Reconfiguraciones Socioterritoriales
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Portada: Diseño de la Serie Mundos Rurales, a partir de Manos sobre fondo azul (1979) de Rufino Tamayo.
Los textos presentados en este volumen fueron revisados y dictaminados por pares académicos expertos en el tema
y externos a la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana, a partir del sistema doble ciego y
conforme a los lineamientos del Comité Editorial de la División de Ciencias Sociales y Humanidades.
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Gisela Espinosa Damián
El ciclo de la des-reterritorialización
en el antes y después de la minería 203
Letizia Silva
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1992, desmanteló el marco legal que había permitido a familias y comunidades ru-
rales conservar los espacios de su reproducción material, cultural, política y social; la
Ley minera de 1992 cataloga a la actividad minera como prioritaria y permite con-
cesiones por 50 años con posibilidad de renovación; y más recientemente, las refor-
mas estructurales impulsadas por Enrique Peña Nieto, aprobadas en 2014, radicalizan
el sentido privatizador de 1992, legalizando, prácticamente, el despojo territorial.
En nuevas circunstancias y a siglos de la Ilustración y del despegue del capita-
lismo, cobran vigencia y se actualizan conceptos que parecían ligados al pasado y a
los momentos más violentos del capitalismo: acumulación originaria “permanente”,
neoextractivismo, neocolonialismo, racismo... Se reedita la polarización de los acto-
res en conflicto: por un lado, aquellos que significan la naturaleza como un acervo
de riquezas listas para el saqueo, que aprecian su valor de cambio y más que nada su
plusvalor, que todo subsumen y mercantilizan para convertirlo en ganancia privada;
por otro, quienes resisten desde otra racionalidad, que significan los recursos ambi-
cionados por las empresas como vida, bienes naturales, bienes comunes y espacios de vida,
valores de uso cuyo sentido es la reproducción de seres humanos y de modos de vida
donde importa no sólo el individuo sino la comunidad y la naturaleza. En medio de
los polos hallamos actores sociales con posturas diversas, pero existen los polos no
sólo como un referente, sino como puntos de posicionamiento, organización y lucha.
En la segunda década del siglo XXI, la batalla civilizatoria en el medio rural se
concentra en la disputa territorial y se da en un marco de violencia extrema, pillaje
descarado, complicidad entre empresas y crimen organizado, racismo e inferioriza-
ción de las comunidades campesinas e indígenas, legalización del despojo, conniven-
cia y complicidad de corporaciones e instituciones estatales, asesinato de defensores
y defensoras de territorios y derechos, impunidad, criminalización de movimientos
sociales, descomposición social. Hay coraje, hay temor y hay lucha.
En este escenario fue que nuestra área de investigación emprendió el análisis
de las Reconfiguraciones sociales y territoriales en los mundos rurales. Invitamos a colegas,
posdoctorantes y doctorantes del Posgrado en Desarrollo Rural que ahora también
son autores del libro. Este proyecto académico-editorial apuntaló la formación de
recursos humanos en investigación, y ha sido medio para fortalecer vínculos entre
investigación y docencia, así como entre investigadores de nuestra Universidad y de
otras instituciones. Entre 2016 y hasta mediados de 2018, tuvimos largas sesiones tri-
mestrales para compartir y enriquecer nuestros estudios. El territorio, como producción
social, estuvo en el centro de nuestras reflexiones. Pero la discusión no quedó en el
plano de las abstracciones, se ubicó en los procesos sociales, donde se concretan las
estrategias del capital, el papel de las instituciones estatales y del marco jurídico, así
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introducción
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lucha por la ciudadanía, son indispensables para que otras formas de vivir y soñar la
vida produzcan territorios más humanos.
El quinto capítulo de la obra está escrito por Roberto S. Diego Quintana:“Te-
rritorialidades, intervenciones y resistencias en el Istmo de Oaxaca”, quien aproxi-
ma al lector a los cambios que ha sufrido el Istmo de Oaxaca en poco más de cien
años, mostrando que la mayor parte de éstos se relacionan con implantaciones ex-
ternas, que no han estado exentas de la protesta y resistencia de los pobladores ori-
ginarios mayoritariamente binnzá e ikoot, y de sus comunidades. El trabajo aborda
estos cambios y estas implantaciones, entre ellas la presa Benito Juárez, el Distrito de
Riego número 19, los parques eólicos, las mineras a tajo abierto y la Zona Econó-
mica Especial, así como la disputa territorial entre actores externos y la población
originaria, y el acomodamiento, protesta y resistencia de esta población ante estas
intervenciones. La mirada cuidadosa de Roberto Diego rompe con el mito de las
luchas territoriales donde sólo existen dos polos, para mostrar que las resistencias
no son homogéneas, que las y los actores locales tienen diversos posicionamientos
y respuestas ante la posibilidad de que estas obras se instalen en el Istmo, lo cual no
sólo muestra la complejidad del proceso sino la necesidad de análisis matizados de
los conflictos socioterritoriales.
En seguida, José Arturo Herrera León presenta el capítulo “Conflictos territo-
riales en el estado de Hidalgo: el Movimiento Indígena Santiago de Anaya se vive y
se defiende...”, que trata sobre los megaproyectos establecidos en el estado de Hidalgo
en lo que va del siglo XXI, y sobre la resistencia de los pueblos y comunidades rura-
les de la entidad, principalmente los del Valle del Mezquital, donde se gesta y actúa
el Movimiento Indígena Santiago de Anaya, integrado por campesinos y campesinas
hñähñü que, a partir de 2011 se opusieron a Cementos Fortaleza, empresa de la cor-
poración Carso-Elementia, propiedad de Carlos Slim, el hombre más rico de México.
El texto da cuenta de conflictos territoriales en la entidad que implican diferentes
escalas geográficas, y de problemáticas que si bien parten de lo local, involucran a
la sociedad en su conjunto. Para ello se propone analizar a las corporaciones como
encarnación del sujeto capital y a la lucha de los campesinos y campesinas hñähhü
como personificación del sujeto vivo, tratando de mostrar el antagonismo que se
expresa en este tipo de conflictos; Arturo Herrera considera que, sin exagerar, es una
lucha de vida o muerte, en la que un ethos campesindio se confronta radicalmente
con el ethos capitalista actual.
Los tres capítulos que siguen giran en torno a la minería. En “Actores, resis-
tencias y perspectivas de cambio a la luz de cinco conflictos mineros en Zacatecas”,
Sergio Elías Uribe Sierra analiza el extractivismo minero en esta entidad tomando
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introducción
como referencia cinco casos locales: San Martín en Sombrerete, El Coronel en Ojo-
caliente, La Colorada en Chalchihuites, Peñasquito y Salaverna en Mazapil. El aná-
lisis permite identificar, en un espacio relativamente pequeño, la heterogeneidad de
conflictos, de respuestas sociales y de formas de resistencia, desde luchas centradas
en la defensa laboral frente a empresas mineras expoliadoras en grado extremo, hasta
luchas eco-territoriales en las que se defiende la vida social y el territorio como un
todo con múltiples dimensiones; ante ello, Sergio Uribe propone diferenciar las po-
siciones y perspectivas de los actores sociales involucrados, sus estrategias y proyec-
tos sociales, más cerca de un polo “reformista” o de uno “radical”, poniendo sobre
la mesa el hecho de que, a pesar de que Zacatecas es un estado con fuerte tradición
minera, emerge una conciencia social crítica y de ruptura, más radical, pues la mega-
minería −modalidad que predomina en la actualidad− está trayendo agravios inédi-
tos y es motivo de conflictos inimaginables en la larga historia minera de la entidad.
También sobre minería, pero en un espacio menos conocido entre analistas,
Violeta R. Núñez Rodríguez y Daniel Castañeda Sánchez presentan el capítulo
“Minería marina. Subsunción real del territorio en el capital”, donde afirman que
esta actividad, desarrollada en el fondo del mar, simboliza la nueva era de la indus-
tria minera, posible y estimulada por la revolución tecnológica del microprocesador,
componente indispensable de teléfonos celulares, computadoras, tabletas, consolas
de videojuegos, televisores inteligentes, cuya demanda creciente se expresa en can-
tidades ingentes de minerales que son materia prima de los microprocesadores. Tan
sólo para elaborar un celular −dicen los autores− se requieren 200 minerales. Es este
fenómeno tecnológico y mercantil el que impulsa a diversas empresas y gobiernos
a explorar los fondos marinos. Violeta Núñez y Daniel Castañeda señalan que en
ellos se localiza la mayor riqueza minera del planeta. Y ante este atractivo botín, la
Autoridad Internacional de los Fondos Marinos ha otorgado, a empresas de diversas
latitudes, contratos para explorar la riqueza de los fondos marinos. El gobierno de
México fue uno de los primeros en dar ese tipo de concesiones. Los autores ponen
al descubierto el impacto socioambiental −que ocultan las empresas− de los proce-
dimientos de manipulación, extracción, alteración y contaminación de las profundi-
dades marinas. En el análisis de la minería marina, se utilizan los conceptos marxistas
subsunción formal y subsunción real como clave para comprender cómo el capital in-
corpora, subordina y valoriza la naturaleza, incluso en ese territorio tan profundo
como es el fondo del mar.
El tercero y último texto sobre minería está escrito por Letizia Silva: “El ci-
clo de la des-re-territorialización en el antes y después de la minería”, donde ana-
liza formas poco reconocibles de apropiación de territorios mineros: los escenarios,
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técnico y ejecutivo, el COTIC; así como comités de defensa del territorio en más de
35 comunidades cuetzaltecas. Esta experiencia, poco común en nuestro país, es una
de las semillas de esperanza en esta larga y amplia batalla por un orden socioterrito-
rial creado con participación social.
Sobre la misma región pero desde un acercamiento distinto, Delia Patricia
Couturier Bañuelos y Luciano Concheiro Bórquez presentan “Movimientos sociales
en la Sierra Norte de Puebla: la alternativa para frenar megaproyectos de muerte”.
Ellos parten de una mirada crítica sobre las políticas públicas de los últimos gobier-
nos, dirigidas a fomentar la inversión privada de empresas nacionales y extranjeras
con el argumento de elevar el crecimiento económico del país; muestran que las
empresas, aprovechando los vacíos en leyes, normas y reglamentos, en especial en
materia ambiental, han cometido una serie de irregularidades, lo que suscita cues-
tionamientos sobre la imposición de “megaproyectos de muerte”, como los que se
intentan en Cuacuila, que se ha visto afectada por la explotación sin medida de los
recursos naturales, así como por la violación de derechos humanos, individuales y
colectivos. Los autores afirman que en la agresión al territorio y a los recursos na-
turales hay complicidad entre el gobierno y las corporaciones, lo cual ha conducido
a poblados enteros a la resistencia y constante movilización, y que esos movimien-
tos sociales en defensa del territorio son la alternativa para conservar los espacios de
vida de comunidades campesinas en armónica convivencia con su entorno natural.
El último capítulo del libro se ubica en el nuevo escenario, de frente a la admi-
nistración federal 2018-2024, que propone una estrategia. En “Inclusión económi-
ca y superación de la pobreza rural con un enfoque territorial”, Ignacia Fernández,
Laure Delalande, Gustavo Gordillo, Celeste Molina, Héctor Robles, Isidro Soloa-
ga y Antonio Yunez-Naude −grupo de investigación de diversas instituciones−, re-
conocen que los niveles de pobreza por ingreso en 2016 son iguales, en términos
prácticos, a los de 20 años atrás; y proponen superar la disociación entre las políti-
cas de protección social y las de fomento productivo rural para, desde un enfoque
territorial, abordar integralmente la situación de hogares, comunidades y territorios
en situación de pobreza y vulnerabilidad. Aquilatan experiencias de administracio-
nes anteriores, y desde ahí recuperan algunos principios: un enfoque territorial, la
diversidad y multidimensionalidad de situaciones de pobreza, la centralidad de las
organizaciones locales como motor del desarrollo cooperativo de actividades produc-
tivas para la generación de ingresos y la consecuente necesidad de fortalecer el tejido
organizacional de los territorios, así como las capacidades de diversas instituciones
para el desarrollo local, como los municipios. Los autores sugieren la puesta en mar-
cha de un programa rector, el rediseño de la arquitectura institucional de fomento
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Introducción
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Este panorama coincide con el estudio que recientemente dio a conocer la Comi-
sión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas (CDPI) de la Secretaría de Goberna-
ción, en el cual se menciona que existen 149 conflictos activos relacionados con los
impactos de proyectos económicos en el territorio y el hábitat de las comunidades
indígenas (CDPI, 2017).
¿Por qué se intensificaron los procesos de despojo en las últimas dos déca-
das? No es que se muestre un nuevo modelo de extracción de riqueza, al contrario,
muchos estudios (Amín, 2010; Navarro, 2015) señalan que las formas actuales son
continuidad de los mecanismos ya descritos por Marx como acumulación origina-
ria del capital, que a lo largo de la historia de nuestros países latinoamericanos se ha
presentado como una constante; en ese sentido, Galeano (1992), con su particular
forma de recuperar la historia, nos subraya que la constitución de los territorios de
los pueblos de América Latina ha sido mediada por los requerimientos de riquezas
y materias primas por parte de los grandes intereses económicos. Una conforma-
ción territorial que expresaba una intensiva y constante explotación de recursos y
trabajo, que ha provocado para sus habitantes una mayor pobreza: “Cuanto más co-
diciado por el mercado mundial, mayor es la desgracia que un producto trae consi-
go al pueblo latinoamericano que, con su sacrificio, lo crea” (Galeano, 1992:93-94).
El debate sobre este proceso se ha actualizado en los últimos años con la ca-
tegoría de acumulación por desposesión propuesta por Harvey (2007, 2012) en la que
expresa las actividades recurrentes de expoliación del sistema capitalista actual, que
incluye la privatización de servicios e infraestructura social, la extracción y mercan-
tilización de bienes naturales y el acaparamiento de tierras, recurriendo para ello a
medios legales e ilegales. Además, la intensificación de las formas de despojo ha sido
descrita como neo-extractivismo en algunos debates latinoamericanos (Acosta, 2012;
Gudynas, 2013), en los que se resaltan las formas renovadas y agresivas de despojo,
que implica un conjunto de actividades que remueven grandes volúmenes de bie-
nes naturales en enclaves territoriales para destinarlos a las economías dominantes
y obtener grandes ganancias, al mantener los menores costos de producción y ex-
ternalizar los impactos ambientales. Retomando estos aportes, en este trabajo in-
corporamos la categoría de despojo para la acumulación, para explicar el contexto de
intensificación de los procesos de expoliación de los territorios y bienes naturales
de los pueblos campesinos.
Enfrentar este agresivo modelo de despojo ha provocado un incremento de
las formas de resistencia y lucha comunitaria, las cuales tienen como base la defensa
campesina e indígena de sus territorios, que incluyen una amplia gama de alianzas
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con actores diversos y que hacen uso de distintos repertorios de acción. Esto lo he-
mos analizado en otros estudios (Rodríguez, 2011, 2015).
Así, el objetivo de este trabajo es ubicar elementos coincidentes que configu-
ran los proyectos de sociedad de organizaciones y comunidades campesinas a partir
de sus luchas socioterritoriales frente a los procesos de despojo que realizan empre-
sas y gobiernos.
Esto representa una vertiente relativamente poco estudiada de las luchas en de-
fensa del territorio, pues éstas han sido analizadas sobre todo desde los conflictos y las
respuestas con las que comunidades defienden sus territorios, al tiempo que confron-
tan a los proyectos extractivos y modelos antagónicos y excluyentes que pretenden
imponer modificaciones a sus formas de vida (Toledo, 2015). Esto es una primera
expresión de las luchas socioterritoriales, es decir, una reacción social para defen-
der de las serias amenazas a sus territorios y modos vida. Una segunda expresión es
la que abordamos, en el entendido de que las luchas comunitarias también tienen
como sustento impulsar un proyecto campesino de sociedad que dé continuidad a
sus formas de vida. Este proyecto compartido es el que permite aglutinar a distintos
grupos comunitarios con identidades y formas de vida semejantes, que los vincula
con actores distintos como organizaciones sociales, civiles, ambientalistas, académi-
cas, que coinciden en impedir que se instalen los proyectos económicos extractivos
en sus territorios y en impulsar actividades alternativas en la producción, en mejo-
rar las condiciones de vida o en la conservación del ambiente. No sólo eso, pueden
ser proyectos compartidos con otras agrupaciones y poblaciones de base campesina
y popular que también luchan por mantener o recuperar los modos de vida relacio-
nados con las identidades y cultura de las comunidades, pueblos y barrios, con las
formas de decisión y deliberación colectiva, con las modalidades de producción y
abastecimiento basadas en la solidaridad y la autosuficiencia, con el uso respetuoso
de los bienes naturales.
Los procesos de despojo que aquejan a las comunidades campesinas tienen una diná-
mica económica que ha fomentado la expoliación de territorios y bienes naturales.
Esta dinámica económica ha sido caracterizada como acumulación por desposesión
(Harvey, 2007) o como neoextractivismo (Gudynas, 2013). Sin embargo, conside-
ro que dichos conceptos tienen limitantes al hacer énfasis en una parte del proceso
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Harvey (2007) describe la tendencia del sistema capitalista por obtener un fondo de activos para
afrontar y superar las presiones de la sobreacumulación, en especial con la producción de nuevas fuen-
tes de materias primas y de cercamientos de tierra.
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El enfoque metodológico
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Para ubicar los elementos de los proyectos de sociedad que se constituyen a partir
de las luchas socioterritoriales que impulsan organizaciones y comunidades cam-
pesinas, delimitamos la amplia gama de resistencias socioterritoriales para hacer una
tipología. En efecto, partimos del hecho de que las luchas socioterritoriales se han
extendido a lo largo y ancho del país en la medida que se ha acentuado el modelo
de despojo promovido por empresas extractivistas, mediante proyectos económicos
y de infraestructura que se basan en la expoliación de bienes tales como tierras, sub-
suelo, fuentes de agua, playas, etcétera. Este modelo se impulsa en condiciones de
gran conflictividad, pues la mayor parte de los bienes naturales están bajo resguardo
y soberanía campesina,3 ya que un poco más de la mitad del territorio nacional es
de propiedad social (ejidal y comunal), y junto con la pequeña propiedad de carác-
ter campesino y de productores agropecuarios, los territorios campesinos pueden
llegar a 70% de las tierras del país (Robles, 2008).
Dicha situación plantea una contradicción central en el mundo rural de Mé-
xico: empresas y gobiernos requieren bienes naturales ubicados en terrenos campe-
sinos, frente a la defensa del territorio que hacen las comunidades para mantener sus
formas de vida y conservar su entorno natural.
Como se ha mencionado, este contexto pone a los conflictos socioterritoriales
como uno de los procesos más álgidos y dinámicos de los últimos años en el ámbito
rural mexicano, que corresponde a un giro ecoterritorial de las luchas campesinas
del continente, esto genera que la agenda del movimiento social se centre, de forma
importante, en la defensa del territorio.
En este contexto, las luchas socioterritoriales son diversas en tanto responden
a múltiples formas y procesos en los que las empresas quieren apoderarse de los te-
rritorios, pero también por la amplia gama de experiencias y tradiciones de lucha,
de las identidades y vínculos organizativos que tienen los grupos campesinos e in-
dígenas, así como de repertorio de acciones que han desarrollado las organizaciones
y comunidades para enfrentar los intentos de despojo.
Para hacer una primera delimitación de esa diversidad de expresiones colectivas
que defienden al territorio, tomamos elementos de Toledo (2015), Rodríguez (2015)
y Pérez (2014) para considerar: a) la escala del conflicto; b) las formas económicas
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Referimos la noción de soberanía en el sentido que lo plantea Zambrano (2001), respecto a la
capacidad de ejercer dominio sobre un espacio de pertenencia, ya sea real o imaginado.
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Constructora de Juan Armando Hinojosa Cantú, amigo de Enrique Peña Nieto.
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Hay regiones del país que contienen una gran diversidad de bienes naturales, las cuales
pretenden ser apropiadas por empresas y gobiernos, ello ha llevado a varias comuni-
dades, organizaciones sociales, civiles y ambientalistas a coordinarse para enfrentar los
múltiples procesos de despojo que se realizan a nivel regional o estatal, entre los que
destacamos al Colectivo Oaxaqueño en Defensa de los Territorios, como un espacio
de articulación amplio y plural en el que participan organizaciones sociales, civiles y
comunitarias con acciones y propuestas en defensa de sus territorios y bienes natura-
les en las diferentes regiones de Oaxaca. Otro caso es el del Consejo Regional Tiyat
Tlali en la Sierra Norte de Puebla que, ante la proliferación de proyectos mineros
e hidroeléctricos en la región, ha generado procesos de información, difusión y ca-
pacitación, a partir de una articulación amplia y plural de decenas de comunidades.
Esta es la expresión más amplía de articulación entre distintas luchas, procesos y or-
ganizaciones de carácter local, regional o estatal, las cuales se vinculan en redes de
carácter nacional, ya sea en el eje de determinados modelos de despojo, o en conver-
gencias generales en contra del modelo extractivista. Para este último caso, tenemos
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proyectos campesinos desde las luchas socioterritoriales en méxico
De este último elemento, retomamos los aportes que se generan para delimitar
la construcción de los proyectos de sociedad que las poblaciones afectadas aspiran
impulsar o lograr. En esta perspectiva, agrupamos los aportes en dos ejes.
Al compartir los impactos que tienen los megaproyectos y las actividades extracti-
vas en los distintos territorios, hay una identificación de agravios e injusticias que
vinculan a diferentes niveles e instituciones del gobierno, la injerencia de partidos
políticos y el respaldo hacia los proyectos de despojo por parte de los poderes le-
gislativos (diputados estatales y federales) y judicial (ANAA, 2013 y 2014). En este
sentido, se exige cambiar el papel de los gobiernos para que dejen de ser guardianes
de los intereses de las empresas privadas trasnacionales y de capital mexicano para
el despojo de bienes naturales y comunitarios (CODT, 2013 y 2016), por lo que se
debe priorizar a las poblaciones y pueblos, lo que incluye generar políticas públicas
en beneficio de las comunidades campesinas e indígenas, con mecanismos de par-
ticipación e incidencia.
Por ello, se propone revertir los procesos de privatización (como los sistemas
de agua potable), las concesiones (en el caso de las mineras y de agua), lo que im-
plica que se lleven al cabo y se respeten las consulta previas, libres, informadas y de
buena fe como lo indica el Convenio 169 de la Organización Internacional del Tra-
bajo (García et al., 2013).
En este mismo sentido, está la insistencia de revocar “las reformas energéticas
que deciden el futuro del país a favor de las empresas, la destrucción, la contamina-
ción” (Ceccam, 2018:3), que sólo ayudan a los grandes capitales. Así como modifi-
car las leyes que perjudican a los pueblos y comunidades como la Ley Agraria, Ley
Minera, Ley de Aguas Nacionales (Asamblea de Capulálpam, 2012).
A nivel local, se promueve que desde los ayuntamientos se puedan declarar te-
rritorios libres de minería y de megaproyectos, que incluyen la promoción de terri-
torios sanos y seguros (REMA, 2014).
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Luchar por un nuevo modelo de sociedad, un proyecto que tenga como base las
identidades territoriales y los modos de vida comunitarios en diferentes ámbitos:
económico-productivo, social, cultural, ambiental y político (Mapder, 2014). Como
expresa la Declaración de Cochoapa:
[...] estamos juntando nuestros pensamientos y nuestros sueños para defender, fortalecer
y recuperar nuestros sistemas de producción de alimentos, nuestros manantiales, nues-
tros montes, y sobre todo resguardar y sembrar año con año nuestras semillas criollas.
Estamos levantando propuestas propias para cuidar nuestros territorios y sostener una
vida digna en nuestras comunidades (CRAADT, 2013:2).
Esto implica luchar por un proyecto de sociedad que defienda los derechos co-
lectivos, económicos, sociales y culturales de los pueblos, con autoridades que pro-
tejan al territorio y a los bienes de los pueblos (CODT, 2016).
Se puede observar en los documentos una constante reivindicación al modo
de vida campesino, con base en la tierra como medio de sustento y dadora de vida,
como productora de alimentos y medicinas, pero también hay un énfasis en el terri-
torio como proveedor de agua, aire, productos del monte y vida. Este modo campe-
sino incluye el trabajo comunitario, la propiedad social de la tierra y la producción
en armonía con la naturaleza con base en la milpa y maíz criollo, con el impulso de
mercados justos y solidarios (Mapder, 2013; REMA, 2016), lo que se conjunta con la
fortaleza de los pueblos a partir de sus saberes, lengua, historia y cultura.
Como se mencionó en el Encuentro en Defensa de los Territorios Indígenas
y Campesinos frente a la Invasión de Proyectos Extractivos y la Violencia:
[...] las comunidades estamos decididas a defender nuestras tradiciones y nuestro idio-
ma, nuestros sistemas normativos y nuestras formas de gobierno [...] a redoblar nuestro
trabajo en pos de una soberanía alimentaria sustentada en la milpa, en una relación de
mutualidad con otras comunidades, pueblos indígenas y luchas en el país [...] a fortale-
cer nuestro sentido de comunidad, de trabajo en común, de cuidados cotidianos, entre
mujeres y hombres, buscando convocar a las nuevas generaciones a que comprendan
la urgencia de reivindicar nuestros valores contrarios al dinero con el que nos quieren
comprar, y con el que nos quieren corromper (Ceccam, 2018:3).
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proyectos campesinos desde las luchas socioterritoriales en méxico
Conclusiones
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Referencias
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proyectos campesinos desde las luchas socioterritoriales en méxico
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Documentos
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El derecho a decir “no”.
Un acercamiento a la noción de afectado
desde proyectos hidroeléctricos
Guadalupe Lara vivía al lado del río Santiago en la barranca de Huentitán, Jalisco. En
el año 2000 tuvo conocimiento de que se pretendía construir la presa Arcediano, y
que ella junto con todos los habitantes de su pequeño pueblo debían ser desplaza-
dos. Guadalupe fue la única que se negó a dejar su pueblo. Al mismo tiempo, diver-
sos grupos de la sociedad civil y académicos argumentaron una variedad de razones
técnicas, ambientales, económicas y sociales que le daban respaldo. Entonces inició
una intensa lucha para exigir la cancelación del proyecto.
La voz de Guadalupe no fue escuchada y en 2007 demolieron su casa. Nueve
años después del anuncio de la construcción de la presa y con un monto de dinero
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erogado mayor a los 700 millones de pesos, el gobierno de Jalisco decidió cancelar el
proyecto de la presa de Arcediano y otorgarle la razón a Guadalupe Lara, a la socie-
dad civil, a los académicos y funcionarios expertos en temas hidráulicos que siempre
tuvieron a bien advertir la inviabilidad del proyecto (Lara y McCulling, 2014). Sin
importar el hecho de que la presa Arcediano no se construyera, el pueblo desapareció
y la vida de Guadalupe se transformó de manera radical: se convirtió en una afectada.
Como Guadalupe, cientos, miles de personas se han convertido en afectadas,
pero esta noción ha sido utilizada con distintos significados e implicaciones, es por
ello que el objetivo de este artículo es debatir la noción afectado1 y revisar sus acep-
ciones más comunes:
1
Aun cuando las personas afectadas a las que nos referiremos en este artículo son mujeres y hom-
bres, en los movimientos sociales, la academia, el Estado y los promoventes de las obras hidráulicas,
usan las palabras afectado o afectados sin visibilizar a las afectadas. En mi texto respetaré su lenguaje
cuando me refiera a sus discursos y utilizaré un lenguaje incluyente cuando hable desde mí.
2
Los megaproyectos se caracterizan por grandes transformaciones espaciales llevadas a cabo por
poderosas corporaciones públicas y privadas que forman parte de la fase capitalista neoliberal y que
responde a las escalas globales de producción. Éstos implican una confrontación con una gran des-
igualdad de poder entre los actores e instituciones, que están en diversas escalas: local, nacional y
global (Lins, 2007). Los megaproyectos son una necesidad acorde con la magnitud del desarrollo del
capitalismo mundial, en dos sentidos: uno con producciones casi inimaginables de mercancías, para
consumos excesivos de algunos sectores; y el segundo como infraestructuras, ya que el capital requiere
de esas obras para mantener la maquinaria que le permite cerrar ciclos de consumo. Se presentan con
argumentos técnicos, asépticos, como lo más acabado en desarrollo científico-técnico, y “justificado”
como una necesidad social (Ibarra et al., 2016:29).
40
el derecho a decir “no”. un acercamiento a la noción de afectado
La mira de esta reflexión será a partir de los bloqueos, diques y embalses del
agua de ríos o arroyos, que se conocen llanamente como presas.3 Partimos del su-
puesto de que las presas son manifestaciones espaciales de procesos de dominación,
tanto económicos como políticos, que impulsan actores concretos.4 Por un lado,
actores que tratan de apuntalar proyectos económicos acordes con el modelo do-
minante y, por el otro, las poblaciones que serían afectadas con tales proyectos, las
que normalmente se resisten a su construcción y, por ende, a ser dominadas, lo cual
abre la posibilidad de análisis del conflicto, conflictos en proceso que generan una
diversidad de respuestas en el tiempo y que, por consiguiente, implican análisis di-
námicos en el actuar.5
Desde 2007 he tenido relación con el tema de afectados/afectadas, en mi tesis
de licenciatura analicé el caso de la Presa El Cajón en Nayarit, y el caso de la Presa
Zapotillo en la tesis de maestría; he participado en cuestiones de comunicación del
Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (Ma-
pder) desde el Colectivo de Medios Libres Hijos de la Tierra6 y actualmente con-
tinúo en el tema con mi tesis doctoral en desarrollo rural en la UAM-Xochimilco.
Para este artículo retomo textos académicos sobre el tema de Carlos Vainer
(2008) y Omar Arach (2017), pero también documentos elaborados tanto por las
instancias del Estado responsable del tema, como de los estudios sociales para pro-
yectos energéticos y declaraciones de las consultorías y despachos de abogados que
trabajan el tema, testimonios de integrantes del Mapder como documentos genera-
dos desde ese movimiento.
3
Una presa es una barrera que atraviesa el cauce de un río de orilla a orilla, por lo que bloquea
el paso del agua. El dique es la obra que se ubica en paralelo al curso de un río por encima del nivel
de la llanura de inundación.Y el embalse es el depósito artificial de agua que se forma mediante una
presa en el curso de un río o arroyo (Alarcón et al., 2016). Puede ser para abastecimiento, control de
inundaciones como para la generación de energía.
4
Es importe mencionar que, aunque todavía son pocos los ejemplos, algunas comunidades en di-
versos lugares como Guatemala piensan en alternativas concretas a proyectos energéticos, a una escala
comunitaria, no sólo de menor tamaño o menor generación de energía, sino también que salen de la
propuesta de pensar en un modelo energético popular donde la construcción no sólo se centre en la
ganancia financiera sino también en la soberanía energética.
5
Cualquier proyecto para generación de energía tiene afectaciones, pero éstas varían dependiendo
de la gestión de quien toma las decisiones, quién se beneficia en su construcción y a qué lógica de
modelo energético corresponde.
6
[http://hijosdelatierra.espora.org/].
41
reconfiguraciones socioterritoriales
Este artículo está estructurado en cuatro partes, primero dar un panorama ge-
neral sobre las presas, para después hablar sobre el debate de afectado/afectada en
la academia y después desde la visión de los promoventes, para finalizar con las re-
flexiones sobre el derecho a decidir.
Las presas
Estas obras [las presas] tal vez más que cualquier obra
tecnológica, simbolizan el progreso de la humanidad des-
de una vida dominada por la naturaleza a una donde la
naturaleza es dominada por la ciencia y la superstición
es vencida por la racionalidad. Además, son un símbo-
lo del poder del Estado que las construye y se convier-
ten en las favoritas de los constructores nacionales y de
los déspotas. Cuando una represa desempeña un papel
simbólico tan poderoso, los fundamentos económicos y
técnicos y los impactos negativos que pueden causar se
vuelven insignificantes al momento de tomar decisiones
7
Entre las reformas legales que impulsó Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) está la de 1992
al artículo 27 constitucional, a partir de ese momento cambia radicalmente el régimen de propiedad
social de la tierra en México, que anteriormente se consideraba “inalienable, inembargable e impres-
criptible”, para pasar a dividirse en parcelas individuales con dominio pleno a través del Procede y
también instituyó la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE).
8
Nos referimos cuando el constructor privado lleva a cabo todas las inversiones que requiere el
proyecto; al término de la obra le vende la energía a la CFE, previo contrato de compraventa a largo
42
el derecho a decir “no”. un acercamiento a la noción de afectado
abre totalmente con la reforma energética aprobada en 2014, en el sexenio del priis-
ta Enrique Peña Nieto (2012-2018).
En el sexenio del panista Vicente Fox (2000-2006) se vuelve a dar impulso a
diversos proyectos de presas después de la escasa inversión en infraestructura que
caracterizó al sexenio anterior. Así, durante el foxismo, la CFE anuncia la construc-
ción de seis grandes presas en los estados de Nayarit, Oaxaca, Guerrero y Chiapas, y
la incorporación de la industria privada nacional e internacional en la construcción
de presas de menor escala, en específico en los estados de Veracruz, Chiapas y Pue-
bla. Esto se produce también en el marco de la discusión sobre la conveniencia de
impulsar proyectos para generar energía limpia.9
La reforma energética cambia las reglas del juego y fue el corolario de la pri-
vatización del sector energético, pues con ella se dan más facilidades a las empresas
privadas para la generación de proyectos energéticos (eólicos, solares, minipresas, frac-
king). Entre las novedades que trae esta reforma están los estudios de impacto social
(artículo 121 de la Ley de Hidrocarburos; 86 y 87 del Reglamento de la Ley de la
Industria Eléctrica), la obligación de consulta en comunidades indígenas a través de
la Secretaría de Energía (Sener) (artículos 119 a 122 de la Ley de Hidrocarburos y
artículo 117 de la Ley de la Industria Eléctrica) y la Servidumbre legal (artículos 106
y 109 de la Ley de Hidrocarburos; artículos 81 y 82 de la Ley de Energía Eléctri-
ca), esta última es el mecanismo por medio del cual el gobierno o el Poder Judicial
podrán obligar a las personas que poseen terrenos (bajo cualquier régimen de pro-
piedad, colectiva o individual) donde se vayan a desarrollar proyectos energéticos a
plazo. Vinculadas con las nuevas modalidades de generación de energía eléctrica aprobadas en 1992,
con el argumento de que no constituían parte del servicio público y que, por ello, eran susceptibles
de llevarse a cabo indistintamente por los sectores público, social y privado. Las modalidades imple-
mentadas fueron las siguientes: a) autoabastecimiento; b) cogeneración; c) producción independiente
de energía; d) pequeña producción de energía eléctrica; e) importación de energía para autoconsumo;
y f ) exportación de energía eléctrica (Gonzales, 2010:2).
9
En ese sentido, México ha ratificado a nivel internacional en las conferencias de cambio climáti-
co convocadas por la Organización de las Naciones Unidas tanto el protocolo de Kioto (1997), como
el acuerdo de París (2016), así también ha realizado legislación concreta como la Ley General de Cam-
bio Climático en 2012, la cual se reformó en 2018 y la Ley de Transición Energética en 2015. Por lo
tanto, México tiene como obligación una transición energética hacia una economía baja en carbono
y que la generación de energía provenga de proyectos de energía limpia, siendo la meta que 35% de
generación total venga de esas fuentes para 2024 [https://cambioclimatico.gob.mx/].
43
reconfiguraciones socioterritoriales
10
En esta modalidad se autoriza la generación de energía eléctrica a un consorcio de empresas
reunidas como socios de un proyecto eléctrico, éstos pueden ser hasta 200, quienes son los dueños
del proyecto de generación eléctrica y pueden ampliar o reducir la capacidad generada por su central.
Las principales empresas operadoras bajo la modalidad de autoabastecimiento son Iberdrola, ENERL,
Ternium, Grupo México y Grupo Acero del Norte (Geocomunes, 2017).
44
el derecho a decir “no”. un acercamiento a la noción de afectado
Carlos Vainer
Hay varios aportes interesantes sobre la noción afectado, el brasileño Carlos Vainer
(2008), asesor del Movimento dos Atingidos por Barragens (MAB), movimiento po-
pular, autónomo, de masas, cuya base es la población amenazada o afectada por re-
presas y que lucha para garantizar los derechos de estas poblaciones, principalmente
a la tierra, forzando y contribuyendo en la construcción de un nuevo modelo ener-
gético, alternativo y popular para Brasil.
Vainer considera que es una categoría social en disputa, pues más allá de apa-
recer en los documentos técnicos y económicos que presentan los promoventes de
los proyectos de infraestructura, también implica un reconocimiento y por ende una
legitimación de derechos; así, el ser afectado o afectada implica el reconocimiento
legítimo y legal del derecho a un tipo de resarcimiento o indemnización, rehabili-
tación o reparación.Y agregaría el derecho legítimo a decir “no”.
Siguiendo al autor, la noción de afectado ha variado según el tiempo, el espacio
y los contextos políticos y culturales. En los últimos 30 años se ha vinculado con la
existencia de los derechos humanos de nueva generación. Reconocer los derechos
de un segmento social económicamente dominado, ha sido el resultado de una lar-
ga lucha y confrontación.
Para el caso de Brasil, él identifica tres nociones de afectado, la primera es la con-
cepción territorial-patrimonialista que sólo se limita a indemnizar a los propietarios
y no se reconocen los impactos ambientales y sociales. La segunda concepción es la
hídrica, que se enfoca a ver la situación de los afectados por la reubicación de la que
son objeto, esto amplía un poco la mirada, pero sigue siendo insuficiente, pues ha-
bría que entender la naturaleza del conflicto, ya que es un proceso simultáneamente
político, cultural y ambiental, que implica diversas dimensiones, escalas espaciales y
45
reconfiguraciones socioterritoriales
11
Véase Manual de Operaciones del Banco Mundial. Reasentamiento involuntario (2001), Banco Mundial
[http://siteresources.worldbank.org/OPSMANUAL/Resources/210384-1170795590012/OP412Spanish.
pdf].
12
Lo afirma la organización International Rivers, con base en Estados Unidos, creada en 1985 sin
fines de lucro. Trabaja en diferentes regiones de América Latina, Asia y África para proteger los ríos
y los derechos de las comunidades que dependen de ellos y participó activamente en la Comisión
Mundial de Represas.
46
el derecho a decir “no”. un acercamiento a la noción de afectado
13
Su mandato fue revisar la eficacia de las represas grandes para impulsar el desarrollo y evaluar las
alternativas para desarrollar recursos hídricos y energéticos, así como desarrollar criterios, lineamientos
y normas internacionalmente aceptables para la planificación, diseño, diagnóstico, construcción, opera-
ción, monitoreo y desmantelamiento de las represas. La Comisión fue integrada por 12 representantes
de un amplio espectro de intereses relacionados con las grandes represas –incluyendo gobiernos y
organizaciones no gubernamentales (ONG), operadores de represas y movimientos populares de base,
corporaciones y académicos, asociaciones industriales y consultores (CMR, 2000).
47
reconfiguraciones socioterritoriales
las personas que sufren otro tipo de impactos y violaciones a sus derechos humanos
(pérdida de empleo, pérdida o restricción de acceso a medios de vida de tipo público
o privado, como recursos pesqueros, forestales, etcétera) a raíz de la construcción de
un proyecto sobre una tierra de la que se benefician. Es interesante que este organis-
mo internacional también haya sostenido que la ausencia de un título legal sobre la
tierra no excluye a las personas del beneficio de un reasentamiento (SCJN, 2014:82).
En este siglo, el argentino Omar Arach realiza un aporte a la discusión del con-
cepto afectado desde el papel del conocimiento y su dimensión epistémico-política.
Menciona que el territorio es medido, delimitado, clasificado, ponderado, con fines
de conquista, y que moviliza una gran cantidad de fuerza de trabajo para realizar las
enormes transformaciones espaciales que esto implica:
[...] la afectación, así como la forma de repararla, no es algo posible de delimitar obje-
tivamente según los procederes del método científico, sino que es el resultado de una
lucha política en la que se ponen en juego visiones diferentes del espacio, del tiem-
po, del futuro, de la verdad y de la justicia (además de las correlaciones de fuerza entre
los contendientes). Son disputas para algunos, ontológicas, donde se ponen en juego
mundos de vida confrontados. Y donde los supuestos epistemológicos que rigen el
procedimiento científico y que dan garantía de su universalidad son puestos en cues-
tión (Arach, 2017).
Arach señala que cuando la afectación comenzó a ser tomada en cuenta como
parte del “cronograma” de un proyecto, implicó un nuevo “organigrama”, en el que
pasaron a tener su lugar especialistas en el tratamiento de la “cuestión ambiental” y
de la “cuestión social”. Este cambio, a su vez, se dio a la par de un proceso más ge-
neral de “ambientalización” de las sociedades, es decir, la constitución del “ambien-
te” como una nueva cuestión pública y la creación de una serie de instituciones
especializadas en tratar la misma, lo cual incluye una burocracia de expertos (Leite
Lopes, 2006, citado por Arach, 2017).
Arach indica que los expertos acceden al campo del poder de los megaproyectos
por distintos lugares y ejerciendo también diversos roles. Sea con los promoventes y
en las diferentes etapas de la gestión de los proyectos, sea como peritos o como ad-
herentes o miembros de organizaciones y movimientos sociales que confrontan a los
megaproyectos; estos últimos suelen confrontar los “estudios oficiales”, cuestionando
la forma en que los impactos son identificados, mensurados, ponderados, etcétera.
48
el derecho a decir “no”. un acercamiento a la noción de afectado
Así, el aporte de Arach a la discusión sobre afectados iniciada por Vainer, per-
mite ver que está en disputa, en elaboración, y por lo mismo transformándose; de
esta manera, devela que la noción conlleva legitimación y reconocimiento de dere-
chos. La discusión realizada por Arach sobre este punto va más allá, pues en su voz,
ser reconocido como afectado o afectada, posibilita ser un interlocutor válido, trae
consigo una forma legítima de participación política, sin perder de vista que los afec-
tados ya son también parte del discurso y del aparato institucional administrativo de
los megaproyectos.
49
reconfiguraciones socioterritoriales
50
el derecho a decir “no”. un acercamiento a la noción de afectado
sos pesqueros, forestales, etcétera) a raíz de los impactos del proyecto sobre un recurso
natural del que se benefician (SCJN, 2014:33).
14
Preaudiencia sobre Presas, Derechos de los Pueblos e Impunidad, Mesa de devastación ambiental
y derechos de los pueblos, Capítulo Mexicano del Tribunal Permanente de los Pueblos “Presas, Dere-
chos de los Pueblos e Impunidad”, Dictamen final diciembre de 2012.
51
reconfiguraciones socioterritoriales
en sus territorios; sujetos sociales que cuestionan tanto el modelo energético actual,
como su andamiaje jurídico, porque no protegen a las comunidades ni a los ríos.
Por tanto, nos referiremos a afectados/afectadas cuando hablamos de habitantes
que sufren consecuencias negativas en diversos ámbitos (social, ambiental, económi-
co) al vivir en el territorio donde se construye un megaproyecto, en este caso una
presa, y que son interlocutores válidos para la toma de decisiones sobre su territorio.
La noción de afectados/afectadas se encuentra en constante disputa por parte de
todos los actores involucrados en la construcción de las hidroeléctricas.Y su papel es
clave para entender el desarrollo de los conflictos que se generan por megaproyectos.
Los habitantes de los territorios donde se han querido ubicar las presas han
tenido que asumirse como afectados/afectadas desde procesos de autoidentificación
de su papel en la toma de decisión sobre su territorio, pues en caso contrario, serán
invisibilizados o nombrados por los promoventes, la academia o el Estado, negando
su carácter de actores sociales e interlocutores válidos.
La interlocución y el derecho a participar en las decisiones está ganando o per-
diendo, precisamente en ese proceso que vincula autoidentificación y lucha política
en una correlación de fuerzas, es decir, la noción afectados no sólo es una forma-
ción lingüística, sino que se construye en la dinámica política que también depende
de la fuerza y capacidad de los movimientos para nuclear a ese amplio universo de
personas afectadas “la sociedad en su conjunto”, donde sistemáticamente las comu-
nidades campesinas e indígenas son excluidas de la toma de decisiones y de la dis-
cusión sobre el desarrollo que desean o el que se les impone.
En México han cambiado las instancias del Estado y de las empresas encargadas de
tratar el tema social derivado de las presas. En 1988, la CFE creó la Gerencia de De-
sarrollo Social, que debía encargarse de una nueva estrategia para la administración
de los desalojos involuntarios.Y es que el Banco Mundial condicionó su préstamo
para la construcción de las presas Aguamilpa, en Nayarit, y Zimapan, en Queréta-
ro, al manejo de la protesta social. Como mencionaba Vainer para el caso de Brasil,
también en México se crean mecanismos de control bajo presión de las institucio-
nes financieras internacionales.
En la actualidad, a partir de la reforma energética de 2014, en los proyectos
energéticos y por lo tanto en las presas, el encargado de decidir quién es el afectado
en un proyecto es el promovente del mismo. Anteriormente, con fundamento en
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el derecho a decir “no”. un acercamiento a la noción de afectado
53
reconfiguraciones socioterritoriales
1. Los Estudios de Impacto Social fueron una exigencia histórica de los pueblos,
organizaciones y movimientos académicos, etcétera. Esta exigencia se está ma-
terializando en el caso del proyecto hidroeléctrico Paso de la Reina, pero ter-
giversada.
2. Las actividades planteadas en el estudio de impacto social están enfocadas a
legitimar los resultados, así como convencer a la gente de las “bondades del
proyecto”, la gran limitante de los estudios sociales es que se pueden realizar
desde el escritorio.
3. La Ley de la Industria Eléctrica (LIE) no contempla una instancia donde las
poblaciones pueden apelar a los resultados de Estudios de Impacto Social, esta
limitante violenta el derecho a la información y participación.
15
Educa. Servicios para una Educación Alternativa, es una organización no gubernamental con
sede en la ciudad de Oaxaca que impulsa la democracia y el desarrollo en las comunidades oaxaqueñas,
además promueve la justicia, la equidad y la participación social para elevar la calidad de vida de los
sectores marginados de la población.
54
el derecho a decir “no”. un acercamiento a la noción de afectado
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reconfiguraciones socioterritoriales
de defender los derechos indígenas. Las ONG aludidas son el Mapder, la Asamblea
Popular del Pueblo Juchuteco (APPJ) y Lavida, que actúa en Veracruz. Es interesante
que ninguna de las mencionadas son ONG pues se identifican como movimientos.
En ocasiones han sido apoyadas por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME)
y por El Barzón (Meana, 2015). Héctor Garza, del despacho Rich Muller dice: “Ya
recibimos amenazas formales de las ONG de que lo van a hacer. Son talibanes del
medio ambiente y talibanes del derecho indígena que están entorpeciendo los pro-
yectos del país” (Meana, 2015).
Otra manera de hablar del conflicto tiene que ver con los procedimientos le-
gales, como lo mencionado en la nota de Reforma: “Los amparos de comunidades
contra los proyectos eléctricos están deteniendo inversiones por más de 19 mil mi-
llones de pesos” (Suárez, 2016), Mekler de la Asociación Mexicana de Energía Hi-
droeléctrica (Amexhidro) mencionó que existen entre 700 y cuatro mil estudios de
proyectos solares, hidroeléctricos, eólicos y ciclos combinados. Por su parte, la Aso-
ciación Mexicana de Energía Fotovoltáica y la Asociación Mexicana de Energía
Eólica (AMDEE) dicen: “Hay grupos, y no son ni los propietarios ni los potenciales
beneficiados del proyecto los que están en contra. Son grupos, organizaciones no
gubernamentales y grupos políticos que lo que quieren es sacar ventaja provocando
situaciones complejas” (Suárez, 2016).
En 2015, Katya Puga Cornejo, entonces directora de Impacto Social y Ocu-
pación Superficial en la Sener, mencionó que había 750 manifestaciones de impacto
social en lista para ser aprobadas (Meana, 2015).Y en 2016, la Sener había recibido
un total de 1 661 solicitudes de EVIS para nuevos proyectos energéticos en el país,
de las cuales sólo ha logrado procesar una tercera parte; es decir, 532 solicitudes has-
ta octubre de ese año. Los inversionistas hallaron una barrera que la autoridad no
previó en el diseño de la reforma energética (García, 2016). Se argumentaba falta de
personal en la dirección encargada de las evaluaciones de impacto social.
Rodolfo Salazar, director general adjunto de EVIS y Consulta de la Sener en
el periodo de Peña Nieto, señaló que del total de evaluaciones, 280 corresponden
a proyectos eléctricos (García, 2016). De 2015 al 2 de marzo de 2017, de las poco
más de dos mil EVIS que ingresaron a la Sener, 1 493 contaban con su resolutivo y
dictamen correspondientes. Salazar reconoció que existían cuatro proyectos deteni-
dos que entraron en un proceso jurisdiccional porque particulares manifestaron su
inconformidad con sus evaluaciones o con las consultas indígenas. Una estación de
servicio, un ducto, un proyecto eólico y uno hidroeléctrico son los cuatro casos. A
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El derecho a decidir
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Hay que seguir desarrollando sus propios proyectos frente a un capitalismo salvaje que
viene a explotar los recursos naturales de nuestros pueblos, hay otra forma de progre-
sar y desarrollarnos, que no es precisamente la acumulación de capitales, la mentalidad
extractivista, la privatización del agua o de los recursos naturales, creemos que hay otra
organización, otra forma de vida en donde podemos convivir con respeto y dignidad
(entrevista, noviembre de 2015).
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reconfiguraciones socioterritoriales
Conclusiones
¿Quiénes son las y los afectados?, ¿cuál es la afectación?, ¿cómo se responde ante los
reclamos de este sujeto político emergente?; preguntas que son parte de las disputas
territoriales en torno a proyectos de presas y que permiten identificar las visiones
antagónicas sobre la vida y el uso del territorio y los bienes naturales, pues lo que
está en juego es la posibilidad de que las comunidades sigan existiendo y desarrollen
sus alternativas desde los espacios locales.
Las comunidades exigen ser tomadas en cuenta y participar activamente en los
proyectos mediante los diversos movimientos sociales. Pero no sólo que se les infor-
me de éstos sino que tengan capacidad real de incidir en ellos y que su voz sea in-
corporada. Algunos autores han aportado a la construcción de la noción de afectado,
como Carlos Vainer que muestra diversas acepciones; mientras que Cernea enfatiza
la invisibilización de los efectos de las presas; y Arach señala los contextos en los que
ocurre la afectación y el sentido ambivalente de la condición de afectado: como obs-
táculo al proyecto cuyo aval hay que conseguir a toda costa o como actor social que
se reivindica como afectado y exige consulta y derecho a decidir.
Existe actualmente un sustento legal para determinar quiénes son los afecta-
dos, cuáles son las afectaciones y si debe realizarse consulta o no, es decir, sobre los
mecanismos burocráticos que se incorporaron al aparato institucional en torno a
los megaproyectos. Aunque podría ser un avance en relación con décadas anteriores
donde los afectados simplemente “no existían”, falta mucho para que estos procedi-
mientos abonen a la toma real de decisiones de las poblaciones sobre su territorio.
Un problema relevante es que los promoventes restringen la noción de afecta-
do a quienes tienen título de propiedad de la tierra y con ellos negocian, ya sea en
asambleas ejidales o comunales, o de manera privada si son pequeños propietarios.
Esta visión agrarizada de las y los afectados trata de dividir y evitar la respuesta de
la sociedad en su conjunto, la respuesta comunitaria; los promoventes dejan fuera a
afectadas/os que, sin ser propietarios o con escaso acceso a la propiedad como niños,
jóvenes y mujeres. Esta visión acotada de las y los afectados se apoya en nociones
técnicas que carecen, quizá a propósito, de una mirada regional de los proyectos. Es
interesante también que una de las estrategias de las comunidades ha sido cambiar los
estatutos ejidales o comunales para declarar sus territorios libres de megaproyectos,
como Zacualpan, una pequeña comunidad indígena nahua del municipio de Co-
mala, en Colima; o en el estado de Chiapas, donde 40 ejidos de los municipios de
Tuzantan, Huhuetan, Tapachula, Escuintla, Acacoyagua, y Motozintla, Chicomuselo
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el derecho a decir “no”. un acercamiento a la noción de afectado
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63
reconfiguraciones socioterritoriales
Entrevistas
64
La indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo:
lecturas desde la etnicidad de las luchas territoriales
Introducción
* Integrante del Colectivo Enconttra y doctorante en Desarrollo Rural por la Universidad Autó-
noma Metropolitana, Unidad Xochimilco [otaviogr@gmail.com].
1
Encontro Estadual dos Povos de Faxinais.
2
Articulação Puxirão dos Povos Faxinalenses.
3
I Encontro dos Povos e Comunidades Tradicionais.
65
reconfiguraciones socioterritoriales
4
La interpretación de este término requiere elementos propios del contexto en que está inmerso
y, por lo tanto, creemos que no sea adecuado realizar una traducción libre al español, sino más bien
contextualizarlo desde su contenido histórico.
5
El carácter patriarcal del colonialismo/capitalismo va de la mano con el racismo en la producción
histórica de las condiciones de acumulación y reproducción del sistema capitalista; sin embargo, en este
momento se priorizará el análisis sobre la producción del racismo.
66
la indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo
América Latina fue el espacio original y el tiempo inaugural del periodo histórico
y del mundo que aún habitamos. En un escenario de desencuentros entre la expe-
riencia, el conocimiento y la memoria histórica latinoamericana, el padrón de po-
der que se inaugura con la colonización, instituye un nuevo modelo de organización
social que integra, sistémicamente, explotación y dominación social (Dussel, 1994).
La tecnología asociada con la primera etapa del proceso de colonización de América
es la invención de la “raza” como categoría social. El racismo es uno de los elemen-
tos fundantes, originarios, de la producción de la razón del Estado y de la economía
capitalista, y no su consecuencia. El nuevo sistema de dominación social se basa en
“la idea de que los dominados son lo que son, no como víctimas de un conflicto de
poder, sino en cuanto inferiores en su naturaleza material y, por eso, en su capaci-
dad de producción histórico-cultural” (Quijano, 2006:355). La imposición de este
sistema a lo largo de los siglos fue tan profunda y continua que el racismo se fusio-
nó no sólo a la materialidad de la distribución y circulación de las riquezas, sino a
la constitución misma de las subjetividades.
Quijano argumenta que este proceso no podría haber germinado en cual-
quier contexto, sino que hubo una confluencia heterogénea de diversos elementos
que lo produjeron:
La clasificación racial, puesto que se fundaba en un desnudo producto mental, sin nada
en común con nada en el universo material, no sería siquiera imaginable fuera de la
67
reconfiguraciones socioterritoriales
De una parte, una re-colonización de los pueblos en los términos de esa nueva globali-
dad y de sus controladores. De otro lado, la producción y reproducción de identidades
generadas, precisamente, en aquel contexto de poder, y en consecuencia, como hace
500 años, sobre la base de categorías de ese nuevo carácter colonial (Quijano, 1992:11).
Sin ella, sin la violencia colonial, no habría sido posible la integración entre tales nue-
vos sistemas, menos aún su prolongada reproducción. Así la colonialidad era −es− el
rasgo central inherente, inescapable, del nuevo patrón de poder que fue producido en
América. En eso se fundaba y se funda su globalidad (Quijano, 2006:359).
68
la indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo
69
reconfiguraciones socioterritoriales
sus tierras para trabajar como esclavos en las tierras conquistadas de ultramar, datan
de la década de 1530. Entre esta fecha y el término formal de la esclavitud en 1888,
corrieron más de 350 años. Brasil fue el último país del continente en prohibir el
trabajo esclavo, y los años que siguieron a la abolición no reflejaron un cambio de
régimen para lograr la igualdad de todos los grupos sociales. Ex esclavizados siguie-
ron en condiciones de sobre-explotación de su fuerza de trabajo, no recibieron tie-
rras para trabajar, no tenían base material para desarrollar sus economías o siquiera
un sistema sociocultural que les posibilitara un ascenso social en los marcos liberales.
70
la indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo
del siglo XIX hasta principios del XXI, se instituye el trabajo asalariado adyacente a
la importación masiva de mano de obra europea, sobre todo italiana, para el Sureste
y el Sur del país. En este contexto:
El ex esclavo fue arrojado dentro de un orden social competitivo, como dice Florestan
[Fernandes], que él no conocía y para la cual él no había sido preparado. Para los gran-
des señores de la tierra, la liberación fue una dádiva: no solamente se vieron libres de
cualquier obligación con los ex esclavos que antes explotaban, pero pudieron “eligir”
entre la absorción de los ex esclavos, el uso de mano de obra extranjera que llegaba de
forma abundante al país −cuya importación los señores habían logrado transformar en
“política de Estado”− y la utilización de los nacionales no esclavos. Estos últimos ha-
bían evitado los trabajos manuales por ser símbolo de degradación cuando estuvieron
monopolizados por los esclavos (Souza, 2017:74, traducción propia).
71
reconfiguraciones socioterritoriales
Fernandes afirma:
6
Como se acostumbró denominar al sujeto social formado a partir de la desintegración de las
sociedades indígenas.
72
la indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo
73
reconfiguraciones socioterritoriales
comprensión sobre los vínculos existentes entre los orígenes históricos del racismo
en Brasil y las dinámicas de expansión del capital, responsables de promover el des-
pojo permanente de los territorios campesinos.
A partir de estas líneas se va produciendo un patrón de jerarquización basado en
un proceso histórico de construcción de una subjetividad racista y de sobre-explota-
ción de la fuerza de trabajo campesina. Un patrón de racionalidad que desprestigia los
saberes y el modo de vida campesino frente al comportamiento urbano-occidental,
así denominado “racismo epistémico”. El racismo epistémico es la forma fundacio-
nal de racismo que determina la inferioridad de los no-occidentales, como seres de
“inteligencia inferior” y carentes de racionalidad. El autor argumenta que en la tra-
dición racista eurocéntrica, se considera la cultura occidental como la única capaz de
producir conocimiento legítimo y la única que posee acceso a “la universalidad, a la
racionalidad y a la verdad” (Grosfoguel, 2011:343).
De esta forma, el campesinado en Brasil fue sometido a la mirada académica que,
detenida en formulaciones teóricas elaboradas desde la experiencia campesina europea
e iluminada por la episteme positivista, creyente del “etapismo” ingenuo de modos de
producción, lo ha relegado a la pasividad histórica y a la inevitabilidad de su extinción.
Además, la mirada intelectual eurocéntrica, impregnada de este racismo epistémico,
tiende a negar la importancia central de los pueblos indígenas y africanos en la for-
mación del campesinado brasileño, más allá del carácter proveedor de contingentes
de población. Es decir, niega sistemáticamente sus mundos de vida auténticos, su ex-
periencia concreta y la posibilidad de autotransformación y resiliencia, su capacidad
de producir territorio y política sin reproducir los modelos europeos.
Como alega Oliveira (2001:185; traducción propia), “la historia que marca la
larga marcha del campesinado brasileño está escrita en las luchas muchas veces (o casi
siempre) sangrientas de esta clase social”. El autor es responsable de trazar algunos
supuestos teóricos que deben ser resaltados para fortalecer el debate que deseamos:
1) la expansión del capitalismo en el campo ocurre de forma heterogénea, comple-
ja y, por lo tanto, plural; 2) el carácter rentista7 del capitalismo en Brasil es posible
porque en este país, el capitalista y el propietario de tierras son la misma persona.
Según Oliveira (2001:186, traducción propia),“este proceso que tuvo su origen
en la esclavitud ha sido cada vez más consolidado, desde el paso del trabajo esclavo
7
Se destaca el papel de las rentas diferenciales, que proviene de las diferentes calidades de la tierra
o de su ubicación en relación con los mercados.
74
la indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo
8
El término “tierra devoluta” tiene origen en las tierras devueltas por la corona portuguesa cuan-
do concluyó el régimen de Sesmarías. Actualmente por tierra devoluta se entiende toda tierra pública
indeterminada, es decir, que no ha sido oficialmente identificada por el Estado (Chamo et al., 2007:7).
75
reconfiguraciones socioterritoriales
9
Sea por medio de compra directa o falsificación de documento escritural de propiedad, práctica
ampliamente ocupada, conocida en Brasil como grilagem.
10
A diferencia de la noción de extractivismo que se popularizó por el ambientalismo y por la ecolo-
gía política en América Latina hispánica en las últimas décadas, en relación con el carácter de la economía
primaria y exportadora, en Brasil, dicho término remite a las luchas socioambientales de la década de
1980, que tuvieron en el estado de Acre, en la región amazónica, su centro de conflicto. En este contexto,
el extractivismo se entiende como las prácticas de subsistencia realizadas por los pueblos de la selva o
“seringueiros”, que basaban su actividad económica en la extracción de los recursos forestales como el
caucho, en asociación con sus sistemas de cultivo.
76
la indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo
77
reconfiguraciones socioterritoriales
11
La expresión utilizada para referirse al área del criadero comunitario difiere según las distintas
localidades. En las comunidades faxinalenses del sur de la Región Metropolitana de Curitiba, la expre-
sión más utilizada es “criador”. Por otro lado, en el norte del estado de Santa Catarina, comunidades
que poseen la misma organización de crianza animal comunitaria atribuyen la palabra “caíva” a este
espacio, sin reconocer la palabra faxinal. De hecho, en muchas comunidades faxinalenses el auto-
reconocimiento de esta identidad territorial es reciente, vinculado con el proceso de organización.
12
La práctica del Puxirão se asemeja a lo que en México se conoce como mano-vuelta y tequio. Se
trata del trabajo comunitario destinado al interés colectivo, de todos los miembros de la comunidad, o
destinado a un particular, como expresión del apoyo mutuo existente en estas comunidades.
78
la indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo
79
reconfiguraciones socioterritoriales
[...] no se trata más de buscar el “origen” u ocuparse con la “genealogía” de las cate-
gorías jurídicas en un intento de “encuadrarlas” a las situaciones empíricamente obser-
vadas. Se trata de percibir que es la “conciencia de sí”, de pertenencia a determinado
grupo social, la que representa el elemento clave para el reconocimiento y la garantía
de la defensa de los derechos que involucran estos grupos sociales (Shiraishi, 2009:24,
traducción propia).
O sea, no son los bienes patrimoniales (el territorio) los que determinan las
interpretaciones, sino las construcciones sociales desde los sujetos.
Esto es posible porque opera la construcción de una identidad territorial me-
diada por la etnicidad. En otras palabras, la existencia colectiva como “pueblo” se
realiza a partir de la producción de una identidad étnica que no es autoevidente,
vinculada a la ancestralidad y a la tradicionalidad, pero de una tradición que no es
determinada por el pasado, sino es construida en el presente y orientada hacia un
futuro común (Souza, 2009:31). Lo tradicional se produce en el contexto de la de-
fensa del territorio como una forma contrahegemónica de existir colectivamente y
plantear un proyecto de vida propio. Así que, al reconocerse en la categoría de povos
e comunidades tradicionais y establecer políticamente la vinculación entre sus derechos
territoriales y étnicos, lo que hacen los faxinalenses es alumbrar la condición indi-
sociable entre colonialismo y capitalismo. En palabras de Bartra:
[...] no es que una parte de los rústicos sea explotada como campesina y otra oprimida
como india, es que la subalternidad agraria resulta de la inextricable combinación de
capitalismo y colonialismo, sin que a la hora de la verdad –es decir de las insurgencias
históricas de gran calado– sea tan relevante la intensidad que cobre uno u otro rasgo
en las diferentes regiones o sectores (2016:150).
80
la indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo
Como Confucio, creemos que “un pueblo que no conoce su historia está condena-
do a repetirla”. En octubre de 2018 los brasileños tuvieron la oportunidad de ele-
gir su nuevo presidente −fenómeno que no es habitual en su historia republicana.
La promesa de campaña del elegido es barrer a la izquierda del país. Desde otras la-
titudes parece difícil entender cómo un país que, bajo gobiernos de izquierda, ha
extinguido el hambre y se ha vuelto la sexta economía del mundo en la década pa-
sada, ahora opta por la extrema derecha, ultraconservadora en las costumbres y ul-
traliberal en la economía.
Sus financiadores son, sobre todo, empresarios del sector minero y agropecuario.
En su arsenal discursivo, se subraya el ataque racista a los pueblos indígenas, afrodes-
cendientes y campesinos, desprecio a las políticas ambientales y a la educación crítica
(que llama “doctrinadora”), aversión a la equidad de género y a los derechos laborales
históricamente conquistados. La idea base del plan de gobierno electo es la propie-
dad privada; pretende acabar con las restricciones de la propiedad, específicamente
lo relativo al ejercicio de la función social en casos de ocurrencia de explotación de
81
reconfiguraciones socioterritoriales
trabajo esclavo.13 En menos de una semana del anuncio del resultado de las urnas, la
extrema derecha política agilizó una secuencia de pautas conservadoras en el ámbi-
to legislativo nacional: la revocación del Estatuto del Desarme, la criminalización del
Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra y la toma de tierras, la criminalización de
la “apología al comunismo”, entre otras. La apertura a la extranjerización del merca-
do de tierras, la privatización de las tierras indígenas, la incorporación del ministerio
de medio-ambiente al de agricultura y la destrucción de los marcos regulatorios de
protección de la Amazonia, entre otras proposiciones.
El recrudecimiento del conservadorismo se explica por diversos factores rela-
cionados, por un lado, a los innumerables errores del campo progresista hegemónico
(PT) en el gobierno y en la oposición democrática, desde el golpe que destituyó a la
presidenta Dilma Rousseff y, por otro, a la influencia de poderes externos consonantes
con la onda conservadora en todo el mundo, la manipulación de informaciones por
medios virtuales, etcétera. La agudización de la crisis económica exige de las élites
económicas medidas drásticas para la sostenibilidad del sistema enfermo y, una vez
más, como en la Segunda Guerra Mundial, el fascismo viene a salvar el capitalismo.
Presenciamos un momento histórico de extraordinaria intensificación del robo
y la expropiación de recursos naturales, cuyas bases representan una gran “crisis de es-
casez”, multidimensional y civilizatoria (Bartra, 2016:169). Lo contradictorio de este
fenómeno se da por el hecho de que el capital, siendo un sistema basado en la acumu-
lación por la acumulación misma y la financierización fluida y ubicua, tiende, en mo-
mentos de crisis, a reanimar su voracidad por las tierras y recursos naturales y repetir
el ineludible ciclo de la separación primitiva entre productores y medios de produc-
ción, tarea que no puede ejecutar sin uso extremo de violencia. La legitimación de
los discursos de odio en el ámbito de las subjetividades favorece la imposición de un
modelo “necroliberal”, donde el uso militarizado del Estado colabora a la agudización
de las dinámicas despojantes del capital.
Para su desgracia, el capital no puede fabricar naturaleza ni fabricar personas, cuya re-
producción responde a lógicas socioeconómicas externas a los circuitos del gran di-
nero, de modo que éste tiene que someterlos una y otra vez por la violencia [...] la
hipótesis de que vuelto mercancía lo fundamental de los medios de producción y de
la fuerza de trabajo, la violencia originaria con que históricamente se les expropió de-
13
La Emenda Constitucional 81/2014 prevé la expropiación de propiedades rurales y urbanas
en que se localice explotación de trabajo esclavo y su destinación a la política de reparto agrario o
programas de habitación popular.
82
la indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo
jaría paso a una reproducción capitalista cada vez menos dependiente de la naturale-
za y la sociedad comunitaria no se cumplió, pues los sistemas socioecológicos pueden
ser intervenidos pero no sustituidos por procesos económicos capitalistas. Entonces, lo
que el sistema no puede producir como mercancía debe transformarlo en mercancía.
Y dado que la vida resiste (la sociedad se defiende de la mercantilización y de paso
defiende a la naturaleza), esta monetarización se opera por la fuerza, por una violencia
como la originaria pero permanente, es decir, primaria y estructural (Bartra, 2016:170).
14
El trabajo doméstico femenino también se incluye en esta lógica, y el patriarcado es igual de
importante que la jerarquización racial para la dinámica de sobreexplotación capitalista y la acumula-
ción originaria, como describe Silvia Federici (2004:148): “una vez que las actividades de las mujeres
fueron definidas como no-trabajo, el trabajo femenino se convirtió en un recurso natural, disponible
para todos, no menos que el aire que respiramos o el agua que bebemos”.
83
reconfiguraciones socioterritoriales
[...] el capital necesita, para aprovechar comarcas en las que la raza blanca no puede
trabajar, otras razas; necesita poder disponer, ilimitadamente, de todos los obreros de la
Tierra, para movilizar, con ellos, todas las fuerzas productivas del planeta, dentro de los
límites de la producción de plusvalía, en cuanto esto sea posible (1912:175).
[...] que permite a las empresas obtener grandes rentas y ganancias extraordinarias, a
partir del despojo de territorios y bienes naturales de las poblaciones, al tiempo que
acentúa las condiciones de exclusión y polarización socioeconómica de esas poblacio-
nes, así como su devastación ambiental (Rodríguez, 2017:42).
84
la indisociable relación entre racismo, capitalismo y colonialismo
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86
Valle de San Quintín: territorio del capital
y contraespacios jornaleros
Introducción
87
reconfiguraciones socioterritoriales
las cinco localidades que se enfocan en este estudio: Punta Colonet, Camalú, Lá-
zaro Cárdenas, San Quintín y Colonia Vicente Guerrero. Apenas en la década de
1970, San Quintín era un espacio casi deshabitado donde se iniciaba la producción
de hortalizas y frutas y un doble e intenso proceso de colonización: por un lado, la
del capital agroexportador, fincada en la inversión y en la asociación de capital tras-
nacional con rancheros locales; por otro, la colonización de trabajadores agrícolas
del Sur indígena-campesino, enganchados o atraídos por el trabajo que se ofrecía en
ese Norte desconocido, blanco, ranchero y empresarial; procesos íntimamente vin-
culados y complementarios que contuvieron, desde un inicio, contradicciones en-
tre capitalistas y proletarios rurales, entre ganancias y salarios, entre la ambición de
riqueza económica y la aspiración a una vida mejor. Desde el inicio, ese mundo se
sostuvo en relaciones de poder y jerarquías de clase, étnicas, de género y asociadas al
lugar de origen. Diferencias, todas, que se expresaron en un orden socioterritorial,
racial, laboral y de género, terriblemente desigual.
En los primeros años, el desconcierto de las y los trabajadores recién llegados,
su desconocimiento del entorno físico y de los modos de vida norteños, la inferio-
rización asociada con su modesta vestimenta y precariedad, al color de su piel, a sus
lenguas y culturas y su necesidad urgente de ingreso, los colocó en situación vul-
nerable ante la sociedad originaria del Valle y sobre todo ante sus patrones. En ese
marco, las instituciones públicas, las organizaciones gremiales y el marco jurídico,
podrían haber contenido al capitalismo salvaje, pero la intervención de sindicatos
de empresa, así como las acciones y omisiones de las instituciones estatales, en lugar
de regular al capital haciendo valer leyes y derechos, dejaron hacer, dejaron pasar,
naturalizando así la explotación extrema, el sexismo y el racismo institucional, em-
presarial y social, y el trato inhumano a la población originaria del Sur, más aún, si
era indígena o de sexo femenino.
En el movimiento de 2015, afloraron conflictos incubados en las últimas dé-
cadas del siglo XX, se reiteraron demandas laborales exigidas 20 años atrás:2 aumen-
to salarial y desaparición del salario compactado, afiliación al Seguro Social, pago
de todas las prestaciones de ley (séptimo día, horas extras, vacaciones, aguinaldo,
2
Algunas de las luchas laborales de la década de 1980 y principios de la de 1990 fueron encabe-
zadas o apoyadas por la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), surgida
en 1975 como una escisión de izquierda de la Central Campesina Independiente. En el Valle, participó
en luchas por aumento salarial (entrevista a Patricia Sierra, 2013 y 2015).
88
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
3
Como la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) y la Confederación Revolucio-
naria de Obreros y Campesinos (CROC). Ambas centrales habían afiliado corporativamente a trabaja-
dores jornaleros y, desde antes, actuaron para apagar brotes de descontento o impulsos de organización
independiente, defendiendo los intereses de las empresas más que de los trabajadores. En ese marco,
sólo la CIOAC tuvo una trayectoria diferente, pero no pudo consolidarse como opción sindical, en
parte porque las centrales corporativas, con apoyo del Estado, se apropiaron de la representación de
las y los trabajadores; en parte, por las divisiones internas y las dudas sobre la actuación de algunos
dirigentes de la CIOAC, como Benito García, quien finalmente sería expulsado; en parte también, por
la represión contra activistas jornaleros, por ejemplo, Maclovio Rojas, uno de sus líderes más críticos y
comprometidos, quien murió en un “accidente” jamás esclarecido.
4
Esta reivindicación, sorprendente en los movimientos de trabajadores rurales, tenía tras de sí
un largo trabajo de difusión de problemas y derechos de las mujeres, impulsado especialmente por
las Mujeres en Defensa de la Mujer, cuyos programas de radio, campañas, eventos públicos, asesoría
y defensa de casos, han sensibilizado a la población, en particular a los dirigentes de la Alianza que si
bien incorporaron la propuesta contra el hostigamiento sexual, no incluyeron otras reivindicaciones
muy relevantes para las jornaleras ni propiciaron su participación en la dirección del movimiento.
Sería más adelante, cuando impulsan la organización sindical, que se harían esfuerzos por promover la
organización de las jornaleras.
89
reconfiguraciones socioterritoriales
5
Con Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos (2017-2021), el TLCAN fue sustituido
por un nuevo acuerdo: el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC, por sus siglas en
español), signado el 30 de noviembre de 2018, justo el último día de la administración de Enrique
Peña Nieto en México.
90
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
El texto inicia con una breve exposición sobre los referentes conceptuales que
iluminan el análisis. En seguida se aborda la producción social del territorio como
un proceso en tensión: desde la apropiación capitalista del Valle de San Quintín y el
papel activo de la población trabajadora creando contraespacios. Para profundizar en
la naturaleza del territorio producido se problematiza el enfoque de intersecciona-
lidad por ser pertinente en un Valle donde el racismo, el sexismo, el adultocentrismo
y el desarraigo, potencian la explotación y opresión de grupos indígenas, mujeres,
jóvenes, adultos/as mayores; pero también se expresan en la emergencia de actores
socioterritoriales no sólo identificados como clase explotada. La producción social
del territorio se mantiene como eje de la reflexión en todo el texto, ligado a una
multiplicidad de opresiones y luchas sociales en las que la producción de lo común
resulta clave para que la población trabajadora se vaya formando como clase y para
disputar el orden socioterritorial. En el último apartado se trata de atar cabos, pues
a lo largo del capítulo se manejan diversos elementos y ahí se enfatiza su relación.
Finalmente se exponen las conclusiones.
Referentes conceptuales
Para comprender el surgimiento del Valle de San Quintín, que hace medio siglo era
un espacio prácticamente virgen, resulta pertinente la propuesta de Henry Lefebvre
(1976) sobre la producción social del espacio, entendiendo que el espacio no es neutral
sino modelado por elementos sociales y naturales, por procesos económicos y polí-
ticos hegemonizados por el capital; así como la propuesta de Ulrich Oslender (2002)
quien, reconociendo la hegemonía del capital y las relaciones de poder, advierte que
las resistencias y movimientos sociales producen contraespacios donde florecen, desde
una posición subalternizada y fragmentaria, pero prometedora y vital, órdenes socia-
les y territoriales alternativos al orden capitalista del espacio y de la vida social; me
ilumina la idea de territorios plurales de Vladimir Zambrano (2002) para reconocer
que coexiste una diversidad de formas de percibir, vivir e identificarse con el territo-
rio, es decir, diversas territorialidades, que la territorialidad se construye en dinámicos
procesos, más aún en un contexto como el de San Quintín, donde el grueso de la
población es migrante o inmigrante con orígenes geográficos y culturales diversos.
A partir de estos autores, concibo el territorio como un concepto sintetizador
que contiene categorías interrelacionadas, como un espacio físico y social producido
por actores sociales en tensión, que ponen en juego su territorialidad, sus recursos y
91
reconfiguraciones socioterritoriales
su poder, con el fin de producir un espacio ad hoc a sus intereses. Si bien el concepto
contiene múltiples dimensiones: ambiental, cultural, identitaria, económica, social...
las tensiones, conflictos e interacciones entre actores sociales y de éstos con el es-
pacio hacen de la dimensión política y de las relaciones de poder elementos clave y
constitutivos del territorio. Por todo ello, la producción social del territorio no sólo
alude al espacio, sino a diversas dimensiones −con énfasis en la dimensión política−,
que lo hacen posible. El territorio está poblado de actores sociales que intervienen
en su producción; involucra procesos, tiempo y espacio en interacción.
Lejos de la pretensión de escribir la Historia del Valle o de la agroexportación
en el Valle de San Quintín, busco en la memoria de algunos actores sociales y en es-
tudios previos los elementos para comprender la producción física y social de este
Valle, del orden social que posibilita el auge agroexportador, la migración-inmigra-
ción-colonización del Sur al Norte, el estigma racista que marcó a los recién llegados
y las relaciones laborales, sociales y de poder, sobre las que se funda aquel territorio.
La relación entre establecidos y marginados (Elías, 2012) da luz al momento fun-
dante, cuando el arribo de sureños al Norte queda marcado por relaciones de poder
y jerarquías basadas en la pertenencia, la natividad y el arraigo que perduran hasta
hoy; sólo contenidas o modificadas por resistencias y luchas sociales, cuando la po-
blación jornalera se arraiga y desarrolla su propia territorialidad dotando de nuevos
significados el espacio vivido, ya no como un entorno desconocido, ajeno y hostil,
sino como un espacio susceptible de ser apropiado subjetiva y materialmente, pro-
ducido también por deseos de vida; y desestabilizando el orden socioterritorial al
afirmar nociones de humanidad, pertenencia y ciudadanía.
En este territorio en disputa, donde los actores sociales no sólo se confrontan
por motivos laborales sino étnicos, de género y políticos, adopto el enfoque intersec-
cional (Viveros, 2016) que plantea la imposibilidad de comprender la opresión de los
actores sociales −en especial de las mujeres− contemplando sólo las desigualdades de
género, y argumenta la necesidad de reconocer las múltiples matrices de opresión
que pesan sobre ellos, su intersección e interacción.6 Género, raza y clase, han sido
las categorías más tocadas desde el enfoque interseccional, sin embargo, en el Valle de
6
La noción interseccionalidad surge en el marco del debate feminista, en 1989, cuando la abogada
estadounidense Kimberlé Crenshaw se propuso evidenciar la invisibilidad jurídica de las múltiples di-
mensiones de opresión vividas por trabajadoras negras. Desde entonces se extendió su uso, sobre todo
en estudios feministas y de mujeres (Viveros, 2016:5-9).
92
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
San Quintín, las diferencias etáreas y de arraigo son indispensables para comprender
la forma en que se produce el territorio.
La centralidad de la relación trabajo asalariado-capital en San Quintín exige
un análisis de clase no sólo como una matriz de opresión −sugerida por el enfoque
interseccional− sino como una categoría constituida por la acción: las clases se cons-
truyen en su lucha, lucha de clases que presupone subjetivación, por ejemplo, de las
relaciones de explotación; pero no sólo ello, pues la subjetividad y la producción
de significados, es decir, de cultura, son procesos que se gestan en todos los ámbitos
de la experiencia a la vez que sintetizan experiencias pasadas y legados colectivos.
Desde esta concepción me desmarco de la versión economicista-estructuralista que
define a las clases por su lugar en la estructura productiva y les asigna un papel his-
tórico determinado. Retomo a E.P. Thompson (1977),7 quien propone abordar el
análisis de clase desde su proceso histórico, y considerar no las relaciones de explota-
ción sino las relaciones sociales en muy diversos ámbitos de la vida cotidiana, donde
se producen significados, cultura, identidad, subjetividad y donde se gestan motivos,
sentimientos, acciones y luchas. Con Thompson como referente central, más que
hacer un profundo análisis de clase, tomamos algunos elementos para aproximarnos
al cómo, la producción de lo común, de una comunidad que se identifica en el pasa-
do indígena campesino y el presente proletario y urbano popular, que se sobrepo-
ne al desconcierto inicial arraigándose y luchando por los sueños que motivaron el
éxodo al Norte y por derechos y ciudadanía; al cómo la comunidad es condición de
la formación de clase en el Valle y entra a la disputa por el territorio.
Reconociendo que la comunidad no es homogénea y que las mujeres de San
Quintín viven opresiones particulares, asumimos que existe un sistema sexo-género que
atraviesa el tejido social (Rubin, 1997),8 construido en una larga historia marcada
7
A partir de La formación de la clase obrera en Inglaterra, la obra donde Thompson (1977), más que
debatir el concepto, hace un análisis que despliega su concepción, Enrique de la Garza teoriza: “La
existencia de la clase [...] es una totalidad en movimiento, totalidad entendida como niveles diversos
de realidad de la clase, con determinaciones complejas y recíprocas entre los diversos niveles. Por ello,
el análisis de la clase obrera sólo puede realizarse en movimiento, no por simples cortes transversales
en el tiempo, sino en largos periodos [...] en procesos de formación [...] y de identificación de sus
intereses y de sus enemigos” (2018:202).
8
Gayle Rubin (1997) retoma a Marx para afirmar que en el corazón del capitalismo se halla la
opresión de las mujeres (el trabajo doméstico impago reproduce a la fuerza de trabajo y contribuye a
la acumulación del capital) pero −dice la autora−, la opresión femenina rebasa y antecede al capitalismo
93
reconfiguraciones socioterritoriales
y no todas las prácticas sexistas tienen un sentido directamente económico. Concibe el sistema sexo-
género como el conjunto de disposiciones por los que una sociedad transforma la sexualidad biológica
en productos de la actividad humana. Plantea que la derrota histórica de las mujeres está en el origen
de la cultura, pues el tráfico de mujeres en sociedades primitivas respondió a la prohibición del incesto
y a pactos políticos que convirtieron a las mujeres en objeto de intercambio, impuso una normatividad
heterosexual y restringió la sexualidad femenina. Rubin concluye que el sistema sexo-género debe ser
reorganizado mediante la acción política, no contra los hombres, sino para cambiar el sistema sexo-
género que oprime a las mujeres.
9
Joan Scott (1997) señala que el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder,
implica los planos simbólico y normativo, la identidad y la subjetividad, así como el análisis (no sólo el
sistema de parentesco), de la familia, el mercado de trabajo, la educación y la política.
10
A diferencia de la mayoría de los textos que utilizan el enfoque interseccional y que lo atribuyen
exclusivamente al feminismo negro estadounidense, Mara Viveros hace una genealogía del concepto
y reconoce aportes que le anteceden tanto del feminismo negro como del latinoamericano y de
enfoques epistémicos descolonizadores. También plantea ejes de debate y alcances de este enfoque,
enfatizando la necesidad de contextuar y localizar los análisis.
94
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
Apenas en la década de 1970 el Valle de San Quintín era un desierto casi deshabi-
tado y con escasa producción,11 actualmente se estima que hay entre 7 mil y 10 mil
hectáreas sembradas, 122 agronegocios y alrededor de 100 mil habitantes. ¿Cómo se
produjo este vertiginoso crecimiento demográfico y productivo?
Desde la década de 1970, pero sobre todo en la de 1980, la perforación de po-
zos para riego y la construcción de la Carretera Transpeninsular generaron grandes
expectativas de negocio, pues la frontera con Estados Unidos, principal comprador
de hortalizas mexicanas, queda a 300 kilómetros, ventaja comparativa y señal de ga-
nancias extraordinarias, pues los campos sinaloenses −tradicionales exportadores de
hortalizas− están a un millar de kilómetros de la frontera. Ante tal expectativa los
agroempresarios enviaron “enganchadores” a Sinaloa, para atraer jornaleros hacia San
Quintín; y cuando el negocio entró en auge, el enganche se fue hasta las regiones
indígenas y campesinas de Oaxaca y otras entidades del Sur. Así se produjo, prime-
ro, una migración pendular (Sur-Valle de San Quintín-Sur), y luego una creciente
inmigración del Sur al Norte. Hoy, en San Quintín trabaja población originaria de
todos los pueblos indígenas y entidades de México, sobre todo de Oaxaca.
Desde que arribaron las y los primeros jornaleros y casi hasta el final de la dé-
cada de 1990, los campamentos o galeras fueron el lugar de concentración y vivienda.
A mediados de la década de 1980 llegaron a registrarse 40 campamentos (Velasco,
Zlolniski y Coubès, 2015), y en algunos de ellos vivían hasta cinco mil personas.12
11
En la década de 1930 llegaron ocho familias de Estados Unidos a explotar cuatro ranchos ex-
propiados a colonos ingleses luego de la Revolución. Sólo uno fue habitado. Hasta la década de 1960
la región permaneció casi sin gente y con escasa actividad productiva (Espinosa, 2013:29).
12
Con base en estudios de Niño (2006), Garduño, García y Morán (1989), y mis propias entrevistas
(2012, 2013 y 2015) reconstruyo una imagen de los campamentos: largas galeras de lámina, divididas
en cuartos de cinco por cinco metros con un corredor para comunicar a todos los cuartos. Las letrinas,
donde había, eran incómodos e inútiles espacios hechos con madera de deshecho, cuya pequeñez im-
pedía cualquier movimiento. Los baños eran cuartuchos con varas y plásticos de sacos de agroquími-
cos, pero había que transportar agua en cubetas desde la toma común o del aguaje contaminado. Entre
las cuatro y las seis de la tarde, entrar a los cuartos del campamento era como ingresar a una cámara
de gas, en cada cuarto había un fogón para hacer la comida, los fogones generaban tanto humo que la
visión y la respiración se dificultaban. La leña se recolectaba en lugares distantes. Las cubetas invertidas
que servían para colectar jitomate hacían de sillas. Con cartones o costales de agroquímicos hacían
“petates”, o se improvisaban camas con cajas de empaque de jitomate. A veces, del techo colgaba una
95
reconfiguraciones socioterritoriales
Los campamentos, hoy casi desaparecidos −quedan cuatro o cinco−, fueron espacios
de control total y dependencia de las y los trabajadores con respecto a sus patrones,
así como de vulnerabilidad ante atropellos flagrantes. Al comenzar la década de 1980
el paisaje del Valle mostraba verdes campos agrícolas a la vera de la carretera y gale-
ras con menos acceso a las vías de comunicación, dispersas entre sí y lejanas al área
residencial de la población oriunda del Valle.
La población jornalera, en una moderna relación colonial, fue percibida como
simple fuerza de trabajo despojada de humanidad, bestializada y tratada con un len-
guaje de pura violencia;13 y su vida se ordenó desde la lógica del capital, cuya sed de
ganancias produjo un territorio inhumano y segregado: por un lado, la población
trabajadora, confinada en galeras; por otro, la población oriunda del Valle. Como dice
Lefebvre (1976), la producción del espacio está saturada de relaciones de poder/sa-
ber que se expresan en paisajes materiales y discursos de dominación y resistencia.
Al tiempo que prosperaba la agroexportación, el Sur vivía el desgarramien-
to físico, emocional, social, cultural, político... de familias y pueblos que hallaron en
San Quintín un complemento a sus precarios ingresos. Los profundos cambios que
ocurrían en el Norte (la pujanza de las empresas agroexportadoras) y en el Sur (la
ruina de la agricultura campesina), han sido dos caras de un mismo proceso apunta-
lado por una política que desde la década de 1980 favorece a la empresa y desahucia
al minifundio, que desarticuló y desarticula la vida en el Sur para rearticular la fuer-
za de trabajo campesina en el Norte. El Valle de San Quintín es una moderna crea-
ción del capitalismo.14 En ese sentido, el capital global, con la mediación del Estado,
hamaca hecha con costales de agroquímicos para acostar al bebé. Niños y niñas con voluminosos
vientres andaban descalzos, jugaban en los charcos, entre montones de leña y tendederos de ropa. La
mayoría de las familias se abastecía en las tiendas de los campamentos, más caras que en los poblados; la
carne era inaccesible para el presupuesto familiar y lo más probable era que la familia sólo consumiera
sopa de pasta, frijoles y tortillas. En tiempo de calor, la temperatura del campamento era insoportable,
en tiempo de aguas “llovía” en los cuartos debido a las goteras, y en invierno se volvían gélidos pues
las láminas no son material térmico.
13
Las reflexiones de Ajari (2011) iluminan el carácter colonial de la relación entre trabajadores a
jornal y agroexportadores: los modernos colonizadores naturalizan la existencia de seres subhumanos,
bestializando así al propio colonizador. En un marco colonial, la economía capitalista produce bestias
de carga (una de las acepciones de la bestialización) e inferioriza individual y colectivamente al coloni-
zado para explotarlo al máximo y tratarlo como pura fuerza de trabajo.
14
El crecimiento económico y demográfico de San Quintín (entre 1994 y 1999 sus exportaciones
crecieron 230% y la población se multiplicó por diez de 1980 al 2015), no sólo se explica por procesos
96
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
de globalización, sino por políticas de ajuste neoliberal que han arruinado la economía campesina e
indígena, propiciando su empobrecimiento y un intenso proceso migratorio: en 2005, 65% de los
municipios rurales estaban despoblados (Mojarro y Benítez, 2010), y entre 2000 y 2010 la intensidad
migratoria aumentó 36% en los municipios rurales (Bada y Fox, 2014). La contraparte de esta política
campesinicida es la apuesta por la empresa agroexportadora con alta concentración de capital a la que
se destina la mayor parte de los recursos públicos: 42% de los productores que tienen 20 hectáreas o
más reciben apoyos de Proagro (antes Procampo), sólo los recibe 19% de quienes poseen de una a dos
hectáreas y apenas 7% de productores con menos de una hectárea; los productores con tierras irrigadas
reciben dos subsidios anuales y recursos para comercialización e inversiones (Fox y Haight, 2010). En
términos regionales, se privilegia el Norte, se sacrifica el Sur. Las agroempresas del Valle de San Quin-
tín cumplen todas las cualidades que son favorecidas con mayores subsidios y recursos, mientras las
comunidades campesinas indígenas y mestizas del Sur concentran los rasgos asociados a la marginación
o exclusión de tales apoyos.
15
“Miseria y desolación fue lo primero que se me vino a la mente al ingresar al campamento [...] a la
entrada se encuentra una iglesia [...] al fondo las bañeras, los lavaderos y las letrinas de un metro cuadrado.
Más adelante se ubica la escuela primaria bilingüe (de mixteco-español), una guardería en construcción,
así como una pequeña tienda de abarrotes. Al lado derecho se disponen las galeras de lámina con decenas
de cuartos pequeños sin ventilación, tras algunas puertas abiertas se ve la falta de muebles. La gente come
en el piso de tierra. Las galeras forman cuadras y entre ellas hay calles angostas de tierra [...] la gente
recién regresaba de los campos de hortalizas [...] había quienes cargaban leña para su casa [...] un grupo
de hombres conversaba en lengua indígena [...] esa tarde del mes de octubre (hacía frío) y los niños
pequeños andaban descalzos y con camiseta de algodón” (Niño, 2006:183-184).
97
reconfiguraciones socioterritoriales
16
El auge agrícola de esta región tiene en su base la irrigación: entre 1977 y 1985 el área irrigada
creció a una tasa de 15.4% anual; pero de 1982 a 1985 fue al 19%. Tan rápido se multiplicó la perfo-
ración de pozos que la extracción superó la capacidad de recarga de los mantos freáticos (Garduño,
García y Morán, 1989; Clark, 2008); desequilibrio que, junto con el desgaste de la tierra por la inten-
sidad de los cultivos, hace insustentable e insostenible este tipo de agricultura en el mediano plazo.
17
Aun con mayor estabilidad en el empleo, la cantidad de fuerza de trabajo que se demanda en el
ciclo anual es variable: la cosecha primavera-verano requiere más fuerza de trabajo (siguen llegando
jornaleros temporales); mientras que en el periodo invernal hay más jornaleros que trabajo, de modo
que una porción importante sale a Sinaloa o a Estados Unidos para lograr un ingreso.
18
Velasco, Zlolniski y Coubès (2015) cuentan que a fines de la década de 1980, los líderes de la
CIOAC y los trabajadores asumieron la demanda de tierras para salir de los campamentos, de modo que
la tierra se convirtió y sigue siendo el recurso de mayor disputa en el Valle, con un papel central en la
dinámica de dominación y conflicto entre empresarios, gobierno, sindicatos y trabajadores. Los mis-
mos autores distinguen dos momentos de las movilizaciones residenciales: el relacionado con la toma
de tierras y la creación de colonias, y el abocado a la construcción de viviendas y gestión de servicios.
98
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
19
En 2012, las Mujeres en Defensa de la Mujer me llevaron al Parque Ricardo Flores Magón,
apreciado logro de la lucha comunitaria. El parque era una manzana con tierra seca y con mucho
polvo –había viento–, cercada con llantas viejas, sin jardines, senderos o bancas; tampoco personas,
apenas unos cuantos arboles jóvenes, protegidos con varas y cordones de rafia. El parque soñado como
espacio de recreación de la comunidad, deja clara la disputa territorial presente y por el futuro, el papel
del imaginario y la fuerza de territorialidades vitales. En 2016 volví al parque y ya era un espacio con
vegetación y juegos infantiles.
99
reconfiguraciones socioterritoriales
20
El espectacular crecimiento demográfico da una idea de los cambios ocurridos en ese territorio:
la población de San Quintín casi se quintuplicó entre 1979 y 1990 (de 8 559 personas a 38 151); y se
volvió a duplicar entre 1990 y 2010, para llegar a la cifra de 92 177. En la década de 1980 se crearon
13 colonias nuevas, en la de 1990 los asentamientos humanos aumentaron en 20 colonias más (Velasco,
Zlolniski y Coubès, 2015). De alguna manera esos asentamientos se asemejan al Movimiento Urbano
Popular (MUP) que, de las décadas de 1970 y 1980, llegó a poblar áreas periféricas de grandes urbes del
país, articulándose en torno a demandas de infraestructura urbana, servicios y regularización de la te-
nencia del suelo urbano. Aunque el MUP se autodefinía como un movimiento “de clase”, la heteroge-
neidad de orígenes y actividades laborales (un proletariado disperso en múltiples ramas de la economía,
comerciantes, empleadas del hogar, trabajadores por cuenta propia, empleados/as de servicios...), con-
trasta con el predominio del proletariado rural en los nuevos poblamientos del Valle de San Quintín.
21
Territorios plurales, dice Zambrano (2002), donde se sobreponen y tensan múltiples espacios pro-
ducidos por actores sociales en alianza o conflicto; territorios en los que la propiedad territorial es re-
levante pero insuficiente para explicar las relaciones de producción y de poder, donde las pertenencias
étnicas y de género, las diferencias lingüísticas, del color de la piel, de edad, se convierten en motivos
de privilegio o de discriminación para éstos o aquellos grupos.
22
En las colonias populares, las viviendas son de tabicón o de materiales frágiles, aunque también
hay casas grandes “estilo californiano” gracias a las remesas. En estas colonias la infraestructura y ser-
vicios públicos (tomas de agua potable, alumbrado público, pavimentación, electricidad, mercados y
tiendas de abasto, escuelas y servicios de salud, transporte urbano) son deficientes. En el paisaje urbano
predomina el gris del tabicón y el polvo. Sólo algunas calles cuentan con un débil alumbrado público,
por lo que las noches cubren de obscuridad al Valle, sólo el borde de la Transpeninsular se ilumina en
algunos tramos.
100
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
23
Habitar un campamento no sólo obligaba a justificar el uso de la vivienda trabajando, sino a
trabajar con el dueño del campamento.
101
reconfiguraciones socioterritoriales
las luchas sociales, torna indispensable un análisis de clase que vaya más allá de una
descripción socioeconómica; implica asumir la crítica al determinismo económico
que asigna al proletariado un papel revolucionario a partir de su lugar en la estruc-
tura económica, que anula el papel de la subjetividad, y que evita la incertidumbre
deduciendo la Historia desde la economía; también implica distanciarse de visiones
que, al asumir esta crítica, subjetivizaron el análisis al grado de eclipsar la explotación
y el concepto de clase. Intentando evitar esos errores asumo la visión de Thompson:
Junto con este autor, más que identificar clases sociales como “objetos” de-
finidos por un lugar en la producción, tratamos de analizar su formación en largos
e inciertos procesos históricos, fincados, en este caso, en experiencias, memoria y
subjetivación del pasado indígena-campesino, en vivencias migrantes; en la percep-
ción del racismo, la explotación inhumana, las desigualdades y violencias que pa-
decen las mujeres. Reconocemos que en el proceso de formación de clase no sólo
son relevantes las opresiones, sino también las resistencias sociales vinculadas con la
elaboración subjetiva de éstas, al impulso transformador de luchas laborales, urbano
populares y de género. Luchas y resistencias, cotidianas y organizadas, individuales y
colectivas, donde se teje comunidad y se producen contraespacios. En todas estas ex-
periencias las y los jornaleros deslizan nuevos significados e imaginarios sobre sí y
sobre su entorno, producen cultura y proyectos, no sólo como clase explotada, sino
como pueblo subalternizado, insumiso y vital.
Resistencia y lucha, procesos históricos, son inherentes a la perspectiva de cla-
se y aportan un potencial transformador al enfoque interseccional (más centrado en
el análisis de la opresión que en la acción), lo desbordan. Pese a ello, los análisis de
clase, incluso en pensadores como Thompson, han sido insensibles a desigualdades
étnicas y de género, de modo que el enfoque interseccional contribuye a ampliar
y profundizar el análisis de clase. Ninguno contiene totalmente al otro, es su arti-
culación la que potencia el alcance y profundidad de ambos, descubriendo movi-
mientos multifácéticos y multiespaciales protagonizados no sólo por la clase obrera,
sino por actores sociales que, en un largo proceso, van tomando conciencia de sus
102
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
Movimientos como el Paro de 2015 tienen un complejo proceso tras de sí, mediante
el cual, las y los trabajadores a jornal pasaron de la vulnerabilidad a la resistencia, del
desconcierto, la desorganización, el desconocimiento mutuo y el lugar del “extran-
jero”, a ubicarse en ese Valle desconocido, identificarse, tejer redes de comunicación
y apoyo mutuo, cuestionar el racismo, la explotación, la exclusión; disputar el terri-
torio a contracorriente. En “La relación entre establecidos y marginados”, Norbert
Elías (2012) da pistas para analizar el encuentro nativos-inmigrantes como momento
fundante en el que la simbolización jerárquica de la natividad, la pertenencia y el arrai-
go de los establecidos se expresa en un orden social y relaciones de poder desventajo-
sas para quienes recién llegan, y que, por ello, ocupan la posición de marginados. Así,
la natividad y el arraigo resultan elementos constitutivos de las relaciones de poder
entre nativos e inmigrantes.
Algo semejante, pero no idéntico, ocurre en San Quintín, donde los establecidos
no sólo son nativos sino inmigrantes blancos y mestizos cuyos “derechos de perte-
nencia” provienen de su bolsillo y de su color de piel, aunque algunos tengan en
el Valle la misma antigüedad que la clase trabajadora; y donde en las y los margina-
dos, originarios del Sur, con escasos recursos económicos, indígenas o mestizos del
color de la tierra –e incluso sus descendientes nacidos ahí–, se yuxtapone el orden
racial y de clase a su reciente arribo, para inferiorizarlos y estigmatizarlos por los es-
tablecidos, naturalizando y perpetuando así dicotomías de superioridad/inferioridad,
poder/sumisión, patrón/trabajador.
Clark percibe estas construcciones simbólicas que se materializan en relacio-
nes y posiciones sociales:
Para los nativos, los indígenas son extraños: hablan una lengua “que no se entiende”,
“se escucha rara”, “hablan como chinos”; “se visten diferentes”, “en verano las mu-
103
reconfiguraciones socioterritoriales
jeres se ponen pantalón y falda encima ¡Con el calor que hace!”, “tienen costumbres
extrañas”, “vienen de lugares desconocidos” [...] Al paso del tiempo la sociedad se ha
ido acostumbrando a una presencia incómoda [...] caracterizada por la proliferación
de mujeres indígenas (Clark, 2008:12-13).
Aquí se escuchaba mucho que el indígena siempre se la pasa peleando, que era par-
te de su naturaleza, que el indígena siempre le pega a su mujer, que el indígena no va
al doctor porque se cura con hierbas. En el campamento no se oía tanto porque to-
dos estábamos en la misma situación, pero ya en la comunidad [la colonia popular] sí
se escuchaba eso de que el indígena es el sucio, es el ignorante, es el violento, que le
pega a su mujer, que mira cómo se viste, que cómo habla. Las atenciones médicas [en
los centros de salud] se dan más a las personas que hablan español. Se miraba mucho
el maltrato a las personas que hablaban lengua y a las pobres, humildes pues [...] nues-
tros papás nos dijeron: “el mixteco no les sirve, en vez de ayudarlos los va a perjudicar
como a nosotros”.Y nosotros no volvimos a hablarlo (Espinosa, 2013:43).
Las y los indígenas son extranjeros en su propia nación. El estigma no sólo pro-
vino del arribo reciente, se asoció al “marcador biológico” que los identifica; a su
lengua y cultura “otra” y a su situación de pobreza; la normalidad con que se asu-
mió esta devaluación se enraiza en una larga historia de racismo social e institucional
que aquí se replica como habitus, estructura de una coreografía social gestada en la
Colonia que vuelve “sentido común” la inferioridad de lo indígena. La significación
inferiorizante de la diferencia se recrea en el momento fundante del moderno Valle
de San Quintín, perdura en el tiempo y produce un territorio donde la violencia
estructural y la segregación residencial en campamentos o colonias proletarias im-
plica una intersección de opresiones: racial, de clase y de arraigo, sobre la población
indígena e incluso mestiza, pues en este Valle, ser jornalero es prácticamente sinó-
nimo de ser indígena y “justifica” desprecio, maltrato y marginación en el lugar de
trabajo –el campo agrícola–, en la vivienda –el campamento o la colonia popular– y
ante las instituciones públicas. La estructuración de las relaciones socioterritoriales
no ha sido estática, como hemos visto, las protestas, paros, demandas y movimientos
sociales irán modificando el espacio y el orden social.
104
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
Género y edad
En el Valle de San Quintín hay una mayor proporción de mujeres asalariadas que en
el resto del país,24 ellas se ocupan en las tareas peor pagadas, viven violencias parti-
culares, mayor riesgo de hostigamiento sexual25 y realizan doble jornada con esca-
sos servicios urbanos y domésticos. Se movilizan junto con los jornaleros en torno
a reivindicaciones laborales y sociales, pero los varones son representantes, voceros,
líderes, interlocutores, negociadores; en una especie de división sexual del trabajo
activista y militante, las mujeres nutren las marchas, proveen de alimentos en plan-
tones y movilizaciones, realizan tareas logísticas y operativas, pero la autoridad y re-
presentación queda en manos masculinas.
La irrupción de ciertos grupos de mujeres en lucha contra la violencia y por
sus derechos26 desestabiliza ese restrictivo orden de género, propicia cambios, así sea
con lentitud, no sólo en la relación con los patrones sino en la familia, en el espacio
privado y en su territorio más inmediato, su cuerpo, al que empiezan a defender y
24
Inmujeres (2018) y Martínez (2018), con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo,
registran que la media nacional es de 43.2% y la media estatal en Baja California llega al 51.2. Fuentes
locales estiman que la población económicamente activa (PEA) femenina en el Valle de San Quintín
alcanza 60 por ciento. Por su parte,Velasco, Zlolniski y Coubès (2015), señalan que la PEA indígena y la
femenina se ocupan mayormente en las actividades peor pagadas (menos de tres mil pesos al mes antes
de 2015) que son precisamente las agrícolas. En cambio predomina el trabajo no indígena, femenino y
masculino, en la burocracia, el comercio y los servicios, actividades mejor pagadas, lo que no significa
que estos trabajadores ganen bien (el ingreso medio no rebasa los 6 500 pesos al mes).
25
Algunos testimonios de Mujeres en Defensa de la Mujer ilustran el porqué no es fácil denunciar
el acoso y el hostigamiento sexual: “Lo primero que pasa por la mente de una mujer antes de denun-
ciar a su superior es que se va a quedar sin trabajo: ‘¡Me van a boletinar y después no voy a encontrar
trabajo!’. Por eso una se va callando y se va callando y se va aguantando. Es una cosa que el patrón
utiliza, el miedo, la amenaza de que si dice algo la corre y la boletina” (Espinosa, 2013).
26
Aunque en las luchas laborales y sobre todo en las urbano populares han participado muchas
mujeres, incluso encabezando, por ejemplo, comités de colonos, las primeras que plantearon proble-
mas, derechos y luchas de género, fueron las Mujeres en Defensa de la Mujer. Dice Amalia Tello (en-
trevista, 2015), mujer mixteca que trabaja en la radio indígena del Valle y que promovió la organización
de esta asociación civil que, en un curso de radio en la Ciudad de México coincidió con una reunión
de mujeres indígenas en la que pudo participar parcialmente, ahí se enteró de que las mujeres indígenas
“teníamos derechos”. A partir de entonces no descansó en su propósito de impulsar la organización de
las mujeres en el Valle de San Quintín. A casi cuatro lustros de acción han avanzado mucho en su labor
de difusión, no tanto en la organización amplia de las jornaleras.
105
reconfiguraciones socioterritoriales
del que empiezan a apropiarse. Pese a que en el Valle hay difusión de problemas y de-
rechos de las mujeres y a que ellas participan significativamente en el jornaleo y en las
luchas jornaleras, lo femenino aún se asocia con el trabajo del hogar y de cuidados,
con el espacio privado, replicando así un habitus patriarcal que estructura jerarquías
y espacios de género que implican desigualdad para las mujeres.
Cierto que en el Valle, las jornaleras ni se reducen al espacio privado ni pue-
den realizar el trabajo del hogar y de cuidados como si sólo fueran amas de casa; su
extenuante jornada laboral tiene efectos en el cuidado de infantes y familiares de
mayor edad;27 padecen pobreza de tiempo. Pese a todo, precisamente por ser jorna-
leras tienen ingresos propios y hallan medios y modos para adquirir conocimien-
tos, habilidades y tener presencia social y pública, como las Mujeres en Defensa de
la Mujer, o jóvenes que, en su mayoría tienen mayor acceso a la educación media y,
en contados casos, a la educación superior. Así, pese a la distribución sexuada de los
espacios público (masculino) y privado (femenino), las mujeres tienen presencia en
los campos agrícolas y en muy diversos centros de trabajo, en escuelas y en movi-
mientos sociales. Los espacios femeninos son diversificados y están ensanchándose.
Las diferencias de edad también dejan huella en el territorio y el orden social,
por ejemplo, la prohibición del jornaleo para menores de 18 años restringió su pre-
sencia en los campos sin garantizar el ejercicio de derechos sociales, pues el Estado
no ha compensado con becas y servicios la supresión del jornal infantil (entrevista a
adolescentes, 2015). No se trata de abogar porque las niñas y los niños trabajen, sino
de evidenciar que la pura prohibición del trabajo infantil no resuelve el problema,
pues ahora, muchos jóvenes que antes trabajaban y estudiaban, convierten la calle
en su espacio cotidiano corriendo los riesgos que conlleva.
La población jornalera de mayor edad (alrededor de 50 años) vive exclusiones
laborales aunque no haya llegado oficialmente a la “tercera edad”. El desgaste físi-
co acumulado en décadas de jornaleo les restringe el acceso al trabajo y, sin seguri-
dad social, la precariedad y el abandono, acentuadas por la lejanía de sus lugares de
origen y las fracturas de las redes familiares que produjo la migración, son comunes
para este grupo de población.
27
Crisis del cuidado por el escaso tiempo que deja el trabajo a jornal, por la división sexista del
trabajo, por las precarias condiciones de vida y la casi inexistencia de seguridad social; todo ello propi-
cia el descuido de infantes y adultos mayores, que se resuelve mediante redes familiares o vecinales de
cuidado creadas por mujeres. La crisis del cuidado se expresa también en crecimiento de adicciones y
vagancia de infantes y adolescentes, y en abandono y soledad de personas mayores.
106
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
Atando cabos
107
reconfiguraciones socioterritoriales
habitar en campamentos, sufrir racismo, vivir para el surco... otras conflictivas, con
mayordomos y patrones, con nativos del Valle, con instituciones públicas; unas más,
subversivas: las luchas por suelo urbano, por servicios, por derechos laborales y hu-
manos, contra la violencia de género... De este amasijo de experiencias, emociones
encontradas, solidaridades, aprendizajes y aspiraciones compartidas, surge la comuni-
dad como una producción constante de lo común. En el Norte se resignifican los
sistemas de cargo de las comunidades de origen, la música y las fiestas patronales, las
tortillas de maíz, el temazcal... Pero el Valle jornalero no es la “comunidad hija” o la
réplica de un pueblo, ni la suma de fragmentos de los pueblos de origen, sino una
compleja creación que combina jirones del Sur con nuevas experiencias en el tránsito y
el Norte; es una comunidad nueva, híbrida, multiétnica, pluricultural, con mestizajes
de sangre, lenguas, culturas; inéditas prácticas, representaciones e imaginarios sociales.
La memoria, la politización de necesidades y malestares, las acciones colectivas,
las resistencias cotidianas y las luchas organizadas, identifican a las y los jornaleros
desde una posición subalternizada, pero también como actores sociales en resisten-
cia y lucha, como colectividad actuante que se arraiga, ensancha las fronteras físicas
y la vida en el territorio; crea comunidad, se forma como clase. Hablamos de un pro-
ceso inacabado, abierto, múltiple, cuyas dimensiones sólo se pueden distinguir con
fines analíticos.
Si para el capital agroexportador el Valle de San Quintín significa estatus, po-
der y, sobre todo, pesos –muchos pesos, o dólares–, para la población jornalera sig-
nifica trabajo duro y esperanza de una vida mejor que buscan día a día.28 Lógicas
confrontadas, actores unidos y en conflicto, donde el poder –por consenso o con
violencia–, y la política, resultan claves. En el marco de esa aguda polarización social
se trenzan estos actores sociales en pugnas cotidianas o en francas confrontaciones.
Aunque la comunidad llega a actuar unitariamente frente al capital y a las ins-
tituciones del Estado –como en el Paro de 2015– no es homogénea, en su interior
hay diferencias y desigualdades, se desdobla cuando algunos de sus actores perci-
ben y se rebelan contra opresiones étnicas, de género o etáreas. No sólo las luchas
28
Aun cuando la noción de derechos y ciudadanía es relevante para las resistencias laborales y so-
ciales, migrantes e inmigrantes han llegado al Valle en busca de una vida mejor, pero hallaron injusticia,
violencia, desigualdad, inhumanidad. Conocer sus derechos permite decir “basta”, no aceptar como
inevitables tales situaciones; sin embargo, creo que el fondo de las resistencias está más allá de los de-
rechos, tiene que ver con un deseo de vida, de un modo de vida, quizá una imagen de felicidad que,
pese a parecer quimera, es palanca de la acción colectiva.
108
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
Conclusiones
109
reconfiguraciones socioterritoriales
110
valle de san quintín: territorio del capital y contraespacios jornaleros
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Entrevistas
112
Territorialidades, intervenciones
y resistencias en el Istmo de Oaxaca
Introducción
Este trabajo presenta un recorrido de largo aliento por la historia de las intervenciones
y las resistencias en el Istmo de Oaxaca, y sus implicaciones para la territorialidad de
sus pueblos originarios. La investigación es de índole cualitativa y está sustentada en
conversaciones y entrevistas abiertas con pobladores de la región, así como en fuen-
tes bibliográficas y hemerográficas. Inicia con los recuerdos idílicos de los ancianos
sobre cómo eran a principios del siglo XX sus formas y mundos de vida, su susten-
to, el medio ambiente, su territorio, sus mitos y ritos. De esta descripción reflexiva
se elabora sobre los primeros cambios venidos de fuera y desde dentro y la signifi-
cancia que éstos tuvieron en los aspectos señalados. En “El desarrollo desde arriba” se
elabora sobre la construcción, en las décadas de 1950 y 1960, de la presa Benito Juárez
y el Distrito de Riego número 19, también se hace mención al desfondamiento de la
cooperativa de pescadores de camarón y el adelgazamiento de la refinería de petróleo
en Salina Cruz. Posteriormente, se aborda la implantación de nuevos megaproyectos,
los parques eólicos, y el acomodamiento y/o la resistencia de los pueblos originarios.
En el siguiente apartado se discurre sobre las estrategias políticas de las comunidades
para regirse de nuevo por sus usos y costumbres en lugar de partidos políticos y así
retomar control de sus territorios, en autonomía, y gobernarse ellos mismos. En “De
113
reconfiguraciones socioterritoriales
En este trabajo los territorios deben ser comprendidos como espacios social y cul-
turalmente simbolizados y adjetivados por cada uno de los actores sociales. Estos te-
rritorios suelen ser muy variados: el cosmos, la tierra, el paisaje, el lugar, el hogar, el
cuerpo mismo. Se pudiera hablar también de territorios descorporeizados, aquellos
producidos por el interaccionismo de los actores como espacios sociales, míticos y
religiosos. Todos y cada uno de estos territorios son constantemente resignificados
y reconfigurados por cada uno de ellos. Esta relación no suele darse entre actores
con agencias2 similares, en ella siempre hay relaciones de poder y disputa oculta, im-
plícita o evidente por tratar de imponer a los otros actores las resignificaciones que
cada uno de ellos haga de estos territorios. Así, un mismo espacio es vivido, perci-
bido, resignificado de forma distinta por cada uno de los actores, y en este sentido,
no obstante que los actores puedan compartir significaciones y adjetivaciones de un
espacio, en el variopinto social es preferible no hablar de un territorio, sino de mu-
chos territorios (Diego, 2010).
1
En este trabajo se concibe como región al espacio terrestre delimitado por cuestiones históricas,
políticas, geográficas, climáticas, culturales, lingüísticas o de otro tipo. Este concepto se diferencia de
territorio, definido en el texto, por lo que no se les debe considerar como sinónimos.
2
Por agencia se refiere aquí al conocimiento, capacidad, redes sociales y manejo de adminículos
tecnológicos, asociados con acciones y reflexiones que impactan o configuran acciones e interpreta-
ciones propias o de otros actores.
114
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
El esencialismo idílico
Los abuelos platicaban que hasta por la década de 1930 cerca del pueblo había ve-
nado, abundaban las liebres y las iguanas, había muchas chachalacas; a veces se oía el
rugido de un jaguar que se aproximaba al pueblo, y quizá un cazador llegaba a pla-
ticar cómo había dado muerte a alguno de ellos. Dicen que en el monte había de
todo, nomás había que salir con un buen mosquetón, escopeta o fusil para regresar
con alguna presa para alimentar a la familia.
Desde el siglo XVIII y con mayor presencia desde mediados del siglo XIX, has-
ta años después de terminada la Revolución mexicana, hubo varias haciendas con
grandes extensiones de tierra en el Istmo oaxaqueño: la más mencionada es la del
Marquesado del Valle, que tuvo sus orígenes en las tierras otorgadas a Hernán Cor-
tés en el siglo XVI y que en el XIX fuera propiedad de la familia Maqueo y socios.3
Otras haciendas de relevancia en la región fueron las de La Venta, Santo Domingo
Ingenio, La Providencia, y Chivela. Contrario a lo que aconteció en el estado de
Morelos, donde las haciendas fueron dejando sin tierras a las comunidades origina-
rias a lo largo de ese siglo,4 en el Istmo las haciendas y las comunidades originarias
mantuvieron una relación de dependencia, ciertamente inequitativa a favor de las
primeras, donde los campesinos solían trabajar en ellas, sin acasillarse, viviendo en sus
comunidades y trabajando la tierra, pescando y cazando para lograr su sustento, y sin
trasladar el costo de su mantenimiento a las haciendas.5 En las comunidades, la tenencia
de la tierra en aquellos tiempos se manejaba comunalmente, su distribución y manejo
se definían en la asamblea de la comunidad, tierra no faltaba, pero tampoco sobraba,
sobre todo la de riego de las partes bajas a las que llegaba el agua desde artesanales re-
presas de carrizo y lodo que acumulaban algo de agua de los ríos que todavía cruzan
las tierras del Istmo de Oaxaca, entre éstos el Río de los Perros, pues en él abundaban
3
Acerca de la historia de esta hacienda, véase Chevalier (1976).
4
Respecto de la pérdida total de la tierra y el territorio de las comunidades originarias a manos
de las haciendas en Morelos, que llevó a estas comunidades a levantarse en armas bajo el liderazgo de
Emiliano Zapata, véase Arturo Warman (1976).
5
John Tutino (1980) hace una excelente descripción de la relación entre las haciendas y las co-
munidades originarias. Este autor plantea una situación agraria, sin grandes problemas durante el siglo
XIX, salvo por un conflicto de linderos entre la hacienda del Marquesado del Valle y la comunidad de
Juchitán. El conflicto agrario y territorial durante el siglo XIX relevante se dio por el despojo del que
fueron sujetas las comunidades de las salinas.
115
reconfiguraciones socioterritoriales
las nutrias de agua dulce. Este sistema de riego llegó incluso a institucionalizarse en
Ixtepec desde fines del siglo XIX con la Organización de Usuarios de Riego Xha-
vizende, A.C., que a más de 100 años hoy aún existe (Zarate, 2015).
En las tierras se cultivaba milpa con maíz zapalote, frijol, calabaza, chiles, plantas
medicinales, quelites. Entre los surcos a veces se lograba atrapar alguna iguana, tejón,
tlacuache, liebre, rata de campo, que venía a complementar la dieta del día. De los
árboles frutales sembrados en los linderos de cada predio se cosechaban mangos, ci-
ruela mexicana, naranja, limón, cocos. Quienes eran osados llegaban a bajar panales
para cosechar la miel con la que elaboraban dulces caseros.
La proteína que no venía de la cacería, de los pollos y de las totolas, solía pro-
venir del mar, de las “lagunas” que se han formado por las barras de arena. Entonces
se pescaba con aperos artesanales tejidos en casa, navegando sobre cayucos: grandes
troncos de madera ahuecados, movidos a vela y a remo cuando escaseaba el viento.
Los pescados y el camarón así obtenidos se secaban o se “oreaban” y se salaban al sol
para conservarlos, a falta de refrigeración y hielo. Así se vendía y se guisaba casi todo
el camarón y pescado en el Istmo.
En esas épocas el río Tehuantepec llevaba mucha agua, tanta que a veces lle-
gaba a limpiar la vía del tren que normalmente pasaba a varios metros de altura de
su cauce. El río se cruzaba en panga, en botes tendidos a lo largo de un cable para
evitar que la fuerza del agua se los llevara río abajo. Mucha de la población lavaba
la ropa en el río, se bañaba en él, y había zonas de baño para los hombres y para las
mujeres –por eso de la moral.Tanta agua llevaba el río que los jóvenes se tiraban cla-
vados desde la vía del tren a sus aguas, y en ocasiones éste se llegaba a salir del cauce
inundando al pueblo; dejando uno que otro ahogado a su paso (Roberto Rodríguez
y Aníbal Rodríguez, pobladores del barrio de Laborío, de Santo Domingo Tehuan-
tepec. Testimonio, diciembre de 2006).
Las comunidades estaban organizadas por usos y costumbres, con autoridades
tradicionales como el consejo de ancianos; la máxima autoridad en muchas de ellas
era la asamblea de la comunidad. No había partidos políticos, y quienes servían al
pueblo eran elegidos a mano alzada en esa asamblea, al igual que los “xuanas”, per-
sonas sabias del pueblo encargadas de impartir justicia, de conciliar, de concertar,
de organizar a los barrios, de resolver conflictos familiares, y entre familias y entre
barrios, así como de conseguir financiamiento para las fiestas, las famosas “Velas”.6
6
Las Velas son festividades de antes de la conquista relacionadas con la cosmovisión indígena, y
resignificadas por la religión católica. Actualmente son fiestas que trascienden lo religioso y que suelen
116
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
La historia, la religión, los mitos y los ritos se transmitían de forma oral de pa-
dres a hijos, de los xuanas a los pobladores de los barrios, de los viejos sabios a los
no tan viejos. Las fiestas religiosas, los lugares sagrados, los eventos relevantes del pa-
sado, los ritos y los mitos se celebraban a veces por varios días en cada comunidad,
contribuyendo a fortalecer la cohesión comunitaria, cuya gobernanza7 era llevada a
cabo sobre su territorio, en autonomía.
durar varios días e incluyen, entre otras actividades, un baile de gala de noche en un espacio suntuo-
samente adornado.
7
En este trabajo, la gobernanza es concebida como una forma de tratar asuntos públicos y privados
con cierta simetría y horizontalidad, en donde diversos actores interaccionan en ocasiones tejiendo
alianzas y en otras confrontándose entre ellos, con el fin de llegar a acuerdos, a consensos o a decisiones
de mayoría sobre lo común. En esta concepción se asume que en el escenario social no suele haber un
único actor que ejerza su poder sobre los otros, y que por lo general interactúan una multiplicidad de
actores, en asuntos que involucran a todos y sobre los que se debe decidir y actuar. En este sentido, el
poder transita de un/os actor/es a otro/s. Lo anterior requiere de la existencia de espacios y de institu-
ciones que faciliten esta interacción y esa toma de decisión y acción colegiada. Sobre esta concepción
de gobernanza véanse Alfie (2013), Bresser y Cunnill (1998), Kooiman et al. (2008) y Jiménez (2015).
8
Para Gustavo Esteva, entre otros, Truman inauguró una nueva percepción de uno mismo y de
“el otro”. Doscientos años de construcción social del significado histórico-político del término “de-
sarrollo” fueron objeto de usurpación exitosa y metamorfosis grotesca: “Ese día, dos mil millones de
personas se volvieron subdesarrolladas. Dejaron de ser lo que eran, en toda su diversidad, y se convir-
tieron en un espejo invertido de la realidad de otros: un espejo que los desprecia y los envía al final de
la cola, un espejo que reduce la definición de su identidad, la de una mayoría heterogénea y diversa, a
los términos de una minoría pequeña y homogeneizante” (Esteva, 2009:22).
9
Sobre el dilema de la infinitud de los bienes naturales, véase Joan Martínez Alier (2009).
117
reconfiguraciones socioterritoriales
Uno de los jinetes apocalípticos del “desarrollo” fue la presa Benito Juárez que puso
bajo el agua al pueblo originario de Marqués de Comillas, del que sólo llega a aso-
marse en época de secas lo que queda del convento dominico del siglo XVI; poca
118
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
cosa. Para poder trazar y construir los canales de riego y drenaje del Distrito de
Riego 19, el gobierno tuvo a bien expropiar toda la tierra de las comunidades ori-
ginarias consideradas en el Distrito, redistribuyéndola entre los afectados, ahora de
forma parcelada y bajo la figura agraria de ejido, y no de comunidad agraria que
era la tradicional en la región. Mas este traspaso jurídico nunca llegó a finiquitarse,
quedando la situación jurídica agraria de esta parte del Istmo en el limbo legal.10
A la presa se sumó el bien llamado “quinteto villánico”,11 integrado por la banca
rural, el seguro agrícola, extensión agrícola, sanidad vegetal y la Compañía Nacional
de Subsistencias Populares (Conasupo), que juntaron sus imposiciones técnico finan-
cieras a las del distrito de riego, enajenando de la lógica de manejo de los recursos
agrícolas a la población local. El banco, el seguro, la extensión agrícola y la sanidad
vegetal, les imponían a los productores las variedades de los cultivares, el fertilizan-
te y los agroquímicos a emplear; la directiva del distrito de riego, ahora decidía qué
cultivos se podían sembrar, en qué superficies, y quién podía sembrar y quién no, de
acuerdo con el agua disponible en la presa. En toda esta imposición técnico produc-
tiva quedó fuera la siembra de milpa que los productores locales llevaron a cabo en
las parcelas de temporal, no sujetas al crédito ni al seguro agrícola.
De la tierra de riego fueron mermando las iguanas, las ratas de campo, los te-
jones y demás fauna, debido al uso de venenos y pesticidas para proteger a los cul-
tivos de estas “plagas”, de acuerdo con la lógica cientificista, mas consideradas por
muchos una fuente de proteína animal. Incluso los zopilotes, que llegaron a abun-
dar limpiando la región de animales muertos, se dejaron de ver, al morir por comer
animales envenenados. Las cosechas de los productos obtenidos en la tierra de riego,
sujetos al crédito y seguro oficiales, ya no se comercializaron libremente en la re-
gión, sino que debían entregarse para su comercialización a la bodega de Conasu-
po, para que por medio del pago de la cosecha se liquidara el adeudo con el banco.
La vejación de la población y de las comunidades originarias por la implanta-
ción externa de esta modernidad inició incluso antes, durante la construcción del
distrito de riego, misma que fue llevada a cabo por contratistas externos que toma-
ron a esta población como fuente de mano de obra barata y que diera evidencia de
haber sido maltratada. El “oropel” de los ingenieros y los maestros de obras atrajo a
10
Sobre la presa Benito Juárez, el Distrito de Riego 19 y la situación agraria en la región, véase
Yanga Villagómez (2002, 2006).
11
Se decía que por su intervención difícilmente un productor podía producir rentablemente.
119
reconfiguraciones socioterritoriales
muchachas jóvenes, gran parte de las cuales no pasaron de haber sido sus amantes
temporales. También se dieron abusos sexuales provocando consternación entre la
población local que llegó a coger a palos a alguno de estos abusadores.12 El distrito
de riego operó con relativa eficiencia, incrementando la productividad agrícola de
las tierras bajo riego hasta mediados de la década de 1980; mas nunca llegó a regar
más de la mitad de las tierras para las que fue programado (Warman, 1972).
La crisis del petróleo y de la deuda externa de principios de la década de 1980,
sometió la política económica del país a los designios del Consenso de Washington,
hoy conocido como el modelo neoliberal, que entre otras cuestiones impuso un
control en la política monetaria, un ajuste estructural y un adelgazamiento e incluso
desaparición de las instituciones gubernamentales que bien o mal apoyaban al cam-
po. Este fue el caso del Distrito de Riego número 19 del Istmo, del que se retiraron
las instituciones, los apoyos, los subsidios y el crédito público, dejando a la mayoría
de los productores con tierra de riego a su suerte; la situación de los productores de
temporal siempre fue más precaria que la de los de riego. Para colmo, los términos
de intercambio de los productos agrícolas en relación con los otros sectores de la
economía se deterioraron tanto que expresado en cifras rancheras, en 1982, año de
inicio de la crisis e imposición del modelo neoliberal, un agricultor requería vender
847 toneladas de maíz para comprar un tractor mediano, y ya para 1988, apenas seis
años después, ese agricultor requería cerca del doble: 1521 toneladas de maíz para
comprar el mismo tractor.13
El abandono del campo por el Estado fue abrupto e indiscriminado. Para mues-
tra unos cuantos datos cuantitativos: la inversión pública para el campo en 1980, pre-
vio a la crisis de la deuda, fue de 80 887 millones de pesos, y para 1987, al término
del sexenio de Miguel de la Madrid, quien implementa la medicina neoliberal en
la política gubernamental, ésta baja en términos reales a 14 758 millones, o el 22%
de lo invertido en 1980. El crédito agropecuario, por su parte, pasó de apoyar a 7.5
millones de hectáreas a principios de la década de 1980 a 1.06 millones en 1994,
reduciéndose fundamentalmente la superficie de temporal e incrementándose la de
riego (Diego, 1998:36-37). Dado el abandono del campo, en la década de 1980 se
incrementa a ritmo acelerado la migración rural hacia los centros urbanos y hacia
los Estados Unidos.
12
Estas situaciones son relatadas por Arturo Warman (1972) en su clásica obra Los campesinos hijos
predilectos del régimen, capítulo I, “La triste historia de un distrito de riego”, pp. 15-27.
13
Comentario de José Luis Calva.
120
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
14
Observación del autor y pláticas con migrantes en las fiestas en Tehuantepec y en el Jordán
(diciembre de 2009).
15
Sobre los fondos sociales véase Bustelo e Isuani (1990).
121
reconfiguraciones socioterritoriales
16
Declaración de Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía (Sener). Noticas NSS, Oaxaca, 27
de septiembre de 2015.
122
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
Hay comunidades que en lugar de aceptar con resignación lo que pareciera ser un
inexorable destino manifiesto de perder su territorio a manos de las empresas eólicas,
han decidido en asamblea comunitaria entrarle a la generación de energía eléctrica
por medio de aerogeneradores, este es el caso de Ixtepec, una comunidad binnizá
del Istmo, que se interesó desde el 2008 en instalar un parque eólico comunitario
en sus tierras.17
En el 2009 las autoridades agrarias de Ixtepec iniciaron pláticas para asociar-
se con la empresa inglesa Yansa, dedicada a este tipo de coinversiones.18 Para ello
siguieron el laberinto burocrático de “serpientes y escaleras” para cumplir con los
17
Sobre esta lucha y otras véase Diego (2016, 2018).
18
Denominadas “compañías de interés comunitario” limitadas por garantía (community interest
compañies limited by guaranty) (Mitra, 2012).
123
reconfiguraciones socioterritoriales
trámites que les permitieran participar en la licitación abierta por la Comisión Fe-
deral de Electricidad (CFE) para distribuir el volumen de megawatts entre los par-
ques eólicos. El vía crucis de las autoridades de Ixtepec es hasta cierto punto bizarro,
ya que, al asistir al evento de licitación, éstas fueron conducidas a una sala, donde los
dejaron encerrados, secuestrados, mientras la licitación se llevaba a cabo en otra sala
(Marcelino Nolasco, profesor del Bachillerato Comunitario Ikoots en San Mateo
del Mar. Testimonio, agosto de 2012).
Es relevante mencionar que la propuesta del parque comunitario de Ixtepec,
si bien implica un ingreso de la venta de la energía eléctrica a los comuneros, tam-
bién considera la distribución de los beneficios al resto de la población por medio
de construcción de infraestructura pública, ayudas económicas a los pobladores de
menos recursos, becas para estudio, entre otros beneficios (Juan Rodríguez, comu-
nero de Ixtepec. Testimonio, mayo de 2015).
Mas, en pluma de la CFE, el gobierno ha dejado en claro que la política de ge-
neración de energía llamada “verde” va a ser totalmente concesionada a corporacio-
nes trasnacionales,19 la mayoría españolas, y que no se contempla dar concesiones a
las comunidades rurales o urbanas.20
La insistencia de la CFE para erosionar el proyecto eólico comunitario de Ix-
tepec ha sido tenaz, y la lucha de esta comunidad por lograr instalarlo también. En
el correr del tiempo se han dado, de parte de la CFE, vericuetos argumentales sobre
las incapacidades de las comunidades como Ixtepec de instalar y manejar un parque
eólico, el desconocer que Ixtepec sea una comunidad originaria con derecho a la
Consulta establecida en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Tra-
bajo (OIT), el entorpecimiento jurídico a los amparos y demandas interpuestas por
las autoridades de esta comunidad. Por su parte, la comunidad de Ixtepec, ya orga-
nizada como “Comuneros de Ixtepec en Defensa de la Tierra y la Comunidad”, ha
llevado a cabo manifestaciones, bloqueos de carreteras, interpuesto amparos judicia-
les (no resueltos a más de seis años), demandas ante tribunales internacionales, y se
ha incorporado a la lucha contra las imposiciones gubernamentales en la región al
tejer red con los otros movimientos de resistencia e incorporarse a la organización
regional: Articulación de Pueblos Originarios del Istmo Oaxaqueño en Defensa del
19
En este trabajo las corporaciones trasnacionales incluyen a las de capital nacional, dado que la
mayoría sostienen inversiones fuera del territorio mexicano.
20
Como un contraste, cabe mencionar que en Dinamarca todos los parques eólicos en tierra son
propiedad de cooperativas comunitarias.Véase Diego (2015).
124
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
21
Extracto de la declaración sobre el megaproyecto eólico trasnacional, el proyecto eólico co-
munitario, y CFE, aprobada por unanimidad por la asamblea general de comuneros de Ixtepec, 23 de
septiembre de 2012, tomado de Zarate (2015).
125
reconfiguraciones socioterritoriales
empresa eólica que en los hechos restringían su libre acceso a sus parcelas. El rechazo
de esta población al parque eólico derivó en manifestaciones, bloqueos y la interposi-
ción de un amparo en contra de la empresa.
A más de 10 años de la implantación de los parques eólicos, se puede conside-
rar que casi todos ellos han generado malestar en la población y en sus comunida-
des. En algunos, como el de Espinal, o el de Santo Domingo Ingenio, gran parte de
la población sigue de acuerdo con el parque, por los beneficios económicos obteni-
dos relacionados con la renta de la tierra; pero una parte significativa de ella está en
contra, por la reconfiguración territorial y los impactos ecológicos, sociales y eco-
nómicos que han generado (Marcelino Nolasco, testimonio, diciembre de 2018).
126
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
“La Venta I”, cuando activistas sociales originarios revisaron el procedimiento se-
guido por el gobierno y la empresa eólica para arrendar la tierra, encontrando serias
irregularidades ya mencionadas.
Es a partir de este hecho que varios de los pobladores de la Venta y estos acti-
vistas vieron la necesidad de informar a las otras comunidades sobre los peligros de
rentar la tierra a estas empresas, con ese tipo de contratos en los que ceden el con-
trol territorial, reservándose únicamente un derecho de paso restringido, controlado
por las mismas empresas.22 Así, varias comunidades crean el Frente de Pueblos del
Istmo en Defensa de la Tierra (FPIDT), que inicialmente se abocó a informar a los
pobladores de las comunidades donde la Secretaría de Energía (Sener) había dado
concesiones sin que éstas lo supieran, o que ya estaban en el proceso de arrendar sus
tierras, entre otras: La Ventosa, Santa María Xadani, Unión Hidalgo, San Dionisio
del Mar, San Mateo del Mar, Niltepec, Santo Domingo Ingenio, Tierra Blanca y la
misma La Venta (Flores, 2015).
Esta organización fue tejiendo redes desde lo local hacia lo regional y para el
2009 diversas organizaciones locales conformaron una organización regional para re-
sistir este embate orquestado desde el gobierno federal, cuyo nombre deja en claro el
objeto de su lucha: Asamblea de Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra
y del Territorio (APIIDTT), integrada por la asamblea general del pueblo binnizá de
Álvaro Obregón, la asamblea de comuneros y el movimiento de resistencia de Santa
María Xadani, la asamblea de comuneros y el comité de resistencia de Unión Hidalgo,
la asamblea del pueblo ikoojts de San Dionisio del Mar y la asamblea de comuneros
de San Mateo del Mar (Flores, 2015). Esta organización fue clave en el movimien-
to de resistencia a los parques eólicos, llevando a cabo movilizaciones exitosas para
visibilizar el conflicto comunitario y regional, tejiendo redes con organizaciones de
resistencia a los megaproyectos a nivel nacional e internacional, haciendo presencia
en el Parlamento Europeo para presionar a los países involucrados en estas implanta-
ciones a retirarse,23 interponiendo y ganando amparos en contra de la implantación
de tres parques eólicos: el de Mareña Renovables, en la Barra de Santa Teresa, el de
Eólica del Sur y el de Unión Hidalgo, presentando demandas en el Tribunal Intera-
mericano de Derechos Humanos (Diego, 2018).
22
Como comparación, en Estados Unidos, el productor que renta parte de su tierra para la instala-
ción de un parque eólico mantiene el control de acceso a su tierra, y es la empresa eólica la que tiene
que solicitar permiso para acceder a ella, en México esto es todo lo contrario (Diego, 2018).
23
Gracias a esta acción varias financiadoras se retiraron de estos emprendimientos.
127
reconfiguraciones socioterritoriales
128
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
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reconfiguraciones socioterritoriales
Pareciera que ahora, más que nunca, están conscientes de los peligros que en-
tabla elegir a sus autoridades por formas externas y ajenas a sus formas y mundos de
vida, dicen: si hemos de tener un presidente municipal, que sea de los nuestros y res-
ponda a nuestros intereses y decisiones y no a los de los políticos y empresas de fuera.
El caso de Álvaro Obregón es similar al de San Dionisio del Mar, aunque tal vez
más tenaz dado que esta comunidad es agencia municipal del municipio de Juchi-
tán de Zaragoza, controlado por la COCEI, organización que ha favorecido la insta-
lación de parques eólicos en tierras de este municipio. Desde el 2012 decidieron no
elegir más a sus autoridades por partidos políticos y rechazar la injerencia de líde-
res y operadores partidistas. A partir de entonces decidieron rescatar de su memoria
histórica sus usos y costumbres, entre ellas la asamblea comunitaria, su consejo de
ancianos, sus autoridades tradicionales; agregando su policía comunitaria. Este au-
togobierno comunitario por usos y costumbres hoy ha pasado a la resistencia ante
el éxito de la presidenta municipal de Juchitán de Zaragoza, Gloria Sánchez (2016-
2018), que logró imponer a un agente municipal a modo, tal y como se relata más
adelante en este texto.
Los parques eólicos no son la única versión de los intentos por vender los bienes na-
cionales a las corporaciones trasnacionales. A ellos se han sumado varias concesiones
mineras, así como la reciente creación de una de las primeras “Zonas Económicas
Especiales” que abre la región del Istmo a la inversión privada, independientemente
del tipo de explotación, producción o actividad que se piense llevar a cabo.
Para el caso de la minería a cielo abierto, la Secretaría de Economía, en el 2012
tuvo a bien otorgar una concesión para exploración en cerro Taberna,24 territorio
de Ixtepec, la comunidad que está luchando por instalar un parque eólico comuni-
tario. Esta mina utilizará el agua del río Guigu Bicu (o río de Los Perros), que des-
emboca en la Laguna Superior, envenenando el agua y afectando los cardúmenes
que son fuente alimentaria y de ingreso de una parte significativa de la población.
Por su ubicación en el noroeste del Istmo, de implantarse esta mina, los vientos dise-
minarían la contaminación por aire a toda la región. Más aún, esta mina modificaría
24
Diario Oficial de la Federación, 18 de septiembre de 2007.
130
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
25
Sobre el particular véase El Financiero, 24 de febrero de 2015.
131
reconfiguraciones socioterritoriales
mencionada ley se establece como de “utilidad pública” toda obra, inversión, o acción
privada o gubernamental instrumentada en la región (Congreso de la Unión, 2016).
Los pobladores originarios, de acuerdo con los planteamientos de esta ley, se
verán forzados a entregar sus tierras, viviendas y todo tipo de edificaciones que ten-
gan sobre ellas, a las empresas o instituciones gubernamentales que así lo soliciten.
La modalidad ahora implica una mayor desposesión ya que la ley de las ZEE única-
mente considera la expropiación o compra de los bienes al precio estimado por el
Instituto Nacional de Avalúos de Bienes Nacionales, y deja de lado otras formas más
tenues de desposesión como la ocupación temporal o el arrendamiento de tierras.
Así, los pobladores originarios y sus comunidades, ahora, por ley y por utilidad pú-
blica, deberán perder –mediante expropiación o venta forzada– su territorio y todo
lo que hayan desarrollado sobre éste. La mencionada ley es por demás excluyente de
los pueblos originarios del Istmo ya que no les otorga ningún derecho, ni posibili-
dad alguna de réplica o de “ir a contradecir”26 para tratar de defender sus derechos
ciudadanos y su territorio.
Si bien esta ley menciona la creación de un Comité Técnico Multidisciplinario
encargado de “opinar, dar seguimiento y emitir recomendaciones”, que las instancias
de toma de decisión y ejecución podrán o no tomar en cuenta, ese comité estará in-
tegrado por tres representantes de los trabajadores de las empresas implantadas, tres
académicos y tres representantes de las empresas; sin que en este cuerpo colegiado, el
único de las ZEE, participen los pobladores y las comunidades originarias afectadas.
Más aún, por tratarse de una región habitada por pueblos originarios, antes de haber
emitido el decreto de creación de la ZEE del Istmo, el gobierno, de acuerdo con el
Convenio 169 de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos
de los Pueblos Indígenas, estaba obligado a realizar una consulta en todas las comu-
nidades por afectar, y esto no se hizo, por lo que en principio, todo este andamiaje
para imponer en el Istmo esta ZEE puede ser cuestionado jurídicamente, tal y como
se ha hecho con varios de los parques eólicos, y cuando menos detener su imple-
mentación, en tanto queda clara la nueva política del gobierno federal encabezado
por Andrés Manuel López Obrador, que tomó posesión el 1 de diciembre de 2018.
26
Frase utilizada por las comunidades originarias de Morelos que iban a confrontarse con las ha-
ciendas a los juzgados para tratar de mantener sus territorios.Véase Warman (1976).
132
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
Muchos mexicanos tienen puestas sus esperanzas en que haya un cambio real en la
política entreguista y neoliberal seguida por los gobiernos de diferente cuño desde
1982. La esperanza de muchos está puesta en Andrés Manuel López Obrador, que
a pesar de haber admitido en su partido-movimiento a todo un variopinto de per-
sonajes políticos que van desde la ultraizquierda hasta la ultraderecha; muchos de
ellos de dudosa probidad y comportamiento corrupto, se espera que su gobierno
sea realmente nacionalista, que ponga un cepo a la rampante corrupción político-
administrativa, y que disminuya significativamente el nivel de violencia e inseguri-
dad de la población, en gran parte generado por la colusión entre el narcotráfico, el
crimen organizado y los distintos niveles de los tres poderes de la federación: Eje-
cutivo, Legislativo y Judicial.
El caso del Istmo de Tehuantepec es uno de tantos ejemplos de tratar de ne-
gociar apoyo de organizaciones a costa de la congruencia política. Gloria Sánchez,
ex presidenta municipal de Juchitán de Zaragoza por la Coalición Obrera, Cam-
pesina, Estudiantil del Istmo y el Partido de la Revolución Democrática (COCEI-
PRD), acaba de ser ungida como diputada local por Morena. Esta figura política y
su camarilla en la región han apoyado la implantación de parques eólicos, haciendo
uso de violencia física y simbólica contra los opositores, como es el caso de la agen-
cia municipal de Álvaro Obregón. Desde 2012 esta agencia se había gobernado por
usos y costumbres en legitimidad y en resistencia, aunque no en la legalidad, ya que
la elección de su agente municipal, de acuerdo con el Instituto Estatal Electoral y
de Participación Ciudadana de Oaxaca debiera hacerse en urna por partidos políti-
cos o, en su defecto, si hubiera premura, directamente por la presidencia municipal.
Su antecesor, Saúl Vicente, trató por todos los medios de imponer un agente mu-
nicipal a modo, como fue el caso de la elección efectuada el 2 de marzo de 2014
en donde una minoría de sus simpatizantes eligió en urna a Jorge Alonso Santiago.
Este evento derivó en un enfrentamiento que dejó varios heridos, incluyendo uno
de bala; sin que estos hechos derivaran en un acto de justicia en contra de los agre-
sores (APIIDTT, 2014a, 2014b).
La gestión de Gloria Sánchez fue muy similar a las anteriores, desde su cam-
paña política trató de dejar claro que ella no iba a respetar los usos y costumbres de
Álvaro Obregón y se presentó a esa comunidad para llevar un acto de proselitismo,
a pesar de que la asamblea comunitaria y el consejo de ancianos habían dejado claro
133
reconfiguraciones socioterritoriales
134
territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
Al inicio de este trabajo se describe una territorialidad pasada, que muchos de los
viejos recuerdan con añoranza. Esta territorialidad ha sido continuamente reconfi-
gurada por actores externos, como las instituciones gubernamentales, las corpora-
ciones trasnacionales y las instituciones supranacionales que se han traducido en la
implantación de megaproyectos como el Distrito de Riego número 19, los parques
eólicos, las minas a cielo abierto y la ZEE que ha incrementado, de momento en lo
nominal, las formas de desposesión del control territorial que los pueblos origina-
rios han sufrido.
Ciertamente, la pérdida de gobernanza, de autonomía, del control territorial,
de formas y mundos de vida, debida a la implantación de los parques eólicos, a las
minas a cielo abierto y a la ZEE nunca será del todo omnipresente. No obstante los
procesos relacionados con la erosión de estos fundamentos comunitarios, hay cues-
tiones de las formas y mundos de vida que se han logrado mantener, es decir, que
los pobladores y las comunidades originarias han retomado y reconfigurado de la
historicidad y subjetividad constituyente, de ese nosotros profundo; es esta reapro-
piación les ha permitido acomodarse, resistir, y crear frente a este tipo de interven-
ciones externas.
El retorno de las elecciones por partidos políticos en San Dionisio del Mar y
en Álvaro Obregón, representa un retroceso en la lucha por la territorialidad, au-
tonomía y gobernanza local, ganadas durante varios años, al virtualmente correr a
estos partidos de su territorio y volver a elegir a sus autoridades en asamblea comu-
nitaria, siendo esta última su máxima autoridad. Mas la experiencia de los últimos
tres años los ha llevado a retomar su lucha por regirse por usos y costumbres. Ellos
no son los únicos, hay municipios como Santa María Xadani y San Mateo del Mar
que siguen eligiendo a sus autoridades por usos y costumbres; no obstante la eterna
intromisión de los partidos políticos en estas elecciones.
Si bien hoy ciertas partes del Istmo están totalmente invadidas de aerogene-
radores, 2 000 de éstos, y de cierta manera las empresas, han logrado implantar 22
parques eólicos, el rechazo y la resistencia de una parte significativa de la población
pudiera presionar lo suficiente como para dar un giro de 180 grados a la política en-
treguista, contraria a los intereses de la población local. Los amparos logrados hasta
ahora, y los juicios que las distintas organizaciones han interpuesto, dado el sinnú-
mero de irregularidades cometidas durante la negociación, construcción y opera-
ción de los parques, dan muestra de que la posibilidad de transitar hacia una política
135
reconfiguraciones socioterritoriales
más nacionalista, más incluyente y mucho mejor negociada con los pueblos origi-
narios es posible.
Aunado a lo anterior, quien esto escribe coincide con Armando Bartra (2018)
en el sentido de que todas estas luchas y movimientos, aunque no lleguen a lograr
satisfacer sus demandas de lucha, y sean al final reprimidos, cooptados, marginados,
siempre dejarán huella y ya nada será igual que antes; y sin duda, ante la multitud
de agravios, de sus semillas brotarán nuevas propuestas sociales y movimientos más
acendrados en la historicidad y subjetividad constituyente proclives a lograr lo an-
helado. Ojalá.
Referencias
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territorialidades, intervenciones y resistencias en el istmo de oaxaca
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137
reconfiguraciones socioterritoriales
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Conflictos territoriales en el estado de Hidalgo: el Movimiento
Indígena Santiago de Anaya se Vive y se Defiende...
Introducción
139
reconfiguraciones socioterritoriales
En una fotografía de noviembre de 2013 se ven, a lo lejos, a las faldas de un cerro car-
gado de nubes, dos altas torres y un largo almacén que contrastan con la vegetación
árida y verdosa: cactus, nopales, mezquites y el color gris de la cementera Fortaleza,
recién inaugurada. Fuera de las instalaciones, unos cuantos hombres y mujeres levan-
tan cartulinas que dicen estas palabras: “Respeto a la cultura hñähñü”, “Cerrado por
contaminar”, “Respeto a la Madre Tierra”. Los y las integrantes del MISA están de
espaldas, gracias a la atinada perspectiva del fotógrafo, cercanos a la lente, minorita-
rios y anónimos en esta región conocida como el corazón del Valle del Mezquital. El
instante que se capta no sólo es coyuntural, hunde sus raíces en una historia de larga
duración y muestra, en un microcosmos, la disputa campesindia hidalguense en lo que
va del siglo XXI. En el relampagueo se capta, como dice Benjamin (2012), el peligro.
140
conflictos territoriales en el estado de hidalgo
141
reconfiguraciones socioterritoriales
2
Para más información, véase Gaceta Parlamentaria, número 3679-III, jueves 3 de enero de 2013.
142
conflictos territoriales en el estado de hidalgo
Recibí muchas represalias por parte del gobierno, que si no me calmaba, ellos verían
la forma de cómo castigarme, inclusive que se me iba a castigar conforme a derecho,
que se me iba a proceder por haber exigido lo que le corresponde al pueblo, por de-
fender sus derechos. La empresa es responsable, y se me amenazaba por exigir nuestros
derechos. Pedimos la intervención del gobierno, nunca hicieron nada, parece ser que
son los mismos padrinos de esa empresa, de ese monstruo (entrevista, marzo de 2014).
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reconfiguraciones socioterritoriales
Si no defendemos nuestro territorio, esto será transformado por industrias, sin respeto a
la naturaleza, al ser humano, a la ley, porque la ley en sí ya la violentaron, la modificaron,
ya no quieren respetar nuestra manera de desarrollarnos, de vivir en nuestra tierra, lo
que queremos y por lo que luchamos es que se nos respete. Esa es nuestra lucha, pero
siempre tenemos que hacer valer nuestras decisiones, para seguir conservando nuestra
Madre Tierra, no destruirla, que lo que se haga sea responsable, con cumplimiento de
la ley. Que ya no se aprovecharan del hambre de nuestra gente, solo así podemos tener
un desarrollo, haciendo cumplir nuestros derechos, exigiendo a nuestras autoridades
como hasta ahora, que se cumplan los acuerdos del pueblo (entrevista, marzo de 2014).
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reconfiguraciones socioterritoriales
la espuma en el “Megaproyecto Tuzo”, el cual, aparte de futbol, tiene que ver con un
complejo de infraestructura en la zona de mayor renta en la capital. El crecimiento
desaforado de empresas dedicadas al desarrollo inmobiliario ha implicado problemas,
sobre todo en ciudades como Pachuca y Tula.
En la zona conurbada, ante la extracción de agua de los pozos de Téllez, los
campesinos antes dedicados a la siembra de trigo y cebada, ahora son despojados de
sus tierras y, como decíamos en nuestro aparato categorial, de la vida misma. Sobra
decir que los grupos subalternos no se han quedado cruzados de brazos, pero avan-
cemos en la comprensión del modelo de desarrollo del grupo hegemónico en el
Hidalgo bárbaro. Porque a estas alturas, el lector preguntará qué tienen que ver los
campesinos de los alrededores de Pachuca con los del Valle del Mezquital, si los se-
paran alrededor de 60 kilómetros.
El anuncio de la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de Méxi-
co en la zona metropolitana de Pachuca y de la construcción de una nueva refine-
ría en el 2009, también eran hilos de esta telaraña. Esto hasta el momento no se ha
llevado a cabo, pero sí implicó que campesinos se quedaran sin tierras ante las pro-
mesas de empleo.
En la cuenca lechera de Tizayuca se lleva a cabo este megaproyecto que será
un centro de distribución y acopio de mercancías de todo el país, que cuenta con
una planta potabilizadora que dotará de 150 litros por segundo al parque industrial,
pero en la página de la Secretaría de Economía se dice que se proveerá de agua de
los pozos de la zona metropolitana de Pachuca, y que se realizarán nuevas perfora-
ciones en el acuífero Actopan-Santiago de Anaya, el cual es el más importante del
Valle del Mezquital, “para no afectar a los ciudadanos de la capital”.
En este sentido, la mano visible del mercado es la que dicta los parámetros de
crecimiento urbano, pues las principales capitales de la entidad como Pachuca y Tula
presentan los mayores índices de crecimiento poblacional y de casas de interés social.
Grupos empresariales como ARA y Casas Geo, han encontrado un fructífero nego-
cio ante la constante migración de ciudadanos provenientes de la Ciudad de Méxi-
co. Si bien después de la debacle financiera el negocio inmobiliario tuvo uno de sus
mayores descalabros, en esta región todo siguió viento en popa.
La cementera Carso-Elementia cuenta con dos plantas, una en Santiago de
Anaya y otra en Atotonilco de Tula. Esta corporación busca competir con Cemex,
Cruz Azul y otras cementeras, por lo que ya existen 50 puntos de venta, pues ce-
mentos Fortaleza –su nombre comercial– ya tiene sucursales en puntos estratégi-
cos, mientras la región se convierte en la principal productora de cemento del país.
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conflictos territoriales en el estado de hidalgo
147
reconfiguraciones socioterritoriales
de movilizarse por vías no institucionales ante la falta de respuestas, lo que nos plan-
tea un futuro de mayores tensiones entre los actores involucrados.
K. Marx, El capital
El ethos capitalista
¿Dónde radica la fuerza seductora de una ideología? Menuda pregunta para los cien-
tíficos sociales hegemónicos que analizan el orden económico y social en México,
pues en los últimos 40 años se han contentado con repetir los preceptos de la doc-
trina “neoliberal”. Pongo comillas a este concepto porque creo que en sus dogmas
se encuentra el sustento ideológico de la última etapa del capitalismo. No soy el úni-
co que así lo piensa ni es mi intención descubrir el agua tibia. Richard Wolff (2016)
considera que lo que hace necesario confrontar al capitalismo como una rara reli-
gión es la centralidad que tienen las corporaciones en el proceso de acumulación:
la forma de organización de la corporación actual sigue teniendo como objetivo
generar el máximo de ganancias posible, pero las decisiones profundamente auto-
ritarias que toman los hombres de los grandes negocios, generan caos ambiental y
hacen insostenible la vida humana.
De este modo, la confusión y la falta de herramientas teóricas para compren-
der lo que pasa dentro de las corporaciones nos impide ver lo que es claro como la
luz del día: la subordinación del Estado mexicano a las corporaciones trasnacionales.
Si bien el pensamiento crítico ha abonado a la comprensión de las consecuen-
cias devastadoras de los megaproyectos en los pueblos y comunidades campesinas e
indígenas, como son los trabajos de Víctor Toledo (2015), Mónica Ibarra (2016) y
Carlos Rodríguez (2015), por mencionar algunos, se ha prestado poca atención al
análisis desde dentro de la empresa, su modo de organizarse y tomar decisiones en-
caminadas a la obtención del máximo beneficio económico y las repercusiones que
esto tiene en la reconfiguración de las élites del poder político.
En la década de 1960 los estudios de Paul Baran y Paul Sweezy (1985), por
ejemplo, marcaron una nueva perspectiva de análisis que enfatiza el papel de las
148
conflictos territoriales en el estado de hidalgo
La historia de éxito en que se convirtió Telmex sería incomprensible sin las condiciones
favorables creadas para su privatización; esto es, las ventajas monopólicas de que gozó
149
reconfiguraciones socioterritoriales
150
conflictos territoriales en el estado de hidalgo
geográficas.Vale la pena destacar algunas tácticas relevantes utilizadas por estas orga-
nizaciones y redes, como hacer visible el conflicto desde la perspectiva subalterna y
buscar apoyos que impidan, o al menos aminoren, las consecuencias que acarrea el
despojo en todos los ámbitos de la vida en común. Lo que falta por establecer, des-
de mi punto de vista, es la relación entre las corporaciones y los aspectos religiosos
del capitalismo, como desde hace décadas algunos autores han señalado. Para mostrar
estas relaciones ocultas, una cita de John Gray (2017:16), como en una nuez, guarda
una intuición sugerente:
Allí donde se produce, el renacer de la religión se entremezcla con los conflictos polí-
ticos, entre los que se incluye la lucha cada vez más intensa por las decrecientes reser-
vas de recursos naturales de la Tierra. Pero no cabe duda de que la religión ha vuelto
a erigirse en un auténtico poder por derecho propio. Con la muerte de la utopía, ha
resurgido la religión, pura y descarnada, como fuerza en la política mundial.
¿Cómo se conecta esta interesante reflexión de John Gray con los hechos
acaecidos en los últimos años en México y otros países? En los primeros meses de
su gestión como presidente, Andres Manuel López Obrador ha señalado que, aun-
que sea acusado de mesiánico (Morales, 2019), va a purificar al país, refiriéndose a
su deseo de eliminar la corrupción. Además de que a veces sus respuestas apodícti-
cas se parecen a las del tirano Edipo Rey en la tragedia de Sófocles, hay que tomar
en serio su aceptación de un mesianismo político que, desde la perspectiva teórica
aquí planteada, sirve a los intereses de las corporaciones trasnacionales y a su dispu-
ta por los recursos del país. En la misma dirección, aunque con otras características,
encontramos también un tipo de mesianismo político de derecha en Estados Uni-
dos con la elección de Donald Trump, y en Brasil, con la elección de Jair Bolsonaro,
por citar dos casos extremos. Así lo explica Pablo González Casanova (2019) para
el caso mexicano:
Es el caso que, para sorpresa de muchos, la restructuración del poder como su ejercicio,
cuando se les analiza en su conjunto y en sus partes, tienen más que ver con el neolibe-
ralismo populista en sus explicaciones y en sus reformas o proyectos de reforma institu-
cional, y que no es exagerado afirmar que estas reformas son neoliberales tanto cuando
dan más importancia a la corrupción que al capitalismo como causa de la inmensa des-
igualdad, criminalidad y amenazas de ecocidio con sus proyectos de muerte tanto ais-
lados como sumados que se atribuyen a la corrupción y no al modo de dominación y
acumulación movido por la maximización de poder y riquezas del capitalismo, y en la
151
reconfiguraciones socioterritoriales
inmensa mayoría de las medidas que el Ejecutivo toma para un desarrollo con políticas
de muerte que de lo micro a lo macro están llevando al término de la vida en la Tierra.
No importa su tamaño, sino su decisión. Con todos ellos, ellas, elloas, con respeto y so-
lidaridad, se habrá de levantar una red mundial de rebeldía y resistencia contra la gue-
rra que, si el capitalismo triunfa, significará la destrucción del planeta.
Vendrán y se irán malos gobiernos, pero el color de la tierra persistirá y con él todos
los colores de quienes en el mundo se niegan a la resignación y el cinismo, quienes
no olvidan y no perdonan, quienes llevan la cuenta de agravios, encierros, desapari-
ciones, muertes, olvidos.
En ese pensamiento y ese corazón colectivos, renacerá el mundo que hoy agoniza.
Los tiranos de todos los colores se derrumbarán junto al sistema al que sirven.
Y para el mundo habrá al fin vida, como debe ser la vida, es decir, libre.3
En ese sentido, la última parte de este artículo quiere contribuir, desde las lu-
chas de resistencia en el Valle del Mezquital, a la búsqueda de un ethos campesindio
que pueda hacer frente al ethos capitalista.
3
[https://www.congresonacionalindigena.org/2019/04/10/comunicado-del-cipog-ez-a-cien-
anos-del-asesinato-del-general-emiliano-zapata/].
152
conflictos territoriales en el estado de hidalgo
153
reconfiguraciones socioterritoriales
Si a mí se me preguntara qué grupo indio me ha causado una más viva impresión res-
pondería sin vacilar que el otomí, pues la ingratitud de su medio y su condición de
esclavo en vez de volverlo duro y egoísta le ha permitido mantener y afinar no pre-
cisamente un sentimiento de solidaridad comunal propia de los indios, sino la excep-
cional de que todo hombre es un dios y merece el respeto y la devoción debida a los
dioses. Un hombre que le otorga al ser esa calidad trascendente, un hambriento on-
tológico que ha logrado sobreponerse a hecatombes y al dolor por esa concepción de
la dignidad humana, es acreedor a que nos ocupemos de él resueltamente, liberándolo
de sus caciques, de los rapaces explotadores en los que ha encarnado la ancestral figu-
ra de Coyote Viejo, el Dios de la Discordia, especie de Caín otomí que ha tratado de
destruirlos armando la mano del hermano contra el hermano.
El hombre de a caballo, armado, llegó hace muchos años (eso sí, no saben decir cuán-
tos años hace), y con un arma en la mano (y no sabemos el motivo) se puso a golpear
una vida indefensa; incapaz de comprender el significado de la sangre ajena, continuó
su obra destructora, a consecuencia de la cual, el mismo perdió su vida arrojándo-
la al vacío. La vida que estaba ahí plantada retoñó, no en un árbol frondoso o gigan-
tesco, semejante a otros, pero vivo. ¿Usted no lo alcanza a ver? Es que tal vez sólo lo
ven aquellos a quienes “les conviene” (tienen capacidad de comprensión o les es dado
ver). La vida está ahí, si usted no lo cree, cuando haga amistad con alguien que lo lleve,
acérquese hasta allá y podrá tocarlo, si quiere con sus propias manos. Necesita ir con
un amigo que le indique, porque si no lo hace así, será incapaz de distinguirlo de otros
árboles. Esto es así, porque el señor de los Cuatro Vientos y el Buen temporal plan-
tó esa vida en esta tierra, y por la vitalidad que existe en ella, no pudo ser aniquilada.
Esta es la historia del pueblo hñähñü en el último medio milenio (Guizar, 1991:165).
154
La resistencia implica una disputa entre heterogéneos actores sociales. Estos
actores se pueden sintetizar en dos grupos antagónicos: los que tratan de imponer
el desarrollo desde las directrices de la actual fase del capitalismo y los actores sub-
alternos que lo reconfiguran. En este sentido, si bien no todos los integrantes de las
comunidades son campesinos, pues en ellas se encuentran jornaleros agrícolas, bu-
rócratas, obreros, etcétera, cuando se confrontan a los grupos de poder, el modo de
vida campesino en sus diferentes vertientes –económicas, políticas y socioculturales–
es un factor determinante en la resistencia de los dominados-dominadas.
Una de las más emblemáticas resistencias por parte de los campesinos del Valle
del Mezquital que tuvo resonancia a nivel regional y estatal, fue la que establecieron
en septiembre de 2010. Habitantes de las comunidades campesinas del municipio
de Santiago de Anaya, se manifestaron y movilizaron en contra de la instalación de
la cementera Santa Anita propiedad del grupo Carso-Elementia, conocida por los
campesinos como “la empresa de Carlos Slim”, por ser éste uno de los principales
inversionistas.
La lucha de las comunidades de Santiago de Anaya y de su conformación como
Movimiento Indígena, se relaciona con la memoria colectiva del pueblo hñähñü.
Aparte de las redes de apoyo que establecieron a escala nacional e internacional, las
comunidades, manifestaron una férrea lucha y solidaridad en defensa de su territo-
rio e identidad, características que enmarcan sus acciones y proyectos.
En la actualidad, los actores sociales de las comunidades de Santiago de Anaya
siguen emprendiendo acciones ante la eminente contaminación y extracción de re-
cursos que se encuentran en el lugar y que son vitales para su reproducción social,
como el agua y los alimentos que obtienen de la siembra. Los hñähñü saben que
el depojo de su territorio por parte de las corporaciones, es una afrenta a un modo
de vida que les permite generar alternativas ante un proceso histórico de despojo
y explotación.
Conclusiones
Referencias
Baran, Paul y Paul Sweezy (1985). El capital monopolista. Ensayo sobre el orden económico y social
de Estados Unidos. México: Editorial Siglo XXI Editores.
Bartra, Armando (2008). El hombre de hierro. Los límites sociales y naturales del capital. Méxi-
co: Ítaca.
—— (2006). El capital en su laberinto. De la renta de la tierra a la renta de la vida. México: Ítaca.
—— (2010). “Tiempos turbulentos”, Argumentos. Estudios críticos de la sociedad, vol. 23, núm.
63, mayo/agosto. Dossier: “Nosotros somos su crisis: debates sobre la crisis económica
mundial” [http://www.scielo.org.mx/scielo].
Benítez, Fernando (1972). Los indios de México. El libro de la infamia. Tomo IV. México: Edi-
torial Era.
Benjamin, Walter (2012). “Tesis sobre el concepto de historia”, en Michael Löwy, Walter
Benjamin: aviso de incendio. Una lectura de las tesis “Sobre el concepto de historia”. México:
Fondo de Cultura Económica.
Echeverría, Bolívar (2011). La modernidad de lo barroco. México: Biblioteca Era.
Faux, Jeff (2008). Guerra global de clases. Cómo nos robaron el futuro las élites de Estados Unidos,
Canadá y México y qué hacer para recuperarlo. México: UACM.
156
conflictos territoriales en el estado de hidalgo
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reconfiguraciones socioterritoriales
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Actores, resistencias y perspectivas de cambio
a la luz de cinco conflictos mineros en Zacatecas
Introducción
En este trabajo se presentan las disputas territoriales y de clase derivadas del extrac-
tivismo minero en Zacatecas, a partir de cinco casos: San Martín (en el municipio
de Sombrerete), El Coronel (Ojocaliente), La Colorada (Chalchihuites), Peñasquito
y Salaverna (Mazapil). Se recuperan diferentes tipos de lucha y problemáticas que
existen sobre ellas.
En primer plano están los conflictos laborales por mejores condiciones de tra-
bajo, pero en este espacio se identifican también tensiones intersindicales. Aquí ha-
llamos un conjunto de movimientos que oponen resistencia, ya sea porque exigen
una negociación más justa de salarios, condiciones de trabajo o reparto de utilida-
des; o porque se oponen a seguir siendo representados por sindicatos que no luchan
por sus intereses sino por los de las empresas, tal como lo muestra la experiencia de
San Martín, que en el 2007 emplazó a huelga por la demanda de mejores condicio-
nes de seguridad e higiene y que a la fecha sigue en resistencia. O como lo vivido
en Luis Moya y Ojocaliente, que han reclamado condiciones más dignas de trabajo
y de representación sindical.
En segundo plano están los conflictos ecoterritoriales, luchas que articulan un
contundente “no” a la megaminería tóxica y que buscan parar las actividades mineras,
159
reconfiguraciones socioterritoriales
aquí, los casos de La Colorada y Salaverna son representativos. Otras luchas ecoterri-
toriales buscan minimizar los impactos ambientales y lograr mayor indemnización,
con una visión de minería más inclusiva, un ejemplo claro de ello es Peñasquito.
En ese marco, el objetivo de este capítulo es mostrar algunos de los conflic-
tos mineros laborales y ecoterritoriales que se observan en Zacatecas, sus principa-
les rasgos y el cambio de actitud social y política, tanto en la clase trabajadora de las
minas, como en algunos grupos locales que se han organizado, cuestionan y desa-
fían la presencia de las mineras en sus territorios. Para dar cuenta de la naturaleza
de los conflictos, las respuestas sociales y el cambio en la percepción de los actores
sociales, se ha realizado una investigación participativa sobre los casos mencionados,
salvo El Coronel, que ha sido trabajado con investigación documental. En todos los
otros casos realicé entrevistas y busqué información hemerográfica en periódicos
locales, estatales y nacionales, pues siendo procesos en curso no existen tantas fuen-
tes bibliográficas. Ademas, revisé datos oficiales y textos académicos para esclarecer
conceptos clave como ecoterritorio, para contextualizar el análisis y reconstruir el pa-
norama minero-extractivo de Zacatecas, identificando distintos tipos de conflictos.
El escrito se divide en tres partes: en la primera se presenta un panorama de la
minería en Zacatecas y del nuevo auge minero en el estado; en la segunda se hace
una caracterización de los conflictos mineros como conflictos laborales y ecoterri-
toriales; y en la tercera, se analizan los cinco casos citados.
160
actores, resistencias y perspectivas de cambio...
superado cuatro veces y la de plata dos veces la cantidad extraída en los 300 años de
la Colonia. Esto es factible gracias a las tecnologías empleadas (vía satélite, modela-
miento geológico, automatización del proceso minero, monitoreo ex situ, estudios
hidrogeológicos) (Núñez, 2016), así como la técnica de tajo a cielo abierto1 que hace
rentables yacimientos que antes no lo eran.
Estos cambios han situado a México como uno de los principales receptores de
inversión extranjera directa en minería. Si bien la actividad es sumamente rentable,
en 2018 sólo contribuyó al producto interno bruto nacional (PIB) con 4% (Secre-
taría de Economía, 2019), mostrando así el carácter de enclave y dependencia que
desempeña el territorio mexicano para el capital extractivo.
En 2017 había más de 22 millones de hectáreas concesionadas en México y
un total de 290 empresas de capital extranjero operando 988 proyectos en el país.
Destaca la presencia de empresas canadienses que operan 65% de los mismos, segui-
das de lejos por las estadounidenses con 16% y las chinas con 5% (SGM, 2018). La
mayoría de los proyectos se concentran en la extracción de oro, plata, cobre y fierro,
aunque también se extraen otros minerales.
Actualmente, la extracción de minerales en México privilegia la técnica a cielo
abierto, la cual resulta insostenible para la vida, ya que para obtener un gramo de oro
se necesitan 380 litros de agua, 43.6 KW de electricidad (consumo promedio de una
familia por semana), así como la remoción de cuatro toneladas de roca y el uso de
850 gramos de cianuro de sodio. Es alarmante que 70% del oro extraído en nuestro
país se haga bajo esa técnica, con la cual es posible demoler cientos de toneladas de
cerros para obtener sólo un gramo de oro por tonelada (Geocomunes, 2017).
No sólo se devastan los ecosistemas, pues en la mayoría de los lugares donde
hay asentamientos mineros las oportunidades de empleo y los niveles de desarrollo
social son muy bajos. En 2016 esta actividad sólo contribuyó con 1.9% del total de
los empleos generados en el país (SGM, 2017). En cuanto al valor de los minerales,
sobresalen Sonora y Zacatecas, con 31 y 25.9% respectivamente, pero sólo partici-
pan con 5.01 y 3.7% del empleo total en el sector (SGM, 2017).
1
Las minas a cielo abierto son las explotaciones mineras que se desarrollan sobre la superficie del
terreno, a diferencia de las subterráneas, que se desarrollan bajo la superficie de la tierra. Para sacar
los minerales, que son de baja ley, se remueve la tierra con maquinaria y explosivos, creando cráteres.
Luego se construyen rampas para que puedan subir los camiones con el mineral desde el fondo del
yacimiento. Los cráteres se agrandan cada vez más, hasta que la empresa deja de explotar el yacimiento
cuando ya no resulta rentable (Belaustegui, 2015).
161
reconfiguraciones socioterritoriales
2
Datos tomados del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (2015)
citado en Uribe y Rodríguez (2019).
162
actores, resistencias y perspectivas de cambio...
generado por la minería fue entregado al gobierno estatal por medio del Fondo para
el Desarrollo Regional Sustentable 638 741 753.17 (Fondo Minero) (SGM, 2017).
163
reconfiguraciones socioterritoriales
que van desde posturas en favor de una minería inclusiva que busca minimizar los
impactos ambientales y mayor indemnización o compensaciones; hasta conflictos
ecoterritoriales que rechazan la megaminería y muestran territorialidades diferen-
tes a las extractivas.
164
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165
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166
actores, resistencias y perspectivas de cambio...
3
El accidente de la mina de carbón de Pasta de Conchos representa uno de los siniestros más
terribles en la historia de la minería mexicana, debido a las pésimas condiciones laborales en seguridad
e higiene colapsaron dos túneles el 19 de febrero de 2006, donde murieron alrededor de 65 trabaja-
dores. Por su parte, la huelga de las Truchas, Michoacán, representó el inicio de las conflictividades que
posteriormente se iban a presentar, una huelga que duró cerca de 46 días y que culminó en septiembre
de 2005, cuando los trabajadores de la sección 271 del sindicato minero lograron conseguir un incre-
mento salarial del 8%, un incremento de 34% en prestaciones, además de un bono de 7 500 pesos por
única vez, a lo que se suma el salario por sueldos caídos (Zapata, s/f).
4
El enfrentamiento tuvo lugar en Fresnillo, Zacatecas, el 10 de junio de 2009, donde grupos an-
tagónicos de distintos gremios mineros, los liderados por Elías Morales y Napoleón Gómez Urrutia
disputaban las instalaciones de la mina ubicada en ese municipio perteneciente a la sección 62 del
Sindicato Minero, en el lugar murió Juventino Flores Salas, derivado de los golpes que recibió con un
bate de béisbol en la cabeza.
167
reconfiguraciones socioterritoriales
la Sección 201 y 204 para la CROC, a lo cual, la sección 201 tenía la titularidad del
CCT y la huelga se mantenía legal.
Se retiró la CROC, pero llegó el SNTEEBMRM como aliado de Grupo México,
por lo que, el 28 de febrero de 2018, el gobierno de Peña Nieto, por conducto de la
STPS, impuso un nuevo recuento considerado ilegal, ya que el padrón que presentó
el SNTEEBMRM contemplaba 160 trabajadores que ya se habían liquidado y no te-
nían ninguna relación laboral con Grupo México, sin embargo, se les permitió vo-
tar. El resultado fue de 262 votos a favor del SNTEEBMRM, 150 para la sección 201
del SNTMMSYSRM y un voto nulo.
Aunque el recuento fue inmediatamente impugnado por el SNTMMSYSRM, el
24 de agosto de 2018 con la presencia de aproximadamente 150 policías estatales y
municipales, antimotines y el ejército mexicano se abrió la mina (Valadez, 2018a).
La Junta Especial Número 10 de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA)
resolvió la apertura de la mina el 23 de agosto, ya que un día antes comparecieron
ante la instancia citada trabajadores del SNTEEBMRM y representantes de Grupo Mé-
xico, alegando que, el 21 de agosto, por medio de votación libre, directa y secreta
decidieron reanudar labores cuanto antes en su centro de trabajo y solicitaron que
el SNTMMSYSRM no interviniera más (Ríos, 2019).
Por lo que Norma Delgado Bugarín, jueza tercera de Distrito en Materia de
Trabajo en la Ciudad de México, el 31 de mayo de 2019 concedió el amparo al
SNTMMYSRM en el juicio 173/2018-IX contra el acto de la Junta Especial Número
10 de la JNCA. Argumentó que se violó el derecho a audiencia del SNTMMSYSRM
debido a que éste es el titular de la acción de huelga y representante legal de la de-
fensa de la totalidad de los trabajadores huelguistas, por lo cual era legalmente pro-
cedente que manifestara lo que a sus intereses conviniera (Ríos, 2019).
En el mismo sentido, dijo que se violó el debido proceso, así como la seguridad
jurídica y legalidad (Ríos, 2019). Con esta resolución la huelga se declaró legal y la
lucha de los mineros de la sección 201 por el mejoramiento de las condiciones de su
centro de trabajo sigue su curso, se espera la clausura de la mina y una resolución final
en favor del SNTMMSYSRM y que el conflicto laboral e intersindical pueda terminar.
En medio de esta disputa, el 8 de mayo de 2019, debido a la falla de una válvu-
la de las tuberías que estaba en mantenimiento, se derramaron 20 mil litros de agua
de prueba con sedimentos acumulados de la presa de jales en la mina San Martín,
mismos que recorrieron una distancia de 200 metros. Esta situación generó incon-
formidad por parte de la población local ya que sospechaban que los jales mineros
vertidos contenían sulfato de zinc y cobre, los cuales podían causar daños ambientales
168
actores, resistencias y perspectivas de cambio...
5
[https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10217145844612475&id=1060475574 https://www.
facebook.com/164533177245366/posts/816984785333532/].
6
Técnica de beneficio del mineral a partir de una reacción química, entre los elementos que mayor
utilidad tienen está el cianuro para el oro y el ácido sulfúrico para el cobre.
7
Es una aleación semipura de oro y plata, luego se pasan a las refinerías para su posterior purifica-
ción, las proporciones por mineral pueden variar.
169
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8
Es un ex minero, miembro del SNTMMSYSRM que rompió relaciones y fue expulsado, desde
entonces logró posicionarse como oposición a partir de varias afiliaciones sindicales a fines a los
grupos empresariales como las que se han citado en este documento: SNTMMSRM y SNMMSDNGS.
170
actores, resistencias y perspectivas de cambio...
9
En 2019 la empresa estadounidense especializada en la extracción de oro Newmont adquirió a
Goldcorp, fusión que dio origen a la ahora llamada Newmont-Goldcorp.
10
Instrumento legal derivado de las políticas neoliberales que permite que las empresas mercantiles
puedan hacer convenios con los núcleos agrarios (Garibay et al., 2014).
171
reconfiguraciones socioterritoriales
Ley Minera (1999) que obligan a las empresas a pagar compensaciones anuales a los
ejidos por la cesión de tierras. Los ejidatarios recurrieron a la asesoría legal de José
Narro Céspedes y Felipe Pinedo, dirigentes de la Coordinadora Nacional Plan de
Ayala (CNPA) y del Frente Popular de Lucha por Zacatecas (FPLZ), quienes instaron
a los inconformes a demandar un pago similar al que la empresa realizaba a los eji-
datarios en su mina de los Filos, Guerrero (Garibay et al., 2014). El 22 de junio de
2009 el ejido Cedros logró acordar el pago de tres millones de dólares, de los cuales,
uno sería para impulsar proyectos productivos del ejido y la comunidad.
En el mismo sentido, el Ejido El Vergel desconoció el acta de asamblea donde
cedió sus tierras a la minera porque se excluyó a opositores; y denunció que hubo pre-
sión y desigualdad en la asignación de los montos de compensación, que se perfora-
ron 50 pozos sin permiso y que las firmas de los permisos presentados no coincidían
con las de los representantes legales de la empresa (Garibay et al., 2014). El 1 de agos-
to de 2013, la empresa y los ejidatarios acordaron un pago por 50 millones de pesos a
los 86 campesinos del ejido El Vergel, como indemnización por los cuatro años que la
mina usufructuó más de mil hectáreas de uso común, además de una indemnización
de 30 millones de dólares por la ocupación previa de mil 60 hectáreas (Valadez, 2013c).
Por su parte, el ejido Cerro Gordo logró finalizar en 2015 un juicio de más de
seis años con la empresa para el acuerdo de ocupación temporal de 600 hectáreas
por 30 años, sin especificar los montos de compensación.
Después de la firma de acuerdos entre ejidatarios y empresa, muchos ejidata-
rios decidieron invertir en camiones para incorporarse al acarreo de material en la
mina.Y con ello empezó a transformarse el conflicto, en un jaloneo constante en-
tre transportistas y la empresa, lo que detonó el bloqueo a los accesos de la mina el
26 de septiembre de 2016, por parte de Construcciones Industriales y Transportistas
CAVA SA de CV. La presión ejercida por los transportistas detonó muchas inconfor-
midades por las actividades extractivas, se levantaron voces y multiplicaron demandas
contra los canadienses. Los transportistas tuvieron apoyo y aumentaron la presión,
articulando una estrategia más sólida, al sumar a su discurso elementos ambientales
y ecologistas, como la lucha por el agua y el territorio.
De esta forma, el 1 de octubre de 2016 se constituyó el “Frente de Comuni-
dades Afectadas por la Minería” (FCAM), cuyo lema “Nuestra lucha es por el terri-
torio, por el agua, por la vida y el empleo”, resultó muy efectivo, pues al incorporar
un discurso ecologista los transportistas lograron mejorar los términos de sus con-
tratos y optimizar su ingreso económico.
172
actores, resistencias y perspectivas de cambio...
A pesar de que el FCAM negoció que la empresa retirará las demandas contra
varios paristas, indemnizara por muerte de ganado y afectación de parcelas y firma-
ra un nuevo contrato para el acarreo de material para la empresa local CAVA, el 27
de marzo de 2019 se volvió a bloquear el acceso a la mina, pues el FCAM argumen-
tó que la empresa no cumplió los acuerdos negociados en el 2016 y denunció que
había desplazado a CAVA por una empresa española, para el acarreo de material para
la construcción de una nueva presa de jales. Nuevamente, figuró la exigencia de un
nuevo contrato para al acarreo de material, pero en esta ocasión el FCAM, apoyado
con sus asesores Narro y Pinedo, tenía una bandera de lucha establecida en la de-
fensa del agua, el territorio y la vida, lo que fortalecía la presión contra la minera.
Después de 79 días de bloqueo, el 14 de junio de 2019 se logró el Acuerdo No. 001-
14-06-2019, en el cual se establece el inicio de una mesa de negociación que dura-
ría 60 días. Una exigencia central fue un nuevo contrato de transporte para CAVA,
e indemnización por el tiempo perdido al ser desplazados por la empresa española.
Aunque se exige el resarcimiento del daño por el agotamiento de los mantos freáti-
cos, este argumento y el de una auditoría ambiental parecen secundarias frente a la
exigencia de recuperar los contratos de acarreo de material. En este caso asistimos a
un conflicto minero de convivencia y bienes pecuniarios, pues se observa una fuerte
tendencia a la negociación y una historia que se repite desde 2009.
La minera Peñasquito opera en la ilegalidad, pues se ha corroborado que en las
asambleas celebradas entre 2006 y 2010 en los ejidos Cedros, El Vergel, Cerro Gor-
do, Mazapil y Anáhuac, para obtener los permisos de ocupación temporal de tierras
se presentaron diversas irregularidades. Se negó la participación de miembros opo-
sitores al comisariado, se realizaron sin la información necesaria, con anomalías en
la determinación del acceso al voto y en los propios escrutinios, con dudas sobre las
firmas, en algunos casos no se presentaron actas de no verificativo, entre otros as-
pectos. Sin embargo, los afectados por la mina Peñasquito, con el apoyo legal y po-
lítico de Narro y Pinedo, apuestan por la negociación permanente antes que exigir
el cierre de la mina.
Este conflicto tiene como actores a la empresa Frisco, propiedad de Carlos Slim, y
algunos grupos de población de Salaverna, Santa Olaya y Las Majadas ubicadas a unos
20 kilómetros de la minera Peñasquito. Después de que en 1998 la mina Tayahua
ubicada en Salaverna pasara a ser propiedad de Carlos Slim, se inició un proceso de
173
reconfiguraciones socioterritoriales
restructuración del trabajo que generó una disputa laboral,11 la empresa despidió
a los trabajadores que habitaban las comunidades citadas y disolvió la sección del
SNTMMSYSRM, dando entrada a un sindicato de empresa dirigido por Carlos Pavón.
Las intenciones de Frisco eran explotar un yacimiento de cobre ubicado de-
bajo del núcleo urbano de Salaverna con la técnica de tajo a cielo abierto. Para esto
es necesario realizar un cambio de uso de suelo, lo que implica desplazar a la po-
blación. Por esa razón se disolvió el sindicato democrático y, posteriormente, se im-
plementó la técnica de barrenación larga, lo cual comenzó a debilitar el suelo. La
minera alegaba que había una falla geológica natural y que era necesario reubicar
a la población, sin embargo, nunca les informaron a los habitantes que pretendían
cambiar la forma de explotación de la mina y que era necesario su desplazamiento.
En 2010 se agudizó el problema, ya que algunos grupos inconformes se negaron a
aceptar los 15 mil pesos y la casa en comodato que ofrecía Frisco para trasladarse
a vivir a un nuevo complejo habitacional llamado Nuevo Salaverna ubicado a una
distancia de cinco kilómetros.
La estrategia del grupo minero fue la desinformación y manejar versiones dis-
tintas respecto al motivo de la reubicación para generar incertidumbre y división en
la población local.También presionaron e irrumpieron, junto con autoridades loca-
les y estatales, en espacios de toma de decisiones de la comunidad, como la elección
del delegado municipal en 2010, para que quedara como representante legal de Sa-
laverna alguien que facilitara las negociaciones con la empresa. La comunidad se di-
vidió en cuatro grupos. Uno liderado por Francisco Contreras, conocido como el
Comité de Reubicación. Otro fue encabezado por Estanislao Mendoza (don Lalo)
y Roberto de la Rosa (don Beto) conocido como el Comité de Posesionarios, mis-
mo que se dividió por diferencias entre los líderes, formándose así un grupo lidera-
do por don Beto, y uno más, encabezado por Carmen Carvajal.
El grupo de Carvajal fue el primero en negociar y reubicarse en el nuevo com-
plejo habitacional. El grupo liderado por Javier Contreras aguantó hasta 2012, buscan-
do una mejor negociación mediante un pliego petitorio, pero el miedo ocasionado
11
La reestructuración laboral en Salaverna generó no sólo un cambio en las relaciones sociales de
producción, sino en la relación obrero-patronal. El golpeteo al SNTMMSYSRM y la persecución hacia
Napoleón Gómez Urrutia iniciada con Vicente Fox (2000-2006) y continuada por Felipe Calderón
(2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018), trajo como consecuencia la pérdida de filiación
sindical de la sección ubicada en la mina Tayahua de Salaverna y el despido de los trabajadores perte-
necientes a esta comunidad, las de Majadas y Santa Olaya.
174
actores, resistencias y perspectivas de cambio...
Lo que ha hecho la minería aquí con nosotros está mal, no nos ha mejorado ninguna
comunidad, ni siquiera la cabecera municipal se puede considerar como una gran ciu-
dad. Gracias a la explotación de este territorio y su saqueo, ha crecido Monterrey, Saltillo,
Torreón, han crecido otras ciudades, pero en la región nada, pura devastación y daños a
la ecología.Yo desde un principio he dicho que no está bien esta situación porque va a
terminar con todo. Hay gente que piensa como yo, pero hay otros que ven el tamaño
del enemigo y piensan que no vamos a ganar, por ello piden un arreglo, pero decoro-
so, sin embargo, no hay nada decoroso contra lo que se viene, la vida no tiene precio, la
salud no tiene precio. La tierra no tiene precio y para mí el coraje es que no entende-
mos que la tierra es un ser vivo, que late, que siente, que vibra y no lo hemos entendido.
Nada es justo, no hay negociación justa, es ahí donde chocamos con algunas personas.
12
Don Estanislao Mendoza falleció, pero su esposa doña Tere sigue viviendo en Salaverna y su hija
Lety es quien asumió un papel más protagónico en el conflicto.
175
reconfiguraciones socioterritoriales
Esta lucha ha frenado el cambio de uso de suelo durante más de nueve años,
soportó un desalojo violento autorizado por el gobierno del estado el 23 de diciem-
bre de 2016, cuando, con maquinaria pesada destruyeron la escuela, la delegación
municipal y la iglesia. A pesar de la cobarde agresión, siguen defendiendo sus tierras
y su territorio. Esta lucha muestra un cambio de conciencia, social y crítica, respec-
to a la minería en Zacatecas.
176
actores, resistencias y perspectivas de cambio...
177
reconfiguraciones socioterritoriales
Conclusiones
178
actores, resistencias y perspectivas de cambio...
Referencias
179
reconfiguraciones socioterritoriales
180
actores, resistencias y perspectivas de cambio...
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181
Minería marina. Subsunción real
del territorio en el capital
Introducción
Desde comienzos de la década de 1990, se inició una nueva era minera a nivel mun-
dial. Diversos organismos y países en el orbe modificaron sus legislaciones agrarias
y mineras (entre éstos la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos que creó
la Organización de las Naciones Unidas y casi todos los países de América Latina),
dando paso a procesos de privatización de la minería. La nueva era se enmarcó en la
fase del capital que impulsaba la apertura comercial, la liberación económica, la pri-
vatización, la reducción del gasto público y el adelgazamiento del Estado, entre otras
reformas estructurales. En ese contexto, la actividad minera (exploración, extracción
y beneficio), que durante el periodo de industrialización por sustitución de impor-
taciones formó parte de las actividades productivas del Estado, pasaría a ser actividad
de empresas privadas nacionales y trasnacionales, luego de la modificación y crea-
ción de nuevas leyes mineras que permitían concesiones para esta actividad extractiva.
A estas transformaciones estructurales que responden a una nueva fase del
capitalismo, les acompañó una revolución tecnológica que había iniciado a finales
de la década de 1970. El uso del microprocesador1 permitió la creación masiva de
183
reconfiguraciones socioterritoriales
ra en un chip. Al respecto se indica que “una computadora personal es, en esencia, una computadora
pequeña basada en un diminuto microprocesador. Este último actúa como la unidad de procesamiento
central de la computadora, ya que supervisa las operaciones de todo el sistema” (Forester, 1992:161).
184
minería marina. subsunción real del territorio en el capital
185
reconfiguraciones socioterritoriales
2
Cruz-Coria, Zizumbo-Villarreal y Monterroso (2011); Wilson, Bayón y Diez (2015); Lobos
(2013); Arboleda (2017); Boyd, Scott y Schurman (2001); Smith (2006 y 2007); Sabbatella (2009);
Torres (2014); Smith (2017); Revelli (1997); García Linera (2013).
186
minería marina. subsunción real del territorio en el capital
¿Cómo empiezan los fondos oceánicos a ser un territorio del capital? A finales de
la década de 1960, un integrante de la Organización de las Naciones Unidas, Arvid
Pardo, dio a conocer al mundo la gran riqueza minera contenida en las profundi-
dades de los océanos. Para los niveles de consumo de esos años, el cálculo de la ri-
queza fue el siguiente:
Cuadro 1
Toneladas de nódulos
estimadas en el Pacífico Número de años Número de años
Mineral (millones) que alcanzará la reserva de reservas terrestres
187
reconfiguraciones socioterritoriales
Esta gran riqueza que contenía minerales necesarios para la tecnología de pun-
ta, representaba una fuente de atracción para el capital, y con esto su posible incor-
3
poración (Scaron, 1975) a su lógica de acumulación. Es por esto que Pardo pidió
que los fondos marinos fueran considerados Patrimonio Común de la Humanidad,
a fin de contener el avance del capital. Asimismo, propuso crear una reglamentación
que estipulara las normas y procedimientos sobre los mares y océanos. Sin embargo,
esto marcaría el inicio de un proceso de subsunción de los fondos oceánicos, en el
sentido de incorporarlos y someterlos al capital.
Así, después de varios años, en 1982 se creó la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar). En esta convención, conocida como
la Constitución de los Océanos, se ratificó que los fondos oceánicos (donde se en-
cuentra la riqueza minera), eran patrimonio común de la humanidad. Al respecto, el
artículo 136 declaró que “la Zona y sus recursos4 son patrimonio común de la hu-
manidad” (ONU, 1982). El artículo 1 definió que “por ‘Zona’ se entiende los fondos
marinos y oceánicos y su subsuelo fuera de los límites de la jurisdicción nacional”
(ONU, 1982).
Con esta legislación, insistimos, aparentemente se intentaba defender la rique-
za marina de su posible incorporación y sometimiento al capital, pero tenía un sen-
tido contrario como lo apunta Revelli (1997), pues en este mismo instrumento se
establecieron diferentes mecanismos y normas para acceder a la riqueza minera de
los fondos marinos. A nombre del desarrollo y del crecimiento, se estableció que la
Zona podía ser explorada y explotada, es decir, subsumida al capital (Torres, 2014;
Smith, 2007). En su artículo 150 de la Convemar se indicó que “las actividades en
la Zona se realizarán [...] de manera que fomenten el desarrollo saludable de la eco-
nomía mundial y el crecimiento equilibrado del comercio internacional y promue-
van la cooperación internacional en pro del desarrollo general de todos los países,
especialmente de los Estados en desarrollo” (ONU, 1982). Estas “actividades” signi-
ficaban la exploración y explotación de la riqueza minera por parte de las empre-
sas, concibiendo a los fondos marinos como fuerza productiva del capital (Torres,
2014; Smith, 2007).
3 Para ampliar, véase “Anexo 3. Usos comunes de los productos minerales” (Núñez, 2016).
4
El artículo 133 de la Convemar indica que “Por ‘recursos’ se entiende todos los recursos mine-
rales sólidos, líquidos o gaseosos in situ en la Zona, situados en los fondos marinos o en su subsuelo,
incluidos los nódulos polimetálicos” (ONU, 1982).
188
minería marina. subsunción real del territorio en el capital
189
reconfiguraciones socioterritoriales
[...] ya en el año 74, cuando se estableció sin ambigüedad la existencia de una franja
del fondo marino abundante en estos nódulos [polimetálicos], que se extiende desde
México hasta Hawaii, misma que conocemos como la zona Clarión Clipperton. Esta
zona tiene una reserva potencial estimada de más de 27 mil millones de toneladas mé-
tricas en nódulos de manganeso que contendrían siete mil millones de toneladas de
este material: 340 millones de toneladas de níquel; 240 millones de toneladas de cobre
y 78 millones de toneladas de cobalto (Secretaría de Economía, 2013) [minerales que
se usan con mayor intensidad desde la revolución del microprocesador, última revo-
lución tecnológica].
Mapa 1
190
minería marina. subsunción real del territorio en el capital
Este avance sobre el mundo marino, en particular sobre los fondos oceánicos,
que traerá repercusiones a los diversos ecosistemas, es –desde nuestra perspectiva–
un proceso de intervención tecnológica, incorporación y sometimiento del mundo
marino y oceánico, adecuados a la acumulación de capital, como lo hemos señalado
con Arboleda (2017). En este sentido, hablamos de una subsunción real de los fondos
oceánicos en el capital, factible como enunciábamos, porque el desarrollo tecnoló-
gico ha posibilitado llegar a profundidades antes inimaginables (más de cuatro mil
metros), pero también decíamos, debido a que se creó una legislación global que lo
legitima, como la Convemar, a la que hemos hecho referencia, y sobre todo porque
el capital va requiriendo un mayor número de minerales para el proceso de acumu-
lación, ante lo cual se impone como poder global mundial, legitimando la extrac-
ción de las materias parimas por todo el planeta, por lo que necesita subordinar e
incorporar, haciéndolo parte de su cuerpo, lo que le sea necesario.
Así, no importándole los posibles efectos y complejizando la crisis socioam-
biental que vivimos a nivel planetario, en las líneas siguientes abundaremos sobre las
posibles repercusiones de esta subsunción formal y real de la naturaleza, en particu-
lar de los fondos marinos, considerando que el impacto ambiental sobre los diversos
ecosistemas podría ser una de las principales repercusiones.
Es importante señalar que los avances de la minería marina son diversos. No obstan-
te, en todos los espacios donde ya se han entregado contratos, las empresas someten
e incorporan los fondos marinos a su lógica. Además, diversas empresas, al practicar
prospección minera (mediante las perforaciones y extracciones), que haría referencia
al planteamiento de Arboleda (2017), van subordinando realmente el mundo mari-
no, a fin de extraer diferentes recursos.
Los recursos minerales que son de interés para la minería de los fondos marinos
son principalmente de cuatro tipos: los nódulos de manganeso, los sulfuros masivos,
las costras ricas en cobalto y los nódulos de fosforita y placeres, todos recursos mi-
nerales situados a diferentes profundidades y latitudes, con características especiales
y ecosistemas únicos, que para el capital representan materias primas.
Los nódulos polimetálicos (nódulos de manganeso) son depósitos de minerales
de manganeso y otros metales de interés para la industria de alta tecnología, su for-
mación es producto de un lento proceso natural de precipitación en razón de dos a
191
reconfiguraciones socioterritoriales
192
minería marina. subsunción real del territorio en el capital
para posteriormente extraer un limo de material y agua del fondo marino, para fi-
nalmente devolver al mar todo el material no aprovechable. De estas operaciones
llevadas a cabo por distintas maquinarias, en donde la revolución tecnológica ya es
parte del proceso (subsunción real), resultarían daños ambientales similares en cada
uno de estos ecosistemas.
Al aumentar el sedimento blando por las plumas de sedimento tanto del suelo
marino como la lechada devuelta al mar en partes superiores de la columna de agua,
se causarían alteraciones en las poblaciones de peces y crustáceos que lo mismo pue-
den ser perjudicados por la toxicidad, o por dispersarse a otras áreas.
Asimismo, el penacho de sedimentos puede tener un impacto en el plancton
y los peces de toda la columna de agua por el aumento de metales traza y nutrien-
tes en el agua, así como una reducción de los niveles de oxígeno en la misma. Los
propios sedimentos re-suspendidos pueden causar alteraciones biogeoquímicas5 o
ecotoxicológicas,6 afectando la visión, la alimentación y/o procesos de comunica-
ción tanto de mamíferos marinos como de las criaturas bioluminiscentes que viven
en las profundidades. Sin hacerlos equiparables, porque no es posible, se podrá vivir
un proceso similar al que ocurre cuando el trabajo es incorporado y sometido al
capital. Hombres y mujeres sufren severas afectaciones en sus territorios corporales.
La liberación del material y agua del fondo marino que no es aprovechada se
desecharía entre la zona mesopelágica y la zona batial,7 lo que genera una pluma
de sedimentos que es capaz de causar múltiples estragos en procesos ecológicos que
aún no han sido estudiados, pero hay indicios de que alteran la cadena alimenticia
por la suspensión de partículas del fondo marino hasta el cambio de luminiscencia
capaz de cegar, atraer o dirigir mal a los organismos. Mientras que el agua del fondo
marino al ser más fría que en las columnas superiores, al ser devuelta al mar en las
capas superiores podría disminuir la temperatura entre 7 y 10 ºC.
5
La biogeoquímica analiza los “flujos de material dentro de un sistema”, dicha transformación se
observa al medir el intercambio químico que ocurre entre los organismos y la materia inorgánica del
ambiente (Tabash, 2007).
6
“Ecotoxicología. Estudio de los efectos tóxicos de los agentes físicos y químicos sobre las po-
blaciones y comunidades de los ecosistemas; abarca las formas de transferencia de estos agentes y sus
interacciones con el ambiente” (Repetto y Sanz, 1995:26).
7
En oceanografía se denomina zona mesopelágica a las aguas marinas situadas entre los 200
y 1 000 metros de profundidad, la zona batial, entre los 1 000 y los 4 000 m de profundidad y la
zona abisal, desde los 4 000 hasta los 6 000 m y la zona hadal de los 6 000 hasta los 11 000 m de
profundidad (Guzmán, 2016).
193
reconfiguraciones socioterritoriales
8
“Protozoarios marinos que producen una concha o testa dentro de la cual se encuentra un cuer-
po ameboide” (“Glosario”, Solomon et al., 1998:1250).
9
“Permanentemente fijo a una superficie, p. ej., los animales de coral son sésiles” (“Glosario”,
Solomon et al., 1998:1272).
10
“Organismos marinos moradores del fondo que se fijan a un sitio, excavan en el sedimento o
simplemente deambulan por el piso oceánico” (“Glosario”, Solomon et al., 1998:1233).
11
El término quimiolitotrófica se usa para organismos que son capaces de obtener la energía para
su subsistencia de materia inorgánica (Apicultura Wiki, 2018).
12
Procariotes distintos de las arqueobacterias. “Organismos procarióticos anaeróbicos con varias
características que los colocan aparte del resto de las bacterias” (“Glosario”, Solomon et al., 1998:1232-
1248).
13
Los organismos quimiótrofos o también conocidos como quimiosintéticos son más concre-
tamente microorganismos que obtienen su nutrientes por medio de reacciones redox (reacciones
de reducción-oxidación), obteniendo así su energía a partir de compuestos orgánicos o inorgánicos
(Frioni, 2006).
194
minería marina. subsunción real del territorio en el capital
14
Las aguas anóxicas son zonas de agua marina, agua dulce o de aguas subterráneas en las que el
oxígeno disuelto está agotado.
195
reconfiguraciones socioterritoriales
196
minería marina. subsunción real del territorio en el capital
de la Humanidad, debido a que está fuera de cualquier jurisdicción nacional: los fon-
dos oceánicos que ya han sido incorporados y subordinados, subsumidos formal y
realmente a la lógica de capital, pero lamentablemente esta historia apenas comienza.
Conclusiones
197
reconfiguraciones socioterritoriales
Referencias
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200
minería marina. subsunción real del territorio en el capital
201
El ciclo de la des-reterritorialización
en el antes y después de la minería
Letizia Silva*
Introducción
203
reconfiguraciones socioterritoriales
ocasiones irreversibles. Estos pasivos, a lo largo del tiempo, han quedado sin trata-
miento, en abandono.
Hablamos de sitios que se consideran de “vocación minera”, aquellos que han
mantenido un monocultivo extractivo, donde su principal, si no es que única actividad
productiva, ha sido la minería, cuestión que obstaculiza el desarrollo de actividades
alternativas de subsistencia. Esta condición provoca un ciclo en el que mientras ocu-
rre una aproximación territorial de la minería, se fragmentan las relaciones internas.
Hay una apropiación y desapropiación de diferentes actores, que entran y salen del
escenario donde se lleva a cabo la actividad minera. Estas paulatinas migraciones y
abandonos son producto del despojo, resultado del desgaste y eventual pérdida de las
capacidades de las poblaciones para su autodeterminación. El término “des-reterri-
torialización” intenta ejemplificar cómo estas fases están inscritas dentro de un ciclo
minero que naturaliza su actuar de despojo en función de su actividad productiva.
El trabajo que a continuación se presenta está basado en hallazgos en la investiga-
ción posdoctoral realizada de 2015 a 2017 en el caso de Cerro de San Pedro, San Luis
Potosí, resultado de visitas de campo, indagación en archivos, revisión bibliohemero-
gráfica, y entrevistas semiestructuradas a pobladores locales. Incluye tres apartados, en
el primero explico los ciclos del despojo minero y demuestro que en la actividad mi-
nera hay varios ciclos y despojos que se conjugan y pueden ocurrir simultáneamente;
en el segundo abordo el análisis de la desterritorialización de Cerro de San Pedro, co-
menzando con una exposición de la desterritorialización minera histórica, para des-
pués explicar cómo se realizó una territorialización por la empresa Minera San Xavier,
y por último, cómo ocurre una tensión de territorialidades alrededor de su anuncio
de cierre de actividades. Finalmente, en las conclusiones, se revisan los obstáculos para
percibir la desterritorialización minera, y ante ello, cómo es que las poblaciones se mo-
vilizan para reterritorializarse.
204
el ciclo de la des-reterritorialización en el antes y después de la minería
de un pasado minero de larga data, por lo que se vuelve necesario revisar los acon-
tecimientos que produjeron los hechos que observamos hoy. En palabras de López
(2017:61), cada presente evoca su pasado como una forma de buscar su horizonte
“Nada surge de la nada, todo lo que existe, en cierta manera, es la simiente de lo
que debe ser o será... Para entender el presente sera necesario conocer el pasado. Es
probable que de esa manera podamos también comenzar a vislumbrar el futuro”.
La posibilidad de realizar actividades mineras inicia con una etapa de desterri-
torialización, es decir, la preparación del terreno para el desarrollo y consolidación
de la minería a costa de la desincorporación de la población local al territorio que
pertenece. Una vez hecha esta preparación, se consolida como la única actividad (o
al menos la más importante) del sitio, hasta que se detecte la imposibilidad de con-
tinuar la extracción de minerales, lo que lleva a un abandono del sitio provocando
el desempleo de la población local y, con ello, la creación de actividades producti-
vas emergentes para sobrevivir al desplome de la minería. Es hasta que se encuen-
tra una nueva posibilidad de desarrollar la minería cuando se repite el ciclo. Cabe
mencionar que esta etapa de abandono es clave para la comprensión de este despojo
y desterritorialización que marca a poblaciones enteras, incluso por generaciones.
El abandono aparece en la actividad minera de manera continua, es un elemento
que se repite sobre todo en sitios donde la minería se lleva a cabo en forma de mo-
nocultivo.2 Podemos observar el abandono de poblados enteros que tuvieron épocas
de bonanza o esplendor en los periodos colonial o el porfiriato; pero que a la larga
se verían desmantelados, con una alta migración, marginalizados y, sobre todo, sin un
tratamiento posterior a la minería. Las condiciones que se experimentan son simi-
lares en sitios de monocultivo minero, donde regularmente al término o suspensión
de la actividad minera, los mineros y sus familias suelen percibir, además, una gran
incertidumbre económica y social. Se detectan casos emblemáticos en los estados de
Chihuahua, Zacatecas y San Luis Potosí, donde experimentaron en carne propia el
abandono característico de la minería, y donde actualmente se pueden observar los
llamados pueblos fantasma, con vestigios de residuos y desechos contaminantes que
jamás fueron tratados por ninguna empresa o gobierno en turno.
2
El término monocultivo se asocia principalmente con el modo de mantener plantaciones de una
sola especie en un área determinada. Sin embargo, varios autores lo relacionan con la minería cuando
ésta es utilizada solamente con fines extractivos, es decir, cuando se lleva a cabo sin ningún tipo de en-
cadenamiento y sin tener la posibilidad de contar con desarrollos productivos alternativos a la minería.
Para ahondar más en el tema, véase Gudynas (2014).
205
reconfiguraciones socioterritoriales
3
Artículo 132 del Reglamento de la Ley General para la prevención y gestión integral de los
residuos, Diario Oficial de la Federación, 30 de noviembre de 2006.
4
El uso del prefijo “mega” da referencia para describir las dimensiones de una nueva modalidad
de la minería. Algunos autores describen a la nueva práctica minera utilizando dicho prefijo, refirién-
dose al número de proyectos, magnitud de los recursos y trabajo, y desde el punto de vista geográfico,
ocupación e impacto territorial, que exceden a los llevados a cabo en la minería tradicional. Para
comienzos del siglo XXI, el interés renovado por la apropiación y explotación intensiva de los recursos
minerales de los países latinoamericanos se expresa en la multiplicación de megaproyectos de extrac-
ción en todo el continente (Alimonda, 2011:10).
206
el ciclo de la des-reterritorialización en el antes y después de la minería
5
Extractivismo se refiere a una matriz productiva que forma parte de un modelo de desarrollo
basado en la economía primaria, dependiente del mercado internacional. Machado señala que el
extractivismo es además la apropiación de grandes volúmenes de recursos naturales, que se exportan
prácticamente sin haber recibido ningún proceso transformador y con momentos de alza o decaída
dependiendo de los intereses de las corporaciones trasnacionales (2010).
207
reconfiguraciones socioterritoriales
208
el ciclo de la des-reterritorialización en el antes y después de la minería
de los puestos altos a la población local al no ser mano de obra calificada. Además,
la minería destruye el empleo local y genera migración, ya que la contaminación de
suelos y agua, desplaza a la agricultura y la ganadería, impide el turismo, destruye los
salarios, aumenta la delincuencia, entre otros impactos. Este panorama no sólo es ca-
racterístico de la minería actual. Los procesos mineros de la época colonial también
utilizaban elementos que degradaron el suelo provocando el retiro de la población,
sólo que su dimensión extractiva era incomparable a la actual debido a su tecnolo-
gía, lo cual permitió visualizar el daño en un tiempo más largo; los procesos actuales
degradan con mayor velocidad e intensidad.
Desterritorialización y reterritorialización son, por tanto, procesos que ocu-
rren de manera simultánea y a partir de los cuales se busca afirmar un dominio. La
re-territorialización alude a referentes materiales y simbólicos viejos y nuevos, así
como también a viejas y nuevas articulaciones socioespaciales (Paz, 2014:17), pue-
de actuar por dos vías, ya sea que esté impulsada por el capital instrumentalizando
territorios, o de forma opuesta, por la población defendiendo el territorio y reto-
mando su control político, económico y cultural (Paz, 2014:20-22).
Menciona Harris (2004:172) que la energía espacial del capitalismo trabaja para
desterritorializar a las personas, separándolas de los vínculos previos entre ellas y el
lugar y reterritorializarlas en relación con los requisitos del capital. La desterritoria-
lización significa el retiro de su historia, como si no hubiera habido nada importante
antes. A esto también se refiere Lefebvre (1961:286) cuando menciona que “el capi-
talismo produce espacio a imagen de sus propias relaciones de producción”, lo cual
incide en el término de las relaciones sociales, culturales y políticas que se lleven a
cabo, es decir, fisurar entrometiéndose en su cotidianidad. Según Lindón (2004:43),
para Lefebvre lo cotidiano siempre implica una pluralidad de sentidos, asociados con
puntos de vista que se pueden condensar en ciertos elementos espaciales.
Lefebvre concibe lo cotidiano a partir de símbolos que forman agrupaciones.
El símbolo implica una comunidad que lo reconoce, es connotativo y no dennota-
tivo. Son símbolos el mar, el sol, la montaña, el río. Uno de los rasgos más importan-
tes para reflexionar el símbolo en la vida cotidiana es su eficacia emocional directa
(Lefebvre, 1961:287). En el caso de la megaminería de tajo a cielo abierto, símbolos
como las montañas, los cerros, son eliminados tanto físicamente como de su carga
simbólica, o al menos se trastoca y desvirtúa. Esta sobreposición/imposición de sím-
bolos, de arrebato de cotidianidad, de territorialización del capital minero, marca la
diferenciación de una población y otra, aquella que se somete, y aquella que se rebela.
209
reconfiguraciones socioterritoriales
Hay una línea de demarcación entre dos tipos de poblaciones. Según Ajari
(2011:55), es la producción jurídica de dos tipos de ciudadanías, de dos tipos de vi-
das diferentemente valorizadas, pero cuya diferenciación se resume más a partir de
privilegios políticos y posibilidades de inserción socioeconómica jerarquizada que
por una oposición entre los que merecen vivir y los que pueden morir. Por extre-
mo que parezca, este señalamiento da cuenta claramente del carácter “sacrificable”
que se mencionaba anteriormente. La muerte aquí es la imposibilidad de vida, el
retiro de los derechos para sobrevivir. El derecho (de una empresa) de decidir que
se creará un pueblo fantasma.
Se observa una permanente violencia en el comportamiento cotidiano, vio-
lencia con respecto al pasado, despojado de toda sustancia; violencia con respecto
al porvenir, porque el régimen colonial se muestra como si tuviera que ser eterno
(Fanon, 2010:172). La empresa es la que ejerce un poder que “administra la vida”.
“La vieja potencia de la muerte, en la cual se simbolizaba el poder soberano, se halla
ahora cuidadosamente recubierta por la administración de los cuerpos y la gestión
calculadora de la vida” (Foucault, 1988:2).
En suma, el modelo de acumulación por desposesión se asienta sobre la expro-
piación económica, la destrucción de territorios y la depredación ambiental (Svam-
pa, 2011:185). La megaminería a cielo abierto (entre otros megaproyectos), ilustra
a cabalidad esta nueva división territorial y global del trabajo, mismos que van ge-
nerando transformaciones mayores en la medida en que destruyen y reorientan la
economía de pueblos enteros, sus estilos y condiciones de vida, amenazando la sus-
tentabilidad ecológica.
Sin embargo, no olvidemos que las poblaciones no han quedado ajenas a su
propia problemática. Al paso del tiempo se intentan retomar las riendas de los terri-
torios, echando marcha atrás el proceso de abandono, reapropiándose de sus propias
prácticas, reconociendo en ellas sus saberes y conocimientos, re-territorializando. Es-
tos retornos reconfiguran un nuevo territorio, que “ha de ser defendido de intru-
siones, violaciones o contaminaciones”.6 Es una construcción social que procede, a
la vez, de un patrimonio ambiental y de un patrimonio cultural, dimensiones estre-
chamente vinculadas, lo que invita a observar las dinámicas de la propia población
después de la minería.
6
Véase Ramírez y López (2015), capítulo 4, “Territorio”, pp. 127-157.
210
el ciclo de la des-reterritorialización en el antes y después de la minería
Cerro de San Pedro (CSP) tiene un pasado minero que nace en 1592, cuando se des-
cubren sus minas de oro y plata. A lo largo del tiempo tendría actividades mineras
intermitentes, caracterizadas por picos de bonanza y grandes letargos de inactivi-
dad durante los siglos XVI al XVIII, y una actividad sostenida a finales del siglo XIX
y principios del XX. Aquí enfocaremos particularmente la segunda mitad de la dé-
cada de 1990, cuando estaba por ingresar la empresa canadiense Minera San Xavier
(MSX) al poblado considerado “fantasma”, por su poca población y su latente acti-
vidad minera llevada a cabo por unos contados gambusinos locales.
En el trabajo de campo realizado entre 2012 y 20137 por el municipio de CSP,
se constató que la condición de abandono es el común denominador. Las bonanzas
de diferentes etapas de la minería, pueden identificarse con algunas construcciones
como haciendas, viviendas, almacenes. Sin embargo, la mayoría de dichos edificios
se encuentran en estado de abandono, en poblados donde se carence de servicios
básicos y de infraestructura, donde la migración y movilidad laboral mantiene a su
población económicamente activa fuera de sus comunidades de origen, donde el
esplendor fue cuestión de un tiempo que no volvió (Silva, 2014: 300).
En este registro se hace visible que, efectivamente, la riqueza que produjera la
actividad minera podía reflejarse en sus construcciones, pero no en la permanencia
de su población ni en la continuidad de desarrollos productivos. Hubo intentos por
continuar la minería con el gambusinaje,8 práctica que pervivió en CSP hasta 2004.
7
Trabajo de campo para la investigación de tesis doctoral (Silva, 2014).
8
Labor de buscar y explotar minerales que realizan los mineros por su propia cuenta, artesanalmente.
211
reconfiguraciones socioterritoriales
En los poblados colindantes de Monte Caldera y Cuesta de Campa, aún se hacía se-
lección de grasas y escorias para refundirlas, sacando poco mineral y vendiéndolo en
la capital potosina, o bien para uso personal (Silva, 2014:303). El paisaje de la región
se observaba fisurado, desposeído de condiciones para poder superar a la actividad
que lo estructuró. Cada vez que hubo un pico de bonanza en CSP, había arribos cos-
mopolitas laborales. Sin embargo cuando llegaba el quiebre, se despedía del sitio la
mayoría migrante. El elemento a destacar aquí es que lo cosmopolita no llegó a ser
un elemento integrador, parecería que más bien era motivo de pérdidas de tradicio-
nes locales, y con ello una pérdida importante de identidad.
Se hablaba de la llegada de trabajadores mineros migrantes con una diversidad
de culturas, pero este arribo no fue elemento de fortaleza, sino de utilidad práctica.
Cada pico de bonanza traía consigo un nuevo momento de intercambio cultural,
de creación de empleo, de diversificación de actividades, de movilidad cosmopolita
y de multiculturalidad (Silva, 2014:309).Todo era producto de una bonanza tempo-
ral de corto plazo, y en cada quiebre del ciclo minero, se rompía un elemento in-
dispensable para el sostenimiento de una región y que es el componente principal
en la creación de territorialidades: la apropiación y consolidación de una identidad.
Esta región ha tenido poco interés por invertir en actividades productivas que
no sean las mineras. Ha sido desprovista de valor histórico y, por lo tanto, desprovis-
ta de interés por lo que pueda pasar en caso de sufrir una amenaza de destrucción
de sus vestigios y el significado que llevan consigo. En el paisaje se contrastan dos
versiones de un proceso productivo: aquella que se ofrece como un poblado fantas-
ma de manera cotidiana, y la que toma forma a través de relaciones históricas que
han dado esta imagen como cotidiana, es decir, el proceso de desterritorialización.
El Estado se ha dedicado a descuidar y apartar de una planeación laboral y de
gestión de recursos a estas zonas llamadas ahora degradadas, pobres, marginadas, faltas
de ayuda, analfabetas, con desempleados y migrantes. Estos “descuidos”, este “no ha-
cer”, puede tener varias lecturas, entre ellas, la falta de legislaciones y normativas de
cierre o reparación de daños por actividades mineras anteriores. Pero también puede
leerse como la preparación del terreno para las nuevas inversiones neoliberales en la
minería, dadas las transformaciones que derivan del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN), las reformas al artículo 27 constitucional y la Ley Mi-
nera, siendo propicio para atraer nuevas explotaciones sin obstáculos.
Además, al momento de proponer la reinserción de actividades mineras en si-
tios con antecedentes mineros, se tiende a resaltar la importancia histórica del sitio en
donde se pretende ubicar la actividad, puntualizando que si no fuera por su referencia
212
el ciclo de la des-reterritorialización en el antes y después de la minería
Desde la década de 1990, antes de que la Minera San Xavier (MSX) llegara a CSP,
hubo una serie de acciones por parte de los gobiernos para desalojar el poblado. Se
canceló el transporte público al pueblo, se retiró la escuela y el archivo histórico,
incluso se intentó suprimir la cabecera municipal para pasarla al poblado de Porte-
zuelo, pero no prosperó la iniciativa. De esta forma se encontrarían las mejores con-
diciones para las inversiones mineras, pues se podría explotar el cerro con poca o
nula población habitando el sitio (Silva, 2014:292). Bajo este panorama desolador en
términos demográficos y de viabilidad económica,9 en 1995 comenzó en esta zona
la exploración por parte de la compañía minera canadiense Metallica Resources Inc.
y su subsidiaria mexicana MSX. A partir de entonces se retiraron las funciones de la
clínica, la empresa tomó dichas instalaciones y las del salón ejidal, y realizó la fiesta
de conmemoración de fundación del pueblo cada tres de marzo.
La comunidad estaba fragmentada y había división en la población, sin embar-
go, en el momento de posicionarse en torno a la actividad minera, estas relaciones
se modificaron drásticamente. Las transformaciones alrededor de la minería incluyen
despojo de tierras y retiro de formas de vida agrícola, ganadera, silvestre y, sea que
hubiera grupos sociales con organización más compleja, o una sencilla jerarquiza-
ción de ejido-comunidad, en CSP y sus alrededores se cambió la dinámica cotidiana
9
En 2004 la MSX acordona el área del proyecto, impidiendo el acceso a cualquier habitante a
los límites de la explotación, terminando así con las prácticas persistentes mineras de gambusinaje y
minería artesanal.
213
reconfiguraciones socioterritoriales
Los habitantes están dispuestos a transitar hacia otra manera de enfrentar la vida, en la
medida de que ésta no les produzca espacios de pobreza adicionales, contemplando la
posibilidad a futuro de volverse a integrar a una comunidad posiblemente renovada,
pero que guarde los símbolos de su pasado histórico, único baluarte que lo asocia con
una categoría o rango de distinción [...] los integrantes de estos poblados, muestran
una gran disponibilidad a incorporarse a programas y proyectos de desarrollo econó-
mico de tipo minero (MIA, 1997:304).11
10
El Cerro de San Pedro, donde se ubica el proyecto de MSX, es el mismo que aparece en el Escu-
do de Armas del estado de San Luis Potosí, haciendo referencia al descubrimiento de sus minas como
factor principal de la fundación de la capital y la consolidación del estado.
11
Fragmento presentado como “Conclusiones” de un estudio socioeconómico de la Fundación
Eduard Seler, Escuela de Educación Superior en Ciencias Históricas y Antropológicas, San Luis Potosí,
SLP, 1996. Se encuentra en la MIA, página 304, inciso 3.3.4, “Otros estudios socioeconómicos”.
214
el ciclo de la des-reterritorialización en el antes y después de la minería
215
reconfiguraciones socioterritoriales
Desde el 2014 la MSX ha emitido comunicados donde anuncia que está proyectando
el cierre (paulatino) de sus operaciones para comenzar en 2016. Ante estas declara-
ciones, se ha pedido se divulgue públicamente el plan oficial de cierre de la empre-
sa, y con ello que la población interesada y afectada pueda incidir directamente en
el criterio de su puesta en marcha. Durante meses no hubo una respuesta oficial, y
solamente se tenía una presentación en línea de un programa básico en la página de
la Cámara Minera Mexicana (Camimex), donde se destaca este proyecto como mi-
nería con responsabilidad social.12 La Minera San Xavier elaboró un supuesto Plan
maestro de ordenamiento urbano y regional de CSP dentro de la Manifestación de
Impacto Ambiental en 1997, donde basaron algunos elementos en trabajos que ha-
bían realizado con anterioridad miembros de CSP en una propuesta de declaratoria
que no procedió.13 Esto no puede considerarse un plan de cierre al no establecer li-
neamientos a largo plazo ni involucrar a la población local en la toma de decisiones.
Dicho Plan14 describe de manera general una propuesta de diseño para el de-
sarrollo de un proyecto arquitectónico a gran escala, protección y desarrollo urbano
del pueblo y área de influencia “que se verá beneficiada por el desarrollo inducido
por la construcción de la mina a cielo abierto y las instalaciones anexas necesarias
12
[https://camimex.org.mx/files/6914/4112/8074/2-2.pdf].
13
En el sexenio del gobernador del estado Silva Nieto (1996-2003), se hizo un proyecto de decre-
to para declarar a CSP como una zona de monumentos históricos. Existe la aseveración por parte de
grupos opositores que dicho gobernador se negó a firmar el documento para dar prioridad a la MSX.
Véase Silva (2014:189).
14
Entre los impactos en la “etapa de abandono” se advierte como único impacto adverso en lo
ambiental, la calidad del aire, pero no hay criterios de impactos acumulativos, ni un programa de mo-
nitoreo de daños de todas las sustancias usadas, ni sobre terreros o polvos. Sección Etapa de Abandono
de la MIA, MSX, V. 2 pp. 320-377.
216
el ciclo de la des-reterritorialización en el antes y después de la minería
15
Manifestación de Impacto Ambiental de MSX. Página 352. Etapa de cierre. 6.2.5.1.
16
Vicepresidente para América Latina de New Gold y director general de Minera San Xavier.
17
También han celebrado un convenio de colaboración con el campus San Luis del Instituto
Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey para impulsar el desarrollo de actividades mi-
croempresariales con la finalidad de construir opciones de empleo para los trabajadores en el marco
del programa de retiro (Redacción, El Heraldo, 2015).
18
[http://colaboracioncivica.org/esp/desarrollo-sustentable/sector-extractivo/]. Es de hacer no-
tar que dicho estudio confunde el nombre del poblado (Cerro de San Pedro) como San Xavier, que
es el nombre de la empresa minera, no del sitio.
217
reconfiguraciones socioterritoriales
para el desarrollo de alternativas económicas para las comunidades con mayor re-
lación con la Minera San Xavier”. Afirman que realizaron reuniones a lo largo de
seis meses en las localidades de Monte Caldera, Cuesta de Campa, la Zapatilla, CSP,
donde se recabaron más de 300 opiniones de las diversas áreas de MSX respecto a las
preocupaciones y expectativas a futuro tras el inicio del cierre de operaciones y so-
bre el desarrollo del proceso participativo.
Si revisamos los lineamientos sobre cierre de actividades mineras, no encontra-
remos una normativa que regule esta acción. En la legislación ambiental mexicana
no se obliga a la restauración de sitios mineros al final de sus operaciones, pero al-
gunas mineras han incorporado acciones dentro de sus propias políticas ambientales.
La Norma Oficial Mexicana nom-141-semarnat-2003 establece el procedimiento
para caracterizar los jales,19 así como las especificaciones y criterios para la caracte-
rización y preparación del sitio, proyecto, construcción, operación y postoperación
de presas de jales. Menciona Jiménez et al. (2006:66) que esta nom también estable-
ce los criterios para la mitigación de los impactos ambientales por la remoción de
la vegetación para el cambio de uso del suelo. Asimismo, señala especificaciones y
criterios ambientales para las etapas de preparación del sitio, proyecto, construcción,
operación y postoperación de presas de jales, y para el monitoreo. Esto solamente
atañe a los espacios de jales, no está hablando de los terreros, del tajo ni de las insta-
laciones del campamento u oficinas, mucho menos de un plan de cierre.
Cabe mencionar que aunque la empresa llegue a cerrar, las concesiones conti-
núan dadas de alta, ya que la legislación mexicana permite hasta 50 años de conce-
sión prorrogable por otros 50 más si es requerido, por lo que MSX podría mantener
la ocupación del territorio hasta por 100 años. El mayor impacto que ha causado a
lo largo de la estancia de MSX en CSP ha sido en el tejido social. Investigaciones de
Lamberti (2011:324), indican que la fragmentación que había en la zona se fue ha-
ciendo mayor al paso del tiempo:
19
Apilamientos de rocas molidas que quedan después de que los minerales de interés como el plo-
mo, zinc, cobre, plata y otros que han sido extraídos de las rocas que los contienen. El proceso de ob-
tención de minerales en jales, es la lixiviación, que utiliza cianuro de sodio para recuperar oro y plata.
218
el ciclo de la des-reterritorialización en el antes y después de la minería
negado a convivir con nosotros, no quieren con nosotros en ninguna raíz ni cultural
ni familiar ni nada, o sea ya hemos visto, nosotros los viejos conocimos suficiente gen-
te que nos conocen nuestra manera de ser, nuestra fuerza de trabajo, y esta gente no
tiene y que ahora están muy prendidas con la minera.
Conclusiones
219
reconfiguraciones socioterritoriales
reterritorializarse para sobrevivir, mientras enfermó, luchó, murió, y mientras las ge-
neraciones posteriores o quienes se quedaron, fueron olvidados, negados y despojados.
La MSX se territorializó no sólo en el pueblo del CSP sino en casi todo su mu-
nicipio. La desterritorialización histórica de la región ha sido determinante para que
la territorialización de MSX fuera tan fácil. Es intricado apreciar las territorialidades
del CSP, pues se imposibilita la apropiación colectiva cuando sistemáticamente se
ha arrebatado y degradado el territorio en donde se vive y se lucha por sobrevivir.
Es imperceptible, indetectable, esta desterritorialización porque se ha normali-
zado como una condición sine qua non de los sitios mineros, donde se habla de pue-
blos fantasma pero no de despojo de derecho a decidir en el territorio, a conformar
220
el ciclo de la des-reterritorialización en el antes y después de la minería
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reconfiguraciones socioterritoriales
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223
Territorialidades, proyecto de vida y amenaza
de los proyectos de muerte en el Altepet Maseualmej
Introducción
225
reconfiguraciones socioterritoriales
3
Altépetl, AC, colaboró en este proceso por invitación del Centro Universitario para la Preven-
ción de Desastres Regionales, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (Cupreder-BUAP),
coordinador responsable de este trabajo.
226
territorialidades, proyecto de vida y amenaza de los PROYECTOS DE MUERTE...
4
La territorialidad entendida en alusión a nociones de soberanía, propiedad, disciplina, vigilancia y
jurisdicción. Implica un proceso de espacialización de las relaciones de poder (Meza, 2012). Constituida
de tres elementos: sentido de la identidad espacial, sentido de la exclusividad y compartimentación de
la interacción humana en el espacio. Proporciona un sentimiento de pertenencia a una porción parti-
cular de tierra sobre el que se tienen derechos exclusivos, e implica un modo de comportamiento en el
interior de esa entidad (Soja, citado por Segato, 2006:76).
5
El Ordenamiento Territorial Integral es construido socialmente en 2009-2010 mediante un mo-
delo elaborado de la mano del Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales (Cu-
preder) de la Benemérita Universidasd Autónoma de Puebla (BUAP); en octubre de 2010 fue aprobado
en cesión abierta el Cabildo del Ayuntamiento, el Programa de Ordenamiento Ecológico Territorial
del Municipio de Cuetzalan, Reglamento Interior y facultades derivadas. Se publica en el Periódico
Oficial del Gobierno Constitucional del Estado de Puebla, el 3 de diciembre de 2010 y, en enero de 2011, es
inscrito en el Registro Público de la Propiedad. El 31 de diciembre de 2010 se agrega el “Esquema de
Desarrollo Urbano Sustentable, además del Atlas de Riesgos”. Es el Primer Ordenamiento Territorial
Integral del país con tres instrumentos.
227
reconfiguraciones socioterritoriales
6
Región, categoría geográfica: “un espacio (no institucionalizado como Estado-Nación) de iden-
tidad cultural y representatividad política, articulado en función de intereses específicos, por una frac-
ción o bloque regional de clase que en él reconoce su base territorial de reproducción” (Haesbaert,
2011). Cohesión regional, en la que un movimiento político se basa en la identidad regional, identifi-
cándose la región como un nuevo sujeto político (Mateo y Bollo, 2016:92).
7
Ameyal significa manantial, del náhuatl ameyalli, de atl, agua y meya, manar la fuente. Ameyalmej en
maseualkopaj (lengua maseualmej de Cuetzalan), maseualtajto significa “idioma mexicano”. Gran dicciona-
rio náhuatl, Universidad Nacional Autónoma de México (2012) y Castillo (2007).
228
territorialidades, proyecto de vida y amenaza de los PROYECTOS DE MUERTE...
los productos campesinos del “jardín del café” o policutivo tradicional (Toledo, 2007;
2016), y la ausencia de los vendedores indígenas perjudicaría al turismo que viaja
por la diversidad productiva, paisajística y cultural.
Con esa misma intención expoliadora y de grave impacto socioambiental, en-
seguida se intentó imponer un plan regional que comprende entre 22 y 27 proyec-
tos mineros asociados con empresas chinas, canadienses, inglesas y mexicanas, que
se abastecerían de agua y energía con la construcción de seis obras hidroeléctricas
(Kuojtakiloyan, núms. 17 y 18, 2013), localizadas en el tramo más conservado y con
mayor caudal del río Apulco; además, se amagó con la extracción de hidrocarburos
mediante fractura hidráulica denominada fracking.8
Años después, en un evento de exposición de la Agenda Ambiental del COTIC
en noviembre de 2011, se confirmó la denuncia relativa a la colocación de torres
de alta tensión de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en la Junta Auxiliar
de Xiloxochico, sin el permiso de los dueños de las tierras. La pretensión de la CFE
consiste en imponer el Proyecto Línea de Alta Tensión Entronque Teziutlán II-Pa-
pantla y Subestación Cuetzalan (Proyecto LAT), que implica tendido de alta tensión
y construcción de una subestación eléctrica dentro del territorio de los municipios
de Cuetzalan y Ayotoxco. La subestación está ligada con el proyecto de las hidroeléc-
tricas del grupo de Ingenieros Civiles Asociados (ICA), y con las empresas usufruc-
tuarias de concesiones mineras en los municipios serranos de Cuetzalan, Tetela y
Tlatlauquitepec, como lo ha expuesto el COTIC en asambleas informativas (La Jor-
nada de Oriente, 6 de febrero de 2017).
Este proyecto es violatorio del Programa de Ordenamiento del municipio de
Cuetzalan, pues su trazo afecta a 13 Unidades de Gestión Ambiental (UGA); de cada
una de ellas, contraviene las políticas de protección y restauración, y los criterios y
lineamientos ecológicos que deben ser observados obligatoriamente.9 El COTIC, a
8
En Cuetzalan, en particular, se afectarían 18 013 hectáreas (98% de su superficie), las cuales, de
acuerdo con un estudio del Centro de Análisis Poder, serían entregadas por la Secretaría de Energía
(Sener) en las Rondas petroleras. En este sentido, la Cooperativa Tosepan Titataniske, una de las orga-
nizaciones del COTIC, había denunciado que mediante las Rondas 2, 3 y 4 de la reforma energética
se harían subastas que involucrarían demarcaciones que han declarado a sus territorios como libres de
proyectos de muerte (Regeneración, 12 de marzo de 2018).
9
El Ordenamiento de Cuetzalan, establece lineamientos y restricciones permitiendo únicamente la mi-
croindustria y pequeña industria. Es contundente en la prohibición de cualquier actividad del proyecto,
por lo cual debiera estar ausente del polígono de Pemex Exploración y Producción. El uso de suelo
229
reconfiguraciones socioterritoriales
está regido por las Unidades de Gestión Ambiental (UGAS) del ordenamiento, en tanto el COTIC
no modifique su vocación, el cambio de uso de suelo no puede ser otorgado unilateralmente por el
alcalde de Cuetzalan.
10
Los proyectos hidromineros están referidos a las concesiones otorgadas por el gobierno federal
para la construcción de hidroeléctricas para abastecer de agua y electricidad a la extracción minera, en
este caso de los consorcios Grupo Ferrominero y Autlán, que provocarían severos impactos ambientales.
11
Territorialización (multiterritorialidades), expresión de las intencionalidades de su dominio po-
lítico, económico y cultural, así como de su apropiación material y simbólica, conformados en distintas
y complejas fases de intervención y de actuación de poderes disímbolos. El Estado es el principal
promotor que continúa controlando políticas territoriales asociadas con un complejo juego de poder
a partir del dominio y apropiación sobre los recursos materiales (Haesbaert, 2014).
230
territorialidades, proyecto de vida y amenaza de los PROYECTOS DE MUERTE...
Los procesos y experiencias del caso cuetzalteca no se pueden explicar sin el ta-
lante, la expresión, la existencia y la articulación de las organizaciones de mujeres y
hombres campesinos e indígenas del maseualmej altepet, entre los que destaca la Coo-
perativa Tosepan Titataniske (Unidos Venceremos) y la Masehual Sihuamej Mosen-
yolchicauanij (Mujeres indígenas que trabajan juntas), que han recorrido un largo
camino en la construcción de sus colectividades, en procesos espaciales y temporales
complejos, en contextos socioculturales, el habitus (Bourdieu, 2011) de su aconte-
cer perpetuando la reproducción de sus condiciones de existencia. En este senti-
do, sus organizaciones germinan de lo que perciben y sienten, de sus emociones e
interpretaciones que han vivido como protagonistas, entrelazándolas a los procesos
experenciales del presente.
De ahí que en este trabajo reparamos en los espacios y trayectos de vida de las
mujeres de la Masehual Sihuamej Mosenyolchicauanij, organización creada en 1985
por artesanas nahuas con la finalidad de tener una vida digna (Masehual Siuamej
Mosenyolchicauanij, 2016:12), vender a precios justos las artesanías que entretejen
combinando el trabajo en el hogar, en la comunidad, en la elaboración de preparados
con hierbas medicinales o curando a enfermos; así como construir colectivamente un
espacio ecoturístico y atender su Hotel Taselotzin, donde también difunden las prác-
ticas para “conservar el medio ambiente” con criterios sustentables para mejorar la
vida de sus familias y de la Madre Tierra, como lo manifiestan en su sitio de internet.
231
reconfiguraciones socioterritoriales
12
El plan de 1974 del gobierno de Luis Echeverría Álvarez para financiar la política agropecuaria, sus
fondos provenían del Programa de Inversiones Públicas para el Desarrollo Rural, después denominado
Programa Integral de Desarrollo Rural (Pider), circunscrito al Plan Puebla y las políticas de organización
de productores, creado por la Fundación Rockefeller y el Centro Internacional de Mejoramiento del
Maíz y del Trigo (CIMMYT) en coordinación con el Colegio de Postgraduados de Chapingo (Martínez,
1991:130).
13
Asesor desde entonces de la Unión de Cooperativas Tosepan, llegaría en aquel tiempo a trabajar
con el Colegio, y se quedaría para siempre entre los maseualmej de Cuetzalan (entrevista, febrero de 2017).
232
territorialidades, proyecto de vida y amenaza de los PROYECTOS DE MUERTE...
[...] por andar invadiendo terrenos, y bajaba el ejército [...] por lo de la Unión Cam-
pesina Independiente (UCI)14 decían que éramos gente que estaba haciendo invasiones
de tierras. Entonces dijimos si nos acusan de estar fuera de la ley, veamos qué dice la
ley, y vimos que una de las formas organizativas que aceptaba la ley eran las coopera-
tivas.Vimos que también había sociedad de producción rural y cooperativas, la gente
dijo vamos a ser cooperativa porque somos cooperativistas, desde que comenzamos
empezamos a cooperar. Esto se quedó en la mente de los socios (entrevista, Álvaro
Aguilar Ayón, febrero de 2017).
La Tosepan cumplió 40 años en 2017, luego de transitar por una época pro-
ductivista, los cooperativistas dieron un importante giro hacia una idea ecologista,
más preocupados por el cuidado de la naturaleza y la idea de la producción orgáni-
ca. La estrategia de diversificación que en la actualidad impulsan como asociación
pluriactiva y en la que las familias campesinas y las comunidades son cada vez más
protagónicas con mayor peso en la toma de decisiones, impulsa propuestas alternati-
vas colectivas fortaleciendo los lazos de solidaridad y reciprocidad y cultura comunes
“[...] en cierto modo reproducen a escala ampliada la diversificación que por nece-
sidades de subsistencia, capacidades locales, medios de trabajo y recursos, practican
las familias campesinas locales” (Paz y Meza, 2014:48).
La organización agrupa a nueve cooperativas y tres asociaciones civiles, que
reúnen a alrededor de 34 mil familias la mayoría nahuas y totonacos. A su vez los
socios están integrados en 410 cooperativas locales de 26 municipios de la Sierra
Nororiental.
Han trabajado una red de abasto comunitario, red de caminos comunitarios,
acopio y comercialización; fomentan entre sus productos más significativos, el café
14
Debido a la concentración de tierra y de despojo de la propiedad indígena, en la década de
1970 emerge en la Sierra Norte de Puebla, un conflicto por la posesión de la tierra. Campesinos em-
pobrecidos y jornaleros sin tierra se organizan para recuperar la tierra que ya desde hace años venían
solicitando al Estado. Se llevaron a cabo una serie de tomas de tierras, principalmente en la franja que
va de Zacapoaxtla a Cuetzalan. Al principio dichas acciones eran espontaneas, pero luego logró con-
juntarse bajo la bandera de la Unión Campesina Independiente (UCI) (Da Costa Maciel, 2015:1439).
233
reconfiguraciones socioterritoriales
y la pimienta orgánicos, la miel virgen y técnicas de cultivo para mejorar las cose-
chas con vivero propio (un millón de plantas al año); un sistema de procesamiento
de mínimo impacto ambiental para el beneficiado húmedo del café (Aguilar, 2017).
Atienden las necesidades y demandas campesinas y de las familias para lo cual in-
tegran servicios para la producción, financiamiento, comercialización, educación,
salud, vivienda y cultura (Paz y Meza, 2014:48). En la actualidad funciona como
Unión de Cooperativas, regida por una sola Asamblea general de Mesas Directivas,
la máxima autoridad.
Ambas agrupaciones nacen en las décadas agitadas del siglo pasado en la Sierra
Norte y Nororiental, por la necesidad de agruparse para construir alternativas para
la vida campesina indígena. La una y la otra, mantienen una particular manera de
relacionarse con los bienes naturales y de apropiación del territorio, lo cual implica
una disputa con la estrategia discursiva del crecimiento sostenible con la que se pre-
tende legitimar la apropiación privada de bienes comunes y del territorio.
15
Maseualmej, plural de maseual que significa “el que trabaja la tierra”; y a los mestizos de esta
región les llaman koyomej, plural de koyot, que significa “coyote”, el que se aprovecha del trabajo de los
indígenas, el intermediario o el acaparador (Castillo, 2006).
234
territorialidades, proyecto de vida y amenaza de los PROYECTOS DE MUERTE...
natural, explica que, si bien en los últimos cien años ha habido cambios en la eco-
nomía y la ecología, el modo de interactuar con la naturaleza –que difiere bastante
del modo mestizo–, mantiene las prácticas propias de los pueblos indígenas y refleja
la manera en que han contribuido a crear un ecosistema de una enorme riqueza so-
cioambiental sustentadora de la vida humana. Opina que se trata de una identidad
étnica que enuncia raíces profundas en la memoria histórica, y una visión del mun-
do, de las relaciones, del trabajo y del ocio (Beaucage, 2010).
Una socialidad indígena-campesina que construye su propio proyecto de vida
para asegurar la reproducción social con una vida buena –el “yeknemilis” en maseualko-
pa– y permanecer en sus territorios, los altepet maseualmej, en los que la subsistencia
se nutre y apuntala en el trabajo de sujetos individuales en una comunidad compar-
tida, donde actúan bajo normas sociales y comparten las relaciones socionaturales, y
formas de relacionamiento específico de las necesidades sociales.
En contraste con el afán de lucro depredador de los proyectos de muerte, en
el Altepet maseualmej se muestra una lógica que concibe al monte y al agua como un
manantial de vida y de biodiversidad, el hábitat de las especies vivas; lugar en el que
las organizaciones y las comunidades cohabitan con la naturaleza en un Altepet ur-
dido en la memoria, proyectado por las identidades y la experiencia de un mundo
de vida campesino que les permite recrear tenazmente territorialidades que favore-
cen las condiciones de existencia, de reproducción y permanencia de sus pueblos y
comunidades (Meza, 2017).
Esta relación naturaleza sociedad favorece también la economía de los maseual-
mej que cuidan la base material, el entorno, al tiempo en que permite la sobrevi-
vencia de sus condiciones de vida actuando en comunidad, es decir, bajo una red de
relaciones sociales y socionaturales (Hinkelammert y Mora, 2013: 11).
El modo de producción de las economías campesinas se singulariza porque
dirige la producción a la obtención de bienes de uso y destina los remanentes a la
venta, valores de cambio, proceso en el que fuerzas de mercado actúan sobre el cam-
pesino como productor y consumidor (Toledo, 1992:2). En estas economías tradi-
cionales insertas en el sistema económico “tiene que existir una fuerte organización
social que se ocupe de los aspectos de la vida”: división y organización del trabajo,
distribución de la tierra, entre otros (Rendueles, 2009:18).
Armando Bartra explica que se trata de “una socialidad alterna donde produc-
ción, intercambio y consumo, responden [...] no a una mecánica de mercado sino
a una dialéctica social” (Bartra, 2014:20). En este modo de vivir, señala Bartra: un
ethos, la cultura, significa la naturaleza, por lo que no sólo produce valores de uso
235
reconfiguraciones socioterritoriales
y de cambio sino también significados que reflejan la compleja relación del orden
simbólico-natural en las relaciones de producción económico-políticas.
La lógica de vida campesina de pertenencia al territorio construido desde su
cosmovisión, hizo florecer el Kuojtakiloyan (monte donde se produce, en maseualko-
pa), como una creación biocultural,16 un invento que surge de la interacción entre
la naturaleza y el pueblo. Una relación de reciprocidad entre culturas y naturaleza
resulta del conocimiento indígena y de su actitud de respeto y cooperación.
El territorio, está circunscrito a un complejo paisaje agroforestal cafetalero (kuo-
jtakiloyan) con una riqueza florística de cerca de mil especies de plantas, unas 300 se
protegen, se manejan o se utilizan en los jardines de café o llamado cafetal vergel por
Beaucage (2010b). Regiones productoras que se traslapan con áreas reconocidas de
mayor biodiversidad, de importancia estratégica en términos de conservación bio-
lógica (Toledo y Barrera-Bassols, 2008:168). Junto a la milpa y a los pueblos, forman
un valioso proyecto de vida que se debe defender con toda la fuerza (Toledo, 2016).
En este sentido, una economía para la vida, señalan Hinkelammert y Mora
(2013:13), reside en la vida humana en la producción y reproducción de la vida real
y sus condiciones de existencia (económicas, ecológicas y culturales), y la expresión
“normativa” consiste en el derecho a vivir.
De este modo, desde la noción del trabajo de los pueblos maseualmej, se pue-
de vislumbrar el sentido de la integración entre la producción de valores de uso,
columna vertebral que posibilita la vida, y la reproducción de las condiciones mate-
riales para la vida. De la misma forma, la división social del trabajo que produce los
bienes materiales de la sociedad, por ejemplo, las actividades del trabajo doméstico
y del cuidado también requieren valores de uso provenientes de familiares, comuni-
tarios participantes de la división social del trabajo, que tampoco pueden existir sin
el trabajo doméstico y el cuidado.
Así, los campesinos indígenas cuetzaltecas, conservando su modo de vida, tra-
bajan en sus empresas colectivas (ecoturismo o productos comerciales), que los lle-
van al mundo del mercado incluso mundial, para lo cual trabajan y se relacionan
16
El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas: recursos naturales bióticos intervenidos por
el manejo y el uso de los recursos naturales según patrones culturales, agroecosistemas tradicionales, la
diversidad biológica domesticada con sus respectivos recursos filogenéticos, se desarrollan alrededor de
practicas productivas (praxis) bajo un repertorio de conocimientos tradicionales (corpus) y la interpre-
tación de la naturaleza con ese quehacer, el sistema simbólico en relación con el sistema de creencias
(cosmos) ligados a los rituales y mitos de origen (Toledo et al., 1993 y 2001; Boege, 2008:13).
236
territorialidades, proyecto de vida y amenaza de los PROYECTOS DE MUERTE...
con la naturaleza cuidando que el paisaje asegure la existencia y reproducción del te-
rruño colectivo (Bartra, 2008). Por ejemplo, en los cultivos destinados a obtener ga-
nancias en el mercado, las prácticas culturales de la agricultura campesina indígena de
Cuetzalan perseveran constantemente en la restitución de nutrientes, “al devolver a
los campos las condiciones de su fertilidad, el agricultor asegura la permanecía de los
mismos” (Foster, 2000:238).
Respecto de la concepción del modo de vida indígena maseual, la noción del
trabajo (tekit) para los maseualmej de Cuetzalan, se relaciona con el género, el esfuerzo
y la tierra, el trabajo de la mujer se denomina chiualis. En cuanto al maíz, dimensión
esencial de la identidad étnica, el hombre lo cultiva mientras las mujeres, que tam-
bién participan en las tareas del cultivo (pizca, corte del café, por ejemplo), se ocu-
pan (chiualis) de trasnformarlo en alimento; además, en tejer su huipíl o noquechquen,
“mi quechquemitl” (Stresser-Pean, s/f ). Para realizar algunas tareas pueden emplear
animales de carga pero en general son los humanos quienes realizan la mayor parte
del esfuerzo físico. Mientras las mujeres se encargan del hogar, del cuidado, desgra-
nar, hacer nixtamal, moler y echar la tortilla en el comal, además de cuidar animales,
lavar y enmendar ropa, acarrear agua y leña, esta última tarea la pueden compartir
con el hombre. Si bien esta división sexual del trabajo ocurre entre los maseualmej,
diversas relaciones jerárquicas y de poder en las comunidades invisibilizan a las mu-
jeres, incluso entre las organizaciones prevalecen conflictos y entornos complejos
en los que las mujeres enfrentan obstáculos y límites para hacer de su participación
e inclusión equitativa una realidad social, comunitaria y organizativa.
De cualquier modo, la subsistencia familiar resulta del trabajo de las mujeres y
de los hombres, que son complementarios e indispensables y la reciprocidad entre la
pareja se valora mucho; empero, numerosos grupos de mujeres indígenas cuestionan
la persistencia de la inequidad en el marco de la complementariedad proponiendo la
necesidad de lograr su solución en una perspectiva de futuro.
En tanto las labores más pesadas, de más esfuerzo, se realizan en la milpa y en
el corte, así como en molienda de la caña, casi siempre esas tareas las hacen los hom-
bres pero las mujeres y los niños también colaboran en la siembra, la cosecha y sobre
todo en el corte del café. El trabajo de los hombres sigue el ciclo agrícola mien-
tras la labor de las mujeres es continua (Beaucage, 2010a:86). Las familias trabajan
de manera organizada e incluyen a todos los miembros fomentando la mano vuel-
ta, reciprocidad. Asimismo, en Cuetzalan hay un trabajo destacado en la producción
de artesanías que elaboran principalmente las mujeres, pero también hay artesanos.
El trabajo es palmario en la transformación del medio natural para convertir la-
deras y lomas en milpas y cafetales, de los lugares encaramados (barrancas y cumbres)
237
reconfiguraciones socioterritoriales
sacan madera y leña, pero hay que conservar los espacios boscosos donde “moran
los duendes que hacen crecer las milpas y circulan los dobles animales de los huma-
nos” (Beaucage, 2010a:93). Es este un sistema simbólico en relación con el sistema
de creencias (cosmos) ligados a los rituales y mitos de origen (Toledo et al., 1993 y
2001). Una cosmovisión en relación íntima con el Talokan donde se encuentra el
“Árbol de la Vida”, donde “están nuestras raíces [...] Nuestros abuelos nos decían
que en Talokan están nuestros padres (Talokan Tataj,Talokan Nanaj), ellos nos proveen
de cuanto tenemos en la tierra”. En el ritual de la Danza de los Voladores (Koujpa-
pataninij), que acompaña la fiesta anual, se descifra una relación del pueblo maseual
con el tiempo, con la tierra y muy ligado con el agua. Explica Aldegundo González
Álvarez (2018:85), de San Miguel Tzinacapan:
En el Talokan, se resguardan las semillas, las plantas, los animales, el agua, el fuego y
todo de cuanto se nos brinda a los maseualmej. Nosotros [...] no podemos caminar al
Talokan, por eso hacemos el ritual desde el espacio que nos han dejado sobre el Tal-
tikpak (“la faz de la Tierra”). Es donde ofrendamos al Árbol de la Vida (mediante el
Palo de Volador) para que no falte el agua en nuestras comunidades [...] cuando los vo-
ladores ejecutan los zapateados de los diferentes sones emulan los pasos del Aueuejcho
(“Guajolote del Agua”), es decir la representación del Guardián del Agua.
17
Narrador de la descripción de este ritual, video entrevista en Aristegui Noticias y La Jornada de
Oriente (16 de diciembre de 2015).
238
territorialidades, proyecto de vida y amenaza de los PROYECTOS DE MUERTE...
Lo que preocupa a los socios preocupa a la organización. Por eso también practicamos
la diversificación –cuenta un joven del consejo directivo–, como le hacen las familias
campesinas: el cafetal está junto a la vivienda; las ollas donde se colecta la miel de la
melipona están en la casa, y en la huerta donde se cultiva el café de sombra hay mu-
chas plantas y árboles útiles, frutales y maderables. En las parcelas y traspatios tenemos
hierbas comestibles y medicinales, de ahí que la Cooperativa impulse la medicina, la
herbolaria, la apicultura tradicional y la milpa orgánica (Cobo y Paz, 2012).
18
Metabolismo, estudio de las relaciones entre la sociedad y la naturaleza, describe y cuantifica
los flujos de materia y energía que intercambian conglomerados sociales, particulares y concretos, y el
medio natural (ecosistemas) (Toledo, 2007:5). El concepto adoptado por Marx a partir de naturalistas
da cuenta de cómo las sociedades afectan y son afectadas por las dinámicas de la naturaleza, lo “lle-
garía a llamar el ‘metabolismo’ de la humanidad con la naturaleza, a través de la producción” (Foster,
2000:181-220). La sociedad produce y reproduce sus condiciones de existencia a partir de su metabo-
lismo con la naturaleza, mediante cinco procesos: se apropia, transforma, circula, consume y desecha
(excreta) materiales del mundo natural (González y Toledo, 2011:64).
19
En 2011 Cuetzalan se declaró Santuario de la abeja Pisilnekmej, las abejas nativas de México, un
patrimonio para México y el mundo, hoy en grave riesgo por los proyectos de muerte (María Luisa
Albores, Regeneración, 29 de mayo de 2015).
239
reconfiguraciones socioterritoriales
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territorialidades, proyecto de vida y amenaza de los PROYECTOS DE MUERTE...
demostrar que, sí se pueden hacer las cosas luchando por un objetivo colectivo, me
llena de orgullo y me entusiasma [...] que la cooperativa me dé ese espacio de seguir
creciendo como mujer [...] siempre estamos aprendiendo. La tradición cooperativista
se materializa en la cultura comunitaria, en prácticas ancestrales en la vida familiar y
comunitaria, lo importante es la persona y no el recurso económico; así se practica la
economía solidaria, aportando, gestionando, realizando trabajo colectivo para beneficio
social.También se practica la mano vuelta en los arreglos de la vivienda o en la siembra
en el campo, en la mayordomía y la fiesta, no se suple con dinero, una acción moral.
241
reconfiguraciones socioterritoriales
242
territorialidades, proyecto de vida y amenaza de los PROYECTOS DE MUERTE...
expandir la acumulación capitalista facilitados por la intervención del Estado, las le-
yes y reformas estructurales de las últimas décadas.
La disyuntiva, para el mundo entero, es continuar por los caminos devasta-
dores del mercado o ahondar en las prácticas alternativas que permitan mejorar las
condiciones de vida en la Tierra; por tanto, en este dilema, destacan las perspectivas
sociales de defensa de la vida y del proyecto que han decidido construir las colecti-
vidades del maseual Altepet.
Este territorio, apropiado de forma simbólica, singularizado por las toponimias
que a la vez que contienen información práctica sobre el entorno “expresan una
relación íntima entre un pueblo y su tierra” (Beaucage, 2010:103). En ese sentido,
la cultura es la clave para aprender y comprender la historia y la estructura de estas
sociedades rurales que persisten con sus ideas y creencias para sobrevivir, resistiendo
o adaptándose en una suerte de negociación ante las tendencias e influencias hege-
mónicas del modelo capitalista (Meza, 2017).
En la resistencia para permanecer con el proyecto de vida maseual, la cultu-
ra imprime cierta significación a la naturaleza, por lo que no sólo produce valores
de uso y de cambio sino también significados que enuncian la compleja relación
del orden simbólico-natural en las relaciones de producción económico-políticas.
En estas circunstancias, las territorialidades de la población campesino-indíge-
na de Cuetzalan, enunciadas en el cuadro anterior, se configuran en un sentido de
pertenencia espacial (identidad), por ende, por la permanencia en los lugares donde
construyen los proyectos de vida y de organización de la reproducción social (so-
beranía). Territorialidades, identidad y soberanía se construyen en los espacios co-
lectivos de gestión de los bienes comunes, por medio de los comités comunitarios
y, por supuesto, de disposiciones colectivas que norman las asambleas y comités co-
munitarios (jurisdicción); o bien en el Ordenamiento Territorial Integral de Cuet-
zalan, que posibilita una resignificación y reapropiación territorial de la población
nahua (Becauge, 2010b):
Hay una concepción errónea del ordenamiento territorial [...] limitarlo a ser el pro-
ducto de políticas estatales. Se olvida entonces que los propios pueblos campesinos e
indígenas, en su proceso de organizar su subsistencia en un territorio20 determinado,
ordenan este terruño en función de sus necesidades materiales y de sus valores culturales.
20
Definimos aquí el concepto de territorio en su sentido antropológico: “como integración del
espacio a la cultura” (Becauge, 2010b).
243
reconfiguraciones socioterritoriales
Es terrible [...] Sabemos que es un riesgo [...] pero da más miedo lo que va a pasar
si dejamos que esos proyectos entren en nuestros pueblos, en nuestro municipio, en
nuestra región. Porque sabemos que si dejamos que se construya esta subestación, al
rato nadie la quita, aunque lloremos, nos arrodillemos, aunque nos desgarremos las
vestiduras, nada podrá hacerse si ya está la subestación y las líneas de alta tensión, y
además sabemos que hay alternativas para la electricidad. Sí da miedo, pero, si dejamos
que esos proyectos empiecen a posesionarse de nuestros lugares, se acaba nuestra cul-
tura, se acaba nuestra riqueza en biodiversidad, se acaban nuestros proyectos de vida,
qué es lo que nosotros queremos, no queremos proyectos de muerte (entrevista, Ana
Cacopardo, octubre de 2017).
21
El 18 de marzo de 2018, en Tlatlauquitepec, Puebla, se celebró la 24 Asamblea en Defensa del Te-
rritorio, asistieron más de 3 500 personas procedentes de 254 comunidades, de 34 municipios de Puebla
y Veracruz. Uno de los más importantes abarcó desde el inicio de la Sierra Nororiental de Puebla hasta
la Llanura Costera de Veracruz, y por el contexto de las órdenes de investigación de la Procuraduría Ge-
neral de laa República (PGR) a petición de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). La Asamblea se
pronunció por repudiar la criminalización de la lucha, fortalecer la unidad de los pueblos y mantener las
movilizaciones sin permitir que el miedo domine los ánimos (La Jornada de Oriente).Y con la demanda
de cesar la violencia y el hostigamiento en contra de los defensores del territorio y que haya “verdad y
justicia” en el caso de los que han sido asesinados, cientos de serranos y decenas de organizaciones que
participan en la resistencia contra los megaproyectos, realizaron en Hueyapan, Puebla, la 25 Asamblea
en Defensa del Territorio y por la Vida.
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Corolario
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251
Movimientos sociales en la Sierra Norte de Puebla:
la alternativa para frenar megaproyectos de muerte
Introducción
En el presente capítulo se aborda cómo, pese a que en los últimos tres sexenios se
han cedido a la cúpula empresarial mexicana y extranjera territorios propiedad de la
nación y de diversas comunidades indígenas, en la Sierra Norte de Puebla, diversos
movimientos sociales han logrado frenar megaproyectos que impulsan empresarios
y gobierno en esos territorios.
El primer apartado refiere la forma como los megaproyectos han afectado a las
comunidades y la manera en que éstas se organizan para hacerles frente. En el segun-
do abordamos la relación entre el Estado y los megaproyectos, el cómo los cambios
a la legislación han beneficiado a los dueños o promotores de éstos. En el tercero se
exponen particularidades de la Sierra Norte de Puebla y de Cuacuila, comunidad
ubicada en el municipio de Huauchinango, espacios acosados por tales megapro-
yectos. El siguiente apartado se refiere a movimientos de resistencia frente a algunos
megaproyectos que aquejan no sólo a la Cuacuila, sino además a otras comundades
de la Sierra Norte de Puebla. Finalmente, presentamos reflexiones y propuestas de-
rivadas del análisis del tema.
253
reconfiguraciones socioterritoriales
254
movimientos sociales en la sierra norte de puebla
Megaproyectos y Estado
Los megaproyectos tienen una estrecha relación con el giro neoliberal de la déca-
da de 1980, acentuado desde 1988, cuando se supeditó el poder político al poder
económico, es decir, la sumisión política ante el capital (Toledo y Ortiz, 2014:11-
17) que, entre otras cosas, refuerza la idea de que la naturaleza es una mercancía. El
sistema capitalista se apoya en esta idea y en la corrupción política y administrativa
que le permite la explotación y el despojo de tierras y reservas naturales, o modifi-
car leyes sin tomar en cuenta los derechos ni las cosmovisiones indígenas, como la
Ley de Biodiversidad aprobada el 15 de diciembre de 2017,1 que permite mercan-
tilizar tierras y Áreas Naturales Protegidas y da lugar a cambios negativos de la re-
lación sociedad-naturaleza.
1
Dicha Ley fue aprobada de manera ilegal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el
Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Natu-
rales el 15 de diciembre de 2017 debido a que no se encontraba el quórum suficiente para discutir los
puntos de la Ley y derivado de que no hubo una consulta dirigida a las comunidades y pueblos que
serán afectados por la aprobación de ésta.
255
reconfiguraciones socioterritoriales
[...] las reformas neoliberales aplicadas por Carlos Salinas y Ernesto Zedillo en la dé-
cada de 1990, abrieron indiscriminadamente el sector minero a la inversión extranjera
en México. En la actualidad, la participación de firmas extranjeras en la explotación
minera en México es superior a dos terceras partes del total, Canadá participa con
74% de los proyectos mineros, Estados Unidos con 15%, China con 3%, Japón con 2%,
otros 4% (Garduño, 2015:5).
2
En México existen mineras canadienses ligadas directamente a empresarios mexicanos y mineras
mexicanas; así, por ejemplo, la minera canadiense Corporation First Majestic que cotiza en la Bolsa
Mexicana de Valores (BMV) se dedica a la extracción de plata. Panamerican Silver Corp que también
cotiza en la BMV con accionistas mexicanos; Germán Larrea de Grupo México, dedicada a la extracción
de cobre; Alberto Bailléres de Grupo Peñoles, dedicada a extracción de plata;Tomás Iturriaga de la em-
presa Goldcorp, dedicada a la extracción de oro; Carlos Slim de minera Frisco, dedicada a la extracción
de oro, así como Alonso Ancira de Minosa que se dedica a la extracción de carbón (Sánchez, 2014).
256
movimientos sociales en la sierra norte de puebla
3
Las empresas más favorecidas son de capital canadiense, como Goldcorp, Agnico Eagle, Alamos
Gold, New Gold,Yamana Gold y Torex Gold Resources.
257
reconfiguraciones socioterritoriales
Son estos movimientos los que se oponen a las formas, prácticas, proyectos y
efectos del modelo de acumulación capitalista neoliberal y extractivista, impulsado
por oligarquías y élites económicas y políticas nacionales y trasnacionales, e impues-
to a sus comunidades y al país en su conjunto (Solís, 2008:2).
4
Su longitud aproximada es de 100 kilómetros ubicados al norte del estado de Puebla; limita al
oriente con la Llanura Costera del Golfo, y al poniente y al sur con el Eje Neovolcánico. Alcanza
altitudes entre 1 000 y 2 000 metros sobre el nivel del mar.
5
Los pueblos indígenas serranos tenían, hasta cierto punto, independencia territorial y política
durante la Colonia, lo cual se modificó luego de la Independencia y durante el Porfiriato, cuando la
población criolla-mestiza comenzó a apropiarse de los recursos y territorios de las comunidades (Her-
nández, 2012:23). Es así como predomina una relación de tipo colonial o un colonialismo interno,
pues los empresarios y gobernantes mexicanos han mantenido una relación discriminatoria con las
comunidades indígenas, como en la Sierra Norte de Puebla, donde coexiste una gran riqueza natural
y condiciones sociales de pobreza extrema (Hernández, 2012:39).
258
movimientos sociales en la sierra norte de puebla
En las Sierras Norte y Nororiental de Puebla existe una efervescencia social y popular
nacida del rechazo a los megaproyectos mineros, hidroeléctricos y petroleros que pro-
mueven los gobiernos federal y estatal. La resistencia en defensa del territorio ha unido
a todos los sectores sociales y políticos, desde las organizaciones indígenas y mestizas,
campesinas y ambientalistas hasta jóvenes, maestros, comerciantes y productores me-
dianos y pequeños, que ven en peligro sus formas de vida y sus culturas, amenazadas
por proyectos extractivistas de empresas trasnacionales [...] Los indígenas totonaku han
vivido en esas tierras desde hace cuatro mil años y los nahuatl se asentaron ahí desde
hace casi mil. Estos pueblos originarios han mantenido una relación estrecha y respe-
tuosa con el medio ambiente por medio de prácticas campesinas que han aprovechado
la flora y la fauna local (Ramírez, 2014:1).
259
reconfiguraciones socioterritoriales
260
movimientos sociales en la sierra norte de puebla
Gasoducto
6
La tubería viene de Poza Rica,Veracruz, y llegará a Atotonilco de Tula, en Hidalgo, pasando por
los estados de Puebla y México, con una longitud de 350 kilómetros, en la misma serán instaladas
alrededor de 25 válvulas de seguridad, 15 de las cuales están programadas en territorio poblano.
261
reconfiguraciones socioterritoriales
[...] habría que esperar que las autoridades obligadas a detener los trabajos: la Direc-
ción General de Impacto y Riesgo Ambiental, de la Secretaría del Medio Ambiente
y Recursos Naturales (Semarnat), el edil de Huauchinango, Gabriel Alvarado Loren-
zo, y el alcalde subalterno de Cuacuila, Rodolfo Lechuga Ahuacatitla, se dispusieran a
cumplir la orden (La Jornada de Oriente, 29 de abril de 2014).
Pero las autoridades han sido omisas para suspender los trabajos y los movi-
mientos de resistencia continuaron. Demandan que se les entregue el expediente
completo de la obra, con sus respectivos permisos de instancias federales, estatales y
municipales.Y que se respeten sus derechos como pueblo indígena náhuatl.
En noviembre de 2015 la empresa TransCanada ganó la licitación otorgada por
la Comisión Federal de Electricidad (CFE) (que intervino por tratarse de un proyecto
para generar energía) para construir y operar el gasoducto Tuxpan-Tula. En acciones
de resistencia, varias comunidades de la Sierra Norte de Puebla se agruparon para
262
movimientos sociales en la sierra norte de puebla
buscar una solución y así se formó, en 2016, el Consejo Regional de Pueblos Ori-
ginarios en Defensa del Territorio de Puebla e Hidalgo (Martínez y Therre, 2018).
Este Consejo regional descubrió que la Secretaría de Energía (Sener) hizo un
estudio de impacto ambiental y social pero minimizó el impacto real: no mencionó
el despojo de hogares a miles de personas. El abogado Raymundo Espinoza Hernán-
dez, asesor legal del Consejo, cuenta que el gasoducto está prácticamente termina-
do. Sólo los pueblos de la Sierra Norte de Puebla y de la Sierra Hidalguense siguen
en la lucha, se han rehusado a vender sus terrenos a TransCanada a precios injustos,
como lo hicieron los campesinos e indígenas de Veracruz (Martínez y Therre, 2018).
El gasoducto Tuxpan-Tula debía comenzar a funcionar en enero de 2018, pero
la lucha legal del Consejo ha logrado retrasar su construcción: se tramitaron cuatro
amparos para evitar que entre a Chila de Juárez y a tres comunidades de Puebla e
Hidalgo. Sin embargo la compañía se ha vuelto más agresiva: presiona a los habitan-
tes para que entreguen los papeles de sus terrenos a cambio de dinero, los aterrori-
za para dividir a las comunidades, argumenta que otros pueblos ya han negociado,
que les conviene negociar y han entrado furtivamente para continuar con sus planes
(Martínez y Therre, 2018).
Desde el 24 de mayo y hasta el 2 de junio de 2018, representantes indígenas
del Consejo de Pueblos Originarios en Defensa del Territorio de Puebla e Hidalgo,
recorrieron puntos estratégicos de España, Francia e Italia, donde se manifestaron
en contra de la empresa TransCanada, además de acusar a alcaldes de la Sierra y a los
gobiernos estatal y federal de actuar como “comisionistas” de la empresa extranjera,
para que se construya el gasoducto (López y Espinosa, 2018). Después de una ardua
lucha, las comunidades poblanas en resistencia lograron frenarlo; el 18 de noviembre
de 2018, la empresa TransCanada anunció la cancelación del gasoducto Tuxpan-Tu-
la. El argumento fue que enfrentaron elevados costos para los permisos y extorsio-
nes, sin embargo, se sabe que la resistencia fue el motivo principal (Almanza, 2018).
Por medio de un comunicado, la firma, mediante su filial en México,Transpor-
tadora de Gas Natural de la Huasteca, informó su decisión, debido a las peticiones
de grupos sociales de la zona por la que atravesaría el gasoducto. Desde principios de
2018 el proyecto se encontraba detenido por un amparo que obtuvieron a finales del
año pasado tres poblaciones indígenas de los municipios de Pahuatlán y Tlacuilote-
pec, Puebla (Almanza, 2018).
263
reconfiguraciones socioterritoriales
7
Como Halliburton, Shlumberger o BakerHugues, sólo por mencionar algunas (Nofrackingmexi-
co.org, 2017). Asociaciones civiles han logrado ubicar 924 pozos: Coahuila (47), Nuevo León (182),
Puebla (233),Tabasco (13),Tamaulipas (100) y Veracruz (349). Se sabe de algunos pozos más, sin poder
documentar su clara ubicación (Cartocrítica, 2017).
264
movimientos sociales en la sierra norte de puebla
Agua
265
reconfiguraciones socioterritoriales
La lógica capitalista por parte del gobierno mexicano ha permitido la libre explota-
ción de recursos naturales, principalmente en zonas donde la mayoría de la pobla-
ción pertenece a una comunidad indígena.
En este contexto, se considera que la comunidad de Cuacuila, se ha visto afec-
tada con la venta de tierras para la construcción del gasoducto por la lógica indivi-
dualista que ha debilitado la concepción colectiva del trabajo agrícola, ya que algunos
jóvenes han perdido el interés por las costumbres de sus pueblos, buscando laborar en
el sector privado que les ofrezca mejores condiciones de vida, haciendo más simple
que dueños de grandes empresas puedan separar a los integrantes de comunidades
en defensa de sus tierras.
266
movimientos sociales en la sierra norte de puebla
Reflexiones finales
Es claro que en México se lucra con los bienes de la nación al ser otorgados a unos
cuantos pertenecientes a la cúpula del poder, que posteriormente venden aprove-
chando vacíos legales, esta manera de “ceder” el territorio ha aumentado en los úl-
timos 18 años desde la administración de Vicente Fox, hasta el gobierno de Enrique
Peña Nieto.
Pese a que la Auditoría Financiera y de Cumplimiento recomendó a la Secre-
taría de Economía hacer más rigurosa la entrega de territorio a las mineras, ésta no
atendió; por el contrario, hizo más fácil adquirir tierras para la minería. Lo anterior
evidencia conflictos de interés que no han permitido el sano desarrollo de la mine-
ría en nuestro país, los trabajadores cada día sufren peores condiciones laborales y
la violencia se apodera de las comunidades indígenas, donde se pretende instalar los
megaproyectos de muerte.
Las comunidades pertenecientes a grupos indígenas, normalmente son las más
afectadas debido a que los territorios en los que se encuentran instalados son de los
más ricos en cuanto a biodiversidad y recursos naturales; al llegar estos megaproyectos
ven amenazadas sus costumbres y tradiciones, debido al despojo de aquellos lugares
que consideran sagrados, que representan para ellos sus raíces, donde han crecido y
se han desarrollado por generaciones.
8
Las respuestas de los actores ante el capital provocan procesos complejos: diversidad-homogenei-
dad, integración-desarticulación o desterritorialización global-territorialización en la escala local. Sobre
este último proceso se puede decir que se presenta una desterritorialización en cuanto a las restricciones
de las soberanías territoriales, la dinamización del mercado capitalista, la desespacialización de lo nacio-
nal en el nivel global como local y una territorialización en cuanto al fortalecimiento de identidad y
pertenencia de los actores locales con sus territorios (Rodríguez, Concheiro y Tarrío, 2010).
267
reconfiguraciones socioterritoriales
268
movimientos sociales en la sierra norte de puebla
contra de los pobladores cuando la cohesión social es fuerte y está rindiendo fru-
tos en la lucha por frenar estos proyectos de muerte queriendo disolver a la pobla-
ción. Sin embargo, las comunidades siguen en pie de la lucha contra el gobierno y
las grandes empresas dueñas de los proyectos, a pesar de todas las barreras que esto
conlleva tanto en la vía social, legal y política, donde los intereses de unos cuantos
normalmente se ven favorecidos a costa del bienestar social.
La lucha de los pobladores de Cuacuila y sus zonas aledañas contra tales pro-
yectos, ahora tienen el reto de la difusión sobre las graves repercusiones ambientales
y sociales que éstos generan, para trascender y vincularse con un mayor número de
asociaciones civiles, como es el caso de Cuacuila, así como el de otras comunidades
de la Sierra Norte de Puebla.
Ante la transición en el gobierno federal, es necesario que pobladores de las
comunidades afectadas por la instauración de megaproyectos, ambientalistas, asocia-
ciones civiles y personas en general interesadas en el tema, generen iniciativas con el
objeto de acercarse a ser escuchados por servidores públicos del gobierno en turno.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, desde su campaña electoral, ha mos-
trado apoyo a comunidades indígenas y pueblos afectados por empresas que apro-
vecharon el modelo neoliberal para imponerse; por lo que es primordial llegar a
acuerdos con servidores públicos de Morena y así iniciar un proceso de trabajo en
búsqueda de frenar los megaproyectos y con ello la inequidad, ecocidio, muerte y
desintegración comunitaria.
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269
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272
Inclusión económica y superación de la pobreza rural
con enfoque territorial
Introducción
* Ignacia Fernández, directora ejecutiva, Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Ri-
misp); Laure Delalande, investigadora, organización Ethos; Gustavo Gordillo, investigador asociado,
Rimisp; Celeste Molina, directora de la Oficina Rimisp México; Héctor Robles, director general,
Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Saber) [robleshector@prodigy.net.mx]; Isidro Soloaga,
profesor-investigador, Universidad Iberoamericana; Antonio Yunez-Naude, profesor-investigador, El
Colegio de México.
1
El territorio es más que el simple soporte físico en el que tienen lugar las actividades producti-
vas y sociales de una comunidad. Es una construcción social resultado de “un conjunto de relaciones
sociales que dan origen y a la vez expresan una identidad y un sentido de propósito compartidos por
múltiples agentes públicos y privados” (Schejtman y Berdegué, 2004).
273
reconfiguraciones socioterritoriales
La clave parece estar en que los agentes de la política pública se centren en ampliar
la oportunidad política y los incentivos para que los actores sociales en los territorios
interactúen y vayan construyendo sus formas de acción colectiva de la forma, con los
ritmos y con los objetivos que ellos mismos valoren y sean capaces de implementar. Es
decir, se trata de que el poder político apueste al desarrollo de la capacidad de agencia
de los actores en los territorios, absteniéndose de dirigir quien participa, cómo parti-
cipa, en qué plazos participa, y con qué fines y objetivos participa. Apostar al objetivo
del desarrollo de actores sociales con autonomía, más que a organizar y movilizar a los
ciudadanos como un objetivo instrumental de una agenda particular.
Los niveles de pobreza de ingreso en México en 2016 son prácticamente iguales a los
existentes 20 años atrás, según confirman los datos oficiales que publica el Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) sobre la base
de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). Para 2016,
existían 53.6 millones de personas en pobreza multidimensional (43.6% de la pobla-
ción), 9.4 millones de ellas en situación de pobreza extrema (7.6% de la población).
La pobreza es mucho más alta en las áreas rurales de México (58.2% de la po-
blación rural está en situación de pobreza multidimensional) que en las zonas urbanas
(39.2% de la población en esa situación), siendo la diferencia aún más pronunciada
274
inclusión económica y superación de la pobreza rural con enfoque territorial
para el indicador de pobreza extrema: 17.4% en áreas rurales contra 4.7% en áreas
urbanas. Asimismo, en las zonas rurales 29.2% de la población se encuentra en si-
tuación de pobreza extrema por ingresos, contra 13.9% en las partes urbanas. La
reducción de la pobreza extrema que se registra entre 2014 y 2016 refleja avances
urbanos principalmente: la participación del sector rural en la pobreza extrema se
había reducido gradualmente hasta 2014, pero esta tendencia se revirtió por pri-
mera vez en 2014-2016, indicando un rezago rural en la reducción de la pobreza
en este periodo.
Las crisis económicas más recientes, en 1995 y 2008, muestran tanto su fuerte
impacto empobrecedor como la poca sostenibilidad de las reducciones alcanzadas
en los niveles de pobreza. Esta no es una situación exclusiva de México, se trata de
un problema que requiere ser abordado recuperando la necesaria vinculación entre
política económica y política de desarrollo social. El desarrollo rural en América
Latina, y en particular su componente de desarrollo económico, ha abandonado la
preocupación por integrar a aquellos hogares y comunidades que van quedando atrás.
En un contexto fuertemente marcado por la escisión entre la política económica y
la política social, los programas de transferencias monetarias condicionadas (PTMC)
se han convertido, desde la creación de Progresa en México en 1997, en la estrate-
gia predominante de alivio de la pobreza en América Latina. Pero la mayoría de los
PTMC y las políticas de protección social están desligados de políticas que apunten
al desarrollo rural como una estrategia concertada para revitalizar las zonas rurales.
La evidencia2 de la región demuestra que, a largo plazo, los programas de trans-
ferencias monetarias llevan a una mayor inversión en las actividades productivas, tanto
agrícolas como no agrícolas, también aumentan la productividad y producción, de-
bido a que pueden funcionar como fuente de liquidez o como seguro. No obstante,
este proceso de inserción encuentra límites y el impacto de estos programas en la
reducción sostenida de la pobreza es prácticamente nulo, pues no generan estrategias
que permitan a los hogares generar ingresos de forma autónoma y sostenida en el
2
Los Programas BRAC probaron un mismo modelo de articulación social-productiva (subsidios
productivos con capacitación y apoyo, transferencias monetarias, educación financiera, servicios de
salud y coaching) en distintos países. Los resultados muestran impactos estadísticamente significativos y
costo-efectivos sobre el consumo (impulsados principalmente por aumentos en el ingreso por cuenta
propia) y en el estatus psicosocial de los hogares focalizados (Berdegué et al., 2015:1; véase también
Berdegué et al., 2016).
275
reconfiguraciones socioterritoriales
3
Los conocimientos, habilidades, competencias y atributos incorporados en los individuos y que
facilitan la creación de bienestar personal, social y económico (Programa Sectorial de Desarrollo
Agropecuario, Pesquero y Alimentario, 2013-2018).
276
inclusión económica y superación de la pobreza rural con enfoque territorial
4
La experiencia de Haku-Wiñay demuestra la factibilidad de transferir recursos a estructuras lo-
cales de coordinación en donde participan los gobiernos locales, la sociedad civil y el sector privado,
con lo cual se logra descentralizar acciones y, sobre todo, fortalecer el tejido social en el territorio.
También es importante resaltar la figura del facilitador local (los yachachiqs), los cuales proporcionan
un acompañamiento cercano a las familias y tienen un conocimiento profundo de los territorios, la
cultura, los idiomas locales y las dinámicas territoriales (Berdegué, 2016).
277
reconfiguraciones socioterritoriales
en general, son ejemplos de estos esfuerzos en el México del último sexenio. Algu-
nos aprendizajes derivados de esta experiencia se sintetizan en seguida.5
La transición de Oportunidades a Prospera-Programa de Inclusión Social, pre-
tendió ampliar el alcance de las acciones de vinculación intersectorial del programa,
siendo éstas ya no exclusivamente relacionadas con salud, educación y alimentación,
sino también con el “ámbito de los programas de fomento productivo, generación
de ingreso, bienestar económico, y [de manera general] los programas asociados a los
derechos sociales básicos reflejados en la medición multidimensional de la pobreza
en México” (Oportunidades/Secretaría de Desarrollo Social, 2014). Así, la principal
innovación de Prospera consiste en la creación del “Componente de Vinculación”,
que busca promover la inserción y facilitar la vinculación de la población objetivo
del programa con la oferta institucional, de programas y acciones de inclusión so-
cial, productiva, laboral y financiera.
No obstante estas definiciones, la experiencia del sexenio muestra que el buen
posicionamiento político de una agenda no es suficiente, en particular si la propues-
ta de política planteada se esboza en su diseño original sin la claridad y coherencia
que se requiere para su realización. La falta de claridad conceptual acarrea distintos
problemas a la hora de institucionalizar la política de inclusión productiva. Asimismo,
se hizo énfasis en garantizar el posicionamiento de la temática en la agenda política,
con una gestión de alto nivel y la creación de un órgano colegiado con presencia y
amplio poder de convocatoria, el Subcomité Técnico de Empleo, Ingresos y Ahorro
(STEIA).6 No obstante, estos esfuerzos “caudal arriba” de la política no fueron co-
rrespondidos “caudal abajo”; en efecto, las estrategias para aterrizar el mandato de
alto nivel fueron poco ordenadas, y en gran medida motivadas por la urgencia de
demostrar resultados a la altura del nivel de movilización de actores en el marco del
Subcomité Técnico de Empleo, Ingresos y Ahorro.
Por otra parte, en Prospera subyacía la idea de que éste contaba con ventajas
comparativas para vincularse con los 15 programas de fomento productivo selec-
cionados para el mandato de inclusión productiva, debido a su exitosa experiencia
5
El análisis de estos aprendizajes es una elaboración propia con base en Berdegué et al. (2016).
6
El Subcomité Técnico de Empleo, Ingreso y Ahorro de Prospera (STEIA) se instaló en diciembre
de 2012, concebido como un espacio institucionalizado para el diálogo, interdependencia e intersec-
torial sobre la problemática de la inclusión productiva. Incluye la participación de siete dependencias
que agrupan cerca de 35 componentes de un total de 14 programas de los 60 que brindan apoyos de
fomento productivo, generación de ingresos, capacitación para el trabajo y acceso a empleo formal.
278
inclusión económica y superación de la pobreza rural con enfoque territorial
7
El capital social es definido por Putnam (2001) como reserva de normas de reciprocidad y redes
de compromiso cívico.
279
reconfiguraciones socioterritoriales
280
inclusión económica y superación de la pobreza rural con enfoque territorial
que presta esta población a la sociedad mexicana, y que a la fecha no son valorados.
Estos servicios incluyen los aportes de los pequeños productores a la seguridad ali-
mentaria del país; su papel en la dinamización socioeconómica de los terriotorios
rurales; y su rol determinante en la conservación de un patrimonio genético valioso
y diverso, así como en la gestión sustentable de una parte significativa de los recur-
sos naturales del país.
8
Existe un programa que aún opera bajo el nombre de Programa para el Desarrollo de Zonas
Prioritarias (PDZP), que es una fusión de los Programas de Desarrollo Local Microrregiones y de
Apoyo a Zonas de Atención Prioritaria).
281
reconfiguraciones socioterritoriales
282
inclusión económica y superación de la pobreza rural con enfoque territorial
9
El umbral de 250 habitantes responde a criterios de factibilidad operativa y financiera de la
estrategia.
10
También existen algunos grupos de hogares rurales que usan los recursos naturales de manera
no sustentable, a partir de la sobreexplotación de los suelos y de la tala de bosques, destacando la que
se hace con fines pecuarios. A ello se debe agregar que se ha perdido la biodiversidad genética de los
cultivos tradicionales, destacando la del maíz, y que en algunas de las regiones hay campesinos que se
dedican al cultivo de enervantes. Una estrategia de desarrollo productivo para la inclusión económica
debería ofrecer a los hogares rurales ingresos alternativos a los que proporciona este tipo de actividades.
283
reconfiguraciones socioterritoriales
11
Los territorios funcionales pueden estar constituidos por un conjunto de localidades articuladas
alrededor de un centro urbano con los que la población objetivo se relaciona para acceder a servicios
de apoyo a la producción, así como servicios personales, mercados y accesos a empleos rurales no
agrícolas para algunos hogares o integrantes del hogar
284
Cuadro 1. Territorios funcionales de México. Distribución de acuerdo con el tamaño del centro urbano
Territorios funcionales Municipios Población
Tamaño de la población Tipo Porcentaje Porcentaje Población Porcentaje
en la cabecera de territorio Cantidad del total Cantidad del total en miles del total
Distancia a una localidad Sin educación Sin Sin energía Sin Con piso Sin Población mayor de 5 años
de al menos 15 mil habitantes Analfabetismo primaria excusado eléctrica agua de tierra refrigerador que habla lengua indígena
287
reconfiguraciones socioterritoriales
que les permite no depender de un solo producto, con lo que evitan riesgos por la
fluctuación de los mercados.
8. Incorporaron en su agenda diaria los temas de salud, educación, mujeres y jóvenes
para dar respuesta integral a sus socios y familias. En pocas palabras, están constru-
yendo lo que ahora se denomina gestión del territorio (Robles, 2018).
288
inclusión económica y superación de la pobreza rural con enfoque territorial
12
Decenas de entrevistas realizadas en las localidades del programa nos confirman que la principal
causa de la resistencia de las familias a organizarse es la corrupción. Se tiene la muy extendida experien-
cia de que las organizaciones promovidas desde afuera por instancias desligadas de las comunidades, con
reglas impuestas, son presa fácil de prácticas corruptas, tanto externas como internas al grupo.
289
reconfiguraciones socioterritoriales
trabajando con los municipios y otros actores privados y de la sociedad civil presen-
tes en cada territorio, para elaborar estrategias integrales de desarrollo que permitan
definir (y solventar) la oferta de bienes y servicios públicos territoriales necesarios
para el adecuado despliegue de la estrategia productiva (información, obras de ries-
go y acceso a mercados, entre otras), trabajando mancomunadamente con las orga-
nizaciones económicas y los servicios públicos.
Finalmente, es importante destacar que no por tratarse de un único programa
rector, éste deba desentenderse de la necesidad de políticas diferenciadas para con-
textos territoriales diversos. Muy por el contrario, el conjunto específico de esfuer-
zos a encaminar en cada territorio deberá adaptarse a dicha diversidad.
En términos gruesos, para el grupo de localidades mejor conectadas propone-
mos que éstas sean atendidas desde el centro urbano que esté a una distancia menor
a 60 minutos de viaje, a partir del establecimiento, en este centro urbano, de una
agencia que ofrezca una serie de servicios para el desarrollo territorial. El diseño
definitivo del mecanismo de atención debería basarse en identificar las caracterís-
ticas e interrelaciones de las localidades desde las cuales funcionaría la atención, así
como las características e interrelaciones que existan o puedan desarrollarse de ma-
nera apropiada entre las localidades a ser atendidas.
Por su parte, para las localidades en situación de aislamiento, la invitación es
a diseñar esquemas de atención que tomen en cuenta las condiciones particulares,
tales como más restricciones para emprender proyectos productivos, menor acceso
a servicios de acompañamiento técnico e inversión en infraestructura productiva y
mayores dificultades de acceso. Se sugiere, en este contexto, poner énfasis en los es-
fuerzos tendientes a brindar una oferta de desarrollo de capacidades básicas de bajo
costo; basar la intervención en mayor medida en la creación de capacidades loca-
les (promotores comunitarios), y privilegiar esquemas de dinamización económica
sustentados en la valorización del patrimonio cultural, por un lado, y la exploración
de la posibilidad de desarrollar actividades productivas que puedan articularse a ca-
denas cortas, por otro.13
13
Existe un reconocimiento relativamente extendido en estrategias de desarrollo rural asociadas
con bienes y servicios con identidad territorial, que ponen en valor activos vinculados al patrimonio
tanto cultural como natural de estos territorios, a partir de estrategias basadas en una lógica de pro-
ducto “ancla” (por ejemplo la miel en la península de Yucatán), o bien en la forma de estrategias más
sistémicas asociadas con una canasta de diversos productos y servicios. Una mirada de política pública
que ponga atención en la riqueza cultural y natural de estos territorios permite, asimismo, fortalecer
la resiliencia de estas localidades a los cambios globales y a los desafíos internos (cambio climático,
degradación medioambiental, migraciones, etcétera).
290
inclusión económica y superación de la pobreza rural con enfoque territorial
14
La política de desarrollo rural se compone de un conjunto de acciones y programas agrupados
en el llamado “Presupuesto Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable” (en adelante,
PEC), que funge como anexo técnico del Programa de Egresos de la Federación y que ha sido institui-
do por la Ley de Desarrollo Rural Sustentable (LDRS), publicada en 2001, como un instrumento cuya
finalidad es “promover la articulación y convergencia institucional” (OCDE, 2011). El PEC se integra
por más de 150 componentes o programas de 17 Ramos Administrativos, a partir de nueve vertientes
de atención especializada: competitividad, social, financiera, infraestructura, laboral, medio ambiente,
educativa, salud y agraria (FAO, 2018). El PEC no ha sido el instrumento integrador y coordinador de
la política de desarrollo rural que se había planteado originalmente; tan sólo ha permitido “clasificar
y agrupar el amplio conjunto de programas agrícolas y de desarrollo rural por funciones comunes”
(Scott, 2010). La “falta de claridad en las funciones institucionales entre los organismos gubernamen-
tales que intervienen [...] la duplicación de actividades [...] y los acercamientos contradictorios a los
problemas [...] han debilitado el efecto del gasto público importante de México [...] y han contribuido
a su rendimiento relativamente bajo” (OCDE, 2011).
291
reconfiguraciones socioterritoriales
mientras que sólo dos programas de la vertiente productiva tienen mayor cobertura
(el Proagro Productivo y el Progan). Ese dato va de la mano con el hecho de que,
en muchos casos, los presupuestos que movilizan no están calibrados al problema
que buscan atender; esta condición de insuficiencia presupuestaria tiende a restarles
credibilidad a los programas como solución viable de política pública.
Al respecto, el Cuadro 3 permite apreciar que en el conjunto de localidades
que focalizaría la estrategia propuesta, el nivel de atención por parte de los progra-
mas federales es incipiente y concentrado en el programa Prospera. Mientras que
49% de los hogares recibe Prospera, en promedio 20% de ellos reciben apoyos del
Programa de Fomento Agrícola de la Sagarpa –principalmente del Proagro–, y sólo
1% de los hogares es beneficiario de alguno de los componentes del Programa de
Apoyo a Pequeños Productores de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarro-
llo Rural, Pesca y Alimentación.
La oferta de estos programas es poco diversificada, de tal suerte que no alcan-
za a conformar una oferta pública integral para el desarrollo productivo. La rigidez
de la oferta productiva, que condiciona qué demanda se expresa en las propuestas de
proyectos de las familias, redunda en una política productiva muy poco diversificada
y, por consiguiente, mal adaptada a las necesidades reales de la población. En par-
ticular, se observa un desbalance importante entre la inversión en bienes privados
individuales, en particular equipos e insumos, frente al financiamiento a bienes de
carácter público, tales como el desarrollo de capacidades e infraestructuras de mayor
costo y complejidad. Así, se estima que ocho de cada diez pesos de la vertiente de
competitividad del PEC corresponden a bienes privados individuales (Robles, Sar-
miento y Hernández, 2016).
Las dos condiciones anteriores –poca diversidad de los bienes y servicios y
fragmentación de la oferta– derivan en una fuerte duplicidad de los apoyos y muy
pocos esfuerzos de complementariedad. No se observa “coincidencia en la focali-
zación”, pues son muy pocos los programas que coinciden en un municipio al mis-
mo tiempo. Por un lado, el proceso de recepción de solicitudes para acceder a los
apoyos presenta tiempos de apertura diferentes, lo que no permite que los posibles
beneficiarios puedan articular un paquete de servicios para sus necesidades produc-
tivas. Por otro, la focalización de las intervenciones tiende a ser muy amplia, lo cual
genera dispersión de la acción gubernamental en el territorio nacional.
Las lógicas de corrupción y de captura de renta orientan en gran medida la
operación de este tipo de programas. La gestión de los subsidios de los programas
productivos está supeditada a prácticas institucionales profundamente arraigadas en la
292
Cuadro 3. Presencia y cobertura de programas públicos
de protección social y fomento productivo
en localidades focalizadas por la estrategia propuesta
Presencia de programas públicos en localidades entre 250 y 15 mil habitantes
de media, alta y muy alta marginación
A menos de 90 minutos 51 15 1
A menos de 60 minutos 49 20 1
Total de hogares 54 15 1
Localidades de entre 250 y 15 mil habitantes de media, alta y muy alta marginación
Distancia a una localidad Total de hogares Total predios entre Total predios más
de al menos 15 mil habitantes: en los territorios 0 y 20 hectáreas de 20 hectáreas
294
inclusión económica y superación de la pobreza rural con enfoque territorial
15
La captura de renta pública hace referencia a todas las prácticas de búsqueda y apropiación de
rentas públicas para fines ilegítimos, en el sentido de que dichos fines no cumplen con criterios de uti-
lidad pública. En este contexto, las rentas públicas abarcan el conjunto de bienes y servicios, tangibles e
intangibles, provistos por el aparato de Estado. La captura de renta pública incluye a la vez acciones de
corrupción y acciones de rent-seeking, haciendo énfasis en aquellas que nos interesan en el marco de un
programa público operado por la APF. Existe una percepción generalizada de las prácticas de captura
de renta pública en muchos programas sociales y productivos. Se constata también la existencia de es-
tructuras y redes creadas para la gestión específica de estas prácticas. No obstante, descifrar las variables
que determinan el funcionamiento de estas estructuras y redes es una tarea muy compleja y delicada;
pareciese haber mucha heterogeneidad entre ellas, dependiendo del tipo de componente. En algunos
casos, se puede observar claramente la existencia de redes de corrupción con experiencia en este tipo
de operaciones; en otros casos, las prácticas parecen más coyunturales y asociadas con oportunidades
puntuales.
16
Acemoglu y Robinson (2008) desarrollan un modelo cuyos resultados dan cuenta de las con-
secuencias en materia de políticas públicas que trae consigo la presencia de élites con poder político
en una democracia de jure.
295
reconfiguraciones socioterritoriales
296
inclusión económica y superación de la pobreza rural con enfoque territorial
articulación de distintos sectores y niveles del gobierno, para que ésta funcione debe
haber una responsabilidad compartida en el éxito de la política. Esta responsabilidad
compartida puede tener su expresión en compromisos presupuestales inter-agencias
claramente definidos. Alternativas relativamente exitosas recientes incluyen el caso
chileno (Chile crece contigo) en el que convenios intersecretariales basados en re-
cursos presupuestales actúan efectivamente para equiparar las asimetrías de poder y
facilitar la coordinación. Siguiendo la literatura del agente-principal, en la política
territorial los incentivos de las partes deben estar claramente identificados, debien-
do tener el principal (el que quiere desarrollar la política territorial) elementos pre-
supuestales, de transparencia y de ejecución, para lograr que el agente (los distintos
programas públicos que deben tener un cambio de orientación hacia el enfoque te-
rritorial) actúe de acuerdo con los objetivos definidos.17 Como señalamos, aun con
un enfoque territorial y con un diseño institucional acertados, la política sólo podrá
considerarse territorial si se nutre y parte de la apropiación de la misma por parte
de los actores locales.
La nueva articulación entre política social y productiva debería discutir las di-
rectrices del nuevo gobierno, y sobre esa reflexión proponer cómo instrumentar una
política pública para el campo mexicano que atienda a los grupos con mayores re-
zagos. Enumeramos algunos temas que hoy están en la discusión, pues el actual go-
bierno decidió aplicar las siguientes estrategias:
17
Un caso extremo está dado por el piloto de Haku-Wiñay en Perú, en el cual el programa provee
todos los elementos requeridos para llevar a cabo una política de inclusión productiva de población
en situación de pobreza. Esto es, sin necesidad de coordinación interinstitucional. Hacia adentro del
programa, el problema del agente-principal queda así resuelto, permaneciendo por supuesto los pro-
blemas normales de implementación.
297
reconfiguraciones socioterritoriales
Conclusiones
El reto del desarrollo territorial en México despliega varios frentes de batalla de igual
importancia en las agendas públicas contemporáneas. En efecto, explicar el fracaso
de las políticas territoriales en México requiere comprender fallas estructurales que
han afectado no solamente la visión territorial, sino también la búsqueda de un diá-
logo horizontal e ininterrumpido entre comunidades y gobierno y la garantía del
acceso a derechos sociales básicos. Las disfuncionalidades del aparato gubernamental
mexicano no sólo nos hablan de diseños institucionales inerciales e ineficientes para
atender la demanda ciudadana; también prevalecen paradigmas de desarrollo cadu-
cos, que no encuentran su razón de ser en el México de hoy.
En este sentido, es imprescindible reconocer que posicionar el enfoque terri-
torial como elemento central de la política requiere inmensos esfuerzos que tiendan
a una reforma institucional de mayor envergadura, en la cual se reflexione sobre una
reconfiguración de la relación entre la ciudadanía y el Estado, y para la cual se tome
en serio la tarea de discutir sobre el o los modelos de desarrollo que podrían im-
pulsarse desde los territorios. De esta discusión truncada en cada inicio de sexenio,
pagan los costos los habitantes más pobres del México rural. Invertir en mantener
vivo el diálogo ciudadanía-Estado y llevar las propuestas ciudadanas hasta sus últi-
mas consecuencias son acciones que tendrían que estar en el centro de una agenda
de desarrollo con enfoque territorial.
298
inclusión económica y superación de la pobreza rural con enfoque territorial
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Reconfiguraciones socioterritoriales: entre el despojo capitalista y las resis-
tencias comunitarias, coordinado por Gisela Espinosa Damián y Ale-
jandra Meza Velarde, se terminó de imprimir el 16 de diciembre
de 2019 en los talleres de Ediciones Del Lirio SA de CV, Azucenas
núm. 10 col. San Juan Xalpa, alcaldía Iztapalapa, Ciudad de Méxi-
co, tel.: 56134257, el tiro consta de 1000 ejemplares.