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Berástegui 2008 Ruptura de Adopción y Pseudorupturas, en Los Retos de La Postadopcion. Balance y Perspectivas PDF

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CAPÍTULO 4: LA RUPTURA DE LA ADOPCIÓN

Y LAS PSEUDORUPTURAS
Ana Berástegui Pedro-Viejo*

l. Introducción

Las familias que se forman a través de la adopción internacional en Espa-


ña son, en su gran mayi>.da, familias queeñ'rrentan los relosdela paternfclaOy
los retos especiales de la adoP5ión con éxito. Los estudios de los que dispone-
mos en muestra española ap~tan ague un 75-80% de las familiasque han
adoptado mternacionalmente están contentas y satisfechas con la experiencia
adoptiva y consideran que sus hijos se han adaptado correctamente a la nueva
situaci~ ras el periodo de adaptación inicial (Berástegui, 2005; Palacios,
Sánchez;Sandoval y León, 2005). Sin embargo, el reconocimiento de la buena
marcha de la mayoría de las fami lias que han adoptado internacionalmente, no r
-cre6e hacemos olvio ar que en un porcentaje más reducido de casos, la adapta-
c16n se hace máscompleja o no llega a producirse sin ayuda profesional exter- 0
na y_, enalgunos de estos casos, el sistema llega al extremo de romperse
frustrando las necesidades de los niños y los deseos de las familias que los
adoptaron.
1
Los datos aquí expuestos forman parte de una investigación realizada en
colaboración con el Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF) y pu-
blicada por el Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid (Be-
rástegui, 2003). La población objeto de estudio la formaron aquellas
adopciones que habían sido truncadas y aquellas que se consideraban en grave
riesgo de serlo entre el total de adopciones internacionales de la Comunidad
de Madrid entre 1997 y 1999. Se identificaron l O ex~dientes truncados y 8 en
riesgo de un total de 23 niños'. En la actualidad se ha comprobado como la
• Ana Berástcgui Pedro-Viejo. Doctora en Psicología. Instituto Universitario de la Familia.
Universidad Pontificia Comillas. a.berastegui@iufupcomillas.es.
1 Fueron los técnicos de seguimiento del área de adopciones del IMMF los encargados de lo-

calizar de entre las familias a las que habían realizado el seguimiento: 1) aquellas fami lias adop-

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convivencia familiar se rompió en la totalidad de los casos y sólo en uno de
ellos se pudo restablecer con apoyo terapéutico tras más de un año de ingreso
del menor en un centro de protección.
~ tas cifras sitparon la tasa de ruptura en un 1,5% del total de las adopcio-
nes internacionales que se produ]eron entre 1997 y 1999 en ccmsonanc1a con
los datos de Palacios y cols. (2005) que sitúan la tasa de ruptura a nivel na-
l ltJtf'P
. ,.si\
cional en el 1% de las adopciones en el mismo periodo.

2. ¿Por qué es importante un 1 % ?

El análisis de los casos de ruptura, por su carácter extremo y su baja inci-


dencia, nos hace pensar que nos encontramos ante situaciones marginales, ante
un puna"do de casos-clínicos que no aportan información acerca de la marcha 1
de la adopción internacional. Sin embargo, el rápido incremento de la este fe-
nómeno'en España (se han adoptado ya 29.583 niños en el extranjero entre
1997 y 2005 2) hace que un bajo porcentaje pueda dar cuenta de la realidad de _ '/,
muchos niños y familias. Si efectivamente se mantuviera el porcentaje del ~ ,
1,5% de rupturas inmediatas a lo largo del tiempo y en todas las Comunidades )
Autónomas, estaríamos ha~ o de443 c asos -de ruptura eñEspaña entre , •
1997 y 200~ dirne'ñs1.cma la gravedad del problema. • \
También hay que tener en cuenta que en este estudio se consideran las rup-
turas más o menos inmediatas. Los menores cuyas ª 1rc!'cion~s se rompieron
convivieron con su familia adoptiva durante un pen o o de tiempo que varió v
desdeüñfne S" liasra cinco a·ños y cuatro meses pero.la media se sitúo en 15,45 l) i\
mesesyei-54,5% de las adopciones que se rompieron lo hicieron durante los
12 primeros meses de convivencia adoptiva. La experiencia española en adop-
ción es aemasiado reciente como ara oder va orar a o
p azo e as a opciones de la que nos previene a mvest1gac1on m ernac,on .
Por ejemplo, en le estudio llevado a cabo en Holanda a finales de los años
ochenta, la ruptura de la adopción se producía, de media, tras casi ocho años
de convivencia entre el menor y la familia, generalmente coincidiendo con la
entrada del menor en la adolescencia (Hoksbergen, Spaan y Wardenburg,
1988). Quizás la adopción internacional se está dando en nuestro país de un
moooexpl0s1vo, acompailada de una cultura de la adopción ~ c~ ta y
que desox,eTas...sefuile.s dé alarma que provienen de países con fnás"expeneñ'cia
en esia cuestión (Berástegui, 2006). La investigación internacional advierte !,...._

tivas cuya convivencia con el menor adoptado se ha visto interrumpida de un modo presumible-
mente definitivo (adopción «truncada» o adopción «rota») y 2) aquellas familias adoptivas que
estaban experimentando una situación prolongada de dificultad en la convivencia que ponía en
peligro el bienestar del menor y/o su integración en la familia y que, a juicio de los profesionales,
necesitarían recibir apoyos o intervenciones profesionales externas para mantener la convivencia
con el menor adoptado (adopción «en riesgo»).
2 Estadística de adopción internaciona l. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

http://www.mtas.es/SGAS/Familialnfanc/infa ncia/Adopcion/Adopcio11.pdf

60
que, llegados a la adolescencia, un importante porcentaje de adoptados inter-
naci~ n internados en institücioñes psiquiátricas o residencias de pro-
teccion, despüésde""'rnuchos años de convivencia, sin que se haya establecido,
en mucfioséa'Sbs:-Un vínculo estable con su familia adoptiva (Hoksbergen y
co!_k1 "'9&8):-Por etto;--la vigilancia activa ·de esta realidad será garantía de la
capacidad de nuestro sistema de protección de anticipar tanto los problemas
como las soluciones.
En tercer lugar, hay que tener en cuenta que cada caso de ruptura supone
una realidad traumática para la familia y en especial para el niño cuyo interés
de6e ser «la consideración primordial» (CDN, 1989, art. 21 ), razón por la que
teueñi'osefi mperativo ético y jurídico de no cerrar los ojos a estas situaciones

r
que, no sólo frustran el éxito de esta medida sino que dificultan enormemente
el éxito de futuras soluciones familiares para el menor. Al fin y al cabo, la rup_-- -
tiifaoe1a adopción no es, ni más ni menos, que una forma de abandono que se
produce, aaemás, en menores que ya han sido víctimas de un abandono previo
y pare-les-que-la adopción pretendía ser una solución protectora definitiva en
:J -
la que se había invertido mucho tiempo y esfuerzo. 1..-
Por último, fijar la vista en las adopciones en las que la inadaptación es ex-
trema puede darno s pistas para el trabajo con el resto de las familias, la pre-
vencióri"deí riesgo y la promoción de una mayor adaptación, especialmente
aquellas que están más necesitadas de apoyo (Palacios, 2003).

3. Rupturas como punta del iceberg

Es posible que estos casos no supongan sino la punta del iceberg de una
realidad de inadaptación más amplia. Desde los servicios de postadopción se
están empezando a encontrar casos de «pseudorupturas». En estas situaciones
no existe un ing_es,2 ~n el sistema de protección de menores y sin embargo, la ~ ---
Convivencia familiar se ve interrumpida por el ingreso del menor en institucio- ,
nes educativas internas o en centros de tratamiento psiquiátrico o de menores
con trastornos de conducta.
En otias ocasiOnes 1a familia comparte techo sin que se haya producido
una adopción en el sentido psicológico del término, es decir, sin que se haya
establecido una relación paterno-filial además de la legal. Es lo que llamamos
adopciones no constituídas A pesar de que estas familias altamente insatisfe-
chas no acaben en ruptura ni en pseudoruptura, tenemos que pensar que no
son adopciones plenamente constituidas en el plano psicosocial. Así, en nues-
tra muestra de familias con niños adoptados a partir de los tres años de edad
encontramos que un 4,3% no piensa que ser padre le haga sentir bien, un
3,7% de las familias no volverían a adoptar el mismo niño si pudieran dar
marcha atrás, un 2,4% piensa que su vida no se ha enriquecido desde que está
su hijo, un 2,4% dice no estar contenta de haber adoptado, un 1,2% asegura
no tener buenos momentos con su hijo y un 1,2% dice que adoptar no merece
la pena.

61
Junto a las pseudorupturas y a las adopciones no constituidas están empe-
zando a salir a la luz casos de malos tratos y abusos hacia menores adoptados
intemacionalmente.
Por último encontramos situaciones en las que la vida cotidiana es muy di-
fícil para padres e hijos y que necesitan ser sostenidas por la intervención pro-
fesional. En nuestra muestra de adoptados con más de tres años entre un 25 y
un 30% de los niños tienen rangos clínicos o límites de problemas de conducta
al menos un año después de la adopción. El estudio de Palacios, Sánchez-San-
doval y León (2005) pone de manifiesto que un 15% de los menores y las fa-
milias necesitan ayuda profesional externa para solucionar muchas de las
dificultades de los niños.
No es esta la realidad de la mayoría de las adopciones y, sin embargo, es
esta la realidad que tiene que centrar el foco de la intervención profesional en
adopción para que esta sea, cada vez más, un recurso efectivo de protección
para todos los menores que la necesitan.

4. ¿Por qué se producen estas rupturas?

4 .1. Factores «objetivos» de riesgo

La determinación de algunos factores que, a priori, puedan informar del


riesgo de la adopción ha sido uno de los objetivos principales de la investiga-
ción sobre las rupturas. La detección de factores sociodemográficos que pu-
dieran permitimos calcular con un alto nivela efiabilidad, el nivel de riesgo
que se asume en la idoneia ad y el matching sería de gran ayuda para orientar
los pr ocesos de adopción (Rosenthal, Schmidt y Conner, 1988). Sin embargo,
en toda la iñvestigación al respecto ~ h~ detectado ningún factor que de~ ) ¡ir}
termine por sí mismo la ruptura. En definitiva, no hay niños de que n o se po~
drán Oeñeficiar de ninguna clase de familia y son pocas las famil ias que no
podñan ofrecer un entorno de desarrollo a algún niño en concreto (Festinger,
199('.)).
Si atendemos a los ~ es del niño encontramos que los factores más cla-
ros de riesgo son l~ or eaad del menor en el momento de la _filjopcj ón._y los
problemas de conducta, especia ~ l mente l os':"""'ue
_-. .f'. .-.-
tipo extem a1·1zante. Aunque el
es'iii'dio de la historia previa del menor es más complejo, también existe cierto
acuerdo en cuanto a que la mayor edad del niño en el momento de ingresar en
cuidado residencial y el mayor número de cambios en su historia de cuidado
(camfoos de cuidador, de centro, de familia) también son factores que aumen-
tañel.resgo-de ruptura (Tabla 1).
El factor más claro en la familia es tener hijos biológicos de modo previo a
la adopción. En contra del seíÍtidoc omún que haría pensar que las familias que
ya han afrontado el reto de la paternidad tendrán más facilidades en el proceso
de adaptación a un nuevo niño, son numerosos los estudios que detectan un
mayor riesgo en estas familias (Tabla 2).

62
, Tabla 1
RELACION DE LOS FACTORES DEL NIÑO CON LA RUPTURA DE LA ADOPCIÓN
Edad
de entrada Edad Adopción Número
en cuidado Colocaciones enla simple vs. de problemas
Estudio Sexo Raza residencial previas adopción múltiple de conducta
Benton y cols. ( 1985) No No - - Mayor Multiple Más
Boneh ( 1979) Varón No Mayor Más Mayor Múltiple Más
Boyne y cols. ( 1984) No No - - Mayor No Más
Coyne y Brown ( 1985) No No - - Mayor - -
Festinger (1986) No No Mayor Más Mayor Simple Más
Kadushin y Seidl (1971) No - - - Mayor Múltiple -
Partridge et al. (1986) No No Mayor Más Mayor - Más
Schmidt ( 1986) Varón - - Más Mayor Simple Más
Zwimpfer ( 1983) No Minoría - - Mayor - -
Hoksbergen (1988) Varón - - - Ma_yor Múltiple
Barth Xcol~ ( 1288)- No No - Más --
Berástegui (2003) No No - - "-~,~ ~ últipl~
En las casillas se indica si se ha encontrado una relación significativa entre el factor y el truncamiento de la relación y, en su caso. la di-
rección de dicha relación; las casillas marcadas con una línea indican que el factor no se ha tenido en cuenta en el estudio al que se hace
referencia (Berástegui, 2003).
Tabla 2
RELACIÓN ENTRE FACTORES DE LOS PADRES ADOPTIVOS Y LA RUPTURA
Hijos
Mono/ biológicos
Estudio biparental Edad Raza Educación Renta en casa
Benton y cols. ( 1985) No No Blanca No No -
Boneh ( 1979) - Mayores No No - Presentes
Boyne y cols. (1984) No No No No No No
Coyne y Brown ( 1985) - - - - - -
Festinger ( 1986) No No No No - No
Kadushin y Seidl ( 1971) - Mayores - - - Presentes
Partridge et al. (1986) Monop. - Minoría No No -
Schmidt ( 1986) - - No No No -
Zwimpfer (1983) - Menores Minoría - Menor No
Hoksbergen y cols. ( 1988) - Mayores - - Mayor Presentes
Barth y cols. ( 1.28.8}. No No No Univ,ersit. No -
Ba@i y Berry~(l.990) No Menores No ú nixersit.~ No Presentes
Berástegui (2003) No tiayores No Primarios No Presentes
En las casillas se indica si se ha encontrado una relación significativa entre el factor y el truncamiento de la relación y, en su caso, la di-
rección de dicha relación; las casillas marcadas con una línea indican que el factor no se ha tenido en cuenta en el estudio al que se hace
referencia (Berástegui, 2003).
En el estudio realizado en la ~ unidad de Madrid también se encuetra,
en contra de los resultados de los estudios del ámbito anglosajón, que los pa-
d_,~ _may.Qres (especialmente en las familias biparentales sin hijos) tienen un
mayor riesgo de ruptura y que los padres con un nivel educativo bajo, que tan
sólo han superado los estudios primarios, también enfrentan mayores riesgos a
lanora de adoptar. -
Por último· con respecto a las variables de la familia, detectamos a nivel
cualitativo una motivación que denominamos motivación sustitutiva en la que
las familias adoptaron J>ara «llenar un hueco o aar sentido a la vida» y explici-
taban este deseo de 9.ue la adopción viniera a cubrir un vacío en sus vidas. El
71,4% de las familias que manifestaron este deseo sufrieron la ruptura de la
adopción por lo que, a pesar de su falta de relevancia estadística, consideramos
importante destacarla como un resT1tfü:IS televantet1'•. ~ - - - -
Conrespecto a los factores del proceso, las adopciones en las que la ido-
neidad tuvo que ser rev1sacia tras un primer informe negativo de alguno de los
técnicos han denotado un riesgo significativo. Por otro lado, el país de origen
también aparece como un datorelevante, siendo los países del Este y en espe-
cial Rusia donde se han dado más situaciones de ruptura. Palacios y cols.
(2005) también destacan en su estudio sobre las rupturas los errores de la ido-
-ne1ctad, la falta de formación de las familias o los procesos inadecuados de
matcfiing como factores de riesgo para la ruptura

4.2. Factores subjetivos de riesgo

El estudio de las razones que plantean los padres para la ruptura de la


adopción es de vital importancia para la prevención de las mismas. La visión
subjetiva de la ruptura por parte de la familia ayuda a entender cuáles son las
dificultades que resultan más difíciles de abordar, las temáticas que tendremos
que atender en los servicios postadoptivos para que no lleguen a producirse
crisis irresolubles en el seno de la nueva familia. En el análisis de los casos de
ruptura detectamos que, en los informes preceptivos de seguimiento, estas
~ parecen de un modo solapado basta que se destapa la crisis que está
viviendo la familia, en la mayoría de las ocasiones con tal grado de deterioro
que la intervención se hace muy complicada (Berástegui, 2003; Palacios y
cols., 2005).
Por ello conocer las temáticas que mas frecuentemente están presentes en
los casos de ruptura pueden favorecer una detección precoz de estas situacio-
nes y una mayor facilidad de intervención en estos casos.
En la investigación internacional precedente se han intentado encontrar te-
máticas y patrones comunes en el modo en que los padres vivían la ruptura de
la adopción (Tabla 3).
Hay que destacar que el mayor volumen de de quejas planteadas por los
padres, que daría cuenta de su nivel de descontento con el proceso de adopción
y adaptación del menor, parecen un claro factor de riesgo para la adopción de

65
Tabla 3
TEMÁTICAS ENCONTRADAS EN EL DISCURSO SUBJETIVO
DE LOS PADRES ACERCA DE LA RUPTURA

Schmidt, Rosenthal problemas de apego


y Bombeck (1988) problemas conductuales
expectativas de los padres de tener un niño menos difícil
dificultad del niño de separarse de la familia biológica
temas irresueltos relacionados con la infertilidad
lagunas en la historia del menor
experiencia y apoyo del profesional

Harper (1994) insuficiencia de información


falta de relación del menor con los padres
menor no encaja en la familia
carácter opositivo y agresivo del menor
sensación de que el niño era mayor
no es el niño para el que están preparados
problemas en la relación de apego
primer encuentro con el niño negativo

Quinton, Rushton, falta de calidez o simpatía de los padres hacia el niño al


Dance y Mayers ( 1998) mes de convivencia

manera que.a WªYQf PÚWffflsfWr<P:~ a&-~ores probabilidades encowamos..~ ' " \


de ruptura de la misma. Las quejas más frecuentes de los padres son, en primer ~
lugar, referentes a la dificultad de adaptación del menor y, en segundo lugar,
referentes al engaño sufrido en el proceso adoptivo; ambas referidas en más de
un 20% de los expedientes estudiados.
En cuanto a las dificultades en el proceso de adaptación, las quejas que se
encuentran más relacionadas con la ruptura de la adopción giran en tomo a dos
vectores importantes, el desarrollo de una relación afecti\/a entre adres e hi ·os
y el control de 1 c ás o menos disru tiva del menor. Por con guie~
te, a ru tura de ex ectativas frente a uno e estos vec r s one en ran pe - -/t1
gro la pegnanencii!.2e _
En primer lugar destacamos las dificultades en el establecimiento del vín-
culo como causa de dificultad para la familia. En este vector encontramos las
dificultades del niño para mostrar o recibir afecto por parte de los padres que
vemos expresadas en los expedientes con verbalizaciones del tipo «la niña no
nos quiere», «le da ase= ~ ~sewss . ,.,UReaajcW,; fi:.H[F di~tante»,
1
1fv--.
«no e&cariñosa..m'Jt,e.ia~Zl :adres..Uhsean~,-< .<loscf.ad,:_ei 1" 4que. ªme
que llegó110.ha ¡iadQJ1iQ.g~ .J!l1testra de cariño». También encontramos din-
cuitades por parte de la familia e1i ef ~s'iab1ecimiento del vínculo: ,«expresf n
que no quieren al niño» «sus sentimientos son de indiferencia» «elfa no l'f1'

66
nuestra hija» «110 se encuentran reconocidos como padres y reconocen no ha-
cJerk befhd'.UDiñg»J'la'inadre dice que-no puede cogeñe cariño>>.'Por último,
en ocasiones se produce un recfiazo exp lícito del menor a la convivencia con
los padres con expresiones del tipo «no quiero a mi nueva familia», «dice que
se quiere marchar», «quiere salir de la casa porque dice que no le quieren».
Esta ruptura puede resultar de la indiferencia o el rechazo del niño frente a
los esfuerzos iniciales de la familia por darle afecto, pero también da cuenta de
la _!,a lta de preparación de la familia para estas reacg ones de ~ s menores .9.ue .
rompen con sus expectá"fiva'g-a'eérca: deí a:pf>tl>Ie adapl ac!o n ae1 menor (B~
y l'C.h ller, 2ofl6). •
En cuanto al control de la conducta las quejas referentes a la dificultad
para que el menor acep s lím1 as normas familiares es una de las va-
riables más significativas que explican, en opinión de los padres, la ruptura.
Los padres lo expresan con palabras como las siguientes: «úi!!iff,a. no 1_e adap-
ta ni a nosotros ni a las normas», «no obedece órdenes m normas, siempre
ffdt!'er 1ft 4!!!, 'qmere>> ~nttftttftffl"t.t ¡J'liraélcéptarnormrrryrechaza
todg lo .SJll-e. S,! le P.!QPOn~» o <.<no w lera las órdenes'»:"'Espec ialmente, encon-
tramos una gran dificultad en las familias para afrontar las conductas agresivas
y violentas («levanta la mano a todos», «la situación se há he~ osf emol~
llegando a la agresión física» o «tiene miedo de un aumento de la agresividad
del m enor ya que no puede contenerlo»). De hecho, en seis de los 23 casos de
ruptura, la fam1lIBha'ile'gaao1hcluso a temer por su propia integridad física en
presencia de los menores como manifiestan en los expedientes: «ha sido ame-
nazada y pegada por el menor mostrando un tremendo miedo e inseguridad»,
«dicen sentir miedo de sus hijos y sentirse amenazados» o «tiene miedo al
daño físico que le pueda producir».
Si analizamos esta cuestión hay que tener en cuenta que el control de la
conducta y el establecimiento de una relación afectiva son los dos ejes funda-
mentales de lo que consideramos la relación paterno filial o la parentalidad por
lo que, cuando fallan, efectivamente ponen en peligro el mantenimiento de la
misma relación y hacen que la familia perciba la convivencia como insoporta-
ble ( «es obvio que la convivencia resulta imposible» o «nuestra vida se ha
convertido en una pesadilla»).
A pesar de que las dificultades graves en el establecimiento del vínculo no
son enormemente frecuentes, se ha estudiado cómo cuando se producen son
las que más afectan al cumplimiento de las expectativas familiares y a la sen-
sación de adaptación y bienestar de la familia (Berástegui, 2005). Al fin y al
cabo, cuando una familia adopta lo hace porque quiere tener un hijo, es decir,
establecer una relación paterno-filial con un menor por lo que las dificultades
que surgen en el establecimiento de esta relación ponen en jaque todo el siste-
ma de expectativas familiares («hemos ido sufriendo frustración tras frustra-
ción y la convivencia es muy dificil»). Sin embargo hay que tener en cuenta
que los menores adoptables lo son porque han vivido una primera separación,
muchas veces traumática, de su primer entorno familiar y que es esperable que
se produzcan ciertas disfunciones precisamente en el área de los afectos. La

67
preparación de los padres para un proceso de vinculación lento y complejo
será el modo más seguro de garantizar una salida familiar a los menores más
heridos en el área de los afectos.
Con los problemas en el área del control de la conducta sucede algo simi-
lar. En la población adoptada con más de tres años de edad, los problemas de
conducta más frecuentes al llegar al hogar son los relacionados con las dificul-
tades de atención y la hiperactividad, la ansiedad y los problemas sociales. Sin
embargo, estos problemas son mayoritariamente abordados por la familia con
resultados muy positivos en la conducta del menor en un periodo relativamen-
te corto de tiempo. Por el contrario y a pesar de ser menos frecuentes, cuando
los problemas se relacionan con la agresividad y las conductas de tipo antiso-
cial la mayoría de las familias son menos capaces de encauzar por sí solas la
conducta del menor (Berástegui, 2005). De nuevo la posibilidad de los padres
de recibir entrenamiento para el manejo y control de este tipo de conductas
puede incidir muy positivamente en el establecimiento de una relación satis-
factoria y en la mejor integración del menor en otros contextos de la vida.
Llama la atención que no aparezca la falta de apoyo psicológico como
queja en los expedientes de ruptura. Las familias que han sido objeto en este
estudio adoptaron en un periodo en el que ni la formación preadoptiva era
obligatoria ni existían servicios postadoptivos públicos en la Comunidad de
Madrid y, sin embargo, estas familias no parecen demandar apoyo para el esta-
blecimiento de una relación de afecto y control sobre sus hijos en situaciones
de gran dificultad. Será importante, por tanto, clarificar a las familias que van
a adoptar que en el proceso de adaptación de sus hijos pueden surgir situacio-
nes de gran estrés emocional y para las que son necesarios apoyos y recursos
educativos específicos que pueden encontrar en los servicios de postadopción.
Más allá de las variables del proceso de adaptación familiar, tenemos que
destacar la sensación de las familias de haberse sentido engañadas en el proce-
so, que aparece con una frecuencia mayor de lo deseable en los expedientes
(«Nos sentimos totalmente engañados, defraudados y decepcionados», «se
sienten engañados y que no han sido asesorados», «se sienten engañados y
agraviados por todo el proceso de adopción»). La relación de esta sensación
de engaño con la ruptura de las adopciones nos hace destacar la importancia
de la transparencia en los procesos adoptivos como base de una posterior rela-
ción adoptiva satisfactoria y nos conduce a estudiar la relación de las variables
de tramitación con la ruptura de la adopción. Muchas de las veces esta acusa-
ción de engaño hacia las agencias que han tramitado la adopción tiene que ver
con la sensación de la familia de que durante todo el proceso se les ha hecho
forjar unas expectativas sobre las características del niño que se han visto frus-
tradas con la adopción (en el proceso de idoneidad, en la asignación del niño e
incluso en el país de origen). En este mismo sentido, Palacios y cols. (2005)
apuntan que en el 60% de los casos de ruptura que estudiaron se podían detec-
tar fallos en la idoneidad, en el 90% no había existido formación preadoptiva y
en el 80% de los casos se había encontrado un marcado desajuste entre el per-
fil de la solicitud y el perfil de la asignación.

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Ante el previsible aumento de casos de truncamiento y riesgo a medida
que aumenta el número de niños adoptados y la edad de estos, sería recomen-
dable mantener una vigilancia activa a nivel nacional sobre esta realidad, que
permitiera ir tomando decisiones estratégicas para la prevención e interven-
ción sobre las crisis de las familias adoptivas.
Es importante, además, que este conocimiento no se circunscriba a los ser-
vicios de postadopción sino que forme parte de la formación continua de los
profesionales que, de modo más cotidiano, están presentes en la vida de las fa-
milias adoptivas, en especial profesores y pediatras. Las familias que se han
sentido más decepcionadas en el proceso de adopción viven las intervenciones
de los agentes implicados en este proceso con cierto recelo y desconfianza
mientras que la acción de los profesionales externos al proceso puede ser me-
jor recibida por parte de los mismos. Por otra parte, la visión privilegiada que
ofrece el seguimiento cotidiano de la familia coloca a estos profesionales en
primera línea en lo que se refiere a la prevención de casos de ruptura en adop-
ción internacional.

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