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El Lienzo Renacimiento

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LIENZO EN LA PINTURA DEL RENACIMIENTO

DANIEL CHIRIBOGA

00131288

ESCRITURA ACADEMICA

PROFESORA:

JENNY RIQUELME

ESCRITO NUMERO 1

FECHA:

16-SEPTIEMBRE -2019
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EL LIENZO EN LA PINTURA DEL RENACIMIENTO

Las múltiples expresiones humanas: creencias, sentimientos, conflictos, actos de

sobrevivencia, han requerido ser registradas a lo largo de la historia y, en este propósito

se utilizó en principio, materiales y espacios brindados por la naturaleza como son:

colores resultantes de plantas, tierras, minerales y del propio cuerpo humano con los que

delinearon figuras humanas, animales, plantas, ríos, montes, etc.; plasmados en las

paredes de cavernas, piezas de cerámica, y ante todo en maderas, las que permitieron en

distinto grado su conservación hasta nuestros días. Con el devenir de las civilizaciones y

desarrollo del arte, algo que fue tomando relevancia fue el soporte sobre el cual pintar, y

que fue “claramente definido por el teórico de arte, Max Doerner (1870-1939):

“Se llaman soportes a los materiales tales como revoco, madera, lienzos, cartón,

papel, etc., que con imprimación o sin ella, son pintados y soportan la verdadera capa

del cuadro”. (Doerner, 1870). Página 14-15. Doerner señala que el soporte no ha de ser

tratado como un material más, al ser la base de la pintura se debe prestar atención por

parte del artista en función de la técnica que vaya a emplear.

De entre los soporte utilizados desde la antigüedad, el Lienzo -del latín «lintĕum»,

que es una tela fabricada de lino, cáñamo o algodón, la que se incorpora de manera

progresiva a las artes de la pintura, reemplazando en uso al muro y la tabla, se va

consolidando durante el renacimiento, en el siglo XVII. Sobremanera en el norte de Italia,

debido a que el Lienzo presenta mayores ventajas y versatilidad ante el frio y la humedad;

es más ligero, se enrolla, se pude trasladar desde el taller y permite trabajar en formatos

más grandes que hasta los entonces utilizados.


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“Tahis Rodés en su estudio sobre el soporte de tela, cita lo importantes que son

las características de la tela, el relieve o trama de los hilos, su fragilidad…, ya que

influirán en el resultado final de la obra. Y describe las características de las telas clásicas

para lienzo provenientes de dos plantas: “el lino y el algodón”. La tela de lino dice, se

considera la mejor: fuerte, difícil de romper, con textura variable, pero tiene el

inconveniente de destensarse con el tiempo húmedo” (Rhodes, XVI). Para la pintura al

óleo el algodón se tensa fácilmente y no le afectan tanto los cambios

climatológicos. Estas bondades ya fueron muy valoradas por los artistas del

Renacimiento, estudios al respeto nombran a Jacopo Bellini como el primero en realizar

un conjunto de pinturas sobre lienzo (1453-1460), así como a Mantegna (1954); logrando

grandes avances en base a la recuperación en antiguos tratados y experimentación que

realizaron los flamencos y los de difusión atribuido a los venecianos que lo sustituyeron

por la técnica del fresco, debido a la mejor adaptación al clima de Venecia.

Por otra parte, ante el uso del temple como técnica, y que perduró por mucho

tiempo, será superado paulatinamente por el óleo, el cual, pronto gana terreno al ser más

sencillo de preparar, y frente a las ventajas cromáticas, y de expresión en matices, brillos

que presenta. Retomando las características iniciales de las telas –lienzos- estas se

fabricaban de lino, toscas y gruesas, y que solo a medida la industrial textil fue

desarrollándose, se logró lienzos de mejor calidad: más finos y resistentes, logrando una

gran difusión con pinturas al óleo en pequeños formatos, lo cual ocasionó buenos y malos

“La invención de pintar a olio sobre lienzo fue muy útil por el riesgo que tienen

de abrirse las tablas y por la ligereza y comodidad de poderse llevar la pintura a

diversas provincias: y muy grandes lienzos se aseguran de la humedad estirados

y clavados sobre tablas gruesas donde se conservan muchos años “. (Pacheco,

XVI).
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Comentarios, uno de ellos Francisco Pacheco, pintor español del siglo XVI comenta,

citando el mismo estudio:

De manera particular en Italia en los siglos XV y XVI los estudios señalan se

utilizó las telas llamadas de remsa o de Reims, de lino fino y trama cerrada por parte de

Mantegna y Bellini. Telas “compuestas por dos series de hilos que se cruzan y entrelazan

perpendicularmente: la trama que va en sentido horizontal y la urdimbre, en sentido

vertical” junto a las denominadas espina de pez o espiguilla, variante de la trama

denominada sarga: las líneas de entrecruzamiento del tejido se forman por dos grupos de

hilos de urdimbre y dos pasadas de trama en sentido inverso, y que tuvo gran difusión

entre los artistas venecianos del siglo XVI.

El otro elemento importante entre el maridaje oleo-lienzo, es “el bastidor, si bien

no cobra importancia por largo tiempo, su permanencia junto a la obra pictórica depende

de su estado de conservación. Los estudios también indican que a partir del siglo XVI el

bastidor es importante para proteger la obra controlando la tensión y rigidez de la tela a

interés del artista, facilitando inclusive su traslado”. Cabe señalar que los pintores de la

época se desvincularon de la elaboración de los materiales, dejando a los mercaderes el

aprovisionamiento de estos en desmedro de la calidad de los mismos. Solo cuando la

industria textil brinda alguna variedad, pueden seleccionar las mejores ofertas para los

trabajos sustentados por los mecenas y por encargo. Describir el proceso y las

características de los tejidos constituye abordar desde el tipo de hilo hasta las técnicas de

base que aplican los artistas de acuerdo al uso, costumbres y experimentación. Sin

embargo se generaron patrones basados en las bondades de las telas, en los efectos de las

pinturas, tintes, pigmentos y disolventes. El arte del lienzo bastidor llego para quedarse y

acoger a muchas de las obras maestras de la pintura Occidental y de otras partes del

planeta.
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Cabe rescatar la creatividad del ser humano y su incesante búsqueda de trascender

o inmortalizar su presencia. La pintura a través de los siglos ha sido la bitácora de esta

búsqueda, y en un momento de la historia conocida como el Renacimiento, se forjo una

época de lo que hoy en día llamaríamos emprendimientos sorprendentes. Donde el

ingenio supero el obscurantismo medieval y condujo a la artes al logro de expresiones

que trascienden y reafirmaron las bases de la cultura occidental cimentada por los griegos.

No es menor el ingenio traducidos en otras actividades impulsadas por las ideas y

practicas mercantiles, motor de nuevas tecnologías aplicadas a la producción entre ellas

las textiles, y al flujo de un comercio más amplio con el Asía, la lejana India y las

próximas costas de África, donde los telares proporcionaban nuevas fuentes de texturas,

colores y urdimbres. De todo este entrelazado se forja una materia prima novedosa, la tela

llevada al arte con el nombre de Lienzo.


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REFERENCIAS:

ANGULO, S. (1954). “Pintura del Renacimiento”, en Ars Hispaniae: Historia Universal

del arte hispánico, Madrid, Plus Ultra, 1954, Vol.12.

MAYER, I. (1993). Ralph: Materiales y técnicas del arte, Madrid, Tursen. Hermann

Blume Ediciones, 1993.

RODES, S. (XVI). THAIS, 212: El Soporte de Tela en la Pintura Europea de los Siglos.

Madrid, Tursen. Hermann Blume Ediciones. Extraído de:

https://repositori.udl.cat/bitstream/handle/10459.1/46448/trodess.pdf?sequence=

VILLARQUIDE, S. (2004). VILLARQUIDE, Ana: La pintura sobre tela I:

historiografía, técnicas y materiales, San Sebastián, Editorial Nerea, 2004.

VILLARQUIDE, S (2005). VILLARQUIDE, Ana: La pintura sobre tela II:

alteraciones, materiales y tratamientos de restauración, San Sebastián, Editorial

Nerea, 2005.
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Extraído

de:https://repositori.udl.cat/bitstream/handle/10459.1/46448/trodess.pdf?sequenc

e=1.

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