Berástegui 2008 Ruptura de Adopción y Pseudorupturas, en Los Retos de La Postadopcion. Balance y Perspectivas PDF
Berástegui 2008 Ruptura de Adopción y Pseudorupturas, en Los Retos de La Postadopcion. Balance y Perspectivas PDF
Berástegui 2008 Ruptura de Adopción y Pseudorupturas, en Los Retos de La Postadopcion. Balance y Perspectivas PDF
Y LAS PSEUDORUPTURAS
Ana Berástegui Pedro-Viejo*
l. Introducción
calizar de entre las familias a las que habían realizado el seguimiento: 1) aquellas fami lias adop-
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convivencia familiar se rompió en la totalidad de los casos y sólo en uno de
ellos se pudo restablecer con apoyo terapéutico tras más de un año de ingreso
del menor en un centro de protección.
~ tas cifras sitparon la tasa de ruptura en un 1,5% del total de las adopcio-
nes internacionales que se produ]eron entre 1997 y 1999 en ccmsonanc1a con
los datos de Palacios y cols. (2005) que sitúan la tasa de ruptura a nivel na-
l ltJtf'P
. ,.si\
cional en el 1% de las adopciones en el mismo periodo.
tivas cuya convivencia con el menor adoptado se ha visto interrumpida de un modo presumible-
mente definitivo (adopción «truncada» o adopción «rota») y 2) aquellas familias adoptivas que
estaban experimentando una situación prolongada de dificultad en la convivencia que ponía en
peligro el bienestar del menor y/o su integración en la familia y que, a juicio de los profesionales,
necesitarían recibir apoyos o intervenciones profesionales externas para mantener la convivencia
con el menor adoptado (adopción «en riesgo»).
2 Estadística de adopción internaciona l. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
http://www.mtas.es/SGAS/Familialnfanc/infa ncia/Adopcion/Adopcio11.pdf
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que, llegados a la adolescencia, un importante porcentaje de adoptados inter-
naci~ n internados en institücioñes psiquiátricas o residencias de pro-
teccion, despüésde""'rnuchos años de convivencia, sin que se haya establecido,
en mucfioséa'Sbs:-Un vínculo estable con su familia adoptiva (Hoksbergen y
co!_k1 "'9&8):-Por etto;--la vigilancia activa ·de esta realidad será garantía de la
capacidad de nuestro sistema de protección de anticipar tanto los problemas
como las soluciones.
En tercer lugar, hay que tener en cuenta que cada caso de ruptura supone
una realidad traumática para la familia y en especial para el niño cuyo interés
de6e ser «la consideración primordial» (CDN, 1989, art. 21 ), razón por la que
teueñi'osefi mperativo ético y jurídico de no cerrar los ojos a estas situaciones
r
que, no sólo frustran el éxito de esta medida sino que dificultan enormemente
el éxito de futuras soluciones familiares para el menor. Al fin y al cabo, la rup_-- -
tiifaoe1a adopción no es, ni más ni menos, que una forma de abandono que se
produce, aaemás, en menores que ya han sido víctimas de un abandono previo
y pare-les-que-la adopción pretendía ser una solución protectora definitiva en
:J -
la que se había invertido mucho tiempo y esfuerzo. 1..-
Por último, fijar la vista en las adopciones en las que la inadaptación es ex-
trema puede darno s pistas para el trabajo con el resto de las familias, la pre-
vencióri"deí riesgo y la promoción de una mayor adaptación, especialmente
aquellas que están más necesitadas de apoyo (Palacios, 2003).
Es posible que estos casos no supongan sino la punta del iceberg de una
realidad de inadaptación más amplia. Desde los servicios de postadopción se
están empezando a encontrar casos de «pseudorupturas». En estas situaciones
no existe un ing_es,2 ~n el sistema de protección de menores y sin embargo, la ~ ---
Convivencia familiar se ve interrumpida por el ingreso del menor en institucio- ,
nes educativas internas o en centros de tratamiento psiquiátrico o de menores
con trastornos de conducta.
En otias ocasiOnes 1a familia comparte techo sin que se haya producido
una adopción en el sentido psicológico del término, es decir, sin que se haya
establecido una relación paterno-filial además de la legal. Es lo que llamamos
adopciones no constituídas A pesar de que estas familias altamente insatisfe-
chas no acaben en ruptura ni en pseudoruptura, tenemos que pensar que no
son adopciones plenamente constituidas en el plano psicosocial. Así, en nues-
tra muestra de familias con niños adoptados a partir de los tres años de edad
encontramos que un 4,3% no piensa que ser padre le haga sentir bien, un
3,7% de las familias no volverían a adoptar el mismo niño si pudieran dar
marcha atrás, un 2,4% piensa que su vida no se ha enriquecido desde que está
su hijo, un 2,4% dice no estar contenta de haber adoptado, un 1,2% asegura
no tener buenos momentos con su hijo y un 1,2% dice que adoptar no merece
la pena.
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Junto a las pseudorupturas y a las adopciones no constituidas están empe-
zando a salir a la luz casos de malos tratos y abusos hacia menores adoptados
intemacionalmente.
Por último encontramos situaciones en las que la vida cotidiana es muy di-
fícil para padres e hijos y que necesitan ser sostenidas por la intervención pro-
fesional. En nuestra muestra de adoptados con más de tres años entre un 25 y
un 30% de los niños tienen rangos clínicos o límites de problemas de conducta
al menos un año después de la adopción. El estudio de Palacios, Sánchez-San-
doval y León (2005) pone de manifiesto que un 15% de los menores y las fa-
milias necesitan ayuda profesional externa para solucionar muchas de las
dificultades de los niños.
No es esta la realidad de la mayoría de las adopciones y, sin embargo, es
esta la realidad que tiene que centrar el foco de la intervención profesional en
adopción para que esta sea, cada vez más, un recurso efectivo de protección
para todos los menores que la necesitan.
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, Tabla 1
RELACION DE LOS FACTORES DEL NIÑO CON LA RUPTURA DE LA ADOPCIÓN
Edad
de entrada Edad Adopción Número
en cuidado Colocaciones enla simple vs. de problemas
Estudio Sexo Raza residencial previas adopción múltiple de conducta
Benton y cols. ( 1985) No No - - Mayor Multiple Más
Boneh ( 1979) Varón No Mayor Más Mayor Múltiple Más
Boyne y cols. ( 1984) No No - - Mayor No Más
Coyne y Brown ( 1985) No No - - Mayor - -
Festinger (1986) No No Mayor Más Mayor Simple Más
Kadushin y Seidl (1971) No - - - Mayor Múltiple -
Partridge et al. (1986) No No Mayor Más Mayor - Más
Schmidt ( 1986) Varón - - Más Mayor Simple Más
Zwimpfer ( 1983) No Minoría - - Mayor - -
Hoksbergen (1988) Varón - - - Ma_yor Múltiple
Barth Xcol~ ( 1288)- No No - Más --
Berástegui (2003) No No - - "-~,~ ~ últipl~
En las casillas se indica si se ha encontrado una relación significativa entre el factor y el truncamiento de la relación y, en su caso. la di-
rección de dicha relación; las casillas marcadas con una línea indican que el factor no se ha tenido en cuenta en el estudio al que se hace
referencia (Berástegui, 2003).
Tabla 2
RELACIÓN ENTRE FACTORES DE LOS PADRES ADOPTIVOS Y LA RUPTURA
Hijos
Mono/ biológicos
Estudio biparental Edad Raza Educación Renta en casa
Benton y cols. ( 1985) No No Blanca No No -
Boneh ( 1979) - Mayores No No - Presentes
Boyne y cols. (1984) No No No No No No
Coyne y Brown ( 1985) - - - - - -
Festinger ( 1986) No No No No - No
Kadushin y Seidl ( 1971) - Mayores - - - Presentes
Partridge et al. (1986) Monop. - Minoría No No -
Schmidt ( 1986) - - No No No -
Zwimpfer (1983) - Menores Minoría - Menor No
Hoksbergen y cols. ( 1988) - Mayores - - Mayor Presentes
Barth y cols. ( 1.28.8}. No No No Univ,ersit. No -
Ba@i y Berry~(l.990) No Menores No ú nixersit.~ No Presentes
Berástegui (2003) No tiayores No Primarios No Presentes
En las casillas se indica si se ha encontrado una relación significativa entre el factor y el truncamiento de la relación y, en su caso, la di-
rección de dicha relación; las casillas marcadas con una línea indican que el factor no se ha tenido en cuenta en el estudio al que se hace
referencia (Berástegui, 2003).
En el estudio realizado en la ~ unidad de Madrid también se encuetra,
en contra de los resultados de los estudios del ámbito anglosajón, que los pa-
d_,~ _may.Qres (especialmente en las familias biparentales sin hijos) tienen un
mayor riesgo de ruptura y que los padres con un nivel educativo bajo, que tan
sólo han superado los estudios primarios, también enfrentan mayores riesgos a
lanora de adoptar. -
Por último· con respecto a las variables de la familia, detectamos a nivel
cualitativo una motivación que denominamos motivación sustitutiva en la que
las familias adoptaron J>ara «llenar un hueco o aar sentido a la vida» y explici-
taban este deseo de 9.ue la adopción viniera a cubrir un vacío en sus vidas. El
71,4% de las familias que manifestaron este deseo sufrieron la ruptura de la
adopción por lo que, a pesar de su falta de relevancia estadística, consideramos
importante destacarla como un resT1tfü:IS televantet1'•. ~ - - - -
Conrespecto a los factores del proceso, las adopciones en las que la ido-
neidad tuvo que ser rev1sacia tras un primer informe negativo de alguno de los
técnicos han denotado un riesgo significativo. Por otro lado, el país de origen
también aparece como un datorelevante, siendo los países del Este y en espe-
cial Rusia donde se han dado más situaciones de ruptura. Palacios y cols.
(2005) también destacan en su estudio sobre las rupturas los errores de la ido-
-ne1ctad, la falta de formación de las familias o los procesos inadecuados de
matcfiing como factores de riesgo para la ruptura
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Tabla 3
TEMÁTICAS ENCONTRADAS EN EL DISCURSO SUBJETIVO
DE LOS PADRES ACERCA DE LA RUPTURA
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nuestra hija» «110 se encuentran reconocidos como padres y reconocen no ha-
cJerk befhd'.UDiñg»J'la'inadre dice que-no puede cogeñe cariño>>.'Por último,
en ocasiones se produce un recfiazo exp lícito del menor a la convivencia con
los padres con expresiones del tipo «no quiero a mi nueva familia», «dice que
se quiere marchar», «quiere salir de la casa porque dice que no le quieren».
Esta ruptura puede resultar de la indiferencia o el rechazo del niño frente a
los esfuerzos iniciales de la familia por darle afecto, pero también da cuenta de
la _!,a lta de preparación de la familia para estas reacg ones de ~ s menores .9.ue .
rompen con sus expectá"fiva'g-a'eérca: deí a:pf>tl>Ie adapl ac!o n ae1 menor (B~
y l'C.h ller, 2ofl6). •
En cuanto al control de la conducta las quejas referentes a la dificultad
para que el menor acep s lím1 as normas familiares es una de las va-
riables más significativas que explican, en opinión de los padres, la ruptura.
Los padres lo expresan con palabras como las siguientes: «úi!!iff,a. no 1_e adap-
ta ni a nosotros ni a las normas», «no obedece órdenes m normas, siempre
ffdt!'er 1ft 4!!!, 'qmere>> ~nttftttftffl"t.t ¡J'liraélcéptarnormrrryrechaza
todg lo .SJll-e. S,! le P.!QPOn~» o <.<no w lera las órdenes'»:"'Espec ialmente, encon-
tramos una gran dificultad en las familias para afrontar las conductas agresivas
y violentas («levanta la mano a todos», «la situación se há he~ osf emol~
llegando a la agresión física» o «tiene miedo de un aumento de la agresividad
del m enor ya que no puede contenerlo»). De hecho, en seis de los 23 casos de
ruptura, la fam1lIBha'ile'gaao1hcluso a temer por su propia integridad física en
presencia de los menores como manifiestan en los expedientes: «ha sido ame-
nazada y pegada por el menor mostrando un tremendo miedo e inseguridad»,
«dicen sentir miedo de sus hijos y sentirse amenazados» o «tiene miedo al
daño físico que le pueda producir».
Si analizamos esta cuestión hay que tener en cuenta que el control de la
conducta y el establecimiento de una relación afectiva son los dos ejes funda-
mentales de lo que consideramos la relación paterno filial o la parentalidad por
lo que, cuando fallan, efectivamente ponen en peligro el mantenimiento de la
misma relación y hacen que la familia perciba la convivencia como insoporta-
ble ( «es obvio que la convivencia resulta imposible» o «nuestra vida se ha
convertido en una pesadilla»).
A pesar de que las dificultades graves en el establecimiento del vínculo no
son enormemente frecuentes, se ha estudiado cómo cuando se producen son
las que más afectan al cumplimiento de las expectativas familiares y a la sen-
sación de adaptación y bienestar de la familia (Berástegui, 2005). Al fin y al
cabo, cuando una familia adopta lo hace porque quiere tener un hijo, es decir,
establecer una relación paterno-filial con un menor por lo que las dificultades
que surgen en el establecimiento de esta relación ponen en jaque todo el siste-
ma de expectativas familiares («hemos ido sufriendo frustración tras frustra-
ción y la convivencia es muy dificil»). Sin embargo hay que tener en cuenta
que los menores adoptables lo son porque han vivido una primera separación,
muchas veces traumática, de su primer entorno familiar y que es esperable que
se produzcan ciertas disfunciones precisamente en el área de los afectos. La
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preparación de los padres para un proceso de vinculación lento y complejo
será el modo más seguro de garantizar una salida familiar a los menores más
heridos en el área de los afectos.
Con los problemas en el área del control de la conducta sucede algo simi-
lar. En la población adoptada con más de tres años de edad, los problemas de
conducta más frecuentes al llegar al hogar son los relacionados con las dificul-
tades de atención y la hiperactividad, la ansiedad y los problemas sociales. Sin
embargo, estos problemas son mayoritariamente abordados por la familia con
resultados muy positivos en la conducta del menor en un periodo relativamen-
te corto de tiempo. Por el contrario y a pesar de ser menos frecuentes, cuando
los problemas se relacionan con la agresividad y las conductas de tipo antiso-
cial la mayoría de las familias son menos capaces de encauzar por sí solas la
conducta del menor (Berástegui, 2005). De nuevo la posibilidad de los padres
de recibir entrenamiento para el manejo y control de este tipo de conductas
puede incidir muy positivamente en el establecimiento de una relación satis-
factoria y en la mejor integración del menor en otros contextos de la vida.
Llama la atención que no aparezca la falta de apoyo psicológico como
queja en los expedientes de ruptura. Las familias que han sido objeto en este
estudio adoptaron en un periodo en el que ni la formación preadoptiva era
obligatoria ni existían servicios postadoptivos públicos en la Comunidad de
Madrid y, sin embargo, estas familias no parecen demandar apoyo para el esta-
blecimiento de una relación de afecto y control sobre sus hijos en situaciones
de gran dificultad. Será importante, por tanto, clarificar a las familias que van
a adoptar que en el proceso de adaptación de sus hijos pueden surgir situacio-
nes de gran estrés emocional y para las que son necesarios apoyos y recursos
educativos específicos que pueden encontrar en los servicios de postadopción.
Más allá de las variables del proceso de adaptación familiar, tenemos que
destacar la sensación de las familias de haberse sentido engañadas en el proce-
so, que aparece con una frecuencia mayor de lo deseable en los expedientes
(«Nos sentimos totalmente engañados, defraudados y decepcionados», «se
sienten engañados y que no han sido asesorados», «se sienten engañados y
agraviados por todo el proceso de adopción»). La relación de esta sensación
de engaño con la ruptura de las adopciones nos hace destacar la importancia
de la transparencia en los procesos adoptivos como base de una posterior rela-
ción adoptiva satisfactoria y nos conduce a estudiar la relación de las variables
de tramitación con la ruptura de la adopción. Muchas de las veces esta acusa-
ción de engaño hacia las agencias que han tramitado la adopción tiene que ver
con la sensación de la familia de que durante todo el proceso se les ha hecho
forjar unas expectativas sobre las características del niño que se han visto frus-
tradas con la adopción (en el proceso de idoneidad, en la asignación del niño e
incluso en el país de origen). En este mismo sentido, Palacios y cols. (2005)
apuntan que en el 60% de los casos de ruptura que estudiaron se podían detec-
tar fallos en la idoneidad, en el 90% no había existido formación preadoptiva y
en el 80% de los casos se había encontrado un marcado desajuste entre el per-
fil de la solicitud y el perfil de la asignación.
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Ante el previsible aumento de casos de truncamiento y riesgo a medida
que aumenta el número de niños adoptados y la edad de estos, sería recomen-
dable mantener una vigilancia activa a nivel nacional sobre esta realidad, que
permitiera ir tomando decisiones estratégicas para la prevención e interven-
ción sobre las crisis de las familias adoptivas.
Es importante, además, que este conocimiento no se circunscriba a los ser-
vicios de postadopción sino que forme parte de la formación continua de los
profesionales que, de modo más cotidiano, están presentes en la vida de las fa-
milias adoptivas, en especial profesores y pediatras. Las familias que se han
sentido más decepcionadas en el proceso de adopción viven las intervenciones
de los agentes implicados en este proceso con cierto recelo y desconfianza
mientras que la acción de los profesionales externos al proceso puede ser me-
jor recibida por parte de los mismos. Por otra parte, la visión privilegiada que
ofrece el seguimiento cotidiano de la familia coloca a estos profesionales en
primera línea en lo que se refiere a la prevención de casos de ruptura en adop-
ción internacional.
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