el doctor Rosique diagnosticó
centro cósmico (FCE, 1981).
Si "así ataviada, Onfalia se deleitaba enjugar con que el vestido estaba listo porque a él le queda-
la maza de Hércules, terror de los hombres y de los ba perfectamente y que sólo le gustaría un poco
animales feroces", doña Florelia Cué -monarca en su más largo el velo que descendía de la cabeza hasta
casa, quien durante 20 años no le habló a su marido aquella cinturita. Lorenzo Rosique indicó la con-
y prácticamente lo apartó de su vida- somete a los veniencia de uno o elos alfileres en los sitios que
habitantes de su reino, y con incomprensiones, sitios exigían costura invisible. El velo del traje de novia
vedados, condenas en calabozos y coloridos insultos de Florelia habría ele volar a fin ele parecer nube,
aporrea a su hija Zoila y a su nuera y ahijada Rosario espejo, hueledenoche, luz prestada al agua.
Ferrer.
El doctor Lorenzo Rosique, si bien fue elegido por La nana Francisca, que lo sorprendió vestido de no-
el dedo flamigero y el sexo de la diosa, no se vio, como via, dijo que "Lorenzo se veía idéntico a Florelia, a
Hércules, obligado a vivir travestido con los trajes de grado tal que podían tomarse como hermanos".
Onfalia, ni a llevar una vida afeminada "manejando Así, y como curioso, lejano y especular reflejo, eco
el huso y la rueca como la más experta hilandera de y coincidencia, años después, el día del entierro del
Grecia y Asia". Lorenzo Rosique, a imagen y seme- doctor Lorenzo Rosique, el niño Juan Antonio, al ver
janza del abuelo del niño Mela, era un Donjuan que a "doña Florelia vestida de negro", la vio "idéntica a
durante los domingos de cacería sembraba de hijos la don Lorenzo, tan parecida" que "estuvo a punto de
región. Sin embargo, sí lució como un travesti al po- correr y de llamarla por el nombre de su abuelo",

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