No Hay Hechos, Solo Interpretaciones
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No Hay Hechos, Solo Interpretaciones
POSITIVISMO
La corriente filosófica positivista reivindica la ciencia y todo aquello que nos acerca a ella,
junto a su único método propio de las ciencias naturales, aplicada no solo al estudio de la
naturaleza, sino también al de la sociedad. Comte, considerado el representante de esta
corriente, se preocupó por lograr una radical reforma en la colectividad francesa y asentar
soportes solidos al sistema social. Para ello, clasificó a las llamadas ciencias positivas
atendiendo a la complejidad de estas; Matemática, Astronomía, Física, Química, Biología y
Sociología. El orden indicia el conocimiento y dominio por parte del hombre sobre dichas
áreas del conocimiento, además de que cualquiera de ellas asienta a la anterior.
Según Comte, la situación positiva pasa por tres estadíos, hasta alcanzar la “Humanidad”:
El estado teológico, en el que el hombre explica los acontecimientos por la intervención de
los agentes sobrenaturales, correspondida a la niñez. El estado metafísico, en el que el
hombre explica los acontecimientos por medio de entidades abstractas, correspondida a la
juventud, y finalmente, el estado positivo, en el que el espíritu humano, admitiendo la
imposibilidad de conseguir conocimientos absolutos, renuncia a interrogarse sobre cuál es
el origen y el destino del universo y solo busca descubrir, mediante el uso bien concertado
del razonamiento y de las observación, sus leyes efectivas.
DATOS BRUTOS
Pierre Duhem, en su libro clásico “El objetivo y la estructura de la teoría física”, sostuvo a
comienzos del siglo XX que «un experimento en física es la observación precisa de los
fenómenos acompañados de una interpretación de ellos; tal interpretación sustituye los
datos concretos realmente recolectados a través de la observación por una representación
abstracta y simbólica, con base en teorías previamente aceptadas por el observador».
Ulises Moulines, finalmente llegó a ver la filosofía de la ciencia como una disciplina
hermenéutica que «consiste en la construcción de marcos interpretativos filosóficos que nos
permiten entender aquellos marcos interpretativos de la realidad que llamamos teorías
científicas».
Para esto, surgió una reconstrucción de dichas ciencias de la cultura, en la cual tuvieron la
tarea de buscar, valiéndose incluso de potentes herramientas matemáticas, las estructuras
esenciales conceptualizables de sus complejos objetos, incluyendo el fenómeno cultural que
llamamos ciencia.
Se entiende por movilidad como la capacidad de desplazamiento que tiene el ser humano de
un espacio a otro, con el fin de satisfacer necesidades. Esta capacidad ha servido de ayuda a
lo largo de la historia para sobrevivir y generar nuevos artefactos para el beneficio de la
especie. Por lo tanto, si algún miembro de la comunidad sufre una discapacidad o
meramente no puede desplazarse sobre un espacio, el interés de los demás integrantes de
dicha sociedad debe ser el brindar la ayuda necesaria, para mejorar la calidad de vida.
Cuando el ser, hace uso de esta capacidad, es debido a que se quiere llegar un nivel
superior, ya sea solo de él mismo o en la sociedad. Esto se ve reflejado, en las diferentes
ocasiones de la historia humana de carácter conquistador, dictador y totalitarista; somos
seres sociales, en busca de satisfacer necesidad, movilizados por la felicidad o el bienestar
que el poder genera. Por esta razón, se puede afirmar que la movilidad es inherente a la
existencia humana y su debida historia, presente en diversas civilizaciones asentadas en el
poderío.
En síntesis, ante los diferentes hechos que rodean nuestro diario vivir, son nuestras
necesidades las que interpreta el mundo. Cada individuo posee su propia perspectiva,
deseada ser impuesta como norma a los demás, existiendo así para un mismo hecho,
múltiples interpretaciones; lo que ratifica la postura del título: «No hay hechos, sólo
interpretaciones».