La Gran Invasión PDF
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Millones de millones de años atrás, antes que hubiera árboles y flores, antes que hubiera
ranas y salamandras, incluso antes de que hubiera insectos, la vida existía sólo en los océanos y en
los lagos.
Dentro del ámbito cálido y seguro del mar, se desarrollaron las plantas, las bacterias, y
miles de variedades de algas. También evolucionaron animales, desde protozoos unicelulares muy
primitivos a las esponjas multicelulares, corales, erizo de mar, pulgas de mar, cangrejos, langostas,
trilobites y anémonas, y luego cientos de variedades de peces. La vida floreció en la seguridad y
comodidad de los mares.
Las montañas y colinas estaban vacías, como también los valles y llanuras. En todas partes
sólo había rocas peladas, arena seca y arcilla, y el viento levantaba polvaredas en todas partes.
Cuando el sol brillaba quemaba y sancochaba la tierra, y ésta se quebraba y partía… ¡no
había sombra!
Hasta que las plantas, desde su agradable y seguro ambiente marino, se asomaron a la tierra
y vieron un tesoro fantástico: dorada luz solar y una rica atmósfera de bióxido de carbono. Las
plantas quedaron maravilladas, ya que siempre habían soñado con ese paraíso.
Los grandes jefes del reino de las plantas citaron a sus mejores generales, empresarios,
poetas y científicos a una gran asamblea.
- “Hay una gran oportunidad” dijeron, - “Un premio más allá de todo sueño para aquellos
visionarios emprendedores y valiente: podemos contar con toda la luz solar que queramos, y
bióxido de carbono en cantidades incalculables, y lo que es más, tendremos el eterno
agradecimiento de todo el reino vegetal.”
- “¿Y qué estamos esperando?” ¡Vamos! ¡No puedo esperar!”, fue la respuesta unánime de todos
los asistentes a la asamblea.
Que otra desilusión entre los asistentes a la asamblea. Las algas gigantes, algunas sobre 30
metros de largo, muy parecidas a nuestros huiros y cochayuyos, de quienes uno creería que eran los
más valientes, eran las más tímidas, dijeron: - “¡¡No!!, es un suicidio, es de locos… por ningún
motivo haremos algo tan estúpido… nunca se podrá hacer”… y se retiraron enojadas.
Pero al final fueron las diminutas algas verdes las que propusieron un plan, después de todo,
ellas eran las únicas que se habían atrevido a estar en las orillas del mar, a ratos fuera del agua.
Y así, las pequeñas algas verdes se organizaron, hicieron una que otra adaptación y
marcharon fuera del agua en apretaditos manojos que parecían regimientos, a colonizar este nuevo
paraíso.
Y… ¿resultó?... Fíjense en el suelo del bosque, busquen en los rincones húmedos, en las
rocas, en las grietas, y encontrarán ese pequeño musgo. Los musgos son los descendientes directos
de las algas, y fueron las primeras plantas que vivieron en la tierra.
Pero estas pequeñas algas aún no habían terminado. Pronto resolvieron un problema mayor.
Para alejarse de la playa y otros lugares húmedos, y sobrevivir cuando se secara el agua, las plantas
necesitaron tener una reserva de agua dentro de su tallo para usar cuando ésta faltara… Pronto
apareció una plantita como de dos y medio centímetros de alto, sin hojas, pegada a la tierra, sin
raíces, y pero que dentro de su tallo y de sus flacuchentas ramas había agua salvadora de vida. Estas
fueron las primeras plantas vasculares, las llamadas psilópsidas.
Luego, en un pestañear de tiempo geológico, apenas diez millones de años, aparecieron las
primeras patas con auténticas raíces y hojas.
Y este manto verde de vegetación fue lentamente esparciéndose por la tierra, alegremente
alimentándose de la luz solar y de dióxido de carbono, y como lo hacen todas las plantas hasta el día
de hoy, usan el carbono y devuelven lo que le sobra: el oxígeno.
Y con este poquito de oxígeno inicial, empezaron a aparecer lombrices, arañas, centípedos y
muchos otros pequeños animales.