Débora Pablo Palacio
Débora Pablo Palacio
Débora Pablo Palacio
Teniente
El vacío de la vulgaridad
La tragedia de la genialidad
Solo.
- Buenos días, mi capitán.
- Buenos días, teniente.
Y las manos a las viseras, en forma per-
pendicular.
(Estoy bajo la acción de toxinas tricocefá-
licas).
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Salió mi tía
Entró mi tía..
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- Entre…
- Oh, ¡esto va muy bien!
Y como parece que los viejos han salido, nos
sentamos cómodamente. Esta vida es almibarada.
La beso y me besa. Sus dientes son pequeñas tazas
de té y estoy encantado de pasar mi lengua por el
ese malte nuevo. Como le arden las mejillas suavi-
zo mi epidermis en este nuevo hornillo del amor.
Se han abierto los claros postigos de sus ojos y
le veo el alma asustadiza. ¡Postigos abiertos para
mí! (La tendré todas las tardes y mientras fume
me acariciará las manos. Será magnífico estar con
ella cuando llueva. Si leo, me pasará los dedos por
el cabello ¡La tibia malicia que arranca desde el
cuero cabelludo! Es la voluptuosidad que nace del
final afilado de los dedos).
Micaela o Rosa Ana.
La vida que se alarga así une las disgregadas
partículas del espíritu y distiende los músculos
como un descanso bajo la sombra. En el campo
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Así:
Para betunar los zapatos…………….... 0,10
Para ir al cinema…………………….... 0,60
Para tabacos………………………....... 0,30
Suman………....…….. S/. 1,00
San Marcos
San Juan
La Chilena San Blas
en idéntica disposición.
Naturalmente, no falta en San Marcos el
respectivo cuadro mural. Nadie sabe por qué en este
cuadro mural incrustaron un pequeño espejo: se le
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La Cruz Verde
La esquina de las Almas
" " " la Virgen
Virgen de la Loma Chica
El señor de la Pasión
(sentado a la puerta del Carmen Bajo
para que le besen los pies)
y otros muchos que se me olvidan.
- ¿Qué tal?
- ¿Qué tal?
- ¿Qué es de esa vida?
- Bien, ¿y tú?
Etc.
- Oye lo que me pasa.
- ¿?
Tenía los ojos del buen tiempo.
- Ayer estuve con ella.
- ¿Sí? Cuenta.
He de poner a los lectores al corriente de
lo anterior. Ella —perdón por el desconocimien-
to de la facultad penetrativa— era una mujer que
mantenía con el Teniente B asuntos amorosos.
Una comprensión visual. Empezó con el tiempo,
porque el amor es eterno. Saludaban y sonreían.
Ella se casó con un abogado de color. Buen nego-
cio. Un cualquiera, una cualquiera; pero él era ju-
risconsulto. Por supuesto, se da como sentado la
belleza de ella. Magnífico óvalo, color admirable;
ojos negros y movediza picardía.
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sorpresa de la concurrencia.
¡Ah! Ahora que hablamos de locos, nues-
tro Teniente recibió una carta significativa; hon-
da, que puede desquiciar a cualquiera. La recibió
hace unos ocho días.
Estaba escrito:
Mi querido señor Teniente.
En la ciudad.
El Placer
y los hombres de ojos brillantes
Barrios Bajos
Lari, lará
El Teniente, camino de Pereira 57 (al za-
guán), sintió pasos tras sí y volvió a ver: como no
había nadie siguió andando con cuidado. Otros
pasos...; entonces tuvo miedo. El que empieza con
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La espera de la mujer
Tentativa de seducción
Teniente