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Marengo, María Eugenia

Lo aparente como real: Un


análisis del sujeto "comunista" en
la creación y consolidación del
servicio de inteligencia de la
policía de la Provincia de Buenos
Aires

Tesis para la obtención del grado de Magíster en 
Historia y Memoria
Director: Barreneche, Osvaldo

Cita sugerida:
Marengo, M. E. (2012) Lo aparente como real: Un análisis del sujeto "comunista" en la
creación y consolidación del servicio de inteligencia de la policía de la Provincia de
Buenos Aires. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.875/te.875.pdf

Documento disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, repositorio


institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la
Universidad Nacional de La Plata. Gestionado por Bibhuma, biblioteca de la FaHCE.

Para más información consulte los sitios:


http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar

Esta obra está bajo licencia 2.5 de Creative Commons Argentina.


Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5
Página | 2
Índice

I. Agradecimientos .............................................................................................................. 4
II. Introducción .................................................................................................................... 5
Objetivos y fundamentación temática .................................................................................... 5
Antecedentes ......................................................................................................................... 8
Las fuentes, parte I .............................................................................................................. 15
Los “archivos de la represión”, territorios de memorias ....................................................... 15
Las fuentes, parte II ............................................................................................................. 20
El caso argentino: La DIPBA .............................................................................................. 20
III. Capítulo I: Surgimiento y antecedentes de la DIPBA.................................................. 27
Introducción ........................................................................................................................ 27
“La policía de los descamisados”......................................................................................... 50
Comunistas en la mira policial............................................................................................. 59
Los marcos “legales” de la represión ................................................................................... 67
Conclusiones ....................................................................................................................... 79
Hacia la desarticulación del “enemigo interno”.................................................................... 79
I.V Capítulo II: “La ingeniería de la inteligencia policial” .................................................. 84
Introducción ........................................................................................................................ 84
Del “peligro comunista” y otras derivaciones ...................................................................... 98
La operatividad de la Central de Inteligencia ..................................................................... 115
Elecciones restringidas y el triunfo de Arturo Frondizi, (1958-1962) ................................. 124
“Bosquejo sobre lo que es el Terrorismo” .......................................................................... 134
Conclusiones ..................................................................................................................... 139
V. Capítulo III: “De la orden a la ejecución” ................................................................... 147
Introducción ...................................................................................................................... 147
Los hechos, parte I: “comunicar acto controlado” .............................................................. 150
Los hechos, parte II: “Colaterales” .................................................................................... 163
Conclusiones ..................................................................................................................... 177
VI. Conclusiones generales ............................................................................................... 184
El archivo ......................................................................................................................... 193
VII. Fuentes ...................................................................................................................... 196
VIII. Bibliografía .............................................................................................................. 202

Página | 3
I. Agradecimientos
El proceso de investigación que derivó en esta tesis, surgió a partir de
reflexiones y cuestionamientos que he compartido a lo largo de la carrera de la
Maestría, junto a compañeros/as, amigas, docentes e investigadores, que
indudablemente han enriquecido el trabajo.
Son muchas las personas que en algún momento tropezaron con mis inquietudes
e inseguridades -fuera o dentro del ámbito académico-, pero, a pesar de lo riesgoso que
considero proceder con las enumeraciones, no quiero dejar de mencionar mi enorme
gratitud hacia mi director, Osvaldo Barreneche, por su paciencia y constancia; a Sabrina
Calandrón, por darme el primer impulso; a Emmanuel Kahan, por incentivarme y
brindarme su tiempo; a Andrés Bisso, quien estuvo a cargo de la coordinación de la
Maestría de Historia y Memoria durante mis estudios, por su generosidad y
predisposición siempre; a Lucas Abot, por entenderme y diseñar la portada; a mis
compañeros y compañeras del grupo de Investigación de “Leyes, Justicias e
Instituciones de Seguridad”, de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
de la Universidad Nacional de La Plata; a Gabriel Rivas, Eliana Gubilei y Agustina
Ugolini, por sus aportes y lecturas críticas; a Andrés Stagnaro y Mariana Nazar por el
intercambio de fuentes y bibliografía; a Diego Galeano y Federico Lorenc por los
comentarios en las Jornadas de Investigación, “Leyes, Justicias, e Instituciones de
Seguridad en la Argentina”, realizadas en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación de la UNLP, en diciembre del año 2011.
A mis compañeros y amigos/as del Centro de Estudios para el Cambio Social,
por seguir apostando a la reflexión crítica y colectiva y por continuar pensando el
mundo desde una perspectiva transformadora.
Sin duda, mi agradecimiento al personal del Archivo de la Comisión Provincial
por la Memoria, por su invalorable trabajo cotidiano, y a quienes en su momento
accedieron a mis preguntas, Magdalena Lanteri y Laura Lenci. A Miriam Pérez,
encargada del Archivo de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, por la amabilidad
con la que en cada visita me habilitó el acceso a las fuentes del archivo.
A mi familia, Ida Hecker, Daniel y Federico Marengo, por su energía y
acompañamiento permanente que logra desvanecer a la distancia. Y especialmente, a mi
compañero de ruta, Bernardo Ferraris, por estar día a día y trasladarme la fortaleza para
nunca bajar los brazos.

Página | 4
II. Introducción
Objetivos y fundamentación temática

Las preguntas que articulan esta tesis y entrelazan los capítulos siguientes,
surgieron del interés que despertó mi tesis final de grado. En aquella oportunidad me
introduje en las páginas de un quincenario anarquista, llamado Ideas, editado en la
ciudad de La Plata, entre los años 1917 y 1928. Encontrarme con los archivos de la
Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (en adelante
DIPBA),1 luego de haber analizado aquel medio como una tribuna de ideas, que desde
las propias fuentes constituyó una posición política particular dentro del campo
libertario del período, me convocó a indagar sobre aquellas representaciones policiales
que lo persiguieron. Los primeros documentos que se encuentran en el archivo de la
DIPBA datan desde la década del ’30, por lo tanto el material sobre anarquismo se
convierte en aquella información inicial, que luego se complementaría durante todo el
siglo XX, con una abundante producción de inteligencia y secuestro de documentación
política sobre diversos grupos sociales, culturales, de derechos humanos, sindicales,
estudiantiles y partidos de izquierda.
A partir de la década del ’30, el comunismo va a cobrar una centralidad en la
escena pública y política argentina, situación que alertaría a la policía originando luego
la creación de diversas ramas. La Sección Especial de la Policía de la Capital, a la que le
antecedieron otras dependencias creadas para el control del anarquismo hacia principios
de siglo XX; mientras que en la provincia de Buenos Aires apareció la División de
Orden Público de la policía, también para orientar el trabajo policial específicamente al
control de las disidencias políticas. Por lo pronto, no significa con esto que el
anarquismo hubiese desaparecido como actor político perseguido, sino que la
indagación en el comunismo devino en interrogantes más amplios para establecer, o no,
esa continuidad en la definición permanente de un sujeto “enemigo”, desde donde se
cimentara la construcción de una lógica represiva sustentada en distintos soportes: el
legislativo, el político, el mediático, el discursivo, el policial.

1
La dependencia policial de inteligencia obtuvo su jerarquía de Dirección General en el año 1978; a lo
largo de su historia fue variando sus nominaciones y jerarquías. Sin embargo, en la siguiente tesis se hará
referencia a dicha institución policial con las siglas DIPBA, cuando no se nombre como Central de
Inteligencia. Esta decisión compete, tal como consideró Kahan (2008) a que desde el año 2003 con la
apertura de su archivo y la transformación de éste en un lugar de la memoria, es así como se lo conoce y
se lo referencia públicamente.

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En este trabajo se privilegiaron aquellas representaciones que atravesaron las
narrativas policiales, tanto desde la “doctrina” como desde la elaboración de los
informes de inteligencia. En este sentido, las dimensiones que abarcan esta tesis se
incorporan desde el estudio de los informes de inteligencia y la producción de
“doctrina”, articuladas en un entramado represivo que se solidificó desde la sanción de
leyes, prácticas policiales y políticas.
De esta manera, la siguiente investigación tiene por objetivo analizar las
representaciones de las diversas dependencias de inteligencia de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires, en relación a la construcción del actor político calificado
como “comunista”, entre el período 1930-1962. El enfoque de análisis recorrió las
prácticas que caracterizaron el funcionamiento de la labor de inteligencia de la policía
bonaerense, desde sus inicios en la Década Infame, hasta su definitiva
institucionalización y jerarquización como labor policial hacia fines de los años
cincuenta y principios de los sesenta.
Asimismo, el interés de esta pesquisa, también se basa en la hipótesis de que
dichas prácticas de inteligencia, que se fueron sofisticando con el paso de los años,
contribuyeron a generar la más violenta de las represiones en la Argentina, siendo la
antesala de la maquinaria represiva en la que se sustentó el último golpe de Estado,
cívico-militar, en el año 1976. La basta cantidad de información almacenada y ordenada
en el archivo de la DIPBA, conlleva a pensar cómo, quizás la angustia que emerge del
ser humano por ser consiente de su imposibilidad de permanecer en el tiempo, repica en
la existencia de este tipo de materiales como una prueba inédita, no tanto de la verdad
develada, sino de la huella imborrable del terrorismo de Estado, que contó con un
trabajo racional y minucioso de décadas para ir conociendo a ese “enemigo interno”,
que fue cambiando de nombre en función de las coyunturas políticas, tanto nacionales
como internacionales.
La propuesta radica en poder establecer un breve recorrido histórico para dar
cuenta sobre aquellos factores de carácter político, social y policial que se conformaron
como elementos identitarios en la creación de la DIPBA. La definición sobre su
surgimiento en 1956 como Central de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires y su
posterior sección “Archivo y Fichero”, (en adelante archivo DIPBA), conformado en
1957, fue parte de una búsqueda en el fortalecimiento de la disciplina del control estatal.
El “elemento subversivo” o “la amenaza comunista”, entre otras categorizaciones de las

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propias fuerzas de seguridad nacional y provincial, fueron parte del espíritu de una
época y de la consolidación del Estado Nación en nuestro país.
A partir de estas consideraciones, esta tesis pretende dar cuenta de las
representaciones propias de la dependencia de inteligencia de la policía provincial sobre
el sujeto calificado como “comunista”, en diálogo con los antecedentes, el crecimiento y
la consolidación de dicha agencia de control social. A su vez, se propone estudiar las
prácticas que caracterizaron el funcionamiento de la labor de inteligencia de la policía,
indagando también acerca de la vinculación entre las distintas instituciones de
seguridad, a nivel regional y nacional, constituyentes del periodo histórico señalado.
Desde un orden cronológico, el relato contempla en su primer capítulo la
indagación sobre dichos antecedentes que luego fueron parte de la constitución de una
dependencia de inteligencia más organizada, jerarquizada y planificada, donde los
organismos policiales, comenzaron a expandirse acompañando el crecimiento estatal de
entonces.
La pesquisa también abarca en el segundo capítulo el período 1955-1962,
comprendiendo esta etapa como un momento de intensificación en la persecución
política, desde donde se hace hincapié en las diferencias, rupturas y continuidades entre
el primer gobierno provisional, luego del derrocamiento de Perón, al mando de las
Fuerzas Armadas (1955-1958) y el gobierno constitucional electo -con el peronismo
proscripto- , presidido por Arturo Frondizi, quien representó la fórmula por la Unión
Cívica Radical Intransigente. Se profundizó en este contexto, bajo la intervención
militar de la autodenominada “Revolución Libertadora” (en adelante Libertadora), como
el momento fundacional de la inteligencia provincial en relación a la importancia
jerárquica y la producción de información que comenzaba a generarse. El análisis
continúa en el período siguiente hasta el comienzo de la década del sesenta, con el
final del gobierno frondicista, cuando la policía ya se encontraba adiestrada y alineada
junto al poder militar, con quien compartió las tareas del Estado represor desde ese
momento.
Finalmente, en el tercer capítulo se analizan los comunistas como sujeto-objeto
de la vigilancia policial, cómo se construyó esa mirada sobre dicho sujeto y cuáles
fueron las políticas y normativas que incidieron en la categorización del mismo como
“lo peligroso”, que luego sería sustento de argumentaciones futuras para la aplicación
de vigilancia desde la Central de Inteligencia en 1956. Este capítulo, intenta ser un
aporte inicial al estudio de la vigilancia policial como práctica cotidiana en la provincia

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de Buenos Aires. De modo que, el análisis se enfoca en los actos controlados del Partido
Comunista en la ciudad de La Plata, y sobre los informes producidos en torno a las
actividades de la Unión de Mujeres de la Argentina (UMA), durante el período
indicado.
En este aspecto, interesa poner al descubierto aquella narrativa del control
social, que construyó el espíritu político del período, haciendo foco en las concepciones
políticas en materia policial sobre los “comunistas”, sus implicancias y significaciones
particulares para cada contexto.

Antecedentes

El término latino “politia” tiene su origen del griego “politeia”, que significa
ordenamiento político de la ciudad, significado intrínseco al surgimiento de la policía en
Europa, en el marco de la consolidación de los Estados Nación, hacia comienzos del
siglo XVII.2 Dentro de las características que definieron a la policía en sus orígenes, se
puede hallar cómo a partir de dicho siglo, se empezó a llamar policía al conjunto de los
medios a través de los cuales se pudieron incrementar las fuerzas del Estado, a la vez
que mantener el buen orden de éste. En tal sentido, se definió a la policía como parte de
la administración del Estado, pero que al mismo tiempo podía contenerlo todo. Así es
como en términos de Foucault, la policía “lo engloba todo”, lo vigila “aparentemente
todo”.3 Para mediados del siglo XVIII e inicios del XIX, el liberalismo se instaló como
parte de una nueva racionalidad política, que encontró en estas formas de concebir a la
policía un carácter totalitario y por ende habilitó sus intervenciones a numerosos
campos dentro del cuerpo social. 4
El liberalismo contribuyó a fortalecer un tipo de organización policial que
sometiese sus actividades a los postulados de las leyes, convirtiéndose, como indica
Marcelo Sain, en la agencia habilitada para “aplicar la ley” ante la criminalidad.5 Estas
características estuvieron asociadas a un cambio de contexto cultural, donde el sujeto se

2
En relación a la historización de este concepto, puede consultarse, Rico Alejandra, POLICIAS,
SOLDADOS Y VECINOS. Las funciones policiales entre las reformas rivadavianas y la caída del
régimen rosista. Tesis de Maestría, Universidad Nacional de Luján, publicada en:
http://www.crimenysociedad.com.ar/wp-content/uploads/2008/11/tesis1.pdf, 2008, pág. 30.
3
Foucault, Michel, Seguridad, territorio, población: Curso en el College de France 1977-1978, Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica, 2006.
4
Sozzo, Máximo, “Usos de la violencia y construcción de la actividad policial en la Argentina”, en:
Gayol, Sandra y Kessler, Gabriel (comps.) Violencias, delitos y justicias en la Argentina. Buenos Aires:
Manantial, 2002.
5
Sain, Marcelo, El leviatán azul. Policía y política en la Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI, 2008.

Página | 8
concibió independiente, en tanto portador de derechos individuales, iguales ante la ley y
libres de perseguir su autointerés, de autodesarrollarse, de alcanzar la felicidad.6
A finales del siglo XIX, puede hallarse una temprana atención por parte de la
policía de la ciudad de Buenos Aires ante las ideas anarquistas, comunistas y socialistas
de la época. Mercedes García Ferrari expresa cómo hacia 1890 estas ideas aparecían
como una preocupación en la Policía de la Capital, que a pesar de no considerarlas aún
como un problema grave, se hacía explícita la necesidad de implementar leyes
represivas para erradicarlas definitivamente. Este interés policial surge en el marco de
un período (1880-1905) donde la policía comienza a desarrollar diversas prácticas
identificatorias, como la apertura de “Galerías de Ladrones”, la inauguración de una de
las primeras oficinas antropométricas en el mundo, el desarrollo en La Plata del sistema
dactiloscópico, la creación del prontuario, la Cédula de Identidad y la expansión de los
archivos policiales. 7
En este contexto, la mirada sobre lo delictivo se impregnaba desde el discurso
médico higienista que concebía la criminalidad como un síntoma que afectaba “la salud
social”, como explica Jorge Salessi. 8 El interés de la policía en detectar al sujeto
delincuente bajo este paradigma, comenzaba a pensarse como una problemática que
excedía los límites locales, visualizando la necesidad del intercambio de datos entre
policías de diversos países. El estudio de Diego Galeano invita a conocer los
compromisos adquiridos por la Policía de la Provincia de Buenos Aires hacia
comienzos del siglo XX, cuando firmó junto a otras policías de Argentina y países de la
región, acuerdos para intercambiar información y afinar la persecución de anarquistas y
comunistas, dando cuenta de una mirada común a nivel regional sobre lo que se
concebía como “peligroso”.9
A lo largo del siglo XX la policía se consolidó como institución pública,
formando parte del aparato del Estado y del sistema de seguridad pública. La vigencia y
continuidad de una policía militarizada y verticalista es un dato fundamental para la
interpretación de su accionar en los distintos momentos históricos planteados. Por su

6
Sozzo, Máximo, “Usos de la violencia y construcción de la actividad policial en la Argentina”, en:
Gayol, Sandra y Kessler, Gabriel (comps.) Violencias, delitos y justicias en la Argentina. Buenos Aires:
Manantial, 2002, pág. 229.
7
Al respecto, véase, García Ferrari, Mercedes, Ladrones conocidos/Sospechosos reservados.
Identificación Policial en Buenos Aires, 1880-1905, Buenos Aires: Prometeo, 2010.
8
Salessi, Jorge, Médicos, maleantes y maricas, Buenos Aires: Beatriz Viterbo, 2000, pág. 115.
9
Galeano, Diego, “Las conferencias sudamericanas de policías y la problemática de los ‘delincuentes
viajeros’, 1905-1920”, en Bohoslavsky, Ernesto, Caimari, Lila y Schettini, Cristiana (org.), La policía en
perspectiva histórica. Argentina y Brasil (del siglo XIX a la actualidad), CD-Rom, Buenos Aires, 2009.

Página | 9
parte, la historiografía de las policías en la Argentina estuvo por mucho tiempo
monopolizada por historiadores de las propias instituciones. 10 Recién en la década de
1980, a través de los organismos defensores de los derechos humanos, comenzó un
renovado interés en el tema. Con el objetivo de investigar las fuerzas de seguridad
durante la última dictadura militar, los equipos de investigación de estas entidades
editaron algunos trabajos que, desde el punto de vista histórico, se remontaron hacia
mediados del siglo XX procurando encontrar algunas causas más remotas del papel
represivo que les cupo en el pasado reciente.11
Independientemente de sus particularidades, con el tiempo las policías
profundizaron su verticalismo y militarización a través de los distintos golpes de Estado
acaecidos en nuestro país. En este sentido, como plantean Sandra Gayol y Gabriel
Kessler, las autoridades de facto intervinieron directamente sobre las policías, ya sea a
través del nombramiento de militares en servicio activo al frente de ellas, o bien
subordinándolas a estrategias y actividades represivas militares.12 A su vez, durante los
períodos democráticos, los postulados que conformaban a las instituciones policiales no
fueron siempre cuestionados, manteniendo la violencia represiva como un medio de
disuasión, control y persecución a todo lo que era considerado un delito. Así, la
criminalidad comprendía, en principio, aquello que no encuadraba con el pensamiento
oficial, encontrándose siempre un marco legal para incluirlo en algún acto delictivo
tipificado por el Código Penal. En este sentido, como indican Sandra Gayol y Gabriel
Kessler, la policía durante todo el siglo XX se comportó como una agente central del
control político.
En la Argentina de los años treinta, el conservadurismo asociado a la dirigencia
militar acentuó las políticas represivas por sobre los grupos de izquierda. La

10
Entre la bibliografía histórica producida por los propios referentes de las fuerzas policiales, pueden
encontrarse: Romay, Francisco, Historia de la Policía Federal Argentina, Biblioteca Policial, Bs. As.,
1964; Rodriguez, Adolfo, Cuatrocientos años de la policía en Buenos Aires, Bs. As: Editorial Policial,
1981; Rodriguez, Adolfo y Zappietro, Eugenio, Historia de la Policía Federal Argentina a las puertas del
tercer milenio. Génesis y desarrollo desde 1580 hasta la actualidad, Buenos Aires: Editorial Policial,
1999. Particularmente, entre los trabajos institucionales de la provincia de Buenos Aires se encuentran:
Policía de la Provincia de Buenos Aires, La Policía de la Provincia de Buenos Aires, su historia, su
organización, y sus servicios, La Plata: Taller de impresiones oficiales, 1910; y Síntesis histórica de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires. 1580-1980, La Plata: Policía de la Provincia de Buenos Aires,
1981.
11
Barreneche Osvaldo y Galeano Diego, Notas sobre las reformas policiales en la Argentina, siglos XIX
y XX. Buenos Aires: Cuadernos de Seguridad, 2008.
12
Gayol Sandra y Kessler Gabriel, “Introducción. Violencias, delitos y justicias: una aproximación
histórica”, en Violencias, justicias y delitos en la Argentina, Buenos Aires: Manantial y Universidad
Nacional de General Sarmiento, 2002, pp.13-38.

Página | 10
persecución y el encarcelamiento a militantes opositores al régimen conservador
caracterizaron el accionar de la policía en varias provincias. Lila Caimari, por ejemplo,
analiza el lanzamiento de un proyecto legislativo que incluía la restauración de la pena
de muerte, cuyos argumentos planteaban la represión al comunismo y al crimen
organizado.13 El trabajo de Laura Kalmanowiecki evidencia cómo en esta década la
policía de investigaciones de la Capital, fortaleció su lugar dentro de las fuerzas de
seguridad, siendo el comunismo uno de los principales motivos de persecución
ideológica. 14 En esta línea, como parte del aparato legal represivo, la sanción de
diversos decretos en distintas provincias, como el Nº 137 del Poder Ejecutivo de la
provincia de Buenos Aires del año 1936, restringieron la acción del Partido Comunista,
poniendo en una frágil situación a sus activistas, en el marco de la continuidad de la
aplicación de la Ley de Residencia.15
Más allá de estos valiosos aportes centrados en la ciudad y la provincia de
Buenos Aires, los trabajos recientes sobre historia de las policías nos muestran un
panorama más diversificado, en la medida que comienzan a incluirse estudios sobre
otras regiones de la Argentina. Así, por ejemplo, en un artículo comparativo sobre la
reorganización de las policías bonaerenses y cordobesas entre 1936-1940, se observa
esta disparidad. Por un lado, la policía bonaerense en esos años cumplió un rol
fundamental en la aplicación del decreto del gobernador Fresco que implementaba la
represión al comunismo, junto a la vigilancia de “pic-nics” y actividades juveniles para
evitar la propaganda comunista. Mientras tanto, el gobierno radical de Amadeo
Sabbatini en la provincia de Córdoba, procuró recortar las atribuciones policiales
encarando una labor política destinada a la profesionalización de la policía para así
revertir la imagen negativa que la sociedad cordobesa tenía sobre ella. Lejos de la
presión persecutoria de los conservadores porteños y bonaerenses, Córdoba fue incluso
un refugio interno para los disidentes políticos. Si bien los abusos policiales no pudieron
evitarse, tampoco se alentaron ni se instituyeron como política oficial. 16 A su vez, en el

13
Caimari, Lila (comp.), “Suceso de cinematográficos aspectos. Secuestro y Espectáculo en el Buenos
Aires de los años ’30”, en La ley de los profanos. Delito, justicia y cultura en Buenos Aires (1870-1940,
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007, pp. 209-250.
14
Kalmanowiecki, Laura, “Origins and Applicationes of Political Policing in Argentina”, en Latin
American Perspectives, Issue 111, Volume 27, Number 2, 2000.
15
Kahan, Emmanuel, “¿Qué represión, qué memoria? El “archivo de la represión” de la DIPBA:
problemas y perspectivas”, en Revista Question, N°16, Facultad de Periodismo y Comunicación Social,
UNLP, 2007, pág. 10.
16
Barreneche, Osvaldo, “La reorganización de las policías de Córdoba y Buenos Aires, 1935-1940”, en:
Beatriz Moreyra y Silvia Mallo (coord.), Pensar y construir los grupos sociales. Actores, prácticas y

Página | 11
caso patagónico estudiado por Gabriel Rafart, se indica que la preocupación mayor de
las autoridades respecto de la policía era la de garantizar el control territorial,
instituyendo mecanismos de cooperación con otras fuerzas militares y de seguridad
actuantes en la región, para maximizar los recursos humanos. La problemática política,
en este territorio, no era una prioridad en la agenda estatal y policial. 17
Retomando el caso de la provincia de Buenos Aires, durante el peronismo se
incidió en la gestión policial ampliando y sumando muchas de las iniciativas
gestionadas durante el gobierno conservador. Los hechos de corrupción de la policía
durante la década del ’30 generaron un reordenamiento de la policía a partir del primer
gobierno peronista. Como parte de los esfuerzos por reconvertir a la fuerza policial,
buscando su adhesión, se destacaban discursos hacia su interior que expresaban cómo
quienes antes eran consideradas personas “peligrosas”, ahora construían la esencia del
pueblo peronista, los “descamisados”, a los que la policía debía proteger, no perseguir.
Por su parte, la alusión al sujeto comunista continuó asociándose al nuevo
enemigo a nivel mundial emergente en los inicios de la Guerra Fría. La educación e
instrucción policial se pobló de contenidos relacionados a la forma en que debían
detectarse las actividades “subversivas”. Esta labor, junto al accionar político de los
dirigentes sindicales pro-justicialistas, curvó negativamente la influencia del Partido
Comunista en el movimiento obrero, hasta que fue finalmente extirpado por el poder
peronista emergente.18
Durante el peronismo las detenciones por el Poder Ejecutivo de la Nación y la
aplicación de la Ley de Residencia, continuaron siendo una práctica que ejecutaba la
policía, principalmente a quienes eran considerados “perturbadores”, “disolventes”, o
vinculados con “elementos comunistas”, como ser afiliado o cercano al Partido
Comunista, por difundir y/o realizar una protesta social o una huelga por fuera de la
Central General de Trabajadores (CGT), consideraciones válidas para la intervención
policial. La continuidad de la aplicación de esta de Ley, son indicios brindados por
Mariana Nazar,19 que señalan como la noción de peligro atravesó todo el siglo XX,

representaciones: Córdoba y Buenos Aires, siglos XVI-XX. Córdoba: Publicación del Centro de Estudios
Históricos “Prof. Carlos Segreti” y Universidad Nacional de Córdoba, 2008.
17
Rafart, Gabriel, Tiempos de Violencia en la Patagonia. Bandidos, policías y jueces, 1890- 1940,
Buenos Aires: Prometeo, 2008.
18
Camarero, Hernán, La experiencia comunista en el mundo de los trabajadores, Buenos Aires: Siglo
XXI, 2007.
19
Nazar, Mariana, “Estado de derecho y excepcionalidad. Algunas prácticas de control social sobre
trabajadores durante el primer peronismo”, ponencia presentada en VIII Reunión de Antropología del
Mercosur, Buenos Aires, Argentina, 2009.

Página | 12
siendo una categoría vertebral de las rutinas policiales. En la herencia que dejaron las
leyes de expulsión a extranjeros en la primera década del siglo XX, la concepción de
peligrosidad adquirió una centralidad sin precedentes.
En la composición de los trabajos de inteligencia realizados y orientados a tal
fin, se puede ver una tendencia a perfeccionarse en esta tarea. A partir del análisis de
Patricia Funes, se evidencia la existencia y articulación de dependencias de inteligencia
policial que fueron hasta 1940, las secciones de Orden Social y Orden Público,
dependientes de la División de Investigaciones de la policía de la Provincia de Buenos
Aires. 20 Luego, se refundaron en un solo organismo, bajo la nominación de Sección de
Orden Social. En 1945 pasó a ser la Oficina de Movimientos Políticos, dependiente de
la Secretaría General. En 1946 se creó la División de Orden Público, que pertenecía a la
Jefatura de Policía de la Provincia. Las modificaciones en los nombres otorgados a las
dependencias policiales para la realización de inteligencia y espionaje, fueron variando
acorde a los cambios de jerarquía y poder en su accionar. Estos cambios, por supuesto,
estuvieron estrechamente articulados con los giros políticos e institucionales del país.
En aquellos estudios que abarcan el período de la llamada “Revolución
Libertadora”, entre los objetivos de la policía provincial, bajo la conducción de las
Fuerzas Armadas, se reforzaron las tareas de inteligencia orientadas al control,
persecución y represión de los movimientos políticos. En 1956, por ejemplo, el Poder
Ejecutivo Nacional dispuso la creación de la Secretaría de Informaciones
Antidemocráticas (D.I.A), con la finalidad de coordinar y reunir la información
producida por otros organismos del mismo tipo: la SIDE, el Servicio de Informaciones
del Ejército (SIE), el Servicios de Informaciones Naval (SIN), el Servicio de
Informaciones Aeronáuticas (SIA) y el de las policías provinciales y federal. 21
Constituidos como órganos de control social, posteriormente la Dirección de
Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires, utilizó esos archivos como antecedentes
para generar mecanismos de control y represión a través del Estado.
Este trabajo de investigación se enmarca en una serie de estudios que, gracias a
la reciente apertura del archivo de la DIPBA, ofrecen una aproximación a la labor de
inteligencia de la policía bonaerense, sus prácticas, los mecanismos para la obtención de

20
Funes, Patricia, “El archivo de inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires: medio siglo
de represión”, en Revista Puentes, Buenos Aires, año 4, número 11, Comisión Provincial por la Memoria,
La Plata, 2004.
21
Funes, Patricia, “De lo secreto a lo público. El epicentro de la violencia”, en Revista Puentes, Dossier
Documentos, La Plata, número 19, Comisión Provincial por la Memoria, 2006.

Página | 13
información, la vigilancia y el control socio-político, a lo largo de su existencia. Las
primeras investigaciones vinculadas con los documentos del Archivo de la DIPBA,
inducen a pensar la intencionalidad histórica por parte de los gobiernos de turno, en
mantener un registro sobre la vida íntima y social de las personas. En este sentido, la
persecución no sólo se dirigió hacia los partidos políticos de izquierda, sino tal como lo
indican una serie de recientes investigaciones, los alcances del control también
focalizaron sectores como la cultura, estudiados por Sergio Pujol,22 organizaciones
sindicales y de mujeres, como lo expresa el trabajo de Patricia Flier,23 o el estudio de
Federico Lorenz y María Laura Guembe, sobre los ex-combatientes de la Guerra de
Malvinas.24 Estos trabajos dan cuenta de algunas de las áreas sociales y políticas de
incumbencia para la vigilancia policial. Casos que comprueban la lógica de persecución
en correlación con la propia estructura del archivo, cuya clasificación respondía a
diversos factores temáticos que fueron acumulando antecedentes durante décadas.25
Estos ejemplos, junto a los de Patricia Funes mencionados, en lo que hace a la
arquitectura general de la DIPBA y el de Emmanuel Kahan, para el caso de la vigilancia
de las instituciones judías, permiten avanzar hacia preguntas que nos remiten a desnudar
las prácticas de la vigilancia como una rutina del trabajo policíaco en un contexto
particular, que le otorga al agente policial una identidad clandestina e instituye “una
policía de las apariencias”. 26

22
Pujol, Sergio, Rock y Dictadura, Buenos Aires, Emecé, 2005.
23
Flier, Patricia, “El archivo de la DIPBA: un hallazgo clave para una historia de los imaginarios
represivos en Argentina”, en IMAGO AMERICAE, Revista de estudios del imaginario, Ano I, N 1, Centro
Extremeño de Estudios y cooperación con Iberoamérica, Universidad de Guadalajara, Universidad de
Florencia y Universidad nacional de La Plata, 2006.
24
Lorenz, Federico y Guembe, María Laura, Cruces. Idas y vueltas de Malvinas, Buenos Aires, Edhasa,
2007.
25
Funes, Patricia, “Desarchivar lo archivado. Hermenéutica y censura sobre las ciencias sociales
latinoamericanas”; en Iconos, Revista de Ciencias Sociales, Nº 30, Flacso-Ecuador, 2008.
26
L’ Heuillet, Helen, Baja política, Alta policía, Buenos Aires: Prometeo, 2010, pág.203.

Página | 14
Las fuentes, parte I

Los “archivos de la represión”, territorios de memorias

“Esas voces, conminadas tantos años al secreto, maniatadas en legajos


oscuros, archivadas, allanadas, secuestradas, hoy son públicas y recuperan
creativamente su libertad para la historia, la memoria, la verdad y la
justicia (Patricia Funes, 2006)”.27

Los archivos de las fuerzas de seguridad del Estado se configuraron como


mecanismos de represión, control y vigilancia sobre distintos actores políticos y sujetos
de la sociedad civil enmarcados, en su mayoría, en gobiernos de factos de diferentes
períodos históricos a lo largo del siglo XX. El concepto de “archivos de la represión”, es
utilizado para referirse a aquellos documentos que son testigos y evidencia de las
atrocidades de las dictaduras militares en América Latina que competen al pasado
reciente. Tal como alude Graciela Karababikián,

“suelen denominarse -a grandes rasgos- archivos de la represión a


aquellos producidos por instancias represivas legales o ilegales de las
fuerzas de seguridad, archivos de derechos humanos a los producidos por
personas u organizaciones de la sociedad que han sido objeto de la
represión y archivos de la memoria (o en nuestras regiones de la
dictadura) al conjunto de los mismos, aunque no hay acuerdos
establecidos para estas denominaciones”. 28

Sin embargo, la categoría de “archivos de la represión”, surge como discusión


entre los archivistas en 1993, cuando el Consejo Internacional de Archivos en la
Conferencia de su Mesa Redonda celebrada en México, definió conformar “un Grupo
de Expertos” en “archivos de la represión” de los regímenes recientemente
desaparecidos, para tratar de ofrecer una reflexión compartida sobre su problemática, a
la vez que una serie de recomendaciones para su tratamiento. De este modo, esta
categoría comprende a aquellos archivos producidos con el fin de la persecución política
y la represión y se encuentra directamente vinculada a la definición de “instituciones
represivas”, por ser parte de los archivos de seguridad del Estado.

27
Funes, Patricia, “De lo secreto a lo Público. El epicentro de la violencia”, en Dossier Documentos,
Revista Puentes, Nº6, 2006.
28
Karababikián, Graciela, “Archivos y derechos humanos en la Argentina”, en Boletín del Archivo
General de la Nación, año LXIX, Vol.XXXIII, Núm.119, 2004, pág. 622.

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Entonces, se comprende a los diferentes acervos de información ejecutados por
diversas agencias de control, como “archivos de la represión”, conformados como
construcciones e instrumentos de clasificación del mundo de los agentes de seguridad
que los produjeron.29 Se consideran las categorías de instituciones represivas que ha
establecido el grupo de trabajo UNESCO-ICA (Consejo Internacional de Archivos), que
incluye: “servicios de inteligencia, cuerpos paramilitares, tribunales especiales, campos
de concentración, prisiones especiales, centros psiquiátricos para la "reeducación" y
otros”.30 Esta definición engloba a las instituciones creadas por los propios regímenes
represivos con el objetivo de garantizar la existencia de los mismos. Pero dicho grupo
de trabajo, también ha encontrado documentación de carácter represivo en lo que se
consideran las instituciones tradicionales de la administración pública de los Estados,
que permanecieron luego de la caída de los regímenes autoritarios. Por lo tanto, desde
esta perspectiva se integró como instituciones represivas a las Fuerzas Armadas, la
Policía y Cuerpos de Seguridad, Tribunales Ordinarios y Órganos de la Administración
Civil.
En la Argentina, a partir de pensar una clasificación particular para este tipo de
acervos documentales, se relevó la siguiente clasificación de archivos de la dictadura:

1- Archivos generados por instituciones de seguridad del Estado, con fines


represivos;
2- Archivos generados por organizaciones (o personas) de la sociedad civil,
con fines de defensa, oposición o resistencia;
3- Archivos generados por comisiones investigadoras, con fines de
conocimiento de la verdad, procesos judiciales y acciones reparatorias.31

Los documentos encontrados en los distintos países ponen al descubierto un


sistema de control ejecutado en toda la región. Éstos evidencian características similares
en su organización en archivos y ficheros, dando cuenta desde la estructura física la
intencionalidad de perseguir, reprimir, torturar y asesinar a personas y colectivos
sociales, políticos y culturales. En este sentido, tal como expresa González Quintana,

29
da Silva Catela, Ludmila y Jelin Elizabeth (comps.), Los archivos de la represión: documentos,
memoria y verdad, Buenos Aires Siglo XXI, 2002.
30
“Los Archivos de la Seguridad del Estado de los Desaparecidos Regímenes Represivos”. Texto
resumido por Antonio González Quintana, aprobado por el Grupo de Expertos establecido por la
UNESCO y el Consejo Internacional de Archivos, compuesto por: Antonio González Quintana (director
del proyecto) Alejandro González Poblete, Vladimir Kozlov, Narissa Ramdhani, Eliana Rezende Furtado
de Mendoça, Mary Ronan, Dagmar Unverhau, Lazlo Varga. www.portalunesco.org, 1995, pág. 24.
31
Karababikián, Graciela, “Archivos y derechos humanos en la Argentina”, Op. Cit, pág. 633.

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los archivos localizados en Argentina, Paraguay o en Brasil, evidencian muchas veces la
existencia de servicios de inteligencia en otros países.32 Un ejemplo, es el caso de los
archivos de la policía de Uruguay donde se supo de la existencia del “Organismo de
Operaciones Antisubversivas” (OCOA).33 Estos archivos muchas veces han dado
indicios en la búsqueda de documentos que, a pesar de las intenciones de destrucción,
fueron el puntapié inicial para generar la presión social local por su apertura pública. A
su vez, existió un patrón común con los archivos de dependencias de seguridad del
Estado de otros países, generalmente organizados en torno a un gran fichero o índice
automatizado,

“Tales índices se confeccionaban para obtener una información


inmediata sobre cualquier persona de la que se demandaran datos. Así,
las fichas de estos índices ofrecen con frecuencia un resumen informativo
de los datos que contienen los documentos a los que remiten. Podemos
denominarlas, tal y como han hecho los colegas del Archivo de Estado de
Río de Janeiro, fichas autoexplicativas, que son esencialmente diferentes
de las que podemos denominar fichas referenciales”.34

En esta línea de estudios, se encuentran los trabajos de Elizabeth Jelin y Ludmila


da Silva Catela, quienes plantean la importancia del uso de este tipo de fuentes como
parte de la construcción de la memoria histórica y política, como evidencia de la
dimensión que adquirieron los distintos regímenes dictatoriales en Latinoamérica. La
colección de Inventarios DEOPS, sobre la Policía Política de Brasil, realizada por la
Universidad de San Pablo, el Archivo de Estado y la Imprenta Oficial, se enmarca en
esta perspectiva de análisis, como parte del Proyecto Integrado (PROIN), cuya finalidad

32
González Quintana, Antonio, “Políticas archivísticas para la protección de los Derechos Humanos.
Actualización y ampliación del informe elaborado para UNESCO y Consejo Internacional de Archivos
(1995) sobre gestión de los archivos de los Servicios de Seguridad del Estado de los desaparecidos
regímenes represivos”, Consejo Internacional de Archivos, París, 2008.
33
“Los archivos de la policía política uruguaya fueron objeto de debate a partir de que uno de los
supuestos represores implicados en los juicios promovidos después del conocido informe de la Comisión
para la Paz, especie de comisión uruguaya de la Verdad, el coronel Manuel Cordero, utilizara en su
defensa un legajo con documentación de la policía política para impugnar al juez, que de acuerdo con uno
de los documentos contenidos en él, habría sido subordinado del acusado siniestro Organismo
Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA). Según este testimonio, el Juez Balcaldi, entre
1975 y 1980, habría sido parte de una red en la Facultad de Derecho para descubrir qué estudiantes
pertenecían a la Federación de Estudiantes Uruguayos”, en: Mazzarovich, Gabriel, “Que muestren todos
los archivos de la dictadura”, en Diario La República 30/07/2003.
34
González Quintana, Antonio. “Políticas archivísticas para la protección de los Derechos Humanos.
Actualización y ampliación del informe elaborado para UNESCO y Consejo Internacional de Archivos
(1995) sobre gestión de los archivos de los Servicios de Seguridad del Estado de los desaparecidos
regímenes represivos”, Consejo Internacional de Archivos, París, 2008, pág. 94.

Página | 17
es utilizar las fuentes policiales del pasado dictatorial del país, con el objetivo de
rescatar la memoria nacional y contribuir a la formación de investigadores/as.
Pensar el concepto “archivos de la represión”, o de “control social”, también
marca un distintivo al resto de los acervos históricos. Pretende desde su significado
instalar una mirada ideológica y un posicionamiento político que indica, tal como
manifiesta Funes, la estrategia de una “burocracia del mal”, organizada tanto para
reprimir personas como ideas; donde sus aparatos represivos se sustentaron sobre la
base de esta especie de “armazón documental”,35 para garantizar la persecución y el
sostenimiento de los distintos regímenes represivos.
La dimensión de la memoria se resignifica en el marco de un archivo planificado
durante décadas para vigilar a la sociedad. La memoria entra en conflicto y el archivo se
abre como un vehículo de esas memorias donde los agentes que intervienen construyen
identidades, siendo éste no sólo una fuente para, sino un objeto de estudio, de evidencia
y de historia en sí mismo. Aparecen diversos usos que construyen diversas memorias,
desde el uso político del pasado, en términos de Traverso, hasta el uso administrativo,
judicial e histórico. 36
El archivo retrotrae la idea del vínculo con el pasado, a partir del cual se
conservan sus rastros. Pero, qué sucede, cómo interpela Elizabeth Jelin, cuándo esos
rastros se transforman en algo vivo, en evidencia, en el propio testimonio de los
victimarios.37 Entonces, devienen las luchas sociales y políticas por los archivos, donde
aquel gran testimonio que reconstruye una historia colectiva desde la mirada de los
represores, se convierte en un medio para la justicia y refuerza el sentido de verdad que
se cimienta desde los testimonios de las víctimas.
La existencia de los “archivos de la represión” se presenta como territorios
conquistados, en términos de da Silva Catela, “como escenarios de luchas individuales y
publicas y cómo vehículos privilegiados de ingreso al análisis de las luchas por las
memorias sociales y sus transformaciones históricas”. 38 En este sentido, la noción de

35
da Silva Catela, Ludmila, “Etnografía de los archivos de la represión en Argentina”, en Franco, Marina
y Levín, Florencia (comps), Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción.
Buenos Aires: Paidós, 2007, pp. 183-220.
36
Traverso, Enzo, “Historia y Memoria: Notas sobre un debate” en: Marina Franco y Florencia Levín
(comps.), Historia Reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción, Buenos Aires:
Paidós, 2007.
37
Jelin, Elizabeth y da Silva Catela, Ludmila, Los archivos de la represión: documentos, memoria y
verdad, Buenos Aires: Siglo Veintiuno de Argentina, 2002.
38
Jelin, Elizabeth, “Introducción. Gestión política, gestión administrativa y gestión histórica:
ocultamientos y descubrimientos de los archivos de la represión”, en Jelin, Elizabeth y da Silva Catela,

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memoria aquí se comprende en un sentido amplio, como fenómenos históricos, “a partir
de los cuales podemos reconstruir la génesis social del recuerdo como problema social y
pensar las memorias como instrumentos de reconstrucción de la identidad y de reflexión
sobre sí mismo”.39 La historia adquiere así una configuración específica a partir de la
construcción de las memorias, que hacen de ese pasado reciente un uso simbólico,
donde lo que genera la memoria es un vínculo con la historia que apunta a condenar,
legitimar o dignificar aquel pasado reciente, a partir de distintos formatos de expresión.
La historia ordenada y clasificada por décadas, se abre al espacio público
reconociendo en su interior su significado como un vestigio de la dictadura y como
portadora de memorias que darán origen a usos y sentidos de ese pasado reciente. En
fuentes de memoria social, como advierte da Silva Catela, se convierten este tipo de
acervos, sujetos a diversas apropiaciones y lógicas de interpretación.
El origen del traspaso de cada uno de estos archivos a la esfera pública es bien
diferente, pero en esa instancia ambigua que comparten, por surgir a la vez en
condiciones históricas similares, es que la investigadora Ludmila da Silva Catela se
refiere a ellos como “territorios de memoria”. En este sentido la autora explica que a
diferencia del concepto de “lugares de la memoria”, que alude a una idea más estática y
unitaria, el concepto de “territorios de la memoria”, igualmente inspirado en la obra de
Pierre Nora,40 se refiera “a las relaciones o al proceso de articulación entre los diversos
espacios marcados o las prácticas de todos aquellos que se involucran en el trabajo de
producción de memorias sobre la represión; resalta los vínculos, la jerarquía y la

Ludmila, Los archivos de la represión: documentos, memoria y verdad., Buenos Aires, Siglo Veintiuno
de Argentina editores, 2002, pág., 12.
39
da Silva Catela, Ludmila, Memorias en conflicto. De memorias denegadas, subterráneas y dominantes,
Buenos Aires: Mimeo, 2008.
40
El historiador francés, Pierre Nora, fue el compilador de la obra colectiva Los lugares de Memoria,
quien en su calidad de editor de Gallimard y junto a numerosos historiadores escribió esta obra de tres
tomos, que cuenta con un inventario de aquellos lugares y objetos considerados como símbolos de la
memoria nacional de los franceses. Véase, Nora, Pierre, Les Lieux de Mémoire, Paris: Gallimard, 1984.
Al respecto, el historiador italiano, Enzo Traverso, reflexiona y analiza que es una obra inspirada por un
proyecto de patrimonialización, una concepción muy conservadora del pasado: “hay que conservar un
pasado a riesgo de perderse, un pasado que tiende a desaparecer, hay que proteger la tradición, defenderla
y en esta obra están todos los símbolos de la cultura francesa, la Torre Eiffel, la baguette, y no está por
ejemplo Vichy y el Holocausto, porque la obra fue concebida en un momento en que no había aparecido
la reflexión sobre el colonialismo francés”, véase, Traverso, Enzo, “Historiografía y memoria: interpretar
el siglo XX. Entre la historia y la memoria: historiadores exiliados del Siglo XX”, Seminario de
postgrado. Dictado por el profesor Enzo Traverso. Ciclo Lectivo 2010. Maestría en Historia y Memoria,
Universidad Nacional de La Plata, publicado en Aletheia, vol. 1, número 2, mayo 2011, pág. 7:
http://www.aletheia.fahce.unlp.edu.ar/numeros/numero-2/historiografia-y-memoria-interpretar-el-
siglo-xx.

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reproducción de un tejido de espacios que potencialmente puede ser representado por un
mapa, donde situarnos en territorio”.41
Territorios que por su estrecha vinculación con la memoria del pasado reciente
se constituyen como espacios complejos, con verdades parciales e interpretaciones
históricas y culturalmente construidas. Por lo pronto, siendo un tema reciente en nuestro
país la apertura de este tipo de archivos, diversas formas de producción de memorias se
estrecharán y revelarán sobre el pasado desde el presente. Las memorias apelan a la
presunción de una verdad construida, donde como una estantería que fue estrictamente
diseñada para caratular al delincuente político, llevando de implícito la metáfora de un
tipo de concepción de mundo, las miradas que penetren desde el presente pondrán en
juego valores e ideas que en discusión con esa clasificación de mundo, lo resignifiquen.

Las fuentes, parte II


El caso argentino: La DIPBA

El archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de


Buenos Aires es uno de los pocos que se encontró con una estructura archivística
originaria. En el marco de la primera intervención civil de la policía de la Provincia de
Buenos Aires en el año 1997, mediante el Decreto Nº 4506 y convalidado luego por la
Ley Nº 12.068 del 23 de diciembre del mismo año, la Dirección General de Inteligencia
-con aproximadamente 700 policías en actividad- fue finalmente disuelta el 30 de abril
de 1998.42A partir del 10 de junio de 1999, la Cámara Federal de Apelaciones de La
Plata dictó una medida de “No Innovar” sobre el Archivo de la DIPBA, al contener
documentos de valor probatorio para las causas judiciales en el marco de los Juicios por
la Verdad.

41
da Silva Catela, Ludmila, “Territorios de memoria política. Los archivos de la represión en Brasil”, en,
da Silva Catela, Jelin Elizabeth (comps), Los Archivos de la represión: Documentos, memoria y verdad,
Buenos Aires: Siglo XXI, 2002, pág. 22.
42
“Hasta entonces la DIPBA tenía su funcionamiento normativo en los artículos 219 al 224 del Decreto
Nº 9.102/74(reglamento de la ley orgánica de Policía), bajo la órbita del Jefe de Policía, de conformidad
con la Resolución Nº 69.161/91. Las Delegaciones de Inteligencia, que le dependían, estaban reguladas
por el artículo 31 del Decreto-Ley Nº 9.551/80 (Organización de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires) que las definía en el inciso f) como: ‘organismos de ejecución de la Dirección de la que dependen,
ejerciendo jurisdicción sobre los mismos partidos de la respectiva Unidad Regional, coordinando sus
tareas con esta última, y tendrían rango de división’”. Estévez, Eduardo, “La reforma de inteligencia en el
contexto de la reforma policial en la Provincia de Buenos Aires”, Buenos Aires, marzo de 2010, pág.2.
www.portalseguridad.org.

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En el año 2000, por medio de la Ley provincial Nº 12.642 la Comisión
Provincial por la Memoria recibió el archivo. En el 2003 se levantó parcialmente el
secuestro de la Cámara Federal de Apelaciones, exceptuando el material que abarca el
período 1976-1983, que se constituye como prueba en los juicios vigentes de lesa
humanidad. Desde esa fecha está abierto para consultas personales o por familiares
directos de personas fallecidas o desaparecidas, siendo además este repositorio
documental una fuente utilizada por investigadores/as de diversas ramas de las ciencias
sociales. En el marco de esta ley, el archivo fue desclasificado y en el año 2011, luego
de un pormenorizado trabajo de los y las integrantes del Archivo, se relevó una
clasificación archivística para garantizar la accesibilidad en la búsqueda de las fuentes,
brindando un conocimiento temático específico sobre la totalidad de los documentos
existentes.43
El reservorio documental existente data desde 1932 hasta 1998. En este sentido,
se comprende que los documentos hallados producidos tanto por gobiernos civiles como
militares, se conformaron como antecedentes directos de los mecanismos de inteligencia
que fueron el sustento de la persecución y la represión política. Se consideran, así, bajo
una categoría más amplia que los defina como archivos de control social.
El Archivo tenía una estructura propia a partir de la cual se organizaba el acervo
de información. Esta estructura fue diseñada en función de las representaciones y
categorías de la dependencia policial, diagramada en lo político bajo un claro
direccionamiento desde la jerarquía militar. De este modo, el archivo contaba con
diversos legajos organizados a partir de las categorías: “Factores” y “Mesas”.
La información fue almacenada en 4.000.000 de folios, aproximadamente, 750
casetes de video VHS con filmaciones propias y de programas televisivos y 160 casetes
de audio con grabaciones de eventos, así como cintas abiertas. Todo distribuido en el
espacio de 3.300 contenedores, 90 cuerpos de estanterías con 600 estantes.
Esta organización, estipulada incluso en un expediente especial relevado por la
policía como parte de su planificación interna, da cuenta de un ordenamiento material
que definía una lógica propia de clasificación delineada a partir de las consideraciones
de lo “peligroso” y sus diferentes niveles. Esta clasificación dio como resultado final la
concentración de información en un total de: 280 cajones con 217.000 fichas
referenciales sobre personas; 53 cajones que contienen 43.250 fichas temáticas; 2.500

43
Puede consultarse en: http://www.comisionporlamemoria.org/cuadroclasificacion/.

Página | 21
fichas referidas a partidos políticos; 3500 fichas referidas al factor religioso; 1.000
fichas referidas a entidades estudiantiles; 500 publicaciones nacionales y extranjeras.44
En la categoría “Factores” se comprende a la dimensión política, social,
estudiantil, económica, gremial y religiosa. Luego, tal como se expresa en lo relevado
por los/as integrantes del actual Archivo por la Memoria, la información era analizada y
procesada con el fin de producir inteligencia a través de la estructura de secciones o
“Mesas”. Las “Mesas" estaban nominadas con distintas letras que correspondían a
factores específicos:

Mesa “A”: factores que involucran lo comunal, estudiantil, político, prensa.


Mesa “B”: Factores que involucran lo económico, gremial, laboral.
Mesa “C”: esta mesa no contiene ningún factor. Recibe toda la documentación de las
actividades comunistas.
Mesa “De”: factores que involucra a lo religioso, entidades comunales.
Mesa “DS”: Esta mesa no contiene ningún factor. Se ocupaba de registrar la
información de lo que la Dirección de Inteligencia Policial llaman “sabotaje”, “actividad
subversiva”, “actividad panfletaria”. En esta mesa además se encuentra un registro de
todas aquellas personas que fueron catalogadas como “subversivos”.
“Mesa referencia”: es trabajada indistintamente por el personal de las otras mesas. Se
ocupa de registrar y archivar legajos de referencia, lugares donde se mantiene la
información que no puede ser clasificada por su tema dentro de los factores
anteriormente citados.45

La “Mesa Doctrina” a diferencia de las otras, contenía materiales de formación


interna, informes que comprendían la dimensión del propio adoctrinamiento ideológico,
para el posterior trabajo de inteligencia. Esta “Mesa”, según lo relevado en la
actualidad, contiene: leyes, reglamentaciones (proyectos y anteproyectos de reglamentos
de Inteligencia) y manuales relacionados con Inteligencia, Órdenes del Día y
Resoluciones de Jefatura de Policía, organigramas de la Dirección de Inteligencia,
transcripciones de balances y/o discursos de los Jefes Policiales, números de la Revista
Policial, material relacionado con la Escuela de Inteligencia José H. Ramos (creada el 1º

44
Comisión Provincial por la Memoria: www.comisionporlamemoria.org.
45
Archivo DIPBA, Legajo Nº 95, Carpeta decretos, leyes y disposiciones, s/f. Para ampliar el registro de
categorías y datos clasificados, véase: http://www.comisionporlamemoria.org/cuadroclasificacion/.

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de abril de 1977), como planes de estudio, trabajos monográficos de alumnos y
desarrollo de contenidos de las materias que se dictaban.
Este resultado concreto manifiesta la mentalidad de una época que comandaba
países y subsumía a sus poblaciones al control silencioso, pero a la represión directa, al
no reconocerse en ese mundo ordenado y planificado bajo las reglas del autoritarismo.
A su vez, pensar en este tipo de fuentes, induce de manera inevitable a involucrarse con
interrogantes que tienen que ver con la propia subjetividad de los agentes de
inteligencia, los dominadores, que intervinieron en el mundo del control social como
activos observadores. Estos interrogantes son válidos al indagar el vínculo de la práctica
de inteligencia -convertida en documento-, con la realidad de los vigilados/dominados,
siendo parte también de los propios errores de la labor cotidiana de los agentes
policiales, que respondían a una estructura de poder con una línea política direccionada
sobre lo considerado “peligroso”, -y por lo tanto “amenaza”-, y con aquella moralidad
de los cuerpos y ética de las ideas que debían ser controladas. Por lo tanto, la eficacia de
estos archivos también debe ser problematizada al pensar, incluso, hasta qué punto las
expectativas de la “doctrina” policial se cumplieron y cuáles fueron sus limitaciones. En
este aspecto, el libro de Emmanuel Kahan ilustra algunas de estas respuestas, muchas de
las cuales son específicas al caso de la vigilancia de las instituciones judías (como no
tener espías que pudieran entender el idish).46
La subjetividad que atraviesa la construcción de los expedientes, también
conlleva a pensar otro problema que compete a la noción de verdad de estos
documentos, hoy transformados en muchos países como pruebas para la justicia. La
noción del documento escrito como prueba irrefutable se convierte para este tipo de
archivos en una dimensión conflictiva, que lleva a considerar necesariamente las
condiciones y el contexto de producción de los mismos. En este sentido, el archivo sólo
puede ser comprendido, como explican Guadalupe Basualdo y Valeria Barbuto,
recuperando el contexto de producción de su contenido con el fin de acercarse a las
diversas dimensiones de los documentos.47 La organización del archivo, el desorden, la
falta de criterios de archivística y preservación, también son partes de la construcción

46
Kahan, Emmanuel, Unos pocos peligrosos sensatos. La Dirección de Inteligencia de la Policía de la
provincia de Buenos Aires frente a las instituciones judías de la ciudad de La Plata. La Plata: EDULP,
2008.
47
Basualdo, Guadalupe y Barbuto, Valeria, “El archivo del Centro de Estudios Legales y Sociales: una
etnografía de los procesos de documentación de las tramas de la violencia estatal”, ponencia presentada
en las Jornadas Memorias y elaboración del pasado reciente en Argentina: localizaciones, actores y
perspectivas, IDES, Buenos Aires, 2008.

Página | 23
del corpus de investigación al constituirse como indicios de las propias lógicas de
funcionamiento de la institución que produjo los documentos.48
En la actualidad lo que fue la División Central de Documentación, Registro y
Archivo de la DIPBA es considerado y presentado como un “territorio de la memoria”,
habiendo mantenido casi toda la arquitectura del espacio lo más parecida a cuando
estaba en funcionamiento el archivo. La propuesta de sus trabajadoras fue lograr un
equilibrio entre un lugar habitable para el trabajo y un lugar público para la memoria.
En nuestro país no existe una ley específica para la regulación de este tipo de
archivos. Se puede considerar para estos casos la Ley Nacional de derecho a la
información Nº653 y la Ley de Protección de Datos Personales Nº25.326, que refiere,
entre otros aspectos, a la documentación que contiene información sensible e incluye
datos personales que revelan origen racial y étnico, opiniones políticas, convicciones
religiosas, filosóficas o morales, afiliación sindical e información referente a la salud o a
la vida sexual. Sin embargo, las integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria
reconocen que esta legislación resulta insuficiente, ya que fue pensada para bases de
datos de registros financieros. “Esa ley no piensa en la documentación como
potencialmente histórica y establece que cuando el valor primario del documento
termina -el valor primario es el motivo por el cual un documento fue producido- ese
documento debe ser destruido. Con este criterio no existiría archivo histórico y
tendríamos que destruir éste, porque el valor primario de aquí sería la persecución
político ideológica”.49
La Comisión utilizó esta legislación que no es específica, para garantizar el
carácter público y posibilitar la apertura del archivo. Las opciones posibles eran
mantener el archivo cerrado al público y solamente aportar pruebas para la justicia, que
fue el objetivo inicial que tuvo la Cámara Federal cuando produjo el secuestro de la
información; o abrirlo sin ninguna pauta y en ese caso se vulneraba el derecho a la
intimidad de las personas. De modo que, como medio de protección de la identidad de
quienes aparecen en los registros policiales nombrados, desde la Comisión se definió
que sean tachados aquellos nombres que datan hasta los 50 años de antigüedad. Por lo
tanto, en el siguiente trabajo muchos nombres aparecerán con cruces para mantener el

48
Muzzopappa, M. Eva, “Detrás del orden. Archivos y lógicas institucionales”, ponencia presentada en el
Congreso, La travesía de la libertad ante el bicentenario, Simposio 4, “Los archivos antropológicos de
la nación: escrituras, cuerpos, artefactos y museos”, Mendoza, marzo, 2010.
49
Entrevista realizada a Laura Lenci y Magdalena Lanteri integrantes, (al momento de la entrevista),
del Centro de Documentación y Archivo, Comisión Provincial por la Memoria, La Plata, 20 de mayo de
2011.

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resguardo y la intimidad de las personas. No obstante, los nombres se revelan cuando
éstos hayan figurado públicamente como los que aparecían en volantes, prensa
partidaria; los que identificaban a funcionarios públicos; o aquellos nombres personales
que pertenecían a corrientes políticas o sindicales. Para el caso que compete al siguiente
trabajo, en el período histórico estudiado la mayoría de los nombres no están
suplantados por cruces, pero se optó, de igual manera, por evitar exponer aquellos
nombres que fueron criminalizados en los expedientes policiales.
En el caso de la DIPBA puede comprenderse a su propio archivo configurado
como un dispositivo arquitectónico con toda una ingeniería organizacional aplicada al
espacio, atravesada por una noción de mundo que el Estado con su aparato represivo
concibió y que tuvo sus implicancias directas con aquellos cuerpos custodiados,
transformados en papeles y convertidos en delincuentes políticos. La física del poder y
las técnicas de vigilancia se conformaron como parte del diseño del lugar, siendo la
propia organización espacial del control la que se trasladó a la arquitectura del archivo.
Su funcionamiento, sus normas, su orden prefiguraron un Estado de excepción, cuyo
registro daba cuenta de su propio poder.
Este repaso por la organización de la DIPBA, pone al descubierto un sistema de
control que fue ejecutado en toda la región. Comenzar a dar a conocer la existencia de
este tipo de archivos genera un afianzamiento con respecto a la memoria del pasado
dictatorial: tal como lo fueron los testimonios durante los juicios, donde se comprobó la
violación sistemática a los derechos humanos, la revelación de estos documentos
refuerza esa verdad sobre el pasado y comprueba que existió un proyecto político de
exterminio y desaparición forzada.

Las fuentes, parte III

Históricamente la policía accedió a la vigilancia para el control social. En este


sentido, el acceso al archivo de la DIPBA en la actualidad se constituye en una fuente
primaria y privilegiada para la presente investigación. Los documentos utilizados
correspondieron en su mayoría a la Mesa “C”, comunismo, y al material de doctrina de
la DIPBA. Sin embargo, las fuentes que confluyeron en esta pesquisa son variadas. Con
la intención de encontrar otras miradas, puntos de vista e indicios para la investigación,
fueron consultados los siguientes repositorios documentales:
Leyes y Decretos de la biblioteca de la Honorable Cámara de Senadores de la
Provincia de Buenos Aires. Órdenes del Día de la policía provincial y la revista de la
Página | 25
Policía de la Provincia de Buenos Aires, ambas fuentes ubicadas en el Museo Policial
de la Policía de la Provincia de Buenos Aires “Inspector Mayor Dr. Constantino
Vesiroglos”.
También se consultó la revista de Policía y Criminalística de la Policía de la
Capital Federal, ubicada en la hemeroteca de la Honorable Cámara de Senadores
provincial, la cual contiene artículos y referencias a la provincia de Buenos Aires.
Documentos secretos, confidenciales y reservados del archivo Intermedio,
pertenecientes al archivo General de la Nación; publicaciones comunistas consultadas
en el archivo del Centro de Documentación e Investigación sobre la Cultura de
Izquierda en la Argentina (CEDINCI), y específicamente sobre la Unión de Mujeres
Argentinas, consultadas en la Biblioteca del Centro Cultural de la Cooperación, Floreal
Gorín. Discursos de gobernadores bonaerenses, pertenecientes a la colección digital del
Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Ricardo Levene.
La necesidad de la recopilación de fuentes, también fue parte de la búsqueda por
reconstruir aquellas órdenes derivadas desde el Poder Ejecutivo provincial y/o nacional
en su propio contexto de producción. De este modo, “desarchivar lo archivado” como
refiere Funes, es develar la maquinaria instalada y legitimada por gobiernos de factos y
constitucionales, como mecanismos de control social que se filtraron hasta en los
aspectos más íntimos de las personas, tergiversando también sentidos y prácticas de los
“vigilados”, según las propias representaciones de los agentes de inteligencia.
En este sentido, se podrá observar a lo largo de los capítulos que la categoría de
“enemigo” fue constitutiva en los cambios de la propia estructura de la inteligencia
orientada hacia un mejoramiento progresivo en la labor policial. La propuesta pretendió
comenzar a desandar las prácticas, limitaciones y particularidades de la inteligencia
como rutina, comprendiendo la existencia de un Estado de excepción permanente
legitimado desde múltiples sectores, que habilitaron la ampliación de la violencia
estatal, en pos de sostener nuevas hegemonías, que, en términos de Calveiro,
preservaran en aquel contexto el orden capitalista. 50

50
Calveiro, Pilar, “La centralidad de la guerra y lo concentracionario en la reorganización global del
poder”, en Pinedo…et. al, Políticas del terror: las formas del terrorismo de Estado en la globalización,
Buenos Aires: Ad-Hoc, CIAJ, 2007.

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III. Capítulo I: Surgimiento y antecedentes de la DIPBA
Introducción

La construcción política del enemigo interno en nuestro país, lo considerado


“peligroso”, “amenaza”, “disolvente” o lo calificado como “elemento subversivo”,
fueron categorías que se inscribieron en los orígenes, antecedentes y en la continuidad
operativa de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires,
jerarquía que tomó durante la última dictadura militar. De modo que, las protestas, las
huelgas, la prensa obrera, los mítines políticos anarquistas, socialistas, comunistas, los
ateneos y los círculos libertarios51 de finales del siglo XIX y principios del XX, fueron
parte de la trama de la sospecha permanente de una policía, que en términos de
Foucault, debía garantizar la gubernamentalidad del Estado moderno.52
La propuesta de este capítulo radica en poder establecer un breve recorrido
histórico para dar cuenta sobre aquellos factores de carácter político, social y policial
que se conformaron como elementos identitarios para la creación de la DIPBA. La
definición política sobre la creación en 1956 de la Central de Inteligencia de la
Provincia de Buenos Aires, y su posterior Archivo y Fichero- conformado en 1957-
como método de clasificación de personas y organizaciones, fue una pieza fundamental
para implementar una maquinaria de inteligencia y control social. El “elemento
subversivo” o “la amenaza comunista”, entre otras categorizaciones de las propias
fuerzas de seguridad nacional y provincial, fueron parte del espíritu de una época y de la
consolidación del Estado Nación en nuestro país. El mismo fue una herramienta
fundamental para las elites gobernantes, pues por un lado abrieron las puertas a la
política inmigratoria para poblar civilizadamente, mientras que por el otro,
transformaron esa apertura en una política selectiva donde lo extranjero comenzó a ser
un blanco de sospecha por la influencia en éstos de sus ideas anarquistas y comunistas.

51
Hacia finales del siglo XIX, los círculos libertarios se conformaron en espacios de sociabilidad
primordiales para los anarquistas, que con el tiempo fueron incorporando distintos tipos de eventos
culturales, bailes y conferencias en diversas localidades del país. Como explica Suriano, el proyecto
libertario era integral ya que abarcaba todos los aspectos de la vida social e intentaba presentarse como un
modelo cultural alternativo. Suriano, Juan, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires,
1890-1910, Buenos Aires: Manantial, 2001, pág. 41.
51
Foucault, Michel, Seguridad, territorio, población: Curso en el College de France 1977-1978, Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica, 2006, pág. 387.
52
Foucault, Michel, Seguridad, territorio, población: Curso en el College de France 1977-1978, Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica, 2006, pág. 387.

Página | 27
La implementación y los avances en las técnicas de identificación para la
vigilancia del delito comenzaron a expandirse hacia finales del siglo XIX y principios
del XX. Estas técnicas serían aplicadas de inmediato por la policía de la Capital, no sólo
para detectar al delincuente común, sino para el control de la protesta social y el
reconocimiento del delincuente político.53 El empleo de las huelgas obreras como
medidas de lucha, dieron como respuesta durante el gobierno radical de Hipólito
Yrigoyen, una feroz represión sobre los huelguistas en Buenos Aires, en 1919, y en la
Patagonia y en Santa Fe, en 1921. Estos hechos, estuvieron connotados de una
descalificación ideológica hacia los obreros sublevados, donde los intereses de la
oligarquía terrateniente determinaron el accionar político represivo por sobre la clase
trabajadora.
El espionaje político se efectivizó durante los gobiernos autoritarios de la década
de 1930 para detectar a los opositores del régimen conservador, habiendo sido en
principio los Radicales un blanco perfecto de la inteligencia tanto policial como militar
en el país. Por su parte, el panorama internacional incidió de manera directa en las
decisiones tomadas por los gobiernos, donde los comunistas pronto se convertirían en
sujetos predilectos para el control, la prohibición y la desarticulación de sus imprentas y
actividades durante varias décadas. La utilización de los edictos contravencionales
comenzó a ser una herramienta de la policía para la detención. Tal como indica Sofía
Tiscornia, estos edictos constituyeron una forma de procedimiento disciplinario,
moralizante y represivo sobre las llamadas “clases peligrosas” y para las clases
populares en general. En manos de la policía quedaban así atribuciones del orden de lo
legislativo, ejecutivo y judicial.54
Durante el peronismo las detenciones por el Poder Ejecutivo de la Nación y la
aplicación de la Ley de Residencia, continuaron siendo una práctica que ejecutaba la
policía, principalmente a quienes eran considerados “perturbadores”, “disolventes”,
vinculados con “elementos comunistas”, como ser afiliado o cercano al Partido
Comunista, por difundir y/o realizar una protesta social o una huelga por fuera de la

53
García Ferrari, Mercedes, Ladrones conocidos/Sospechosos reservados. Identificación Policial en
Buenos Aires, 1880-1905, Buenos Aires: Prometeo, 2010, pág. 54.
54
Tiscornia, Sofía, “Entre el honor y los parientes. Los edictos policiales y los fallos de la Corte Suprema
de Justicia. El caso de «las Damas de la calle Florida» 1948-1958”, en: Tiscornia, Sofía (comp.);
Burocracias y Violencias- estudios de Antropología Jurídica, Buenos Aires: Antropofagia, 2004. Los
edictos y la facultad policial para dictarlos, fueron declarados inconstitucionales por la Corte Suprema de
Justicia en el mes de abril de 1956, pero en septiembre del mismo año el Decreto-Ley 17.189/56
transformó los edictos en ley, mientras que la policía retuvo la capacidad de dictarlos y aplicarlos.

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Central General de Trabajadores, (CGT), “actividad que –según la Policía- no podía
responder más que al plan de interferir con la obra de Gobierno”.55
Como referencia directa a los antecedentes institucionales sobre la DIPBA, se
encuentra el legajo que con motivo de instituir el “Día de la Dirección General de
Inteligencia”, el 17 de diciembre de 1979, el Director General de Inteligencia de la
provincia de Buenos Aires, Comisario General Dardo Ruben Capparelli,56 relevó. El
comisario envió esta propuesta al Jefe del Estado Mayor, para lo cual se describieron las
dependencias que antecedieron a la DIPBA, a modo argumentativo ante tan larga
trayectoria en el trabajo de la inteligencia policial de la provincia. A partir de esta
sistematización elaborada por la propia agencia de seguridad, se establecieron los
antecedentes institucionales que tuvieron como objetivo la recolección de información
para garantizar la inteligencia policial, en su mayoría, de carácter secreto, confidencial y
reservado, a los fines de las distintas políticas de los gobiernos de turno. El acervo de
información acumulado con anterioridad a la conformación de la Central de Inteligencia
de la provincia, con la jerarquía de Dirección, se sumó a los estantes del posterior
Archivo de la DIPBA, en 1957. “Los antecedentes históricos, de lo que hoy es la
Dirección General de Inteligencia, se remontan al año 1930, según la tradición oral de
los ex funcionarios, ya que la documental ha sido destruida”.57
En suma, a través de estas prácticas políticas, también sustentadas en materia
legislativa, este capítulo se propone comprender la esencia y las representaciones que
dieron origen a la Dirección de Inteligencia Policial de la provincia de Buenos Aires, y
dar cuenta de aquel contexto que antecedió a dicha institución policial. Finalmente, se
hará hincapié en los comunistas como sujeto- objeto de la vigilancia policial, señalando
cómo se construyó esa mirada sobre los comunistas y cuáles fueron las políticas y
normativas que incidieron en la categorización de este sujeto como “lo peligroso”, que
luego sería sustento de argumentaciones futuras para la aplicación de vigilancia desde la
Central de Inteligencia en 1956. De este modo, interesa destacar una especie de
narrativa del control social, que de cuenta del espíritu político de la época que gobernó

55
Nazar, Mariana, “Estado de derecho y excepcionalidad. Algunas prácticas de control social sobre
trabajadores durante el primer peronismo”, ponencia presentada en VIII Reunión de Antropología del
Mercosur, 29 de septiembre a 2 de octubre de 2009, Buenos Aires, Argentina, pág. 15.
56
Estuvo en ese cargo entre el 1 de enero de 1979 hasta el 23 de diciembre de 1979. En la actualidad,
organismos de Derechos Humanos exigen su procesamiento como autor intelectual por crímenes de lesa
humanidad, ocurridos durante la última dictadura militar en nuestro país. Puede consultarse, Colectivo
Justicia Ya!, www.justiciaya.org.
57
Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Carpeta Decreto Leyes y Disposiciones, Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A, Su
creación”, s/f.

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previamente al golpe de Estado de 1955, haciendo foco en las concepciones políticas en
materia policial, y que al mismo tiempo reconstruya las representaciones sobre los
comunistas, sus implicancias y significaciones particulares para cada contexto.
En este sentido, cabe destacar cuatro niveles de carácter constitutivo en la
genealogía de la DIPBA. En primer lugar, los intereses y las definiciones políticas de la
clase gobernante; en un segundo nivel, su correlato en la ejecución de las leyes y/o
decretos nacionales y provinciales; en tercer lugar su aplicación en las distintas agencias
de seguridad del Estado, y por último los propios objetivos que se contemplaban hacia
el interior de la institución de inteligencia provincial. De modo que, los cambios en las
nominaciones y jerarquías de la DIPBA se condescendieron con los cambios políticos
de cada período, evidenciando el tipo de prácticas que hicieron al trabajo de inteligencia
policial durante más de medio siglo.

Contexto histórico- institucional

A partir de 1880, con la declaración de la ciudad de Buenos Aires como Capital


Federal de la República Argentina, la policía se dividió en dos instituciones diferentes,
por un lado la Policía de la Capital y por el otro, la Policía de la Provincia de Buenos
Aires. 58 Marcos Paz fue designado por el presidente Julio Roca, como primer jefe de la
policía de la Capital, mientras que el 13 de diciembre de 1880 se sancionó la ley que dio
origen a la Policía de la Provincia de Buenos Aires, cuya jefatura estuvo a cargo del
Coronel Julio S. Dantas.

Recientemente creada la policía de la provincia, por medio de un decreto, el 1º


de agosto de 1881, se dispuso la utilización del llamado prontuario policial. La
identificación de los condenados y procesados de las cárceles de la provincia de Buenos
Aires era un requisito importante para el desenvolvimiento de la policía. Este libro de
detenidos y condenados, debía contar con una fotografía de los condenados a prisión,

58
La Policía Federal se creó mediante la sanción del Decreto del Poder Ejecutivo de la Nación, Nº 17550,
el 24 de diciembre de 1943, quedando reglamentada el 4 de enero de 1944. Lila Caimari, explica que
entre los argumentos que sustentaron la creación de una fuerza policial con jurisdicción en todo el país, se
encontraba hacia la década del ’30 la proliferación de asaltos seguidos de fuga, en un contexto donde la
introducción del automóvil y las armas de fuego, fueron decisivos para los cambios en la organización del
delito. Fue en 1937 cuando “el jefe de la División de Investigaciones, Vacarezza, presenta al Poder
Ejecutivo el primer proyecto por ley de la creación de una policía federal. En julio de 1938, y en respuesta
a un nuevo brote de ‘pistolerismo’ en las provincias, se crea la Gendarmería Nacional”. Caimari, Lila,
Mientras la ciudad duerme. Pistoleros, policías y periodistas en buenos aires, 1920-1945, Buenos Aires:
Siglo XXI, 2012, pág. 44.

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“el retrato de todos los individuos que sean aprehendidos y se sometan a la jurisdicción
de los jueces del crimen y de los que estén actualmente detenidos”,59 la fecha, la causa
de la prisión, el resultado del juicio, la filiación y la talla del individuo. En caso de que
el detenido fuera puesto en libertad, el libro de referencia debía ser destruido.
Los discursos y mecanismos de control disciplinario higienistas fueron parte de
los dispositivos criminológicos de finales del siglo XIX y principios del XX. 60 En el
marco del contexto social de Buenos Aires, los cambios poblacionales ante el
asentamiento masivo de inmigrantes, pronto evidenciaron la potencialidad organizativa
obrera en las huelgas y protestas sociales. Estas medidas demostraron que podían
paralizar la economía agro-exportadora del país, situación de alarma que conllevó de
inmediato a encausar la misma impronta discursiva médico-higienista y del control para
las enfermedades y epidemias del afuera, a la criminalidad, “concebida como una
enfermedad psicológica y moral que amenazaba la salud social”.61 El mismo discurso
vinculado al saneamiento de las ciudades ante las epidemias se trasladó hacia el control
y la represión de lo considerado delictivo. Las “enfermedades políticas”, “nuevas
infecciones”,62 frente al accionar de las multitudes que se inscribían en ideas políticas
radicalizadas como las anarquistas, requirieron una puesta en escena del control
teniendo a la prevención como uno de sus pilares. El estudio minucioso sobre el
individuo, estaba asociado a un aspecto fundamental del pensamiento criminológico de
finales del siglo XIX, el concepto de peligrosidad.63 En este marco, las propuestas de
reformas penales inspiradas en la Scuola Positiva italiana, instalaron las categorías de
“defensa social” y “estado peligroso”, que plantearon la necesidad de volcar el aparato
punitivo al control de conductas que, sin ser delictivas bajo la letra jurídica, implicaban
un supuesto desafío a la seguridad del Estado. El cruce entre la medicina legal y el
derecho penal, comenzaba a inscribirse en la esencia del discurso criminológico en
nuestro país.
El registro sobre los cuerpos como dispositivo disciplinario se puso en marcha
ante la peste a partir de las técnicas de observación del movimiento urbano, pero ya

59
Policía de la Provincia de Buenos Aires, Síntesis histórica de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires, 1580-1980, La Plata: 1981, pág. 193.
60
Veáse: Ricardo Salvatore, “Sobre el surgimiento del estado médico legal en la Argentina (1890 -
1940)”, en, Estudios Sociales. Revista Universitaria Semestral, Año XI, N° 20, Santa Fe, Universidad
Nacional del Litoral, primer semestre 2001.
61
Salessi, Jorge. Médicos, maleantes y maricas, Buenos Aires: Beatriz Viterbo, 2000, pág.115.
62
Op. Cit., pág.116.
63
Caimari, Lila, “Castigar civilizadamente”, en Gayol Sandra y Kessler Gabriel (comp.), Violencias,
justicias y delitos en la Argentina, Buenos Aires: Manantial, 2002, pág. 157.

Página | 31
hacia principios del siglo XX la mirada se centró en las manifestaciones obreras y el
sujeto anarquista, como así también en aquellas personas consideradas desviadas de la
norma: “delincuentes, homosexuales, invertidos sexuales, contraventores, alcohólicos,
locos y prostitutas, sujetas a la regeneración moral y, en algunos casos, a la exclusión
definitiva del cuerpo social”.64
De este modo, la antropometría como método de detección criminal, tiene su
fundamento en la observación minuciosa para ganar en efectividad y control. Se
convirtió en una técnica utilizada por la policía para mejorar la identificación de
delincuentes y reincidentes. Hacia 1885, el criminólogo francés Alphonse Bertillon,
creador de este método, proponía un conocimiento de las personas a través del
establecimiento de tipologías según las diversas medidas anatómicas del cuerpo, para
lograr establecer la verdadera identidad de las personas. De modo que, en el sentido
lombrosiano,65 la antropometría se inscribía en la noción de que los criminales llevaban
en sus anatomías las marcas de la delincuencia. 66Al mismo tiempo, la fotografía se
involucró en las instituciones policiales, instrumento que prácticamente desde su
invención, como afirma García Ferrari, fue utilizado para retratar delincuentes.
Como parte de los orígenes y las funciones de la Policía de la Capital, las ideas
anarquistas, comunistas y socialistas de la época, fueron un foco importante de atención.
Tal como se refirió en la introducción, en 1890 estas ideas aparecían como una
preocupación para la Policía de la Capital, desde donde se hacía explícita la necesidad
de implementar leyes represivas para erradicarlas definitivamente. Este interés policial,
surge en el marco de un período (1880-1905) donde, como se mencionó, la policía
comenzaba a desarrollar diversas prácticas identificatorias:

“…se abrieron Galerías de ladrones, se inauguró una de las


primeras oficinas antropométricas en el mundo, se desarrolló en
La Plata el sistema dactiloscópico, se crearon el prontuario y la

64
Partenio, Florencia, “Rosario en cuarentena: normalización y disciplinamiento de la población durante
las epidemias, 1860-1904”, en, URIVIO, Revista Latinoamericana de Seguridad Ciudadana FLACSO
Ecuador, Nº7, mayo 2009, pág. 17. También puede consultarse, Guy, Donna, El sexo peligroso: la
prostitución legal en Buenos Aires 1875- 1955, Buenos Aires: Sudamericana, 1994.
65
El médico y criminólogo italiano, Cesare Lombroso de tendencia positivista, estipuló hacia principios
del siglo XX, distintas características anatómicas, psicológicas y morales, consideradas como marcas que
hacían posible la detección del delincuente. Sus ideas fueron fundantes de la criminología positivista.
Véase: Lombroso, Cesare, El delito: sus causas y remedios, Madrid: Victoriano Suárez, 1902.
66
Sirimarco, Mariana, “Indicios. Semiología policial del cuerpo de los 'otros' ”, en: Ultima Ratio,
Kumen Juris editora, Sao Paulo, año1. vol.1, 2007, pp.199-229.

Página | 32
Cédula de Identidad y se expandieron notablemente los archivos
policiales”.67

De modo que, entre finales de siglo XIX y comienzos del XX, la tecnificación
en los métodos de identificación policial fue sufriendo diversos cambios, apuntando a
un mejoramiento en estas prácticas donde la calle comenzó a perder centralidad en la
mirada policial y las herramientas de control trasladaron su preocupación a las
manifestaciones obreras.68 Siempre interesados en la individualización de las personas
para la detección del delincuente, la búsqueda de métodos más eficientes y científicos a
través de la tecnología y la creación de oficinas especializadas, cobró relevancia en los
objetivos de las policías de la Capital y de la Provincia de Buenos Aires. En esta
provincia, Juan Vucetich dirigió la Oficina de Identificación de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires en la ciudad de La Plata entre 1891 y 1912. Mientras
ocupaba este cargo, Vucetich se convirtió en el creador e impulsor del Sistema
Dactiloscópico, a partir del cual se inauguraron las técnicas modernas para la
identificación individual, que consistían en la clasificación y el archivo de impresiones
digitales. La dactiloscopia reemplazó al método antropométrico creado por Bertillón,
pero la fotografía siguió teniendo un lugar preponderante para la identificación criminal
y civil, conservando esa importancia hasta nuestros días.69
Como creador de la dactiloscopia, Vucetich estrechó lazos, a través de la
participación en diversos congresos científicos de América Latina, razón que indujo a
pensar una propuesta para crear una red de cooperación policial a nivel internacional. A
raíz de la problemática de los llamados “delincuentes viajeros”, se comenzó a discutir
sobre métodos que facilitaran su identificación, para garantizar el intercambio de
información entre países. La elaboración de una ficha integrada por, “la ‘individual
dactiloscópica’, descripción morfológica, datos civiles y judiciales, más la fotografía de
frente y perfil”, fue la resultante del acuerdo establecido.70

67
García Ferrari, Mercedes, Ladrones conocidos/Sospechosos reservados. Identificación Policial en
Buenos Aires, 1880-1905, Buenos Aires: Prometeo, 2010, pág. 13.
68
Op. Cit., pág. 13.
69
García Ferrari, Mercedes, “Una marca peor que el fuego. Los cocheros de la ciudad de Buenos Aires y
la resistencia al retrato de identificación”, en: Caimari, Lila, La ley de los profanos. Delito, Justicia y
Cultura en Buenos Aires, (1870-19409), Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007.
70
Galeano, Diego, “Las conferencias sudamericanas de policías y la problemática de los ‘delincuentes
viajeros’”, 1905-1920, Buenos Aires, en Bohoslavsky, Ernesto, Caimari, Lila y Schettini, Cristiana (org.),
La policía en perspectiva histórica. Argentina y Brasil (del siglo XIX a la actualidad), CD-Rom, Buenos
Aires, 2009, pág.11.

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Por su parte, la Policía de Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires tuvo
su origen en 1890, con la creación de la Comisaría de Pesquisas. En esta dependencia
policial, desde 1891, se aplicó la técnica de identificación dactiloscópica. Bajo la
Dirección de Investigaciones, la policía contaba en las distintas comisarías de la
Provincia de Buenos Aires, con archivos específicos donde se acopiaban los prontuarios
criminales, junto a los álbumes y libros policiales, siendo el modo de operar policial,
“modus operandi”, en actividades preventivas sobre aquellas personas que eran
consideradas peligrosas. Este registro estaba compuesto por los rostros de quienes,
alguna vez, fueron imputados por algún delito. Los prontuarios o los álbumes
fotográficos de las comisarías y las distintas Brigadas de Investigaciones, fueron
utilizados hasta el extremo, ya que, “según la denuncia presentada, cada grupo operativo
o servicio de calle contaba con álbumes ‘personales’ que se llevaban consigo cuando
eran trasladados a otros destinos policiales”. 71
Desde la rama de Investigaciones, también fueron creadas las distintas
Divisiones o Secciones, que tenían como función todo lo que competía a asuntos
políticos. Es así como, el uso del prontuario y los álbumes, comenzó a ser una práctica
policial habitual, extendida a Secciones específicas dotadas para el control de
anarquistas, comunistas, crimen organizado, etc.
En este marco, los orígenes de la protesta social en nuestro país también
comenzaron hacia finales del siglo XIX y tuvieron como resultado un rápido proceso de
organización obrera, a través de la conformación de sindicatos y sociedades de
resistencia, situación que incidió en la generalización de las huelgas de trabajadores en
distintas ciudades del país. En 1895 se realizó la primera huelga obrera general en la
ciudad de Rosario. Entre los años 1900 y 1902 comenzaron a aparecer intensas luchas
por mejores condiciones laborales y salariales de distintos gremios de todo el país. 72 En
este último año se aplicaba, por primera vez, el llamado estado de sitio. Las fracciones

71
Barreneche, Osvaldo, “La historia de las instituciones de seguridad a través de las fuentes documentales
y los archivos institucionales. El caso de la Policía de la Provincia de Buenos Aires”, en: Sirimarco
Mariana (comp.) Estudiar la policía. La mirada de las ciencias sociales sobre la institución policial,
Buenos Aires: Teseo, 2010, pág. 73. El Colectivo de Acción Jurídica de La Plata (CIAJ), la Asociación
Miguel Bru, la Asociación Permanente por los Derechos Humanos (APDH), y la Defensoría General de
Casación de la Provincia de Buenos Aires, presentaron en el año 2005 ante la justicia el habeas data
colectivo contra el Ministerio de Seguridad bonaerense, por entender a esta práctica policial histórica
como un acto discriminatorio, “con finalidades indecibles, inciertas y, por ende, contrarios a la
Constitución Nacional y Provincial”. A partir de este momento la policía de esta provincia, debió dejar
de fotografiar detenidos en las comisarías para llevar a cabo investigaciones penales y lograr el control
territorial de las personas prontuariadas, www.ciaj.com.ar .
72
Véase, Abad de Santillán, Diego, LA FORA. Ideología y trayectoria del Movimiento Obrero
Revolucionario en la Argentina, Buenos Aires: Colección Utopía Libertaria, 2005.

Página | 34
de las clases dominantes, agrupadas principalmente en el Partido Autonomista Nacional
(PAN), decidieron dar fin a las luchas obreras por medio de una de las leyes más
represivas y más combatidas de la Argentina, que perduró durante más de medio siglo:
la ley número 4144 o Ley de Residencia, sancionada en 1902 por ambas Cámaras,
vigente hasta el año 1958. Esta ley provino de un proyecto presentado al Senado en
1899 por el Doctor Miguel Cané y por otro proyecto del Ministro del Interior de la
Nación, Dr. Felipe Yofre en 1900. Se buscaba una ley, en sentido opuesto a la de
ciudadanía, que permitiera la expulsión de los extranjeros que fuesen reputados
elementos perjudiciales para el país.73 El aspecto central de dicha ley autorizaba al
gobierno nacional a expulsar a cualquier extranjero cuya conducta comprometiera la
seguridad nacional o perturbara el orden público. En el artículo 4º se mencionaba, “El
extranjero contra quien se haya decretado la expulsión tendrá tres días para salir del país
pudiendo el P.E, como medida de seguridad pública, ordenar su detención hasta el
momento del embarque”.74
De modo que la ley se convirtió en un instrumento fundamental para poder
deportar sistemáticamente a los activistas obreros extranjeros que inducían a sus
camaradas nativos a la organización gremial, acusados de haber tomado parte en
acontecimientos anarquistas en su propio país o en cualquier otro. En este sentido, la
Ley de Residencia puede considerarse como el primer antecedente que implicó una
concepción ideológica en la clase dirigente, con más de cincuenta años de vigencia,
como correlato de la esencia de las prácticas de la inteligencia policial a nivel nacional y
provincial.75 La deportación de extranjeros, por su condición de peligrosidad tuvo sus
argumentos sentados en la base de “evitar que ciertos elementos extraños perturbaran el
orden público y comprometieran la seguridad nacional; que era una ley destinada a
conservar la tranquilidad social comprometida por movimientos subversivos”.76
A las políticas de consolidación del Estado argentino, se les sumó otro elemento
a modo de mecanismo de contención social que apuntaba a la formación de ciudadanos:

73
“Ley de Residencia, Nº 4144”, en: Anales de la Legislatura Argentina, Tomo XVIII-A, 56, sanción 7
de noviembre de 1902, promulgación 13 de noviembre de 1902, Buenos Aires: La Ley, pág. 560, 1918.
74
Op. Cit., pág. 561.
75
No obstante la función netamente represiva del Estado para imponer el “orden social”, pueden hallarse
otros mecanismos y dispositivos simbólicos que se utilizaron a los fines de “nacionalizar la sociedad”, en
la búsqueda de la conformación del Estado Nación, hacia fines del siglo XIX. Con respecto a esta
temática, puede consultarse a, Bertoni, Lila, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de
la nacionalidad argentina a fines del siglo XIX, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2001.
76
Palabras del Senador de Jujuy, doctor Domingo T. Pérez, en La Democracia contra el fascismo.
Discursos pronunciados en el Senado con motivo de la ley de represión al comunismo, Buenos Aires:
Federación Gráfica Bonaerense, 1937, pág. 39.

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la Ley de Servicio Militar Obligatorio sancionada en 1902. Esta medida se
complementaba con la función educadora de la escuela, pero se orientaba a reforzar el
sentimiento nacional hacia los sectores populares, siendo una herramienta más de
restricción para las protestas sociales. Este tipo de normas procuraba debilitar la
influencia y difusión de ideologías contestatarias entre los trabajadores y trabajadoras. A
su vez la sanción de la Ley Saénz Peña (1912) que ampliaba el voto hacia todos los
varones mayores de 18 años, también apuntaba, entre otras cosas, a la integración de
distintos sectores de la población para contrarrestar la disidencia política de la época.77
Las preocupaciones de la policía ante la “propagación del anarquismo”, fueron
incluidas en la Conferencia Sudamericana de la policía, realizada en Buenos Aires el día
11 de octubre de 1905. Allí se discutió la posibilidad de incluir una nueva categoría para
la detección del “delincuente político”: el “agitador obrero”. Estas calificaciones, como
explica Galeano, se manifestaban bajo una misma clave de “racionalidad policial”, que
analizaba en sintonía las prácticas del ladrón y las del agitador político, en tanto ambos
eran constitutivamente peligrosos por afectar la libre circulación de las mercancías y la
“libertad” de trabajo, siendo estas modalidades su forma de vida.78
Como parte del cuadro represivo del momento histórico señalado, se pueden
indicar varios hechos importantes que evidenciaron la impronta del Estado argentino
desde las prácticas de seguridad ejecutadas a través del poder militar y policial. El 1º de
mayo de 1909 durante una masiva movilización convocada por la Federación Obrera
Regional Argentina (FORA), el jefe de Policía de la ciudad de Buenos Aires, Coronel
Ramón Falcón dio la orden y procedió contra las personas movilizadas iniciando una
represión que dejó como saldo ocho muertos y cientos de heridos. La reacción frente a
los hechos de la policía no se hizo esperar. Se declaró una huelga general que se
extendió a otras localidades reuniendo a cientos de miles de personas en repudio.
Durante aquellos días, policías y militares respondieron con una feroz represión,

77
Suriano, Juan, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910, Buenos Aires:
Manantial, 2001, pp.256-257.
78
Galeano, Diego, “Las conferencias Sudamericanas de policías y la problemática de los “delincuentes
viajeros”, 1905-1920”, en Bohoslavsky, Ernesto, Caimari, Lila y Schettini, Cristiana (org.), La policía en
perspectiva histórica. Argentina y Brasil (del siglo XIX a la actualidad), CD-Rom, Buenos Aires, 2009.
“Los concurrentes eran delegados de cinco fuerzas policiales, todos ellos responsables de las áreas de
identificación: José Rossi (Policía de la Capital) y Juan Vucetich (Policía de la Provincia de Buenos
Aires), Félix Pacheco (Policía de Río de Janeiro), Luis Rodríguez (Policía de Santiago de Chile) y
Alejandro Saráchaga (Policía de Montevideo). Estos conferencistas representaban a las fuerzas de
seguridad de las capitales de cada país, a excepción de Vucetich, cuya inclusión se justificaba por ser el
inventor del método dactiloscópico que servía de base para las fichas de información”, Galeano, Diego,
Op. Cit. pág. 15.

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ocasionando más muertos y heridos; aquella semana fue conocida como la “semana
roja”, ante semejante masacre.
En ese mismo año el jefe de policía Ramón Falcón, escribía al Ministerio del
Interior cómo al “elemento obrero lo agitaba un loco frenesí huelguista”.79 Allí, Falcón
reconocía, en clave médico-higienista, el origen de una nueva enfermedad y patología
de carácter social en las manifestaciones obreras, cuyos gérmenes de tendencias
políticas peligrosas llegaban a contaminar el territorio nacional. De la misma manera
que los higienistas se preocuparon por la vigilancia y los controles en los puertos ante la
propagación de las enfermedades infecciosas, Falcón exigió que las entradas a los
puertos estuvieran bajo una estricta custodia ya que éstos se constituían como uno de los
principales medios por donde se introducía el elemento extranjero peligroso. Es así
como, en este contexto discursivo, “… las leyes represivas contra el movimiento obrero
empezaron a ser denotadas como medidas de profilaxis social”.80
A cargo de Ramón Falcón quedó una de las secciones de la División de
Investigaciones de la Policía de la Capital, que se identificaba como “policía política”.
Aquí se encontraban la Sección Seguridad Pública, que tenía a su cargo la vigilancia
hacia los grupos políticos, y la Sección Orden Social, que respondía directamente a
Falcón, creada especialmente para controlar a las actividades y personas consideradas
anarquistas y socialistas. Desde allí se confeccionaban informes sobre huelgas,
manifestaciones y diversas actividades obreras, relevando de manera minuciosa sus
características, lugar, fechas, nombres, motivo de la manifestación, recortes
periodísticos, veladas, obras de teatro, etc. De esta manera, la policía política de la
Capital comenzaba a hacer de la observación informes organizados, que luego se
convertirían en un archivo de la criminalización política, “indicios claros de una fuerte
burocratización de estas tareas, de confección de archivos y de la competencia policial
para el registro de estas informaciones”. 81
El sistema penitenciario fue un ámbito claro donde se expresaron las ideas de la
época vinculadas a la racionalidad punitiva y moderna, siendo un laboratorio de

79
Falcón, Ramón, “Memoria de la Policía de Buenos Aires- 1906 a 1909”, Buenos Aires: Imprenta y
encuadernación de la policía, 1909, pág. 268, en Salessi, Jorge, Médicos, maleantes y maricas …Op.
Cit., pág. 117.
80
Salessi, Jorge, Médicos, maleantes y maricas…, Op. Cit, pág. 117. Para ampliar esta temática, véase,
Armus, Diego (Comp.), Avatares de la medicalización en América Latina, 1870- 1970, Buenos Aires:
Colección Salud Colectiva, 2005. Ruggiero, Kristin, Modernity in the Flesh. Medicine, Law, and Society
in Turn-of-the-Century Argentina, Stanford: Stanford University Press, 2004.
81
Barry Viviana, Orden en Buenos Aires. Policías y modernización policial, 1890-1910, Tesis de
Maestría en Historia, Universidad Nacional de San Martín, Instituto de Altos Estudios, 2009, pág. 117.

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observación para diversos técnicos y especialistas en psiquiatría abocados a la cuestión
criminal. Lila Caimari, da cuenta de estos procesos, a partir del análisis de un corpus de
historias criminológicas realizadas entre 1907 y 1940, por peritos del Instituto de
Criminología de la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires, con la intención de definir
el rumbo de los detenidos: la cárcel, la libertad, el manicomio. Los cuestionarios que
comprendieron esta serie de historias, algunos de ellos realizados por José Ingenieros,
se orientaron por la premisa de lograr desentrañar desde la estructura afectiva hasta las
ideas políticas de los detenidos. Entre la preocupaciones oficiales sobre la delincuencia,
el anarquismo en su categoría política, estaba “en su punto álgido en el momento de
diseño de estas encuestas, se filtran bajo etiquetas médicas, abonando la hipótesis del
papel instrumental que la ciencia cumplía para avanzar proyectos de control de grupos
subversivos”.82 No obstante, como destaca la autora, para aquel contexto de principios
de siglo XX, ya existía un proceso de criminalización del anarquismo puesto en marcha,
legitimado en las revistas científicas y las leyes represivas, por lo que la presencia de
preguntas vinculadas a ideas políticas en la prisión, también fue propio de un contexto
que ya había instalado esta dimensión en las consideraciones sobre peligrosidad y
delincuencia.
En este sentido, a la persecución y represión legalizada sustentada con la Ley de
Residencia, se le incorporó hacia 1910, la sanción de la Ley Nº 7.029, de Defensa
Social. Como antecedentes inmediatos a este contexto, en noviembre de 1909 se
produjo el atentado anarquista, ejecutado por el joven Simón Radowitzky, que dio
muerte a Falcón y luego, en junio de 1910 ocurrió el atentando al Teatro Colón. De
modo que, el control, la vigilancia y la represión policial fueron medidas que se
reforzaron en todo el país. La Ley de Defensa Social prohibía expresamente toda
asociación o reunión de personas que tuviesen por objeto la propaganda anarquista.
Considerando que hasta la Primera Guerra Mundial la Argentina continuó recibiendo
sucesivas olas inmigratorias de los pueblos europeos, esta ley demandada con fuerza
desde la propia policía, podía considerarse como un instrumento más de la oligarquía
para desarticular las ideas que traían los trabajadores extranjeros.
La Ley de Defensa Social profundizaba así los objetivos de un Estado que
procuraba el control de los extranjeros, en tanto “elementos extraños” y enemigos
internos de la Nación. En su artículo 1º, se contemplaba la prohibición de la entrada de

82
Caimari, Lila, Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en Argentina, 1880-1955, Buenos
Aires: Siglo XXI, 2004, pág.146.

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anarquistas al país, como así también en sus artículos 7º y 8º, quedaba expresamente
prohibida toda asociación o reunión de personas que tuvieran por objeto la propagación
de las doctrinas anarquistas. Mientras que las sociedades, asociaciones, o las personas
que pensaran organizar una reunión pública, tanto en locales cerrados como al aire libre,
debían solicitar previamente autorización a la autoridad local.83 De esta manera, desde
la mirada policial se aplaudía la iniciativa de reforzar el control policial con la sanción
de leyes de este tipo:

“Así, bajo el clamor del pueblo, el Parlamento argentino, reunido en


pleno, en la memorable sesión del 27 de junio de 1910, sancionó la Ley
7029 que fue popularmente consagrada con el nombre de Ley de
Residencia y Defensa Social, cuya promulgación tuvo por virtud la
suspensión del ataque, a la vez que permitía el control de las actividades
antisociales por la Policía, tanto en las reuniones públicas, como en los
centros que funcionaban clandestinamente”.84

Durante estos años de ferviente agitación política y social, se puede citar otro
proceso de lucha masiva e insurreccional del movimiento obrero. Hacia el 3 de enero de
1919, luego de llevar más de un mes de huelga, los obreros del establecimiento
metalúrgico de Pedro Vasena en Buenos Aires, se enfrentaron con los guardias armados
que custodiaban el lugar e impidieron el acceso a los llamados rompehuelgas. El
desenlace, también lamentable, evidenció una vez más, la voluntad del Estado a través
de las fuerzas de seguridad por desarticular las luchas obreras. Conocido como los
sucesos de la “Semana Trágica”, el conflicto fue reprimido por la policía, dando muerte
a varios de los huelguistas, siendo alrededor de 55.000 los obreros presos, en
consecuencia de las manifestaciones desatadas en todo el país. Para este contexto el
Senador Socialista Mario Bravo, interpretaba al respecto:

“Fue reprimido el movimiento obrero en forma violenta y sangrienta por


un Poder Ejecutivo que había solicitado el estado de sitio y se movía a
impulsos de los informes de una policía que estuvo en esas épocas bajo la

83
“Ley de Defensa Social, Nº 7.029,” en Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Senadores (en
adelante DSHCS), Buenos Aires: Publicación del cuerpo de taquígrafos del Senado de la Nación, 1910.
La Ley de Defensa Social fue derogada luego de la sanción del Código Penal, en 1922.
84
Ferrer, César, “Preponderancia de la selección inmigratoria en la ciudadanía argentina”, Revista de
Policía y Criminalística de Buenos Aires, Policía de la Capital Federal, nº3, Buenos Aires: Biblioteca
Policial, noviembre de 1935, pág. 26.

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dirección del señor Elpidio González y que fue la autora y la inventora de
esa cosa dramática y sangrienta.”85

Durante la “Semana Trágica”, además de la represión al movimiento obrero, la


violencia también tuvo como epicentro al barrio de Balvanera, el Once, donde fueron
atacadas ferozmente instituciones y personas de origen judío, en particular por parte de
los grupos civiles denominados “Guardias Blancas”.86 Mientas que, en la Comisaría de
Investigaciones de la Capital Federal fueron detenidos aquellos hombres acusados de
ser integrantes del gobierno soviético en la Argentina. Pedro Wald, afiliado al Bund,
sección judía del Partido Socialista, fue acusado de ser el presidente de la República
Soviética, detenido y ferozmente golpeado, la policía comenzaba a hacer uso común de
los procedimientos de tortura para la obtención de información. La detención y la
tortura de decenas de personas en el Departamento de Policía y en el Cuerpo de
Bomberos, se convertía en el trofeo de la policía de Investigaciones por tener allí a los
“extremistas más peligrosos”.87
Otro suceso trascendente que marcó una impronta en el accionar represivo del
Estado, tuvo cita en el año 1921 en la llamada “Patagonia Trágica”. Un levantamiento
de los trabajadores rurales por reivindicaciones salariales y mejores condiciones
laborales tuvo como desenlace una sistemática represión a los trabajadores. A lo largo
de casi un año, la lucha de los obreros de las estancias de la Patagonia fue aniquilada,
fusilando a millares de obreros por parte del Ejército Nacional. “Sostenemos -
reflexionó Bayer- que en los hechos de la Patagonia hubo dos crímenes: fusilar
prisioneros y obligar, mandar es obligar, a jóvenes de 20 años, los soldados, a matar
vidas humanas, dejándoles una mancha en sus conciencias para todas sus vidas”. 88
Hacia el mismo año, en el norte de la provincia de Santa Fe, se levantaron en
huelga por tercera vez desde 1919, los obreros de la empresa de capitales extranjeros
La Forestal que explotaba los quebrachales para la extracción y la exportación del
tanino.89 Los trabajadores carecían de condiciones mínimas de vida y el pago era

85
Discurso del senador Dr. Mario Bravo, en La Democracia contra el fascismo. Discursos pronunciados
en el Senado con motivo de la ley de represión al comunismo, Buenos Aires: Federación Gráfica
Bonaerense, 1937, pág. 42.
86
En relación al carácter antijudío de la “Semana Trágica”, véase, Dimenstein, Marcelo, “En busca de un
pogrom perdido: memoria en torno de la Semana Trágica de 1919 (1919-1999)”, en Kahan, Emmanuel
Nicolás (et.al), Marginados y Consagrados: nuevos estudios sobre la vida judía en la Argentina, Buenos
Aires: Lumiere, 2011.
87
Discurso del senador Dr. Mario Bravo, Op. Cit., pág. 42.
88
Bayer, Osvaldo, La Patagonia Rebelde, Buenos Aires: Hysmpamérica, 1980, pág. 427.
89
Ver, Gori, Gastón, La Forestal, la tragedia del quebracho colorado, Rosario: Ameghino Editora, 1999.

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efectuado con vales que debían canjear en los almacenes puestos por la misma empresa;
mientras que las enfermedades llevaban a los obreros a la muerte a una temprana edad.
Ante estas condiciones, la huelga estalló junto con la colaboración de los anarquistas de
la FORA.
Una feroz represión por parte de la gendarmería volante, que correspondía a una
fuerza de seguridad propia de la empresa auspiciada y financiada por el gobierno
nacional, aniquiló las huelgas dejando cientos de muertos y 19 trabajadores en la cárcel.
Este nuevo escenario de huelgas y manifestaciones obreras, fue otro ejemplo del manejo
turbio de las relaciones del empresariado extranjero con el poder político de turno y las
fuerzas de seguridad, donde a pesar de colgar una bandera extranjera en la empresa -la
inglesa- los argumentos que se esgrimían en la represión a los obreros se centraban en
su filiación o simpatía hacia ideas “anti nacionales” que enarbolaba el anarquismo y/o el
comunismo. De esta manera se ocultaba el verdadero objetivo por controlar cualquier
tipo de manifestación que pudiera perjudicar los abultados ingresos que la empresa se
llevaba:

“A los hacheros se les comenzó a prohibir los pañuelos rojos que, como
costumbre, llevaban al cuello, y las camisas rojas que vestían en el
trabajo. Ese color acostumbrado en los habitantes de la región no se
podía usar más porque, según los serviles empleados de la empresa
inglesa La Forestal, era comunista y anarquista. La policía privada de la
empresa se encargaba de proceder: trabajador que llevaba pañuelo rojo o
camisa granate era obligado a desnudarse, le daban latigazos hasta
desvanecerlo y le prendían un cintillo azul y blanco y le hacían gritar
bien fuerte: ¡viva la Patria!”90

Ante la sucesión de estos hechos de represión masiva, en Buenos Aires se estaba


organizando una manifestación en repudio por parte de la FORA. Pero en el transcurrir
del año 1921, la policía clausuró locales obreros y prensa anarquista, mientras que
muchos militantes de dicha Federación fueron detenidos. Esta situación, las idas y
vueltas entre los dirigentes anarquistas, dilató una acción rápida; tal como expresa Abad
de Santillán, el día antes en que se definió ir a la huelga, un 30 de mayo de aquel año,
“la policía allana el local donde tenían lugar las negociaciones y detiene a 180

90
Bayer, Osvaldo, "¡Güelganomá, chamigo!", Diario Página/12, 04- 1999.

Página | 41
personas…”.91 Tiempo después se fue a la huelga, con la conformación de un comité
mixto que incluía anarquistas, sindicalistas, socialistas y gremios autónomos.
En aquel entonces, la relación particular que definió al gobierno yrigoyenista
con el movimiento obrero, fue a través de una acción estatal que oscilaba entre el
arbitraje personalista del ejecutivo y las fuerzas represivas. A su vez, se reforzaba el
carácter autoritario mediante el enfrentamiento de grupos de choque conformados por la
derecha nacionalista, reunidos en La Asociación del Trabajo y La Liga Patriótica. Los
antecedentes históricos y políticos durante este período se convirtieron en una
continuidad que iría profundizando las definiciones en materia de control y disuasión de
las manifestaciones políticas de izquierda. No obstante, desde algunos sectores se
criticaba, por ejemplo, que en las reformas del Código Penal Argentino no se había
incluido la represión al comunismo y se había derogado la Ley de Defensa Social,
flexibilizando el control policial en momentos en que en otros países del mundo la
legislación se reformaba en contra del “extremismo rojo”. Tal es el caso de la
“Comisión Popular argentina contra el comunismo” (CPacc), que declaraba cómo esa
actitud del Gobierno yrigoyenista “había facilitado enormemente las actividades de los
nuevos emisarios comunistas, que comenzaron a organizar los viajes a Rusia entre los
hombres elegidos entre nosotros, para formar los futuros dirigentes del comunismo
argentino”.92

Ya adentrados en el mandato presidencial de Marcelo T. Alvear (1922-1928),


representante de la facción “antipersonalista” de la UCR, hacia el año 1926 a partir de
un decreto del Poder Ejecutivo Provincial, durante la gobernación de Valentín Vergara,
se produjo una reorganización y ordenamiento en las dependencias policiales,
generando una amplia reestructuración policial. Las dependencias quedaban agrupadas
en cuatro divisiones: Central; Administrativa; Judicial; Investigaciones. 93 En esta última

91
Abad de Santillán, Diego, LA FORA. Ideología y trayectoria del Movimiento Obrero Revolucionario en
la Argentina, Buenos Aires: Colección Utopía Libertaria, 2005, pág. 266. Hacia este período la
Federación estaba dividida. Por un lado la FORA del V Congreso, de tendencia comunista anárquica, y
por otro la FORA del IX Congreso, que fundó sus bases en una línea reformista y reivindicativa del
sindicalismo. Estas divisiones repercutían a la hora de consensuar medidas de lucha de una manera
rápida, como sucedió con la huelga en repudio a la represión de La Forestal en 1921.
92
DSHCS, “Anexo, Memorial Comunismo-1932, Comisión Popular argentina contra el comunismo”, 28
de diciembre de 1932, Tomo II, Buenos Aires: Publicación del Cuerpo de Taquígrafos de la Cámara de
Senadores de la Nación, pág. 791.
93
La nueva ley establecía que la Comisaría de Órdenes formara parte de la Jefatura, y las distintas
dependencias quedaban agrupadas en estas cuatro divisiones. La División Central constituida por:
Inspección General, Cuerpos Armados, Comisarías de Capital y Campaña, Banda de Música, Depósito de
Armas y Servicio Médico. Administrativa: Secretaría General, Sección Administrativa, Decretos,

Página | 42
división se incorporarían diversas secciones con los fines de la persecución y la
vigilancia política, aunque en algunas ocasiones este tipo de sección dedicada al control
del factor político, también dependió de otras ramas como la Secretaría General que era
parte de la División Administrativa o directamente de la Jefatura policial.
Luego del período presidencial alvearista (1922-1928), el segundo gobierno de
Yrigoyen (1928-1930), demostró de inmediato la pérdida de liderazgo y un temprano
desgaste político. Ya para 1929, la mayor parte de los partidos políticos y un sector del
ejército habían tomado la decisión de poner fin al gobierno radical.94
Finalmente, el Golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 encabezado por el
General José Félix Uriburu, dio por finalizado el gobierno del presidente Hipólito
Yrigoyen, proscribiendo al partido de la Unión Cívica Radical, e inaugurando la vía
electoral fraudulenta controlada por el Ejército, dando inicio a una seguidilla de
gobiernos de carácter conservador. Reconocido como presidente de facto de la Nación
por la Corte Suprema, se dio origen a la doctrina de los gobiernos de facto, siendo un
antecedente utilizado para legitimar el ascenso al poder mediante los golpes militares.
La conocida “Década Infame”, se caracterizó por el control de las Fuerzas
Armadas y los conservadores en la política, dando como resultado gobiernos
fraudulentos. A partir de 1930 el uso del poder coercitivo desde el Estado contra los
partidos y movimientos políticos opositores a los gobiernos de turno hacia los supuestos
enemigos del régimen, se reforzaría y dejaría una huella a lo largo de todo el siglo XX
en la Argentina.
En el lapso del gobierno de Uriburu, las deportaciones a extranjeros, el estado de
sitio, la instauración de la ley marcial, y la persecución a anarquistas y comunistas se
generalizaron, mientras que los miembros de Unión Cívica Radical fueron desplazados
de sus lugares en la administración pública. La tortura también fue utilizada contra
oficiales radicales del ejército que apoyaban a Yrigoyen, y una red de espionaje y
vigilancia se incorporó como parte del control policial a aquello que era etiquetado
como una amenaza para la seguridad del Estado: los radicales y los comunistas para

Contaduría, Tesorería, Suministro y Control, Caballeriza y Talleres, Electricidad y Teléfonos, Maestranza


e Imprenta. Judicial: compuesta por las Secciones Justicia, Alcaidía, Depósito de Valores, Estadísticas y
Archivo. Investigaciones: con Identificación y todas la unidades relacionadas con el rubro. Síntesis
histórica de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, 1580-1980, La Plata, 1981, pp. 226-227.
94
Béjar, Dolores, El Régimen fraudulento. La política en la provincia de Buenos Aires, 1930-1934,
Buenos Aires: Siglo XXI, 2005, pág. 61.

Página | 43
quienes se creó la Sección Especial de la Policía de la Capital. 95 A través de esta
Sección pasaron en dos años más de 10.000 presos políticos, “Millares de trabajadores
fueron detenidos y salvajemente torturados”.96 La cárcel de Ushuaia se convirtió en el
lugar de traslado para los presos comunistas y anarquistas, siendo un lugar de tortura en
sí mismo por las hostiles condiciones del presidio para poder mantenerse viva allí una
persona.
La tortura a presos políticos entre los meses de febrero y marzo de 1931, ante la
consideración gubernamental de un posible alzamiento “contrarrevolucionario”, fueron
hechos de trascendencia pública, llegando a ser discutidas la veracidad de las denuncias
en la Cámara de Senadores de la Nación. En aquel momento se encontraba en el cargo
de presidente interino, el Dr. Matías Sánchez Sorondo,97 por la ausencia del General
Uriburu. En 1932, Sánchez Sorondo, ya como senador nacional por la provincia de
Buenos Aires llevó el tema al Senado ante las denuncias públicas de los hechos de
torturas. Según consta en el Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores de la Nación,
el debate se realizó entre Sánchez Sorondo y el senador socialista Alfredo Palacios, al
haber acusado a éste último por los delitos de soborno y tentativa de extorsión, a los
efectos de obtener un falso testimonio. Frente a esta situación, el senador Palacios
relevó todo un descargo de documentación probatoria de numerosos testimonios de
presos políticos que detallaban que habían sido torturados en la Penitenciaría Nacional.
Más allá de la veracidad de los hechos, lo que se evidencia aquí es la
persecución política que existió durante el período, luego del Golpe de Estado de 1930.
“¿Pero, quién puede creer lealmente que el General Uriburu, que los hombres que lo
hemos acompañado en su gobierno, tengamos alma de torturadores?”98 Puede resultar
irónica, pero con esta frase el senador Sánchez Sorondo interpelaba al Congreso con
ánimos de otorgarle seriedad al gobierno, dejando a un lado la posibilidad de que
semejantes mecanismos extorsivos hubieran existido, privilegiando la teoría del
complot político en su lugar.

95
Kalmanowiecky, Laura, “Origins and Applications of Political Policing in Argentina”, Latin American
Perspectives, Issue 111, Volume 27, Number 2, 2000.
96
Edelman, Fanny, Banderas, Pasiones, Camaradas, Buenos Aires, Ediciones Dirple, 1996, pág.22.
97
Sobre la trayectoria biográfica y profesional de Sánchez Sorondo, véase la obra de Zuleta, Álvarez,
Enrique, El Nacionalismo Argentino (tomo I y II), Buenos Aires: La Bastilla, 1975. También, como parte
de los estudios sobre nacionalismo en nuestro país, que vinculan la historia de Sánchez Sorondo desde la
política y el periodismo durante las presidencias de Aramburu y Frondizi, véase: Beraza, Luis
Fernando, Nacionalistas. La trayectoria de un grupo polémico (1927-1983). Buenos Aires: Puerto de
Palos, 2005.
98
Palabras del Senador Matías Sánchez Sorondo, en DSHCS, Tomo I, Buenos Aires: Publicación del
Cuerpo de Taquígrafos de la Cámara de Senadores de la Nación, 1932, pág. 180.

Página | 44
Estos hechos fueron de trascendencia pública para la época, y en este caso llegó
a ser tratado durante las sesiones del Senado de la Nación. No obstante ello, las
detenciones a militares y civiles, entre los que se encontraban socialistas, radicales,
militantes universitarios y periodistas, por presuntos complots y movimientos
“subversivos”, como el mismo senador Sánchez Sorondo enunció, fueron puestos en
práctica de manera rigurosa. Cabe destacar el testimonio de un estudiante de la
Universidad Nacional de La Plata, Néstor Jáuregui, quien denunció el procedimiento
ilegal de su detención y las torturas sufridas, en el mes de junio de 1931:

“Argentino, 25 años, estudiante de 5º año de Ingeniería de la Universidad


Nacional de La Plata, tuve cierta actuación en el movimiento
universitario de esa localidad y en el mes de julio del año pasado, siendo
delegado de la Federación Universitaria Argentina, encontrándome en
Buenos Aires a efectos propios de mi gestión, concurrí a una comisaría
seccional para denunciar un hurto cometido por el encargado de un hotel
(…). Bastó mi presentación a la seccional en compañía del señor José
María Lunazzi, y Schelotto, presidente de la Federación Universitaria de
La Plata, y delegado de la Argentina, para que fuera detenido y remitido
a la Sección Orden Político, de la policía de la Capital…” 99

En esta oportunidad los detenidos quedaron directamente bajo las órdenes del
comisario Leopoldo Lugones (hijo), quien estaba a cargo de la Sección Orden Político
de la Policía de la Capital. Éste se manifestó preocupado ante las movilizaciones
estudiantiles realizadas en la ciudad de La Plata, por lo que la misma condición de
delegados que tenían los jóvenes de la Federación Universitaria, era suficiente para que
se procediera a la detención de los mismos, a efectos de responder un interrogatorio en
relación a intervenciones universitarias en el espacio público. De este modo, ya en su
despacho, Lugones se dirigió al joven estudiante:

“Usted está en mi poder. En este momento desde Alvear para abajo


tenemos preso a todo el mundo, de modo que usted puede imaginarse que
su persona física no tiene para nosotros ninguna significación. Por el
contrario, su físico en este instante, es nuestro instrumento para averiguar
el origen de los ruidos nocturnos de La Plata. (…) En la Sección Orden
Político de la Policía de la Capital, yo los dos empleados y el señor
Lugones (…), llegamos por fin a la <<pieza de la silla>>, que no era otra
cosa que un archivo, a las 2 de la mañana, pieza donde efectivamente
estaba la soga, la silla y otras cosas más. La orden del señor Leopoldo
Lugones (hijo) fue la siguiente: <<ya saben si dentro de cien minutos no

99
Testimonio citado por el Senador Alfredo Palacios, en DSHCS, Tomo I, Buenos Aires: Publicación del
Cuerpo de Taquígrafos de la Cámara de Senadores de la Nación, 1932, pág. 190.

Página | 45
canta procedan como siempre>>, y me dijo amablemente que de ahí,
como todos, iba directamente al hospital”.100

En las elecciones de noviembre de 1931, la lista oficialista ganó la presidencia


mediante el fraude electoral, siguiendo en el poder Agustín Pedro Justo (1932-1938),
quien había sido Ministro de Guerra durante la presidencia de Alvear. Con su mandato,
las políticas de seguridad continuaron teniendo a la policía como medio de represión
ante los movimientos de izquierda. El aparato represivo estatal seguiría contemplando
la tortura como método de interrogación a los detenidos políticos, la vigilancia y el
espionaje como mecanismos de control social de manera sistemática, serían con el
tiempo cada vez más eficientes. En la persecución política e ideológica del gobierno de
Justo, se articularon la policía marítima, la marina y el Ejército, junto con la División de
Investigaciones de la Policía de la Capital, en una red de informaciones para dar cuenta
de posibles conspiradores del régimen.101
Para este período, en la provincia de Buenos Aires, según el expediente de la
propia DIPBA, las secciones Orden Social y Orden Político de la División de
Investigaciones, fueron las que tenían a cargo el control, principalmente, de las
organizaciones anarquistas. A pesar que no se registre de manera exacta acerca de las
variables que pudo haber sufrido, tanto en jerarquías como en nominaciones, el archivo
sí cuenta con información de la época, donde se hacía foco fundamentalmente en el
sujeto anarquista.
A partir del año 1932, aparecen materiales de carácter político secuestrados por
la policía de la provincia, que luego fueron parte del Archivo de la Dirección de
Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires. Entre los materiales de este año se
encuentran, el carnet de asociado de la FORA, bonos pro boletín informativo de España,
veintiocho folletos de la Federación Obrera en distintos lugares, principalmente Mar del
Plata, y localidades como Pergamino, Morón, San Martín y Lomas de Zamora.102 A su
vez, se encuentran boletines y memorias de la Federación Comunista Anarquista
(FACA) de la ciudad de La Plata, y prensa sobre la Guerra Civil Española.

100
Op. Cit., pág. 190.
101
Kalmanowiecky, Laura, “Origins and Applications of Political Policing in Argentina”, Latin American
Perspectives, Issue 111, Volume 27, Number 2, 2000.
102
Archivo DIPBA, Mesa C, colaterales, Legajos Nº 28, Nº 20 y folletos, s/f.

Página | 46
De modo que, durante esta década bajo el nombre de estas Secciones
pertenecientes a la provincia, fue principalmente material con información política
sobre anarquistas lo que se recolectó:

“Si bien los antecedentes orales se remontan al año 1930 y los


documentales al año 1940 y tomando como punto de partida este último,
es evidente que se trataban de estructuras dependientes de organismos a
la vez también en la misma situación, incipientes, elementales y
limitados a tareas de información sin la independencia y alcance de la
moderna inteligencia”.103

Para este período, las disputas y las persecuciones políticas reforzaron un


aparato de control que tenía a la policía como un actor central para garantizarlo. En la
provincia de Buenos Aires la inestabilidad en política policial, tuvo un giro a partir del
gobierno de Manuel Fresco (1936-1940), cuando entre otras cosas, cobró
preponderancia la persecución ideológica en los objetivos de la fuerza de seguridad
provincial, instando a restringir la autonomía policial en la toma de decisiones,
reforzando la autoridad del Jefe de Policía, Pedro Ganduglia, a través de las órdenes del
gobernador bonaerense. De esta manera, con menos dependencia en los jefes políticos
locales, “el equipo de gobierno se propuso contar con una fuerza armada capacitada
para llevar a cabo las tareas de control y represión en el ámbito político y social”. 104
En 1937 se aprobó el nuevo organigrama policial, proveniente del reformado
reglamento de policía. El mismo tenía un fuerte sesgo centralizador, haciendo depender
todo de la figura del jefe de policía, a quien respondían directamente las cuatro ramas en
las que se dividió la tarea policial: División Judicial, de Investigaciones,
Administrativas y de Seguridad. De esta última dependían las nuevas Inspecciones,
encargadas de supervisar toda la labor de las comisarías.
A su vez se incluyó la reorganización de los gabinetes especiales de Robos y
Hurtos, Seguridad Personal, Orden Político, Orden Social, Dactiloscopía e
Informaciones, en la División Investigaciones. Se crearon cuatro brigadas Seccionales
de Investigaciones, en San Nicolás, Mercedes, Azul, Dolores, que unidas a las
existentes en las localidades de Avellaneda y Bahía Blanca conformaron un total de
seis, subdividiéndose la provincia en las zonas para la jurisdicción de las mismas.
103
Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Carpeta Decreto Leyes y Disposiciones, Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A,
Su creación”, s/f.
104
Béjar, María Dolores, El régimen fraudulento. La política en la provincia de Buenos Aires, 1930-
1943, Buenos Aires: Siglo XXI, pág. 156.

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También se creó una nueva estructura de Orden Social, que se desarrolló de manera
simultánea con la del Departamento de Trabajo:

“…al que se entrega por intermedio directo del titular del Ministerio, la
dirección de la política Social y Obrera del P.E, para que, en
consecuencia, este servicio policial sea en lo sucesivo un agente auxiliar
en los casos en que se requiera expresamente su intervención”. 105

La creación de oficinas especiales en la policía de la provincia de Buenos Aires


para trabajar en la detección del criminal político, fue una constante a lo largo del siglo
XX. Distintas nominaciones fueron recibiendo estas instancias, hasta que el acopio de
información sobre el control político de aquello calificado como “indeseable”,
“disolvente”, “subversivo”, se transformó en una apuesta política a la
institucionalización de la inteligencia policial para ampliar el campo de acción en el
conocimiento, control e intervención en el terreno enemigo a las ideas de la nación
argentina.
La represión al comunismo fue uno de los primeros objetivos del gobierno de
Fresco, convirtiendo esta medida en un decreto de carácter provincial, donde la policía
se convertiría en un brazo ejecutor importante en el control de los comunistas, ya que
desde el gobierno se advertía sobre la infiltración del Partido Comunista en distintos
ámbitos políticos y sociales. La persecución ideológica fue una meta donde se
articulaban las decisiones del poder provincial, la policía de la provincia, y las
autoridades políticas y de seguridad a nivel municipal.
Como parte de estos objetivos, se creó, a partir de un decreto provincial, el
Registro Policial de Vecindad, en marzo de 1937 y se abrieron registros de reuniones
públicas.106 Estas instancias funcionaron como medios de control y recolección de
información que reunían material desde distintos niveles gubernamentales.
Fresco fue dirigente del Partido Demócrata Nacional, se definió asimismo como
un político conservador y reaccionario, se inspiraba en el fascismo, pero su apreciación
positiva hacia esta corriente de ideas parecía no trasladarse hacia el nacionalsocialismo,
al que consideró, no públicamente, como parte de las “manifestaciones nefastas del
modernismo ateo, junto con el racionalismo, el laicismo, el liberalismo filosófico, la

105
DSHCS, “Nueva estructuración de la policía”, 11 de mayo de 1937, Tomo I, La Plata Taller de
Impresiones Oficiales, 1938, pág.21.
106
Barreneche, Osvaldo, “De Brava a Dura. La policía de la provincia de Buenos Aires, durante la
primera mitad del siglo XX”, Cuadernos de Antropología Social Nº32, Buenos Aires, 2010, pág. 41.

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masonería y sus coletazos (rotaries, logias, rearme moral), el materialismo dialéctico, el
totalitarismo y el comunismo”.107
Como puede comprenderse, el accionar policial tuvo su faceta en la persecución
a militantes opositores al régimen conservador. La Unión Cívica Radical, continuó
siendo objeto de “prudencia vigilancia” por no dejar afuera sus ideas “subversivas” de
su política.108
Más allá de las alertas de los conservadores por sobre los radicales, la vigilancia
fue central en aquellas agrupaciones que en sus campañas proselitistas eran
caracterizadas por su prédica contra la ley. Métodos de violencia, como el uso de la
picana, abusos, corrupción y el espionaje político, se fueron conformando como parte de
las prácticas de las instituciones policiales en nuestro país a partir de la década del ’30,
organizadas alrededor de una cultura del secreto.109
Según el expediente de la propia Dirección de Inteligencia provincial, hacia
1940 se registró el primer antecedente documental existente. Éste apareció en la Orden
del Día Nº 15.008, del 15 de mayo de 1940, a partir de la cual se daba cuenta en la
resolución del 10 de mayo del mismo año, que las secciones Orden Social y Orden
Político de la División de Investigaciones, se refundaban en una sola bajo la
denominación de Orden Social. Sin embargo, el proceso de centralización como parte
del reordenamiento policial, entre otros cambios, fueron interrumpidos con la
intervención federal en la provincia en marzo de 1940.
Luego de 1940 las dependencias policiales dedicadas a la detección y el control
del delincuente político, fueron afectadas por una serie de modificaciones a lo largo de
tres décadas. A pesar de los cambios efectuados acordes a los giros políticos del país, tal
como interpreta Funes, el objetivo de las dependencias que antecedieron a la DIPBA,
siempre estuvo apuntado a estigmatizar, espiar, perseguir, registrar y analizar.110 A lo
largo de las décadas se puede ver, a partir de los informes, una tendencia a

107
Béjar, Dolores, El Régimen fraudulento... Op. Cit., pág. 142. La autora toma esta referencia del
cuaderno personal de Fresco, facilitado por su hijo en el año 2000, donde dejó un plan de trabajo para
dejar testimonio escrito de su obra política.
108
“Memoria de la Jefatura de Policía”, correspondiente al año 1935. Realizadas por el Jefe de Policía
Interino Francisco Danieri al Ministro del Interior, Revista de Policía y Criminalística de la Capital
Federal de Buenos Aires, Policía de la Capital Federal, Buenos Aires: Biblioteca Policial, 1936, pág. 56.
109
Seri, Guillermina, “Metáforas policiales, elisiones y calidad de la democracia en Argentina y
Uruguay”, en Revista SAAP, Nº3, agosto, 2009.
110
Funes, Patricia, “Desarchivar lo archivado. Hermenéutica y censura sobre las ciencias sociales
latinoamericanas”, en Íconos, Revista de Ciencias Sociales, Flacso- Ecuador, 2008, pp.27-39.

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perfeccionarse a la hora de detectar al “delincuente” en relación a su actividad política
y a un mejoramiento en la estructura organizativa de la misma.

“La policía de los descamisados”


“… puede afirmarse que en la provincia de Buenos Aires la policía está al servicio del
pueblo como lo quiso la revolución justicialista”.111

Desde el Golpe de Estado de 1943 comenzaron cambios importantes en la


estructura y las formas de concebir a la policía. En materia de seguridad provincial, se
encuentra para este período como antecedente que el 14 de agosto de 1943 se suprimió
el puesto de 2º Jefe de la División de Investigaciones. Esta División estuvo integrada
por dos Subdivisiones, Delitos y Orden Público, Técnica y Administrativa, cada un de
ellas a cargo de un Comisario Inspector y una Secretaría de Brigadas a cargo de un
comisario.112 A partir de la llegada del peronismo al poder, comenzó a concretarse el
proceso de modernización de las fuerzas policiales, donde se incidió en la gestión
policial ampliando y sumando muchas de las iniciativas gestionadas durante el gobierno
conservador.
Bajo la gobernación de Domingo Mercante en la provincia de Buenos Aires y el
Jefe de Policía de la provincia Adolfo Marsillach, se llevó adelante una reforma policial,
como parte de los cambios en la vida política del país y de las intenciones del gobierno
de Perón por profesionalizar y disciplinar las fuerzas de seguridad. Durante este
período, en los objetivos de la política en seguridad marcados por un fuerte sesgo
basado en el orden y en la doctrina militar, se encontraba la voluntad política por
“reorganizar la policía para que respondiese exclusivamente a los lineamientos de la
máxima autoridad provincial y se identificase con los postulados del peronismo”. 113
A partir del Decreto Nº 14.490 de Intervención Federal del 6 de septiembre de
1945, se suprimió la Sección Orden Social, y se creó la Oficina de Movimiento Político
dependiente de la Secretaría General. Al año siguiente, se publicó una resolución

111
Pérez, Sebastián, “Una Policía Revolucionaria”, Revista de Policía de la Secretaría Técnico Social,
La Plata, 1951, pág. 34.
112
Orden del Día Nº 15.949 del 14 de agosto de 1943. Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Carpeta Decreto
Leyes y Disposiciones, Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A, Su creación”, s/f.
113
Barreneche, Osvaldo, Galeano, Diego, “Notas sobre las reformas policiales en la Argentina, en los
siglos XIX y XX”, en: Cuadernos de Seguridad, Buenos Aires: Consejo de Seguridad Interior, 2008, pág.
88.

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mediante la cual se consideró finalizada la misión de la Oficina de Movimiento Político
y se reintegró el personal a su destino, “disponiendo que los permisos para realizar las
reuniones gremiales o políticas sean diligenciadas por la Secretaría General”. 114 De esta
manera, en junio de 1946 se definió crear la División de Orden Público dependiente de
la Jefatura de Policía.115 Ésta tenía como función todas las cuestiones relacionadas con
las actividades sociales y políticas de la provincia y debía coordinar su acción con
organismos similares pertenecientes a otras jurisdicciones:

“La Sección Orden Político de la División de Investigaciones y la Oficina


Movimiento Político de la Secretaría General pasaron a depender de la
nueva división creada con antecedentes, archivo, muebles, útiles y
dotación de empleados”.116

Desde esta División, con la finalidad de agilizar el registro y el acopio de


información sobre actividades públicas y políticas, se crearon los ficheros regionales y
se logró sistematizar a los gremios obreros existentes, donde se detallaban los
antecedentes de cada conflicto y los nombres de sus dirigentes. A eso se le agregaba, la
pertenencia al gremio y si se hallaba adherido a una central o era un sindicato
autónomo.117 En este contexto de restructuración policial iniciada por el peronismo, se
crearon en 1946 siete Unidades Regionales; cada una de ellas tenía designado a su cargo
un Jefe de Policía, que con el tiempo fue cobrando importancia y poder en las
jurisdicciones que les correspondía a cada uno.
Asimismo, en este mismo año, desde el Poder Ejecutivo nacional, se promulgó
el Decreto 337/46, a partir del cual se creaba el primer organismo estatal, dependiente
de la presidencia de la Nación, cuya finalidad era la recolección, centralización y
coordinación de la información necesaria para el ejercicio de la “conducción de los
asuntos del Estado.”118 De esta manera, se originaba la Coordinación de Informaciones
de la Presidencia de la Nación que no implicaba, según la normativa, la producción de

114
Orden del Día nº 16.687 del 15 de marzo de 1946, Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Carpeta Decreto
Leyes y Disposiciones, Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A, Su creación”, s/f.
115
Orden del Día nº 16.786 del 28 de junio de 1946. Archivo DIPBA… Op. Cit.
116
Orden del Día nº 16.786 del 28 de junio de 1946. Archivo DIPBA… Op. Cit.
117
Expediente 24612, “Huelgas o paros de obreros”; (…) señalando normas para cuando se produzcan
conflictos de esa naturaleza”. Orden del Día Nº 17055, lunes 7 de julio de 1947. En Barreneche, Osvaldo,
“De Brava a Dura. La policía de la provincia de Buenos Aires, durante la primera mitad del siglo XX”,
Cuadernos de Antropología Social Nº32, Buenos Aires, 2010, pág. 46.
118
Sain, Marcelo Fabián, “Condiciones institucionales del control parlamentario de las actividades y
organismos de inteligencia del Estado”, en, Seminario sobre Control Democrático de los organismos de
Seguridad Interior en la República Argentina, Documentos de Trabajo, Buenos Aires: Centro de Estudios
Legales y Sociales (CELS), 1997, pág. 142.

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información relacionada con los temas de seguridad interna o externa, ya que esto les
competía al ámbito de cada una de las Fuerzas Armadas, sino que el objetivo de esta
dependencia radicaba en alcanzar una centralización y un conocimiento integral sobre
“las actividades que desarrollan los diversos organismos que componen el Estado”.119
Durante el peronismo, también se aprobó un Código de Justicia Policial
utilizando como base los argumentos del fuero Militar, creando una justicia paralela
para la policía bonaerense integrada por policías retirados o en actividad.120 Los hechos
de corrupción en la institución durante la década del ’30, generaron un reordenamiento
de la policía a partir del primer gobierno peronista. Como parte de los esfuerzos por
reconvertir a la fuerza policial, buscando su adhesión, se destacaban discursos hacia su
interior que expresaban cómo, quienes antes eran consideradas personas peligrosas,
ahora construían la esencia del pueblo peronista, los descamisados, a los que la policía
ya no debía perseguir, sino respetar, siendo su deber protegerlos.
En sintonía con este cambio de paradigma en la forma de concebir al sujeto,
presunto culpable o delincuente, una nota titulada en la Revista de Policía, de la
provincia de Buenos Aires en 1951, “Una Policía Revolucionaria”, decía al respecto:

“Ella había sido el instrumento ciego y obsecuente con que contaron las
clases oligárquicas para imponer sus privilegios y para ahogar sin
contemplaciones cuanto significase reaccionar contra ellos en ejercicio y
defensa de los sagrados intereses del pueblo trabajador, el que comprobó
con pena que los organismos del Estado no eran respaldo de los derechos
que consagraba y reconocía la legislación en vigencia, sino instrumentos
al servicio de la oligarquía”.121

Era destacable la similitud de la mirada policial con el discurso y la impronta


peronista que se le quería imprimir al país; se ponía interés en trabajar el sentido de la
policía al servicio de la sociedad, asociada a la idea de una “peronización de la fuerza
policial”.122 A contra-cara de estas apreciaciones, la policía mantuvo el control sobre el
movimiento político, y principalmente en esta etapa sobre las organizaciones sindicales

119
Op. Cit., pág. 142.
120
Barreneche, Osvaldo, “Por mano propia. La justicia policial de la provincia de Buenos Aires en el
primer peronismo”, en Sociohistórica, Cuadernos del Centro de Investigaciones Socio Históricas, Nº 25,
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, La Plata: EDULP, 2009, pp. 123-152.
121
Pérez, Sebastián, “Una Policía Revolucionaria”, Revista de Policía de la Secretaría Técnico Social,
La Plata, 1951, pág. 33.
122
Barreneche, Osvaldo, “La reforma policial del peronismo en la provincia de Buenos Aires, 1946-
1951”, en Desarrollo Económico, Revista de Ciencias Sociales, vol.47, Buenos Aires: IDES, 2007, pp.
225-247.

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fuera de la órbita de la CGT. La creación de dependencias específicas de policía,
permitió agilizar y controlar la información acerca de la agitación obrera y gremial en el
país.
Un especial interés recayó en materia de instrucción policial. Bajo la conducción
de Marsillach, se llevó a cabo una reforma educativa en la formación policial. Tal, como
explica Barreneche, la intención política de imprimir la doctrina peronista iba de la
mano de la influencia en la formación militar, donde entre otras cosas, se creaba el
escalafón oficial. La Escuela Superior de Policía fue una institución creada en 1949,
para la capacitación de los oficiales en actividad. “Policía comparada y actividades
antisociales”, era una de las asignaturas a cargo del inspector mayor Enrique Gracia,
también autor del plan de estudios, quien se desempeñaba como Jefe de la División
Orden Público, desde 1946. Tanto desde la asignatura mencionada, como en sus cursos
y conferencias, Gracia manifestaba sus conocimientos sobre el comunismo y alertaba
sobre su peligro internacional y local, rescatando la doctrina peronista y militar. De
manera que, estimulaba a sus alumnos y oyentes a ser detectores de la influencia
subversiva, poniendo como ejemplo la infiltración comunista entre los obreros
ferroviarios. La influencia de la Guerra Fría fue parte del plan de estudios para
comprender la lógica del comunismo a nivel internacional. “Este adoctrinamiento -tal
como lo definía- fue extendido a toda la policía durante el último año de gobierno
peronista, y su ejecución continuó posteriormente durante sucesivos gobiernos”.123
Por otra parte, la continuidad en la aplicación de Ley de Residencia se convirtió
en un medio de expulsión, principalmente para aquellos obreros que no correspondían a
las filas peronistas, siendo los comunistas los principales afectados por la misma. La
tipificación policial para estas detenciones continuaba siendo la de “subversivo” o
“elemento disolvente”, identificados como promotores de disturbios en el marco de
alguna huelga o protesta gremial, siendo perturbadores, o causantes de confusión en el
movimiento obrero, como así también, relacionados con el hecho de estar involucrado
con la prensa extranjera, que a partir de 1948, “…la policía considerara agraviantes para
el gobierno”.124
Si bien, durante el período 1945-1955 el Partido Comunista fue legal, habiendo
sido anulada la restricción de prohibición establecida por el gobierno de facto de 1943,

123
Op. Cit., pág. 242.
124
Nazar, Mariana, “Estado de derecho y excepcionalidad. Algunas prácticas de control social sobre
trabajadores durante el primer peronismo”, ponencia presentada en VIII Reunión de Antropología del
Mercosur, 29 de septiembre a 2 de octubre de 2009, Buenos Aires, Argentina, pág.12.

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ser integrante o formar parte de asociaciones de comunidades de inmigrantes de países
socialistas vinculados al PC, bastaba para considerarse como indicios de actitudes “anti
argentinas”. Estas eran razones para sospechar posibles conspiraciones que alertaban al
personal policial para poner en práctica los elementos precautorios: Ley de Residencia,
detenciones por el Poder Ejecutivo Nacional, el Edicto sobre reuniones públicas. Frente
a la posibilidad de una alteración en el orden social, siendo una amenaza latente para la
Nación, también regía el Decreto 536/45 sobre “Delitos contra la seguridad interna del
Estado”. A partir de este decreto del Ejecutivo Nacional, se imponían penas entre seis
meses y cinco años a quienes propagasen doctrinas opuestas a la Constitución mediante
la violencia, como así también quien organizara una asociación con esa finalidad o, “…
el que de cualquier modo instigare a la desobediencia colectiva, a las leyes o
reglamentos dictados por autoridad competente”.125
Por su parte, en los archivos del Ministerio del Interior, calificados como
“Documentos secretos, confidenciales y reservados”, funcionó un apartado titulado:
“Detención a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y expulsión en virtud de la ley
4144”.126 En esta serie se incluía la solicitud de detención por parte de la Policía
Federal, donde se adjuntaba una síntesis de antecedentes del sujeto y si se consideraba
necesario se debían incluir las razones por las cuales se efectuaba su detención. De este
modo se puede corroborar, según los motivos señalados por la propia policía, la
aplicación de dicha ley por razones calificadas como “actividades comunistas”,
“subversivas”, o por la creación de “un clima de intranquilidad”. También, en este
contexto mundial de guerra, eran detenidos por considerar personas o actividades pro
eje, pro aliadas, por realizar expresiones contrarias al gobierno o alarmistas y
temerarias. 127 Tal como enuncia Nazar, si bien fueron expulsados los más visibles
partidarios del régimen nazi en el país, el trato fue diferencial hacia quienes
simpatizaban o estaban directamente vinculados con las ideas comunistas. Eran
perseguidos y expulsados sin importar la cantidad de años que estuvieran en la

125
“Decreto Nº 536/45, del Poder Ejecutivo de la Nación, en: Anales de la Legislatura Argentina, Tomo
V, Buenos Aires: La Ley, 1945, pág.129
126
Ministerio del Interior, Documentos secretos, confidenciales y reservados, fechas extremas (1932-
1983). Archivo Intermedio. Archivo General de la Nación.
127
Véase, Nazar, Mariana, “La accesibilidad documental y sus limitaciones legales: los documentos
secretos en la Argentina”, ponencia presentada en el IV Congreso de Archivología del Mercosur, Huerta
Grande, Córdoba, 2003.

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Argentina, mientras que el poder político y las relaciones económicas permitieron que
muchos de los expulsados nazis reingresaran al país.128
En la provincia de Buenos Aires, mediante un decreto del Poder Ejecutivo
provincial, las actividades y reuniones políticas debían ser autorizadas y supervisadas
por la policía bonaerense. De este modo, se habilitaba a la policía, además de intervenir
en el espacio público, el derecho para acceder a locales cerrados donde se realizarían
actos o encuentros sociales y políticos.129 Entre idas y venidas, en 1949 se definió que la
División de Orden Público de la provincia quedase sin efecto, dependiendo nuevamente
de la División de Investigaciones con la Jerarquía de Sección Orden Público.130 Sin
embargo, al año siguiente, en julio de 1950 se volvió a crear la División Orden Público
dependiendo de la Secretaría General, compuesta íntegramente, “por los efectivos,
antecedentes, archivos, muebles y útiles de la Sección Orden Público hasta ese
momento dependiente de la División de Investigaciones”. 131
La División de Orden Público funcionó como órgano exclusivo de enlace con la
Coordinación de Informaciones de Estado. Según consta en el legajo, identificado como
secreto y reservado, del archivo de la DIPBA, a partir de esta División, se relevaron las
bases necesarias para orientar las actividades informativas, “con el fin de difundir los
principios doctrinarios sobre informaciones de Estado”.132 Tal como expresa Sain, luego
del Decreto 337/46, por medio del cual se dio origen a la Coordinación de
Informaciones de la Presidencia de la Nación, el gobierno promulgó otros de carácter
secreto, por medio de los cuales “recayó en el ministerio de Guerra la dirección de la
Coordinación de Informaciones, o a través de los que se fijó la organización y
funcionamiento de dicho organismo”.133 Para el caso de las provincias, desde la misma
División de Orden Público, se hacía hincapié en la necesidad de los Servicios de
Informaciones, homologando el rol de la Coordinación de Informaciones de Estado,

128
Nazar, Mariana, “Los indeseables. Un acercamiento al perfil ideológico de los trabajadores detenidos
bajo el Poder Ejecutivo Nacional durante el primer peronismo”, ponencia presentada en las XIº Jornadas
Interescuelas/Departamentos de Historia, Tucumán, 19 al 22 de septiembre, 2007.
129
Expediente 10276. “Decreto número 31.485 del Poder Ejecutivo de la Provincia de Buenos Aires del
10 de julio de 1947 (…) reglamento el otorgamiento de permisos a Partidos Políticos, Asociaciones o
Personas, para celebrar reuniones”. Orden del Día Número 17063. Viernes 18 de julio de 1947. En,
Barreneche, Osvaldo, “De Brava a Dura, La policía de la provincia de Buenos Aires, durante la primera
mitad del siglo XX”, Cuadernos de Antropología Social Nº32, Buenos Aires, 2010, pág. 46.
130
Orden del Día Nº17.593, 6 de junio de 1949. Archivo DIPBA… Op. Cit., pág. 53.
131
Orden del Día nº 17.593, 14 julio 1950. Archivo DIPBA… Op. Cit., pág. 53.
132
Archivo DIPBA, División Orden Público, Oficina de Coordinación de Informaciones de la Provincia
de Buenos Aires, Carpeta 2, Legajo Nº 110, “Bases necesarias para orientar las actividades
informáticas”, 1951.
133
Sain, Marcelo Fabián, “Condiciones institucionales…”, Op. Cit., pág. 142.

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cuyo fin implicaba garantizar la gubernamentabilidad del ejecutivo nacional, al
desenvolvimiento de la Oficina de Informaciones de la Provincia de Buenos Aires.
A través de este documento explicativo, se exponían distintas apreciaciones
sobre lo considerado “información” e “inteligencia”, como así también se describieron
los tipos de fuentes y sus distintas ramas, que comprendían información clasificada
como Política Interna, Económica, Sociológica, Científica, Topográfica y Biográfica.
En la información tipificada como “Política Interna”, se estudiaba, entre otros
aspectos, a los “Partidos Políticos”, sus cartas orgánicas, tendencias ideológicas, el
apoyo popular, sus dirigentes y el prestigio de los mismos, sus relaciones políticas, su
capacidad de lucha, etc. También se incluía a las “Asociaciones o Agrupaciones
Ideológicas”, desde las cuales se debía tener en cuenta su intervención en la vida
política nacional, programas, tendencias, su relación con el gobierno y con los partidos
políticos del país o extranjeros. Además eran objeto de análisis y observación los
llamados “Movimientos Subversivos”, de los que se debía informar acerca de sus
causas, aspiraciones, quienes los alentaban y provocaban, sus líderes y la importancia de
sus fuerzas.134
A partir de este legajo, se evidencia el proceso que fue tomando la organización
de una estructura que garantice la información, para que luego deviniera en inteligencia.
En este sentido, la distinción radicaba en que:

“<<Información>> constituirá esa serie de conocimientos que


paulatinamente llegarán a nosotros sobre un hecho determinado e
<<Inteligencia>>, será la resultante del estudio de esa serie documental. Se
hace <<Información>> cuando se busca y obtienen noticias relacionadas
con algún asunto, e <<Inteligencia>> cuando esas noticias seleccionadas,
comparadas, analizadas, valorizadas, etc., nos proporcionan el cuadro
informativo completo del cual podemos sacar conclusiones que sirvan de
base para la acción”. 135

La coordinación y la integración de la información comenzaron a ser no sólo un


objetivo claro desde la dependencia policial, sino a conformarse en una estructura que
poco a poco iría siendo cada vez más organizada. A partir de lo explicado desde la
Oficina de Coordinación de Información provincial, desde 1951 los agentes policiales
ya debían incorporar determinados parámetros para definir el tipo información que

134
Archivo DIPBA, Bases necesarias para orientar las actividades informáticas, Op. Cit.
135
Archivo DIPBA, Bases necesarias para orientar las actividades informáticas, Op. Cit.

Página | 56
conseguían, en las que se incluían bastas ramas temáticas, pero que a su vez, mantenían
su especificidad. En este sentido, desde la División de Orden Público, se concluía,
“Para cumplir su cometido de coordinación informativa, el organismo informativo
recurre indistintamente a las fuentes internas como a las externas y trabajan
intensamente con el material ya archivado y clasificado”.136 La elaboración de este
documento, da cuenta de la importancia de la “información” y luego “inteligencia”,
como un aspecto fundamental para el desenvolvimiento pleno de la Nación, según los
parámetros ideológicos de quienes detentaban el poder.
Siguiendo con los cambios nominales y jerárquicos de la dependencia policial,
hacia 1953 la “Sección Movimiento Político Social y Gremial”, que funcionaba en las
Unidades Regionales (UURR), pasó a depender directamente de la División Orden
Público. De manera que el jefe de UURR era quien adoptaba las medidas necesarias
para que los encargados de las comisarías informaran directamente a la Sección lo
vinculado al Orden Público.137
En enero de 1954, a partir del Decreto Nº40 del Poder Ejecutivo de la provincia
se aprobó el Nuevo Reglamento Orgánico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
A partir de este reglamento, entre otros organismos, se creó la Dirección de Orden
Público que pasó a depender directamente de la Jefatura de la Policía, y reemplazó a la
División Orden Público que dependía de la Secretaría General. 138
Desde esta Dirección, en septiembre de 1954 se preparó un programa de
formación para oficiales de las oficinas de “Movimiento Social, Político y Gremial” de
comisarías, sobre “información”, coordinado de manera conjunta con la Dirección de
Seguridad y con la Dirección de Cuerpos e Instituciones, la habilitación en la Escuela de
Policía “Juan Vucetich” para su alojamiento y asistencia al curso.139 A lo largo de estos
años, el interés por el perfeccionamiento en las tareas de “informar”, fue enfocando en
la policía la necesidad de mejorar la organización y la coordinación entre dependencias
para realizar estas tareas. Tal como se puede comprender, ya para 1954 era parte de los
objetivos de la Dirección de Orden Público, la formación en estas tareas policiales
haciendo extensivo el perfeccionamiento en las comisarías, dando cuenta de la
importancia en el mejoramiento territorial de la vigilancia y el control, teniendo las

136
Archivo DIPBA, Bases necesarias para orientar las actividades informáticas, Op. Cit.
137
Orden del Día Nº 18.807, 20 de abril de 1953. Archivo DIPBA… Op. Cit. pág. 53.
138
Orden del Día Nº 18.807, 19 de enero de 1954, transcripción del Decreto Nº 40 del 5 de enero de
1954 del Poder Ejecutivo. Archivo DIPBA… Op. Cit., pág. 53.
139
Orden del Día Nº 18.964, 7 de septiembre de 1954. Archivo DIPBA… Op. Cit., pág. 53.

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comisarías la responsabilidad de informar todo lo concerniente al factor político a dicha
Dirección, conformándose de a poco como engranajes de lo que sería en los años ’70
una verdadera “comunidad informativa”. 140
De manera que, la alusión al sujeto comunista continuó asociándose al nuevo
enemigo a nivel mundial emergente en los inicios de la Guerra Fría. La educación e
instrucción policial se pobló de contenidos relacionados a la forma en que debían
detectarse las actividades “subversivas”. Esta labor, junto al accionar político de los
dirigentes sindicales pro-justicialistas, curvó negativamente la influencia del Partido
Comunista en el movimiento obrero, hasta que fue finalmente extirpado por el poder
peronista emergente.141
Es así como la agencia de inteligencia provincial fue con el tiempo tendiendo a
una modernización en su labor, donde tal como se enuncia en el propio legajo de la
DIPBA, el momento más significativo como “trabajo de inteligencia” fue a partir del 29
de diciembre del 1955, cuando se disolvieron las secciones de División de Orden
Público y se creó el Servicio de Informaciones con la jerarquía de Dirección, debiendo
ésta coordinar su funcionamiento con servicios equivalentes de las FFAA, en el marco
del decreto Nº 3603 de Intervención Nacional en la provincia de Buenos Aires. A partir
de aquí, la institución comenzó a tomar una dimensión más amplia, “que la llevará a la
moderna inteligencia en etapas sucesivas pero que aún sigue con la base
informativa”.142
El 8 de agosto de 1956 se publicó una resolución con fecha del 3 de agosto del
1956, mediante la cual se disolvió la División de Informaciones y se creó la Central de
Inteligencia, con dependencia directa de Jefatura de Policía, con jerarquía de
Dirección.143 El contexto histórico político enmarcaba esta definición en la caída del
gobierno de Perón, ocurrida el año anterior, con el Golpe de Estado autodenominado
por las Fuerzas Armadas como la “Revolución Libertadora”. El país, al mando de
autoridades militares tuvo como timón un objetivo claramente desperonizador como
anticomunista, “…la creación de la DIPBA se explica en el escenario de la proscripción

140
Funes, Patricia, Jaschek, Ingrid, “De lo Secreto a lo Público: La creación de la DIPBA”, en Revista
Puentes, Dossier Documentos, número 16, Comisión Provincial por la Memoria, La Plata, 2005.
141
Camarero, Hernán, La experiencia comunista en el mundo de los trabajadores, Buenos Aires: Siglo
XXI, 2007.
142
Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A, Su creación”, Carpeta Decreto Leyes y
Disposiciones, s/f.
143
Orden del Día Nº 19.434, 8 de agosto 1956. Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Legajo Nº 42,
“S.I.P.B.A, Su creación”, Carpeta Decreto Leyes y Disposiciones.

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del peronismo y la redefinición de las fuerzas de seguridad en el contexto de la Guerra
Fría”.144
La experiencia, las prácticas y antecedentes que se describieron, confluyen en la
fecha 3 de agosto considerada por la propia institución como el “Día de la Dirección
General de Inteligencia Policial”, ya que se concebía que a partir de allí se comenzó,
“… a ejercer una verdadera actividad de inteligencia acorde con la época y que en su
posterior desarrollo llegaría a ser el actual organismo donde se prevé una adecuada
funcionalidad de su actividad”.145
Fue entonces, a partir de 1956 cuando se produjeron las reformas más
significativas y estructurales, tal como la misma Dirección lo consideró en 1979. Desde
entonces, las tareas propias de la inteligencia tuvieron allí sus cambios orgánicos más
importantes, modificando desde esa fecha todo el trabajo que les correspondía, siendo
“punto de partida de la concepción que redimensionó las tareas específicas”. 146

Comunistas en la mira policial

Hacia la década del ’30 el comunismo había cobrado mayor protagonismo


dentro del movimiento obrero. Durante el período pre peronista, el Partido Comunista
alcanzó un fortalecimiento de su política, en el que miles de activistas se sumaron a sus
filas, mientras que desde la dirección del partido se encabezaron muchas luchas
gremiales, consolidándose una intensa red de agitación y propaganda. Se crearon
instituciones culturales propias del movimiento obrero y el Partido Comunista logró
posicionarse como una fuerza política de importancia dentro del proletariado
industrial.147
El crecimiento y la influencia ideológica de las ideas comunistas en el país, se
convirtieron en una de las preocupaciones a contener desde la clase gobernante. Como
parte del golpe de Estado en septiembre de 1930 el Partido Comunista fue declarado
ilegal. Si bien hacia principios de 1932 el Partido recuperó su legalidad, el estado de
prohibición y represión hacia esta corriente política-ideológica, fue una constante a

144
Funes, Patricia, Jaschek Ingrid. “La creación de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires”, en Revista Puentes, Año V, No.16, 2005.
145
Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A, Su creación”, Carpeta Decreto Leyes y
Disposiciones.
146
Archivo DIPBA… Op. Cit. pág. 80.
147
Véase, Camarero, Hernán. La experiencia comunista en el mundo de los trabajadores, Buenos Aires:
Siglo XXI, 2007.

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partir de los años ’30. Las persecuciones y la proscripción de partidos, tal como se
enunció, fueron parte del contexto de la época, situación que conllevó a un
fortalecimiento dentro de las fuerzas de seguridad para detectar al “enemigo
comunista”, siendo éste uno de los principales motivos de persecución ideológica.
La conformación de la ya mencionada, “Comisión Popular argentina contra el
Comunismo” (CPacc), en 1932, comenzó a denunciar la existencia de actividades
comunistas a través de los diarios de tendencia nacionalista “Crisol” y “La Fronda”.148
En el memorial que dicha organización acercó al Senado de la Nación, junto a un
petitorio con firmas contra el comunismo, por intermedio del senador Sánchez Sorondo,
se relevaban los orígenes del comunismo en el país y un pormenorizado listado de sus
referentes en distintos ámbitos de la sociedad civil. Nombres, apellidos y ocupaciones
de dirigentes comunistas en las fábricas, talleres, universidades, escuelas obreras y
sindicatos varios aparecían en detalle. De esta manera, dicha Comisión denunciaba las
irregularidades de la Policía de la Capital para la identificación delictiva comunista,
mientras que hacía inteligencia sobre distintas actividades, como charlas y conferencias
que realizaban los comunistas. Su objetivo era claramente impedir e interferir en la
expansión de la propaganda comunista, sistematizando información que luego era
llevada a los diarios más conservadores de la época. La información de carácter policial
era ordenada por los integrantes de la CPacc, detallando quienes ya habían sido
prontuariados por la Policía de la Capital durante el gobierno de Uriburu, por pertenecer
o simpatizar al Partido Comunista Argentino. Así, los cuestionamientos de esta
Comisión, apuntaban a la flexibilidad que tenía el gobierno de Justo frente al peligro
comunista y reclamaba la urgente necesidad de un marco legal desde donde se
prohibiera al Partido, reforzando así la propia labor policial:

“En esta época, es decir, desde el 17 de julio (cuando se crea la C. Pacc)


hasta el presente, los comunistas solo se licitan permiso para realizar 17
conferencias de las cuales 15 fueron disueltas y 7 intentos de conferencia
sin permiso de la policía fueron impedidos.” (…) La C.Pacc establece un
servicio de vigilancia a la llegada de los vapores de Montevideo y puede
comprobar que la propaganda comunista continuaba introduciéndose

148
Para un análisis sobre las particularidades políticas e ideológicas de cada publicación, puede
consultarse: Carnagui, Juan Luis, “La ley de Represión de las Actividades Comunistas de 1936: Miradas
del discurso sobre un mismo actor”, Revista Escuela de Historia, año/vol 1, número 006, Universidad
Nacional de Salta, Argentina, 2007.

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clandestinamente en el país desde Montevideo y dirigida al Club
Internacional de Marineros…”. 149

No obstante, las críticas de esta agrupación nacionalista, algunos ejemplos que


trasladan el accionar represivo hacia las ideas comunistas, pueden encontrarse en la
censura a la prensa. “Bandera Roja”, publicación de ideología comunista, fue víctima de
múltiples ataques para obstaculizar su distribución. Hacia junio de 1932, destrozos y
amenazas a sus trabajadores gráficos se sucedieron durante la madrugada por parte de
integrantes de la uriburista Legión Cívica, fuerza de apoyo paramilitar al gobierno. A
pesar que este tipo de atentados fuese recurrente, el periódico reapareció con un solo
pliego y desde su portada se concedía la responsabilidad por los destrozos al gobierno
del General Justo, “La dictadura 4144 es responsable del asalto a Bandera Roja”.150
Luego de cambios de nombres y lugares de impresión, el periódico-boletín fue
prohibido por el gobierno y se inició una causa judicial contra sus responsables legales.
“Bandera Roja” fue reemplazado por “Mundo Obrero. Diario de la mañana”. Desde las
tintas de este medio se preguntaban, “¿Saldremos Mañana?”. Este diario también fue
clausurado, intervenido con destrozos, allanamiento y detenciones de obreros. “¡Un
nuevo proceso monstruoso contra la clase obrera! ¡Ha sido clausurado Mundo
Obrero!” 151, se agitaba desde sus páginas. Intentos posteriores, como el lanzamiento de
“Frente Único, Diario obrero de la mañana”, llegó a lanzar, antes de su clausura, tres
números hacia octubre de 1932.
Estos ejemplos intentan ilustrar la preocupación por parte de la clase dirigente
sobre la circulación de las ideas comunistas y las luchas del movimiento obrero. Como
parte del descontento político, la incidencia de dirigentes comunistas en las
manifestaciones obreras, se evidenció hacia 1935 cuando una masiva huelga de
trabajadores de la construcción en Buenos Aires conducidas por referentes comunistas
se prolongó durante noventa días. Entre otros resultados, a partir de aquí se constituyó
la Federación Obrera Nacional de la Construcción. Por estos años se sucedieron
manifestaciones obreras que también reunían la adhesión de otros partidos políticos,

149
DSHCS, “Anexo, Memorial Comunismo-1932, Comisión Popular argentina contra el comunismo”, 28
de diciembre de 1932, Tomo II, Buenos Aires: Publicación del Cuerpo de Taquígrafos de la Cámara de
Senadores de la Nación, pág. 796.
150
Bandera Roja Nº 78, 24 de junio de 1932. Catálogo de microfilms de publicaciones, pertenecientes al
Centro de Documentación e Investigaciones de la Cultura de Izquierda en Argentina (CeDInCI), Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
151
Mundo Obrero, boletín s/f. Catálogo de microfilms de publicaciones del Centro de Documentación e
Investigaciones de la Cultura de Izquierda en Argentina (CeDInCI), ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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radicales, socialistas, demoprogresistas y comunistas. Para este contexto, el comunismo
había adoptado las líneas del Comintern, teniendo como objetivo la creación de Frentes
Populares en el país, ante lo cual la policía estaba muy atenta a la “infiltración roja” a
partir de esta nueva consigna internacional.
En este panorama la policía, como un actor político más, consideraba al Partido
Comunista para el año 1932 como un “verdadero peligro nacional”, tanto por su notorio
crecimiento, como por su vinculación intrínseca con la clase trabajadora del país.152 De
este modo, desde los años ‘30 todo lo calificado y considerado comunista cobró mayor
interés, para el trabajo de identificación y vigilancia policial, siendo la División de
Orden Social de la Policía de la Capital, pionera en focalizar la represión al comunismo.
Luego del 6 de septiembre de 1930, desde la Subprefectura de Seguridad, el Teniente
Coronel Don Carlos H. Rodríguez, sumó a su estructura una nueva rama: la Sección
Especial. Desde aquí, se centralizaron sus metas por extirpar la propaganda roja, cuya
función, según su propio creador, fue perseguir el “elemento indeseable” reprimiendo
sus actividades disolventes y delictuosas:

“Muchos pensaron que la Sección Especial era la antigua Sección que


pasó a depender de Orden Social y que se denominaba Orden Público;
pero puedo afirmar categóricamente que la Sección Especial fue
iniciativa del expresado militar (…). Como los comunistas habían cesado
en parte su activa propaganda, se creyó momentáneamente innecesaria la
existencia de la Sección Especial, que fue disuelta por el mismo
funcionario. El ex Jefe Coronel Luis Jorje García la volvió a poner en
funciones, con sus atribuciones anteriores”.153

Según las memorias de la policía y de la División de Investigaciones, las


actividades de la Sección Especial datan desde 1932 a 1945. La confusión sobre los
orígenes y la ambigüedad sobre la Sección Orden Político y la Sección Especial de la
policía porteña, evidencia el carácter reservado de las prácticas policiales de cambiar el
nombre a las dependencias, siendo lo secreto una característica de este tipo de
actividades en la policía.154

152
Singorelli, Vicente, “Iniciación al comunismo en Argentina”, Revista de Policía y Criminalística de
Buenos Aires, Policía de la Capital Federal, nº4-5, enero, marzo, Buenos Aires: Biblioteca Policial, 1936,
pág. 39.
153
Singorelli, Vicente, “Iniciación al comunismo en Argentina”, Revista de Policía y Criminalística de
Buenos Aires, Policía de la Capital Federal, nº4-5, enero, marzo, Buenos Aires: Biblioteca Policial, 1936,
pág. 56.
154
Kalmanowiecky, Laura, “Origins and Applications of Political Policing in Argentina”, Latin American
Perspectives, Issue 111, Volume 27, Number 2, 2000, pág. 46.

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En el afán por detectar el elemento comunista, la Sección Especial incrementó
notablemente el acopio de información y la creación de expedientes sobre aquellos
considerados comunistas; desde estudiantes hasta empleados públicos, la información
triplicó su caudal entre 1932 y 1935. La traducción y los comentarios sobre artículos
específicos catalogados por dicha ideología, también fue una de las prácticas de la
Sección Especial. 155
Como puede comprenderse, el ejercicio de inteligencia empezó a ponerse en
práctica durante toda la década del ’30, donde la identificación del “enemigo
comunista”, comenzaba a convertirse en uno de sus principales objetivos. La vigilancia,
los allanamientos ilegales, la tortura, el secuestro de información, comenzaban a hacerse
rutina en las fuerzas de seguridad policial. Mientras la Policía de la Capital a través de
estas oficinas específicas, aceitaba un mecanismo de control estatal, hacía extensivo esta
política al trabajo de las policías locales, como sucedió en la provincia de Buenos Aires.
En el circuito de información, las distintas dependencias del Ejército colaboraron para
alcanzar un mayor control sobre las actividades comunistas en el país.
El sentimiento anticomunista también puede encontrarse en los alcances
estatales del control y la vigilancia sobre distintas prácticas de sociabilidad. En esta
línea, Andrés Bisso destaca cómo la administración del gobernador de la provincia de
Buenos Aires, Manuel Fresco era comparada con las imágenes clásicas del control
totalitario, “… y con sus intenciones de entrometerse en toda práctica de sociabilidad,
incluyendo aquellas que, aunque enmarcadas por la determinación política, eran
consideradas por sus participantes como absolutamente inocentes y decentes”.156
Esta cita apunta a cómo la celebración de distintos tipos de eventos por
militantes del Partido Comunista, pic-nics, fiestas entre amigos, también fueron foco de
vigilancia y persecución por parte de una policía que no consideraba estos eventos como
prácticas “inocentes y decentes”. Este tipo de intervenciones inesperadas por parte de la
Sección Especial de la Policía, sobrevuela en el recuerdo de una histórica militante del
Partido Comunista, Fanny Edelman, cuando en la realización de un baile la policía se
apareció en el lugar y detuvo a todos los participantes, dejando folletos apócrifos en la
casa, para reforzar la argumentación ante la detención policial. “En camiones de la
policía provincial nos trasladaron al Departamento de Policía de La Plata, donde ya

155
Op. Cit, pág. 46.
156
Bisso, Andrés, Sociabilidad, política y movilización: cuatro recorridos bonaerenses 1932-1943.
Buenos Aires: Buenos Aires Libros, 2009, pág. 20.

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habían sido convocados los periodistas de todos los medios de difusión para que dieran
cuenta de los subversivos comunistas que llevaban dentro”.157
El imaginario sobre lo comunista en tanto peligroso se extendía hasta el punto de
la infiltración policial en todos los ámbitos que sus militantes pudieran transitar. La
identificación del “elemento comunista” como una amenaza al orden social, se
constituía como un imperativo y una misión que la policía debía desactivar. Reflexiones
y análisis sobre el mencionado enemigo, fueron puestas en escena en diversas revistas
de la policía, dando cuenta del interés privilegiado y de la convicción que se tenía desde
la fuerza policial con respecto a la necesidad de reprimir todo lo involucrado al Partido
Comunista.
Al igual que la revista de criminalística de la policía de la Capital, en la
provincia de Buenos Aires se exponía con esmero extensos párrafos sobre las
consecuencias del comunismo en el país. Como auxiliar de la División Investigaciones,
en 1942, Juan Berchesi,158 se dirigía a sus lectores colegas titulando un artículo
“Motivos por los cuales el partido comunista es un peligro que debe eliminarse de toda
nación civilizada”. La antigua noción de lo civilizado desplazaba rápidamente al indio y
colocaba a este nuevo enemigo como la amenaza interna de la Nación.
Para esto, el autor hacía referencia al programa de la Internacional Comunista
adoptado en Moscú en 1928, a través del cual se establecía que podía ser miembro del
Partido y la Internacional, todo aquel que respondiera a los lineamientos internacionales
y que pagase regularmente las cotizaciones. La cuestión “nacional” era el eje
argumentativo del policía al comprender que, “quien pertenezca a tal ideología y sea
miembro de la referida organización no puede hablar de argentinismo y menos aún
poseer en su interior el verdadero sentimiento de lo que es, bien entendido, el
nacionalismo puro”.159
El comunista se colocaba en el lugar de ese otro, ajeno, extranjero, sin bandera
ni patria, siendo por ende, “un peligro viviente”, que se infiltraba entre la clase

157
Edelman Fanny, Banderas, Pasiones, Camaradas. Buenos Aires: Dirple, 1996, pág. 29.
158
Según un organigrama que es parte de los legajos de la División de Orden Público de la policía de la
provincia de Buenos Aires, hacia la década de ’50, se detalló como parte de la “acción agresiva” del
Partido Comunista Argentino, un apartado que correspondía a la clasificación de “Terrorismo” y desde
allí se desprendía un subítem que aludía a “Atentados personales”, en esta clasificación se incluía un
atentado a Juan Berchesi, por aquel entonces, Inspector General de la policía de la provincia de Buenos
Aires, adjudicado a miembros del Partido Comunista. Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75,
“Partido Comunista”, año tentativo 1951.
159
Berchesi, Juan F, “Motivos por los cuales el partido comunista es un peligro que debe eliminarse de
toda nación civilizada”, Revista de la Policía de la provincia de Buenos Aires, año 1, nº9, La Plata, enero
de 1942, pág. 53.

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trabajadora y las personas que la policía consideraba de poca cultura, por lo cual las
fuerzas de seguridad debían efectuar procedimientos diarios para “extirpar” este peligro,
que de lo contrario fuese aún mayor. Este sentimiento que se traducía en las políticas
nacionales de seguridad tenía como resultado la vigilancia e inteligencia de las
actividades comunistas en el país. Así lo expresaba el mismo policía al describir las
intenciones del Partido Comunista por haberse infiltrado él mismo junto con otro
colega, en el Primer Congreso Nacional de la Juventud Argentina, realizado en la
ciudad de Córdoba, prohibido en la ciudad de Buenos Aires, en agosto de 1941. En esta
oportunidad se detallaron los nombres de todos los que integraron la comisión
organizadora del Congreso, “todos ellos prontuariados y clasificados como activos
dirigentes comunistas por la Sección Especial de la Policía de la Capital Federal y en la
Sección Orden Social Especial de esta provincia”. 160
Puede comprenderse aquí la fluida comunicación y actividades de la policía de
la Capital con la de la provincia de Buenos Aires en materia de seguridad. Al respecto,
queda establecido en el artículo que en la provincia de Buenos Aires el comunismo
como problema no tenía ya tanta importancia a raíz de la persecución que había sido
objeto por parte de la policía. Los “numerosísimos” allanamientos efectuados por la
policía de la provincia, también obtuvieron como resultado el secuestro de gran cantidad
de propaganda “netamente comunista”, como así también se efectuó la detención de
muchas personas consideradas de ideología comunista:

“… una de las más sensacionales fue la realizada el día 16 de marzo del


año actual en el Balneario de Punta Lara (…) que motivó la detención de
ciento sesenta y cinco personas, todas ellas de filiación netamente
comunista y prontuariadas en la Sección Especial de Capital Federal y
Orden Social Especial de esta provincia”.161

Todo indica que estas dependencias especiales, trabajaban mancomunadamente


en la detención y persecución ideológica en la provincia. Esta conexión entre las
dependencias policiales de la Capital y la provincia, habían sido denunciadas con
anterioridad por el senador socialista Mario Bravo, quien dio cuenta de lo imprevisible
del destino de los detenidos y de la posibilidad de aplicar las garantías legales
correspondientes:

160
Op. Cit., pág. 54.
161
Berchesi, Juan F, “Motivos por los cuales el partido…”,Op. Cit., pág. 55.

Página | 65
“Hay un intercambio de presos, la Policía de la Capital detiene a un
obrero; después que ha aprovechado esa situación para sus fines, lo ‘pone
en libertad’, es decir, lo saca de su jurisdicción y lo entrega a la
jurisdicción de la provincia de Buenos Aires. Dentro de ella ese hombre
tiene que recorrer la vía crucis de las comisarías de los 108 partidos.
Evidentemente, no en todas, pero en cualquiera de ellas con la variedad
obligada por la ubicuidad necesaria para que los jueces no puedan
determinar el paradero del presunto reo”.162

Los pic-nics, como se mencionaron, eran otro tipo de reuniones privilegiadas por
la policía para la detención masiva de personas. En el marco de uno de estos eventos
sociales organizado por la agrupación “Pro Unión Juvenil Argentina”, fueron detenidos
cientos de militantes en Punta Lara, localidad de Ensenada. La policía consideraba y
desentrañaba al pic-nic, como una fachada que encubría la reunión que trataría asuntos
organizativos del comunismo. En esta oportunidad, fueron detenidos tanto por la
aplicación del decreto provincial Nº 137, de represión a las actividades comunistas,
como por la aplicación del artículo Nº9 del edicto contravencional de policía de
Reuniones Públicas y Desórdenes logrando secuestrar publicaciones y prensa comunista
que se encontraba prohibida para el período.163
De este modo todo aludía a comprender al comunista como un enemigo que
ponía en riesgo el bienestar de la Nación, cuyas intenciones también apuntaban a
corromper las pacíficas costumbres y la moral de los buenos ciudadanos del país. Este
cuadro conllevaba a una justificación por parte del policía, al procesamiento constante
de numerosas personas, que según la fuerza policial, sin ser comunistas caían engañadas
por las artimañas de los dirigentes del partido.

162
Discurso del Senador Dr. Mario Bravo, en, La Democracia contra el fascismo. Discursos
pronunciados en el Senado con motivo de la ley de represión al comunismo, Buenos Aires: Federación
Gráfica Bonaerense, 1937, pág. 60.
163
Sobre la aplicación de este edicto véase: Tiscornia, Sofia, “Entre el honor y los parientes. Los edictos
policiales y los fallos de la Corte Suprema de Justicia. El caso de ‘las Damas de la calle Florida’ (1948-
1957)”, en Burocracias y violencia. Estudios de antropología jurídica, Buenos Aires, Colección de
Antropología Social; Facultad de Filosofía y Letras / Antropofagia, 2004.

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Los marcos “legales” de la represión

“…y ahí se llega a producirse la clausura, en estos casos perfectamente justa y


legal, sin que halla en ello arbitrariedad alguna”.164

Como parte de las restricciones legales al Partido Comunista, en la provincia de


Buenos Aires existía la resolución del Decreto N°137 del Poder Ejecutivo provincial,
“Prohibición absoluta de la propaganda Comunista”, del año 1936 y el decreto 118.693,
del siguiente año, que prohibía, “el curso dentro del territorio nacional, de la
correspondencia al descubierto, interna o internacional, que de manera directa o
encubierta apoye, sostenga, defienda o propague la doctrina, procedimientos, o hechos
favorables a la actividad comunista”. 165 Estos decretos se constituyeron, no sólo como
una política de continuidad de la aplicación de la Ley de Residencia, tal como alude
Kahan, sino en una herramienta de control legal que fortalecía las prácticas policiales en
la provincia.
Con la utilización del Decreto Nº137, la provincia de Buenos Aires aparecía
como una adelantada, frente al reclamo de distintos sectores de la sociedad sobre la
necesidad de la sanción de una ley nacional contra las actividades comunistas. “…el
comunismo profesa ideas demoledoras y disolventes del propio régimen político bajo
cuyo amparo pretende colocarse, por lo que tolerarlo en nombre de la libertad de
pensamiento equivale a conspirar contra la Seguridad del Estado y la Soberanía de la
Nación”.166 Este tipo de argumentos se encuentran en las líneas del decreto que prohibía
en absoluto la propaganda comunista en el territorio de la Provincia de Buenos Aires,
como así también desconocía a las agrupaciones o partidos de carácter comunista,
tuvieran o no como nombre dicha tendencia ideológica. Este artículo breve y ambiguo,
habilitaba a la arbitrariedad a la hora de la sanción y la persecución política por parte de
las autoridades policiales, que en todo caso, siguiendo las líneas de la ley, debían de
corroborar la vinculación de la agrupación perseguida con la Tercera Internacional.

164
Berchesi, Juan F, “Referencia del Decreto N° 137 del Poder Ejecutivo y procedimiento a seguir en
caso de infracción”, Revista de la Policía de la provincia de Buenos Aires, año 1, nº10, La Plata, marzo
de 1942, pág. 46.
165
Archivo DIPBA, Mesa C, (Varios),”, Carpeta 6, legajo 121, “Comunismo en la Argentina, s/f, folio
28.
166
Decreto Nº 137, “Prohibición absoluta de propaganda comunista”, DSHCS, 20 de mayo de 1936,
Tomo I, La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1940, pág. 414.

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Al respecto, cabe destacar nuevamente, como parte del imaginario policial sobre
el peligro eminente del comunismo en la Argentina, las reflexiones del auxiliar de
Investigaciones de la Policía de la provincia de Buenos Aires, Juan Berchesi. En su
articulo titulado, “Referencia del decreto 137 del Poder Ejecutivo y procedimiento a
seguir en caso de infracción”, del año 1942, el uniformado daba cuenta de los
procedimientos a seguir en los casos de infracción de dicho decreto, considerando de
manera preocupante los peligros que significaban el territorio las actividades “anti-
argentinas”, “para ellos es imprescindible atacar sus focos de traición, poniendo en tal
tarea toda la voluntad y energía, procediendo con toda corrección pero firmemente, para
elevar así el nivel ya muy alto del uniforme que vestimos”.167
Desde la Revista Policial, se dejaba en claro que el enemigo comunista no era un
problema menor, incitando al trabajo mancomunado de la fuerza para lograr su
destrucción definitiva. Para esto, partidos, ciudades y pueblos se catalogaban con el
espíritu de detectar o no elementos comunistas. En el caso de encontrarse alguna
sociedad considerada afín a esta ideología, la policía debía proceder de inmediato a su
allanamiento, realizándose en el local que correspondiera a la organización una amplia
requisa, para obtener aquellos elementos considerados como prueba de la ideología
existente del lugar, como así también debía realizarse la identificación a las personas
que allí se encontraban.
El procedimiento de identificación policial terminaba en la comisaría donde
pasarían a sumar las listas de los prontuariados como comunistas. A su vez, se aplicaba
un acta de contravención por la realización de reuniones públicas sin aviso a la policía:

“Los detenidos y el material secuestrado serán remitidos a la comisaría,


en cuya jurisdicción se haya realizado el procedimiento, haciéndose
comparecer, a aquéllos a los efectos de prestar una declaración amplia,
preguntándoseles, con especialidad, su ideología, y cada uno de ellos se
les sacará un juego de fichas dactiloscópicas con el correspondiente
suplemento prontuarial, encabezándose las actuaciones con el acta y
parte del procedimiento”.168

El argumento policial siempre colocaba en un lugar de salvador al agente que


identificara y desarticulara estas sociedades o agrupaciones comunistas, en el marco de

167
Berchesi, Juan F, “Referencia del Decreto N° 137 del Poder Ejecutivo y procedimiento a seguir en
caso de infracción”, Revista de la Policía de la provincia de Buenos Aires, año 1, nº10, La Plata, marzo
de 1942, pág. 45.
168
Berchesi, Juan F, “Referencia del Decreto 137…”, Op. Cit., pág. 46.

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un deber moral y el interés en la defensa del bienestar general. En los procedimientos
policiales de este tipo se aconsejaba, a fin de lograr una mejor efectividad en el
desenlace, la necesidad de estar al tanto de la existencia de tales sociedades en una
localidad que fuera parte de la provincia de Buenos Aires. Para ello, se recomendaba
prestar atención a aquellos grupos que utilizaban para referenciarse denominaciones de
carácter patriótico, como Centro Cultural y Recreativo Domingo F. Sarmiento, o
Bernardino Rivadavia o Esteban Echeverría o Alberdi. La apropiación de estos
nombres, encubría, según el policía, una conjura comunista para destruir la democracia
argentina, “…inspirada y sostenida por una fe extraviada en la falsa existencia de una
super democracia…”.169
De este modo, se incitaba a que los argentinos se comprometieran a “aplastar” y
a destruir ese “monstruo” que tenían aprisionado en sus “garras” a los jóvenes de la
patria, que a pesar de encontrarse convencidos, en verdad eran “embaucados” por la
falsedad propia del discurso comunista. Las descripciones y las clasificaciones a lo
considerado comunismo, excedían cualquier referencia al significado tradicional de un
partido político, por el contrario los sentidos argumentativos desde la policía estaban
dispuestos de manera tal que se sobredimensionaban las connotaciones calificativas para
instar claramente a una persecución que criminalizara y estigmatizara al comunismo en
todos los sectores de la sociedad. El referente político comprometido era interpretado
como aquel que no tenía noción de la realidad o uso de la razón, mientras que al
simpatizante se lo colocaba en el lugar de incrédulo, joven e inocente.
En esta línea de conceptualizaciones policiales relacionadas con lo comunista, el
senador socialista Mario Bravo, denunciaba las consecuencias sobre el mencionado
decreto provincial. La implicancia negativa del mismo era destacada por el senador, más
aún cuando quedaba en manos de las autoridades policiales la utilización arbitraria del
elemento legal:

“Allí se consideraba comunismo todo acto de organización primaria de


los trabajadores: reuniones en bibliotecas para tratar asuntos de interés
gremial, de interés cultural. Se ha desencadenado una persecución sin
cuartel contra todos los hombres que tengan alguna figuración en el

169
Op.Cit., pág. 46.

Página | 69
movimiento que el gobierno de la provincia quiere calificar de
comunista”.170

La práctica policial se convertía en un control caprichoso, el “delito” de ser


comunista era aplicado de manera extendida, condicionando el derecho a reunión, tanto
en plazas como en locales privados, como así también a las personas que eran sometidas
a la requisa policial por ser calificada como presunta culpable. Esta herramienta legal se
conformaba como un dispositivo de control precautorio, constituyéndose como un
elemento más de censura y disciplinamiento social.
Por otro lado, la vigencia de la utilización de la Ley de Residencia era antes de la
sanción de estos decretos la vía legal que sustentaba las razones del control policial
sobre actividades políticas de ideologías no afines a los gobiernos conservadores de la
época. Un ejemplo de ello, fueron las opiniones que se expresaron desde la Revista de
Policía y Criminalística de la Policía de la Capital Federal, “inspirada en toda causa que
contemple un problema de seguridad social”.171 En julio de 1935, el subcomisario Cesar
Ferrer, relataba en una serie de notas la importancia de esta ley como instrumento para
defender al país de los delincuentes y “perturbadores extranjeros indeseables”:

“Entre elementos de neto extranjerismo peligroso, se enrolaron


individuos sectarios que captaban fácilmente la opinión de las masas
trabajadoras en perjuicio de ellas mismas, y en contra de la autoridad
constituida, llegando hasta formar centros de terrorismo que culminaron
con la muerte alevosa de uno de los más preclaros jefes de policía, el
coronel Falcón”.172

La aplicación de la Ley de Residencia siempre estuvo presente, siendo su


ejecución una manera rápida de extirpara los perturbadores. En 1937, el gobierno de
Justo no dudó en su ejecución contra los principales dirigentes de los obreros de la
construcción, que eran comunistas de origen italiano, y terminaron siendo expulsados
hacia la Italia fascista.173

170
Discurso del Senador Dr. Mario Bravo, en: La Democracia contra el fascismo. Discursos pronunciados
en el Senado con motivo de la ley de represión al comunismo, Buenos Aires: Federación Gráfica
Bonaerense, 1937, pág. 59.
171
Ferrer César, “Expulsión de Extranjeros”, Revista de Policía y Criminalística de Buenos Aires, Policía
de la Capital Federal, nº1, julio, Buenos Aires: Biblioteca Policial, 1935.
172
Op. Cit., pág. 26.
173
Romero, Luis Alberto, Breve historia contemporánea de la Argentina, Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica de Argentina, 2001, pág.81

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Para sumar un elemento al complejo imaginario de la época que se despejaba en
el escenario de la década del ’30, una serie de secuestros extorsivos durante los
primeros años de dicha década comenzaron a sucederse desplegando así las respuestas
sintomáticas de la prensa que activaron el repertorio de personajes delictivos del
período.174 El secuestro y posterior asesinato de un joven de clase alta, Abel Ayerza, en
el transcurso del verano de 1932 a 1933, se conformó como el principal detonante.
De inmediato los sospechosos de siempre, anarquistas, extranjeros, fueron el
blanco de las hipótesis que condujeron hasta a la propia policía a fallidos allanamientos
de vivienda y presuntas detenciones. Ante este panorama comenzaron a reactivar las
críticas hacia “las blanduras” del Código Penal, por lo que se impulsó el lanzamiento de
un proyecto legislativo que incluía la restauración de la pena de muerte, cuyos
argumentos planteaban la represión al comunismo y al crimen organizado. Tal como
explica Lila Caimari, el caso Ayerza se conformó como un momento importante de la
historia de la relación entre la opinión pública y la justicia:

“Dos meses después del secuestro (y antes de conocer el destino


del joven raptado), el Poder Ejecutivo envió al Congreso un
proyecto de reforma del Código Penal. Proponía la introducción
de la figura de institucionalización predilectual y la expulsión de
extranjeros en estado peligroso. A esta lista, la comisión
legislativa agregó la restauración de la pena de muerte”.175

Finalmente, el proyecto impulsado por el Ministro de Justicia, Manuel Iriondo,


apoyado por la mayoría del Senado, quedó sin efecto ante la decisión negativa de la
Cámara de Diputados que impidió su sanción. A pesar de comprobar que el crimen fue
parte de una organización mafiosa siciliana, este hecho desencadenó debates que tenían
como antesala las posturas nacionalistas donde se confundía al crimen organizado, con
la revolución social y las agitaciones anarquistas y comunistas, como parte de un mismo
sujeto criminalizado y categorizado como enemigo de la nación.
Las representaciones del espíritu anticomunista de la época que encuadraban las
discusiones en el Senado, podían encontrar como referentes a las expresiones que
sustentaban aquel contexto a través de la prensa gráfica. Desde el ya mencionado diario
“La Fronda”, de carácter conservador y nacionalista creado 1919, se alertaba por el

174
Véase: Caimari, Lila, “Sucesos de cinematográficas aspectos. Secuestro y espectáculo en el Buenos
Aires de los años treinta”, en, La Ley de los Profanos, Buenos Aires: Siglo XXI, pp.209-250.
175
Caimari Lila, Op. Cit., 2007, pág. 245.

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peligro comunista y se inducía y auspiciaba la necesidad de la toma de medidas
represivas al respecto. Este espíritu era claramente apoyado por la clase gobernante y
sectores como la Iglesia Católica. En esta línea, la policía se conformaba como otro
actor político que compartía ese imaginario y también se posicionaba a favor de la
necesidad y urgencia de la sanción de una ley de represión al comunismo, bajo un
argumento que coincidía en su esencia con el pensamiento de los sectores conservadores
y nacionalistas de la época.
Puede comprenderse la existencia de un pensamiento policial que iba muchas
veces en sintonía con el de la clase gobernante, desde las manifestaciones expresadas a
través de los artículos de las diversas publicaciones de la policía. En el año de la
discusión por la sanción de una ley nacional que prohibiera a las actividades
comunistas, desde la revista de Policía y Criminalística, Vicente Singorelli, autor de la
nota y empleado de la División Investigaciones, relataba la historia del comunismo,
siendo éste un texto considerado por la dirección de la revista, como un acto que
demostraba la acción policial por los valores patrióticos ante la lucha contra el enemigo
comunista. En uno de los párrafos se destacaba:

“Para combatir sistemáticamente este funesto enemigo de la Nación y de


sus instituciones, debe comenzarse a inculcar a los niños desde la edad
temprana y cuando dan sus primeros pasos en las aulas, el amor a la
patria y a la sociedad en que viven, prohibiendo a los maestros toda
indiferencia en ese sentido y, principalmente, toda manifestación pública
de simpatía hacia las ideologías disolventes, como ha ocurrido en otros
tiempos”.176

La nota finalizaba con un pedido explícito al Congreso de la Nación para la


sanción de una ley que contuviera a la actividad comunista en el país. Se destacaba la
importancia de la existencia de una ley que reprimiera, eliminara y paralizara por
completo la “propaganda roja” que se entendía como un medio perturbador de hogares
obreros, que a su vez atentaba contra los cimientos de la nacionalidad.
El mismo autor de la nota dibujó un organigrama del Partido Comunista a nivel
Internacional para dimensionar la presencia de dicho Partido. De estos “focos”
comunistas, se desprendían las organizaciones que se consideraban como base ilegal,
por ejemplo la Liga Antiimperialista, sindicatos, bibliotecas y organizaciones obreras,

176
Singorelli, Vicente, “Iniciación al comunismo en Argentina”, Revista de Policía y Criminalística de
Buenos Aires, Policía de la Capital Federal, nº4-5, enero, marzo, Buenos Aires: Biblioteca Policial,
1936, pág. 40.

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estudiantiles, entre otras. Este estilo ilustrativo para explicar, comprender y detectar al
comunismo como un enemigo que se expandía mundialmente y sus organizaciones en la
Argentina, fueron reformuladas años más tarde cuando se tomó la decisión de crear la
Central de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Hacia el mes de marzo de 1936, en dicha revista se manifestaba un incremento
de la actividad comunista, por lo que se había prestado especial atención desde la labor
policial durante todo el año 1935. En la nota “Memoria de la Jefatura de Policía”, se
destacaba la importancia que estaba tomando el comunismo en Sudamérica, haciendo
alusión a que dicho Partido se había convertido en un objetivo de principal interés para
la policía.
Un apartado especial destacaba la acción comunista, donde se relevaba
detalladamente las alianzas del Partido Comunista con otros partidos de la oposición,
como los radicales, socialistas y los demócratas progresistas. A su vez, se hacía hincapié
en la influencia del partido en provincias como Córdoba, Buenos Aires y la región del
litoral. La influencia bolchevique era detectada tanto desde el sector de la clase obrera,
como desde el sector estudiantil universitario a través de la agrupación Insurrexit, que
pertenecía la Federación Universitaria Argentina y su influencia en los secundarios, a
partir de la creación de una sección estudiantil como parte de la Federación Juvenil
Comunista. A su vez, la asociación de la condición de judío a la de comunista, era
frecuentemente mencionada en la descripción detallada del panorama del comunismo
para la época. Ante el contexto internacional, los grupos idiomáticos, habían pasado a
un segundo plano, a excepción del judaico; considerado como uno de los grupos que se
fortalecía ante la lucha antisemitista y antifascista. Desde la mirada policial, este eje era
considerado como una máscara que cubría las verdaderas intenciones del comunismo.
Las asociaciones comunismo- judaísmo, van a ser recurrentes en la historia de la
inteligencia policial.177 Los análisis de inteligencia dieron cuenta del sujeto comunista,
en un sentido amplio, desentrañando este sujeto en plural a partir de las clasificaciones y
categorías que la policía consideró como colaterales al Partido Comunista.
La conformación de las células sindicales como directiva del Comité Central del
Partido, eran destacadas por el estudio policial, siendo un objetivo de particular atención

177
Véase, Kahan, Emmanuel, Unos pocos peligrosos sensatos. La Dirección de Inteligencia de la Policía
de la provincia de Buenos Aires frente a las instituciones judías de la ciudad de La Plata, La Plata:
EDULP, 2008.

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para la fuerza de seguridad. Tal como se expresa a continuación, la temática era
destacada en un tono alarmante por el Jefe de Policía Interino de la Capital:

“He querido abundar señor Ministro en estos antecedentes para


señalar el peligro que importa esa prédica disolvente en un país
cosmopolita como el nuestro abierto a esas tentaciones. La
propaganda ponzoñosa y sus libelos circulan subversivos, circulan
libremente por el país burlando con facilidad disposiciones de la
aduana si son de origen extranjero”.178

De este modo, la insistencia en la necesidad de un marco legal para la represión


de las actividades comunistas era claramente manifestada desde sectores como la
policía. Teniendo como antecedente el decreto provincial que ya estaba en vigencia, se
pensaba insuficiente esta medida para poder contener la propaganda criminal comunista
a una escala mayor, “La represión de esta tendencia requiere medidas de carácter legal
que ya son necesarias y que ejercitadas en todo el territorio del país, puedan ponerlo en
cubierto de los peligros a los que está expuesto”.179
El análisis que se exponía desde la mencionada revista resaltaba las intenciones
del Partido Comunista en Argentina, en su pretensión por conformar los Frentes
Populares, bajo los lineamientos directos de Moscú. Hacia el primer trimestre de 1936,
se interpelaba por la sorprendente evolución del Partido Comunista, a lo que
consideraban producto de su infiltración en las filas de los partidos de la oposición,
como táctica para la creación del partido único del proletariado. Una vez más se
refutaba, a modo de ofensiva, la intolerancia hacia el comunismo, por lo que se aclaraba
que “… los que aman la patria de verdad no le han de tolerar esa usurpación.”180
Estas expresiones se comprendían como la antesala de la discusión de la ley de
represión al comunismo en el Congreso Nacional. En junio de 1936, el senador de la
provincia de Buenos Aires, representante por la Concordancia, Matías Sánchez
Sorondo, presentó el proyecto de ley de represión al comunismo en la Cámara de
Senadores de la Nación. Sin embargo, a esta propuesta, le antecedía otro proyecto
presentado él mismo en el año 1932. Éste, inspirado en la legislación de Estados

178
Danierie, Francisco, “Memoria de la Jefatura de la Policía correspondiente al año 1935”, Revista de
Policía y Criminalística de Buenos Aires, Policía de la Capital Federal, nº 6, Buenos Aires: Biblioteca
Policial, 1935, pág. 56.
179
Singorelli, Vicente, “Iniciación al comunismo en Argentina”, Revista de Policía y Criminalística de
Buenos Aires, Policía de la Capital Federal, nº4-5, enero, marzo, Buenos Aires: Biblioteca Policial, 1936.
180
“Los Frentes Populares de Europa obedecen a maniobras del Partido Comunista”, Revista de Policía y
Criminalística de Buenos Aires, Policía de la Capital Federal, Nº 6, abril-mayo-junio, Buenos Aires:
Biblioteca Policial, 1936, pág. 63.

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Unidos, resaltaba la existencia en el país de una ofensiva comunista, y otorgaba en
calidad de prueba, la existencia de las publicaciones “La Protesta” y “Bandera Roja”,
calificadas como las preconizadoras del “oro moscovita subvencionándola, y
rubricándola con la sangre de sus víctimas”.181 Referencias que continuaban con las
apreciaciones “monstruo moral”, “fiera lanzada como un flagelo sobre la sociedad”, de
las que se valía el senador para inducir sus convicciones a un acuerdo generalizado en el
parlamento. La balanza del bien y el mal colocaba al enemigo comunista como un
“alienado” que merecía su erradicación, a modo preventivo ante un presunto alzamiento
colectivo o el asesinato en masa, siendo así el comunismo un factor desenfrenado de la
criminalidad, que no se condescendía con los postulados de la República:

“Yo creo que un hombre que predica a sangre fría el asesinato en masa
para cambiar el estado político de un país, no puede vivir ni pertenecer a
una comunidad organizada bajo los dictados de nuestra civilización. (…)
la existencia pública, pacífica, protegida, de las organizaciones
comunistas que reclutan sus prosélitos en el hampa tenebrosa, los
disciplinan, en sus agrupaciones y los estimulan con su impunidad
(Aplausos)”.182

De esta manera, se retomó y se reprodujo con fuerza este proyecto presentado


cuatro años después, a lo que se sumaba al actual contexto los decretos de prohibición
del comunismo ya sancionados en algunas provincias del país. El senador introdujo el
mismo proyecto en junio de 1936 con un tono apocalíptico, donde ubicaba su
insistencia pasada en la sanción de una ley que contuviera, entre otras cosas, la
propaganda considerada subversiva, como premonitora de la envergadura política
alcanzada por el comunismo a nivel internacional y nacional. “No es un misterio para
nadie que la situación social, en estos últimos tiempos, tiende a agravarse en todo el
mundo, y que buena parte de la acción que la perturba corresponde al comunismo”.183
Finalmente este proyecto pasó a las comisiones de Códigos y de Legislación, hasta que
fue nuevamente discutido hacia el mes de noviembre del mismo año. En esta
oportunidad, durante el debate desarrollado en el Congreso de la Nación, los defensores
del proyecto de ley marcaron una línea política de pensamiento que se encuadraría

181
Sánchez Sorondo, Matías, Proyecto de Ley “Represión a las actividades Comunistas”, DSHCS, 1º de
septiembre de 1932, Tomo II, Buenos Aires: Publicación del Cuerpo de Taquígrafos de la Cámara de
Senadores de la Nación, 1933 pág. 40.
182
Op. Cit., pág. 41
183
Sánchez Sorondo, Matías, “Represión del Comunismo y sindicación gremial y patronal”, DSHCS, 4 de
junio de 1936, Tomo II, Buenos Aires, Imprenta y Encuadernación del Congreso Nacional, 1936, pág.
260.

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posteriormente al momento de caracterizar y localizar al “elemento comunista” en la
provincia de Buenos Aires, por parte de los agentes de inteligencia policial. En las
discusiones parlamentarias se utilizaban antecedentes sobre la existencia un movimiento
obrero violento, calificado como el “terrorismo de las masas obreras”, al mencionar la
lucha de los trabajadores durante la Semana Trágica y los sucesos de la Patagonia. El
imaginario argumentativo de la existencia de una clase obrera violenta y apátrida, era
delineado en aquel presente con la influencia del comunismo en su seno, influencia que
debía ser erradicada de raíz.
En su extensa exposición que se transcribió en los diarios de sesión del Senado
de la Nación, Sánchez Sorondo daba cuenta, además de su anticomunismo, su postura a
favor de las ideas fascistas184. En un recorrido por la historia del comunismo, el senador
relevó distintas clasificaciones que permitían encontrar “elementos comunistas” en
distintos niveles. Nuevamente la utilización de una especie de mapeo de organizaciones,
también tendría las mismas características y utilizaría las mismas categorías que veinte
años después la Central de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires,
consideraría en su lucha para la represión y persecución del comunismo.
De modo que, en las organizaciones consideradas por el senador como
‘colaterales’ al Partido Comunista, se incluían a: “Comité Pro Ayuda a España, la
Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), La Asociación
Femenina Antiguerra (AFA), la Federación Universitaria Argentina (FUA), la
Federación Argentina de Estudiantes Secundarias y Especiales (FAESE), la Junta de
Defensa de la Producción, Escuelas Obreras, la Organización Popular Contra el
Antisemitismo y Procor, una agrupación judía”.185
Sin embargo, a lo largo de las discusiones parlamentarias, la oposición al
proyecto encabezado por los senadores del Partido Socialista y del Partido Demócrata

184
En el anexo de antecedentes, inserción solicitada al proyecto de Ley por el senador Sánchez Sorondo,
se toma como paradigma de seguridad a la organización de la policía alemana, “Para valer por el
cumplimiento de sus decisiones y para asegurar su autoridad, todo Estado tiene necesidad de una policía
fuerte y fiel. Pero la fuerza pública de la Alemania moderna no sólo debe estar continuamente preparada
para intervenir en la ejecución de las órdenes del gobierno; debe ante todo, y en la medida de lo posible,
mantenerse en estrecho contacto con la parte sana de la población…”. Sánchez Sorondo, Matías,
“Proyecto de ley, informe y antecedentes”, DSHCS 26 de noviembre de 1936, Tomo III, Buenos Aires,
Imprenta y Encuadernación del Congreso Nacional, 1936, pág. 558.
185
Carnagui, Juan Luis, “La ley de Represión de las Actividades Comunistas de 1936: Miradas del
discurso sobre un mismo actor”, Revista Escuela de Historia, año/vol 1, número 006, Universidad
Nacional de Salta, Argentina, 2007, pág. 27.
El Procor se fundó en el año 1924, como “Organización de ayuda a la productivización de las masas
judías desclasificadas de la URSS”, al respecto véase, Ubertalli, Jorge Luis, El enemigo rojo. La
represión al comunismo en la Argentina, Avellaneda, Acercándonos Editorial, 2010, pág.71.

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Progresista fue argumentando y desentrañando el objetivo a largo alcance de la ley. A
partir de observar los antecedentes negativos que tenían la vigencia de los decretos
contra el comunismo, tanto en la provincia de Buenos Aires, como en Salta y Mendoza,
donde el derecho individual y colectivo a expresarse o reunirse, y la persecución por la
concepción pre establecida del presunto culpable, eran parte del manejo arbitrario de
una policía que, enmarcada en los lineamientos legales de la ley, resultaba cometer la
mayor de las ilegalidades. De modo que, la represión a las actividades consideradas
comunistas, también servía de etiqueta para extender este tipo de prácticas represivas
hacia la clase trabajadora en su totalidad. Finalmente este proyecto obtuvo su sanción en
el Senado de la Nación, pero fue obstaculizado por la Cámara de diputados.186
Durante el golpe de Estado del 4 de junio de 1943, el movimiento obrero
continuó siendo un foco de represión. Un ejemplo de la persecución desatada hacia
luchadores sociales y políticos, y comunistas en particular, fue la detención de éstos y
su traslado a la Unidad Penal n° 9 de Neuquén, a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional.187
A su vez, en este período la solidaridad con la Unión Soviética en el marco de
una lucha solidaria e internacional, llevó a una permanente visibilización del Partido
Comunista Argentino, a través de diversas campañas y manifestaciones contra la guerra
y el fascismo. En este marco, una decena de miles de personas fueron llevadas a prisión,
siendo la mayoría de ellas comunistas:

“…cientos de mujeres colmamos las celdas del Departamento de Policía


de La Plata, del Asilo San Miguel en la Capital y en otras cárceles del
país, mientras que los hombres fueron alojados en el campo de
concentración de Martín García, en las cárceles de Neuquén, la Sección
Especial y otras”. 188

Ya hacia 1945, previo a las elecciones convocadas para 1946, fue restablecido el
funcionamiento de los partidos, se levantaron clausuras a diarios y los presos políticos
fueron puestos en libertad. Sin embargo, aunque en 1945 el decreto que reprimía las
actividades comunistas en la provincia de Buenos Aires, fue derogado, existió todo un
marco legal, que si bien en su letra, su significado era amplio para la determinación de
186
Romero, Luis Alberto, Breve historia contemporánea de la Argentina, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires, 2001.
187
En relación a la historia de los presos políticos trasladados a la cárcel de Neuquén, véase: López,
Horacio, Los presos de Neuquén, 1943-1945, Buenos Aires: Cuadernos Marxistas, 2008.
188
Edelman, Fanny, Banderas. Pasiones. Camaradas… Op. Cit., pág. 88.

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un sujeto a perseguir, fueron instrumentos cuya especificidad era obligadamente
definida en la propia práctica policial.
En este sentido, la Ley Nacional 13.985 del año 1950, incorporada al Código
Penal, que penaba a aquellas personas cuyos actos fueran entendidos como traición a la
patria, espionaje y/ o sabotaje, también se conformó como un marco legal para el
control, donde la figura delictiva se contemplaba como enemiga de la Nación. 189 Esta
ley fue considerada, posteriormente, por personal de la propia dependencia de
inteligencia provincial, como un “apoyo en cuanto al agente comunista incursione esos
campos”.190
En esta línea, la Ley Nacional 14.400, “Actos o reuniones públicas” de 1954, es
otro ejemplo donde se habilitaba la posibilidad de impedir o reprimir, aquellos actos o
propaganda política, que tendiera a la alteración del orden y la tranquilidad pública. 191
Estas medidas, involucraban decisiones arbitrarias en el momento de su aplicación,
donde todo hecho considerado contrario a los intereses del pueblo, también debía ser
disuadido por la policía.
Sumado a esto, como se mencionó la continuidad de la Ley de Residencia, el
decreto Nacional de Delitos contra la seguridad del Estado, aplicado por ejemplo, para
ilegalizar huelgas obreras, y la puesta en vigencia de los edictos policiales, se
convirtieron en estrategias de represión, siendo consecuentes instrumentos del poder
policial.
De modo que, hacia las décadas del ’40 y del ’50, la policía tuvo un papel activo
en cuanto al control y la persecución de personas y organizaciones consideradas fuera
de la órbita del gobierno peronista. A partir dela División Orden Público de la policía de
la provincia, la conformación de ficheros con legajos que contenían información de
carácter sindical, junto a los antecedentes de cada conflicto obrero, fueron indicios de
una implementación más sistematizada sobre el control social y político. Todo lo
concerniente al “factor comunista”, comenzó a ser recopilado por las distintas Secciones
de este período, constituyéndose luego en el acervo documental de la Central de
Inteligencia provincial. Junto al crecimiento de dichas dependencias específicas de
acopio de información, la represión policial hacia aquellas organizaciones y personas

189
Ley Nº 13.985, “Reprime los delitos contra la seguridad de la Nación”, en: Anales de la Legislación
Argentina, Tomo X-A, La Ley: Bs. As, 1950.
190
Archivo DIPBA, Mesa C, Varios, Carpeta 6, Legajo 121, “Comunismo en la Argentina”, pág.29
191
Ley Nacional 14.400, “Actos o reuniones públicas”, en: Anales de la Legislatura Argentina, Tomo
XIV-A, La Ley: Bs.As, 1954, pp. 267-269.

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consideradas antiperonistas, ya se sostenía también en un sistema de registro criminal en
el orden de lo político, de manera más organizada.

Conclusiones
Hacia la desarticulación del “enemigo interno”

La amenaza al “orden social” constituida durante este medio siglo por el factor
bolchevique y el crecimiento del poder soviético en la URSS, desplegaba un marco
legal represivo en la Argentina cimentado, desde el concepto histórico de “enemigo
interno” asociado a la condición de extranjero, anarquista, comunista, desde finales del
siglo XIX. Estos elementos fueron parte de la identidad del Estado Nación, que pronto
privilegiaría la incorporación de las policías secretas o políticas tanto durante gobiernos
democráticos como autoritarios. La mirada, en el sentido de vigilancia, comenzaba a
inscribirse en la disciplina policial para la indagación, inspección e identificación
permanente del criminal político.
A lo largo de los distintos gobiernos tanto a nivel nacional, como provincial
bonaerense, la concepción del “delincuente político”, tuvo sus condescendencias con la
mirada policial. Sin embargo, tal como se expuso, también estaba claro que la policía
fue un actor fuerte y convencido en la necesidad de la sanción de leyes represivas que
contuvieran a los “elementos subversivos disolventes”. Como también se privilegió la
mirada en el actor comunista desde la década del ’30 por parte de la policía, al
comprenderlo como un eslabón más de la potencia soviética, infiltrado en el país. Luego
del Golpe de Estado de 1930 se incrementó la cantidad de detenciones a militantes
sociales y políticos, situación que dinamizó una lógica organizativa hacia el interior del
Partido Comunista, donde las prácticas solidarias se convirtieron en la cotidianeidad de
muchas mujeres militantes del PC en el Socorro Rojo192, quienes visitaban y llevaban
comida a los presos en las cárceles y comisarías, como así también a los torturados en la
Sección Especial contra el comunismo.193
No obstante, el trabajo de inteligencia tuvo su base en dicho imaginario
concebido por la clase gobernante, la iglesia y los sectores nacionalistas, siendo las

192
“El Socorro Rojo Internacional (SRI), creado en 1921 por la Internacional Comunista como servicio
social internacional y defensor de los prisioneros políticos, fue disuelto en Argentina en 1937 y
suplantado por la Liga Argentina de los Derechos del Hombre (LADH)”, Ubertalli, Jorge Luis, El
enemigo Rojo. La represión al Comunismo en la Argentina, Avellaneda: Acercándonos Editorial, 2010,
pág. 53.
193
Edelman, Fanny… Op. Cit. pág. 25.

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fuerzas de seguridad un factor más cuya genealogía identitaria, en tanto protectora de lo
político y proveniente de la existencia de un saber del Estado194, buscó la conformación
de sujetos ciudadanos adecuados a los valores patrios que eran el sentir de la Nación.
Para ello, fue preciso el carácter represivo del Estado, expresado a través de las fuerzas
de seguridad y de la conformación de una policía militarizada, vertical y disciplinada,
constituida como un elemento institucional de control, coerción y ordenamiento de la
sociedad.
Fue así como se apostó a una modernización de la policía, desde la creación de
la Policía de Investigaciones, entendiendo la necesidad de crear una rama específica que
dependiera directamente de la fuerza de seguridad, pero que se dedicara a todo aquello
que competía exclusivamente con la prevención y represión del delito. Esta división
entre una baja policía, dedicada a cuestiones sanitarias, defensa civil, administrativas,
municipales, asistencia social, etc. y una alta policía, vinculada con cuestiones delictivas
y políticas, reforzaba así la idea de que “la policía debía controlar la población y
combatir el delito para contrarrestar la lentitud de la justicia penal y sus
consecuencias”. 195
A su vez, tal como destaca L’ Heuillet, la policía no se conformó en una fuerza
bruta ni un instrumento desprovisto de voluntad. Se la puede entender aquí como una
“…forma de saber y de inteligencia de la política (…). La alta policía designa en efecto
en primer lugar la policía de inteligencia”.196
Esta concepción se encontró materializada en la creación de distintas
“secciones” tanto a nivel nacional, como provincial, dependencias de seguridad que
estaban estrechamente vinculadas y que desde la especificidad institucional que las creó
comenzaron a relevar informes sobre actividades catalogadas como comunistas,
subversivas, sindicales, dando cuenta de la preeminencia en el control del movimiento
obrero en general, siendo en muchos casos documentación de carácter reservado,
secreto y confidencial. Tal es así el caso de los expedientes sobre informes del sector
“Orden Social y Político” de la Policía Federal y de Gendarmería Nacional, entre los
años 1939 y 1959, que se encuentran hoy en el Archivo Intermedio, del Archivo
General de la Nación, donde se detectó que la documentación está catalogada según una

194
Hélene L’ Heuillet, Baja Política, alta Policía, un enfoque histórico y filosófico de la policía, Buenos
Aires: Prometeo, 2010, pág. 19.
195
Dr. L. Gámbara, “La represión”, Revista Policial de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, octubre de
1938, pp.65-69.
196
Hélene L’ Heuillet, Baja Política, alta Policía, un enfoque histórico y filosófico de la policía, Buenos
Aires: Prometeo, 2010, pág. 19.

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normativa militar. En este sentido, “se puede estar hablando de una lógica de
funcionamiento estatal que, más allá de gobiernos de facto o democráticamente
elegidos, no logra nunca despegarse de un sesgo fuertemente autoritario, arbitrario y
elitista”.197
Como se mencionó, la reforma policial hacia fines de la década del ‘40, llevada
a cabo por el Jefe de la policía de la provincia, Adolfo Marsillach, dejó como legado un
claro sesgo verticalista, disciplinar y militar en la fuerza de seguridad. La identificación
del enemigo en el sujeto comunista, fue tomada con fuerza por el Jefe de la “División
Orden Público”, y docente de la Escuela Superior de Oficiales, Enrique Gracia, quien
imprimiría en generaciones de policías un anticomunismo acérrimo sustentando en este
caso, desde la escolaridad policial. La noción de “enemigo interno”, también fue objeto
de conferencias desde finales de la década del ’40, como parte de la influencia en el país
de las interpretaciones del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Francia, sobre el
Partido Comunista.198
La “tarea de informar”, fue concebida desde el peronismo, como un aspecto
fundamental para el desenvolvimiento del gobierno, a través de la Oficina de
Informaciones de Estado. A partir de la División de Orden Público de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires, la Oficina de Informaciones de la misma, apuntó a
centralizar e integrar información clasificada, que competía a los intereses del Estado
provincial y su enlace con el Nacional. De esta manera, la existencia de organismos que
garantizaban la coordinación informativa, comenzaba a ser una política de seguridad del
Estado.
A su vez, el espíritu anticomunista de la época pudo evidenciarse en las
discusiones asentadas en los diarios de Sesiones del Senado de la Nación, a través de
las transcripciones de los debates parlamentarios. Estas fuentes referencian y
complejizan las propias representaciones de la clase gobernante que precedieron o no a

197
Nazar, Mariana, “La accesibilidad documental y sus limitaciones legales: los documentos secretos en
la Argentina”, ponencia presentada en el IV Congreso de Archivología del Mercosur, Huerta Grande,
Córdoba, 2003, pág. 6.
197
Al respecto, Gabriela Costazo explica como, “El diario de sesiones es la transcripción del debate
parlamentario, y al mismo tiempo, constituye una transposición genérica (del género conversacional al
texto)”. Costazo Gabriela, “Lo inadmisible hecho historia. La Ley de Residencia de 1902 y la Ley de
Defensa Social de 1910”, en, Revista Alambre. Comunicación, cultura e información, Nº 4, noviembre
de 2010. http://www.revistaalambre.com/.
198
Véase, Robin Marie- Monique, Escuadrones de la muerte. La escuela francesa, Bs. As: Sudamericana,
2005.

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la sanción de una ley. Éstos se conformaron como parte de la cocina ideológica desde la
cual se sustentaron, en este caso, los argumentos contra el comunismo.199
La historia institucional de la DIPBA, se inscribe en las reflexiones, discusiones
y definiciones políticas a lo largo de un siglo XX caracterizado por una secuencia de
gobiernos de facto articulados con la ejecución de legislación represiva. De la mano de
esto, las reformas en la estructura policial apuntaron a mejorar la labor en el control y
disuasión de aquellas actividades, organizaciones y personas, consideradas
históricamente como subversivas, perturbadoras, extremas, disolventes, etc. Estos
factores de carácter social, político y policial fueron contribuyendo a la puesta en escena
de un imaginario criminalizador que demandaba por control, legislación, represión y
prohibición de las actividades y propaganda anti- argentina, ubicando en esta grilla a
partir de los años ’30, principalmente a los comunistas. En este sentido, “la relación
entre Golpes de Estado de las Fuerzas Armadas, legislación represiva y modificaciones
en la estructura policial, se verifica en cada época profundizándose a partir de los años
sesenta”.200 A su vez, las distintas jerarquías y nominaciones que recibieron las
dependencias policiales creadas para la recolección de información, el control y la
inteligencia, tuvieron una relación directa con los vaivenes políticos e institucionales de
la Argentina. La priorización de la función y el mejoramiento, en tanto organización de
la inteligencia policial, estuvo estrechamente vinculada con una mirada ideológica de
país, donde el sospechado, y por lo tanto peligroso y vigilado, fue variando también,
como pudo encontrarse en los diversos registros y antecedentes de la DIPBA:

“El pasaje de «orden» al de «información» y éste al de «inteligencia»


que, a manera de hipótesis inicial, acompañó el tránsito en la
denominación del sujeto de la espía: del «delincuente político», el
«delincuente social» o el «comunista» genérico, al «delincuente
subversivo» y más tarde al «delincuente terrorista»…”.201

De manera que, con el paso de las décadas los mecanismos de inteligencia se


fueron perfeccionando y poniendo a disposición para comprender la génesis y la lógica
del comunismo en el país. Es decir, hacia 1956 a la detección y represión del

200
Funes, Patricia, “‘Secretos, confidenciales y reservados’. Los registros de las dictaduras en la
Argentina. El Archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires”, en,
Quiroga, Hugo y Tcach, César (comps.), Argentina 1976-2006. Entre la sombra de la dictadura y el
futuro de la democracia, Homo Sapiens Ediciones: 2006, pág. 205.
201
Op. Cit., pág. 204.

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“delincuente comunista”, le antecedía un dispositivo normativo, político y policial que
había comenzado su derrotero desde principios de siglo.
A su vez, en la provincia de Buenos Aires, como veremos a continuación, toda
una ingeniería aplicada a la estructuración de la inteligencia, de la mano del
crecimiento organizativo policial en la provincia, fue puesta en marcha a partir de la
creación de la Central de Inteligencia de la policía de la provincia de Buenos Aires.

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IV. Capítulo II: “La ingeniería de la inteligencia policial”
Introducción

La centralización de información y la necesidad de la creación de organismos


orientados a tal fin, comenzó a ser una prioridad hacia el año 1955. Luego del Golpe de
Estado que depuso al presidente Juan Domingo Perón, las Fuerzas Armadas reforzaron
en materia de seguridad las políticas tendientes a la creación de dependencias policiales,
bajo el mando del poder militar, cuya finalidad exclusiva fue el acopio y la generación
de información de carácter político-social.
Frente a un contexto internacional de Guerra Fría, el país, al mando de las
Fuerzas Armadas, ubicó la mira en los sectores comunistas, junto con el objetivo de
desperonizar la Argentina. La puesta en escena de un esquema represivo apuntaba hacia
todo lo considerado “subversivo”, donde la “amenaza comunista” se reforzó bajo la
influencia del paradigma internacional-occidental, conocido como la Doctrina de
Seguridad Nacional (DSN), ineludible para las apreciaciones de las fuerzas militares y
policiales de nuestro país.
A su vez, la llamada “Escuela Francesa”, fue el medio de adoctrinamiento de
militares argentinos y latinoamericanos durante la década del ’50. Las nuevas técnicas y
teorías que comenzaban a instalar la llamada “guerra moderna”, se inscribían en un
contexto, donde hacia 1954 sobre veinte Estados de Latinoamérica, trece estaban
gobernados por militares. 202
En este marco, las definiciones del aparato de inteligencia y control político sobre
las organizaciones comunistas, estuvieron atravesadas por un fuerte contexto
internacional que implementó una serie de políticas represivas, aplicadas por los
distintos gobiernos de América Latina. El andamiaje jurídico represivo, junto con las
definiciones de profundizar en materia de política interna de seguridad, tuvieron como
resultado la creación de una serie de instituciones, como la Central de Inteligencia de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires y la Secretaría de Informaciones del Estado
(SIDE), entre otros organismos de información e inteligencia, que se convirtieron en
instrumentos de “policiamiento interno”.203 Subordinadas históricamente a las Fuerzas

202
Rouquié, Alain, El Estado militar en América Latina, Bs. As: Emecé, 1984.
203
Sain, Marcelo Fabián, “Condiciones institucionales del control parlamentario de las actividades y
organismos de inteligencia del Estado”, en, Seminario sobre Control Democrático de los organismos de
Seguridad Interior en la República Argentina, Documentos de Trabajo, Buenos Aires: Centro de Estudios
Legales y Sociales (CELS), 1997.

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Armadas, durante las décadas del ‘60 y el ’70, la militarización de estas instituciones
fue luego un aspecto esencial para alcanzar el más eficaz y operativo esquema
represivo.204
Por su parte, el Partido Comunista en la Argentina supo adaptarse y generar
estructuras en función de la misma clandestinidad que conllevaba el estado de represión
vigente. Un ejemplo de ello lo demuestra la impresión y distribución semanal durante
varios años, de cincuenta o sesenta mil ejemplares del periódico comunista “Nuestra
Palabra”. A pesar de que el gobierno formó una comisión especial para frenar su
circulación en la década del ’50, el PCA supo ingeniárselas para garantizar su
distribución. Inclusive algunos de estos periódicos se imprimieron en un taller de
gráfico de la localidad de Avellaneda, donde hasta la misma Policía Federal imprimía
allí su revista.205
En este capítulo, se hará un recorrido por aquellos factores políticos e históricos
que fueron construyendo un esquema de inteligencia cada vez más planificado y que
condujeron, finalmente, a la militarización del manejo de la información y a la
conformación del espionaje político como un aspecto fundamental para la consolidación
de un aparato represivo.
La propuesta abarca el período 1955-1962, comprendiendo las diferencias,
rupturas y continuidades entre el primer gobierno provisional, al mando de las Fuerzas
Armadas (1955-1958) y el período siguiente bajo la conducción del gobierno
constitucional electo, con el peronismo proscripto, presidido por Arturo Frondizi, quien
representó la fórmula por la Unión Cívica Radical Intransigente.
A partir de este panorama nacional, se hará foco en la provincia de Buenos Aires
teniendo en cuenta las políticas de seguridad implementadas desde mediados de la
década del ’50 en adelante. Las distintas normativas implementadas que habilitaron una
red de comunicaciones en materia de seguridad y que apuntaron fuertemente a combatir
el comunismo, serán parte del análisis, como el lugar que ocupó el ejecutivo provincial
y la creación de la Central de Inteligencia de la policía de la provincia en 1956. A su
vez, se relevarán las normas y disposiciones que para este contexto se hicieron

204
Con respecto a esta temática y sobre un análisis de las Fuerzas Armadas en la actualidad, véase: Sain,
Marcelo Fabian, Los votos y las botas. Estudios sobre la defensa nacional y las relaciones civil-militares
en la democracia argentina, Buenos Aires: Prometeo, 2010.
205
Sicilia, Luis, “Prólogo”, en: Domínguez, Pablo, Codovilla, Victorio, La ortodoxia comunista, Buenos
Aires: Capital Intelectual, 2006.

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imprescindibles, en el afán por lograr una eficaz operatividad en el funcionamiento y en
el esquema de inteligencia policial.

“La Libertadora”: hacia una redefinición del enemigo

“El saldo positivo de este período debe buscarse, no solamente en la posición y


en las medidas anticomunistas del Gobierno, sino, principalmente, en el
reingreso de la Nación en el mundo Occidental Cristiano y Democrático”
(Archivo DIPBA, Mesa C).206

La conspiración política-militar contra el gobierno peronista llegó a su desenlace


con la denominada “Revolución Libertadora”, que se inició el 16 de septiembre de
1955, a lo que sumaba como antecedente los ataques en junio de ese año, donde cientos
de civiles murieron como consecuencia de la violencia militar anti-peronista.207 En
aquel primer intento golpista, el propio Perón acusó a los comunistas por la quema de
iglesias durante la violenta jornada de junio.208 Finalmente, el 23 de septiembre se
produjo en nuestro país el golpe de Estado bajo la conducción de las Fuerzas Armadas,
al mando del general Eduardo Lonardi y el contraalmirante Isaac F. Rojas, que depuso
al entonces presidente Juan D. Perón. El General Lonardi, estuvo cincuenta días en el
cargo de presidente y fue reemplazado por el general Pedro Eugenio Aramburu, quien
por un lado se propuso profundizar la desperonización del país, y por el otro, “ensayó
un sistema de alianzas con los partidos filiados en la tradición liberal-democrática que
bregaron por ésta y abrió el debate sobre la reforma del orden político”.209
A partir del Golpe de 1955, de la mano de la intensificación en materia
represiva, se buscó terminar con la identidad peronista. Con la sanción del decreto
nacional Nº 3855, quedó efectiva la disolución del partido peronista masculino y

206
Archivo DIPBA, Mesa C, Varios, “Comunismo en la República Argentina”, Carpeta 6, legajo 121,
folio 31, se estima el año1961, por los indicios históricos relevados en el propio legajo, folio 34.
207
En 1951 parte del Ejército liderado por el General Benjamín Menéndez, se sublevó en un intento de
golpe de Estado, hacia el final del primer gobierno peronista. En relación a las circunstancias que llevaron
al golpe de Estado de 1955, veáse: Spinelli, María Estela, Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la
‘revolución libertadora’, Bs. As: Biblos, 2005.
208
Al respecto se pueden consultar las declaraciones del PCA realizando un descargo de estas acusaciones
en “Nuestra Palabra”, 21 de Junio de 1955. Citado en, Barbero, Héctor, Godoy, Guadalupe, “La
configuración del enemigo interno como parte del esquema represivo argentino. Décadas de 1950 –
1960”, en Cuadernos de Trabajo Nº 55, Departamento de Derechos Humanos, Centro Cultural de la
Cooperación, Floreal Gorini, Buenos Aires: Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos,
junio 2003.
209
Spinelli, María Estela, Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la ‘revolución libertadora’, Bs.
As: Biblos, 2005, pág. 16.

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femenino, al considerar que, “la finalidad sustancial de la Revolución Libertadora, ha
sido reintegrar al país a la vigencia plena y actual del derecho”.210 Bajo la convicción en
la necesidad de restaurar la tradición “occidental y cristiana” al país, se identificó al
gobierno depuesto como un sistema totalitario, siendo el partido su instrumento de
acción y organización estatal. La Constitución Nacional reformada en 1949 se derogó
mientras que el peronismo, su propaganda, símbolos e iconografía, quedaron proscriptos
por dieciocho años. La intervención de la CGT y los fusilamientos en 1956 a militares
peronistas en el basural de José León Suárez y de Lanús, fueron las primeras medidas
para desterrar al peronismo de las clases populares.211
Como parte de los objetivos del gobierno de la llamada Revolución Libertadora
(1955-1958), la visión de la seguridad fue vinculada a las cuestiones políticas internas
del Estado, donde se comenzó a dar “un proceso de militarización de los organismos de
seguridad y de información e inteligencia del Estado”.212 La intervención de las Fuerzas
Armadas en el sistema político, que priorizó la proscripción del peronismo para su
funcionamiento, también se instauró sobre la base y la influencia de doctrinas castrenses
importadas. En primer lugar desde la Escuela Superior de Guerra de Francia y luego
desde la Doctrina de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, cuyos objetivos
apuntaron a identificar y desterrar al enemigo de carácter internacional, el Partido
Comunista y sus afinidades.213 Las órdenes impartidas por la potencia del norte en el
plano militar para los ejércitos americanos, incluía la definición de los “nuevos
enemigos” de la región, siendo para esta época el “enemigo ideológico”, direccionado
desde la URSS a quien había que combatir. En 1951 el Congreso de Estados Unidos
dictó la Ley Nº165 de Seguridad Mutua. A partir de aquí se establecía, entre otras cosas,
el intercambio de material bélico entre naciones americanas, mientras que el ejército
norteamericano podía ir a los países del continente que establezcan este intercambio en

210
Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, Nº 3855, “Disolución de los partidos peronistas, masculino y
femenino”, en: Anales de la Legislatura Argentina, 24 de noviembre de 1955, Tomo XV-A, Buenos
Aires: La Ley, pág. 602.
211
Véase, Walsh, Rodolfo, Operación Masacre, Buenos Aires: Ediciones de la Flor, 1972.
212
Sain, Marcelo Fabián, “Condiciones institucionales del control parlamentario de las actividades y
organismos de inteligencia del Estado”, en, Seminario sobre Control Democrático de los organismos de
Seguridad Interior en la República Argentina, Documentos de Trabajo, Buenos Aires: Centro de
Estudios Legales y Sociales (CELS), 1997, pág. 142.
213
Como parte de la impronta anticomunista liderada por Estados Unidos, existió la American Lideration
of Labor (AFL/CIO), cuyo objetivo era formar líderes sindicales latinoamericanos anticomunistas, y el
Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo libre (IADSL), que entre otras cosas, financió
programas sindicales anticomunistas. Para profundizar en las estrategias anticomunistas en el
sindicalismo de América Latina, véase, Bossa, Juan Alberto, “Trabajo silencioso. Agencias
anticomunistas en el sindicalismo latinoamericano durante la Guerra Fría”, Revista Conflicto Social,
Instituto de Investigaciones Gino Germani, UBA, Año 2, Nº2, diciembre 2009, pp. 45-75.

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términos de “misión militar” y “asesoramiento”, en el combate contra la “subversión
interna”.214 En 1960 se realizó un encuentro entre comandantes latinoamericanos, desde
allí se definió que las reuniones cobraran una sistematicidad mayor entre las naciones
para definir una articulación militar a nivel regional.215
De esta forma, el estigma del enemigo interno en nuestro país concentró la
preocupación de los militares al mando de la inteligencia nacional y provincial,
situación que derivó en conferencias, material de estudio, mapas y análisis históricos
sobre el comunismo en el país y en el mundo. La mirada sobre el sujeto comunista en
los mandos militares estuvo atravesada en primer lugar por la conocida “doctrina
francesa”.
Luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial en 1945, el mundo
quedó dividido entre dos superpotencias, Estados Unidos, como representante del
capitalismo mundial, y la Unión Soviética, de bandera comunista. 216 El enfrentamiento
entre ambas y las características que éste fue tomando, conformó a la denominada
Guerra Fría. En este contexto, la atención mundial estuvo pendiente ante la amenaza
latente de una tercera guerra de carácter nuclear. Sin embargo, la competencia por la
hegemonía pudo resolverse, en principio, entre ambas potencias con acuerdos que
tácitamente mantenían “la paz”, delimitando las zonas de influencia soviética, por un
lado, y la zona de influencia norteamericana, por el otro.
El nuevo escenario internacional comenzaba a presentar otro tipo de guerra,
otras formas de llevarla a cabo. En esta línea se inscribieron las interpretaciones del
Estado Mayor de las Fuerzas Armadas francesas, en lo que denominó “guerra
moderna”. Las estrategias elaboradas por el ejército francés como consecuencia de las
guerras de independencia de Indochina (1946-1954) y Argelia (1954-1962), fueron
luego parte del asesoramiento a las dictaduras militares en distintos países, entre ellos
Argentina.217 Las poblaciones, los civiles, se convirtieron en los blancos sospechados,

214
Winer, Sonia,Carroli Mariana, López Lucía, Martínez Florencia, “Estrategia militar de Estados Unidos
en América Latina”, Cuadernos de Trabajo, Nº66, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini,
Buenos Aires: Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, junio de 2006, pág.13.
215
Estas reuniones cobran vigencia hasta la actualidad, donde Estados Unidos se posiciona
estratégicamente para imponer una agenda en materia de Seguridad y Defensa, hoy dominada por la lucha
por el denominado “narco terrorismo”. Winer, Sonia, et.al, Op. Cit., pág.14.
216
Véase, Hobsbawm, Eric, Historia del Siglo XX, Buenos Aires: Crítica, 2011.
217
Al respecto, puede consultarse, Mazzei, Daniel “La misión militar francesa en la Escuela Superior de
Guerra y los orígenes de la Guerra Sucia, 1957-1962”, en Revista de Ciencias Sociales, Nº13,
Universidad Nacional de Quilmes, 2000. También, Ranalletti, Mario y Esteban Pontoriero, “La
normalización en materia de defensa y seguridad y la criminalización de las disidencias (1955-1976)”, en
V Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente, Buenos Aires, UNGS, 2010.

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ante la posibilidad latente de ayudar a las guerrillas. De modo que la noción de enemigo
evidenció un cambio en el paradigma tradicional militar; éste ya no era identificable, no
era posible reconocerlo como un soldado con uniforme y fusil; no existía un frente de
batalla, era una guerra de superficie donde el enemigo era interno y toda la población se
volvía sospechada. Estas características de enfrentamiento demandaron a los militares
franceses pensar en diversas estrategias de control territorial.218 En este sentido, la
inteligencia se volvió esencial, habilitando diversas prácticas de interrogatorio donde se
incluía la tortura y la desaparición de personas para la obtención de información.
Desde 1951, militares de distintos países viajaron a formarse en la Escuela de
Guerra francesa, entre ellos argentinos, en un contexto que tuvo su apogeo hacia 1956.
“Como quiere ser una respuesta concreta a las amenazas universales que engendra la
Guerra Fría, ‘la doctrina francesa’, adquiere desde sus comienzos una dimensión
trasnacional…”.219 Las tácticas y estrategias militares de control y represión del
enemigo interno, se enmarcaron en una concepción política ideológica que involucró a
nuestro país en un modelo dictatorial de poder.
Los militares argentinos, en principio, se formaron ante la certeza del desenlace
de una tercera guerra mundial, ya que este tipo de “enemigos”, organizados en lo que
también se denominó “guerra revolucionaria”, aún no eran reconocidos por los militares
en nuestro país. De esta forma, el general argentino Alcides López Aufrac, quien
participó en la Escuela Superior de Guerra de París, entre los años 1957 y 1959, se
refirió a la situación de nuestra región para ese período:

“En América Latina, nosotros no conocíamos ese género de problemas.


Había luchas políticas, a veces violentas, pero no del tipo subversivo,
porque el Partido Comunista todavía no había comenzado su infiltración.
No conocíamos la importancia de la población en este género de
guerra”.220

Esta caracterización aludía al carácter preventivo que adquiría la formación


policial y militar para esta época, donde se analizaba la posibilidad cercana de una
Tercera Guerra Mundial, por lo que la Argentina era proclive a convertirse en un
territorio fértil para posibles ataques del Partido Comunista, sostenidos por el bloque

218
Robin, Marie Monique, Escuadrones de la muerte. La escuela francesa, Bs. As: Sudamericana, 2005,
pág. 57.
219
Op. Cit, pág. 226.
220
Op. Cit, pág. 224.

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soviético. A partir de aquí, la población comenzó pensarse como un potencial enemigo,
y para contrarrestar confrontaciones o complicidades civiles, para las fuerzas de
seguridad inspiradas en la doctrina francesa, la inteligencia fue un aspecto privilegiado
en el combate de lo que luego sería llamado, “guerra subversiva”.
En este sentido, otro de los aspectos que contempló el proceso de
desperonización iniciada por “la Libertadora”, incluyó el cambio de la doctrina de
defensa, que durante el peronismo había sido establecida como “Doctrina de Defensa
Nacional”. El acercamiento militar a Estados Unidos, se había iniciado durante el
gobierno de Perón, que caracterizaban a este país como una Nación defensora de los
valores occidentales. Con “la Libertadora”, se consolidó este proceso de afianzamiento
geoestratégico, mientras que la “incorporación a la OEA, la firma de tratados de
cooperación militar y asistencia técnica marcaron la entrada del ejército argentino en la
Guerra Fría a partir de 1956, a favor del mundo occidental y cristiano”.221
Del mismo modo, para este contexto, la Doctrina de Seguridad Nacional ideada
por los Estados Unidos, fue parte de los intereses de esta Nación por mantener el control
mundial, siendo el comunismo el enemigo declarado universalmente. Esta doctrina
apuntaba a la formación de los ejércitos latinoamericanos para combatir la amenaza
subversiva, en la llamada Escuela de las Américas en Panamá, que tomó oficialmente
ese nombre, United States Army School of the Americas (USARSA), en 1963. Desde
aquí se preparaban para la “guerra interna” de acuerdo a las concepciones del
Pentágono, dedicando un tiempo desmesurado, como describe Rouquié, al
anticomunismo y al adoctrinamiento pro norteamericano: “no sólo los cursos de ‘guerra
contrarrevolucionaria’ insisten en la denuncia del enemigo, sino que incluso los cursos
técnicos (intendencia, radio, etc.), enfatizan la amenaza comunista”.222 Las prácticas de
interrogatorios, la tortura, la inteligencia, la infiltración, la desaparición de personas,
fueron los legados de estas doctrinas, que devinieron en la formación de ejércitos
preparados para la represión política e ideológica en la mayoría de los países de
Latinoamérica.
Hacia 1956, en nuestro país se efectivizaron diversos acuerdos y compromisos a
nivel internacional en la lucha contra el comunismo. Los contactos de colaboración se

221
Barbero, Héctor, Godoy, Guadalupe, “La configuración del enemigo interno como parte del esquema
represivo argentino. Décadas de 1950-1960”, en Cuadernos de Trabajo Nº 55, Departamento de
Derechos Humanos, Centro Cultural de la Cooperación, Floreal Gorini, Buenos Aires: Ediciones del
Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, junio 2003, pág.28.
222
Rouquié, Alain, El Estado militar en América Latina, Bs. As: Emecé, 1984, pág.155.

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efectuaron con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), con el envío de un delegado
argentino hacia Estados Unidos y la realización, para aquel año, de dos cursos de
especialización en materia de inteligencia y política de seguridad anticomunista. 223 La
formación y preparación militar incidió en el modelo político de país al mando de las
Fuerzas Armadas. La necesidad del adoctrinamiento se vio reflejada también, a partir de
la sanción de leyes y decretos que apuntaron, por un lado a la construcción de una
infraestructura de inteligencia reservada principalmente al control del factor político, y
por el otro, a la continuidad de leyes prohibitivas que afectaban directamente a partidos
como el comunista.
En esta línea, la fundación de la Secretaría de Informaciones de Estado,
mediante un decreto nacional el 20 enero de 1956, se inscribió como una medida
política cuya prioridad residió en garantizar la información considerada necesaria para
el gobierno Nacional, donde la dimensión de lo secreto continuó siendo el medio que
habilitaba la obtención de documentación y registro político. Según este decreto, todas
las dependencias de información política y/o personales cesaban en sus funciones,
debiendo entregar todo el material de archivo y documentación en general, en un plazo
de setenta días, a la Secretaría de Informaciones de Estado.224 A partir de este
organismo, todas las demás dependencias nacionales y provinciales de seguridad debían
enviar la información a la Secretaría, siendo esta dependencia el enlace directo con la
Presidencia de la Nación.
El secreto, en tanto requisito para la existencia de los Estados dictatoriales,
puede convertirse en “una práctica social destructiva que se traga a aquellos que se
oponen y a aquellos que resisten, a aquellos que adhieren y a los que son
indiferentes”. 225 Es así como la dimensión de lo secreto cobraba aquí el sentido de la
generalización del oponente, instalando el concepto del “enemigo potencial”, donde
reforzando la teoría de la Doctrina Francesa, toda la población se volvía sospechada.
Los propósitos de este organismo estaban orientados a centralizar y coordinar la
actividad informativa integral. Su misión radicaba en clasificar, seleccionar, analizar y
distribuir información entre los organismos competentes, “que produzcan los diversos
servicios de informaciones de las Fuerzas Armadas, los Ministerios civiles, las

223
Archivo DIPBA, Mesa C, Varios, “Comunismo en la República Argentina”, Carpeta 6, legajo 121,
folio 31, se estima el año1961, por los indicios históricos relevados en el propio legajo.
224
Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, nº 776, “Fundación de la Secretaría de Informaciones”, en:
Anales de la Legislatura Argentina, Tomo XVI- A, 20 de enero de 1956, Bs. As: La Ley, pág. 126.
225
Giraud, Claude, Acerca del Secreto. Contribución a una sociología de la autoridad y del compromiso,
Buenos Aires: Biblos, 2006, pág. 81.

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gobernaciones de provincia y aquellas que obtenga por medios propios”.226 En el caso
de los Ministerios Civiles, podían disponer de un propio organismo de información, de
carácter público, debiendo mantener el vínculo permanente con dicha Secretaría.
Otro aspecto dentro de la restructuración en materia de seguridad interna del
gobierno de “la Libertadora”, fue el decreto nacional Nº2447, sobre la coordinación de
servicios policiales. Este decreto incidía en la necesidad de la colaboración entre las
distintas fuerzas y por ende apuntaba al alcance de un mecanismo más fluido en materia
de comunicación e intercambio de datos. De modo que, “la Gendarmería Nacional, la
Prefectura Nacional Marítima y la Policía Federal debían prestarse recíproca
colaboración y asistencia en las funciones policiales y de seguridad”.227 A partir de la
sanción de este decreto, quedaba instalada la División de coordinación policial
dependiente del Ministerio del Interior. A su vez, a esta dependencia pasaron toda la
documentación existente en los disueltos Consejo Federal de Seguridad y la Dirección
Nacional de Seguridad, creados durante el gobierno peronista, que fueron derogados el
mismo día, mediante el Decreto Ley Nº 2444.228
Como parte de la creación de este tipo de organismos a nivel nacional, el 13 de
abril de 1956 se fundó la Dirección de Informaciones Antidemocráticas (D.I.A),
dependiente de la Secretaría de Informaciones de Estado (S.I.D.E). Dicha Dirección
surgió como una rama específica en la búsqueda de material y control político, cuyos
fines fueron orientados particularmente a la lucha anticomunista. 229 Asimismo, se creó
en el mes de octubre mediante el Decreto Nacional Nº 18.787, la Junta en Defensa de la
Democracia, cuya finalidad se centró en determinar personas y/o entidades consideradas
de ideología antidemocrática.230 Para esto, la Junta debía reunir el material de prueba
que constatare la resolución de calificar a determinada entidad como antidemocrática.
Lo “antidemocrático” apuntaba claramente hacia aquellas acciones vinculadas con el
peronismo, como así también con el comunismo, líneas políticas que para los militares
de esta época no diferían mucho entre sí, sino por el contrario, se sostendría luego que el

226
Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, nº 776, Op. Cit., pág. 125.
227
Decreto Ley Nacional Nº 2447, “Coordinación de servicios policiales”, en: Anales de la Legislatura
Argentina, Tomo XVI- A, 9 de febrero de 1956, Bs. As: La Ley, pág. 154.
228
Decreto Ley Nacional Nº 2444, “Supresión del Consejo federal de Seguridad, y de la Dirección
Nacional de Seguridad”, en: Anales de la Legislatura Argentina, Tomo XVI- A, 9 de febrero de 1956, Bs.
As: La Ley, pág. 154.
229
Archivo DIPBA, Mesa C, Varios, “Comunismo en la República Argentina”, Carpeta 6, legajo 121,
fecha tentativa 1961, folio 31.
230
Decreto Ley Nacional Nº 18787, “Junta en Defensa de la democracia”, en: Anales de la Legislatura
Argentina, Tomo XVI- A, 10 de octubre de 1956, Bs. As: La Ley, pp. 1038-1040.

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“régimen peronista, (…) servía muy bien a la instauración del marxismo en el país”. 231
De modo que, como medida complementaria a esta Junta, se definió prohibir los actos
públicos del Partido Comunista Argentino (PCA). Sin embargo, esta Junta fue disuelta,
decreto mediante, en 1958, ya que al considerarse limitados sus resultados se resolvió
no mantener su funcionamiento.232
Durante este período la implementación de medidas que apuntaron a garantizar
una estructura de información se fue complementando con otras que directamente
restringieron las acciones del Partido Comunista. Desde un aspecto diplomático,
hubieron medidas que se posicionaban en declaraciones formales en rechazo hacia
determinadas figuras del escenario político estatal, pertenecientes a la Unión Soviética.
Un ejemplo de ello, corresponde a la declaración de persona no grata al Agregado Naval
de la Embajada de la URSS, Alexandre Morosov, en abril de 1956, al considerar que
desarrollaba actividades “para lograr información calificada sobre defensa
nacional…”.233
En cuanto a las medidas concretas, se efectivizaron clausuras a locales
vinculados al Partido Comunista, considerados como “colaterales” al mismo,
persecución y encarcelamiento de sus dirigentes. En septiembre de 1956 fueron
realizados en simultáneo varios procedimientos policiales. La finalidad de estas
acciones se centraba en recaudar información que pudiera incriminar la participación de
organizaciones allegadas al comunismo. Así, las personas que se encontraban en los
diversos locales “colaterales” al PCA fueron detenidas por un breve período. No
obstante la arbitrariedad de la encarcelación en operativos de este tipo, principalmente
se secuestraba la documentación existente que luego sería clasificada, analizada
exhaustivamente y guardada en las dependencias policiales de inteligencia tanto
provincial como nacional. La intervención a locales fue una constante en 1956. Hacia el
mes de noviembre de ese año, a raíz de la realización de huelgas convocadas por el
“Movimiento Pro- Democratización e Independencia de los Sindicatos”, se llevaron a
cabo operativos policiales en algunos comités del Partido Comunista a los fines de
secuestrar información y “a efectos de reunir elementos probatorios”.234
Al allanamiento y clausura de locales, la detención de dirigentes y el secuestro
de documentación, se sumó la censura a la prensa, a partir de la implementación de

231
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 31.
232
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 32.
233
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 32.
234
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 33.

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condiciones para el diario comunista, “La Hora”. Como parte de las medidas restrictivas
para controlar su circulación se dispuso que, “con el fin de coartar la libertad de acción
del citado periódico, se adoptaran medidas encubiertas para restringirle la concesión de
la cuota de papel”.235
La necesidad de secuestrar información del comunismo respondía a la obtención
de material de prueba que pudiera criminalizarlo, aunque el Partido Comunista
Argentino no estaba prohibido. Según consta en los legajos de la DIPBA, se reconoce
que en distintas oportunidades se propusieron decretos para declarar la ilegalidad del
PCA y controlar al comunismo, pero no se llegó a un acuerdo unánime entre los
ministros. Esto recién sucedió en 1959 bajo el gobierno constitucional de Arturo
Frondizi.
Durante este periodo, en los meses posteriores al derrocamiento de Perón en
1955, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires estuvo fugazmente a cargo del
Coronel Arturo Ossorio Arana, completado por el escribano Juan María Mathet,
mientras que el Coronel Emilio Bonecarrere asumió el mando provincial a partir de
noviembre de 1955. Bajo el decreto de Intervención Nacional de la Provincia, en la
conducción a cargo de Ossorio Arana, los postulados de “la Libertadora”, se pusieron en
práctica, siendo deber de la provincia apuntar a “desarmar la estructura del llamado
Estado Justicialista y su correspondiente doctrina nacional”.236 En relación a las
instituciones policiales y de seguridad, se suspendieron los estatutos y fueron
declarados en comisión los jefes superiores, jefes y oficiales de la Policía de la
Provincia y de la Dirección General de Establecimientos Penales. 237 A su vez, la
reforma policial de la provincia efectuada durante el peronismo, si bien se había
orientado a una identificación con el “descamisado”, trasladando la impronta peronista
en la policía, también había incorporado una dimensión disciplinaria y jerárquica que,
paradójicamente, fue funcional a la persecución de los militantes del gobierno depuesto
a partir de 1955:

“…muchos de los jefes y oficiales formados durante la era Marsillach no


tuvieron inconvenientes en dejar de lado aquella parte del contenido social e
igualitario del ideario peronista que habían aprendido en conferencias, cursos

235
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 33.
236
Barba Fernando, Demaría Massey, María Elena, La provincia de Buenos Aires 1910-1987, La Plata:
Gobierno de Buenos Aires, Archivo de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Ricardo Levene, 1987, pp.93-
94.
237
Barba Fernando, Demaría Massey, María Elena, Op. Cit., pág. 94.

Página | 94
y visitas del jefe policial reformador, utilizando la organización heredada de
aquél para cumplir ahora con los objetivos de control social que requerían las
autoridades de la “revolución libertadora” y otras de signo antiperonista que
le sucedieron”.238

Como parte de las medidas que procuraron desperonizar también las fuerzas de
seguridad en la provincia, se dejó cesante a muchos miembros del personal policial. De
los 19.092 policías de la provincia existentes, según los registros de 1952, quedaron
17.405 efectivos hacia 1955,239 siendo a su vez derogado el Código de Justicia Policial,
creado durante el peronismo.240
Asimismo, la intervención dispuso crear una Comisión Investigadora en la
provincia para estudiar la conducta de ex magistrados, legisladores, funcionarios, etc.
La Suprema Corte de Justicia también tenía amplias atribuciones, entre ellas el
allanamiento de domicilios, disponer detenciones, solicitar el auxilio de la fuerza
pública, incautar e intervenir libros y contabilidades y todo lo que fuera requerido para
la investigación. En 1952, durante el segundo gobierno de Perón, el Poder Judicial de la
provincia de Buenos Aires había sido intervenido al no acatar sus magistrados los
principios de la “doctrina justicialista”. Con la toma del poder del gobierno de “la
Libertadora”, fueron nuevamente removidos los cargos de las cúpulas de la justicia
tanto a nivel nacional, como provincial, siendo parte del plan de gobierno que apuntaba
a desperonizar todas las instituciones estatales.241
De este modo, en diciembre de 1955 por medio del decreto de Intervención
Nacional Nº 3603, la División de Orden Público, dependencia policial que durante el
peronismo tenía la función de recopilar toda la información tendiente al “factor
político”, quedó disuelta. A partir de aquí, un funcionario de las Fuerzas Armadas fue

238
Barreneche, Osvaldo, “La reforma policial del peronismo en la provincia de Buenos Aires, 1946-
1951”, en Desarrollo Económico, Revista de Ciencias Sociales, vol.47, Buenos Aires: IDES, 2007, pág.
246.
239
“Evolución histórica de la fuerza efectiva de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, 1933-2005”,
en: Departamento Estadística. Dirección Provincial de Personal de la Provincia de Buenos Aires.
240
Barreneche, Osvaldo, “Por mano propia. La justicia policial de la provincia de Buenos Aires en el
primer peronismo”, en Sociohistórica, Cuadernos del Centro de Investigaciones Socio Históricas, Nº 25,
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, La Plata: EDULP, 2009, pp. 123-152.
241
Sobre el proceso de peronización y desperonización de la justicia en la provincia de Buenos Aires,
véase: Stagnaro, Andrés, “La justicia peronista sin Perón. Peronización y desperonización del Poder
Judicial bonaerense. Jornadas de Investigación, “Leyes, Justicia, e Instituciones de Seguridad en la
Argentina”, 6 y 7 de diciembre 2011, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UNLP.
Ponencia no publicada, pp. 1-25. Con respecto, al período del primer peronismo y la relación con la
justicia, veáse: Marcilese, José, “El poder judicial bonaerense en el primer peronismo: de la autonomía a
la dependencia”, en Revista de Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Facultad de
Humanidades Lester y Sally Entin, Escuela de Historia. Instituto de Historia y Cultura de América Latina,
volumen 18, 2007-2008, pp.1-31.http://www.tau.ac.il/eial/.

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quien intervino el organismo, cuyo objetivo se centró en “…reestructurar, seleccionar
personal, etc., manteniendo el personal de las UU.RR, con dependencia del funcionario
interventor”.242 En el reemplazo de la División de Orden Público, se creó el Servicio de
Informaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, con jerarquía de
Dirección, debiendo coordinar su funcionamiento con otro servicios equivalentes de las
Fuerzas Armada, las Unidades Regionales de la policía, entre otras dependencias que
debían estar a disposición de la entrega de información que fuera requerida por dicho
organismo. El 8 de agosto de 1956, según la Orden del Día Nº 19.434, se publicó una
resolución del día 3 de agosto, mediante la cual se resolvió crear la Central de
Inteligencia, con jerarquía de Dirección, en reemplazo del anterior organismo, con
dependencia directa de la Jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.243
Desde entonces, la Central de Inteligencia comenzó a desarrollar una estructura
cada vez más consolidada hacia los fines de la persecución, manteniendo siempre las
facultades de criminalización y espionaje político, elementos innatos que fueron parte
de su nacimiento en la década del ’30. La importancia de la “información”, e
“inteligencia” comenzaba a convertirse en el objetivo preeminente para el gobierno de
“la Libertadora”, que a modo heroico intervenía para recomponer el orden político, la
democracia, occidental y cristiana y para combatir el desenfreno de la oleada comunista
en el mundo y el país. Fue hacia este período cuando el proceso del trabajo en
inteligencia fue reconocido por la propia institución, como el momento en que se
comenzó “a ejercer una verdadera actividad de inteligencia acorde con la época…”.244
Luego de la aprobación de la estructura sobre el funcionamiento orgánico de la
Central de Inteligencia por la Jefatura de Policía, se definió la confección de 200
folletos explicativos sobre su organización y objetivos, como parte de la relevancia y
complejidad que se consideraba que dicha dependencia debía adquirir. La confección de
folletos fue de carácter secreto, y debían ser enviados a los Jefes de las Unidades
Regionales, Comisarías y a los delegados y subdelegados de la Central de
Inteligencia.245

242
Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A, Su creación”. Carpeta Decreto Leyes y
Disposiciones, s/f.
243
Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A, Su creación”. Carpeta Decreto Leyes y
Disposiciones, s/f.
244
Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A, Su creación”. Carpeta Decreto Leyes y
Disposiciones, s/f.
245
Orden del Día Nº 19.546, 18 enero de 1957, “Central de Inteligencia, apruébese la estructuración
sobre su funcionamiento. Impresión de folletos secretos”, Ministerio de Gobierno, Policía de la Provincia

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Desde la revista Policial de la Provincia de Buenos Aires se destacaba la
creación de la Central de Inteligencia en el marco de agilizar los organismos que
conformaban la policía provincial. Entre sus fundamentos se describía como prioridad la
necesidad de estar informado de la situación general de la Provincia y la Nación. Se
hacía hincapié en la conveniencia de la existencia de un organismo técnico el cual debía
estar capacitado para, “… el estudio de la inteligencia que requiera la Policía, como
organismo de ejecución en la obtención de informaciones que faciliten la conducción
policial y proveer, a la vez, al P.E provincial de todos aquellos datos de utilidad para la
confección y ejecución de su plan de gobierno”.246
De manera que, se reconocía la necesidad de un organismo capaz de disponer la
información de manera ágil, veraz y responsable, que enmarcado en la “ideología
democrática”, superara visiones pasadas sobre las actividades políticas, culturales,
religiosas y sociales. Era destacable, como se privilegiaba desde lo discursivo la
creación de la Central de Inteligencia, en el marco de un paradigma democrático donde
la “información” y la “inteligencia”, eran aspectos sustanciales para el buen
desenvolvimiento de los gobiernos. Esta interpretación contrae la idea de que para
gobernar es preciso conocer, definición que conlleva de inmediato al carácter preventivo
del gobierno, acción inherente a las fuerzas de seguridad. En este sentido, tal como
interpreta Hélene L’ Heuillet, si el informe político de inteligencia era un instrumento
para gobernar, implicaba que gobernar era, ante todo, prever.247

de Buenos Aires, La Plata: Museo Policial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires “Inspector
Mayor Dr. Constantino Vesiroglos”, pág.10.
246
“Creose la Central de Inteligencia”, en Revista de Policía, Provincia de Buenos Aires, La Plata:
septiembre de 1956, pág. 14.
247
Hélene L’ Heuillet, Baja Política, alta Policía, un enfoque histórico y filosófico de la policía, Buenos
Aires: Prometeo, 2010, pág.29.

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Del “peligro comunista” y otras derivaciones

“Indiferencia, de un sin número de personas que no alcanzan a comprender los


peligros que se ciernen sobre la Humanidad y en consecuencia, no se dedican a
estrechar filas frente el enemigo común. De la reacción de esas personas, dependen, en
gran parte, el futuro de la humanidad” (Archivo DIPBA, Mesa C).248

Hacia el final del peronismo, la prensa oficialista instaló al Partido Comunista en


el “bando enemigo”. Su propaganda “clandestina” fue difundida y se lo vinculó con
grupos terroristas universitarios que la policía había detenido en varias manifestaciones,
intensificadas luego del ataque en junio de 1955 al gobierno peronista.249 Desde el PCA,
se repudiaban los actos de censura y represión que sufrían sus militantes, aunque, tal
como interpreta Spinelli, el ataque de la oposición al gobierno orquestado en junio, fue
criticado por el comunismo, al considerarlo como un enfrentamiento contra el pueblo en
manos de la oligarquía y el imperialismo, a lo que se respondió con un llamado al
diálogo para la “convivencia democrática”.250
Luego del golpe de Estado, el Partido Comunista continuó sus relaciones de
solidaridad con la Unión Soviética. Su prédica se instaló en una fuerte denuncia sobre el
carácter antipopular del gobierno y sobre la expansión del imperialismo norteamericano,
como amenaza para la paz mundial. Paradójicamente, desde las filas del ejército y las
fuerzas de seguridad en general, el “enemigo rojo” se convertía en la amenaza declarada
oficialmente desde el poder provisional bajo la conducción de las Fuerzas Armadas en
la Argentina. En esta línea, los comunistas fueron acusados por tejer alianzas con el
peronismo proscripto y hasta de participar en el levantamiento de junio de 1956 contra
el régimen golpista. Estas acusaciones incrementaron las persecuciones hacia el partido,
mientras se fomentaba un clima anticomunista que fortalecía sus alianzas a nivel
internacional.
De este modo, el comunismo aparecía en la escena nacional como un elemento
que atentaba a la Nación, en tanto era considerado como parte de un proceso de

248
Archivo DIPBA, Mesa C, Varios, “Comunismo en la República Argentina”, Carpeta 6, legajo 121, s/f,
folio 27.
249
Spinelli, María Estela, Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la “revolución libertadora”,
Bs.As: Biblos, 2005, pp. 244-245.
250
Op. Cit, pág. 245.

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destrucción de los elementos básicos de la civilización occidental, cristiana y de su
forma de vida.251
Las apreciaciones sobre el comunismo cobraban hacia este período histórico un
grado de mayor interés político en las Fuerzas Armadas que detentaban provisoriamente
el poder. A diferencia con las décadas del ’30 y del ’40, en que se alertaba sobre una
amenaza aún “latente”, hacia mediados de la década del ’50 se hacía extensiva la
preocupación sobre el poder real en el que se esgrimía el Partido Comunista en la
Argentina, siendo la Unión Soviética una potencia mundial. Como parte de una
transición de esta mirada que competía a los alcances “reales” del comunismo como un
peligro global, fue convocada una conferencia en la Escuela Superior de Policía de la
Provincia de Buenos Aires, en diciembre de 1956. “El Comunismo en la Provincia”, se
titulaba la disertación a cargo del Director de Investigaciones, Inspector General,
Antonio Rascio, donde se atravesaron ejes relacionados con el desarrollo del
comunismo; su sistema de trabajo; el porvenir de esta ideología en la provincia y
supuestas soluciones ante esta “problemática”. La preocupación manifiesta por la
policía en aquel entonces, situaba al comunismo como un tema que preocupaba a los
pueblos del mundo y así se situaba una vez más al “peligro rojo” en sintonía con la más
grave amenaza que existía para el continente americano.
A lo largo de la exposición, el Jefe de Investigaciones de la Policía, disertaba
con un mapa que reflejaba el organigrama político del comunismo a nivel internacional,
nacional y provincial. Esta herramienta de análisis inducía luego a derivaciones de
índole delictivas que vinculaba determinadas organizaciones “colaterales” al Partido
Comunista con los distintos niveles de peligrosidad según su identidad. Este tipo de
exposiciones se encuentran de manera similar en un mapa de organizaciones comunistas
del año 1932, publicado en la revista de “Policía y Criminalística”, de la policía de la
Capital. Esto indica que la tipificación sobre el “delincuente político”, relacionando al
genérico comunista, precedía a la conformación de la Central de Inteligencia provincial,
como se ha desarrollado en el capítulo anterior. En el “croquis de la organización
comunista”, se detallaban los distintos países de Europa y América, en los que existían
organizaciones del Partido. En el centro, el PCA desde el cual se desprendían todas las

251
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 30.

Página | 99
ramas que le pertenecían, como las bibliotecas obreras; la Liga Antiimperialista;
escuelas obreras; “grupos rojos”, etc., sostenidas sobre una “base ilegal”.252
A partir de 1956, la clasificación sobre lo comunista, amplió el mapa de
consideraciones, incluyendo una basta cantidad de agrupaciones o entidades
consideradas afines, atravesadas por un contexto internacional que inducía al
posicionamiento político de los países afines al bloque soviético o al bloque occidental
capitalista liderado por Estados Unidos. La mirada sobre el “peligro comunista”,
potenciaba todo tipo de interpretaciones al respecto, advirtiendo desde la cúpula policial
las permanentes infiltraciones de la “amenaza roja” en el país.
De modo que, en dicha disertación se advertía sobre los erróneos conceptos que
personas de la propia institución policial tenían en relación a la magnitud del problema
comunista internacional:

“Son los que creen en que el comunismo no pasa de ser un simple


conglomerado de hombres y mujeres extraviados, que marchan tras la
quimera de un mundo utópico e irreal y desprovisto de toda posibilidad
de éxito, en el objetivo que se han fijado. Pero, desgraciadamente, ocurre
todo lo contrario; no hay gente más consciente de la finalidad que
persigue, ni más activa, ni mejor capacitada para su función, que los
comunistas”.253

De esta manera, el Director de Investigaciones se introducía en la historia de esta


tendencia política, donde aludía en primer lugar a la conocida obra “El Capital” como
un texto inaccesible para el lector desprevenido, quien no sólo no lo comprendería, sino
que terminaría por caer en una especia de trampa sin salida, donde la juventud era
reiteradamente observada como la principal víctima. Su doble condición de inocente y
peligrosa, fue una variable de análisis en la mirada de las fuerzas de seguridad, nacional
y provincial, con respecto al comunismo. La retórica policial inscribía los orígenes del
comunismo de la misma manera que lo hacía hacia principios de siglo XX el Coronel
Ramón Falcón, donde el discurso médico higienista era la matriz de análisis para
comprender los “males sociales”. Del mismo modo, sucedía en la caracterización que se
relevaba sobre los/as simpatizantes del comunismo, la victimización hacia éstos, negaba

252
Singorelli, Vicente, “Croquis de la organización comunista del año 1932”, Revista de Policía y
Criminalística de Buenos Aires, Policía de la Capital, nº4-5, enero, marzo, Buenos Aires: Biblioteca
Policial, 1936, pág. 41.
253
Rascio, Antonio, “El Comunismo en la Provincia. Su desarrollo, sistema de trabajo. El porvenir de esta
ideología. Soluciones”, en, Anexo de la revista de Policía, Provincia de Buenos Aires, La Plata:
diciembre de 1956, pág. 1.

Página | 100
la proyección de sus afiliados como sujetos políticos, asociando históricamente la figura
del joven con la del incrédulo, mientras se concedía al Partido el rol de un gran
monstruo que ejecutaba sus acciones a través del engaño, sustentadas sobre una base
distorsionada de la realidad:

“Las primeras corrientes inmigratorias qua nos llegaron de Europa,


trajeron consigo el virus que habría de infectar, a la postre, la noble y
pacífica idiosincrasia del obrero criollo; es que junto a los ferrocarriles y
a las maquinarias que habíamos importado, también habíamos
introducido a los primeros agitadores que habrían de inculcar a nuestro
proletariado, sus ansias más vengativas que redentoras”.254

La extensión comunista hacia América era interpretada como un blanco al que se


apuntaba desde la “dictadura roja”, para debilitar las “democracias” de la región.
Haciendo foco en la Argentina, la provincia de Buenos Aires era vista como la zona
donde se concentraban las principales fuerzas del comunismo argentino:

“Por eso es que asume una gran responsabilidad la Policía de la


Provincia, porque el Partido Comunista tiene sus más importantes
organismos en el Gran Buenos Aires. Le resultan mucho más atractivos
los grandes centros industriales de la Provincia, que los rascacielos de la
Capital Federal”.255

En el afán por desentrañar los objetivos del comunismo en el país, eran


establecidas las principales ciudades de la provincia, donde el PCA concentraba
mayoritariamente sus intereses y militancias. La policía distinguía estas zonas de
influencia en función de la densidad de población existente y el carácter
preeminentemente obrero de dichos lugares. De modo que, eran destacadas ciudades
como Berisso, cuyos frigoríficos eran considerados como un lugar de masiva
concentración y agitación política; Mar del Plata, por su industria pesquera, Zárate,
Campana, San Nicolás, por ser zonas industriales, Junín por la importancia de los
talleres ferroviarios y Bahía Blanca por su influencia cultural, el puerto y su paso
estratégico hacia la Patagonia. Estas delimitaciones geográficas del comunismo
influyeron en las miras de la Central de Inteligencia policial de la provincia, siendo
éstas las localidades donde se estuvo alerta ante las actividades de dicho Partido. Para
alcanzar un mejor trabajo, se hizo hincapié en una explicación detallada sobre cuáles
eran las formas en que actuaba el comunismo en la provincia, insistiendo en que sus
254
Rascio, Antonio, Op. Cit, pág. 2.
255
Rascio, Antonio, Op. Cit, pág. 5.

Página | 101
métodos eran idénticos a los de todos los partidos comunistas del mundo. Enlaces y
agentes secretos desde Moscú, se destacaban como los medios por los cuales se
infiltraban en los países. Los mecanismos consistían en la formación previa de sus
“agitadores”, el contacto con un referente del país y la formación de cuadros inferiores
en células y centros de activistas en los barrios, fábricas y sindicatos. Este panorama
aducía una vez más a la desmitificación de aquellos militantes que se enrolaban en las
filas del PC, al ser subestimados en su potencial militante y en su lucha política, cuando
en verdad al advertir, en boca del Jefe de Policía, su lugar de “simples esclavos y
mansos servidores de la voluntad omnipotente de los amos del comunismo”.256
La valoración sobre el espionaje, residía en que Rusia era considerada como el
país con el más perfecto, numeroso, eficaz y barato sistema de espionaje. Esta condición
ubicaba en desventaja al resto del mundo, por lo que se ponía énfasis en la necesidad de
mejorar los sistemas de información e inteligencia locales. La alerta situaba al
comunismo como un fanatismo peligroso, que anulaba el natural sentimiento patriótico
de los pueblos. Los espías, aclaraban, eran los únicos conocedores del “tremendo
secreto”, interpretando una vez más, cómo los “cuadros inferiores” trabajaban
activamente para un proyecto político, del cual desconocían su “trágico” trasfondo que
se ideaba a sus espaldas. La construcción sobre el comunismo enfatizaba una y otra vez,
en el sentido todopoderoso que ubicaba a sus dirigentes como los perpetradores del mal
y el terror mundial. El sujeto comunista era definido por un lado, como aquel que no le
temía a nada y para quien nada era imposible; esta caracterización se desprendía en
relación a la rápida infiltración de éstos en distintos sectores de la sociedad, desde el
ateneo cultural, el club barrial, la sala de primeros auxilios, la escuela, la comisión de
Fomento, hasta la penetración en el Partido Radical y/o Socialista, con tal de usar esas
estructuras como ámbitos de denuncias. Por el otro, existía quien sólo era una víctima
de la gran maquinaria roja y sus ejecutores, siendo “incrédulos útiles” a las directivas de
Moscú. Las mujeres también eran consideras como parte de ese sujeto comunista,
“convenientemente instruida”, que penetraba en vastos ámbitos sociales, considerados
del rubro femenino para la moral occidental y cristiana:

“En el mercado o la despensa; en el corrillo vecinal o en la peluquería, no


desperdiciará ocasión para hacer notar a su vecina ‘que las cosas cada día
están peor’; ‘que ya no se sabe cómo hacer para enviar los chicos a la
escuela’; y así fue que durante la guerra en Corea, en los Estados Unidos,

256
Rascio, Antonio, Op. Cit, pág. 6.

Página | 102
simulando su ‘profunda preocupación’ de que sus ‘hijos’ tuvieran que ir a
luchar en tan apartados lugares, hicieron numerosas víctimas, entre
mujeres desaprensivas, lograron el mayor éxito en su tarea de formar
‘comisiones para la paz’ que, a la postre, terminaron siendo simples
organismos colaterales del Partido Comunista”. 257

El análisis se orientaba a desentrañar en qué situaciones cotidianas y


coyunturales, los comunistas, hacían su uso de manera oportuna para sumar
simpatizantes al Partido. La penetración de “elementos comunistas” en órganos
privados y públicos, era vista con asombro, hasta el punto de considerar a la propia
institución policial como una víctima más de la infiltración, “…en los últimos tiempos
se han acrecentado los esfuerzos de los comunistas en procura de afiliar algunos
servidores policiales”.258
En la búsqueda por definir el arquetipo del individuo proclive a convertirse en
comunista, se aludía a que cualquier persona, hombre o mujer, podría ser “material
humano utilizable”, para transformarlo con el tiempo bajo los criterios de esta corriente
política. El imperativo que conducía a las interpretaciones policiales encasillaba esta
ideología en lo supremo, por sus objetivos planetarios que se cobraba víctimas a escala
mundial; quienes se sumaban al Partido eran sujetos que no podrían despojarse de la
doctrina marxista y los dirigentes llegarían hasta la extorsión o la amenaza con tal de
evitar la deserción de sus filas. A su vez, en el proceso de formación política se
destacaba que sólo un grupo de escogidos viajaba a la Unión Soviética, “paraíso del
comunismo”, para capacitarse en estudios marxistas en las ciudades de Leningrado, San
Petersburgo o Moscú, considerando que una vez egresadas, estas personas se constituían
en la más seria amenaza para la democracia y la libertad.
La preocupación de la policía provincial se situaba en las formas de actuación
del comunismo y los planes y estrategias que idearían para el futuro. A sabiendas que el
número de “elementos comunistas” en la provincia de Buenos Aires, era el más alto del
país desde la dependencia policial se ponía atención en escudriñar minuciosamente
quiénes componían las filas de este Partido y cuáles eran sus métodos de trabajo, para
idear el accionar represivo. Sin embargo, en su alocución el Jefe de Investigaciones y
docente de la Escuela Superior de Policía, marcaba con optimismo la eminente derrota a
la que se avecinaba el “monstruo comunista” que comenzaba a devorar a sus propios
hijos:

257
Rascio, Antonio, Op. Cit, pág. 8.
258
Rascio, Antonio, Op. Cit, pág.10.

Página | 103
“Como no todo está perdido en el país; si bien es cierto que los
comunistas han obtenido éxito en su campaña de catequización de los
delincuentes desalojados del poder, han fracasado rotundamente en su
intento de engañar a los obreros auténticos, de profundas convicciones
patrióticas, que no han demostrado el menor entusiasmo en hundir sus
pies en la fétida charca del comunismo traicionero y sangriento”.259

La neutralización del “enemigo rojo” era presentada como un deber de toda la


sociedad. En este marco, se planteaban soluciones posibles como el incremento de leyes
represivas para el comunismo, cuya referencia directa establecía como modelo ejemplar
en la defensa de la libertad y la democracia, a las resoluciones tomadas en Estados
Unidos. En dicho país, en los últimos años de la década del ’50, se habían incrementado
las penas a quienes eran condenados en el marco de la Ley de represión a las actividades
subversivas. La adopción de instrumentos jurídicos para luchar contra el avance de esta
corriente ideológica y política, era puesta en escena como un medio exitoso que
reforzaría los procedimientos policiales. Se veía la necesidad de complementar estas
medidas con campañas para crear una “conciencia informativa en el pueblo”, que fuera
capaz de reaccionar y ponerse en movimiento ante cualquier leve intento de actividad
subversiva detectada. El objetivo central era despertar la sensibilidad anticomunista del
país, en un claro adoctrinamiento que delinearía, desde los medios oficiales de
comunicación, el sustento social legitimador. De este modo, se procedía con
caracterizaciones y consejos que aludían al combate y a la destrucción de la minoría que
pretendía esclavizar al resto de la humidad que no estaba bajo el “látigo del
comunismo”.
El legado de la libertad encomendad por “Dios para la Humanidad”, era el
mandato por el cual se encuadraba la necesidad de formación y acción de la policía en
defensa del bien más preciado. La Central de Inteligencia de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires, prosiguió con conferencias y material de estudio, para detectar al
enemigo comunista, que en particular desde 1955, iba más allá de la propia militancia
del PCA, ya que la amenaza se reconocía en todo aquello considerado “colateral” al
Partido, donde se estipulaban sectores como el estudiantil, el agro, entidades barriales,
culturales, sindicatos, la Unión de Mujeres de la Argentina (UMA), derechos humanos y
sectores intelectuales.
De esta manera, a partir del relevamiento del legajo Nº 167, correspondiente a la
“Mesa Doctrina” de la sección Archivo y Fichero de la DIPBA, se puede encontrar un

259
Rascio, Antonio, Op. Cit, pág. 13.

Página | 104
estudio pormenorizado del “Comunismo”, siendo éste el “Tema” de la carátula del
legajo elaborado en el año 1956.Este informe perteneció a la Secretaría de Información
del Estado (SIDE), y a la Dirección de Información Antidemocrática (DIA). El mismo,
es una versión taquigráfica de una conferencia dictada por el director de la DIA,
Coronel Héctor Cabanillas260 y el Teniente Coronel Fernández Suárez, Jefe de la Policía
de la Provincia de Buenos Aires,261 ante la presencia del presidente de facto Pedro
Eugenio Aramburu.
Este expediente expresa las caracterizaciones relevadas en la época en función
de los intereses de la inteligencia militar y policial para comprender, detectar y reprimir
a toda actividad, grupo y/o partido, considerado comunista. El recorrido de la
exposición, en sintonía con la conferencia en la Escuela Superior de Policía de la
Provincia, involucraba un análisis del Comunismo Internacional, sus objetivos,
evolución e ideología, para luego anclar en la incidencia del PC en la Argentina. 262
El índice que antecede a la versión taquigráfica de la exposición, permite
comprender un marco general representativo sobre la mirada militar/policial en relación
al comunismo. El objetivo de este informe se centraba en comprender la esencia de esta
“doctrina”, considerada como la “amenaza que la misma entraña para el mundo en el
cual se desenvuelve nuestro país”,263 por lo que se describía aquel “elemento peligroso”,
a fin de elaborar un concepto sobre el mismo que permitiera establecer cuál era su
influencia en la vida del país.
Desde la caracterización sobre el Comunismo Internacional, puede observarse
como dato de contexto, el XX Congreso del Partido Comunista realizado en Moscú
durante el mes de febrero de 1956. Desde la perspectiva de análisis de las FFAA, se
desprendía una determinación donde el “viraje en la política de Moscú”, implicaba en

260
En tres entrevistas realizadas por el periodista Tomás Eloy Martínez en el año 1989, Cabanillas hizo
un relato sobre el secuestro del cadáver de Eva Perón en 1957 y cómo logró sacarlo del país. Entre otras
cosas, reconoció su frustración por no haber podido matar a Perón, “la otra ambición que se me escapó de
las manos fue matar a Juan Perón. Tres veces estuve a punto de conseguirlo. Si hubiera tenido suerte,
habría salvado a la Argentina de sus desgracias. Todavía lamento ese fracaso”. Entrevista publicada en el
Diario La Nación, 6/08/2002.
261
Desiderio Fernández Suárez participó del golpe de Estado que destituyó al presidente Hipólito
Yrigoyen en 1930; tres meses después egresó del Colegio Militar. En 1956, como Jefe de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires, dio la orden para fusilar durante la madrugada del 10 de junio de 1956, en el
basural de la localidad bonaerense de José León Suárez, a los militantes peronistas que se habían alzado
contra el gobierno defacto, Carlos Alberto Lizaso, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Mario Brion y
Vicente Rodríguez, antes de que el gobierno estableciera la “ley marcial”. Véase, Walsh, Rodolfo,
Operación Masacre, Buenos Aires: Ediciones de la Flor, 1972.
262
Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, “Tema Comunismo”, Legajo Nº167, Archivo y Fichero, 1956, folio
1.
263
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 2.

Página | 105
los hechos una radicalización y reordenamiento de la política de la Unión Soviética, al
plantar su conocida “táctica de envolverse en el misterio y desorientar a sus adversarios,
con inesperados cambios de blancos y directivas”.264 La importancia de estudiar los
mecanismos del comunismo en perspectiva histórica, se basó en la recurrente búsqueda
de antecedentes que atravesó todo el informe con la finalidad de comprender cómo se
establecía el comunismo en cada país. La caracterización de este potencial enemigo, se
diagramaba a partir de considerarlo como un atentando a los valores de la patria, la
familia, la religión y las Fuerzas Armadas, que se configuraban como los cimientos de
la moral de la Nación.
Como “obediencia ciega”, se calificaba a la acatación de las órdenes que se
impartían desde Moscú hacia el resto del mundo. Sin dejar de matizar el discurso en un
tono de alerta, se expresaba cómo la ideología comunista perseguía subvertir el régimen
representativo e institucional del Estado. Resulta paradigmático del pensamiento de una
época, donde las convicciones sobre el accionar de las fuerzas militares, y la
inteligencia como aparato represivo del Estado bajo las directivas militares que
comandaban el país, no se cuestionaban, sino que se enaltecía desde el lugar del respeto
a las instituciones, esgrimiendo a las FFAA, como el faro que llevaría al país hacia la
senda de lo “correcto”, mediante el cual se perseguía mantener la instancia de lo
“representativo e institucional del Estado”. La familia, las tradiciones, las creencias, se
establecían recurrentemente como el pilar de la estabilidad y el equilibrio de la Nación.
Mientras, que casi en clave marxista se describía al objetivo del comunismo como la
intención de atacar a los cimientos de esa estructura: la religión, sus Fuerzas Armadas y
su economía.
A partir del análisis de antecedentes del comunismo, la dependencia de
inteligencia planteaba en la parte central de su informe, la incidencia del comunismo en
la Argentina, su clasificación según personas y organizaciones y describía la propia
“terminología a emplear”, en función de la identidad que se les otorgaba a los distintos
actores políticos enmarcados en el comunismo. Al respecto, dicha institución
autodefinida como el organismo que tenía a su cargo las medidas para contrarrestar las
actividades anticomunistas, se expuso un pormenorizado clasificador, “a efectos de un
encuadre armónico de personas u organizaciones que tengan un antecedente comunista;
en tal sentido se reconocen a las personas del frente comunista en tres categorías”.265

264
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 2.
265
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 9.

Página | 106
Estas categorías fueron definidas en función del potencial de peligrosidad, a razón de las
actividades específicas consideradas comunistas por la inteligencia, que competían a
cada grupo y/o persona. En primer lugar los clasificados como comunistas, eran
aquellos que estaban afiliados al Partido, por lo que los agentes de la inteligencia
policial debían estar atentos a todos los, “militantes activos y agitadores; actúan en el
partido legal y en la ilegalidad”.266 Los considerados “filocomunistas”, eran aquellos
simpatizantes del comunismo, pero a quienes no les era posible detectar su identidad, al
no conocer su filiación, “no son militantes activos, son propagadores que justamente no
se les puede identificar exactamente como comunistas”. 267 Por último, los
“criptocomunista”, los más peligrosos, ya que, ocultaban su verdadera ideología tras
otra aparente. En este sentido, el calificativo apuntaba a su potencial de peligrosidad por
su posibilidad de penetración en diversos sectores de la sociedad: políticos, culturales,
científicos, sociales, deportivos, etc. Considerados como verdaderos agentes de
propagación, éstos representaban para la inteligencia policial ser una especie de
farsantes que tras un propósito engañoso, llevaban adelante su auténtica tendencia
comunista.268
De este modo, la jerarquía militar estipulaba esta terminología a emplear para los
agentes de la inteligencia policial en su labor de persecución del “enemigo comunista”.
Esta última denominación “criptocomunista”, que incluía a “los más peligrosos”,
resultaba ser una categoría que también daba cuenta de lo que se encontraba
inhabilitado para la policía. Aquí el grado de peligrosidad se establecía esencialmente
por estar los agentes de inteligencia limitados para establecer de inmediato la filiación
política de un determinado sujeto. Esta razón implicaba, convertirlos de inmediato en
una amenaza latente y permanente, en el marco de cualquier tipo de actividad u ocasión,
ya que, según la policía siempre existirían los sujetos “criptocomunistas” al acecho de
algún “incauto o ignorante”, que se acercaba o compartía espacios de sociabilidad con
posibles comunistas. Entonces, bajo las órdenes y los lineamientos de la formación
política anticomunista que manejaban las fuerzas de seguridad, todos eran posibles y
potenciales ideólogos comunistas en búsqueda de sus “víctimas”. En el espacio y el

266
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 9.
267
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 9.
268
Al respecto, véase el análisis realizado por Patricia Funes, en, Funes, Patricia, “‘Secretos,
confidenciales y reservados’. Los registros de las dictaduras en la Argentina. El Archivo de la Dirección
de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires”, en, Quiroga, Hugo y Tcach, César
(comps.), Argentina 1976-2006. Entre la sombra de la dictadura y el futuro de la democracia, Homo
Sapiens Ediciones: 2006, pp.199-232.

Página | 107
tiempo de lo posible, se trazaban las líneas que contenían el argumento del informe del
Coronel Cabanillas. Un tiempo verbal apocalíptico, acompañaba a la definición de las
organizaciones clasificadas de la misma manera que las personas:

“Los comunistas actúan abiertamente a favor del comunismo, son


prácticamente las organizaciones reconocidas como comunistas, el
Partido Comunista y la Federación Juvenil Comunista; los
criptocomunistas, con el mismo concepto de las personas, tras finalidades
políticas, sociales, humanitarias, gremiales, culturales o deportivas,
ocultan la verdadera finalidad: propagar el comunismo- servir a la
política de la U.R.S.S. Las denominadas con infiltración comunistas, son
aquellas organizaciones que están dirigidas, orientadas o asesoradas por
comunistas filocomunistas y criptocomunistas”.269

Un aspecto destacado merecía el factor juvenil, caracterizado desde la


Federación Juvenil Comunista, cuya finalidad era formar los cuadros del Partido,
homologando este sentido a una frase de Lenin, “quien es el dueño de la juventud, es el
dueño del mundo”. A partir de esta consideración, se hacía hincapié en cómo los
integrantes de la Federación, “accionan desde la niñez, para poder tener cuadros
sólidamente formados alrededor de la ideología comunista”. 270 La Federación Juvenil y
el Partido Comunista eran consideramos los pilares que integraban a la clasificación
“comunista”, en el sentido más ortodoxo, ya que sus acciones dependían directamente
de la Unión Soviética.
Las organizaciones consideradas como “criptocomunistas”, eran vinculadas a las
“Organizaciones de Masa” o “Frentes Internacionales”. Las entidades que se
englobaban bajo este rótulo en nuestro país, reunían dos condiciones, la “finalidad
aparente” y la “finalidad real”. A partir de esta consideración, se estudió y se determinó
cuáles eran dichas entidades; al respecto se mencionaba en primer lugar a la Unión de
Mujeres Argentinas (UMA), organización que se ponía en duda de colocarla bajo la
asignación de “criptocomunista”, al ya ser abiertamente reconocida su participación y
relación con el Partido Comunista de la Unión Soviética. La “finalidad aparente” de la
UMA, ubicaba a la lucha por la defensa de la mujer, el hogar y el niño, salarios
igualitarios por el mismo trabajo; la libertad por los presos políticos y gremiales; y la
defensa por la paz. Mientras que se aseguraba que su “finalidad real” era, “fomentar la
disconformidad y resistencia al gobierno por parte de las obreras, criticando las medidas

269
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 9.
270
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio10.

Página | 108
económicas y gremiales; una intensa acción psicológica atacando el Plan Prebish,
productividad, etc.”.271 Estas apreciaciones se vinculaban con las críticas ante los
cambios en materia económica que el gobierno de “la Libertadora”, había efectuado a
partir de las medidas implementadas según los consejos de un equipo de las Naciones
Unidas, encabezado por el economista argentino Raúl Prebish, cuyos resultados
afectaron directamente los ingresos de la clase trabajadora. Como parte de las medidas
tomadas por el gobierno provisional, “… se devaluó el peso, desnacionalizó los
depósitos bancarios y puso fin a los controles cuantitativos del comercio, esperando que
así estimularía las exportaciones…”.272
Del mismo modo, en el frente sindical se ubicaba al Movimiento Pro-
Democratización e Independencia de los Sindicatos, donde la “finalidad aparente”
involucraba a consignas reivindicativas como la defensa de las conquistas obreras,
salario vital y móvil, libertad sindical, etc. Mientras que, la “finalidad real” era
argumentada en la desmitificación de dichas demandas, al comprender que los objetivos
eran “producir intranquilidad y agitar a los gremios; fomentar paros y huelgas; copar la
dirección de los sindicatos y de la C.G.T…”.273 Las políticas de gobierno buscaban en
primer lugar el desmantelamiento del aparato político peronista, por lo que los gremios
y la clase trabajadora en general y opositora, eran un fuerte a desterrar no sólo desde la
represión directa, sino desde los planes económicos empleados.
La información sobre el comunismo se exponía de manera precisa y detallada.
Situación que mereció por parte del mismo militar que informaba, aclarar la veracidad y
confiablidad de sus fuentes, “por cierto, todo esto sobre la base de información que
merecen fe”.274 El Coronel Cabanillas, despejaba la intencionalidad valorativa personal,
y legitimaba sus enunciados al sostener que toda la información expuesta, provenía de
documentación del propio Partido Comunista, como su plan político y el acceso a
determinadas organizaciones de las cuales habían podido analizar cuáles eran sus
finalidades.
Continuando con el momento de caracterizaciones crípticas de la exposición, se
ubicaba al Super Frente del Consejo Mundial por la Paz, que actuaba en el país a través
del Consejo Argentino por la Paz, entidad desde donde se emitían denuncias contra las

271
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio10.
272
Potash, Robert, El ejército y la política en la Argentina (II). 1945-1962, de Perón a Frondizi, Buenos
Aires: Hyspamerica, 1985, pág. 311.
273
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 11.
274
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 10.

Página | 109
políticas imperialistas reconocidas en las potencias económicas de Occidente, lideradas
por Estados Unidos. De modo que, la clasificación binaria para el aparato represivo
residía en que la “finalidad real”, era la intervención en los ambientes intelectuales,
“…utilizándoles como pantalla y vínculo infiltrativo; adoctrinar a elementos políticos
diversos y apolíticos, en dirección a los objetivos comunistas…”,275 acciones que eran
consideradas como medios para atacar a las instituciones del Estado.
En la misma línea de análisis, se proseguía con la organización de Derechos de
la Juventud, la Comisión Argentina Pro-Fomento del Intercambio y la Liga Argentina
por los Derechos del Hombre, vinculada a la Unión Internacional de Abogados
Democráticos. Todas estas organizaciones, caracterizadas como “criptocomunistas”,
reunían por un lado la condición de un vínculo dependiente a una entidad internacional
que las aglutinaba, y por el otro la lógica de la doble finalidad, “aparente” y “real”,
donde todo el discurso y el contenido humanista, igualitario y democrático, aparecía en
la superficie estigmatizado por su carácter figurado, ya que el trasfondo político siempre
era la infiltración, la cooptación de obreros, campesinos, jóvenes, mujeres, en definitiva,
“ingenuos de buena fe”, para el acatamiento final de las órdenes del Partido Comunista.
En la práctica de indagar sobre las organizaciones para poder dimensionar las
finalidades propuestas, se puede destacar un ejemplo que involucraba a la Liga por los
Derechos del Hombre, entidad de la que se pedía asesoramiento al hacer un pedido de
autorización a la policía para organizar un baile. Tiempo atrás, la misma organización
había solicitado autorización para realizar un acto homenaje en la localidad de Rosario a
un militante, asesinado por la tortura bajo el gobierno peronista, “comunista identificado
y con un voluminoso prontuario”.276 De esta manera, se analizaba como la “finalidad
real” se podía encontrar en estos dos pedidos,

“… uno, homenaje a xxxxx, que es el aparato jurídico que dispone el


comunismo internacional para salir a la luchar y bregar por su finalidad
aparente; y el otro, es organizar un baile. No puedo ver cuál puede ser el
vínculo que pueda existir entre esas dos cuestiones, sino un solo objetivo,
que es el de la propaganda y el de la penetración comunista”. 277

Por su parte, las organizaciones “filocomunistas”, o con infiltración comunista,


eran un aspecto aún en estudio, para el cual prosiguió en la alocución el Jefe de la

275
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 11.
276
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 11.
277
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 12.

Página | 110
Policía de la Provincia de Buenos Aires, el Teniente Coronel Fernández Suárez. Aquí
correspondían aquellas entidades cuyas comisiones directivas o personal representativo,
podían ser considerados como “criptocomunistas”, “filocomunistas” o “comunistas”, de
las cuales destacaban al movimiento de las Fuerzas Pacíficas de la Soberanía Nacional,
que dependían del Consejo Argentino por la Paz, también se involucraba, en este
estudio preliminar a la Federación Universitaria Argentina (FUA).
En un primer informe de inteligencia realizado por el Jefe policial, se dilucidaba
que las Fuerzas Pacíficas de la Soberanía Nacional de la provincia de Buenos Aires,
respondían a las directivas del PCA, por lo que se sugería a las autoridades
educacionales que antes de brindar espacios para la realización de actos de esta entidad,
se informaran con los organismos como la policía. En la caracterización de este tipo de
organizaciones infiltradas, se afirmaba que aún no se podía ser categórico porque
estaban en proceso de estudios, sin embargo ya eran incluidos bajo esta tipificación
sectores universitarios y culturales, como los teatros vocacionales, y también la prensa
no comunista, con “elementos” de dicha ideología, que se encontraba en proceso de
investigación.
Luego de un estudio y análisis pormenorizado sobre el tema comunismo, se
llegaba a conclusiones generales para delimitar las futuras acciones desde el accionar
policial. Este informe y sus anexos de organigramas, serían uno de los principales
documentos de doctrina que tuviera la Central de Inteligencia provincial, luego del
golpe de Estado de 1955, sobre una exhaustiva caracterización del Partido Comunista
argentino, sus organizaciones, planes políticos y sus métodos de infiltración. Las
fuentes que sirvieron de análisis para la jerarquía militar y policial, fueron parte del
secuestro de información y espionaje político, prácticas que comenzarían a
intensificarse en adelante sobre la base de estas consideraciones. Las caracterizaciones
apuntaban a obtener un clasificador de personas y entidades para agilizar el trabajo
policial en la detección del “enemigo comunista”. Sin embargo, la propia fuerza militar
reconocía en sus ejemplos ambigüedades y consideraciones extremadamente abarcativas
para la propia persecución política. El informe contaba con anexos, desde donde se
detallaban a modo de “organigramas del comunismo”, los frentes internacionales, la
evolución del comunismo, las personas y organizaciones según los niveles de
peligrosidad descriptos, la estructura de la Federación Juvenil Comunista; las
principales organizaciones infiltradas por el comunismo; sus tácticas y estrategias de
infiltración.

Página | 111
Los métodos de infiltración tenían dos aspectos, desde abajo y desde arriba. El
procedimiento de cooptación desde abajo de una organización era descripto utilizando
la expresión “C”, para aludir al mismo comunismo, donde se advertía que luego de
“tocar” y “trabajar” a los socios o adherentes de la organización para dicha ideología,
intentaban coparla, “de la manera ya conocida por todos, llaman a la asamblea y esperan
el momento oportuno en que la gente por cansancio o aburrimiento, se retira, quedando
ellos, presentan sus mociones y copan la asamblea y así copan las organizaciones”. 278
A partir de este análisis se aludía que dichas organizaciones “copadas” eran
empleadas como “punto de avanzada” para continuar con los métodos de infiltración en
otras agrupaciones, para lograr el objetivo de máxima que respondía a la conformación
de un solo frente sindical, “inicialmente influenciadas para transformarlas en
organizaciones comunistas”. 279 Mientras que en la infiltración desde arriba, se ubicaba a
aquellas personas “filocomunistas” o “criptocomunistas”, con vínculos en las esferas
gubernamentales que actuaban de manera favorable para la penetración de dicha
corriente política- ideológica, cuyos vehículos de “captación” eran la prensa, las
reuniones culturales, el cine, la radio y la televisión, elementos considerados propicios
para la construcción de una opinión pública favorable. Estas interpretaciones, estaban
atravesadas siempre por la consideración del engaño y la base ficticia con la que el
comunismo utilizaba un sin número de herramientas políticas como señuelo para la
atracción de personas y organizaciones hacia las filas de su partido.
Otro aspecto interesante, surge del análisis que se relevaba en función de la
lectura del Plan Político del PCA donde, además de enumerar el carácter antiyanqui,
antioligárquico y aparentemente nacional, se deducía que según los lineamientos
políticos trazados en el Comité Central del Partido Comunista, se habilitaba a la
atracción “de la masa peronista actualmente escéptica e indecisa”.280 Esta última
conclusión, redoblaba la apuesta en las fuerzas de seguridad enfocadas en la extirpación
de toda resistencia, símbolo o propaganda que se vinculara con el gobierno depuesto.
Las declaraciones presentadas, condujeron de manera conclusiva a determinar
que el objetivo que perseguía el comunismo era “el dominio del mundo”. Objetivo para
el que no eran estipulados medios, sino que éstos se acondicionaban acorde a las
posibilidades y perspectivas que se presentaban en cada país para su avance, “…

278
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 15.
279
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 15.
280
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 17.

Página | 112
siempre en función de su objetivo supremo, que es la instauración del mundo socialista,
bajo el directo control de la U.R.S.S., de acuerdo con la línea política ortodoxa ya
señalada con caracteres firmes por Marx y Lenín”. 281
Ante este escenario, se inducía que correspondía al país la gran responsabilidad
de impedir la realización de dicho propósito, teniendo en cuenta, “… la clase y
naturaleza del enemigo que debe enfrentarse, que como ya hemos visto, no se
caracteriza por la franqueza y pureza de su procedimiento”.282 La naturaleza del
enemigo, devenía en la necesidad de profundizar no sólo métodos represivos para
contener el avance comunista en el país, sino en la importancia de mejorar los sistemas
de información estatales, siendo la inteligencia provincial una de sus columnas, cuyo
trabajo debía abocarse a la detección y persecución eficaz del adversario.
Hacia 1956 el PCA estaba legalizado, ya que se establecía acorde a los
parámetros fijados según el estatuto de los partidos políticos, condición que le permitió
participar en 1957 de las elecciones para convencionales constituyentes, y logar dos
representantes en la Asamblea Nacional Constituyente. 283 Sin embargo, la situación de
legalidad era analizada por la Dirección de Informaciones Antidemocráticas, de manera
conveniente, ya que, a partir de lo expuesto, la “base ilegal” del partido era aún más
poderosa, por lo que la prohibición sólo significaría una anulación momentánea que
restringiría solo el mecanismo público del PCA. Si bien la prohibición implicaría una
serie de ventajas, como el afianzamiento de relaciones diplomáticas con aquellos países
que mantenían en la ilegalidad al comunismo, como Perú, Chile y Brasil, o la relaciones
con sectores conservadores como la iglesia católica, “desvirtuando las imputaciones que
califican al gobierno de izquierdista y liberal”,284 se interpretaba que para aquella
coyuntura resultaban ser más las desventajas al tomar medidas restrictivas. En este
sentido, la ilegalidad podía dificultar las tareas de los servicios de información al
potenciarse las actividades comunistas en el plano de la clandestinidad, del cual se
reconocía que si bien era un ensamble con las actividades públicas, no se había podido
tener acceso a algún tipo de documentación secreta que constatara el análisis sobre
aspectos referido a lo “criptocomunista”; el conocimiento sobre lo clandestino eran
apreciaciones del personal de la propia DIA. Por lo tanto, declarado en la ilegalidad, en

281
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 22.
282
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 22.
283
Spinelli, María Estela, Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la ‘revolución libertadora’, Bs.
As: Biblos, 2005, pág. 248.
284
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 24.

Página | 113
su momento, se planteaba el requerimiento de un servicio de informaciones
antidemocráticas apto para poder controlar y reprimir las actividades comunistas. No
obstante, a modo de ejemplo, el militar utilizó un documento secreto del PC peruano,
prohibido en su país, del que sólo se habían impreso cien ejemplares, para demostrar
cuáles eran los códigos empleados en la clandestinidad, y compararlos con los métodos
y formas de su accionar político con el argentino que se encontraba legalizado. El
documento estaba vinculado a las nuevas directivas surgidas en el XX Congreso
realizado en Moscú bajo la conducción del mandatario Nikita Kruschev y en particular,
sobre el documento secreto, conseguido por los servicios de inteligencia
norteamericanos que se obtuvo como resultado de una reunión también de carácter
reservado, donde se impartieron resoluciones para los países de América Latina y la
necesidad del aparato clandestino como recurso para el funcionamiento del partido en
los países donde se encontraba prohibida su actividad.
Para aquel entonces, desde dicho organismo se planteaba la sanción de un
decreto-ley que habilitara la vigilancia y la producción de información sobre las
actividades y organizaciones comunistas, donde también deberían cumplir con una serie
de requisitos, tales como presentar lista de autoridades, dar nombres de sus afiliados,
mostrar balances anuales y utilizar en todos los actos y propaganda la denominación de
comunistas. De modo que, la intencionalidad de la dependencia policial apuntaba a
reforzar la figura pública del PC, aduciendo por un lado, que los “incrédulos de buena
fe” podían estar al tanto de los alcances de esta corriente ideológica y política, y por el
otro, que la serie de requisitos permitiría a los organismos de inteligencia una detección
mucho más eficaz evitando, según reconocían, la posibilidad de infiltración comunista
en distintas organizaciones. Las resoluciones fueron abaladas por el presidente de facto,
General Pedro Eugenio Aramburu, considerándolo un asunto de trascendencia para el
Estado, habiéndose caracterizado al PCA como un partido de choque y perturbación
contra el gobierno vigente, coincidiendo en que la posible sanción del decreto- ley
mencionado, permitiría el control de todas las organizaciones, “que si bien,
aparentemente no son comunistas, en el fondo lo son”. 285

285
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 28.

Página | 114
La operatividad de la Central de Inteligencia

“Una huelga innecesaria o políticamente coordinada, abortada


en los momentos de su planeamiento por su oportuna
comunicación y las resoluciones que en base a ese conocimiento
puedan adoptar las autoridades pertinentes, habrá justificado la
existencia de este servicio” (Archivo DIPBA, Departamento
C).286

Las interpretaciones desarrolladas sobre lo considerado comunista o extremista,


fueron parte no sólo del contenido sobre el cual se debían ejecutar los informes de
inteligencia del Estado, sino que surgían como un imperativo necesario para la
organización de una estructura disciplinaria, en el afán por alcanzar un máximo
rendimiento en su labor. De modo que, el 3 de septiembre de 1956 se envió desde la
Dirección de Informaciones Antidemocráticas de la Nación, bajo la dirección del
Coronel Cabanillas, al delegado interventor de la DIA en la provincia de Buenos Aires,
un documento donde se sugería adoptar determinada terminología para la clasificación
de personas y organizaciones consideradas como propagadoras o simpatizantes con la
ideología de “extrema izquierda”. Fue desde este “nomenclador” de personas y
organizaciones, en que se basó la exposición sobre comunismo, siendo, a partir de este
momento, esas las categorías que debían ser utilizadas a la hora de la detección del
“criminal político”.
Desde aquí quedaban establecidas las siguientes tipificaciones para personas:

“a) Comunistas: Afiliado al Partido Comunista, Partido Obrero


Comunista, o cualquier otro partido político que responda al
Movimiento Internacional Comunista, o aquel que si bien se
desconoce su afiliación, su activa militancia en el comunismo,
permite calificarlo como tal.
b) Filocomunista: simpatizante del comunismo, que no se conoce su
afiliación ni es militante activo.
c) Criptocomunista: aquel filocomunista que actúa en círculos políticos,
económicos, sociales, culturales, gremiales o deportivos, ocultando su
verdadera ideología comunista, aparentando o demostrando otra.

286
Archivo DIPBA, Departamento “C”, Central de Inteligencia, “Informaciones que se requieren para el
normal desenvolvimiento", Carpeta Varios 25, 1957, folio 7.

Página | 115
d) Trotzquista: simpatizante del trotzquismo (o Cuarta) Internacional, o
afiliado a partidos políticos calificados como trotzquistas. Admite
también la calificación de cripto.
e) Anarquistas: simpatizante o partidario del anarquismo internacional,
o que profese ideas disolventes, que propician el desorden, la
desjararquización, la libertad absoluta sin ningún control, o que
pertenece a organización anarquista.
f) Marxista: sostenedor o simpatizante de la doctrina marxista, ya sea
moderado o extremista. Dentro de este grupo pueden encuadrarse los
socialistas de izquierda, que algunas veces se constituyen en
“compañeros de ruta de los comunistas”. 287

Esta nómina de clasificaciones inducía a los servicios de inteligencia estatal a


realizar el espionaje político ajustado a estas claves de información. Asimismo, se
dejaba un margen en el caso de no poder involucrar a la persona vigilada bajo ninguna
de estas categorías. En estos casos, el agente policial debía colocar un paréntesis en el
informe donde se detallaran las referencias de “dudoso” o “probable”. Del mismo
modo, se procedió con un clasificador de “organizaciones”, entendiendo como tal a:

“Todo partido, agrupación o movimiento político, asociación, federación,


entidad, organización, corporación, compañía, sociedad, ‘trust’,
fundación, sindicato, grupo, instituto, unión, liga, legión, acción,
comisión, consejo, comité, centro, movimiento, que incluye a un
conjunto de personas, ya sean incorporadas permanentemente, o
temporalmente reunidas para una acción conjunta, respecto a algún
propósito o tema político, social, gremial, sindical, económico,
humanitario, cultural, religioso, deportivo científico o mutualista”. 288

A través de cinco caracterizaciones se involucraba a todas las organizaciones


consideradas extremistas. A su vez, esta clasificación se extendía a las secciones, ramas,
fracciones o células de cualquier organización. Desde entonces, quedaron delineadas las
categorías de: “organización comunista”; “criptocomunista”; “con infiltración
comunista”; “trotzquista” y “anarquista”. Bajo estos conceptos fueron agrupadas todas
las entidades de las que se tenía hasta el momento referencias. La intencionalidad de
estas directivas comprendía un carácter absoluto en la extensión de la terminología a
emplear. Incluso, se aclaraba que esta versión no era rígida, sino que podía variar acorde
a la evolución de las mismas agrupaciones y según la información que fuera obtenida.
“Las nuevas organizaciones que se constituyan o actúen en el ámbito nacional, serán

287
Archivo DIPBA, Carpeta Decreto, Leyes y Disposiciones, “Normas sobre clasificación de organismos
y personas”, Secretaría de Informaciones y Difusión, Provincia de Buenos Aires, Gobernación, Boletín
de Informaciones, Carpeta 2, legajo Nº 95, La Plata, 3 de septiembre de 1956, folios 1-2.
288
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 2.

Página | 116
calificadas por este organismo, ni bien se disponga de la información suficiente. En caso
de dudas, podrán oportunamente efectuarse las consultas pertinentes”. Este documento
fue enviado a todos los organismos de información del Estado, incluyendo Policía
Federal, Ministerio del Interior, delegaciones de la DIA, etc.; y se imprimieron un total
de cuarenta y seis ejemplares de cuatro fojas cada uno. Estos datos demuestran que la
operatividad de la Central de Inteligencia debía ir en sintonía con las otras
dependencias, centralizadas finalmente en la Secretaría de Informaciones de Estado.
La estructura de la Central de Inteligencia provincial fue claramente un eslabón
fundamental en esta búsqueda de operatividad a nivel nacional. Desde dicho organismo
se comprendía la necesidad de una reorganización periódica de la dependencia, acordes
a los cambios en la coyuntura nacional e internacional. La actualización del servicio de
informaciones, sus medios y recursos debía ser una tarea imprescindible para adecuarse
a los acontecimientos que se iban sucediendo en el terreno político.
Se planteaba la necesidad de un reajuste en la tarea de obtener, valorizar,
investigar y poner al conocimiento de la jefatura de policía la información necesaria
para prevenir hechos que puedan alterar el orden público. Estos hechos estaban
atravesados por los factores gremiales, culturales, políticos y económicos, siendo la
Central el organismo competente para adelantarse a la consumación de aquellos
sucesos que, “pudieran haberse solucionado si las autoridades pertinentes hubieran
tenido conocimiento con la debida antelación de los pormenores que los motivaron,
mediante el suministro oportuno de las informaciones correspondientes”.289
Desde la Central se hacía hincapié en las condiciones de retraso que presentaba
muchas veces esta dependencia, por lo que la policía se debía informar mediante otros
medios. A partir de aquí, se exigía garantizar una mayor rapidez en el desarrollo de la
acción informativa, como una condición fundamental para lograr un eficaz rendimiento
en el servicio. A su vez, se expresaba que el análisis y el estudio de la información
obtenida no podía ser motivo de retraso para el conocimiento de los organismos que la
requerían, a lo que se aludía la importancia de lograr una síntesis de la información que
incluyera una conclusión, “que permita a aquellos, utilizarla tomando o modificando las
propias resoluciones”.290

289
Archivo DIPBA, Departamento “C”, “Central de Inteligencia. Organización”, en Informaciones que se
requieren para el normal desenvolvimiento, Varios 25, 1957, folio 1.
290
Archivo DIPBA, Departamento “C”, Op. Cit., folio 2.

Página | 117
Los métodos de obtención de información eran estipulados a partir de los
“medios habituales”, es decir, la “Rama Búsqueda”; las “Delegaciones” y
“Subdelegaciones” policiales. Sin embargo, según consta en el legajo del Departamento
“C”, de la Central de Inteligencia, que refiere a su organización, se caracterizaba de
manera insuficiente a dichas instancias para la obtención de información. En cuanto a
la “Rama Búsqueda”, se analizaba que desde aquí no se cumplía con su misión
específica que era, “…salir en busca de información al lugar donde pueda producirse u
obtenerse: (infiltración en establecimientos fabriles, sindicatos, entidades de bien
público, etc.)”.291 Estas apreciaciones, no sólo reafirmaban cuáles eran los métodos de
control político, sino que se planteaba que esta “Rama” había sido equipada “por la
urgencia de su funcionamiento”, dando cuenta de las definiciones del gobierno
provisional por reforzar las medidas de “seguridad interna”. En cuanto a las
“Delegaciones”, se visualizaban las mismas condiciones de ineficiencia que en la
anterior “Rama”, agravadas por la falta de personal y medios. Por último, en las
“Subdelegaciones”, la situación era considerada aún peor, siendo sólo un empleado
designado por el comisario el que se desempeñaba como subdelegado y tenía otras
tareas a su cargo, mientras que la labor de “informaciones”, era un tema secundario, “…
en su mayoría, los que ocupan estos puestos suelen ser suboficiales y a veces,
simplemente agentes”. 292
En función de este análisis, se demandaba la existencia de personal calificado y
formado para que la Central de Inteligencia cumpla su misión con eficacia. En este
sentido, la “Rama Búsqueda”, las “Delegaciones” y “Subdelegaciones”, debían tomar
una jerarquía superior, ya que le competían las tareas de reunir la información y sus
integrantes tenían el deber de estar atentos a los cambios más imperceptibles que se
sucedieran en sus áreas de vigilancia. Para lograr un personal especializado y
competente, se propuso la realización de un “Curso de informaciones”, en la Escuela
Superior de Policía, al que debía recurrir todo el personal con asiento en La Plata y en
las Unidades Regionales cercanas, “sugiriéndose igualmente y a efectos de cubrir
necesidades del servicio, la conveniencia de invitar, por esta única vez, (…), a todo el
personal que se sienta con vocación para esta clase de tareas”.293 Bajo este espíritu, el 3
de julio de 1957 se dispuso designar una Comisión integrada por los Directores de

291
Archivo DIPBA, Departamento “C”, Op. Cit., folio 2.
292
Archivo DIPBA, Departamento “C”, Op. Cit., folio 3.
293
Archivo DIPBA, Departamento “C”, Op. Cit., folio 3.

Página | 118
“Cuerpos e Instituciones”; “Investigaciones”; “Asuntos Legales”, la Escuela “Juan
Vucetich”, y el Jefe de la Central de Inteligencia, para que se organice la creación de un
curso paralelo al que se dictaba en la Escuela Juan Vucetich para aspirantes a Oficiales
en la especialidad Investigaciones.294
El programa de estudios propuesto se dividía en ocho temas, que recorrían desde
el concepto de informaciones y la historia de los servicios de inteligencia hasta las
distintas clases de confidentes para la obtención de información. A partir de este
programa se podían trazar las líneas que definirían al sujeto para llevar a cabo las tareas
de inteligencia; era la instancia de formación del “agente de informaciones”, teniendo
en cuenta que los alumnos asistentes al curso, deberían ser los más destacados de la
Escuela de policías. Estas normas dan cuenta de un comienzo en la búsqueda de
excelencia en el aparato de inteligencia y sus integrantes. Entre uno de los puntos del
temario aparecían los mecanismos de información que se debían contemplar para
responder a la orden de búsqueda. En el proceso de registro se destacaba el aprendizaje
de informar sobre:

“… la ubicación de todos los sindicatos de una localidad. Informar sobre


la cantidad de obreros de una fábrica. Población de una unidad militar.
Registro de partidos políticos y la ubicación de sus comités. Registro de
entidades de bien público y bibliotecas; su ubicación e importancia.
Averiguación de identidad de la totalidad de inquilinos de una casa de
departamentos”.295

Estas particularidades que el agente debía aprender a detectar estaban


atravesadas por el enmascaramiento de la misión, el tiempo que se empleaba para el
registro y la veracidad de lo que se obtenía. A las distintas formas de vigilancia y
seguimiento, se proseguía con el aprendizaje de la confección de los distintas tipos de
informes y “panoramas”. El temario del curso era un indicio sobre la existencia de un
aparato de inteligencia aún no preparado para los objetivos políticos que se proponía. Si
bien la normativa de excepción y la persecución del criminal político, se sostenían sobre
la base de una estructura que antecedía a la Central, sería a partir de 1956 cuando los
requerimientos para su funcionamiento se pusieran a la altura de un organismo
jerarquizado, con una incidencia relevante en el plano de lo político y lo policial.

294
Orden del Día Nº 19.657, 3 de julio de 1957, “Investigación de una comisión para estudio de un curso
en dicha materia”, Ministerio de Gobierno, Policía de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, Museo
Policial de la Provincia de Buenos Aires “Dr. Constantino Vesiroglos”, pág. 65.
295
Archivo DIPBA, “Curso de Informaciones. Programa”, Departamento “C”, “Central de Inteligencia.
Organización”, en Informaciones que se requieren para el normal desenvolvimiento, Varios 25, 1957.

Página | 119
Es así que se procedió en la descripción de los mecanismos del trabajo hacia el
interior de la Central de Inteligencia. Se estableció que la correspondencia que llegaba a
dicha dependencia, cualquiera fuera su temática, debía pasar por en primer lugar por el
Departamento denominado, “Valorización de la información y distribución”, a cargo
del Jefe de Coordinación y Enlace. La documentación era luego remitida a Mesa de
Entradas, con la indicación correspondiente al departamento que debía ser enviada, para
finalmente regresar a la oficina de “Valorización”, que le otorgaba el siguiente destino.
A su vez, desde esta oficina se estaría al tanto de los decretos y disposiciones
vinculados en particular con la Central, y su personal tenía por obligación, “dictar
academias quincenales al respecto, a los demás empleados”.296
A partir de la disposición de cuatro “Mesas” con diferentes responsabilidades, se
buscaba perfeccionar la tarea de investigaciones y lograr una mayor eficiencia en la
misma. Desde la “Mesa de Informativos”, que eran los boletines diarios, se requería un
equipo especializado y estable para el análisis de la información; desde la “Mesa
Técnica”, se agruparía a dibujantes, fotógrafos e impresores; mientras que la “Mesa de
Recortes Periodísticos”, tendría a su cargo la valorización y distribución de información
a los departamentos que correspondieran.
Sumado a esta reestructuración se pedía en carácter de urgencia un medio de
transporte idóneo para incidir en las tareas de funcionamiento de la Central, que no
fuere identificado con características policiales. La función de los vehículos se requería
para la realización reconocimientos previos, “en los lugares que posteriormente
visitarán tanto los integrantes del Poder Ejecutivo, como así también, autoridades
nacionales y extranjeras…”. 297
En materia de comunicaciones, se hacía necesario un radio transmisor para el
contacto directo y permanente con las diversas delegaciones policiales, teniendo en
cuenta que la información transmitida era de carácter reservado. Lo mismo para lograr
la comunicación diaria y/o urgente con la SIDE y otros organismos de inteligencia, para
lo cual se requería la instalación de un “teletipo”, aparato de transmisiones usado por la
misma Secretaría de Estado, y otras dependencias de información para el intercambio de
datos. Como así también, la instalación de más teléfonos en la Central que en ese
momento contaba con dos aparatos para todo el personal.

296
Archivo DIPBA, Departamento “C”, Op. Cit., folio 4.
297
Archivo DIPBA, Departamento “C”, Op. Cit., folio 5.

Página | 120
Las cámaras de fotos eran solicitadas a fin de relevar los reconocimientos
previos de los lugares a ser visitados por autoridades de gobierno, como villas, escuelas
y hospitales y así también para “disfrazar la verdadera misión de dichos empleados”. Se
advertía la necesidad de tener un mimeógrafo para la confección de informes y boletines
diarios, con el fin de acelerar el fluido de información.
Como parte de los proyectos para mejorar las funciones de inteligencia se
dejaban establecidas las necesidades futuras, como la creación de subdelegaciones en
cada cabecera de distrito con personal seleccionado por la propia Central de Inteligencia
de la provincia y la incorporación de la materia “Informaciones” a los cursos que se
dictaban en la Escuela de Policías de la Provincia de Buenos Aires, en el afán por
lograr un óptimo rendimiento y por jerarquizar la función de la dependencia de
inteligencia policial. Todas estas apreciaciones se enmarcaban en el interés por alcanzar
la consolidación y articulación con los demás servicios de inteligencia y organismos
preventivos o represivos (Seguridad, Investigaciones, etc.), y así obtener un
298
conocimiento recíproco sobre “las necesidades y posibilidades de cada una de ellas”.
La necesidad de que “nada se escape”, era expresada como el mandato regulador para
que todas las dependencias otorgaran con el mismo ímpetu y responsabilidad, las tareas
de búsqueda, registro, valorización y transmisión de las noticias. Quedaban en claro las
condiciones del personal a cargo, quienes debían tomar estas tareas con la convicción
necesaria para que resultaran utilizables en el marco de un proyecto de país. La
detección a tiempo de aquello considerado “fuera del orden establecido”, la rapidez de
la información y el análisis acertado, comenzaban a ser eslabones imprescindibles para
la represión social y política.
En cuanto a las normas requeridas específicamente para “el normal
desenvolvimiento” del Departamento “C” (comunismo) se estipulaban referencias que
tenían que ver con el grado de valorización que se le otorgaba a la información
obtenida, para agregar a la confección de los “panoramas” semanales y mensuales. Las
tipificaciones de la información variaban entre, “merece fe”; “dudosa” e “información
incierta”, a lo que se recomendaba ejercer un control más estricto sobre las actividades
comunistas vinculadas principalmente a sectores como el agro, en los medios
intelectuales y artísticos, en particular los teatros independientes.

298
Archivo DIPBA, Departamento “C”, Op. Cit., folio 7.

Página | 121
El procedimiento para la identificación del sujeto comunista se hacía más visible
al considerar que en aquellas circunstancias “gozaban de libertad”, al no estar prohibido
el Partido, por lo que se adjudicaban propicias las condiciones para “catalogar” a
quienes aunque no estaban afiliados al PC, evidenciaban su simpatía en la concurrencia
a actos, locales, pic-nics, o comités comunistas. De esta manera, se hacía hincapié en la
vigilancia hacia estos sujetos para incluirlos en la nómina de “simpatizantes”. Esta
nómina se debía integrar en la confección de un cuestionario donde se indicaran cuáles
eran las condiciones habilitantes para que determinada persona fuera incorporada al
listado de “simpatizantes”, en este caso se debían agregar datos como la participación a
las actividades mencionadas, o el ejercer propaganda a favor del Partido, elementos
válidos de sospecha y concretos para proceder a su posterior identificación, que a priori
los criminalizaba.
Desde la Central de Inteligencia se evaluaba el crecimiento de la infiltración
comunista en vastos sectores de la sociedad, como en las consideradas “Entidades de
Bien Público”, que englobaba a los clubes, sociedades de fomento, entidades culturales.
Ante esto, se exigía ejercer un estricto control y prestar atención a las personas que eran
parte de las comisiones directivas, remitiendo toda la información necesaria sobre éstas
en caso de constatar o sospechar su tendencia ideológica hacia el comunismo. A su vez,
en el marco de las futuras elecciones nacionales en el mes de febrero de 1958, se ponía
en marcha la búsqueda de las listas de los candidatos que fueran a integrar las fórmulas
del PCA, como también toda la información sobre las reuniones, actos y actividades
pre-electorales, que fuesen juzgadas de interés para la obtención de datos.
Se presentaba una especial referencia hacia los considerados “sectores
intelectuales” y su amplia difusión e infiltración en las universidades, colegios
secundarios, entre otros establecimientos educativos, evaluados como los lugares
preferidos por el comunismo para trabajar con el alumnado, profesores/as y el personal
administrativo. Ante este panorama se destacaba que era, “imprescindible someter a
estos lugares educacionales a una severa aunque discreta vigilancia”. 299 A este contexto
territorial educativo se le agregaba la publicación de posibles periódicos, circunstancia
que demandaba el secuestro de algún ejemplar, para el posterior análisis y
determinación de su origen ideológico en la Central de Inteligencia provincial.

299
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio, 2.

Página | 122
Por último, se destacaba la intensa acción comunista en los gremios. La
observación permanente de los conflictos gremiales debía incluir un detallado informe
sobre sus principales “agitadores”, aún si ya eran públicamente conocidos por su
“ideario comunista”, cuyos objetivos consideraban, que apuntaban a la generalización
de los conflictos, trascendiendo el mero interés gremial.
De esta manera, se evidenciaba la necesidad de fortalecer todas las instancias
que conformaban a la “inteligencia”, y se instruía particularmente para la vigilancia
sobre lo considerado comunista. El esquema de espionaje también comenzaba a
comprender una arquitectura del lugar de trabajo que contemplaba ciertas características
del orden de lo clandestino, aparente y secreto. La definición política sobre la creación
en 1956 de la Central de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires, y su posterior
departamento “Archivo y Fichero” -conformado en 1957- como método de clasificación
de personas y organizaciones, fue así una instancia indispensable para la aplicación del
control social. La función de este departamento fue la de confeccionar legajos, hacer
fichas de identificación por personas, temas, localidades, etc. Mientras que por
intermedio del departamento de Coordinación y Enlace, “debía solicitar antecedentes a
organismos similares, atender y mantener actualizado el fichero general de personas y el
fichero Asuntos, consignar la entrada y la salida de los legajos solicitados por otras
dependencias y difundir informes o antecedentes solicitados por otros organismos
informativos o policiales”.300
Con el tiempo fue incorporando más divisiones para la búsqueda rápida de
antecedentes para garantizar el orden eficaz de la producción de nuevos legajos. Su
estructura fue diseñada en función de las representaciones y categorías construías
históricamente, atravesadas por la sanción permanente de normativa de excepción,
diagramada en lo político bajo un claro direccionamiento desde la jerarquía militar. De
este modo, el archivo contaba con diversos legajos organizados a partir de las
categorías: Factores y Mesas. En el año 1975, su nombre adquirió el rango de “División
Registro de Inteligencia”, hacia 1983, se la conoció como "División Central
documentación, registro y archivo”.

300
http://www.comisionporlamemoria.org/cuadroclasificacion/

Página | 123
Elecciones restringidas y el triunfo de Arturo Frondizi, (1958-1962)

Luego del golpe de Estado de 1955, hacia el interior del Partido Radical, las
distintas posturas frente a los sucesos acontecidos condujeron a una fractura definitiva
del partido en 1956, dando origen a dos tendencias políticamente opuestas. Se
encontraban aquellos que apoyaron al gobierno de “la Libertadora”, identificados con la
figura de Ricardo Balbín, mientras que a la vez surgió una línea liderada por Arturo
Frondizi, que buscó encontrarse con los valores populares del radicalismo yrigoyenista,
con una prédica antiimperialista, en un intento de acercamiento al peronismo.
De este modo, hacia las elecciones de 1958 las expresiones del radicalismo se
bifurcarían en la UCR del Pueblo y la UCR Intransigente, convirtiendo desde esta
última tendencia a Frondizi en el presidente electo. Su figura opositora a las medidas
que representaron al gobierno provisional, acercó el apoyo de un amplio espectro
electoral que involucró nacionalistas, católicos, ex peronistas y hasta miembros del
Partido Comunista.301 El acuerdo que éste mantuvo con el propio Perón desde el exilio,
a cambio de levantar las proscripciones, incidió en la sumatoria de votos que lo
definieron como ganador en las elecciones del 23 de febrero de 1958, con el peronismo
proscripto, actitud que no auspiciaba buenos augurios con las Fuerzas Armadas. En los
antecedentes biográficos de Frondizi, su figuraba se veía involucrada como un político e
intelectual antifascista, en cuya labor militante, también se destacaba su colaboración en
el Socorro Rojo, entidad de carácter comunista, en la defensa de los presos políticos.
También participó en la AIAPE (Alianza de Intelectuales, Artistas, Periodistas y
Escritores), afín al Partido Comunista Argentino, e hizo campaña a favor de la España
Republicana; características que no tendrían su correlato en la política de su gobierno.302
En este sentido, una de las preocupaciones de los círculos militares sobre el gobierno de
Frondizi fue la posibilidad de que personas consideradas comunistas o peronistas,
ocuparan cargos en el gobierno. “El propio general Aramburu, durante una de sus
primeras reuniones con Frondizi después de la elección, le expresó esa preocupación,

301
Potash, Robert, El ejército y la política en la Argentina (II). 1945-1962, de Perón a Frondizi, Buenos
Aires: Hyspamerica, 1985, pág. 353.
302
Chama, Mauricio, “Activismo social y político, represión estatal y defensa de “presos Conintes”: la
experiencia de Cofade (1960-1963)”, V Jornadas de historia política, “Las provincias en perspectiva
comparada”, Universidad Nacional de Mar del Plata, 29 de septiembre al 1 de Octubre de 2010, pág.6.

Página | 124
advirtiéndole que las Fuerzas Armadas permanecerían alertas ante la posibilidad de tales
nombramientos”.303
Algunas de las medidas que se efectivizaron de inmediato fueron el aumento
salarial del 60%, la amnistía a los presos políticos y el levantamiento restringido de
proscripciones, de las que quedaron afuera el propio Perón y el Partido.304 A su vez, sus
políticas apuntaron a un “desarrollismo económico” vinculado al fomento de la
industria y las inversiones extranjeras, habilitando a través de un marco legislativo la
implementación de capitales foráneos. Estas medidas y las políticas de estabilización
ante la crisis económica que se comenzó a sentir hacia fines de 1958, dieron un giro en
el carácter inicial del gobierno, aplicando políticas de ajustes con préstamos del Fondo
Monetario Internacional (FMI), congelamiento salarial y devaluación. Junto a estas
disposiciones, se intensificaron las huelgas y las medidas represivas se pusieron al pie
de la letra. Los sindicatos se manifestaron con planes de lucha y la represión a cargo del
Ejército se encrudeció. En este contexto, el 4 de noviembre de 1958, bajo el Decreto de
carácter secreto Nº 9.880, se aplicó el llamado Plan de Conmoción Interna del Estado,
(Plan Conintes), que prohibía las huelgas y permitía la intervención de las Fuerzas
Armadas, quedando quienes fueran detenidos por manifestarse bajo la competencia de
tribunales militares, acusados por el delito de “terrorismo”. Esta normativa de excepción
facultaba la militarización de la sociedad declarando zonas de injerencia militar,
principalmente a las ciudades industriales, limitando los derechos y garantías
constitucionales de las personas. Puede resultar incompatible, pero la misma normativa
sobre la que se fundamentaba el Conintes para la detención de numerosos militantes,
entre ellos, quienes despertaban la resistencia peronista, tomaba como base la Ley
Nacional Nº13.234, titulada “Organización de la Nación para tiempos de guerra”,
sancionada durante el primer gobierno peronista en 1948, que permitía la intervención
de las Fuerzas Armadas, en temas que eran de competencia civil. En un pasaje del libro
autobiográfico de la histórica militante comunista Fanny Edelman, recuerda cómo
estando en la cárcel, detenida por la aplicación del Plan Conintes, se encontró con un
grupo de mujeres peronistas, luego de pasar por el Departamento de Policía y
Coordinación Federal, dependencias que habían sustituido a la Sección Especial contra
el comunismo de la ciudad de Buenos Aires. En este pasaje, relataba:

303
Potash, Robert, El Ejército y la Política en la Argentina (II). 1945-1962. De Perón a Frondizi, Buenos
Aires: Hyspamerica, 1985, pág.369.
304
Véase, Amaral, Samuel, “Perón en el exilio: la legitimidad perdida” en Amaral, S. y Plotkin M.
(comp.), en Perón, del exilio al poder, Buenos Aires: Cántaros Editores, 1993.

Página | 125
“En la mañana siguiente un grupo grandes de mujeres me rodeó. Todas
peronistas, víctimas también del Plan Conintes. Allí comenzó el
reconocimiento mutuo, el debate, las coincidencias, las divergencias, la
amistad. (…) Verificamos entonces, cuánto desconocían la posición de
los comunistas, tan perseguidos durante el gobierno del General Perón, a
quien consideraban totalmente ajeno a toda medida represiva y por
nuestra parte que habíamos tenido una visión estrecha sobre los
sentimientos, las ilusiones y las esperanzas de una gran masa humana que
abrigaba real voluntad de cambio”.305

La represión ejercida luego de “la Libertadora”, y la continuidad de una política


proscriptiva y represiva, fue parte de un contexto social que comenzaba a reunir
diversas fuerzas del campo popular y la izquierda en oposición al gobierno. La
conflictividad social, también devino en la sanción de una serie de disposiciones que
apuntaron al control del comunismo, a pesar de su moderado apoyo. Sin embargo, este
panorama político opositor en aumento, incidía en medidas de seguridad que excedían
al Partido Comunista. Hacia este período, los emergentes grupos revolucionarios de
izquierda comenzaban a ser una incógnita para la inteligencia policial-militar, si bien a
continuación se seguiría poniendo foco en el comunismo, la vigilancia y la normativa de
excepción iba a incorporar, inevitablemente, nuevos actores políticos en el espionaje
policíaco. No obstante, las definiciones anticomunistas continuaron siendo una de las
prioridades en materia de seguridad nacional, para lo que se creó, a partir del Decreto
Nº4965/59, una comisión dependiente de la presidencia de la Nación encargada de
“planificar, dirigir y supervisar las acciones del Estado en materia de comunismo y otros
extremismos”.306 El peso ideológico del anticomunismo, puede comprenderse como la
incorporación del país a una cruzada anticomunista a nivel internacional. La propia
Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA), reconocía que el derrocamiento
del comunismo, era una batalla de las ideas que incluso demandaba hasta el uso de
“mentiras necesarias”.307

305
Edelman, Fanny, Banderas, Pasiones y Camaradas, Buenos Aires: Dirple, 1999, pág.123.
306
Sain, Marcelo Fabián, “Condiciones institucionales del control parlamentario de las actividades y
organismos de inteligencia del Estado”, en, Seminario sobre Control Democrático de los organismos de
Seguridad Interior en la República Argentina, Documentos de Trabajo, Buenos Aires: Centro de Estudios
Legales y Sociales (CELS), 1997, pág. 142. Una mirada actual sobre las profesiones armadas, puede
encontrarse en la segunda parte del libro que compilan, Sabina Frederic, Osvaldo Graciano y Germán
Soprano, El Estado argentino y las profesiones liberales, académicas y armadas, Rosario: Prohistoria,
2010.
307
El 27 de junio de 1950 la CIA creó el “Congreso por la Libertad de la Cultura”, cuya finalidad fue una
estrategia cultural e intelectual contra las ideas comunistas en Europa y América Latina. Al respecto,
véase: Bossa, Juan Alberto, “Un emisario sospechoso. Contradicciones del comunismo en América Latina
en la década de 1950”, en Revista Oficios Terrestres, Nº 27, Facultad de Periodismo y Comunicación
Social, UNLP, febrero 2012, pp. 1-26.

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En 1959, ante el triunfo de la Revolución Cubana y sus vínculos con la Unión
Soviética, el alineamiento anticomunista liderado por la potencia del norte, indujo de
inmediato a la alianza de los militares argentinos, quienes presionaron al gobierno de
Frondizi para proclamarse al respecto. La necesidad de Estados Unidos por implementar
la Doctrina de Seguridad Nacional, también se vio influenciada ante nuevas oleadas de
revoluciones por la descolonización sucedidas hacia finales de la década del ’50, que
comprendieron a las regiones de Iberoamérica, Oriente Medio y África. En este
contexto internacional, la “Alianza para el Progreso”, política llevada a cabo por el
presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy, fue parte de un programa que
respondería con campañas contrainsurgentes por toda Latinoamérica. 308
Los virajes políticos optimizaron un recrudecimiento en la represión a los
conflictos sociales, cuyo enemigo, ideologizadamente comunista, fue sobre quien cayó
todo el peso de la ley. El 27 de abril de 1959, mediante el Decreto Nº4965, se
prohibieron las actividades comunistas y el Partido. Los antecedentes analizados que
dieron origen al Decreto expresaban al país bajo un “estado de conmoción interna”,
situación que habilitó a la aplicación del estado de sitio, el 11 de diciembre de 1958, “tal
situación fue originada en lo esencial por actividades insurreccionales de carácter
principalmente político y gremial, que debieron ser reprimidas en salvaguardia del
orden público y de la economía nacional”.309 Bajo la ley 14.774, había sido prorrogada
la vigencia, sin término del estado de sitio.
Estas expresiones referenciaban al comunismo como el principal responsable del
“plan subversivo” ejecutado en el campo gremial, tendiente a instalar un “estado de
anarquía social”. Bajo la balanza de la ley, se entendían a estas actividades como ilícitas
al fomentar un clima de intranquilidad en momentos inestables de la Nación. La prédica
anticomunista buscaba los argumentos locales y se afianzaba con un posicionamiento
político a nivel internacional. La actividad “insurreccional” del comunismo era
denominada como actos “terroristas” que atentaban contra las instituciones y los ideales
del “pueblo argentino”. De esta manera, quedaron prohibidas en todo el país las
actividades comunistas que se vinculaban directamente con el Partido, como la de todas
aquellas entidades “colaterales” o afines al mismo. La medida también se extendía a

308
Véase, Halliday, Fred, Génesis de la Segunda Guerra Fría, México: Fondo de Cultura Económica, 1989.
309
Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, Nº 4965, “Prohibición de actividades comunistas y del Partido
Comunista”, en: Anales de la Legislatura Argentina, 27 de abril de 1957, Tomo XIX-A, Buenos Aires:
La Ley, pág. 316.

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todos los órganos de prensa, periódicos, revistas y cualquier publicación orgánica al PC,
o que “ocultamente” se identificara, estimularan y difundiera al mismo.
Las medidas anticomunistas aplicadas a los diplomáticos de países comunistas,
llegó a restringir el desplazamiento de los funcionarios. Tal como se expresa en el
archivo de la DIPBA:

“Por primera vez en el país, y de acuerdo con normas usuales de


reciprocidad en el trato, a partir del día 30 de julio de 1959, se limitó a 40
kilómetros, a partir del kilómetro cero (Plaza del Congreso)- el radio de
libertad de movimiento para los diplomáticos de la U.R.S.S de la
República Popular Rumana”.310

Disposiciones de este tipo, cuyo contenido rozaba el límite con el absurdo,


tenían un marcado contraste con la persecución sistemática y minuciosa a cada órgano
de prensa y local que refería al comunismo. Lo mismo sucedió con huelgas,
intervenciones en sindicatos y escuelas, como la clausura de “Aurora”, considerada
como un establecimiento educativo de adoctrinamiento comunista y formación de
cuadros. La persecución fue eficaz y la dimensión diplomática, más allá del absurdo, no
resultó un tema menor. La importancia de este control estricto en la “libertad de
desplazamiento”, tenía sus antecedentes meses antes cuando fueron detectadas
conexiones entre diplomáticos de la U.R.S.S y el movimiento obrero regional. Al
respecto, en el mismo legajo se mencionaba:

“A raíz de sus conexiones con la subversión en el ambiente gremial,


fueron declaradas personas no gratas, el 7 de abril de 1959, 4
funcionarios de la Embajada de la U.R.S.S y uno de la legación de la
República Popular de Rumania. A uno de ellos (BELOUS) se le concedió
48hs. de permanencia. El resto se ausentó del país el 24 de abril”. 311

El horizonte persecutorio se enfocaba en las embajadas soviéticas. A estos


sucesos se le sumaron la localización de una emisora clandestina en el edificio de la
Legación de la República Popular de Bulgaria. Bajo el marco de la ley, los
allanamientos fueron moneda corriente, y en esta oportunidad, el 8 de junio de 1958 se
declaró persona no grata al titular de la institución. Ante estas situaciones, junto con la
medida de restricción de movilidad, se redujo la cantidad de miembros de personal
diplomático perteneciente a países comunistas.

310
Archivo DIPBA, Mesa C, Varios, “Comunismo en la República Argentina”, Carpeta 6, legajo 121, año
tentativo 1961, folio 35.
311
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 35.

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A su vez, la vinculación peronismo-comunismo, como se advirtió durante el
gobierno de “la Libertadora”, también fue denunciada para este período. A pesar de las
particularidades de la asunción de Frondizi, este tipo de asociaciones evidenciaban el
gobierno condicionado que tenía el líder de la UCR Intransigente, ante los permanentes
“planteos militares”. Tal como se expresa en uno de los legajos del archivo de la
DIPBA, se destacan las relaciones del peronismo con el Partido Comunista, dadas a
conocer por el Ministerio del Interior. En la breve reseña del documento con fecha del 2
de julio de 1959, se fundamentaban las declaraciones del funcionario, con los
documentos que le habían sido secuestrados a un referente político, con motivo de su
detención.312
Los métodos inicuos para la obtención de información y justificación de
declaraciones y/o disposiciones legales, no eran nuevos. Una vez más, para el
cumplimiento de la ley se cometían un sinnúmero de ilegalidades, alineados en la
terminología policial como: “acción de represión contra elementos perturbadores
comunistas”. En este contexto, se consideraba que eran las acciones cometidas del PCA
las que hacían necesaria su represión para conservar el orden y la paz en el país. El 18
de octubre de 1960 se resolvió crear una Comisión para la investigación y estudio de la
actividad comunista en el país, presidida por el Subsecretario de Defensa Nacional e
integrada por:

“…un representante del Ministerio del Interior, y por igual número de las
Secretarías de Guerra, de Marina y de Aeronáutica, de la Secretaría de
Informaciones de Estado y de la Policía Federal, que tendrá a su cargo la
investigación y estudio de todo lo relacionado con la actividad
comunista que se realiza en el país”. 313

Esta medida reforzaba el desenvolvimiento de las distintas dependencias de


seguridad centralizadas en la SIDE. Dicha comisión se constituyó como una instancia
más de asesoramiento al ejecutivo nacional para la implementación de políticas
anticomunistas en la Argentina. Sin embargo, al año siguiente, el 13 de abril de 1961,
mediante un decreto del ejecutivo nacional, se le atribuyó específicamente a la
Secretaría de Informaciones de Estado la responsabilidad de asesorar al gobierno,

312
Archivo DIPBA, Op. Cit, folio 36.
313
Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, Nº 12681, “Comisión para la investigación y estudio de la
actividad comunista en el país”, en: Anales de la Legislatura Argentina, 18 de octubre de 1960, Tomo
XX-A, Buenos Aires: La Ley, pág. 832.

Página | 129
siendo el organismo nacional de seguridad en la lucha contra el comunismo y “otros
extremismos”. Se analizaba el carácter prioritario y la necesidad de sistematizar las
acciones del Estado contra las actividades “disolventes” ocasionadas por dicha corriente
política ideológica, por lo cual se establecía según el Decreto Nº 2985/61:

“Que la dispersión de esfuerzos que se advierte en esta materia y la


necesidad de elevar los índices de seguridad hacen indispensables
adecuar las estructuras existentes a las exigencias de la nueva situación,
mediante la adopción de un sistema que permita el desenvolvimiento de
la acción frente a la agresión totalitaria en sus fases de planificación,
dirección y supervisación en forma coordinada”.314

Esta definición se enmarcaba en una búsqueda de protección para el Estado ante


la infiltración comunista, en el afán por mantener las vías constitucionales, la
implementación de estas definiciones apuntaban a poner en funcionamiento todo el
dispositivo legal estatal y ubicaba a la SIDE como el único órgano preparado para
enfrentar “el problema mundial” del comunismo. Se orientaba a reforzar desde el orden
de lo legal las medidas de seguridad internas que enmascaraban al aparato represivo que
tenía a su cargo la persecución de los considerados “extremismos”. De este modo, se
mencionaba que dicho decreto no descartaba el proyecto de ley que desde el ejecutivo
se planeaba enviar al Congreso de la Nación a los fines de asegurar, “mediante un más
suficiente instrumento legal, la defensa efectiva de nuestro sistema constitucional…”. 315
Las misiones que le conferían a la Secretaría incluían además del asesoramiento al
Poder Ejecutivo nacional, la incidencia a partir de antecedentes y documentación
investigada, en las políticas públicas a definir en materia de “seguridad”; preparar
instructivos y planes de acción para los ministerios y secretarías de Estado, como así
también intervenir en todo asunto relacionado con el comunismo u otros “extremismos”
originados en cualquier ministerio, secretaría u organismo, tanto oficial como
autárquico. A partir de este decreto la SIDE se convirtió como la “central del sistema
informativo”, donde además de las funciones de inteligencia que le antecedían, quedó
como el principal organismo de Estado encargado de coordinar las actividades
específicas de los servicios de informaciones de las Fuerzas Armadas y de la Policía

314
Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, Nº 2985/61, “Planificación, dirección y supervisión de la
acción del Estado en material de comunismo y otros extremismos por la Secretaría de Informaciones de
Estado”, en: Anales de la Legislatura Argentina, 13 de abril de 1961, Tomo XXI-A, Buenos Aires: La
Ley, pág. 489.
315
Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, Nº 2985/61… Op. Cit., pág. 489.

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Federal, el Servicio de Informaciones del Ejército (SIE), el Servicio de Informaciones
Naval (SIN), el Servicio de Informaciones Aeronáutico (SIA), Coordinación Federal, y
las que pudieran realizarse en otros organismos públicos afines, “… para centralizar el
estudio de inteligencia superior del Estado y formular las recomendaciones que
correspondan”.316
Este abanico de normativas y disposiciones desplegadas fueron de incidencia
directa en las políticas provinciales. Oscar Alende, fue el gobernador de la provincia de
Buenos Aires por la U.C.R.I, uno de los principales colaboradores de Frondizi, quien
supo reconocer las condiciones de fragilidad democrática en las que había asumido el
gobierno. En su discurso dado el 2 de mayo de 1958 en la Cámara de Senadores de la
provincia, se refirió a la ciudadanía y a las limitaciones en el ejercicio pleno de sus
317
derechos cívicos. En materia de seguridad, como se mencionó, hacia 1960 aún regía
el estado de sitio y el plan Conintes en todo el país. En este contexto y a partir de la
sanción del Decreto Nacional 2628/60, la policía de la provincia quedó subordinada a
las autoridades militares, en función de lo estipulado por dicho plan para la represión
del “terrorismo”. Esta situación fue ratificada por el gobernador Alende, quien a pesar
de sostener en cada sesión anual un discurso constitucionalista, debió continuar
justificando el orden vigente de “emergencia”, que suspendía los derechos básicos
civiles, al convalidar la represión para “impedir el desborde terrorista”, como “una
necesidad impostergable que exige como primer deber la seguridad del Estado”.318
Desde el gobierno de la provincia se dejaba explícito que los objetivos para la policía
eran “…sustraer la política partidaria de la función policial, deslindarla de la actividad
judicial y hacerla preponderantemente preventiva”.319 Este último rasgo fue concluyente
a la hora de las decisiones en la inteligencia policial. La dimensión de lo preventivo
hacia 1961 recobró vigencia en las definiciones aplicadas en la dependencia de
inteligencia provincial, el carácter de la información se constituyó como un elemento
esencial de las políticas preventivas en el orden de la seguridad interna. No obstante

316
Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, Nº 2985/61… Op. Cit., pág. 490.
317
Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires, 2 de mayo de 1958,
pág.26, en: Mensajes de los gobernadores de la Provincia de Buenos Aires: Oscar Eduardo Alende,
1958 – 1962, Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Ricardo Levene. Colección dirigida
por Claudio Panella, La Plata: Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires, 2007 (Serie: Mensajes
de los gobernadores de la Provincia de Buenos Aires).
318
Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires, 2 de mayo de 1960,
en: Mensajes de los gobernadores… Op. Cit., pág.6.
319
Barba Fernando, Demaría Massey, María Elena, La provincia de Buenos Aires 1910-1987, La Plata:
Gobierno de Buenos Aires, Archivo de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Ricardo Levene, 1987, pág.112.

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estas intenciones, el propio gobernador admitió que priorizar la tarea preventiva por
sobre la represiva, era una meta aún condicionada principalmente por la capacitación
técnica y espiritual que acuerdan las escuelas, el incremento de la dotación de personal
y el reequipamiento material de la repartición.320
Los cambios aplicados para este año, aparecen en la Orden del Día n° 20.551,
donde se anunció la resolución del día 26 de julio de 1961, mediante la cual se suprimió
la Dirección Central de Inteligencia, y se creó sobre la misma base el “Servicio de
Informaciones Policiales” (S.I.P), dependiente de la Jefatura de Policía. El 23 de agosto
del mismo año se publicó la resolución por la que se determinaba que dicho organismo
pasaba a registrarse como S.I.P.B.A321, especificando de esta manera la pertenencia a la
provincia de Buenos Aires. En un informe elaborado por este organismo se detallaba el
procedimiento práctico para su funcionamiento, desde donde se comprendía a todos los
integrantes de la policía, sin distinción ni jerarquía, como agentes de información:

“El Servicio de Informaciones Policiales, en su carácter de asesor directo


del señor Jefe de Policía, procederá a analizar en última instancia la
información recibida, lo que dará lugar a que se redacten las cartas de
situación de cada uno de los factores clásicos; gremial, político,
subversivo, estudiantil, social, y, en forma particular, COMUNISMO”.322

El carácter de la “información” comenzaba a cobrar importancia, siendo una


obligación en cada seccional que sus comisarios se convirtieran en Jefes del Servicio
Informativo local, cuyo personal automáticamente pasaba a conformarse en agente
informante del organismo. La información producida en cada seccional se centralizaba
en la Jefatura de la Unidad Regional, los jefes de dichas Unidades Regionales tenían a
su disposición oficiales asesores que habían realizado el curso de informaciones o que
acreditaban más de tres años en la especialidad de informaciones, quienes luego
enviarían la información depurada al Jefe del Servicio de Informaciones Policiales.
Finalmente, el material regresaría a las Unidades Regionales de manera elaborada según
los parámetros de análisis a los que fuere sometido en dicha entidad.
Para la realización de las tareas de búsqueda, la SIP contaba con “Brigadas
Secretas”, vehículos y personal de civil, de la misma manera que las Unidades
320
Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires, 2 de mayo
de 1960, en: Mensajes de los gobernadores… Op. Cit., pág.6.
321
Orden del Día N° 20.573, Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A, Su creación”.
Carpeta Decreto Leyes y Disposiciones, 30 de agosto de 1961.
322
Archivo DIPBA, “Procedimiento práctico para el funcionamiento informativo en esta organización
policial”, Carpeta Decretos, leyes y disposiciones, legajo N° 95, 1961.

Página | 132
Regionales, deberían tener su propio personal secreto, que era el que en el momento
oficiaba de infiltrado en determinados acontecimientos sociales y políticos, “con lo que
queda establecido que el órgano informativo también operará en forma encubierta para
la obtención de información ‘cerrada’ ”.323 Por lo contrario, se consideraban fuentes de
información abiertas a aquellas noticias que se pudieran obtener mediante el Registro
Civil, Jefe de estación, entre otras instituciones de carácter público.
Este organismo era considerado como un potencial en materia informativa, al
que se apostaba transformar en el más importante del país, cuya finalidad establecía, a
partir de estas disposiciones, la misma cantidad de agentes informantes como el
personal total que tuviera la Repartición Policial. Las formas del secreto se iban
incorporando como una condición inherente a cada organismo de seguridad, dimensión
que conllevaba a una noción del control social cada vez más abarcativa.
A pesar de estos cambios en las jerarquías y funciones de la dependencia
provincial, en las conclusiones expresadas en un legajo perteneciente a dicha
dependencia, se aducía que la posición ante el problema comunista durante el período
de Frondizi, había mantenido las mismas condiciones que durante el gobierno de “la
Libertadora”. Es decir, existía una mirada crítica ante el accionar endeble de las fuerzas
de seguridad frente a un peligro considerado de trascendencia mundial. Pero las críticas
dejan traslucir una valoración de incompatibilidad entre un “sistema democrático” y la
necesidad de ejecutar medidas efectivas que controlen las actividades “subversivas” y
“terroristas”, que atacaran el fondo del problema. Esta era la mirada militar, en plena
vigencia de la intervención de las Fuerzas Armadas en la policía, mientras que el
debilitamiento del gobierno constitucional ante la presión permanente de los militares,
se podía comprender con la siguiente caracterización:

“Durante un gobierno constitucional, el estado de derecho, obliga a adoptar


numerosas medidas legales. Por ejemplo, para cada actividad ejecutiva,
derivada de la aplicación del Decreto 4695, es necesario promulgar un
decreto (cada clausura del local; cada prohibición de películas, etc., merece
un decreto particular).
Esto aumenta considerablemente el número de las medidas legales, que
harían aparecer en un estadística fría, una desproporción con el período
anterior”.324

323
Archivo DIPBA, “Procedimiento práctico para el funcionamiento…”, Op. Cit.
324
Archivo DIPBA, Mesa C, Varios, “Comunismo en la República Argentina”, Carpeta 6, legajo 121,
fecha tentativa 1961 folio 38. (Subrayado del original).

Página | 133
Las apreciaciones esbozadas inducían a la poca capacidad de acción que podía
tener un gobierno constitucional frente a estos temas. Es interesante observar el
subrayado, “estado de derecho”, donde en el fondo se estaba reconociendo que se podía
hacer lo mismo acortando tiempos. Las engañosas formas de la legalidad, que
habilitaban la sanción sistemática de decretos, aplicando el mismo contenido pero por
distintas vías, eran definiciones que englobaban a un estado de excepción. Cambiaban
las formas, pero no el contenido. La legislación represiva fue una constante de la que
hicieron uso distintos gobiernos constitucionales, sin haber sido alterada en gobiernos
de factos, sino por el contrario habiendo allanado el camino para su continuidad y
profundización. El planteo de la acción oficial frente al comunismo destacaba la
importancia de crear un mística nacional anticomunista, es decir, pensar en la sociedad
en su conjunto como un “anticuerpo”, por el cual bajo un gobierno democrático la
acción oficial debía garantizar una legislación adecuada, el orden y la defensa para
atentar contra el comunismo. Se insistía en que esta sería “la base para poder actuar”, de
lo contrario los valores de la civilización y de la organización democrática se pondrían
en peligro. Por lo pronto, la síntesis superadora al considerado problema comunista, se
encontraba en las formas de la civilización occidental-cristiana y democrática, el
verdadero desarrollo de estos conceptos resolvería los problemas de la Nación. 325

“Bosquejo sobre lo que es el Terrorismo”

En 1958 quedó derogada la histórica Ley de Residencia Nº 4.144. Esta medida


fue considerada por la dependencia policial de inteligencia como una definición que
dejó indefenso al Estado contra los extranjeros, ya que establecía un marco legal para el
control de los comunistas forasteros. Sin embargo, puede considerarse que la
aprobación de la ley de represión a las actividades terroristas sancionada dos años
después a dicha derogación, fue el instrumento legal que habilitó y reforzó las medidas
precautorias y persecutorias hacia el amplio abanico de posibilidades que incorporaba el
concepto de “terrorismo.”
La Ley de represión de las actividades terroristas Nº 15.293, publicada en el
boletín oficial el 12 de agosto de 1960, fue considerada una ley de emergencia, cuyos
objetivos eran la represión de las actividades terroristas en todo el territorio de la

325
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 41.

Página | 134
República, “…en cuanto atentan contra la seguridad de los bienes o de las instituciones
de la Nación”. 326 A partir de aquí quedaban establecidas distintas penas a prisión en
función de las características del “atentado”. La definición sobre aquello que se
comprendía como “terrorista”, fue descripta por la policía de la provincia en un
bosquejo que aducía a su historia y a su reconocimiento en diversos estallidos sociales
de gran trascendencia como las huelgas del gremio de las y los bancarios en 1959. En
este marco, el planteo de la Central de inteligencia destacaba la urgencia de un
reordenamiento legal para que el accionar de las fuerzas del orden no terminara
convirtiéndose en prácticas “arbitrarias” y “sin sentido”. Estas apreciaciones se
reforzaban con referencias históricas que argumentaban la sanción de leyes represivas
en el año 1894 y 1895, ante el llamado “Terrorismo Rojo” desatado en España. El
aparato represivo de la policía zarista en Rusia, era el modelo más acabado para el
combate contra el terrorismo, “…tenía prácticamente controlado el inmenso territorio.
Desorganizó sus mismas centrales y células terroristas, aplicó castigos severos,
esporádicamente primero, y en forma continúa después…”.327
El contexto de producción de este “bosquejo sobre el terrorismo”, remite a la
huelga de los trabajadores y trabajadoras bancarias en el año 1959. Estos hechos de
conflictos gremiales contra el gobierno de Frondizi fueron utilizados como ejemplos del
accionar “terrorista” y “subversivo”, cuyas dos causas principales eran adjudicadas al
factor político y gremial:

“Se puede afirmar que en todos los casos, la finalidad última perseguida
por el terrorismo organizado como el que actualmente se lleva a cabo en
nuestro país, es la de implantar UN ESTADO GENERAL TAL, QUE
HAGA FACTIBLE EL COMPAMIENTO DEL PODER. Etapa
precedida generalmente por un aglutinamiento de tácticas de
INFILTRACIÓN y golpes de carácter revolucionario-subversivo”.328

El incrementado nivel de protesta gremial era definido como parte del


mecanismo de infiltración subversiva que creaba un “estado psicológico especial”,
dando por resultado una sucesión de hechos “terroristas” de alta peligrosidad. Sin
embargo, el proceso de movilización bancaria había comenzado en los primeros meses
de 1958, cuyo resultado exitoso duró hasta diciembre del mismo año, cuando bajo el

326
Ley Nacional Nº 15.293, “Represión de las actividades terroristas”, en: Anales de la Legislatura
Argentina, 12 de agosto de 1960, Tomo XX-A, Buenos Aires: La Ley, pág. 45.
327
Archivo DIPBA, “Bosque sobre lo que es el terrorismo”, Carpeta, decretos, leyes y disposiciones,
legajo nº 95, 1959, folio 4.
328
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 3.

Página | 135
gobierno de Frondizi se implementó el “Plan de Estabilización”, definido por el crédito
otorgado del Fondo Monetario Internacional. Según establecía el Plan, “los aumentos
salariales debían ser regidos por el aumento de la productividad. Cuando la inflación fue
avanzando sobre el tope pactado con los bancarios, el conflicto fue inevitable”.329
Desde la policía de la provincia, se afirmaba que era difícil comprobar la
relación entre terrorismo-comunismo, aunque paradójicamente se alertaba que
cualquiera fuere el origen de los hechos, siempre eran instrumentalizados por los
“bolcheviques”. Esta aseveración se sustentaba con el ejemplo del conflicto bancario
asimilando el interés de los cuadros comunistas a las bases peronistas radicadas en el
movimiento obrero. “De este modo, aunque a veces puede ocurrir que por motivos de
resentimiento se tenga un ejecutor no comunista, será necesario establecer en qué
medida eso sirve al comunismo”.330 En esta línea se inscribía la suposición sobre los
mecanismos del aparato clandestino del comunismo, que tenía al terrorismo como
vehículo, se reconocía en éste y su infiltración, la clave de la infusión terrorista. Desde
diarios conservadores como “La Nación”, también se analizaba a los actores que
desataban el caos social, ubicando a peronistas y comunistas en la primera fila. 331
El accionar del aparato represivo no bastaba para la erradicación del terrorismo,
considerado como una profunda alteración social y una ruptura de la función de la
comunidad, la labor de la Central de Inteligencia no debía limitarse al “acto negativo”
de la represión, sino que debían concentrarse en la información e interpretación
adecuada. “La policía y esta Central en particular deben ser el instrumento de una recta
y cabal información”. La creación de un clima de hostilidad social, era analizada
también como una de las bases sobre las que sostenía el terrorismo. Por lo cual debían
suprimirse los cimentos que sustentaban el desorden y la violencia, considerado la
difusión de un espíritu de rebelión, que cobraba signos de legitimidad en las masivas
adhesiones expresadas en las manifestaciones obreras. Se hacía hincapié en la distinción
entre el “terrorismo organizado” y el “terrorismo” como estallido de la violencia. Todos
estos aspectos eran la base que debía ser suprimida, ya que eran analizados como los
instrumentos que el “aparato clandestino bolchevique”, capitalizaría para su partido.

329
Acha, Omar, "La huelga bancaria de 1959 y los problemas de un movimiento obrero dividido", en
Revista del Centro de Cultura y Cooperación, n° 2, enero/ abril de 2008.
www.centrocultural.coop/revista/articulo/31/, pág. 1.
330
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 3.
331
Acha, Omar, "La huelga bancaria de 1959… ”, Op. Cit.

Página | 136
La vigilancia aparecía, en este contexto, como la definición misma de la Central,
pero que a su vez resultaba ineficiente ante el panorama descripto. La exigencia de un
marco legislativo riguroso era el “respaldo” que garantizaría la efectividad en las
medidas tomadas. Se traslucía un espíritu por incrementar acciones represivas, pero se
avizoraba la necesidad de un orden legal que las ampare, para evitar que el
“resentimiento” social se canalizara contra la misma policía. La dimensión de lo legal
se interpretaba como un salvoconducto para ampliar las atribuciones que hacían a la
propia labor de vigilancia. Este amparo legislativo se concebía como la píldora
constitucional que legitimaría el accionar policial, para así también lograr la
confiabilidad institucional en la comunidad.
Sin embargo, el declarado estado de sitio fue el contexto de muchas huelgas y
del conflicto en particular mencionado. Esta medida liberó la represión policial
permanente, siendo declaradas “ilegales” por decreto las huelgas desatadas entre los
meses de marzo y junio por el sector bancario. Los enfrentamiento se intensificaron,
hubo muchos detenidos y heridos a lo largo de los meses de lucha. Estos sucesos
llevaron a que algunos bancarios analizaran que la intencionalidad del gobierno era
tensar el conflicto gremial al extremo, para lograr destruir al gremio y expulsar
personal. La escalada represiva se respaldaba con los argumentos del Ministro de
Trabajo y Seguridad Social, David Blejer, quien denunció la huelga “como una
maniobra de provocación comunista”, o declaraciones al estilo, “no cederemos a la
subversión”, de una connotación ideológica que se emparentaban con lo analizado por
la policía de la provincia.332 Bajo un discurso bélico y desde conceptualizaciones
amplias como la de “terrorismo”, se enmascaraba la dimensión humana de las
manifestaciones y los reclamos, como la negación de la existencia de un proyecto
político alternativo al vigente.
El gobierno de Frondizi continuó hasta el 28 de marzo de 1962, cuando las
Fuerzas Armadas exigieron su renuncia. Al día siguiente fue llevado preso a la Isla
Martín García. Anteriormente, el 18 de marzo, se realizaron elecciones provinciales sin
el peronismo proscripto, resultando éste victorioso en la mayoría de las provincias,
como lo fue el triunfo del candidato peronista Andrés Framini en la provincia de
Buenos Aires. Esta situación llevó a varios intentos de Frondizi por contener el cuadro
político que se avecinaba. Se ordenó la intervención en las provincias donde había

332
Acha, Omar, Op. Cit., pág. 7

Página | 137
resultado ganador el peronismo; cambió su gabinete y le pidió al General Aramburu que
abriera una mediación con los partidos políticos, que finalmente no dieron su apoyo. De
esta manera, el camino se fue allanando para la destitución, cuyo reemplazo inmediato
fue ocupado por el presidente del Senado, José María Guido, quizás aventajando el salto
de las Fuerzas Armadas al poder.
La ambigüedad de su política puede entenderse ante la constante presión militar,
la implementación de un cambio en el modelo económico que transformara el
subdesarrollo en una economía moderna y algunos gestos políticos que preocuparon a
los militares y a los sectores antiperonistas y anticomunistas. La relación con el
presidente brasilero Jânio Quadros, cuyo gobierno había proclamado la neutralidad en el
enfrentamiento soviético-norteamericano y la simpatía hacia los cambios acecidos en la
isla comunista; el encuentro con Ernesto “Che” Guevara en 1961, Ministro de Industria
en Cuba en ese momento; la abstención argentina en la Conferencia de Cancilleres en
Punta del Este, auspiciada por la OEA, que expulsó a Cuba del sistema interamericano,
fueron presagios de un triste desenlace, entendido en un contexto democrático
condicionado por la intervención militar y el poder vigente de este sector en la esfera
política. Tal como enuncia Potash, toda actitud que no era explícitamente de oposición
a Cuba, bastaba para considerar que se estaba propagando el comunismo en la
Argentina y en América Latina. Este proceso de desgaste que tuvo el gobierno resultó
paradójico en tanto, fue considerado por algunos militares y los servicios de
información, que el presidente como algunos de sus colaboradores eran
sospechosamente comunistas. La acusación directa era hacia el Secretario de Relaciones
Socioeconómicas del Estado, Rogelio Frigerio, quien en sus inicios había militado en el
Partido Comunista, pero luego se habría alejado, habiendo sido miembro fundador de la
Unión Cívica Radical Intransigente y del Movimiento de Integración y Desarrollo
(MID). Desde la oposición y los sectores militares se lo acusaba de ser “comunista”, a
tal punto que desde la Marina y el Ejército se le pidió al presidente Frondizi que se lo
removiera, para mejorar la imagen del gobierno ante las Fuerzas Armadas. Según un
informe del Servicio de Información Naval (SIN), Frigerio estaba acusado de ser el
principal promotor de la infiltración comunista en el gobierno. Ante estas presiones y
extravagancias en relación al funcionario, Frondizi lo destituyó de su cargo político,

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pero lo ubicó como asesor personal en la Residencia de Olivos, actitud que debilitó aún
más las relaciones del presidente con los militares. 333

Conclusiones

“Se necesita un vivir cristiano, integral para oponerse al materialismo dialéctico”


(Archivo DIPBA, Mesa C).334

A partir de 1955, la necesidad de fortalecer una estructura de inteligencia fue


parte de los objetivos políticos de “la Libertadora”, cuya bandera “democratizadora”
intentó desactivar todo lo vinculado al gobierno depuesto, como así también al
comunismo. Es decir, durante este primer período se acentuó la lucha “anticomunista”,
claramente a partir de los acontecimientos a nivel internacional, donde en el marco de la
Guerra Fría, los Estados Unidos intervinieron cualquier país que intentaba virar hacia
una supuesta tendencia comunista. Se puede interpretar que las medidas tomadas en la
Argentina y los análisis de la Policía de la Provincia de Buenos Aires fueron parte de
una estrategia geopolítica alineada a Norteamérica, que no se quedó en un discurso, sino
que buscó la perfección y profesionalización en esta “lucha”, en sintonía con las
doctrinas militares instaladas en la Escuela Francesa y en la Escuela de las Américas,
como parte de la Doctrina de Seguridad Nacional, liderada por los Estados Unidos.
Según se reconoce en los propios legajos de la DIPBA, durante el gobierno de facto de
“la Libertadora”, las medidas tendieron a restablecer el “equilibrio democrático roto con
el gobierno totalitario de Perón”,335 pero existió una tendencia a “extremos liberales”,
que según se creía, fue capitalizada por la infiltración comunista, considerando también
a este período como válido para el crecimiento del PC en la Argentina. El sector
intelectual, las universidades y los sindicatos fueron caratulados como espacios de
evidente infiltración marxista. En este marco, el análisis de la Central de Inteligencia de
la Provincia de Buenos Aires, llegó a vincular al peronismo con el comunismo, en
especial a partir de la derogación del decreto de prohibición a las actividades
comunistas en diciembre de 1945. Por lo pronto, el reconocimiento del PCA en la

333
Potash, Robert, El ejército y la política en la Argentina (II). 1945-1962, de Perón a Frondizi, Buenos
Aires: Hyspamerica, 1985, pág. 393.
334
Archivo DIPBA, Mesa C, Varios, “Comunismo en la República Argentina”, Carpeta 6, legajo 121,
fecha tentativa 1961, folio 38.
335
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 32.

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Justicia electoral, era considerado un elemento de complicidad del propio gobierno
peronista, que homologaba a fin de cuentas, a ambas tendencias a un “totalitarismo”.
La vinculación peronismo-comunismo-marxismo, fue una caracterización que
comenzó a aparecer en los expedientes relevados desde el golpe de Estado de 1955. El
análisis que se expresa desde la dependencia de inteligencia provincial, en función de
comprender al avance del comunismo en el país, daba cuenta de la existencia de una
“marxistización peronista”. Esta interpretación resulta ser una simplificación política,
que a contramano de lo que evidencian los antecedentes de la DIPBA durante el
peronismo, se convierte en un oxímoron, impensable durante los años anteriores a “la
Libertadora”. No obstante, se constituye como premonitora de la confluencia que ya
hacia principios de la década del ’60, algunas figuras emblemáticas de origen peronista,
como John William Cooke, perfilaban con un acercamiento a la izquierda, lo que
inducía a pensar, desde cuadros del PC, como Victorio Codovilla, en una confluencia
con el peronismo, debido al giro que los propios acontecimientos a nivel internacional,
conducían a la izquierda.336 De este modo, en las elecciones provinciales del año 1962,
el Partido Comunista argentino llamó a votar por los candidatos peronistas, lo cual fue
tomado como una confirmación del análisis de inteligencia realizado previamente.
En la balanza anticomunista desde la propia inteligencia provincial, se destacaba
el interés durante este primer período por “democratizar el país”. Si bien no fueron
numerosas en estos primeros años las medidas “legales” que apuntaron a restringir el
comunismo en general, se enfatizaba que a pesar de no hallarse un cuadro estadístico de
las detenciones y allanamientos efectuados, ni sobre los locales clausurados, se
reconocía que los mismos, más que acción de gobierno, evidenciaban la eficiencia de la
fuerza policial y de seguridad de los servicios de inteligencia y organismos de Estado
responsables de adoptar medidas ejecutivas.337 De esta manera, se podría comprender
como durante los años de “la Libertadora”, las acciones de gobierno en particular hacia
el comunismo fueron más flexibles que a partir de 1958, donde la prohibición hacia el
PCA ya se sustentaba con el peso de la ley a nivel nacional.
Aún así, durante el primer período se dispusieron las medidas necesarias para la
conformación de la Central de Inteligencia provincial y la coordinación con los demás
servicios de informaciones nacionales, confluyendo todos en un enlace directo con la

336
En relación al período, las disputas y articulaciones ideológicas en la escena política, puede
consultarse: Altamirano, Carlos, Bajo el signo de las masas (1943-1973), Buenos Aires: Ariel, 2001.
337
Archivo DIPBA, Op. Cit., folio 34.

Página | 140
Secretaría de Informaciones de Estado. Es decir, luego del golpe de Estado de 1955 la
intervención de las Fuerzas Armadas en el plano de seguridad comenzó a construir una
red de comunicaciones entre las distintas dependencias tanto policiales como militares,
donde la Central provincial tuvo un papel destacado en la detección comunista.
La no sanción de un decreto que prohibiera la existencia del Partido Comunista
Argentino, también fue analizada por la inteligencia de la provincia como una medida
inconveniente para el momento, al comprender que mientras el Partido estuviera en la
legalidad, esta condición habilitaría a una más rápida detección sobre sus acciones.
Durante el gobierno de Frondizi, las disposiciones en materia de seguridad
también fueron parte de las permanentes presiones de las Fuerzas Armadas. Éstas se
efectivizaron en los treinta dos “planteos” militares, entre los que se ejerció la presión
para que el gobierno argentino se alineara a la ofensiva norteamericana contra la
reciente Cuba comunista, todo lo cual impactaba directamente en el territorio
bonaerense.338
La Revolución Cubana (1959) y la independencia de Argelia (1962), fueron dos
triunfos que alertaron la mirada de Estados Unidos, bajo la administración Kennedy
sobre estas regiones, dado que en distintos países de América Latina surgían
movimientos de izquierda armados, con sus respectivas particularidades regionales. La
“Alianza para el Progreso”, fue parte de la política norteamericana que respondería con
campañas contrainsurgentes por toda Latinoamérica para imponerse como el bloque
hegemónico a nivel mundial. De esta manera, “el carácter de la defensa continental
cambia durante la administración Kennedy, eliminando la posibilidad de un ataque
directo de fuerzas extra continentales, la nueva Doctrina de Seguridad Hemisférica
reservó la función de la defensa contra el enemigo mundial para los Estados Unidos y
sus aliados de la OTAN”,339 mientras que los ejércitos latinoamericanos, financiados
por la potencia del norte, eran quienes se encargaría del combate contra el comunismo.

338
Sobre los conflictos y el impacto de la política nacional en el devenir histórico de la provincia de
Buenos Aires, puede consultarse la reciente colección sobre la historia de la Provincia de Buenos Aires,
donde algunos de sus aspectos replantean esta tensión que obtuvo como resultado una identidad
bonaerense difusa, atravesada por los dilemas de la Nación. Veáse, Palacio, Juan Manuel, “La provincia
de Buenos Aires en la historia y en la historiografía”, en Historia de La Provincia de Buenos Aires, Tomo
I, “Población, Ambiente y Territorio”, director, Otero, Hernán, Buenos Aires: Unipe, edhasa, 2012.
339
Barbero, Héctor, Godoy, Guadalupe, “La configuración del enemigo interno como parte del esquema
represivo argentino. Décadas de 1950-1960”, en Cuadernos de Trabajo Nº 55, Departamento de
Derechos Humanos, Centro Cultural de la Cooperación, Floreal Gorini, Buenos Aires: Ediciones del
Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, junio 2003, pág. 36.

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Estas experiencias que se encadenaban como parte de los resultados de la
Revolución Cubana junto con la oleada de descolonización en África, tampoco fueron
detonantes mayores, como sugiere Hobsbawn, de un cambio radical hacia el bando
comunista. No obstante ello, a través de la llamada “guerra antisubversiva”, inspirada
tanto por la doctrina francesa, como por la formación militar de la Escuela de las
Américas, se emprendió una atroz confrontación que constituyó la aniquilación de
cualquier intento alternativo desde lo político al modelo norteamericano.
De modo que, los diversos mecanismos de control implicaron la intervención
directa de tropas norteamericanas, el apoyo y la promoción a regímenes políticos
dictatoriales, totalitarios y/o burocrático-autoritarios, la presión económica y la
desestabilización de aquellos países que se conformaban a partir de las nuevas oleadas
revolucionarias. Como telón de fondo, la existencia de una simplificación ideológica, en
términos de Halliday, que posicionaba a la URSS como la responsable del quiebre de la
distención; el fantasma de un mundo en guerra y el desequilibrio a nivel mundial, se
enmarcaba en la utilización de la propaganda del comunismo como una amenaza para
toda la humanidad.
Este discurso alarmista se imprimió en la mentalidad de la jerarquía militar que
intervino la Central de inteligencia policial en 1956 y continuó siendo su argumento
principal para mejorar la estructura informativa y de control político en nuestro país.
Tanto a nivel nacional y provincial se puede comprender una intensificación
persecutoria en lo relacionado al “elemento comunista”, siendo el material de doctrina
principal para el período, el análisis en perspectiva histórica sobre esta tendencia
ideológica política y las clasificaciones sobre la misma con la terminología que los
agentes debían utilizar al momento de la detección de la organización y/o persona
comunista. El material de doctrina daba cuenta de la construcción de ese otro comunista
genérico, que implicaba un amplio abanico de posibilidades en la definición del sujeto a
perseguir, en última instancia respondía a la categoría de “terrorista”. En la definición
ambigua y amplia de este otro “enemigo” era a la vez, criminalizado y negado, razón
que habilitaba su persecución. De manera que la ingeniería de la inteligencia policial se
conformó en una herramienta para la construcción de la excepcionalidad, donde
permanentemente se creaban los recursos legales que incorporaban la ilegalidad y la
presunción convertía a la sospecha que lo culpabilizaba.340

340
Calveiro, Pilar, Op. Cit., pág. 64.

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Hacia 1961, el servicio de inteligencia provincial analizaba que durante “la
Libertadora” se había llevado a cabo “una acción liberal extrema”, caracterización que
derivó hacia comienzos de la década del ’60, a una ferviente acción anticomunista, a
partir de la concepción del “nacionalismo marxista” o “izquierda nacional”. En esta
línea de análisis la propia dependencia de inteligencia provincial interpretaba que en un
futuro, la palabra comunismo iría degradándose en función del desarrollo de los
acontecimientos políticos a nivel internacional. De este modo, se aludía que aparecerían
otros términos como “Fidelismo; Frente de Liberación; Movimientos Populares;
Fuerzas Antiimperialistas; Democracias Populares, etc.”.341 Este análisis evidenciaba
algunas definiciones en el terreno político de la izquierda argentina, también como
producto de la “resistencia peronista”, enmarcada en un contexto latinoamericano de
cambios en la organización de movimientos guerrilleros, cuya máxima expresión se
enfocaba en Cuba. Como parte de estas apreciaciones, el 30 de agosto de 1960, luego de
una Conferencia de Cancilleres realizada en Chile, el Secretario de Informaciones del
Estado, Juan Alberto Lagalaye, le envió al presidente Frondizi un Memorándum
Secreto, donde entre otras cosas se destacaba que había “una intensificación del
gobierno cubano para la difusión del comunismo en América Latina, realización de la
Guerra Revolucionaria y cualquier forma de subversión y terrorismo”.342 A su vez,
resaltaba que estas medidas en la Argentina contaban con el apoyo de la acción
peronista, y en función de esta alerta, la recomendación al entonces presidente
argentino, se centraba en pensar un mecanismo que erradicara al comunismo del
hemisferio. Para ello, el militar aconsejaba, “realizar una acción de coordinación de
todos los sistemas de seguridad e informativos de los países afectados, con miras a una
prevista acción cubana. Estimo que el eje del sistema sería la Central Inteligence
Agency (CIA) y la Federal Investigation Board (FBI) de Estados Unidos, quienes
poseen la información más completa”.343 También se sugería crear una red de
intercambios informativos vinculados a coordinar medidas represivas.
El fantasma del comunismo se convirtió en un objetivo de guerra que concentró
los recursos de los países para su aniquilación. La implementación del terrorismo de

341
Archivo DIPBA, Mesa C, Varios, “Comunismo en la República Argentina”, Carpeta 6, legajo 121,
fecha tentativa 1961 folio 39.
342
Ubertalli, Jorge Luis, El enemigo rojo. La Represión al Comunismo en la Argentina, Avellaneda:
Ediciones Acercándonos, 2010, pág.197. La carta y el memorándum secreto se encuentra en el Archivo
Frondizi, del Archivo General de la Nación, Caja 1625-1626.
343
Ubertealli, Jorge Luis, El enemigo rojo…, Op. Cit., pág. 197.

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Estado fue otra de las estrategias propiciadas por los Estados Unidos para su combate en
todo el mundo, convirtiendo,

“…a los Estados latinoamericanos en Estados de excepción, inaugurando


un derecho de facto, más allá de los bordes del derecho institucional pero
más protegido por éste, bajo las figuras del Estado de sitio, estado de
emergencia, guerra antisubversiva y otras similares. En este contexto se
aplicó la política de desaparición de personas en todo el continente, que
afectó a toda forma de disidencia, conceptualizada como subversión”. 344

Se puede entender al segundo período analizado, que comprendió al gobierno de


Arturo Frondizi y a la gobernación de Oscar Alende en la provincia de Buenos Aires,
también en un contexto de excepcionalidad. A pesar de haber sido un gobierno
constitucional, con la particularidad del peronismo proscripto, la presión de las Fuerzas
Armadas determinó muchas medidas que delinearon la ampliación de atribuciones
estatales, dotándolas de una fuerza extralegal, más allá de la ley, pero reconocida y
amparada por ésta.345 El estado de sitio, el plan Conintes y la prohibición a las
actividades comunistas y a su partido, se ejecutaron como parte de un adoctrinamiento
de las fuerzas de seguridad en materia de “comunismo y otros extremismos”, que
implicó el afianzamiento de una red de comunicaciones a nivel militar y policial, siendo
la inteligencia y la información política de carácter prioritario.
En esta línea, la redefinición de la Central de Inteligencia de la policía de la
provincia en 1961, se concentró no sólo en el cambio de nombre, “Servicio de
Informaciones Policiales de la Provincia de Buenos Aires” (S.I.P.B.A), sino en la
priorización del asesoramiento policial en particular sobre lo referente a “comunismo”.
Asimismo, según esta nueva medida, todo personal de policía se convertía en agente de
información. Esta disposición, que podía quedar sólo en la definición formal,
evidenciaba un cambio de actitud de las estrategias de la policía en la provincia, donde
la importancia de la información política cobraba una dimensión amplia,
comprendiendo a toda la fuerza.

344
Calveiro, Pilar 2007. “La centralidad de la guerra y lo concentracionario en la reorganización global
del poder”, en Jerónimo Pinedo et al. Políticas de terror; Las formas del terrorismo de Estado en la
globalización, Buenos Aires, Ad hoc- CIAJ, pág. 54.
345
Véase: Agamben, Giorgio, Estado de excepción Homo sacer, II, I, Buenos Aires: Adriana Hidalgo
editora, 2004.

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La estructura de la DIPBA fue claramente un aspecto fundamental en esta
búsqueda de operatividad a nivel nacional. Desde la Central se planteó la necesidad de
una reorganización periódica de la dependencia en función de los cambios políticos y
sociales. La actualización del servicio de informaciones, sus medios y recursos se
convirtieron en una tarea imprescindible para adecuarse a los acontecimientos que se
iban sucediendo en el terreno de lo político. A partir de este momento, las tareas de
obtener, valorizar y analizar información fueron indispensables para el adoctrinamiento
de una organización preventiva y represiva sobre aquellos elementos que pudieran
alterar el orden público. La conformación del espionaje político como una herramienta
para la consolidación de un aparato represivo, se arraigó en una estructura de la que
luego se montarían los distintos gobiernos para “garantizar el orden”, llevada al límite
durante la última dictadura militar. La decisión de utilizar una terminología específica
para definir a determinadas organizaciones y/o personas a ser vigiladas, puede
entenderse como parte de una complejización en las tareas de inteligencia. La categoría
de “criptocomunista”, incita a pensar, en la generación de una demanda interna por
poder descifrar cuáles eran aquellas organizaciones que se mantenían en la
clandestinidad, o con una supuesta identidad aparente y las limitaciones que surgían en
las propias fuerzas de seguridad provincial para poder detectar con precisión aquello
considerado “comunista”. También, evidenciaba el crecimiento organizativo del
comunismo en el país, pero que, a la luz de las propias fuentes policiales, se imprimía
en una dimensión analítica que lo solapaba en sus definiciones como aquello
inalcanzable, en tanto el nivel de gravedad y peligrosidad para el país. Muchas veces,
estas apreciaciones que se encadenaban como refuerzo de las propias categorizaciones
que brindaba la policía internamente, resaltaban un acento temerario en sus
conclusiones que por momentos rozaban lo ilusorio como parte de la construcción de un
imaginario propio que otorgaba las reglas para definir lo criminal en tanto subversivo.
A su vez, cabe preguntarse cuáles fueron los resultados de tales materiales de
doctrina anticomunista a la hora de la confección del informe de inteligencia. El pasaje
de una policía “peronista” a una “antiperonista” seguramente tuvo sus resistencias,
aunque en la reforma de la policía durante el peronismo supieron predominar más los
aspectos jerárquicos, disciplinarios y autoritarios que los valores solidarios en una
identificación con los sectores populares. Un análisis de algunos de estos informes
competerá al capítulo siguiente, donde se intentará dar cuenta de los procedimientos y

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las categorías empleadas por los agentes de inteligencia en el momento de la detección e
infiltración en los ámbitos a los que participaba aquel “otro” comunista.

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V. Capítulo III: “De la orden a la ejecución”
Introducción

La mirada recorre los adoquines de una ciudad, aparentemente, quieta.


Abre la puerta, observa, se detiene. La retina se estampa entre la multitud que perturba
aquella realidad, aparentemente, calma. La percepción incita al peligro. La mirada se
vuelve mandato, vigilancia, policíaca: “Lo expuesto es todo cuanto por el momento
puedo informar al Señor Jefe sobre el particular…. (Archivo DIPBA, Mesa C)”.346

Los relatos que conformaron los diversos informes de inteligencia policial,


fueron producto de la necesidad por parte del Estado de complementar el control sobre
los sujetos y organizaciones perseguidas, desde la construcción de la información que
los mismos “observados” generaban. En tal sentido, se considera a la inteligencia como
una función de la policía que puede trazar sus orígenes en aquella definición que alude a
esta práctica como “la prevención de la prevención”, estando la policía de inteligencia
encargada de conocer “la mente pública”, con la intención de “auscultar la opinión al fin
de instruir el poder sobre el estado de ánimo y las reacciones de la población,
detectando las actividades subversivas”.347 De este modo, la función de la policía de
inteligencia, en tanto su carácter anticipatorio, surgió al servicio del Estado y de su
política como protector de sí mismo. En este sentido, la inteligencia conformada en un
instrumento del aparato policial, intrínseco al saber estatal, funcionó desde la
recolección de la información pública hasta la formación específica de un sujeto policial
para la espía.
A partir de estas consideraciones, este capítulo se propone indagar en las
nociones de los agentes de inteligencia de la policía bonaerense sobre los comunistas, en
función del análisis sobre distintos legajos del archivo de la DIPBA. Se tomó a la ciudad
de La Plata como recorte territorial para el análisis, haciendo foco en el control de los
actos del Partido Comunista y las actividades de la Unión de Mujeres de la Argentina
(UMA), incluyendo un expediente particular de álbumes fotográficos que
complementan el registro policial de esta última agrupación.

346
Archivo DIPBA, Mesa “C”, comunismo, Carpeta 2, Legajo Nº 75, 20 de enero de 1957, folio 46, La
Plata Sección 3.
347
L’Heuillet, Hélene, Baja política, Alta policía. Un enfoque histórico y filosófico de la policía, Buenos
Aires: Prometeo, 2010, pág. 29.

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El acercamiento a este reservorio documental se realizó, a partir de relevar una
descripción de carácter etnográfico348 sobre las propias categorías de la inteligencia en
relación al comunismo. En este sentido, el capítulo tiene por objetivo desandar las
distintas miradas sobre aquella clasificación de “enemigo interno de la Nación”, a la luz
de las propias prácticas del Partido Comunista Argentino y sus llamadas organizaciones
“colaterales”.
De este modo, la propuesta no radica en corroborar la veracidad de los informes
policiales, sino en expresar los relatos y las construcciones sobre el “delincuente
político comunista”, atravesados por los antecedentes históricos ya trabajados, que dan
cuenta de la persecución y estigmatización sobre dicho sujeto. Interesa indagar en los
imaginarios que se pusieron en práctica y los supuestos sobre los que la mirada policial
se basó a la hora de detectar al comunista, donde tal como refiere Lucía Eilbaum, “la
categoría de la sospecha, más que fundar o dar origen a la intervención policial, la
legitima a posteriori”.349
El relato sobre los y las vigilados/as, también pone al descubierto las conexiones
con el material de doctrina elaborado por las fuerzas de seguridad en relación a este
enemigo de carácter mundial. Se procura dar cuenta de cómo se construyó la
información y cómo se pusieron en juego aquellas tensiones del orden de lo político con
los saberes policiales. Como así también, se pretende dilucidar qué era lo que realmente
estaba habilitado para la policía en la rutina del espionaje, en función de las situaciones
particulares y en qué devenía aquel informe o tarea encargada por un superior.
La información producida provenía de órdenes de la propia jerarquía de las
dependencias policiales, pero también, en algunos casos, era remitida por otras agencias
estatales dedicadas a las tareas de inteligencia. Lo mismo sucedía con las demandas de
información, que podían provenir de la Jefatura de la DIPBA o de otras instituciones del
Estado.350
A su vez, las diversas delegaciones constituidas por las comisarías de la
provincia de Buenos Aires, eran fuentes directas para la elaboración de informes sobre
el seguimiento de personas, u organizaciones sociales y políticas. Las detenciones

348
da Silva Catela Ludmila, “Etnografía de los archivos de la represión en Argentina”, en Franco, Marina
y Levín, Florencia (comps), Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción,
Buenos Aires: Paidós, 2007, pp. 183-220.
349
Eilbaum, Lucía, “La sospecha como fundamento de los procedimientos policiales”, en Cuadernos de
Antropología Social Nº 20, pp. 79-91, 2004.
350
Kahan, Emmanuel, Unos pocos peligros sensatos. La Dirección de Inteligencia de la provincia de
Buenos Aires ante las instituciones judías de la ciudad de La Plata, La Plata: EDULP, 2008, pág. 79.

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ilegales, el secuestro de material y folletos de partidos políticos, como los listados de los
padrones de sindicatos, eran luego reunidos y enviados a la Central de inteligencia
policial en la ciudad de La Plata. Desde allí se procesaban y clasificaban los registros
obtenidos, según las diversas “Mesas” y “Factores”, para la confección de legajos y
fichas que luego se incorporarían en el “Archivo y Fichero” de la DIPBA.
Esto sólo constituye una muestra del funcionamiento de la inteligencia de la
policía provincial, por lo tanto, no se pretende que el análisis devenga en conclusiones
definitivas, sino en poder acceder a una aproximación en este tipo de tareas policiales,
resguardadas -mayoritariamente- en la dimensión de lo confidencial. El siguiente
análisis contempla diversos tipos de documentos como informes de inteligencia,
memorandums, cartas y material secuestrado. La documentación seleccionada para la
elaboración del capítulo perteneció a la “Mesa C comunismo”, del archivo de la DIPBA
y abarca distintos momentos de los primeros dos gobiernos peronistas; el Golpe de
Estado de 1956 y legajos que fueron parte del período del gobierno de Frondizi y de
Alende en la provincia de Buenos Aires, entre los años 1958 y 1959. Es decir, el análisis
devendrá en una mirada selectiva sobre lo que significó la totalidad del acervo
registrado y acumulado en la “Mesa C”, como del resto del Archivo de la DIPBA.
Por lo pronto, la intención de tomar diversos momentos políticos del país
compete a la misma lógica secuencial que pretendió expresar este trabajo. La
construcción histórica del “delincuente político” y sus diferentes categorizaciones desde
finales del siglo XIX, se presentó como una característica de continuidad que enlazó a
los gobiernos, con cambios progresivos en las tareas de acopio de información, propios
de las coyunturas políticas del país. No obstante, la importancia de verificar
empíricamente estas interpretaciones en el afán de reconocer, por un lado la necesidad
histórica de la existencia de una “amenaza” al orden político imperante, y por el otro,
visualizar qué tipo de relación existió entre la práctica de inteligencia y los materiales de
doctrina elaborados por la jerarquía de las distintas dependencias de seguridad, tanto
nacional como provincial.

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Los hechos, parte I: “comunicar acto controlado”

“Para combatir eficientemente al comunismo, es indispensable


conocerlo; y para ello se lo debe estudiar en los hechos” (Archivo
DIPBA, Mesa Doctrina). 351

El registro de personas y organizaciones vinculadas al comunismo aparece en los


archivos, como se indicó, desde la década del ’40 en la provincia de Buenos Aires. A su
vez, tal como se señaló en el capítulo I, la División de Orden Público surge luego de que
se suprimiera a la Sección Orden Social, y de que se creara la Oficina de Movimiento
Político, entre los años 1945 y 1946. A partir de junio del ‘46, la recopilación de
información referente a las organizaciones sociales y políticas de la provincia de Buenos
de Buenos Aires, quedó en manos de la recién creada División de Orden Público,
dependiente de la Jefatura de Policía provincial.
Según los distintos legajos, se pone de manifiesto que el traspaso de la
información se manejaba desde las distintas delegaciones de la provincia que
funcionaban en comisarías, haciéndose más fluido este intercambio con el transcurso de
las décadas. En la búsqueda del control individual sobre las posibles personas
“comunistas”, se encuentran formularios catalogados como, “Anexo confidencial” y de
carácter “estrictamente confidencial”, cuya finalidad era establecer datos biográficos y
políticos sobre determinados sujetos sospechados por su filiación ideológica. En una
ficha del 7 de agosto del año 1949, por ejemplo, puede leerse este tipo de registros. En
el análisis de los datos del Secretario General del Partido Comunista, se visualizaba
información sobre su comportamiento vinculado a su activismo político en relación al
gobierno, como así también su lugar de trabajador “…apoyando las obras de Gobierno,
siempre que las considere justas, goza de buen concepto y moralidad”.352 Lo mismo se
traslucía para el caso del Secretario de Organización del PCA, al manifestar
consideraciones del tipo, “… goza de buen concepto y moralidad. Estas personas
reciben órdenes directas de la Central sita en calle 12 nº 1073 de la ciudad de La Plata”.
Los registros de la policía durante el gobierno peronista se orientaban
particularmente hacia la detección de grupos y/o personas comunistas y se focalizaban
en averiguar sobre su comportamiento político. En el caso del Secretario General del
Partido, por ejemplo, se ve cierta dualidad en la interpretación, pues el informe resalta
351
Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, “Tema Comunismo”, Archivo y Fichero, Legajo Nº167, 1956, s/f.
352
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 76, La Plata Sección 4, Ensenada, 7 de agosto de
1949.

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como característica del sospechado, su apoyo a las obras del gobierno. En este afán por
la detección comunista se encuentran varios registros de tipo estadístico, o cuya orden
superior suponía establecer la existencia o no de Comités, o locales del PCA.
La práctica de los “censos estadísticos” que corroboraban si hubiera entidades
comunistas o “colaterales” al mismo, en las distintas dependencias de la policía de la
Unidad Regional La Plata, fue recurrente. Las órdenes impartidas desde la jefatura de la
División Orden Público de la policía de la provincia de Buenos Aires se constituían bajo
el carácter de “reservado”. El levantamiento de la prohibición al PCA durante el
gobierno peronista no significó que se anulara el control permanente. Interesaba saber,
en particular, los nombres de quienes conformaban las comisiones directivas y tenían
cargos importantes en lo que significaba la estructura propia del Partido. Por ejemplo,
en un informe que data del 16 de abril de 1951, se interpreta el “hermetismo que
caracteriza a los miembros del PCA”,353 al encontrarse el propio Comisario titular de la
Sección 3ra. de la Plata, ante la negativa de quienes conformaban el Partido Comunista,
para dar información sobre quiénes integraban la Comisión Directiva. Sin embargo, se
obtuvieron los nombres y la dirección postal de los integrantes de dicha Comisión por
medio de “otras fuentes”, que no aparecen explicitadas en el informe. En una primera
instancia, el medio por el cual se pretendió obtener información, aparentemente,
correspondía a un procedimiento no clandestino, que descartaba el secuestro de material
o la vigilancia encubierta. Sin embargo, los mecanismos utilizados para el recaudo de la
información incluyeron la búsqueda de “informantes” de la zona, quienes no aparecen
literalmente en el escrito. A pesar de cumplir con el objetivo, el Comisario puso en duda
la veracidad de la información, al no poder ser constatados los datos con los propios
integrantes del Partido Comunista local.
Durante estos años del peronismo, el PCA era reconocido y permitido por la
legislación vigente como el resto de los partidos políticos. El factor ideológico
funcionaba como un elemento de diferenciación con el resto, lo cual implicaba la
constante vigilancia policial hacia el mismo. Estos métodos de control se contradecían
con la propia ley que habilitaba su funcionamiento. En este sentido, el pedido de
autorización a las autoridades competentes -policía- para la realización de actos y
eventos, donde se debía detallar el lugar, la fecha y la hora de los mismos, dejaba a
merced de las definiciones policiales la última palabra en la posibilidad de hacer alguna

353
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata Sección 3, 16 de abril de 1951.

Página | 151
actividad o acto público. Muchas veces, estas iniciativas del comunismo local eran
abortadas desde las autoridades policiales que consideraban a priori, su “natural
negativa por razones de orden público”. Esta situación, denunciada por el propio
Partido, era analizada desde la policía como una forma aplicada por los comunistas para
autolegitimarse, es decir, se argüía que el propio Partido buscaba la censura para luego
utilizar esos argumentos contra las políticas del gobierno. De este modo, la propia
policía reconocía que existía un amparo legal que los protegía, comprendiendo que por
razones ideológicas el Partido Comunista no debía ampararse bajo las mismas garantías
legales que el resto de los partidos políticos.
Resulta interesante la interpretación relevada en este legajo que hace referencia a
la situación política y a las acciones del Partido Comunista, cuando “lo legal” y “lo
ilegal”, estaban enmarcados por las políticas que el gobierno provincial y nacional
dictaminaba; siendo la propia policía el actor que determinaba el falso matiz de
legalidad con el que se encubría el comunismo: “…esta aparente faz legal, que es sin
embargo un simple escudo tras del cual oculta sus verdaderos móviles y que le permite
subsistir como organización; tiene su reverso de carácter internacional que persigue su
expansión en el campo ideológico, como objetivo real”. 354
Esta mirada inducía a fortalecer los argumentos que legitimaban al control
permanente de cada acto que el Partido realizaba en la ciudad de La Plata; como la
autorización o no para que éstos se llevaran a cabo. Es decir, los términos de la
legalidad-ilegalidad, respondían a construcciones propias del mundo de los agentes de
seguridad, conducidos por las órdenes jerárquicas que acataban, excediendo la letra
propiamente de la ley:

“En la fecha, siendo las 21 horas en el Comité del local del Partido
Comunista, sito en la calle 12 entre 54 y 55, se constató una reunión
ilícita, de la que participaban alrededor de doscientas personas
pertenecientes a dicha agrupación, parte de las cuales, se retiraron antes
de llegar la Policía, lográndose la detención del apoderado del Partido
XXXXX, y setenta y ocho personas más, quienes se habían guarecido en
el interior del local, negándose en primer momento al acceso del personal
policial”. 355

Este “Memorandum” con fecha del 22 de abril de 1953, daba cuenta de la


continuidad en este tipo de control y de la práctica contravencional como medio de

354
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata Sección 3, 1951, folio 28.
355
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata Sección 3, 22 de abril de 1953.

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prohibición y detención de personas, “detenidos los nombrados fueron sometidos a
proceso contravencional, siendo alojados en la Seccional 3ª. Habiendo intervenido en el
procedimiento del personal de Seguridad y de esta División, a las órdenes del Jefe
Regional y del suscripto respectivamente”.356 Una vez más, este tipo de procedimientos
constitutivos de la vigilancia policial sobre los grupos políticos disidentes, puede
interpretarse en el sentido que Brodeur define, “como la obligación operativa
permanente de la policía: la producción de sospechosos identificados por su nombre”.357
Sabido es que el comunismo no estuvo prohibido durante el peronismo, pero de
todas maneras, la policía estuvo provista de otros insumos legales que amparaban este
tipo de prácticas de control, como el decreto del Poder Ejecutivo provincial, mediante el
cual las actividades y reuniones públicas debían ser autorizadas y supervisadas por la
policía. En este caso, era el apoderado del Partido Comunista de la provincia de Buenos
Aires, quien efectuaba la nota a la policía dando explicaciones de la realización de
determinado acto, la temática y sus oradores. Esto indicaba que el propio PCA accedía a
las normas impuestas por el gobierno para la realización de sus actos, a sabiendas del
carácter restringido y controlado de los mismos, e incluso esto era evidenciado a tal
punto que el mismo apoderado se encargaba de indicar, mediante una nueva nota, si
hubiera cambios de fecha u oradores en el evento. Un ejemplo de ello aparece en el
legajo Nº 75, con fecha del 28 de julio de 1955:

“(…) Tengo el agrado de dirigirme a Ud. en mi carácter de Apoderado


General del Partido Comunista de esta Provincia a fin de comunicarle los
siguiente:
a) Con relación al acto del día sábado próximo: A raíz de otros actos
similares a realizarse en otros lugares, se sustituirán dos de los
oradores registrados en la comunicación anterior: los ciudadanos
XXXX y XXXX se reemplazan por los compañeros XXXX y
XXXX, confirmándose los restantes ya conocidos por Ud.
b) Con relación a la Dirección local de esta agrupación: informo a Ud. a
sus efectos y satisfaciendo el pedido efectuado por esta seccional que
la Dirección local del Partido la constituyen los siguientes
compañeros: -XXXX-XXXX e XXXX”.358

En esta carta enviada por el apoderado del Partido al Comisario de la Sección


Tercera, se deja constancia también de los procedimientos del PCA para llevar a cabo

356
Archivo DIPBA, Mesa C, Op. Cit., 22 de abril de 1953.
357
Brodeur, Jean-Paul, Las caras de la policía: prácticas y percepciones, Buenos Aires: Prometeo, 2011,
pág. 238.
358
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, Eva Perón, Sección 3, 28 de julio de 1955. La
ciudad de La Plata, fue llamada durante el año 1952 hasta 1955, como ciudad “Eva Perón”.

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sus actividades públicas. A pesar de sus denuncias contra el aparato represivo del
gobierno, no rechazaba enviar información a la misma policía que efectuaba las
detenciones a sus militantes en determinadas actividades. La misma carta tiene un
destacado en el punto “b” que efectúa la policía. Esta intervención de la policía en el
documento, brindando datos de los integrantes de la Comisión Directiva del Partido, fue
una práctica recurrente que obedecía a las órdenes que se efectuaban hacia los agentes
policiales en las distintas secciones.
El interés de la policía radicaba en el conocimiento de los principales referentes
comunistas en La Plata. Este registro lo efectuaban mediante la obligación al Partido de
aclarar en cada acto quiénes hablarían y quiénes conformaban la Comisión Directiva del
Partido local. A su vez, esta información era ampliada con el mismo informe de
inteligencia relevado desde la observación y escucha de determinado acto. Esta
obligación estaba amparada por la Ley Nacional 14.400, “Actos o reuniones públicas”
de 1954, desde donde se podía impedir o reprimir, aquellos actos o propaganda política,
que tendiera a la alteración del orden y la tranquilidad pública. 359 La continuidad de la
Ley de Residencia del año 1902; el Decreto Nacional de Delitos contra la Seguridad del
Estado del año 1945, aplicados para ilegalizar huelgas obreras y la puesta en vigencia de
los edictos policiales, siguieron siendo los recursos habilitantes para efectivizar la
vigilancia policial. A pesar de la existencia de este dispositivo normativo, los agentes
muchas veces entraban a los actos como infiltrados, a los fines de lograr, quizás, el
detalle más minucioso de lo acontecido, intentando pasar desapercibidos entre la
multitud.
Este dispositivo legal tuvo su continuidad en los sucesivos gobiernos durante la
primera mitad del siglo XX, fortaleciendo el poder policial y las decisiones arbitrarias
habilitadas desde la orden superior a los policías que efectuaban en la interpretación de
los actos que debían controlar. El resultado de todo ello, se materializaba en la
confección de legajos que pronto se ordenarían con más rigor en los estantes del
Archivo y Fichero de la Central de Inteligencia.
Luego del intento de Golpe de Estado del 16 de junio de 1955, donde el
pronóstico para el gobierno comenzaba su derrotero, el Partido Comunista realizó un
acto en que enfatizó con preocupación el conflictivo y violento contexto político que se
avecinaba. Se denunciaba el asesinato del dirigente azucarero de Tucumán, Carlos

359
Ley Nacional 14.400, “Actos o reuniones públicas”, Anales de la Legislatura Argentina, Tomo XIV-
A, La Ley: Bs. As, 1954, pp. 267-269.

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Aguirre en 1949 y la desaparición del médico Juan Ingalinella, de la ciudad de Santa Fé,
en 1955, ambos militantes comunistas. Desde la jefatura de Vigilancia General, de la
División de Orden Público, se pidió el control del acto y la posterior confección de un
informe de lo sucedido al Oficial Sub Inspector, Luis Luna, de la Comisaría 3ra. de La
Plata.
En la redacción del informe, puede verse cómo el uso de la primera persona se
combinaba con las aclaraciones del propio redactor, que respondían literalmente a la
misma jerga del orador, es decir, del controlado:

“Se refirió al Comisario LOMBRILLA que no es ajeno la torturas y que


cómo otros jefes en lugar de recibir el castigo merecido, han sido
ascendidos (…)
Que se ponga fin a esta negra historia de torturación policial y se
supriman las secciones de Orden Social y Orden Público, como así
también la Sección Especial, que se restablezca el recurso de hábeas
corpus.- que se suprima la llamada justicia policial, que se entreguen los
restos de INGALINELLA.(…)
… hemos asistido a un hecho sangriento y así hemos visto como los
aviones arrojaban bombas contra el pueblo indefenso, sin aviso de las
sirenas de alarma y donde vimos que todo un pueblo salió a luchar contra
los aviones asesinos.(…)
Aludiendo a los rumores que circulan manifestó que no son sólo rumores,
sino que el pueblo debe estar alerta para aplastar otro Golpe de Estado,
para defender la entrega de la riqueza del país al imperialismo yanqui.-
No queremos que el Gobierno converse a espaldas del pueblo, queremos
como en 1810 que el pueblo sepa de lo que se trate (se refiere a los
tratados comerciales y a la entrega del petróleo a los yanquis)…”.360

En el mismo informe se daba cuenta de la denuncia a la propia policía por


“torturadora”, denominando el momento como “la era de la picana eléctrica”,
concadenando los crímenes de los militantes comunistas con el intento de Golpe de
Estado, que dejó cientos de civiles muertos en la Plaza de Mayo. A su vez, durante el
acto se expresó el repudio a la clausura de locales, “la libertad a los presos políticos y el
procesamiento y exoneración de todos los funcionarios policiales que han actuado y
actúan como torturadores”.361
El motivo que movilizó la orden del informe de inteligencia se involucraba
también con el interés por parte del gobierno peronista ante el llamado a la “conciliación
nacional” y la posición que tomara el comunismo al respecto. No obstante, la relación

360
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata Sección 3, 30 de julio de 1955.
361
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, Op. Cit.

Página | 155
de dicho Partido con la policía, resulta por momentos paradójica- quizás estratégica-
cuando por un lado se ponía en conocimiento de todo acto y quiénes lo integraban a la
policía, mientras que por el otro se la denunciaba y reconocía como artífice directa de
las torturas y persecuciones políticas a militantes: “Debo informar al señor Jefe que
antes de iniciarse el acto se voceaba por los altoparlantes pidiendo la suspensión de
Orden Social y Sección Especial de Rosario y de esta ciudad y el castigo a los
torturadores: OHIVALLE, BLANCO, LUNA, y REYMUNDO”. 362
En este marco, cada informe estaba signado por la identificación de los
principales referentes comunistas, o de quienes hacían declaraciones consideradas por el
informante como trascendentes para el control: “Conste que entre la concurrencia se
pudo individualizar a los dirigentes XXXX, XXXX, con sus hijos, XXXX, XXXX y los
hermanos XXXX (…) A continuación debo informar la numeración de chapas de autos:
317-190 y 100-778 y 415-371.-Lo expuesto es cuanto puedo informar a usted”.363
Luego del golpe de Estado de septiembre de 1955 por la autodenominada
“Revolución Libertadora”, el contenido de los informes de inteligencia vinculados al
comunismo empezó a comprender variables impregnadas de una subjetividad
“antiperonista” propia del gobierno provisional. El foco de atención de los redactores se
centraba en los análisis políticos- económicos de los actos del PCA, su influencia y
detección o no de “elementos” ideológicos que pudieran ser considerados como parte
del ideario del gobierno derrocado. A su vez, las denuncias sobre torturas y la exigencia
por la disolución de las dependencias policiales encargadas de la vigilancia política,
continuaron siendo la base de los discursos y actos del Partido Comunista.
Con motivo de informar quién organizaba un acto en la Plaza San Martín de la
ciudad de La Plata, para entrevistarse con el Interventor de la provincia de Buenos
Aires, Coronel Ossorio Arana, el Jefe de la Sección Vigilancia, Oficial Principal Juan
Carlos Sánchez, elevó un informe donde se detallaban los autores del acto a realizarse
frente a la Casa de Gobierno provincial:

“…titulándose ciudadanos torturados, sería organizado por el Partido


Comunista, quien se presentaría en la Casa de Gobierno portando
cartelones con inscripciones con los nombres del personal de esta
Dirección.
También se ha tenido conocimiento, que algunos procuran obtener
nombres del personal de esta Dirección, sin distinción de jerarquía a los

362
Archivo DIPBA, Mesa C, Op. Cit., 30 de julio de 1955.
363
Archivo DIPBA, Mesa C, Op. Cit., 30 de julio de 1955.

Página | 156
efectos de acusarlos como torturadores y así influir a la disolución de esta
dependencia, lo que sería el motivo principal que los guía. También ha
trascendido, que los mismos se propondrían efectuar una manifestación,
por distintos lugares de la ciudad, lo que traería aparejado una posible
alteración del orden público, cosa que podría ser aprovechada por
partidarios del régimen depuesto”.364

En este caso, el nuevo escenario político comenzaba a habilitar a la policía la


incidencia en reflexiones de índole político, previendo circunstancias que pudieran
alertar nuevos controles policiales. Si bien el “blanco comunista” siguió siendo vigilado,
se destacaba un interés especial por detectar posibles conexiones de origen peronista, en
el hipotético escenario donde un caudal importante de la militancia peronista pudiera ser
proclive a acercarse al tipo de ámbitos opositores que generaba el PCA. Para esta época
los análisis doctrinarios, plasmados en estos informes de inteligencia policial, confluían
en la asociación peronismo-comunismo-marxismo. El correlato de este vínculo en la
realidad pudo haber sido de muy dudosa veracidad, aunque desde la militancia
comunista se reconocía en el obrero peronista un potencial activista que pudiera
encausarse en el terreno de la lucha reivindicativa y política si abrazaba la causa del
comunismo. Desde este espacio se pensaba más en términos de “conversión” que de
alianza entre obreros peronistas y comunistas.
Este tipo de “sospecha policial” que vinculaba una posible articulación
peronista- comunista desde el análisis doctrinario, se desarmaba muchas veces en los
hechos. Tal fue el caso, cuando el mismo apoderado del Partido Comunista reclamó al
gobierno provisional ante las limitaciones dispuestas por las autoridades policiales a las
reuniones públicas preparadas por el PCA a lo largo del territorio bonaerense, durante el
gobierno depuesto. Nuevamente, el PCA, a contra mano de los estereotipos efectuados
por los “analistas” de la fuerzas de seguridad, insistía por la vía formal para
comunicarse con la autoridades del gobierno provisional. En este caso, se descalificaba
al gobierno anterior por las restricciones que había aplicado a la realización actividades
políticas. Es en esta oportunidad se adjuntaron dos “memorándum” sobre el control de
actos públicos y la información de la clausura de un local del Partido Comunista en
Avellaneda desde el año 1953. Allí, se expresaba el descontento hacia el gobierno
peronista, pues “existía un orden legal que autorizaba la existencia y actividad de los

364
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata Sección 3, año 1955, s/mes y día.

Página | 157
partidos políticos, pero en la práctica esta autorización se traducía a la administración
por gotas de los derechos básicos de la constitución”. 365
A su vez, el apoderado del PCA elevó una carta que acompañaba a este legajo,
donde manifestó el reclamo por las restricciones impuestas para celebrar el Día del
Trabajo. En la carta dirigida al Jefe de la policía provincial del gobierno dictatorial,
retomaba la argumentación anterior, señalando síntomas positivos en el orden de las
garantías políticas. Esta valoración tuvo como correlato el discurso de la propaganda
oficial de “la Libertadora”, que condenaba las prácticas del peronismo depuesto en
relación a las prohibiciones para realizar reuniones públicas de determinados partidos.
Buscando marcar una diferencia en este sentido, el gobierno golpista se mostraba
disponiendo lo contrario:

“A lo largo de la Provincia se ha comunicado por intermedio de las


seccionales policiales a las autoridades locales que los actos públicos
preparados para el primero de mayo estaban autorizados en ‘local cerrado
y sin parlantes al exterior’. Mientras que todas las agrupaciones políticas
y sindicales tienen la vía pública, sin restricción de lugar ni de parlantes
para efectuar sus reuniones. Discriminación que no aceptamos en
absoluto por infundada e ilegal”. 366

Sin embargo, a partir de disposiciones como estas, desde el PCA se repudiaban


las contradicciones entre las palabras y los hechos. En este caso, por ejemplo, el
apoderado del Partido informaba los lugares donde se habían restringido los actos y
reuniones a los fines de rectificar dicha decisión. Una muestra más de los métodos que
se utilizaban desde el comunismo partidario para acceder a las garantías políticas, como
cualquier otro Partido, alejándose estas actitudes de las interpretaciones policiales y
militares sobre el comunismo. En el plano local, el partido en la ciudad de La Plata
otorgó, en este período, las propias fuentes que burocratizaron su control.
De este modo, durante el año 1956 desde el gobierno de “la Libertadora”, se
continuó con las órdenes por reconocer en el territorio de la ciudad de La Plata la
existencia o no de Comités del Partido Comunista o entidades consideradas
“colaterales”, como así también, se ejerció el control sobre quiénes lo integraban y la
realización de algún acto que los identificara. De este modo, la vigilancia tuvo
claramente una continuidad, por la cual- como se expresó en el capítulo II- no se

365
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata Sección 3, 27 de abril de 1956.
366
Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata Sección 3, 28 de abril de 1956.

Página | 158
prohibió ni se proscribió de manera absoluta al PCA, para poder garantizar un registro
minucioso de sus integrantes y sus organizaciones afines.
Las órdenes impartidas comprendían un registro sobre la existencia de partidos
en todas las Seccionales que eran parte de la ciudad de La Plata, extendido a las
localidades aledañas, como Ensenada y Berisso, de fuerte concentración obrera por las
fábricas allí instaladas. Estos pedidos, eran parte de la actualización de datos y “cruce de
información en el tiempo”. Un ejemplo de ello se puede apreciar en la solicitud de
informe sobre el Partido Comunista en Ensenada con fecha del 30 de abril de 1956,
donde se expresaba que el Partido se hallaba desorganizado, identificando a la persona
más destacada dentro de las filas comunistas locales. Un obrero cervecero de dicha
localidad era el dirigente al que se le adjudicaba ser la persona con más “ascendencia”
dentro de los afiliados, consideración que se sustentaba con un anexo documental del
año 1949, es decir de la anterior dependencia de inteligencia perteneciente al gobierno
depuesto. En el informe se detallaba que el local de Ensenada, “se encuentra
aparentemente desorganizado no habiendo en la actualidad comisión directiva;
dependiendo en consecuencia sus afiliados del Partido Comunista de La Plata”. 367
La custodia para la obtención de información requería de un tiempo extra en la
búsqueda de un dato para el agente encargado de la inteligencia. Una tarde de enero de
1957 la calle 12, entre 54 y 55, de la ciudad de La Plata, se vio rodeada por personal
policial de civil. Desde una terraza la vigilancia se hacía permanente hacia el interior de
una casa donde funcionaba el Comité Central del Partido Comunista de dicha ciudad.
Según el registro policial, más de setenta personas pasaron por allí, sin quedarse
en el lugar. Las formas que adquirió el control, también derivaron en interpretaciones
del informante nutridas por el contexto socio espacial de la zona. Suposiciones y
miradas impregnadas por el concepto de que este tipo de reuniones desobedecían al
“sentir nacional”, convertían al relato en un juego de espionaje, donde se dejaba la
sensación de que el “otro” vigilado y perspicaz daba cuenta de su control, por lo que
evadía la mirada invisible de varios civiles de la fuerza, apostados en la casa lindera. El
control de los movimientos impregnó el relató policial de sobreentendidos, donde como
en una película muda, la grafía y las señas confluían en una nueva reunión de los
custodiados, con menos personas y en otro lugar, burlando el panóptico itinerante que

367
Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 76, La Plata Sección 4, 30 de abril de 1956.

Página | 159
montaba la policía para producir información sobre cada acto que programaba el Partido
Comunista.
Los informantes ajenos a las fuerzas de seguridad eran fuentes imprescindibles
para la construcción del relato,

“… después de averiguaciones practicadas entre el vecindario, se ha


podido establecer lo siguiente: que la reunión de figuración no se realizó
dentro del local social de dicho partido, pues dicha finca fue atentamente
observada desde una casa lindera, domicilio de un Señor Oficial de esta
repartición.
Que en esta última finca se hicieron presentes empleados de la seccional
1ra., quienes también vigilaron el cumplimiento de la prohibición
impuesta a la realización del acto por la Superioridad.”368

Durante toda la jornada vespertina, el agente pudo detectar cómo los y las
militantes lograron franquear los obstáculos impuestos por el gobierno para la
realización de reuniones políticas. Las averiguaciones lograron revelar que la reunión
efectuada en un restaurante de la zona estaba solicitada para el personal del frigorífico
Swift de la localidad de Berisso, aledaña a La Plata. Sin embargo, no pudo acceder a la
obtención del contenido de las conversaciones, mientras que el principal informante,
reconocido en el vendedor de cigarrillos de enfrente, no se encontraba. El objetivo
truncado, era poder establecer la existencia o no de un vínculo entre las personas que se
retiraron del local del Partido Comunista, al tener conocimiento de la suspensión del
acto, y las alrededor de 40 personas que se dirigieron luego al restaurante mencionado.
Este ejemplo indica cómo en verdad existían limitaciones en el trabajo policial y
pone de manifiesto las estrategias dadas por los mismos vigilados quienes, al parecer
avisados, evadieron el control entorpeciendo el resultado esperado por las fuerzas de
seguridad. Se podría presumir, al menos, que los mismos militantes tenían su
“contrainteligencia”, o sus “informantes”, y para evitar que sus acciones y palabras
llegasen al conocimiento policial, generaban falsas reuniones, o montaban falsos
escenarios políticos. Esto es sólo una hipótesis, que simplemente apunta a relativizar esa
custodia policial que muchas veces no se correlacionaba con la maquinaria de
inteligencia montada en los documentos de doctrina, donde desde extensos

368
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata Sección 3, 20 de enero de 1957.

Página | 160
organigramas y conferencias, el enemigo demonizado parecía estar minuciosamente
estudiado y siempre bajo un perpetuo estado de control y vigilancia.
Hasta 1959, año en que se dictó el decreto-ley que prohibió las actividades del
Partido Comunista, las órdenes en relación a dicho Partido, consistieron
preferentemente en el control de cada acto detectado por la policía y en el relevamiento
de la existencia de locales y comités del Partido Comunista a lo largo de las distintas
jurisdicciones de las comisarías de la ciudad de La Plata y sus delegaciones. Muchos de
los “memorándums”, en los que se requirió este tipo de información fueron elaborados
bajo el carácter de “estrictamente confidencial y secreto”. Hacia finales de la década
del ’50, se podría decir que existía un registro actualizado sobre los distintos locales
comunistas, sus integrantes, antecedentes y caracterizaciones del sujeto político. Por
ejemplo, se subrayaba que en Tolosa, localidad que depende de la ciudad de La Plata, la
Comisión Directiva del Partido Comunista estaba integrada mayoritariamente por el
“elemento ferroviario”.369 Como así también, a partir de este conocimiento, una alerta
de control permanente se establecía sobre estos locales, de los cuales también se
brindaba información sobre su funcionamiento y características edilicias:

“A la sede del Partido Comunista, arriban unos a pie y otros descienden


de transportes públicos (taxis, micros o troylebuses), y luego de
permanecer por espacio de algunas horas se retiran de la misma sin los
paquetes, cuando los ingresan, o bien con ellos, si no han introducido al
local bulto alguno.
Se presume que el contenido de tales paquetes o bultos, pueden contener
propaganda ideológica roja con la que se persigue envenenar las mentes
de nuestros jóvenes incautos. También podrían contener armas o material
para construir artefactos explosivos de intimidación pública con fines
terroristas”. (…)
En general, los concurrentes, son jóvenes de ambos sexos aunque en su
mayoría son varones, y al parecer estudiantes universitarios, que por
ahora no han sido individualizados por tratarse de activistas nuevos en el
ámbito local.”370

Es interesante cómo el “se presume”, constituía la base de la sospecha que a


priori los condenaba de “terroristas”, siendo parte de la construcción del agente que
elaboraba el informe, como síntoma de una subjetividad policial que los formaba en
estas tareas. En esta lógica, tanto los explosivos, como la propaganda roja, se colocaban

369
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 78, La Plata Sección 6 - Tolosa, 7 de mayo de 1958.
370
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 81, La Plata Sección 9, s/f.

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en un mismo nivel de peligrosidad; una por su impacto de destrucción material; la otra
por su destrucción emocional e intelectual. En este caso, el agente no sólo se remitió a
describir los sucesos según su “observación”, sino que arriesgó interpretaciones que
claramente, se condescendían con el espíritu anticomunista de los materiales de
doctrina.
El registro de la vigilancia policial era solicitado no sólo por la Central de
Inteligencia provincial sino también por otras agencias, como la Dirección de
Informaciones Antidemocráticas, de carácter nacional. En este sentido, para el período
pos “Libertadora”, sin dejar de perder el objetivo por desperonizar el país, se traslucía
una creciente preocupación ante “el problema comunista”, desde las esferas de
seguridad nacionales.
Adentrados en el gobierno de Frondizi, bajo la sanción del Decreto Nº4965/59,
por medio del cual se creó una comisión dependiente de la presidencia de la Nación
encargada de planificar, dirigir y supervisar las acciones del Estado en materia de
comunismo y otros “extremismos”, las atribuciones policiales para la clausura y
persecución a comunistas, se amplió notablemente. Es decir, si antes el trabajo se podía
denominar, en términos policiales, como “preventivo”, ahora bajo el nombre de la “ley”,
el control pasó a convertirse en la detención y clausura directamente de los locales del
PCA.
Con motivo de la aplicación del mencionado decreto, el siguiente informe
detalla cómo fue el procedimiento formal realizado para la clausura de la sede central
del Partido Comunista en la ciudad de La Plata, calle 12 Nº 1073:

“… penetramos al interior del local ocupado por el referido Partido


Político, procediendo a la clausura de los ambientes que se detallan a
continuación: habitación nro. 1: Depósito de materiales de propaganda de
la Agrupación; habitación nro.2 Secretaría de la Juventud del Partido;
habitación nro.3: Tesorería; habitación nro.4: Biblioteca de la Juventud
Partidaria; habitación nro.5: Secretaría del Partido; habitación nro.6:
Salón de reuniones; como asimismo las puertas intermedias que se
mencionan: una en la Secretaría de la Juventud; una puerta en la
Secretaría del Partido y tres puertas en el Salón de Reuniones,
colocándose en ellas las respectivas fajas con la inscripción “Clausurado-
Decreto 4965/59” firmadas y selladas”. No habiendo otra diligencia que
cumplimentar nos trasladamos al asiento de esta Comisaría, donde es
labrada la presente, dejándose constancia que no se clausura la puerta de

Página | 162
acceso al local, en virtud de habitar al mismo el casero de la finca, quién
no posee otra entrada…”.371

Estos ejemplos dan cuenta de cómo incidieron las órdenes en la vida política del
PCA. Si bien las clausuras comenzaron a registrarse a partir de 1959, donde ya
directamente fue prohibida su existencia como Partido, todo un registro minucioso le
antecedía, sobre la vida íntima de sus militantes, el contenido de los discursos en los
actos, generando la detección anticipada de quienes podrían ser los principales cuadros
políticos del Partido. Este material se activó, en función de las determinaciones de los
distintos gobiernos de turno, por lo que hacia fines de los ‘50, con un dispositivo
jurídico en su contra, existía un estudio que fortalecía la detección de quienes, en gran
parte, se convertirían en “delincuentes subversivos”, para el archivo y fichero de la
DIPBA.

Los hechos, parte II: “Colaterales”

Como se explicó en el capítulo anterior, el nivel de peligrosidad del “enemigo


comunista”, también variaba en función de su ubicación dentro o fuera de la estructura
partidaria. Para esto, la policía, bajo la intervención militar, a partir de 1955 elaboró un
organigrama donde se consideraba que los más peligrosos eran quienes estaban bajo la
clasificación de “criptocomunistas”, es decir, aquellos que estaban en la clandestinidad,
o no se referenciaban directamente en la estructura del Partido Comunista.
En los informes de inteligencia, dichos grupos aparecen mencionados como
“colaterales” al PCA. Bajo esta órbita, los informes policiales involucraron a distintas
agrupaciones, como la “Federación Mundial de la Juventud Democrática”, las “Fuerzas
Pacíficas y de la Soberanía Nacional de la Provincia de Buenos Aires”, el “Centro de
Amistad Argentino- Soviético”, y la “Unión de Mujeres de la Argentina” (UMA).
Interesa iniciar aquí, una primera y breve aproximación sobre este último grupo,
la UMA, y poder visualizar las estrategias que la propia policía establecía para el
control de esta agrupación; los mecanismos para pasar desapercibidos entre sus
integrantes y acceder a sus actos; el contenido de los informes, y si existiere una doble
estigmatización que pudiera implicar el ser mujer y comunista.

371
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata Sección 3, 9 de mayo de 1959.

Página | 163
La historia de la UMA podría anclarse a partir de 1947 cuando se creó el
Estatuto de la Unión de Mujeres de la Argentina en el marco de la Reunión Nacional
de Mujeres, realizada en la ciudad de Buenos Aires durante los días 11, 12 y 13 de julio.
Este encuentro fundante reflejó, entre otras cosas, la esencia de dicha agrupación, a
partir de sus principales postulados en los que se incluían el reconocimiento de los
derechos de la mujer obrera, expresados en la consigna “igual salario por igual trabajo”.
Como las anarquistas, las integrantes de la UMA comenzaron a cuestionar la doble
explotación - patriarcado y capitalismo- que repercutía sobre las mujeres:

“Ha llegado la hora de que las mujeres argentinas conquistemos nuestros


derechos, y estamos seguras de que somos capaces de conseguirlos
porque así lo determina la importancia que asume nuestra participación
en la vida nacional. Pero para ello es necesario que reunamos todas
nuestras energías, en un movimiento unificado. Es imprescindible que
volquemos en un único cause todas las acciones que se proponen
conquistar la liberación económica, política y social de las mujeres,
cualquiera que sea las ideas o creencias que sustentan”. 372

Si bien la intencionalidad de las integrantes de la UMA siempre fue apuntar a


todas las mujeres sin distinción política partidaria, con el tiempo sobresalieron los
intereses del Partido Comunista, “primero por el alejamiento de las mujeres ajenas al
partido; segundo, por un endurecimiento de las posturas comunistas en relación a su
oposición cada vez más fuerte al régimen peronista”.373
Desde las esferas de la División de Orden Público se relevó un informe en el que
se requerían los antecedentes de sus principales referentes y del origen de dicha
agrupación. El análisis policial adjudicaba la creación de la UMA a una estrategia más
del PCA y sus prácticas de enmascaramiento para garantizar la cooptación de distintos
sectores de la sociedad. Al respecto, se explicaba:

“Debido a la bien preparada campaña de difusión, que los organismos


colaterales, dependientes o controlados por el Partido Comunista,
pusieron en juego para que el naciente movimiento contara desde un
principio con una fuerza nuclear considerable, de todas partes del país
llegaron adhesiones, colaboración y ayuda.

372
Archivo DIBPA, Estatutos de la Unión de Mujeres de la Argentina, Mesa C, Carpeta 3, legajo N°58,
año 1948.
373
Bordagaray, María Eugenia, “Ciudadanía y género en el mundo rural: el caso de la Unión de Mujeres
de la Argentina y las ‘campesinas’ durante el peronismo (1943-1955)”, en, Trabajos y Comunicaciones,
Nº 34, 2da. Época, 2008. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.3731/pr.3731.pdf.

Página | 164
Esta campaña dio sus frutos, en razón de que simulando la verdadera
finalidad del movimiento, se había obtenido rotundo éxito en los actos
preliminares, pues las organizaciones femeninas independientes del
grupo rojo, como así las católicas, obreras y apolíticas, enviaron sendas
notas de incondicional apoyo a la obra que proyectaban las dirigentes
comunistas”.374

De este modo, se ponía atención a una nueva rama para la policía en la


persecución al comunismo, es decir, comenzaban a darse la tarea de infiltración en el
“elemento femenino comunista”. La observación policial destacaba una intensificación
política del propio partido, desde el cual se apostaba a una organización de carácter
internacional que se centraba en las reivindicaciones de género, quedando disuelta la
llamada “Junta de la Victoria”, organización feminista antifascista, desde donde se
enfatizaban este tipo de denuncias y prácticas solidarias, en el marco de la Segunda
Guerra Mundial, para pasar a ser parte de una organización superadora. Fue entonces,
cuando apareció la UMA que retomó la experiencia de la Junta de la Victoria 375 la cual,
en el marco de un contexto político de peronización creciente en el país que comenzaba
a incidir en la construcción política entre las mujeres, el Partido Comunista también
orientaba sus estrategias, tal como sugiere Patricia Flier, hacia la conformación de
experiencias alternativas “amplias”, que garantizaran la participación de mujeres fuera
de la estructura tradicional del partido.376 A pesar de esta construcción amplia en lo
político, la UMA fue caracterizada por la policía como una agrupación de “extrema-
izquierda”; reconocida como el ente que otorgaba las instrucciones políticas y que
mantenía viva la línea doctrinaria marxista-leninista-stalinista, ante su participación en
la Federación Democrática Internacional de Mujeres.
En este informe del año 1948, de carácter reservado, el Jefe de la División de
Orden Social provincial solicitó los antecedentes que existieran de la UMA en la
Delegación La Plata de la Policía Federal, en el que ya se había utilizado el mismo
mecanismo interpretativo de la policía, como los hallados en los archivos de doctrina
del año 1956. Es decir, el doble juego de palabras que involucraba una “finalidad

374
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, legajo N°58, 9 de agosto de 1948, folio 24.
375
Véase, Valobra, Adriana, “Partidos, tradiciones y estrategias de movilización social: de la Junta de la
Victoria a la Unión de Mujeres de la Argentina” en Revista Prohistoria, Año IX, número 9, 2005.
Valobra, Adriana, “La UMA en marcha. El Partido Comunista Argentino y las tradiciones y estrategias de
movilización social en el primer gobierno peronista: el caso de la Unión de Mujeres Argentinas (UMA)”
en Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies Revue canadienne des études latino-
américaines et caraïbes, Vol. 30, Número 60, 2005.
376
Flier, Patricia, “El archivo de la DIPBA: un hallazgo clave para una historia de los imaginarios
represivos en Argentina”, en Imago Americae, Revista de Estudios del Imaginario, Buenos Aires:
Prometeo, 2006, pp.225-238.

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aparente”y una “finalidad real” bajo el lente con el que se leían este tipo de
organizaciones “colaterales” o “criptocomunistas”, se había establecido décadas
anteriores, bajo la dirección de la División de Orden Social,

“Mediante el engaño y ocultamiento de sus verdaderos propósitos la


U.M.A ha conseguido un profundo arraigo en todo el país; índice
demostrativo de ello, es el considerable número (400) de Delegadas que
se aprestan para concurrir a su próximo Congreso, provenientes de las
más apartadas regiones de la República Argentina”.377

Cabe destacar, que el espíritu de la época que connotaba este tipo de narrativas,
también se hallaba en las palabras de las diversas revistas de la policía, tanto de la
provincia de Buenos Aires, como de la Capital. La construcción de aquel otro ingenuo e
incauto, entre los que se encontraban los sectores jóvenes de la sociedad y las mujeres,
eran vistos como el principal señuelo del Partido Comunista a través del “elemento
femenino”:

“La popularidad adquirida por la U.M.A, se debe a las intensas campañas


propagandistas que enarbolan siempre como señuelo, la finalidad de
proteger a la madre y al niño, la creación de jardines de infantes, mejoras
de condiciones de vida para las obreras, un amplio plan de educación de
la mujer, haciéndole concoer los deberes fundamentales que adquieren en
el ejercicio de la ciudadanía y prometiendo el apoyo y defensa por
intermedio de sectores jurídicos creados al efecto”.378

En este sentido, se subestimaban todas las políticas tendientes a problematizar la


propia realidad de las mujeres como un ser humano de derechos en igualdad a la
realidad del varón en todos los ámbitos de la sociedad. De este modo, en el primer
Congreso Nacional de la UMA, se destacaba la desigualdad de las obreras argentinas,

“… inicuamente explotadas, que junto a las fábricas, talleres, frigoríficos,


curtiembres, elaboran la grandeza de la patria y que sin embargo la
patronal, les roba dos, tres o cuatro pesos porque les paga menos que al
hombre. Para ella queremos conquistar: igual salario por igual trabajo,
gran conquista por la que bregamos a efectos de que sea incluida en los
Derechos del Trabajador”.379

377
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, legajo N°58, “Colateral. Unión Mujeres Argentina.
Antecedentes”, 9 de agosto de 1948, folio 25.
378
Archivo DIPBA, Mesa C, Op. Cit., folio 25.
379
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, legajo N°58, “Colateral. Unión Mujeres Argentina.
Antecedentes”, 9 de agosto de 1948, 13 de agosto de 1948, folio 44- 45.

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Bajo la lupa policial, las denuncias quedaban en un segundo plano al considerar
cada acto, festival, actividad solidaria, o comuicado de la UMA, como una estrategia
engañosa, maniobrada por la propia dirigencia del PCA. La homologación al Partido era
una asociación de primera instancia en el informe policial, “…tiene la misma estructura
del Partido Comunsita, es un órgano colateral del mismo y desarrolla sus tareas de
acuerdo con el sistema ‘celular’ e imprime además su propia propaganda…”.380
Fanny Jacovskis de Edelman, era identificada como una de las principales
dirigentes comunistas de esta agrupación. Junto con Alcira de la Peña, aparecieron en
los legajos de la División de Orden Social, siendo reconocidas como las responsables
del “sector femenino del Partido”, desde donde se diagramaban las “pretendidas
finalidades altruistas”. Si bien a lo largo de los años el registro que los agentes tomaban
de los actos de la UMA repetía aquello que era considerado como las “finalidades
aparentes”, se podría encontrar en este legajo uno de los primeros escritos específicos a
dicha agrupación, por la temprana fecha de su elaboración, en cercanía inmediata al
propio surgimiento de la UMA. Desde estas páginas registradas en el año 1948,
quedaron impresas las interpretaciones que continuaron aludiendo a este tipo de
organizaciones como medios por los cuales embaucar a “personas apolíticas” e
“ignorantes”, ante los propósitos “netamente comunistas” que persiguía la organización,
para instalar “una ideología extraña a nuestra idiosincracia y principios
constitucionales”.381
Independientemente de los bruscos cambios institucionales a lo largo de las
décadas del ’50 y el ’60, en lo que refirió al Partido Comunista, los antecedentes
hallados se reflejan en síntonía ante la continuidad en su uso por las distintas gestiones
relacionadas a la inteligencia policial. Existió un patrón común en la observa y una
impronta ideológica que continuó estigmatizando al PCA, como un mal foráneo para los
cimientos de la Nación, que puede hallarse en los legajos revisados hasta ya adentrada
la década del ’60.
Durante el primer Congreso Nacional de la UMA, realizado en agosto de 1948
en la localidad de Avellaneda, la policía tuvo acceso al mismo, tomando una “síntesis
taquigráfica” a lo largo de los tres días en que duró este masivo acto. Este registro forma

380
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, legajo N°58, “Colateral. Unión Mujeres Argentina.
Antecedentes”, 9 de agosto de 1948, 9 de agosto de 1948, folio 26.
381
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, legajo N°58, “Colateral. Unión Mujeres Argentina.
Antecedentes”, 9 de agosto de 1948, 9 de agosto de 1948, folio 27.

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parte de los primeros antecedentes de la organización, donde el agente de inteligencia
policial adquirió visibilidad y se expuso a la autorización de las mujeres. Esta condición
inevitable de hacerse presente en el lugar como varón en un Congreso sólo de mujeres,
fue la primera limitante para el registro. En el afán por demostrar la veracidad de las
fuentes que el informante brindó, se agregó una “nota” al extenso informe, donde se
aclaraba que las integranres le negaron la entrega de los textos originales que allí habían
sido leídos. Existió, a su vez, un acercamiento a quienes conformaban la Comisión
Directiva para pedir la corroboración de los nombres y apellidos de las oradoras,
obteniendo como respuesta una absoluta reserva al respecto.
El registro de este Congreso, junto con el Estatuto de la conformación de la
Unión de Mujeres de la Argentina, son los documentos principales que conformaron la
recopilación de antecedentes en el legajo que los reúne bajo la carátula de “colaterales”.
El acopio de antecedentes se complementaba con una vasta cantidad de recortes del
diario comunista “La Hora”, desde donde se obtenían nombres, fechas, horarios y
lugares de reuniones, actos, festivales o congresos, como así también de otros diarios de
mayor circulación y de carácter conservador como “El Día”, de la localidad de La Plata
y el “El Argentino”. El recorte periodístico de este último diario, que se adjuntó al
legajo, titulado “La Unión de Mujeres Argentinas actúa a favor de una ideología
perturbadora”,382 se expresaba de manera similar que las palabras del informe policial,
entendiendo a la UMA como “una entidad perturbadora por excelencia” 383 que incidía
en el descontento de la “masa trabajadora femenina” afectando todas las ramas de la
producción. Esta intencionalidad argumentativa, también se encontraba en el diario “La
Época”, donde uno de los artículos archivados por la División de Orden Público se
tituló, “La Unión de Mujeres Argentinas, es una Pandilla de Comunistas”.384 También
caracterizaba este tipo de emprendimientos como mecanismos engañosos, para
“adueñarse” de la voluntad de los “débiles”, ubicando en esta categoría, a mujeres,
niños y jóvenes.
El registro se caracterizó por la recopilación de información relacionada con las
diversas actividades públicas que la UMA convocaba, a tal punto de emitir una circular
de carácter “reservada y confidencial” a todas las Unidades Regionales de la provincia,

382
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, legajo N°58, “Colateral. Unión de Mujeres Argentina. Varios”,
recorte del diario “El Argentino”, 16 de junio de 1949, folio 309.
383
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, legajo N°58, “Colateral. Unión Mujeres Argentina. Varios”, 9 de
agosto de 1948, folio 25.
384
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, legajo N°58, “Colateral. Unión de Mujeres Argentina. Varios”,
recorte del Diario “La Época”, 23 de junio de 1950, folios, 358-359.

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para corroborar si en las diversas ciudades se efectuaría la venta de rifas de joyas para
las mujeres presas en España por el régimen franquista. En la mayoría de las localidades
no se detectó a dicha agrupación, pero se estableció una “vigilancia discreta”, a modo
preventivo. Por lo pronto, ante la imposibilidad de una infilitración para la producción
de información de lo considerado el “elemento femenino rojo o comunista”, el proceso
del registro cotidiano durante el gobierno peronista, se basó en un acopio de
documentación sobre las distintas acciones que éstas emprendían, siendo en muchos
casos, la misma Comisión organizativa de la UMA, por ejemplo en el caso de La Plata,
la que daba cuenta a la policía de la realización de un acto.
Desde la Unión de Mujeres de la Argentina, se llevaron a cabo numerosas
actividades para ayudar a las y los presos políticos del país y del mundo,
involucrándose, en distintas campañas solidarias para recolectar alimentos, abrigo y
medicamentos, como lo fue para el caso de las mujeres presas durante el franquismo en
España. Esto llevó a la formación de cuadros políticos de la propia UMA, donde
mujeres argentinas realizaron intercambios y asistieron a reuniones y Congresos
comunistas. En 1953, se realizó un Congreso Mundial de Mujeres en la ciudad de
Copenhague, Dinamarca, donde participaron 1900 delegadas de 70 países, entre las
cuales estuvo una delegación de quince mujeres argentinas. Al finalizar el Congreso, el
Comité Antifascista de Mujeres Soviéticas, invitó a las delegadas de América Latina a
visitar algunos lugares de la Unión Soviética.385
“Series fotográficas”, es el título del legajo al que corresponde la recopilación de
un registro de imágenes que ilustran la participación de la delegación argentina en su
visita por diferentes lugares de Rusia, como parte de una ampliación del informe pedido
por el Jefe de la Policía de la Dirección de Orden Público, en el año 1954. Sin embargo,
la elaboración de los dos legajos que contienen imágenes, se produjo a partir de
allanamientos y detenciones a dos militantes de la UMA. A lo largo de la serie, fueron
marcadas dos delegadas, XXXX de la ciudad de Rosario y XXXX de la localidad de
General Arenales, ambas aparecen señaladas con una (I) y una (X), respectivamente. 386
Ante la detención policial de la delegada oriunda de Rosario, por el personal de
la Seccional 34 de la Dirección de Orden Social y Político de dicha localidad
santafesina, el 5 de noviembre de 1953, fue allanado su domicilio donde se secuestró

385
Ponce, Margarita, Edelman Fanny, Vimos en la Unión Soviética niños y mujeres felices. El Congreso
Mundial de Mujeres, Buenos Aires: UMA, 1953.
386
Al respecto también puede verse, Flier, Patricia, “El archivo de la DIPBA…”, Op. Cit.

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material de propaganda y una copia similar a las fotos obtenidas por la policía de la
provincia de Buenos Aires, que integraron al legajo. Éstas se obtuvieron durante la
intervención de un “pic-nic” realizado en un campo del partido de Rojas,

“El 21 de febrero (…) en el establecimiento agrario (…) denominado


Santa Elena, (…) fueron sorprendidas en circunstancias en que se
disponían a almorzar, en un acto con carácter de “pic-nic”, para el que
carecían de la debida autorización, las siguientes personas entre las que
se encontraban la causante, XXXX…”.387

Según las descripciones realizadas por la propia policía, no se dio a entender


cómo llegaron al campo, en qué circunstancias y quién fue el informante, si lo hubo,
que indujera a la policía a dirigirse a este sitio, donde concurrían personas afiliadas o
proclives al comunismo. A partir del relato policial, los argumentos que legitimaban a la
detención de las personas allí presentes, carecían de sentido al demostrar que estaban
reunidos en un almuerzo, sin haber hecho del mismo propaganda pública para
convocarla, dando por entendido que era una reunión de carácter privado. La
caracterización de dicho encuentro como un típico “pic-nic” comunista, parece ser
propia de la policía, que promovida por esas explicaciones desplegó una serie de
prácticas como, el allanamiento, el secuestro de material y la detención de personas, al
manifestar que no tenían autorización para estar allí reunidos. Amparados, según se
indica en el documento que luego aparecería como un expediente más de la propia
Central de Inteligencia, por la infracción al artículo 104 del Reglamento de Faltas,
perteneciente a la localidad de Rojas, provincia de Buenos Aires.
En el marco de este tipo de procedimientos, fueron secuestradas como un botín
de guerra, las fotografías que finalmente conformarían los legajos. La delegada de
General Arenales, era caracterizada en el informe que prologa las fotografías, como un
“extremo” por su actividad militante comunista:

“La XXXX es una ‘célula’ activísima de Partido Comunista que al


parecer orienta su prédica hacia los agricultores, infiltrándose en ese
sector de la economía nacional, con especialidad entre las familias de
aquellos, con el conocido objetivo de crear el descontento y el desaliento
en el agro argentino, mediante el recurso del sabotaje psicológico
resultante de la comparación de los medios con que actualmente cuenta el
campo argentino y los modernos y eficaces del gobierno ruso, según

387
Archivo DIPBA, Carpeta 3, legajo N°39, “Series fotográficas”, 4 de marzo de 1954, folio 1.
(Subrayado del original).

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tratara de probar sin réplica u abundantemente con fotografías ‘ad-hoc’,
de que al efecto estas células, van convenientemente provistas”.388

Estas apreciaciones, despectivas, fueron acompañadas por los datos personales


de ambas delegadas, que aparecieron en cada imagen del legajo, repitiendo a manera de
epígrafe en cada página, su procedencia edad y antecedentes:

“(X) XXXX: es argentina, soletera, se ocupa de los quehaceres del hogar,


de 21 años de edad, nacida el 28 de mayo de 1932, en Gral. Arenales
(Provincia de Buenos Aires); Libreta Cívica nro. 0534.918, profesa el
prostestantismo. Registra legajo de “Referencia Especial”, N° 3042 de
Orden Público de esta Policía, por su ideología política COMUNISTA.
Delegada por Gral. Arenales.
(I) XXXX, argentina 21 años, no registra antecedentes en esta Policía.
Delegada por Rosario”.389

En cada fotografía, también se indicaba el lugar donde se encontraban como


fábricas, centros culturales, escuelas, monumentos y sitios de esparcimientos.
Fotografías que ilustran un carrusel donde la infancia se vuelve presente. En una tarde
“soviética” del año 1953, las delegadas de la UMA recorrieron las calles del Parque
Central “Gorki” de cultura y descanso de Moscú. Sonrisas de camaradería se
entremezclaban entre objetivos políticos y turísticos. Imágenes robadas y convertidas
luego en un expediente policial, cuyo contenido se disuelve en el marco de un largo
legajo de antecedentes políticos y personales que sentenció a las militantes a la
condición del “delincuente político”.
Pueden comprenderse estas prácticas de inteligencia como un mecanismo que
con el tiempo resultó recurrente, siendo la propia policía quien capturaba las imágenes.
A lo largo del legajo se vislumbra la necesidad policíaca de marcar los rostros, el
detalle, los cuerpos, poniendo en cuestionamiento, incluso, la cotidianeidad de las
personas al registrar escenas que competían al ámbito del esparcimiento y lo privado.
En esta serie de fotografías pueden encontrarse señaladas y marcadas a las dos
delegadas como las principales víctimas, entre las otras mujeres, de las que no figuran
sus nombres.

388
Archivo DIPBA, Carpeta 3, legajo N°39, “Series fotográficas”, 4 de marzo de 1954, folio 2.
389
Archivo DIPBA, Carpeta 3, legajo N°39, “Series fotográficas”, 4 de marzo de 1954, s/n folio.

Página | 171
El legajo en sí mismo, se constituye como la prueba del arrebato y la
discrecionalidad histórica que existió en este tipo de procedimientos que construían su
propia legitimidad bajo argumentos inconsistentes, en el propio orden de lo legalmente
establecido. La búsqueda de la presa política, aparece en este documento como el
hallazgo de la prueba sobre las prácticas del “elemento extremo”, que en una especie de
álbum ilustrativo, refleja sentidos adversos a los que las condenaron:

“Tbilisi, junio de 1953. La delegación asistió a un baile de máscaras celebrado en


motivo de las vacaciones escolares. En la foto la delegada (I), XXXX”.390

390
Archivo DIPBA, Carpeta 3, legajo N°39, “Series fotográficas”, 4 de marzo de 1954.

Página | 172
“Las delegadas visitaron el Metropolitano de Moscú. En la foto las delegadas en la
estación Kaluzhskaya”.391

Estos ejemplos ilustrativos desde la fotografía, se constituyeron como una


herramienta de gran importancia que otorgaba a la policía la posibilidad de
individualizar a las personas. En este caso, durante todo el legajo, sólo se marcó a las
dos militantes indicadas al principio. El recurso fotográfico fue históricamente un
instrumento de detección “criminal” utilizado por la policía desde su conformación
hasta la actualidad. Como se explicó en el capítulo I, estos métodos además de
introducir la técnica en la “persecución del delito”, estuvieron atravesados por una
impronta ideológica y criminológica que inducía a priori a determinar quiénes eran
“peligroso/as” para la sociedad y en la dimensión política del delito, quiénes
perturbaban la identidad nacional. 392
En otros casos, eran señalados la totalidad de quienes aparecían en la fotografía
con sus datos, como puede verse en la siguiente imagen del año 1956, donde cada
persona está indicada con un número de referencia, como mecanismo de
individualización en la identificación:393

391
Archivo DIPBA, Op. Cit., 4 de marzo de 1954.
392
Sobre la historia del registro fotográfico policial, veáse, García Ferrari, Mercedes, Ladrones
conocidos/Sospechosos reservados. Identificación Policial en Buenos Aires, 1880-1905, Buenos Aires:
Prometeo, 2010.
393
Fotografía perteneciente a: Archivo DIPBA, Carpeta 2, legajo Nº 76, La Plata, Sección 4º, 26 de
agosto de 1956.

Página | 173
En este sentido, puede apreciarse cómo el interés del gobierno de “la
Libertadora”, luego del Golpe de Estado al gobierno peronista, se estableció en focalizar
todos los Comités o sedes del Partido Comunista en la Provincia de Buenos Aires y las
principales organizaciones “colaterales” al mismo. Para esta época, la Unión de Mujeres
de la Argentina se había convertido en una agrupación de referencia entre la población
femenina del país. Sus prácticas y discursos repercutían directamente con una crítica
hacia la situación de la vida diaria, que remitían en una primera instancia, a la esfera del
hogar o lo “doméstico”, para anclar luego en el modelo político-económico vigente,
como responsable de las condiciones de existencia de los sectores más pobres de la
población y en particular de las mujeres.
La necesidad del control de las actividades públicas e internas de estas mujeres,
se remonta a hechos cotidianos, como el homenaje al “Día de la Madre” realizado en
octubre de 1955. El informe de inteligencia elaborado al respecto, refleja la mirada
desde afuera de la Biblioteca “Euforión”, de la ciudad de La Plata, intentando dar cuenta
de la cantidad de personas que entraban allí, con precisión de horarios y movimientos
externos, ya que había sido vedada la entrada policial, según se específica, por su
condición de “varón”:

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“…no me fue permitido pasar al interior, (…) y como el suscripto tenía
orden de no hacerse reconocer como empleado de policía, no insistí en
mi requerimiento quedándome a pesar de ello en las cercanías, pudiendo
establecer que a las 19 y 30 horas abandonaron el local todas las personas
indicadas, quienes luego de ascender a distintos vehículos se retiraron
con el mayor orden, no habiendo podido por lo expuesto obtener
nombres, apellidos de los oradores y temas tratados, pero en cambio fue
factible saber la concurrencia, hora de iniciación y de finalización”.394

Estas situaciones recurrentes en los controles efectuados a la UMA, conllevaban


a que el registro policial se basara en un informe que detallaba movimientos del afuera,
donde eran con frecuencia identificados los maridos, compañeros o acompañantes
varones, desde, por ejemplo, la identificación de las patentes de los autos, que por los
lugares de encuentro de la UMA pasaban. A su vez, en este período los jefes de la
inteligencia policial instruían a sus subordinados para no identificarse como miembros
de la policía. De esta manera, el control adquiría la forma de la espía, al efectuarse bajo
la condición del agente encubierto. A pesar de ello, aparecían los obstáculos e
imposibilidades del personal policial para lograr aparentar y acceder a los diversos
eventos y actos de las mujeres, donde tal como expresa Kahan para el caso judío, se
relativiza aquí la capacidad de infiltración, que también ha cimentado el imaginario
acerca de las dinámicas de control de los aparatos de inteligencia estatales.395
Como se expuso, el desarrollo de la UMA incidió en el particular seguimiento de
las actividades de estas mujeres desde la policía. Junto con la Federación Juvenil
Comunista, eran, entre otras, las organizaciones clasificadas como “colaterales” en los
informes, que contaban con numerosos legajos y espionaje efectuado, desde el propio
surgimiento de ambas. Para entonces, la policía del ’56, ya contaba con vastos
expedientes de estas mujeres que fueron recopilados durante los años del peronismo,
bajo las diversas Secciones de Orden Público y Movimiento Social, que controlaban sus
actos y tenían sistematizados los nombres de las principales delegadas. Con la finalidad
de actualizar estos datos, en septiembre de 1956, desde la Central de Inteligencia se
emitió un “memorándum reservado”, mediante el cual se ordenó a las dependencias
policiales de las principales ciudades de la provincia de Buenos Aires, como Bahía
Blanca, Quilmes, Zárate, Carlos Casares, Junín, Lomas de Zamora, Matanza,

394
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, Legajo Nº67, La Plata – Sec.9, 29 de octubre de 1955.
395
Kahan, Emmanuel, Unos pocos peligros sensatos. La Dirección de Inteligencia de la provincia de
Buenos Aires ante las instituciones judías de la ciudad de La Plata, La Plata: EDULP, 2008.

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Avellaneda y Médanos, corroborar la existencia o no de filiales de la UMA. 396 Aunque
en la mayoría de los casos la respuesta al memorándum fue negativa, este tipo de
órdenes evidenciaba el interés particular por la detección de la organización de mujeres
vinculadas al comunismo. Otro ejemplo de ello, se detecta en un memorándum que se
distribuyó al jefe y sub-jefe de policía provincial, al Director de Investigaciones, al jefe
de la Central de Inteligencia y al Archivo de la Dirección de Seguridad, cuyo contenido
se relacionaba con el pedido de un local para eventos diversos por parte de un grupo de
mujeres.
La particularidad del caso, se sitúa en que podría ser considerado una especie de
denuncia que hizo el propietario de la confitería y salón de fiestas, “El Alba”, de la
localidad de La Plata a la Comisaría novena de dicha ciudad. El propietario trasladó su
preocupación al manifestar que hacía un tiempo habían ido a su local “unas damas”, con
la intención de alquilarle el salón para realizar almuerzos y actos artísticos a lo largo de
tres días, quienes se presentaron como integrantes de la “Unión de Mujeres de la
Argentinas”, y dejaron una seña de dinero, pero hasta la fecha no habían regresado a su
negocio, desconociendo sus nombres y domicilios.
En este caso, el propietario funcionó en calidad de “informante” para la policía,
que de inmediato se remitió hacia varias dependencias de seguridad provincial, a los
fines de “de establecer la identidad de las causantes, como así las verdaderas que
desarrollan y de la entidad que dicen representar”. 397 Este ejemplo puede ser válido para
alcanzar una dimensión sobre la percepción social de lo político en cuanto peligrosidad,
vinculado directamente con los sentidos de la clase gobernante y las prácticas policiales
al respecto. Sin embargo, el caso abre la incertidumbre de estas percepciones, si se
habilitara la posibilidad de que las mujeres de la UMA hubiesen efectivamente realizado
sus actividades allí, el “informante”, quizás, nunca hubiese llegado con su testimonio a
la mesa de entradas de la Seccional novena de La Plata. También, se podría pensar en la
mirada de un ciudadano incrédulo que llegó a la policía para que averigüe los nombres
de las “damas” y pudiere devolverles su dinero, sin percibir las implicancias que les
generaría; o la posibilidad de que los almuerzos se efectuaran días posteriores, donde
una policía avisada, llegara con órdenes de detención por la falta de autorización, como
se pudo ver en repetidos casos. De este modo, lo que pudo haber sido para el propietario
del local, una actitud común, o anecdótica, para el jefe de la Seccional fue una

396
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, Legajo Nº 58, La Plata, 1956.
397
Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, Legajo Nº67, La Plata, 17 de noviembre de 1956.

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información valorizada, en el sentido político, situación que lo indujo a elaborar de
inmediato un memorándum, con este testimonio, a los efectos de informar al resto de las
dependencias policiales.
De este modo, la construcción que se hacía de la UMA en el relato policial, la
involucraba como el brazo de infiltración del Partido Comunista, razón que continuó
cimentando la caracterización de amenaza y la orden de vigilancia. Las
argumentaciones convertían a estas mujeres en instrumentos de manipulación para
intervenir en diversas áreas, sobre todo aquellas vinculadas a los derechos de los niños,
niñas, y mujeres en general, al considerar que sus ejes de lucha eran fácilmente
apropiados por la población, cuando en su esencia, según los relatos oficiales, eran
métodos de adoctrinamiento para las filas del PCA.
A partir de 1959, bajo el gobierno frondicista, las actividades de la UMA fueron
prohibidas, ya que la policía catalogaba a dicha agrupación como “colateral” al Partido
Comunista, y por ende, también regía para ésta los alcances del Decreto Nº 4965, a
partir del cual se prohibían las actividades comunistas y el Partido.

Conclusiones

“Las formas mismas de la organización policial se


construyen alrededor de esa necesidad de saberlo y oírlo
todo, y la clasificación de los archivos del lugarteniente
general traduce esta preocupación demente por el detalle
y el gusto por cazar sin vergüenza las palabras
pronunciadas en el azar de las pronunciaciones públicas
(Arlette Farge)”.398

Este capítulo se centró en desarrollar una muestra del relato y la narrativa que la
inteligencia policial construyó sobre quiénes eran vigilados y vigiladas. Estos ejemplos
son apenas una aproximación a la construcción del organismo de control. Así, se
procuró contextualizar estos informes en el marco de un proceso de conformación de la
inteligencia en la provincia, sustentado en el presente con la acumulación de registros
del pasado, para garantizar la persecución en el futuro a personas, organizaciones y/o
partidos políticos.

398
Farge, Arlette, La Atracción del Archivo, Institució Vanelciana D’Estudis I Investigació, Valencia:
Edicions Alfons El Magnánim, 1991, pág.81.

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El accionar y la cultura burocrática de órdenes cumplidas, que comprendió a los
regímenes dictatoriales se convirtió en una práctica adquirida con el tiempo, más allá de
quién debía ser espiado. La práctica en sí misma consistió en el deber y la razón de ser
del agente de inteligencia que se entrenaba en el mismo accionar, como integrante de
esa rama de la policía, cuya importancia institucional se acrecentó hasta alcanzar el
rango mayor dentro del organigrama jerárquico policial. Aquel, “es todo cuanto por el
momento puedo informar”, que cerraba el informe, era el sello personal del agente que
lo constituía por lo qué era, en cuánto relataba lo que hacía.
En la relación de los integrantes del Partido Comunista con la policía, puede
comprenderse el esfuerzo partidario por su legalización, en términos de legitimidad
estatal. Es decir, independientemente de la ley que los prohibiera a ejercer su derecho
como partido político, su relación con las autoridades gubernamentales y policiales
peronistas, respondieron a vínculos institucionales para el reconocimiento y aprobación
de sus actos. Señalando, luego, en las misivas hacia las autoridades militares, síntomas
de autoritarismo en el gobierno depuesto, en un intento por fortalecer su posición y la
importancia de que exista un momento transicional hacia el respeto de las garantías
constitucionales. De esta manera, mediante su apoderado legal, los integrantes del
Partido Comunista en La Plata apostaban a la vía formal para hacer cumplir sus
derechos políticos. No obstante, desde una mirada macro, el “comunismo” siempre fue
representado como un enemigo vertebral para la Nación, cuya identificación diferencial
fue utilizada por los diversos gobiernos para estructurar un modelo político
hegemónico. La existencia de un discurso binario para caracterizar al otro “enemigo
comunista”, y construir identidad desde la oposición y la diferenciación, fue utilizado
históricamente, homologando la representación de este enemigo en el pueblo, para
garantizar consenso en la aplicación de la represión en pos de mantener el orden, los
valores patrios y la moral cristiana.
La necesidad del control y la vigilancia, a merced de la letra de la ley, se
manifestó de manera continua, expresándose bajo la intervención militar una intensidad
en estos controles, en el afán por detectar también al “enemigo peronista”. En las
caracterizaciones sobre los actos y sus contenidos, se destacó siempre un registro
condicionado por la perspectiva ideológica comunista, por parte de los agentes
policiales. La importancia de los “informantes” también apareció como algo clave en un
intento por comprender al sujeto en su entorno “ambiental”. Estas prácticas cobrarían

Página | 178
sistematicidad con “los informes ambientales”,399 maximizando las formas del control,
construyendo un imaginario de culpabilidad en el perseguido dentro de su propio
vecindario y entorno social.
El proceso de individualización de personas fue otro aspecto típico del registro
de actos, incorporado fundamentalmente con las fotografías. En este sentido, hacia
1955, ese registro policial cobró la dimensión de lo secreto y confidencial en muchos
casos. Esto determinaba una identidad figurada en el agente, que debía pasar de ser un
observador visible e identificable a un espía, cuya práctica exigía no sólo la atención de
aquello que se veía, sino comprenderse a sí mismo como una persona clandestina. En
estos casos, podemos pensar en la categoría de “la policía de las apariencias”, mientras
que el ojo de la policía, en cuanto ojo de la censura, decide lo que debe o no debe ser,
instituye una policía de las apariencias”, 400 donde incluso aquella mirada intrusiva, no
sólo abusiva, podía ser fácilmente engañada y burlada.
Es interesante, para comprender este aspecto, las limitaciones encontradas en el
control de los actos de las mujeres de la UMA. Como se expresó, este tipo de obstáculos
también pudieron hallarse en el caso judío estudiado por Emmanuel Kahan, con la
barrera del idioma para comprender el sentido de las reuniones. En el caso de la UMA,
la conformación en su totalidad de policías varones, imposibilitaron la entrada a muchos
de los actos efectuados, o su presencia cerca de algún evento que evidenciaba de
inmediato las intenciones de la persona que pudiera merodear alguna actividad
organizada en el espacio público.401 No obstante, a pesar de la conciencia de esta
imposibilidad, nunca se dejó de ordenar el control a las actividades de las mujeres de la
UMA, siendo, entonces, la vigilancia externa, la rutina policíaca.

399
Los informes ambientales correspondieron a las “Mesas G y S” del archivo de la DIPBA. Estas mesas
“se encargaban de realizar informes generales y "ambientales", respectivamente, sobre la base de distintos
requerimientos de organismos del Estado. Dichos informes eran luego incorporados a los legajos
confeccionados por el resto de las mesas. La Mesa S cumplía la misma función que la Mesa G pero, a
diferencia de ésta, era la receptora de los requerimientos que incluían informe de ambientales, ya sea de
personas, entidades o sociedades”, http://www.comisionporlamemoria.org/cuadroclasificacion/.
400
L’Heuillet, Hélene, Baja política, Alta policía. Un enfoque histórico y filosófico de la policía, Buenos
Aires: Prometeo, 2010, pág.203.
401
En el año 1947 se creó la Brigada Femenina de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, primer
cuerpo de mujeres policías del país y de América de Sur. Esta sección fue disuelta en 1956 en el marco de
la “Revolución Libertadora”, que calificó de inoperante a la Brigada, hasta que en 1977 se reabrieron los
cursos para mujeres. Al respecto, veáse, Calandrón, Sabrina, Galeano, Diego, “La Brigada Femenina.
Incorporación de mujeres a la policía de la Provincia de Buenos Aires (1947-1955)”, en Barreneche,
Osvaldo y Salvatore, Ricardo (comps.) El delito y el orden en perspectiva histórica: nuevos aportes a la
historia de la justicia penal y las instituciones de seguridad en Argentina, Rosario: Prohistoria (en
prensa).

Página | 179
Es en la presencia de este “observador externo”, como mandato del orden
oficial, en que se constituye la razón de la sospecha, que no se disuelve al ser
inaccesible el contacto de la mirada con aquella alteridad peligrosa, sino que,
fundamenta en su extensa permanencia en el sitio, una mirada profunda que incorporaba
una suma de detalles que luego se convertían en la materia prima de la construcción del
informe. Es decir, en el plano de las imposibilidades conscientes por parte de la policía
para controlar a las mujeres sin pasar desapercibida, se habilitaba otro plano, que abría
un campo variado de posibilidades como resultado del informe, dependiendo, también,
de la propia subjetividad del agente de control. “La sospecha es a la visión lo que la
reflexión al pensamiento: obliga a romper con lo inmediato”;402 la inmediatez se
desvanecía ante un componente racional válido e indiscutible: el ser varón, por lo que la
sospecha era el genuino y superior precepto policial que conducía y legitimaba su
rutinaria permanencia, en el afán por desactivar lo invisible y oculto, aquello a lo que el
agente no tenía acceso, y otorgarle visibilidad en el resultado diario de su trabajo.
No obstante, en la construcción de los distintos legajos de la Unión de Mujeres
de la Argentina, desde su origen en 1947, pueden encontrarse recortes de diarios que
informan sobre actividades y discursos de la agrupación; secuestro de material en
allanamientos a casas de militantes del Partido Comunista, o de informes de
inteligencia. La serie de fotografías que se contempla en el análisis de este capítulo, fue
consecuencia de un allanamiento; la incorporación de estas imágenes en el archivo
vulnera los sentidos que las mismas manifiestan en la secuencia, que a modo de una
fotogalería, se dispusieron dentro de un orden superior que las enmarcó en aquella
“burocracia del mal”, como define Patricia Funes, conformada por el expediente
policial.
La mirada sobre la mujer comunista cobró ciertamente un doble sentido
estigmatizador, como se exponía, “el ser mujer y comunista”, en las razones que la
policía se sustentaba para atribuirles una capacidad efectiva de infiltración en la
población, por ser mujer. Se refuerza esta mirada donde se cruza el purismo que
compete al mandato de ser mujer, en tanto madre, por lo que fue aquel mandato
“natural”, el que les otorgaba a estas mujeres la legitimidad necesaria para sumar
personas a su organización, que luego capitalizaría el Partido Comunista, como se dejó
interpretar. El relato policial las condenaba, en tanto la UMA luchaba por los derechos

402
L’Heuillet, Hélene, Baja política, Alta policía …Op. Cit., pág. 209.

Página | 180
de los y las niñas, o contra el aumento de los alimentos, como consignas engañosas y
ubicaba al resto de las demandas, como los derechos de la mujer obrera, las presas
políticas, o la solidaridad internacional, como el verdadero sentido que involucraba a la
esencia del PCA. Aquí, puede comprenderse también, según se pudo ver en uno de los
primeros informes que analizan la conformación de la UMA, una subestimación de las
mujeres al comprenderlas como un instrumento del Partido para ganar adeptos, Partido
cuyas bases estaban conformadas mayoritariamente por varones.
Otro aspecto que habilitó la vigilancia constante a las mujeres de la UMA desde
su conformación, fue el crecimiento de la organización y su internacionalismo que las
involucraba directamente con la Unión Soviética. Es decir, la sospecha policial que
radicada en la persecución a la UMA, se reforzaba aún más con este vínculo inexorable
con las mujeres soviéticas desde la Federación Democrática Internacional de Mujeres y
el Partido Comunista, considerado como un elemento de adoctrinamiento e infiltración
en la población.
En 1957, con la incorporación del Archivo, esta información comenzó a tomar
un orden, dentro del orden, es decir, un orden que respondía a lo espacial y a una
necesidad de ganar en tiempo y eficacia para el control. En este sentido, el surgimiento
del fichero indicaba no sólo la necesidad del control de la vida de las personas, sino la
de garantizar el contenido de estos registros en un “Archivo y Fichero”, que
paradójicamente generara un orden de “criminalidades”, “peligrosidades”, o posibles
amenazas a la paz social. No es posible pensar la realización de este tipo de armados
burocráticos de la policía, sin visualizar sus antecedentes en el examen, que incorpora el
registro individual al campo documental. En términos de Foucault, se puede
comprender en esta técnica, como cada dato del examen individual puede repercutir en
los cálculos del conjunto,

“…el examen abre dos posibilidades correlativas: la constitución del


individuo como objeto descriptible, analizable (…) y por otra parte, la
constitución de un sistema comparativo que permite la medición de
fenómenos globales, la descripción de grupos, la caracterización de
hechos colectivos, la estimación de las desviaciones los individuos unos
respecto de otros, y su distribución en una ‘población’ ”.403

403
Foucault, Michel, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Buenos Aires: Siglo XXI, 2009, pág.
221.

Página | 181
De este modo, el informe policial incorpora en la organización de un archivo un
lugar de poder que responde al registro que deviene en escritura, en texto de control,
como parte de una pieza más que se institucionaliza a medida que se consolida la policía
de inteligencia. En tal sentido, como alude Foucault, el ojo se conforma como la
metáfora de la policía. La práctica de la inteligencia materializada aquí, en los “archivos
de la represión”, despliega una dimensión simbólica de la disciplina de los cuerpos en
un sentido figurado: un extenso fichero que clasifica, ordena y jerarquiza el nivel de
“peligrosidad” de aquellos “cuerpos” políticamente incorrectos, transformados en
expedientes que conformaron la identidad de la institución de control. La incorporación
de la fotografía, como dispositivo tecnológico del control, fue un elemento más que se
agregó al registro documental, también como evidencia del propio poder policial.
En la construcción de los informes, cabe preguntarse acerca del proceder de los
informantes, “los observadores”. Si bien existieron cursos de capacitación como el
“Curso de informaciones”, de la Escuela Superior de Policía, del año 1957, la Escuela
de Inteligencia “José Héctor Ramos” fue creada recién en el año 1977, donde
posiblemente se hayan tomado algunos materiales de anticomunismo de otros cursos,
que incluso datan del primer peronismo, como aquellos que referían a las actividades
“anti-argentinas”.
Como se enunció, este capítulo intentó presentar una muestra sobre algunos de
aquellos informes que nos remiten a la persecución del comunismo en nuestro país y la
provincia de Buenos Aires, tomando a la ciudad de La Plata como recorte territorial
para el análisis. Aquellas “narrativas del control”, que se desplegaban en los informes,
incorporando las técnicas del registro minucioso, nos inducen a una serie de
interrogantes que pueden aportar a un debate que lejos está de ser cerrado, como, por
ejemplo, si fue posible que aquella subjetividad del agente de inteligencia haya
respondido con el tiempo a la consolidación de una racionalidad particular dentro de la
policía; y cómo repercutieron realmente estas prácticas en la vida de las y los
“vigilados”.
A su vez, la intervención militar en la policía devino a que en 1956, en el
momento de la creación de la Central de Inteligencia, las órdenes estuviesen a cargo de
las jefaturas militares. Estos datos nos incitan a pensar también en supuestos conflictos,
tensiones y resistencias hacia el interior de la propia institución, en un período histórico
complejo, donde la intención de “desperonizar” el país, por parte de los comandantes de
“la Libertadora”, posiblemente haya tenido sus repercusiones en el interior de las

Página | 182
prácticas mismas de control político en la policía.404 Sin embargo, estos interrogantes
nos llevan a continuar pensando este archivo como un gran disparador sobre la historia
de la construcción cotidiana que compete a los mecanismos disciplinarios de las
instituciones del Estado. Estas y otras preguntas que consideren también las fallas,
límites y grietas del registro, serán parte de la continuidad de trabajos que brindarán
nuevos análisis e interpretaciones sobre lo que supo ser este gran “armazón
documental”, que registró durante más de medio siglo la vida de las personas.

404
Con respecto a las tensiones internas generadas dentro de la propia institución policial, el trabajo de
Barreneche sobre la huelga de policías bonaerenses en el año 1973, es un ejemplo para comenzar a
indagar este tema. A partir del estudio sobre dicha huelga, el autor releva una serie de antecedentes que
competen a los reclamos salariales y las formas de protesta de los policías de la provincia de Buenos
Aires, desde la caída de Perón en 1955, hasta comienzos de la década de 1970. Veáse, Barreneche,
Osvaldo, “Paro de y represión a... policías. Reclamos salariales, protestas y huelga en la policía
bonaerense (1955-1973)”, en Desarrollo Económico, Revista de Ciencias Sociales, vol. 51, Nº 202-203,
Buenos Aires: julio-diciembre 2011, (pp. 221-239).

Página | 183
VI. Conclusiones generales
“La memoria de los oprimidos no se priva de protestar contra el tiempo
lineal de la historia” (Enzo Traverso).405

Pensar la construcción histórica del actor político calificado como “comunista”,


para los servicios de inteligencia policial en la provincia de Buenos Aires, devino en un
trabajo que encontró en su fuente principal un disparador para que aquella narrativa
policial se convierta en una página de la historia, dialogando inevitablemente con un
contexto que contempló saberes, discursos y leyes represivas desde fines del siglo XIX.
La noción de peligrosidad que envolvió al comunismo fue constitutiva y definitoria para
la labor de inteligencia bonaerense, desde sus inicios en los años treinta, hasta su
definitiva institucionalización y jerarquización como labor policial hacia fines de los
años cincuenta. En este sentido, cabe destacar cómo la construcción política del
“enemigo” se convirtió en una categoría necesaria para legitimar la persecución y el
aniquilamiento que contemplase ese “otro” diferente por parte de las clases dominantes.
“La paranoia anticomunista como un elemento vertebrador del terror”,406 fue también
vertebrador del exterminio del “elemento subversivo” y sus bases en toda América
Latina.
Como expresó el Coordinador del Archivo de la Policía de Guatemala, Gustavo
Meoño, “la gran pregunta es por qué no destruyeron estos documentos. Es una mezcla
de razones, pero hay una que es vital: la impunidad. El represor se considera intocable,
todopoderoso”.407 En esta perspectiva está claro que la acumulación por décadas de
información respondió también a expectativas que convergieron en el campo de la
policía política, objetivo que trascendió las distintas formas de gobierno, dando cuenta
de la generación de un Estado de excepción permanente, como señala Calveiro, figura
que es una experiencia constitutiva del Estado moderno desde sus orígenes, como un

405
Enzo Traverso, “Historia y Memoria: Notas sobre un debate” en: Marina Franco y Florencia Levín
(comps.). Historia Reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción, Buenos Aires:
Paidós, 2007, pág. 80.
406
Figueroa, Carlos, “El peso de los siglos”, en El Recurso del miedo. Ensayo sobre el Estado y el terror
en Guatemala, Cap. III, San José, C.R: EDUCA, 1991, pág.97.
407
Gustavo Meoño, coordinador del Archivo de la Policía de Guatemala. Expresión que alude a los 80
millones de folios encontrados en el archivo de la Policía en Guatemala, en el año 2005, en “El que mata
debe morir”, artículo realizado por Javier Sahade, Laureano Barrera y Germán Kexel, en Revista La
Pulseada, La Plata: 2009.

Página | 184
medio para extender la potestad del Estado en términos legales, geográficos,
demográficos, haciendo legal lo previamente ilegal.408
El trabajo de recolectar información, aumentar legajos y prontuarios, ordenarlos
y sistematizarlos en alguna de las categorías estipuladas por el propio archivo fue la
tarea habitual, rutinaria y burocrática de quienes conformaban la labor de inteligencia.
Esta práctica convertida en el tiempo como algo natural, del orden del deber ser, se
instaló como parte de las obligaciones de un Estado que buscaba la eliminación de
aquello que considera fuera del orden de la civilización “occidental y cristiana”. Este
convencimiento arraigado en el accionar rutinario de quienes relevaban o secuestraban
la información, encierra allí su autolegitimación burocrática, que les concedía la
aprobación moral a sus ejecutores para continuar con sus procedimientos de
inteligencia.
La “amenaza” constituida por las ideas y prácticas políticas “disolventes” para el
país se definía desde el discurso policial como una herida a la Nación sustentada desde
argumentos morales, que enrolaban a aquella construcción del “ser nacional”, con los
valores de la sociedad moderna. En tanto, la existencia de una policía que se definió en
sus prácticas de vigilancia y control es de larga data, donde podemos encontrar en el
orden de lo político a la primera amenaza homologada al movimiento obrero y su
expresión anarquista desde finales del siglo XIX. Tal como pudo verse, las “policías
secretas” aparecieron en el marco de las primeras manifestaciones sociales
incorporándose a la genealogía de la noción de “peligrosidad” en las instituciones
policiales argentinas, que inspiradas en la Scuola Positiva, las categorías de “defensa
social” y “estado peligroso”, aparecieron para legitimar prácticas represivas. Ante la
necesidad del control sobre las conductas “delictivas”, la creación de leyes y la puesta
en escena de un aparato punitivo aplicado a la “corrección” sobre los comportamientos
sociales donde, en clave médico-higienista “la criminalidad” se concibió como una
enfermedad en tanto amenaza al orden social establecido.
Como se refirió en el primer capítulo, la materialización de las prácticas
policiales en archivos se registró para la provincia de Buenos Aires desde la década del
408
Calveiro, Pilar, “La centralidad de la guerra y lo concentracionario en la reorganización global del
poder”, en Pinedo…et. al, Políticas del terror: las formas del terrorismo de Estado en la globalización,
Buenos Aires: Ad-Hoc, CIAJ, 2007, pág. 45.
Es interesante el planteo que la autora hace, retomando aquí el concepto de Estado de excepción de
Giorgio Agamben, que lo comprender dando cuenta de la existencia de esta figura como la ampliación de
las atribuciones estatales, para dotadas de una fuerza extralegal, más allá de la ley, pero reconocida y
protegida por ella”, véase: Agamben, Giorgio, Estado de excepción. Homo sacer I y II, Buenos Aires:
Adriana Hidalgo editora, 2004.

Página | 185
’30, y luego se complementaría en un sistema más organizado y acentuado en su sentido
político. Después del Golpe de Estado de 1930, recrudeció la represión y la persecución
hacia militantes sociales y políticos, iniciando un derrotero histórico institucional que
apuntó al control de manera cada vez más específica. En esta búsqueda de especificidad
institucional, la creación de distintas “secciones” tanto a nivel nacional, como
provincial, comenzaron a producir informes orientados a desentrañar y averiguar los
itinerarios políticos de las diversas expresiones sociales y en particular de la vida de sus
militantes. De esta manera, se daba inicio a una práctica que con el tiempo sería
sistemática, donde la producción de documentos se definiría por su carácter “reservado,
secreto y confidencial”.
Como pudo comprenderse, los antecedentes durante el período peronista en
materia policial profundizaron la identificación del enemigo con el sujeto comunista y
apuntaron a un mejoramiento en materia de “informaciones”, como parte de las políticas
de seguridad del Estado. De esta manera, se llega al Golpe de 1955 con una práctica y
doctrina anticomunista puesta en marcha. La intervención de las Fuerzas Armadas en el
plano de seguridad comenzó a construir una red de comunicaciones entre las distintas
dependencias tanto policiales como militares, donde la Central provincial tuvo un papel
destacado en la detección comunista. El objetivo de “la Libertadora”, centró su política
en la militarización de los organismos de seguridad y de información del Estado
nacional, en sintonía con la influencia de la Doctrina Francesa que antecedía al gobierno
provisional, pero que luego se profundizaría con la formación y preparación militar y
policial de la Argentina en la Escuela de las Américas.
Desde las esferas militares en la intervención de la policía provincial en 1955, se
equiparó, incluso, al peronismo como la base política que había habilitado la influencia
e infiltración del comunismo en el país, al no sancionar leyes represivas al respecto. No
obstante, las detenciones por disposición del Poder Ejecutivo, los edictos policiales, la
Ley de Residencia, el control de las reuniones públicas, fueron mecanismos que
restringieron y mantuvieron controladas las actividades del Partido Comunista durante
el peronismo. El carácter “foráneo” del comunismo fue constantemente marcado por la
policía, como un “elemento” perturbador que debía ser aniquilado. En este sentido, los
más de cincuenta años de la existencia de la Ley de Residencia significaron también la
vigencia de un imaginario expulsivo arraigado en los sectores más conservadores de la
sociedad, donde el ser comunista asociado a la noción de “peligrosidad” adquirió un
lugar central, fundamentalmente luego del golpe de Estado en 1955.

Página | 186
La definición política sobre la creación en 1956 de la Central de Inteligencia de
la Provincia de Buenos Aires, y su posterior Departamento de Archivo y Fichero-
conformado en 1957- como método de clasificación de personas y organizaciones, fue
una pieza fundamental para implementar una maquinaria de inteligencia y control
social.
La Central de Inteligencia apostó hacia una innovación técnico-organizativa y
una reorientación del objetivo de la acción policial en clave ideológica. Esta apuesta se
articuló con el funcionamiento en red con organismos nacionales, como la SIDE; el
entrenamiento de militares argentinos en el exterior; la difusión doctrinaria en cursos y
conferencias sobre comunismo y la aparición de estrategias de cooperación
internacional. Indicios de la necesidad de estudiar y redefinir al “enemigo”, en el marco
de la Guerra Fría como parámetro mundial que conducía al posicionamiento político
militar en el país.
Hacia 1956 una serie de dependencias de seguridad se crearon con la finalidad
de perfeccionarse en la práctica de control y garantizar una red de comunicaciones que
detectara información de manera más rápida y precisa. Así surgieron la Dirección de
Informaciones Antidemocráticas (DIA), el Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE),
el Servicio de Informaciones del Ejército (SIE), el Servicio de Informaciones Naval
(SIN) y el Servicio de Informaciones Aeronáuticas (SIA) de la Policía Federal y de la
Policía Bonaerense, junto con la Central de Inteligencia provincial. Esta coordinación
con otras instituciones de carácter represivo, fue, tal como enuncian Patricia Funes e
Ingrid Jaschek, el antecedente de la llamada “Comunidad Informativa”, que funcionó en
la década del ’70 como un elemento de represión durante la última dictadura militar en
la Argentina.409
En este sentido, el andamiaje jurídico represivo que creó una serie de
instituciones antecesoras a la DIPBA, fue la base desde donde el gobierno militar montó
una estructura de inteligencia mediante la cual generó doctrina para estudiar,
caracterizar y perseguir al “enemigo”, desde las fuerzas de seguridad. En este sentido, la
legislación también incidió en la construcción de legitimidad social, como un medio
normativo para la naturalización de la represión hacia las disidencias políticas. El
discurso fuertemente anticomunista, con valoraciones de tinte apocalíptico y alarmista,

409
Funes, Patricia, Jaschek, Ingrid, “De lo Secreto a lo Público: La creación de la DIPBA”, en Revista
Puentes, Dossier Documentos, número 16, Comisión Provincial por la Memoria, La Plata, 2005.

Página | 187
continuó siendo el argumento principal para mejorar la estructura informativa y de
control en la región.
Un ejemplo del elemento doctrinario, se ilustra en el análisis del legajo Nº 167
perteneciente a la Mesa Doctrina, del Archivo y Fichero de la DIPBA del año 1956, que
intentó instalar una terminología doctrinaria para aplicar hacia el comunismo de manera
fundante. Este informe, de la Secretaría de Información del Estado y de la Dirección de
Informaciones Antidemocráticas, como sus anexos de organigramas, sería uno de los
principales documentos de doctrina que tuviera la Central de Inteligencia provincial,
sobre una exhaustiva caracterización del Partido Comunista argentino, sus
organizaciones, planes políticos y métodos de infiltración.
Las categorías doctrinarias que definieron aquí al comunismo según sus niveles
de peligrosidad: “comunista”/ “filocomunista”/ “criptocomunista”, no pudieron
encontrarse en otros informes de inteligencia estudiados. Sin embargo, la forma más
recurrente aplicada por los agentes fue la de “colateral” o “colaterales”, que se usó para
hacer referencia de todas aquellas organizaciones o personas sospechadas por ser
simpatizantes comunistas, definición que correspondía -según el informe de doctrina- a
la categoría de “filocomunista”. Esto significó que el material de doctrina no fue tan
lineal en el momento de la ejecución de la orden al agente policial de inteligencia.
Puede interpretarse aquí la existencia de un conocimiento empírico para pensar
cómo se constituyeron estos saberes policiales, que en función de lo analizado, no
fueron exactamente correlativos al saber doctrinario. El dilema entre arte o técnica,
para indagar en la naturaleza del saber policial, que introduce Dominique Monjardet en
un estudio sociológico sobre la fuerza pública,410 nos induce a pensar en un posible
saber-hacer de la policía de inteligencia en el contexto de la reciente creada Central,
que luego iría adquiriendo un valor sustancial, en tanto naturalización de procederes,
habilitando una posible racionalidad particular dentro de la fuerza policial. A su vez, la
búsqueda por un saber especializado y por ende, una profesionalización al respecto,
puede hallarse recién en 1977, cuando se creó la Escuela de Inteligencia de la Provincia
de Buenos Aires, “José Héctor Ramos”.
En este sentido, la existencia de un saber empírico se vinculaba también con las
cualidades del agente en función, es decir, el aspecto subjetivo de su competencia, no

410
Monjardet, Dominique, Lo que hace la policía: sociología de la fuerza pública, Buenos Aires:
Prometeo, 2010, pp.136-146.

Página | 188
pudiendo constatarse tanto una “técnica”, en términos estrictos, sino más bien un saber
procedimental relacionado con la propia burocracia policial en la confección de los
expedientes. La observa y la escucha, fueron entonces instancias constitutivas e innatas
al comportamiento procedimental, como respuesta a una orden jerárquica. Sin embargo,
la dimensión de un saber empírico policial se complementaba con un saber
técnico/doctrinario no específico, en tanto el agente reconocía una noción amplia del
“enemigo comunista”, al incorporar al “colateral”, por ejemplo, en el momento de
transformar la espía en un informe de inteligencia, integrando así un saber
procedimental –subjetivo y empírico- junto a un accionar burocrático.
En muchas oportunidades el sujeto de vigilancia fue quien brindaba los datos a
la policía para garantizar la realización de un acto, incorporando información sobre
oradores, dirigentes, entre otros. De esta manera, el trabajo policíaco diluía el
imaginario de espionaje, cuando el propio actor político perseguido era quien utilizaba
mecanismos formales para la aprobación de reuniones o eventos del Partido Comunista.
Esto tampoco significaba que las prácticas de comunicación ejercidas por el PCA,
mediante su apoderado legal, diesen resultado. Por lo contrario, en el marco del
gobierno militar de la “la Libertadora”, estos intentos eran muestras de denuncia hacia
el régimen peronista depuesto, aunque las restricciones, a fin de cuentas, se expresaron a
lo largo del período estudiado. De todos modos, el mecanismo formal empleado,
también fue una evidencia del permanente control que la policía ejercía sobre los
comunistas, debiendo éstos tener que argumentar e informar sobre cualquier suceso. La
aplicación de restricciones hacia el Partido en el marco de otras figuras legales, como se
enunciaron, fue un síntoma de continuidad entre el gobierno peronista y el de “la
Libertadora”, que se constituyó en una estrategia que habilitaba este tipo de resultados,
donde el propio Partido, al estar legalizado, les facilitaba el control, desde su propia
visibilidad pública, y hasta desde sus mismos integrantes que muchas veces avisaban
sobre de sus movimientos. Esta decisión condecía con lo resuelto en 1956, en una
conferencia dictada por el director de la DIA, Coronel Héctor Cabanillas y el Teniente
Coronel Fernández Suárez, Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, ante la
presencia del presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, donde luego de analizar al
comunismo en todas sus dimensiones, se concluyó que aún no era el momento para
prohibir al Partido en la Argentina.
La vigilancia como rutina indica también que la noción de peligrosidad atravesó
el siglo XX como categoría vertebral de las prácticas policiales, en donde los y las

Página | 189
comunistas fueron objeto del control, que sin lugar a dudas, se mantuvo durante décadas
en sus miras. El “elemento comunista”, apareció en la escena mundial como el enemigo
a erradicar de la faz de la tierra, apreciaciones que potenciaron su peligrosidad, dejando
en la escena nacional al peronismo como un enemigo coyuntural desterrable - en tanto
el proyecto de “la Libertadora” era “desperonizar”. El “enemigo comunista” se ubicaba
por encima del “enemigo peronista”, tanto por su carácter mundializado, situación que
seducía a los militares de la época con alianzas y relaciones políticas con los Estados
Unidos en la lucha conjunta contra el comunismo, como por su posible simbiosis
política.
Hacia fines de la década del ’50 y principios del ’60, la categoría de enemigo
homologada al genérico comunista, comenzaba a incorporarse dentro de la concepción
de “terrorismo”. En la propia Central de Inteligencia se encuentra entre los legajos un
documento donde aparece el “bosquejo sobre lo que es el terrorismo”, enrolando bajo
esta consigna al enemigo político de carácter histórico y sus mutaciones hasta el
presente. Desde el gobierno de Arturo Frondizi en el país y la gobernación de Oscar
Alende en la provincia de Buenos Aires, se continuaron habilitando políticas de
excepción. El plan Conintes, la aplicación del estado de sitio, la prohibición a las
actividades comunistas y a su partido, surgían a la luz de analizar desde la inteligencia
provincial como durante “la Libertadora” las políticas de gobierno fueron
extremadamente “liberales”. Se aludía así, a una flexibilización en cuestiones de
seguridad, argumentos que, como en cada período, fueron la base para habilitar un
recrudecimiento en materia represiva y fortalecer una red de comunicaciones a nivel
militar y policial.
Hacia comienzos de la década del ’60, el cómo nombrar al enemigo comenzaba
a dar indicios conscientes de cambios, en consonancia con las variaciones políticas a
nivel regional. En esta línea, la redefinición de la Central de Inteligencia en 1961, se
concentró no sólo en el cambio de nombre, “Servicio de Informaciones Policiales de la
Provincia de Buenos Aires” (SIPBA), sino en la priorización del asesoramiento policial
en particular sobre lo referente a “comunismo”, pero incorporando la concepción de la
existencia de un “nacionalismo marxista” o “izquierda nacional”.
“Los extremistas más peligrosos”, “indeseables”, “disolventes”, “subversivos”,
“un peligro viviente”, “elementos de neto extranjerismo peligroso”, “monstruo
comunista”. Estas fueron algunas de las caracterizaciones específicas que se
involucraron en las categorías más genéricas como “delincuente político”, “comunista”,

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“terrorista”, “delincuente subversivo”, formas de nominar aquello que se instalaba en lo
público como una amenaza que decepcionaba al proyecto de la clase dominante, y que
en su afán de poder, el aparato represivo del Estado se ejecutaba para la detección de
aquel mal que aquejaba a la sociedad, mientras se formaba para conocer al enemigo y
prepararse como su verdugo.
A su vez, la mirada policial sobre el comunismo ubicaba de una manera especial
a los sectores más jóvenes y a las mujeres. “Incrédulos de buena fe”, “material humano
utilizable”, estas adjetivaciones aparecieron en conferencias y revistas de la policía que
derivaron en una distinción sexual y etaria, que conducía a una subestimación y
victimización de los grupos mencionados en manos del “poder rojo”. La negación se
ubicaba aquí, en tanto que anulaba la condición de la mujer y los jóvenes como un
sujeto político y de derechos. La mirada sobre las mujeres de la UMA, comprendió
también un análisis desde valores patrocinados por el arraigo a una cultura patriarcal,
donde calificativos como “convenientemente instruida”, eran puestos en escena para
corroborar que la organización era un instrumento del Partido. La negación del sujeto
como tal, era parte de la construcción de ese “otro” comunista. Como explica Calveiro,
esta definición -ambigua y amplia-, hacía que el “enemigo” fuera criminalizado y
negado a la vez, razón que facultaba su persecución.411
Esta construcción de sentidos tiene su asidero para comprender las lógicas
hegemónicas de las que se fortalecería el discurso político luego de la década del ’60.
Tal como analiza Marina Franco, esto devino en un lento acopio donde hacia los ’70,
fueron las propias intervenciones de Perón, “…y su legitimidad de gran enunciador, las
que fijaron los marcos interpretativos de la escalda discursiva y política en torno al
enemigo interno “subversivo” desde inicios de 1974”.412
Para este período en el archivo de la DIPBA, ya existía una nueva noción que
contenía todos los sentidos de su pasado y se avecinaba en el catálogo criminal como
“Delincuente Subversivo”. En la Mesa “DS”, se confeccionaron legajos en diferentes
carpetas como, “Material Bélico”, “Daños” y “Varios”, que según consta en el legajo Nº
95 caratulado “Organización Archivo y Fichero” de la DIPBA, allí se registraba “todo
acto subversivo, teniendo en cuenta aquellos de copamientos, robos de armas y

411
Calveiro, Pilar, “La centralidad de la guerra y lo concentracionario en la reorganización global del
poder”, en Pinedo…et.al, Políticas del terror: las formas del terrorismo de Estado en la globalización,
Buenos Aires: Ad-Hoc, CIAJ, 2007.
412
Franco, Marina, Un enemigo para la nación. Orden interno, violencia y “subversión”, 1973-1976,
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2012, pág.240.

Página | 191
secuestros por los denominados Grupos Subversivos”. En esta Mesa, fundamentalmente
lo que archivaban era lo referido al accionar de la “Resistencia Peronista”, que sin ser
denominado directamente así, se estaba registrando pequeños atentados, asaltos a
armerías, sabotajes, explosiones con bombas molotov, etc.413
Esta lógica que ve la metamorfosis del “enemigo”, se pudo detectar en cómo el
proceso de acumulación de información en la “Mesa C” comunista fue mermando,
mientras que progresivamente la “Mesa DS”, fue incrementando su caudal hasta que en
1970, la “Mesa C” prácticamente dejó de producir legajos nuevos. De a poco, según
analizaron las trabajadoras del Archivo, fue menos importante la “Carpeta Bélicos” y
“Daños”, quedando en la “Carpeta Varios” la mayor documentación, donde se
incorporó el registro de las organizaciones armadas. Hacia 1975 en esta carpeta se
registraron alrededor de 2.500 legajos, y entre 1975 y 1983 el caudal de información
creció considerablemente, acumulando cerca de 22.000 legajos nuevos. Desde el inicio
de la lucha armada en la Argentina hasta la vigilancia a los organismos de Derechos
Humanos y otros movimientos pos dictadura, fueron registrados en la “Mesa DS” que
funcionó hasta el año 1998.
Estos registros dan cuenta de la continuidad en las funciones operacionales de la
inteligencia policial en la persecución política ideológica. Es por ello que el recorrido
realizado en la presente tesis, intenta ser un puntapié inicial para continuar y profundizar
la trama de la vigilancia policial en la provincia de Buenos Aires durante el siglo
pasado, ampliando e indagando en sus prácticas sobre las distintas localidades que
competen al territorio bonaerense.
Así, para concluir, interesa recalcar como la caracterización del enemigo fue
históricamente necesaria como elemento de producción de doctrina preventiva y
represiva. Conocer para gobernar, pareció ser el sentido transversal institucionalizado
desde la creación de la Central de Inteligencia, donde en el marco de un paradigma
democrático, la “información” y la “inteligencia”, se convirtieron en los aspectos
sustanciales para el buen desenvolvimiento de los gobiernos.

413
Entrevista realizada a Laura Lenci y Magdalena Lanteri integrantes , (al momento de la entrevista),
del Centro de Documentación y Archivo, Comisión Provincial por la Memoria, La Plata, 20 de mayo de
2011.

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El archivo

“No se pueden resucitar las vidas hundidas en el archivo. Ésa no es una razón para
dejarlas morir por segunda vez” (Arlette Farge).414

Aquella seducción del archivo a la que refiere la historiadora Arlette Farge,


desembarca en este tipo de fuentes, cuando la accesibilidad a determinados documentos
convoca al desencuentro, en particular con los archivos que competen a las fuerzas de
seguridad en Argentina. La identidad y la reciente apertura del archivo DIPBA, incita a
pensarlo como un espacio de conflictos y limitaciones, siendo así un objeto de estudio
en sí mismo.
El trabajo presentado, intentó comprender la historia institucional que enmarca a
la fuente principal en diálogo con otros documentos, también propios de las fuerzas de
seguridad. En este caso, los cambios que se fueron generando desde la institución de
inteligencia policial a lo largo de todo el siglo XX, invitan a pensar cuáles fueron las
lógicas y los mecanismos de la propia institución productora del archivo.415 Claramente,
el impacto a partir de 1956, reconocido por la propia DIPBA como el año fundante de
la inteligencia policial en la provincia, apostó a un reordenamiento organizativo del
archivo en ficheros como parte de una lógica estatal, expresada desde su aparato
represivo.
En este marco de planificación institucional, deviene la práctica de la
inteligencia como la rutina de de los agentes policiales, “los dominadores”, que
intervinieron en el mundo del control social como activos observadores. El
acercamiento a estas rutinas, analizadas en los informes de inteligencia sobre los actos
del PCA en La Plata y las mujeres de la UMA, permitió pensar el vínculo de la doctrina
con la práctica de inteligencia -convertida en documento-, y finalmente con la realidad
de los “vigilados/dominados”. En este aspecto, la eficacia de estos archivos se
demuestra más como la materialización en perspectiva histórica de lo que significó el
terrorismo de Estado, que en términos de exactitud entre la “orden” y la “ejecución”. En
este sentido, la subjetividad que atravesó la construcción de los expedientes, también

414
Farge, Arlette, La Atracción del Archivo, Institució Vanelciana D’Estudis I Investigació, Valencia:
Edicions Alfons El Magnánim, 1991, pág 95.
415
Muzzoppapa, Eva, “Detrás del orden. Archivos y lógicas institucionales”, ponencia presentada en el IV
Congreso Interoceánico de Estudios Latinoamericanos, La travesía de la libertad ante el bicentenario,
Simposio 4, “Los archivos antropológicos de la nación: escrituras, cuerpos, artefactos y museos”,
Mendoza, Argentina, 10, 11 y 12 de marzo 2010.

Página | 193
induce a pensar la noción de verdad donde la lógica de la sospecha que conducía al
agente, era un comportamiento inducido y cotidiano que hacía de la sospecha un aspecto
intrínseco al acto del permanecer en el puesto de control.
De este modo, el aparato de inteligencia funcionó como una ingeniería aplicada
al control social articulado con otras instituciones de seguridad estatal. Esta
periodización que evidencia una tendencia a mejorar y sofisticar la función de la
inteligencia policial en tanto jerarquía y organización interna, permite concebir este tipo
de archivos como verdaderos dispositivos de poder disciplinario.
La caracterización de cada persona, quién es, dónde debe estar, cómo
reconocerlo, cómo ejercer sobre él una vigilancia permanente, para luego incorporarlo a
una categoría que lo agrupe, en el caso de la DIPBA, a una “Mesa” particular del
archivo que se conforma con un “Factor” determinado, fue parte de un planteo del
control social y político, que puede enmarcarse en ese doble funcionamiento de la
división binaria y la marcación: (comunista- anticomunista, peligroso-inofensivo) con
su correlato de la asignación coercitiva diferencial, que implica la universalidad de los
controles disciplinarios que habilitaban, por ejemplo, a distinguir quién era comunista
del que no lo era.
La apertura del archivo de la DIPBA permitió acercarme a este reservorio
documental con la inquietud de poder establecer una aproximación al trabajo cotidiano
de una región de la policía bonaerense; interpretar sus mecanismos de construcción y
acumulación de conocimiento para el ejercicio de la vigilancia política, en el marco de
aquellas órdenes superiores que convirtieron a la vigilancia en rutina. Es por esto, que el
presente trabajo intentó también recuperar el valor documental que contiene el archivo.
En el año 1976, se construyó una garita de vigilancia en lo que era la Dirección
de Inteligencia de la provincia de Buenos Aires, en la ciudad de La Plata. Este lugar de
control ocupaba una parte de la vereda y garantizaba, según fuentes de la Comisión
Provincial por la Memoria, el registro minucioso de la cuadra y la zona, “la presencia
policial era marcada más allá del interior”. Hoy la garita se mantiene, como expresan
desde la Comisión, para reflexionar sobre las huellas de ese pasado de violencia y dolor
en el presente, apelando al espacio y sus múltiples usos y representaciones de la
memoria social de la represión. En una puesta permanente en escena de la memoria, se
apela al tiempo y al espacio como marcos, en términos de Halbawchs, desde donde se
proyectan y complejizan vastas dimensiones en la construcción de sentidos sobre el
pasado reciente.

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Históricamente la calle ha sido un lugar de disputas, de estado de sitio y censura.
La calle sigue siendo el medio para visibilizar demandas y reivindicaciones sociales;
para incidir en el cambio de las subjetividades que muchas veces acompañan la puesta
en práctica real que significa la sanción de una ley en el camino de la verdad y la
justicia. En la actualidad, esta serie de archivos se han convertido en nuevos escenarios
que apuestan también a que el propio conocimiento de su existencia, no sea sólo el
destino de una muestra estática del horror, sino un lugar dinámico, en permanente
conflicto y reapropiación por parte de la sociedad en su conjunto. Hacerlo público,
como tomar una calle, debe ser el desafío de aquellos “guardianes” de esas memorias
que su armazón encierra, siendo una parte esencial para la construcción del presente.
Hoy, lo que signó a la construcción política del enemigo interno, prontuariado en
legajos diseñados por los servicios de inteligencia, nuevas significaciones lo ponen al
descubierto, donde aquellos sentidos guardados en los archivos también permiten en el
presente legitimar memorias que fueron sentenciadas al alegato de la ignominia.

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VII. Fuentes

*División Central de Documentación, Registro y Archivo de la DIPBA:

 Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, Carpeta Decreto Leyes y Disposiciones,


Legajo Nº 42, “S.I.P.B.A, Su creación”, s/f

 Archivo DIPBA, Mesa C, colaterales, Legajos Nº 28, Nº 20 y folletos, s/f.

 Archivo DIPBA, División Orden Público, Oficina de Coordinación de


Informaciones de la Provincia de Buenos Aires, Carpeta 2, Legajo Nº 110,
“Bases necesarias para orientar las actividades informáticas”, 1951.

 Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, “Partido Comunista”, s/f.

 Archivo DIPBA, Mesa C, (Varios)”, Carpeta 6, legajo 121, “Comunismo en la


Argentina”, s/f.

 Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, “Tema Comunismo”, Legajo Nº167, Archivo y


Fichero, 1956.

 Archivo DIPBA, Departamento “C”, Central de Inteligencia, “Informaciones


que se requieren para el normal desenvolvimiento", Carpeta Varios 25, 1957.

 Archivo DIPBA, Carpeta Decreto, Leyes y Disposiciones, “Normas sobre


clasificación de organismos y personas”; Secretaría de Informaciones y
Difusión, Provincia de Buenos Aires, Gobernación, Boletín de Informaciones,
Carpeta 2, legajo Nº 95, La Plata, 1956.

 Archivo DIPBA, “Curso de Informaciones. Programa”, Departamento “C”,


“Central de Inteligencia. Organización”, en Informaciones que se requieren para
el normal desenvolvimiento, Varios 25, 1957.

 Archivo DIPBA, “Procedimiento práctico para el funcionamiento informativo en


esta organización policial”, Carpeta Decretos, leyes y disposiciones, legajo N°
95, 1961.

 Archivo DIPBA, “Bosque sobre lo que es el terrorismo”, Carpeta, decretos,


leyes y disposiciones, legajo nº 95, 1959.

 Archivo DIPBA, Mesa “C”, comunismo, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata


Sección 3, 1957.

 Archivo DIPBA, Mesa Doctrina, “Tema Comunismo”, Archivo y Fichero,


Legajo Nº167, 1956.

Página | 196
 Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 76, La Plata Sección 4,
Ensenada, 7 de agosto de 1949.

 Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, La Plata Sección 3, 1951.

 Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 75, Eva Perón, Sección 3, 1955.

 Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 76, La Plata Sección 4, 1956.

 Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 78, La Plata Sección 6 - Tolosa,


1958.

 Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, Legajo Nº 81, La Plata Sección 9, s/f.

 Archivo DIBPA, Estatutos de la Unión de Mujeres de la Argentina, Mesa C,


Carpeta 3, legajo N°58.

 Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, legajo N°58, “Colateral. Unión Mujeres


Argentina. Antecedentes”.

 Archivo DIPBA, Carpeta 3, legajo N°39, “Series fotográficas”.

 Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 2, legajo Nº 76, La Plata, Sección 4º.

 Archivo DIPBA, Mesa C, Carpeta 3, Legajo Nº67, La Plata – Sec.9.

 Ministerio del Interior, Documentos secretos, confidenciales y reservados,


fechas extremas (1932-1983). Archivo Intermedio. Archivo General de la
Nación.

*Leyes, Decretos y Órdenes del Día:

 “Ley de Residencia, Nº 4144”, Anales de la Legislatura Argentina, Tomo


XVIII-A, Buenos Aires, ediciones La Ley, 1918.

 “Ley de Defensa Social, Nº 7.029,” Diario de Sesiones de la Honorable Cámara


de Senadores, Buenos Aires, Publicación del cuerpo de taquígrafos del Senado
de la Nación, 1910.

 Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Senadores, “Anexo, Memorial


Comunismo-1932, Comisión Popular argentina contra el comunismo”, 28 de
diciembre de 1932, Tomo II, Buenos Aires, Publicación del Cuerpo de
Taquígrafos de la Cámara de Senadores de la Nación, 1932.

Página | 197
 Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Senadores, Tomo I, Buenos
Aires, Publicación del Cuerpo de Taquígrafos de la Cámara de Senadores de la
Nación, 1932.

 “Decreto Nº 536/45, Poder Ejecutivo de la Nación, Anales de la Legislatura


Argentina, Tomo V, Buenos Aires, ediciones La Ley, 1945.

 Decreto Nº 137, “Prohibición absoluta de propaganda comunista”, 20 de mayo


de 1936, Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Senadores, Tomo I, La
Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1940.

 Sánchez Sorondo, Matías, Proyecto de Ley “Represión a las actividades


Comunistas”, Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Senadores, Tomo
II, Buenos Aires, Publicación del Cuerpo de Taquígrafos de la Cámara de
Senadores de la Nación, 1933.

 Sánchez Sorondo, Matías, “Represión del Comunismo y sindicación gremial y


patronal”, Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Senadores, Tomo II,
Buenos Aires, Imprenta y Encuadernación del Congreso Nacional, 1936.

 Sánchez Sorondo, Matías, “Proyecto de ley, informe y antecedentes”, Diario de


Sesiones de la Honorable Cámara de Senadores, Tomo III, Buenos Aires,
Imprenta y Encuadernación del Congreso Nacional, 1936.

 Ley Nº 13.985, “Reprime los delitos contra la seguridad de la Nación”, Anales


de la Legislación Argentina, Tomo X-A, Bs. As, ediciones La Ley, 1950.

 Ley Nacional N° 14.400, “Actos o reuniones públicas”, Anales de la Legislatura


Argentina, Tomo XIV-A, Bs. As, ediciones La Ley, 1954.

 Ley Nacional Nº 15.293, “Represión de las actividades terroristas”, Anales de la


Legislatura Argentina, Tomo XX-A, Buenos Aires, ediciones La Ley, 1960.

 Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, Nº 3855, “Disolución de los partidos


peronistas, masculino y femenino”, Anales de la Legislatura Argentina, 24 de
noviembre de 1955, Tomo XV-A, Buenos Aires: La Ley, 1955.

 Decreto Ley Nacional Nº 2447, “Coordinación de servicios policiales”, Anales


de la Legislatura Argentina, Tomo XVI- A, Bs. As, ediciones La Ley, 1956.

 Decreto Ley Nacional Nº 2444, “Supresión del Consejo federal de Seguridad, y


de la Dirección Nacional de Seguridad”, Anales de la Legislatura Argentina,
Tomo XVI- A, Bs. As, ediciones La Ley, 1956.

 Decreto Ley Nacional Nº 18787, “Junta en Defensa de la democracia”, en


Anales de la Legislatura Argentina, Tomo XVI- A, Bs. As, ediciones La Ley,
1956.

Página | 198
 Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, Nº 4965, “Prohibición de actividades
comunistas y del Partido Comunista”, Anales de la Legislatura Argentina, Tomo
XIX-A, Buenos Aires, ediciones La Ley, 1957.

 Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, Nº 12681, “Comisión para la


investigación y estudio de la actividad comunista en el país”, Anales de la
Legislatura Argentina, Tomo XX-A, Buenos Aires, ediciones La Ley, 1960.

 Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, Nº 2985/61, “Planificación, dirección y


supervisión de la acción del Estado en material de comunismo y otros
extremismos por la Secretaría de Informaciones de Estado”, Anales de la
Legislatura Argentina, Tomo XXI-A, Buenos Aires, ediciones La Ley, 1961.

 Orden del Día Nº 19.546, 18 enero de 1957, “Central de Inteligencia, apruébese


la estructuración sobre su funcionamiento. Impresión de folletos secretos”,
Ministerio de Gobierno, Policía de la Provincia de Buenos Aires, La Plata,
Museo Policial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires “Inspector Mayor
Dr. Constantino Vesiroglos”.

 Orden del Día Nº 19.657, 3 de julio de 1957, “Investigación de una comisión


para estudio de un curso en dicha materia”, Ministerio de Gobierno, Policía de la
Provincia de Buenos Aires, La Plata, Museo Policial de la Provincia de Buenos
Aires “ Inspector Mayor Dr. Constantino Vesiroglos”.

 Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires,


2 de mayo de 1958, pág.26, en: Mensajes de los gobernadores de la Provincia
de Buenos Aires: Oscar Eduardo Alende, 1958 – 1962, Archivo Histórico de la
Provincia de Buenos Aires, Dr. Ricardo Levene. Colección dirigida por
Claudio Panella, La Plata: Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires,
2007 (Serie: Mensajes de los gobernadores de la Provincia de Buenos Aires).

*Revistas de policía:

 Ferrer César, “Preponderancia de la selección inmigratoria en la ciudadanía


argentina”, Revista de Policía y Criminalística de Buenos Aires, Policía de la
Capital Federal, República Argentina, nº3, noviembre. Buenos Aires: Biblioteca
Policial, 1935. Hemeroteca de la Honorable Cámara de Senadores de la
Provincia de Buenos Aires.

 Ferrer César, “Expulsión de Extranjeros”, Revista de Policía y Criminalística,


de Buenos Aires, Policía de la Capital Federal, República Argentina, nº1, julio,
Buenos Aires: Biblioteca Policial, 1935. Hemeroteca de la Honorable Cámara de
Senadores de la Provincia de Buenos Aires.

Página | 199
 “Memoria de la Jefatura de Policía”, correspondiente al año 1935. Realizadas
por el Jefe de Policía Interino Francisco Danieri al Ministro del Interior, en
Revista de Policía y Criminalística de Buenos Aires, Policía de la Capital
Federal, República Argentina. Buenos Aires: Biblioteca Policial, 1936.
Hemeroteca de la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos
Aires.

 Pérez, Sebastián, “Una Policía Revolucionaria”, Revista de Policía de la


Secretaría Técnico Social, Buenos Aires, 1951. Museo Policial de la Policía de
la Provincia de Buenos Aires “Inspector Mayor Dr. Constantino Vesiroglos”.

 Singorelli, Vicente, “Iniciación al comunismo en Argentina”, Revista de Policía


y Criminalística de Buenos Aires, Policía de la Capital Federal, República
Argentina, nº4-5, enero, marzo, Buenos Aires: Biblioteca Policial, 1936.
Hemeroteca de la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos
Aires.

 Berchesi, Juan F, “Motivos por los cuales el partido comunista es un peligro que
debe eliminarse de toda nación civilizada”, Revista de la Policía de la provincia
de Buenos Aires, año 1, nº 9, enero de 1942. Museo Policial de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires “Inspector Mayor Dr. Constantino Vesiroglos”.

 Berchesi, Juan F, “Referencia del decreto 137 del Poder Ejecutivo y


procedimiento a seguir en caso de infracción”, Revista de la Policía de la
provincia de Buenos Aires, año 1, nº10, Buenos Aires, marzo de 1942. Museo
Policial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires “Inspector Mayor Dr.
Constantino Vesiroglos”.

 “Los Frentes Populares de Europa obedecen a maniobras del Partido


Comunista”, Revista de Policía y Criminalística de Buenos Aires, Policía de la
Capital Federal, República Argentina, n°6, abril-mayo-junio. Buenos Aires:
Biblioteca Policial, 1936. Hemeroteca de la Honorable Cámara de Senadores de
la Provincia de Buenos Aires.

 “Creose la Central de Inteligencia”, en Revista de Policía, Provincia de Buenos


Aires, La Plata, septiembre de 1956. Museo Policial de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires “Inspector Mayor Dr. Constantino Vesiroglos”.

 Rascio, Antonio, “El Comunismo en la Provincia. Su desarrollo, sistema de


trabajo. El porvenir de esta ideología. Soluciones”, Anexo de la revista de
Policía, Provincia de Buenos Aires, La Plata, diciembre de 1956. Museo Policial
de la Policía de la Provincia de Buenos Aires “Inspector Mayor Dr. Constantino
Vesiroglos”.

Página | 200
 Singorelli, Vicente, “Croquis de la organización comunista del año 1932”, en
Revista de Policía y Criminalística de Buenos Aires, Policía de la Capital Fedral,
República Argentina, nº 4-5, enero, marzo. Buenos Aires: Biblioteca Policial,
1936. Hemeroteca de la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de
Buenos Aires.

*Publicaciones periodísticas, entrevistas e instituciones:

 Mazzarovich, Gabriel, “Que muestren todos los archivos de la dictadura”, en


Diario La República 30/07/2003.

 Bayer, Osvaldo, "¡Güelganomá, chamigo!", Página/ 12, 04- 1999.

 Bandera Roja Nº 78, 24 de junio de 1932. Catálogo de microfilms de


publicaciones, pertenecientes al Centro de Documentación e Investigaciones de
la Cultura de Izquierda en Argentina (CeDInCI), Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.

 Mundo Obrero, boletín s/f. Catálogo de microfilms de publicaciones del Centro


de Documentación e Investigaciones de la Cultura de Izquierda en Argentina
(CeDInCI), ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 Tomás Eloy Martínez, entrevistas al Coronel Héctor Cabanillas en el año 1989,


publicado en el Diario La Nación, 6/08/2002.

 Entrevista Gustavo Meoño, director del Archivo Histórico de la Policía


Nacional de Guatemala, en “El que mata debe morir”, artículo de Javier Sahade,
Laureano Barrera y Germán Kexel, Revista La Pulseada, La Plata: 2009.

 Entrevista realizada a Laura Lenci y Magdalena Lanteri integrantes, (al


momento de la entrevista), del Centro de Documentación y Archivo, Comisión
Provincial por la Memoria, La Plata, 20 de mayo de 2011.

 Comisión Provincial por la Memoria: www.comisionporlamemoria.org


/www.comisionporlamemoria.org/cuadroclasificacion/

 Colectivo Justicia Ya!: www.justiciaya.org.

 Colectivo de Investigación y Acción Jurídica: www.ciaj.com.ar

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