Triada Platónica
Triada Platónica
Triada Platónica
EVOLUCION OCCIDENTAL
H I S T O R I A D E L A S. T.
Hubo en la antigüedad un pequeño país, en la Europa niña, cuya belleza lucía única bajo
los cielos.
Fue Grecia la hermosa, de campiñas glaucas y de mansos ríos, de altos picachos
deslumbradores y de cascadas fecundantes. Parajes eglógicos como la Tesalia florida y
la Arcadia pacífica y perspectivas rudas como la viril Laconia y la sagrada Fócida.
Ceñíala el mar azul constelado de islas de plata.
Aquel país eligió la gran Jerarquía que dirige la evolución humana y, revestida de la
majestad viva de los dioses que fueron luego la imagen tradicional de su realidad
primitiva, convirtió el hermoso solar de Grecia en la cuna de la gran civilización
occidental.
Su tónica nativa, al condensar el reflejo más puro de los altos planos, se tradujo en Arte.
La filosofía primitiva fue poesía, la oración canto, el rito danza, la plastificación de la
divinidad el acicate mayor del embellecimiento de la raza, cada lugar un templo.
El Arte fue entonces, en suma, el gran receptáculo del espíritu.
Pero vino el ocaso y tras él, un alba nueva. La humanidad necesitaba otro vehículo de
transmisión de lo superior. Y el Cristianismo actualizó la segunda fase que nos ocupa.
Durante muchos siglos, bajo la forma predominante de la Religión, se encerró la fuerza
conductora de la evolución de los hombres.
Advino otro ocaso. Y la nueva aurora impulsó la Ciencia, el magno vehículo de los
nuevos tiempos. El científico es hoy a manera del artista de la antigüedad, del sacerdote
de la Edad Media. Es el dueño del mundo. Los elementos se tornan dóciles a sus
investigaciones. La puerta del misterio cede y se entreabre a su tesón. La contraparte
sutil de la naturaleza ofrece un anchuroso panorama incógnito a las conquistas de la
ciencia. Estamos en la mañana de este glorioso día.
La gran Ley todo lo aprovecha en sentido positivo. Por eso se ha dicho tantas veces que
el mal no existe.
Pero es verdad también que la máxima positividad no puede encerrarse en forma alguna
mientras no se logre la perfección absoluta.
Así que no hay consecución definitiva. Todo logro posee un valor gradual y relativo.
La humanidad, al avanzar al través de las características ofrecidas por estos tres ángulos
del triángulo de Platón, el gran iniciado que encerró en él la clave hermética de toda la
evolución humana, no desenvolvió más que la envoltura de la cualidad que cada uno de
los ángulos del triángulo representa. Su asimilación era demasiado fragmentada,
demasiado circunscrito su fruto al plano material. Resultado: Arte materializado,
Religión materializada, Ciencia materializada.
Su contraparte espiritual correspondiente debía hallar, para infiltrarse en la humanidad,
un vehículo apropiado para su expansión. Y la gran Jerarquía guiadora impulsó a fines
del pasado siglo la fundación de la Sociedad Teosófica para que ofreciera a los hombres
la porción asimilable de la tríptica dádiva.