Xavier Abril - Poesía Soñada
Xavier Abril - Poesía Soñada
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Marco Marios Carrera
Prefacio:
ciara Abril be Vivero
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SERIE CLÁSICOS SANMARQUINOS
POESÍA SOÑADA
UNIVERSIDAD NACIONAL
M A Y O R D E SAN MARCOS
—Fundada en 1551 —
Dr. L u i s Izquierdo V á s q u e z
Rector
D r . Víctor P e ñ a R o d r í g u e z
Vicerrector Académico
D r a . L u z Oyóla de Bardales
Vicerrectora de Investigación
COFIDE
CORPORACIÓN FINANCIERA
DE DESARROLLO
—COFIDE—
Poesía soñada
Prefacio:
Clara Abril de Vivero
t
U N I V E R S 1 D A P P E
© C l a r a A b r i l de V i v e r o
© U n i v e r s i d a d de San M a r t í n de Porres
F a c u l t a d de Ciencias de l a C o m u n i c a c i ó n , T u r i s m o y Psicología
© A c a d e m i a Peruana de l a Lengua
© Fondo Editorial U N M S M
T i r a j e : 1 000 ejemplares
UNIVERSIDAD N A C I O N A L M A Y O R DE S A N M A R C O S
C a l l e G e r m á n A m é z a g a s / n P a b e l l ó n de l a Biblioteca Central -
4.'° piso - C i u d a d Universitaria, L i m a - P e n i
Correo e l e c t r ó n i c o : fondoedit@unmsm.edu.pe
P á g i n a web: h t t p : / / w w w . u n m s m . e d u . p e / f o n d o e d i t o r i a l /
— PRODUCCIÓN—
Editor I O d i n R. D e l Pozo O.
Diagramador / G i n o Becerra Flores
— V E N T A S Y DISTRIBUCIÓN —
E d w i n Matos A r a u j o
619-7000 (anexo 7530)
—DIFUSIÓN—
M i r i a m Castro C a s t a ñ e d a
619-7000 (anexo 7529)
—ADMINISTRACIÓN—
PRIMEROS POEMAS DE X A V I E R A B R I L
Juan Devéscovi (París, 1927) 35
HOLLIWOOD
Aclaración y esperanza, p. 47; Autobiografía o invención, p. 49;
Posbiografía o constatación presente, p. 53
P e q u e ñ a estética (1923-1926) 91
Estética de la muerte, p. 91; Cielo, p. 93; Pintura de música, p. 94; Na-
cimiento del nombre, p. 94; Apuntes sobre otras cosas, p. 95; Poema,
p. 95; En la rotonda. París, p. 95; Lo patético, p. 96; Film, p. 98; Stadium,
p. 99; Paisaje, p. 100; Pascua en paisaje, p. 101; Poema de la tortuga
poematizada, p. 102; Circo, 105; Apunte de un minuto sobre el circo,
p. 105; Fin del paraíso, p. 106
DIFÍCIL TRABAJO
La poesía de Xavier Abril (estudio);
por E. A. von Westphalen (1931) 113
10
L A ROSA ESCRITA Y o í r o s POEMAS (VERSO Y PROSA)
(1987)
Sonetos 209
La mirada en la sangre, p. 209; Plenitud de amor, p. 209; Confidencial,
p. 210; Autorretrato, p. 210; Sepulcro del tiempo, p. 211; Colofón, p. 212.
L A ROSA ESCRITA
(1996)
POESÍA INÉDITA
Noticia bio-bibliográüca de Xavier Abril; por María Luz Canosa Ortega 255
11
Crónica, p. 285; Los nombres comunes y las costumbres del sistema,
p. 286; París, p. 286; Incertidumbre sentimental y brumosa, p. 286; París
íntimo, p. 287.
12
Prefacio
Xavier Abril, poeta cosmopolita
[13J
Ruano nos da su visión de la famosa revista: «[H]ay una América por
descubrir que p o d r í a colonizar una buena parte de Europa; una América
que no es trópico n i tópico. Esta A m é r i c a nos la ha traído a E s p a ñ a la
revista Bolívar. U n peruano pulido en cultura y v i v o en juventud, Pablo
Abril de Vivero. Otro peruano, todo intuición — doble Abril, porque Abril
está en sus ojos— su hermano Xavier». He hablado de Pablo A b r i l de
Vivero y de su revista Bolívar porque creo que ambos jugaron u n impor-
tante rol en la vida cultural de la época.
Xavier A b r i l es protagonista y testigo privilegiado de las grandes
vanguardias artísticas internacionales del siglo xx. Amigo personal de
todos los surrealistas franceses (Éluard, A r a g ó n , Tristán I z a r a ) , Breton
ha dicho de Xavier Abril que es uno de los pocos y excelentes poetas
surrealistas en lengua española y que s u poesía le recuerda la manera de
los iluminados Rimbaud y L a u t r é a m o n t : «Sus lecciones sobre Desnos,
Soupault, A r t a u d , Michaud y Prevert son inolvidables». E n el mundo
a n g l o s a j ó n varios escritores y poetas en s u tiempo tradujeron sus poe-
mas. E s importante recordar que James Joyce, al deshacerse de su
biblioteca, se q u e d ó con muy pocos libros, entre ellos estaban los poemas
de Xavier. E n Madrid como en París, A b r i l forma parte del mundo inte-
lectual. Sus grandes amigos son Rafael Alberti, a quien A b r i l le prologa
uno de sus libros, Federico García Lorca, R a m ó n G ó m e z de la Serna,
Juan R a m ó n J i m é n e z y José Bergamín; este ú l t i m o consideró que A b r i l
era el m á s sensible, m á s humano y exquisito de los nuevos escritores
peruanos.
Asimismo, Césare Pavese apunta: «Iguala con tu vida el pensamien-
to, Xavier A b r i l lo consiguió. Joven idealista lucha en la revolución espa-
ñola aliado de los republicanos, pone en peligro su vida y así idealista
fue durante toda su vida, nunca envejeció, siempre fue consecuente con
sus ideas».
Cuando yo estudiaba en la Universidad de Madrid hubo una exhi-
bición de pintura y modas pop art en la galería de María Gracia al lado de
la plaza Independencia. Yo, vestida de pop art en blanco y negro, cami-
naba por la pasarela cuando oí gritar: «¡Abril, eres A b r i l , igualita a
Javierito!»; era Maruja Mallo, una famosa pintora surrealista quien con
Dalí y B u ñ u e l h a b í a creado El perro andaluz; sus pinturas están en el
museo metropolitano de Nueva York y fue ella quien d i b u j ó la portada
para el libro Hollyivood de Xavier A b r i l . E n diferentes circunstancias f u i
conociendo a casi todos los intelectuales e s p a ñ o l e s , muchos de ellos
antiguos amigos de Xavier A b r i l y admiradores de su poesía.
Así como Platón dedica toda su vida a recordar las e n s e ñ a n z a s de
Sócrates en sus varios Diálogos, de la misma manera Xavier Abril, ade-
m á s de abrir su escogida biblioteca a los jóvenes poetas escritores y pro-
14
fesores, se dedica a interpretar y propagar el pensamiento de Mallarmé,
Eguren y otros poetas c o n t e m p o r á n e o s , sobre todo el de C é s a r Vallejo,
amigo fraternal suyo; el amigo m á s amado en vida y d e s p u é s de la muer-
te. Y así como P l a t ó n en su Parménides pone sus propios pensamientos
sobre la teoría de las formas en la boca de Sócrates «such entities as the
abstract f o r m of the just, and of the beautiful, and of the good, and of all
things of this sort», así Xavier A b r i l pone sus propias ideas metafísicas
sobre la poesía especialmente sobre «Todo pensamiento lanza una juga-
da de dados» de M a l l a r m é como influencia en la poesía de César Vallejo.
Abril se dedica a hacer conocer profundamente la poesía de Vallejo en el
extranjero y en el P e r ú .
Xavier A b r i l vivía para la poesía y el arte; no tenía tiempo para
reuniones banales, sólo para el espíritu. Recorrí toda Italia, parte de E s -
p a ñ a y algo de Francia con Xavier A b r i l y Sara Acosta, su segunda mu-
jer, discípula de A n d r e Lotte, y gran pintora, quien c o m p a r t í a todo el
espíritu estético, emotivo, intelectual y entusiasta de Xavier. Vimos ciu-
dades, museos, iglesias, pueblecitos y la campiña. Bellini, Carpacio, Piero
de la Francesca, Simoni Martini, Ucello. Recuerdos maravillosos de lec-
ciones celestiales aladas de poesía v i v a de gran lucidez estética y pro-
fundidad; de una gran inteligencia sensible que captaba el mundo vo-
lando; e l e v á n d o s e al mundo del sueno pero con una visión auténtica de
la realidad; explorando en la pintura siempre el lado metafísico y espiri-
tual, no se contentaba con quedarse en lo estético. C a d a viaje era una
lección magistral en el arte y en la vida del espíritu.
Jean Cassou nos dice que los poemas de Xavier A b r i l llevan la marca
del s u e ñ o y de la inquietud y nos transportan a la r e g i ó n del s u e ñ o . E l
mismo Jean Cassou en su libro El espíritu del simbolismo, tratando del
s u e ñ o creativo recuerda a M a l l a r m é hablando de s u amigo Villier de
l i s l e A d a m , comenzando el discurso con estas palabras «Un homme au
revé h a b i t u é vient ici parler d'un autre qui est morb>. A d u e ñ á n d o m e de
estas palabras digo: U n s o ñ a d o r cotidiano viene hoy a hablar sobre otro
s o ñ a d o r que está vivo, porque los poemas de Xavier Abril, a pesar de
todas las dificultades en el pasado para editarlos, e s t á n vivos. Así su
nombre poético está v i v o como él lo presintió en s u tiempo; «Un día
v a g u é en el silencio de Dios diciéndole m i nombre y le supo a rosal.
Desde entonces Dios se hizo jardinero de m i nombre. Y tal vez en el
jardín de la brisa es y a u n rosal m i n o m b r e » .
Cuando Alicia Moctezuma, la primera mujer de Xavier Abril, m u r i ó
en M a d r i d , entre las varias cosas que me dejó estaban las primeras edi-
ciones de las poesías de Xavier dedicadas a ella; estos libros se convirtie-
ron en m i verdadero tesoro y es con ellos que he hecho las fotocopias
para la presente edición.
15
Xavier A b r i l pierde a su madre cuando era muy joven; él mismo nos
habla de esta terrible experiencia: «mas ella me falta como puede faltar-
me el corazón, la boca, las manos o el d e s p e r t a r » . E l poeta joven, que es
místico de la naturaleza, con la muerte tan cercana se vuelve metafísico;
y de allí toda s u poesía sobre e l amor, la mujer y la rosa. L a rosa es la rosa
de Ronsard, de Villamediana, pero sobre todo de Rilke. Xavier A b r i l es-
cribe poemas con títulos como «Elegía a la mujer inventada» en su Descu-
brimiento del alba, pero antes de ello en su primer libro y a nos dice, ha-
blando de una de sus mujeres de París, del goce pasajero del sexo y esto
es lo que no busca decididamente. Él busca a la mujer metafísica, la rosa
eterna. Si bien en los comienzos de su poesía — sobre todo en Hollywood - ,
abraza el surrealismo y explica toda su v i d a con esa técnica usando
también la influencia de L a u t r é a m o n t , luego en sus otros libros e s t á n
vivos los clásicos castellanos como Manrique, no sólo con sus ritmos y
palabras sino t a m b i é n con versos del propio Manrique o alusiones; lo
mismo sucede con San Juan de la Cruz: cita poemas de él y la imagen
amorosa de las cabelleras de las mujeres viene de este poeta, quien a su
vez las toma del Cantar de los Cantares y de las jarchas á r a b e s . L a i n -
fluencia de Quevedo está presente sobre todo en la «Elegía al poeta César
Vallejo»;
10
bras, crea un mundo de sugestión, que abre la puerta a la abstracción que
nos lleva a lo absoluto. Y todo esto acompañado de música. De la rosa
eterna, del cisne de cristal.
Mi agradecimiento infinito para Jorge Cornejo Polar, Nelly Talavera,
su mujer, Marco Martos, Ricardo Silva-Santisteban y José Carlos Bailón,
quienes de distintas maneras han hecho posible esta edición.
17
Introducción
Meditación sobre Xavier Abril
Marco Marios
Radiografía biográfica
X a v i e r A b r i l de V i v e r o n a c i ó e n L i m a , P e r ú , e l 4 d e n o v i e m b r e de 1905 y
m u r i ó e n M o n t e v i d e o , U r u g u a y , e l 1 d e enero de 1990. E n 1911 i n i c i ó s u s
estudios en el Colegio A l e m á n y p e r m a n e c i ó e n esa i n s t i t u c i ó n hasta
1923, a ñ o e n e l q u e e s t u d i ó e n e l I n s t i t u t o L i m a . V i a j ó a E s p a ñ a e n t r e
1926 y 1927 e h i z o e s t u d i o s e n l a E s c u e l a d e B e l l a s A r t e s de S a n F e r n a n -
do. E n 1929 v o l v i ó a L i m a p o r p o c o t i e m p o . D e s p u é s r e t o r n ó a E u r o p a y
r e s i d i ó e n F r a n c i a y E s p a ñ a h a s t a q u e s e i n i c i ó l a g u e r r a c i v i l e n 1936.
R e g r e s ó a l P e r ú y p e r m a n e c i ó v a r i o s a ñ o s e n t r e nosotros. E n 1948 v o l v i ó
a a u s e n t a r s e y se e s t a b l e c i ó e n M o n t e v i d e o . D e s d e 1958 h a s t a 1990 s i r -
vió como agregado cultural de la E m b a j a d a P e r u a n a e n U r u g u a y . X a v i e r
A b r i l e n 1979 m e r e c i ó e l P r e m i o N a c i o n a l o t o r g a d o a los e n s a y o s l i t e r a -
r i o s y e n 1986 o b t u v o e l P r e m i o N a c i o n a l d e L i t e r a t u r a .
E l ensayista
E n l a b a l u m b a d e p o e t a s d e l s i g l o x x , X a v i e r A b r i l d e s t a c a tanto p o r s u s
v i r t u d e s l í r i c a s c o m o p o r ser u n e s t u d i o s o de los g r a n d e s a u t o r e s c l á s i -
cos y m o d e r n o s y , a l m i s m o t i e m p o , u n e n s a y i s t a d u e ñ o de u n a p r o s a
seductora. Particularmente conviene s e ñ a l a r s u p r o f u n d o i n t e r é s por la
p o e s í a de C é s a r V a l l e j o . X a v i e r A b r i l , a t r a v é s de s u h e r m a n o P a b l o A b r i l
de Vivero, e n t a b l ó u n a p r o f u n d a relación con Vallejo y tuvo u n a admira-
c i ó n p o r la p o e s í a d e l v a t e d e S a n t i a g o de C h u c o . E s t a a f i r m a c i ó n p u e d e
corroborarse s i n n i n g u n a dificultad repasando algunos títulos de traba-
jos de X a v i e r A b r i l : César Vallejo, Antología (1943); Vallejo, ensayo de aproxi-
mación crítica (1958); Dos estudios: Vallejo y Mallarmé (1960); César Vallejo
o la teoría poética (1963); Exegesis trücica (1981). E s t e e s f u e r z o d e c o m p r e n -
s i ó n d e l a p o e s í a d e V a l l e j o , s o s t e n i d o a lo l a r g o d e d é c a d a s , o r i g i n a l ,
[19]
aunque discutido por otros especialistas, no lo ha hecho n i n g ú n otro
poeta o estudioso peruano. L o que sostiene A b r i l de u n modo explícito o
implícito es que Vallejo es el poeta m á s original de la lengua castellana
en el siglo XX y que la profundidad de su trabajo sólo tiene p a r a n g ó n con
la que realizó en la lengua francesa M a l l a r m é . M á s t o d a v í a , A b r i l halla
asombrosas isocronías entre e l trabajo de Vallejo y el de M a l l a r m é ,
a d e m á s de contar detalles del aprecio que el poeta peruano le tenía al
lírico francés. Aparte de Vallejo, A b r i l m o s t r ó dedicación especial por la
poesía de José María Eguren. Por eso publicó en 1979 Egiiren el oscuro.
El simbolismo en América. S u profundo interés por la evolución de la poe-
sía hispanoamericana puede advertirse leyendo su Antología de la poesía
hispanoamericana de 1956.
20
Rastreando en las preferencias literarias de A b r i l , no a través de
frases volanderas dichas en entrevistas, o en artículos periodísticos, sino
en los numerosos estudios que d e d i c ó a unos cuantos poetas, podemos
encontrar algunas claves para el conocimiento de su propia poesía. Des-
de una presencia muy fuerte del inconsciente, fruto de una necesidad
expresiva íntima y de un conocimiento de primera mano de la vanguar-
dia y del surrealismo y, sin duda, del psicoanálisis, A b r i l extiende su
interés hacia poetas cuya característica principal es el rigor intelectual,
de emoción, pero de férreo control de la palabra. E n la tradición e s p a ñ o -
la, el Arcipreste de Hita y Jorge Manrique, citados en Descubrimiento del
alba, y luego dos poetas del siglo xvn, Quevedo y G ó n g o r a ; en la poesía
francesa, M a l l a r m é por encima de todos y los surrealistas. E n la poesía
del P e r ú las preferencias de A b r i l son Vallejo y Eguren.
H a y pues u n aire de familiaridad entre Abril y los poetas que admi-
ra y que es seguramente la mejor característica de la poesía del siglo xx, lo
que podemos llamar la emoción bajo control. A b r i l en la poesía peruana
es el justo medio entre Vallejo y Eguren y puede trazarse una línea de
correspondencias entre los tres. Así, por ejemplo, el poema «Xavier Abril
ha muerto», emblemático ciertamente, muestra de u n lado el conocimien-
to de la tradición reciente en esos momentos, la surrealista de Na]da o
L 'amourfon de Breton y los elementos oníricos o de humor característicos
de buena parte de su producción, pero evidencia t a m b i é n la misma acti-
tud esquizoide de Vallejo en «Piedra negra sobre piedra blanca», aquel
poema que empieza: «Me moriré en París con aguacero». Abril se desdo-
bla y ríe. Vallejo se desdobla y sufre. De la misma manera en «Retorno a
lo p e r d i d o » , uno de los excelentes textos de Descubrimiento del alba, Abril
evoca al primer Vallejo, al de las «Canciones del h o g a r » de Los heraldos
negros. E l poema es de una contenida emoción. No hay una sola palabra
de m á s . Integra en sólo ocho líneas todo el universo familiar, lo que pue-
de llamarse el amor filial.
L a alquimia verbal, la tradición en la que se inscribe A b r i l es, resu-
miendo, aquella que viene de Vallejo y Breton, de Quevedo y Manrique,
de M a l l a r m é y Eguren. No otra cosa hizo R u b é n Darío: mezcló una pode-
rosa tradición y dio una quintaesencia nueva. A b r i l , surrealista en sus
comienzos, n í t i d o surrealista, recoge lo que podemos llamar con C . M .
Bowra, la herencia del simbolismo, y a través de esa alianza verbal se
relaciona con la tradición de todos los tiempos. Y ésta es la mejor línea de
la poesía del siglo xx, la que parece c o n t e m p o r á n e a con la poesía de
cualquier poeta de cualquier otra época. Por eso de A b r i l puede decirse
lo mismo que él escribió de José María Eguren:
21
Estás Eguren,
siempre con la i de viaje;
v o l v e r á s a confundirte entre las figuras que cantaste,
en lo que nunca dijiste,
callado de abrumarte.
¡Yo sé que estás Eguren en la corriente que j a m á s
nombraste!
22
César Vallejo, poeta sin par, pero al mismo tiempo acerado crítico,
dijo en 1926 en París-Favorables-Poemas N.° 2. que la poesía nueva no
debería ser la mera a g r e g a c i ó n de palabras y m e t á f o r a s nuevas m á s o
menos a la moda, sino una cuestión de fondo, de verdadera necesidad
expresiva, ligada a la sustancia ideológica que empapa y justifica el uso
de determinadas formas de lenguaje. Reclamaba, pues, una correspon-
dencia entre una poesía nueva y una forma de pensar diferente, que
debería ser propia de nuestros pueblos.
Mientras la vanguardia internacional mantiene una actitud icono-
clasta frente a la tradición literaria precedente, la vanguardia de A m é r i -
ca del Sur, tanto la hispanoamericana a través de César Vallejo, como la
brasileña, representada principalmente por Manuel Bandeira hace uso
de sus propias fuentes y recursos y es radicalmente novedosa sin enfren-
tarse en todos los casos a la tradición inmediatamente anterior, como
ocurre con Trilce de César Vallejo o con Altazor de Vicente Huidobro.
Otro rasgo diferencial de la vanguardia latinoamericana, respecto
de la europea, es que los referentes europeos suelen ser lugares abstrac-
tos, m á s p r ó x i m o s a la ciudad que al campo y m á s cercanos a ciudades
irreales que concretas; en cambio, los referentes de nuestra vanguardia
son históricamente ubicables y están muchas veces signados por la ac-
tualidad. U n escritor p a r a d i g m á t i c o como Vallejo asocia su nombre en la
escritura a Santiago de Chuco, Trujillo, L i m a , España, y Neruda, confor-
me v a avanzando en su p r o d u c c i ó n literaria, cada v e z hace m á s referen-
cia a lugares concretos hasta culminar en un exuberante catálogo de
t o p ó n i m o s en Canto general de 1950. T a m b i é n Juan Parra del Riego en su
«Polirritmo d i n á m i c o a G r a d í n , jugador de f ú t b o l » , r e n d i r á homenaje a
una realidad inmediata y palpable. U n a explicación general sobre este
asunto, que no se ha intentado hasta ahora a cabalidad, es que en nues-
tros países, hasta a ñ o s relativamente cercanos, la poesía y la novela en
particular, y la literatura en general, cumplían los papeles comunicadores
que tenían en la A n t i g ü e d a d , daban noticia, información de lo que ocu-
rría en la sociedad y reemplazaban de u n modo cierto a unas no muy
bien desarrolladas ciencias sociales. Este rasgo, el tener referentes reales
y no ideales, lo comparte la vanguardia latinoamericana con todo tipo
de literatura producida en nuestros países.
E n H i s p a n o a m é r i c a , pero t a m b i é n en el Brasil, nuestros poetas ha-
cen un uso bastante libre de los recursos de la vanguardia, por lo que
resulta bastante difícil clasificarlos como adherentes a u n determinado
movimiento. E n A m é r i c a Latina hubo grupos vanguardistas como el
ultraísmo en Argentina, el creacionismo en Chile, el estridentismo mexi-
cano, y en el Perú un poeta que equivale a un «istmo, ismo», César Vallejo.
23
A I lado de todos ellos hubo una actividad de vanguardia de casi imposi-
ble clasificación.
E l caso de Xavier A b r i l , bastante peculiar, no escapa s i n embargo a
las características generales. Como el propio Vallejo, su modelo inme-
diato, tiene grandes audacias iniciales, especialmente en la é p o c a de su
libro Hollywood, pero d e s p u é s interioriza la vanguardia y los rasgos de
rebeldía se trasladan de lo formal a la realidad. Abril, como Vallejo, es u n
defensor de la causa republicana durante la guerra civil española. E n su
escritura, la ruptura y a no es con la tradición milenaria de la lengua
castellana, sino m á s bien con lo que está de moda. Puede decirse que
A b r i l , cuando toma la pluma para escribir poesía a partir de los años
cuarenta, lo hace con un sentido diacrónico de la lengua. Se relaciona
con todos los modos históricos de escribir poesía, pero no hace versos en
serie. C a d a uno de los escasos poemas que escribió en su etapa final,
responde a una necesidad interior vital. Vanguardista de la primera hora,
A b r i l se reconcilió con la tradición. No otra cosa hizo César Vallejo cuan-
do a p r o v e c h ó todas las formas escritúrales en su libro Poemas humanos.
Tampoco hizo cosa diferente Octavio Paz, quien de ruptura en ruptura
con su propia escritura fue construyendo una obra de sabor clásico, se-
g ú n ahora todos reconocen. Abril, incluye el espíritu de la vanguardia
dentro de la tradición. Para decirlo de otro modo: es un escritor que ad-
mira lo clásico y admira la vanguardia y en esto se diferencia de M a r t í n
A d á n , coetáneo suyo, quien fue abandonando la vanguardia para inter-
narse en los meandros de la tradición.
Esta edición
Para realizar esta edición, que incluye todos los poemas publicados en
libros de Xavier Abril, hemos tenido a la vista las ediciones originales
proporcionadas por Clara A b r i l de Vivero. No hemos considerado los
poemas en versiones traducidas a idiomas diferentes al español, que
Xavier A b r i l ocasionalmente insertaba en sus escritos, ni los poemas de
otros autores que aparecen en algunos de los libros del poeta. E l p r o p ó -
sito de tal decisión es claro: que nada se interponga entre la escritura de
A b r i l y el lector. Somos conscientes de que la publicación de este libro es
sólo el primer paso hacia u n ideal casi imposible de alcanzar: la poesía
completa de Xavier A b r i l . Se sabe que numerosos poemas están en ma-
nos de particulares que a c t ú a n como los avaros: cuentan su oro, leen sus
textos, pero no los difunden ni los publican.
Lo m á s llamativo, en el terreno filológico, de esta edición, es la publi-
cación sucesiva de dos versiones de La rosa escrita. L a primera versión,
que p a r a d ó j i c a m e n t e , señala la voluntad última de Xavier Abril, data de
24
1987 y fue publicada en Montevideo por el propio autor. L a segunda
versión, aunque es de 1996, señala u n estadio anterior de la composición
y corrección de los mismos poemas. A b r i l p r e s e n t ó esos poemas al Pre-
mio de Fomento a la Cultura de 1946, y una copia, llegó a la Biblioteca
Nacional donde la encontró Ricardo Silva-Santisteban. Entre 1946 y 1987,
A b r i l corrigió algo sus poemas, s u p r i m i ó algunos y a ñ a d i ó otros. Justo
es decir que la estructura básica de esos textos, como lo dice en la versión
de 1987, data de 1937.
E n esta edición se han corregido las erratas de las publicaciones
originales y se h a actualizado la acentuación. E l libro se llama Poesía
soñada, pues ese es el título elegido por el propio poeta, s e g ú n testimonio
de Antonio Melis.
Agradecimiento
25
Contribución a la bibliografía de Xavier Abril
Libros
[27]
1988 Declaración en nuestros días. Ediciones Front. 58 pp.
1993 El autómata. E n Documentos de Literatura. N.° 2/3.159-204 pp.
1994 Poesía inédita (1921-1976). Montevideo. Editorial G r a f f i t i . 181 pp.
19% La rosa escrita. P r e s e n t a c i ó n de Sandro C h i r i Jaime. L i m a . Pontificia U n i -
versidad Católica del P e r ú . 45 pp.
2X
Relatos no recogidos en libros
29
«Lenin». Bolívar N.° 11,1 de julio.
«Sobre la inquietud cubana, por Juan Marinello». Bolívar N.° 11, julio.
«El hombre es bueno, por Leonhard Frank». Bolívar N.° 11, julio.
«Palabras para asegurar una posición dudosa». Bolívar N.° 12, julio.
«Concepto sobre la plástica de Cruz Collado». Bolívar N.° 13, noviembre.
«Mapa e itinerario de R a m ó n G ó m e z de la Serna». Bolívar N.° 13, no-
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«Verdad sobre Rafael Alberti». Bolívar N.° 14, diciembre y enero.
«Tengo hambre, por George Fink». Bolívar N.° 14, diciembre y enero.
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1933 «Respuesta a un crítico republicano», Octubre N.° 1, junio-julio. Madrid,
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30
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Sobre Xavier A b r i l
BRETON, A n d r é
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31
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N u e v a York, E E . U U .
MELIS, Antonio
32
PRIMEROS POEMAS
Estos poemas aparecieron en una plaqueta junto con dibujos del pintor
Juan Devéscovi. La ficha completa dice: «Juan Devéscovi - Xavier Abril.
Association Paris - Amérique Latine. 7-12 Novembre 1927. PARIS».
JUAN DEVÉSCOVI
(París, 1927)
- 1 -
Muévese hasta la curva el instinto.
Yo estoy afuera. Momento sobrenatural
en que me olvido y me caigo a lo largo
de mis brazos.
Pero esto tiene para mí candor de o
tro tiempo. Cuando todavía no llegaba
a entrometer mis dedos más que en
mi boca. Me asusto a veces
cuando doyme en otro tiempo sexual
en cama de un hotel lejano. Se ponen
a reír en mis costados y se me cae todo
por la palma de las manos.
Decididamente, es mi adolescencia
que viene a arrebatarme.
-2-
Sufro cuanto es posible. Me alineo en tus
caderas. Y al encontrar senda infinita suavízase
la carne en tierra de la más pura vida.
Siéntome en tus costados y piérdome entre
tus venas. Así, caigo en la sanguínea
cuenta que para entonces se había vuelto
cuna tu sonrisa. Sufro cuanto es
posible. Y a dolores de tierra buena es
la cama. ¿Qué pasa? Yo siento
que me sufren los dedos menores. E l
cardio. Y el circuito brujo en mi cuello
[35]
y fuera de mi cuello. Es necesario
saber hasta que número millonario, pobre
se va a sufrir. Hasta que golpe de sangre
y qué escalera de huesos habreme
de bajar, subir, rodar, hasta que no suene
nada el sonido de la taquicardia.
Y por fin caer en
M í
Despedazado del andamio que
hice de todo este sufrir cuento es
posible.
Y recordar después hasta acercarme
a gatas a mi cadáver. ¡Y no
tener miedo de tenerme que salir
hasta los pasos y borrarme por
completo de señal y de ojo abierto!
Yo no sé. Nadie me va a creer. Y
caería de honradez a cotizarme
en lo que vale un animal, un hombre.
¡Nadie me va a creer! Y sin
embargo he estado el tiempo justo
en que media vida —saliendo de la
Madre — se miraba el sesgo y doblada
en toda la curva que absorbe aire.
36
Juan Devéscovi aplica la férula derecha a la inocencia negra de los
cubos y la izquierda al corazón lurin de Viracocha. Así se acaba en hom-
bre. Así principia en hombre. Así queda en artista.
Recoja viniendo o are yendo, panteoniza en do de lápiz con los
carneros. Sus dibujos, de este modo, se roturan por la nariz, por el parietal
o por mitad de un ojo, para Iejanizarse en quechua y catedralizarse en
heroica dulzuras políticas.
¿Se librará de toda tentación de folclor? ¿Peleará discretamente con-
sigo mismo? ¿Mojará su pecho en el agua maldita de una escuela?
Devéscovi tiene del rugido el candor y en sus curvas vigila, rectamente,
el peludo lindero alternativo.
37
Xavier A b r i l , por su parte, reemplaza la palabra del poeta por la
palabra del hombre, s i n detenerse en m e t á f o r a s , en patentes de inven-
ción y ni siquiera en marcas de fábrica. Quiera el Todopoderoso que
muchos mozos de A m é r i c a — tan perdidos hoy para d e s p u é s — voten,
como A b r i l , por la terrible causa del Hombre, que, a la larga, no se deja
estafar así n o m á s . Quiera el Todopoderoso que, como A b r i l , recuerden
esos mozos que cuanto se crea en el mundo tiene, hasta nueva orden, un
único sentido: el de avivar la vida, h u m a n i z á n d o l a , y no simplemente
ingeniándola.
CÉSAR V A L L E J O
cU rwU rH&AX)¿. ^
POÉME N
° 3
38
L'AMAUTA N° I I
f ^ v | ^ o , c i M V w t o eA ^Qinhle, OJUYV^Q tua
40
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y ÍXA>I &Y 6t ( M ?
POÉME N* 5
41
HOLLYWOOD
COLECCIÓN VALORES ACTUALES
XAVIER ABRIL
HOLLYWOOD
(RELATOS CONTEMPORÁNEOS)
edieiotMMS
I 1
IIBMMÍ
C . I B E R O A M E R I C A N A D E P U B L I C A C I O N E S , S. A .
a
M A D R I D B U E N O S A I R E S
Príncipe de Veráarai 4% y 44 F l o r i d a , 2 * 1
NOTICE
[49]
S^SS
He sufrido del s u e ñ o , aparte de esa é p o c a del s u e ñ o que es t a m b i é n la
adolescencia. Para m í la vida sigue siendo u n continuado film de s u e ñ o .
E l H o l l y w o o d del s u e ñ o . Esto no deja de ser una felicidad y u n dolor. L o
que me v i d r i a de la enfermedad del s u e ñ o es esa vaga conciencia de
planta que uno tiene de sí mismo. Por eso debe haberme quedado la
insistencia del geranio en el subconsciente. E l geranio es la flor que m á s
debe grabarse en los ojos de los locos. Por otra parte, la línea del mar me
ha dado una nueva g e o m e t r í a del color. Dentro del sentido místico, la
enfermedad es m á s que una cultura. Este pensamiento lo siento profun-
damente. L a enfermedad me ha hecho a mí, así como otras enfermedades
matan a los hombres.
M i p o e s í a se h a inspirado en la calle. Como y a lo he dicho en C i t y
Block, llevo una calle en el alma. Estuve en varios colegios; pero y a no me
acuerdo de casi nada. L a s biografías verdaderamente modernas no tie-
nen colegio, sino calle. Aquello del seminario, tan en boga en ciertos
escritores «loyolas» de E s p a ñ a , es completamente funerario. L o único
que a p r e n d í bien fueron los palotes. E l no haber asimilado los vicios de
la sensibilidad oficial de la cultura burguesa, me ha dado precisamente
esta gran disposición de á n i m o nuevo. Mis escapadas del colegio — para
librarme y a desde entonces de la letra — eran hacia la naturaleza. Hacer-
me jockey profesional fue siempre m i m á s grande entusiasmo. Pero esto
es lo que soy ahora — por consecuencias y faltas de retórica —: u n m a g n í -
fico jinete en pelo, de las ideas.
T o d a v í a en mis poemas se puede conocer la línea de los palotes. Esta
es m i técnica. E n la escuela hice m i primer aprendizaje erótico; conocí el
carácter de esta plástica en las piernas con malla de una c o m p a ñ e r a que,
s e g ú n M a r t í n A d á n , se llamaba Polack. Y o sólo recuerdo que era m u y fea
y alemana. E n este punto, o en el anterior de las piernas, el colegio tuvo
para m í u n verdadero significado de cultura circense. RAMÓN debió de
ser u n admirable alumno moroso en la observación de las piernas de las
muchachas de su época; yo creo haberlo sido de mis c o n t e m p o r á n e a s .
Muchas veces estuve castigado. Pasé una temporada de señorito
marinero (grumete) en un buque de la Marina peruana. Allí principié a
tomar alcohol —los marinos me daban w h i s k y — y charlaban conmigo
p o r n o g r á f i c a m e n t e — p o r n o g r a f í a horrible y abstencionista— de las
mujeres del puerto. H a b í a conocido una mujer que me e n f e r m ó de una
blenorragia, entonces para m í ideal. L a gonorrea tiene siempre una é p o -
ca ideal de aclimatación en el hombre: la adolescencia. E l fraile que decía
misa en el Grau tenía f a m a de ser u n perfecto cabrón místico. Y a d e m á s
era muy pintoresco {año 1922).
Yo me f u i haciendo una cultura completamente arbitraria. U n viaje a
las sierras y a las m o n t a ñ a s del Perú me dio una dirección y un sentido
50
dentro del trabajo de la naturaleza. Principié a ordenar m i biología des-
orientada y caótica. M i m é t o d o ha sido siempre la especulación psíquica.
De esta manera preparé — sin quererlo — lo que después será una sorpresa
para mí mismo: la locura. Esto es lo que todos preparamos. Y o he traído a
la poesía sudamericana el surmenage, la taquicardia (1926), el temblor, el
pathos, el «terror al espacio» (1927). D e s p u é s de mis primeros ensayos y
experimentos literarios (1923-25), hice u n viaje a Europa. Asistí al debate
del Siirrealisme; pero a m i vuelta al P e r ú (1928) me g a n ó la revolución, el
marxismo, en la prédica de Mariátegui. Y mi vida y mis esperanzas son el
proletariado. No creo en otra clase para la continuación creadora del mun-
do. Mariátegui acaba de morir; pero m i vida está hoy como nunca ligada a
su trabajo, a su orden social revolucionario. Mariátegui ha creado una
conciencia, un nuevo nacimiento de América. M i conocimiento y revela-
ción del mundo político están vinculados a su agonía.
E n m i primera travesía conocí España. Esto es lo que se llama hacer
u n viaje al pasado. Luego, África, Francia, Harrogatte, Ostende. Llegué a
París, en «autocar», como turista. F u i al Polo Norte y n i siquiera en aero-
plano. L o hice de una manera mucho m á s sencilla. Fue una noche en que
cayó demasiada nieve sobre la ciudad. Y como no había adonde ir, p e d í
pasaje a la nieve para el Polo. F u i el primer viajero del color blanco. Otra
noche estuve en Oriente. Viví una temporada en las palmeras de u n
bosque A d á n . E v a se h a b í a divorciado del paraíso. L a primera luz del
mundo comentaba con las flores la ausencia de E v a . E v a vive en la actua-
lidad en un hotel de Europa.
Traje la mirada de la esfinge, que es u n viaje maravilloso para estas
tierras s i n imaginación en el paisaje. Así, ha resultado con intranquili-
dad de pez en el agua mi vida por esos hoteles de Dios, llenos de fonógra-
fos y de ruidos de bidés. Saliendo de u n reservado conocí a Chaplin y a
Hugo, que se encontraban d e s p u é s de un siglo de largos trabajos. Conocí
Ginebra y algunos de los fantasmas de las reuniones secretas internacio-
nales. Me interesó demasiado poco, o si quieren, tanto como saber la
estabilización de los n á u f r a g o s en los bancos del mar. No he servido
jamás al Estado n i he tenido u n haber en m i tener de propagandista, que,
siéndolo, no gano nada del cheque en blanco del cielo. Pero m i mayor
contento fue aquella recién nacida, insospechada de placer y nacida
para él Nació m i dicha al verla abrir los ojos por primera v e z al mundo.
Y no h a b r á e m o c i ó n igual a pesar de lo humano de las d e m á s . H e visto
cuanto se puede ver, y cuanto no se puede ver lo he visto. H e gozado y he
sufrido de cambios a t m o s f é r i c o s , de lunas aprisionadas en círculos de
placer en camas de francesas, italianas, rusas, e s p a ñ o l a s y americanas.
Y m u y particularmente desconocidas de toda intención m á s profunda.
Espero tener u n Picasso y u n Chirico. E n cambio, y a nada espero de
la Venus de Milo. Que se quede en el burdel del Louvre.
51
POSBIOGRAFÍA O C O N S T A T A C I Ó N P R E S E N T E
[53]
PROSAS PARA UNA DAMA DE EUROPA
(París, 1927)
FILM CONTEMPORÁNEO
[55]
desgraciada llena de hijos con c h u p ó n , con la casa repleta de latas v a -
cías de leche condensada. ¡Una aventura!
Almuerzo. Leo Lulu y Paris-Midi. Estoy ubicado en mi ciudad desde
una mesa de restaurante. A m i lado izquierdo se h a sentado, sin decir
nada, u n cura que come bien y que al tomar el vino no puede olvidarse de
la liturgia del rito. Y o sufro como en una película de Charles Chaplin.
Todos comen tallarines y miran. Comen y miran. L o mismo se ve repetido
en los espejos. Comen lo del día: noticias, a u t o m ó v i l e s , humo, mujeres,
paredes. ( U n hombre calvo, chivo, bigotudo, se come a una gorda muy
gorda, polaca, que está frente a él.) E l l a es algo ensalada con tomates y
huevos duros alemanes. E n las axilas se le v e n los vellos crespos de los
dibujos intencionados de George Grosz. Hace en su pecho, hasta su cue-
llo, una alegría justa, redonda, de gran zapallo. E l futuro de la polaca me
parece u n campo de verduras: coles, nabos, zanahorias.
H e salido de la siesta. Se siente como que no se tiene pensamiento.
Es agradable. L a s obligaciones se adelgazan. Se es una persona tierna
d e s p u é s que se ha comido, L a siesta es una o p e r a c i ó n de banco, lírica,
brumosa, cablegráfica a Inglaterra. Su origen, entre el siglo xtx y xx.
E l teléfono principió por ser lírico en el a ñ o 1903, época crepuscular
de los coches. Entonces se hablaba con pureza, con temblor. E l amor
decía sus primeras cosas por t e l é f o n o . Y las m á s de las veces, con
anonimismo sentimental, r o m á n t i c o ; como en los bailes de m á s c a r a s ,
con una caretita telefónica: ¡el teléfono!
A los hilos del teléfono hicieron las golondrinas sus primeros vue-
los, aventuras, amores.
E r a la primera época del teléfono.
E l teléfono moderno, cosmopolita, transatlántico, es una perfecta
o r g a n i z a c i ó n de trata de blancas.
L a prostitución del teléfono.
56
L a hipocresía es un aspecto de la ironía narcisista, f i s o n ó m i c a , flo-
ral. E s una jardinería maligna de trenzas y de caras chinas; de ojos de
jugadores, soslayados, oblicuos y sutiles en el azar.
57
PRESENTA CIÓN DE LIL Y
58
tal v e z en el retrato de su m a m á Margot, donde está hermosa de pechos y
con los ojos enamorados de un gendarme. U n verdadero retrato de mujer
de militar.
De su familia me contaba cosas muy interesantes. Me habló de su tío
Marcel, que la llevó a Buenos Aires (Albert Londres, Le chemin de Buenos
Ayres) con la intención de sacarla del ambiente pervertido de París. Esto
lo recordaba a menudo con tristeza por su tío, que era alcohólico y tenía
la nariz colorada. U n a burla en la nariz. S u tío había tenido disgustos
con su mujer, que vivía en Argel, sirviendo los intereses de la Francia. S u
pasaporte era de modista.
A L i l y no le gustaba el Orfeo de Jean Cocteau, a quien había o í d o
recitar con u n loro en la mano en u n teatro de los bulevares. A d e m á s , no
le agradaba Orfeo, porque sabía que la muerte no es nada francesa.
L i l y tenía sus sospechas m u y femeninas respecto de Jean Cocteau.
A d m i r a b a sinceramente a María Antonieta por su historia y por las
postales que h a b í a visto. E n su a d m i r a c i ó n había cierta deliciosa inten-
ción equivocada. E n esto vivía s u encanto, su sensualidad.
No c o m p r e n d í a a Juana de Arco. Por u n f e n ó m e n o sexual de provin-
ciana rústica estaba alejada de la sensibilidad mística, heroica, inútil.
L i l y , u n animalito encantador, que llegó hasta olvidarse que h a b í a
tenido los zapatos rotos cuando la conocí en la rue Vivienne y me la llevé
al hotel.
Siete de la noche. Me encuentro con Jacques Masson, quien dice a
L i l y una cosa en argot, en el idioma s u b t e r r á n e o y rufo de París. Palabras
que se oyen bajo los arcos de los puentes, cuyos t é r m i n o s son compara-
bles solamente a las enfermedades v e n é r e a s . Luego, nos recita un poema
(«Las mujeres en pedazos son lanzadas a los cuatro vientos por sus
a m a n t e s » ) , que L i l y no comprende, pero que le sugiere sospechas. L a s
mujeres tienen la particularidad de sospecharlo todo. L a sospecha es
policial, femenina. L a sospecha se parece a esa figura levantada de cejas,
de nerviosidad tiritante que se hace a l verse anunciar los senos de la
amiga que se conoce, como tras de un biombo en el sentido erótico. Lily se
pasa las horas del d í a en s u tocador p i n t á n d o s e con rouge los pezones.
L i l y es u n globo colorado que vuela del centro de la tierra. L i l y es una
cosa hecha con miradas, de noche, en el cinema; con una cita, rouge,
cutez, vestido de b a ñ o en Douville, en a u t o m ó v i l a mucha velocidad, con
medias de seda y casa Patou.
L i l y : s u e ñ o inmediato d e s p u é s del goce, en filo de p e s t a ñ a s que se
abren como flores al amanecer. Completo olvido de m í y de ella y de sus
zapatos. Pataditas discretas cuando algo está mal hecho o cuando llue-
ve y es día de carreras en Maisson Laffitte. Olvido total de Chantilly y de
sus primeros a ñ o s .
59
L i l y : veinticuatro años, algo seria por la nariz y por la geografía de
su boca p o r n o g r á f i c a : París-Buenos Aires-Brasil-París. Ojos t o d a v í a de
su v i d a pasada. U n lunar en mejilla de tenis, pintado por Foujita.
Completo encanto: una arruga sensual en su sonrisa.
ECLIPSE DE LILY
60
POEMAS TURISTAS
América y Europa
1926 y 1927
MANIFIESTO POLAR
- 1 -
Es una alegría de cock-taü en la gran terraza del mar que da a las
piernas que Francia ha abierto a l mundo.
L i l y y unas cuantas palabras perfectamente dichas por la equivo-
cación.
A bordo, la carne se estira hasta los trópicos. Verdad. Pero u n viejo
que juega al bridge, no le da importancia a estas palabras.
E n tanto, la m a ñ a n a me sorprende con L i l y jugando al sexo.
[61]
- 2 -
Heme aquí que he llegado en camarote de dicha. Y del Cairo traigo la
media luna.
V e r a n e é en el polo de tu sonrisa.
Bajo tus p á r p a d o s como del Ecuador, bebí menta y me cansé de sol.
¡Qué difícil amarte en media luna!
POEMA ELEGANTE EN EL
CIELO DE TUS UÑAS
62
U n gentleman ha perdido el verano: la estación de menta y risa de
cock-tail. Y ha perdido su rígida sonrisa al doblar su carta y no ser un rey.
E n ese momento, todos y todas las de la mesa lo han dejado de mirar
y se ha quedado solo. Pero en su soledad observa a su m o n ó c u l o y se da
cuenta de que no pasa la visión por la luna.
U n p r í n c i p e negro ha estado toda la noche y no h a logrado una sola
carta, porque el hombre que las da está también de negro y no lo ha visto.
OBSERVACIÓN
P E R O LA SUERTE ES BUENA
POEMA TURISTA
DEL MAR ATLÁNTICO
63
Una negra hace conmigo buena inteligencia de senos para lo que
durará el largo viaje a Europa.
Jamaica es el seguro en la vida del hombre cosmopolita. Jamaica nos
da la pauta de la flora alegre; nos hace especialistas en eso de saber lo
que viaja en las maletas seguras de cierre americano. Jamaica nos hace
una infinitud de cosas. Jamaica, buena novia que dejamos de pronto. Isla
de amor, de pantallas modernas. Línea de vapores Paul Morand-
Giraudoux hacia los puertos sin nombre.
Jamaica, dirección espléndida para una carta contemporánea. Ja-
maica, en fin, tierra mineral de la dicha, que yo visitaría otra vez, pero
con el ensoñado y largo de lord Dunsany.
Jamaica: un negro delgado, alto y feo; tan feo como cáscara de pláta-
no seca por el sol. Todo el cuadro precioso. Dos negritos y dos perritos;
pero los perritos blancos, como es natural.
-2-
Con el movimiento de las palmeras en Jamaica, yo veo hacia el Pací-
fico que tu casa se mueve. Cuidas la vida delgada de las palmeras cuan-
do llega tu mirada por los cielos que voy.
-3-
El trópico te lo fumas cuando vamos de viaje a Europa.
Tus perros blancos se quedan sin tu amor, rabiando furiosamente a
los espejos y útiles de concha de tu tocador.
Los novios siguen el curso de nuestros deseos. Pero cuando hace
tanto calor al pasar por el trópico, tengo la sensación de los celos precipi-
tados. Yo soy un cornudo aunque no sea sino por satisfacción emotiva.
Todos los maridos y amantes son cornudos al pasar el trópico. Y
esto es natural. Lo otro, también es natural.
HARROGATE
Los pájaros pican las palabras como flores en la antena del barco.
En soledad de media luna, un pájaro lento, curvo, pico, sabe de los
amores de mademoiselle Georgette.
Georgette me cuenta que ha recibido un radio de su novio que vive
en La Pallice. Yo le hago bromas entre los viajeros que juegan al pocker.
Algunos, naturalmente, aprueban la belleza rubia de Georgette.
Un irlandés, lírico, que recuerda mucho su país, se interesa por mi
conversación. Parece encontrarse envuelto en la bruma de algún puerto
de Irlanda. Mi narración de los pájaros lo ha embargado, entristecido.
64
EL i r l a n d é s no tiene familia. Solamente ama y recuerda a miss
Elizabeth, su novia de veinte años.
E n el paisaje del mar, los ojos de Georgette se abren, miran la F r a n -
cia: una casa en L a Pallice, donde hay un hombre a la puerta, sentado.
Los ojos de Georgette se cierran. ¡Los ojos de Georgette!
Y o recuerdo toda la noche, mezclado al ruido del mar, los ojos de
Georgette. Pienso que el amor, cuando no se realiza, v a en u n barco, en
soledad, en silencio.
Amanece el vapor en Harrogate. Voy con Georgette y mister H a r d y a
tierra.
Harrogate es verde, verde, mar, cielo, verde. Recuerdo, recuerdo, re-
cuerdo. Sol. Tenis. Lagos. Parques.
Inglesas delgadas con los ojos verdes, simpáticas, nada bonitas, fe-
lices del brazo de sus maridos, gozosas.
Almorzamos en el The Prince of Wales Hotel. Georgette pide un cock-
tail; mister H a r d y quisiera tener una noticia de su novia. Yo le ruego al
mozo que me traiga el j a r d í n que da al H u r l o w Moor.
IVETTE
Nos volvemos locos. Yo, hombre; tú, sombra. E n los espejos del ma-
nicomio los contornos de las mujeres perdidas. Las cabelleras que salen
gritando de los gabinetes de cita. Odette con una enfermedad blanca en
los ojos. Suzenne, con u n seno cortado, pero que t o d a v í a es su seno, s u
amante. Ivette y su pierna de caucho con la que tiene conversaciones
dolorosas. Ivette, sus largas u ñ a s de primavera a r a ñ a n los listones del
cielo, las nubes t a m b i é n de goma del cafará. Ivette, líquida en el espejo o
alta en las o r q u í d e a s . Perdida del día, atardecida. Baja en la sombra.
Ivette vuelve la noche m ú s i c a cerrada. Sus manos desveladas toman el
silencio do las fuentes, el vago amor. Los ojos de Ivette se abren a la altura
de las flores. Suben la línea del perfume, el h a r é n del aire. Ivette, delgada
en la luz; el v a i v é n de su cuerpo serena los celajes. Desde las nubes a un
temblor nocturno, el cuerpo de Ivette arde. T o m a r í a la continuidad del
color que ella dispone para el goce y para el crimen.
* * *
65
Sa tete s'endort dans mes mains-
et ma tete mule en ses reves. t
PAUL ÉLUARD
C o n u n calor recién salido de cama, ella izó mis deseos. Díjome con
una voz acabada de despertar: « D o r m í a s en mis orejas». Así son sus
frases cuando no dice nada y parece que no pensara sino en algo muy
p r ó x i m o , perdido y, a la vez, lejano. E n lo que se ha hecho, y ya no Iiay
más.
D e s p u é s viene — creciéndole la cabellera — la caída en el s u e ñ o con
medio cuerpo. E l otro medio — en cálculo y goce pasados — es mío. Dor-
mimos. E l l a debe estar s o ñ a n d o en mis orejas. Y yo, en donde nace la
media luna. Esto y a casi despierto, tembloroso en s u vientre. Luego, el
estarse así, sin motivo, un poco r e g a ñ a d o . Pero en su espalda, m i deseo y
su mirada voltean horizontes de lluvia. E l frío s ú b i t o , transferido de su
piel, afecta la nerviosidad de los ratones. M á s allá de los dedos de sus
pies — espacio blanco, carnoso con vellosidades — otra vez los ratones.
A b r i ó las s á b a n a s de la m a ñ a n a , sobrexcitada, perdida de sí, toma-
da t o d a v í a de la noche en el transcurso del s u e ñ o a la toalla intimidad
del alba. A la última hora del goce en la que apenas queda uno con tierra
por los pies. Debajo, el mar está m á s cerca, dormido en verde.
PIEL DE VERANO
66
Orsay, pomo de olor coty, rouge, arena, corcho. Corcho. Arena y luz. Luz.
Pelo. Vellos. Humedad del pene por el susto.
Playa. Candor en los ojos de las vírgenes que el mar fornica. E l aire,
cornudo y gordo, pasa galanteando en re, mi, ja. Luego, se abre la flor de
pelo de madame Orsay, y sus ojos suben al cielo. Está en el goce. Una ola
la ha besado en el vientre. Vientre, o más bien sensación.
... Devant Véternité. Une femme adorable entre sans frapper. C'est elle. Elle
repousse légerement les bras qui la serrent.
(Nadja)
ANDRÉ BRETON
Baty, cintura de mar, ola de caricia. Baty, vuelan dichosos sus senos.
Baty, aurora en los puertos. En Harrogate, Baty, cock-tail veraneante. Sus
ojos arco iris. Canta su cuerpo en el cielo. Baty, sueño, sueño, sueño. Sueño
en las algas decorativas. Baty, alegría para los habitantes del coral. Baty,
agua pura sus manos en la música del día. Baty, sueño para los ángeles.
Baty, Pascua y verde lejano. Baty, cuerpo de mar y cielo. En sus párpados
orilla azul, bosquecito, mar, flor, sueño. Su cara, al Norte, pétalo de sueño
—floral amanecer—; al Sur, playa, automóvil, Polo Sur. Baty, cejas de
Japón marino en brillo de cinema. Baty, nariz junto a la niebla y frente a las
costas escandinavas. Baty, ojos por donde el mar se ha colmado en la
noche. Baty, recuerdo de pintura en filo de uñas, de paisajes. Baty, por un
lado, todo candor. Una nube cae de su frente, enternecida, que me vuelve
baby. Baty, cuerpo oriental que viene de la media luna, de las noches altas
y más allá del cielo, del canto y de las pestañas. Baty, toldito de sol y de
colores sobre la cabeza. Baty, su sonrisa aligera brisas nuevas. Por eso
ahora, junto al mar, el mundo se adelgaza en su cuerpo. Ostende, siente su
lejanía verde, de líneas precisas, en amarillo y verde. Baty, color de sol por
donde me voy a viajar el mundo. Baty, o los últimos descubrimientos. Man
Ray me ha radiografiado la flora lírica de sus palabras y de sus manos.
Baty, yo estoy en el mundo de la piel y del ángel.
ODETTE
67
En un espejo reservado a la noche, Odette cierra la nariz, los ojos y el
sexo. AI alba llega el humor veraneante de su cuerpo. Algunos hombres
sienten la mañana inmejorable. Su sonrisa se voltea en su ventana, en
abanico. El canario sabe cosas secretas de Odette. Lo sabe en pico y ojos,
en canto, en amarillo, en rubor, en colorado. Al frente de Odette, un piano
cae lento sin deshojarla. Esto es una cortina de lluvia. Después, Odette,
nuevamente, alta, delgada, verde, torna por sus ojeras a Occidente. Yo la
quedo mirando en viaje. El mar fuerte la golpea con golpes de peces en
los senos. La sombra cubre sus pestañas. Ella ha acabado de hacer algo.
Odette se pierde lejos del sueño.
* * *
68
íntimo equilibrio que ya es tuyo. Puedo jugar con tu destino como con un
cabrita. A mi antojo y deleite en el crimen rosado de tus uñas.
* * *
JOSEFINA BAKER
PROSA NARANJADA
(Chikikutz)
3
Se respeta la falta de concordancia de género del original. (N. del E . )
69
vil con su elegancia repentina de pájaro polar, las copas excítanse en un
ofrecimiento rubio, musical, gozoso. Mis dedos apréstanse afilados para
rasgar túnicas de tarde. Ya la luz del pernot son sus senos ebrios o sus
ojos recién nacidos de un canto. Las cejas de Betsa vienen del Norte, de la
caza de venados en la fragilidad de un camino inadaptado a la tierra.
Los venados que pasan con las nubes. Si yo pudiera quedarme aprisio-
nado en su pestañear que vigila mi deseo. Fuera de él, cercándolo, creci-
do hasta el invierno. Sin embargo, temo su caricia como a la resaca de los
mares perdidos en las noches. La temo como una dificultad viva, lla-
meante, alta, serena. Pero que vencería en la voz exótica de su nombre:
¡Betsa!
ESCENADE GÉNERO
Lily me espera tendiéndome sus senos por toda la casa. Si sigue así
la cosa, yo me voy a quedar entre su carne. Mas ella, con su no es posible
mon petit chéri, me va rondando las partes más dichosas. Le hablo de mi
próximo viaje al Perú. Y se afana misteriosamente y de encanto histórico
por una vicuña igual a la que vio en el Bois de Boulogne.
Pero ¿a qué viene todo esto? Si me da gracia de paraíso vivir por sus
contornos. La gracia de su sexo me hace feliz. Ella lo sabe y se ríe a carne
suelta en curvas que me hacen doler.
70
Yo me voy a ir al Polo Norte. Estrenaremos nuestra casa de novios.
¡Porque para toda la vida seremos novios!
Y de París y Londres se verá el humo de nuestro hogar y dicha. ¡Yo
no sé cómo me voy a poner de gordo!
* * *
APUNIT DE ÁFRICA
ÁFRICA
(Poema negro)
71
Los negros que se mueren nacen en los colmillos de los elefantes.
Los negros se vuelven blancos.
Y en los paisajes los mosquitos, como negros y en millones, son
cuartos de vidrio con miradas de vidrio.
Los malos olores de los negros hacen la guerra en el trópico.
¡ÁFRICA!
E l aire es negro.
H a y que luchar d í a y noche. L a s casas del s u e ñ o , anegadas de ser-
pientes hasta las ventanas.
Los ingleses que v a n al Á f r i c a lo saben. L l e v a n escopetas, negros,
libros para apuntes de viaje y m á q u i n a s Kodak para los monos intere-
santes de los paisajes.
72
Un liévre s'arréta dans les sain-
foins et les dochettes motivantes,
el dit sa priére á l'arc-en en del, á
travers la toile d'araignée.
RIMBAUD
SANATORIO
CINEMÁTICO
73
LA LLEGADA A EUROPA
CUBA
74
rostros de los marineros y de los pasajeros. Estoy seguro de que todos
sentirán un placer de ola.
Me dan ganas de ser una palmera y de agitar el viento a todas las
direcciones.
Todos saben que Cuba es una isla, y creo que todos los que hayan
leído una geografía también lo saben. Pero lo que hasta ahora no se sabe
es la manera de que el mar apague el calor de esta isla.
Cuba, en su situación terrestre, se ha retrasado. Pertenece todavía a
la época de fuego, si es verdaderamente que ha existido.
Pero toda isla es una liberación de la tierra.
Hace un calor de cobre, principié diciendo, y ahora lo afirmo porque
no tengo ganas de terminar.
El calor me ha agotado el pensamiento.
GEOGRAFÍA
75
Viena. Encajes, marfil. Siento su alegría de medio luto. Vals lento a
filos de copas de cristal de Bohemia, ya sin champagne, sin pelo rubio y
sin amante. Viena, ciudad viuda.
Estados Unidos, gran Stadium de los deseos contemporáneos.
La Europa central, llena de montañas granate, de bandidos aurórales.
Turquía, con su Pachá enfermo del estómago y cornudo de cuarenta
mujeres.
En Siam veo la cebra fina. Sus patas amorosas, de tan ágiles, pisan el
amor terrestre.
En E l Cairo, la media luna es un caligrama de Apollinaire.
Los faraones duermen en el tiempo con piedras preciosas, con dro-
gas sutiles y líneas cubistas. E l propio Picasso descubrió su estética en
un ídolo encontrado en Egipto. E l ídolo tenía en una de las manos el
Tiempo.
San Francisco está frente al Japón de las casas bajitas — frente a los
árboles enanos y a las trenzas malignas — antiguas — de los japoneses.
Los americanos de hoy se echan en las playas de San Francisco y
oyen en el mar ese rumor de concha de porcelana que produce el Japón
para la acústica del mundo.
En Kioto se adora la flor y el vientre de las vírgenes. Los vellos de las
japonesas son flores. A Kikou Yamata le ha nacido una flor en el sexo. A l
lado de un tocador de Europa.
Las japonesas son hai kais.
Los chinos son personas antiguas y se les debe tener desconfianza.
Saben todo lo de uno. E l cuerpo diplomático chino está acreditado en
todo el mundo. E n mi casa tengo un gato que es el ministro chino. Los
gatos viejos que se duermen tienen en los bigotes todo el cansancio de la
filosofía de Confucio.
Los chinos son productos de exportación, como el té y el opio. No
colonizan como los ingleses. E n donde estén es para ellos la China un
recuerdo pintado en mica. E l humo del opio es el cielo que Ies llega de la
China.
Los chinos son místicos, pero tienen la particularidad, en América,
de ser sucios. E l idioma chino está inspirado en el arte decorativo anti-
guo. E l chino sería el idioma ideal para el trabajo angustioso de los bu-
zos en el mar.
Los holandeses y noruegos, personas con mucho frío que estudian
filosofía. Oslo: algo así como un oso explorador, científico amundsiano.
En el mundo no hay quien no tenga un muerto en el Polo, cementerio
moderno. A l Polo Norte van a dar todos los vigías del espíritu.
Polo Sur. Balneario futuro de poetas y banqueros. Dirección: Paul
Morand y Blaise Cendrars. Administradores: los falsos católicos Jean
76
Cocteau y Max Jacob. Propagandistas: los rastacueros argentinos de to-
dos los países. Dirección cablegrárica: la poesía.
México, país de choclos y de Pancho Villa; de la chicha, del tamal y
de una palabra muy bonita y bandolera: «¡petate!»
«Pelao» es un ángel. U n corazón del pueblo. Es la ignorancia del
folklor. Pero es la pureza.
Pancho Villa, estirado como un caray, era violento y vegetal. Pancho
Villa, indio, tierra, candela, azteca, se hubiera comido a Cortés y a España.
Argentina. Puerto. Línea de vapores a la civilización colonizadora;
saludo y cercanía alfascio; compromiso con los judíos y tratantes. Repug-
nancia a la Argentina, por lo que tiene de agencia de mujeres y por lo que
tiene, principalmente, de nada.
Chile. Angosto paisaje de salitre, de mar y de hombres que tienen la
nariz colorada. Yo he visto en Europa tu propaganda del salitre. Tus
poetas cantan en todo el litoral. Sus cantos tienen la levadura biológica
del salitre peruano. Antes de la guerra no tenías poetas. Tus hombres se
morían de no cantar. Pero hoy en todos los puertos se oye el canto largo
y hombre de Chile.
Bolivia. U n cholo con poncho apestando a altura, masticando coca
y pesadumbre. Bolivia, una Llama parada en un cerro muy alto. Provin-
cia del Perú, cerca de Puno, por el lago Titicaca. (Datos para el turista.)
Bolivia no tiene grandes hombres. Éste es su mejor síntoma antiburgués.
Es un país de pequeños animales.
Bolivia, sin mar, es aún más terrible y lejana del ministro inglés
(anécdota).
Brasil. Grandeza de la selva y del mar. Café del Brasil, que tomé una
noche calurosa, en la Gran Vía de Madrid. Amazonas del Perú y del
Brasil. Río de plata líquido nacido en el Perú.
Hasta hace poco tiempo, no tenía ideas precisas sobre la Indochina,
país lejano, vecino de París. Hoy mismo conozco apenas su pulso, su
existencia. Sospecho, eso sí, su endiablada situación fronteriza con mis
uñas lejanas.
Todas esas tierras meditativas y exóticas tienen para mí calidad de
conserva. L a piel de esas tierras la he gozado en las cocottes cosmopolitas
de Europa, que llevan en sus cuerpos verdaderos países, mares, cielos y
montañas.
En los senos de una francesa conocí la pureza obtenida en la infan-
cia. Las madres cuidan en Francia los senos de sus hijas. Así, de una
manera tan pura, es como nace la prostitución en Francia.
Se cultivan los senos en jardines.
77
POEMA DE LA VOZ DE ALICIA
- 1 -
Es redonda mi felicidad. Los más alegres hombres del mundo viajan
en mi felicidad. Hay un torneo de yates en mi felicidad. El Derby de
Epson se corre en mi felicidad. La inquietud de los viajes al Polo regístrase
en mi felicidad. El exprés de Los Ángeles-Nueva York cruza por mi feli-
cidad. La fauna salvaje del mar y del cielo nace en mi felicidad.
7S
- 2 -
Me tomo u n cock-tail, que es la medida de m i c o n t e m p o r á n e a y viaje-
ra felicidad. Invito a R A M Ó N y al h o m b r e - a u t o m ó v i l de Sandburg, que
ha llegado a M a d r i d para seguir a E l Escorial y poder hablar con Felipe
I I sobre procedimientos de construcción eterna. Sandburg en seguida irá
a viajar por E s p a ñ a , a comprarla un poco con el sistema de dólares que
acostumbran los norteamericanos en los p a í s e s m u y antiguos y
semifeudales. Se volverá d e s p u é s a Chicago. E n su oficina de trabajo
arqueológico t e n d r á de auxiliar a Felipe I I . Pero siempre sentirá un mie-
do terrible de E l Escorial.
Sandburg, magnífico protestante en m i felicidad.
* * *
VIAJE
7Q
Y en la altura — que es la torre más alta — la luna va saliendo de los
mástiles.
Las nubes que pasan. En las lejanías caen sobre las torres.
Hay niebla entre los mástiles.
E l aire se mece con el aire. Y se mueven las cortinas de lo inesperado.
Los globos del paisaje se fueron por la niebla. Y el aire era un bote
según como se le viera.
Nadie tuvo los ojos de duda en esa tarde. Detrás de los árboles, como
de lunas, estuvieron las miradas ausentes.
Y el cielo, el cielo estuvo de viaje aquella tarde.
APUNTE MICROSCÓPICO
Tiende el compás, la línea, los diez dedos — abre la flor del alba —;
perfila la marcha de los peces por donde se vierte la luz del mundo. Casi
80
por sus pies — en un tratado novísimo de geometría — se inicia el mar, la
línea que va de la vida a la muerte por cauce de jacinto a desengaño.
A sus senos llega el mensaje de palomas del sueño, que la luna
explora por sus cabellos. Nivela el horizonte del mundo a los perdidos
náufragos. Da la alegría del alba, de laflor,del balido. Devuelve las uñas
largas del entusiasmo de Adán.
Si abre las pasarelas del cielo, nace Venus y el cordero. Si duer-
me, la desesperación fluye de las manicomios por el itinerario de los
espejos donde viven las olas enajenadas. Si apresura el goce de su oreja
izquierda, los habitantes de Marte se ponen verdes. Si enseña sus senos
entre las nubes del Oeste, crecen los lotos del Japón. Pero si duerme, la
dicha se cierra en curva de música. Si investigan su goce las palmeras,
Josefina Baker baila en las islas.
Ignora la lluvia en las montañas del Canadá, en los cuernos de los
búfalos, en la luna. Ignora el invierno. El verano nos viene de su piel, que
es el cielo del Sur de Europa. Es de arena su piel nómada, judía, antigua
como el canto del mineral. Su cuerpo huele a monedas viejas. Su anato-
mía siria, de metal mohoso.
Desesperación, sudor de sus axilas.
81
BULEVAR
(Madrid, 1926)
[83]
Junto a las vitrinas de modas, las mujeres aprenden a ser cocottes.
Son platónicas de a l g ú n modo estas mujeres de las ciudades de
terciopelo, de piel de animal, de puro sexo.
¡Cuántas veces las hemos visto p á l i d a s de abandono junto a las
brillantes vidrieras de luz!
E n los abrigos de pieles, las mujeres ponen su desnudez. Indudable-
mente, los abrigos tienen algo de cocottes.
Canto al abrigo c u y a voluptuosidad goza la mujer.
Bailan los bailarines. E l cielo es una pantalla verde. Y por las cade-
ras se les huyen los colores a los bailarines.
H a y una tonalidad expectante. L a s nubes se han adelgazado y es-
t á n danzando figuras de agua. E l agua no se quiebra en e l ritmo.
E n la ventana jorobada hay una ceja d e s t e ñ i d a como luna antigua.
E l cielo es una pantalla verde. Bajo sus flecos se han esfumado los
colores. Pero las losetas del patio tienen todos los colores del baile.
PETRUSCHKA
84
El nombre de Petruschka corría en el viento y movía las banderas. Y
por la ancha falda de Petruschka la tierra bailaba.
Los brazos colgaban del cielo. Se desdoblaron de alegrarse tanto. Y
todos los colores cosmopolitas cromatizaron a los bailarines que tenían
los ojos nortálgicos de arañas.
Y sintieron los bailarines que a raros caminos, sin torres ni cintas, el
baile se iba, se iba, se iba. Y el recuerdo de Petruschka era ya una tumba.
FORTUNY
sé qué hacer con este raro amor infantil de colegio, de clase con pizarra y
palotes; dibujos de muchachas con trenzas y las piernas gordas, peque-
ñas, velludas. Piernas con bigotes como en las pizarras. Indudablemen-
te, las monjas tienen la culpa de que las niñas tengan las piernas gordas
y deformes. Las monjas desorientan el sexo y afean a las chicas. ¡Pobres
las monjas, que nunca han sido mujeres!
Yo mismo no me explico ahora, aturdido, sin ella, después que no la
veo, lo absurdo de esta cita, de la que Rosa no sabe nada. Pero ¿es a ella
a quien cito? No lo podría decir. Gozo simplemente, con gran sugestión
para los celos, en la forma de amor imprevisto, que no se piensa, que no
se hace, sin futuro, completamente equivocado de puerta, en el hotel. O
¿acaso soy un enamorado de la calle? ¿Por qué encaminóme siempre a
Fortuny, cuando voy a enajenarme de repentina noche, de veredas sin
sueño? ¿Es tal vez el nombre? ¿Su aparición? Yo debo pensar esto con
más calma, como cumple a un relatador de los insomnios, de los menu-
dos sucesos nocturnos que le cogen a uno de los pelos, de aquellos que
no se ven. Todo esto es extraño. E n otra época quizá pasaría lo mismo.
s
Asi en el original. (N. de! E . )
6
Asi en el original. (N. del E . )
Sólo que en la calle Fortuny había ocurrido un crimen en la cabellera
arrancada de los silencios. Es la sombra de la calle Fortuny. Yo me replie-
go en ella como en roces del azar, dormido. Surgen entonces, húmedas,
labiales mis palabras que yo no digo ya sino a la sombra de la cabellera
asesinada. Debo confesar algún miedo, sobresalto criador de melancolía
oscura, agria, cada vez más sombra y filudo.
Nadie recuerda, yo mismo olvido el lugar, el color de ubicuidad de
la cabellera. ¿Es un amor con la calle, trasunto de mujer? Rosa no lo
comprende tampoco; solamente se ríe como de cosa imposible, pero que
en mí es verdadera, aunque sin sexo. He aquí la seguridad de Rosa, su
dominio de hembra sobre lo absurdo. Fortuny es una antigua calle de
amantes secretos. A veces pienso que es una mujer olvidada, con toca,
casi invisible; en otro tiempo, real, con los senos dibujados, gozosos.
Fortuny es la calle de la felicidad. Basten sus siete letras de hojas otoña-
les para ir de la sombra frutal a la felicidad. Fortuny, nombre de cita
descubierto en la noche del crimen.
¿Qué piensa el olvido, así, doblado de rodillas, tan pálido en la calle
Fortuny? Podría tomarle el cuerpo por donde cae sin padecer, sin ron-
quido, que ha perdido las corrientes hondas del pecho. La inenarrable
condición de ser vivo. Aquí solamente quédale la piel por donde los ojos
ven otro destino muy distante y oculto. Entre la piel, ya sin hombre.
NADA
86
El alemán sigue ojos al cielo y no se ha emocionado nada. Lleva en el
ojal izquierdo de la solapa una ñor. Y él no sabe por qué la lleva. No
parece tampoco puesta por mano de mujer. Se diría que es la flor
candorosa que los necios llevan en la solapa.
De repente, se ven que cuatro, seis, ocho líneas y un pie lento montan
una bicicleta. Luego, nada se sabe de las líneas.
A la niebla de las líneas, en la noche, cruza el joven alemán la tercera
avenida. Es la avenida de goma. El joven alemán ya no se mueve. Está en
el purgatorio parado en una bicicleta de líneas.
¿Es una cita?
Y el cuento del joven alemán de cuatro, seis y ocho líneas acaba.
Deseo vivir en otro país. Caminar por la rue Vavin. Tener miedo a un
automóvil al cruzar una calle, de noche, a distancia de bujías de una
mujer. En suma, deseo sentir en nueva conciencia lo sutil. Lo que ya ha
sido en otra época de mi piel.
Ahora voy por la rue Vavin. ¿Cómo está usted, me dice un ruso, en
pésimo francés sin dientes, sin bonita boca, amén de la oscuridad de la
noche que cae sobre Montparnasse. Pero nada. Yo voy en busca de esa
diabla de Lily que va por todas las calles de París, que entra y sale.
A la mañana siguiente el periódico Paris Midi, da a conocer esta
noticia:
«Xavier Abril, poeta viajero que vive en la actualidad en el Perú,
perdió el conocimiento en un antiguo estado vital, en la rue Saint Georges.
Se tomaron fotografías.»
87
estaba muerto. Cosa que ha de ser bien terrible de saber. Pero determiné en
un suicidio sin voz que estaba muerto. Me eché largo a largo en la cama,
pero uno de los espejos me autentizaba vida cuando estaba muerto.
Y en el calendario —que nunca faltan en las habitaciones de los
hoteles de segunda clase — taché el día de mi vida y mi muerte. Cosa ésta
muy rara para otros, pues por lo general, las gentes mueren nada más.
Y taché el 25 de marzo en su mañana. Y debió aparecer en los perió-
dicos la noticia. Pero no. Ningún testigo estuvo en el momento, único
momento de mi muerte.
COLEGIO
- 1 -
Cuatro líneas la mesa y cuatro niños en ella.
Cuatro líneas. E l mundo lo hicieron con cuatro líneas.
El colegio es un texto de geometría.
Y fuera de las ventanas, al verde liso, el horizonte es una línea bien
hecha: «Primer premio de geometría para el niño cielo».
Pero en sus casas, de noche, los niños tienen miedo a las líneas.
Ellos ven que se salen de los cuadros.
-2-
El niño observa, en su clase, que el asno también tiene cuatro líneas.
Pero no le dan el premio. Entonces piensa que el asno, como el hombre,
tendrá dos líneas. Y en la sala de geometría el profesor le da el premio.
Y ya tiene el niño dos líneas para hacer al asno y dos líneas para
hacer al hombre.
CIRCO
88
Pero la risa no estaba ya en el circo.
«Cinco minutos. Intermedio para niños. U n papagayo de colores
para el que diga dónde está la risa de Tom.»
Todos se vieron las caras. Y un chico acusó a su papá.
BAILE
LAS MOSCAS
Las patas de las moscas son más delicadas que la sonrisa. Las mos-
cas se comportan deliciosamente en el diálogo con la miel. Esto lo han
aprendido en las tiendas de té en Irlanda. E l pensamiento de las moscas
es mucho m á s sutil que la telegrafía sin hilos. E s nerviosidad, vuelo,
telepatía.
Las moscas son nuestras más fieles amigas: nos acompañan en toda
la enfermedad hasta ese período lánguido, asexual de la convalecencia.
Sin embargo, las moscas tienen un fin trágico debido a los adelantos
modernos. Ellas sufren los m á s rigurosos métodos terapéuticos. Sobre
las moscas se puede escribir cosas geniales. Pero yo nos las escribo por
temores de orden disciplinario de la inteligencia. Siento a veces la reac-
ción del método clásico. A pesar de todo esto estoy convencido de que a
las grandes hazañas epopéyicas, ha sucedido la Era que podríase llamar
microscópica. Así lo creo y entiendo.
Rehabilitación plena de la mosca en la Edad Moderna.
Lo único absurdo en la mosca es que no haya podido terminar con el
sentido sexual. E l coito de las moscas —que yo he observado casi con
intención astronómica — dura demasiado tiempo en el aire. Proceden sin
moral papal; están excomulgadas, en el índice, debido a que hacen el
amor libre excitando malamente a los enfermos de i m a g i n a c i ó n
suprarrealista. Ellas no se casan, prefieren, como en el régimen soviético,
el amor libre. Son comunistas, marxistas como las hormigas y, como
89
éstas, se saben de memoria o de tacto, ias condiciones atmosféricas y
económicas del tiempo. Por ejemplo: el invierno es burgués. Y ellas su-
fren rigurosamente en el invierno.
Con sentimiento sonámbulo podría aventurar la tesis de que las
moscas proceden del sueño negro de nuestras pestañas. Si esto se creye-
ra exagerado, ruego no creer nada entonces.
JEAN Y PAULINA
90
PEQUEÑA ESTÉTICA
1923-1926
Hay individuos que visitan las ciudades con sus instintos; otros,
con Baedeker. Hay hombres sin instintos, pero que tienen Baedeker. Es-
tos son los turistas académicos de las ciudades.
-2-
París es una ciudad cuyo sexo es inteligente, pagano, alegre. Madrid
es una ciudad simplemente sin sexo.
-3-
Los museos son el primer síntoma de reblandecimiento de las ciuda-
des. El que Nueva York tenga magníficos museos no prueba sino que hay
yanquis completamente seniles. E l museo en las Américas es una cosa
falsa.
-4-
Algunas ciudades tienen temperatura sexual. Sospecho que Roma
ha de ser sumamente interesante por el sentido histórico sexual de los
Papas.
-5-
Rasputín fue un Papa salvaje.
ESTÉTICA DE LA MUERTE
[91]
Las flores se marchitan cuando no tienen que recordar ninguna
pureza.
El sexo de la virgen es flor.
7
Así en el original. (N. del E . )
92
Es también delicioso seguir a los ferrocarriles en el trazado de los
planos. Sentir ese placer de niño que dice: «Ahora va por aquí, y yo voy
en el tren y no se hace ruido».
Hay en las gentes cierta envidia por los nombres. Cuando el público
oye hablar de un escritor de inmediato averigua por el seudónimo.
Hay dos clases de imbéciles: los que dicen bonito y los que no dicen
nada.
E l camino es un vagabundo.
CIELO
93
E l filósofo es el que escucha, le dijeron a la piedra. Pero ella no dijo
nada.
PINTURA DE MÚSICA
94
APUNTES SOBRE OTRAS COSAS
E l asno fue el primer creyente. A l menos, los ojos de los asnos son
sinceros. La religión se cree por los ojos y no de otra manera. Cuando
alegran las orejas los asnos, es que ya han hecho la primera comunión.
Cuando tocan a jubileo en las iglesias, sería bueno observar que, tras el
cura, en giro blanco, se encuentra el asno todavía en su limbo. En los
actos religiosos de pueblo — recuerdo de Belén— más se ofrende el asno
que el cura. Es un hecho en altar de palo de pino que la pureza es un
asno. Tras de las orejas, los ojos y el rabo se ve un remanso. Un establo y
mal olor. Esto es lo más delicioso de la religión católica: su mal olor.
POEMA
Hay un lugar adonde se van todas las miradas. Hoy vagaba en las
nubes su mirada.
El cielo se pintaba en la fuga de las nubes. Y las cornisas eran nubes
en mi casa.
Y en el cielo que estaba cerca de la glorieta, era vuelo de palomas el
aire.
EN LA ROTONDA. PARÍS
La B se ha comido la estética.
95
Las sombras. Yo las he visto llorar. Un día vinieron tristes como
demandándome piedad, dijéronme: «¡Todos nos huyen!»
LO PATÉTICO
El Greco, la pintura.
96
Los colores se aspiran en el aire. Ya no existe la pintura de lienzo. La
roba el ambiente de luz que se abre en las ventanas de los museos.
* A *
Si hay algo detestable en los conciertos, son las posturas graves que
toman los oyentes.
97
No debería de haber público.
Hay espectadores que hasta se creen el deber de hacerse los que
piensan oyendo música.
Tampoco debería de existir el pensamiento.
FILM
- 1 -
Hoy he aprendido mi primera palabra de francés: oui. Esto debería
ser todo el francés. E s la palabra que mejor pronuncian los franceses.
Bajan la cabeza hasta los pies.
- 2 -
Hay gentes de las que no se sabe cómo se conducen sexualmente. E s
un verdadero misterio. ¡Y por más que lo indagamos! Sería cosa maravi-
llosa — y ojalá — el ser un verdadero termómetro de todos los deseos. Ser
la estación y el camino sexual.
- 3 -
Hay mujeres tocadas de pureza entre nubes. Pero éstas suelen forni-
car con los santos, santulones de cera de las iglesias. Esto lo estoy escri-
biendo en el tren y frente a unas monjas. Me encanta preguntarme respe-
tuosamente qué clase de sensualidad tendrán. Siento un goce recóndito
y en viaje, como a un hilo de las personas.
-4-
E l paisaje no permite, dentro de su régimen natural —y de naturale-
za—, la lectura de libros, de esa manera salida de los trenes: un poco al
libro y otro poco al paisaje. Éste tiene una sutil malicia. A veces nos cubre
con un árbol. Sólo el paisaje es apto a la velocidad de un ferrocarril o al
ruido de un poema de Cendrars. Esto, porque quiere lo que le llega a
ritmo. U n libro es demasiado inútil al paisaje. Y los turistas tienen la
manía — los denuncio — de querer hacerlo hablar desde un apunte de
viaje o de un libro que es siempre una cosa que se para. Se sorprenderán
los geólogos y geógrafos de que en mis viajes haya visto paisajes sin
terminar. Cielos a la medida de los lagos y nada más. De la mejor manera
como viajo es mirando. Los ojos apuntan los horizontes y las avenidas
estelares que salen de los párpados de los niños que pasean en primave-
ra. Ved este paisaje del Polo. Una cuna de nieve y el niño cielo.
(En el sudexprés a Henday e-París.)
98
Cuando la muerte sucede en un hombre mozo, es necesario darle el
carácter de suicidio. Pues los jóvenes para heroicidad de la naturaleza
cuando mueren deben simular hasta la realidad el suicidio.
De otra manera, no puedo creer que tenga objeto vital la muerte de
u n hombre joven. Sería completamente absurdo.
STADIUM
E l gato es gótico.
E l gato hace ambiente de torres. A veces se sube tan alto, que en los
patios quedan sus pasos caminando.
99
PAISAJE
100
Para el cisne no hay más que el lago. ¡Quitadle esto!
Las flores cantan tan despacio que sólo las oigo ya por la noche en
los ojos de Betsa.
PASCUA EN PAISAJE
- 1 -
James Joyce está bien en el tren que lo lleva hacia la Pascua, en su
tren de madera de la infancia. E l humo y su palabra iluminan a los
árboles enanos de las montañas de Saint Moritz.
-2-
No he podido aprender a ver el paisaje solo. El automóvil, como la
nube, es una manera del paisaje. El hombre en su avioneta es más inge-
nuo que un niño. Las cosas que se hacen con seriedad son las de más
candor, las más celestes.
-3-
La Pascua hace crecer en Europa las barbas de los viejos. La Pascua
enternece a miss Amy, la marinera azul de Paris Plage, que extraña con
técnica de cielo —en dos horas de avión— los alrededores de Londres,
donde viven sus nietos bien alistados y con sueño largo sobre la Pascua,
junto al árbol iluminado.
-4-
Herbolarios chinos añoran la Pascua de sus hierbas. Farolitos. Pekín.
-5-
Pascua, casa con familia, con el hijito de Chaplin en celuloide para
reírse como un chicle. Pascua norteamericana con leche, con papás de
treinta años, alegres, auténticos.
101
- 6 -
E l n i ñ o siente la primera revelación del mundo en la Pascua. L a
Pascua es el juego candoroso del n i ñ o con los mitos. E l n i ñ o coge al
mundo por la Pascua. Entra al mundo por la Pascua.
_7_
E n los primeros años no se teme al candor de los animales. Es curio-
so advertir que conforme el hombre v a h a c i é n d o s e , establece s u separa-
ción del animal. Esta es una de sus primeras aristocracias. E l n i ñ o es
m á s fuerte que el hombre dentro del sentido de la Naturaleza: convive
con el animal, tiene su misma ternura y placidez.
- 8 -
L o s garabatos de los n i ñ o s son poemas a la Pascua.
* * *
E l hombre que se cayó de la escalera fue el mejor payaso en circo del día.
Y en la rotación del Sol debe de estar dando vueltas como en remolinos.
102
Auténtico: las tortugas salen de los remolinos y los p á j a r o s nacen en
el viento.
Estoy seguro de que ahora la tortuga es u n poema en el fondo s i n
color del espectáculo. E l fondo es la oscuridad de u n tubo.
Nota: H a b í a n nacido las tortugas sin intenciones, pero y a caminan.
Y se han precipitado a la ciudad.
Y a v a n en a u t o m ó v i l e s . ¡Las he poematizado!
¡Que caminen todas las tortugas del mundo!
* * *
Inquietud urbana. Los autos hacen él jazz band callejero. ¡Qué pobre
idea tienen de la m ú s i c a los t r a n s e ú n t e s !
103
Yo lo sé de antiguo. Fueron vagabundos. Y hoy les dicen árboles.
E l horizonte es de agua.
En Lima hay una cosa que siempre está de moda: que la gente escri-
ba mal.
104
E s positivo que hay gran a n a l o g í a entre m i spleen y las torres tan
altas de las iglesias góticas. Y en las noches de sombras que recortan las
cruces, m i spleen es un color que sube las torres hasta el aire.
CIRCO
APUNTE DE UN MINUTO
SOBRE EL CIRCO
* * *
105
La aventura moderna que, históricamente, nace con el mercantilismo
o crecimiento capitalista, tiene su truco en el seguro. La aventura con-
temporánea y deportiva se distingue de la hazaña heroica simplemente
en un juego y truco de candor: en el seguro.
Las escenas medievales y caballerescas se han mineralizado y en-
mohecido tanto en la penumbra del mundo, que son ahora fantasmas
perdidos en el hollín del tiempo.
Respecto de Zola, yo creo que sólo los carniceros están o pueden
estar interesados por vender las carnes descompuestas del naturalismo.
Sospecho, además, que en todos los países del mundo existen buenos
postores deseosos de hartarse de ellas. Los pequeños burgueses. Confie-
mos en que algún día el hambre organizado terminará con el naturalismo.
106
DIFÍCIL T R A B A J O
XAVIER ABRIL
DIFICIL TRABAJO
(ANTOLOGIA)
( 1 926 - 1 930 )
EDITORIAL PLUTARCO
M A D R I D - 1 9 3 5
Este libro representa una etapa ya superada por el autor; debió
publicarse en 2932. La Editorial Plutarco
lo tenía en prensa desde ese año.
Dificultades mayores no han permitido
que saliese hasta la fecha.
E n el ejemplar con el que trabajamos se lee la siguiente dedicatoria de puño y letra del
poeta: «Para A l i c i a , en cuyo corazón he visto nacer ei alba de l a poesía y del amor /
X a v i e r / Madrid, 1936». ( N . del E . )
Vivo, pienso y escribo. No todo escritor vive para pensar; la mayoría piensa
para vivir. Como no soy un puritano ni un inhibido seminarista, amo, gozo
y deliro. Demás está decir que sufro, si todo lo vital concurre en mi destino.
X. A.
[111]
L A POESÍA D E X A V I E R A B R I L
(ESTUDIO)
E. A. von Westphalen
[113]
ha dado siguiendo la particular disciplina por la que, según Novalis, «lo
involuntario deviene voluntario», enfermo de sueño y ensueño, con vas-
tas y maravillosas floridas, a consecuencia alguna vez de una vibración
demasiado fina de la brisa o las pestañas, otras de la intencionada ternu-
ra de una flor, del súbito goce de un nuevo equilibrio, de un color casi
sueño, del peso tenue de la luz sobre unas retinas hipersensibles, en fin,
del sobresaltado e inacorde galopar de su corazón enfermo. Los ojos de
Xavier Abril se abren con la ineludible significación del que ha batallado
por siglos en atmósfera de mitología, más allá de la «noche oscura».
Todo es allí, por razón de una necesidad irretornable, videncia y palpo
del misterio en su ser natural. Esto es: la alucinación, la actitud poética
espontánea de Xavier Abril. Recuerda la manera de los iluminados, o
sea, que pertenece a la magnífica categoría de los Rimbaud, Jarry, Ducasse,
de los poetas alucinados de los que, como observa T. S. Eliot, «saltan
bruscamente en un mundo de sueño», y les es ya imposible retornar de
él. Y comienza entonces «the experiment», el «difícil trabajo», el conmo-
vido y seguro delinear una arcangélica «guía del sueño», el olvidar si en
algún tiempo existió el descanso, la tranquilidad — descanso, tranquili-
dad?, ya recordamos: «anterior al balido», etc. —: el poeta debe su delirio
proseguir, su locura, y dejar lo establecido, la naturaleza sin fantasía,
«les natures mortes», en que se complace el resto de la especie de los
«hollow men», de los «stuffed men». Así, Xavier Abril ha conseguido en
su poesía presentarnos su experiencia en carne y hueso propio de tales
espeluznantes y enternecedores sucesos:
114
que la poesía tiene un rostro poco agradable en estos últimos años, des-
tila un corrosivo veneno que les ciega y sus pulmones marchita. Su inso-
lencia y sus escupitajos, su seguridad en este principio de propia insufi-
ciencia que se muestra en el artículo 11 de la proclama en «transition»
(n.° 16-17): «the writer expresses, he does not communicate», han lleva-
do a hablar de «the cult of unintelligibirity», como lo denomina Max
Eastman, del hermetismo poético, del carácter incomunicable de la poe-
sía. Nosotros debemos, sin embargo, protestar de esas denominaciones y
aserciones que hacen suponer la existencia y realidad de lo ininteligible.
Nosotros nos lo explicamos todo, aseguraba hace poco Xavier Abril, no-
sotros tenemos esta certeza que expresaba hace medio siglo Isidore
Ducasse, conde de Lautréamont: «II n'y a rien d'incomprehensible».
Nos ofrece Xavier Abril un ejemplo — que la radiografía de su esque-
leto también atestigua: esqueleto «style xx, siecle» — de la poesía de este
siglo con la suya de sigilo y presentimiento, de esta poesía que no quiere
significar nada, se podría decir, si, en verdad, no significara todo, o al
menos nuestra época — ¡todo! — al combatirla y al completarla en lo que
no es y debe ser, al crear, como Bernard Fay piensa, nuestra época. Ase-
veración que podemos oponer a Mr. Aldous Huxley, cuando, preten-
diendo determinar los límites de la poesía encuentra que la actual no es
verdaderamente nueva, pues para ser tal, opina él, debieran los nuevos
descubrimientos de la ciencia y la filosofía ser sus sujetos de emoción
poética. Las esencias, olvida así Aldous Huxley, poéticas, a las que antes
nos hemos referido y que son completamente a los menesteres científicos
y filosóficos ajenas, y, por tanto, imposible que puedan trocarse en su
contrario éstos, en lo que les es opuesto, como no pueden las nubes gua-
recerse en el interior de las casas ni la mano tocar el vacío, en experiencia
poética, y vivir en el poema, ser temas del poema. «Hablar hoy día de
poesía filosófica, escribe Paul Valéry, es confundir ingenuamente condi-
ciones y aplicaciones del espíritu, incompatibles entre ellas». A la poesía
de ideas, falsa poesía, absurda, de metafísicos, teólogos y escolásticos,
a la poesía didáctica al igual que a la de sonidos, la poesía-música o
simbolismo, la que nombra Ezra Pound: «melopeya», «y a la popular y a
la académica», ha sucedido una vital, dinámica, del movimiento del ser,
cinemática. El mundo de la imagen es venido a nos con su séquito de
proporciones y desproporciones, sucesión, desquiciamiento, desvaneci-
miento, desdoblamiento, disminución y ampliación, monstruosa multi-
plicación, lo informe, el microscopio, la lente, los olvidos, la inconciencia,
el mito, con «mitos y más mitos», como desea Eugene Jolas. La calidad de
no esfuerzo aparente, pero, en realidad, de dura labor comparable a la
que determina la cristalización o la sufrida eclosión del vegetal, de ha-
llar y expresarse en la más profunda naturalidad, en lo que es origen y
115
no establecida formalidad de belleza, debe la poesía contemporánea a la
imagen y su absurdo. Porque es ella la síntesis y la nueva creación, la
adánica calificación, las cosas según un fresco nombre y no con el usado
y sucio rótulo que el diccionario adjudica. Sólo el violento salvaje que es
Xavier Abril, el sin miedo explorador de subsuelos y subcielos era capaz
de esta definición: «geranio o pequeño crimen del perfume». Y es de
preguntarse en qué obscuridad y lejanía adquirió su voz tal timbre con-
dicionado de primitiva emoción y admirable ternura, por qué locura y
qué pureza su sensibilidad se afinó e hizo tan lúcida hasta conseguir
sentir esa «flor muerta debajo mi sueño» o «las raíces del cielo se han
profundizado en mi pecho».
(Es de notar la similitud correspondiente a las intenciones parejas
de la imagen en la poesía y el cinema, o mejor dicho, de sus consecuen-
cias. Pues en ambos es el principio copulativo el substancial: el choque
de realidades ajenas que sucede en la frase, transcurrir literario; en el
montaje, transcurrir cinematográfico. Se sujetan, así, poesía y cinema, a
la realidad de la interpretación dialéctica del arte, y, en consecuencia;
«al principio dialéctico del movimiento» —son estas palabras de S. M.
Eisenstein—, que se encarna en el conflicto, como en el «principio ele-
mental y esencial de toda obra de arte y de todas las formas del arte». En
el cinema esta colisión es la de las direcciones gráficas, escala, espacios,
masas, profundidades, etc., en la poesía es originada por el accidente
gramatical, por la catástrofe gramatical que realizan la contradicción
real o aparente, la negación de propiedades físicas elementales, lo con-
creto en lugar de lo abstracto, lo general en lugar de lo particular y vice-
versa, la disyunción, etc., es decir, lo que llama Louis Aragón: «formas de
aprehensiones de la idea puramente sintáxicas, por inventar cada vez»
(sic). Esta última cualidad de impremeditación es importantísima: es la
que asegura espontaneidad, verdad poética, ardiente y profunda y clara
verdad, precisión de íntima realidad, de introvertible realidad, de la que
hace exclamar a Xavier Abril: «en el agua y en el fuego veo el origen de
mi canto». De este modo nos asegura contra todo huero gramaticalismo
de poesía intelectualista, contra toda poesía definible como vasto
«calembour», que quiere Jean Cocteau. Por la perspicacia y agudo olfato
de su proyectante nariz, ha logrado Jean Cocteau percibir que la más
digna y valedera poesía, el más valioso e imperecedero arte, exigían al
poeta, al artista, sentirse, estar, en peligro de muerte de un extremo a otro
del recorrido de su experiencia estética. Y de ello ha sabido aprovecharse
para simular el peligro: peligro circense, siempre de prestidigitador, de
acróbata con red contra el improbable vértigo. En su literatura todo se
convierte en truco, es truco, hasta «Orfeo» no certifica sino del truco de la
muerte, de otro «secreto profesional». A l arabesco, preciosismo, false-
116
dad, ridicula perversión, burgués e inútil estetismo, tecnicismo de la lite-
ratura coctoniana, es bueno oponer, por ejemplo, la pujante voz desga-
rrada y sexual, de terribles tensiones, honda, dolorosa de Rafael Alberti,
o la insistente, amanecida, reveladora, atormentada de Xavier Abril.)
Llegado en la época en que sentimos los primeros vagidos del admi-
rable infante, divino infante: el cinema, del que nos ha dado el excepcio-
nal regalo de un sentido más para lo patético del misterio y por el que
poseemos un ojo arbitrario aunque «más maravilloso». Dice Blaise
Cendrars, «que el ojo a facetas de la mosca», que nos permite inéditas
realidades y una reformada física, era natural que Xavier Abril sintiera
por él algo más que simple entusiasmo divertido y supiera compenetrar-
se del amplio contenido humano y genial que encierra. Que es lo que con
claro instinto y adivinación del nuevo ritmo cardiaco que significa, en su
«Radiografía de Chaplin» nos enseña, conforme a exigencias de novísima
mitología. Radiografía y análisis de Charlie Chaplin en medida exacta
de puras reacciones químicas, fisiológicas y anímicas de más recóndita
humanidad es la que realiza. Y ellas han revelado a Xavier Abril el secre-
to del incomparable trágico: estaba en sus huesos, en lo oscuro de su
osamenta, en las córneas, en lo espectacular y tierno de las pupilas que
un cosmos crean y crían, en su derrotado chaqué de lacerante y lacerado
romanticismo, en lo íntimo humano de cada gesto según el corazón o el
ánima imponen. Sólo él o casi él solo (también recordamos ahora a Louise
Fazenda y la terrible insistencia con que nos hacía pensar en la defeca-
ción de una paloma en el aire) ha salvado lo arbitrario, lírico, puro, gro-
tesco, primitivo del cinema para el duro vegetar del hombre en este siglo,
es decir: la despreocupación, y alegría de la especie joven en legendarios
días de peregrinaje, heroicidad y comunidad con la naturaleza. El senti-
do del humor, gracias a él, subsiste y se ha difundido por las más apar-
tadas regiones del globo; gracias a él se asegura por dar él fe, la posibili-
dad de una auténtica alma ecuménica, emocionable por igual ante la
nueva pantomima: el hombre de los cinco continentes frente a las trému-
las pestañas de Charlie Chaplin, se sabe en pureza y libertad. Y también
nada como el cinema, depurada realidad, menos realidad y más reali-
dad (que podemos demostrar como consecuencia de su producción eco-
nómica y científica, de laboratorio, actitud similar a la del Hebdomeros
de Giorgio de Chirico, que llegó a «prendre des allures de chirurgien de
haute école»: arte con asepsia de guantes cirujanos y erinas), para hacer
vibrar las más emotivas cuerdas, la más fina sensibilidad, la del poeta,
la de Xavier Abril. ¿El cinema o nuestra felicidad? No creemos, sin em-
bargo, necesario hablar en este momento de su grandeza a decadencia
(¿decadencia?, indudablemente del cine hecho en Hollywood de Los
Ángeles o de él imitado; pero los cineastas rusos elaboran la nueva epo-
117
peya a l dar vida artística a su credo que es el nuestro), del porvenir
subsiguiente a su actual crisis; todos sabemos que como expresa Benjamin
Fondane, « u n e gran partie d u p o é m e est sur le seuil du suicide». De la
otra parte estamos seguros, en cambio, de que hoy como nunca está m á s
pletórica de vida y realización: las palabras han llegado a repetir el bor-
donear irreprochable de unas alas batidas de ángel, a imitar el sorpren-
dido y temeroso salto de u n canguro sobre el improvisado o b s t á c u l o de
tres hongos gemelos y nostálgicos, a transparentar el silencio en sus
variadas posturas e increíbles groserías de n i ñ o mimado a l que atraen
los objetos desechados, los miasmas p ú t r i d o s , a realizar nuestros m á s
fervientes deseos: « e n t e n d r e parler u n langage de catapulte, á ecrouler
les plafonds, á d é c o r n e r Ies b o e u f s » . E n el Apocalipsis estaba la imposi-
ción del tono poético que h a b í a de predominar. Louis A r a g ó n hace refe-
rencia en s u Traite du style, al í m p e t u dispar que jadea en e l i n o r g á n i c o
abismo, en lo profundo de la nada poética: la poesía necesita cosmos que
devorar, dioses que destruir, los diluvianos animales que ocupen u n
lugar en su vientre, el infinito desierto para convertir en mar con el des-
borde de sus cotidianas y p e q u e ñ a s necesidades: «la poesie est par
essense orageuse, et c h a q u é image doit produire un cataclysme. I t f a u t
que 9a brúle!».
Cuando el tenso grito y temblor de p o e s í a se desvanece en otra at-
m ó s f e r a , es posible obtener u n dato: la literatura de Xavier A b r i l , por
ejemplo, tiene «color de a u s e n c i a » , sus poemas tienen cuatro patas,
animalidad y resonar y eco de los cascos de la gacela. Aunque igualmen-
te puede permitirse la « d e l g a d e z indecente» y la creación de una dicho-
sa por poética geografía terrestre que cumple en su libro Hollywood. E n él
nos gusta hallar el manifiesto desenfado «que dando vueltas por el idio-
ma se d e s n u d ó de las palabras hasta quedar a pie sobre las íes». T a l v e z
no sea necesario a ñ a d i r que siguiendo el m é t o d o surrealista, h a sido en
gran parte escrito; es decir, siguiendo la línea que v a «del s u e ñ o a la
creación», el m á s exigente y absorbente m é t o d o . Pero sí debemos, ya que
como toda obra literaria, es nudo dialéctico en su presente de una evolu-
ción y u n porvenir, darle el rango e importancia que merece y que es s u
vaticinio de tan esplendorosos frutos: «Taquicardia», «Guía del sueño»,
«Difícil trabajo» y «Crisis». Y t a m b i é n apagar nuestra voz y elogio, por-
que bien puede pasarse sin ellos la poesía cuando de verdadera se trata.
Y éste es el caso de la poesía de Xavier A b r i l .
(1931)
118
TAQUICARDIA
(1926)
Todo el presente de uno rodando por las calles del mundo con sus
choques del alma y su asistencia a tiempo.
Embriaguez. Taquicardia.
En las mañanas resulta que nos han cepillado los ojos y amarrado
las pestañas. Y no podemos salir de nuestro sueño como si hubiéramos
entrado a dormir en casa ajena.
* * *
[H9]
Estamos en dos naturalezas a un paisaje sin ruedas, baldado, casi
enajenado, ausente, sin grandes pruebas de verdor.
* * *
Estamos angustiados sin noche suave para nuestra vida. ¡Si recor-
dase todo lloraría hasta por la carne!
120
A veces todo se ha vuelto ruedas. El blanco es el color de telaraña en
que se ha caído, durmiendo. Quizás cuando movemos los ojos nos late el
vientre como a animal o hacemos muecas grotescas. Todo esto puede
suceder sin que lo sepamos.
Han tocado una puerta, pero tan despacio, que el aire parece haber-
se vuelto un hombre tímido. Y tampoco se puede abrir por el temor de no
encontrarme con nadie. Porque a veces han tocado en otra parte y no han
abierto.
* * *
Recuerdo las noches sin luna y sin sueño. Noches al fondo mismo
de nuestra impotencia. Iba caminando. Las narices frías. Y tomándome
el pulso por miedo a la taquicardia. Se ha sufrido bastante. Lo he sentido
honradamente en el correr angustioso, a surcos, de la sangre.
121
¡Los esqueletos! Y con las sábanas me he cubierto los ojos para que
no penetren en ellos.
* * *
* * *
Las manos se me han dormido y las creo ajenas. Estas manos no son
de aquí. Entonces veo mi fuga. ¡Me voy! Pero cada vez más la angustia
me golpea los ojos que van fuera y lejos de mí, despavoridos.
122
Otro día cruzaba por los vidrios de los ventanales y sin hacer rui-
do. Veo mi propia fuga. Se es el mismo gozando, sufriendo, caminando,
durmiendo.
* * *
Muy pocos saben lo que sucede en las noches. Los que duermen,
naturalmente, no tienen sino buenas digestiones. Pero los que no dormi-
mos y traspasamos las noches con nuestras miradas, sabemos a qué
exacta y huérfana palidez nos vamos. Conocemos el destino vacío de la
noche y el económico del día.
* * *
Huía de los ruidos y de las paradas del ejército. Esto último daba
náuseas como un criadero de piojos con las cabezas blancas.
Había que salir por las calles con la angustia del cuarto encima,
haciendo esfuerzos por no pensar. ¡Pero maldita la idea! si me tembla-
ban las manos y los pies me pesaban como enraizados a la tierra.
123
Me da por las m a n í a s . E s u n d í a que me levanto morado. Hablo m a l
del arte y de sus secuaces. M a t a r í a a cuanto imbécil que con u n poco de
inteligencia encontrara. Porque esto es lo peor: ¡ese poco de inteligencia
en los imbéciles!
* * *
Y para todo esto los viajes que no nos alejan nunca de la playa m á s
mísera. Porque, al contrario, pensamos m á s en nuestra pobreza. E n la
casa cuya chimenea no ha de echar humo.
* * *
124
Y después venimos a caer en la cuenta, que es lo peor. Pues el pensa-
miento nos da vueltas en un lugar en el que no estamos.
* * *
Esto nos va comiendo hasta los huesos. Sube un gran asco a nues-
tras narices.
* * *
125
GUÍA DE SUEÑO
(1925-1928)
ESTADO DE LIBERTAD
Línea por línea y sin gravedad, sin densidad, sin volumen, heme
puesto a mirar fuera de mí.
INSTINTO
[127]
CONCIENCIA
Hace infinito mes del calendario que ha estado por nacerme esta
conciencia. Y hoy que me sale a los ojos, suéltola a toda correr — sacando
tierra — en la senda de recién nacidos.
EXPERIENCIA
Por esto, por lo más y por lo menos, quiero tizarme de color a colori-
do desde la cabeza hasta los pies.
PUREZA
128
RIGORDELSER
No quiero decir nada que esté fuera del ritmo que me calza. Y que
todo sea sencillo como mis pies al caminar o como cuando echado sobre
mi cama en expansión de brazos, ciñóla y doime a ella a toda gana, hasta
quedarme libre línea de serenidad.
DESESPERACIÓN
RETORNO A LO PERDIDO
a PABLO
Esta vez que vuelvo de viaje no hallo a mi madre muerta. Sólo la casa
vacía, hundida del lado de su ausencia. E n las paredes agrietadas de
desconsuelo, trepan la yedra y el tiempo.
Mas ella me falta como puede faltarme el corazón, la boca, las manos
o el despertar.
129
CASA AUSENTE
Cuanto pasó aún transcurre por lo sutil del tiempo. Los recuerdos
de imágenes familiares afinan estremecimientos sombríos, patéticas ago-
nías, ahogados silencios nocturnos.
DEFENSADELAVIDA
LUCHA Y VIDA
130
las ganas de querer. De hombre contra hombre. O bien de amor contra
amor.
PARÍS
a JEAN CASSOU
La vertu américaine
L'alcool de peau et le pain des yeux
La richesse du riche et le vice d'hiver
Le rire tiéde et l'algue d'urine.
RlBEMONT
131
CANTO DE MAR EN SOLEDAD
Hay días en los que uno no se levantaría. Días hechos con las pastas
de las biblias viejas que leyeron antiguos señores.
Este día movido de agua hacia costas de plata es el mismo día en que
yo nací. Lo reconozco en el desorden de tanto amor.
NATURALEZA
SANGREYTIERRA
132
Siéntome a tu costado y entre tus venas me pierdo, Así, caigo en la
sanguínea cuenta de que para entonces se habrá vuelto cuna tu sonrisa.
¿Qué pasa? Siento que sufren los dedos menores. El cardio. El círcu-
lo rojo en mi cuello y fuera de mi cuello. ¿Hasta qué número se va a
sufrir? ¿Hasta qué golpe de sangre y qué escalera de huesos habré de
bajar, subir, rodar?
Y por fin caer en mí, despedazado, del andamio que hice de este
sufrir cuanto es posible.
IMPRESIÓN
ADVERSIDAD
Estoy enfermo y sé por dónde corren los malos vientos, a dónde van
a perderse las miradas de los enfermos. Conozco la aproximación de los
árboles en el invierno. E l agua y el fuego luchan como animales en las
entrañas de la tierra.
133
En mi oído percibo el sumergirse de náufragos que se vuelven plan-
tas en el mar o los que sueñan con ir al Polo y establecer un hotel como un
buen negocio.
Tal vez en el hospital nadie oiga nada. Pero va a morir el hombre que
está junto a mí. ¡Horror! Por la manera de mirar la luz sé cómo terrible-
mente va a morir, ahogado y con los ojos salidos como algodones.
PERSECUCIÓN
134
también la mía. La de mis brazos. La libertad en fuga de mis deseos por
los tejidos finos a través de las noches lentas.
INTIMIDAD
Estás en mí tan lenta que pareces agua continua. Te veo caer en mis
últimos sueños, en blancos espacios de soledad. A la distancia mínima
del deseo y de la belleza.
135
SÍNTESIS DE VIDA Y DE POEMA
DESIGNIO
PAÍS SURREALISTA
1,° Hay otro lejano, verde, cielo país sin nombre, pero en el que pien-
so siempre, en el día, en la media noche; cuando duermo y no duermo, y
yaces en ese país que tiene el color de tus manos salidas del sueño.
PAISAJE EN EL SUEÑO
136
INVITACIÓN A LA VIDA
ELOGIO DE LA LOCURA
NOCHE
ORIGEN
137
VOCACIÓN DE SOLEDAD
Un gallo canta por la niña muerta. El día amanece por la niña muer-
ta. El sol muere por la niña muerta.
138
SENTIDO NUEVO DE LA CIUDAD
LA CIUDAD ERÓTICA
Aquí, por donde paso, han gozado. En esta cama en donde duermo,
han gozado. A l lado de este cielo, frente a los ojos de mi novia, han
gozado. El mundo lo han gozado. Salido de mi pureza, siento que mis
formas han gozado.
HOGARENLA REVOLUCIÓN
— Ha vuelto a nacer rojo para los hombres el nuevo hogar del mundo.
VAGABUNDA
139
DIFÍCIL T R A B A J O
(1929)
CREACIÓN
FANTASMAS
Las escalinatas, en las noches, daban al vacío, de suerte que sólo los
fantasmas bajaban por ellas sin hacerse daño. Las escalinatas se per-
dían musgosas y húmedas en un secreto de naturaleza. No caían a nin-
guna parte que no fuera a lo desconocido, en certero golpe, en materia
sufrida y por sufrir.
[141]
Y no comprendimos jamás el significado de un herraje y una palo-
ma sobre el corazón de un hombre muerto.
FUEGO OCULTO
RIESGO
142
entre el silencio y la dureza de los guijarros, pensé en las formas del
mundo bestia y árido de ternura. La piedra dábame tal susto en su natu-
ral soledad, que no podía articular mis rodillas. Mi pensamiento era
nulo. No pasaba a las rótulas. Por no querer desfallecer no me di lástima
en soledad tan propicia. En el momento de la ira sentí despeñarme. Pero
un cardo que salió de su borrosa y oculta grieta —como de ausencia de
mujer — sin más lamento que su propio tinte, me hizo caer en un mundo
cerrado y penitenciario en que, por igual, hombres, piedras y vegetales
habernos de sufrir.
143
L a s mismas flores envenenadas por ocultos suicidas de primavera,
por el olvido de la respiración de p e q u e ñ a s plantas extrañas y apagadas.
Los frascos de las boticas donde se hacen las grandes tranquilidades.
TRÓPICO
para CARLOS
Los ratones dialogan a los pies de las mujeres con malaria, ocultas
en el trayecto de la fiebre del bosque, en la extensión perdida de las
manos, en los remansos. Los ratones viven d o m é s t i c a m e n t e con los ojos
en blanco aletargados por u n s u e ñ o faquírico donde crecen flores y ani-
males, avispas, ojos y ñ o r e s . L o s hombres venidos de A s i a claman en
medio cuerpo la temperatura del p l á t a n o , único color del trópico. En
p ó s t u r a s horribles, en las formas del s u e ñ o y de las cejas del silencio. E n
la forma del p á r p a d o o del grito o de la piel o de la madera o del animal
dormido. E n la forma del diente o de la piel reseca del vegetal o en la
forma de la cabeza que cae por lo alto de la muerte dejando en el espacio
una hebra de l á g r i m a s sin ojos.
144
a las mujeres con malaria. Las u ñ a s de los ratones fornican y fornican los
ratones. Nacen lindos ejemplares japoneses que no son precisamente
flores sino ratones. Que no son l ó g i c a m e n t e ratones sino u ñ a s con mala-
ria y horribles ojos, y lo que es peor t o d a v í a , con patitas blancas, lívidas,
p e q u e ñ i t a s , afiebradas.
RECUERDO DE ANIMALES
a E . A. VON WESTPHALEN
a J . M . EGUREN
145
cuerpo; en los cabellos que caen solos de la muerte; en los cabellos que
viven d e s p u é s de la muerte. M i ojo g o z ó la línea que y a no es la flor sino
el perfume, que no es el perfume sino la flor no nacida.
a MARCEL BRION
146
estatuas carcomidas, sin senos, sin amantes! Yo me siento todavía co-
barde cuando recuerdo que las he abandonado en los días oscuros de lo
gótico.
Las pequeñas florecitas negras que nacen entre los dedos de las
estatuas. La luz, también en forma de florecitas.
El mundo terrible de las estatuas rotas, muertas, sin nariz. Las esta-
tuas feas, cuyos brazos están dispuestos bajo la tierra.
GEOMETRÍA
Una línea, casi tus brazos, el alba, tú al nacer, es la vida —; una línea
más pura que el agua, más suave que la muerte de los peces—; una línea
es el secreto del mar y de tu sexo —; una línea el narciso de la geometría —;
qué sencilla es la vida: una línea; qué suave la muerte; nada, principio de
línea, niebla, música, seno y goce: vientre donde se insinúa la línea.
ÁNGULO DE LUZ
147
He bajado a la línea del color, de la carne en 39°. Eso, sí, los párpa-
dos qué pesados corchos rosas; he sido constante con un pequeño ani-
mal muy parecido a la uña, una uña grande y además con baba. El vidrio
era también un pequeño animal. Solamente había una diferencia en el
cuello, en la manera correcta de ponerse la corbata.
MATERIAS
CALLES ANTIGUAS
a EDUARDO
Voy por las calles de piedra, las antiguas calles de piedra, por las
casas de piedra y los hombres de piedra, a la soledad entre el barro y la
lluvia de piedra. Estoy más solo que nunca entre la historia y los muros
de piedra. Penetro a una iglesia gótica do piedra. Y los fieles negros de
piedra. Y la seguridad de estar completamente perdido en este mundo de
piedra. Anduve solo por las calles, errando entre los seres de piedra, los
terribles seres de piedra y de plegaria. Fui olvidado de los designios de la
luz en esta ciudad sin cielo. En esta ciudad del humo y de la piedra.
148
HISTORIADEL GERANIO
MUERTE
Vino la muerte por entre la corriente del vidrio y del mineral—; aso-
m ó el ojo y la cabeza, el blanco y la nada. E l aire s i n n i n g ú n ejemplo de la
muerte, pinceló con ternura casi de flores la m á s c a r a donde m o r í a el
propio ruido, el gas, las cartas y la voz. ( E n los ojos del muerto: la madre,
la casa, el j a r d í n y las p e q u e ñ a s necesidades.)
L a verdad está en los ojos del que quiere revelarlo todo —; oscurezco
de terror —; veo los p á r p a d o s vendados de u n m í n i m o cielo —; compren-
do el vagar de u n ojo sólo, de un dedo o de u n a tibia. Y comprendo todo
esto como la muerte dibujada cuando niño. Q u i é n sabe adonde lleven los
p á r p a d o s cerrados, llenos de humo negro — ; los p á r p a d o s cerrados de
los vendedores de cuero y de a l g o d ó n — ; los p á r p a d o s cerrados de la
m á q u i n a — ; los horribles p á r p a d o s cerrados del que no puede abrirlos
por el azul violento que el cielo dispara a los c a d á v e r e s .
149
PERDIDO
EXALTACIÓN
150
El paraíso negro lleno de animales divinos, del bisonte amante de la
virgen y de las estatuas bizantinas.
Relataba el pez a los animales que vuelan. Creía que los geranios
eran ojos de animales encendidos. Un pez con ojos de estampa, de esas
estampas en que los chinos tienen ochenta años de seda.
El aire salía por los vidrios con tiernos colores. Una enferma de
asma convalecía lo más bien en la avenida de los crisantemos a la vista
de aquariums que parecían dibujos de ángeles. Una tosecita era en la
mañana como el abrirse de una flor.
151
AMBIENTE
V
Bastante feroz estoy ante el ambiente del perfume. Hay una flor muerta
debajo de mi sueño.
2 o
DIAGNÓSTICO DELALUZ
ELEGÍA
152
Sus cabellos, sus manos y sus senos desvelados abdican lo absolu-
to. Todo esto vive menos ella que no existe sino en la frágil pronuncia-
ción de los tallos o de algún viento dorado, mago de geometría. Todo lo
demás es sueño. Menos ella que es mar y es olvido, yedra y espectro de
idioma pronunciado en el albor de sus dientes y de su emocionado estar
en la vida y en la flor, en el mar y en la muerte.
153
CRISIS
(1928-1929)
ALUCrNACIÓN
[15S]
ÁNIMA PERDIDA
al D r . OLIBER PASCUAL
Hondos barrancos,
huellas de aves
y huesos humanos que endurecen
el acantilado de muerte.
Penden neblinas
del ¡ay! más ténebre y oculto.
Esqueletos cavan
su propia soledad
en piedra olvidada
para los ojos y la luz.
156
Las olas ayudan
el oscilar angustioso de las sombras.
Si se la mirara,
las cabelleras caerían largas
sobre la ausencia y el desfallecimiento.
El cielo apenas
madura enternecido
en lágrimas vivas
A tientas,
el bulto de la tarde
tropieza
en la grande soledad
con el esqueleto del hombre.
El resignado cuerpo
ofrece a la luz muriente
el cadáver del cielo.
F i n del alma.
VOZ OCULTA
Oculto en la primavera.
Buscadle.
Con el aire daréis en su lenta respiración.
Os enseñe el galgo
la ruta de los setos
y de las lomas,
que en césped albea el corazón
y los ojos del animal
ven siderales flores,
los diminutos nacimientos,
las estrellas,
y todo lo que en la vida nos es dado.
ITINERARIO DE LA LOCURA
158
Su grito hace rodar el cielo,
cerrar los p á r p a d o s de la noche,
al recién nacido de la noche.
DIAFANIDAD
E l bosque no será
ni el cielo de tu senda.
A p á g a t e silenciosa,
mas no te vayas de esta soledad,
mas no tires de m i alma
que a interiores se queja,
en despoblados silencios, desamada.
159
MANDATO
a CÉSAR VALLEJO
Y la dificultad para v i v i r
que es nuestra vida,
de la noche a la aurora
y del s u e ñ o a la muerte.
160
llegaré al cielo del m á s fino goce —;
adelgazo la idea de viajar por sus caderas
en la latitud de los cuerpos perdidos
que amenazan sangrientos la última epopeya.
ÚLTIMA CRISIS
a NORMAN MACLEOD
E l cuerpo y la mente en d e s v a r í o
entregados al e n g a ñ o de l a relación
y del pensar cobardes.
161
Esta noche estoy asido
a mi propio terror.
En mi recóndito naufragio
se oscurece el cielo del mundo,
se apagan sus ojos encendidos
y quiébrase el vivir.
162
DESCUBRIMIENTO DEL ALBA
XAVIER ABRIL
DESCUBRIMIENTO
DEL A L B A
EDICIONES FRONT
COLECCION POESIA
1937
^ Qdvfc ^
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A - 4 J
1
G. co ¿
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ESTÉTICA
[167]
Así la Poesía nos desnuda a los hombres
sin que haya tiempo para sentir la muerte.
Nuestras vidas son un agudo o leve temblor
que apenas se diferencia de los minutos de la flor eterna.
PAISAJE DE MUJER
168
¡Qué difícil es distinguir entre la noche
y una mujer ahogada hace tiempo en un estanque!
169
tu s u e ñ o al m í o no hay sino olvido)
SILENCIO DE JAZMÍN
171
Tu cuerpo está cruzado por las tempestades
desde que el mundo existe y el hombre es responsable
de cuanto habita y crece de floral en la vida.
Se confunden en su ser
las materias dichosas del mundo.
172
ELEGÍA FINAL DELOS RECUERDOS
BAJO CIELOS OSCUROS Y TORMENTAS
NOCTURNO
(Sin sombras,
amor sin eco
y silencio).
173
Fue un suave rumor,
una mirada,
¡y me sangró la vida en lo interior!
174
Considerad d e t r á s del tiempo de m ú s i c a s y lluvias,
su definitiva posición, su color personal,
su nombre y a perdido y las palabras de su boca.
Como si lo supieran, los p á j a r o s dialogan a duro pico
con arbustos y p e ñ a s de la quietud natural.
175
Es el padre, son los hijos
quienes tumban los árboles del tiempo
y que en parcelas de quietud
reposarán exentos de tributo,
ausentes del ozono y de la magia de los espantapájaros
que desvalija el vendaval.
ASESINADO EN EL ALBA
176
es la guitarra muerta en las venas o en los ojos del vino,
la voz seca y gastada, terrosa de la copla que amanece
dolida en las grietas lamentables del hombre,
el desgarro a filo de una reja.
(Una palabra ahogada bordonea en un corazón sin respuesta).
(Plenamente en el éxtasis
de la sangre violenta,
rodo en sus venas despiertas
o flor desvanecida en los senos).
Ill
Si te confunde el cielo, si te descubre la luz en las espigas,
dime, ¿qué haremos con la cabra salvaje que rasga el amanecer?
178
La tranquilidad es una rama de olivo
que los pájaros llevan en el pico.
PATÉTICA
180
LA ARREPENTIDA DEL AIRE
Es el alba,
la luz nacida en los ojos del caballo.
El río,
corriente perdida de sus manos.
En pendientes precipitadas,
en la luz alta y perfecta,
parece fuga de los aires, intocada.
RETORNO A LO PERDIDO
En la su villa de Ocaña
vino la muerte a llamar.
MANRIQUE
a PABLO
Esta vez que vuelvo de viaje no hallo a mi madre muerta. Sólo la casa
vacía, hundida del lado de su ausencia. En las paredes agrietadas de
desconsuelo, trepan la yedra y el tiempo.
Mas ella me falta como puede faltarme el corazón, la boca, las manos
o el despertar.
181
VOZ OCULTA
Oculto en la primavera.
Buscadle.
Con el aire daréis en su lenta respiración.
Os enseñe el galgo
la ruta de los setos
y de las lomas,
que en césped albea el corazón
y los ojos del animal
ven siderales flores,
los diminutos nacimientos,
las estrellas,
y todo lo que en la vida nos es dado.
182
Os recuerdo entre s u e ñ o s , Dulcineas,
guitarras situadas en la sangre,
a l desamparo del aire.
A una sola línea del s u e ñ o , del color que es su vida. E l mundo de mis
manos se vuelve sutil en s u cuello. Luego, se pierde el mundo. Esto y a es
el gozo, la media luna, el canto de primavera. De sus axilas veo emerger
la estación, el verano.
183
LA ROSA ESCRITA Y OTROS POEMAS
(VERSO Y PROSA)
(1987)
XAVIER ABRIL
LA ROSA ESCRITA
EDICIONES FRONT
COLECCION POESIA
Vol. V I I I
HISPANOAMERICA
DIALÉCTICA DE LA ROSA
LAROSA ETERNA
En la mañana nacía
Vestida de su alborada.
En la tarde fenecía
Cual la rosa de la nada.
[189]
Estaba abierta de día,
De noche estaba cerrada.
Cantaba como gemía,
Sentía cuanto lloraba,
LA ROSA DE SUNOMBRE
LA ROSA 13
190
La espina del que sufriere
Punza el alma que solloza,
Hiere aire con que nos hiere.
Señera de su deshora,
Arcana Luna brumosa,
AI tallo del aire aflora
Vago sexo de la rosa.
LAROSAHUMANA
191
Rosa quieta, vista,
Angustia el ojo,
¡Ay, quema la sangre!
192
Rosa a la Luna, erguida,
Fuga de música,
¡Ay, eco la sangre!
INTERMEDIO DE LA ROSA
Esta Primavera habría que dedicarla a un poema sobre la Rosa que hu-
biera escrito, sin duda, en el caso de haber sido persa. La poesía de la
abstracción atrae más que el objeto fijo y realista. La flor es un pretexto,
en este caso, para embellecer el mundo. Hay que bregar, pues, en la tenaz
locura de dar con la forma de un poema que sea más delicado que el ser
que piensa y que el perfume que aspira. Insistir siempre en la rosa que
recuerde su nombre. ¿Nacerá esta flor que devora la mente? Que ocupe
193
un lugar en el espacio, de una piedra derruida por el tiempo, de un grito
incendiado en el pecho, de un rayo detenido en la frente. En fin, se ha de
confundir con la vida y la muerte. Que sea una rosa sin límites: la rosa
cósmica.
LA ROSA IMPOSIBLE
ETERNIDAD DE LA ROSA
194
Figuras de gobelinos
Beben nostalgias en vano;
El recuerdo de los vinos
Trasunta lagar humano.
LA ROSA ABSTRACTA
195
LA ROSA DE LA SANGRE
(Sonetillo flamenco)
A Rafael Alberti,
viejo amigo y admirado poeta.
Desgarra su sentimiento
—Sombra de saeta herida —
Por el ruedo del tormento
AI toro de la cogida.
LAROSAPÓSTUMA
Me veo, distraído.
Hablar con la neblina,
Transitar en la noche,
Agostadamente por las venas,
Si cabe, del sollozo,
A l lado del destino.
196
El transparente hueso
Gime endecasílabo.
Es la rosa disipada
En la noche de la orgía;
Senos de la encantada
Forma que se consumía.
(Madrid, 1927)
LAROSAQUEFUE
197
OTROS POEMAS
PATÉTICA OLVIDO
(Poema dramático)
-H-
-m-
[1991
-IV-
-V-
200
-n-
A nadie se parece ni es parecida a nadie.
Está envuelta en las nebulosas de la huida
Deshaciendo las rosas eternas del tiempo.
-n-
AIlí la tenéis: en la rosa abierta,
En la luz del cielo permanente;
Es el Alba que nace en el esparto,
El silencio de una flor jamás vista
Ni reconocida en la sombra de la Luna.
-m-
201
CUARTO CUERPO DEL POEMA
- I -
-n-
-BJ-
202
-IV-
-V-
EPÍLOGO
- I -
-n-
PRIMER POEMA
al arpa, al rincón,
la lágrima y los mur-
ciélagos de la propia
noche del arpa.
203
Porque el arpa es la atmósfera de la música íntima, del rincón amado, de
la lágrima lenta. E n la amena floresta del entresueño, los párpados se
ocultan y los labios ahóganse en tenaz mutismo. La indiferencia le musita
al Olvido una secreta palabra de tristeza. A l lado del arpa sólo sobrevive
con decoro el silencio. Viste el traje negro de la melancolía o la mortaja
obscura de un recuerdo: sombra de camafeos, indescifrable fisonomía de
ternura remota.
SEGUNDOPOEMA
Las casas mueren inevitablemente. Las que son no fueron Jas mismas en
otro tiempo. ¿Quién advierte el penoso fallecimiento de las casas, de los
hogares? ¿Alguien acierta a percibir cómo mueren, en dónde se inicia la
caída, en qué momento? Hay quienes sospechan que algo se pierde o que
cambia, incluso que desaparece para siempre. E l caso es que una casa
principia a morirse de la misma manera que sus inquilinos. Hubo épo-
cas en que una casa principiaba a decaer, a morirse, por el salón; otras en
las cuales la decadencia se originaba en el comedor y, por último, cabe
recordar, sin intención alguna, que la ruina se señalaba en la alcoba. En
este punto, no mueren los enseres sino las personas: el amor, los pensa-
mientos, los sueños, el quehacer íntimo. Algunas veces, muy pocas, la
1
Se mantiene la concordancia que figura en el original. En el poema, 'arpa' se usa también
como sustantivo masculino. (N. del E . )
204
muerte se iniciaba en la Biblioteca, la cual constituía una especie de
funeral de la frustrada dicha doméstica, en la que sobra la fantasía y
huelga la imaginación. De la cocina no hablemos: muere sólo con la
miseria.
205
E l piano muere a pesar del jardín próximo, del gato hechicero e incluso,
no obstante, de la lluvia nocturna que cala al piano hasta las cuerdas del
sonido. E l piano muere con la dignidad de un antiguo señor de levita y
chistera. Pero, sobre todo, muere el piano, indefectiblemente, cuando lo
toca en una hora increíble una niña difunta. Nadie descubre con qué
decoro de laurel extinguido se evade el piano por entre la sombra de su
propia tortura. El piano entonces acredita el recuerdo de un polaco ge-
nial y maniático que se moría de eso: de Luna abstracta y de piano con-
creto y contumaz. ¿Morirse? Nadie se ha muerto, como Chopin, de piano.
El propio piano sabe de esto. Id a buscar entre la herrumbre de un jardín
abandonado el piano muerto, el acorde insistente, la estatua del amor,
desnarizada, absorta, ciega, pero que sigue oyendo la melodía extingui-
da del piano desaparecido.
Los fantasmas no toleran sino las cosas serias. Hace falta adultez en el
trato para ganar su confianza. Los fantasmas no disfrutan del aprecio
social, cortesano. Ellos, por eso, sólo viven en los sueños de los durmien-
tes. Ocupan las alcobas. Nadie se entera, desde luego, cuando un niño
asustado dice papá y algo clandestino se oculta en el fondo del ropero o
en la intimidad de la sangre.
206
E l fantasma está perdido en el mundo: no ha logrado entrar en la edad
adulta de los mortales. M á s bien, s i queréis, se ha salvado, y a que perte-
nece ligado a la infancia, feéricamente, como u n fuego fatuo disfrazado
de m u r c i é l a g o . Los fantasmas no envejecen n i se jubilan. No pertenecen
a ninguna burocracia sino al reinado de la tiniebla.
(Buenos Aires, 8 / 1 2 / 1 9 5 1 )
Este verso
línea del horizonte
ojo profundo
luz aire semilla
U n hondo vacío
el hombre
sumergido
en sí
mismo
Es el pasado
actual
Dijo HOMERO
Su HEXÁMETRO FLORIDO
Cantó el rayo
atravesando el
ESPACIO y el T I E M P O
que aún no son palabras ecos
el MAÑANA de SIEMPRE
(1958)
207
BIOMBO ORIENTAL
la pintura el bulbul
en
persa
De hoja en
hoja
ta nota
desciende
al color
de la música
pura
La escala baja
a la fontana
en el
TIEMPO se diluye en gota
de
agua.
(1973)
208
SONETOS
- I -
LA MIRADA EN LA SANGRE
- U -
PLENITUD DE AMOR
[209]
Aliento en el escorzo, flor, venero,
Tallo de ardor, fluir desesperado,
Que traspasa el cristal de lo sincero
Cayendo en el placer avergonzado.
-Ill-
CONFIDENCIAL
(1939)
-IV-
AUTORRETRATO
210
Es el dicterio a veces medicina
Que cura vanidades sin mollera.
(1940)
- V -
SEPULCRO DEL TIEMPO
211
COLOFÓN 4
Antes del pie de imprenta hay una página que lleva el título de colofón. Al final de esta
figura la numeración del ejemplar: «095». L a incluimos por [a información que brinda.
(N. del E . )
212
LA ROSA ESCRITA
(1996)
XAVIER ABRIL
LA ROSA ESCRITA
Muchos poetas provenzales hay que hasta cultivan la oscuridad para con los literatos
mismos y se encierran en ese trobar clus o poetizar arcano que constituye la deses-
peración de los filólogos e intérpretes modernos.
Lo que más hizo pensar que la poesía tradicional era producto misterioso de edades
primitivas, es el hecho de que se va extinguiendo en un país conforme en él va avan-
zando la cultura moderna. Pero también la cultura moderna está en peligro de extin-
guir toda poesía, según profetizan algunos, y, sin embargo, no debemos participar de
tales temores. Claro es que la excesiva exaltación moderna de la individualidad del
artista compromete mucho, no sólo la universalidad de la obra de arte, sino su más
elemental eficacia; la poesía, cada vez más, renuncia a ser expresión de sentimientos
dilatadamente humanos, para encerrarse en cavilaciones reservadas a un cenáculo
de iniciados; las escuelas luchan por crear nuevos tipos de poesía singulares en su
totalidad, apartadizos, aislados, atormentándose tras algún preciosismo que, como
lenguaje cifrado, no quiere ser comprensible para todos, y, más aún, se avergonzaría
de llegar a ser demasiado comprendido de cualquiera. Pero es indudable que, por
último, se afirmará en definitiva el artista que arrogante y sencillamente afronte el
peligro de ser entendido de todos, el que, como los más grandes poetas de todos los
siglos, tenga algo que decir, lo mismo a la muchedumbre que al hombre selecto y
podemos esperar que, aún más allá, una educación más elevada, efectiva e integral
del hombre, podrá traer que la poesía vuelva a ser sentida en común, expresando y
uniendo emociones colectivas, como en los mejores días de otras épocas de gran flore-
cimiento que hoy miramos con admirativa envidia y siendo entonces el arte lo más y
el artista lo menos, podrá renacer cualquier forma de poesía anónima y tradicional,
pues la vida de ésta no depende de la cronología de la cultura, sino de la orientación
del hombre.
[217]
1
DIALÉCTICA DE LA ROSA
2
NACIMIENTO Y ELEGÍA DELAROSA
Señera de su deshora,
arcana luna brumosa,
al tallo del aire aflora
vago sexo de la rosa.
[219]
3
LAROSA VACÍA
4
LAROSADELDÍA
Ausente de primavera,
que la memoria venera
vagando por su destino.
220
5
VARIACIONES SOBRE EL MISMO TEMA DE LA ROSA
En la rosaleda trina
la color pausada y leve;
rosa que nos ilumina
con su mirada tan breve.
En el ocaso la rosa
sueña soñando su herida;
desmayada, dolorosa,
fugaz, lejana, dolida.
Es la rosa de la herida
quebranto del ser querido
que nos olvidará la vida
en jardines del olvido.
6
LA ROSA MÚLTIPLE
221
7
LA ROSA ETERNA
En la mañana nacía
vestida de su alborada;
en la tarde fenecía
cual la rosa de la nada.
8
LA ROSA DE SUNOMBRE
9
LA ROSA DELA SANGRE
222
Desgarra su sentimiento
en sombra de saeta herida,
por el ruedo del tormento
al toro de la cogida.
10
ETERNIDAD DE LA ROSA
11
LA ROSA 13
223
En la suerte del que quiere
su destino de querido,
en el perfume que fuere
amo la rosa que olvido.
12
ELEGÍA A UNA ROSA
13
LA ROSA
224
14
LUNA YROSA EN EL MISTERIO
Figuras de gobelinos
beben nostalgias en vano;
el recuerdo de los vinos
trasunta lagar humano.
15
LAROSAHUMANA
225
Rosa quieta, vista,
angustia el ojo,
ay, quema la sangre.
226
Rosa a la luna, erguida,
fuga de música,
ay, sigue la sangre.
16
COPLA
227
17
COPLA
18
COLOFÓN
Ya retorno de la rosa
sin brisa ni amanecer.
El ensueño: toda rosa;
la pena: toda mujer.
228
LAS ESTATUAS DE LA SANGRE
I
SONETO A EDITH
n
LA MIRADA EN LA SANGRE
[229]
Se ve el mundo, la cosa, lo acabado,
en pausa de placer y de sentido;
llega un día de ritmo terminado
y comienza de nuevo lo sufrido.
III
PLENITUD DE AMOR
230
DECLARACIÓN EN NUESTROS DÍAS
XAVIER ABRIL
DECLARACION EN
NUESTROS DIAS
EDICIONES FRONT
COLECCION POESIA Y PROSA
Vol. I X
HISPANOAMERICA
PRÓLOGO
X. A.
{1986)
CANTO DE LA CIUDAD Y DEL HOMBRE MODERNO
POEMA DE SIBERIA
[235]
Siberia es donde más se ha dolido la tierra.
LA PUERTA DE LA HISTORIA
(Smolny, oct. 25 de 1917)
236
La puerta del Trabajo está abierta de par en par,
Por ella sólo no pudieron entrar
Las hordas de la barbarie mecanizada,
Los «especímenes superiores»,
Cuyos modelos fueron Hitler, Bermann,
El cerdo Goering, el enano Goebels.
Puerta definitiva de cuantos murieron
Para nacer
Abriéndonos la Puerta del Alba nueva
Para siempre en guardia
Defendiendo los símbolos de la hoz y del martillo
Contra la cruz gamada y el crimen derrotados
En Moscú, Leningrado y, definitivamente, en Stalingrado.
237
Con un gesto que aún no olvida
El triunfador ni el derrotado.
238
Los días antiguos con hambre y ataúdes.
Cadenas y Siberia, ya no existen.
Los días de largas caminatas
Por bosques y desiertos.
Con tempestades en los riscos y en los cuerpos,
Con cadenas en los brazos
Y sin humedad en las gargantas, ya no existen.
Y no existirán mientras la Revolución y el Sol
Vivifiquen por igual la tierra.
239
L a s víctimas de la Guerra C i v i l ,
Los depauperados y sin pulmones casi,
Los de la lucha diaria y el corazón excitado.
240
¡No pudieron remediarlo,
Siglos de siglos imponía
Ese oscuro mensaje de asesinar el Alba,
De apagar la luz en los ojos del cordero!
Ya no es el tiempo ni el vacío,
La muerte personal, ni la pared de silencio
Difícilmente recostada en la tarde destruida.
241
Son los ojos heridos de esa mujer
Que mira cómo el cielo que no existe
Es aquel que ha perdido su víspera y su mañana,
Que no reconoce las formas de la luz
Y disperso en la sangre vaga en las oquedades.
¿No sentís cómo se pierde en la mortal relación
Que el tiempo y el aire proporcionan?
En medio de la dispersión,
El luto de las criaturas, la suerte de los vecinos,
Los rostros ennegrecidos en los calabozos,
Los lamentos como ecos de hierro,
Los sollozos de los sótanos,
Los seres que ya no tienen sino tierra encima,
La anticipada oscuridad de los ojos desiertos,
Cuando se han desencadenado los fríos de la especie,
El fin próximo y el deseo de vivir clandestinamente.
242
ASTURIAS: MINAS Y CEMENTERIOS
(Octubre, 1934)
243
Por entre riscos de tortura y tenebrosos parajes de muerte
A la elevada luz y la armonía futura.
244
Los campos y la luz mollar de los trigos,
La alegre balada de los corderos
Sin vísperas de cuchillo y degüello.
ln mcmoriam
245
la forma ciega que dibuja el fuego,
y, sobre todo, quiero la misma muerte
que es la muerte que yo pienso.
Sueño de corazones,
ignoradas relaciones de los seres secretos
que confundió la vida entre candidas flores
y desengaños y esperanzas ahogadas
como estrellas ocultas de tardes que han muerto.
(1938)
246
Los hongos se quitan el sombrero
Para saludar en el Otoño
El rocío de la inocencia vaginal.
PADECIMIENTO EN PARÍS
247
Los hombres de una clase oprimida
Deben darse la mano. (Romped las sangrientas rejas
Que guardan el capital y el c a d á v e r del pueblo.)
* * *
248
En este cruce de dos épocas, ¿quién tiene razón? ¡La vida! Sí, ami-
gos, la vida está de nuestra parte. ¡Somos la vida, la tierra, el taller, el río
y la tormenta! ¡La fuerza unida del campo y de las ciudades! ¿Vosotros,
quiénes sois, en nombre de qué estáis todavía, a duras penas, sobre vues-
tros vacilantes huesos podridos?
Esa es vuestra razón, la razón del espectro, de los fantasmas. L a
peste de la usura y de la avaricia: la muerte lenta a interés. Eso sois. Así
tenéis completa razón atragantada. Nosotros somos el amanecer: la luz
de las alturas; vosotros: las sombras sepultadas.
E l espectro, la sombra, el cacique, el guardia civil, el cura, el militar
y el chulo fascista, todos a una: «ese es teatro, no razón».
¿Desde cuándo la verdad es concepto irreal para los picaros? Deci-
didamente no comprendéis la clara y humilde razón del Alba. ¡Sombras
vacías y sin ojos!
La razón del trabajo proclaman los sindicatos obreros. El señor bur-
gués es ya su sombra hundida, carcomida por dientes de lechuza y de
beata.
(Se supone que ha nacido una nueva época)
La música de campanario se ha callado en la muerte; una salvadora
máquina de hoces ha segado a los podridos vecinos de la parroquia.
«Ja, ja, ja», ríese el viejo tiempo con mueca propietaria. Tenéis razón,
vieja zorra, honorable cadáver, vieja puta desdentada, lechuza religiosa.
¡Tierra sin hambre!
Es nuestra razón sin máscara, la razón de la nueva vida.
Málaga, 1936
249
POESÍA INÉDITA
XAVIER A B R I L
POESIA INEDITA
(1921 - 1976)
EDITORIAL G GRAFFITI
N O T I C I A BIO-BIBLIOGRÁFICA D E X A V I E R A B R I L
-1905-25-
[255]
marcó el inicio de una amistad que cultivaron después largamente en
Europa, entre los años 1927 a 1936, en que Xavier se separó definitiva-
mente de Vallejo porque retornó a Perú a raíz de la guerra civil española.
-1926-
-1927-
256
Ese mismo año (1927) Xavier Abril viajó a París, donde lo esperaba
Vallejo, que, a solicitud de Pablo Abril, funcionó un poco como hermano
mayor de Xavier.
A pesar de la diferencia de edad que los separaba, la relación entre
Vallejo y Xavier se transformó en una amistad auténtica, tal vez por la
coincidencia en la vocación poética de ambos y la vivencia de experien-
cias dolorosas —y también gozosas— compartidas íntimamente. Esta
realidad es desconocida por algunos críticos y especialistas en Vallejo
que ignoran la vida y la obra de Xavier Abril en su verdadera dimensión
y que César captó —con su inteligencia y sensibilidad extraordinarias —
desde un principio.
Es el caso de dos escritores de reconocida fama en las letras hispánicas: Félix Grande y
Américo Ferrari, ambos estudiosos de Vallejo. El primero me expresó, en una breve
entrevista que mantuvimos en Madrid, que le interesaba publicar en la revista que dirige
(Cuadernos Hispanoamericanos) la correspondencia inédita entre Vallejo y Xavier y
me propuso que hiciera un artículo sobre el tema, que no le proporcioné, porque lo que
me interesaba a mí prioritariamente, era publicar un artículo sobre la poesía de Xavier
para divulgarla en España donde pocos lo conocen. Lo mismo había ocurrido con Vallejo,
a quien Xavier se encargó de promover intensamente, en su triple condición de alto
poeta, noble amigo y lúcido y polémico crítico de arte.
Américo Ferrari, con quien conversé en la residencia de estudiantes de Madrid en 1992,
sobre César Vallejo y Xavier Abril, casi nada conocía de la relación entre ambos, tal vez
porque se dieron a conocer las cartas dirigidas a Pablo y las destinadas a Xavier permanecen
inéditas.
En esta oportunidad tuvimos la posibilidad recíproca de conocer verdades importantes
que ambos ignorábamos. Le regalé libros de X . Abril editados en Montevideo a los que no
tenía acceso, y a su vez él tuvo la gentileza de dedicarme tres libros de poemas suyos, que
tampoco se consiguen en mi país. Su condición de creador, la más importante, está
lamentablemente obnubilada por la del ensayista y famoso critico de Vallejo. Este mismo
fenómeno ocurrió con X . Abril en los últimos arios de su vida: le conocían más como
crítico de Vallejo, Eguren, Mariálegui, Mallarmé, etc., que como el poeta que 50 años
antes había sido aplaudido por las personalidades más destacadas de las letras europeas c
hispanoamericanas. La veta más entrañable de ambos, fue la relegada, y este destino
común de algún modo los hermana a pesar de las severas críticas y discrepancias de
Xavier con Ferrari en materia de interpretación de Vallejo. No se conocían personalmente
y, sin embargo, se rechazaban, sobre todo Abril a su compatriota, a quien le hablé de
Xavier para poder esclarecer, por lo menos, alguna de las facetas desconocidas de su
«fantasmal enemigo», el Poeta del Alba. Después de nuestras conversaciones y de la
lectura de sus poemarios, especialmente de La fiesta de los locos (Barcelona, 1991)
llegué a la conclusión de que si se hubieran conocido y compartido una discusión frontal
sobre Vallejo, habría sido otra la actitud de Xavier que -—me consta, porque conozco sus
gustos literarios— habría aplaudido fervorosamente conmigo La fiesta de los locos del
mismo autor que había censurado como vallejista. Desearía que mi intervención sirviera
a Ferrari para «descubrin> a X . Abril —como Vallejo ya lo había hecho casi 70 años
atrás— y las voces de los poetas compatriotas pudieran unirse y hacerse oír a ambas
orillas de los océanos en ¿o fiesta de los locos, que es también la de la palabra poética. [De
aquí en adelante, de no indicarse lo contrario, las notas son de María Luz Canosa Ortega.
(N. del E.)]
257
En 1927, César Vallejo comienza a valorar a Xavier en su condición
de poeta y a su vez va creciendo en Xavier la admiración por su amigo-
hermano mayor al que le dedicará, después de su muerte, los cuatro
libros de crítica que dan fe de ello.
En París, Xavier comparte con César veladas literarias (sobre todo
en el café de la Regencia) y también penurias existenciales. Ello está
documentado en el epistolario entre C. Vallejo y los hermanos Pablo y
Xavier Abril en el que he investigado a fondo.
La correspondencia entre Vallejo y Xavier es escasa con relación a la
que César mantiene con Pablo, que es copiosa entre 1924-31; pero ade-
más de que en 1927 Xavier estaba viviendo en París, siempre que iba, lo
visitaba. Vallejo tampoco podía comunicarse con Xavier como con su
hermano para pedirle apoyo económico y consejo porque no correspon-
día al rol que le había asignado Pablo de «rector» del joven veinteañero
que era Xavier y porque tampoco tenía los recursos de su hermano ma-
yor. No obstante esto, Xavier, siempre que pudo, le prestó ayuda econó-
mica y espiritual a César como está documentado en las pocas cartas
inéditas que aún conservaba Xavier en su poder al momento de su muer-
te {enviadas por Vallejo a Xavier entre 1926 al 36).
En abril de 1927, Pablo Abril se va de España pues será sustituido
en su cargo diplomático, lo que genera en Vallejo y en Xavier una preocu-
pación muy grande. En carta del 4 de abril de ese año dirigida a Pablo,
Vallejo le dice lo siguiente: «He recibido carta de Xavier. Está muy mejor.
La primavera le sienta bien. En estos días ha vuelto a asistir a sus clases
y está resuelto a conservar la beca, por lo menos, hasta que usted vuelva.
No tenga usted cuidado, Pablo. Si ocurre alguna novedad, se lo avisaré
enseguida».
En agosto del 27, la salud de Xavier ha empeorado y está ya instala-
do en Francia. En carta de Vallejo a Pablo del 23 de agosto le dice refirién-
dose a Xavier: «[...] su enfermedad sigue en el mismo estado, aunque está
ya curándose en una forma más seria y regular. Vive en un hotelito muy
cómodo, donde también come y disfruta de absoluto reposo. En cuanto a
sus proyectos de Cannes, Niza y demás puntos turísticos del Mediterrá-
neo, creo que ya no piensa en ellos. Le digo todos los días que es menester
que se cure de preferencia, pues, de lo contrario, nada podrá ya hacer y ni
siquiera escribir versos vanguardistas. Ojalá así lo haga, aunque creo
que lo más prudente es que viva, por el tiempo de su enfermedad, bajo el
cuidado y paternal dirección de usted. En fin, yo le avisaré después cómo
sigue, para que usted tome la decisión que más convenga. Por eí instante,
está curándose y ya no piensa en locuras literario-suicidas. Tranquilíce-
se usted, Pablo, y ya veremos lo que haya que hacer con nuestro poeta
ultra-avanzado [...]».
258
En carta del 12 de septiembre le comunica lo siguiente: «[...] Xavier
vive lejos de mi hotel, en la Porte Champerret. Allí está más tranquilo, un
poco cerca de la campiña de París. Está mejor de su enfermedad y me
dice que lo que le hace falta es dinero para seguir curándose. Nos vemos
con cierta frecuencia. No siempre, dada la distancia a que estamos. Le he
observado que está dispuesto a volver a Madrid, a fines de este mes. Digo
"observado" porque, como varía tanto de decisiones, no hay que atener-
se mucho a lo que él dice "por medio de palabras"».
En carta del 19 de octubre escrita en papel del café de la Regencia,
manuscrita, le dice desesperado: «[...] Me imagino que el Habilitado ig-
nora que hemos renunciado a la beca y por eso exige que estemos ahora
en Madrid, puesto que las labores escolares han empezado ya. Pero no sé
si para evitamos el viaje, convenga decirle que ya no somos alumnos y
que, por consiguiente, no tenemos obligación de estar en Madrid. Temo
que hagamos un viaje inútil, gastando 700 francos que no tenemos [...]
Me parece que, posiblemente, diciendo que no somos alumnos, nos evita-
rán el certificado de examen. Pero si ya lo saben que hemos renunciado,
y aún así se nos exige ir y haber dado examen, estamos perdidos y no
queda ya nada por hacer [...] En cuanto a Xavier, me dice que no tiene
medios para ir a Madrid ni ve de dónde sacar dinero para el viaje. Esto es
terrible. Yo tampoco tengo un céntimo, pero voy a ver a quién le pido
prestados unos 500 frs. Xavier está completamente pobre y estamos ab-
solutamente desconcertados [...]».
Por fin en carta del 29 de octubre, Vallejo plantea: «[...] Xavier ha
decidido volver a Madrid el miércoles 9 de noviembre, en vista de las
reflexiones que usted le hace. Espera solamente su pensión de septiem-
bre para pagar sus deudas y para su pasaje a Madrid. Me dice que así le
escribe ahora a usted largamente. Yo cumplo siempre con sus instruccio-
nes sobre la necesidad de encaminarlo por los caminos reales y vitales del
mundo. De ello le hablo siempre, con todo mí cariño [...]».
Estos testimonios documentales sirven, además de para compren-
der mejor la personalidad del joven poeta «ultra-avanzado», y su cir-
cunstancia vital, para entender sus libros publicados en 1931 y 1935 en
Madrid, {Hollywood y — sobre todo — Difícil trabajo) donde se reflejan sus
experiencias vitales de los viajes, los amores, la bohemia y la desespera-
ción de la enfermedad, trasmitidas a través de un discurso poético van-
guardista y de corte superrealista, pero basado en vivencias de un realis-
mo atroz que están expresadas con una voz totalmente personal y autén-
tica como lo reconoció Vallejo desde un principio.
En Hollywood, Xavier Abril dice: «[...] La enfermedad me ha hecho a
mí, así como otras enfermedades matan a los hombres».
259
Con seriedad y humor desprejuiciado entremezclados, el joven poe-
ta (25 años) dice c u á l e s fueron sus enfermedades: «[...] Mis mejores
retratos son aquellos que me h a n hecho en los laboratorios. Por eso
a c o m p a ñ o entre mi p r o d u c c i ó n poética uno de carácter eminentemente
venéreo».
«¿Qué puede haber de m á s personal a manera de retrato autobio-
gráfico que una reacción química de la intimidad? [...] L o m á s hondo que
el hombre ha descubierto es el gonococo [...] Este documento ilustrará a
mis lectoras — las lectoras siempre quieren conocer al autor — del curso
de m i v i d a erótica».
«La enfermedad del s u e ñ o c o m p l e t ó m i técnica poética [...] Para m í
la v i d a sigue siendo un continuado f i l m del s u e ñ o . E l H o l l y w o o d del
s u e ñ o . Esto no deja de ser una felicidad y u n dolor. Y o he t r a í d o a la
poesía sudamericana el surmenage, la taquicardia (1926), el temblor, el
pathos, el'terror al espacio' (1927)» (citas de la «Autobiografía o inven-
ción» del libro Hollywood).
E n « A d v e r s i d a d » (del poemario en prosa Guía del sueño, 1925-28)
dice:«[...] Estoy enfermo [...] T a l v e z en el hospital nadie oiga nada. Pero
v a a morir el hombre que está junto a mí. ¡Horror!... Voy a morir. De m i
enfermedad no salvan n i los ladrones. Pero antes quisiera que se conta-
giaran los que estúpidamente piensan que m i enfermedad es grave. Aque-
llos que acaso tienen como en análisis de laboratorio las posibilidades
d r a m á t i c a s de m i sangre.
L a taquicardia es como u n pulpo que late y corre y se enfría en m i
pecho.»
E n «Taquicardia» (1926) en u n fragmento «Del s u e ñ o a la creación»
dice: «[...] Nos encontramos en un hospital. Pero en la sala han desapa-
recido las puertas y no hay salida.
Hasta el día siguiente.
No se recuerda sino que se estuvo hablando, ¡y la última palabra
con sabor a sangre en la garganta!
Por toda bondad nos han puesto un vaso de leche y un espanta-
moscas. E s todo lo que se tiene de la demente y mísera sociedad burguesa
en medio de la p é r d i d a de nuestra memoria.
[...] N i una sola noche se ha podido pegar los ojos. Y se espera el
alba. Se ha de tener luz en los p á r p a d o s para dormir libremente, pues los
sobresaltos llenan de sombras y fantasmas la noche.
Asalta el s u e ñ o blanco, silencioso, huido, de las sábanas.»
«[...] He pensado lleno de terror — ¡tantas noches! — si e s t a r á n dur-
miendo dentro del colchón. Cuando se está nervioso se hace lo posible
por no juntar las u ñ a s porque el ruido se sentiría toda la noche corriendo
y a r r a s t r á n d o s e por la m é d u l a . »
260
«[...] He olvidado la noche y no sé q u é multiplicidad de manos ama-
rillas abren las puertas de sombras al insomnio.»
«[...] L a taquicardia nos v a matando la carne. Y a no se puede con el
pecho.»
«Se pasan noches atroces y no se puede m á s . Pero t a m b i é n nos ali-
viamos. ¡Qué diablos! si uno es un hombre y no una cucaracha.»
Y por f i n en «Desesperación» (de Guía del sueño, 1925-28) nos mani-
fiesta; «[...] No os asustéis. Y a tengo experiencia de muerto. Y desconten-
to de hoyo, de barro y mala horma.»
Este poema apareció con el N.° 8 en la «Exposición de once poemas
de Xavier A b r i l y dibujos de Juan Devéscovi» ( t a m b i é n peruano) que se
realizó en París en noviembre de 1927 y cuyo C a t á l o g o lleva u n prefacio
de Jean Cassou y una nota crítica de C é s a r Vallejo (que aplicada a X .
A b r i l , es m á s u n voto o p r o f e s i ó n de fe [...]). Todos estos poemas (en
prosa) fueron publicados m á s tarde en la sección Guía del sueño de la
antología poética Difícil trabajo; uno de ellos, el N.° 5 en la exposición, y
uno de los dos poemas manuscritos que figuraron en el Catálogo, el
titulado «Sangre y tierra», apareció en el libro con algunas modificacio-
nes de la versión original (Exposition de poémes et dessins, Imprimeries
A m é d é e - C h i r o u t r e , 10, rue de Rochechouart, Paris, 7-12 nov., 1927).
L a carta del 29 de octubre de 1927 de C . Vallejo a Pablo A b r i l antes
citada y la fecha de la exposición, así como el contenido poético de estos
textos, son m á s que explícitos en materia documental biográfica y biblio-
gráfica, e incuestionables.
Durante esos dos primeros años de su e s t a d í a en Europa, años tan
intensos en vivencias contradictorias (placenteras y dolorosas), de des-
cubrimientos de paisajes, ciudades, mujeres, museos, arte superrealista,
veladas y debates literarios, hoteles, clases, y hospital, deslumbramiento
y miedo a la muerte, v a escribiendo los poemas en prosa que en 1931 y
1935 publicará en sus antologías Hollywood y Difícil trabajo respectiva-
mente, en M a d r i d . Vallejo leía esos poemas y por eso se refiere a Xavier
como el «poeta u l t r a - a v a n z a d o » .
Las cuatro secciones de su Libro Hollywood (Relatos contemporáneos)
excepto la ú l t i m a titulada «Pequeña estética», que es de greguerías y
que fue escrita entre 1923 y 1926, fueron compuestas en Madrid y París
durante los años 1926 y 1927 («Prosas para una dama de E u r o p a » , París,
1927; «Poemas turistas», 1926 y 1927; «Bulevar», Madrid, 1926). Este
libro no mereció alabanzas de C . Vallejo porque evidentemente no era
el estilo que le gustaba aunque no pudo dejar de reconocer el talento
de s u joven amigo. Fue la crítica francesa la que festejó esta obra van-
guardista y Marcel Brion fundamentalmente desde Les Nouvelles
Litteraires, así como R. G ó m e z de la Serna. T a l vez el hecho de que Vallejo
261
no lo criticara favorablemente, f u e lo que llevó a X. A b r i l a querer como
«renunciar» a esta obra en la ú l t i m a etapa de su vida, porque a d e m á s en
ella no hay textos de compromiso ideológico político. Pude convencerlo
a partir de 1985 de que los valores estéticos de Hollywood bien m e r e c í a n
la reedición y decidió hacerla, pero le g a n ó la enfermedad que tronchó el
proyecto; no obstante eso la h a b í a incluido en el índice de su Obra poética
completa que tenía pensado — desde antes — publicar. (Hollywood d e b e r á
ser publicada nuevamente, como testimonio de una etapa creadora del
autor que es reveladora de u n tipo de literatura vanguardista de alta
calidad poética, así como en esta edición que hoy sale a l u z de su Poesía
inédita, yo incluí el libro Retratos de mujeres que el poeta tampoco quería o
tenía pensado editar.)
E n estos a ñ o s 1926 y 1927 Xavier escribe t a m b i é n los poemarios en
prosa Taquicardia (1926) y Guía del sueño (1925-28) que luego i n t e g r a r á n
la antología Difícil trabajo, que recogen su visión poética, y a no de los
viajes y los amores como el libro anterior, sino de la enfermedad y el
miedo a la muerte. Estos poemas fueron aplaudidos por Vallejo, así como
por Juan C h a b á s y José D í a z F e r n á n d e z (en Madrid) y por los franceses
M . Brion, J. Cassou y Jules Supervielíe.
Muchos de los poemas de Guía del sueño fueron publicados en la
revista Amanta en 1928, cuando A b r i l retornó al Perú.
-1928-
262
-1930-
-1931-
263
nado y admirado de la memoria de su amigo-maestro en este género, que
don R a m ó n lo m i r ó como desde lejos y le dijo: «El gato es gótico» (una
greguería de Xavier publicada en Hollywood que le d e m o s t r ó que no sólo
lo h a b í a reconocido, sino que lo valoraba como creador. De esta obra se
hicieron dos ediciones en Madrid.
Este mismo a ñ o X . A b r i l publica en el suplemento dominical del
diario El Sol de M a d r i d críticas literarias. A p a r e c i ó una, por ejemplo,
destinada al Romancero gitano de F . G . Lorca que f u e negativa y que de
algún modo lo mostraba como u n joven audaz que iba contra la corriente
de o p i n i ó n generalizada. Valoraba mucho el «Romance s o n á m b u l o » ,
porque para Xavier el sonambulismo siempre fue una poderosa fuente
de inspiración poética. Me contó una noche en su casa de la calle J .
Barrios A m o r í n , donde vivió hasta el f i n de sus d í a s , que cuando era
n i ñ o le atacaba el sonambulismo y salía de su habitación y de su propia
casa, al extremo de que una noche su hermano Carlos (el mayor de todos)
le recogió en la calle de «La A m a r g u r a » en L i m a , donde vivían, sentado
hablando solo.
Xavier valoraba inmensamente a Lorca como dramaturgo y , como
poeta, decía que su gran obra era Poeta en Nueva York (juicio que compartí
con él siempre).
X. Abril es nombrado coeditor de la revista trilingüe (francés, inglés,
alemán) Front, que se p u b l i c ó en Amsterdam los años 30 y 31 y que esta-
ba dirigida por Sonia Prins. E n honor a ella, en el a ñ o 1937, cuando
regresó a Lima, A b r i l t o m ó el sello editorial que utilizó hasta el f i n de sus
días, para hacer las publicaciones de sus poemas y críticas literarias.
T a m b i é n colabora en la revista de Eugene Jolas, Transition.
E n esta época participa intensamente en la vida cultural de E s p a ñ a
y conoce y / o se hace amigo de muchos de los m á s representativos escri-
tores españoles e hispanoamericanos del momento, caso de Rafael Alberti,
los hermanos Antonio y Manuel Machado, Juan R a m ó n Jiménez, R a m ó n
del Valle Inclán, R a m ó n G ó m e z de la Serna, Gabriela Mistral, F . García
Lorca, Ortega y Gasset y otros. A G . Mistral la conoció en 1932 paseando
por la calle de Alcalá pero no f u e en esa oportunidad que se hicieron
amigos, sino a ñ o s d e s p u é s , en 1939, en L i m a donde c o m e n z ó el inter-
cambio de cartas y de obras poéticas entre ambos.
-1933-
264
Prologa el libro Consignas de R. Alberti { E d . Octubre). E l autor de
estos poemas revolucionarios y X . A b r i l salieron a la calle a «vocearlo»
s e g ú n contaba el prologuista.
A través de s u gran amigo Alberti, Xavier conoce personalmente a
Federico García Lorca a quien, el primero, se lo presenta en el estreno de
Bodas desangre.
Concurre asiduamente ai café Pombo, a las tertulias de don R a m ó n
G ó m e z de la Serna, y a Granja «El H e n a r » , a la tertulia dirigida por don
R a m ó n del Valle Inclán con quien cultivó una gran amistad y a quien le
d e d i c ó muchos años m á s tarde (1956) u n poema titulado «Esperpento»
que e n c o n t r é entre sus originales inéditos — d e s p u é s de su muerte — y
que incluí en esta publicación.
-1934-
-1935-
los valores de la obra, así como C . Vallejo en carta del 13 de junio de 1936
dirigida a Xavier, manifiesta su entusiasmo por ella. Marcel Brion, J .
Cassou, Concha M e l é n d e z , José D í a z F e r n á n d e z , Jean A u b r y y otros,
publicaron comentarios expresivos de las excelencias del libro.
Este a ñ o c o n t i n ú a escribiendo Declaración en nuestros días (épica re-
volucionaria) compuesta entre 1933-37 que publica en 1935 parcialmen-
te en la revista valenciana Nueva Cultura, N . 7 y 8, octubre y noviembre,
o s
265
E n u n poema de este libro, fechado el 3 de febrero de 1935 en París,
titulado « P a d e c i m i e n t o en París» dice X . A b r i l en unos versos: «[...] A l i -
cia Moctezuma / posee la d r a m á t i c a curva de m i historia».
E l autor mantuvo velada esa relación amorosa y creo que no ha
llegado el momento — si es que llega — de develar «la dramática curva de
esa historia» que él me d e m o s t r ó en m á s de una oportunidad, que prefe-
ría guardar en el espacio del olvido, o de una nebulosa poética y patética
a la vez. Siempre intuí — y así se lo manifesté a Xavier — que el misterioso
poema «Patética olvido», tenía su explicación en relación con esta mujer
y esta historia que, por voluntad del poeta, «para que sea real deberá ser
inventada».
-1936-
266
la edición príncipe montevideana el poema de Rafael Alberti que desde
el a ñ o 37 tenía decidido X. A b r i l que a c o m p a ñ a r a sus textos de Declara-
ción en nuestros días, a pesar de que en 1988 A b r i l y Alberti estaban total-
mente distanciados y h a b í a n roto los estrechos v í n c u l o s amistosos de
a n t a ñ o . E l poema de Alberti «Oíd el alba de las manos arriba», compues-
to en Berlín en 1932, aparece al comienzo del libro, como estaba previsto
originalmente por Abril, pero a c o m p a ñ a d o de u n soneto de Carlos Sabat
Ercasty dedicado a Xavier, lo que hace de esta edición, u n ejemplar extra-
ñ o que r e ú n e diferentes tiempos, sin romper — pese a las modificaciones
que le introdujo el creador — el mensaje original de corte social y revolu-
cionario, adaptado al momento actual.
L a «Elegía a la ciudad heroica» junto con el poema «Asturias: M i -
nas y Cementerios» (octubre, 1934) constituyen — a m i criterio — las me-
jores expresiones de su discurso poético comprometido con el entorno
sociopolítico. L a primera la comienza a escribir en Madrid en 1936 y la
termina en su país natal, puesto que estalla la guerra civil e s p a ñ o l a y X .
A b r i l retorna al P e r ú . E n plena guerra conoce al poeta León Felipe, con
quien cultiva la amistad años m á s tarde en Buenos Aires en 1941 cuando
se reencuentran.
X. Abril se traslada a Francia (una vez declarada la guerra civil) «en
misión de propaganda intelectual», s e g ú n dice el salvoconducto firma-
do por Largo Caballero, presidente del Consejo de Ministros.
-1937-
267
-1938-
-1941-
-1942-
268
-1943-
Abril, de nuevo en Perú, funda la revista Nuestro Tiempo a que antes hice
referencia.
L a revista VVV de André Breton en Nueva York le publica dos
sonetos: «La mirada en la sangre» y «Plenitud de amor» («Almanac for
1943», V W , Ed. Advesers: A. Breton, Marcel Duchamp, Max Ernst, N . M
2-3, marzo de 1943). E s muy significativo que uno de los patriarcas del
surrealisme al que X. Abril había seguido en sus años mozos al escribir
Taquicardia, Guía del sueño, Crisis y Difícil trabajo (que reunió en la obra
Difícil trabajo), así como el relato Pequeño crimen burgués, a los que ya
aludí, lo publicara en esa nueva faceta lírica sujeta a convenciones tradi-
cionales. Estos dos sonetos, en el año 1987, X. Abril los incluyó en la
sección «Sonetos» de su libro La rosa escrita, publicado en Montevideo.
-1944 y 1 9 4 5 -
-1946-47 y 4 8 -
-1949-
Una copia de este libro, así como copias de los poemarios Experiencia de Paris, A! cisne
y Poemas secretos le entregué en agosto de 1992 al Ingeniero peruano Jorge Kishimoto,
cuando vino invitado por la esposa de X . Abril en busca de materiales del poeta que
pudiera ayudar a difundir en su país. Desconozco lo que pueda haber acordado con Sara
Acosta en cuanto a publicaciones en Perú que escapen a los textos que yo seleccioné,
anoté, y preparé para la edición ésta que es la que me incumbe directamente. Sí debo dejar
constancia de que este Ingeniero y periodista peruano se comprometió (por escrito) a
publicar ese mismo año estos textos en las Ediciones SEA, Casa del Artista, Municipalidad
Provincial de Trujillo, Colección Homenaje al centenario de C. Vallejo (1892-1992).
Hasta la fecha no hemos recibido ningún ejemplar ni comunicación alguna en lo relativo
a este asunto. Si el Ing. Kishimoto realizó alguna publicación, sería de festejar •—por un
lado— y de lamentar —por otro— en tanto la desconocemos los más interesados: su
esposa, yo (en mi condición de «preparadora» de esta edición y de apoderada literaria del
autor) y e! editor de esta obra de inéditos. Suponemos que estará luchando —como
nosotros— por sacar adelante esta empresa.
269
E n 1949 viene por primera vez al Uruguay, invitado por el poeta
M a n u e l de Castro, a dictar conferencias, como lo venía haciendo desde
1941 por Argentina, pues ésa era su fuente de ingresos por esos tiempos.
L a primera que dictó en nuestra capital fue el 1 4 / 1 2 / 5 0 sobre C . Vallejo,
en la galería S u r e ñ a que —según recordaba Xavier con nostalgia— esta-
ba ubicada en esa época, en el Palacio Salvo.
Entre este a ñ o y 1952, en que y a se radica definitivamente en nuestro
país, continúa con la labor de conferencista en la capital y el interior
{Minas, Treinta y Tres). E n 1952 habla en «Amigos del Arte» y en la
Universidad de la República sobre Vallejo y Quevedo.
L a Comisión Nacional de Bellas Artes del Uruguay lo invita a diser-
tar sobre arte moderno. A d e m á s de temas literarios escoge otros vincula-
dos con la pintura (antigua y eterna pasión del poeta). Habla sobre Goya
(uno de sus pintores predilectos), Picasso, Bob Gésinus, el h o l a n d é s que
c o n q u i s t ó la fama entre 1946 y 1949 en P e r ú y Buenos Aires. Junto con
Ernesto Sábato, X. A b r i l p u b l i c ó una crítica sobre Gésinus en 1949, E d i -
ciones Botella al Mar, Buenos Aires (Colección Color del Tiempo).
-1954-
Se casa con Sara Acosta, pintora uruguaya que se había enamorado del
P e r ú mucho tiempo antes de conocer al poeta peruano. C o n ella empren-
de viaje a Europa, de donde r e g r e s a r á n dos años m á s tarde. Durante su
estadía en Francia, Abril termina de preparar su libro de crítica (poética)
titulado Vallejo (Ensayo de aproximación critica), que aparecerá publicado
en 1958 (Ed. Front, Colección Poetas de H o y y de Siempre, Buenos Aires).
L a m a y o r í a de las fotos que aparecen en este libro fueron tomadas por
Sara, así como la carátula del mismo, d i s e ñ a d a por ella.
-1957-
* E n esta edición se ha prescindido de las fotografías por no contar con los originales. (N.
del E . )
270
-1958-
-1959-
-1960-
-1961-
-1963-
Publica César Vallejo o la teoría poética, E d . Taurus, Madrid. (Se trata del
tercer libro de crítica dedicado a Vallejo).
271
-1965-67-
272
con creces por su inmensa capacidad de ternura, lo que configuraba una
personalidad compleja, contradictoria, difícil de convencer, excepto por
la vía del argumento inteligente, meditado y h u m o r í s t i c o (tenía u n hu-
mor «negro» temible), o de l a sensibilidad afectiva y estética exquisitas
que —más que poseer— lo p o s e í a n .
S u ateísmo de «escorpión» empecinado, chocaba con m i postura
cristiana, pero heterodoxa y a n t i d o g m á t i c a , que me llevaba a hacer una
h e r m e n é u t i c a de su creación, y de la de cualquier poeta o escritor, que le
desmoronaba los esquemas y le provocaba u n sentimiento contradicto-
rio de malestar y satisfacción a la vez. Entonces me solicitaba que le
leyera en voz alta sus poemas, para aflojar la tensión nuestra y de los
contertulios, que a veces eran Sara y Rafael Gomensoro, y otras muchos
m á s , tales como Sabat Ercasty y su esposa Violeta, el poeta Beltrán
M a r t í n e z , el crítico Walter Reía, los narradores Alfredo Gravina y A r i e l
M é n d e z , el Dr. Juvenal Botto, narrador y m é d i c o de Xavier y familiares
de Sara que siempre lo rodeaban. (Xavier adoraba las medicinas y las
coleccionaba como si fueran figuritas, porque le a t r a í a n sus diferentes
colores y composiciones químicas.) A pesar de la p é r d i d a progresiva del
oído, lograba escucharme perfectamente, y luego leía él a sus preferidos:
Eguren y C . Vallejo. L a poesía de Vallejo la decía mucho mejor; la vibra-
ción de su voz se acompasaba con el dolor del poeta e n t r a ñ a b l e m e n t e
captado. T a m b i é n le p e d í a a Rafael que le leyera sus poemas y luego los
releía él en voz alta y los comentaba. L e gustaban y cuando Gomensoro
le p r e g u n t ó si p o d r í a prologar su poemario Hemisferios de silencio que
estaba por publicar, a c e p t ó entusiastamente. C o n Rafael, Xavier tenía
una actitud fraterna que repetía, de algún modo (me daba la i m p r e s i ó n ) ,
lo que le había ocurrido a él con Vallejo. Siempre le decía « h e r m a n o » , y
no tenía nunca una actitud paternal, sino la que se tiene con el hermano
menor, por eso le p e r m i t í a cosas inusitadas que t e n í a m o s prohibidos
todos, por ejemplo ingresar a su escritorio que estaba siempre cerrado
con llave. Detestaba que le tocaran sus libros y sus papeles, motivo por el
cual andaba con u n voluminoso llavero a cuestas, jugando un papel,
entre severo y ridículo, de carcelero del espacio de su libertad.
U n día me prestó Hollywood para llevármelo a casa; cuando le mani-
festé el interés que me había provocado trató de rebatirme hasta quedar
sin argumentos porque terminamos riendo con las g r e g u e r í a s y disfru-
tando con la belleza lírica y refinada de algunas composiciones que de-
jan entrever al autor de Descubrimiento del alba.
Ese mismo a ñ o (1980) X. A b r i l publica Exégesis trñceca ( E d . Gráfica
Labor, Lima), dirigida por J. C . Mariátegui, hijo. Se trata del cuarto ensa-
yo dedicado a C . Vallejo.
275
culturales, sobre todo en el Instituto Italiano de Cultura y en la Alianza
Francesa de Montevideo. E n una de esas memorables y conmovedoras
disertaciones sobre Vallejo fue que le conocí personalmente aunque no
me atreví, en esa ocasión, a demostrarle mi interés por acceder a su mun-
do poético, puesto que su erudita personalidad me intimidaba mientras
no nos conocimos a fondo.
-1980-
274
-1985-
-1987-
Publica La rosa escrita y otros poemas (Ed. Front, Colección Poesía, vol. vni,
M . Zanocchi editor, Montevideo). L a sección «Otros p o e m a s » incluye to-
dos los textos que yo m á s le había festejado de los poemarios que perma-
necían inéditos en forma de libro porque y a Patética olvido (poema d r a m á -
tico) — uno de mis preferidos — había sido publicado en la revista perua-
na Creación y Crítica en 1971. Esta publicación, de la cual no me enteré
hasta que no me la entregó, fue el mejor regalo que Xavier pudo hacerme,
a pesar de que no dejó ninguna constancia en el libro, salvo en el ejemplar
a m í dedicado. T u v e que «pelearlo», desafiarlo, provocarlo; tuve que l u -
277
-1981-
-1982-
Hace la edición facsimilar del poemario. E l ejemplar que usa para esa
i m p r e s i ó n no es cualquiera de los publicados en L i m a en 1937, sino el
N.° 10 dedicado a su amigo, el poeta compatriota Ricardo Peña, que tiene
la particularidad de que está ilustrado por él y a c o m p a ñ a d o por u n poe-
ma que éste escribió a propósito del poemario de A b r i l y que la v i u d a de
P e ñ a le d e v o l v i ó a Xavier para que lo conservara. L a otra novedad que
ofrece con respecto a la edición príncipe limeña, es que en el colofón hay
un retrato del autor hecho a lápiz por Sara Acosta que vuelve a aparecer
en la edición uruguaya de La rosa escrita.
Este mismo a ñ o , A b r i l obtiene el Premio Nacional de Literatura del
P e r ú , otorgado por el Ministerio de Cultura de su país, correspondiente
al bienio 1979-80. No viaja a recibir ese g a l a r d ó n ; recién volverá a su
tierra en 1988, poco tiempo antes de su muerte, a recibir la condecoración
de la Orden del Sol, Libertador José de San Martín, m á x i m o reconoci-
miento que se otorga en Perú, en mérito a toda una v i d a dedicada a la
defensa de la cultura.
Mientras tanto siguen las veladas; Xavier permanece entusiasta;
acepta que le tome notas, que le haga preguntas y propuestas directas de
que c o n t i n ú e m o s t r á n d o s e en nuestro país como poeta. Comienzo a i n -
sistir en que reedite Difícil trabajo, que me provocó u n gran impacto desde
u n principio. C a d a vez que me habla de Vallejo, le respondo con u n
ejemplo de s u libro; le retengo en casa un ejemplar hasta que se enoja
porque, como era m u y desconfiado, cree que se lo perdí. «La sospecha es
policial y f e m e n i n a » , dice Xavier en Hollywood y lo hago caer en la tram-
pa de la sospecha para que se decida. Estoy escribiendo sobre su poesía
y le digo que he resucito dar una conferencia sobre ella cuando se cum-
pla el cincuentenario de la publicación en E s p a ñ a de su Difícil trabajo y
que lo coherente sería que coincidiera con la reaparición del libro.
276
datos m u y importantes que marcan contradicciones y discrepancias se-
veras con algunos de los planteos formulados por el Premio Nobel.
E n estos ú l t i m o s años, A b r i l no escribió poemas; se d e d i c ó a prepa-
rar la edición de su Obra poética completa para la cual reelaboró un índice
general en el cual no figuraba un conjunto de 18 poemas que yo integré
bajo el rótulo de «Otros p o e m a s » para esta edición de la Poesía inédita, así
como muchos otros textos poéticos que incluí (ver notas a lo largo del
libro). E l orden del índice preparado por Xavier lo m o d i f i q u é totalmente
siguiendo un criterio cronológico que él no h a b í a respetado en absoluto
pero que, al no aparecer en esta edición preparada por m í , las mismas
obras que tenía pensado incluir el autor, puesto que todas las publica-
das desaparecieron, y a no tenía sentido conservar el criterio n i la estruc-
tura original proyectada por Xavier.
E n los primeros días de diciembre de 1989, Xavier debió ser interna-
do en forma urgente en el sanatorio de «La Española», sito en bulevar
Artigas 1465 de la capital, donde m u r i ó el primer día de enero de 1990. E l
mismo problema circulatorio que le i m p e d í a caminar ú l t i m a m e n t e , se
le complicó a nivel cerebral. No p e r d i ó el conocimiento, pero sí cayó
en u n estado de d e p r e s i ó n y de postración terribles. C o m e n z ó a revivir
las experiencias de hospital de su libro del a ñ o 27; c o m e n z ó la vivencia
— ahora sí definitiva — del «difícil trabajo» de la muerte.
«Nos encontramos en u n hospital. Pero en la sala han desaparecido
las puertas y no hay salida...» Intuía que Xavier estaba pensando en esos
versos suyos y disimulaba mientras severamente le daba de comer en la
boca una gelatina que se negaba a ingerir con Sara, que era permanente-
mente requerida por él cuando «sospechaba» que lo h a b í a n dejado solo
y estaba con los ojos cerrados. Su mujer no se s e p a r ó de su lado; no vivió
m á s en su casa, sino en el sanatorio, hasta el final, que le tocó afrontar
sola con Xavier, en la madrugada del primer día del año. A m í volvió a
asumirme como el niño a la madre: obediente y molesto a la vez por tener
que tomar los medicamentos y las comidas, que ahora y a no eran placen-
teras por lúdicas, sino exigencias inútiles. A Rafael le p e d í a que le recita-
ra poemas; esto lo confortaba y lo sacaba de un estado de excitación que
alternaba con el de postración.
L a v í s p e r a de su muerte, le pidió que le dijera el « R o m a n c e s o n á m -
bulo» de Lorca y cuando Rafael concluyó, dijo que d e b í a m o s reiterar con
m á s frecuencia esas tertulias y le pidió vino a s u amigo para brindar. No
nos atrevimos a cumplir su deseo; los médicos y enfermeras hubieran
puesto el grito en el cielo y acusado de dementes. «Por toda bondad nos
han puesto u n vaso de leche y u n espantamoscas. E s todo lo que se tiene
de la m í s e r a sociedad burguesa en medio de la p é r d i d a de nuestra me-
moria». Continuaba el «difícil trabajo» suyo y nuestro, de compartir la
279
char con y contra él para lograr que editara su poesía en Uruguay, su otra
patria. Sabía el poeta —como Vallejo — que era la que había elegido para
morir, la tierra que lo iba a guardar definitivamente. Y este libro lo publicó
sin necesidad de insistencias m í a s , y me lo e n t r e g ó como la sorpresa que
el n i ñ o tiene reservada a la madre para compensarla.
-1988-
-1989-
278
es el mismo en sus e n g a ñ o s o s cambios» ( s e g ú n Xavier) el resultado i n -
mediato fue la realización de una exposición bibliográfica y documental
de Xavier A b r i l en la Biblioteca Nacional de U r u g u a y que decidió su
amigo Rafael Gomensoro, entonces director general de dicha institución,
llevar a cabo como homenaje a su colega desaparecido. E n esa oportuni-
dad (6 al 20 de diciembre de 1990) se m o s t r ó — por primera vez en nues-
tro país— todo lo vinculado a la trayectoria cultural y literaria de este
escritor (libros, revistas, periódicos, cartas, fotos, diplomas y documen-
tos en general). Esta muestra f u e a c o m p a ñ a d a de otra de pintura de su
mujer Sara Acosta «reiterando de alguna manera, la primera Exposición
de poemas de X . A b r i l realizada en París, el a ñ o 1927, que t a m b i é n fue
a c o m p a ñ a d a de dibujos de su compatriota Juan Devéscovi» (Catálogo).
X. A b r i l siempre fue u n verdadero amante de la pintura; lo demuestran
los hechos intelectuales y vitales: sus estudios en E s p a ñ a (siendo u n
jovencito), sus conferencias sobre pintores, su casamiento con Sara.
E l resultado fundamental de lo que he llamado la «inmersión» en el
mundo poético de X. A b r i l es la salida de este libro como voluntad com-
partida de «Permanencia»:
Yo mismo soy
lo que f u i ,
lo que seré
ahí.
No importa tierra,
cielo, ni tiempo:
sino ser,
haber sido;
¡ser ahí!
Haber estado,
huella del humus:
¡permanecer ahí!
Y a de pie
o yacente,
esqueleto fugaz:
¡ser ahí!
X. A b r i l
281
a g o n í a sin poder hacerlo como d e s e á b a m o s . H a b í a en realidad recupe-
rado la memoria de otro espacio y otro tiempo, por eso quiso hacer el
brindis último con vino, en la última velada compartida con Lorca, como
la primera, que nos h a b í a hecho encontrar.
« P o r q u e y a no hay quien reparta el pan n i el vino [...].»
«Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas. / E l barco
sobre la mar. / Y el caballo en l a m o n t a ñ a [...].»
E l destino circular cerrando y abriendo sus espirales misteriosas, como
siempre, nos sacó esa noche del sanatorio, con un sabor a despedida que
nos «dejaba en la boca un raro gusto de hiél, de menta, de albahaca».
Nos fuimos para afuera a pasar el 31, lo mismo ocurrió con los fami-
liares de Sara y a la m a ñ a n a siguiente e s t á b a m o s todos de regreso velán-
dolo en su casa, en el mismo espacio donde produjo su creación, con sus
libros, sus fotos y retratos, s u l á m p a r a , los cuadros de Sara, los muebles,
y a la cabecera del cajón que mostraba u n rostro que y a había «descubier-
to el alba», un atril con dos retratos a lápiz de Sara: uno de Xavier que es
el que aparece en La rosa escrita y en la edición montevideana de su Descu-
brimiento del alba y otro de su «hermano» y colega menor Rafael Gomensoro
que ocupaba ese lugar exacto desde 1981 y que a ú n permanece sin cam-
biar en el apartamento de Xavier y Sara en la calle Javier Barrios A m o r í n
1531, donde su mujer c o n t i n ú a viviendo sola y a c o m p a ñ a d a por todos
sus cuadros y los libros y objetos de Xavier. M u y pocos le rodeamos e l
día de su muerte: familiares de Sara, diplomáticos de la Embajada de
P e r ú y algunos funcionarios de la misma que le apreciaban (caso de la
Sra. E l i n a Braseras Lussich). L o s amigos estaban ausentes por ser d í a
festivo; otros de los contertulios estaban y a muertos (Sabat Ercasty y
Juvenal Botto). Alfredo Gravina — que nos a c o m p a ñ ó apesadumbrado —,
se lamentaba del reducido grupo de personas que fuimos al cementerio
del Buceo cuyos cipreses crucifican al río Mar de la Plata.
D e s p u é s vino la lucha con los papeles que llegaban casi hasta el
techo de s u escritorio, y a abierto. Comenzamos a escribir a P e r ú para
editar a Xavier; comencé mi tarea de «ordenar» el caos, de separar pape-
les mezclados, rastrear originales, cotejarlos con otras versiones, éditas o
inéditas. Encontraba la p á g i n a 10 y me faltaban las cinco siguientes;
conferencias, cartas, poemas, anotaciones hechas en boletas de compra
de libros, en recibos de la cuenta de la luz, en invitaciones a actos cultu-
rales, todo mezclado con fotos de todos los tiempos y personajes y Sara
respondiendo lo que p o d í a mientras los recuerdos le bloqueaban la me-
moria — eso pasa — y el mueble crujiendo solo, el armario donde se es-
c o n d í a n los fantasmas.
De esta «inmersión» en el á m b i t o del poeta, en sus originales, su
archivo epistolar, su vida y su obra, en «el fantasma, el doble del ser, que
280
Elisio. Hay que existir.
Exijo que existáis.
XAVIER ABRIL
EXPERIENCIA DE PARÍS
(1927-1935)
CRÓNICA
Ese otro hombre es inútil. Ya tiene una segunda hipoteca: la de sus cua-
renta y cinco años sin buena casa, sin automóvil y con el historial de la
fuga de su mujer con el pastor protestante.
Pero entre todo esto: hombres, mujeres, dinero, felicidad, fama u olvido,
lo más puro es el olor a gasolina de los automóviles.
(París, 1927)
[285]
La sombra de un abrigo me responde
desde una habitación obscura.
(París, 1935)
PARÍS ÍNTIMO
En Champs Elysées
y en Passy,
¡oh cuántas veces amé!
En la Cité,
en Saint-Louis
y en Ctuny,
¡oh cuántas veces amé!
En Chátelet
- O h Villon -
siempre entregué,
fugaz, el corazón.
Nunca quebré
— porque partí—
287
LOS NOMBRES COMUNES
Y LAS COSTUMBRES DEL SISTEMA
(1927)
PARÍS
(Enero, 1935)
¿Cuánto cuesta
la soledad mortal de esta calle?
286
al corazón,
y llora con él,
hiriente,
esta canción
ya sin laurel:
Tiempos de ayer,
sois siempre engaño:
pasáis como la mujer
con su daño.
y salvé
la emoción
que di.
En Champerret
yen Portd'Ivry,
En el Rond Point,
otra vez,
amé su doncellez
y altivez
au point.
¡Cómo olvidaré
su faz
que es la embriaguez
falaz
del derecho y el revés!
¡Oh, París!,
¡oh ilusión,
que me toca
con su languidez loca
en el corazón!
Hoy, doliente,
recuerdo en vano
lo lejano
solamente;
llevo suavemente
la mano
288
RETRATOS DE MUJERES
(Madrid, 1934) 6
ALICIA
ALICIA
Esta obra inédita de X . Abril no sólo me era desconocida sino que el propio autor no tenía
proyectada su publicación dentro de la obra completa que dejó en preparación. Supongo
que la o m i s i ó n obedecería a la creencia de que se había perdido puesto que estaba
traspapelada (junto con la traducción al francés de Mathilde Camhi) entre sus múltiples
documentos y por eso tal vez no a p a r e c í a en el índice general de la Obra poética
completa por él elaborado. E l dato que tenía de su existencia fue tomado de la edición
príncipe de Descubrimiento del alba (1937) donde figura como obra inédita junto con
«Clave y Signo» (1924-26) que no encontré después de la muerte de Xavier. E l título
original de esta obra era « N o m b r e s de m u j e r e s » y de acuerdo con este es que l a versión
francesa de Mathilde Camhi (también fechada en Madrid en 1934) aparece con el de
Prénoms féminins. No se registra cuándo el autor hizo la modificación (manuscrita) por
el título Retratos de mujeres con que ya figura en el a ñ o 1937 y en una de las versiones
mecanografiadas originales que encontré firmada por X . A b r i l .
[291]
«Dort la ro'íne Berte, son chief sor une pierre»
(Berte égarée dans laforét du mans)'
BERTA
BERTA tiene los ojos verdes. No ve nada, ni lo que ocurre en sus ojos.
Berta no tiene vida interior. Es epidérmica y sabrosa como una fruta. Los
ojos verdes de Berta no distinguen colores. Ahogada en el mar, vería el
horizonte de sus ojos verdes.
LAURA
TERESA
CARMEN
DOLORES
IRENE
ISIDORA
FLORENCIA
' Esta cita aparece manuscrita por ei autor en la versión original mecanografiada y firmada
por X . Abril. Lo mismo ocurre con la que acompaña a «Alicia».
293
HAY aún otra vida en su vida, en la vida de Alicia. Ésta pertenece al
dominio de lo sobrenatural. En el bosque del amor vibran sus brazos. Su
cabellera extiende, en contraste con las estrellas, el luto silencioso de la
noche.
OFELIA
AÚN más, para los claros timbres de la Estética: Ofelia se adelgaza en los
floreros.
292
E L veneno de Elsa hace aún sus estragos en la reforma del vals de nues-
tros días. Las parejas se desmayan taxativamente. La Elsa moderna per-
cibe un tanto por ciento de Terpsícore. L a sombra de los jardines ha
perdido su encanto. El candor de lo imprevisto ha muerto para siempre.
Vivimos una época de ritmo quebrado. El cadáver de Elsa flota en el
sangriento Danubio. Ya no es el deÜquio del vals el que hace temblar la
fronda. Nuestro tiempo es el reino de la artillería pesada.
295
ANGÉLICA
ENRIQUETA
IRMA
CLORINDA
ELSA
ELSA se diluye en los sueños del alba. Los ríos del amor nacen bajo sus
leves pies de flor.
294
EL GRAN ONÍRICO
(1945) 8
ONÍRICO
Pero no ha nacido.
Apenas es un sueño,
un cuerpo obscuro en
el olvido.
De frente, de perfil,
ausente,
¡siniestro frío!
E l Onírico,
evadido
a ventana y hielo,
está presente,
fijo,
oculto en fuego,
apagado en sueño,
dentro,
en el desvelo.
Onírico,
cubre el espejo
de su cuerpo.
Poemario ordenado por X . Abril, sin editar como tal. Podrá observarse que no todos los
textos que lo integran coinciden con la fecha de composición registrada por el autor.
[297]
haber sido:
¡ser ahí!
Haber estado,
huella del humus:
¡permanecer ahí!
Ya de pie
o yacente,
esqueleto fugaz:
¡ser ahí!
FLUYE LO INTERIOR
Angustia y tiempo
corren en uno:
¡van hacia la muerte!
Todo se ha de quemar
para que nadie se engañe,
engañados de sus visceras y el alma.
299
GRAN ADVERTENCIA DEL ÁNIMO
No es el cielo, no es la ola,
ni el mar ni el aire:
es el tiempo
en el ansia, en el hueso.
No es el Sol ni la Tierra,
no es el Hombre:
es el tiempo
que escribe lo eterno.
No es nadie, no es el ente,
no es la sangre:
es el tiempo
que hiende adentro.
PERMANENCIA 9
Yo mismo soy
lo que fui,
lo que seré
ahí.
Lo que ahí
fui,
lo que soy
ahí.
No importa tierra,
cielo, ni tiempo:
sino ser,
Encontré una versión original que tiene la siguiente indicación al pie: «Montevideo,
Punta Gorda, 1952». Pese a no haber coincidencia cronológica con el resto del poemario
(1945), el autor lo incluyó en este orden que respete.
Este poema fue leído por primera vez en Montevideo en el homenaje que le rendimos en
la Biblioteca Nacional del Uruguay, acompañado de una exposición bibliográfica
documental de Xavier Abril y plástica de su esposa SaraAcosla realizada entre el 6 y el 21
de diciembre de 1990.
298
En la vena del día,
cauce seguro,
consumido en el tiempo.
NOCTURNO Y DELIRIO"
ONTOLÓGICAMENTE 12
301
los ritos, las religiones;
se quemaron los mares de Afrodita,
las olas, los senos, los secretos
de las playas del mundo;
el reposo y el sueño,
todo se ha de quemar,
—principio y fuego—,
palabra del espíritu,
dispersa y vaga catedral de la luz,
eternidad de la llama construida y deshecha,
lengua que va hasta el coro para lamer el mal.
El fuego, cabellera,
torre de la luz y los cristales;
la alegoría más pura del infierno,
los ríos o los ojos del paraíso.
E l hombre, su casa
y su pequeña tumba que arde al infinito.
ESTREMECIDO 10
300
LO CONSTANTE, LO INCIERTO 14
A la linfa insondable,
que repite en el sueño
la imagen del río
constantemente en el pecho.
17 de septiembre de 1953
ÚLTIMA FE 15
¡Sostened, sufrid
esa música lenta!
SU RETRATO 16
(Paleta obscura)
303
Nada más que una ventana obscura y el vacío del mundo.
Nada más que el hombre destruido, la sombra del árbol y de la amada.
Construye lentamente,
devora la palabra,
intérnate en el silencio,
vuelve al puro sonido,
a la mañana.
No te confundas,
penetra a fondo,
aunque te duela el ser,
el Cosmos.
(Lima, 1945)
I J
Poema III en versión original.
302
EL PERFUME Y EL ALMA 18
PRIMER POEMA
al arpa, al rincón,
la lágrima y los murciélagos
de la propia noche del arpa.
305
La sombra de la mirada vacía.
Pero era una estrella,
una nube,
una rosa frágil,
lo que ya no existe,
el oro de una noche remota.
¡Es ella!
CANCIÓN17
304
cié de funeral de la frustrada dicha doméstica, en la que sobra la fantasía
y huelga la imaginación. De la cocina no hablemos: muere sólo con la
miseria.
307
ocultan y los labios ahóganse en tenaz mutismo. La indiferencia le musita
al Olvido una secreta palabra de tristeza. AI lado del arpa sólo sobrevive
con decoro el silencio. Viste el traje negro de la melancolía o la mortaja
obscura de un recuerdo: sombra de camafeos, indescifrable fisonomía de
ternura remota.
SEGUNDO POEMA 19
Las casas mueren inevitablemente. Las que son no fueron las mismas en
otro tiempo. ¿Quién advierte el penoso fallecimiento de las casas, de los
hogares? ¿Alguien acierta a reconocer cómo mueren, en dónde se inicia
la caída, en qué momento? Hay quienes sospechan que algo se pierde o
que cambia, incluso que desaparece para siempre. El caso es que una
casa principia a morirse de la misma manera que sus moradores. Hubo
épocas en que una casa principiaba a decaer, a morirse, por el salón;
otras en las cuales la decadencia se originaba en el comedor y, por últi-
mo, cabe recordar, sin intención alguna, que la ruina se señalaba en la
alcoba. En este punto, no mueren los enseres sino las personas: el amor,
los pensamientos, los sueños, el quehacer íntimo. Algunas veces, muy
pocas, la muerte se iniciaba en la Biblioteca, la cual constituía una espe-
' 5
Estos dos poemas en prosa fueron publicados en libro por vez primera y a instancias mías
en La rosa escrita (Ed. Front. Mario Zanocchi editor, Montevideo, 1987), en la sección
«Otros poemas».
306
REFLEXIONES20
* * *
* * *
* * *
l u
Encontré un original de este texto fechado en 1946 en Lima.
309
una niña difunta. Nadie descubre con qué decoro de laurel extinguido se
evade el piano por entre la sombra de su propia tortura. El piano enton-
ces acredita el recuerdo de un polaco genial y maniático que se moría de
eso: de Luna abstracta y de piano concreto y contumaz. ¿Morirse? Nadie
se ha muerto, como Chopin, de piano. El propio piano sabe de esto. Id a
buscar entre la herrumbre de un jardín abandonado el piano muerto, el
acorde insistente, la estatua del amor, desnarizada, absorta, ciega, pero
que sigue oyendo la melodía extinguida del piano desaparecido.
Los fantasmas no toleran sino las cosas serias. Hace falta adultez en el
trato para ganar su confianza. Los fantasmas no disfrutan del aprecio
social, cortesano. Ellos, por eso, sólo viven en los sueños. Ocupan las alco-
bas. Nadie se entera, desde luego, salvo cuando un niño asustado dice
papá y algo se oculta en el fondo del ropero o en la intimidad de la sangre.
308
LA ESTATUA OBSCURA 21
(1949)
- I -
En la Luna, en el cielo,
sonrisa de los astros,
casi de arena móvil:
estatua del tiempo,
muerte intacta, silencio,
movimiento frontal, nariz,
perfil sobre la nada.
Sola la Esfinge, sola.
Abstracta, inhallable,
ya giraba en el alma,
letal o luminosa,
sólo de sí, figura,
sólo de sí, olvido.
Este poemario inédito corresponde al en que en otro tiempo Xavier Abril había titulado
Las estatuas de la sangre. Así figura en la revista Creación y Critica (Lima, 1971)
dedicada a X . Abril, dentro de la nómina de obras poéticas inéditas del autor.
[311]
Persígala dios mismo,
el cuerpo, el ojo, el alma,
elevado en el cráter
—violenta cima, nave —
de volcánica nieve.
Anide en el infierno
de su propio sentido.
Vuelva, trans figúrese,
Metempsicosis, Psique.
No estará ya en nada
— ni en lugar ni tiempo —
tal vez en el Orco,
acariciado hueso,
a fondo, hondo, dentro.
-n-
Cruzaba la tempestad
en navio del rayo,
como espada de fuego
hiriendo el triste ocaso.
LA ESTATUA
(fragmentos)
- I -
Si confundí la forma
con el aire perfecto,
Venus huyó en la rosa
que nacía del tiempo.
Oh estatua de la estatua,
soledad de la Luna:
se perdía su rostro,
navegaba sin día.
Continúe la estatua
en la muerte, en la nada.
312
vibra su propia línea
en el lúgubre ocaso.
Olvidada en su forma
¡aparece en lo externo!
-TV-
Es ta tu a de la nada
que fijó la belleza:
¡volverá de alborada,
morirá de tristeza!
Estatua de tiniebla
que agoniza sin tiempo.
¿Afianzaré en la sima
mortal gracilidad?
¿Nacerá la palabra
sin contacto divino?
¿Responderá a las penas,
apenas con el alma?
¡La divina presencia
se callará en la nada!
_V-
-m-
La estatua del véspero
recorría el sollozo,
elevando la especie,
la ternura, los huesos.
Decidida, en contorno,
suavemente en la gracia,
¡oh torrente del día!,
nacía en los elementos.
¡Oh, rosa del frontis!
El río de Heráclito
¡oh, la fatal corriente!
¡Cúbrala la sombra
de infinito!
¡Devuélvala rosa
el aura!
314
Pero si está distante
si la hubiere presente
nada más que un instante:
¡ora Luna creciente,
ora Luna menguante!
ALFRAGMENTO 22
Si persigo en la mente
lo fugaz, lo concreto,
quedóme solo, a tientas,
delirante fragmento.
Escapas a la noche,
de la escondida estatua,
a sumar la tiniebla.
1 1
«fPJiu framenti; poeta grande, meno framenti, poeta mediocre». (Mención hecha por
B . Croce en Letture dipoeti. Barí: Gius. Laterza & Figlo, 1950, p. 273.) [Nota de Xavier
Abril.]
317
¡Cante siempre la estatua
— su más callada vena —
en inhóspito pecho!
Ardía ya en la furia,
por las lenguas del sueño
que lamen estructuras,
la firmeza, los aires,
A LYCOPI IRON
La estatua verdadera,
la que vive en la mente,
es la de la quimera
que el paisaje no siente.
316
PAUSA 23
(1951-57)
LOS OPUESTOS 24
En el incendiado espejo
aún se refleja
la sombra de un perfume fluido.
La forma permanece,
¡Oh, avatar!
cambiando en el ramo
de su disolución.
Trabajando con los originales he verificado que la mayoría de los textos que integran este
libro no coinciden con la fecha de composición (entre 1951-57) marcada por el autor
(véanse notas al pie de varios poemas).
En otra versión fechada en 1962 aparece con el título «¿Qué?» y el verso «corriente
entre corriente» no figura.
[319]
Las estrellas coronan
la estatua de la noche.
El cielo y la mirada
penetran en el sueño.
DIAFANIDAD AUDITIVA
321
Está donde descansa el celaje
— la misma y distinta aura —
más allá del cristal puro
del aire,
entre la Música y el rumor
de lo desaparecido,
corriente entre corriente,
el acento
de lo que no perece
en el sepulcro de la memoria.
(1962)
En la vena
audaz del día,
— dios seguro — ,
dormido en el tiempo.
(Noviembre de 1951)
He descubierto el alma,
el aura del cuerpo.
1 5
Otra versión modificada de este texto fue incluida por el autor en «El gran onírico» bajo
el título «Estremecido».
320
Es el PASADO actual
Dijo HOMERO
su hexámetro florido
cantó el rayo
atravesando el espacio y el tiempo
que aún no son sino palabras ecos
el mañana de siempre
(1958)
NUCLEO CONSTANTE
323
Apenas el conocimiento íntimo
De la luz, del párpado,
De la urna en que navega
Ese cuerpo desnudo que es el soñar
O volver a los orígenes.
PRECEPTIVA GEOMÉTRICA 26
Salvad lo ignoto,
la sombra,
lo obscuro:
el río y su corriente
postuma.
En este verso
línea del horizonte
ojo profundo
la luz el aire la semilla
un hombre sumergido
en sí
mismo
1 6
Versión originalmente escrita a máquina y continuada en forma manuscrita por el autor
no sé cuándo, pues no encontré copia mecanografiada.
2 7
Este poema fue publicado en La rosa escrita (Ed. Front, Colección Poesía vol. vra,
Montevideo, 1987) con otra disposición gráfica de los versos y algunas variantes en el
texto, así como en la revista Creación y Crítica (2. época, N.°l, 1974, Lima), dirigida
a
322
nave,
ave,
muerta.
el ala postuma.
(1960)
A
JOSÉ MARÍA EGUREN,
en su clara noche,
en su oscuro cristal.
325
Quien se afianza en la palabra, lo mismo que en el yunque, en el panal,
en el papel que vuela, ¿no lia de acertar con la verdad igual que con el
error?
A este refugio espacial viene a dar, de contragolpe, igual que las olas en
su flujo y reflujo, las más sutiles nociones de la atmósfera, con su corte o
escala de ruiseñores diplomados a la intemperie, de mañana a ocaso, de
noche a alba, como si de animalillos volanderos se transformasen, pro-
gresivamente, en ala, trino, luz, línea y color.
(1963)
EL ALA CONSTANTE 18
1 8
E l mismo poema aparece en otro ejemplar con el título «Al griego cantor del ala». Como
podrá observarse, estos poemas por las fechas que figuran al pie no correspondería que
integraran este libro; sin embargo, he respetado el orden que X . Abril les dio en el índice
general de su obra poética elaborado con un criterio que no coincide muchas veces con las
pautas cronológicas dadas por él mismo en los encabezamientos de los poemarios.
324
sola corona
de la voz que nunca
apaga
la muerte.
Estás, Eguren,
siempre en la i
del viaje;
volverás a confundirte
entre las figuras
que cantaste,
en lo que nunca dijiste,
callado de abrumarte.
327
En la playa, espejo,
de ti mismo,
juegas al ajedrez
—matemático —
del diamante,
embebido de luz
y sombra.
¡Oh, poeta!,
la palabra,
mineral ciego,
nace muriendo
y renace
en el lampo.
Inefable vocal,
— i, entre todas —,
luz y torre,
más vuelo y ala
que se pierden
en la memoria.
onda o nube,
te cortejó la Parca?
Como la cometa,
sube,
Eguren, en el vértigo
del abismo.
Canta el retorno
de tu viaje blanco.
Te acompaña el alba
hasta la rosa
que oculta,
del sino,
la sombra.
Sé prueba
solar,
326
En un momento dado
terrible silencio:
recobramos la dignidad
permanente del sueño
del que no conocemos
sino sus alas cansadas.
En un momento dado
puede ser que no estemos.
Inevitablemente,
en un momento dado.
(Florencia, 1966)
BIOMBO ORIENTAL
Cómo canta,
trina
el
Bulbul
en la pintura
persa.
De
hoja
en
hoja
la
nota
desciende
329
con el esqueleto oculto en la corriente misma de la figura única capaz de
prolongar la experiencia del sueño en un estanque ni próximo ni lejano
de la Luna. Ni del olvido, sí de todo cuanto existe pesadamente en el día
despierto y fulgurante.
PUEDE OCURRIR 31
En un momento dado
amanece,
cruza un pájaro,
vacía el silencio
la nota
que lo alcanza a uno
soñando:
el fulgor del día
soñado.
He ahí la belleza:
desconocer la hora
y el color de sus ojos.
En un momento dado
envejece
cano el tiempo,
blanco el dolor.
Es el tormento mismo:
el otro que viaja
por la sangre y el alma.
En un momento dado
la palabra huye a su abandono
último.
3 1
Publicado en revista Oiga (N.° 386, Lima, 1970) y grabado en disco también en Perú en
«Antología viva de la poesía peruana» (Ed. Retablo).
328
No está fuera de ti
cosa reservada;
misterio o acaso,
noche o alborada.
331
al
color
de
la
música
pura.
La
escala
baja
a
la
fontana
en la que el
espacio
se diluye
en
tiempo
de
agua.
DESVARÍO METÓDICO 33
Este poema fue publicado en La rosa escrita ( E d . Front, v o l . vm, Colección Poesía,
Montevideo, 1987) con una disposición gráfica diferente a ésta y con los últimos versos
modificados.
E l paisaje marino del balneario Costa A z u l fue profundamente amado y gozado por
X a v i e r A b r i l . Todos los veranos iba allí, a la casa de su esposa, la pintora uruguaya Sara
Acosta, a compartir con el!a, otros familiares y creadores amigos, arte y naturaleza.
Este poema figura en otra versión con el título «Perspectiva global e intransferible». L a
versión manuscrita que encontré de este poema (sin título) corrobora mi nota inicial de
este poemario. Hay una diferencia de 20 años entre la fecha de composición original o
definitiva de este texto y la propuesta por Abril (1951-57) para la totalidad del libro. He
revisado exhaustivamente las diferentes copias y versiones de un mismo poema y en este
caso parecería ser la fecha del manuscrito (1976) la de composición aunque hay algunas
diferencias en la disposición gráfica de los versos con respecto a la versión mecanografiada.
0
Lo que diga
Será sucesión
Del ser mismo
En los opuestos
Y en la vertiente
De los instantes.
Claro sujeto
Que en el espejo obscuro
De la noche
Labra el diamante,
El fuego, mira
La palabra.
(Montevideo, 1967)
MORALEJA
333
se oyeron los primeros quejidos,
no,
DIALÉCTICA INTERIOR
Lo que diga
sucesión será
del ser,
en los opuestos:
vertiente del instante.
Claro sujeto
que en el espejo obscuro
de la noche,
oye el diamante,
labra el fuego,
mira la palabra.
(Montevideo, 1967)
Esta nueva versión del poema anterior no integraba el poemario preparado por el autor.
La incluyo como elemento de interés para los estudiosos que puedan cotejar diferentes
versiones que corroboran lo anotado por mí anteriormente.
332
AL CISNE
(1958)
- I -
[335]
-Ill-
En el sueño el cisne
duerme benévolo, esquivo,
al margen de la Luna
y el tiempo.
La onda riza
la soledad del lago,
espejo del fluir.
-IV-
Apenas desprendido de la luz,
el alto cuello lívido,
sabe el secreto, sabe
lo soñado.
El lago, la blancura
y el olvido.
-V-
Desaparecido en el agua,
— también muerta —,
el cisne busca la línea de la luz.
Entre el ocaso,
su cuello extático
anuncia
lo blanco.
Dibújase cisne,
asimismo, en la huida:
seguro en la onda,
ala de su minuto.
Ya no le queda
más que el cielo,
su retrato.
337
Un cisne, sí, en la tiniebla
— transparente —
. , 36
del secreto.
-II-
jOh cisne!
Iniciada blancura,
mago del misterio,
morador del cielo.
¡Oh cisne!
Hermano de Apolo,
blancamente herido.
Amado por la luz,
llorado por la sombra.
¡Oh cisne!
Eres el secreto
de la abstracción:
apariencia
y espejo.
¡Oh cisne!
Que no vives
sino en la mente/
alejado de lo constante;
negador de lo real,
separado del color
por la blancura perfecta.
¡Oh cisne!
Concierto de soledad,
esquivo acorde,
sagrado silencio:
t en sit mismo.
solo
3 7
3 6
Este poema aparece grabado en disco en la «Antología viva de la poesía peruana» (Ed.
Retablo, Lima).
3 7
Este poema fue publicado por primera vez en la revista Creación y Critica Lima, (nov.-
dic. 1971) en el número 9-10 dedicado a X. Abril.
336
Ondas ocultas, perdidas,
cisne en el cristal cierto;
cuello leve de la fuga,
martirizado delirio.
-vm-
Audaz y sigiloso
huésped de la blancura,
— cuello niveo del tiempo —
en los límites y ondas
del acuoso silencio,
asciende de sí mismo.
-IX-
Está vuelto en el espacio:
— Lago, aire, serenidad —.
Corre secreto en el tiempo.
Fuga del color: blancura.
- X -
Amante de lejanía,
Lánguido cisne mágico,
Torna a su oculto silencio.
-XI-
«EL CISNE» 39
339
-VI-
(Columnas del Templo de Salónica, en el Louvre.)
Lésbico cisne
HORACIO
El cisne,
columna misma, cisne,
llave de Salónica,
templo de puro cuello
que ama eterna diosa.
Hermético sexo,
cisne, flor de loto,
en el que sólo fuego
nace de su lago.
Ya el muslo de Leda
es el cisne dormido.
-VH-
Cuando al vuelo de la noche
aparece el yo dormido
en oculto lago obscuro
desconocido del sueño,
sólo se divisa, apenas,
en el fondo de los cuerpos,
antiguo cisne dormido.
Este poema fue publicado por primera vez en la revista Creación y Critica (Lima, nov.-
dic. 1971) en el número 9-10 especialmente dedicado a X . Abril.
338
POEMAS SECRETOS
(1957-1960)
Su follaje ausente,
hasta las lágrimas,
da lástima al espacio.
Publicado en la revista Creación v Crítica (Lima, 1971), Rev. Ad. Libitum N.° 3: Urbino
1967 (articulo de Antonio Melis sobre la poesía de X . Abril) y en L a rasa escrita
(Montevideo: M Z editor, 1987). Está grabado en disco en «Antología viva de la poesía
peruana» (Ed. Retablo, Lima).
[341]
Símbolo del desdén,
¡Oh, gran separado!
¡Cisne de silencio
hecho cisne!
-xn-
AL CISNE 40
(1945)
Este libro parcialmente inédito del autor está constituido por ocho poemas.
Los poemas IX, X , X I y X I I del poemario «Al Cisne» no figuraban integrando el libro
preparado por X . Abril. Los he agregado por la vinculación temática con los de esta
misma serie en lugar de incluirlos entre los poemas sueltos inéditos. Véase la diferencia en
la fecha de composición de! último poema (1945) con respecto a los de la totalidad de la
obra (1958).
340
MASCARILLA DEL DOLOR
Nos hemos amado de noche a noche. ¡La noche del mundo ha crecido en
nuestros amados cuerpos, en nuestros nocturnos cuerpos cubiertos por
la yedra y la canción y el vino y la embriaguez!
¡Oh clara noche de espejo, Venus del Beso y del torso que dibuja el desve-
lo del hombre! ¡Oh profunda noche sin orillas, Eternidad del Sueño en el
vientre obscuro, vendaval del odio en los sentidos!
343
yendo en la luz, multiplicado, solo,
en frío fuego apenas sostenido.
AFORISMOS POÉTICOS
* * *
* * *
* * *
342
EXPERIENCIA VIVIDA Y PADECIDA
347
Entre el cogote bronco y la mirada infinita
— La córnea delicada, su hábito de lechuza —,
El sacerdote rumia los placeres venéreos.
(París-Montevideo, 1956)
LA PASADA GLORIA
Carro de triunfo
Hundido en el infinito
Contra el cielo,
Contra la luz,
El tiempo y la muerte.
El hombre recuperado
Torna de los hondos abismos
Vencedor de sí mismo.
(1961)
349
La realidad es una tendencia hacia la muerte. ¡Ay, del que compren-
de su ámbito! El fin devora todo principio. Permanezco como lo que soy:
una forma alucinada y temerosa en vías de ser fuego o pura música.
(Madrid, 1927)
SABOR AÑEJO
Calla la guitarra
Sus quejas dolidas,
En noche cerrada
De penas antiguas.
(Madrid, 1927)
A LA NOCTURNA PROFUNDIDAD
¡Yaces entredormida
en una Luna de heléchos!
346
reducido al silencio,
ha de alcanzarle la expresión
del frustrado epistolario;
no cabe siquiera la soledad
de uno ni de nadie,
ni de la vida ni de la muerte.
Sólo silente
solitud
de la Nada
en la que la inmensidad
se refleja en una
gota
de
agua:
la vida misma que ignora
los términos de la conciencia.
«DECISIÓN»
Poniendo
Orden, disciplina,
Poniendo, digo,
El propio ser
En la cabeza de la niebla
Y el Alba.
Poniendo, sólo,
La luz escondida
En el arte de la sombra
Y el secreto.
351
Sostenido en la brisa de un eco de suspiros,
Caminando en silencio, derruido de estatuas.
(Lima, 1944)
DESIGNIO 44
En la noche he abierto
L a ventana obscura
Que da al pozo mismo
Del misterio;
Allí donde amenaza, oculto,
Tal vez, el duro diamante,
La claridad eterna.
(1945)
ESPERPENTO
Nada tiene que ver este poema con otro titulado igual publicado en 1935 en Difícil
trabajo (Madrid, E d . Plutarco).
348
_n-
El fuego de la música
va entrando por el hueso,
lamiendo obscuro cuerpo,
puro cristal del muerto.
353
POEMA
Grave conflicto
En que es más grave
Que parecerse
Ser idéntico a sí mismo.
(Florencia, 1965)
En la tumba
está sujeto el hombre
a muertes sucesivas,
a perderse, de nuevo, en su casa
eterna y pasajera.
A no encontrarse
siquiera solo,
si es que el silencio
abarca a la Obra Completa,
4 5
E n el libro Pausa (1951-57) aparece otra versión desarrollada de este poema bajo el
título «Discurso invisible del ser entre dos orillas».
350
.SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EN LOS TALLERES GRÁFICOS DF.
TAREA ASOCIACIÓN GRÁFICA EDUCATIVA
PASAJE M A R Í A A U X I L I A D O R A ! 5 6 - BREÑA
Correo e.: tarcagratica@terra.com.pe
TELÉF. 332-3229 F A X : 424-1582
J i r u o 2006 L I M A - PERÚ
A LOS POBRES EMPOBRECIDOS DEL URUGUAY
- I -
352
UNIVERSIDAD NACIONAL
MAYOR DE S A N MARCOS
/.<i universidad es lo que publica
Xavier Abril (Lima, 1905-Montevideo, 1990)
es claro representante de lo que genéricamente se
llama modernidad. Ello no es otra cosa que
incrustar un desaforado trabajo de innovación
. ••
-
' •
Í . 9 K . 1 V . E R S I D A D