Xaimaca
Xaimaca
Xaimaca
Xaimaca de Ricardo
Güiraldes: La escritura del
bibelot americano
Orbis Tertius
2010, año 15 no. 16
Cita sugerida:
Bocchino, A. A. (2010) Xaimaca de Ricardo Güiraldes: La escritura
del bibelot americano. Orbis Tertius, 15 (16). En Memoria
Académica. Disponible en:
http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.4240/p
r.4240.pdf
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Orbis Tertius, 2010, XV (16)
RESUMEN
A partir del trabajo sobre una copia mecanografiada de Xaimaca, con correcciones de Ricardo
Güiraldes y Adelina del Carril, posiblemente último borrador antes de ser enviado a imprenta, el trabajo
rehace el proceso de escritura que permite leer la paciente construcción de una estética autónoma y
autosuficiente, largamente meditada en relación al campo intelectual que rodea al escritor, y que sienta
las bases para una literatura por venir. Volver sobre este texto brinda la oportunidad de reevaluar el
lugar de Güiraldes en el entramado de la literatura argentina.
ABSTRACT
Based on the analysis of a typed copy of Xaimaca, with corrections made by Ricardo Güiraldes and
Adelina del Carril, probably the last draft before it was sent to the printing press, this article recovers a
writing process that enables us to read the patient building of an autonomous and self-sufficient
aesthetics, long meditated in relation to the intellectual field surrounding the writer and laying the
foundations for a literature to come. Returning to this text provides the chance to re-examine Güiraldes’s
place within the network of Argentinian literature.
Puesta en foco
¿Novela? ¿Relato de viaje? ¿Apenas unas notas? ¿Una pequeña historia de amor?
¿Poemas en prosa? ¿Instantáneas?
Es posible que Xaimaca sea el texto al que Ricardo Güiraldes le dedicara más tiempo de
trabajo antes de decidirse a publicarlo. También, que de entre sus obras sea la más lograda en
acuerdo a una estética meditada en relación al campo intelectual que lo rodea. Empieza a
escribirla a fines de 1916 y recién la considera publicable, a instancias e insistencias de su
mujer, Adelina del Carril, en 1923. Notas, borradores, avances, un manuscrito que llega a las
seiscientas páginas, cortes, recortes, tachaduras, pase en limpio y vuelta a corregir, pruebas de
galera y nuevas correcciones acompañan a la pareja durante siete años. Los papeles son
1
La frase se encuentra en diferentes oportunidades entre los escritos de Güiraldes. Véase el “Proyecto de
Carta a Guillermo de Torre”, del 27 de junio de 1925 en el que hace el apunte. OC (1985: 25-36).
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arrastrados, una y otra vez, iniciándose en un viaje por la costa del Pacífico en forma de notas,
de vuelta a Buenos Aires, a la estancia en San Antonio de Areco, luego a París, Mallorca, otra
vez a Buenos Aires, nuevamente a la estancia. Los papeles son intervenidos, discurren entre el
matrimonio y los amigos, son tema de conversación, de cartas. Xaimaca crece hasta 1919.
Luego se reescribe entera durante cuatro años. En lo fundamental, se trata de concentración,
desfondamiento, disolución. Xaimaca queda reducida a lo elemental.
Una copia de la versión mecanografiada de Xaimaca de Ricardo Güiraldes, con
correcciones del mismo Güiraldes y de Adelina, posiblemente copia del último borrador antes
de, pasado en limpio, ser enviado a la imprenta de Francisco A. Colombo hacia 1923, y que me
hicieran llegar en vista a una futura edición facsimilar, me permitió abordar parte del proceso de
escritura y observar, entonces, un modo particular de constitución de la estética de Güiraldes en
un momento privilegiado.2 No pude dejar de pensar que, junto a esta versión, trabajaba ya en
firme sobre Don Segundo Sombra y escribía alguno de los Poemas Solitarios por lo que, supuse,
una manera de mirar la experiencia de trabajo —que va a culminar en su novela mayor o los
poemas póstumos—, empieza en esta versión de Xaimaca, donde toma decisiones clave en
términos de escritura.3
El punto relevante de esta versión reside en que brinda la posibilidad de reevaluar el
lugar de Xaimaca más allá de su carácter anticipatorio. Se ofrece como muestra de la paciente
construcción de una estética autónoma y autosuficiente sentando las bases de una literatura
argentina de vanguardia, un tanto más lejos de la línea tradicional en la que Güiraldes ha sido
pensado hasta ahora. Así, claramente lo entendieron los primeros artistas nucleados en Martín
Fierro que recurrieron a él, en coincidencia con la publicación de Xaimaca, para iniciar su
trabajo.
Puntos de referencia
A diferencia de lo que sucedía desde que Güiraldes fuera niño, entre 1914 y 1919
Francia resulta vedada para los argentinos que han extendido su patria, especialmente la
cultural, hacia ese país. Por ejemplo, la familia Güiraldes se radica en París, al año de nacer
Ricardo (1886-1927), en el elegante barrio de Saint-Cloud, durante cuatro años y, de hecho, el
francés resulta la primera lengua antes que el castellano para él. Si bien vuelven en 1900 a la
Argentina, el lazo cultural queda intacto. Es la Primera Guerra Mundial la que irrumpe en la
vida de Güiraldes y hace que deba cortar momentáneamente el vínculo que resulta más
profundo que el que mantiene con la escenografía del campo argentino. Se trata de una cuestión
de formación que, como podríamos decir con Bourdieu (1995), estructura elecciones, gustos y
maneras de vivir, más allá de lo consciente e, incluso, de la clase. Su patria cultural no puede no
ser la del simbolismo o el impresionismo francés.4 En este sentido, en un punto crucial para sus
textos, lo americano aparecerá como lo exótico transformándose, poco a poco, en el sentido
último de una búsqueda de traducción estética. Güiraldes está fundando antes que un
vocabulario, un personaje o un paisaje, una estética que dará lugar a la irrupción de la
vanguardia argentina.
2
Guillermo Gasió y Cecilia Smyth, con subsidio del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires,
planearon las ediciones facsimilares del Diario de Güiraldes, escrito entre 1923 y 1924, y de las copias
mecanografiadas de Xaimaca y Caaporá, con correcciones de puño y letra, depositadas en La Estancia
“La Porteña”, hoy Museo Ricardo Güiraldes. Haciéndome llegar los facsimilares en 2007, me fue
encomendado el prólogo para Xaimaca que, en lo sustancial, constituye el presente trabajo. A la fecha
sólo el Diario (2008) ha visto la luz, con prólogo de María Gabriela Mizraje.
3
Véase el trabajo de Élida Lois (1988) “Estudio filológico preliminar”. Güiraldes, R., Don Segundo
Sombra.
4
El trabajo de Guillermo Ara (1961), “Güiraldes en Francia”, ya un clásico sobre el autor, importa ser
revisitado dado que realiza una puesta a punto en cuanto al campo intelectual francés en el que se inscribe
Güiraldes en el preciso momento en que ha terminado la primera versión de Xaimaca: este campo es el
que imprime las marcas definitivas a su reescritura.
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5
“Carta a Jules Supervielle”. OC (1985: 756).
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De resultas de una escritura nueva, Güiraldes desata “la fobia de los lectores
superficiales, de los timoratos, de los solemnes”. Lo tildan de “loco audaz”. En definitiva, la
sociedad donde publica estos libros no lo comprende y deberá esperar que la próxima
vanguardia argentina, casi diez años después, lo “reclame”. Esta reciente formación integrada
por, algunos bastante más jóvenes que él, Oliverio Girondo, Jorge Luis Borges, Alfredo
Brandan Caraffa, Evar Méndez, Vignale, Pablo Rojas Paz, los hermanos González Tuñón,
Augusto Delfino, Leopoldo Marechal, Ledesma, Palacio.... considerarán a Güiraldes un maestro
así como a Macedonio Fernández un profeta.
Es decir, una generación adelante que sólo después de Xaimaca puede vislumbrar
cuánto de Güiraldes, y ya no del viejo Lugones que lo sobrevivirá, hay en las nuevas
producciones y audacias escriturarias. Entre medio aparecerá Rosaura, un ejercicio, en veinte
días, “intencionalmente tierna, cursi y melancólica” con el que se venga de las palabras
“emputecidas”, “manoseadas como nalgas”, de las que se había privado en los Cuentos... y
también en Raucho, “autobiografía de un yo disminuido” (34), que publicará en 1917.
Ese mismo año, en un viaje a las Antillas, empecé Xaimaca con unas notas. Mi
soledad seguía siendo siempre la misma. Los éxitos de prensa y de venta iguales,
aunque se me favoreciera con algunas críticas protectoras.
Entre tanto la guerra me había desorbitado, y fue ése un período de vida pesimista
y triste aunque no cediera a los malos consejos del desánimo. (33)
Hasta los 37 años, cuando finalmente decida la publicación de Xaimaca, éste será el
perfil íntimo del escritor que, contrapartida, aparece en sociedad como un bon vivant criticado
por la intelectualidad de izquierda. Su vida se reparte entre la estancia en San Antonio de Areco,
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donde había nacido y ahora prende y se desarrolla el futuro Don Segundo Sombra, y los viajes a
Buenos Aires, Mar del Plata, París, Mallorca, el mundo...
Hasta aquí los hechos que envuelven la aparición de Xaimaca. Hará falta, sin embargo,
precisar un poco mejor el sentido del viaje en cuanto trabajo de escritura, para poder tener una
visión más acertada de la dimensión que cobra este texto en relación a las vanguardias que se
avecinan. Podría decir, incluso, que si Güiraldes es reconocido por Don Segundo Sombra es
porque Xaimaca no ha sido vuelta a leer: se trataría del texto que perfila la vanguardia, logrando
aglutinar a los más jóvenes, a los esteticistas de Florida pero también a los torturados sociales de
Boedo. A favor o en contra, Xaimaca posiciona a Güiraldes en el centro del campo como
escritor bisagra.
Xaimaca, fueron primero unas notas de viaje que hicimos, el verano de 1916-17
[…] Primero pensó Güiraldes publicar sus notas de viaje desnudas, tomadas con
los lugares a la vista, en tarjetas del tamaño de su bolsillo, que siempre llevaba a
mano. […] Lugones, a menudo instó a Güiraldes a que escribiera una novela; y
para complacerlo nació Xaimaca con la trama novelística. Imposible hacer un libro
con menos elementos. Un paisaje: Peñalba. Un amor: Clara Ordóñez y Marcos
Galván. El libro está escrito como diario de viaje y cuando llega a la culminación
del amor, el poeta dice: “Que otros pongan taxímetro a sus vidas”; y cuenta en
poemas la satisfacción de su dicha. Cuando la realidad cruel de la vida los separa,
afectando su lirismo, naturalmente vuelve a la forma de diario. En noviembre de
1919 terminó Güiraldes su libro en París; pero sólo lo imprimió en 1923, en la
imprenta de Francisco A. Colombo, en San Antonio de Areco.
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Sospecho que es la estética del “Soneto en yx” de Mallarmé lo que aquí se traduce de la mejor manera.
De allí el título de mi trabajo. La admiración de Güiraldes por Mallarmé, varias veces repetida, hizo que
me detuviera en esta operación de escritura, el intento de construcción del bibelot y al mismo tiempo su
anulación. Si bien podría pensarse que lo americano viene por el paisaje que rodea la historia pareciera
haber un verdadero ímpetu de traducción a la americana de la idea mallarmeana.
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Santa Marta y del Huasco, el deshacimiento del viaje en once días. ¿De qué año? El
vaciamiento. Al pie, una fecha y una geografía distantes: “París, noviembre de 1919”.
Cada punto implica un pequeño viaje dentro del viaje, un rito iniciático dentro del rito
iniciático mayor, un nacimiento por etapas que llega a producirse finalmente en Jamaica o,
mejor decir Xaimaca, el espacio y el tiempo de lo abolido, lo arcaico pero también lo original y
siempre nuevo, el texto, el viaje de la escritura que parece ser el verdadero viaje.
¿Qué dice Güiraldes sobre su Xaimaca? ¿Qué es para él? En el viaje a París, en medio
de la exaltación por el fin de la guerra y la avidez por la nueva literatura, cuando termina la
primera versión, declara:
Sobre una mesita de tres patas coloqué seiscientas y tantas páginas del manuscrito
y busqué un rato el modo de engalanarlas como a un edificio concluido. […] ¡Qué
contento estaba de haber terminado! Antes de dormirme puse la mesita a los pies
de la cama y allí pasó la noche infundiéndome la paz de la obra concluida. (Citado
en Bordelois, 1966: 87)
No solamente me atraso, sino que no llego nunca a parir. Lo digo para que no me
rete por mi manía de tocar y retocar mis obras, hasta hacerlas a un lado por
aburrimiento.
Xaimaca está casi pronta y Don Segundo Sombra a entrar en período de actividad.
¿Por qué me empacho de todo trabajo que a su principio fue un placer?” (OC.
1985: 746)
Xaimaca, de quien me pide usted noticias, está en manos del imprentero de San
Antonio. Estoy harto de ella. Me aburre como una querida vieja, demasiado usada
y cansada... Después de Xaimaca me he quedado un tanto exhausto y como perdido
de mí mismo. (Citado en Bordelois 1966: 69).
A todo esto, sin embargo, anotará a cada paso en su diario las veces que vuelve sobre su
Xaimaca, y especialmente sobre su “párrafo de éxtasis que parece de inspiración espiritual y lo
es indudablemente” (22 de agosto de 1923), para decirle a Juan Carlos Dávalos al tiempo de
mandarle un ejemplar:
Volveré a mandarle Xaimaca, que me gusta hoy por hoy, aunque siempre estoy en
la situación de Don Segundo Sombra […] En fin, Xaimaca me parece lo mejor de
mi peor y como tal se lo mandaré. Y léalo y embrómese y escríbame y aguante el
sogazo que para eso éramos amigos. (“Carta a Juan Carlos Dávalos” de 1925, OC.
1985: 757).
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“A la tarde he tomado Xaimaca que reveo. Buena impresión general. Trabajo en corrección de palabras
cuyo sentido exacto busco en el Dicc. C. y G.” (9 de julio). “tomado Xaimaca... / Sigo trabajando en
buscar palabras y apunto las muy repetidas: emoción 11, mundo 25, noche 49,… tendré que seguir con
otras. Algunas palabras me aparecerán cuando escribo. / Apuntando la forma en que deben ir en el texto
las correcciones del cuaderno. Hecho otras. / Toda la tarde la paso con Xaimaca. / Después de comer,
mismo trabajo. Corrijo el poema que sirve de guión entre el diario y los poemas siguientes. / La revisión
de palabras repetidas me toma mucho tiempo”. (10 de julio). “Arreglado unas frases en los poemitas de
Xaimaca”. (11 de julio). “Trabajado en Xaimaca... / En mi cuarto trabajado en poner a punto Xaimaca. /
Echado sobre la cama buscando concentración”. (12 de julio). “Después de comer, acostado, trabajo en
Xaimaca, corrijo leyendo en conjunto, sin dejarme captar por detalles: Muy buen sistema”. (13 de julio).
“he trabajado una media hora corrigiendo Xaimaca”. (18 de julio). “Trabajado en Xaimaca. Decido llevar
mañana a Colombo los primeros capítulos”. (3 de agosto). “En mi cuarto, trabajado los capítulos de
Xaimaca, que pienso poder llevar mañana./ Después de comer, mismo trabajo”. (4 de agosto). “En mi
cuarto, trabajo Xaimaca (los capítulos que voy a llevar)”. (5 de agosto). “Reveo Xaimaca”. (13 de agosto)
“Al anochecer, en mi cuarto, preparado unos capítulos de Xaimaca para mandar a Colombo.” (21 de
agosto). “arreglo de Xaimaca. / Después de comer reincorporado al texto de Xaimaca el párrafo de éxtasis
que parece de inspiración espiritual y lo es indudablemente. / De esto sabré algo mas adelante” (22 de
agosto). “Casi todo este tiempo ha sido empleado en retoques finales a Xaimaca, impresión, corrección de
pruebas y reparto. [...] Trato de apartarme de toda solidaridad con la suerte de mi trabajo, elogios, etc. ...
cosa que poco me cuesta o que mejor dicho ayuda mi tendencia natural de esquivar comentarios. / He
pasado dos temporadas largas en Bs. As. [… ] la segunda, ocupaciones por Xaimaca” (8 de enero de
1924). “A lo de Zimmermann, a la A. G. de L. Y P.: dicen que Xaimaca se vende...” (15 de enero)
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Proa, Año I, Nº 2. OC (1985: 661).
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alertan sobre el intenso trabajo de corrección que sigue a lo que llamaron su conclusión. En
verdad, se trata de una reescritura de la que, en la copia a mi vista, todavía quedan rastros que
permiten entender las operaciones básicas del proceso de tachado, aglutinamiento, concisión,
borramiento de palabras y renglones enteros así como de anécdotas completas. El proceso tiende
a la búsqueda de una escritura lo más blanca posible, una sensación flotante, apenas palpable. Es
decir, la puesta en escena de una filosofía de la pasividad, de entrega al entorno, de absorción
sin resistencias en el discurrir del tiempo y el espacio. No importa que sea el espacio del Caribe
o el tiempo de guerras y angustias. Se trata de la creación de un tiempo y un espacio sin
coordenadas temporales o geográficas, un aire inventado por la escritura que propicie “la
expansión de la sensibilidad” y “el desarrollo de la vivencia”. Lo que se busca es conseguir un
arte que dé una atmósfera y ello sucede a través de la sumisión absoluta de la anécdota, los
personajes, el tiempo y el espacio, al avatar de la palabra precisa.
Si bien Xaimaca se considera terminada en París con seiscientas páginas, antes de
iniciar el viaje Güiraldes había recibido, de su amigo Dielh, el libro de Valery Larbaud, A. O.
Barnabooth, ses oeuvres complètes, c’est-à-dire: un conte, ses poésies et son journal intime. Es
precisamente a Larbaud a quien Güiraldes habrá comunicado de su texto terminado y es debido
a Larbaud, y su Barnabooth, que se realiza la corrección posterior. Más allá del fenómeno que
produjo en Buenos Aires este libro, convirtiéndose en un suceso que diera lugar a
“barnaboothismo” para designar una forma de vida, es en Xaimaca donde encuentra su punto de
reunión con lo americano a través de la escritura. Larbaud, con Fermina Márquez ahora y las
vinculaciones con lo más nuevo y original de Europa —Paul Valéry, Gide, Claudel, Romains,
St. John Perse— representa el puente que necesita Güiraldes para consolidar la traducción de
aquella estética de sus admirados Flaubert, Mallarmé y Laforgue, en un producto de perfil y
contenido propios.
A principios de 1920, cuando Xaimaca parece terminada, Güiraldes inicia el proceso de
reescritura y, a la vez, comienza a escribir Don Segundo Sombra. Para ese fin de año vuelve a la
Argentina. Entre 1921 y 1922 escribe sus Poemas solitarios, de publicación póstuma, “El
Cangrejal”, clave para un capítulo de su Don Segundo... y decide la publicación de Rosaura.
Para 1923, entonces sí, y tras el trabajo de corrección que es despojamiento casi siempre,
aparece Xaimaca. Paso fundamental hacia la vanguardia por reflexiva resolución. Como el
impresionismo, lo que hace es matar el realismo prefiriendo una forma excéntrica de
composición, en la que la estructura primera es olvidada y abolida, o violada, a cada momento.
La representación, en todo caso, rebasa los bordes haciendo que el marco pase por encima de
ella y, en el final, surja la impresión de una falta, algo más bien casual, abierto, poroso,
insinuado. El sentimiento de la carencia de sentido, la insignificancia, el carácter fragmentario
de los acontecimientos externos reduce la acción al mínimo indispensable, renunciando a la
búsqueda de efectos fuertes para dejar la historia flotando en una especie de deriva. Se trata del
relato de un viaje que anula, en la historia y en la escritura, su razón de ser viaje pero sigue
mostrándose como tal. En todo caso, se trata de otro tipo de viaje. Puntuado obsesivamente con
indicaciones temporales y espaciales instala un viaje escriturario.
De allí la sentida queja que Güiraldes escribe a Larbaud (“Carta europea”, OC. 1985:
776), pero no envía, cuando parte de su texto, los poemas del mes de febrero son traducidos al
francés por Francis de Miomandre: “¡Cómo cambia la tónica de un temperamento al cambiar de
idioma y de ritmo en el cambio de persona! [...] no hay sino inteligencia en el resultado, pero
parece —¡qué duro es esto!— que no bastara con tan buen factor.” En el detalle pormenorizado
de su análisis de la traducción evalúa no sólo cuestiones de vocabulario, ritmo y musicalidad
sino incluso disposición tipográfica y la utilización de la línea en blanco: “todo lo sutil de una
forma ha de desvanecerse en una traslación de idioma a idioma! [...] Lo que hay en realidad es
una diferencia de calidad, de materia, de tesitura”.
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la sintaxis castellana sino el de los espacios en blanco. Las “sensaciones” son cambiadas por
“impresiones” (10); lo “nuevo” por lo “desconocido” (12); las “casitas” por “casuchas” (13);
“los cercos de piedra” por “pilcas” (14); las “tonteras” en “tonterías” (17); los “murmurios” por
“murmullos” y así a lo largo de toda la copia en cada página. Otras veces, la corrección no pasa
a la edición definitiva y permanece la opción primera (“Gaviotas” frente a “pájaros” o “aves” en
48) sin que quede claro el establecimiento de la errata. En otra oportunidad algún renglón se
convertirá en verso (14) y otras a la inversa (79). Suponiendo que es Adelina quien hace la copia
mecanográfica, también pueden distinguirse correcciones realizadas por ella incluidas en la
primera edición (26, 29).
Sin poder asegurar que sea ésta la copia facsimilar definitiva de la Xaimaca publicada,
la que me ha sido enviada aporta un eslabón importante en la cadena de versiones que la han
preparado. Por cierto, es una de las últimas. Como referencia de cuántas la han constituido y
disculpar que no podamos acceder a las varias versiones “originales” podría volverse sobre la
amorosa dedicatoria de Güiraldes: “Para Adelina del Carril: Tres veces este libro ha caído de
mis manos, encontrando el sostén de las tuyas. / Sola, has opuesto fe a mis dudas. / Hoy que
corre su destino, lo amparo en tu cariño”.
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