TEMA 2 El Valor de La Sinceridad
TEMA 2 El Valor de La Sinceridad
TEMA 2 El Valor de La Sinceridad
Actualmente vivimos en una sociedad que acepta la mentira como una cosa normal, en el mundo de los
negocios, en la publicidad... Se dice lo que el cliente quiere oír, con tal de conseguir unos objetivos. Por otro
lado, el concepto de sinceridad se pervierte continuamente. Muchas veces se autodefinen como sinceras
personas que sólo son lo que, coloquialmente definimos como "unos bordes". La sinceridad es un concepto
que está relacionado con otros como: honestidad o confianza.
La sinceridad debe tener el don del tacto, de la oportunidad y de la discreción. Por ejemplo, si
debemos comentar a alguien algo en lo que pensamos que debe rectificar, lo haremos porque creemos
que el cambio será positivo para él e intentaremos no herirle. Buscaremos el momento apropiado y
cuando estemos a solas con esta persona. Sólo si actuamos de esta manera, nuestro ejercicio de
sinceridad tendrá un efecto positivo.
En todos estos casos, es muy importante discernir entre lo que es verdaderamente importante, de lo
que no lo es y, en la oportunidad de decirle algo a alguien o no decírselo.
La sinceridad supone un cierto grado de responsabilidad y no se es más sincero por contar o decir
las cosas arbitrariamente a todo el mundo.
Tenemos que verla siempre como un valor positivo o una virtud. A veces, la impertinencia y la
inoportunidad de la gente consiguen que pueda llegar a parecer, en ocasiones un defecto, pero el
defecto no está en la sinceridad en sí, sino en la poca inteligencia o en incluso en la mala fe del
impertinente o inoportuno.
También es muy importante conseguir que sean sinceros con los padres, ya que de esta manera
podrán entenderlos mejor, podrán ayudarles cuando los necesiten y se establecerá una relación de
mayor confianza entre padres e hijos.
Como en toda enseñanza, se debe predicar con el ejemplo y ser congruentes con lo que les
decimos, no podemos exigir a nuestros hijos que no mientan y pedirles que hagan lo contrario
cuando suena el teléfono y les decimos: "Si es fulanito, dile que no estoy".
Obviamente también hay que educarles a ser sinceros sin ser hostiles ni desagradables, a no
herir, a utilizar la verdad de una manera positiva y a encontrar el momento y el lugar oportuno para
decir las cosas.
Muchas veces, los niños mienten por temor a algún tipo de castigo o por vergüenza. Respecto al
primer caso sería conveniente no infringirles un castigo muy severo tras haber hecho alguna trastada
cuando nos digan la verdad y ser más rigurosos cuando nos mientan ya que si ven que al
mentirnos salen beneficiados, muy probablemente volverán a utilizar esta táctica la próxima vez.
Si mienten por vergüenza debemos ante todo quitar importancia al motivo de ese sentimiento y
hacerles ver que es mucho más vergonzoso que le pillen diciendo una mentira.