Temario Cat G2 PDF
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1.- El trabajo autónomo del alumno en el nivel superior y su capacidad para encontrar soluciones.
2.- Estrategias adecuadas.
3.- Conclusiones.
4.- Bibliografía.
1.- El trabajo autónomo del alumno en el nivel superior y su capacidad para encontrar soluciones.
La autonomía o capacidad para establecerse normas propias y gobernarse a sí mismo en función de ellas,
es la gran finalidad de la educación, porque solo las personas autónomas pueden llegar a ser libres y
responsables para desarrollar plenamente su personalidad (CE, art. 27.2) desde la autocomprensión
(autoconocimiento) hasta alcanzar la autorrealización (Maslow). Esta autonomía debe construirse desde
la infancia y de forma integral, ya sea moral (qué está bien y qué está mal, qué es justo y qué injusto, qué
opinas, qué decisiones tomas, cuáles son tus sueños y tu proyecto para alcanzarlos), intelectual/artística
(qué idea tienes sobre los aprendizajes que realizas, sobre la música que manejas, sobre el mundo), grupal
(cómo funciona la dinámica de un grupo al que perteneces, cómo mejorar la integración en el mismo -
propia y ajena-, como generar climas y expectativas positivas para el grupo), técnica (cuáles son las
fortalezas y las debilidades de cada uno en este campo, cómo voy a organizar mi trabajo autónomo y el
estudio para equilibrar y mejorar globalmente la técnica y mi crecimiento musical, cómo voy a avanzar
para ser más eficaz en la identificación de los problemas y la búsqueda de soluciones posibles e idóneas),
etc. Incluso ya en la etapa profesional anterior a los estudios superiores, hay que fomentar la elaboración
de planes de actuación propios: identificación de problemas/necesidades que se conviertan en objetivos
a alcanzar, contenidos o trabajos a realizar para dicha consecución y evaluación de resultados (evaluando
el alumno y también el profesor). Esta es la filosofía educativa que debería imperar en el conjunto del
sistema educativo, según las últimas reformas educativas en las que se ha tenido en cuenta el
constructivismo como teoría educativa que mejor propicia la autonomía del alumno.
En el caso de la enseñanza musical este cambio es muy relevante, puesto que durante siglos esta
enseñanza se basó en todo lo contrario: el conocimiento lo centralizaba el profesor y lo transmitía al
alumno para que este lo reprodujera sin cuestionarlo. El objetivo no era la autonomía, sino la obediencia
y por eso se creaban básicamente clones musicales en lugar de artistas autónomos (salvo las excepciones
que lograban superar esta metodología reproductiva).
Estos cambios a favor de la autonomía, en el caso de la enseñanza musical en España, ya han sido
plasmados en los niveles anteriores al superior. En este sentido se define la normativa básica de las
enseñanzas profesionales de música (RD 1577/2006) al establecer como objetivo específico “Habituarse
a escuchar música y establecer un concepto estético que le permita fundamentar y desarrollar los propios
criterios interpretativos”, o como parte de los objetivos de instrumento “Demostrar autonomía
progresivamente mayor para solucionar cuestiones relacionadas con la interpretación: digitación,
articulación, fraseo, etc.”. Sin olvidar que el aprendizaje por competencias desarrollado en la Educación
General en toda España desde la implantación de la LOE (aunque no en el caso de las enseñanzas
musicales, ya que tan solo en algunas Autonomías está teniendo lugar su desarrollo, como es el caso de
Castilla La mancha o Asturias) es en sí mismo un enfoque pedagógico orientado al desarrollo de la
autonomía en el alumnado. Una realidad, esta, a la que deberíamos contribuir también desde la música
colaborando en la adquisición de estas competencias, aunque no esté explícitamente establecido en el
currículo. Me refiero a competencias como la de aprender a aprender (en la que el alumno toma
conciencia de su propia capacidad de aprendizaje y de cómo construye su conocimiento musical
conceptual, técnico y actitudinal) y la del sentido de iniciativa y espíritu emprendedor (consiste en
disponer de contextos en los que el alumno pueda tomar la iniciativa y llevar a cabo ideas propias:
organización de repetición de conciertos en espacios externos al centro, desarrollo de proyectos
cooperativos, etc.). En definitiva, estamos ante un espacio previo al superior en el que se debería
desarrollar esta autonomía con el fin de que el alumnado alcance un buen nivel educativo de partida
cuando llegue al nivel superior que nos ocupa.
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Por su parte, el EEES apuesta claramente por la autonomía en el estudiante. Así lo demuestran los
resultados de aprendizaje establecidos en el MECES (RD 1027/2011, art. 6.2), en cuya redacción subyace
una clara apuesta por la autonomía y, de forma concreta, en la f): “ser capaces de identificar sus propias
necesidades formativas en su campo de estudio y entorno laboral o profesional y de organizar su propio
aprendizaje con un alto grado de autonomía en todo tipo de contextos”. Sin olvidar diversas competencias
relacionadas con la autonomía establecidas en la normativa básica (RD 631/2010): CT15, Trabajar de
forma autónoma y valorar la importancia de la iniciativa y el espíritu emprendedor en el ejercicio
profesional; CG24, Desarrollar capacidades para la autoformación a lo largo de su vida profesional, etc (la
autonomía también subyace en muchas otras competencias, a pesar de no incluir el término en ellas).
Por tanto, en este nivel superior, el EEES apuesta también por un cambio profundo en el sistema de
enseñanza en general y en las EEAASS en particular. Ahora la consigna es enseñar a aprender. Es un nuevo
modelo de aprendizaje que se basa en la acción, en el que el alumno adquiere conocimientos y
competencias en el marco de un aprendizaje autónomo y activo. Es, por tanto, un nuevo sistema centrado
en el alumno, puesto que le sitúa en el centro de su propio proceso de aprendizaje y no a los contenidos
(las obras musicales), como ha ocurrido a lo largo de la historia. En este sistema el docente debe centrarse
en los intereses y necesidades de los alumnos, estimularles a la acción autónoma e incluso independiente
y, como parte de esta, orientarles a aprender, pensar y convivir, además de abordar otras tareas
pedagógicas (orientar profesionalmente, generar contextos que faciliten el aprendizaje, etc.). Debe ser,
pues, el alumnado el que asuma una derivada de la autonomía, como es la responsabilidad, a través de
acciones como la participación activa en su aprendizaje, su implicación en tareas cooperativas asumiendo
su liderazgo frente a las metas a alcanzar, identificando los objetivos derivados de su proyecto personal o
profesional y participando en el proceso de evaluación, tanto desde la autoevaluación como con respecto
a la evaluación de la práctica docente e institucional que se puedan plantear en un centro. En este
contexto, el trabajo autónomo adquiere todo el sentido educativo para el alumno. Se trata de que el
alumno lidere su propio trabajo desde la automotivación y la autoconfianza y pueda desarrollar
creativamente sus soluciones a los numerosos problemas que el trabajo musical le va a presentar, ya sean
estos técnicos, musicales, de organización o de toma de decisiones, etc.
Por tanto, si desarrollamos una autonomía de forma global en el alumno y desde todos los contextos
posibles (individual, colectivo, familiar, etc.) podremos avanzar en su capacidad para encontrar soluciones
propias a los problemas o dificultades que presente el estudio del instrumento y los estudios superiores
de música en general. Para ello, los docentes debemos trabajar siempre sobre la tesis de no enseñarle al
alumno aquello que él pueda aprender por sí mismo. No le demos las soluciones hechas, sino que sea él
mismo quien las encuentre, si puede ser sin ayuda o en todo caso (si no lo consigue) con la mínima
necesaria para lograrlo. Recordemos que, como apunta el constructivismo, el profesor debe ser un guía,
un consejero, un mediador, pero nunca debe ocupar el protagonismo que le corresponde al alumno en
su aprendizaje. Es el propio alumno el que debe aprender a identificar los problemas (técnicos,
interpretativos o de cualquier otra índole), plantear posibles soluciones, analizar cada una de ellas,
experimentarlas, decidir cuál es finalmente la más adecuada y valorar la efectividad de ellas. Este es el
mejor camino para aprender por sí mismo (aprender a aprender), resolver sus problemas en el futuro y,
con ello, alcanzar una mayor autonomía global en su personalidad y en su relación con la música.
Finalmente, la actividad grupal y el aprendizaje cooperativo servirán siempre de ayuda al alumno en el
crecimiento de su autonomía. No olvidemos que el nivel superior, a diferencia de los niveles anteriores,
requiere tomar decisiones sobre alternativas profesionales y académicas (autoorientación), aspectos
personales, financieros (estudios en otros países, compra de instrumentos, etc.), y todas estas decisiones
solo pueden ser tomadas de forma eficaz si el alumno dispone de un alto grado de autonomía.
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1) En el análisis musical: el alumno aplica todos sus conocimientos e ideas musicales hasta construir
un criterio propio de la obra a interpretar o del tema a tratar.
2) En el progreso técnico: el alumno identifica sus fortalezas y debilidades en el ámbito técnico y
musical, con el fin de saber qué debe trabajar de forma especial para superar sus debilidades y
equilibrarlas con sus fortalezas, que también debe potenciar. Sin olvidar los enfoques técnicos
para abordar las obras o estudios a trabajar, de modo que el alumno sea consciente de los
problemas técnicos que surjan de ellos y cómo poder superarlos con adecuados apoyos técnicos.
3) En la construcción de conocimiento: el alumno accede a información diversa sobre una obra y su
contexto (compositor, entorno de la época, etc.) y mediante la reflexión individual (y grupal),
transforma esa información en conocimiento propio. Un conocimiento que debe desembocar en
la comprensión de la obra (pensamiento comprensivo), para pasar después al pensamiento
crítico (analizando la obra, versiones, etc., de forma argumentada), y finalmente al pensamiento
creativo, en el que el alumno es capaz de construir una versión propia respetuosa con los
principios musicales (lenguaje musical y tradición) y con su propia personalidad artística.
4) En la elaboración de planes de mejora: es un modo de propiciar la reflexión del alumno sobre
sus debilidades/problemas/carencias (técnicas, musicales, personales, sobre el estado del
alumno con respecto a las competencias establecidas en el sistema, etc.) y establecer unos
objetivos que atiendan estas debilidades mediante planteamientos adecuados para, finalmente,
proceder a valorar (evaluar) los resultados el propio alumno y sacar sus conclusiones.
5) Sin olvidar que un modo de avanzar en la autonomía es tomar decisiones. Si propiciamos esa
toma de decisiones en los alumnos de cualquier índole (técnica, musical, personal, social, etc.)
podemos avanzar en ese concepto global de autonomía que, a su vez, permitirá optimizar su
trabajo autónomo como pieza clave en el desarrollo de competencias que reclama el EEES.
6) Otro modo de profundizar en el trabajo autónomo del alumno es implicarle directamente en el
desarrollo de competencias, como apartado clave en la educación superior propugnado por
Bolonia. Esto supone que cada alumno debería reflexionar sobre su estado en relación con cada
una de las competencias establecidas por el currículo, tanto transversales, como generales y
específicas, y hacer un seguimiento personal de dicho desarrollo, así como realizar aportaciones
(propuestas, recursos, etc.) a los docentes sobre cómo impulsar ese desarrollo, especialmente
en aquellas competencias que el alumno haya diagnosticado como débiles.
7) Finalmente, un espacio ideal para el trabajo autónomo es el de la autoorientación. Esta resulta
clave para el alumnado de nivel superior que debe liderar su propio camino teniendo en cuenta
sus fortalezas y el marco de oportunidades y amenazas que el mundo laboral y académico
presenta en un contexto global como es el de la música. Su autoconocimiento, su búsqueda de
información, su capacidad para definir su proyecto formativo, profesional y vital es el gran
desafío que todo alumno debe superar, y hacerlo de forma autónoma, aunque no aislada, por
eso el trabajo autónomo también requiere de espacios dialógicos en los que desarrollarse.
En este sentido dialógico, los docentes hemos de propiciar/gestionar contextos grupales para desarrollar
estrategias cooperativas que produzcan aprendizajes entre iguales, también para avanzar en el trabajo
autónomo, para generar un aprendizaje más motivador (puesto que se comparte y no es un trabajo
basado en el aislamiento) y efectivo (compartir ideas entre iguales, la comparabilidad de caso, etc., todo
ello ayuda a cada alumno a forjarse su camino más adecuado). Me refiero a aplicaciones como:
1) Debates en grupo (sin apenas protagonismo del profesor) sobre aspectos intelectuales como el
análisis o el descubrimiento de hallazgos, ya sean relacionados con el conocimiento o con la
creatividad de los alumnos. En este apartado también puede incluirse el debate sobre el trabajo
autónomo de cada alumno (incluidos los planes de mejora desarrollados): es un modo de
compartir diseños y estrategias de estudio del instrumento para enriquecer la idea del grupo
sobre este apartado que, por otra parte, siempre fue considerado muy personal y con escaso
valor para el grupo. También pueden incluirse en estos debates temas de ética universal (paz,
derechos humanos, solidaridad, etc.), con el fin de detectar personas sensibles a ellos y, en todo
caso, para alentar al alumnado a que descubra las posibilidades que ofrece la música y su
capacidad para vincularse con estos temas sociales.
2) Interacciones técnicas y musicales en grupo, con el fin de afianzar aspectos técnicos y disfrutar
haciendo música juntos abordando repertorio camerístico o debatiendo sobre las obras a
interpretar o temas musicales y sociales presentados por los propios alumnos.
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3) La creación de un ambiente de confianza, ayuda mutua y solidaridad, de modo que se construya
una atmósfera positiva en la clase y unas relaciones personales que perduren en el tiempo, así
como un sentimiento general de pertenencia al centro.
3.- Conclusiones:
Para progresar en la autonomía global del alumno (auténtica finalidad de la educación asociada al
constructivismo) debemos hacerlo, por un lado, desde el trabajo en el aula y de forma integral:
fomentando su autonomía técnica, musical, personal y, también, su autonomía social; y, por otro lado,
avanzando en su capacidad para tomar decisiones e identificar y resolver problemas de toda índole, e
incluso en su capacidad para liderar su propio aprendizaje (análisis de su realidad respecto de las
competencias establecidas, ideas para mejorar, etc.). Este doble camino convergente es el mejor sistema
para avanzar en esa autonomía global que le permita al alumnado liberar todas sus potencialidades,
concretar y desarrollar su propio proyecto personal y, con ello, ayudarle a alcanzar su autorrealización.
4.- Bibliografía:
Zarzo (2014): Superdotación y Talentos Musicales. Conceptos, derechos y pautas de actuación.
Zarzo: Revista Música del RCSMM (2013, comunidades artísticas de aprendizaje; 2014, orientación
profesional en la música; 2017, competencias).
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La creatividad y su desarrollo. La creatividad aplicada a todos los aspectos del
desarrollo instrumental: técnica, capacidad expresiva o comunicativa, improvisación,
composición, comprensión musical y personalidad artística. Competencias
emprendedoras, empleabilidad y gestión de proyectos en el ámbito musical.
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creatividad requiere de entornos o ambientes positivos en el aula, atmósferas (en el aula y en casa) y
sistemas (proyectos educativos de centro) también creativos: comunitarios, cooperativos, evaluación
compartida, otros docentes escuchan al alumnado, alumnos mentores, etc. Todo ello encaminado hacia
una creatividad grupal que cada vez está siendo más valorada en el mundo empresarial y educativo
(generando en grupo ideas, estableciendo relaciones positivas, emprendiendo metas comunes, etc.).
Coherentemente con lo anterior, la creatividad está presente en el MECES, en sus resultados de
aprendizaje (RD 1027/2011, art. 6): “poder, mediante argumentos o procedimientos elaborados y
sustentados por ellos mismo, aplicar sus conocimientos, la comprensión de estos y sus capacidades de
resolución de problemas laborales complejos o profesionales y especializados que requieran el uso de ideas
creativas e innovadoras”. Asimismo, la creatividad ha sido incluida como intención educativa en la
normativa básica de las enseñanzas superiores de música (RD 631/2010), en concreto como competencia
general (Mostrar aptitudes adecuadas para la lectura, improvisación, creación y recreación musical (…)
Conocer los fundamentos y la estructura del lenguaje musical y saber aplicarlos en la práctica
interpretativa, creativa, de investigación o pedagógica). Por tanto, la creatividad ha de tener su espacio
dentro de los planteamientos docentes, tanto en la creación (de obras, fragmentos, cadencias, etc.) como
en la recreación (o interpretación de nivel superior que encuentra en cada comunicación una ocasión para
“re-crear” de nuevo una misma obra) y la aplicación del lenguaje musical (a modo de juegos en los que se
respeten los elementos básicos del lenguaje musical y, a la vez, se disfrute con dicha aplicación).
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En todo caso, la personalidad artística y creativa hacia la que deberíamos orientar al alumno es aquella
que le permitirá ser capaz de definirse a sí mismo (artística y personalmente), con sus fortalezas y
debilidades, saber gestionar su proyecto personal y, además, hacerlo de forma autónoma (libre y
responsable), teniendo en cuenta sus circunstancias, hasta alcanzar su autorrealización (Maslow). Para
ayudarle en ese camino, hemos de fomentar su perseverancia en el equilibrio de sus capacidades
(cognitivas, psicomotóricas, afectivas y socializadoras) y competencias (específicas, generales y
transversales), pues todo ello participa en la construcción del intérprete creativo y el futuro profesional,
personal y social del alumno. Además, hemos de hacerlo atendiendo a su personal psicología
(temperamento natural y carácter adquirido), de modo que se equilibre su autoconcepto (idea que tiene
de sí mismo) y autoestima (valoración que tiene de sí mismo) para que pueda coadyuvar a la configuración
de su personalidad artística de modo positivo (seguridad, confianza, disfrute, etc.).
Y para conseguir todo ello, hay que resaltar la necesidad de propiciar contextos dialógicos en el aula. En
estos contextos, ya sean formales (organizados como actividades complementarias) o informales
(momentos de ocio común entre los actores: profesores, alumnos, antiguos alumnos, etc.), es importante
que cada alumno exprese y comparta sus ideas sobre los aspectos técnicos, interpretativos, musicales,
etc., así como sobre aspectos extramusicales (sobre el mundo, la vida, sus proyectos profesionales y
vitales, etc.). De este modo, este enfoque dialógico aportará un plus de creatividad al alumno, que
conocerá otras opciones y perspectivas expresadas por sus compañeros, y una reafirmación o
cuestionamiento positivo de sus propias ideas sobre su/s elemento/s (Robinson); además de generar un
ambiente de clase muy adecuado para el aprendizaje y las relaciones personales entre los alumnos y el
profesor, tanto presentes como futuras (mentorazgo, redes, etc.). En definitiva, estamos ante un factor,
la creatividad, que puede aportar muchas soluciones a cada alumno y su necesidad, como todo ser
humano, de encontrar el sentido de la vida que le permita construir su propia personalidad artística y
humana acorde con su naturaleza, su elemento y su proyecto vital.
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competencias de forma muy básica (la repetición de un concierto en un espacio gestionado por el alumno,
la gestión de la comunicación de una audición con el fin de atraer a público, participar en los órganos
representativos del centro -consejo escolar, departamentos, etc.- ) o de un modo más consistente (la
creación de un grupo de cámara estable por parte de los alumnos con su modelo de gestión
correspondiente que pueda actuar en el entorno, o la elaboración de un proyecto de escuela de música
-para la enseñanza de estas escuelas solo es necesario el Título profesional con el que suelen ya contar
los alumnos del superior- que permita concurrir a estos servicios que habitualmente ofertan los
ayuntamientos, etc.). Además, mediante la gestión de proyectos como los comentados (o en cualquier
proyecto organizado desde el propio centro), el alumnado puede adquirir competencias establecidas en
la normativa básica (RD 631/2010) como las específicas (Demostrar capacidad para interactuar
musicalmente en todo tipo de proyectos participativos, desde el dúo hasta los grandes conjuntos (…)
Asumir adecuadamente las diferentes funciones subordinadas, participativas o de liderazgo que se pueden
dar en un proyecto musical colectivo), las competencias generales (Demostrar capacidad para interactuar
musicalmente en diferentes tipos de proyectos musicales participativos) y, por supuesto, todas las
competencias transversales.
En resumen, se trata de un conjunto de iniciativas relacionadas con el desarrollo del espíritu emprendedor
que, además de facilitar la empleabilidad del futuro profesional, desarrolla la creatividad desde un
enfoque global de esta.
4.- Conclusión:
La creatividad es un factor esencial en la educación y el desarrollo del alumnado. Por ello, su aplicación
debe ser un tema prioritario para el docente a la hora de plantear todos los elementos de la enseñanza
instrumental (contextos de aprendizaje, la técnica, la escucha, la interpretación, etc.) e incluso para
desarrollarla los docentes debemos aprovechar las competencias emprendedoras (y aquellas
competencias incluidas en la norma que están relacionadas con estas) como un recurso más que puede
aportarle al alumno creatividad, empleabilidad y, en definitiva, oportunidades de futuro.
5.- Bibliografía:
Burnad, Pamela y Murphy, Regina (2017): Enseñar música de forma creativa.
Sánchez, Mari Fe (2004): Orientación laboral para la diversidad y el cambio.
Sanz de Acedo, Mª Luisa (2010): Competencias cognitivas en Educación Superior. Madrid, Narcea.
Zarzo, Andrés (2014): Superdotación y talentos musicales. Madrid, autoedición.
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La memoria. Su desarrollo como base para la formación del oído interno. La memoria
como elemento imprescindible en los diferentes aspectos que conforman los estudios
del instrumento. Tipos de memoria. Factores en el uso de la memoria. Técnicas de
memorización.
1.- La memoria.
2.- Su desarrollo como base para la formación del oído interno.
3.- La memoria y el estudio del instrumento.
4.- Tipos de memoria.
5.- Factores en el uso de la memoria.
6.- Técnicas de memorización
7.- Conclusiones.
8.- Bibliografía.
1.- La memoria.
La memoria es una cualidad del ser humano aún por desentrañar en toda su dimensión y posibilidades.
No obstante, no es una cualidad exclusiva de las personas, ya que también los animales cuentan con esta
cualidad, algunos de ellos con grandes prestaciones, según estudios científicos realizados al respecto,
como los elefantes o los monos. Históricamente, durante siglos fue para los educadores, junto al
entendimiento y la imaginación, uno de los tres propósitos básicos de la educación. Ya en el siglo XX, el
conductismo apostó por la memorización como sistema para “llenar el recipiente vacío” que suponía el
cerebro humano para los enseñantes conductistas: el objetivo era memorizar por memorizar, pero sin
llegar a comprender el contenido que se memorizaba. El constructivismo de Piaget, Vigotsky y Ausubel
apostó también por la memorización, pero como un modo de avanzar en la comprensión de los
aprendizajes significativos que constituían la meta a conseguir en esta teoría educativa. En todo caso,
podemos definir la memoria como la facultad psíquica de conservar y retener información, hechos o
imágenes ya ocurridos y reconocerlos como tales. Su base radica en el aprendizaje: cuando este
aprendizaje es repetido y practicado hasta el punto en el que queda firmemente establecido en el sistema
nervioso central, es en ese momento cuando se produce la memorización. Así, memoria y aprendizaje son
conceptos íntimamente relacionados: mientras el aprendizaje es adquisición de conocimientos, la
memoria los almacena.
La memoria está basada en tres procesos básicos:
1) La codificación. Permite transformar la información para que pueda ser almacenada gracias a
que resulta comprensible o significativa para el individuo (si nos hablan en un idioma que
desconocemos, no podemos almacenar esa información, al igual que ocurre si no
comprendemos la información que se nos transmite, aunque sea en nuestro idioma).
2) El almacenamiento de la información, a través de métodos y técnicas que lo facilitan. En este
sentido hay que decir que el cerebro humano tiene la capacidad de almacenar infinidad de
información, gracias a las neuronas, si bien también es capaz de desechar aquello que ya tiene
un tiempo o que no resulta útil para el individuo. En todo caso, existen tres modos básicos de
almacenar la memoria en nuestro cerebro: a) la memoria sensorial, o referida a la información
que nos llega al cerebro a través de los órganos sensoriales mediante los estímulos. Sentidos
como la vista, el oído, el movimiento, etc., son los que actúan en esta memoria y registran una
información que permanece muy poco tiempo en la mente, por lo que necesitamos procesar
(observar, comparar, etc.) esta información sensorial para que llegue a convertirse en memoria
a corto plazo. b) La memoria a corto plazo es la que nos permite interpretar, evaluar o elaborar
la imagen creada por la memoria sensorial y almacenarla temporalmente (si pasados varios días
la información no es recogida por la memoria a largo plazo, esta información se pierde como
consecuencia de las interferencias que provoca la recepción de otras informaciones más
recientes); esta memoria, por tanto, nos permite almacenar información sensorial mediante
procesos de atención, concentración y selección, aunque para que esta memoria sea
permanente debemos profundizar en la propia información y en nuestra capacidad para generar
pensamientos musicales propios sobre ella. c) La memoria a largo plazo es la que se produce
ante la repetición y práctica, tanto física (ejercicios técnicos, pasajes, etc.) como mental
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(memoria analítica y emocional), de la memoria a corto plazo; es permanente y prácticamente
ilimitada, por lo que algunos la llaman “nuestra base de datos”.
3) El proceso de recuperación, que consiste en extraer la información memorizada invirtiendo el
proceso de codificación, un proceso que en el caso de la interpretación requiere ser practicado
y reflexionado (evaluado) para adquirir dominio y confianza en él.
Estos tres procesos se generan a través de las neuronas cerebrales (que son las que realmente almacenan
la información) y la activación de sus conexiones naturales llamadas sinapsis. Es, por tanto, una función
compleja que le ha permitido al ser humano, entre otras funciones, aprender y crear nuevos
conocimientos a lo largo de su evolución. Además, como dice Svantesson, la edad tiene un efecto muy
pequeño en la capacidad de recordar (prácticamente ninguno, si utilizamos la memoria y la mente en
general de forma activa), por lo que podemos seguir aprendiendo cosas toda la vida. La enfermedad, en
cambio, como dice el autor, sí influye negativamente en la memoria con la edad.
El proceso de memorización, en el caso de la memoria sensorial, se desarrolla mediante la observación,
en la que la información es recibida por los sentidos; la concentración, que dirige la atención hacia los
estímulos sensoriales; la comparación, que coteja la información recibida con los que se poseen; la
asociación, que relaciona la información entrante con la ya poseída. En el caso del aprendizaje y
memorización de habilidades motoras se sigue un proceso diferente: el individuo deberá coordinar sus
respuestas musculares de manera que produzcan una pauta coherente y constante para, así, dirigir dichas
pautas de movimientos motores de forma controlada hasta alcanzar el resultado deseado.
En lo que respecta a la música, la memoria auditiva es, por así decirlo, la más musical. Se puede abordar
desde dos tipos de experiencia auditiva u oídos: uno, el llamado oído externo, que se encarga de
reconocer y discriminar auditivamente sonidos en altura, intensidad y timbre; y dos, el oído interno, que
supone la capacidad de crear representaciones mentales sonoras partiendo de la simbología musical y
viceversa. Este último es un apartado imprescindible para el músico y su imaginación sonora ante la obra
a interpretar o crear y memorizar. De hecho, siempre se ha dicho que Beethoven empezó a escribir su
mejor música cuando dejó de oír externamente (sordera) y se dedicó a explorar y descubrir nuevos
sonidos gracias a su oído interno.
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Por tanto, la memoria es un elemento curricular que debemos tener en cuenta en nuestra enseñanza,
más allá de planteamientos tradicionales. Con estos planteamientos tradicionales me refiero a que
históricamente los profesores de instrumentos orquestales han defendido la idea de no memorizar para
desarrollar el oficio orquestal en los que lo realmente importante es la lectura, mientras que los
instrumentos más solísticos, como el piano o el violín, sí lo exigían (aunque en muchas ocasiones con una
metodología muy conductista que suponía un verdadero suplicio para los estudiantes). Y debemos tenerla
en cuenta por dos razones fundamentales: primero, porque memorizar supone desarrollar las conexiones
cerebrales (sinapsis) y, con ello, podemos mejorar la salud cerebral del alumnado; y segundo, porque al
memorizar el intérprete puede “liberarse” de la lectura de la partitura y descubrir todo su potencial
creativo e interpretativo haciendo la obra plenamente suya y comunicándola con entidad propia.
6.-Técnicas de memorización.
Como se ha comentado anteriormente, la concepción de la memorización debería plantearse de forma
integral: conceptual (conocer y practicar diferentes tipos de memoria), técnica (hábitos, procedimientos
memorísticos) y actitudinal (avanzar en la memorización desde la seguridad, la confianza, el juego-disfrute
para alcanzar el intérprete el objetivo de comprender en toda su dimensión la obra y hacerla suya).
También como hábito (que ayudará al alumno a superar el miedo a la memorización) y como sistema para
llegar a la máxima comprensión de la obra, como paso previo para su eficaz comunicación artística.
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Con todo, es necesario activar ciertas técnicas de memorización, tales como: 1) identificar las memorias
especiales de cada persona (aprender a aprender), 2) practicar de forma consciente todas las memorias
(sensoriales, analítica, emocional), 3) fomentar en el alumnado los hábitos memorísticos cotidianos
musicales (estudiar con el atril a un lado para no depender de la lectura, practicar en clase y con piano
acompañando sin ver la partitura -una vez ya se domine la obra- para desarrollar el juego y la valentía,
poner en práctica en la interpretación en público para buscar la naturalidad -y no el estrés- y la reacción
eficaz ante cualquier problema de memoria: saber siempre en qué lugar de la estructura se encuentra el
intérprete, confiar en la continuidad de la música y saber incorporarse a ella ante cualquier problema;
finalmente, si ocurre un pequeño desastre memorístico, quitarle importancia desde la docencia), y 4) La
mejor técnica de memorización es practicarla como hábito permanente, de forma que se pueda convertir
en un hecho natural, y evaluar su evolución con el fin de detectar posibles debilidades (conceptuales,
procedimentales o actitudinales) y mejorarlas de forma permanente.
7.- Conclusiones:
El desarrollo de la memoria es esencial para cualquier alumno de EEAASS, también para los estudiantes
intérpretes, incluidos los de especialidades orquestales. En especial, la memoria analítica y la emocional
deberían ser un hábito para el alumno de nivel superior (habida cuenta de que el desarrollo de la memoria
sensorial ya está garantizada con la propia práctica instrumental) como premisa para que el alumno haga
suya la obra a comunicar y compartir con el público. Para lograrlo, los docentes debemos fomentar su
práctica con la certeza de que la memorización en general beneficiará al alumno (le permitirá interiorizar
la obra y comprenderla), también de forma personal (le permitirá avanzar en seguridad, confianza,
disfrute, autoestima, etc.), y en lo que respecta al resultado artístico de su estudio (capacidad de
comunicación).
8.- Bibliografía:
Barbacci, R (1965): La memoria musical.
Copland, A (1993): Cómo escuchar la música.
Cuartero, C (2010): Tipos de memoria, aptitudes y estrategias en el proceso de memorización de
estudiantes de piano, en LEEME, nº 26, http://musica.rediris.es/leeme
García, R (2015): Cómo preparar con éxito un concierto o audición.
Marín, J. F. (2004, diciembre): La memoria: Introducción a la memoria musical. Revista Música y
Educación, 60, pp. 15-36.
Svantesson, Ingemar (2005): Mapas de Aprendizaje y Técnicas de Memorización. Barcelona, Gedisa.
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Las tecnologías de la información y la comunicación aplicadas a la interpretación, a la
enseñanza y a la producción digital musical. Importancia de la utilización del software
musical y de la selección de los recursos de Internet.
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2.- Importancia de la utilización del software musical y de la selección de los recursos de Internet.
En cuanto a las ventajas que estas nuevas metodologías presentan para la enseñanza musical de nivel
superior, cabe destacar las distintas opciones que presenta el uso del software (conjunto de programas y
aplicaciones informáticas que podemos utilizar en el ordenador) e Internet (red de redes), tanto
educativamente como en el apartado musical específico. El uso y selección adecuados de estos recursos
puede suponer un gran valor añadido a nuestra enseñanza. Me refiero a recursos como los siguientes:
Programas informáticos como los dispositivos digitales: se basan en el uso de la sustitución de los
tradicionales libros de texto o partituras por tablets, smartphones o el uso de las PDI (pizarras digitales)
en el aula. Son elementos que facilitan un acceso rápido e ilimitado a infinidad de recursos educativos e
impulsan la motivación de los alumnos en el aula.
MOOC (Massive Open Online Course): son cursos basados en la educación abierta, que son gratuitos y
dirigidos a un amplio número de participantes a través de Internet. Permiten el acceso a miles de
interesados, si bien puede incluir algún tipo de arancel para el acceso a tutorías, evaluaciones, recursos,
etc. Una página que puede ser interesante es MiriadaX. Actualmente tiene un MOOC en abierto de
música. Si quieres puedes verlo aquí: https://miriadax.net/web/musica-para-el-siglo-xxi-aportaciones-
del-software-libre-a-la-educacion-musical/inicio.
Programas de edición de partituras, tales como los Finale, Encore o el Sibelius: permiten al usuario realizar
una partitura, con todas sus particularidades (pentagramas, claves, notas, articulaciones, dinámicas, etc.).
También suelen llevar incorporado un secuenciador que facilita la escucha de lo escrito.
Secuenciadores: nos permiten crear y escuchar nuevas composiciones. Hoy en día han evolucionado
hasta alcanzar un altísimo grado de prestaciones y calidad. En este sentido, existen aplicaciones como
Logic Audio, Cubase, SONAR, entre otras.
Asimismo, el uso de Internet nos puede reportar a la enseñanza musical grandes beneficios:
La red de redes también nos puede facilitar el desarrollo de apartados tecnológicos como las llamadas
redes sociales online o comunidades virtuales. Estas redes las conforman grupos de personas con
intereses comunes que se comunican y comparten información sobre un apartado concreto que les
vincula entre sí. Estamos hablando de aplicaciones en el mundo educativo, tales como:
Redes de estudiantes: se pueden constituir comunidades virtuales de aprendizaje formadas por alumnos
y profesores que pueden generar múltiples oportunidades de aprendizaje. Estas aplicaciones también
requieren de mucha atención, por parte de los usuarios, en el uso y difusión de datos personales,
especialmente si hablamos de alumnos menores de edad, ya que la falta de una verdadera conciencia
digital existente actualmente puede provocar consecuencias nefastas para los usuarios (problemas
legales, de identidad, etc.).
Comunidades virtuales de profesores: suponen un singular medio de formación permanente al poder
compartir experiencias, buscar soluciones a problemas docentes, debates sobre recursos, etc.
14
Las wikis suponen también un espacio virtual en el que la información ya no se ordena temporalmente y
en la que solo podemos ver el resultado colectivo del tema a tratar (ejemplo, la Wikipedia: todos podemos
aportar, aunque solo aparece un resultado común).
Por último, dentro de los recursos que internet nos proporciona en el ámbito musical, podemos destacar:
Bancos de partituras: son una especie de biblioteca con partituras musicales de acceso abierto y
universal. Un ejemplo de estos bancos es el de IMSLP (siglas en inglés de Biblioteca Internacional de
Partituras Musicales). Es un sitio web que está online desde 2006 y que cuenta con miles de partituras y
archivos accesibles a todo el mundo y de forma gratuita. Y si necesitamos referencias sobre música
impresa, podemos consultar la base de datos de ISMN (International Standard Music Number). Otros
bancos pueden ser Mutopia, Freescores, Gutenberg music, etc.
Recursos de audio y vídeo: Hablamos de recursos como Spotify (que permite la audición, que no
visionado, de infinidad de versiones sobre las obras musicales grabadas) o Youtube (como la anterior pero
generalmente con visionado y abierto a todo el mundo que quiera compartir su grabación, incluso
grabaciones caseras -y, por ello, son muchas veces de pésima calidad-, sobre una obra).
En cualquier caso, el uso de estos recursos siempre acercará la música a la realidad y evolución tecnológica
de la sociedad, basada en un constante avance en sus posibilidades e innovación, además de propiciar la
motivación del alumnado y su capacidad para explorar en este mundo tecnológico nuevas aplicaciones en
el mundo de la música y su enseñanza. Con todo, no debemos confundir el uso de la TIC con la innovación
educativa: esta solo se alcanzará con el uso docente de nuevas metodologías (a las que las TIC pueden
aportar muchas posibilidades) capaces de adaptarse al grupo de alumnos en su conjunto y a cada uno de
forma personalizada, con el fin de propiciar el aprendizaje y el crecimiento de ellos como músicos,
personas y ciudadanos del mundo activos y comprometidos con valores universales como la paz o los
derechos humanos. Sin olvidar el concepto de conciencia digital que debemos trasladar a los alumnos
para que sean conscientes de las consecuencias que puede llevar consigo el uso de las TIC (legales, riesgos,
etc.). Por tanto, queda mucho por hacer aún en este campo de las TIC, y precisamente porque los futuros
“creadores” músico-tecnológicos son los alumnos de hoy, es por lo que hemos de contribuir desde la
docencia musical para que ellos utilicen y descubran nuevas opciones tecnológicas aplicadas a la música,
dentro del apartado dedicado a los recursos que toda programación (o Guía Docente en el caso de las
enseñanzas superiores) lleva consigo, como un modo de actualizar la visión musical y la capacidad
histórica de la música para humanizar la sociedad, ahora con la ayuda de las TIC.
3.- Conclusiones:
Las TIC han llegado para quedarse en esta Sociedad del Conocimiento en la que estamos inmersos
actualmente. Desde las EEAASS hemos de contribuir también a este desarrollo digital global de la sociedad
y, además, hacerlo aprovechando al máximo las ventajas que presentan las TIC en el área musical. El
aprendizaje mutuo y compartido es fundamental para que los profesores podamos estar a la altura de los
alumnos, mucho más impregnados de la cultura tecnológica que los propios docentes por ser la primera
generación nacida en la era digital y porque, con toda seguridad, van a ser los grandes usuarios e incluso
inventores en este mundo de la tecnología aplicada a la música. No obstante, hay que estar alerta a las
consecuencias del uso de las TIC (conciencia digital) y a no desviarnos de lo realmente importante: la
capacidad de la música para seguir humanizando la sociedad, como ha hecho a lo largo de la historia, y
hacerlo ahora con más fuerza, gracias precisamente a las múltiples posibilidades que nos ofrecen las TIC.
4.- Bibliografía:
Ali, Y. y Ganuza, J. L. (1997): Internet en la educación. Madrid, Anaya Multimedia.
Giráldez, A. (2005): Internet y educación musical. Barcelona, Graó.
Parra, A. (1997): Música en Internet. Madrid, Anaya Multimedia
15
Criterios didácticos para la selección del repertorio en el nivel superior, su
secuenciación y rúbrica de seguimiento y evaluación.
16
que deben concretar las intenciones educativas expresadas en los Planes de Estudio autonómicos y la
normativa básica emitida por el Ministerio de Educación. Por tanto, es realmente importante avanzar en
la reflexión conjunta, la coordinación y la puesta con común de ideas docentes con respecto a cada
alumno, independientemente de quién sea su profesor, con el fin de mejorar el ambiente de aprendizaje
y el crecimiento de cada alumno, sin perjuicio de la responsabilidad que debe ejercer el profesor concreto
de cada alumno. En definitiva, es colaborar desde la docencia para mejorar entre todos.
Además, es necesario aclarar que cuando se habla de repertorio se puede hablar de obras y estudios,
como tradicionalmente se hace, pero también de bibliografía especializada (relacionada con la
especialidad: libros, artículos de revistas especializadas, trabajos de investigación, tesis doctorales, etc.),
de obras de la literatura musical universal (ejemplo: un trabajo sobre la parte de un instrumento en una
obra sinfónica, lírica, etc.), análisis de grabaciones históricas o actuales (que faciliten el desarrollo del
criterio propio), etc. Por tanto, todo ello engloba el concepto del repertorio en el nivel superior que,
debemos recordarlo, supone el tramo final de la formación del estudiante de música (cuando termine
este ciclo podrá integrarse en un mundo laboral diverso, global y competitivo como es el musical) que
debemos aprovechar para que el alumno vaya concretando (precisamente al conocer diversas opciones
profesionales gracias al sentido amplio del repertorio) qué opciones laborales van a ser prioritarias para
él. Sin olvidar que la educación permanente por la que apuesta el EEES dependerá del grado de
consistencia con el que se haya abordado el repertorio de obras y estudios en este nivel superior, además
de esas otras variantes del repertorio citadas (lecturas, trabajos de indagación, etc.), así como los hábitos
investigadores que todo músico profesional debe adquirir para poder adaptarse al mundo laboral abierto
y cambiante de la música.
De un modo más concreto, además de los criterios ya comentados, relacionados directamente con las
competencias citadas, podríamos concretar para la selección del repertorio en este nivel superior los
siguientes criterios didácticos:
1) El repertorio seleccionado debe presentar un nivel de dificultad técnica y musical acorde con el
curso y con el nivel del alumnado, tanto técnico como musical (lenguaje musical, ritmos, cambios
de tempo, efectos sonoros, pasajes rápidos, etc.), que pueda siempre ser interpretado en
público.
2) El repertorio seleccionado debe contribuir a alcanzar las competencias establecidas en el plan de
estudios y los objetivos que se programen en cada curso, y nunca deben ir en contra de todo
ello, ni tampoco servir para la simple transmisión de conocimientos relacionados con las obras.
3) El repertorio seleccionado debe disponer de un sentido progresivo, abierto y flexible para poder
acompañar al crecimiento instrumental y musical de cada alumno y sus particulares
características (talentos, intereses vocacionales, etc.), dentro de una visión personalizada de la
enseñanza.
4) A la hora de seleccionar el repertorio es interesante enriquecer la idea propia con la de otros
docentes de la especialidad o de otras especialidades, e incluso en momentos avanzados del
nivel superior contar con propuestas de los propios alumnos.
5) El repertorio seleccionado debe abordar diferentes estilos y géneros interpretativos, siempre
que ello sea posible, incluidas otras músicas diferentes a la clásica: jazz, tango, pop, músicas del
mundo, música contemporánea, patrimonio autóctono (español, autonómico, etc.), y por
supuesto clásico (y sus diversos estilos estéticos).
6) Seleccionar, siempre que se pueda, repertorio camerístico (dúos, tríos, cuartetos, etc.), ya que
de este modo se propiciará el aprendizaje entre iguales (fundamental) y el aprendizaje
cooperativo y autónomo del grupo.
7) Intentar recabar mucho material para la práctica de la lectura a primera vista, incluyendo obras
a dúo, para la práctica en el aula y fuera de ella, ya sea con el profesor o con otro alumno.
8) Es interesante contar con una reserva de repertorio de apoyo, orientado a desarrollar actividades
de recuperación o de ampliación en cada temática programada para cada curso (aunque esto
suponga contar con obras/estudios de cursos anteriores -recuperación- o posteriores -
ampliación-)
9) A la hora de seleccionar el repertorio durante el último curso del nivel superior, es necesario
elegir obras que sirvan para poner en valor las fortalezas y posibilidades de cada alumno, de cara
al Recital de Fin de Carrera que suele establecerse en los centros como prueba final de estudios.
10) En este nivel superior es también esencial avanzar en la implicación del alumnado en la selección
del repertorio a trabajar, incluido el programa de final de carrera. Esto incrementará el nivel de
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motivación de los alumnos, además de su grado de autonomía.
11) Por último, es necesario también avanzar en la autoevaluación del alumno y la evaluación de la
práctica docente, por parte del alumnado, como sistema para recabar información objetiva que
provoque una autorreflexión docente sobre la idoneidad del repertorio seleccionado y posibles
mejoras en este campo. Esto servirá para avanzar también en las posibilidades que este apartado
del repertorio puede aportar al proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin olvidar la posibilidad de
participar otros docentes, dentro de una línea de trabajo docente colaborativo, e incluso abrir la
puerta a posibles propuestas de los alumnos en este campo, como se ha comentado en el punto
anterior, a la hora de seleccionar el repertorio y su evaluación.
18
Bibliografía: obras de Vercher (El Clarinete), Gil Valencia (El Clarinete: Técnica e Interpretación), Garcés
(Primer Libro del Clarinetista), Villarrojo (El Clarinete y sus posibilidades) y Torres (Aspectos Curriculares,
Didácticos y Metodológicos en las Enseñanzas Profesionales del Clarinete, vols. 1 y 2). Realizar al menos
dos trabajos, uno individual y otro a dúo con otro compañero, cada uno de ellos sobre un tema
relacionado con una de las obras anotadas en este apartado de bibliografía o de otras que proponga/n
el/los alumno/s en momentos concretos: uno durante el primer trimestre (para ser entregado después
de las vacaciones navideñas) y otros durante el segundo (para entregarse después de vacaciones de
Semana Santa).
Por otro lado, el repertorio seleccionado, como todo elemento curricular, también puede ser objeto de
evaluación y de mejora: podemos valorar el repertorio aplicado en cada caso para reflexionar sobre el
mismo y cómo mejorarlo. Seguramente es por lo que el tema incluye el apartado dedicado a una
hipotética rúbrica de seguimiento y evaluación. De hecho, la rúbrica no es más que un instrumento de
evaluación para llevar a cabo el cambio educativo que supone el EEES. En efecto, de nada servirá una
visión educativa innovadora basada en competencias si no va acompañada de una función evaluadora
realmente eficaz. Para ello, en la educación superior se habla de nuevos instrumentos y procedimientos
de evaluación, tales como: trabajos escritos, exposiciones, entrevistas individuales y grupales, grupos de
discusión, portafolios, matrices DAFO, etc., y por supuesto, la rubrica de evaluación (para conocer estos
otros instrumentos de evaluación, ver en González y otros (2014: 24).
La rúbrica o también llamada matriz de valoración para la evaluación de competencias, es un instrumento
de evaluación basado en una escala cuantitativa y/o cualitativa asociada a unos criterios de evaluación
preestablecidos que miden las acciones del alumnado sobre los aspectos de la tarea o actividad que será
evaluada. Por tanto, mediante estos criterios y sus respectivas rúbricas se juzgará, valorará y calificará
aquellos aspectos del proceso que sean de interés, estableciendo, además, niveles progresivos de dominio
o pericia relativos al desempeño que una persona muestra al respecto.
Su uso se hace especialmente necesario en las EEAASS de especialidades instrumentales, ya que
tradicionalmente su evaluación ha carecido de criterios externos estandarizados que facilitaran la
objetividad en la evaluación. Por el contrario, esta se ha basado tradicionalmente en la percepción
subjetiva del profesor, el cual establecía de forma personal qué es lo que estaba bien o mal. Y
precisamente para superar este enfoque tan subjetivo e intuitivo el EEES apuesta por el uso de rúbricas
de seguimiento y evaluación.
Algunas de las características de las rúbricas, como dice Del Pozo, son claramente beneficiosas para los
procesos de enseñanza-aprendizaje, tanto para los docentes como para el alumnado:
- Son fáciles de usar por el profesor y de explicar a los alumnos.
- Facilitan la adquisición de competencias por parte de los alumnos y dejan bastante claros los
resultados de aprendizaje que se espera de ellos.
- Los alumnos tienen mucha información sobre sus fortalezas y sus debilidades, lo cual supone
retroalimenta el proceso de enseñanza-aprendizaje en clave de mejora permanente.
- Fomentan el autoaprendizaje y la autoevaluación y, con ello, el necesario protagonismo del alumno
en su evolución y aprendizaje, tanto global (de las tareas) como específico (capacidades concretas) y
su responsabilidad a la hora de actuar según los criterios y rúbricas establecidos.
- Dotan al proceso evaluador de una cierta objetividad (no pueden ser modificados arbitrariamente
a lo largo del proceso, y sí al final para mejorar el nuevo proceso evaluador) y estandarización,
especialmente si las rúbricas son consensuadas entre los distintos profesores de la asignatura.
- Pueden poner el acento en la evaluación del proceso a través del seguimiento (rúbrica global) y,
como parte de este, el resultado final referido a lo cualitativo y a lo cuantitativo (calificación).
Asimismo, facilita también la argumentación coherente y objetiva del docente a la hora de explicar a
los alumnos sus calificaciones o ante sus posibles reclamaciones (como fórmula más adecuada a la
hora de valorar de forma objetiva el rendimiento del alumno).
Así las cosas, los apartados que componen la rúbrica son: 1) el título de la rúbrica, 2) la descripción
de la tarea o de la consigna que se va a evaluar, 3) la escala con varios niveles de desempeño, 4) las
dimensiones de las tareas y aspectos de estas a evaluar, 5) el porcentaje que muestra la importancia
relativa de cada aspecto en el desarrollo o realización de la tarea.
De este modo, toda rúbrica se debe encabezar con el título y con la descripción de la tarea. El
siguiente componente es una escala con varios niveles de desempeño que pueden partir del nivel 1
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(desempeño pobre) hasta el nivel 4 (desempeño excelente), si bien se pueden establecer el número
de niveles de desempeño que se quiera. Ejemplos:
Excelente, bueno, satisfactorio, regular, necesita mejoras.
Ejemplar, aceptable, deficiente, inaceptable
Experto, competente, parcialmente competente, aún no es competente
Avanzado, alto, intermedio, básico
Distinguido, capaz, intermedio, principiante
Sobresaliente, bueno, aceptable, no aceptable
Cumplió, cumplió parcialmente, no cumplió
Supera lo deseable, alcanzar lo básico y deseable, alcanza lo básico, no alcanza lo básico
En cuanto a los aspectos de la rúbrica en los que se divide la tarea y que permiten valorar el
desempeño del estudiante de manera objetiva, estos aspectos indican cómo está dividida la tarea,
ejemplo: en una rúbrica para evaluar la interpretación puede agrupar aspectos como la técnica
instrumental, la interpretación artística, el trabajo autónomo desarrollado, etc.
El siguiente componente se refiere al porcentaje que establece la importancia relativa de cada
aspecto a evaluar en el desarrollo de la tarea. Este componente permite establecer una calificación
numérica a partir de la descripción cualitativa de criterios de desempeño y, además, posibilita asignar
un peso diferente a cada aspecto, dando a entender al alumnado qué aspectos tienen más
importancia y cuáles menos.
Por último, a la hora de elaborar rúbricas de seguimiento y evaluación tenemos que abordar el
siguiente proceso:
1. Revisar detalladamente los objetivos y competencias que queremos que alcance con la obra (o
el contenido que sea) para definir las tareas de aprendizaje adecuadas.
2. Identificar los criterios de evaluación, es decir, aquello que debe poder hacer el alumno con el
desarrollo de las tareas establecidas (el logro a conseguir).
3. Ponderar los criterios que vamos a evaluar, esto es, determinar qué porcentaje de la calificación
final le corresponde a cada uno de los criterios establecidos. Los criterios pueden contemplar
cuestiones técnicas, interpretativas, conceptuales (adecuación al estilo correspondiente) y
actitudinales (perseverancia en el estudio, interés por la materia, etc.).
4. Establecer para cada uno de los criterios los distintos niveles (habitualmente 4 niveles) que
pueden recoger la producción del alumno al efecto
5. En algunos casos es conveniente añadir ejemplos de tareas correctamente ejecutadas para que
sirvan de modelo a los alumnos.
6. Crear un borrador de la rúbrica que recoja todos los criterios, los distintos niveles, los
descriptores correspondientes a cada nivel, la ponderación y los criterios de calificación.
7. Revisar la rúbrica tantas veces como sea necesario, en un primer momento para cerciorarse de
que no falta nada que sea necesario, y posteriormente, como resultado del proceso de
retroalimentación, para mejorar la efectividad de la rúbrica ante nuevos y futuros procesos de
enseñanza-aprendizaje.
Por último, según diversos autores (González, 2014: 57), podemos hablar de dos tipos básicos de rúbricas,
las de valoración comprehensiva, holística o global, centrada en la comprensión general del proceso
(como sería el caso de la evaluación del repertorio); y las de valoración analítica, dirigidas a valorar un
resultado más concreto y objetivo (como sería la evaluación de una prueba instrumental o examen).
Un ejemplo de rúbrica global o de proceso relacionada con el repertorio de obras trabajadas durante el
curso y su seguimiento (evaluación formativa/proceso, acorde con la evaluación continua) debería incluir,
entre otros aspectos, la evaluación del repertorio seleccionado y su idoneidad:
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Criterio de Muy competente Competente Aceptable (entre No aceptable
evaluación (entre 9 y 10) (entre 7 y menos 5 y menos de 7) (entre 0 y menos
(porcentaje de 9) de 5)
global)
Construcción Construye una Construye una Construye una Es incapaz de
propia de la obra versión propia versión propia versión propia construir una
(20%) con gran con interesantes con escasa versión propia
personalidad y ideas coherencia y
ajustada al estilo musicalidad
Trabajo Muestra un Muestra un Muestra un Muestra un
autónomo excelente trabajo trabajo autónomo trabajo autónomo trabajo autónomo
instrumental y autónomo satisfactorio, regular y solo pésimo y solo
musical (20%) instrumental, instrumental y instrumental instrumental
musical y con gran musical
automotivación
Memorización Muestra un Muestra un Muestra un Muestra un
(15%) proceso de proceso de proceso de proceso de
memorización memorización memorización memorización
excelente y muy satisfactorio, débil y con poco muy frágil
solvente, estructural y interés
estructural y sensorial
sensorial
Indagación (20%) Su indagación Su indagación Su indagación Su indagación
sobre el sobre el sobre el sobre el
repertorio es repertorio es repertorio es repertorio es casi
excelente y muy aceptable escasa nula
solvente
Selección del El alumno El alumno El alumno El alumno
repertorio por participa en la participa en la participa en la participa en la
parte del alumno selección del selección del selección del selección del
(10%) repertorio de repertorio de repertorio de repertorio de
forma eficaz y forma activa forma poco eficaz forma incorrecta
sorprendente
Idoneidad del La elección del La elección del La elección del La elección del
repertorio (15%) repertorio ha sido repertorio ha sido repertorio ha sido repertorio ha sido
excelente satisfactoria poco adecuada equivocada
3.- Conclusiones:
A la hora de seleccionar el repertorio para el alumnado es necesario contar con un planteamiento abierto
y flexible en el que primen los contenidos a trabajar, que se convierten en instrumentos para el
aprendizaje, y no tanto las obras en sí mismas, contar también con criterios como referentes y no dar pie
a la improvisación en este campo, reflexionar sobre la selección del repertorio más idóneo para cada
alumno, generar un sistema más participativo (tanto de otros docentes como de los propios alumnos) en
la selección, y dedicar un apartado destinado a evaluar los criterios seguidos y el propio repertorio para
seguir mejorando en este campo y aprendiendo de la experiencia acumulada en este campo. La aplicación
de la rúbrica, como fórmula para evaluar el aprendizaje por competencias que se propone desde el EEES,
nos puede ayudar a encontrar un sistema objetivo de evaluación más acorde con el Proceso de Bolonia y
con los derechos del propio alumnado.
4.- Bibliografía:
Del Pozo, José Ángel (2012): Competencias profesionales. Herramientas de evaluación: el portafolios, la
rúbrica y las pruebas situacionales. Madrid, Narcea.
González, Ignacio; Martín, Mª Amor y Reche, Eloísa (2014): La evaluación de competencias. Innovación en
las aulas universitarias. Córdoba, centro de Magisterio Sagrado Corazón.
21
La lectura a primera vista. Técnicas, estrategias, análisis aplicado y métodos.
22
currículo, la primera vista debería practicarse de forma individual y también de forma grupal, puesto que
esta última, además de dominar los elementos del lenguaje musical y la técnica instrumental, requiere de
una escucha global para identificar en cada momento el lugar que le corresponde a cada intérprete en el
todo sonoro; sin olvidar otros apartados como la afinación, la unidad, etc., que son muy importantes en
la interpretación en grupo.
23
y tonal de la obra, así como el llamado análisis semántico o emocional de la misma, es decir, el análisis
que, a través de nuestro oído interno, nos permite detectar el sentido emocional de las ideas musicales
incluidas en la pieza nueva. El fin de este análisis es, por un lado, construir la interpretación de acuerdo
con su arquitectura creada por el autor y, por otro lado, proceder a una interpretación llena de
sensibilidad y con planteamientos emocionales coherentes con la propia obra que demuestren que el
lector ha hecho suya la obra leída a primera vista.
2.4.- Métodos: En consonancia con lo dicho hasta ahora, el mejor método para avanzar en esta
competencia es crear hábitos, en el aula y fuera de ella, para mejorar cada alumno en esta área, siguiendo
siempre las técnicas apuntadas. Pero también es el fomento de la lectura a vista de forma dialógica o
cooperativa, es decir, generando ambientes para que los alumnos, por ellos mismos, puedan apostar por
la lectura a grupos de pequeño formato (dúos, tríos, etc.) y, también, practicando la prima vista con el
profesor. Otro método es el de dotar de la importancia curricular a esta materia: estableciéndola como
parte de las audiciones, dedicando todos los días lectivos un espacio de tiempo a ello, o incluso imprimirle
un valor especial ante el alumnado: premio al mejor lector, elegido por ellos mismos y por el profesorado,
etc. Finalmente, y como se ha dicho anteriormente, es importante abordar un planteamiento progresivo
y personalizado en el aprendizaje de la primera vista. Me refiero a que debemos tener planteamientos
progresivos en dificultad dedicados a abordar aspectos rítmicos, de velocidad, de modulaciones, sonoros,
caracteres, atonales, efectos sonoros, etc., y saberlos aplicar de forma personalizada, atendiendo a las
características de cada alumno. De este modo, el intérprete puede disfrutar con la primera vista y explorar
esta competencia desde diversos planteamientos musicales, a la vez que puede reconocer su mejora en
aspectos débiles mostrados en la práctica de la prima vista.
Además de todo lo dicho hasta ahora, es importante tener en cuenta otros aspectos en la prima vista
instrumental, como son:
a) La simplificación o reducción de la partitura, una técnica que suele aplicarse sobre todo en
instrumentos polifónicos. En ellos, esta técnica supone: asegurar la base armónica y el tempo en todo
momento, concentrar la acción lectora en esa base armónica y la melódica evitando las partes intermedias
si con ellos perdemos eficacia en la continuidad, eliminar elementos del discurso musical
(ornamentaciones, notas pequeñas, pasajes rápidos, etc.) que puedan impedir el mantenimiento del
tempo y del propio discurso, intentar cuando sea posible reproducir efectos o sonidos orquestales, así
como el carácter musical que muestre la obra. En los instrumentos monódicos, la simplificación también
puede ser factible: supone omitir notas en pasajes muy veloces o con muchas notas para evitar la pérdida
de eficacia en la lectura a vista (el tempo, el carácter, etc.) y su necesaria continuidad rítmica.
b) Aplicar criterios para elegir el material adecuado para el desarrollo de la primera vista. A la hora de
seleccionar el material para la prima vista en el nivel superior, hay que tener en cuenta varios criterios
generales: 1) deberían presentar un progresivo grado de dificultad acorde con cada curso y el nivel general
y particular de cada alumno, 2) deberían servir de apoyo a los contenidos programados paralelamente en
el curso (estilo-prima vista, rítmos-prima vista, tonalidad/atonalidad-prima vista, etc.) con el fin de servir
de indicador de cómo está asimilando el alumno esos contenidos, 3) ante la falta de repertorio editado
adecuado debemos poner en práctica la composición de piezas que estén conectadas con los contenidos
(con el tiempo esto supone la acumulación de piezas que siempre nos servirán para futuros momentos),
4) también deben servir los materiales para interactuar con contenidos de asignaturas paralelas (análisis,
armonía, etc.), en calve interdisciplinar, y 5) se debería practicar la primera vista tanto de forma individual
como, especialmente, de forma grupal (dúos, tríos, etc.).
3.- Conclusiones: El currículo plantea la prima vista con gran importancia, si bien en el aula la práctica de
esta materia ha evolucionado de forma negativa: cada vez se practica menos porque su exigencia en el
mundo laboral ha menguado. Es necesario recuperar la prima vista como una competencia esencial para
el futuro músico, ya sea amateur o profesional, y para ello los docentes tenemos que ser más activos en
la búsqueda o creación de material para esta práctica. En todo caso, hay que fomentar la cultura de la
lectura en el alumnado de manera metódica: primero, pensar sobre lo que se va a interpretar; segundo,
tocar con continuidad y sentido musical (y no solo dedicarse a leer las notas); y tercero, pensar y aprender
sobre lo que se ha leído (y sobre aquello que no se leyó bien, en clave de mejora).
4.- Bibliografía: Molina, E. (2003): “La lectura a primera vista y el análisis”, en Música y Educación, vol. 16,
2, núm. 54, pp. 73-90. Madrid.
24
La improvisación musical: principios, procedimientos y recursos. La improvisación
dirigida o libre. La improvisación en los diferentes estilos históricos y en los lenguajes
musicales contemporáneos. La improvisación en la didáctica del instrumento.
1) Improvisación dirigida: es aquella que sigue algunas pautas previamente establecidas que guían
el proceso improvisatorio, o parte de algunos esquemas musicales dados, sobre los cuales hay
que ajustar la nueva creación. Este tipo de improvisación se sirve de consignas que parten del
propio lenguaje musical y marcan pautas rítmicas, melódicas o armónicas para seguir. Las
directrices suelen ser del tipo pregunta-respuesta, realizar variaciones sobre un tema dado,
ornamentar una melodía preexistente o armonizar un bajo cifrado en el caso de los instrumentos
polifónicos. En este tipo de improvisación se pide también la adecuación al estilo musical
correspondiente.
2) Improvisación libre: no se basa en supuestos preestablecidos, sino que inicia el proceso de
improvisación desde la creatividad del propio individuo, que puede servirse de todos los recursos
instrumentales y musicales que tiene a su alcance. En algunas ocasiones también se considera
improvisación libre la que se realiza dentro de un marco musical establecido, pero que puede
realizarse con libertad de inventiva melódica, como la que se da en algunos estilos del jazz o del
flamenco.
A pesar de las diferencias entre ambos tipos de improvisación, las dos tienen un alto valor pedagógico
que debe aprovecharse en el aula desde las primeras etapas educativas hasta las enseñanzas superiores.
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Cada una de ellas cumple finalidades pedagógicas distintas y se emplea en diferentes contextos y estilos
musicales. Por ello, para tener una experiencia completa del hecho improvisatorio, los alumnos deberían
tomar contacto en la clase de instrumento con ambos tipos.
Por otro lado, es necesario saber si el alumno ha desarrollado esta materia en las etapas anteriores,
especialmente en la profesional, teniendo en cuenta el currículo básico (RD 1577/2006) establecido al
efecto (para todo el Estado) en el que se incluye como objetivo Cultivar la improvisación y la transposición
como elementos inherentes a la creatividad musical.
Con todo, para que la improvisación llegue a alcanzar un grado de normalidad en los centros superiores
es necesario reorientar esta materia para que no solo sea desarrollada en asignaturas específicas, sino
también en cualquier otra que forme parte del Plan de estudios, incluida la de instrumento.
26
que están desarrollando los solistas, y que se produzca una interacción entre ambas improvisaciones. La
visualización de una partitura de este estilo puede ser desconcertante para un músico clásico, pues
encontrará simplemente una línea melódica con anotaciones del denominado “cifrado americano”.
En la creación y desarrollo de los temas no solo se utilizan escalas diatónicas, también las pentatónicas
(omitiendo el cuarto y séptimo grado), las hexátonas (escalas sin semitonos) y otros tipos de escalas
alteradas de diferentes maneras. También hay que tener en cuenta el elemento formal: las principales
formas utilizadas son esquemas bastante sencillos como: A-A´; A-A-B; y la famosa-A-A-B-A, entre otras.
En la música contemporánea también ha disfrutado de un cierto protagonismo la improvisación. Así, la
llamada “Música Aleatoria” (el intérprete goza de libertad en la ejecución de alturas, duraciones, ritmos,
intensidades, articulaciones, etc.) o la “Música Electrónica” (la realizada con sintetizadores y dispositivos
electrónicos), la “Música Concreta” (la que utiliza como soporte una cinta magnetofónica), la “Música
Electroacústica” (la que funde las dos corrientes de la creación musical pura sin intérpretes de mediados
del siglo XX, la electrónica y la concreta). Con el desarrollo de estos estilos vanguardistas, cada compositor
comienza a usar nuevos símbolos y nuevas formas de escritura, diseñados por ellos mismos, que van
desde el uso de dibujos a fórmulas matemáticas, pasando por todo un repertorio de nuevas grafías y
sistemas de escritura que son explicados por el propio compositor al inicio de la partitura. Unas grafías
que suponen para el intérprete un nuevo modo de improvisar y crear sonidos.
27
Reproducción de ritmo y patrones tonales: se pide al alumno que improvise a partir de patrones rítmicos
y/o melódicos generados por el profesor, un compañero u otra fuente. Este ejercicio sirve además para
desarrollar la capacidad auditiva y la memoria.
Improvisación de una respuesta sobre un estímulo rítmico o tonal: el profesor inventa una semifrase en
forma de pregunta musical y el alumno improvisa respuestas musicales según el estímulo formulado. De
esta manera se trabaja también la adecuación al estilo musical propuesto.
Improvisación de variaciones sobre un tema conocido: el profesor propone un tema musical conocido y
el alumno improvisa una variación sobre el tema, respetando los esquemas rítmicos y tonales básicos.
Improvisación de acompañamiento con distintos objetos: el profesor propone una melodía y el alumno
improvisa distintos tipos de acompañamientos sin usar instrumentos musicales, sino con otros objetos:
percusión corporal, objetos del aula, etc. De este modo el alumno puede comprender la diferencia entre
la textura de una melodía y de un acompañamiento, además de trabajar patrones rítmicos.
5.- Conclusiones:
La improvisación musical es esencial para el desarrollo del músico profesional y su personalidad artística.
Por ello debería ser una práctica habitual en las asignaturas que conforman el plan de estudios de las
enseñanzas superiores de especialidades instrumentales, también por supuesto en la clase del propio
instrumento. Esta práctica global de la improvisación permitirá avanzar en el disfrute del alumno
(superando miedos al respecto demasiado habituales actualmente), en la visión lúdica de la música y en
la construcción de una importante creatividad como parte de su personalidad humana.
6.- Bibliografía:
Molina, E (2011): “Hacer música…para aprender a componer, Composición en grupo” en Eufonía nº 51,
pp 53-64.
Molina, E (2009): “Pirámide de Niveles Síntesis. Schenker, Forte-Glibert, Cooper-Meyer, Lerdahl-
Jackendoff y el IEM”. Comunicación I Encuentro Nacional de análisis. Las Palmas de Gran Canaria.
28
La interpretación histórica: principios y criterios de actuación.
29
suficiente del hecho musical y su relación con la evolución de los valores estéticos, artísticos y culturales
(…) Conocer el desarrollo histórico de la música en sus diferentes tradiciones, desde una perspectiva crítica
que sitúe el desarrollo del arte musical en un contexto social y cultural (…) Conocer la clasificación,
características acústicas, históricas y antropológicas de los instrumentos musicales”. También existen
competencias específicas que conectan con la interpretación histórica: “Interpretar el repertorio
significativo de su especialidad tratando de manera adecuada los aspectos que lo identifican en su
diversidad estilística”. Sin olvidar que el mismo RD 631/2010, incluye el llamado perfil profesional, en el
que se incluyen referencias en este campo: el titulado superior de música, especialidad interpretación,
“deberá conocer las características técnicas y acústicas de su instrumento. Profundizando en su desarrollo
histórico”.
- Criterio de interpretación literal (atendiendo exclusivamente a los signos musicales): Este criterio
es realmente pobre, entre otras cosas porque, como dice Hanoncourt, una pieza musical se
puede interpretar básicamente de dos formas: una, atendiendo a la notación (fórmula que,
según él, empieza sobre el año 1800), la cual supone una suerte de instrucciones que ha de seguir
el intérprete de forma fiel para la recreación de la obra; y dos, atendiendo a la obra en sí misma,
ya que su reproducción en detalle no es reconocible a partir de la notación. Esta última forma
requiere otras fuentes de conocimiento diferentes a la notación para la comprensión de la obra.
- Criterio de interpretación subjetiva (descubriendo la verdadera intención del compositor en su
creación). Se trata de conocer la verdadera intención artística del compositor y, para lograrlo,
hemos de recurrir a fuentes que nos faciliten ese conocimiento (escritos, cartas, etc.).
- Interpretación historicista (o cómo se tocó y escuchó la obra en su época). Es la que aspira
acercarse a la interpretación tal y como sonó en su momento histórico creador y, por lo tanto, la
que más cerca está de la interpretación histórica que aquí tratamos.
- Criterio de interpretación objetiva (que resalte el espíritu y finalidad de las obras). Especialmente
cuando ocurre en ocasiones que la música está por encima del valor que plantea su propio autor
(como ejemplo de esto tenemos infinidad de obras de Bach o Mozart, cuyo valor artístico
trasciende con mucho el motivo por el que fue creada: La Gran Partita (o Serenata nº 10 en Sib
Mayor, KV 361, para instrumentos de viento es un buen ejemplo de ello: fue una obra al parecer
compuesta para ser interpretada por una banda de música alrededor de 1781 -Mozart con
apenas 25 años de edad-, para un momento puntual y, sin embargo, creó una obra genial que
nadie ha podido superar hasta el momento por su capacidad para mostrar la expresividad de los
instrumentos de viento). Otro ejemplo podría ser “La Ofrenda Musical”, de Johann Sebastian
Bach, una obra que este realizó como consecuencia de una especie de juego de desafío que le
planteó Federico el Grande, Rey de Prusia en aquel momento (1747) y gran músico, que, más
allá de su origen lúdico, es una obra de una grandiosidad inmensa.
- Criterio de interpretación libre (libertad del intérprete). Es el criterio que sigue un intérprete
cuando utiliza una obra para comunicar su propia personalidad y sus deseos de forma arbitraria
(sin atender a criterios estilísticos concretos), sin importarle la verdad artística e histórica de la
obra: es un criterio que está en las antípodas del de la interpretación histórica.
- Criterio de interpretación adaptativa. Consiste en la posibilidad de adaptar la interpretación de
una obra a las expectativas de alguno de sus destinatarios, sin importar su verdad original.
- Criterio de interpretación imitativa. Es una fórmula demasiado habitual en los centros educativos
en la que el intérprete busca imitar una versión (de su profesor, de una grabación, etc.) sin
importarle el conocimiento y la construcción de una interpretación histórica.
Además de tener en cuenta estos criterios generales para identificar el tipo de interpretación que vamos
a abordar, en el caso de optar por una interpretación histórica de calidad hemos de seguir una serie de
principios (o referentes cercanos a las normas que deben servir para deducir criterios más específicos
sobre un tema) en un orden determinado que nos ayude a profundizar en la obra. Son los siguientes:
Principio contextual. Se trata, en primer lugar, de disponer de criterios específicos relacionados con el
contexto de la obra que faciliten su comunicación y comprensión por parte del oyente. Estamos hablando
de criterios como:
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1.- Criterio de definición del campo interpretativo a seguir. De este modo podemos encuadrar en la
historia la obra que vamos a interpretar y establecer el criterio interpretativo general que vamos a seguir,
ya sea este literal, subjetivo, historicista, imitativo, etc. Así podremos delimitar cuál es la preponderancia
en el resultado final sobre los aspectos del contexto histórico (entorno social, autor, información sobre la
obra), la propia partitura y el intérprete.
2.- Criterio histórico. En el caso de dar una importancia relevante al contexto histórico, el intérprete
deberá analizar el concepto de la creación artística en la época de la gestación de la obra. Este criterio
puede incluir elementos culturales, históricos, sociológicos, etc.
3.- Criterio filosófico. Para profundizar en la obra es necesario comprender el sentido estético y filosófico
de la época, como parte esencial para el entendimiento de la música y las demás artes que compartieron
en el momento histórico de la obra.
4.- Criterio relacionado con el autor. Conocer la biografía del autor, desde todos los campos y no solo
musical, así como el de sus diferentes entornos sociales que le acompañaron en su vida. Es también un
modo de comprender mejor la obra, especialmente si extendemos este conocimiento a otras obras del
mismo autor, coetáneas a la obra a interpretar o en general, que nos ayuden a comprender su evolución
y el lugar que ocupa la obra en concreto en su producción global.
5.- Criterio musical ampliado. Se trata de conocer otras obras musicales y artísticas de diferentes autores
contemporáneos al autor de la obra a interpretar que sean coetáneas a la misma. Su estudio y análisis
también ayudará a comprender mejor la obra en cuestión.
Principio documental. Este principio, que vendría en segundo lugar, consiste en disponer de criterios a la
hora de abordar el proceso documentalista de la obra, por ejemplo:
1.- Criterio de investigación de las fuentes primarias de la obra: abarca la búsqueda y el acceso a los
manuscritos originales (o copia) y a diferentes ediciones antiguas de la obra, así como su producción,
tratamiento y conservación.
2.- Criterio de edición musical: ya sea la edición facsímil, Urtext, edición crítica, etc. El análisis comparado
de estas ediciones y entre estas y las fuentes primarias, siempre será un elemento fundamental para
identificar la verdad original de la obra.
3.- Criterio de revisión de la bibliografía especializada relacionada con la obra y el compositor:
diccionarios, enciclopedias, monográficos, artículos de revistas y bibliografía específica pueden servir para
desarrollar este criterio.
4.- Criterio de documentación digital: tanto de la obra como del texto musical mediante su tratamiento
como documento audiovisual: vídeos, grabaciones, registros, portales web, bases de datos, bancos de
imágenes y sonidos, etc.
5.- Criterio de estudio de la notación musical. Un criterio imprescindible en el caso de tratarse de obras
muy antiguas y con sistemas de notación diferentes al actual o aspectos concretos como adornos, trinos,
etc. El conocimiento exhaustivo de estos códigos, en función de las convenciones que tradicionalmente
se aplicaban en cada país o región, nos ayudará a asegurar la interpretación de la obra.
6.- Criterio de conocimiento de fuentes de la época de la obra relacionadas con la interpretación: son
aquellos tratados teóricos o prácticos, testimonios y otras fuentes que nos ayuden a entender cómo era
la interpretación en la época, ya sea de forma general o, si es el caso, relacionado con la propia obra.
Principios instrumentales: En tercer lugar, tendríamos estos principios que nos ayudan a comprender
todo lo relacionado con el instrumento y su producción sonora tal y como se presentaba en la época de
la gestación de la obra. Pueden ser los siguientes:
1.- Criterio de finalidad de la obra, ya sea destinada a la música incidental, relacionada con la danza, de
concierto, sacra, popular, etc. Esta finalidad es importante para entender la obra a interpretar.
2.- Criterio relacionado con el intérprete y el compositor. Son figuras que han desempeñado roles con una
importancia diferente dependiendo de cada época. Por eso es esencial descubrir el papel artístico, cultural
y social que desempeñaba el propio instrumento, el intérprete o el compositor en su época.
3.- Criterio de grado de especialización del intérprete. Si este era profesional o amateur, si era clérigo o
popular, cortesano o juglar, etc. Estos datos influirán también en la comprensión de la obra
4.- Criterio instrumental. Si son originales estos instrumentos, adaptados o actuales. Su análisis
organológico y la valoración a la hora de la elección del uso de unos o de otros para la interpretación
histórica. También incluiría el uso de materiales de la época relacionados con el instrumento concreto
(cuerdas, cañas, etc.).
5.- Criterio de técnica instrumental. El conocimiento de la técnica de la época en el momento de la
composición de la obra y su evolución posterior nos ayudará a comprender la interpretación final de la
obra y las posibles adaptaciones de la técnica actual en aras de recuperar la obra en su dimensión original.
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Principios interpretativos. Y en cuarto y último lugar tenemos los principios propiamente interpretativos,
que son fundamentales para reproducir la obra con criterios absolutamente historicistas y teniendo en
cuenta que esa obra se va a comunicar a un público actual y un contexto socio-cultural muy diferente al
que disfrutó la obra en su época. Son criterios específicos como los siguientes (Stowell y Lawson):
1. Criterio convencional: Las convenciones interpretativas conocidas de la época, así como los
gustos musicales dominantes, y sin olvidar las convenciones sociales que imperaban en la época.
Asimismo, este criterio puede incluir también las distintas versiones que actualmente difunden
expertos en la materia y que tratan de sistematizar estas convenciones desde la investigación.
2. Criterio de afinación. Se trata de conocer los temperamentos históricos y los sistemas de
afinación aplicada a la práctica de la música histórica .
3. Criterio de tempo: Las anotaciones metronómicas o la adjetivación de los tempos, según el
criterio de la época, son elementos a tener en cuenta la interpretación histórica.
4. Criterio de dinámica. El conocimiento del verdadero concepto de dinámicas, según la época, es
esencial para una interpretación ajustada a criterios históricos y, en ocasiones, muy diferentes a
los criterios actuales debido a las características de los instrumentos en la época.
5. Criterio de articulación. El concepto y desarrollo histórico de este elemento nos permitirá aplicar
una visión de la articulación acorde con la de la época.
6. Criterio de ornamentación. Esto implica el conocimiento de este apartado en la época desde
diversas escuelas: italiana, francesa, alemana, etc. Un criterio básico para saber en todo
momento cómo interpretar los distintos signos relacionados con la ornamentación (incluida la
ejecución de los trinos en la forma ajustada a su época y región de origen de la obra).
7. Criterio de retórica musical. Se refiere a las distintas concepciones relacionadas con el discurso y
la expresión musical, desarrollados a lo largo de la historia. El carácter, los afectos, la expresión
romántica de sentimientos, el discurso musical poético (clásico, frases cuadradas) o en prosa
(romántico), imitativo (barroco), acentuación, ritmos, etc.
8. Criterio de sonoridad histórica. Consiste en el interés del intérprete historicista de recrear un
sonido realmente ajustado a la verdad sonora de la época.
En resumen, la interpretación histórica es toda una filosofía de la interpretación que aspira a recrear la
música antigua, es decir, toda la música anterior a la actual, desde el conocimiento y el respeto por la
realidad sociocultural de la que surgió la obra. En esta filosofía, el intérprete no busca el virtuosismo o
anteponer su personalidad artística en la comunicación, sino la sabiduría y la conexión con el espíritu
original de la obra como parte indispensable de su propio disfrute artístico y el del público oyente.
3.- Conclusiones:
En la sociedad del conocimiento, en la que estamos inmersos actualmente, es esencial conocer en
profundidad la verdad histórica de los fenómenos culturales. Este es el caso de la interpretación histórica
que persigue la recuperación de obras musicales originadas en otras épocas y contextos diferentes al
actual. Esto nos debería llevar a la conclusión de que la interpretación musical es básicamente
interpretación histórica y, por ello, todos los estudiantes deberían adentrarse en el mundo de este
enfoque interpretativo basado en el conocimiento. No obstante, la Interpretación histórica también
avanza hacia la especialización, como opción profesional cada vez más extendida en nuestro país. Es un
camino laboral que conlleva una verdadera inversión material (instrumentos, materiales, etc.) y erudita
(investigación, análisis, etc.). En todo caso, estamos ante una materia que presenta en el marco curricular
superior puertas interesantes a explorar y avanzar en este campo.
4.- Bibliografía:
Carmona, J. C. (2006): Criterios de interpretación musical. El debate sobre la reconstrucción histórica.
Madrid, Maestro
Harnoncourt, N. (1984-2011): La música como discurso sonoro. Madrid, Acantilado
Stowell, T. y Lawson, C. (2005): La interpretación histórica de la música. Madrid, Alianza.
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La música de cámara en las enseñanzas superiores de música. Aspectos y criterios
pedagógicos en cuanto a la selección de grupos, repertorio básico y métodos de
trabajo.
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resolución de problemas en ámbitos laborales complejos o profesionales y especializados que requieren el
uso de ideas creativas e innovadoras (…) f) ser capaces de identificar sus propias necesidades formativas
en su campo de estudio y entorno laboral o profesional y de organizar su propio aprendizaje con un alto
grado de autonomía en todo tipo de contextos”.
En consonancia con esos referentes establecidos, la misma normativa básica (RD 631/2010) incluye como
descriptores o contenidos de la materia de música de conjunto (en la que se integra la música de cámara),
cuyo fin es contribuir a la adquisición de las citadas competencias: “Práctica de la interpretación musical
en grupo y en diferentes formaciones. Conocimiento del repertorio de conjunto de su propio ámbito y
práctica interpretativa en formaciones diversas. Desarrollo de hábitos y técnicas de ensayo. Cooperación
en el establecimiento de criterios interpretativos, compenetración y trabajo colectivo. Práctica de lectura
a primera vista (…) Concepción y desarrollo de proyectos musicales colectivos”.
Por otro lado, el mismo RD establece un mínimo de 12 ECTS de música de cámara para la especialidad de
interpretación. En Madrid, según el Plan de Estudios actual al efecto (Decreto 36/2011), esta asignatura
para las especialidades de interpretación (itinerarios A y B) cuenta con 16 ECTS en la carrera (4 cada curso).
Asimismo, el Real Decreto 427/2013, establece en su anexo III que los catedráticos de música de cualquier
especialidad de interpretación podrán impartir, además de su propia especialidad, las materias
relacionadas con la música de conjunto, como es el caso de la música de cámara. Una situación que
justifica sobradamente que se incluya este tema relacionado con la música de cámara en los temarios de
las especialidades de interpretación, puesto que cualquier catedrático de especialidades instrumentales
puede ser también docente de la asignatura que nos ocupa.
Con todo, hay que reconocer que desde la LOGSE se han dado pasos hacia atrás con respecto a esta
asignatura: mientras que en el antiguo Decreto de 1966 se incluía la posibilidad de acceder a una titulación
superior en esta materia (aunque restringida exclusivamente a pianistas, violinistas y cellistas), desde
principios del presente siglo, con la implantación del grado superior de la LOGSE, esta posibilidad
desapareció dejando esta asignatura relegada a un segundo plano y simplemente como materia de
formación obligatoria para el titulado superior en especialidades instrumentales. Con todo, con la
estructura educativa actual se pueden hacer muchas cosas desde esta asignatura, al margen de las
titulaciones, que repercuta en la formación del alumnado (la música de cámara es un espacio ideal para
aprender a tocar en conjuntos más grandes como la orquesta y para profundizar en la capacidad de los
músicos para impulsar este género musical con todas sus derivadas: repertorio, dinámica de trabajo,
autonomía de gestión, etc).
Por otro lado, el desarrollo de la música de cámara en el espacio superior nos obliga a los docentes a
contar con criterios pedagógicos, organizativos y metodológicos eficaces que nos permitan optimizar esta
asignatura. Criterios que vemos a continuación.
2.- Aspectos y criterios pedagógicos a tener en cuenta (en cuanto a la selección de grupos, repertorio
básico y métodos de trabajo).
A la hora de organizar los grupos de cámara y su funcionamiento, se ha preferido relatar el sistema de
organización que se lleva en el RCSMM, aplicando un criterio de funcionalidad y aprovechando la
experiencia de docentes en el desarrollo de esta asignatura en dicho centro.
Selección de los grupos de cámara: En este apartado es importante unificar criterios en el Departamento
en el que se integre la música de cámara. Existen centros superiores en España en los que la organización
de los grupos se hace desde Jefatura de Estudios (Musikene, Reina Sofía, etc.). Esto, en mi opinión, desde
el punto de vista pedagógico es un error, ya que si queremos generar un contexto de autonomía y
cooperación es ideal que el grupo lo formen los propios interesados. Para ello es fundamental el
aprovechamiento, del último trimestre del curso anterior para planificar los grupos del curso siguiente.
En dicho momento es necesario motivar a los alumnos a que configuren su propio grupo, con personas
concretas, e incluso que tengan alguna sesión experimental para tocar juntos, hablar de repertorio,
trazarse metas para el grupo, elegir profesor, dinámica de trabajo del grupo, etc. De hecho, la dinámica
de trabajo del grupo es esencial, puesto que no solo pueden ya concretar un horario con el profesor
elegido (como se suele hacer en el RCSMM), sino que es importante determinar un horario semanal para
llevar a cabo el trabajo autónomo del grupo. Este apartado del trabajo autónomo camerístico resulta
fundamental para poder adquirir las competencias establecidas y aplicar conocimientos por sí mismo, en
clave grupal, y no solo esperar a que el profesor les prepare la obra de turno. En el caso de que hubiera
un exceso de demanda para un profesor en concreto, se puede determinar criterios objetivos para
proceder a la selección, siendo el primero de ellos el de la especialidad instrumental del profesor (en el
RCSMM, aunque todos los profesores de música de cámara pueden impartir docencia a cualquier grupo
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de cámara, la selección para impartir esta docencia en el centro, hasta el momento, se ha llevado a cabo
en función de especialidades: cuerda, piano, viento-madera, viento-metal, etc). Además, es importante
establecer criterios de libertad de estudio para el alumnado, por ejemplo, no limitando la elección de los
alumnos a la hora de configurar sus propios grupos-propuesta estableciendo criterios obligatorios de
curso, por ejemplo, que los miembros de los grupos cursen el mismo curso. Este criterio, de implantarse,
convertiría en inviable la elección libre de los grupos y encorsetaría enormemente la organización de los
grupos y, por extensión de la asignatura, además de ir en contra del aprendizaje dialógico que se puede
desarrollar de forma idónea con grupos formados con niveles diferentes entre sus componentes. En
cualquier caso, el profesor deberá velar porque, atendiendo a las propuestas de repertorio a trabajar que
le formulen los propios grupos, se determinen unas obras a trabajar que sean perfectamente viables por
su dificultad técnica y musical para que sean abordadas por los grupos, así como dar el visto bueno al
grupo propuesto por los alumnos en términos de equilibrio de niveles entre los integrantes del grupo.
Repertorio básico: En cuanto a este apartado, es evidente que los instrumentos deben abordar un
repertorio básico determinado por su vinculación con la orquesta (como espacio profesional por
antonomasia para los instrumentos orquestales) y la de los grupos camerísticos con gran peso en la
tradición (cuartetos de cuerda para los cordófonos, quintetos de viento para las maderas y trompas,
quintetos de metal para los metales; pero también grupos de cuerda o viento con piano, muy habituales
en Centroeuropa, etc.). En cualquier caso, es interesante no cerrar el grupo de manera ortopédica, es
decir, que un cuarteto o quinteto solo toque con esa formación, pudiendo variarla añadiendo el piano y,
con ello, enfrentándose a nuevos y diferentes problemas: de afinación (el piano como instrumento de
afinación estática genera muchos problemas, por ejemplo, a los vientos, por ser estos de afinación
dinámica), de escucha (balances, dinámicas, etc.). Finalmente, y con respecto a este apartado de la
conformación de los grupos, es interesante recomendar a los alumnos no repetir el mismo grupo los
cuatro cursos de carrera, sino que puedan vivenciar la música de cámara a través de diferentes grupos:
los grupos tradicionales (cuarteto de cuerda, quinteto de viento, etc., y además, tríos, octetos, etc.), ya
que este planteamiento más diverso le va a permitir aprender de forma eficaz.
Así las cosas y planteando un ejemplo aplicado al quinteto de viento, es interesante empezar el curso
eligiendo el grupo una obra del estilo clásico (un quinteto de viento de Danzi o de Reicha, principalmente),
si además se comparte el grupo con un pianista (muy habitual en el RCSMM), alternar la obra clásica
elegida con un quinteto de viento con piano, ya sea el KV 452 en Mib mayor, de Mozart, o el opus 16 de
Beethoven, también en Mib mayor (la cuestión de librar la flauta en este repertorio con piano, por no
tener papel en dichas obras, no debe ser un problema, e incluso se puede organizar para que el flautista
pueda preparar de forma autónoma, junto a otros colegas, algún dúo, trío o incluso cuarteto de flautas y
destinar algún momento para revisarlo en clase). Por tanto, podemos dedicar el primer trimestre a
trabajar repertorio clásico, siempre necesario y adecuado para comprender la música y el lugar que le
corresponde a cada miembro en el proceso de interpretación grupal, y terminar este trimestre con alguna
audición en la que se toquen las obras trabajadas (y si es posible repetir esta audición externamente y
organizada por los propios miembros del grupo, en aras de impulsar su autonomía y el desarrollo de
proyectos musicales colectivos).
En el segundo trimestre, ya dependiendo del nivel y motivaciones que en este apartado del repertorio
presente el grupo de quinteto, se consensua con el grupo (entre docente y los miembros del mismo) una
obra a trabajar para el quinteto de estilos posteriores al clásico: Hindemith, Nielsen, Ibert, Taffanel, etc.
(e interpretarla en los primeros meses del año, a la vez que el/la pianista lee/trabaja la obra que luego
tocarán con él/ella). Para después montar otra obra con el piano (sexteto de Poulenc o de Thuille), de
modo que se pueda interpretar a final de curso. Asimismo, es conveniente trabajar en algún momento
idóneo para ello (después de una audición, de puentes o vacaciones, etc.) la lectura a primera vista (que
también se incluye en el currículum). Para ello, es interesante contar con repertorio desconocido para los
miembros del grupo que disponga de una música clara y nítida; por eso es interesante contar con otros
quintetos de viento clásicos, ya sean de Danzi, Reicha o Cambini, que permitan leer y, a la vez, identificar
cómo funciona la música, aprovechando que los vientos leen con bastante facilidad, en comparación con
otros instrumentistas. Por eso no deberíamos integrar en estas prácticas de lectura a primera vista al
pianista, ya que la capacidad de lectura del pianista suele ser limitada, si la comparamos con la de los
vientos, y en todo caso los pianistas ya han realizado un intenso trabajo de lectura con las obras
programadas que incluyen piano.
Métodos de trabajo. En coherencia con lo expuesto hasta ahora, la metodología en esta materia es
imprescindible que sea activa, en la que el protagonismo le corresponde al alumno o los alumnos;
dialógica, puesto que debe haber un trabajo autónomo y grupal en el que los alumnos aprenden por sí
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mismos (entre iguales); y una metodología que ponga el énfasis no solo en la parte conceptual y técnica,
sino también axiológica, es decir, que tenga un planteamiento de valores acorde con la materia y desde
una perspectiva profesional: distribución de roles y su cumplimiento entre los miembros del grupo,
empatía, respeto a las ideas de los demás, consenso, convivencia pacífica y democrática, etc.
Ya de una manera más concreta, es interesante el sistema de roles que desarrolla algún profesor en el
RCSMM basado en la distribución propia (del grupo) para cada obra a trabajar de roles como el líder o
presentador (encargado de documentarse sobre la obra, apoyar conceptualmente a los responsables y
seleccionar y sintetizar esa información para comunicarla previamente a su interpretación en una
audición), y los responsables (son los diferentes miembros del grupo que se encargan de prepararse a
conciencia un movimiento de la obra, aplicando todos sus saberes, con el fin de poder concertar -
escuchando las aportaciones de todos- los ensayos del trabajo autónomo del grupo). Estos roles van
rotando en cada obra a trabajar, de modo que todos los miembros del grupo puedan pasar por ellos.
Asimismo, en la clase de música de cámara hay que trabajar/aprender contenidos específicos de esta
materia que ayudan a entender su oficio (o competencias profesionales) y el de otras formas colectivas
de interpretación (orquestas, bandas, etc.). Me refiero a cuestiones como la afinación (entre los distintos
instrumentos y entre instrumentos orquestales, de afinación dinámica, y el piano, de afinación estática)
que comporta un estudio profundo del comportamiento de los instrumentos en esta materia
(especialmente en los instrumentos de viento, es interesante que los alumnos elaboren tablas en las que,
mediante un afinador electrónico, puedan identificar la exactitud en cuanto a afinación de cada nota del
instrumento, así como los posibles sistemas de corrección para ejercitarlos y dominarlos: en el caso de
los vientos, pueden ser de tipo digital -posiciones alternativas o uso de llaves y posiciones que corrijan la
imperfección de las posiciones naturales-, uso del aire, materiales adecuados, etc.). Un trabajo
imprescindible para asegurar una afinación eficaz, tanto individual como a la hora de interactuar con otros
instrumentos (en este sentido, es relevante entender que si algo suena desafinado ninguno de los
implicados tiene la razón, y deben ser todos los afectados los que, adaptando su afinación mediante los
oportunos sistemas de corrección, deben intentar afinar juntos: por tanto, esta cuestión es más
actitudinal que conceptual). Además, hay que recordar que la afinación, especialmente en el caso de los
vientos, debe garantizarse en todo momento, también y de forma especial en el del concierto: de nada
sirve practicar y asegurar este apartado en los ensayos si finalmente no funciona el día del concierto.
Otro contenido interesante a trabajar en la música de cámara es la unidad interpretativa, es decir, la
manera de entender el carácter o enfoque de un tema de manera unitaria, incluidas otras funciones que
orbitan alrededor de los temas, como son el acompañamiento, la textura, las tensiones armónicas, el
contenido rítmico, los tempi, las dinámicas, los balances, los colores, etc. Es, en definitiva, un primer paso
para entender la interpretación de forma global y el lugar que le corresponde en cada momento a cada
uno de los miembros del grupo. La unidad interpretativa es también un elemento, al igual que el de la
afinación, que debe fomentar la concentración en el momento de la interpretación, con el fin de superar
los posibles miedos escénicos y descubrir la construcción colectiva de una obra como parte esencial de la
interpretación camerística.
En consonancia con todo lo dicho hasta ahora, hay que recalcar una vez más la importancia del trabajo
autónomo del grupo (fuera de la clase) en la que los miembros, con sus respectivos roles, pueden indagar,
aplicar y hacer funcionar la música en el grupo desde su entero protagonismo, es decir, descubrir la
aplicación de contenidos como los comentados anteriormente (afinación, unidad interpretativa). En este
contexto, es importante también destacar, una vez más, la necesidad de implicar a los alumnos en la
selección del repertorio (autonomía), así como a los profesores de las especialidades instrumentales,
siempre que ello sea posible. Esto último es importante porque es un modo de implicar también a los
profesores de la especialidad de los miembros del grupo, de cara a la posible ayuda técnica o musical
(búsqueda de opciones-concierto fuera del centro, escucha de algún ensayo del grupo y aportaciones
posibles, etc.). Además, como ya se ha comentado, es interesante el fomento de actividades del grupo de
cámara fuera del centro y, por tanto, en base a su iniciativa y autonomía. Este es un espacio único para
desplegar en el alumnado competencias, principalmente transversales, y descubrir en los miembros del
grupo otros talentos musicales no necesariamente instrumentales: de gestión, pedagógicos
(especialmente si se realizan conciertos didácticos), musicológicos (si el concierto se acompaña de una
extensa información musical), etc. Finalmente, este tipo de actividades externas puede desembocar,
como de hecho ha ocurrido en el RCSMM en varias ocasiones, en la necesidad de constituir una entidad
que facilite la gestión del grupo como ente cultural que desarrolla sus actividades en el entorno. A tal
efecto, se creó en 2017 la Asociación de Amigos del RCSMM, cuyos fines incluyen el de asesorar en este
campo de la gestión a aquellos alumnos, ya sea de forma individual o grupal, que estén interesados en
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abordar proyectos musicales que interactúen culturalmente con el entorno. Una propuesta sin duda
interesante que puede facilitar la conexión entre el sistema educativo y el mundo profesional.
3.- Conclusiones:
La música de cámara es una materia vital para la formación del intérprete y el aprendizaje de oficios
profesionales (miembro de una orquesta o grupo de cámara profesional). Su capacidad para desarrollar
competencias de todo tipo (transversales, generales y específicas) es incuestionable, como así lo
demuestran las diferentes iniciativas didácticas que en esta materia se llevan a cabo actualmente en el
RCSMM. Pero la música de cámara, más allá de estas iniciativas interesantes, debería ser una verdadera
apuesta para los centros superiores. Así las cosas, no todo debe salir del sistema educativo, también
deben ser los propios estudiantes lo que tomen la iniciativa e inviertan en la música de cámara, porque
ello significa invertir en su propia empleabilidad y en su futuro profesional.
4.- Bibliografía:
Tranchefort, F. (1995): Guía de la música de cámara. Madrid, Alianza
Goodman, E. (2006): La interpretación
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