Forma Típica de Las Exequias
Forma Típica de Las Exequias
Forma Típica de Las Exequias
FORMULARIO COMÚN I
Oremos.
Oh, Dios, justo y clemente,
mira con amor a tu siervo (sierva) N.,
que, por medio del agua del bautismo,
participó ya de la Pascua liberadora de Cristo,
y concédele entrar en la verdadera tierra de promisión
y gustar los bienes de la vida divina
en eterna comunión con su Redentor,
nuestro Dios y Señor Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
A continuación, se organiza la procesión hacia la iglesia. Durante esta procesión, el pueblo ora
por el difunto, o se entona algún canto popular apropiado. Para la oración por el difunto puede
usarse oportunamente la siguiente letanía:
3. Estación en la iglesia
Al llegar a la iglesia, se coloca el cadáver delante del altar y, si es posible, se pone junto a él el
cirio pascual.
El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente
fórmula:
Terminados estos ritos iniciales y, si se celebra la Misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten
piedad, se dice la oración colecta:
Oremos.
Te encomendamos, Señor,
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
a quien en esta vida mortal
rodeaste con tu amor infinito;
concédele ahora que, libre de todos los males,
participe en el descanso eterno.
Y, ya que este primer mundo acabó para él (ella),
admítelo (admítela) en tu paraíso,
donde no hay ni llanto ni luto ni dolor,
sino paz y alegría eternas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Oremos.
Escucha, Señor, nuestras súplicas
y haz que tu siervo (sierva) N.,
que acaba de salir de este mundo,
perdonado (perdonada) de sus pecados
y libre de toda pena,
goce junto a ti de la vida inmortal;
y, cuando llegue el gran día
de la resurrección y del premio,
colócalo (colócala) entre tus santos y elegidos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
La celebración prosigue, como habitualmente, con la liturgia de la Palabra.
Después de la homilía, se hace la oración universal con el siguiente formulario u otro parecido:
Dicha esta oración, omitida la bendición y el Podéis ir en paz, se organiza la procesión hacia
el cementerio.
Si las exequias se celebran sin misa, la oración universal concluye con la siguiente fórmula:
5. Procesión al cementerio
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
A continuación, el que preside dice la siguiente oración sobre el sepulcro. Si el sepulcro está
ya bendecido se omite el texto entre corchetes.
Oremos.
Señor Jesucristo,
que al descansar tres días en el sepulcro
santificaste la tumba de los que creen en ti,
de tal forma que la sepultura
no solo sirviera para enterrar el cuerpo,
sino también para acrecentar
nuestra esperanza en la resurrección,
[dígnate ben+decir esta tumba y]
concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N.
descansar aquí de sus fatigas,
durmiendo en la paz de este sepulcro,
hasta el día en que tú,
que eres la Resurrección y la Vida,
lo (la) resucites y lo (la) ilumines
con la contemplación de tu rostro glorioso.
Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Si el sepulcro no está bendecido, se rocía con agua bendita y se inciensa.
A continuación, el que preside se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras
parecidas:
[Oremos.]
tus manos, Padre de bondad,
encomendamos el alma
de nuestro hermano (nuestra hermana),
con la firme esperanza
de que resucitará en el último día,
con todos los que han muerto en Cristo.
Te damos gracias
por todos los dones con que lo (la) enriqueciste
a lo largo de su vida;
en ellos reconocemos un signo de tu amor
y de la comunión de los santos.
Dios de misericordia,
acoge las oraciones que te presentamos
por este hermano nuestro (esta hermana nuestra)
que acaba de dejarnos
y ábrele las puertas de tu mansión.
Y a sus familiares y amigos,
y a todos nosotros,
los que hemos quedado en este mundo,
concédenos saber consolarnos con palabras de fe,
hasta que también nos llegue el momento
de volver a reunirnos con él (ella),
junto a ti, en el gozo de tu reino eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto
y agradecer a los presentes su participación en las exequias.
Después, el que preside termina la celebración con una de las siguientes fórmulas:
El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
Dios, fuente de todo consuelo,
que con amor inefable creó al hombre
y en la resurrección de su Hijo
ha dado a los creyentes la esperanza de resucitar,
derrame sobre vosotros su bendición.
R. Amén.
O bien:
Descanse en paz.
R. Amén.
Su alma y las almas de todos los fieles difuntos,
por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
Se concluye el rito con la fórmula habitual de despedida.
Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
FORMULARIO COMÚN II
Oremos.
Recibe,Señor, a tu siervo (sierva) N.,
que, salido del Egipto de este mundo,
llega ahora a tu presencia;
que los santos ángeles salgan a su encuentro
y lo (la) introduzcan
en la verdadera tierra de promisión;
reconócelo (reconócela), Señor, como criatura tuya,
llena de alegría su alma
y no te acuerdes más de sus culpas pasadas,
pues, aunque haya pecado,
jamás negó ni al Padre ni al Hijo ni al Espíritu Santo,
antes bien creyó [fue celoso (celosa) de tu honra]
y te adoró fielmente a ti,
Creador del cielo y de la tierra.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
A continuación, se organiza la procesión hacia la iglesia. Durante esta procesión, el pueblo ora
por el difunto, o se entona algún canto popular apropiado. Para la oración por el difunto puede
usarse oportunamente la siguiente letanía:
Al llegar a la iglesia, se coloca el cadáver delante del altar y, si es posible, se pone junto a él el
cirio pascual.
El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente
fórmula:
Terminados estos ritos iniciales y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten
piedad, se dice la oración colecta:
Oremos.
Señor Dios, Padre omnipotente,
tú que nos has dado la certeza
de que en los fieles difuntos
se realizará el misterio de tu Hijo muerto y resucitado,
por esta fe que profesamos,
concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
que acaba de participar de la muerte de Cristo,
resucitar también con él en la luz de la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Oremos.
Oh, Dios,
misericordia de los pecadores
y felicidad de tus santos,
al cumplir hoy el deber humano
de dar sepultura al cuerpo de tu siervo (sierva) N.,
te pedimos le des parte
en el gozo de tus elegidos
y que, libre de las ataduras de la muerte,
pueda presentarse ante ti
el día de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
La celebración prosigue, como habitualmente, con la liturgia de la Palabra.
Después de la homilía, se hace la oración universal con el siguiente formulario u otro parecido:
Si las exequias se celebran sin misa, la oración universal concluye con la siguiente fórmula:
5. Procesión al cementerio
Ant. Si morimos con Cristo, viviremos con él. Sal 117, 1-20
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
A continuación, el que preside se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras
parecidas:
[Oremos.]
Dueño de la vida y Señor de los que han muerto,
acuérdate de nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
que, mientras vivió en este mundo,
fue bautizado (bautizada) en tu muerte
y asociado (asociada) a tu resurrección
y que ahora, confiando en ti,
ha salido ya de este mundo;
cuando vuelvas en el último día,
acompañado de tus ángeles,
concédele resucitar del sepulcro;
sácalo (sácala) del polvo de la muerte,
revístelo (revístela) de honor
y colócalo (colócala) a tu derecha,
para que, junto a ti, tenga su morada
entre los santos y elegidos
y con ellos alabe tu bondad
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto
y agradecer a los presentes su participación en las exequias.
Después, el que preside termina la celebración con una de las siguientes fórmulas:
Descanse en paz.
R. Amén.
Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.