Metapoesia PDF
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ESTUDILLO
1 Parecido empeño anima el masivo estudio de Pérez Parejo, quien traza los orí
genes últimos de este fenómeno literario en el mismísimo Génesis para facilitar la
comprensión de unos poemas que considera, no sin razón, una respuesta de la poesía
ante la «desconfianza en la palabra» (15).
2 Ya advertía Ortega y Gasset que «[e]s, en verdad, sorprendente y misteriosa la
compacta solidaridad consigo misma que cada época histórica mantiene en todas sus
manifestaciones. Una inspiración idéntica, un mismo estilo biológico pulsa en las
artes más diversas» (La deshumanización del arte, 354).
5. DE LA METAPOESÍA A LOS METADISCURSOS:, 159
literaria, existencial y política. Nace como una reafirmación del ser del
poema, autojustificación que revindica la poesía como forma válida de
conocimiento y crítica de los discursos simbólicos y, al mismo tiempo,
como una admisión de sus propias limitaciones como instrumento del
intelecto. Para dilucidar estas cuestiones me acercaré a la obra meta-
poética/metadiscursiva de diversos autores españoles como un dis
curso de características neobarrocas que funciona en un entramado
simbólico con condicionamientos históricos específicos. Subrayo su
carácter neobarroco por su concordancia con ciertas realizaciones sim
bólicas del Seiscientos, momento en el que se dan en paralelo, y a
menudo dialécticamente, una producción cultural orientada a la masa
cuya culminación bien podría ser el caso de Lope de Vega con su Arte
nuevo de hacer comedias, y otra que tiene como destinatario ideal un
consumidor más sofisticado en su discernimiento. Este sería el lector
avisado propio de Cervantes o Góngora, de quienes se puede afirmar
que intentan compartir con los receptores de sus respectivas obras la
responsabilidad de la construcción de los sentidos, así como el desafío
de superar las convenciones que caracterizan la economía comunica
tiva y que ellos magistralmente cuestionan3. Consiguen esto mediante
una escritura que problematiza las nociones de representación literaria
heredadas de los principios neoaristotélicos dominantes, subrayando
con su metadiscursividad la naturaleza mediada por los artificios del
lenguaje de toda relación entre los simulacros a los que llamamos
sujeto y mundo. Más adelante intentaré explicar cómo autores con
temporáneos como Jenaro Talens, Jaime Siles o Guillermo Carnero
retoman preocupaciones análogas en sus proyectos críticos y poéticos.
El extendido cultivo de la metapoesía en el panorama literario
español de la década de los setenta no debe ser contemplado como un
fenómeno del todo ajeno a las particularidades históricas en las que se
dio, aunque se haya señalado en numerosas ocasiones que este tipo de
discurso poético no guarda relación alguna con su entorno social, que
dándose en una textualidad endogámica, en una «poesía para poetas»
que nacería «ante la frustración que produce no alcanzar el objeto
deseado: el descubrimiento y revelación de la verdad» (Prieto, Musa.,
232), en conexión así con lo que Carlos Bousoño afirmaría con res-
3 Para un tratamiento más amplio de estas nociones en el contexto cultural barroco,
véase Spadaccini y Martin-Estudillo, «The Baroque and the Cultures of Crises».
160 LUIS MARTIN-ESTUDILLO
Entre los poetas que empiezan a señalarse abogando por una esté
tica distinta a sus predecesores del medio siglo, el acto de creación poé
tica es analizado como un proceso marcado por la artificialidad en el
sentido de conciencia de ser artefacto; esto es, obra humana, antes que
emulsión de carácter sobrenatural o epifánico. La conexión entre este
escepticismo ante la concepción romántica de la palabra poética y el
que se da ante la legitimidad de otros discursos como el de la razón es
particularmente evidente en la obra de Guillermo Carnero. A partir de
su segundo libro de poesía, El sueño de Escipión (1971), observamos en
el escritor valenciano una creciente preocupación por la naturaleza del
lenguaje poético que se refleja en un gran número de piezas de tema
metasimbólico. Un «metapoema», según él mismo explica, es «el dis
curso poético cuyo asunto, o uno de cuyos asuntos, es el hecho mismo
de escribir poesía y la relación entre autor, texto y público» («La corte
de los poetas», 57). Nos encontramos, pues, con dos planos de dis
curso. «Elogio de Linneo» es un poema aparecido en dicho libro; en él
se da ese doble nivel de significación que el propio autor atribuye a
este tipo de texto: «En el primero, se trata de lo que habitualmente
entendemos por poema. En el segundo, [...] el poema reflexiona
sobre su propia naturaleza, su origen, condicionamientos y demás cir
cunstancias» («La corte», 57).
El poder de una ciencia
no es conocer el mundo: dar orden al espíritu.
Formular con tersura
el arte magna de su léxico
en orden de combate: el repertorio mágico
de la nomenclatura y las categorías,
su tribunal preciso, inapelable prosa
bella como una máquina de guerra.
Y recorrer con método
los desvarios de su lógica; si de pájaros hablo,
prestar más atención a las aves zancudas.
( D ib u jo y 186)
del que surge. Las sombras del escapismo se ciernen sobre el fenómeno
literario que aquí tratamos y sus cultivadores; de ello se les acusa en
repetidas ocasiones, tanto desde escritos críticos y manifiestos como
desde poemas como el de Angel González (Oviedo, 1925) que comen
taré a continuación, en el que la referencialidad meta tiene que ver con
la crítica del papel que ocupan los metadiscursos en poesía.
En el año 1976, en plena efervescencia de la escritura metapoética
en España, González, autor asociado a la promoción poética anterior
y preocupado por hacer de su obra un instrumento de crítica social,
publica una elegante invectiva de cuatro poemas contra el supuesto
egotismo de este subgénero literario, el cual cobró tanto auge en la
década de los setenta en los círculos literarios hispanos que su ejercicio
llegó a parecer una imposición inevitable si se quería estar «a la última»
en lírica. Era percibido por algunos como un imperativo que había
que seguir para pertenecer a la élite de los poetas: ése es el «orden» de
cosas que trata de imponerse, la «orden» a la que se hace referencia en
el epígrafe del poema. Los versos de González forman parte del volu
men Muestra,, corregida y aumentada,, de algunos procedim ientos narra
tivos y de las actitudes sentimentales que habitualm ente comportan y apa
recieron en una sección del mismo bajo el ajustado título de
«Metapoesía».
ORDEN. (POÉTICA
a la que otros se aplican.)
los campos desde los que se ejerce son múltiples (en realidad, tan plu
rales como omnipresentes), y entre ellos hay que incluir el literario y
el científico, dos de los que tienen una influencia más decisiva en la
constante manipulación de los sentidos que es el ejercicio de la comu
nicación. Tampoco cabe imaginar una fuerza unidireccional que
someta a su voluntad a una masa homogénea de receptores que asu
miría acríticamente aquello a lo que se le expone a través de los dis
tintos medios; como se verá, un público lector de entrada escéptico
ante la oferta semántica de su entorno encontrará un refinado instru
mental analítico en textos como los aquí tratados.
La prioridad de una poesía que está reconsiderando su papel en la
sociedad pasa a ser la crítica de los discursos que sirven para legitimar
el poder dando expresión concreta y tan omnipresente como sea posi
ble a los principios ideológicos que la sustentan. Como afirma Paul
Bové, ante las nuevas circunstancias mediáticas no se trata ya de ser
intelectuales «orgánicos», guías del pueblo, sino expertos en decodifi-
car los entramados simbólicos (Talens, «Escritura contra simulacro»
367). Una misión crítica, además, desde la que se entiende que no
existen razones para limitarse a desentrañar únicamente los modos
retóricos de un sistema opresor, el franquista, el cual no es el único ni
resulta independiente de otros discursos reaccionarios. Se puede hacer
pues cierta distinción entre lo que sería, por un lado, antifranquismo
y, por otro, la crítica metasimbólica desde la poesía, un esfuerzo de
cariz igualmente político y liberador, pero menos centrado en fuerzas
opresoras específicas a España. El «tema de España», que tantas líneas
habría de ocupar en la obra de generaciones anteriores que habían
sufrido de manera más directa los desastres de la historia reciente del
país, resulta rancio para unos jóvenes poetas cuyas preocupaciones
políticas y estéticas no se circunscriben a su nación de origen.
Uno de ellos, Jenaro Talens, se ha ocupado extensamente del pro
blema de la metadiscursividad tanto desde su obra poética como desde
sus escritos teórico-críticos. En el ensayo «Escritura contra simulacro»
apunta precisamente a esta función común de las escrituras artística y
teórica, expone algunos argumentos de gran interés que en han venido
vertebrando su poesía desde bien temprano:
La opción que ante esto supone una poesía volcada sobre sí misma
no puede ser la de la mera exposición de una crítica de carácter lin
güístico y/o ideológico en renglones que no lleguen al final de la
página. La subversión máxima contra el Poder vendría de un uso com
pletamente gratuito del lenguaje, que es en todo caso «siempre len
guaje del poder; por cuanto la posesión de los significados es una cues
tión de posesión de los códigos que los cifran y descifran» («(Desde) la
poesía de Antonio Martínez Sarrión» 263), alejándolo de todo utilita
rismo mediante un uso basado en el placer verbal más desinteresado.
La instrumentalización del lenguaje y del pensamiento es una tenden
cia común a toda la cultura moderna (el racionalismo subjetivo que cri
tica Horkheimer), y Talens se ha preocupado por señalar dicho prin
cipio de antipragmático (que no inútil) subyacente a su poesía. En la
primera de las cuatro partes que componen «Ceremonias», un poema
de su libro de 1971 Ritual para un artificio, leemos: