Lectura 1 - Principios Generales Sobre Administración Eclesial
Lectura 1 - Principios Generales Sobre Administración Eclesial
Lectura 1 - Principios Generales Sobre Administración Eclesial
que es el Señor quien debe dirigir los pasos y quien en última instancia será el que muestre
su voluntad en medio de los proyectos que se presentan. Lo primero no debe afectar lo
segundo. Aunque se depende de Dios y su voluntad se necesita tomar decisiones concretas
frente a las necesidades de la comunidad eclesial. La iglesia depende de Dios, de su
voluntad y su Palabra, pero en ese proceso debe caminar en la toma de decisiones que
honren su nombre, debe proyectar con responsabilidad y tener claras las implicaciones de
sus capacidades. La improvisación puede ayudar en algunas circunstancias de la vida, pero
la planeación permite proyectar con dependencia y caminar firmemente hacia objetivos
medibles.
Después de tener claras la misión y visión aparecen las metas y los objetivos que se
quieren alcanzar. Cuando se plantea con claridad la meta, existe un punto específico al cual
apuntan todos los esfuerzos. Las metas proveen dirección y permiten centralizar los
objetivos medibles para que el desarrollo de la visión no se desvíe del camino. Cada meta
debe establecer objetivos concretos a corto, mediano y largo plazo, y estos a su vez, deben
ir encaminados al cumplimiento del propósito mayor. La meta es completamente
dependiente de la visión, se plantea en términos generales y habitualmente es a largo plazo.
Los objetivos son completamente dependientes de la meta, están planteados de manera más
específica y pueden medirse a corto y mediano plazo (Broda, 2001).
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La planeación invita a mirar con perspectiva hacia el futuro, por lo tanto, después de
tener claro todo lo que tiene que ver con la misión, la visión, la meta o metas y los
objetivos, llega el momento de estructurar el proyecto para que cada cosa se pueda
desarrollar de manera ordenada. El paso a seguir está en diseñar las estrategias que se van a
utilizar, los programas específicos que se van a implementar y los recursos que se van a
necesitar en cada uno de los procedimientos. Cuando se habla de las estrategias se está
haciendo referencia al plan de trabajo que se va a utilizar para desarrollar los objetivos que
se han planteado. De la misma manera que los objetivos son específicos, las estrategias
deben estar diseñadas de manera específica y con la capacidad de ser medidas de acuerdo al
desarrollo y consecución de los objetivos.
En algún sentido podría decirse que las estrategias son flexibles ya que son las que
forman la agenda de trabajo del ministerio, van marcando el derrotero y orientando el
camino cuando van surgiendo nuevas situaciones que pueden poner en riesgo el
cumplimiento de los objetivos. A través de las estrategias se ordena el desarrollo del
programa, las políticas y procedimientos a seguir y cada uno de los recursos que se van a ir
necesitando. La implementación de cada parte del plan permite ir teniendo todo el
funcionamiento y control necesarios para lograr el propósito que se ha planteado desde el
principio.
tiene que ver con el propósito, el proyecto y el plan de trabajo, la organización establece la
estructura para el desarrollo de todo lo planeado. La organización define los diferentes
roles, responsabilidades, parámetros de autoridad y demás competencias que se necesitan
para el cumplimiento de los objetivos de acuerdo a las estrategias planteadas (Antony &
Estep, 2008). Después de tener claras la misión, la visión, la meta, los objetivos y todas las
estrategias de trabajo, aparece en escena la organización.
La elección de personal adecuado y capacitado para cada área permite reconocer las
competencias necesarias para el desarrollo del proyecto[2]. Cuando se habla de elección de
personal deben incluirse procesos de selección que reconozcan las necesidades de cada
cargo y las aptitudes propias de las personas que se encargarán de cumplirlas, también se
debe dar toda la orientación suficiente para el desarrollo del área de trabajo y dejar claras
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las funciones específicas que se deben realizar, finalmente, esta parte del proceso incluye la
capacitación y actualización de acuerdo a las necesidades que aparezcan en el desarrollo del
trabajo (Antony & Estep, 2008).
Parte de la función de dirección está en asumir que las demás personas tienen
capacidades propias para el ministerio. El líder debe aprender a delegar de acuerdo a las
aptitudes de sus dirigidos y promover dichas capacidades hacia el cumplimiento de lo
planeado. La función de delegar implica grandes desafíos para quien está dirigiendo. Tener
la confianza suficiente en las competencias de los dirigidos no sólo para que aporten al
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cumplimiento de las metas y objetivos eclesiales, sino para que ellos crezcan de manera
personal, espiritual y ministerial. Delegar implica perder parte del control en las decisiones
que se toman en medio del desarrollo del ministerio, parte de la confianza que se tiene en
los dirigidos está en dejarlos tomar decisiones y que ellos también compartan las cargas del
ministerio (Antony & Estep, 2008). También requiere distribuir responsabilidades para
potenciar la capacidad de los dirigidos y así responder eficazmente a las necesidades que
presente cada área del ministerio.
De la misma manera que los informes deben ser completamente claros, también
debe existir un sistema de normas o criterios de evaluación que incluyan en cada proceso
los puntos a observar y la manera en la que dicha evaluación busca reconocer
cumplimientos o corregir lo que no se está haciendo de forma adecuada. La planeación
tiende a generalizar el proyecto, las normas de la evaluación ayudan responder de manera
puntual a cada minucia que aparece en el proceso. Tanto quienes dirigen como quienes
ejecutan deben tener claros los criterios por los cuales se evalúa cada función, no solo con
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Los principios que se han destacado en esta unidad no son los únicos y no están
abordados de forma exhaustiva. En términos generales se puede decir que abren el
panorama para la implementación de los principios básicos de la administración y los
relaciona con el desarrollo de la misión de la iglesia. Como se dijo anteriormente, uno de
los desafíos de los ministerios eclesiales está precisamente en reconocer la necesidad de
estructurar el desarrollo de la iglesia bajo parámetros administrativos que le permitan
cumplir su ministerio de forma organizada sin que esto implique la pérdida de la búsqueda
de la dirección de Dios en la construcción de la misión.
3. Bibliografía